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DESARROLLO HISTÓRICO DE LOS ARQUETIPOS Y SÍMBOLOS DE

LO FEMENINO.
Grupo de Medellín- Colombia

Nuestra investigación se ha centrado especialmente en las culturas matrilineales


que se asentaron desde el remoto paleolítico en los territorios de lo que se ha llamado
la vieja Europa. Estas culturas parecen haber disfrutado de paz y prosperidad durante
milenios pues no se han encontrado indicios de violencia hasta la primera invasión de
los Indoeuropeos; tampoco parece haber en ellas una organización jerárquica, eran
sociedades en las que el saber y la herencia, se trasmitían a través de la madre.

Dentro de los conceptos que guían nuestro trabajo, hemos escogido las
siguientes definiciones. Desglosemos:

DESARROLLO: Es el trazo que ha marcado la humanidad según su evolución, los


estados de conciencia y comprensión de la vida.

HISTÓRICO: Narración de acontecimientos pasados relativos al hombre y a las


sociedades humanas.

SIMBOLO: Es una fuerza que se manifiesta en formas o en imágenes y que


induce a un comportamiento en los seres.

FEMENINO: -Que posee los rasgos propios de la feminidad.

-Débil, endeble.

-Lo femenino como sustantivo es un patrón universal de la psique humana


presente tanto en mujeres como hombres.

ARQUETIPO Es un modelo primordial, o ideas originales que permanecen en el


inconsciente de los pueblos, dejando un registro imborrable, que trasciende las
diferencias de cultura, raza y conciencia.

En psicología, el arquetipo es una representación en imágenes o estructuras que


tienen un valor simbólico y que permanecen en la psyque humana. El arquetipo de la
madre es el arquetipo fundamental de lo femenino y permanece imborrable en todas
las culturas.

En los diferentes estadios de la evolución de la humanidad encontramos una


representación del arquetipo de la madre que va teniendo una transformación
paulatina. En las épocas mas antiguas y originarias la madre por su capacidad
fecundadora representaba a la creación y a la humanidad como a sus hijos; esto le
daba un carácter sagrado.

Lo femenino era expresión de la naturaleza y encarnaba todos los secretos de


esta, en ese entonces se vivía en un estado de contemplación, en unidad orgánica con
el todo. Cuando el ser humano aprende a cultivar la tierra, el movimiento de evolución
de la conciencia preserva ese sentido originario de unidad, y hay un reconocimiento
de identidad entre el orden invisible regulado por las fases de la luna y otra visión
encarnada en las estaciones y el año agrícola. La mujer participaba en la plantación y
cosecha de los cultivos. Aparece como madre nutricia de la vida. Todas las actividades
cotidianas reflejaban la capacidad de lo femenino para alimentar, formar y tejer la
urdimbre de la vida.

Posteriormente con el descubrimiento de la escritura, el crecimiento de las


poblaciones, las invasiones de los pueblos kurganes, semitas y arios, el desarrollo de la
conciencia adquiere una nueva dimensión: gradualmente la madre primordial empieza
a fragmentarse, lo que era natural y sagrado, se convierte en culto, surgen los mitos y
las historias que narran la existencia de una diosa que se nombra de muchas maneras:
Inanna, Istar, Isis, Anath, Demeter, Cibeles, Afrodita, y posteriormente en la tradición
cristiana, la virgen Maria como el último reducto de la imagen de ese arquetipo
primordial de la madre.

Todas estas diosas aparecen acompañadas de un ser amado cuyos mitos relatan
la separación abrupta de la madre o de la diosa del ser amado. Esta separación es
causada por un dios o fuerza masculina que busca el poder para la guerra. Estos mitos
están relacionados con la agricultura, la siembra y la recolección.

A mediados de la edad del Bronce, el movimiento de la conciencia muestra una


imagen de la naturaleza en donde prima la razón sobre el instinto. Se produce un
cambio profundo en el arquetipo de lo femenino, pues aparece una visión de la vida
heroica, donde la constante es la lanza, el combate y no la paciente labor de la tierra.
Todas las leyendas y la mitología en general le otorgaba lo bueno y noble a los dioses
heroicos dejando a los poderes originales de la naturaleza el carácter de oscuridad que
le añadía a esta como femenina un juicio moral negativo.

En la edad de hierro el carácter sagrado de la diosa madre se transfirió al dios


padre, se instaura definitivamente en estas culturas antiguas matriarcales un orden
patriarcal y se desvanece el sentido unitario de vida creacional otorgado a lo
femenino.

La evolución del arquetipo de la MADRE creadora, se fue convirtiendo en el


arquetipo de la diosa, ya no como unidad sino como una diosa fragmentada en
múltiples representaciones, luego pasa a ser la diosa guerrera, que es asimilada en la
cultura por el nuevo orden centrado en la conquista y la guerra, kali en la India, y
Atenea en Grecia entre otras. En toda esta transformación aparece la figura de la
prostituta sagrada encargada de las artes amatorias en nombre del culto a la diosa, y
como consecuencia del viraje que le da el nuevo orden social a la mujer.

En este orden de ideas podemos decir que la evolución de la humanidad nos ha


llevado a concebir dos almas históricas, una con la visión de la vida que prevaleció en
el paleolítico antes de la edad del Bronce, y otra plasmada en aquella época de
barbarie. Posiblemente la postura que ha mantenido lo femenino durante milenios,
aconteció en cuanto aceptamos el paradigma del guerrero y de los vencedores, lo
aceptamos al desconocer que ese rasgo de violencia que define nuestra actual
condición de humanidad nos fue paulatinamente impuesto a través de la historia por
la guerra y el terror y al desconocerlo llegamos a creer que la violencia es natural e
inherente a nuestra condición humana.

Olvidamos las raíces de la madre originaria que unía la vivencia natural de lo


femenino y lo sagrado. El recuerdo de ese origen es quizá la esperanza que tenemos
de transformar nuestra historia como humanidad en femenino. El arquetipo de la
madre primordial, evoca la figura de Madre-Hijo. Se inspira también en la experiencia
de la humanidad que se mece como un bebe en el regazo de su madre.

Para más información, contactar con las ponentes:

marblanco@une.net.co

amariatruj@hotmail.com

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