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Universidad de Chile.

Facultad de Filosofía y Humanidades.


Departamento de Literatura.
Curso Monográfico del Quijote.
Mariela Insúa Cercceda.

INFORME: CAPITULOS LXXII, LXXIII Y LXXIV.

Luis Ramírez Vargas.


25-06-01.
"Con estos pensamientos y deseos subieron una cuesta arriba, desde la cual descubrieron
su aldea, la cual vista de Sancho, se hincó de rodillas, y dijo:
-Abre los ojos, deseada patria, y mira que vuelve a ti Sancho Panza tu hijo, si no muy rico,
muy bien azotado. Abre los brazos y recibe también tu hijo don Quijote, que si bien
vencido de los brazos ajenos, viene vencedor de sí mismo, que, según él me ha dicho, es el
mayor vencimiento que desearse puede."

Al releer estos últimos capítulos, más que una reflexión en torno al sentido trágico del final
de las aventuras del caballero andante, y por añadidura de su escudero, producto de la
muerte de Alonso Quijano el Bueno, más que cuestionar cuál ha sido el legado de don
Quijote o si la muerte de éste supone el fin asimismo de Sancho; en fin, más que
presentárseme cualquiera de estas interrogantes u otra parecida, surge en mi persona la
satisfacción de haber acompañado a amo y mozo en un viaje tan interesante, lleno de
matices, de tristezas y alegrías que hacen que la novela aparezca artísticamente tan bien
lograda en cuanto a su verosimilitud para con la vida real, como bien creo que lo expresa el
párrafo arriba reproducido.
Pero sin duda el aspecto que más fuertemente me lleva a la reflexión lo constituye el
"incidente Avellaneda", la irrupción felicemente inesperada e inolvidable del Quijote
apócrifo, irrupción a la cual es de mi parecer Cervantes agradecía más de lo que
consideraba menester, puesto que enriqueció la figura de su ingenioso héroe un buen tanto,
de forma incalculable, según es mi apreciación. De hecho, en algún momento de mi
existencia llegué a pensar que el mesmo Cervantes había escrito o mandado a escribir el
Quijote de Avallaneda en forma intencionadamente paupérrima, y así otorgarle aún mayor
valor ficcionalizador a la verdadera segunda parte. Consignemos en todo caso que de no
haber osado Avellaneda a realizar una segunda parte de la historia del hidalgo, Cervantes
habría tenido que inventarla por sí mismo. Y es que en la forma en que haya sido, y como
realmente lo fue la osadía de este tal Avellaneda en su afán de ganar fama a costa de
ingenios superiores, es muy en mi opinión de sumo interés la forma en que Cervantes
devuelve el agravio y la afrenta (que esta distinción hace don Quijote entre estos dos
conceptos en el transcurso de su verdadera historia) de utilizar desvergonzadamente a su
personaje.
Si bien la indignación de Cervantes se revela ya en el prólogo, punto desde el cual
inmediatamente la va quedando claro al lector la importancia que este incidente tendrá en la
tercera salida del caballero, donde adquiere su función determinante es en la narración
misma, ámbito en el cual los niveles de ficción y realidad se confundirán y volverán uno
solo gracias en gran parte a la presencia en la obra del quijote apócrifo. Es ésta la función
de don Álvaro Tarfe, representar ese mundo ilícito que Avellaneda creó en su Quijote, pero
que sin duda establece un nivel de ficcionalización al aparecer en el de Cervantes y apoyar
como lícitas las figuras que ahí se pintan, Tarfe niega el Quijote al cual pertenece en medro
del verdadero. En definitiva, don Álvaro Tarfe, caballero inventado por Avellaneda y que
juega un papel de cierta importancia en el Quijote apócrifo (es él quien da la noticia de las
justas caballerescas que se realizarán en Zaragoza a don Quijote al comienzo del relato), es
verdadero y falso de igual forma en el mundo creado por Cervantes, éste es el castigo que le
proporciona el manco de Lepanto a su enemigo. O como el propio Tarfe lo confiesa:
"...Y tengo por sin duda que los encantadores que persiguen a don Quijote el bueno han
querido perserguirme a mí con don Quijote el malo."

En otras palabras, y ojalá que me esté expresando bien, la forma en que Cervantes venga la
afrenta, al encantar a un personaje nacido de su imaginación, es "encantando" al mismísimo
Avellaneda.
En verdad en verdad ésta es una de las mayores virtudes que posee el inmortal don Quijote
cervantino: la literatura como forma de acercarse a.la literatura, las letras dentro de las
letras, los diversos niveles de ficción, es al fin y al cabo uno de los factores que posibilitan
que el "Quijote" sea considerado fundador de la literatura moderna. Dichosos los siglos en
los cuales Cervantes maquinó tal obra, bienaventurado sea el Quijote de la Mancha hasta
más allá del fin de los tiempos por haber legitimado el tipo de arte que etablece
interferencias entre lo real y lo quimérico, entre la representación de lo sólo posible y de lo
verdaderamente tangible. La "realidad oscilante" ya no faltará más a las reuniones literarias,
y tal como Jorge Luis Borges afirma: "El hecho que don Quijote sea lector del Quijote (ya
sea el de 1605 o del apócrifo), así como que Hamlet sea espectador de Hamlet, supone que
nosotros también podemos ser personajes de una ficción, así como somos espectadores de
Hamlet y lectores del Quijote".
Todo el conflicto entre Miguel de Cervantes y el supuesto Alonso Fernández de
Avellaneda, que comienza como problema metaliterario en el capítulo 59, ya había
aparecido con anterioridad en la obra, más específicamente en lo que atañe a la aventura del
retablo de maese Pedro. Ya en este episodio, capítulo 26, se advierte la intención
enmendadora de Cervantes para con su falsificador, cuyo relato es evidentemente inferior.
Así, esta aventura es casi idéntica a una aparecida en la obra apócrifa, si bien es cierto
Cervantes emplea un arte infinitamente superior en su elaboración. A saber, así acontece en
el de Avellaneda (capítulo 27):

Don Quijote y Sancho presencian también en una venta, cómo unos cómicos ensayan la
comedia de Lope de Vega "El testimonio vengado", y al llegar a cierta escena y ver que
nadie defiende a la calumniada, don Quijote interrumpe el ensayo con las siguientes
palabras: "Esto es una grandísima maldad, traición y alevosía, que contra Dios y toda ley
se hace a la inocentísima y castísima señora reina; y aquel caballero que tal testimonio le
levanta, es traidor, fementido y alevoso, y por tal le desafío y reto aquí a singular batalla,
sin otras armas más de las con que ahora me hallo, que son sola espada. Y diciendo esto,
metió mano con increíble furia, y comenzó a llamar al que levantaba el testimonio, que era
un buen representante..."

Creo firmemente que la comparación entre estos episodios por si sola ahorra todo tipo de
comentario. Con respecto a la necesaria muerte de don Quijote, que más quedará por decir,
sólo citar estas bellas palabras de Cide Hamete Benengeli:

"Aquí quedarás, colgada desta espetera y deste hilo de alambre, ni sé si bien cortada o mal
tajada péñola mía, adonde vivirás luengos siglos, si presuntuosos malandrines
historiadores no te descuelgan para profanarte. Para mí sola nació don Quijote, y yo para
él; él supo obrar y yo escribir; solos los dos somos para en uno, a despecho del escritor
fingido y tordesillesco. Que se atrevió aescibir con pluma de avestruz grosera y mal
deliñada las aventuras de mi valeroso caballero."

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