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Profecías de Daniel y Apocalipsis

NUESTRO SIGLO
a la Luz Profética

Por GUILLERMO A. SPICER

“Las cosas que antes fueron escritas, para


nuestra enseñanza fueron escritas, para que
por la paciencia y por la consolación en las
Escrituras, tengamos esperanza.”
Romanos 15:4

CASA EDITORA SUDAMERICANA


FLORIDA F.C.C.A.
1917
BUENOS AIRES, REPUBLICA ARGENTINA
William Ambrose Spicer
19-12-1865 — 17-10-1952

William Ambrose Spicer (Freeborn, 19 de diciembre de 1865-Takoma Park, 17 de


octubre de 1952) fue un pastor, misionero y teólogo adventista que se desempeñó
como presidente de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día entre
1922 y 1939.1
Biografía
Spicer nació el 19 de diciembre de 1865 en Freeborn, Minnesota. Sus padres eran
maestros Bautistas del Séptimo Día. Los Spicer aceptaron la fe adventista en 1874. 2
3
Spicer trabajó para la iglesia en los Estados Unidos, Inglaterra e India, donde
el Spicer College lleva su nombre. Sirvió como Secretario de la Asociación General
durante la presidencia de A. G. Daniells y Daniells sirvió como presidente durante
los años de Spicer en la presidencia de la Asociación General. Estos dos hombres
lideraron la iglesia adventista en las primeras tres décadas del s. XX.
1887–1903
Las responsabilidades de Spicer dentro de la iglesia durante este periodo incluyeron
asistir a Stephen Haskell como su secretario. Esto llevó a Spicer, de sólo 22 años a
Inglaterra, donde ganó experiencia como editor de The Present Truth (La verdad

1
Seventh-day Adventist Encyclopedia. Hagerstown, MD: Review and Herald. 1996.
pp. 266-267. ISBN 0-8280-0918-X.
2 ↑ Saltar a:a b «15.- Presidentes de la Asociación General». Nuestra Herencia,
Curso de historia denominacional (1ª edición). Bs. Aires: Asociación Casa Editora
Sudamericana. 1994. p. 156. ISBN 950-573-388-7.
3 ↑ Saltar a:a b Spalding, Arthur Whitefield (1962). Origin and History of Seventh-day
Adventists, Volume Two. Washington, D.C.: Review and Herald. pp. 29-30.
presente, la cual daría origen a la Revista Adventista) y como asistente de campañas
evangelísticas.4 En 1892, volvió a los Estados Unidos y sirvió como secretario del
recién establecido (1889) Concejo de Misiones Extrajeras. Este fue el comienzo de
décadas de liderazgo de Spicer en el desarrollo de la misión de la iglesia adventista.5
Secretario de la Asociación General, 1903–1922
Como secretario de la Asociación General, Spicer asistió al presidente A. G.
Daniells en la preparación de la respuesta de la iglesia sobre diversos asuntos. Las
crisis de Daniells fueron a menudo enfrentadas con la ayuda de Spicer, como por
ejemplo: la reorganización de la iglesia que se logró en las sesiones de la Asociación
General de 1901 y 1903; la disputa teológica entre Daniells y Kellogg; problemas
raciales que surgieron; etc.
Spicer y Daniells dirigieron la iglesia con un fuerte énfasis en la misión. Nuevas
oportunidades ocasionaron la reorganización de instituciones existentes y
permitieron la creación de nuevas.5 Spicer vio estas oportunidades para esparcir el
mensaje adventista como una señal del cumplimiento de la profecía. En 1914, en un
reporte a la iglesia adventista en el mundo:
…y el mismo Dios viviente que lanzó el movimiento adventista en su camino en el
momento exacto de la profecía (1844), comenzó al mismo tiempo de una manera
especial a abrir puertas de acceso a “cada nación, tribu, pueblo y lengua”. Hemos
visto el camino abierto una y otra vez inmediatamente ante nuestros propios pies a
medida que los heraldos del mensaje del tercer ángel han entrado los distintos países.
William A. Spicer Open Doors in the Mission Fields a Sign of the End. 6
Spicer informó sobre el conflicto entre Kellogg y el liderazgo de la iglesia adventista.
Se reunió con Kellogg y discutió con él sobre sus ideas panteístas.7
La Iglesia Adventista del Séptimo Día Movimiento de Reforma se formó como
resultado de las acciones de L. R. Conradi y cierto líderes de iglesia europeos durante
la Primera Guerra Mundial quienes decidieron que era aceptable para los adventistas
participar en la guerra, lo que estaba en clara oposición a la posición histórica de la
iglesia que siempre había mantenido una actitud de no-combatientes. Desde la guerra
civil estadounidense, los adventistas eran conocidos como no-combatientes y
realizaban labores en hospitales prestando atención médica. 8 La Asociación General
de los Adventistas del Séptimo Día envió a Spicer a investigar sobre estos cambios.
Sin embargo, Spicer no pudo resolver el cisma.9 10
Presidente de la Asociación General, 1922–1930
Con la experiencia adquirida como Secretario de la Asociación General, Spicer fue
elegido presidente de la Asociación General durante el congreso de 1922. Continuó
con el compromiso de misión de la iglesia para expandir el mensaje adventista por el
mundo. Se lo conocía a través de toda la denominación como un editor y escritor de
éxito, un gran predicador un hábil organizador y un entusiasta misionero. 2

4 ↑ Robinson, Ella M. (1967). S. N. Haskel, Man of Action. Washington: Review and


Herald Pub. Association, Teach Services 2004. p. 93. ISBN 1-57258-282-0.
5
↑ Saltar a:a b Knight, G. R. (1999). A brief history of Seventh-Day Adventists.
Review and Herald. pp. 130, 131. ISBN 978-0-8280-1430-4.
6
↑ Spicer, W. A. (20 de abril de 1914). «Open Doors in the Mission Fields a Sign of
the End (Reading for Monday, May 4)». Australasian Record (Wahroonga,
Australia: Australasian Union Conference of Seventh-day Adventists) 18 (16, 17):
10, 11. Consultado el 21 de octubre de 2011.
7
↑ How the Spirit of Prophecy Met a Crisis: Memories and Notes of the "Living
Temple" Controversy by W. A. Spicer
8 ↑ http://www.sidadventist.org/lead/index.php/resources/essent/89-
leadership(enlace roto disponible en Internet Archive; véase el historial, la primera
versión y la última).
9 ↑ https://web.archive.org/web/20110726174232/http://www.imssdarm-
bg.org/content/view/185/66/
10 ↑ «Faith of Our Fathers. 1914–1918 - The Great Crisis». Seventh-day Adventist
Reformed Movement. Archivado desde el original el 25 de marzo de 2013.
Consultado el 1º de octubre 2011.
Tabla de Materias
Tabla de Materias .................................................................................................. 5
Una Admirable Profecía Cumplida .................................................................... 12
Prefacio ................................................................................................................ 13
El Libro que Habla a Nuestros Días ................................................................... 15
El Libro que Habla ....................................................................................................... 15
Dios es su Autor .......................................................................................................... 16
La Palabra Creadora.................................................................................................... 16
La Palabra que Obra en el Corazón Humano .................................................................. 17
La Palabra es Nuestra Defensa y Seguridad .................................................................. 19
El Pan de Vida ............................................................................................................. 20
La Fuente de Toda Doctrina.......................................................................................... 22
El Libro para Toda la Humanidad .................................................................................. 23
Cristo el Tema Central ................................................................................................. 24
El Testimonio de los Siglos ................................................................................ 27
La Palabra Profética Permanente ................................................................................. 27
El Desafío de Dios ....................................................................................................... 27
Una Palabra Cumplida Después de Larga Espera ........................................................... 28
El Testimonio de Nínive ................................................................................................ 29
Profecía Respecto a Tiro .............................................................................................. 31
La Desolación de Babilonia .......................................................................................... 33
Egipto y Edom ............................................................................................................. 37
El Testimonio de la Historia .......................................................................................... 37
Bosquejo Profético de la Historia del Mundo .................................................. 41
La Profecía de Daniel II................................................................................................ 41
Babilonia .................................................................................................................... 43
Medo-Persia ............................................................................................................... 44
Grecia ........................................................................................................................ 45
El Nacimiento de una Potencia en el Occidente ............................................................. 45
Roma ......................................................................................................................... 46
Los Reinos de la Europa Moderna ................................................................................. 47
El Próximo Gran Acontecimiento .................................................................................. 48
La Segunda Venida de Cristo ............................................................................. 51
La Promesa de su Venida ............................................................................................. 52
Cómo Vendrá .............................................................................................................. 53
“Este Mismo Jesús”..................................................................................................... 54
El Propósito de su Venida ............................................................................................. 56
El Preludio de su Venida............................................................................................... 57
Su Gloriosa Aparición .................................................................................................. 57
La Resurrección de los Justos Muertos, y la Traslación de los Justos Vivos ....................... 59
La Destrucción de los Impíos........................................................................................ 60
La Culminación de la Historia Humana ......................................................................... 61
“Ahora es el Tiempo Acepto” ........................................................................................ 62
Vendrá el Señor ........................................................................................................... 63
Señales del Fin Inminente .................................................................................. 65
La Gran Profecía de Nuestro Salvador ........................................................................... 65
Parte I .............................................................................................................. 65
“¿Qué Señal Habrá?” .................................................................................................. 65
Un Paralelo Sorprendente ............................................................................................ 66
Los Últimos Días de Jerusalén ...................................................................................... 66
La Señal para los Creyentes ......................................................................................... 67
La Palabra Profética Cumplida ..................................................................................... 69
Parte II ............................................................................................................. 71
El Período de Tribulación ............................................................................................. 71
La Proximidad del Fin .................................................................................................. 73
Señales en los Cielos y en la Tierra ............................................................................... 74
El Tiempo en que Empiezan las Señales ........................................................................ 75
El Terremoto de Lisboa de 1755 ........................................................................ 79
“He Aquí fue Hecho un Gran Terremoto” ....................................................................... 79
El Mundo Reflexiona.................................................................................................... 80
Magnitud del Terremoto de Lisboa................................................................................ 80
Reconocido Como Señal .............................................................................................. 81
El Día Obscuro de 1780 ....................................................................................... 85
“El Sol se Obscurecerá”............................................................................................... 85
La Profecía Cumplida .................................................................................................. 85
La Causa Desconocida ................................................................................................ 87
Anales Contemporáneos .............................................................................................. 88
Los Pensamientos se Dirigen al Juicio ........................................................................... 89
En la Legislatura de Connecticut .................................................................................. 90
La Lluvia de Estrellas de 1833 ........................................................................... 93
“Las Estrellas Caerán del Cielo”................................................................................... 93
Otra Señal en los Cielos ............................................................................................... 93
Descripción del Espectáculo ........................................................................................ 95
Un Cuadro Profético Reproducido ................................................................................ 96
Una Señal para Todo el Mundo ..................................................................................... 99
Escenas que Ponen de Relieve la Señal de 1833 ......................................................... 100
La Recomendación de Velar Dada por el Señor ............................................................ 102
El Significado de las Condiciones del Tiempo Actual ................................... 105
“Habrá Señales.... en la Tierra” .................................................................................. 105
2. Señales en el Mundo Social ................................................................................... 109
3. Señales en el Mundo Industrial .............................................................................. 110
4. El Gran Movimiento Misionero ................................................................................ 113
“A las Puertas” ......................................................................................................... 115
La Profecía Histórica de Daniel VII ................................................................. 117
Cuatro Grandes Imperios Universales ......................................................................... 117
Parte I ............................................................................................................ 117
Babilonia .................................................................................................................. 119
Medo-Persia ............................................................................................................. 120
Grecia ...................................................................................................................... 121
Roma ....................................................................................................................... 123
Parte II ........................................................................................................... 126
El Cuarto Reino y el “Cuerno Pequeño” ....................................................................... 126
Descripciones Proféticas e Históricas del “Cuerno Pequeño”....................................... 127
Los 1260 Años de la Profecía de Daniel ......................................................... 131
Un Período Profético ................................................................................................. 131
Un Punto Decisivo en la Historia ................................................................................. 132
La Supremacía Papal Reconocida Oficialmente .......................................................... 133
La Espada del Imperio Abre el Camino ........................................................................ 133
Un Nuevo Orden de Papas .......................................................................................... 135
Una Potestad Perseguidora ....................................................................................... 137
La Aurora de una Nueva Era ............................................................................. 139
El Fin de los 1260 Años .............................................................................................. 139
Una Crisis Histórica................................................................................................... 139
Significativos Acontecimientos de la Revolución Francesa ........................................... 140
Una Nueva Era de Libertad e Ilustración ..................................................................... 142
La Obra de la Potencia Representada por el “Cuerno Pequeño” ................ 145
“Hablará Palabras Contra el Altísimo” ........................................................................ 147
“Y a los Santos del Altísimo Quebrantará” .................................................................. 149
“Y Pensará en Mudar los Tiempos y la Ley” .................................................................. 151
La Ley de Dios es Inalterable ...................................................................................... 153
Un Cambio en la Práctica........................................................................................... 154
Lo que el Papado Pretende ........................................................................................ 155
El Sábado Bíblico ............................................................................................... 159
¿Es el Sábado del Séptimo Día una Planta Plantada por Nuestro Padre Celestial?......... 160
El Relato del Antiguo Testamento ............................................................................... 160
Lo que Dice el Nuevo Testamento ............................................................................... 162
¿Es el Reposo del Primer Día una Institución Establecida por Dios? ............................. 164
El Nuevo Testamento no Atribuye Carácter Sagrado al Domingo ................................... 166
Cómo se Efectuó el Cambio ........................................................................................ 167
El Sábado Después de Cristo ........................................................................... 173
Los Primeros Siglos ................................................................................................... 173
Siglo IV ..................................................................................................................... 174
Siglo V ...................................................................................................................... 174
Siglo VII .................................................................................................................... 174
Siglo XI ..................................................................................................................... 174
Del Siglo XII al Siglo XIV ............................................................................................. 175
Siglo XV .................................................................................................................... 175
Siglo XVI ................................................................................................................... 175
Siglo XVII .................................................................................................................. 177
“No Han Amado sus Vidas hasta la Muerte” ................................................................ 178
La Ley de Dios .................................................................................................... 183
El Carácter de la Ley de Dios ...................................................................................... 183
El Propósito .............................................................................................................. 183
La Ley de Dios Existió Desde el Principio ..................................................................... 184
Proclamada de Nuevo en el Sinaí ................................................................................ 185
Un Solo Dios—una Sola Norma de Moral ..................................................................... 187
La Norma del Juicio ................................................................................................... 189
La Justificación por la Fe.................................................................................. 191
El Hombre no Puede Justificarse a Sí Mismo ............................................................... 191
El Don Gratuito de Cristo ........................................................................................... 193
El Bautismo ........................................................................................................ 199
El Recuerdo de la Resurrección .................................................................................. 199
El Bautismo para los Creyentes .................................................................................. 200
La Forma del Bautismo .............................................................................................. 200
La Profecía de Daniel VIII ................................................................................. 205
Un Bosquejo Histórico y una Pregunta Esencial ........................................................... 205
La Purificación del Santuario en el Tipo y el Antitipo ................................... 213
El Servicio del Tabernáculo Terrenal ........................................................................... 214
La Obra Final de Cristo en el Cielo .............................................................................. 215
Un Gran Período Profético ............................................................................... 219
Los 2300 años de Daniel 8: 14 ................................................................................... 219
El Punto de Partida.................................................................................................... 221
Fecha del Principio de la Restauración de Jerusalén .................................................... 222
La Profecía Cumplida ........................................................................................ 229
Acontecimientos de las “Setenta Semanas” y fin de los 2300 Años .............................. 229
El Tiempo de la Llegada del Mesías ............................................................................ 230
Confirmando el Pacto ................................................................................................ 231
El Fin de los 2.300 años ............................................................................................. 233
¿Qué Será Nuestra Sentencia? ........................................................................ 237
“La hora de su juicio es venida” ................................................................................. 237
Un Movimiento de Extensión Mundial ............................................................ 239
Predicho en la Profecía de Apocalipsis 14 ................................................................... 239
El Camino Aparejado para los Comienzos del Movimiento ............................................ 240
La Obra Final ............................................................................................................ 242
El Mensaje de la Hora del Juicio ...................................................................... 247
El Evangelio para Nuestros Días ................................................................................. 247
1. Un Mensaje Evangélico .......................................................................................... 248
2. Una Amonestación Solemne................................................................................... 248
3. Una exhortación para ser leales a Dios.................................................................... 249
La Obra del Poder Papal............................................................................................. 250
La Imagen del Papado ............................................................................................... 251
La Marca o Señal de la Autoridad Papal ...................................................................... 251
La Señal de la Autoridad de Jehová ............................................................................. 253
El Origen del Mal................................................................................................ 257
Principia el Conflicto entre Cristo y Satanás ............................................................... 257
La Causa de la Caída ................................................................................................. 258
La Tierra como Campo de Batalla ............................................................................... 259
El Juicio Sobre Satanás ............................................................................................. 261
El Espiritismo: Antiguo y Moderno .................................................................. 265
Primera Declaración de la Doctrina ............................................................................ 265
Amonestaciones Divinas ............................................................................................ 267
El Espiritismo Moderno .............................................................................................. 268
Lo que no Son ........................................................................................................... 271
Lo que Son ................................................................................................................ 271
La Culminación del Engaño ........................................................................................ 272
Sólo en Cristo se Halla la Vida......................................................................... 275
La Naturaleza y el Estado del Hombre en la Muerte ...................................................... 275
El Hombre es Mortal por Naturaleza ........................................................................... 276
El Estado Mortal es Universal ..................................................................................... 277
Cuando se Otorgará la Inmortalidad ........................................................................... 279
El Estado del Hombre en la Muerte ............................................................................. 280
Breve Consideración de unas Pocas Preguntas ........................................................... 282
1. El “Alma Viviente” ............................................................................................ 282
2. ¿Son Inmortales el “Alma” y el “Espíritu”? ........................................................ 283
3. El Ladrón en la Cruz .......................................................................................... 283
4. El Rico y Lázaro ................................................................................................ 284
El Fin de los Injustos ......................................................................................... 287
Las Dos Resurrecciones ............................................................................................. 288
El Castigo Eterno....................................................................................................... 289
Breve Consideración de algunas Opiniones ................................................................. 290
Los Ángeles y su Ministerio ............................................................................. 295
Circundan el trono de Dios ......................................................................................... 296
Son los Mensajeros de Dios ....................................................................................... 297
Llevan Noticias .................................................................................................... 297
Invisibles en los Estrados de los Gobernantes ........................................................ 299
Mensajeros Libertadores...................................................................................... 300
Los Ángeles Custodios ......................................................................................... 300
El Tiempo del Fin................................................................................................ 303
Se Abre el Sello de la Profecía .................................................................................... 304
Aumento del Conocimiento ........................................................................................ 306
Todos los Países se Abren al Evangelio........................................................................ 309
Agentes Materiales en pro de la Obra ......................................................................... 311
La Prensa Moderna ................................................................................................... 318
La Cuestión de Oriente ..................................................................................... 321
La Historia Moderna a la Luz de la Profecía Antigua..................................................... 321
Nacimiento y Caída de los Antiguos Imperios .............................................................. 322
Persia....................................................................................................................... 323
Grecia ...................................................................................................................... 324
Los Reyes del Norte y del Sur ...................................................................................... 325
El Moderno Rey del Norte ........................................................................................... 326
¿Qué Sucederá cuando Turquía Caiga? ...................................................................... 331
En el Nuevo Testamento ............................................................................................. 332
El Fin Inminente ........................................................................................................ 333
El Armagedón ..................................................................................................... 337
El Combate Final de los Imperios Terrenales ............................................................... 337
Se Cumple la Profecía ............................................................................................... 338
Los Agentes Satánicos en Operación .......................................................................... 341
El Despertar del Oriente............................................................................................. 343
El Centro de la Tempestad Política ............................................................................. 345
El Centro de la Tempestad Religiosa ........................................................................... 345
Predicho en la Profecía.............................................................................................. 346
¿Qué viene con el Armagedón?................................................................................... 347
El Milenario ........................................................................................................ 351
1. Acontecimientos del Principio de los Mil Años ......................................................... 352
La Resurrección de los Justos .................................................................................... 352
La Segunda Venida de Cristo ...................................................................................... 352
Los Justos Trasladados al Cielo .................................................................................. 353
La Destrucción de los Impíos...................................................................................... 353
El Encadenamiento de Satanás .................................................................................. 353
2. Los Acontecimientos que se Han de Verificar Durante los Mil Años en el Cielo ........... 354
En la Tierra ............................................................................................................... 355
3. Los Acontecimientos al Fin de los Mil Años.............................................................. 356
El Descenso de la Santa Ciudad ................................................................................. 356
Satanás Queda Suelto ............................................................................................... 356
Los Impíos Delante del Tribunal de Dios ...................................................................... 358
La Destrucción del Pecado......................................................................................... 358
La Tierra Purificada y Renovada.................................................................................. 359
La Patria de los Salvados ................................................................................. 361
La Tierra de Paz ......................................................................................................... 361
El Restaurador .......................................................................................................... 362
La Reconquista del Dominio Perdido .......................................................................... 363
La Esperanza de la Promesa....................................................................................... 363
La Nueva Tierra y la Nueva Jerusalén ........................................................................... 364
Las Glorias de la Morada Eterna de los Santos ............................................................ 367
Índice .................................................................................................................. 371
UNA PREDICCIÓN DEL PRÍNCIPE DE LOS PROFETAS
Poco antes de su trágica muerte, Jesucristo predijo el sitio y destrucción
de Jerusalén, la capital de la nación israelita
(10)
EL TESTIMONIO DE LOS MONUMENTOS
El arco de Tito, en Roma, da testimonio del cumplimiento de la notable
profecía de Jesucristo, pues fué edificado con el solo propósito de conservar el
recuerdo de la toma de Jerusalén, casi cuarenta años después de dada la
profecía, por las legiones romanas bajo el mando de Tito. En el fondo del
grabado se divisan las ruinas del Coliseo, símbolo de la ruina y caída del
imperio romano. Este suceso también fué predicho en una antigua profecía
bíblica.
Una Admirable Profecía Cumplida
Los grabados que aparecen en las dos páginas anteriores
ilustran una de las más llamativas profecías bíblicas. Dos veces
en el curso de la última semana antes de su crucifixión
(acaecida en el año 31 de nuestra era), el Señor Jesucristo hizo
profecías referentes a la destrucción de Jerusalén. La primera
vez lamentó:
“¡Oh si hubieras conocido, tú también, al menos en este tu
día, las cosas que hacen a tu paz! ¡más ahora están encubiertas
de tus ojos! ¡Porque vendrán días sobre ti, en que tus enemigos
echarán trincheras en derredor de ti, y te pondrán cerco, y te
estrecharán por todas partes, y te derribarán al suelo, y a tus
hijos en medio de ti; y no dejarán en ti piedra sobre piedra: por
cuanto no conociste el tiempo de tu visitación!” Lucas 19: 42-
44, V. M.
Más tarde, queriendo indicar a sus seguidores las señales que
indicarían la proximidad de la anunciada destrucción, dijo:
“Cuando viereis a Jerusalén cercada de ejércitos, entonces sa-
bed que su destrucción está cerca.” Cap. 21: 20, V. M. Al decir
esto, hizo referencia también a cierta profecía de Daniel
(Mateo 24: 15), quien, después de predecir la muerte del Me-
sías, afirmó: “El pueblo de otro príncipe que ha de venir, des-
truirá la ciudad y el Santuario: y su fin será como con avenida
de aguas; y hasta el fin de la guerra están decretados asola-
mientos.” Daniel 9: 26, V. M.
Así se predijo la toma de Jerusalén y la destrucción de su
templo que fueron efectuadas por el cónsul Tito en el año 70,
o sea treinta y nueve años después de que Cristo las anunciara.
Años más tarde Tito hizo levantar en Roma un arco de triunfo
para conmemorar su victoriosa campaña, y en ese arco se en-
cuentran esculpidas todavía escenas del saqueo de Jerusalén y
su templo. De manera que el arco de Tito llega a ser un mo-
numento del cumplimiento de las profecías de Jesucristo y de
Daniel.
Es muy significativo que en este grabado se asocien con el
arco de Tito las ruinas del Coliseo. Pues así como aquél con-
firma las profecías bíblicas que predecían la caída de Jerusalén,
así también las ruinas del Coliseo confirman las admirables
profecías de Daniel que anunciaron con mil años de
anticipación la caída y desmembramiento del imperio romano.
FUNDADA SOBRE LA PEÑA “Lámpara es a mis pies tu palabra y lum-
brera a mi camino.” Salmo 119: 105.

Prefacio
NUESTROS tiempos están repletos de acontecimientos. Los
cambios que rápidamente se producen elaborando la historia,
sugieren a los hombres reflexivos de todos los países las
siguientes preguntas: “¿Qué significan estas cosas? ¿Qué
seguirá luego en el programa de los sucesos que modelan el
mundo?”
Semejante a un gran faro que resplandece al través de los
siglos, la segura palabra de profecía concentra sus esplendentes
rayos sobre nuestra época. A esta luz vemos claramente el
rumbo de los sucesos y podemos saber lo que seguirá en el
programa de la historia que cumple la profecía.
En el sagrado Libro, el Dios viviente habla a nuestros días
de acontecimientos del pasado, que tienen una lección para el
presente, y habla también de cosas por venir. La profecía di-
vina cumplida ante los ojos humanos es el desafío que Dios
lanza a la incredulidad. La palabra de la Sagrada Escritura
ha sido la luz guiadora al través de todos los siglos y es aún
hoy día una “lámpara a nuestros pies.”
“Sigue ardiendo esa luz inextinguible,
Que constante, serena y deslumbrante
Desde siglos y siglos, inmovible,
Nos alumbra y dirige hacia adelante.”
EL LIBRO QUE HABLA Allá en el corazón del África, un misionero leía cierta vez al
pueblo la Palabra de Dios, traducida a su propio dialecto.
—¡Mirad!—exclamaron—¡mirad! ¡El Libro habla!
“PAZ SEA A ESTA CASA” “Si alguno oyere mi voz y abriere la
puerta, entraré a él, y cenaré con él, y
él conmigo.” Apocalipsis 3: 20.

El Libro que Habla a Nuestros Días


EL HOMBRE puede escribir un libro verídico, pero sólo Dios,
la Fuente de la vida, puede escribir un libro viviente. “La pa-
labra de Dios...vive y permanece para siempre.” 1 Pedro 1: 23.
La Biblia es la palabra viva de Dios. Miramos este libro y lo
sostenemos en nuestras manos. En su forma e impresión, se
asemeja a los demás libros; pero desde sus páginas nos habla
la voz de Dios, y las palabras que pronuncia tienen vida.
Pueden hacer en el corazón que las recibe, lo que sólo puede
obrar el poder divino.
El Libro que Habla
Allá en el corazón del África, un misionero leía cierta vez
al pueblo la Palabra de Dios, traducida a su propio dialecto.
—¡Mirad!—exclamaron—¡mirad! ¡El Libro habla! ¡El
hombre blanco tiene un libro que habla!
Con aquella sencillez de lenguaje tan común a los hijos de
la naturaleza, describieron exactamente la Biblia. Es un
16 Nuestro Siglo a la Luz Profética
libro que habla. Lo que el sabio dice de los consejos dados por
la Biblia a los hijos por los padres, se aplica a todo el libro “Te
guiarán cuando anduvieres; cuando durmieres te guardarán;
hablarán contigo cuando despertares.” Proverbios 6: 22.
En él hay un compañero fiel y verdadero, un bienaventurado
guía, un guardián y un amigo.
“Santa Biblia, para mí
Eres un tesoro aquí.”
Dios es su Autor
Los sesenta y seis libros de las Sagradas Escrituras fueron
escritos por muchos amanuenses, en el espacio de quince si-
glos; sin embargo, forman un solo libro, y una sola voz habla
en todas sus páginas. Cierta vez Spurgeon dijo de su expe-
riencia con este libro:
“Cuando lo miro, me parece oír una voz surgir de él, diciendo:
“Soy el libro de Dios; hombre, léeme. Soy el escrito de Dios. Abre
mis hojas, pues las escribió Dios; léelas, pues Él es mi Autor.”
Este libro declara respecto de sí mismo: “Toda escritura es
inspirada divinamente.” 2 Timoteo 3:16. “La profecía no fué
en los tiempos pasados traída por voluntad humana, sino los
santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados del Espíritu
Santo.” 2 Pedro 1: 21.
Es la voz del Todopoderoso. Es muy diferente de los libros
sagrados de las religiones no cristianas. En estos escritos, el
hombre habla de Dios; en las Sagradas Escrituras, Dios habla
al hombre. La diferencia es tan grande como la altura del cielo
respecto de la tierra. En la Biblia no va el hombre buscando a
tientas a Dios en las tinieblas. En este libro de la revelación de
Dios, vemos que el brazo divino se extiende para salvar a los
perdidos, y oímos la voz del Padre amante que llama a sus hijos
todos y por doquiera. “Inclinad vuestro oído nos dice—
escuchad, vivirá vuestra alma.” Isaías 55:3 (V.M.)
La Palabra Creadora
Debemos recibir algo más que instrucciones; debemos re-
cibir una palabra de potencia que pueda hablarnos de pecados
El Libro que Habla a Nuestros Días 17
perdonados, y conducirnos más allá de la tumba, al cielo. Uno
de los mayores sabios de la China, Mencio, dijo: “La instruc-
ción puede infundir conocimientos, pero no el poder de ejecu-
ción.” Aquí está el punto crítico. Hemos de recibir instrucción
con divino poder de ejecución. La obtenemos sólo de las
palabras de Dios. Cristo dijo: “El Espíritu es el que da vida; la
carne nada aprovecha: las palabras que yo os he hablado, son
espíritu, y son vida.” Juan 6: 63.
Las palabras de Dios son palabras vivientes. En el princi-
pio, cuando Dios dijo: “Sea la luz,” he aquí, la luz surgió de las
tinieblas. En las palabras pronunciadas, había poder creador.
“Que la tierra produzca hierba verde,” fué la palabra del Señor:
y la tierra quedó tapizada con su primera y hermosa alfombra
verde. Así vemos que en toda la obra de la creación, el poder
creador residía en la palabra hablaba.
“Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos, y todo
el ejército de ellos por el espíritu de su boca.” “Él dijo, y fué
hecho; él mandó, y existió.” Salmo 33: 6, 9.
Asimismo, cuando esta palabra pronuncia instrucciones
para el hombre, hay en ella, si se recibe, poder creador para
obrar poderosamente en el alma muerta en delitos y pecados.
El hombre ha de renacer y ser creado de nuevo. Esto sabemos,
pues Cristo dice: “De cierto, de cierto te digo, que el que no
naciere otra vez (margen, de arriba), no puede ver el reino de
Dios.” Juan 3:3.
Y la palabra de Dios—la Biblia del cielo—recibida por fe,
es el agente por el cual se efectúa este nuevo nacimiento “de
arriba.” Esta es la declaración de nuestro texto: “Siendo re-
nacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por
la palabra de Dios, que vive y permanece para siempre.” 1 Pe-
dro 1: 23.
La Palabra que Obra en el Corazón Humano
No sólo da la Palabra de Dios el nuevo nacimiento, haciendo
del creyente un hombre nuevo—por tener su pasado perdonado
y un nuevo corazón dentro de sí—sino que la palabra que vuelve
a crear al hombre, mora en el corazón creyente que la estudia
LA PRIMERA IMPRESIÓN Al inventar Gutenbergr, en el año 1-156, el arte de imprimir, la primera
obra que saliera de su prensa fué una versión latina de la Biblia.
El Libro que Habla a Nuestros Días 19
y se adhiere a ella, para obrar en su vida con un poder real que
no proviene del hombre mismo. A los tesalonicenses, que se
habían convertido “de los ídolos a Dios, para servir al Dios
vivo y verdadero,” el apóstol les escribió:
“Por lo cual, también nosotros damos gracias a Dios sin
cesar, de que habiendo recibido la palabra de Dios que oísteis
de nosotros, recibisteis no palabra de hombres, sino según es
en verdad, la palabra de Dios, el cual obra en vosotros los que
creísteis”. 1 Tesalonicenses 2: 13.
La palabra obra de por sí en el corazón y obra eficazmente.
No hay nada mecánico en ella. La mera letra no sirve de nada.
La Biblia, en la mesa de la sala, sin que se la estudie ni ame,
no tiene poder mágico. Pero Dios promete morar por su Es-
píritu de poder en el corazón que escuche su voz y tiemble ante
su palabra. Jesús mismo nos da el secreto de este poder de la
palabra para obrar en el corazón creyente:
“E1 que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará,
y vendremos a él, y haremos con él morada.” Juan 14: 23.
No es extraño, por lo tanto, que el creer y recibir la palabra
produzcan poder divino en la vida, haciendo posible que se
efectúen transformaciones de carácter, se ganen victorias y se
rinda obediencia a todo mandamiento de Dios.
La sola creencia en la palabra de Dios alcanza la corriente
del poder eterno, del mismo modo como el brazo del trolley
del tranvía eléctrico alcanza la corriente eléctrica que fluye por
el cable. La fe que acepta la palabra viva allega al corazón la
energía divina para que mueva todo el mecanismo espiritual
del servicio de la vida.
La Palabra es Nuestra Defensa y Seguridad
Cuando Cristo vino a la tierra para vivir sirviéndonos de
ejemplo en la carne, y para dar su vida en sacrificio por el pe-
cado, él, divino Hijo de Dios, se hizo semejante a sus hermanos.
Dijo: '“No puedo yo de mí mismo hacer nada.” Juan 5:30. Al
verse tentado y probado, halló su defensa en las Sagradas
Escrituras. Cuando Satanás vino a tentarle para que pecase,
el Salvador respondió: “Escrito está.” Él se adhirió a esta se-
cura defensa. Volvió el tentador, pero fue recibido con esta
20 Nuestro Siglo a la Luz Profética
expresión: “Escrito está además.” Y la tercera vez, usó Jesús
también la misma arma de defensa, diciendo: “Escrito está.”
Mateo 4: 1-11.
Cristo sólo hallaba seguridad en las Escrituras de verdad.
Así es la Biblia el escudo del cristiano contra los ataques del
enemigo. Lo mismo que Jesús estudiaba las Escrituras y
conservaba siempre las palabras en su corazón como defensa
contra la tentación, así también debe todo cristiano estudiar y
meditar la santa palabra de Dios, si es que sus consejos y pre-
ceptos han de ser su defensa en el momento de repentina tenta-
ción de pecar. “En mi corazón he guardado tus dichos—dijo el
salmista,—para no pecar contra ti.” Salmo 119: 11. Tal fué la
senda única para Cristo, nuestro Dechado; tal es también el
único camino para nosotros.
El Pan de Vida
La palabra de Dios es el alimento diario para el alma. “Es-
crito está: No con sólo el pan vivirá el hombre, mas con toda
palabra que sale de la boca de Dios.” Mateo 4: 4.
¿Quién no ha pasado por alto una comida, en apremiantes
ocasiones, trabajando todo el día, sin pensar ni un momento en
el ayuno prolongado? Pero al cabo de algún tiempo, experi-
menta una sensación de debilidad, de falta de fuerza física.
¿Cuál es la causa del malestar? Desde luego la razón es evi-
dente: no ha tomado alimentos y el organismo exige el reparo
de sus fuerzas. De la misma manera la vida espiritual necesita
alimentarse de la palabra de Dios.
¿Notamos a veces un sentimiento de debilidad de la fuerza
espiritual, un abatimiento de las fuerzas vitales del alma? ¡Ah!
esto proviene de que, en el apresuramiento de la vida, hemos
dejado de alimentarnos con el pan viviente. No podemos
mantener nuestro vigor y salud espirituales sin alimentarnos
diariamente con la santa Palabra de Dios, como tampoco po-
demos mantener nuestras fuerzas físicas sin comer el pan co-
tidiano. Comamos de la palabra que infunde vida. El deseo de
ella crece a medida que se le satisface.
Hay vida en “toda palabra.” El salmista halló los testi-
monios de Jehová “dulces más que miel, y que la que destila
EL ARMA DE DEFENSA DE CRISTO— “Vete, Satanás, que escrito está:
LA PALABRA DE DIOS Al Señor tu Dios adorarás y a él
solo servirás.” Mateo 4: 10.
22 Nuestro Siglo a la Luz Profética
del panal.” Salmo 19: 10. Nos representamos el cuadro del
panal invertido, abiertos los alvéolos y goteando la miel. Jus-
tamente de esta manera es cada palabra del Señor un alvéolo
lleno de dulzura y vida para el alma que se regala en las Sa-
gradas Escrituras.
La Fuente de Toda Doctrina
La Biblia es la completa y perfecta regla de fe y doctrina.
En ella se encuentra toda doctrina de salvación. La inspiración
lo ha declarado en las palabras del apóstol Pablo a Timoteo:
“Desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las
cuales te pueden hacer sabio para la salud por la fe que es en
Cristo Jesús. Toda escritura es inspirada divinamente y útil
para enseñar, para redargüir, para corregir, para instituir en
justicia, para que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente
instruido para toda buena obra.” 2 Timoteo 3: 15-17.
El divino mandato es: “Escudriñad.” Esta palabra viviente
dió siempre a cada generación un mensaje que invitaba a una
reforma de conducta o daba amonestación y consuelo. “La Bi-
blia no es una colección de verdades formuladas en proposicio-
nes—dijo el Dr. Samuel Harris, de la universidad de Yale,—
sino la majestuosa marcha de Dios en la historia, que redime a
los hombres del pecado.”
En toda época ha estado Dios reinando y gobernando, tes-
tificando por su Espíritu mediante la palabra viviente, y las
experiencias de los pasados siglos tienen su lección especial
para el tiempo presente:
“Porque las cosas que antes fueron escritas, para nuestra
enseñanza fueron escritas; para que por la paciencia, y por la
consolación de las Escrituras, tengamos esperanza.” Romanos
15: 4.
Tengamos, por tanto, todos ferviente deseo—exhortaba
Erasmo en 1549—de beber de estos manantiales espirituales...
Abracemos estas dulces palabras de Cristo con puro afecto.
Seamos nuevamente transformados por ellas, pues semejantes
a nuestros estudios han de ser nuestros modales.”
El Libro que habla a Nuestros Días 23

El Libro para Toda la Humanidad


Habla al corazón humano en cualquier lengua. Su trans-
mutador poder se ha demostrado a través de todos los siglos en
todos los climas y entre todas las razas. En cierta ocasión uno
de los evangelios fué traducido al dialecto chiluba, del África
Central. Al cabo de un tiempo, cierto jefe garenganze vino a
visitar al misionero Dan Crawford. Su espíritu, antes feroz y
salvaje, se había transformado en el de un niño susceptible de
enseñanza. Al explicar su conversión, el jefe dijo: “Me asom-
bré al ver que Cristo podía hablar en chiluba. Le oí hablarme
en la página impresa, y lo que me decía era: “Sígueme.”
Acerca del lenguaje universal de la Biblia para toda la hu-
manidad, dice el Dr. Henry Van Dyke:
“Nacida en el Oriente, y revestida de formas e imágenes orien-
tales, la Biblia anda por los caminos de todo el mundo con pasos
conocidos, y penetra en un país tras otro para encontrar lo suyo por
doquiera. Ha aprendido a hablar al corazón humano en centenares de
lenguas. Penetra en el palacio, para decir al monarca que es servidor
del Altísimo, y en la humilde casa, para asegurar al campesino que
es hijo de Dios. Los niños escuchan sus relatos con admiración y
deleite, y los sabios meditan en ellos como en parábolas de vida.
Tiene palabras de paz para el tiempo de peligro, palabras de consuelo
para el día de calamidad, y palabras de luz para la hora de tinieblas.
Se repiten sus oráculos en la asamblea del pueblo y sus consejos al
oído del solitario. Los sabios y los orgullosos tiemblan ante sus
amonestaciones, mas para el herido y penitente es como la voz de
una madre...
“Sus grandes palabras se enriquecen, como se embellecen las
perlas puestas cerca del corazón. No es pobre ni desconsolado quien
posea este tesoro. Cuando el horizonte se obscurece y llega el
temeroso peregrino al valle llamado de la Sombra, no teme entrar en
él; toma en su mano la vara y cayado de la Escritura; dice al amigo y
camarada: “Adiós, nos volveremos a ver” y, consolado por aquel
sostén, se dirige hacia el solitario pasaje como quien asciende a
través de las tinieblas hacia la luz.”—The Century Magazine.
Durante su vida en la tierra, Jesús era huésped bienvenido
en los hogares humildes de Judea y Galilea. El vulgo le oía
gustoso. Su presencia allegaba paz y consuelo al hogar. Ya no
está él con nosotros en presencia corporal, pero es aún el
24 Nuestro Siglo a la Luz Profética
mismo Salvador—“Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por
los siglos.” Hebreos 13: 8. Mediante su Espíritu, mediante la
palabra viviente de la Escritura santa, entra en el hogar donde
la fe le recibe, y pronuncia aún la misericordiosa salutación:
“Paz sea a esta casa.”
Cristo el Tema Central
Toda la Biblia testifica de Cristo como Salvador del mundo.
El mismo dijo de las Escrituras: “Ellas son las que dan testi-

RESURRECCIÓN DE LA HIJA DE JAIRO “En él estaba la vida, y la vida era


la luz de los hombres.” Juan 1: 4.

rnonio de mí.” “A éste (Cristo) dan testimonio todos los pro-


fetas.” Hechos 10: 43. Le vemos como el Mesías que había de
venir, según la promesa y la profecía, y según las figuras y
sombras. Es la personalidad divina que resalta en todos los
escritos de que se compone el sagrado Libro. Al leerlo con amo-
roso corazón, parece acercársenos su Autor en cada página.
Y después de verle dar su vida en sacrificio divino, y levan-
tarse en triunfo sobre la muerte para ser nuestro gran Sumo
Sacerdote en el templo celestial, al leer de nuevo estas sagradas
El Libro que habla a Nuestros Días 25
Escrituras, en cada libro, desde el Génesis hasta el Apocalipsis,
le vemos como Rey de reyes que va a venir, para llevar a sus
hijos a la eterna morada de los salvos. El libro entero es un
deslumbrante ventanal por el que vislumbramos la venidera
gloria.
“La palabra de Dios...vive y permanece para siempre.” 1 Pedro
1: 23. “El cielo y la tierra pasarán, más mis palabras no
pasarán.” Mateo 24: 35.
EN EL CAMINO A EMAÚS “Y comenzando desde Moisés, y de
todos los profetas, declarábales en
todas las Escrituras lo que de él
decían.” Lucas 24: 27.
LA ESTRELLA DE BELÉN 'Yo soy Dios, ... que
anuncio... desde antiguo lo
que aun no era hecho.”
Isaías 46: 9,10.

El Testimonio de los Siglos


La Palabra Profética Permanente
“TENEMOS también la palabra profética más permanente, a
la cual hacéis bien de estar atentos.” 2 Pedro 1: 19.
Las Escrituras proféticas nos suministran infalible prueba
de que la voz del Dios vivo habla en los Escritos Sagrados. Una
de las señales distintivas de su divinidad es el poder que
predice y registra el curso de la historia largos siglos antes de
que los acontecimientos sucedan.
El Desafío de Dios
El desafío que Dios lanzó a los falsos sistemas religiosos
de la antigüedad fué éste:
“Hacednos entender lo que ha de venir. Dadnos nuevas de
lo que ha de ser después, para que sepamos que vosotros sois
dioses.” Isaías 41: 22, 23.
Y todos los dioses de las naciones permanecieron en silencio,
porque no eran dioses. Sólo Jehová, aquel que habla por las
Sagradas Escrituras, puede anunciar el fin desde el principio.
28 Nuestro Siglo a la Luz Profética
“Yo soy Dios, y no hay más Dios, y nada hay a mí semejante;
que anuncio lo porvenir desde el principio, y desde antiguó lo
que no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá.” Isaías
46: 9, 10.
Por este medio, Dios ha dado testimonio de sí mismo al
través de los siglos, para que se sepa que el Altísimo reina so-
bre todos los reinos de los hombres, y para que los hombres
reconozcan su propósito de acabar con el pecado y dar eterna
salvación a su pueblo. “Yo hablé—declara él,—y lo haré venir:
helo pensado, y también lo haré.”
El cumplimiento de la palabra de profecía en la historia es
un relato fascinante. Para el Señor, el porvenir es un libro
abierto, así como lo es el presente. Se pronuncia la palabra que
anuncia el acontecimiento que ha de suceder; la escribe la
pluma del profeta sobre el rollo de pergamino; transcurre el
tiempo; los siglos llegan y pasan. Luego, cuando suena la hora
de la profecía, he aquí que se cumple. Y esto se ve en lo que se
refiere a asuntos individuales, tanto como en los de ciudades e
imperios.
Una Palabra Cumplida Después de Larga Espera
En el sueño dado divinamente al joven José, le fué predicho
claramente que sus hermanos se presentarían un día suplicantes
ante él. Su padre le reprendió por contar el sueño, diciéndole:
“¿Hemos de venir yo y tu madre, y tus hermanos, a inclinarnos
a ti a tierra?” Génesis 37: 10. Los hermanos vendieron al joven
en esclavitud, para deshacerse de él. Sin embargo, veinte años
más tarde, enteramente inconscientes de su identidad, estos
mismos hermanos se presentaron ante el primer ministro de
Egipto, y “postráronse delante de él en tierra.” Génesis 44: 14.
Otro caso: La perversa fortaleza de Jericó había sido com-
pletamente destruida. Josué declaró:
“Maldito… el hombre que se levantare y reedificare esta
ciudad de Jericó. En su primogénito eche sus cimientos, y en
su menor asiente sus puertas.” Josué 6: 26.
Las manos de los ángeles habían derribado aquellas mura-
llas, y sus ruinas habían de quedar como recuerdo. Más de
quinientos años más tarde, mientras reinaba el apóstata Acab,
y cuando Israel y Judá se habían apartado del Señor, Hiel, de
El Testimonio de los Siglos 29
Betel, emprendió la reedificación de Jericó. “En Abiram su
primogénito echó el cimiento.”
Pero un accidente y la muerte pueden acaecer en cualquier
ocasión. La obra de las murallas prosiguió, sin que nadie se
acordara ni de las descuidadas Escrituras ni de su amonesta-
ción, dada siglos antes. Así que el relato completo reza:
“En Abiram su primogénito echó el cimiento, y en Segub
su hijo postrero puso sus puertas; conforme a la palabra de
Jehová que había hablado por Josué hijo de Nun.” 1 Reyes 16:
34.
La suerte de algunas de las más poderosas ciudades que el
mundo haya visto jamás, ha dado, en el transcurso de los siglos,
testimonio del cumplimiento de la palabra profética.
El Testimonio de Nínive
Nínive fué fundada por Nimrod. No sólo edificó su capital
allí a orillas del Tigris, sino también otras ciudades en los
alrededores, concibiendo, ante todo, la idea de agrupar la
capital y sus suburbios en una gran ciudad, la “gran Nínive,”
como diríamos en estos días de la gran Londres o gran Nueva
York. Ya, al rayar el alba de la historia, Nínive era “ciudad
grande.” Génesis 10: 11, 12. En los días de Jonás era una
“ciudad sobremanera grande.” * Sennaquerib, el de la historia
bíblica, la embelleció. Rawlinson dice:
“El gran palacio que él edificó en Nínive, sobrepujaba en
tamaño y esplendor a todos los edificios anteriores.”—Second
Monarchy” cap. IX.
Se ha conservado en un cilindro de arcilla, una descripción
con las propias palabras del rey:
“Para maravilla de muchedumbres de hombres
Levanté su cabeza—‘el palacio que no tiene rival’
Llamé su nombre.”—Taylor Cylinder, “Records of the Past,”
Tom. XII, parte 1.

* “En el libro de Jonás—leemos en Records of the Past—se dice que Nínive


era una ciudad sobremanera grande, de tres días de camino; y siendo éste el caso,
la explicación de que Calah, al Sur, y Khorsabad, al Norte, se incluían en ella,
parece muy verosímil. Entre estos dos puntos extremos media una distancia de
unos cincuenta kilómetros, la cual, calculando unos dieciséis kilómetros por día,
nos daría el tiempo requerido.”—Tomo XII, parte 1, enero y febrero de 1913.
30 Nuestro Siglo a la Luz Profética
Al oír la predicación de Jonás, la ciudad se arrepintió; pero
en años ulteriores, el orgullo de las conquistas, el lujo y la ri-
queza la llenaron de sangre. El profeta Nahum la advirtió de su
condenación segura, suplicando a los que en ella tuvieran aún
temor de Dios que se volviesen a él. El mensaje era:
“Bueno es Jehová para fortaleza en el día de la angustia; y
conoce a los que en él confían.” Nahum 1: 7.
Algunos, indudablemente, escucharon la amonestación y se

EL SITIO DE NÍNIVE “¡CÓMO FUÉ EN ASOLAMIENTO!”


SOFONÍAS 2: 15.

volvieron a Dios para hallar refugio. Pero la vida de pecado de


la ciudad en general prosiguió como antes. Entonces el profeta
Sofonías pronunció un oráculo, justamente en el momento en
que iba a caer el golpe:
“¡Ay de la ciudad ensuciada y contaminada y opresora! No
escuchó la voz, ni recibió la disciplina: no se confió en Jehová,
no se acercó a su Dios.” Sofonías 3: 1, 2.
Las profecías pronunciadas contra la poderosa ciudad ha-
bían declarado:
“Hará consumación de su lugar.” “El palacio será des-
truido (margen, derretido).” “Vacía, y agotada, y despedazada
El Testimonio de los Siglos 31
está.” Nahum 1: 8; 2: 6, 10. “¡Cómo fué en asolamiento, en
cama de bestias!” Sofonías 2: 15.
Los medos y los babilonios destruyeron a Nínive. El rey se
inmoló en su palacio incendiado (derretido). Nínive cayó en
asolamiento. Al describir cierta batalla que se dió allí en el
siglo VII de nuestra era, entre los romanos y los persas, el his-
toriador Gibbon da testimonio del hecho de que en verdad
estaba “vacía, y agotada, y despedazada”:
“Hacia el este del Tigris, al extremo del puente de Mosul,
se levantaba antiguamente la gran Nínive: la ciudad, y aun las
ruinas de la ciudad, habían desaparecido largo tiempo hacía y
el lugar baldío ofrecía campo espacioso para las operaciones
de dos ejércitos.” —“The History of the Decline and Fall of the
Román Empire” cap. XLVI, párr. 24.
Y hasta el día de hoy, se señala el sitio de Nínive al otro
lado del río partiendo de Mosul; quedan tan sólo montículos de
ruinas, ya casi tapados por las movedizas arenas de los siglos.
La palabra pronunciada se cumplió, aunque, al tiempo de ser
pronunciada, lejos estaba la orgullosa y próspera Nínive de
creer que tal suerte pudiese llegar jamás a ser la suya.
“Frente a mí se levantan as murallas
De la titánica ciudad. Sus torres,
Puertas de bronce, templos y palacios,
Me muestran la imperial pompa de Nínive,
Que, como reina de la tierra entera,
Veo hoy sentada en fiestas y banquetes.
.........................
Vuelvo a mirar y he aquí: en polvo yacen
Sus palacios magníficos; sus muros,
Escombros son, en medio de desiertos,
Mientras todos sus grandes y opulentos,
Como sombras pasaron al olvido.”
Nos parece oír una voz que dice desde los montículos de
Nínive: “Toda carne es como la hierba, y toda la gloria del
hombre como la flor de la hierba: secóse la hierba, y la flor se
cayó; más la palabra del Señor permanece perpetuamente.” 1
Pedro 1: 24, 25.
Profecía Respecto a Tiro
Tiro fué la mayor ciudad marítima de la antigüedad. Sus
habitantes, los fenicios, negociaban en los puertos de todo el
mundo entonces conocido. Ezequiel describe el corazón del
32 Nuestro Siglo a la Luz Profética
mar como sus límites. “Los que te edificaron, completaron tu
belleza,” dice él. También cuenta cómo todas las naciones
negociaban en sus emporios y contribuían a su riqueza. Y
luego, obedeciendo a la palabra del Señor, el profeta le da un
mensaje de reprensión y amonestación—la “carga de Tiro” —
y le anuncia los juicios que la iban a azotar:
“Así ha dicho el Señor Jehová: He aquí yo contra ti, oh
Tiro, y haré subir contra ti muchas gentes.... Y demolerán los

TIRO A ORILLAS DEL MAR ‘Demolerán los muros de Tiro, y de-


rribarán sus torres.” Ezequiel 26: 4.

muros de Tiro, y derribarán sus torres: y raeré de ella su polvo,


y la dejaré como una peña lisa. Tendedero de redes será en
medio de la mar, porque yo he hablado, dice el Señor Jehová.”
Ezequiel 26: 3-5.
Los relatos de los viajeros atestiguan que la profecía se
cumplió. Acerca del sitio de la ciudad isleña de los días de
Ezequiel, Bruce, hace casi un siglo, dijo que la encontró hecha
una “roca sobre la cual los pescadores tienden sus redes a
recar.’ (Véase “Keith on the Prophecies,” p. 329.)
El Testimonio de los Siglos 33
En tiempos más recientes, el Dr. W. W. Thompson halló
que toda la región de Tiro sugiere tan sólo la idea de una gloria
desvanecida:
“No hay nada allí, por cierto, de lo que hace más de tres mil
años indujo a Josué a llamarla “fuerte ciudad” (Josué 19: 29)—no
queda nada de aquella poderosa metrópoli que frustró los esfuerzos
del orgulloso Nabucodonosor y toda su potencia durante trece años,
a tal punto que en su ejército “toda cabeza se encalveció, y pelóse
todo hombro,” en el penoso servicio que hacían contra Tiro (Eze-
quiel 29: 18)—no hay nada en aquel miserable fondeadero y vacío
puerto que le recuerde a uno los tiempos en que alegres marineros
cantaban en sus mercados; no hay rastro visible de aquellas eleva-
das murallas que durante tanto tiempo resistieron los más arduos
esfuerzos del gran Alejandro. Todo se ha desvanecido enteramente
cual un brumoso sueño, y Tiro se ha hundido bajo la carga de la
profecía.... Tal cual es ahora, y ha sido desde hace mucho, Tiro es
un testigo de Dios; pero si hubiese perdurado grande, potente y po-
pulosa, habría sido la jactancia del incrédulo. Esto, sin embargo,
no puede ser. Tiro nunca se levantará ya del polvo para falsificar
la voz de la profecía.”
“Empañada está su esplendente gloria,
Marchitada está su fama y riqueza
Y en la roca de su orgullo, ¡oh dolor!
Al sol tiende su red el pescador.
Mucho ha que dormita el arpa fenicia,
Y abatida está la alegría tiria;
Pues sus músicos todos han callado
O en endechas sus cantos han trocado.”
La Desolación de Babilonia
También hubo en la antigüedad otra ciudad, la más
poderosa de todas, cuya suerte fué el tema de la profecía, y
cuya historia contiene un testimonio especial hoy para
nosotros, porque, más que a ninguna otra, el Señor la empleó
como símbolo del orgullo de la vida y la exaltación del corazón
egoísta contra Dios.
Estudiemos brevemente las desolaciones anunciadas para
la Babilonia antigua.
Mientras Babilonia era aún la más fuerte ciudad del
mundo, y tenía ante sí el período de su mayor gloria, el Señor
le reveló su innoble fin. Por el profeta Isaías, él declaró:
“Babilonia, hermosura de reinos y ornamento de la gran-
deza de los caldeos, será como Sodoma y Gomorra, a las que tras-
tornó Dios. Nunca más será habitada, ni se morará en ella de
34 Nuestro Siglo a la Luz Profética
generación en generación; ni hincará allí tienda el árabe, ni
pastores tendrán allí majada: sino que dormirán allí bestias
fieras, y sus casas se llenarán de hurones; allí habitarán hijas
del buho, y allí saltarán peludos. Y en sus palacios gritarán
gatos cervales, y chacales en sus casas de deleites: y abocado
está a venir su tiempo, y sus días no se alargarán.” Isaías 13:
19-22.
Jamás podría haberse trazado futuro mas lastimoso para

BABILONIA EN EL POLVO “Será Babilonia para montones, ...


sin morador.” Jeremías 51: 37.
una ciudad llena de esplendor y metrópoli del mundo. Más o
menos ciento sesenta y cinco años después de escrito este
oráculo en el rollo de pergamino, los medos y los persas se ha-
llaban ante las puertas de Babilonia. Su hora había sonado y el
dominio de Caldea llegó a su fin.
Pero aun después de esto, bajo Medo-Persia, y más tarde
bajo los griegos, la misma ciudad fué populosa, próspera y her-
mosa. Tal vez el escéptico de aquel tiempo la señalara como
prueba de que a lo menos en su caso, el profeta hebreo había
errado el blanco.
El Testimonio de los Siglos 35
Apolonio, el sabio de Tiana, que vivió en los días de Nerón,
y de los apóstoles, nos ha dejado una descripción de Babilonia
tal cual la vió, aun en el primer siglo de nuestra era. El Éufrates
se deslizaba todavía bajo sus murallas, dividiendo la ciudad en
dos mitades, con grandes palacios a ambas orillas. Dice él:
“Los palacios están techados con bronce, y resplandecen; pero
las cámaras de las mujeres y de los hombres, y los pórticos están
adornados en parte con plata, en parte con cortinajes o tapices en-
tretejidos con oro, y en parte con oro macizo en forma de cuadros.”
Y acerca de la sala del tribunal del rey, nos informa así:
“El techo había sido construido en forma de cúpula, para repre-
sentar en cierto modo a los cielos. Con este fin también había sido
techado con zafiro, piedra muy azul y, para la vista, semejante al
cielo. Había asimismo allí imágenes de los dioses que ellos adoran,
fijadas en lo alto, cual figuras de oro que resplandecieran en el
éter.”—Philostratus, “Life of Apollonius,” libro I, cap. XXV.
Evidentemente Babilonia era aún “tierra de esculturas, y de
ídolos”, y la desolación predicha por el profeta no había
sobrevenido todavía a sus palacios. Pero aquella palabra pro-
fética, escrita ochocientos años antes, estaba todavía en el rollo
del Libro, en la permanente Palabra del Dios que ve el fin desde
el principio.
La descripción que nos da Apolonio es tal vez la última
vislumbre que tenemos de la decadente gloria de Babilonia.
Aun entonces, desde siglos antes, las murallas habían sido
cantera de la cual se sacaban piedras para edificar la rival de
Babilonia, Seleucia, a orillas del Tigris. Y Estrabón, el
geógrafo griego, que floreció también en el siglo primero, ha
descrito a Babilonia, y dice que se halla “en gran parte
desierta,” añadiendo:
“Nadie vacilaría en aplicarle lo que uno de los autores de co-
medias dijo de Megalópolis, en Arcadia: ‘La gran ciudad es un gran
desierto’.”—“Geography” libro XVI, cap. I.
Ya los escritos paganos habían empezado a describir su
condición en los términos que la profecía pronunciara tanto
tiempo antes. Y ahora ¿cuál es su estado? La condenación
predicha ha caído pesadamente sobre la ciudad, sobre sus pa-
lacios y sobre “las esculturas de Babilonia.” Desde hace más
de un siglo, los relatos de los viajeros han dado frecuente-
36 Nuestro Siglo a la Luz Profética
mente testimonio del cumplimiento exacto de la profecía en la
notable desolación de aquella ciudad, una vez reina del mundo.
“Será Babilonia para montones—había dicho la profecía;
—allí habitarán hijas del búho.” Lo siguiente es lo que el Sr.
Layard, el arqueólogo inglés, dice en cuanto a lo que halló allí
en la visita que hizo en 1845:
“Montones informes de escombros cubren por muchas hectá-
reas la superficie del terreno... Por todos lados se ven fragmentos

DESAPARECIÓ LA GLORIA DE EGIPTO “LOS ídolos de Egipto se


moverán.” Isaías 19: 1.

de cristal, mármol, cerámica y ladrillos con inscripciones, mez-


clado! con aquel suelo salitroso y blanquecino, originado por
los restos de las antiguas moradas, y que impide y destruye la
vegetación. haciendo del sitio de Babilonia un lugar desolado
y un horrible desierto. Los búhos (los cuales son de una
variedad grande y gris, y se hallan a menudo en grandes
bandadas) surgen de los escasos matorrales, y el inmundo
chacal acecha entre los surcos.”—“Discoveries Among the
Ruins of Niniveh and Babylon,” cap. XXI, p. 413.
La profecía había dicho: “Ni hincará allí tienda el árabe.”
Al interpretar estas palabras se les podría atribuir el significado
El Testimonio de los Siglos 37
de que el famoso sitio no habría de llegar nunca a ser el sitio
de una aldea beduina. Pero, según dicen los viajeros, es
literalmente cierto que los árabes evitan aquel lugar aun para
hincar allí temporariamente sus tiendas. Consideran el lugar
como bajo una maldición, y llaman aquellas ruinas Mudjelibe,
“la derrocada.” (Véase “Encylopedia of Islam” art. “Babil”)
En 1913, el misionero W. C. Ising visitó el lugar donde el
profesor Koldeway estaba excavando las ruinas del palacio de
Nabucodonosor. Escribió él lo siguiente acerca del lugar:
“Involuntariamente, uno recuerda la profecía del capítulo 13
de Isaías y de muchos otros pasajes, que en el transcurso del
tiempo, se han cumplido al pie de la letra. Nadie mora en el sitio
de la antigua Babilonia y los árabes ocupados en las excavaciones,
han construido sus chozas de barro en el antiguo lecho del río, que
en la actualidad corre a unos ochocientos metros más al oeste.”—
European División Quarterly, tercer trimestre de 1913.
Egipto y Edom
Las imponentes ruinas que hay a orillas del Nilo, corro-
boran el cumplimiento de la profecía. Cuando Egipto riva-
lizaba con Babilonia, fueron pronunciadas estas palabras: “En
comparación de los otros reinos será humilde; ni más se alzará
sobre las gentes.” Ezequiel 29: 15. No había de desaparecer
completamente, como Babilonia, sino que había de subsistir en
un estado de inferioridad. Y así aconteció. El una vez populoso
país de Edom, célebre por su sabiduría y prudencia, yace ahora
desolado, según la palabra: “Será Edom en asolamiento: todo
aquel que pasare por ella se espantará.” Jeremías 49: 17.
El Testimonio de la Historia
Así los siglos dan testimonio del cumplimiento de la pala-
bra profética. El panorama de la historia humana se desarrolla
ante nosotros en estos escritos de los profetas. Vemos que
arrojan sus “colosales sombras” sobre las páginas de los
sagrados escritos, como dice Farrar,
“Las gigantescas formas de imperios
En su camino hacia la ruina.”
38 Nuestro Siglo a la Luz Profética
No es ningún libro humano el que predice de esta manera
desde los tiempos primitivos, la marcha de la historia al través
de los siglos.
El Señor no sólo pronuncio la palabra de amonestación y
súplica para quienes primero la escucharan, sino que la ha
dejado en las Escrituras de verdad en testimonio, para todos los
tiempos, de que la Biblia es la palabra de Dios, y de que todos
sus propósitos, revelados en ella, y todas las promesas del
bendito Libro, son permanentes y seguros. Los profetas que

RUINAS DE EDOM “Edom será vuelto en asolado


desierto.” Joel 3: 19.

llevaron mensajes de Dios a Nínive, Babilonia y Tiro, hablaron


también mensajes para nuestro tiempo.
La profecía cumplida es el testimonio que los siglos dan de
Dios viviente. La evidencia de la profecía y su cumplimiento
son el desafío y exhortación que Dios dirige a los hombres,
para que le reconozcan como el verdadero Dios, y a las Sagra-
das Escrituras como su palabra divina.
“Lo que pasó, ya antes lo dije; y de mi boca salió;
publíquelo, hícelo presto, y vino a ser. Porque conozco que eres
El Testimonio de los Siglos 39
duro, y nervio de hierro tu cerviz, y tu frente de metal, dije-
telo ya días ha; antes que viniese te lo enseñé. ... Oístelo, vís-
telo todo; ¿y no lo anunciaréis vosotros?” Isaías 48: 3-6.
En realidad, nadie puede contemplar las pruebas que nos
ofrece la historia del cumplimiento de la profecía sin ver que,
en verdad, quien pronunció esas palabras conocía el fin desde
el principio; y, al hallar al Dios vivo en la palabra profética
permanente, debemos disponernos a escuchar su voz en todas
las Escrituras, cuando habla del pecado y del camino de la sal-
vación por Jesucristo.
Además, la palabra profética tiene también mucho que de-
cir acerca de acontecimientos futuros, y del curso de la historia
en los tiempos modernos. A nosotros nos incumbe escuchar lo
que dice esta palabra concerniente a nuestro propio tiempo y a
los acontecimientos que han de ocurrir en la tierra antes del fin.
El apóstol Pedro nos exhorta al estudio con estas palabras:
“Tenemos también la palabra profética más permanente, a
la cual hacéis bien de estar atentos como a una antorcha que
alumbra en lugar obscuro hasta que el día esclarezca, y el luce-
ro de la mañana salga en vuestros corazones.” 2 Pedro 1: 19.
LA GRANDE ESTATUA “El que revela los misterios te mostró
lo que ha de ser.” Daniel 2: 29.
DANIEL INTERPRETA EL “Tú, oh rey, veías, y he aquí una
SUEÑO DE NABUCODONOSOR Brande imagen.” Daniel 2: 31.

Bosquejo Profético de la Historia del Mundo


La Profecía de Daniel II
“HAY un Dios en los cielos, el cual revela los misterios, y
él ha hecho saber al rey Nabucodonosor lo que ha de acontecer
a cabo de días.” Vers. 28.
Una noche en cierto sueño, el Señor dió a Nabucodonosor,
rey de Babilonia, un claro bosquejo histórico del curso de los
imperios mundiales hasta el tiempo del fin y el establecimiento
del reino eterno.
El mencionado rey era un monarca previsor, y como
hubiera llegado al apogeo de su poder, se hallaba cierta noche
meditando en “lo que había de ser en lo porvenir.” No sólo a
causa de él, sino también para ilustración e instrucción de los
hombres de todo tiempo, el Señor aclaró la cuestión que al rey
preocupaba, dándole un sueño. “El que revela los misterios—
dijo Daniel el profeta,—te mostró lo que ha de ser.”
Y para que, desde el principio, podamos saber que no hay
nada de fantasía ni incierto en este gran bosquejo histórico
que alcanza hasta el fin del mundo, notemos primero la obser-
BABILONIA EN SU GLORIA “BABILONIA, HERMOSURA DE REINOS Y ORNAMENTO
DE LA GRANDEZA DE LOS CALDEOS.” ISAÍAS 13: 19.
Bosquejo Profético de la Historia del Mundo 43
vación que sobre su seguridad hace el profeta al terminar su
interpretación: “El sueño es verdadero, y fiel su declaración.”
Los detalles del sueño se habían borrado de la memoria del rey,
aunque le quedaba la convicción de que tenía un significado
maravilloso. Esto era conforme a la providencia de Dios, para
desenmascarar la insensatez de los sabios mundanales de
Babilonia y llevar ante el rey al profeta de Jehová con un men-
saje divino. El profeta Daniel, bajo la inspiración de Dios, hizo
volver a la mente del rey el vivido recuerdo de su sueño:
“Tú, oh rey, veías, y he aquí una grande imagen. Esta
imagen, que era muy grande, y cuya gloria era muy sublime,
estaba en pie delante de ti, y su aspecto era terrible.
“La cabeza de esta imagen era de fino oro; sus pechos y
sus brazos, de plata; su vientre y sus muslos, de metal; sus
piernas de hierro; sus pies, en parte de hierro, y en parte de
barro cocido.
“Estabas mirando, hasta que una piedra fué cortada, no con
mano, la cual hirió a la imagen en sus pies de hierro y de barro
cocido, y los desmenuzó. Entonces fué también desmenuzado
el hierro, el barro cocido, el metal, la plata y el oro, y se
tornaron como tamo de las eras del verano: y levantólos el
viento, y nunca más se les halló lugar. Mas la piedra que hirió
a la imagen, fué hecha un gran monte, que hinchió toda la
tierra.”
Luego, el profeta declaró la interpretación, en la cual ve-
mos en síntesis la historia del mundo.
Babilonia
“Tú, oh rey, eres rey de reyes; porque el Dios del cielo te
ha dado reino, potencia, y fortaleza, y majestad. Y todo lo que
habitan hijos de hombres, bestias del campo, y aves del cielo,
él ha entregado en tu mano, y te ha hecho enseñorear sobre
todo ello: tú eres aquella cabeza de oro.”
Las diversas partes de la estatua de metales diferentes, des-
de la cabeza hasta los pies, representaban imperios sucesivos
que empezaban con Babilonia, siendo el reino de Babilonia,
representado por Nabucodonosor, la cabeza de oro.
La historia demuestra cuán adecuadamente la cabeza de
oro simboliza el reino babilónico. Largos años antes de esto, el
profeta Isaías lo había llamado “hermosura de reinos y orna-
44 Nuestro Siglo a la Luz Profética
mentó de la grandeza de los caldeos.” Isaías 13: 19. y ahora, en
la época de Nabucodonosor, se hallaba el reino de Babilonia
en su edad de oro. Nunca hasta entonces había habido en la
tierra ciudad tan esplendorosa como su capital. Nabucodonosor
mismo, el gran jefe que la guiara en sus conquistas, edificó y
embelleció sus murallas y palacios. “Para asombro de los
hombres edifique esta casa, reza una de sus tablillas, y cen-
tenares de otras repiten lo mismo.
“Estos portales,
para asombro de muchedumbres de gente,
con belleza adorné.
Para que la tempestad de batalla
no llegase
hasta Imgur-Bel,
la muralla de Babilonia;
lo que ningún rey antes de mí
ha hecho.”—East India House Inscription.
De esta manera los relatos que Nabucodonosor dejara gra-
bados en la piedra, repiten aun hoy su jactanciosa exclamación
fielmente anotada en la Escritura: “¿No es ésta la gran
Babilonia, que yo edifiqué?” Daniel 4: 30. Al parecer del rey,
semejante ciudad no podía caer jamás. Cierta inscripción dice
así:
“Así hice yo completamente fuertes las defensas de Babilonia.
Que perdure para siempre.”—Rawlinson, “Fourth Monarchy,”
Apéndice A.
Medo-Persia
Pero el profeta Daniel, prosiguiendo en la interpretación,
interrumpió todos esos pensamientos de orgullo con esta decla-
ración: “Después de ti se levantará otro reino menor que tú.”
Ahora la mirada penetra en el futuro. Y lo predicho acon-
tece.
Después de la muerte de Nabucodonosor, la decadencia de
Babilonia fué rápida. El mismo profeta Daniel vivió lo sufi-
ciente para interpretar la inscripción que apareciera en la pared
«durante el festín de Balsasar, y que decía:
“Contó Dios tu reino, y halo rematado... Pesado has sido
en balanza, y fuiste hallado falto... Tu reino fué rompido, y es
dado a medos y persas.” Daniel 5: 26-28.
Los pechos y brazos de plata de la gran estatua representa-
ban el reino medo-persa, que siguió al babilonio, siendo “menor’
Bosquejo Profético de la Historia del Mundo 45
en brillo y esplendor, como la plata es inferior al oro. Sin
embargo, Medo-Persia ensanchó los confines del imperio mun-
dial; y los nombres de Ciro y Darío descuellan entre los de los
más poderosos conquistadores de la historia.
Pero el profeta no se detiene para espaciarse en el fausto de
los fugaces reinos terrenales. La interpretación prosigue hasta
alcanzar el establecimiento de un reino que no pasará. Después
de Medo-Persia se había de levantar una tercera potencia.
Grecia
“Y otro tercer reino de metal, el cual se enseñoreará de toda
la tierra.”
El “tercer reino,” después de Babilonia, fué Grecia, que
derrocó al imperio de los medos y persas. Y el dominio de Gre-
cia cumplió las especificaciones de la profecía que indicaba
una extensión de territorio aun mayor. Su dominio había de
extenderse por “toda la tierra,” según había dicho el profeta
Daniel, al predecir su historia. Arriano, el historiador griego, al
escribir más tarde, dijo que Alejandro de Grecia pareció ver-
daderamente ser “señor de toda la tierra,” y añade:
“Estoy persuadido de que no hubo entonces nación, ciudad ni
pueblo, hasta los cuales no llegara su nombre, y por esta razón,
cualquiera que sea el origen de que se jacte o pretenda provenir, me
parece que hubo una mano divina que rigió tanto su nacimiento como
sus hechos.”—“History of the Expedition of Alexander the Great”
libro VII, cap. XXX.
Los muslos de metal de la gran estatua representaban a
Grecia, pues el bronce es un apropiado símbolo de aquellos
griegos “de corazas broncíneas,” cantados en los himnos de la
poesía antigua.
El Nacimiento de una Potencia en el Occidente
Mientras nadie disputaba la supremacía de Grecia bajo
Alejandro, se levantaba en el Occidente una potencia que no
tardaría en entrar en la palestra para contender por el premio
del dominio mundial.
Algunos escritos antiguos dicen que, en el momento de su
muerte, Alejandro se proponía dirigirse hacia el oeste y abatir
el creciente poder de la ciudad de Roma, de la cual había oído
hablar, Plutarco dice de Alejandro que
46 Nuestro Siglo a la Luz Profética
Gibbon “pasó como una estrella, con increíble rapidez, desde el
nacimiento hasta la puesta del sol. Se proponía llevar el brillo de sus
armas a Italia Había oído hablar del poder romano en Italia.”—
“Moráls,” cap. “Fortune of the Romans,” párr. 13.
Lucano, el antiguo poeta romano, repite ese pensamiento:
“Impulsado por la irresistible fuerza del destino, atravesando los
reinos de Asia, prosiguió su terrible carrera. Su implacable espada
asoló la naturaleza humana, y la desolación siguió por doquiera
pasara... Aun hasta el más lejano occidente habría ido, donde el
regazo de Tetis recibe al sol poniente.”—“Pharsalia.”
Pero Alejandro murió en la flor de sus años y Roma tuvo
tiempo de desarrollar su fuerza antes de la contienda decisiva
por el señorío de todo el mundo.
Lo cierto es que a Grecia sucedió el imperio romano, el
más fuerte, poderoso e irresistible de todos los imperios.
Luego, el profeta pasó a la descripción del cuarto imperio
universal, tal cual estaba representado por las piernas de hierro
de la gran estatua del sueño de Nabucodonosor.
Roma
“El reino cuarto será fuerte como hierro; y como el hierro
desmenuza y doma todas las cosas, y como el hierro que que-
branta todas estas cosas, desmenuzará y quebrantará.”
¡Cuán apropiadamente el hierro de la estatua se aplica al
carácter del cuarto gran imperio! El historiador Gibbon lo
llama “la férrea monarquía de Roma.” Desmenuzó los reinos,
subyugándolos todos, justamente como la profecía lo había de-
clarado tanto tiempo antes. Así como el hierro es el más fuerte
de los metales comunes, así también, según la profecía—
“como el hierro que quebranta todas estas cosas,”—este cuarto
reino había de ser más poderoso que todos sus predecesores. El
geógrafo Estrabón, que vivió en los días de Tiberio César,
escribió:
“Los romanos han sobrepujado (en poder) a todos los gober-
nantes anteriores de quienes tenemos noticia.”—Geography, libro
17, cap. III.
Hipólito, obispo y mártir, que vivió en Roma durante el tercer
siglo—bajo la “férrea monarquía”—escribió así acerca de esta
profecía:
“Ya rige el hierro; ya subyuga y desmenuza; ya trae a sujeción a
los rebeldes; ya vemos estas cosas nosotros mismos. —Treatise on
Christ and Antichrist,” sec. 33.
Bosquejo Profético de la Historia del Mundo 47
Hipólito vió también claramente por la profecía que el im-
perio de su época había de dividirse, y escribió acerca de reinos
que “aun habían de levantarse” de dicho imperio, pues la inter-
pretación de Daniel explicaba claramente el significado de la
mezcla de la arcilla con el hierro en los pies y dedos de la colo-
sal estatua.
Los Reinos de la Europa Moderna
“Y lo que viste de los pies y los dedos, en parte de barro
cocido de alfarero, y en parte de hierro, el reino será dividido;
mas habrá en él algo de fortaleza de hierro, según que viste el
hierro mezclado con el tiesto de barro.
“Y por ser los dedos de los pies en parte de hierro, y en
parte de barro cocido, en parte será el reino fuerte, y en parte
será frágil.
“Cuanto a aquello que viste, el hierro mezclado con tiesto
de barro, mezclaránse con simiente humana, mas no se pegarán
el uno con el otro, como el hierro no se mixtura con el tiesto.”
“El reino será dividido.” Tal fué la declaración del profeta
de Dios. En el pináculo de su poder, Roma rechazaba con
desdén el pensamiento de que tan poderoso edificio pudiese
jamás ser derruido.
Pero en los días de Babilonia habían sido escritas en el an-
tiguo pergamino las palabras: “El reino será dividido”; y, fiel a
la palabra del profeta, el imperio romano cayó a pedazos con
la mezcla de naciones y pueblos que en él se introdujeron.
Estos elementos no se mantuvieron juntos, de la misma manera
como la mixtura de hierro y barro en la estatua no tenía adhe-
rencia. Quebrantado por las invasiones de naciones nuevas del
norte, el imperio occidental fué dividido en reinos menores, de
los cuales han salido las naciones modernas de la Europa occi-
dental.
Hasta ahora, ni una palabra del bosquejo de la profecía ha
dejado de cumplirse. Estos reinos modernos que salieron de la
Roma dividida no volvieron nunca a ser reunidos. “Mezcla-
ránse con simiente humana,” decía la profecía. En efecto, casi
todas las casas reinantes de Europa se han emparentado entre
sí por medio de matrimonios. La profecía había predicho que
así había de suceder; “mas no se pegarán el uno con el otro,
como el hierro no se mixtura con el tiesto.” Vemos que esto se
cumplió. Ningún estadista, ningún monarca ha podido volver
48 Nuestro Siglo a la Luz Profética
a unir estas naciones en un gran imperio. Hay quien cree que
Carlos V abrigaba este deseo. Napoleón soñó en realizarlo.
Pero no había de ser. Nunca más había de existir una monar-
quía universal.
Y podemos estar seguros de que con la misma exactitud con
que el curso del imperio mundial ha seguido el trazado exacto
de la profecía, registrada en los anales inspirados en los días

Ruinas del palacio de Nabucodonosor, en el cual estaba la sala del


banquete de Belsasar.

de la antigua Babilonia, así también se han de cumplir las es-


pecificaciones de la parte final de aquel bosquejo.
El Próximo Gran Acontecimiento
¿Y qué vendrá después? Esta es la pregunta que formula-
mos. Ahora bien, el bosquejo profético que empezó con la an-
tigua Babilonia alcanza hasta nuestros propios tiempos. El
oráculo, pronunciado ante Nabucodonosor tantos siglos ha, se
dirige ahora especialmente a nosotros:
En los días de estos reyes, levantará el Dios del cielo un
reino que nunca jamás se corromperá: y no será dejado a otro
pueblo este reino: el cual desmenuzará y consumirá todos estos
reinos, y él permanecerá para siempre.
Bosquejo Profético de la Historia del Mundo 49
“De la manera que viste que del monte fué cortada una pie-
dra, no con manos, la cual desmenuzó al hierro, al metal, al
tiesto, a la plata, y al oro; el gran Dios ha mostrado al rey lo
que ha de acontecer en lo por venir: y el sueño es verdadero, y
fiel su declaración.”
“En los días de estos reyes” (los reinos de nuestro tiempo)
el próximo gran acontecimiento transformador del mundo ha
de ser la venida de Cristo para establecer su reino eterno. Tal
es la gran culminación hacia la que ha venido tendiendo todo
el curso de la historia. Por fin ha de llegar el término.
Así como la piedra cortada de la montaña “no con manos,”
hirió a la estatua, de tal manera que todas sus partes, que re-
presentaban el dominio terreno, quedaron reducidas a polvo y
fueron llevadas por el viento, de la misma manera el reino ve-
nidero de Cristo, establecido “no con manos,” ni por poder hu-
mano alguno, sino por el poder del Dios eterno, acabará con el
dominio terreno y acarreará la destrucción completa del pecado
y de los pecadores de la tierra.
“El sueño es verdadero, y fiel su declaración.”
Por lo tanto, bien pueden todos los ojos dirigirse hacia el
próximo gran paso predicho en el bosquejo profético: la
llegada del glorioso reino eterno de Cristo, que no pasará.
LA ASCENSIÓN DE CRISTO “Este mismo Jesús… así vendrá como lo
habéis visto ir al cielo.” Hechos 1: 11
ENTRADA TRIUNFAL DE JESÚS “He aquí, tu rey vendrá, ... humilde, y
EN JERUSALÉN cabalgando sobre un asno.” Zacarías 9: 9.

La Segunda Venida de Cristo


“LA SEGUNDA vez, sin pecado, será visto de los que le
esperan para salud.” Hebreos 9: 28.
Demasiado a menudo se considera la segunda venida de
Cristo simplemente como una doctrina. Sin embargo, se trata
de algo más que una doctrina en la cual creer; se trata de un
acontecimiento inminente, algo que ha de ocurrir en la tierra, y
que es para el mundo el suceso más trascendental y estupendo
que haya acontecido desde el tiempo en que Cristo vino por
primera vez, para morir en el Calvario por los pecados de los
hombres.
Esta segunda venida de Cristo, lo mismo que su primera,
fué desde un principio, tema de la profecía. Así lo puso de re-
lieve el apóstol Pedro en el segundo sermón que de él registra
la Biblia. Dió a entender a los habitantes de Jerusalén que
las cosas que “Dios...había antes anunciado por boca de todos
sus profetas, que su Cristo había de padecer” (Hechos 3: 18),
se habían cumplido al pie de la letra ante los mismos ojos de
ellos. Ni una sola palabra había faltado. Así también, dijo
52 Nuestro Siglo a la Luz Profética
que todo lo que los profetas habían anunciado acerca de su se-
gunda venida habría de cumplirse de la misma manera.
“Enviará a Jesucristo, que os fué antes anunciado: al cual
de cierto es menester que el cielo tenga hasta los tiempos de la
restauración de todas las cosas, que habló Dios por boca de sus
santos profetas que han sido desde el siglo.” Hechos 3: 20, 21.
La Promesa de su Venida
Al empezar a abundar la iniquidad en el mundo antedilu-
viano, Dios le envió un mensaje, declarando que la venida de
Cristo en gloria acabaría con el reinado del pecado:
“De los cuales también profetizó Enoc, séptimo desde
Adán, diciendo: He aquí, el Señor es venido con sus santos
millares, a hacer juicio contra todos.” Judas 14, 15.
La promesa de la venida de Cristo fué la “esperanza biena-
venturada” de la edad patriarcal. El corazón de Job, en la som-
bría hora de su prueba, se aferró a la promesa y libróse de la
desesperación:
“Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el
polvo: ...al cual yo tengo de ver por mí y mis ojos lo verán, y
no otro.” Job 19: 25-27.
De esa esperanza cantó el salmista:
“Vendrá nuestro Dios, y no callará: fuego consumirá de-
lante de él, y en derredor suyo habrá tempestad grande.” Sal.
50: 3.
Y los profetas de tiempos ulteriores fueron sin cesar indu-
cidos a hablar de la gloria de esa venida, de los acontecimientos
que la habrían de preceder, y de la preparación que los hombres
habrían de hacer para ella.
“Sobre tus muros, oh Jerusalén, he puesto guardas; todo el
día y toda la noche no callarán jamás. Los que os acordáis de
Jehová, no ceséis.” “He aquí que Jehová hizo oír hasta lo
último de la tierra: Decid a la hija de Sión: He aquí viene tu
Salvador; he aquí su recompensa con él, y delante de él su
obra.” Isaías 62: 6, 11.
El mensaje de su venida ha de ser proclamado hasta los
cabos de la tierra; porque constituye “nuevas de gran gozo”
para todo aquel que lo recibe.
La Segunda Venida de Cristo 53
En aquella última noche que pasara con sus discípulos
antes de su crucifixión, estando su corazón apesadumbrado
hasta la muerte, cuando toda la carga de nuestras iniquidades
iba a ser puesta sobre él, Cristo, en su amor para con los suyos,
tuvo por precioso el pensar en el tiempo en que habría de venir
por segunda vez para llevarlos consigo a su celestial hogar,
salvos de lodo pecado y aflicción; y así les dijo:
“No se turbe vuestro corazón: creéis en Dios, creed
también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay:
de otra manera os lo hubiera dicho: voy, pues, a preparar lugar
para vosotros. Y si me fuere, y os aparejare lugar, vendré otra
vez, y os tomaré a mí mismo: para que donde yo estoy,
vosotros también estéis.” Juan 14: 1-3.
En esta confianza descansa el corazón. ¡Oh, cuán valiosa
es la promesa: “Vendré otra vez”! “Vuelvo a buscaros”, es el
animador mensaje. “Sí, Señor—respondemos,—te esperare-
mos, velaremos y estaremos dispuestos por tu gracia.”
Cómo Vendrá
La segunda venida de Cristo ha de ser visible para todo el
mundo. En ella no ha de haber nada secreto ni místico. El
revelador dice:
“He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá.” Apo-
calipsis 1: 7.
El mismo Cristo describió a sus discípulos la escena, tal
cual se presentará a los ojos de todos:
“Como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta
el occidente, así será también la venida del Hijo del hombre.”
Mateo 24: 27. “Entonces verán al Hijo del hombre, que vendrá
en las nubes con mucha potestad y gloria.” Marcos 13: 26.
El día del Señor—el fin del tiempo de gracia, el derrama-
miento inicial de los juicios de Dios—vendrá “como ladrón en
la noche”, pero la aparición personal de Cristo será visible para
todos. Los cielos se abrirán, la tierra temblará, la trompeta de
Dios sonará, y un resplandor cual nunca vió ojo mortal alguno,
inundará al mundo cuando Cristo venga como Rey de reyes y
Señor de señores.
54 Nuestro Siglo a la Luz Profética
“Este Mismo Jesús”
El Señor quisiera que sus hijos comprendieran que aquel
que va a venir con poder, y gloria anduvo una vez a orillas de
las azules aguas del mar de Galilea. Mientras los discípulos
miraban al Salvador suyo y nuestro, que ascendía al cielo desde
el monte de las Olivas, hasta que “una nube le recibió y le quitó
de sus ojos”, de repente dos ángeles aparecieron al lado de ellos
y les dijeron:

LA TRANSFIGURACIÓN DE CRISTO: “HE AQUÍ LES APARECIERON MOISÉS Y


FIGURA DE SU VENIDA ELÍAS, HABLANDO CON ÉL.” MATEO 17: 3.

“Varones galileos, ¿qué estáis mirando al cielo? este mismo


Jesús que ha sido tomado desde vosotros arriba en el cielo, así
vendrá como le habéis visto ir al cielo.” Hechos 1: 9, 11.
¡Este mismo Jesús!” Era el Amigo amante y el Hermano
mayor, Hijo del hombre como también Hijo de Dios, el que
desapareció de su vista. El volverá, siendo el “mismo Jesús”,
aunque revestido de indescriptible gloria, y “todos los santos
ángeles con él.”
La Segunda Venida de Cristo 55
El profeta Habacuc describió así la gloriosa aparición de
Cristo, que le fué presentada en visión:
“Su gloria cubre los cielos,
Y la tierra se llena de su alabanza.
También su resplandor es como la luz,
Y salen de su mano rayos de luz;
Y allí mismo está el escondedero de su poder.”
Habacuc 3: 3,4, V. M.

CRISTO VILIPENDIADO POR LOS ROMANOS “He aquí vuestro Rey.”


Juan 19: 14.

Es, en verdad, el “mismo Jesús”, y las señales que dejaron


los cruentos clavos son las resplandecientes insignias de su po-
der para salvar.
Al ver los redimidos a aquel que fué crucificado por ellos
venir en gloria, clamarán: “He aquí éste es nuestro Dios, le
hemos esperado, y nos salvará: éste es Jehová a quien hemos
esperado, nos gozaremos y nos alegraremos en su salud.”
Isaías 25: 9.
Pero aquel día será un día de tinieblas como también de luz.
Los que no estén preparados, los impenitentes, se darán cuenta,
56 Nuestro Siglo a la Luz Profética
pero demasiado tarde, de que al rechazar el perdón, amor y sa-
crificio de Cristo, rechazaron el único medio por el cual
podrían haberse preparado para encontrar al Rey que viene,
ante cuyo rostro ningún pecado subsistirá. “Todo ojo le verá,”
dice el apóstol, y describe el terror que reserva aquel día para
los que no estén preparados:
“Los reyes de la tierra, y los príncipes, y los ricos, y los
capitanes, y los fuertes, y todo siervo y todo libre, se
escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes; y
decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y
escondednos de la cara de aquel que está sentado sobre el
trono, y de la ira del Cordero: porque el gran día de su ira es
venido; ¿y quién podrá estar firme?” Apocalipsis 6: 15-17.
Las escenas de aquel gran día sobrepujan de tal manera la
comprensión humana, que es difícil darse cuenta de que tal
tiempo está realmente cerca de nosotros.
El Propósito de su Venida
Las Escrituras presentan muy claramente el objeto de la
segunda venida de Cristo y los acontecimientos de aquel gran
día. A través de todos los siglos fué la esperanza de los hijos
de Dios. El apóstol Pablo la llama “esperanza bienaventurada.”
“La gracia de Dios que trae salvación a todos los hombres,
se manifestó, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y
a los deseos mundanos, vivamos en este siglo templada y justa,
y píamente, esperando aquella esperanza bienaventurada, y la
manifestación gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro Jesu-
cristo.” Tito 2: 11-13.
Los santos de Dios se durmieron en la muerte, extendién-
dose su fe hacia adelante, a la gloriosa aparición de Cristo. Así
cayó el veterano apóstol, fijos los ojos sobre “aquel día.”
Yo ya estoy para ser ofrecido, y el tiempo de mi partida
esta cercano. He peleado la buena batalla, he acabado la ca-
rrera, he guardado la fe. Por lo demás me está guardada la
corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel
ia, y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su
venida.” 2 Timoteo 4: 6-8.
La Segunda Venida de Cristo 57
La segunda venida de Cristo es el pináculo del plan de sal-
vación. Hasta entonces no serán introducidos los hijos de Dios
en el reino eterno. Entonces serán otorgadas las coronas de
vida, y los salvos entrarán juntos por las puertas de la ciudad:
patriarcas y profetas, apóstoles y reformadores, y los hijos de
Dios pertenecientes a esta última generación. De los antiguos
notables está escrito:
“Todos éstos, aprobados por testimonio de la fe, no recibie-
ron la promesa; proveyendo Dios alguna cosa mejor para nos-
otros, para que no fuesen perfeccionados sin nosotros.” He-
breos 11: 39, 40.
¡Cuán glorioso será entonces el día, en que los redimidos
de todos los siglos, en marcha triunfal, entren todos juntos por
las puertas de la ciudad!
Para llevar a sus hijos a su hogar eterno, viene Cristo por
segunda vez. Tal fué su promesa a los discípulos:
“Voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere,
y os aparejare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo:
para que donde yo estoy, vosotros también estéis.” Juan 14: 2, 3.
Consideremos, aunque no en detalle, sino en su orden
general, los sucesos de aquel gran día.
El Preludio de su Venida
tal cual lo oyó y vió el revelador en una visión del día postrero:
“Salió una grande voz del templo del cielo, del trono, di-
ciendo: Hecho es. Entonces fueron hechos relámpagos y voces
y truenos; y hubo un gran temblor de tierra, un terremoto tan
grande, cual no fué jamás desde que los hombres han estado
sobre la tierra.... Y las ciudades de las naciones cayeron; y la
grande Babilonia vino en memoria delante de Dios.” Apo-
calipsis 16: 17-19.
“El cielo se apartó como un libro que es envuelto; y todo
monte y las islas fueron movidas de sus lugares.” Apocalipsis
6: 14. ‘
Su Gloriosa Aparición
Luego sobrecoge al mundo la gloria de la venida de nuestro
Salvador:
LA VENIDA DE CRISTO EN GLORIA “Cuando el Hijo del hombre venga
en su gloria, y todos los santos
ángeles con él. Mateo 25: 31.
La Segunda Venida de Cristo 59
“Entonces se mostrará la señal del Hijo del hombre en el
cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y ve-
rán al Hijo del hombre que vendrá sobre las nubes del cielo,
con grande poder y gloria. Y enviará sus ángeles con gran voz
de trompeta.” Mateo 24: 30, 31.
“Miré, y he aquí una nube blanca; y sobre la nube uno sen-
tado semejante al Hijo del hombre, que tenía en su cabeza una
corona de oro, y en su mano una hoz aguda. Y otro ángel salió
del templo, clamando en alta voz al que estaba sentado sobre
la nube: Mete tu hoz, y siega; porque la hora de segar te es
venida, porque la mies de la tierra está madura.” Apocalipsis
14: 14, 15.
La Resurrección de los Justos Muertos, y la Traslación de
los Justos Vivos
Ha llegado el tiempo de la siega, y por fin se recoge el buen
grano en el alfolí del Señor:
“Todos ciertamente no dormiremos, mas todos seremos
transformados, en un momento, en un abrir de ojo, a la final
trompeta; porque será tocada la trompeta, y los muertos serán
levantados sin corrupción, y nosotros seremos transformados.”
I Corintios 15: 51, 52.
“Enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán
sus escogidos de les cuatro vientos, de un cabo del cielo hasta
el otro.” Mateo 24: 31.
“Os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que
vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no
seremos delanteros a los que durmieron. Porque el mismo Se
ñor con aclamación, con voz de arcángel, y con trompeta de
Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán
primero: luego nosotros, los que vivimos, los que quedamos,
juntamente con ellos seremos arrebatados en las nubes a recibir
al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por
tanto, consolaos los unos a los otros en estas palabras.” 1 Te-
salonicenses 4: 15-18.
A los justos muertos les es devuelta la vida mientras re-
suena la trompeta de Dios y la voz del arcángel llama a sus san-
tos dormidos, y los justos vivos son transformados de su estado
60 Nuestro Siglo a la Luz Profética
mortal en inmortales. Luego, todos juntos, con la escolta de los
ángeles, siguen al Salvador hasta las mansiones celestiales que
él les ha aparejado en la ciudad de Dios.
La Destrucción de los Impíos
Delante de la gloriosa majestad del Rey que va a venir, no
puede subsistir pecado alguno; pues lo cierto es que “nuestro
Dios es fuego consumidor”—que, ahora, en el día de su miseri-

EL SEPULCRO VACÍO “Cristo las primicias; luego los que son de


Cristo, en su venida.” 1 Corintios 15: 23.

cordia, consume el pecado del corazón que por la fe se allega


al trono de gracia, pero que consumirá en aquel día al pecador
impenitente con su pecado.
Aquel es el gran día, predicho largo tiempo ha por videntes
y profetas.
Volvamos a leer la descripción de lo que significará paja
los que no estén salvos, el ver a Cristo en gloria; pues el de
aquel día debe sernos ahora advertencia para que nos nía
tengamos en el refugio de la amante gracia del Salvador:
La Segunda Venida de Cristo 61
“Los reyes de la tierra, y los príncipes, y los ricos, y los
capitanes, y los fuertes, y todo siervo y todo libre, se
escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes; y
decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y
escondednos de la cara de aquel que está sentado sobre el
trono, y de la ira del Cordero: porque el gran día de su ira es
venido; ¿y quién podrá estar firme?” Apocalipsis 6: 15-17.
La misma gloria que transforma a los justos, es un fuego
consumidor para los que han desechado la salvación de Cristo:
“Entonces será manifestado aquel inicuo, al cual el Señor
matará con el Espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor
de su venida.” 2 Tesalonicenses 2: 8.
“Cuando se manifestará el Señor Jesús del cielo con los
ángeles de su potencia, en llama de fuego, para dar el pago a
los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de
nuestro Señor Jesucristo; los cuales serán castigados de eterna
perdición por la presencia del Señor, y por la gloria de su
potencia.” 2 Tesalonicenses 1: 7-9.
La Culminación de la Historia Humana
Así que la segunda venida de Cristo trae consigo la resu-
rrección y traslación de los justos, la muerte de los impíos y el
fin del mundo. La resurrección de los impíos no se efectúa
entonces, sino tan sólo la de los justos; excepto la de algunos
de los impíos muertos que tomaron parte especial en la guerra
contra Cristo—“los que le traspasaron” (Apocalipsis 1: 7).
Estos resucitan para verle venir, y caer necesariamente otra vez
ante la consumidora gloria de su presencia.
Cristo se lleva a los justos para que reinen con él en la ciu-
dad celestial durante mil años; y durante el mismo período, la
tierra yace en desolación y caos, inhabitada por el hombre; y
sirviendo, en su forma de obscuro abismo, tan sólo de horrible
cárcel para Satanás. Acerca de las dos resurrecciones, la pri-
mera, de los justos, y la segunda, de los impíos, se nos dice:
“Vivieron (los justos) y reinaron con Cristo mil años.
Mas los otros muertos no tornaron a vivir hasta que sean cum-
plidos mil años. Esta es la primera resurrección. Bienaven-
turado y santo el que tiene parte en la primera resurrección: la
62 Nuestro Siglo a la Luz Profética
segunda muerte no tiene potestad en éstos.” Apocalipsis 20: 4-
6.
Al fin de los mil años ocurre la resurrección de los impíos.
Entonces desciende la ciudad de Dios, “la santa ciudad, Jeru-
salén nueva,” que baja “del cielo, de Dios”, y se levantan los
impíos para recibir su condenación y la muerte segunda, de la
cual no se despierta.
“Ahora es el Tiempo Acepto”
Ahora es el día de la salvación, en el cual, por la gracia de
Cristo, podemos prepararnos para aquel gran día. El contarse
en aquel día entre sus redimidos será de infinitamente mayor
valor que cuanto pueda proporcionar el mundo, sea en
placeres, bienes u honores. Sólo valdrá entonces la
bienaventurada, esperanza.
Celina, condesa de Huntingdon, halló a su Salvador
personal en los días del reavivamiento metodista en Inglaterra.
Consagró a Cristo toda su fortuna y su influencia social, aun
cuando sus amigas de la nobleza manifestaran resentimiento
por su íntima asociación con los pobres y humildes, que
prestaban oídos al mensaje para aquella hora y acudían al reino.
Cierta noche, en un baile regio, el príncipe de Gales pre-
guntó a una de las encopetadas damas allí presentes, dónde
estaba la condesa.
—¡Oh, supongo que estará en alguna parte orando con sus
mendigos!—fué la impertinente respuesta.
—¡Ah!—dijo el príncipe heredero-—me parece que, en el
día final, de buena gana me asiría yo del borde del manto de
lady Huntingdon.
Lo cierto es que el mayor don ofrecido por la gracia es
ahora, como lo será entonces, el de estar entre los obedientes
hijos de Dios.
La Segunda Venida de Cristo 63
Vendrá el Señor
Vendrá el Señor y temblará la tierra,
Temblarán en su base roca y sierra,
Y velarán los astros sus albores,
De densa niebla en tétricos horrores.
Vendrá el Señor, mas no como antes vino,
Humilde y pobre, plácido y benigno,
Manso cordero, que al atroz verdugo
Se entrega inerme, porque así le plugo.
Vendrá de enojo y de terror ceñido,
Serán borrasca y nube su vestido;
En alas del querub que al mundo asombre
Para juzgar y sentenciar al hombre.
¿Es ese el mismo que dobló la frente
Delante de enemigo prepotente?
¿Es ese el despreciado, el peregrino,
El que murió en a cruz cual asesino?
Clamará el pecador de pavor lleno: “
¡Ocúlteme la tierra en su hondo seno!”
Y rotos de la tumba los espantos,
“¡Vino el Señor!” entonarán los santos.
C. Wesley. (Tr. por W.)
CRISTO CONTESTA A LAS PREGUNTAS “¿Cuándo serán estas cosas, y que
DE sus DISCÍPULOS señal habrá de tu venida, y del fin
del mundo?” Mateo 21: 3.
LA DESTRUCCIÓN DEL TEMPLO “NO será dejada aquí piedra
PREDICHA sobre piedra, que no sea
destruida.” Mateo 24: 2.

Señales del Fin Inminente


La Gran Profecía de Nuestro Salvador
Parte I
CRISTO había hablado del asolamiento venidero del
sagrado templo de Jerusalén. Los discípulos estaban
asombrados. “Maestro, mira—le dijo uno de ellos—qué
piedras, y qué edificios.” El Salvador replicó:
“¿Ves estos grandes edificios? No quedará piedra sobre
piedra que no sea derribada.” Marcos 13: 2.
“¿Qué Señal Habrá?”
Tan pronto como estuvieron solos en el monte de las
Olivas, contemplando la ciudad, los discípulos vinieron a
Jesús, diciendo:
“Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu
venida, y del fin del mundo?” Mateo 24: 3.
Al contestar esta pregunta, el Salvador habló primero de
la caída de Jerusalén; predijo en una frase las experiencias de
66 Nuestro Siglo a la Luz Profética
su iglesia al través de los sombríos siglos que habían de seguir;
luego describió los acontecimientos de los últimos días, las se-
ñales que habrían de mostrarse cuando su venida estuviera
cercana; y, finalmente, describió las escenas de su gloriosa ve-
nida en las nubes de los cielos. El relato más detallado del dis-
curso se halla en el capítulo 24 del evangelio según San Mateo.
Un Paralelo Sorprendente
La primera parte del discurso profético (versículos 4-14)
trata de las condiciones generales que habían de prevalecer,
tanto en los últimos días del estado judío, como (y esto con
mayor magnitud) en el transcurso de la historia de los últimos
días del mundo. El paralelo era tan íntimo entre estas épocas,
que Cristo, en una sola descripción, contestó las dos preguntas
hechas: ¿Cuándo vendrán estas cosas sobre Jerusalén? Y ¿qué
señales habrá del fin del mundo?
La palabra profética predijo el levantamiento de falsos cris-
tos, la llegada de guerras, hambres, y terremotos “por los lu-
gares”. Los creyentes vieron estas cosas cumplirse en aquella
generación, antes de que cayera Jerusalén; pero al leer nosotros
la profecía vemos su más amplia aplicación y cumplimiento
aun mayor en el transcurso de la historia desde aquel día,
aumentando estas calamidades en la tierra, a medida que el fin
se acerca.
Antes del fin del estado judío, los creyentes habían llevado
el evangelio a todo el mundo conocido en su tiempo. (Véase
Colosenses 1: 23.) Y en estos postreros días estamos viendo
una proclamación del evangelio aun más vasta, según lo predi-
cho en el versículo 14: “Será predicado este evangelio del reino
en todo el mundo, por testimonio a todos los gentiles; y enton-
ces vendrá el fin.”
Los Últimos Días de Jerusalén
Podemos notar brevemente algunos de los acontecimientos
que sucedieron en los últimos días de Jerusalén. Cristo había
amonestado de antemano a los creyentes:
Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi
nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañaran.”
Después de haber desechado al Cristo verdadero, la nación
Señales del Fin Inminente 67
estaba expuesta a ser engañada por falsos cristos. Sólo tenemos
un indicio del cumplimiento de esta predicción en el libro de
los Hechos; pero la historia profana nos da el relato completo.
Ridpath dice:
Nunca hubo pueblo tan turbulento, tan excitado por la expec-
tación de un libertador que hubiese de restaurar el antiguo reino,
tan inflamado de fanatismo e hipocresía, como los miserables
judíos de aquel período. Se levantaba un cristo tras otro, e
instigadas por algún seudo profeta o supuesto rey, las rebeliones
se sucedían una tras otra.”—“History of the World,” Tom. I, p.
849. (Parte III, cap. XIX.)
Durante la vida y ministerio del Salvador, la mano divina
había refrenado los elementos de violencia, pero a medida que
se rechazaba la luz, el espíritu del mal adquiría un dominio
desenfrenado. El Dr. Mears describe acertadamente las cam-
biadas condiciones con estas palabras:
“La narración de los evangelistas nos presenta una tranquila
escena, una sucesión de cuadros atractivos, en sorprendente con-
traste con los sangrientos y tumultuosos acontecimientos que se
agolpan en las páginas de Josefo.”—“From Exile to Ovcrthrow”
pp. 256, 257.
Así los acontecimientos nos llevan rápidamente hacia el
día de la caída de Jerusalén, desde tanto tiempo predicha por
los profetas.
La Señal para los Creyentes
Los discípulos habían pedido una señal, y Cristo les dió un
indicio por el cual sabrían cuándo había llegado el tiempo de
huir de Jerusalén. En este caso, el evangelio de Lucas es el que
más explícito se muestra. Dice:
“Cuando viereis a Jerusalén cercada de ejércitos, sabed
entonces que su destrucción ha llegado. Entonces los que es-
tuvieren en Judea, huyan a los montes; y los que en medio de
ella, váyanse; y los que estén en los campos, no entren en ella.
Porque estos son días de venganza: para que se cumplan todas
las cosas que están escritas.” Lucas 21: 20-22.
Los incrédulos que vivían en Jerusalén y Judea no podían
concebir la idea de que su ciudad, protegida y favorecida por
Dios durante tanto tiempo, fuese destruida. Ni aun la apa-
rición de los ejércitos romanos pudo cambiar la ciega confianza
EL SITIO DE JERUSALÉN POR LOS ROMANOS “Cuando viereis a Jerusalén cercada
BAJO TITO, EN 70 DE J. C. de ejércitos, sabed entonces que su
destrucción ha llegado. Lucas 21: 20.
Señales del Fin Inminente 69
que tenían en sí mismos. Sin embargo, al ver por primera vez
los ejércitos sitiadores, los cristianos conocieron que estaba
cercano el momento de huir. Mas en la huida estribaba el
riesgo, puesto que las líneas asediadoras rodeaban de cerca to-
da la ciudad. Además, los celotes, el furioso partido guerrero
que ejercía el poder entonces, probablemente no dejarían salir
a nadie de la plaza en dirección al ejército sitiador.
Pero precisamente en estas circunstancias abrió la provi-
dencia de Dios una puerta de escape. Cestio, el general romano,
después de haber minado parcialmente una de las murallas del
templo, decidió repentinamente diferir el asalto. “Se retiró de
la ciudad—dice Josefo—sin que hubiera razón alguna para
ello.” (Véase “Wars,” libro II, cap. XIX.) Y los celotes salieron
precipitadamente tras los romanos en retirada, atacando
furiosamente su retaguardia.
Entonces aquellos vigilantes cristianos comprendieron que
había llegado la ocasión de huir rápidamente, según la profecía
que Cristo pronunciara muchos años antes. Huyeron de la ciu-
dad y de la campiña circundante.
Durante todos aquellos años de espera, la profecía de
Cristo los había exhortado así: “Orad, pues, que vuestra huida
no sea en invierno ni en sábado.” Mateo 24: 20. Su oración
tuvo respuesta, pues huyeron en otoño y en un día de entre
semana. * Como velaban por la señal y obedecieron inmedia-
tamente, quedaron libres.
Así sucedió que cuando más tarde los romanos reanudaron
el sitio, para no levantarlo hasta que la ciudad cayera, ningún
cristiano se vió envuelto en la destrucción. Asimismo hemos
de velar nosotros por las señales de nuestros tiempos, para que
podamos escapar de las cosas que han de sobrevenir a la tierra,
y estar dispuestos para quedar “en pie delante del Hijo del
Hombre”.
La Palabra Profética Cumplida
Cristo había declarado que el templo, orgullo, de la nación,
habría de ser enteramente destruido. En el último asedio, el

* En otoño cercó el ejército de Cestio a Jerusalén. Según el minucioso relato


de Graetz, historiador judío, el ejército romano se retiró en miércoles, perseguido
por todas las fuerzas de la ciudad. Aquel fué el instante propicio para la huida
de los cristianos. Al día siguiente “los celotes, entonando alborozados cantos de
guerra regresaron a Jerusalén (8 de octubre).— “History of the Jews.” Tom. II,
pp. 268. El día anterior fué el más propicio para huir sin dificultad.
70 Nuestro Siglo a la Luz Profética
general romano trató de conservar entero el magnífico edificio.
Como los judíos hicieran de él su principal fortaleza, a causa
de su maciza estructura, Tito los reprendió diciendo:
“Con tal de que os defendáis desde otro lugar, ningún romano
se acercará a vuestro santuario y lo profanará. Por el contrario, me
esforzaré en conservaros vuestra santa casa, sea que lo queráis o
no.”—Josefo, “Wars of the Jews” libro VI, cap. II.

BAJO RELIEVE DEL ARCO DE En él se ven el candelero de oro y otros


TRIUNFO DE TITO vasos sagrados del templo llevados en
triunfo por las calles de Roma.

Pero la profecía se cumplió al pie de la letra. El pueblo


judío parecía estar poseído de furor. Los empedernidos y pa-
ganos romanos se asombraban al ver su suicida temeridad. Los
esfuerzos que hiciera Tito para salvar el templo fracasaron, y
el edificio cayó en ruinas, según lo predijera Cristo.
Los discípulos habían llamado la atención de Cristo sobre
los enormes bloques de piedra que componían las murallas del
templo. “Mira qué piedras,” le dijo uno de ellos. Se dice que
cuando Tito examinó aquellas piedras, después de la caída de
la ciudad, declaró:
Señales del Fin Inminente 71
En verdad, hemos tenido a Dios por ayuda en esta guerra, y
nadie sino Dios ha echado a los judíos de estas fortificaciones.”
*—Id., libro VI, cap. IX.
Diríamos más bien, a la luz de la enseñanza de la Escritura,
que la destrucción de la ciudad fué tan sólo el fruto de su propia
conducta. El cuidado de Dios había protegido durante largo
tiempo la ciudad de David. Cuando, por último, sus habitantes
desecharon la protección divina, colocándose bajo el poder del
gran destructor, la justicia de Dios no pudo evitar por más
tiempo a la ciudad el fallo que había de recaer sobre los que
persistían en pecar contra la luz.
Esta lección es una de las que fueron escritas “para nuestra
admonición, en quienes los fines de los siglos han parado.”
Jerusalén, en aquella generación de gran luz y elevados pri-
vilegios, cayó, porque no conoció el tiempo de su visitación.
La triste lamentación de Cristo hace aún llegar su
amonestación a los oídos de los hombres: “¡Oh si también tú
conocieses, a lo menos en este tu día, lo que toca a tu paz!”
Lucas 19: 42.
Parte II
Después de haber predicho la destrucción de Jerusalén y
dado a los creyentes señales por las cuales ellos se librarían en
el día de la caída de aquella ciudad, Cristo contestó con más
amplitud la segunda parte de la pregunta de los discípulos:
“¿Qué señal habrá de tu venida, y del fin del mundo?” Mateo
24: 3.
El Período de Tribulación
Rápidamente pasó a los acontecimientos de los últimos días.
Pero antes bosquejó, en pocas palabras, las tribulaciones que
su iglesia habría de pasar durante los siglos que mediaran
entre su tiempo y los últimos días. El profeta Daniel había

* Apolonio, amigo y consejero de Tito, dejó análogo testimonio acerca de lo


convencido que estaba este último de que algo sobrenatural había en las fuerzas de
destrucción desatadas sobre Jerusalén: “Cuando Tito hubo tomado a Jerusalén y toda la
campiña circundante se hallaba cubierta de cadáveres, las poblaciones vecinas le
ofrecieron una corona; pero él rehusó tal honor para sí, diciendo que él no había hecho esta
hazaña, sino que meramente había prestado sus armas a Dios. quien había manifestado de
tal manera su ira.”—Filostrato, ”Lije of Apollantes,” libro VI, cap. XXIX.
LAS CATACUMBAS CERCA DE ROMA
sus cultos y sepultaban sus muertos.
Señales del Fin Inminente 73
escrito acerca de esta experiencia, prediciendo el largo período
durante el cual el poder papal había de hollar “a los santos del
Altísimo.” Daniel 7: 25. Acerca de estos tiempos, Cristo dijo
en su discurso profético:
“Habrá entonces grande aflicción, cual no fué desde el
principio del mundo hasta ahora, ni será. Y si aquellos días no
fuesen acortados, ninguna carne sería salva; mas por causa de
los escogidos, aquellos días serán acortados.” Mateo 24: 21,22.
Es evidente que Cristo se refería al tiempo de tribulación
predicho por Daniel, y no a las pruebas que acompañarían la
huida de los cristianos de Jerusalén, pues esta huida libraba de
la prueba a los escogidos. Aunque los débiles sufrieron mucho
temporáneamente al huir de sus casas, el gran sufrimiento de
aquella época cayó sobre los incrédulos que no tenían dónde
refugiarse.
Esta profecía de nuestro Salvador presenta el cuadro de una
larga y continuada persecución de sus elegidos, y predice el
acortamiento del tiempo señalado. Dios había de intervenir de
manera especial para salvar a su pueblo. Y así sucedió en
efecto. Los escogidos sufrieron durante los siglos de
intolerancia, hasta que el nacimiento de la Reforma y la divul-
gación de la Palabra de Dios quebrantaron el poder del clero,
acortando así los días de la amarga tribulación.
La Proximidad del Fin
Según una profecía adicional de Daniel, el período de
prueba y persecución había de llegar “hasta el tiempo del fin.”
Daniel 11: 35, V. M. Debemos, pues, esperar que las señales
de los últimos días empiecen a aparecer después de esos días
de tribulación. Y así encontramos que las siguientes palabras
del discurso de Cristo introducen el tema de su segunda venida.
De ahora en adelante, el bosquejo profético trata de
acontecimientos que nos encaminan hacia el fin de los siglos.
En primer lugar, el Salvador pronuncia una amonestación
contra las falsas ideas concernientes a su segunda venida.
Para que ninguna teoría sobre una venida suya secreta o mís-
tica pudiese engañar a los incautos, dice él, con palabras claras:
74 Nuestro Siglo a la Luz Profética
“Si alguno os dijere: He aquí está el Cristo, o allí, no creáis.
Porque se levantarán falsos cristos, y falsos profetas, y darán
señales grandes y prodigios; de tal manera que engañarán, si es
posible, aun a los escogidos. He aquí os lo he dicho antes. Así
que, si os dijeren: He aquí en el desierto está; no salgáis: he
aquí en las cámaras; no creáis. Porque como el relámpago que
sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será
también la venida del Hijo del hombre.” Mateo 24: 23-27.
Hoy día vemos la necesidad de esta amonestación.
Algunos de los más sutiles engaños se encuentran en la
enseñanza de que Cristo ya vino, secretamente, o que su
aparición se efectúa en el aposento al fallecer una persona, o
en las sesiones espiritistas. Contra todos estos errores se nos
amonesta como también contra toda influencia que muestre
señales y prodigios maravillosos. El fin del tiempo de gracia
para los hombres, la llegada del día de Dios, se efectuará como
la llegada de un ladrón en la noche; y la misma venida de Cristo
sorprenderá desapercibidos a los que no estén velando. No
obstante, cuando él venga “todo ojo le verá”, y toda la gloria
de los cielos se desbordará sobre un mundo tambaleante.
Señales en los Cielos y en la Tierra
Ahora el bosquejo profético del Salvador presenta las seña-
les que habían de indicar a los hombres la proximidad de la
venida del Señor. Volviéndose a referir a los días de la tribu-
lación predicha por el profeta Daniel, Cristo dice:
“Y luego, después de la aflicción de aquellos días, el sol se
obscurecerá, y la luna no dará su lumbre, y las estrellas caerán
del cielo, y las virtudes de los cielos serán conmovidas. Y
entonces se mostrará la señal del Hijo del hombre en el cielo.”
Mateo 24: 29, 30.
En el relato que hace Lucas del mismo discurso profético,
se nos dan señales adicionales, las cuales describen las
condiciones que han de reinar en la tierra al acercarse la venida
de Cristo. Su relato dice así:
Entonces habrá señales en el sol, y en la luna, y en las es-
trellas; y en la tierra angustia de gentes por la confusión del
sonido de la mar y de las ondas: secándose los hombres a causa
Señales del Fin Inminente 75
del temor y expectación de las cosas que sobrevendrán a la
redondez de la tierra: porque las virtudes de los cielos serán
conmovidas. Y entonces verán al Hijo del hombre, que vendrá
en una nube con potestad y majestad grande. Y cuando estas
cosas comenzaren a hacerse, mirad, y levantad vuestras
cabezas, porque vuestra redención está cerca.” Lucas 21: 25-28.
También el profeta Juan, en el Apocalipsis, predice estas
señales en el sol, la luna y las estrellas, según le fueron presen-
tadas en una visión de los últimos días. Pero su relato nos
demuestra que a esta serie de señales había de preceder un gran
terremoto. Juan describe el orden de los acontecimientos como
sigue:
“Miré cuando él abrió el sexto sello, y he aquí fué hecho
un gran terremoto; y el sol se puso negro como un saco de
cilicio, y la luna se puso toda como sangre; y las estrellas del
cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera echa sus higos
cuando es movida de gran viento.” Apocalipsis 6: 12, 13.
En estos textos se hallan enumeradas para nuestro estudio,
cuatro señales del advenimiento inminente de Cristo, a saber:
1. El gran terremoto.
2.El obscurecimiento del sol y de la luna.
3.La caída de las estrellas.
4.La angustia de las naciones, y otras señales.

El Tiempo en que Empiezan las Señales


La profecía de Cristo señala aproximadamente el tiempo
en que la primera de las señales que él anunciara, el obscureci-
miento del sol, había de aparecer—“luego después de la aflic-
ción de aquellos días.” Y el “gran terremoto” de la visión de
Juan había de preceder a esta señal en los cielos.
La Reforma del siglo XVI empezó a acortar los días de la
tribulación; pero algunos países rechazaron la influencia liber-
tadora de la Palabra de Dios, y en ellos continuó la persecución.
Ya a fines del siglo XVII, en 1685, Francia revocó el edicto
de Nantes, que garantizaba tolerancia para el protestantismo, y
la persecución volvió a hacer estragos como muchos años an-
tes. La iglesia tuvo que huir de nuevo al desierto. Hablando de
las primeras décadas del siglo XVIII, Kurtz dice:
76 Nuestro Siglo a la Luz Profética
“En Francia la persecución de los hugonotes continuaba...
Los ‘pastores del desierto’ cumplían con sus deberes,
arriesgando la vida.”—“Church History” Tom. III, p. 88.
También hubo, en aquellos tiempos, una grave persecución
de los moravos en Austria, hallando muchos de los perseguidos
refugio en Sajonia. En 1722, Christian David guió al primer
pequeño grupo de fugitivos moravos, para establecerse en las
propiedades del conde Zinzendorf, el cual organizó, mediante
aquellos moravos, el gran movimiento de avanzada de las
misiones modernas.
Pero a mediados de aquel siglo, de acuerdo con la
providencia de Dios, la era de ilustración y la fuerza de la
opinión universal habían ya invadido de tal manera los estados
católicos de Europa, que, en general, había cesado la
persecución violenta. Un incidente bastará para evidenciarlo.
La escena se desarrolló en Francia, el único país de entre
los estados católicos donde había gran número de protestantes.
En 1762, un hugonote de Tolosa, injustamente acusado de cierto
crimen, fué torturado y muerto, bajo la presión del antiguo es-
píritu perseguidor. Muchos hugonotes creyeron que iban a
recrudecer las persecuciones de los tiempos pasados, y se pre-
pararon para huir a Suiza. Pero Voltaire tomó el asunto en sus
manos, e influyó de tal manera sobre la opinión pública, que el
Parlamento de París revisó el proceso, y el rey pagó una
cuantiosa indemnización a la familia del mencionado hugonote.
Esto demuestra que a mediados del siglo XVIII había ter-
minado la persecución general, aunque en la naturaleza del
caso, tal vez no podamos señalar el año exacto y decir: En esta
fecha terminaron los días de tribulación.
Hemos, pues, de recorrer los anales de la historia para saber
si en aquellos tiempos empezaron a presentarse las señales pre-
dichas. Al hacerlo, encontramos que los acontecimientos anun-
ciados se suceden en el orden predicho:
1. El terremoto de Lisboa, en 1755.
2. El día obscuro, en 1780.
3. La caída de las estrellas en 1833.
4. Las condiciones generales y movimientos que presagiar,
el fin.
Señales del Fin Inminente 77
Habrá señales, había dicho el Salvador. Hemos de estudiar
el relato de los acontecimientos y vigilar las señales del fin
inminente, con tanto ahínco como el marinero observa los faros
cuando se acerca al anhelado puerto en noche obscura y
tormentosa.

UN MOLINILLO ANTIGUO “DOS MUJERES MOLIENDO A UN MOLINILLO;


LA UNA SERÁ TOMADA, Y LA OTRA SERÁ
DEJADA.” MATEO 24: 41.
LISBOA VISTA DESDE EL OTRO Lugar en que se produjo el gran terremoto y
LADO DE LA BAHÍA desbordamiento de mar del 19 de noviembre de
1755. en los cuales perecieron 60.000 personas
en seis minutos.
EL TERREMOTO DE LISBOA “Habrá pestilencias, y hambres, y terre-
motos por los lugares.” Mateo 24: 7.

El Terremoto de Lisboa de 1755


“He Aquí fue Hecho un Gran Terremoto”
DE ENTRE la serie de señales que habían de anunciar el fin
inminente, la primera está así descrita por el revelador:
“Miré cuando él abrió el sexto sello, y he aquí fué hecho
un gran terremoto”. Apocalipsis 6:12.
Los versículos que preceden inmediatamente a este pasaje
describen claramente los días de la persecución de los santos
de Dios, y la era de protesta y reforma que acortó aquel tiempo
de tribulación. Entonces aparece esta primera señal. Esto está
en armonía con la declaración de Cristo de que las señales
anunciadoras de su segunda venida habían de empezar a
presentarse después de la tribulación de aquellos días.
Precisamente hacia el fin de los días de tribulación, acaeció
el terremoto de Lisboa, como se le llama, aunque sus efectos
alcanzaron mucho más allá de Portugal. El geólogo, Prof. W.
H. Hobbs, dice de ese terremoto:
“El terremoto del 1º de noviembre de 1755 ocupa el primer lu-
gar entre los movimientos sísmicos que en los tiempos históricos
80 Nuestro Siglo a la Luz Profética
hayan afectado al reino de Portugal, como también, en ciertos res-
pectos, entre todos los terremotos registrados... En seis minutos,
perecieron sesenta mil personas.”—“Earthquakes” pp. 142, 143.
“He aquí fué hecho un gran terremoto”, dijo el revelador.
Fué en verdad “un gran terremoto” y grande fué su influencia.
Impresionó profundamente a los hombres en todo el mundo.
Cierto autor inglés, llamado Santiago Parton, dice de ello:
“El terremoto de Lisboa, del 1º de noviembre de 1755, parece ha-
ber puesto a la defensiva tanto a los teólogos como a los filósofos...
A las 9.40 de la mañana, Lisboa estaba firme y magnífica, en uno de
los más pintorescos y dominantes puntos del mundo—ciudad de
soberbia apariencia, situada precisamente en el lugar que parecía
designado por las circunstancias para decir a sus fundadores:
‘Edificad aquí.’ En seis minutos la ciudad yacía en ruinas... La mitad
del globo sintió la convulsión. Durante muchas semanas, según
vemos en cartas y memorias de aquel tiempo, los habitantes de las
lejanas partes de Europa se acostaban alarmados, para despertar a la
mañana gozosos de que, por una noche más, hubiesen escapado a la
suerte de Lisboa.”—“Life of Voltaire,” Tom. II. pp. 208, 209.
El Mundo Reflexiona
El terremoto recordó a los hombres el gran día de Dios.
Voltaire, el célebre filósofo francés, quedó “hondamente
conmovido,” según se nos dice. “Para aquella región—
escribió—fué el último juicio; sólo le faltaba la trompeta.”
Justamente en aquel tiempo se estaban examinando los pla-
nos para edificar en Lausanne un teatro, donde se representa-
rían algunos dramas racionalistas de Voltaire. Pero se difirió el
proyecto. Otro autor dice:
“El terremoto había hecho a todos los hombres reflexivos. Re-
celaban de su afición al teatro, y en su lugar, llenaban las igle-
sias.”—Tallentyre, “Life of Voltaire,” p. 319.
Así, en un siglo de racionalismo e incredulidad, los pensa-
mientos de los hombres fueron dirigidos hacia Dios, y fueron
reconocidas la impotencia humana y la instabilidad de la tierra.
Magnitud del Terremoto de Lisboa
En cuanto al alcance del terremoto, cierto escritor de aquella
época demuestra que se notó en Suecia, en África y en las Anti-
llas, añadiendo:
“Sus efectos se transmitieron por casi cuatro millones de millas
cuadradas (unos diez millones y medio de kilómetros cuadrados)
El Terremoto de Lisboa de 1755 81
de la superficie terrestre, y excedió a cuantos terremotos registrara
jamás la historia.”—“Hisíory and Philosophy of Earthquakes”
(Londres, 1757), p. 333.
El capitán de un buque inglés, anclado en aquella ocasión
en la rada de Lisboa, describió así la escena en una carta a los
armadores del buque:
“Casi todos los palacios y templos fueron derribados o cayeron
en parte, y apenas si hay en esta vasta ciudad una casa que haya sido
dejada habitable. Todos los que no fueron aplastados y muertos,
echaron a correr a las grandes plazas, y los que estaban cerca del río
se apresuraron a ponerse en salvo en los buques o cualquier cosa
flotante, corriendo, llorando y llamando en su auxilio a las
tripulaciones marineras. Pero, mientras la multitud estaba reunida a
orillas del río, el agua se elevó a tal altura que inundó la parte baja
de la ciudad, aterrorizando a los angustiados y ya desesperados
habitantes, que corrían de acá para allá con terribles gritos, que
oíamos claramente desde a bordo, o, creyendo llegado el fin del
mundo, caían de rodillas, pidiendo ayuda al Todopoderoso... Como
a las dos de la tarde, los botes de los buques empezaron a entrar en
acción, llevando multitudes a bordo.... El temor, la tristeza, los
llantos y lamentos de los pobres habitantes son inenarrables; pues
mutuamente se pedían perdón y se abrazaban, clamando: ‘¡Perdó-
name, amigo, hermano, hermana! ¡Oh, qué será de nosotros! Ni el
agua ni la tierra quieren protegernos, y ahora el tercer elemento, el
fuego, parece amenazarnos con la destrucción total,’ como en efecto
sucedió. La conflagración duró una semana entera.”—Thomas
Hunter, “Histórical Account of Earthquakes” (Liverpool, 1756), pp.
72-74.
Reconocido Como Señal
Al mirar con anticipación al través de los siglos, el profeta
del Apocalipsis vió la llegada de los últimos días, y el tiempo
en que habían de empezar a aparecer las señales del fin. Pre-
cisamente entonces, contempló un “gran terremoto.” El terrible
acontecimiento había sido anotado por la inspiración como una
señal de la llegada del juicio final. Había habido terremotos
antes, y después había de haber un aumento en la frecuencia de
ellos—“terremotos por los lugares”—como Cristo había
predicho al hablar de las señales de su segunda venida. Pero,
de acuerdo con la primera señal de la serie que había de
anunciar la proximidad del fin, pareció embargar a los corazo-
nes de los hombres de aquella generación una convicción pro-
veniente de Dios, de que, en verdad, se trataba de una señal
cuyo objeto era recordar al mundo el cercano día de condena-
ción.
82 Nuestro Siglo a la Luz Profética
En el año de aquel desastre sísmico, un poeta inglés, Juan
Biddolf, publicó un libro de versos, en el que ponía de relieve
algunas de las lecciones de aquella hora, y del cual extractamos
unas estrofas descriptivas:
“Plácido estaba el cielo y el astro rey
Con sus serenos rayos alumbraba
El mar y los costeros naranjales
Por los cuales jugaban suaves brisas,
Juntando por doquiera, cual abejas,
Fragante y dulce aroma de azahares,
Mientras en lontananza y frente al Tajo,
En hermoso relieve destacábase,
Entre fulgores, la altiva ciudad.
“¡Malograda ciudad! en cuyo seno
Confiados habitantes proseguían
En fiestas y deleites, sin oír
Como en la antigua Roma, voz amiga
Que pregonara su aciago destino,
Ni ver luchar guerreros vaporosos
Cual los que a Sión la antigua asombraron,
Sino que, inesperada, cual ladrón
En la noche, llegó su horrible ruina.
“Mirad, ¡qué repentino y brusco cambio!
En el umbral de la muerte, el orgullo
Se torna humilde; piensa el indolente;
Lobreguez sobrecoge al libertino,
Y, sincero esta vez, ora el hipócrita. ..
Mas, no creáis que sus horrendos hechos
Les atrajeran tan terribles juicios
Ni que por crímenes infames fueran,
Cual Sodoma, heridos por el rayo. ..
“¿Quién puede con la vista recorrer
Nuestro globo, sin verle tambalearse
En su vejez?—En todo lo creado
Se cumplen los designios del Señor
Y causas naturales su deseo obran.
Y la eterna Palabra, que no puede
Ni mentir ni engañarse, reveló
Siglos ha, en profecía a los mortales,
Que en este último tiempo, habría signos
Que preludios y prólogos del fin
Serian, pero ni el Hijo del hombre
Puede anunciar aquel día temible;
Por tanto, porque no os halle durmiendo
Su consejo atended: “Velad y orad.”
El Terremoto de Lisboa de 1755 83
De esta manera, la primera de las predichas señales de los
últimos días, dio su mensaje a los hombres. Su escenario in-
mediato fué el Viejo Mundo, pero su amonestación fué
mundial. La próxima señal predicha había de aparecer en el
Nuevo Mundo; pero, lo mismo que el terremoto de Lisboa, su
mensaje de amonestación era para todos los hombres.

EL DILUVIO “Así será también la venida del Hijo


del hombre.” Mateo 24: 39.
A MEDIODÍA EN ALTA MAR, “Entre la una y las dos, se vió obligado
EL 19 DE MAYO DE 1780 a encender una gran vela para poder
manejar el timón.” Véase p. 89.
SEÑALES EN LOS CIELOS “Sabéis hacer diferencia en la faz del
cielo; ¿y en las señales de los tiempos
no podéis?” Mateo 16: 3.

El Día Obscuro de 1780


“El Sol se Obscurecerá”
RECORDAMOS que en la visión de las señales de los últimos
días, dada al profeta Juan, él vió el “gran terremoto” seguido
por una señal en los cielos:
“Y el sol se puso negro como un saco de cilicio, y la luna
se puso toda como sangre.” Apocalipsis 6: 12.
De este acontecimiento habló nuestro Salvador cuando
predijo las señales que de su segunda venida habían de
presentarse después del acortamiento de los días de
persecución. Repetimos sus palabras:
“Y luego después de la aflicción de aquellos días, el sol se
obscurecerá, y la luna no dará su lumbre.” Mateo 24: 29.
La Profecía Cumplida
Siguiendo el orden dado en la profecía, después del gran
terremoto de 1755 en Europa, aconteció en América la segunda
señal del fin inminente, el maravilloso obscurecimiento del sol,
conocido en la historia con el nombre de “el Día Obscuro.”
86 Nuestro Siglo a la Luz Profética
Esta señal apareció en el tiempo indicado en la profecía,
“luego después de la aflicción de aquellos días”; o, según dice
Marcos: “En aquellos días, después de aquella aflicción.” El
19 de mayo de 1780, el sol se obscureció, y durante la noche
siguiente la luna no dió su luz. Cualquiera que sea la causa que
los hombres atribuyan al fenómeno, resulta indudable que al
llegar el tiempo indicado en la profecía, apareció la señal.
El primer tomo de las “Memories of the American Academy
of Arts and Sciences” (Memorias de la Academia Americana
de Artes y Ciencias), publicado en Boston en 1785, contiene
un documento titulado: “Explicación de una Obscuridad muy
Anormal en los Estados de la Nueva Inglaterra, ocurrida el 19
de mayo de 1780,” por Samuel Williams, M. A., profesor de
matemáticas y filosofía, de la universidad de Cambridge
(estado de Massachusetts, EE. UU.)
Acerca de la extensión, duración y grado de obscuridad de
aquella ocasión, este observador científico dijo:
“La extensión de esta obscuridad fué muy notable. ... Según los
informes que se han recibido, parece haberse extendido por todos los
estados de Nueva Inglaterra. Se la observó en el oriente hasta Fal-
mouth (Portland, estado de Maine, EE. UU.) En el oeste, se nos dice
que llegó hasta los puntos más lejanos de Connecticut y Albany.
Hacia el sur, se la observó todo a lo largo de las costas del mar. Y en
el norte, hasta donde alcanzan nuestras colonias. ...
“En cuanto a su duración, en este lugar duró a lo menos catorce
horas. Pero es probable que no tuvo exactamente la misma duración
en las diferentes comarcas del país. Su aspecto y efectos eran tales,
que el horizonte quedó en extremo lóbrego y obscuro. Se en-
cendieron velas en las casas; las aves cantaron sus cantos del ano-
checer, desaparecieron y callaron; las aves de corral se retiraron a sus
gallineros; los gallos cantaban como al amanecer; los objetos no
podían distinguirse más que a distancia muy corta, y todo tenía la
apariencia y lobreguez de la noche.” (Véanse las pp. 234-246.)
Whittier ha conmemorado dicho día en el poema “Abrahán
Davenport”:
“En un día de mayo de aquel año Mil setecientos y ochenta, fué
Cuando sobre las flores y lozana Naturaleza .de la primavera, Cual
mortaja, cayó densa tiniebla Y extendió horror por tierra y
firmamento. ... Callo el ave canora, y a sus gradas Todas las de corral
se retiraron; Con paso lento las mugientes vacas
El Día Obscuro de 1780 87
Se encaminaron hacia los establos;
En sus felpudas alas, los murciélagos
Lanzáronse al espacio; se apagaron
Los ruidos habituales del trabajo;
Por doquiera se oyó llanto y oración,
Y atentos los oídos se volvieron,
Para oír rasgando el cielo, el estrépito
De la trompeta del juicio final.”
Las palabras del poeta quedan comprobadas por la sencilla
prosa del lexicógrafo. En la parte explicativa de los “Nombres
Famosos,” el “Unabridged Dictionary” (edición de 1883), de
Webster, dice:
“El Día Obscuro, mayo 19 de 1780—así llamado a causa de una
notable obscuridad que en aquel día se extendió por toda la Nueva
Inglaterra. . . La obscuridad empezó más o menos a las diez de la
mañana y prosiguió hasta la media noche siguiente, pero con dife-
rencia de grado y duración en diferentes puntos...Se ignora la
verdadera causa de este notable fenómeno.”
La Causa Desconocida
En aquel tiempo, algunos explicaron la obscuridad
diciendo que provenía del humo de bosques incendiados. Otros
la atribuyeron a la elevación excepcional de vapores y polvo
atmosférico en la cálida primavera, después de derretirse
enormes cantidades de nieve caídas durante el invierno. Pero
los incendios de bosques no eran un acontecimiento
extraordinario en aquellas regiones, y desde entonces muchas
primaveras han visto derretirse grandes cantidades de nieve de
invierno y elevarse vapores; y, sin embargo, el 19 de mayo de
1780, permanece aún único en los anales de los tiempos
modernos como “el día obscuro.” A pesar de que los
observadores y escritores no concordaran en sus juicios acerca
de la naturaleza del manto de tinieblas que se tendió en aquel
día sobre la Nueva Inglaterra, todos estaban unánimes en
reconocer el carácter extraordinario del suceso.
Los hechos están plenamente resumidos en la declaración
del diccionario: “Se ignora la verdadera causa de este notable
fenómeno.”
Lo que sabemos es que la profecía del Salvador declaraba:
“Luego después de la aflicción de aquellos días, el sol se obscure-
cerá, y la luna no dará su lumbre.” Y cuando llegó el tiempo en
que esto se había de cumplir, apareció la señal.
88 Nuestro Siglo a la Luz Profética
Anales Contemporáneos
Aunque los relativamente pequeños periódicos de aquellos
tiempos se publicaran atestados de noticias de la guerra de la
independencia, a la sazón en toda su intensidad, dedicaron no
pequeño espacio a los informes y discusiones referentes a este
notable obscurecimiento del sol.
Cierto corresponsal del Gazette and Country Journal, de
Boston (en el número del 29 de mayo de 1780), dió la siguiente
información, sobre observaciones hechas en Ipswich, estado de
Massachusetts (EE. UU.), “por varios caballeros de exquisita
educación”:
“A eso de las once de la mañana, la obscuridad era tal que llamó
nuestra atención y nos indujo a hacer observaciones. A las once y
media, en una habitación que tenía tres ventanas de veinticuatro
cristales cada una, todas abiertas hacia el sudeste, y el sur, personas
dotadas de buena vista no podían leer letras de tipo grueso.
“A las doce, estando aún abiertas las ventanas, una vela arrojaba
sobre la pared una sombra tan distinta que se podían sacar perfiles
con tanta facilidad como se hubiera podido hacer de noche.
“Hacia la una, se extinguió un destello de luz que se había man-
tenido hasta entonces en el oriente, y la obscuridad fué mayor de lo
que había sido en cualquier momento anterior... Comimos a eso de
las dos, con todas las ventanas abiertas, y dos velas encendidas en la
mesa.
“En el tiempo de la mayor obscuridad, algunas de las ... aves de
corral se retiraron al gallinero. Los gallos cantaban, respondiéndose
el uno al otro como lo hacen comúnmente durante la noche. Las
chochas, que son aves nocturnas, silbaban como lo hacen sólo
durante la noche. Las ranas se pusieron a croar. En fin, en pleno día
parecía media noche.
“A eso de las tres de la tarde, aumentó la luz que se notara en el
occidente, el movimiento de las nubes se hizo más rápido y su color
más subido y más broncíneo que antes. Se presentaron rápidos rayos
o fulgores, algo semejantes a los que se ven en las auroras boreales...
Hacia las cuatro y media, se disolvió nuestro grupo que había pasado
muy alegremente una noche inesperada.”
Acerca de la noche siguiente, este caballero (que estaba en-
tonces en Salem) escribía:
“Tal vez no hubo nunca semejantes tinieblas desde que los hijos
de Israel salieron de la servidumbre. Estas densas tinieblas se
mantuvieron hasta cerca de la una de la madrugada, a pesar de que el
día anterior había sido plenilunio.”
El Independent Chronicle, de Boston, del 8 de junio, trans-
cribió del Massachusetts Spy, de Thomas, lo que sigue:
El Día Obscuro de 1780 89
“Durante todo el tiempo, una enfermiza y melancólica lobre-
guez cubrió la faz de la naturaleza. Tampoco fueron las tinieblas de
la noche menos inusitadas y terroríficas que las del día. No obstante
haber plenilunio, ningún objeto podía percibirse, a no ser con ayuda
de luz artificial, que vista a distancia en las casas vecinas o algunos
otros lugares, aparecía al través de una obscuridad egipcia casi
impenetrable a los rayos.
“Este inusitado fenómeno excitó los temores y aprensiones de
mucha gente. Algunos lo consideraban como un portentoso augurio
de la ira del cielo desencadenada en venganza contra la tierra, y otros
como el inmediato signo precursor del día postrero, en que “el sol se
obscurecerá, y la luna no dará su lumbre.”
No sólo en la tierra, sino también en alta mar, se observó
la obscuridad sobrenatural del día y de la noche del 19 de mayo
de 1780. En el Independent Chronicle, del 15 de junio de 1780,
cierto corresponsal, al hablar de entrevistas con diversos ob-
servadores, dijo:
“También he visto un capitán de buque muy inteligente, quien
se hallaba en aquella mañana a unas cuarenta leguas al sudeste de
Boston. Dice que la nube que apareció en el oeste era la más negra
que jamás había visto. Hacia las once de la mañana, llovió un poco y
el ambiente se puso más obscuro. Entre la una y las dos, se vió
obligado a encender una gran vela para poder manejar el timón...
Entre las nueve y las diez de la noche, ordenó a sus hombres que
recogieran velas, pero la obscuridad era tanta que no pudieron hallar
el camino entre un mástil y otro.”
Los Pensamientos se Dirigen al Juicio
El escritor arriba citado hizo el siguiente comentario sobre
los sentimientos que despertara aquel suceso:
“Varios han sido los sentimientos de la gente acerca de los de-
signios de la Providencia al extender sobre nosotros la extraordinaria
obscuridad. Algunos suponen que es portentoso presagio de la última
escena. Deseo que tenga buen efecto sobre la mente de los impíos, y
que los induzca a prepararse para aquel día solemne.”
“El Independent Chronicle, de junio 22 de 1780, insertó
una carta del Dr. Samuel Stearns, a quien se había consultado
a causa de sus conocimientos de “filosofía y astronomía.” Ante
todo rebatió como sigue una opinión que se había expuesto:
“Es evidente que la obscuridad no provino de un eclipse, pues
por las diversas posiciones de los planetas de nuestro sistema en
aquel momento, no podía eclipsarse el sol, del cual estuvo la luna
durante todo aquel día a más de ciento cincuenta grados.”
90 Nuestro Siglo a la Luz Profética
Después, en el ceremonioso lenguaje de la ciencia de aquel
período”, el escritor explicó cómo la acción del calor del sol
proyectaba continuamente en la atmósfera partículas de polvo:
y en su opinión, fué una “vasta colección de tales partículas lo
que provocó dicha insólita obscuridad. Pero, en cuanto a la
verdadera explicación del fenómeno, escribió lo siguiente:
“La causa principal debe atribuirse a Aquel que recorre el cir-
cuito de los cielos, quien tiende los cielos como una cortina, hace de
las nubes su carro y anda en las alas del viento. Aquel, cuya voz
obedecen los tempestuosos vientos, ordenó que estas exhalaciones se
aglomeraran y condensaran, para obscurecer con ellas tanto el día
como la noche, con tinieblas que acaso fueron no sólo un indicio de
su indignación contra las grandes iniquidades y abominaciones de la
gente, sino más bien de alguna destrucción futura.”
Así los hombres se vieron perplejos ante esta señal “en el
sol y en la luna.”
Los anales de la ciudad de Nueva York, escritos en aquel
tiempo, hablan del interés que se manifestó allí, aunque
evidentemente la obscuridad no fué tan señalada como más
hacia el norte.
En la Legislatura de Connecticut
El rector de la universidad de Yale, Timoteo Dwight, con-
temporáneo de aquel acontecimiento, nos dejó el siguiente re-
lato de uno de los incidentes históricos de aquel día:
“La legislatura de Connecticut estaba entonces en sesión en
Hartford. Prevalecía la opinión de que llegaba el día del juicio. La
cámara de representantes, no pudiendo continuar sus debates,
levantó la sesión. Se consideró también la propuesta de levantar la
sesión del Concejo (segundo cuerpo legislativo, llamado concejo del
gobernador). Cuando se le preguntó su opinión al coronel Da-
venport, respondió “Me opongo a que se suspenda la sesión. O se
acerca el día del Juicio o no. Si no se acerca, no hay motivo para
suspender la sesión; y si llega, prefiero que me halle cumpliendo con
mi deber. Deseo, por tanto, que se traigan velas.”—Barber,
Connecticut Histórica! Collections,” p. 403.
Whittier narró este incidente con su poética pluma:
“Mientras tanto, en el viejo Cabildo,
Como fantasmas vense los que al pueblo
Dan las leyes, temblar bajo sus togas.
“Es el día de Dios, nuestros debates
Suspendamos, algunos dicen. Luego,
Acordes, la mirada todos vuelven
El Día Obscuro de 1780 91
Hacia Abrahán Davenport. Este entonces
Se levanta, y, quebrando el opresivo
Silencio con su plácida voz, dice:
‘Bien puede ser que en este día se abra
El juicio final que a este mundo aguarda,
Pero, sea así o no, sólo conozco
Mi actual deber, y la orden de mi Dios,
Hasta que venga, he de cumplir. Prefiero,
Por mi parte, que en mi puesto me encuentre,
A ser siervo infiel que huye del deber;
Así, cuando, el Señor de la mies llame,
Listo estaré. Por tanto, reverente,
Digo: Dejemos a Dios hacer su obra,
Y, para que nosotros a la nuestra
Podamos atender, traednos velas.’ ”
Así que de una manera que llamó la atención de los
hombres e infundió en sus corazones reverencia y solemnidad,
sugiriendo pensamientos referentes al gran día de Dios, se
manifestó la primera de las predichas señales en los cielos.
En tiempos ulteriores, muchas personas que estudiaban la
Biblia tanto en Europa como en América, se vieron inducidas
simultáneamente a dedicar su atención a la doctrina de la se-
gunda venida de Cristo. Entonces vino a comprenderse más
generalmente que estas señales habían sido dadas en cumpli-
miento de la profecía.
Al contemplar el pasado, vemos con cuánta exactitud
empezaron a presentarse los indicios de la venida del Rey al
salir la iglesia de Cristo del largo y sombrío período de
tribulación. Amanecía una nueva era, en la cual el Señor, antes
de su segunda venida, había de llenar la tierra de luz, según su
dicho a Daniel el profeta:
“Tú empero Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta
el tiempo del fin: pasarán muchos, y multiplicaráse la ciencia.”
Daniel 12: 4.
Al cabo, se acercaba el tiempo del fin, y las señales de los
últimos días habían empezado a presentarse en la tierra y en
los cielos. El Señor se preparaba para enviar a todo el mundo
el final mensaje evangélico de la próxima venida de Cristo en
gloria.
LA GRAN LLUVIA, DE METEOROS DEL “Las estrellas del cielo cayeron sobre
18 DE NOVIEMBRE DE 1833 la tierra, como la higuera echa sus
higos cuando es movida de gran
viento. Apocalipsis 6: 13.
UNA ESTRELLA ANUNCIA SU “Su estrella hemos visto en el oriente,
PRIMER ADVENIMIENTO y venimos a adorarle.” Mateo 2: 2.

La Lluvia de Estrellas de 1833


“Las Estrellas Caerán del Cielo”
COMO resultado de los acontecimientos de fines del siglo
XVIII, recibió gran impulso el estudio de la profecía divina,
pues los observadores habían visto que los sucesos y efectos
de la Revolución francesa habían asestado una “herida de
muerte” al poder papal, y todos convenían en que el mundo
estaba entrando en una nueva era de ilustración y libertad.
Los que estudiaban la Biblia empezaron a ver más clara-
mente la lección que encerraban los grandes bosquejos de la
profecía histórica, y los corazones se conmovieron por las
pruebas de que se acercaba la venida del Señor. En Europa y
América, en las primeras décadas del siglo XIX, se inició un
reavivamiento del estudio y predicación de las doctrinas refe-
rentes al advenimiento de Cristo.
Otra Señal en los Cielos
Precisamente entonces apareció en los cielos otra gran
señal predicha por la palabra profética. De la señal que había de
94 Nuestro Siglo a la Luz Profética
seguir al obscurecimiento del sol y de la luna, la profecía de
Cristo dice:
“Las estrellas caerán del cielo.” Mateo 24: 29.
El profeta Juan contempló el espectáculo en una visión de
los postreros días, y lo describió con estas palabras:
“Las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la hi-
guera echa sus higos cuando es movida de gran viento.” Apo-
calipsis 6: 13.
El 13 de noviembre de 1833, sucedió el admirable
espectáculo celeste de la lluvia de estrellas, que se considera
como uno de los más notables fenómenos de la historia
astronómica.
Fenómenos meteóricos y enjambres de estrellas fugaces se
habían observado en diversas épocas en el transcurso de los
siglos; pero este fenómeno que vino en el orden fijado por la
profecía, a saber, después del obscurecimiento del sol,
constituyó la sublime escena correspondiente al cuadro que el
Apocalipsis describe como si todas las estrellas del cielo
cayeran sobre la tierra.
Lo esencial acerca de este signo, es que había de ser visible
y que las circunstancias de su aparición habían de atraer la
atención. Ahora bien, no sólo en América, sino igualmente en
todo el mundo civilizado, esta señal en los cielos llamó
poderosamente la atención de los hombres como tema de
estudio.
Un científico inglés, el Rev. Tomás Milner, F. R. G. S.,
escribió:
“La noticia de este espectáculo celeste, ocurrido en el continente
occidental, llamó grandemente la atención, como se puede imaginar,
de los astrónomos de Europa y de todo el mundo.”—“The Gallery of
N ature” (Londres, 1852), p. 141.
Este autor lo llamó “en muchos respectos el espectáculo
más espléndido del cual se tenga recuerdo.”—Id., p. 139.
Otro escritor inglés, autor de una obra de astronomía más
reciente, dice:
“De una vez para siempre, como resultado de la lluvia de
estrellas de 1833, llegó a ser parte integral de la astronomía el
estudio de los meteoros luminosos.”—Clerke, “History of As-
tronomy in the Nineteenth Century” p. 329.
Esta misma obra describe la magnitud de la escena como
sigue:
La Lluvia de Estrellas de 1833 95
“En la noche del 12 al 13 de noviembre de 1833, una tormenta
de estrellas fugaces estallo sobre la tierra. La América del Norte
soportó los combates de su lluvia. Desde el golfo de Méjico hasta
Halifax (Cañada), se vio el cielo cruzado en todas direcciones por
resplandecientes estelas e iluminado por majestuosas bolas de fuego,
hasta que la luz del día, con cierta dificultad, pudo dar fin al
espectáculo.”—P. 328.
Descripción del Espectáculo
El Sr. Denison Olmsted, profesor de astronomía en Yale,
hizo las más detenidas observaciones científicas, escribiendo
lo que sigue en el American Journal of Science:
“La mañana del 13 de noviembre de 1833 se hizo memorable
por una manifestación del fenómeno llamado estrellas fugaces, que
fué probablemente más extensa y magnífica que cualquier otra que
se haya registrado... Probablemente, no ocurrió jamás en este país
desde su colonización, fenómeno celeste alguno que con tanta ad-
miración y deleite contemplaran cierta clase de espectadores y con
tanta extrañeza y temor, otra clase. Durante algún tiempo después de
ocurrido, el fenómeno meteórico fué tema principal de conversación
en todos los círculos,”—Tom. XXV (1834), PP- 363, 364.
El profesor y astrónomo Simón Newcomb declara que esta
fenomenal exhibición de estrellas fugaces fué “la más notable
que se haya observado jamás.” (Véase “Astronomy for Every-
body,” p. 280.)
Esto no fué meramente la aparición de un número extraor-
dinario de estrellas fugaces, como la que Humboldt observó en
Sudamérica en 1799, o igual a las que se registraron en tiempos
anteriores y ulteriores también, sino que fué una “lluvia” de
estrellas que caían, un cuadro tal como el que cabe imaginar al
leer las palabras de la profecía: “Y las estrellas del cielo ca-
yeron.”
El astrónomo francés Flammarión, dice de la densidad de
la lluvia:
“El observador de Boston, Olmsted, las comparo, en el momento
máximo, a la mitad del número de copos de nieve que vemos en el
aire durante una nevada ordinaria.”—“Popular Astronowy,” p. 536.
Esto nos da mejor idea de la escena que el cálculo de 34.-
640 estrellas por hora, hecho por el profesor Olmsted, cuando
96 Nuestro Siglo a la Luz Profética
ya la lluvia de estrellas había disminuido grandemente, hasta
el punto que se propuso contarlas.
El Dr. Humphreys, presidente del colegio de St. John
(Annápolis, EE. UU.), dijo del aspecto de esta lluvia, en la ca-
pital del estado de Maryland:
“Según las palabras de la mayoría, caían como copos de nieve.”
—American Journal of Science, Tom. XXV (1834), p. 372.
Nada inferior a esto podría haber presentado la contraparte
del cuadro profético.
A los corazones reflexivos les embargó la solemnidad de
tan insólito espectáculo. El Prof. Alejandro Twining, ingeniero
civil, “de poco tiempo acá, preceptor de la universidad de
Yale,” al opinar acerca de la naturaleza de los flamígeros
visitantes del espacio, escribió:
“Si hubiesen proseguido en su curso, sin detenerse, durante tres
segundos más, según toda apariencia, medio continente se habría
visto envuelto en una calamidad sin par. Pero aquel Ser todopoderoso
que hizo el mundo y conocía sus peligros, le dió también su
armadura, dotando al ambiente atmosférico que lo rodea de pro-
piedades no menos protectoras que sustentadoras de la vida...
“Considerada como una de las raras y maravillosas demos-
traciones de la solicitud del Creador, como también de la terrible
grandeza y poder de sus agentes, no conviene que sucesos como el
del 13 de noviembre pasen sin dejar en el espíritu humano una
impresión más permanente que la producida por una escena mag-
nífica.”—American Journal of Science, Tom. XXVI (1834), P-351.
Muchísimos sintieron que el gran Creador hablaba a los
hombres mediante este notable prodigio de los cielos. Repeti-
das veces en los recuerdos y reminiscencias de aquel tiempo,
se da testimonio de que las mentes observadoras quedaron
impresionadas por la semejanza de esta escena con la que la
profecía divina describiera como una de las señales del fin del
mundo.
Un Cuadro Profético Reproducido
El Journal of Commerce, de Nueva York, puso de relieve
la exactitud de detalles con que la profecía describiera la
escena tal cual apareció en 1833. Esta es la descripción
apocalíptica, según la dió el antiguo profeta en visión:
La Lluvia de Estrellas de 1833 97
Las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la hi-
guera echa sus higos cuando es movida de gran viento.” Apo-
calipsis 6: 13.
Un corresponsal del Journal of Commerce describe la
escena tal como fué vista casi dieciocho siglos después de
profetizada, haciendo resaltar su semejanza en cada pormenor
con la descripción profética.
“Ningún filósofo ni sabio ha contado o registrado un suceso
como el de la madrugada de ayer. Pero un profeta lo predijo exac-
tamente, hace 1800 años, si es que queremos tomarnos la molestia de
aceptar que las estrellas que caen son estrellas fugaces.”—Neiv York
Journal of Commerce, noviembre 14 de 1883.
Asimismo notó el mismo autor la exactitud del símil que
emplea el profeta al hablar de la higuera que echa sus higos al
ser movida por fuerte viento:
“En esto consiste la exactitud del profeta. Las estrellas no caían
como desprendidas de varios árboles sacudidos sino de uno solo. Las
que aparecían en el oriente, caían hacia el oriente: las que aparecían
en el norte, caían hacia el norte; las que aparecían en el oeste, caían
hacia el oeste. Las que aparecían en el sur (pues salí de mi residencia
al parque), caían hacia el sur y no caían como cae la fruta madura;
muy lejos de ello, sino que volaban, eran lanzadas, como el higo
verde, que al principio se resiste a dejar la rama, pero que, cuando
queda desprendido, vuela veloz en línea recta y luego cae; y en la
multitud que caían, algunas cruzaban la trayectoria de otras, como si
fuesen arrojadas con más o menos fuerza.”
El Prof. Olmsted, en una explicación larga y cuidadosamente
elaborada, publicada en el American Journal of Science, dió
como sigue el informe de cierto corresponsal en Bowling
Green, estado de Misurí, EE. UU.:
“Aunque no había luna cuando empezamos a observarlas, su
brillo era tan grande que podíamos leer, de cuando en cuando, tipo
de tamaño común sin mucha dificultad, y la luz que suministraban
era mucho más blanca que la que da la luna, en la noche más clara y
fría, cuando el suelo está cubierto de nieve. El aire mismo, la
superficie de la tierra, hasta donde podíamos ver, todos los objetos
circundantes, y hasta los mismos semblantes de los hombres, lleva-
ban el aspecto y matiz de la muerte, ocasionados por el continuo y
pálido reflejo de estos innúmeros meteoros, que en toda su gran-
diosidad, fulguraban ‘sin ley por el firmamento.’
LA SEÑAL DE FUEGO Así como esta señal de fuego en la torre del atalaya
era. antiguamente, para el pueblo de Dios, señal
del peligro que se acercaba (véase Jeremías 6: 1),
así también las señales que aparecen ahora en los
que Dios da a su pueblo en nuestra época.
La Lluvia de Estrellas de 1833 99
“Reinaba en el ambiente upa grandiosa e indescriptible melan-
colía, y en lo alto, una sublimidad que inspiraba reverencia, mien-
tras—
“ ‘A un la naturaleza parecía
Tambalearse al borde de un abismo.’
“.... Apenas había espacio en el firmamento que no se viera lleno
a cada instante por estas estrellas errantes, ni se podía por lo general
percibir diferencia notable en su apariencia; aunque a veces parecían
llover en grupos, recordando la higuera, que arroja sus higos verdes
cuando es sacudida por un fuerte viento.”—Tom. XXV (1834), p.
382.
Una Señal para Todo el Mundo
No sólo en Norteamérica, sino en todo el mundo civilizado,
la atención de los hombres fué atraída a la palabra profética por
las discusiones sobre este fenómeno. Así el escritor científico
inglés, Tomás Milner, al escribir para el público británico,
habló como sigue de la profunda impresión recibida:
“En muchas partes, la masa de la población quedó aterrorizada
y los más ilustrados se llenaron de admiración al contemplar tan
vivido cuadro de la figura apocalíptica, de las estrellas del cielo que
caían a la tierra, del mismo modo que una higuera arroja sus higos
verdes, cuando la agita un poderoso viento.”—“The Gallery of
Nature” Londres, (1852), p. 140.
Así aquella señal en los cielos impresionó solemnemente a
todo el mundo. Indujo a las multitudes que la vieron a pensar
en Dios y en el gran día final. Cierto observador, que vivía en
aquel tiempo en Georgia, EE. UU., escribió: “Todos sentían
que se trataba del juicio y que el fin del mundo había llegado.”
Otro, en Kentucky, EE. UU., escribió: “Por todas partes oía a
hombres, mujeres y niños gritar: 'Ha llegado el día del juicio.’ ”
Mejor dicho, era una señal de que la hora del juicio de Dios
se acercaba. Las señales predichas tantos años antes, aparecían
una tras otra, para grabar sus perdurables huellas en los anales
de la profecía en cumplimiento.
Inmediatamente después de entonces, hubo un desperta-
miento concerniente a la importante doctrina bíblica de la se-
gunda venida de Cristo; despertamiento que se desarrolló en el
100 Nuestro Siglo a la Luz Profética
definido movimiento adventista, que está llevando a toda
nación, lengua y pueblo el mensaje evangélico de preparación
para la venida del Señor.
Escenas que Ponen de Relieve la Señal de 1833
Hemos dicho que Humboldt había observado una
extraordinaria caída de meteoros en Sudamérica, unos treinta
y tres años antes, en 1799. Y en aquel tiempo refirió que los
más ancianos habitantes de las regiones donde él presenciara
el fenómeno, se acordaban de una exhibición semejante en
1766.
De estos informes dedujeron los científicos la teoría de que
estas lluvias de aerolitos habían de esperarse cada treinta y tres
años. De aquí que en 1866 esperaran una repetición de la
escena de 1833.
De que había algo de verdad en esa deducción, se tuvo la
prueba por una excepcional lluvia de estrellas el 14 de noviem-
bre de 1866. Esta vez, fué Europa el escenario del aconteci-
miento, que, sin embargo, no pudo compararse con el de 1833,
según Roberto Ball y lord Rosse, astrónomos británicos.
Sir Roberto Ball dice que cuando los meteoritos empezaron
a caer, él y lord Rosse subieron a la cúspide del observatorio
en que estaba instalado el gran telescopio reflector de este
último:
“Allí—dice el astrónomo—durante las dos o tres horas si-
guientes, presenciamos un espectáculo que nunca se borrará de mi
memoria. El número de las estrellas crecía gradualmente, hasta verse
a veces algunas simultáneamente.”—“Story of the Heavens” p. 380.
Por grandioso que fuese ese espectáculo, sólo fué evidente-
mente un recordativo de la lluvia de estrellas de 1833, cuando,
no caían a la vez “algunos” meteoritos, ni tampoco muchos,
sino que, al parecer, “las estrellas del cielo cayeron sobre la
tierra.”
No obstante, el espectáculo de 1866, que se observó en
gran parte del Viejo Mundo *, sirvió para dirigir de nuevo la

* Aparentemente la escena fué más brillante en el Asia Occidental. El


veterano Dr. H. H. Jessup, del Colegio Misionero Presbiteriano, de Beirut, describe
la escena en su obra “Fifty-Three Years in Syria” (Cincuenta y tres años en
Siria): “En la madrugada del 14 de noviembre, a las 8, me despertó de un pro-
La Lluvia de Estrellas de 1833 101
atención al incomparable suceso de 1833, como también a las
descripciones proféticas de los “prodigios en el cielo” (Joel 2:
30) que habían de aparecer al acercarse el fin.
Los libros de texto y obras astronómicas, basándose en
esto, empezaron a tener por plenamente demostrado que cada
treinta y tres años se habrían de repetir esos magníficos
espectáculos, y confiadamente se predijo que en 1899 se
repetiría posiblemente en la proporción de 1833.

CRISTO PROMETE VOLVER “Vendré otra vez, y os tomaré


a mí mismo.” Juan 14: 3.

En su “New Astronomy” (publicada en 1888), el Prof.


Langley, dijo:
“La gran lluvia de noviembre, que otra vez ha de venir en este
siglo y que todo lector puede esperar ver hacia 1899, es de especial

fundo sueño la voz de uno de los jóvenes que clamaba: ‘¡Las estrellas caen to-
das!’... Los meteoritos se venían abajo como una lluvia de fuego. Muchos de
ellos eran grandes y de varios colores, y dejaban tras sí una larga estela de fuego.
Un inmenso bólido verde como del tamaño de la luna, cayó y estalló estrepitosa-
mente, dejando una gran columna de luz en su estela. En vano se trataba de
contarlas, y la escena siguió hasta el alba, cuando su luz quedó sobrepujada por
la del rey del día...Los mahometanos llamaban a oración desde los alminares y
el vulgo era presa de terror.”—Tom. I, pp. 316, 317.
102 Nuestro Siglo a la Luz Profética
interés para nosotros, por ser la primera cuyos movimientos serán
sometidos al análisis.”
Una obra de astronomía de Chambers, publicada en 1889,
decía:
“Puede esperarse que en 1899 reaparezcan con gran brillo los
meteoritos del 13 de noviembre.”—Tom. I, p. 635.
Pero pasó la fecha de noviembre de 1899, y han
transcurrido los años, sin que se haya repetido la escena
maravillosa de 1833. La “History of Astronomy in the
Nineteenth Century” (Historia de la Astronomía en el Siglo
XIX), de Clerke, dice:
“Ya no podemos contar más con los leónidos (como se llamó a
los meteoritos de 1833, porque parecían caer desde un punto de la
constelación del León). Su esplendor se desvaneció para propósitos
escénicos.”—P. 338.
La Recomendación de Velar Dada por el Señor
De esta manera fracasaron las más sabias predicciones as-
tronómicas, hechas poco antes de 1899 y basadas en la
periódica regularidad del fenómeno; pero se cumplieron al pie
de la letra las predicciones de la segura palabra de profecía
registradas en los anales sagrados hace dieciocho siglos.
Al fin de los días de la predicha tribulación de la iglesia,
empezaron a aparecer las señales: el sol se obscureció, la luna
retuvo su luz, y cayeron las estrellas del cielo.
La serie de signos empezó en la época especificada, y las
señales se sucedieron en el orden indicado en la profecía de
Cristo. Los anales de la historia testifican que se cumplió la
profecía.
Puede ser que, en escala aun más terrible y universal, estos
fenómenos se vuelvan a ver en aquella última conmoción de
los poderes de los cielos, que ha de acompañar al arrollamiento
de los cielos como un libro, preludio inmediato de la gloriosa
aparición de Cristo. Pero la profecía de Cristo no describe en
este punto los acontecimientos que han de ocurrir al fin mismo
del mundo, sino señales por las cuales se pudiese conocer la
proximidad del fin.
El Salvador se proponía que, a medida que reconociesen las
señales los que amaran su aparición, se sintieran despertados
La Lluvia de Estrellas de 1833 103
por la esperanza, e incitados a apresurarse en su obra de ir al
mundo con el mensaje evangélico que debía aparejar el camino
del Señor, quien exhortó a sus hijos como sigue:
“Cuando estas cosas comenzaren a hacerse, mirad, y levan-
tad vuestras cabezas, porque vuestra redención está cerca.”
Lucas 21: 28.
Hace mucho que estas señales empezaron a acontecer.
Ahora pueden los creyentes hijos de Dios alzar los ojos y rego-
cijarse, sabiendo que en verdad está cerca el día de la eterna
redención.
SATANÁS OFRECE ORO, Y EL MUNDO SE “Ea ya ahora, oh ricos, llorad au-
LANZA A LA DESTRUCCIÓN llando por vuestras miserias que
os vendrán.” Santiago 5:1.
EL AVARO ‘Os habéis allegado tesoro para en los
postreros días.” Santiago 5: 3.

El Significado de las Condiciones del Tiempo Actual


“Habrá Señales.... en la Tierra”
DE LAS señales específicas en los cielos, que debían procla-
mar la llegada de los últimos días y despertar a la iglesia para
que esperase a su Señor que había de venir, la profecía de nues-
tro Salvador pasó a señalar ciertas condiciones generales que
continuarían en el mundo hasta que llegara el gran día de Dios:
“Entonces habrá señales en el sol, y en la luna, y en las
estrellas; y en la tierra angustia de gentes por la confusión del
sonido de la mar y de las ondas: secándose los hombres a causa
del temor y expectación de las cosas que sobrevendrán a la re-
dondez de la tierra: porque las virtudes de los cielos serán
conmovidas. Y entonces verán al Hijo del hombre, que vendrá
en una nube con potestad y majestad grande.” Lucas 21: 25-
27.
Entre las condiciones aquí predichas, que contribuyen a la
“angustia de gentes,” podemos mencionar las siguientes:
106 Nuestro Siglo a la Luz Profética
1. La Agitación Política—Armamento de las Naciones
Siguiendo de cerca las señales en los cielos, se presenta tam-
bién el despertamiento de las aspiraciones y rivalidades nacio-
nales en Europa, cuyo resultado fué impulsar el desarrollo de los
armamentos de las naciones. El principio del moderno afán de
armamentos puede fecharse en aquellos agitados y porten-

LAS NACIONES SE ARMAN '‘Proclamad guerra... haced espa-


das de vuestros azadones, y lanzas
de vuestras hoces.” Joel 3: 9,10”

tosos años de 1830 a 1848. Hemos visto los recursos del suelo
y del genio inventivo del hombre dedicados a preparaciones
para la guerra en una escala jamás antes soñada. El profeta Joel
predijo estas condiciones que habían de reinar en los últimos
días:
“Pregonad esto entre las gentes (las naciones, V. M.), pro-
clamad guerra, despertad a los valientes, lléguense, vengan to-
dos los hombres de guerra. Haced espadas de vuestros azado-
nes, lanzas de vuestras hoces; diga el flaco: Fuerte soy. . . Las
El Significado de las Condiciones del Tiempo Actual 107
gentes se despierten. ... Muchos pueblos en el valle de la deci-
sión (o ‘del cortamiento’): porque cercano está el día de Jehová
en el valle de la decisión.” Joel 3: 9-14.
Otra profecía amonesta con antelación acerca del clamor de
“paz y seguridad,” que se ha de oír al acercarse el fin. Se nos
dice que mucha gente en los postreros días dirá que se han de
forjar las espadas en rejas de arado, y que las naciones dejarán

LISTOS PARA LA BATALLA “Porque cercano está el día


de Jehová.” Joel 3: 14.

de hacer guerra (Isaías 2: 3, 4); pero las condiciones actuales


se describen repetidas veces en la profecía como de guerra y
peligrosas. Así vió el revelador los últimos días:
“Se han airado las naciones, y tu ira es venida, y el tiempo
de los muertos, para que sean juzgados, y para que des el galar-
dón a tus siervos los profetas, y a los santos, y a los que temen
tu nombre, a los pequeñitos y a los grandes, y para que destru-
yas a los que destruyen la tierra.” Apocalipsis 11: 18.
UN SIERVO FIEL Y PRUDENTE “Velad pues, porque no sabéis a qué hora
ha de venir vuestro Señor.” Mateo 24: 42.
El Significado de las Condiciones del Tiempo Actual 109
Por tanto, lo que vemos entre las naciones, proclama la pro-
ximidad del fin.
2. Señales en el Mundo Social
Una profecía del Nuevo Testamento relativa a los últimos
días dice:
En los postreros días vendrán tiempos peligrosos: que ha-
brá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos,
soberbios, detractores, desobedientes a los padres, ingratos, sin
santidad, sin afecto, desleales, calumniadores, destemplados,
crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, arrebatados, hin-
chados, amadores de los deleites más que de Dios.” 2 Timoteo
3: 1-4.
Los “tiempos peligrosos” han llegado, pues, como nunca
hasta ahora, el mundo se enloquece tras los placeres.
“Una desenfrenada pasión por el placer—dice el Sr.
Comte, redactor del Relévement Social, de Francia, al escribir
justamente antes de la guerra europea—está introduciendo un
terrible séquito de males en la sociedad moderna.” Entre dichos
males, incluye “la apetencia de dinero sin reparar en los me-
dios”, y añade:
“Este es el tema de que los fabricantes, hombres de negocios y
funcionarios públicos, tratan continuamente y siempre con la misma
convicción y con la misma abundancia de pruebas.
“La nota es siempre la misma, y la conclusión idéntica: Nous
tomines perdus! (¡Estamos perdidos!)”—Citado en Record of
Christian Work, de julio de 1914.
Muchos agentes en pro de la reforma social y de la tem-
perancia están prestando grandes servicios a los seres huma-
nos; pero, para la humanidad perdida, la única esperanza está
en Cristo, el divino Salvador. Con una urgencia nacida de la
última invitación, su evangelio se está proclamando a un mundo
que se halla al borde mismo de la eternidad. Sin embargo, a
pesar del amor divino que anhela salvarle, el mundo prosigue
hacia adelante, descuidando cada vez más los intereses eternos.
La profecía de Cristo lo predijo en estos términos:
“Como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del
hombre. Porque como en los días antes del diluvio estaban
comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta
el día que Noé entró en el arca, y no conocieron hasta que vino
110 Nuestro Siglo a la Luz Profética
el diluvio, y llevó a todos, así será también la venida del Hijo
del hombre.” Mat. 24: 37-39.
¿Quién puede contemplar hoy a la humanidad sin sentir la
convicción de que este texto se está cumpliendo? Fuerte es la
corriente que arrastra a la gente hacia el mundo, y lejos de
Dios; pero se nos invita a velar y orar, para que aquel día que
se acerca no nos halle sin preparación.

“¿SOY YO GUARDA DE MI HERMANO?” Una escena nocturna cerca


del Támesis, Londres.

3. Señales en el Mundo Industrial


Las condiciones industriales de hoy contribuyen a la “an-
gustia de gentes.” Por la palabra de profecía, el Señor predijo
hace mucho estas condiciones, dando, al mismo tiempo, aviso
a los ricos negligentes, y a los trabajadores pobres, una
amonestación de no contender por las cosas de este mundo,
porque el Juez está a la puerta. La profecía, como se verá, se
refiere específicamente a las condiciones de los últimos días.
“Ea ya ahora, oh ricos, llorad aullando por vuestras mise-
rias que os vendrán. Vuestras riquezas están podridas: vuestras
ropas están comidas de polilla. Vuestro oro y plata están
El Significado de las Condiciones del Tiempo Actual 111
corrompidos de orín; y su orín os será en testimonio, y comerá
del todo vuestras carnes como fuego. Os habéis allegado tesoro
para en los postreros días. He aquí, el jornal de los obreros que
han segado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido
pagado de vosotros, clama; y los clamores de los que habían
segado, han entrado en los oídos del Señor de los ejércitos.
Habéis vivido en deleites sobre la tierra, y sido disolutos;

EL JOVEN RICO “Vende lo que tienes, y dalo a


los pobres, y tendrás tesoro
en los cielos.” Mateo 19: 21.

habéis cebado vuestros corazones como en el día de sacrificios.


Habéis condenado y muerto al justo; y él no os resiste.
“Pues, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Se-
ñor. Mirad como el labrador espera el precioso fruto de la tie-
rra, aguardando con paciencia, hasta que reciba la lluvia tem-
prana y tardía. Tened también vosotros paciencia; confirmad
vuestros corazones: porque la venida del Señor se acerca.
Hermanos, no os quejéis unos contra otros, porque no seáis
112 Nuestro Siglo a la Luz Profética
condenados; he aquí, el Juez está delante de la puerta.” San-
tiago 5: 1-9.
No es necesario argüir que las cosas de que trata la profecía
están ahora sumiendo al mundo en perplejidad siempre cre-
ciente. Citamos tan sólo dos declaraciones, de hombres que no
están empeñados en la agitación, sino que, con calma y re-
flexión, anotan los signos de los tiempos.
Lord Avebury (Sir John Lubbock), escribió hace unos años
en la Review of Internationalism.
“La religión de Europa no es el cristianismo, sino el culto al dios
de la guerra... A menos que se haga algo, empeorará la condición de
los pobres en Europa. De nada sirve que cerremos los ojos. Puede ser
que la revolución no venga pronto, ni probablemente en nuestro
tiempo, pero vendrá, y lo segurísimo es que habrá una explosión
jamás vista en el mundo.”
Del rápido desarrollo del descontento y su propaganda, el
Sr. Federico Townsend Martín, de Nueva York, escribió:
“Hace cincuenta años casi no se oía voz alguna de protesta; en
realidad apenas si había algo contra qué protestar. Hace veinticinco
años, la protesta era clara y distinta y la comprendíamos. Diez años
ha, la protesta hallaba expresión en una docena de publicaciones
semanales; pero hoy día la protesta circula no en centenares ni
millares de ejemplares impresos de libros, libelos, revistas y diarios,
sino que, realmente, éstos se cuentan por millones.
“Esta propaganda de protesta tiene sus diarios distintivos, pu-
blicados con este propósito, y solamente con este propósito. Tiene
sus revistas y decenas de millares de periódicos semanales. Sólo un
insensato se mofa de semejante volumen de publicidad...
“Las advertencias que centenares de nosotros proclamamos
pueden ser ignoradas. El despilfarro puede proseguir, las bacanales
pueden prolongarse, pueden los pobres tener que retorcerse bajo el
férreo talón del rey del hierro, la danza de muerte puede proseguir
hasta que cese el baile de la sociedad, y entonces el Vesubio, del
mundo proletario vomitará su lava de muerte y destrucción.”—
Hearst’s Magazine, septiembre de 1913.
Así desfallecen los corazones “a causa del temor y expecta-
ción de las cosas que sobrevendrán a la redondez de la tierra.
Mas, aunque abunda la creciente “angustia de gentes,” el Señor
envía el consolador y tranquilizador mensaje de que pronto
vendrá Cristo para acabar con el reinado del pecado y de la
contienda. Quiere que sus hijos mantengan resplandeciente la
luz del evangelio, y le aguarden con paciencia.
El Significado de las Condiciones del Tiempo Actual 113
4. El Gran Movimiento Misionero
La profecía del Salvador, referente a las señales de su se-
gunda venida, pone la obra de la evangelización mundial como
señal culminante. Esta obra, en sí misma, es un alegre indicio
del fin inminente, una brillante señal de esperanza en un mundo
que sufre. Él dijo: “Será predicado este evangelio del reino en
todo el mundo, por testimonio a todos los gentiles; y entonces
vendrá el fin.” Mateo 24: 14.
Antes del fin, la luz del evangelio había de resplandecer en
todo rincón obscuro de la tierra. Fiel a la segura palabra de
profecía, cuando empezaron los últimos días, “el tiempo del
fin,” surgió el gran movimiento de las misiones modernas que
constituyó una de las prominentes características del siglo
pasado. A continuación apuntamos unos cuantos datos que
demuestran los progresos misioneros de un solo siglo:
“En 1800 se contaban siete sociedades misioneras para los países
extranjeros. En 1900, se contaban más de quinientas.
“En 1800, los ingresos de aquellas siete sociedades ascendían a
unos $ 50.000 (oro). En 1900, los ingresos pasaban de 15.000.000 de
dólares.
“En 1800, el número de comulgantes nativos matriculados en los
registros de iglesia de las misiones protestantes, era de 7.000. En
1900 había 1.500.000.
“En 1800, se estimaban en 15.000 los adherentes de las iglesias
protestantes en los países paganos. En 1900, llegaban a 3.500.000.
“En 1800, sólo un quinto de la familia humana tenía la Biblia en
idiomas que pudiera leer. En 1900, nueve décimos de los habitantes
del mundo tenían la Palabra de Dios en idiomas y dialectos que les
eran conocidos.”
Desde 1900, el movimiento misionero ha aumentado nota-
blemente en alcance y actividad. Se estima que ahora hay al-
rededor de 22.000 misioneros en los campos extranjeros, con
muchos millares de evangelistas y ayudantes nativos prepara-
dos.
La profecía se está cumpliendo ante nuestros ojos. No es la
conversión del mundo lo que predijeron las palabras de Cristo,
sino la evangelización del mundo; y cuando todo el mundo
haya oído el evangelio del reino, “entonces vendrá el fin.”
Otra profecía—la de Apocalipsis 14: 6-14—nos muestra
que la fase final de este movimiento misionero de extensión
.

LA HORA FINAL
“Es ya la hora postrera” 1 Juan
2: 18, V. M.
Despide el sol sus últimos fulgores
Y pronto, el febril toque de queda
De una campana a otra volará.
¡Hermanos, esta hora es la final!
En esta breve hora ha de hacerse
La obra, durante siglos descuidada,
De proclamar el Nombre salvador
A todos los perdidos por doquiera.
Reseca está la mies. ¡Oh, rezagados
Segadores, llorad, que muchas haces
Dejasteis perder antes del ocaso,
En vuestras horas de ociosidad!
Oímos ya los pasos del Maestro
iOh, trabajemos mientras que podemos
Pues su amor nos constriñe y fortalece!
¡Hermanos, esta hora es la final!
C. THWAITES, Trad


LA PUESTA DEL SOL En esta breve hora ha de hacerse La
obra, durante siglos descuidada.”
El Significado de las Condiciones del Tiempo Actual 115
mundial ha de ser la proclamación del especial mensaje evan-
gélico de preparación para la venida del Señor, invitando a
todos los hombres a adorar a Dios y guardar sus mandamientos
y amonestándoles contra las tradiciones humanas que anulan
la Palabra de Dios.
Con la entrada de esta generación, ha llegado también un
mensaje tal, en el despertar y progreso del movimiento adven-
tista, expresándose la importancia del mensaje en el lenguaje
mismo de la profecía—“Temed a Dios, y dadle honra; porque
la hora de su juicio es venida.” Apocalipsis 1.4: 7. Y el movi-
miento se está extendiendo rápidamente “a toda nación y tribu
y lengua y pueblo.” De esta manera, en visión oyó el profeta
de Patmos el mensaje dado y vió a Cristo venir en las nubes de
los cielos para segar la mies de la tierra, después que aquel
pregón amonestador llegara hasta todas las naciones.
“A las Puertas”
Acerca del principio de las señales especiales de los
últimos días, Cristo dijo:
“Cuando estas cosas comenzaren a hacerse, mirad, y levan-
tad vuestras cabezas, porque vuestra redención está cerca.”
Lucas 21: 28.
Pero, acerca del tiempo en que estas señales se vieran,
cumplidas todas o en vías de cumplirse, el Salvador dijo:
“De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama se
enternece, y las hojas brotan, sabéis que el verano está cerca.
Así también vosotros, cuando viereis todas estas cosas, sabed
que está cercano, a las puertas. De cierto os digo, que no pasará
esta generación, que todas estas cosas no acontezcan. El cielo
y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán.” Mateo 24:
32-35.
En esta generación vemos estas cosas. Por todas partes en
torno nuestro, han aparecido las señales. Sabemos, pues, por la
palabra que no pasará, que por fin ha llegado la generación que
ha de ver al Salvador venir en poder y grande gloria. “Del día
y hora nadie sabe”, pero podemos saber “que está cercano, a
las puertas,” el día en que se concentrara la esperanza de los
santos de Dios durante todos los siglos.
FELIPE Y EL EUNUCO “¿Entiendes lo que lees?”
Hechos 8: 30.
EL PALACIO REAL DE BABILONIA 'E1 Dios del cielo te ha dado reino, poten-
cia, y fortaleza, y majestad.” Daniel 2: 37.

La Profecía Histórica de Daniel VII


Cuatro Grandes Imperios Universales
Parte I
TANTA importancia tiene el que entendamos los aconteci-
mientos que nos conducen hacia el fin, que repetidas veces bos-
queja la permanente palabra profética el curso de la historia de
este mundo, y coloca mojones a lo largo del camino que lleva
al reino eterno.
A la luz de la profecía, vemos la mano de Dios que guía y
rige en toda la historia, fraguando los acontecimientos de tal
manera que lleven a cabo su propósito de acabar con el reinado
del pecado e introducir el reinado de la justicia eterna. Su
palabra profética predice los sucesos de la historia, para que
sepamos que él es el Dios viviente sobre todos, y comprenda-
mos que el propósito divino se ha de cumplir seguramente.
Más arriba del mundo perverso, hay, en el cielo, un Dios que
espera tan sólo el tiempo designado para el cumplimiento de
sus propósitos.
118 Nuestro Siglo a la Luz Profética
“Yo soy Dios, y no hay más, y nada hay a mí semejante;
que anuncio lo porvenir desde el principio, y desde antiguo lo
que aun no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y
haré todo lo que quisiere... Yo hablé, y lo haré venir: helo
pensado, y también lo haré...Mi salud no se detendrá. Y pondré
salud en Sión.” Isaías 46: 9-13.
En el sueño de Nabucodonosor, registrado en el segundo
capítulo del libro de Daniel, el Señor reveló en breve pero grá-
fico bosquejo, el curso de la historia desde el tiempo de Babilo-
nia hasta el fin del mundo. Las cuatro grandes monarquías
universales: Babilonia, Medo-Persia, Grecia y Roma estaban
representadas por las diversas partes de la estatua metálica.
Aquella profecía describía particularmente la división del im-
perio romano en los reinos de la Europa occidental. “En los
días de estos reyes,” declaraba la palabra del Señor, el Dios del
cielo había de establecer su reino, dando así fin a todas las
potencias terrestres.
El capítulo VII nos lleva por el mismo curso de la historia,
mediante una visión que Daniel tuvo de cuatro bestias. Aquí
también se dedica especial atención al cuarto reino; y especial-
mente a su estado dividido, pues los acontecimientos que
habían de ocurrir en ese tiempo son del más profundo interés
para todos los hombres.
En esta visión, vió Daniel cuatro imperios universales, re-
presentados por grandes bestias. Una tras otra se levantaron las
simbólicas fieras, hicieron su obra y dejaron lugar para las
subsiguientes escenas de la historia. El ángel explicó clara-
mente a Daniel el significado de la visión:
“Estas grandes bestias, las cuales son cuatro, cuatro reyes
son, que se levantarán en la tierra. Después tomarán el reino -
los santos del Altísimo, y poseerán el reino hasta el siglo, y
hasta el siglo de los siglos.”
Se trata, pues, necesariamente, de una repetición de la his-
toria de las cuatro monarquías universales examinadas en el
capítulo II, que también termina con el establecimiento del
reino eterno.
Hagamos el paralelo entre la escena presentada al profeta
en visión y los anales de la historia.
Pero antes, notemos algo acerca de la manera en que se
presentaron las grandes bestias en la visión del profeta:
La Profecía Histórica de Daniel VII 119
“Veía yo en mi visión de noche, y he aquí que los cuatro
vientos del cielo combatían en la gran mar. Y cuatro bestias
grandes, diferentes la una de la otra, subían de la mar.”
Repetidas veces, en el lenguaje figurado de la Escritura, se
emplean los vientos como símbolo de las guerras; y el mar o
las aguas, para representar naciones o pueblos. (Véase Jere-
mías 25: 31-33; Apocalipsis 17: 15.) El profeta veía a las na-
ciones entrechocarse en guerras, y de estos conflictos surgían
los reinos descritos en la profecía.
Babilonia
Notemos el cuadro de la profecía y la representación co-
rrespondiente en la historia.
Profecía.—“La primera era como león, y tenía alas de
águila. Yo estaba mirando hasta tanto que sus alas fueron
arrancadas, y fué quitada de la tierra; y púsose enhiesta sobre
los pies a manera de hombre, y fuéle dado corazón de hombre.”
Historia.-—Como el león es el rey de los animales, era
apropiado símbolo para Babilonia, “gloria de los reinos.” Isaías

LA PRIMERA BESTIA “La primera era como león, y tenía


alas de águila.” Daniel 7: 4.
120 Nuestro Siglo a la Luz Profética
13: 19, V. M. Las alas de águila sugieren rapidez de movi-
miento y conquistas de gran alcance. El profeta Habacuc dijo
de Babilonia: “Vendrán de lejos sus caballeros, y volarán como
águilas.” Tal fué la característica de dicho reino, bajo sus
primeros monarcas, pero especialmente bajo Nabucodonosor.
Beroso, el antiguo historiador caldeo, escribió lo que sigue,
acerca de dicho monarca:
“Este rey babilonio conquistó a Egipto, Siria, Fenicia y Arabia,
y sobrepujó en sus hazañas a todos los que reinaron antes de él en
Babilonia.” (Véase Flavio Josefo, “Against Apion,” libro I, párr. 19.)

LA SEGUNDA BESTIA “Y he aquí otra segunda bestia, seme-


jante a un oso.” Daniel 7: 5.

Pero entonces, en el tiempo de la visión de Daniel, el impe-


rio había decaído y se tambaleaba. El corazón de león había
desaparecido, y habían sido arrancadas las alas de águila, y a
los tres años de la visión, Babilonia fué derrocada.
Medo-Persia
Al ver pasar el dominio de Babilonia a la siguiente grande
potencia, el profeta dice:
La Profecía Histórica de Daniel VII 121
Profecía.—“He aquí otra segunda bestia, semejante a un
oso, la cual se puso a un lado, y tenía en su boca tres costillas
entre sus dientes; y fuéle dicho así: Levántate, traga carne
mucha.”
Historia.—Los medos y los persas derrocaron a Babilonia.
Ahora bien, Medo-Persia era un reino dual, siendo al principio
la rama meda la más fuerte, y luego, la persa, la que predominó
bajo Ciro y sus sucesores. Este predominio de un reino sobre
el otro está simbolizado en la profecía por el oso “puesto a un
lado,” hecho que también notaron los escritores de la antigüe-
dad. Esquilo, el poeta griego coetáneo de Persia, escribió:
“Las valientes huestes del Asia,
Guió primero un medo. Las virtudes de su hijo
Afirmaron el imperio...
... El tercero, Ciro, por la fortuna agraciado,
Adornó el trono.”
—“Los Persas.”
La palabra pronunciada en la visión: “Levántate, traga
carne mucha,” describe la historia desde el momento en que
prevaleció el lado persa. Rawlinson dice: “Ciro prosiguió, casi
sin detenerse, una larga carrera de conquistas.”
Formaron alianza contra Persia los tres países siguientes:
Lidia, Egipto y Babilonia (Heródoto 1: 77)'; y, como esas tres
provincias fueron subyugadas, bien pueden estar simbolizadas
por las tres costillas que había en la boca del oso medo-persa.
Grecia
Sin embargo, otro reino había de seguir. El símbolo indica
con particularidad las características de la conquista griega.
Profecía.—“Después de esto yo miraba, y he aquí otra, se-
mejante a un tigre, y tenía cuatro alas de ave en sus espaldas:
tenía también esta bestia cuatro cabezas; y fuéle dada
potestad.”
Historia.—El tercer reino fué Grecia. Bajo Alejandro
Magno, los griegos invadieron el Asia con el ímpetu del salto
del tigre. Y las cuatro alas del tigre deben representar asom-
brosa velocidad. Plutarco habla de la “increíble rapidez” de las
conquistas de Alejandro. Apiano escribió:
122 Nuestro Siglo a la Luz Profética
“El imperio de Alejandro fué espléndido en su magnitud, en sus
ejércitos, en el éxito y rapidez de sus conquistas, y poco le faltó para
ser sin límites ni igual; sin embargo, por lo corto de su duración fué
como un brillante relámpago. Aun cuando fué quebrantado en varias
satrapías, sus partes eran espléndidas”—“History of Rome” prefacio,
párr. 10.
De esta manera el antiguo escritor romano describió la ca-
rrera de Grecia justamente como la representa el símbolo pro-

LA TERCERA BESTIA “Después de esto yo miraba, y he aquí otra,


semejante a un tigre.” Daniel 7: 6.

fético: su rapidez, el gran poderío que obtuviera, la división del


imperio en satrapías, según lo sugerido por las cuatro cabezas
del tigre. De los conflictos que siguieron a la muerte de Ale-
jandro, surgió el cuádruple gobierno del imperio. Rawlinson
dice: “Se reconoció una división en cuatro partes del dominio
de Alejandro.” (Véase “Sixth Monarchy,” cap. III.) La si-
tuación verdadera está mejor representada, como lo dice el Dr.
Alberto Barnes, por “un animal de cuatro cabezas,” justamente
como el símbolo profético la había descrito siglos antes.
La Profecía Histórica de Daniel VII 123
Así el curso del imperio siguió el bosquejo de la
permanente palabra profética de siglo en siglo, sin establecerse
reino permanente alguno hasta que llegue el tiempo en que se
haya de establecer el glorioso reino de Dios.
Roma
Al contemplar el profeta el panorama de la historia predi-
cha en símbolos, que pasaba ante su vista, dijo:

LA CUARTA BESTIA '‘Después de esto miraba yo en las visiones


de la noche, y he aquí la cuarta bestia,
espantosa y terrible, y en grande manera
fuerte.” Daniel 7: 7.

Profecía.—”Después de esto miraba yo en las visiones de la


noche, y he aquí la cuarta bestia, espantosa y terrible, y en
grande manera fuerte; la cual tenía unos dientes grandes de
hierro: devoraba y desmenuzaba, y las sobras las hollaba con
sus pies: y era muy diferente de todas las bestias que habían
sido antes de ella, y tenía diez cuernos. Estando yo contem-
plando los cuernos, he aquí que otro cuerno pequeño subía entre
ellos, y delante de él fueron arrancados tres cuernos de los
ROMA A ORILLAS DEL TÍBER El palacio de los Césares se ve a
la izquierda sobre la colina.
La Profecía Histórica de Daniel VII 125
primeros; y he aquí, en este cuerno había ojos como ojos de
hombre, y una boca que hablaba grandezas.”
Historia.—Así como el hierro de la estatua del sueño de Na-
bucodonosor representaba apropiadamente la “férrea monar-
quía de Roma,” así, también aquí, la bestia terrible, con sus
dientes de hierro, no puede ser otra que Roma, que siguió a Gre-
cia en el dominio mundial. De todas las bestias de la serie
profética, fué la más poderosa y avasalladora. Un autor católico

BATALLA DE ZANA EN 202 ANT. DE J. C. Por la cual Roma quebrantó el


poderío de Cartago, su rival, y

romano, el cardenal Manning, condensa en un párrafo la co-


rrespondencia de la historia con la semblanza de la profecía:
“Las legiones de Roma ocuparon la circunferencia del mundo.
Las carreteras militares que salían de Roma atravesaban toda la
tierra; el mundo entero estaba, por decirlo así, mantenido en paz y
tranquilidad por la presencia universal de este poderoso imperio
pagano. Fué ‘espantoso en gran manera,’ según las profecías de
Daniel; y fué, por así decirlo, de hierro, mientras abatía y sojuzgaba
las naciones.”—“The Temporal Power of the Pope” (Londres,
1862), p. 122.
126 Nuestro Siglo a la Luz Profética
Hasta aquí todo símbolo de la visión del profeta halla su
contraparte exacta y clara en la historia. Cierto autor que vivió
en el siglo III, en los días de la Roma imperial, se regocijó al
ver cuán exactamente la profecía se estaba cumpliendo. Hipó-
lito (reputado santo por la iglesia católica) escribió:
“¡Regocíjate, bienaventurado Daniel! ¡No estuviste en
error! Todas estas cosas acontecieron. Además, nos hablaste de
la bestia, espantosa y terrible. Tiene dientes de hierro y garras
de metal; devoraba y desmenuzaba, y hollaba las sobras con
sus pies. Ya rige el hierro; ya subyuga y desmenuza; ya trae a
sujeción a los rebeldes; ya vemos estas cosas nosotros mismos.
Ahora glorificamos a Dios, estando instruidos por ti.”—
“Treatise on Christ and Antichrist,” sec. 33.
Ahora el bosquejo profético llega al tiempo de la división
del imperio romano, enumerando acontecimientos del más in-
tenso interés personal para nosotros en la actualidad.
Parte II
El Cuarto Reino y el “Cuerno Pequeño”
La cuarta gran monarquía, la Roma imperial, con los suce-
sos que la habían de seguir, atrajo la ansiosa investigación del
profeta. Dice:
“Entonces tuve deseo de saber la verdad acerca de la cuarta
bestia, que tan diferente era de todas las otras, espantosa en
gran manera, que tenía dientes de hierro, y sus uñas de metal,
que devoraba y desmenuzaba, y las sobras hollaba con sus pies:
asimismo acerca de los diez cuernos que tenía en su cabeza, y
del otro que había subido, de delante del cual habían caído tres:
y este mismo cuerno tenía ojos, y boca que hablaba grandezas,
y su parecer mayor que el de sus compañeros. Y veía yo que
este cuerno hacía guerra contra los santos, y los vencía, hasta
tanto que vino el Anciano de grande edad, y se dio el juicio a
los santos del Altísimo; y vino el tiempo, y los santos
poseyeron el reino.”
El profeta quería saber la verdad acerca de ello; y el ángel
se la dijo. En primer lugar, el ángel dijo:
La Profecía Histórica de Daniel VII 127
“La cuarta bestia será un cuarto reino en la tierra, el cual
será más grande que todos los otros reinos, y a toda la tierra
devorará, y la hollará, y la despedazará.”
El cuarto reino, como hemos visto, era Roma. Como dijo
de este imperio el cardenal Manning: “Fué ‘espantoso en gran
manera,’ según las profecías de Daniel; y fué, por así decirlo,
de hierro, mientras abatía y sojuzgaba a las naciones.”
De los diez cuernos que se elevaron de este cuarto gran
imperio, el ángel dijo:
“Los diez cuernos significan que de aquel reino se levanta-
rán diez reyes; y tras ellos se levantará otro, el cual será mayor
(diferente, V. M.) que los primeros, y a tres reyes derribará.”
Miramos en la historia del imperio romano, ¿y qué vemos?
—Precisamente el cuadro de la profecía. Vemos que el imperio
romano de occidente se divide en reinos menores. Vemos a los
pueblos bárbaros del norte invadir el imperio, despedazándolo
y estableciendo dentro de sus confines los varios reinos
representados hasta hoy por los reinos de la Europa Occidental.
Y, al escudriñar la historia en este punto, vemos cierta-
mente “otro cuerno pequeño,” otra potencia, elevarse de entre
los cuernos que representan los reinos de la Roma dividida: un
reino, pero un reino “diferente” de los demás. La obra de esta
potencia atrajo la atención del profeta; y es de la mayor im-
portancia que nosotros también la examinemos atentos, para
ver qué lección tiene para nosotros la profecía divina.
Descripciones Proféticas e Históricas del “Cuerno
Pequeño”
Tal es claramente el cuadro presentado por el profeta, según
lo volvemos a ver al observar más detenidamente los detalles.
El profeta contempló la división del imperio romano en rei-
nos menores. Luego, vió la potencia representada por el cuerno
pequeño, surgir de entre estos diez reinos, subyugar tres, de
ellos, hablar grandezas y hacer guerra contra los santos de
Dios- Había de ser, pues, una potencia religiosa que reinara
entre los reyes de la tierra y pretendiera al dominio religioso
sobre la fe y conciencia de los hombres. “Este cuerno hacía
guerra contra los santos y los vencía.”
INVASIÓN DEL IMPERIO ROMANO POR LOS HUNOS “Vemos a los pueblos bárbaros del norte invadir el imperio, despe-
dazándolo y estableciendo dentro de sus confines los varios reinos
representados hasta hoy por los reinos de la Europa Occidental.”
La Profecía Histórica de Daniel VII 129
Investigamos la historia y esto es lo que claramente aparece:
Vemos, tal cual está descrito en la profecía, un tiempo en
que diez reinos contemporáneos abarcaban el territorio del im-
perio romano del occidente. Justamente allí, vemos al papado
romano asumir la supremacía religiosa y eclesiástica. Vemos a
tres de los diez reinos derribados por su influencia, “arranca-
dos,” por ser arrianos o heréticos. Y, al escudriñar la historia,
encontramos a esta potencia haciendo “guerra contra los
santos” y prevaleciendo contra ellos durante largos siglos.
Cierto autor católico romano la describe en un párrafo:
“Largos siglos ha, cuando Roma, por la negligencia de los empe-
radores occidentales, fué dejada a merced de las hordas bárbaras, los
romanos se dirigieron a un personaje para ayuda y protección, y le
pidieron que los gobernase; y así, de esta sencilla manera, con el
mejor título a todo derecho regio, comenzó la soberanía temporal de
los papas. Y, ascendiendo humildemente al trono de César, el vicario
de Cristo empuñó el cetro ante el cual los emperadores y reyes de
Europa habían de postrarse en reverencia durante tantos siglos.”—
Rev. Santiago P. Conroy, en la American Catholic Quarterly Review,
de abril de 1911.
Miramos de nuevo el cuadro representado en la profecía.
Luego nos volvemos hacia la historia; y precisamente dónde y
cuándo vió el profeta surgir el “cuerno pequeño,” vemos al pa-
pado romano elevarse a la supremacía. Vemos a esta potencia
eclesiástica empuñando un cetro regio entre los reinos de la
Roma dividida, ensalzándose sobre ellos y pareciendo “mayor
que sus compañeros.” La oímos hablar grandezas, y la vemos
hacer guerra contra los santos.
No hay en la historia evidentemente otra potencia que se
levante en aquel tiempo y lugar y sugiera la menor correspon-
dencia con la profecía. En todos sus pormenores, el papado
romano corresponde a la descripción profética.
El bosquejo profético nos ha llevado hasta el surgimiento
de la gran apostasía, de la cual trata tan extensamente la pro-
fecía del Nuevo Testamento; pero en esta profecía del capítulo
VII de Daniel, hay especificaciones adicionales que demandan
un breve estudio.
LEVANTAMIENTO DEL SITIO DE ROMA, 538 DE J. C. Aplastante derrota de los godos por los ejércitos de Justiniano,
que hizo subir a Vigilio al solio pontifical, bajo la protección
militar de su famoso general Belisario.
SAN PEDRO Y EL VATICANO La magnífica sede del
sistema papal.

Los 1260 Años de la Profecía de Daniel


Compendiándola en treinta y siete palabras, el ángel que
interpretó la visión que tuvo Daniel del pequeño cuerno, nos
relata así la historia de las obras del papado romano durante
siglos:
“Hablará palabras contra el Altísimo, y a los santos del Al-
tísimo quebrantará, y pensará en mudar los tiempos y la ley: y
entregados serán en su mano hasta tiempo, y tiempos, y el me-
dio de un tiempo.” Daniel 7: 25.
El espíritu de esta apostasía existía ya en los días apostó-
licos. “Ya está obrando el misterio de iniquidad,” dijo el
apóstol Pablo. 2 Tesalonicenses 2: 7. Y esta potencia ha de
continuar obrando hasta el fin, cuando será destruida por el
resplandor de la venida de Cristo. Vers. 8.
Un Período Profético
Pero, conforme a la palabra del ángel dada a Daniel, había
de haber un período durante el cual, en un sentido especial, el
papado habría de ejercer supremacía sobre los santos y los
tiempos y leyes del Altísimo.
132 Nuestro Siglo a la Luz Profética
“Entregados serán en su mano hasta tiempo, y tiempos, y el
medio de un tiempo.” En las Escrituras, la palabra “tiempo,”
empleada de esta manera, significa un año: “Al fin de los tiem-
pos, años.” Daniel 11: 13, margen. Por tanto, un tiempo (un
año) y tiempos (dos años), y el medio de un tiempo (medio
año), significan tres años y medio. Este mismo período está
mencionado dos veces en el capítulo 12 de Apocalipsis; en una
(Vers. 14), como “un tiempo, y tiempos y la mitad de un tiempo”
y en la otra (Vers. 6), como “mil doscientos y sesenta días.”

Pero en las representaciones simbólicas del tiempo en la


profecía, un día representa un año (véase Ezequiel 4: 5, 6, y
otros pasajes). Así que la profecía predecía un largo período de
1260 años, durante el cual había de prevalecer la supremacía
papal.
Ahora tal vez preguntemos: ¿Cuándo había de empezar
esta supremacía? ¿Qué había de indicar el ensalzamiento del
papado a la supremacía y qué sucesos señalan el fin de los 1260
años?
Un Punto Decisivo en la Historia
La respuesta que da la historia a la voz de la profecía es
clara.
El siglo VI fué un período decisivo en la historia del mundo.
Los obispos de Roma habían venido afirmando las pretensio-
nes de aquella sede sobre todas las demás. El emperador del
Oriente era Justiniano, y de éste y de su tiempo, Bury dice:
“Bien puede comparársele a un Jano colosal, con un pie en el
mundo antiguo y otro en el medioeval... Sus hazañas militares de-
cidieron el curso de la historia en Italia y afectaron el desarrollo de
la Europa Occidental; ... y su autoridad eclesiástica influyó sobre el
lejano porvenir de la cristiandad.”— “History of the Later Román
Empire” Tom. I, pp. 351-353.
De este punto decisivo en la historia del mundo, Finlay
dice:
“Los cambios de siglos pasaron en rápida sucesión ante los ojos
de una generación.”—“Greece under the Romane,” p. 231.
Justamente aquí encontramos al papado elevado definitiva-
mente a su reconocida supremacía. La Roma imperial había
Los 1260 Años de la Profecía de Daniel 133
ya dejado su antigua sede al papado, puesto que el trono impe-
rial ya no estaba en Roma. Se había dejado al obispo de Roma
como principal figura en la antigua sede de los Césares. La
profecía de Apocalipsis 13: 2 había dicho, al hablar de la rela-
ción del antiguo poder imperial con el papado: “El dragón le
dió su poder, y su trono, y grande potestad.” Puesto que le ha-
bía dado el trono, la Roma imperial había luego de tributar a la
Roma papal el reconocimiento definido de su poder supremo y
“grande potestad.”
La Supremacía Papal Reconocida Oficialmente
En el año 533 de nuestra era, el emperador Justiniano pro-
mulgó una proclama con vigor de decreto imperial, en la que
reconocía la absoluta jefatura del obispo de Roma sobre las
iglesias. Decía así:
“Nos hemos apresurado a someter todos los sacerdotes del impe-
rio de Oriente a la sede, de vuestra santidad y a unirlos con ella. Pues
no podemos permitir que nada de lo que se refiere a la situación de
las iglesias, por muy claro que se presente y por escaso lugar que dé
a dudas, suceda sin que de ello se entere también vuestra santidad,
cabeza de todas las iglesias. Pues de todo nos valemos (como ya lo
hemos dicho) para aumentar con diligencia la honra y la autoridad de
vuestra sede.”—Cod. Justin., libro I, título I, Baronii “Anuales
Ecclesiastici” Tom. VII, año 533, sec. 12.
De este decreto (pues en realidad esto es lo que constituía
dicha proclama), las autoridades romanas hacen datar el reco-
nocimiento oficial de la supremacía del papado. Algunos han
tomado por punto de partida un decreto posterior, dado por el
emperador Focas (en 606 de J. C.). Pero el Dr. Croly dice:
“Las más altas autoridades, entre los jurisconsultos y cronistas
de Roma, desechan la idea de que Focas fuese el fundador de la
supremacía de Roma, e indican a Justiniano como única fuente le-
gítima y apropiadamente fechan el título con el año memorable de
533.”—“The Apocalypse of St. John” pp. 172, 173.
La Espada del Imperio Abre el Camino
La “grande potestad” había sido reconocida. Pero en aquel
tiempo las heréticas potencias arrianas asediaban la sede pa-
pal. Los vándalos arrianos perseguían a los católicos en el
África, Córcega y Cerdeña, y un rey godo arriano regía a Italia
desde Ravena, su capital. Las armas imperiales, sin embargo,
134 Nuestro Siglo a la Luz Profética
estaban al servicio de la ortodoxia. De 533 a 534, el famoso
general de Justiniano, Belisario, derrotó a los vándalos. Tam-
bién en Italia, se guerreó por la fe y el imperio, contra los godos
arrianos. En 536, Belisario, sin encontrar oposición, entró en
Roma a invitación del papa. Pero al año siguiente, los godos
reunieron otra vez todas sus fuerzas para recuperar la ciudad.
Aquello fué una crisis en la lucha por Italia. “Si un solo puesto

ENTRADA DEL PAPA EN LA IGLESIA DE A la derecha se puede ver la


SAN PEDRO DESDE EL VATICANO famosa estatua de San Pedro.

hubiese cedido—dice Gibbon—los romanos y Roma misma se


habrían visto irremediablemente perdidos.” Los godos se re-
tiraron, derrotados, en 538; y esta derrota, dice Hodgkin, cavó
“la tumba de la monarquía gótica en Italia.”
Aunque el conflicto prosiguió durante años, antes de que
los godos quedaran desarraigados, esta derrota de 538 fué la
hora decisiva de su historia. Finlay dice:
“Con la conquista de Roma por Belisario, la historia de la
ciudad antigua puede considerarse como terminada, y con su
defensa contra
Los 1260 Años de la Profecía de Daniel 135
Vitiges (538) empieza la historia de la Edad Media.”—“Greece
under the Romans, p. 295.
Hablando en general, la Edad Media y la edad de la supre-
macía y poder papales fueron la misma.
Un Nuevo Orden de Papas
No sólo fué dado este golpe decisivo por la espada imperial
en 538, contribuyendo a abrir el camino ante el papado, sino que
al mismo tiempo el primer papa de un nuevo orden fué colocado

EL VATICANO Visto desde el domo de la


iglesia de San Pedro.
sobre el trono papal por las armas imperiales. El papa Silverio,
acusado de simpatizar con los godos, fué depuesto por
Belisario en 537. El emperador intervino, y la cuestión de la
validez de esta deposición fué sostenida por el emperador hasta
538. En aquel año, como dice Schaff:
“Vigilio, dócil hechura de Teodora, ascendió a la silla papal bajo
la protección militar de Belisario (538-554).”—“History of the
Christian Church” Tom. III, p. 327.
Con él empieza un nuevo orden. Aunque personalmente
fuera humillado por las exigencias del emperador, y el papado
136 Nuestro Siglo a la Luz Profética

LA FAMOSA ESCALERA SAGRADA DE ROMA Allí Lutero, mientras subía por


ella de rodillas, oyó el mensaje:
“El justo vivirá por la fe.”

mismo se hallara reducido a un estado de sujeción que no había


conocido ni aun bajo los heréticos reyes godos, este uso
arbitrario que de la prerrogativa papal hiciera Justiniano,
Los 1260 Años de la Profecía de Daniel 137
fortaleció la idea de que el papa de Roma era autoridad
suprema en la religión, para hablar por la iglesia universal. En
el libro de texto de Bemont y Monod, titulado “Medieval
Europa” (la Europa Medioeval), p. 120, leemos:
“En los martirologios, son declarados santos todos los papas hasta
el siglo VI. Vigilio (537*-555) es el primero de una serie de papas
que ya no llevan ese título, el cual, desde entonces es conferido con
parsimonia. Desde aquel tiempo en adelante, los papas envueltos
cada vez más en acontecimientos mundanales, ya no pertenecen sólo
a la iglesia, sino que son hombres de estado y por tanto príncipes del
estado.”
Una Potestad Perseguidora
Después de Vigilio, vino Pelagio I (556-560), quien ascen-
dió al trono con “la ayuda militar de Narses,” entonces general
imperial en Italia. Y Pelagio, que había sido elevado a la sede
pontificia por el poder imperial, pidió que se empleara la
espada del imperio contra los obispos o miembros de la iglesia
que no quisieran ceder a la autoridad del papa. Sus cartas sobre
este asunto “son una incalificable defensa de los principios de
persecución.” (Véase “Dictionary of Chiistian Biography,” por
Smith y Wace, art. “Pope Pelagius.”)
La profecía declaraba que el papado tendría supremacía es-
pecial durante un período de 1260 años.
En 533 de nuestra era, llegó la memorable declaración
imperial que reconocía aquella supremacía, y en 538 sobrevino
el golpe de la espada de Roma que abría el camino, empezando
entonces un nuevo orden de papas—“hombres de estado, y por
tanto, príncipes del estado.”
De esta manera, acontecimientos decisivos señalan clara
mente el principio del período profético de los 1260 años. Y
justamente 1260 años después del decreto de 533, que recono-
cía la supremacía papal, vino un decreto, en 1793, dirigido con-
tra aquella supremacía, y precisamente 1260 años después que
fuera dado en Roma en favor del papado, aquel golpe de espada,
fué dado en Roma otro golpe de espada contra el papado.

* La fecha exacta sería 538, según se da en la cita de la historia de Schaff.


“Desde la muerte de Silverio (junio de 538) datan los escritores católicos roma-
nos el pontificado de Vigilio.”—“History of the Popes,” under year 538.
TOMA, DE LA. BASTILLA EN PARÍS Acontecimiento de la Revolución
francesa que señaló el fin del
poder autocrático.
PRISIÓN DEL PAPA Esto se efectuó por el general
francés Berthier, en 1798.

La Aurora de una Nueva Era


El Fin de los 1260 Años
Así como la generación que vió a la potencia papal exal-
tarse a la supremacía, fué un punto decisivo en la historia del
mundo, así también lo fué la generación que vió llegar a su fin
los 1260 años de esa supremacía.
La línea indicadora de la profecía va más allá de fecha a
fecha. Enlaza dos grandes crisis de la historia humana, ten-
diendo los acontecimientos de la primera a establecer el domi-
nio papal sobre los hombres, y señalando los sucesos de la se-
gunda un quebrantamiento de aquellas cadenas.
Una Crisis Histórica
La supremacía papal fué alcanzada en el tiempo del cual
Finlay dice: “Los cambios de los siglos pasaron en rápida su-
cesión ante la vista de una generación.” La línea indicadora
de los 1260 años recorre los siglos hasta que su fin alcanza
otra época de crisis—en la cual Europa se halla presa de las
140 Nuestro Siglo a la Luz Profética
convulsiones de la Revolución Francesa, y en la que se
produjeron a la vista de los hombres en el espacio de unos
pocos años, transformaciones que ordinariamente requerirían
siglos. Lamartine dijo así de aquel tiempo:
“Estos cinco años son cinco siglos para Francia.”—“History of
the Girondists,” libro LXI, sec. XVI (Ton. III), p. 544.
Y los acontecimientos de aquellos tiempos proclamaron que
por fin había terminado el período profético de la supremacía
papal.
De esta manera, en el año 533 de nuestra era se promulgó
el notable decreto en que el poderoso sostenedor del papado
reconociera la supremacía de éste; y luego, en 538, aquel golpe
decisivo de espada en Roma, que abriera el camino para un
nuevo orden de papas-reyes.
Exactamente 1260 años más tarde, en 1793, se promulgó
el notable decreto de un tiempo poderoso sostén del papado,
Francia—“la primogénita de la iglesia”—tendiendo a abolir la
iglesia y la religión, seguido por un golpe decisivo de espada
en Roma contra el papado, en 1798.
Significativos Acontecimientos de la Revolución Francesa
Del decreto de 1793, W. H. Hutton dice:
“El 26 de noviembre de 1793, la Convención, de la cual diecisiete
obispos y otros miembros del clero eran miembros, decretó la aboli-
ción de toda religión.”—“Age of Revolution” p. 156.
El frenesí de los días del Terror ofreció el espectáculo de
la ultrajada humanidad, aguijoneada hasta la desesperación por
siglos de opresión en nombre de la religión y del derecho
divino, levantándose y quebrantando furiosamente toda res-
tricción. Como el papado representaba para el pueblo la reli-
gión, ciegamente hirieron las turbas a la religión misma y a
Dios, en cuyo nombre la iglesia católica había venido haciendo
su cruel obra al través de los siglos.
En la profecía de Apocalipsis 11: 3-13, se hace específica
referencia a estos acontecimientos de los días de desenfreno de
la Revolución Francesa, indicando que ocurrirían al final del
La Aurora de una Nueva Era 141
período profético de los 1260 años. El cuadro profético era
tan claro, que más de cien años antes del tiempo, Jurieu, emi-
nente francés estudiante de la profecía, escribió que no le
cabía “duda de que sería Francia,” la principal sostenedora
del papado, quien habría de sacudir como terremoto a la gran
ciudad babilónica espiritual. El escribió de Francia, una de
las diez partes de la Roma dividida, lo que sigue:
“Esta décima parte de la ciudad caerá con respecto al papado;
romperá las relaciones con Roma y la religión romana.”—“The
Accomplishment of the Prophecies” (Londres, 1687), parte II, p. 265.
Y así aconteció. El movimiento se extendió mucho más
allá de Francia. El canónigo Trevor dice de la ola de rebelión
contra el absolutismo que pasó sobre Europa:
“Es digno de observación el hecho de que sólo aquellas naciones
que se habían separado del papado, pudieron resistir la marea.
Todo trono y toda iglesia, sin excepción, que reconocían la supremacía
de Roma, fueron postrados en el polvo.”—“Rome and Its Papal
Rulers,” p. 436.
El decreto de la Convención Francesa en 1793 fué
seguido del golpe de espada en Roma en 1798. La historia
completa nos la da en el menor número posible de palabras
un escritor jesuita, el Rev. José Rickaby:
“Cuando, en 1797, el papa Pío VI cayó gravemente enfermo,
Napoleón dió órdenes para que, en caso de que muriera, no se eli-
giera sucesor para su oficio, sino que se aboliese el papado.
“Pero el papa se restableció. No tardó en ser quebrantada la
paz; Berthier entró en Roma el 10 de febrero de 1798 y proclamó
la república. El anciano pontífice rehusó violar su juramento reco-
nociéndola, y fué llevado de cárcel en cárcel por Francia. Que-
brantado de fatiga y tristeza, murió el 19 de agosto de 1799, en la
fortaleza francesa de Valencia (Delfinado), a la edad de 82 años.
No es extraño que media Europa creyera que se habría de obedecer
al veto de Napoleón, y que, junto con el papa, el papado hubiera
muerto.”—“The Modern Papacy,” p. 1 (Catholic Truth Society,
London).
Estos acontecimientos de la Revolución Francesa seña-
laron el fin del período profético de la supremacía papal. El
golpe de espada en Roma fué dado en 1798, justamente 1260
años después del año 538, cuando la espada del imperio dió el
142 Nuestro Siglo a la Luz Profética
golpe decisivo contra los godos en Roma, y preparó el camino
para el nuevo orden de pontífices, regios príncipes de la iglesia
y del estado.
De la condición del papado en aquel tiempo, el canónigo
Trevor dice:
“El papado estaba extinto: no quedaba ni un vestigio de su exis-
tencia; y entre todas las potencias católicas romanas no se levantó ni
un dedo en su defensa. La ciudad eterna ya no tenía ni príncipe ni
pontífice, su obispo era un cautivo moribundo en países extraños; y
un decreto había anunciado ya que no se debía permitir a sucesor
alguno que ocupara su lugar.”—“Rome and Its Papal Rulers,” p.
440.
“No es extraño que media Europa—dice el escritor jesuíta
—creyera que se habría de obedecer al veto de Napoleón, y que
con el papa, el papado hubiera muerto.” Pero añade que “desde
entonces, el papado ha sido exaltado a un pináculo de poder
espiritual,” nunca antes alcanzado.
Conforme a la profecía, el golpe dado al papado por la Re-
volución Francesa no fué, pues, de ninguna manera su fin. Es-
tos acontecimientos proclamaron el fin del período profético
de su supremacía especial. Otra profecía indica claramente que
después de la herida mortal, habría de venir un reaviva- miento
de la influencia del papado, justamente cual lo describe el
escritor católico. El profeta Juan, hablando de esta misma
potencia, dice:
“Vi una de sus cabezas como herida de muerte, y la llaga
de su muerte fué curada: y se maravilló toda la tierra en pos de
la bestia. . . Y adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién es se-
mejante a la bestia, y quién podrá lidiar con ella?” Apocalipsis
13: 3, 4.
Vemos la curación efectuándose aún, con múltiples prue-
bas de que el mundo se maravilla cada vez más en pos del po-
der papal.
Una Nueva Era de Libertad e Ilustración
Con el fin de los 1260 años de supremacía papal, se introdujo
un nuevo orden. El papado había sostenido el absolutismo
tanto en el estado como en la iglesia. Ahora, el poder del abso-
lutismo estaba quebrantado. “La monarquía absoluta—dijo
La Aurora de una Nueva Era 143
Edmundo Burke en aquel tiempo—exhaló su postrer aliento
sin lucha alguna.” Alboreó una nueva era de mayor libertad
religiosa e ilustración, que ha difundido beneficios por todos
los países.
La profecía había dicho del papado, que los santos, tiempos
y leyes del Altísimo habían de ser “entregados en su mano”
durante 1260 años. Según lo predicho en la profecía de Cristo
(Mateo 24: 22), estos días de la tribulación de los santos de
Dios fueron “acortados.” El poder de la Reforma debilitó la
mano opresora, aun antes de terminar el período profético. Y
al acabar por completo los 1260 años, el mundo vió ceder aún
más la presión de la mano papal, y vió a la providencia de Dios
preparando el camino para una proclamación mundial de su
evangelio, proclamación que testificaba contra las
perversiones de la apostasía papal, y devolvía a los hombres la
palabra y las leyes del Altísimo.
Los anales de la historia testifican que este tiempo
profético de los 1260 años de la supremacía papal se cumplió
exactamente. En estas profecías de tiempo que se encuentran
en su Palabra, Dios da la seguridad de que no sólo este
perturbado mundo no ha salido de la dirección de la mano de
su Hacedor, sino de que aun sus tiempos están también en esa
mano poderosa y que cuando se cumpla el tiempo de su
propósito divino, él abreviará seguramente su obra en justicia
y dará fin al reinado del pecado en la tierra.
Así como el período profético de Daniel 7: 25 encuentra su
cumplimiento en la historia del papado, así también, como
veremos, la obra de la iglesia romana corresponde a las demás
especificaciones referentes a las obras, de este “cuerno
pequeño,” de la profecía de Daniel.
LA TRIPLE CORONA La tiara del papa, según una fotogra-
fía sacada en el Vaticano.
MUJERES HUGONOTAS ENCARCELADAS “Otros experimentaron vituperios...
POR SU FE prisiones y cárceles.” Hebreos 11: 36.

La Obra de la Potencia Representada por el “Cuerno


Pequeño”
EL CUADRO profético de la exaltación y obra del “cuerno
pequeño” halla su exacta contraparte en la historia del papado
romano:
El lugar.—El profeta vió al pequeño cuerno elevarse en el
campo del imperio romano. Ese fué el mismo lugar donde apa-
reció la gran potencia del papado, tomando el nombre de romano.
El tiempo — El levantamiento del reino eclesiástico de la po-
tencia representada por el cuerno pequeño, siguió en la profecía
a la división del imperio romano representada por los diez rei-
nos. Y así, justamente, el reino eclesiástico del papado romano
aparece en la historia inmediatamente después de la división
del imperio.
El período de la supremacía.—La profecía señala 1260 años
durante los cuales esta potencia ejercería completa supremacía,
y la historia responde que desde el principio de la supremacía
papal, en los días de Justiniano, un período de 1260 años nos
EL. AMOR DEL PODER “Hablará palabras contra el EL PODER DEL AMOR
Altísimo.” Daniel 7: 25.
La Obra del Cuerno Pequeño 147
trae a los perturbadores acontecimientos de la última década
del siglo XVIII, durante los cuales recibió el papado una herida
mortal.
Nos queda por estudiar otra serie adicional de
especificaciones:
La obra.—Acerca de la naturaleza y obra del poder repre-
sentado por el cuerno pequeño, la profecía declara:
“Hablará palabras contra el Altísimo, y a los santos del Al-
tísimo quebrantará, y pensará en mudar los tiempos y la ley: y
entregados serán en su mano hasta tiempo, y tiempos, y el me-
dio de un tiempo.” Daniel 7: 25.
¿Hallamos en la historia que la iglesia de Roma haya cum-
plido también estas especificaciones? La profecía de la Escri-
tura es un fiel cuadro verbal de las obras de la iglesia romana.
Consideremos los rasgos principales:
1. Habla grandes palabras contra el Altísimo.
2. Quebranta a los santos del Altísimo.
3. Piensa en cambiar los tiempos y las leyes del Altísimo.
Cada detalle de la acusación puede probarse claramente
por el testimonio de fuentes católico-romanas.
“Hablará Palabras Contra el Altísimo”
Mientras Daniel observaba la potencia representada por el
pequeño cuerno, le oyó hablar “grandezas.” El ángel declaró
que estas palabras altisonantes eran, en realidad, dirigidas con-
tra el Altísimo. Y ¿qué podría ser más en contra del honor del
Altísimo que el hecho de que al hombre mortal se le atribuyan
los títulos y atributos de la divinidad? Las siguientes son al-
gunas de las “grandezas”:
“Todos los nombres que en la Escritura se atribuyen a Cristo,
implicando su supremacía sobre la iglesia, se atribuyen también al
papa.”—Bellarmine, “On the Authority of Councils” lib. II, cap.
XVII.
Esta regla ha sido, en realidad, puesta en aplicación durante
siglos. Dice Elliott:
“Mirad los embajadores sicilianos postrados delante de él (el
papa Martín IV), con la exclamación: “¡Cordero de Dios, que quitas
los pecados del mundo!”—“Hora Apocalíptica,” parte IV, cap. V,
sec. II.
CRISTIANOS EN PRISIÓN DEBAJO DEL “A los santos del Altísimo
COLISEO, EN ESPERA DEL MARTIRIO quebrantará." Daniel 7: 25.
La Obra del Cuerno Pequeño 149
“El papa es de dignidad y excelencia tan grandes, que no es me-
ramente hombre, sino casi Dios, y el vicario de Dios (non sit simplex
homo, sed quasi Deus, et Dei vicarias). Sólo al papa se le llama
santísimo, ... monarca divino, supremo emperador y rey de reyes.
... El papa es de tan grande dignidad y poder, que constituye uno y el
mismo tribunal con Cristo (faciat unwn et idem tribunal cum
Christo), de tal manera que cuanto haga el papa parece proceder de
la boca de Dios (ab ore Dei).”—“Prompta Bibliotheca” (Ferraris),
art. “Papa” (obra católica romana, citada por Guinness en su
“Romanism and the Reformation,” p. 16).
Estas no son meramente extravagantes adulaciones de la
Edad Media que repudien los modernos; estos términos expre-
san las inalterables pretensiones doctrinales de la iglesia roma-
na, que ponen al hombre en el lugar de Dios. El papa moderno
León XIII, en una encíclica, fecha del 20 de junio de 1894, re-
pite la pretensión:
“Ocupamos en esta tierra el lugar del Dios todopoderoso.”—
“The Great Encyclical Letters of Leo X1H” (New York, Benziger
Brothers), p. 304-
Así habla el papado “palabras contra el Altísimo.”
“Y a los Santos del Altísimo Quebrantará”
En el curso de la Edad Media, distinguimos la desapiadada
mano de Roma oprimiendo a los sencillos creyentes en la santa
Palabra de Dios. Más cuando los valdenses y otros se levantan
para hacer una extensa obra, como heraldos del alba de la Re-
forma venidera, vemos idearse planes para la destrucción en
masa de los santos de Dios.
El papa Inocente III dió órdenes concerniente a ellos como
sigue:
“Por tanto, por el presente escrito apostólico, os damos una or-
den estricta de que, por cualesquiera medios que tengáis, destruyáis
todas las herejías y expulséis de vuestra diócesis a todos los que estén
contaminados de ellas. Habréis de ejercer el rigor del poder
eclesiástico contra ellos y todos aquellos que se han hecho sospecho-
sos asociándose con ellos. No podrán apelar de vuestros juicios a
otros, y si es necesario, podéis hacer que los príncipes y el pueblo los
supriman por la espada.”—Citado de Migne, 214, col. 71, en
“Source Book for Medieval History” p. 210, de Thatcher y McNeal.
150 Nuestro Siglo a la Luz Profética
A medida que la verdad se diseminó, también duplicó la
iglesia papal sus esfuerzos por fuego y espada. El historiador
Lecky dice:
“El que la iglesia de Roma haya derramado más sangre inocente
que cualquiera otra institución que haya existido jamás en la huma-
nidad, no será puesto en duda por ningún protestante que tenga un
conocimiento competente de la historia. Verdad es que los docu-
mentos recordatorios de muchas de sus persecuciones, escasean
ahora tanto, que es imposible formarse completo concepto de la
multitud de sus víctimas, y es bastante cierto que no hay facultades
de imaginación que puedan adecuadamente darse cuenta de los sufri-
mientos que ellas soportaron.”—“History of the Rise and Influence
of the Spirit of Rationalism in Europe,” Tom. II, p. 82.
Motley, en su obra “Rise of the Dutch Republic” (Historia
de la Fundación de la República de Holanda), parte III, cap. II,
cuenta cómo Felipe II de España—el que declaró que “nunca
consentiría en ser soberano de herejes”—envió al duque de
Alba para subyugar a los Países Bajos:
“Al principio del año, se dictó la más severa sentencia de muerte
que se haya jamás pronunciado desde la creación del mundo. El
tirano romano Nerón deseaba que todos sus enemigos tuvieran las
cabezas en un solo cuello, para cortarlas de un golpe; la Inquisición
ayudó a Felipe a colocar las cabezas de todos sus súbditos de los
Países Bajos sobre un solo cuello con el mismo feroz propósito. El
16 de febrero de 1568, una sentencia del Santo Oficio, condenó a
todos los habitantes de los Países Bajos a muerte por herejes. De esta
condena universal se exceptuaban sólo unas pocas personas, es-
pecialmente nombradas. Una proclama del rey, fechada diez días
más tarde, confirmó este decreto de la Inquisición, y ordenó que
fuese puesto en ejecución inmediata, sin consideración de edad, sexo
ni condición. Esta es probablemente la más concisa sentencia de
muerte que haya sido formulada jamás. En tres renglones, fueron
sentenciados al cadalso tres millones de personas: hombres, mujeres
y niños.”
Los escritores católicos romanos admiten que la iglesia pa-
pal ha tratado de exterminar por el poder de la espada lo que
ella llama herejía.
El Western Watchman, de San Luis, EE. UU., de diciembre
24 de 1908, dice:
La iglesia ha perseguido.... Los protestantes fueron persegui-
dos en Francia y en España con la plena aprobación de las autori-
La Obra del Cuerno Pequeño 151
dades eclesiásticas. Siempre hemos defendido la persecución de
los hugonotes, y a la Inquisición española. Dondequiera y cuando
quiera que se halle un sincero catolicismo, habrá siempre trazada
una clara distinción entre la verdad y el error, entre el catolicismo
y todas las formas del error. Cuando crea conveniente emplear la
fuerza material, lo hará.”
El Prof. Alfredo Baudrillart, rector del Instituto Católico
de París, dice:
“La iglesia católica respeta la conciencia y la libertad... Ella
tiene, y lo proclama en alta voz, “horror a la sangre.” Sin embargo,
cuando se ve frente a la herejía, no se contenta con la persuasión; los
argumentos de orden intelectual y moral le parecen insuficientes, y
recurre a la fuerza, al castigo corporal, a la tortura. Ella crea
tribunales como los de la Inquisición, llama en su ayuda a las leyes
del estado, si es necesario, fomenta una cruzada o una guerra
religiosa, y todo su “horror a la sangre” culmina virtualmente en
instar al poder secular a que la derrame, procedimiento que es casi
más odioso, porque es menos franco, que el de derramarla ella
misma. Obró así especialmente en el siglo XVI con los protestantes.
Sin contentarse con reformar moralmente, predicar por el ejemplo y
convertir a la gente por elocuentes y santos misioneros, encendió en
Italia, en los Países Bajos, y sobre todo en España, las piras
funerarias de la Inquisición. En Francia, bajo Francisco I y Enrique
II, en Inglaterra, bajo María Tudor, torturó a los herejes, mientras que
así en Francia como en Alemania, durante la segunda mitad del siglo
XVI y la primera del XVII, si no las inició realmente, a lo menos
fomentó y ayudó activamente las guerras religiosas.”—“The
Catholic Church, the Renaissance and Protestan- tism” (London,
Kegan Paúl, Trench, Trubner & Co., Ltd., 1908), pp. 182, 183.
Lo ha hecho—la iglesia de Roma ha quebrantado a los
santos del Altísimo. En visión vió el profeta un regio poder
eclesiástico levantarse entre los reinos del imperio romano
dividido. Su apariencia era mayor que la de sus compañeros, y
el profeta le oyó hablar “grandezas” y le vió quebrantar a los
santos del Altísimo durante largos siglos.
“¡Culpable!” es el claro veredicto de la historia contra la
iglesia de Roma en estos dos detalles de la acusación profética.
“Y Pensará en Mudar los Tiempos y la Ley”
La potencia que había de hablar grandes palabras contra el
Altísimo y quebrantar a los santos del Altísimo, había, además,
LA IGNOMINIA DE LAS GUERRAS DE RELIGIÓN Cristo mira los campos de batalla de la historia, en los cuales
se ha dado muerte, en su nombre, a millones de sus seguidores.
La Obra del Cuerno Pequeño 153
en su oposición exaltadora del yo contra Dios, de pretender
echar la mano sobre los tiempos y las leyes—evidentemente
los tiempos y las leyes del Altísimo; porque decir que la tal
potencia pondría las manos sobre las leyes “de los hombres,”
cambiando o desechando la legislación humana, significaría
menos que los relatos que anteceden. Esta tercera
especificación indica una culminación en la acusación. El
poder que se exalta y persigue, había de poner las manos sobre
la misma ley del Altísimo. Este es claramente el mismo poder
a que se refirió el apóstol Pablo, diciendo que sería revelado a
su propio tiempo, elevándose al poder: “Entonces será
manifestado aquel inicuo.” 2 Tesalonicenses 2: 8.
La Ley de Dios es Inalterable
Así como las leyes de un gobierno expresan su carácter, así
también es la ley de Dios un reflejo del carácter divino. “La ley
de Jehová es perfecta.” Salmo 19: 7. “De manera que la ley a
la verdad es santa—dijo el apóstol,—y el mandamiento santo,
y justo, y bueno.” Romanos 7: 12.
Jesús declaró: “El hacer tu voluntad, Dios mío, hame agra-
dado; y tu ley está en medio de mis entrañas”. Salmo 40: 8. Y
él sostuvo la inalterable y perdurable integridad de aquella ley:
“De cierto os digo, que hasta que perezca el cielo y la tierra, ni
una jota ni un tilde perecerá de la ley, hasta que todas las cosas
sean hechas.” Mateo 5: 18.
Pero en la profecía de Daniel se predice el levantamiento
de esta potencia que había de pensar en cambiar los tiempos y
las leyes del Altísimo.
Aquí, nuevamente, la evidencia señala directamente a la
iglesia de Roma; porque es un hecho que el papado ha puesto
manos violentas sobre la ley de Dios—y también sobre el pre-
cepto, que trata del tiempo sagrado—y ha pensado cambiarla.
En cierto libro que se puede ver en el Museo Británico y
que lleva la fecha de 1545, se atribuye a Felipe Melanchton, el
reformador asociado con Lutero, el siguiente comentario sobre
Daniel 7: 25:
“El cambia los tiempos y leyes de tal manera, que cualesquiera
de los seis días que Dios ordenó para trabajo, sean hechos días im-
píos y ociosos cuando él quiere; o de sus propios días santos abolidos
154 Nuestro Siglo a la Luz Profética
hace otra vez días de trabajo; o cuando cambiaron el sábado en do-
mingo. . .Han cambiado las leyes de Dios y las han acomodado a sus
propias tradiciones para que se guarden antes que los preceptos de
Dios.” “Exposición of Daniel the Prophete,” Gathered out of Philipp
Melanchthon, Johan Ecolanipadius, etc., by George Joye, 1545, p.
119.
Esto es exactamente lo que la potencia representada por el
pequeño cuerno quería hacer. El mandamiento de Dios es
claro:
“Acordarte has del día de reposo, para santificarlo: seis
días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día será
reposo para Jehová tu Dios: no hagas en él obra alguna... Por-
que en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, la mar y todas
las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día: por tanto
Jehová bendijo el día del reposo y lo santificó.” Éxodo 20: 8-
11.
Un Cambio en la Práctica
Pero en la práctica general, ha habido un cambio. Se ob-
serva comúnmente el primer día en vez del séptimo, que el Se-
ñor declara haber bendecido y santificado. La iglesia católica
romana señala con gran gozo el hecho de que este cambio, uni-
versalmente reconocido hoy, fué producido solamente
mediante la tradición de la iglesia, sin autoridad de la Escritura.
Por ejemplo, cierto escritor católico dice:
“Me diréis que el sábado era el día de reposo judaico, y que el
día de reposo cristiano ha sido cambiado al domingo. ¡Cambiado!
pero ¿por quién? ¿Quién tiene autoridad para cambiar un man-
damiento expreso del Dios todopoderoso? Cuando Dios ha hablado
y dicho: Santificarás el séptimo día, ¿quién se atreverá a decir: No,
puedes trabajar y hacer en el séptimo día toda clase de negocios
mundanales; mas santificarás en su lugar el primero? Esta es una
pregunta muy importante, a la cual no sé cómo podréis contestar.
“Sois protestantes y profesáis guiaros por la Biblia y por la Bi-
blia sola; y sin embargo, en un asunto tan importante como el de la
observancia de un día entre los siete como día santo, vais contra la
clara letra de la Biblia y ponéis otro día en el lugar de aquel que la
Biblia ordenó. La orden de santificar el séptimo día es uno de los
diez mandamientos; creéis que los otros nueve rigen aún; ¿quién
os dió autoridad para tocar el cuarto? Si fuerais consecuentes
con vuestros propios principios, si realmente siguierais la Biblia y
La Obra del Cuerno Pequeño 155
sólo la Biblia, habríais de presentar algún pasaje del Nuevo Testa-
mento en el cual este mandamiento estuviese expresamente alte-
rado.”—“Library of Christian Doctrine: Why Don't You Keep the
Holy Sabbath Day?” (Burns y Oates, Londres), p. 3.
Todo aquel que estudie el asunto, debe reconocer que no
hay- cambio autorizado por la Escritura. Como dice el
canónigo Eyton, de la iglesia anglicana:
“En el Nuevo Testamento no hay palabra ni alusión acerca de
abstenerse de trabajo en domingo. En el descanso del domingo no
entra ley divina alguna.“—”The Ten Commandments” (Trubner &
Co.), Londres.
El Dr. Heylyn, de la iglesia anglicana, escribió:
“Tomad los que queráis, sea los Padres o los modernos, y ha-
llaréis que no hubo día del Señor instituido por mandato apostólico;
ni establecieron ellos día de reposo alguno en el primer día de la •
semana.”—“History of the Sabbath,” parte II, cap. I.
Las autoridades, tanto protestantes como católicas, reco-
nocen francamente que no hay ninguna autoridad divina para
la observancia del domingo. Ha habido un cambio en la
práctica y enseñanza, pero sin que lo sostenga autoridad alguna
de la Escritura.
Lo que el Papado Pretende
La profecía de Daniel 7 indicaba que la potencia eclesiás-
tica que iba a levantarse en la división del imperio romano,
habría de pensar en mudar los tiempos y las leyes del Altísimo.
El papado se adelanta y sostiene osadamente que la iglesia
tiene poder de desechar la Escritura, instituir fiestas y aun
cambiar el día santificado y ordenado por el Todopoderoso
como día de reposo para su pueblo.
En una obra católica, “An Abridgment of the Christian
Doctrine”, (Epítome de la Doctrina Cristiana), por el Dr. En-
rique Turberville, leemos lo siguiente en la página 61:
“Pregunta.—¿Por quién fué hecho el cambio (del sábado)?
“Respuesta.—Por los príncipes de la iglesia, los apóstoles que
guardaron el día del Señor. ..
“Preg.—¿Cómo probáis que la iglesia tiene poder de establecer
fiestas?
156 Nuestro Siglo a la Luz Profética
“Resp.—Por el hecho mismo de cambiar el sábado al domingo;
este cambio lo reconocen los protestantes; y, por tanto, se contradi-
cen a sí mismos guardando el domingo estrictamente y violando la
mayoría de las otras fiestas ordenadas por la misma iglesia.
“Preg.—¿Cómo probáis esto?
“Resp.—Porque por guardar el domingo, reconocen el poder que
tiene la iglesia de ordenar fiestas y mandar que se observen bajo pena
de pecado; y por el no observar las demás ordenadas por ella, niegan
que tenga ese poder.”
Tal es la doctrina enseñada en los catecismos clásicos de la
iglesia romana:
“Pregunta.—¿Tenéis otro modo de probar que la iglesia tiene
poder de instituir fiestas de guardar?
“Respuesta.—Si no tuviese tal poder, no podría haber hecho
aquello en lo cual todos los teólogos modernos convienen con ella—
no podría haber substituido la observancia del domingo, primer día
de la semana, a la del sábado, séptimo día, cambio para el cual no
hay autoridad en las Escrituras.”—“Doctrinal Catechism,” de
Keenan, p. 174.
Así se proclama el papado mismo como la potencia que ha
pensado en mudar los preceptos del Altísimo.
En todo detalle, la iglesia romana es la contraparte del pe-
queño cuerno de Daniel 7. Ante nuestra vista—en la práctica
común de la cristiandad—el mandamiento de Dios acerca del
tiempo sagrado está anulado por las tradiciones de los hom-
bres.
La profecía indicaba que se haría un llamamiento a una
reforma en este asunto. Al hablar de la guerra contra los santos,
tiempos y leyes del Altísimo, que había de hacer esta potencia
representada por el cuerno pequeño, el ángel dijo:
“Entregados serán en su mano hasta tiempo, y tiempos, y
el medio de un tiempo.” Daniel 7: 25.
En otras palabras, al terminar los 1260 años, debemos es-
perar que se produzca, según la profecía, un quebrantamiento
del poder perseguidor que tenía el papado sobre los creyentes,
una extensa difusión de las Sagradas Escrituras, y una obra de
reforma que ensalce las verdades de la Palabra de Dios, e invite
a los creyentes a guardar otra vez el tiempo santo y la santa ley
del Altísimo.
La Obra del Cuerno Pequeño 157
La profecía de Daniel 7 es uno de los mensajes especiales
de Dios para todos los hombres en estos últimos días, mensaje
que describe el levantamiento e historia del papado, y amo-
nesta a todos contra la aceptación de sus tergiversaciones de la
verdad de Dios y contra el reconocimiento del cambio que in-
tentó hacer en la ley del Altísimo. Demos gracias a Dios por
“la palabra profética más permanente, a la cual hacéis bien de
estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar
obscuro.” Hemos de seguir al Señor y obedecerle, y no a este
poder que se ha levantado en su oposición. La interpretación
que da el ángel en este capítulo no deja triunfante a la
apostasía:
“Se sentará el juez, y quitaránle su señorío, para que sea
destruido y arruinado hasta el extremo.”
Entonces los reinos de este mundo llegarán a ser los reinos
del Altísimo, “y todos los señoríos le servirán y obedecerán.”
CRISTO Y LOS ESCRIBAS “En vano me honran, enseñando doctrinas y
mandamientos de hombres.” Mateo 15: 9.
LA CREACIÓN “En seis días hizo Jehová los cie-
los y la tierra. ... y reposó en el
séptimo día.” Éxodo 20: 11.

El Sábado Bíblico
“Mas respondiendo él, dijo: Toda planta que no plantó mi
Padre celestial, será desarraigada.” Mateo 15: 13.
Los escribas habían acudido a Jesús con esta queja: “¿Por
qué tus discípulos quebrantan la tradición de los ancianos?” y
Jesús les respondió con otra pregunta: “¿Por qué también
vosotros transgredís el mandamiento de Dios por vuestra tra-
dición?”
Ellos pensaban que Jesús introducía novedades y predicaba
cosas nuevas, contrarias a las costumbres y prácticas de la
iglesia establecida. Cristo les mostró que, en realidad, él sos-
tenía lo establecido desde la antigüedad por la Palabra de Dios,
y que las costumbres religiosas de ellos, fuese cual fuese su
antigüedad, eran verdaderamente novedades, sin autoridad
divina alguna. Les dijo:
“En vano me honran, enseñando doctrinas y mandamientos
de hombres.” Y finalmente añadió las palabras citadas más
arriba: “Toda planta que no plantó mi Padre celestial, será
desarraigada.”
160 Nuestro Siglo a la Luz Profética
Apliquemos estos principios a la observancia del sábado.
Algunas veces, en nuestra época, los que predican la Palabra
de Dios acerca de la permanente santidad del sábado o séptimo
día se ven acusados de predicar doctrinas nuevas y contrarias
a las costumbres y tradiciones de la iglesia. Pero, en realidad,
la observancia del domingo, primer día de la semana, es una
innovación, mientras que la del sábado es de antiguo funda-
mento.
¿Es el Sábado del Séptimo Día una Planta Plantada por
Nuestro Padre Celestial?
¿Cuál de estas dos instituciones plantó nuestro Padre
celestial? Es posible saberlo con seguridad; porque toda planta
que él haya plantado, toda doctrina de su verdad, estará
arraigada en las Santas Escrituras. 2 Timoteo 3: 16,17.
El Relato del Antiguo Testamento
Desde el principio.—Cuando el Creador creó la tierra y al
hombre, hizo del séptimo día del ciclo semanal su sábado santo.
“Y fueron acabados los cielos y la tierra, todo su orna-
mento. ... Y bendijo Dios al séptimo día, y santificólo, porque
en él reposó de toda su obra, que había Dios criado y hecho.”
Génesis 2: 1-3.
Santificar quiere decir “separar,” y así el día santificado y
bendecido por Dios fué puesto aparte para el hombre. Entonces
fué cuando, como Jesús dijo: “El sábado fué hecho por causa
del hombre.” Marcos 2: 27, V. M. Así que la institución del
sábado fué establecida al principio del mundo.
En el éxodo.—Los hijos de Israel, en su servidumbre en
Egipto, habían apostatado del conocimiento de Dios y se
habían corrompido por el culto idólatra de Egipto. Por tanto, al
sacarlos el Señor para que fuesen su pueblo, puso a prueba la
lealtad de ellos para con su ley, observando cómo consideraban
su santo sábado:
“Y Jehová dijo a Moisés: He aquí yo os haré llover pan del
cielo; y el pueblo saldrá, y recogerá para cada un día, para que
yo le pruebe si anda en mi ley, o no.” Éxodo 16: 4.
El Sábado Bíblico 161
Así, durante aquellos cuarenta años, el Señor les envió el
maná para que lo recogiesen en los seis días de trabajo, re-
teniéndolo cada sábado. (Este pasaje demuestra también que el
sábado era una parte de la ley de Dios antes de que él la
promulgara desde el Sinaí.)
En el Sinaí.—Cuando llegó el tiempo en que el Señor quiso
promulgar desde el cielo su santa ley, eterno cimiento de su go-

ER. MONTE SAGRADO DE HOREB UNA VISTA MODERNA DE LA


CUMBRE DEL MONTE SINAÍ.

bierno moral, el precepto del sábado fué engarzado en el cora-


zón mismo de ella:
“Acordarte has del día del reposo, para santificarlo: seis
días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día será
reposo para Jehová tu Dios: no hagas en él obra alguna, tú, ni
tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu
extranjero que está dentro de tus puertas: porque en seis días
hizo Jehová los cielos y la tierra, la mar y todas las cosas que
en ellos hay, y reposó en el séptimo día: por tanto Jehová ben-
dijo el día del reposo y lo santificó.” Éxodo 20: 8-11.
162 Nuestro Siglo a la Luz Profética
Al través de la historia de Israel.—La observancia del sá-
bado era la gran señal de lealtad a Dios. Cuando Israel cayó en
la idolatría, “miró en tiempos” (véase II Reyes 21: 6) — fueron
éstos, indudablemente, fiestas paganas como las que, entre las
naciones idólatras, se dedicaban muy comúnmente al dios sol
y otras deidades. Estas observancias de otros días significaban
una violación del sábado. “Mis sábados guardaréis” (Levítico
19: 30), había ordenado el Señor, prometiendo más tarde
concerniente a Jerusalén:
“Será empero, si vosotros me obedeciereis, dice Jehová, no
metiendo carga por las puertas de esta ciudad en el día del sá-
bado, sino que santificareis el día del sábado, no haciendo en
él ninguna obra; que entrarán por las puertas de esta ciudad, en
carros y en caballos, los reyes y los príncipes que se sientan
sobre el trono de David, ... y esta ciudad será habitada para
siempre.” Jeremías 17: 24, 25.
Mas la súplica divina fué menospreciada. Este desprecio
de parte de los israelitas para con el día santo de Dios, trajo
como consecuencia la caída de Jerusalén y la cautividad de Ba-
bilonia.
Así, en todos los anales inspirados del Antiguo
Testamento, aparece el sábado del séptimo día como una planta
plantada por el Padre celestial.
Lo que Dice el Nuevo Testamento
El ejemplo y enseñanza de Jesús.—Era “costumbre” de
Cristo adorar en el séptimo día. Lucas 4: 16.
Jesús, el que había hecho el sábado en la creación (Juan 1:
3), enseñó que “por causa del hombre es hecho”—para la raza
humana—y declaró: “El Hijo del hombre es Señor aun del sá-
bado.” Marcos 2: 27, 28. Es, por tanto, el “día del Señor.”
Apocalipsis 1: 10, margen.
El hizo en sábado sólo lo que fuera “lícito,” o conforme a
la ley del día santo de Dios. Mateo 12: 12.
Guardó los mandamientos de su Padre durante toda su vida
terrestre. Juan 15: 10.
Y, al dar instrucciones acerca de los acontecimientos que
habían de suceder muchos años después de su ascensión,
demostró
El Sábado Bíblico 163
que reconocía la continuada existencia del sábado en la orden:
“Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en sá-
bado.” Mateo 24: 20.
Entre los discípulos del Nuevo Testamento.—Las mujeres,
después de la crucifixión, “reposaron el sábado, conforme al
mandamiento.” Lucas 23: 56.

CRISTO SANA AL HOMBRE QUE “LÍCITO ES EN LOS SÁBADOS HACER


TENÍA UNA MANO SECA BIEN.” MATEO 12: 12.

La Inspiración dice que era costumbre del apóstol Pablo


predicar públicamente el evangelio sábado tras sábado. Hechos
13: 14; 16: 13; 17: 1,2; 18: 4. Cuando los gentiles de Antioquía
oyeron al apóstol predicar el evangelio cierto sábado, “rogaron
que el sábado siguiente les hablase estas palabras.” Hechos 13:
42.
En todo el Nuevo Testamento, escrito años después de la
ascensión de Cristo, el Espíritu Santo, al hablar del séptimo
día, lo llama “sábado” más de cincuenta veces. “Sábado”
164 Nuestro Siglo a la Luz Profética
significa reposo; por tanto, cuando el Espíritu Santo, en la dis-
pensación cristiana, llama día de reposo al séptimo día debe ser
infaliblemente el día de reposo para los cristianos, el sábado
cristiano.
En las ordenanzas levíticas, o sean las referentes a los
sacrificios y servicios del santuario, había sábados y fiestas
anuales, asociados con alimentos, bebidas y observancias cere-
moniales. Pero, al señalar estas fiestas o sábados, el Señor hizo
una distinción específica entre ellos y el único sábado semanal,
que era desde el principio. “Estas son las solemnidades de
Jehová”, dijo él, “además de los sábados de Jehová.” Levítico
23: 37, 38.
Las solemnidades anuales y sábados, como todas las orde-
nanzas del servicio levítico, eran figuras de cosas que habían
de venir, y hallaron su cumplimiento en el gran sacrificio del
Calvario. Colosenses 2: 16,17.
Pero el sábado del Señor fué bendecido y santificado por
Dios en la creación, antes de que el pecado entrara en el mundo,
antes de que ningún servicio de sacrificios o símbolos fuese
instituido para señalar a su Redentor venidero. Es una
institución fundamental y primaria, una parte del orden moral
del gobierno de Dios para el hombre, así como lo son las
obligaciones impuestas en cada uno de los otros mandamientos.
La Inspiración declara la eterna perpetuidad del bienaven-
turado día sábado en el hogar futuro de los salvados, cuando el
profeta describe la felicidad de los redimidos, cuando de mes
en mes y “de sábado en sábado,” toda carne vendrá a adorar
delante de Jehová. Isaías 66: 23.
Así hallamos que el sábado del séptimo día es una planta
plantada por el Padre celestial, que está hondamente arraigada
en toda la Sagrada Escritura, y permanecerá eternamente en el
mundo venidero.
¿Es el Reposo del Primer Día una Institución Establecida
por Dios?
En el principio, el primer día fué empleado por Dios en la
obra de la creación. Génesis 1; 1-5,
El Sábado Bíblico 165
En toda la historia del Antiguo Testamento, fué uno de “los
seis días de trabajo.” Ezequiel 46: 1.
Fué el día de la resurrección de Cristo; pero la Inspiración
dice específicamente que esa resurrección se efectuó “cuando
el sábado hubo pasado,” y que ya era “el primer día de la
semana.” Marcos 16: 1, 2, V. M. La Inspiración llamó a este
primer día por el nombre ordinario y secular usado común-
mente, sin siquiera sugerir añadirle carácter sagrado alguno.
Para algunos de los discípulos fué un día de viaje, en el cual el
Cristo resucitado se les unió. Lucas 24: 13-29. Más tarde se
apareció a los demás discípulos en Jerusalén, congregados, no
para una reunión, sino para cenar en su alojamiento común.
Marcos 16: 14.
La única reunión religiosa que se registra haber ocurrido el
primer día de la semana, fué la que se celebrara en Troas (véase
Hechos 20: 6-13). El contexto demuestra que se trataba de una
reunión nocturna, después del sábado—en la noche del sábado
como llamaríamos nosotros, pues la Biblia cuenta los días de
tarde a tarde. Era la última vez que los creyentes habían de ver
el rostro del apóstol, y, como ellos se demoraran después del
fin del sábado, él celebró una reunión de despedida, que duró
toda la noche, partiendo el pan con los creyentes, y saliendo al
amanecer del domingo para hacer a pie el viaje de treinta a
treinta y cinco kilómetros al través de la campiña hasta Assón.
Y mientras él pasaba así viajando a pie el primer día de la
semana, sus compañeros viajaban en buque.
Conybeare y Howson (de la iglesia anglicana), en su obra
clásica, “Life and Epistles of St. Paúl” (Vida y Epístolas de San
Pablo), presentan claramente el hecho del relato inspirado,
excepto que manifiestamente no debieran haber aplicado el
título de “judaico” al sábado de Dios; porque no se trataba del
sábado de los judíos, sino del “sábado de Jehová tu Dios”:
“Era la noche que seguía al sábado judaico. El domingo por la
mañana, el buque había de hacerse a la vela.”—Cap. XX, p. 520.
Al describir el camino entre Troas y Assón, añaden:
166 Nuestro Siglo a la Luz Profética
“El apóstol, seguramente, buscó y obtuvo del Redentor fortaleza
y paz, mientras proseguía su solitario camino aquel domingo por la
tarde, en la primavera, entre los bosques de encinas y los arroyos del
Ida.”—Id., p. 522.
También se menciona el “primer día de la semana” en 1
Corintios 16: 2. Pero este pasaje no dice absolutamente nada
acerca del carácter sagrado del día ni de observancia religiosa
alguna que se hiciera de él. El apóstol estaba reuniendo un
fondo para los pobres de Jerusalén, y pedía a cada creyente que
apartara algo cada primer día de la semana, para que el dinero
estuviese listo cuando él llegara. Según el comentario del deán
Stanley (de la iglesia anglicana):
“No hay nada que pruebe que se hicieran asambleas públicas,
por cuanto la frase griega del original, que significa a su lado, en su
casa, implica que la colecta había de ser hecha individualmente y en
privado.”
Y la historia eclesiástica de Neandro dice:
“Todo lo que se menciona aquí se explica fácilmente, si uno
piensa simplemente en el comienzo ordinario de la semana en la vida
secular.”—Tom. I, p. 339 (edic. alemana).
Para responder a aquella emergencia de necesidad en
Judea, se pidió a estos creyentes que, hasta que viniera Pablo,
examinasen sus asuntos comerciales al principio de cada
semana, y apartasen un donativo según Dios los había
prosperado.
El Nuevo Testamento no Atribuye Carácter Sagrado al
Domingo
Esto es lo que encontramos en sus páginas—ni siquiera una
insinuación en todo el Nuevo Testamento de que el domingo
sea sagrado, sin decir nada de precepto o mandamiento del
Señor. R. W. Dale, doctor en teología, y hombre eminente entre
el clero inglés, escribió:
“Es bastante claro que, por rígida o devotamente que pasemos el
domingo, no estamos guardando el sábado.... El sábado se fundó en
un específico mandamiento divino. No podemos alegar semejante
mandamiento para la observancia del domingo…No hay ni una sola
línea en el Nuevo Testamento que sugiera que incurrimos en
penalidad alguna al violar la supuesta santidad del domingo.”—
“The Ten Commandments,” pp. 106, 107.
El Sábado Bíblico 167
La clásica obra religiosa “Dictionary of Christian Antiqui-
ties” (Diccionario de las Antigüedades Cristianas), por Smith
y Cheetham, dice que la “noción de una substitución formal”
del séptimo día por el primero,
“y la transferencia a éste, tal vez en forma espiritualizada, de la
obligación sabática establecida por la promulgación del cuarto man-
damiento, no tiene base alguna, ni en la Sagrada Escritura ni en la
antigüedad cristiana.”—Art. “Sabbath.”
El Dr. F. Hiscox, autor de “The Baptist Manual,” dice:
“Había y hay un mandamiento de “santificar el día de reposo,”
pero este día de reposo no es el domingo. Sin embargo, se dirá
probablemente, y con cierto alarde de triunfo, que el sábado fué
transferido del séptimo al primer día de la semana... ¿Dónde puede
hallarse el relato de semejante transferencia? No en el Nuevo
Testamento—de ninguna manera.”—The New York Examiner,
noviembre 16 de 1893.
Tales declaraciones de parte de conspicuos eruditos po-
drían multiplicarse, pero no es necesario. Los anales están
abiertos y cualquiera puede verlos. No hay en la Sagrada Es-
critura ni una palabra que dé carácter sagrado al primer día. La
institución del domingo no es una planta plantada por nuestro
Padre celestial.
Cómo se Efectuó el Cambio
No ha habido cambio de sábado por autoridad divina. Los
hombres pueden preferir descansar en cualquier otro día, pero
esto no puede hacer del tal día, el día de reposo de Dios, su
santo sábado. Uno no puede cambiar el día de su nacimiento
para celebrar como tal, otro día. Es un hecho histórico que en
cierto día del mes nació uno. Este hecho no puede cambiarse
porque se prefiera celebrar otro día el cumpleaños. Justamente
de la misma manera, es un hecho de la historia divina que Dios
reposó en cierto día de la semana y no en otro. Aquello hizo
del día séptimo su día de reposo.
Es diferente de los demás días en carácter también, porque
Dios lo bendijo y lo santificó. Negar la diferencia que existe
entre los días comunes y el día santo, es lo mismo que decir
que cuando el gran Creador bendice y santifica, lo hace en
Bendecido y santificado en EL SÁBADO DE EDÉN A EDÉN Inscrito por Dios en su ley.
Edén. Génesis 2: 3. Éxodo 20: 8-11.
Cristo es Señor del Sábado. Habrá de observarse en la
Mareos 2: 28. tierra nueva. Isaías 66: 28.
El Sábado Bíblico 169
vano. Esto no puede ser. Desvanecería toda esperanza de
santidad o salvación para los hombres. La bendición descansa
sobre ese día, como lo experimentará toda alma que lo guarde
con fe.
Cuando los hombres prefieren designar otro día que el que
fué bendecido y santificado por Dios, pretenden santificar un
tiempo notoriamente distinto del tiempo señalado por él. Es
una exaltación del día de reposo del hombre contra el día de
reposo de Dios. Es una exaltación del hombre “contra lo que
se llama Dios.” 2 Tesalonicenses 2: 4.
Esto fué lo que hizo el papado romano. El apóstol Pablo
escribía que en su época ya obraba el espíritu de desobediencia.
El dijo que esto conduciría a una “apostasía” de la verdad de
Dios y a la completa exaltación del hombre de pecado. 2 Tesa-
lonicenses 2. La apostasía se verificó. Como dice el Dr. Killen
(presbiteriano), de Irlanda, en el prefacio de su obra “Ancient
Church” (La Iglesia Antigua):
“En el intervalo entre los días de los apóstoles y la conversión
de Constantino, la mancomunidad cristiana cambió en su aspecto...
Ritos y ceremonias, de los que ni Pablo ni Pedro oyeron jamás hablar,
entraron en uso sin ser notados y luego pretendieron el rango de
instituciones divinas.”
En su “Essay on the Development of Christian Doctrine”
(Ensayo sobre el Desarrollo de la Doctrina Cristiana), el car-
denal Newman (católico romano) explica cómo se tomaron del
paganismo ritos y ceremonias:
“Confiando, entonces, en el poder del cristianismo para resistir
a la infección del mal, y transmutar los mismos instrumentos y
accesorios de la adoración demoniaca a un uso evangélico, ... los
príncipes de la iglesia, desde una temprana época, estuvieron
preparados, en caso de que se ofreciera la oportunidad, para adoptar,
imitar o sancionar los ritos y costumbres existentes entre el vulgo,
como también la filosofía de las clases cultas.”—Pp. 371, 372.
Así, juntamente con otras adaptaciones, vino “el venerable
día del sol” (domingo), que por un procedimiento gradual su-
plantó al sábado. El Sr. Guillermo Domville escribió:
“Varios siglos de la era cristiana transcurrieron antes de
que el domingo fuese observado por la iglesia cristiana como día de
170 Nuestro Siglo a la Luz Profética
reposo. La historia no nos suministra ni una sola prueba o
indicación de que fuese observado como tal en tiempo alguno
antes del edicto de descanso decretado por Constantino en el
año 321 de J. C”—“Examination of Six Texts,” p. 291.
Esta ley de Constantino era como sigue:
“Que todos los jueces, y todos los habitantes de la ciudad, y to-
dos los mercaderes y artesanos, descansen el venerable día del sol.
Empero que los labradores atiendan con plena libertad al cultivo de
los campos; ya que acontece a menudo que ningún otro día es tan
adecuado para la siembra del grano o para plantar la viña; de aquí
que no se debe dejar pasar el tiempo favorable concedido por el
cielo.”—“Codex Justinianus,” lib. III, tit. XII, párr. 2 (3).
Comentando esta ley, el Prof. Hutton Webster, de la
Universidad de Nebraska, dice:
“Probablemente esta legislación de Constantino no tenía rela-
ción alguna con el cristianismo; parece, al contrario, que el empera-
dor, en su capacidad de pontífice máximo, añadía tan sólo el día del
sol, cuya adoración estaba entonces firmemente establecida en el
imperio romano a los demás días feriados del calendario sagrado.”
“Sin embargo, lo que empezara como ordenanza pagana, ter-
minó como orden cristiana; y una larga serie de decretos imperiales,
durante los siglos IV, V y VI, ordenaron con creciente rigor la abs-
tención de labor en el domingo.”—“Rest Days,” pp. 122, 270.
El deán Stanley, de la iglesia anglicana, escribe:
“La retención del antiguo nombre pagano Dies Solís (en inglés
el día se llama aún Sunday y en alemán, Sonntag, día del sol) para la
fiesta semanal cristiana, se debe, en gran parte, a la fusión de
sentimientos paganos y cristianos, con que el primer día de la semana
fué recomendado por Constantino a sus súbditos, tanto cristianos
como paganos, como el “venerable día del sol.”—“History of the
Eastem Church,” conferencia VI, párr. 15.
De esta manera se introdujo la institución del domingo, se-
ñalada por su origen pagano y adaptada a los propósitos ecle-
siásticos por la iglesia de la “apostasía,” que se desarrolló hasta
llegar a ser el papado romano. Volvemos a citar del autor bau-
tista, Dr. Hiscox:
“Naturalmente, bien sé que el domingo llegó a ser empleado
como día religioso en la primitiva historia cristiana, según sabemos
por los padres cristianos y otras fuentes. Pero ¡qué lástima que
El Sábado Bíblico 171
nos venga señalado con la marca del paganismo, y bautizado con el
nombre del dios Sol, cuando fué adoptado y sancionado por la
apostasía papal, y transmitido como legado sagrado al protes-
tantismo!”—New York Exaniiner, noviembre 16 de 1893.
No es extraño, pues, que con la llegada de los últimos días,
y la proclamación del mensaje de preparación para la segunda
venida de Cristo, hubiera de oirse un llamamiento a los cristia-
nos de seguir a Cristo y la santa Escritura, observando el santo
sábado de Dios.
Otra vez se oye la voz de Jesús en protesta contra las tra-
diciones que anulan el mandamiento de Dios.
“Toda planta—dice él—que no plantó mi Padre celestial,
será desarraigada.” Mateo 15: 13.
CRISTO Y SUS DISCÍPULOS EN EL CAMPO DE TRIGO “Señor es del sábado el Hijo
del hombre.” Mateo 12: 8.
REGRESANDO DE LA TUMBA “Y vueltas,... reposaron el
DEL SALVADOR sábado, conforme al manda-
miento.” Lucas 23: 56.

El Sábado Después de Cristo


LA INNOVACIÓN de la observancia del domingo no
reemplazó en seguida al sábado del Señor en la práctica de la
iglesia en general. Y en el transcurso de la historia, aun cuando
la iglesia en general había apostatado, vemos aquí y allá
indicios de testigos fieles a la verdad del santo sábado de Dios.
Los Primeros Siglos
Cierto antiguo escritor inglés, el Prof. Brerewood, del cole-
gio de Gresham, Londres, resume en una frase muy corta lo
que muchos escritores dicen:
“Poco saben los que no saben que el antiguo sábado permaneció
y fué observado por las iglesias orientales durante trescientos años
después de la pasión de nuestro Salvador.”—“Treatise on the
Sabbath” p. 77,
174 Nuestro Siglo a la Luz Profética

Siglo IV
El canon 29, del concilio de Laodicea (364 de nuestra era),
demuestra que el sistema eclesiástico se esforzaba en abolir la
observancia del sábado:
“Los cristianos no deben judaizar ni estar ociosos el sábado, sino
que han de trabajar en aquel día; pero, el día del Señor (según
llamaban al domingo) lo honrarán especialmente, y, como cristianos,
no harán, si fuera posible, obra en aquel día. Si se les hallare
judaizando, quedarán separados de Cristo.”—Hefcle, “History of the
Councils of the Church,” Tom. II, lib. VI, sec. 93, canon 29.
Siglo V
La historia eclesiástica de Sozomen demuestra que eviden-
temente Roma acaudillaba el esfuerzo para abolir todo recono-
cimiento del sábado:
“Los habitantes de Constantinopla y de varias otras ciudades se
congregan el sábado, como también al día siguiente, costumbre que
no se observa nunca en Roma ni en Alejandría.”—Lib. VII, cap. XIX.
Siglo VII
Sin embargo, en Roma misma había verdaderos
observantes del sábado que enseñaban la verdad de Dios entre
la gente, y esto les atrajo la condenación del papa Gregorio el
Grande, quien escribió “a sus muy amados hijos, los
ciudadanos romanos”:
“Ha llegado a mis oídos que ciertos hombres de espíritu perverso
han sembrado entre vosotros algunas cosas malas y opuestas a la
santa fe, como el prohibir que se haga obra alguna en sábado. ¿Qué
otra cosa podría yo llamar a éstos sino predicadores del
anticristo?”—“History of the Councils” (Labbe and Cossart), Tom.
V, col. 1511; véase también “Nicene and Post-Nicene Fathers,”
Tom. XIII, lib. XIII, epístola I.
Siglo XI
Los legados del papa en Constantinopla (en 1054 de
nuestra era), fueron invitados a discutir con Nicetas, que al
decir de Bower—era “en aquel tiempo uno de los hombres más
sabios de Oriente,” y que sostenía “que se debe santificar el
sábado y permitir a los sacerdotes que se casen.”—“History of
the Popes,” Tom. II, p. 358.
Los habitantes de la Escocia septentrional—la antigua igle-
sia culdea, fundada por Colombán y sus adeptos y muy alejada
El Sábado Después de Cristo 175
de la directa influencia papal—guardaban aún el sábado del
séptimo día en el siglo XI. Acerca de esta iglesia, Andrés Lang
dice en su “History of Scotland” (Historia de Escocia):
“Trabajaban el domingo, pero guardaban el sábado de manera
sabática.”—Tom. I, p. 96.
Skene, en su obra clásica. “Celtic Scotland” (La Escocia
Céltica), dice de estos observadores del sábado:
Parece que seguían una costumbre de la cual encontramos ras-
tros en la primitiva iglesia monástica de Irlanda y según la cual tenían
al sábado por día de descanso, en el cual reposaban de todas sus
labores.”—Lib. II, cap. VIII.
En 1069, Margarita de Inglaterra, casóse con Malcolm el
Grande, rey de Escocia. Como fuese católica ferviente, la reina
Margarita se puso en seguida a romanizar a la iglesia céltica.
Convocó a los directores de la iglesia y tuvo largas discusiones
con ellos. Al fin, con la ayuda y autoridad de su real esposo, y
citando las instrucciones del “bienaventurado papa Gregorio,”
logró apartar del sábado a la antigua iglesia culdea de Escocia.
(Véase “Life of St. Margaret,” por Turgot, su confesor.)
Del Siglo XII al Siglo XIV
Entre las numerosas sectas de la Europa meridional y de
los valles alpinos, a las cuales tanto persiguiera Roma, había a
lo menos algunas que veían y obedecían la verdad del sábado.
Así de una de estas denominaciones, el historiador Goldasto
dice:
“Se les llamaba insabbatati, no porque fueran circuncidados,
sino porque guardaban el sábado conforme a la ley judaica.”—
”Deutsche Biographie” Tom. IX, art. “Goldast”, p. 327.
Siglo XV
Ciertos observantes del sábado, en Noruega, se atrajeron la
condenación de un concilio de la iglesia, celebrado en 1435:
“Nosotros, el arzobispo y el clero, congregados en este concilio
provincial en Bergen, decidimos que nunca se, debe permitir que
exista la observancia del sábado, sino según está prescrita en la ley
de la iglesia.”—“Norske Kirkes Historie” de Keyser, Tom. II, p. 488.
Siglo XVI
Con la liberación de la Palabra de Dios que la Reforma
efectuara, y la protesta que se levantara contra la doctrina de
VALDENSES PERSEGUIDOS POR LOS "Anduvieron de acá para allí... pobres, angustiados. maltra-
EJÉRCITOS DE ROMA tados;... perdidos por los desiertos, por los montes, por las
cuevas y por las cavernas de la tierra." Hebreos 11:37, 38.
El Sábado Después de Cristo 177
la tradición papal, hubo multitudes que vieron que la
institución del domingo no era de origen divino; mientras no
pocos fueron más lejos y reconocieron los derechos del sábado
de Dios. En aquellos primeros tiempos de la Reforma, Moravia
fue un refugio para muchos que creían en las doctrinas
reformadas, y entre éstos había cristianos observantes del
sábado:
“Aun hombres muy eminentes, como los príncipes de Lichtens-
tein, se adherían a la observancia del verdadero sábado. Cuando
finalmente los dispersó la persecución, debieron sembrar las semillas
de verdad en las diferentes partes del continente que visitaron... Los
hemos hallado (a los observadores del sábado) en Bohemia. También
se les conocía en Silesia y Polonia. Asimismo los había en Holanda
y en la Alemania del Norte... Había en aquel tiempo observadores
del sábado en Francia,... “entre los cuales estaba el Sr. de la Roque,
quien escribió en defensa del sábado contra Bossuet, obispo católico
de Meaux”. Los sabatistas volvieron a aparecer en Inglaterra en
tiempo de la Reforma, durante el reinado de la reina Isabel (1533-
1603), según testifica el Dr. Chambers en su enciclopedia (art.
“Sabbath”).—“History of the Sabbath” por Andrcws y Conradi, pp.
649, 650.
También, en dicho siglo, aparecieron observantes del
sábado en Noruega, Suecia y Finlandia. En 1554, el rey de
Suecia, Gustavo Vasa, dirigió una carta de reconvención “al
vulgo de Finlandia,” porque tantos se decidían a observar el
séptimo día.
Siglo XVII
Mucho se discutió en Inglaterra sobre los fundamentos que
se tenían para observar el domingo. Cuando se querían ignorar
otras fiestas de la iglesia, como la Pascua, el rey Carlos I deseó
saber porqué se había de guardar el domingo, y escribió lo
siguiente:
“No se hallará en las Escrituras pasaje que dispense de la obser-
vancia del sábado o en que se le cambie por el domingo; por tanto,
debe ser la autoridad de la iglesia la que cambió el uno e instituyó el
otro; por consiguiente, mi opinión es que los que no quieran guardar
esta fiesta (Pascua), bien pueden volver a la observancia del sábado
y repudiar el domingo semanal.”—“Sabbath Laivs,” por Cox, p. 333.
En aquel tiempo surgió por primera vez la idea de imponer
la observancia del domingo como cuarto mandamiento y lla-
marlo sábado. Se arguyó que cualquier “día de los siete” era lo
que el mandamiento quería decir. De este argumento, Juan
Milton, el poeta estadista, escribió:
178 Nuestro Siglo a la Luz Profética
“Es imposible atribuir semejante sentido a las palabras del
mandamiento; ya que su razón originaria fué que sirviera de monu-
mento recordatorio de que Dios había descansado de la creación del
mundo, razón que no puede ser transferida del séptimo día al pri-
mero; ni tampoco se puede substituir distinto motivo en su lugar ya
sea la resurrección de nuestro Salvador o cualquier otro, sin la
sanción de un mandamiento divino.”—“Prose Works” (Bolín), pp
70, 71.
También escribió Milton, en cierto manuscrito que en
aquel tiempo sus editores temieron imprimir:
“Si nosotros, que obedecemos el evangelio, hemos de regular el
tiempo de nuestra adoración pública por las prescripciones del
decálogo, nos será ciertamente mucho más seguro observar el sép-
timo día, conforme al mandamiento expreso de Dios, que adoptar el
primero bajo la autoridad de meras conjeturas humanas.” —
“Sabbath Literatura” por Cox, Tom. II, p. 54.
Mientras reyes, poetas y eclesiásticos discutían, aquí y allá,
había creyentes que empezaban a seguir la clara Palabra de
Dios y el ejemplo de Cristo en la observancia del sábado.
“No Han Amado sus Vidas hasta la Muerte”
En 1618, Juan Traske y su esposa, de Londres, fueron con-
denados por guardar el sábado del Señor, siendo azotado el
marido desde Westminster hasta la antigua cárcel de Fleet,
cerca de Ludgate Circus, y, luego, encarcelados ambos. El Sr.
Traske se retractó bajo la presión, al cabo de un año; pero su
esposa, ilustrada maestra de escuela, recibió gracia para mante-
nerse firme durante dieciséis años—parte de este tiempo en la
prisión de Maiden Lane, y luego en Gate House, cerca de West-
minster—muriendo en la cárcel por la palabra del Señor. Era
una mujer estimable—dice cierto antiguo cronista—sin otro
defecto que el “capricho” de querer guardar el séptimo día.
Todo lo que pidió a los hombres, en su lecho de muerte en la
cárcel, fué que se la sepultase “en el campo.”
Hacia 1661, el número de los observantes del sábado en Lon-
dres había aumentado aun más. En aquel año, Juan James era
pastor de una congregación considerable que se reunía en la
parte este de Londres, a orillas del camino de Whitechapel. A con-
secuencia de las severas medidas tomadas contra las sectas di-
sidentes después de la restauración de la monarquía, se prendió
a dicho pastor y se le condenó a la horca. Su esposa se arrodi-
lló a los pies del rey Carlos II, mientras salía éste del palacio de
El Sábado Después de Cristo 179
St. James cierto día, e intercedió por la vida de su esposo; pero
el rey con escarnio desechó su súplica, diciendo que había de
ser ahorcado. Bogue dice:
“Por una vez el rey se acordó de su promesa, siendo el Sr. James
enviado a unirse al noble ejército de mártires.”—“Historu of
Dissenters,” Tom. I, p. 155.
A pesar de la persecución, los observantes del sábado
aumentaron en número. En cierta carta de Eduardo Stennet
(escrita entre 1668 y 1670), se declara:
“Aquí en Inglaterra hay como nueve o diez iglesias que guardan
el sábado, además de muchos discípulos dispersos, que han sido mi-
lagrosamente preservados en esta época de decaimiento, en que mu-
chas iglesias antes florecientes, se han disgregado.”—“Sabbath
Literaturc,” por Cox, Tom. I, p. 268.
Francisco Bampfield, fué primero un ministro influyente
en la iglesia anglicana y canónigo de la catedral de Exeter; pero
más tarde llegó a ser pastor de una congregación que observaba
el sábado y se reunía en el salón Pinners, en la calle Ancha,
cerca del Banco de Inglaterra. Calamy dijo de él:
“Fué uno de los más célebres predicadores del oeste de Inglate-
rra, y sumamente admirado por sus oyentes, hasta que aceptó las
ideas sabatistas, de las cuales se hizo celoso sostenedor.”—“Nov-
Conformist Memorial,” Tom. II, p. 152.
Fué arrestado mientras predicaba en su púlpito, muriendo
de privaciones, a causa del sábado del Señor, en 1683, en la
cárcel de Newgate. Cierto antiguo escritor dice que su cuerpo
fué seguido hasta la sepultura por “una gran compañía de
facciosos y cismáticos,” o sea, disidentes de la iglesia del
estado.
Tomás Bampfield, su hermano, que fué presidente de la
Cámara del Parlamento, en tiempo de Cromwell, publicó un
libro en defensa del sábado del Señor. Es un hecho que muchos
publicaron la verdad de esta manera, y que doctores en teología
y aun obispos escribieron replicándoles.
“Bautistas sabatistas” fueron llamados primero aquellos
testigos ingleses del sábado de Dios, y más tarde “bautistas del
séptimo día.” En 1664, Esteban Mumford, de una de estas con-
gregaciones londinenses, fué enviado a la Nueva Inglaterra.
Se estableció en Rhode Island, donde el campeón de la libertad
religiosa, Rogelio Williams, había fundado una colonia. En
180 Nuestro Siglo a la Luz Profética
1671, se estableció en Rhode Island, la primera iglesia
sabatísta de América. Evidentemente, este movimiento
produjo gran excitación, pues llegó a Inglaterra la noticia de
que la colonia de Rhode Island no guardaba “el día de
reposo”—queriendo decir el domingo. Rogelio Williams
escribió a sus amigos de Inglaterra desmintiendo dicha noticia,
pero llamando su atención respecto de que no había texto que
sostuviera “la abolición del séptimo día,” y añadiendo:
“Sabéis que vosotros mismos no guardáis el día de descanso, el
cual es el séptimo día”.—“Letters of Roger Williams,” Tom. VI, p.
346. (Narragansett Club Publications.)
Durante el siglo siguiente, numerosas iglesias bautistas
del séptimo día fueron fundadas en América. *
También surgieron observantes del sábado en el continente
europeo, en Bohemia, Moravia, Transilvania, y Rusia, donde
aquí y allá había creyentes en la Biblia que veían que la tradi-
ción había anulado uno de los mandamientos de Dios. Enton-
ces, como los acontecimientos del fin del largo período de la
supremacía papal habían inducido a los que escudriñaban la
Biblia a hacer un ferviente estudio de las profecías, y al
aparecer las predichas señales de la inminente venida de Cristo,
nació el gran reavivamiento adventista en las primeras décadas
del siglo XIX.
Las profecías concernientes a la obra del papado relaciona-
das con el cambio de la ley de Dios, empezaban a ser compren-
didas, viéndose que el último mensaje del evangelio eterno ha-
bía de exhortar a los hombres a apartarse de las tradiciones
humanas y volver a la norma del Nuevo Testamento—“los
mandamientos de Dios, y la fe de Jesús.” Apocalipsis 14:12.

* Junto con este tema de la observancia del sábado en la América colonial, es


interesante notar que el conde Zinzendorf, director del movimiento misionero moravo,
creía en la santidad del sábado designado por Dios. En su biografía, escrita por el obispo
Spangenberg, se declara que la cuestión del sábado fué discutida por Zinzendorf con los
moravos, en la visita que él hizo a Pensilvania en 1741. El relato dice así:
"Como circunstancia especial se ha de notar que él resolvió, con la iglesia de
Bethlehem. celebrar el séptimo día como día de reposo. El asunto fué estudiado
previamente en todos sus detalles, por el consistorio de la iglesia, considerándose todas las
razones en pro y en contra de él, y entonces se llegó al acuerdo unánime de observar
sabáticamente aquel día.,. Ya desde hacía mucho, tenía el conde en especial honor al
séptimo día de la semana."—Zinzendorf's “Leben." Tom. V, pp. 1431, 1433. v x-
Evidentemente la congregación de Bethlehem no siguió mucho tiempo esta práctica.
"Pero en cuanto a él mismo—dice Spangenberg—con su casa, se adhirió firmemente a la
antes mencionada práctica hasta su muerte."—Id., p. 1437.
El Sábado Después de Cristo 181
Entonces empezó el gran movimiento en pro de la reforma sa-
bática y la proclamación de la segunda venida de Cristo, que
dieron origen a la denominación adventista del séptimo día,
con una obra que se extiende por todos los países, e induce
anualmente a millares de gente a guardar el bienaventurado
sábado del Señor.
Pronto ha de manifestarse Cristo en justicia y juicio. Una
de las amonestaciones del mensaje de Dios para los últimos
días es ésta:
“Así dijo Jehová: Guardad derecho, y haced justicia:
porque cercana está mi salud para venir, y mi justicia para
manifestarse. Bienaventurado el hombre que esto hiciere, y el
hijo del hombre que esto abrazare: que guarda el sábado de
profanarlo, y que guarda su mano de hacer todo mal.” Isaías
56: 1, 2.
Al través de los sombríos siglos, el Señor tenía en alguna
parte un pequeño núcleo para que mantuviera brillante la luz
de la verdad del sábado. Y este núcleo también venció por la
sangre del Cordero y la palabra de su testimonio, no amando
su vida hasta la muerte. Ahora, con la clara luz que resplandece
del Libro abierto, les toca a los cristianos de todas partes vol-
verse de la tradición a la senda de los mandamientos de Dios y
del ejemplo de Jesucristo.

“Día santo del Señor.


¡Oh cuán pronto en pasar!”
LA LEY DE DIOS
I
No tendrás dioses ajenos delante de mí.
II
No te harás imagen, ni ninguna semejanza de cosa que esté
arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las agua debajo de
la tierra: no te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy
Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los
padres sobre los hijos, sobre los terceros y sobre los cuartos, a
los que me aborrecen, y que hago misericordia en millares a los
que me aman, y guardan mis mandamientos.
III
No tomarás el nombre He Jehová tu Dios en vano; porque no
dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano.
IV
Acordarte has del día del reposo, para santificarlo: seis días
trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día será reposo
para Jehová tu Dios: no hagas en el obra alguna, tú, ni tu hijo,
ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero
que está dentro de tus puertas: porque en seis días hizo Jehová
los cielos y la tierra, la mar y todas las cosas que en ellos hay,
y reposó en el séptimo día: por tanto Jehová bendijo el día del
reposo y lo santificó.
V
Honra a tu padre y a tu madre, porque tus días se alarguen en
la tierra que Jehová tu Dios te da.
VI
No matarás.
VII
No cometerás adulterio.
VIII
No hurtarás.
IX
No hablarás contra tu prójimo falso testimonio.
X
No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer
de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno,
ni cosa alguna de tu prójimo.
EL SERMÓN DE CRISTO SOBRE “Cualquiera que hiciere y enseñare,
EL MONTE éste será llamado glande en el reino
de los cielos.” Mateo 5: 19.

La Ley de Dios
A MENUDO se emplea la expresión “la majestad de la ley,”
la cual significa que el carácter y la equidad de un gobierno
están encarnados y expresados en sus leyes. La palabra de la
Inspiración nos hace conocer la majestad de la ley del Altísimo.
El Carácter de la Ley de Dios
En esta ley se refleja la infinita perfección del carácter
divino.
“La ley de Jehová es perfecta, que vuelve el alma.” Salmo
19: 7.
Como Dios es santidad, justicia y bondad, así también lo
es su ley.
“De manera que la ley a la verdad es santa, y el manda-
miento santo, y justo, y bueno.” Romanos 7: 12.
El Propósito
La ley de Dios da a conocer la justicia de su gran Autor.
“Oídme, los que conocéis justicia, pueblo en cuyo corazón
está mi ley.” Isaías 51: 7.
Señala como pecado todo apartamiento de la justicia.
184 Nuestro Siglo a la Luz Profética
“Cualquiera que hace pecado, traspasa también la ley; pues
el pecado es transgresión de la ley.” 1 Juan 3: 4.
No es un código meramente para la regulación de la con-
ducta exterior. Es la ley moral—la norma primordial de justicia
establecida por el Creador para sus criaturas. No hay impulso
alguno de lo profundo del alma que no alcance. Es la palabra
viva y poderosa, “más penetrante que toda espada de dos filos:
y que alcanza hasta partir el alma, y aun el espíritu, y las co-
yunturas y tuétanos, y discierne los pensamientos y las inten-
ciones del corazón.” Hebreos 4: 12.
Al colocarnos frente a frente de esta santa ley, oímos en
ella la voz de Dios diciendo: “Sed santos; porque yo soy
santo.” Toda alma debe confesar su culpa ante el escrutador
poder de la ley de Dios. Todas las cosas están desnudas y
abiertas a los ojos de Aquel ante quien somos responsables.
“¡Culpables somos!” confesamos. Abandonados a nuestra
culpa, no habría para nosotros rayo alguno de esperanza. Pero,
gracias a Dios, no se nos deja solos; se nos ha provisto ayuda
en un Ser poderoso para salvarnos.
La Ley de Dios Existió Desde el Principio
La ley de Dios existió desde el principio. Cuando Adán
pecó, transgredió esta santa ley; porque “el pecado es transgre-
sión de la ley.” La ley de Dios no fué escrita hasta el tiempo de
Moisés, cuando el Señor empezó a hacer sus revelaciones por
escrito a los hijos de los hombres. Pero desde Adán hasta Moi-
sés, los preceptos de la ley .de Dios enseñaron la justicia y con-
vencieron de pecado.
“Así como el pecado entró en el mundo por un hombre, y
por el pecado la muerte, y la muerte así pasó a todos los
hombres, pues que todos pecaron. Porque hasta la ley (es decir
el tiempo en que fué dada en el Sinaí), el pecado estaba en el
mundo; pero no se imputa pecado no habiendo ley. No
obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés.” Romanos
5: 12-14.
La explicación de este texto es la siguiente: Sin la ley no
puede haber pecado. Pero hubo pecado y muerte desde Adán
hasta Moisés, en cuya época fué proclamada la ley en el Sinaí,
por tanto esta ley de Dios estaba en vigor desde el principio.
La Ley de Dios 185
Acerca de sus preceptos dió testimonio todo predicador de jus-
ticia que Dios suscitara en los tiempos antediluvianos y en la
edad patriarcal, que siguió al diluvio. De Abrahán el Señor
dice:
“Oyó Abrahán mi voz, y guardó mi precepto, mis manda-
mientos, mis estatutos y mis leyes.” Génesis 26: 5.
El Señor sacó a su pueblo de Egipto para que pudiese guar-
dar su ley. Su mensaje a Faraón fué: “Deja ir a mi pueblo, para
que me sirvan.” Éxodo 9: 1. El los libró de la servidumbre por
su brazo poderoso, y les abrió el mar Rojo para guiarlos hacia
adelante a la obediencia, según dijo el salmista:
“Sacó a su pueblo con gozo; con júbilo a sus escogidos...
para que guardasen sus estatutos, y observasen sus leyes.”
Salmo 105: 43-45.
En la servidumbre de Egipto, los hijos de Abrahán debie-
ron perder mucho de la pureza de la verdad de Dios; sin em-
bargo, el Señor los tenía bajo la obligación de conocer su ley—
especialmente el precepto del sábado—antes que llegaran al
Sinaí, es decir, antes de proclamar la ley a oídos de ellos. El los
probó en este asunto dándoles el maná, pues dijo de su pueblo:
“Para que yo le pruebe si anda en mi ley, o no.” Éxodo 16:
4.
Desde el principio, la santa ley de Dios exigió leal
obediencia de parte de todo ser humano.
Proclamada de Nuevo en el Sinaí
El Señor había librado al pueblo de Israel de la
servidumbre egipcia, para que pudiese servirle y dar a conocer
sus caminos a las naciones. Esto era conforme a la promesa
hecha a Abrahán. A dicho pueblo le fué entregada la revelación
escrita de Dios, y por ellos había de venir el Mesías prometido
al llegar la plenitud del tiempo.
Aunque en aquel tiempo “sus caminos notificó (el Señor)
a Moisés” y comenzó la revelación por escrito, que llegó a ser
“el rollo del libro” o sea, las Santas Escrituras, no se dejó cierta
porción de la revelación para que la proclamase el profeta de
Dios o la escribiese la pluma inspirada. El Señor proclamó su
186 Nuestro Siglo a la Luz Profética
santa ley con su propia voz, y dió a los hombres un ejemplar
de ella escrito “con el dedo de Dios.” Moisés dijo de esto:
“Habló Jehová con vosotros de en medio del fuego: oísteis
la voz de sus palabras, mas a excepción de oír la voz, ninguna

MOISÉS QUEBRANTA LAS TABLAS DE LA LEY “Escribiólas en dos tablas de


piedra.” Deuteronomio 4: 18.

figura visteis: y él os anunció su pacto, el cual os mandó poner


por obra, las diez palabras; y escribiólas en dos tablas de pie-
dra.” Deuteronomio 4: 12, 13.
La manifestación de majestad y gloria indescriptible estaba
La Ley de Dios 187
destinada a enseñar cuán sagrada y santa es la ley e infundir en
los hombres el temor de quebrantar sus preceptos. Éxodo 20:
20.
No se le entregó la ley a Israel para sí solamente, sino que
había de enseñar la verdad a los demás pueblos. Como lo dice
el Nuevo Testamento, era grandemente para ventaja suya que
“les fueron a ellos confiados los oráculos de Dios” (Romanos
3: 2, V. M.), pero Israel “recibió los oráculos vivos para dár-
noslos,” y por la obediencia a la ley divina, habían de ser una
luz para las naciones.
“Guardadlos, pues, y ponedlos por obra: porque esta es
vuestra sabiduría y vuestra inteligencia en ojos de los pueblos,
los cuales oirán todos estatutos, y dirán: Ciertamente pueblo
sabio y entendido, gente grande es ésta. Porque ¿qué gente
grande hay que tenga los dioses cercanos a sí?” Deuteronomio
4: 6, 7.
Interesante comentario de estas palabras viene a ser el
lenguaje de Falerio, bibliotecario de Tolomeo Filadelfo, rey de
Egipto. Para instar al rey a que consiguiera por todos los
medios a su alcance ejemplares de los libros sagrados de los
judíos para su gran biblioteca de Alejandría, Falerio le decía:
“Ahora es necesario que tengas copias exactas de ellos. Y en
verdad esta legislación está llena de sabiduría, y enteramente sin
tacha, como legislación de Dios; y esta es la causa por la cual, como
lo dice Hecateo de Abdera, los poetas e historiadores no hacen
mención, de ella ni de aquellos hombres que guían su conducta por
ella, ya que es una ley santa y que no debe ser publicada por bocas
profanas.”—“Antiquities,” por Josefo, lib. XII, cap. II, sec. 4.
A pesar de haber sido los israelitas a menudo infieles, me-
diante su testimonio y la actitud de Dios para con ellos, se es-
parció entre las naciones de la antigüedad la fama de los orá-
culos vivientes.
Un Solo Dios—una Sola Norma de Moral
“Uno es el dador de la ley.” Santiago 4: 12. Él es siem-
pre el mismo, y su ley es la norma de justicia para toda la hu-
manidad. No ha habido una norma de moral antes de Cristo,
y otra después de él. La muerte de Cristo sobre la cruz por
188 Nuestro Siglo a la Luz Profética
haber transgredido el hombre la ley, es el testimonio divino
dado a toda la humanidad para demostrar que la ley de Dios no
puede nunca desecharse ni suspenderse su vigor. Jesús empezó
su enseñanza pública con la siguiente declaración:
“No penséis que he venido para abrogar la ley o los pro-
fetas: no he venido para abrogar, sino a cumplir. Porque de
cierto os digo, que hasta que perezca el cielo y la tierra, ni una
jota ni un tilde perecerá de la ley, hasta que todas las cosas sean
hechas. De manera que cualquiera que infringiere uno de estos
mandamientos muy pequeños, y así enseñare a los hombres,
muy pequeño será llamado en el reino de los cielos. Mas
cualquiera que hiciere y enseñare, éste será llamado grande en
el reino de los cielos.” Mateo 5: 17-19.
La ley moral de los diez mandamientos es un código,
siendo igualmente sagrado, y estando igualmente en vigor cada
uno de sus preceptos.
“Cualquiera que hubiere guardado toda la ley, y ofendiere
en un punto, es hecho culpable de todos. Porque el que dijo:
No cometerás adulterio, también ha dicho: No matarás. Ahora
bien, si no hubieres cometido adulterio, pero hubieres matado,
ya eres hecho transgresor de la ley. Así hablad, y así obrad,
como los que habéis de ser juzgados por la ley de libertad.”
Santiago 2: 10-12.
La ley de Dios habla aún con toda la fuerza de aquella voz
del Sinaí y habla a toda alma en la tierra:
“Empero sabemos que todo lo que la ley dice, a los que
están en la ley lo dice, para que toda boca se tape, y que todo
el mundo se sujete a Dios.” Romanos 3: 19.
De esta manera la ley de Dios convence de pecado a todos
los hombres y quiere llevarlos a todos a Cristo para obtener
perdón y el don divino de la gracia y poder de obediencia.
La ley ceremonial—las ordenanzas y preceptos dados para
el sistema de sacrificios—cesó con el sacrificio del Calvario,
puesto que todas aquellas observancias ceremoniales
señalaban hacia adelante, hacia la cruz. No puede haber
confusión entre la ley moral y la ley ceremonial. La ley
ceremonial de figuras y símbolos demostraba de por sí que
había sido violada una ley
La Ley de Dios 189
primaria y superior: la ley moral, lo que hacía necesario un
sacrificio divino para que los Transgresores pudieran ser sal-
vados de la muerte y restaurados a la obediencia.
La Norma del Juicio
La ley del gobierno moral de Dios, que es la regla de vida
para toda criatura, debe necesariamente ser la norma en el gran
día del juicio. La Escritura resume en estas palabras toda
obligación y responsabilidad humana:
“El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y
guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre.
Porque Dios traerá toda obra a juicio, el cual se hará sobre toda
cosa oculta, buena o mala.” Eclesiastés 12: 13, 14.
Todo hijo de la perdida raza de Adán habrá de comparecer
en juicio ante el tribunal de Dios para responder a las demandas
de la ley perfecta. La justicia divina no puede borrar ni una jota
ni un tilde de los requisitos de la ley santa, ni puede en modo
alguno absolver al culpable. Pero la misericordia divina ha
provisto la manera de que Dios “sea el justo, y el que justifica
al que es de la fe de Jesús.”
EL DON DE DIOS “De tal manera amó Dios al mundo, que ha
dado a su Hijo unigénito.” Juan 3: 16
LA FE INFANTIL “Si no os volviereis, y fuereis como niños, no
entraréis en el reino de los cielos.” Mateo 18: 3.

La Justificación por la Fe
“¿COMO se justificará el hombre con Dios?” preguntó el
patriarca Job. Esta ha sido siempre una cuestión vital desde que
pecó Adán y perdió su justicia y su derecho a la vida. La res-
puesta de la Escritura es:
“Justificados pues por la fe, tenemos paz para con Dios por
medio de nuestro Señor Jesucristo.” Romanos 5: 1. “Por gracia
sois salvos por la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios:
no por obras, para que nadie se gloríe.” Efesios 2: 8,9.
En el principio, la vida y la justicia eran don de Dios al
hombre. Sólo el Creador podía otorgar el don al principio; y
una vez perdido éste, sólo el poder creador podía restaurarlo.
El Hombre no Puede Justificarse a Sí Mismo
La ley de Dios declara que todos los hombres son
pecadores. No sólo heredó necesariamente la posteridad de
Adán una naturaleza pecaminosa, sino que toda alma ha
cometido pecado como fruto de aquella naturaleza.
192 Nuestro Siglo a la Luz Profética
“Así como el pecado entró en el mundo por un hombre, y
por el pecado la muerte, y la muerte así pasó a todos los
hombres, pues que todos pecaron.” Romanes 5: 12.
“No hay diferencia,”—judíos o gentiles, esclavos o libres,
todos están en la misma condición perdida; “por cuanto todos
pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios.” Romanos 10:
12; 3: 23.
El pecador es un transgresor condenado a muerte por una
ley santa. Él se vuelve hacia ella pensando: “Haré lo que dice
y llegaré a ser justo y obtendré la vida.” Pero no puede desha-
cer el hecho de que ha pecado. Una ley santa sólo puede cla-
mar: “¡Culpable! ¡Culpable!” al que la ha transgredido. La ley
da a conocer la justicia; no la puede dar. Como dice la
Escritura:
“Sabemos que todo lo que la ley dice, a los que están en la
ley lo dice, para que toda boca se tape, y que todo el mundo se
sujete a Dios: porque por las obras de la ley ninguna carne se
justificará delante de él; porque por la ley es el conocimiento
del pecado.” Romanos 3: 19, 20.
La culpabilidad existe. El hombre no logrará deshacer o
encubrir ante una ley justa ninguna acción por él cometida. No
sólo esto, sino que tan pronto como la ley declara lo que es la
justicia, el pecador encuentra que sus demandas se hallan ente-
ramente más allá del poder de su carne para cumplirlas. Exige
una clase de obra que la naturaleza humana caída no puede ni
siquiera abordar. Pablo exclamó, cuando luchaba bajo la con-
vicción: “Sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal,
vendido a sujeción del pecado.” Romanos 7: 14.
Lo carnal no puede producir lo espiritual. Pero la ley de-
manda una obra espiritual de justicia. Es imposible para la
mente carnal comprenderla. La Escritura dice:
“La intención de la carne es enemistad contra Dios; porque
no se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede. Así que, los
que están en la carne no pueden agradar a Dios.” Romanos 8:
7, 8.
Mas el pecador despertado está aún en la carne. El encuen-
tra que la ley proclama con voz poderosa su culpa y le condena
a muerte. Él no puede lavar el pasado ni ocultarlo; no puede
La Justificación por la Fe 193
obedecer a la ley de Dios con un ánimo carnal, y éste es el
único que posee. Él se haya perdido, impotente, pero anhela
con vehemencia una vía de escape. El clamor de Pablo en la
misma posición es el clamor del corazón que desespera y no ha
hallado al Salvador: “¡Miserable hombre de mí! ¿quién me
librará del cuerpo de esta muerte?” Romanos 7: 24. Gracias a
Dios, hay para todo pecador una respuesta a este clamor.
El Don Gratuito de Cristo
Después de aquel desesperado clamor de la impotencia hu-
mana: “¿Quién me librará?” surge la voz de alabanza del cre-
yente: “Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor Nuestro.” Él
es el libertador; porque “se dió a sí mismo por nuestros pecados
para librarnos.” Romanos 7: 25; Gálatas 1: 4.
La vía de escape y salvación es el don del amor de Dios.
“De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo uni-
génito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más
tenga vida eterna.” Juan 3: 16.
Ningún pecador necesita suplicar a Dios que esté dispuesto
a perdonarle; el infinito amor del Señor que entregó a su Hijo
a la muerte, está abogando con el pecador para que crea y
acepte la salvación.
A fin de ser Salvador del pecador, el divino Hijo de Dios
debió tomar el lugar del hombre ante la ley violada. Vino en
carne humana con toda su debilidad. “No puedo yo de mí
mismo—dijo él—hacer nada.” El confiaba en el Padre, y vivió
una vida de perfecta justicia en la carne humana. El que no
conoció pecado, llevó el pecado del hombre en su cuerpo en la
cruz. “Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.” Por el
pecado del hombre, él murió “para que por gracia de Dios gus-
tase la muerte por todos.” En él se cumplió la penalidad de la
ley. Pero era un sacrificio sin pecado. “Por el Espíritu eterno
se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios.” Hebreos 9: 14. Por
tanto, la muerte no podía retenerlo. El resucitó con el poder de
una vida sin fin para ser abogado, sacerdote y Salvador del
hombre, que dé su gracia, justicia y vida a todo aquel que quiera
recibirlas. Anhela poner en todo corazón humano la justicia
que él obró en pro del hombre en la carne humana. Así como en
194 Nuestro Siglo a la Luz Profética
su propia carne anduvo y vivió la vida de justicia en Judea,
también ahora, mediante el Espíritu Santo, él vive en nuestros
días en las vidas humanas. Esto significa perdón y liberación
del poder de la carne, una nueva vida de poder, y una justicia
y justificación operadas en el corazón por el divino Salvador
que mora en éste. ¿Cómo podemos recibirle con toda esta gran
salvación?—Por la fe, creyendo en sus promesas; para “que
habite Cristo por la fe en vuestros corazones.” Efesios 3: 17,
Cristo morando en toda su plenitud en el corazón—esta es la
maravilla y misterio del evangelio, “el cual es Cristo en vos-
otros, esperanza de gloria.” Significa un Salvador siempre
presente y vivo, capaz de salvar hasta lo sumo.
¡Qué abundancia de gracia se recibe con su presencia per-
manente!
El perdón.—“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y
justo para que nos perdone nuestros pecados, y nos limpie de
toda maldad.” 1 Juan 1: 9.
Liberación de la carne.—La purificación por el poder per-
manente de Cristo significa que está subyugada la antigua vida
del yo. “Nuestro viejo hombre juntamente fué crucificado con
él.” Romanos 6: 6. “No estáis en la carne, sino en el espíritu, si
es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. .. Empero si Cristo
está en vosotros, el cuerpo a la verdad está muerto a causa del
pecado; mas el espíritu vive a causa de la justicia.” Romanos
8: 9, 10.
Un nuevo corazón.—“Y yo os daré corazón nuevo, y
pondré espíritu nuevo dentro de vosotros.” Ezequiel 36: 26.
Una nueva vida.—“Y a renovaros en el espíritu de vuestra
mente, y vestir el nuevo hombre que es criado conforme a Dios
en justicia y en santidad de verdad.” Efesios 4: 23, 24. Es una
bienaventurada realidad, que Cristo Jesús vive en el creyente
la vida por la fe, como el apóstol Pablo dice:
“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y vivo, no ya yo,
mas vive Cristo en mí: y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo
en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó, y se entregó a mismo
por mí.” Gálatas 2: 20.
Justicia y justificación.—“Este será su nombre que le lla-
marán: JEHOVÁ, JUSTICIA NUESTRA.” Jeremías 23: 6.
La Justificación por la Fe 195
Con razón se ha impreso en nuestra Biblia el bendito
nombre con mayúsculas. Es el gran nombre de salvación para
todo creyente. Por la fe lo recibimos, y por la fe se nos imputa
su justicia. Su vida de obediencia cobija toda la vida entregada
del creyente, pasada y continua, y ante los ojos de Dios, la vida
del creyente en Jesús está absuelta de todo pecado. Es el triunfo
de aquel que no sólo fué “entregado por nuestros delitos,” sino
también fué “resucitado para nuestra justificación”:
“Así que, de la manera que por un delito vino la culpa a
todos los hombres para condenación, así por una justicia vino
la gracia a todos los hombres para justificación de vida. Porque
como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron
constituidos pecadores, así por la obediencia de uno los
muchos serán constituidos justos.” Romanos 5: 18, 19.
Cristo murió y resucitó para traer esta experiencia a los pe-
cadores que han luchado impotentemente bajo la condenación.
Al ser recibidos por la fe Cristo Jesús y toda su justicia, “nin-
guna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los
que no andan conforme a la carne, mas conforme al Espíritu.”
Romanos 8: 1.
¡Alabado sea el Señor! Todo proviene de Cristo y no de
obras que hayamos hecho. Por tanto, es algo tan seguro como
el juramento y promesa de Dios. Sólo podemos perder esa ex-
periencia al consentir mediante la incredulidad, que Cristo
salga de nuestra vida. No permita Dios que lo hagamos, pero
que él nos ayude a arrepentimos y volver a encontrarle por la
fe si alguna vez hallamos que le hemos dejado ir y hemos per-
dido el amparo de su justicia.
La justicia de Cristo es, por necesidad, la justicia que de-
manda la ley de Dios. Él vive esta ley en el creyente. Esto es la
justificación. “Porque no los oidores de la ley son justos para
con Dios, más los hacedores de la ley serán justificados.”
Romanos 2: 13. La justificación por la fe hace del hombre un
hacedor de la ley por la fe, viviendo Cristo cada uno de los
sagrados preceptos de la ley en la vida del creyente. Es para
lograr esto que él murió, para traerle al pecador la justicia de
13 ley que éste mismo no podía alcanzar,
196 Nuestro Siglo a la Luz Profética
“Lo que era imposible a la ley, por cuanto era débil por la
carne, Dios enviando a su Hijo en semejanza de carne de pe-
cado, y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para
que la justicia de la ley fuese cumplida en nosotros, que no an-
damos conforme a la carne, mas conforme al espíritu.” Roma-
nos 8: 3,4.
Cristo escribe la ley de Dios en el renovado corazón: “Daré
mis leyes en el alma de ellos, y sobre el corazón de ellos las es-

LA ULTIMA ORACIÓN “Para que todo aquel que en él cree, no se


pierda, mas tenga vida eterna.” Juan 3: 16.

cribiré.” Hebreos 8: 10. Esta es la regla de su propia justicia;


porque antes que viniera al mundo a obrar la perfecta justicia
para nosotros en la carne humana, él dijo por medio del
salmista: “El hacer tu voluntad, Dios mío, hame agradado, y tu
ley está en medio de mis entrañas.” Salmo 40: 8.
Cristo trae al corazón de todo creyente una justicia perfecta
y una salvación completa. En él mora toda plenitud, y “en él
sois perfectos.”
El maravilloso plan de salvación es tan profundo, que sólo
La Justificación por la Fe 197
“en los siglos venideros,” podrá Dios “mostrar… las abundantes
riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo
Jesús.” Efesios 2: 7. Pero gracias a Dios, aun aquí en esta tierra, los
pecadores salvados por la gracia pueden “conocer el amor de Cristo,
que excede a todo conocimiento.”
EL BAUTISMO DE CRISTO “ASÍ nos conviene cumplir toda
justicia.” Mateo 3:15.
EL VADO DEL JORDÁN “Bautizaba también Juan en Enón
junto a Salim, porque había allí
muchas aguas.” Juan 3:23.

El Bautismo
El Recuerdo de la Resurrección
EL BAUTISMO es el divinamente señalado recuerdo de la re-
surrección de Cristo. El grande hecho del evangelio es que
“Cristo fué muerto por nuestros pecados, conforme a las Es-
crituras; y que fué sepultado, y que resucitó al tercer día, con-
forme a las Escrituras” (1 Corintios 15: 3, 4), para ser nuestro
gran Sumo Sacerdote y Salvador.
El bautismo es una profesión de fe en el Salvador, que bajó
al sepulcro por nosotros, y resucitó. Es la gran lección objetiva
destinada a enseñarnos la verdad de que el pecador debe morir
al pecado y al mundo, y resucitar, por el poder de la gracia
divina, a una nueva vida de obediencia. Este rito es el signo de
una positiva experiencia y el medio por el cual el creyente
confiesa la obra de la gracia en su alma.
Las Escrituras nos enseñan cuáles son las condiciones
esenciales necesarias para el bautismo:
200 Nuestro Siglo a la Luz Profética
“Id por todo el mundo; predicad el evangelio a toda cria-
tura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo.” Marcos 16:
15,16.
“¿Qué impide que yo sea bautizado? Y Felipe dijo: Si crees
de todo corazón, bien puedes.” Hechos 8: 36, 37.
“Y Pedro les dice: Arrepentíos, y bautícese cada uno de
vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los peca-
dos.” Hechos 2: 38.
Así se ve que la instrucción en el evangelio, la creencia en
Cristo y el arrepentimiento son condiciones que preceden al
bautismo.
El Bautismo para los Creyentes
La experiencia de la cual el bautismo es señal se explica
así:
“Somos sepultados juntamente con él a muerte por el bau-
tismo; para que como Cristo resucitó de los muertos por la
gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de
vida.” Romanos 6: 4.
“Todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo
estáis vestidos.” Gálatas 3: 27.
“Sepultados juntamente con él en el bautismo, en el cual
también resucitasteis con él, por la fe de la operación de Dios
que le levantó de los muertos.” Colosenses 2: 12.
En este rito, ordenado por Dios, el creyente sigue el ejem-
plo de Cristo, quien, cuando fué bautizado por Juan en el Jor-
dán, dijo: “Así nos conviene cumplir toda justicia.”
La Forma del Bautismo
La forma del bautismo está demostrada en los siguientes
textos.
“Jesús, después que fué bautizado, subió luego del agua.”
Mateo 3: 36.
“Descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco, y
bautizóle.” Hechos 8: 38.
“Sepultados juntamente con él a muerte por el bautismo...
Porque si fuimos plantados juntamente en él a la semejanza de
su muerte, así también lo seremos a la de su resurrección.
Romanos 6: 4, 5.
El Bautismo 201
Aunque la forma externa de un servicio religioso es siem-
pre inaceptable para Dios sin el espíritu y la experiencia que la
forma entraña, sin embargo, cuando el Señor prescribe una
forma, es imperativo seguir su instrucción. La forma del rito,
tal cual lo ha ordenado Dios, intensifica el significado divino
del servicio.
El bautismo de las Escrituras es una sepultura “a la seme-
janza” de la sepultura de Cristo, lo mismo que el levantarse el
creyente del sepulcro de agua, es a semejanza de la
resurrección de Cristo. Acerca del significado de la palabra
“bautismo,” Lutero escribió así:
“Bautismo es una palabra griega; en latín puede traducirse por
inmersión, como cuando sumergimos algo en el agua para que lo
cubra completamente.”— Opera Lutheri, De Sao. Bap. I, p. 319
(Baptist Encyclopedia, art. “Baptism”).
Calvino, después de argüir que la forma es un asunto se-
cundario, dice:
“La misma palabra “bautizar,” no obstante, significa sumergir; y
es cierto que la inmersión fué observada por la iglesia antigua.”—
“Institutos,” Lib. IV, Cap. XV (Baptist Encyclopedia, art.
“Baptism”).
De la práctica en los tiempos primitivos, Neandro, el histo-
riador de la iglesia, dice:
“Con respecto a la manera de bautizar, en conformidad con la
institución original y el primitivo significado del símbolo, el bau-
tismo era generalmente administrado por inmersión.”—“History of
the Christian Church” trad. de Torrey (edición de Londres), Tom. I,
p. 429.
La perversión del rito por la aspersión, y su administración
en la infancia, le quita la lección objetiva divinamente
ordenada; y en el caso del infante, debe por necesidad subs-
tituirse le experiencia por el mero ceremonialismo, pues el
niño, en edad irresponsable, no puede tener experiencia alguna
en cuanto a creer y arrepentirse, condiciones necesarias para
cumplir con el significado del bautismo. El cambio en el rito,
como la mayor parte de los cambios que se produjeron en los
días de la “apostasía” de la fe y práctica primitivas, se efectuó
por un procedimiento gradual.
202 Nuestro Siglo a la Luz Profética
El deán Stanley, en su libro “Christian Institutions” (Ins-
tituciones Cristianas), p. 24, dice que hasta el tercer siglo no
“encontramos un caso del bautismo de infantes”. Respecto al
cambio de la inmersión por la aspersión, dice:
“¿Cómo se justifica este casi universal apartamiento del uso
primitivo? Puede haber habido muchas razones, algunas malas y
algunas buenas. Una de ellas, sin duda, fué el sentimiento supers-
ticioso ya mencionado, que consideraba al bautismo como un en-
salmo indispensable para la salvación, y que insistía en comunicarlo
a todo ser humano que pudiese ser tocado por el agua, aunque
estuviera inconsciente.”
La práctica común seguida hasta el siglo XII, está así des-
crita por un cardenal católico romano de aquel tiempo, llamado
Pullus:
“Cuando se sumerge en el agua al candidato al bautismo, se
sugiere la muerte de Cristo; mientras está sumergido y cubierto por
el agua, se manifiesta la sepultura de Cristo; al levantarlo de las
aguas, se proclama la resurrección de Cristo.”—Patrol, Lat., Vol.
CXXX, p. 315 (Baptist Encyclopedia, art. “Baptism”).
El deán Stanley, de Westminster, uno de los hombres más
eruditos de la iglesia anglicana, escribió así:
“Durante los trece primeros siglos, la práctica casi universal en
cuanto al bautismo era la expuesta en el Nuevo Testamento, y que
explica el significado de la palabra “bautizar”—es decir que los que
eran bautizados, eran sumergidos en el agua. Aquella práctica existe
aún, como hemos visto, en las iglesias orientales. En la iglesia
occidental perdura aún entre los católicos romanos en el ejemplo
aislado de la catedral de Milán; y entre los protestantes, en las
numerosas sectas de los bautistas. Duró mucho tiempo en la Edad
Media... Pero desde principios del siglo XVII, esta práctica fué ya
sumamente rara. Con las pocas excepciones que se acaban
mencionar, todas las iglesias occidentales han substituido la antigua
inmersión por la ceremonia de dejar caer unas cuantas gotas de agua
sobre la cabeza. La razón del cambio es obvia. La práctica de la
inmersión, aunque peculiarmente adaptada a los países meridionales
y orientales, para los cuales fué designada, no se hallaba adecuada
para los países del Norte y Occidente. No por decreto alguno de
concilio o parlamento, sino por el sentimiento general de libertad
cristiana, fué efectuado este notable cambio. Empezando en el siglo
XIII, ha desterrado gradualmente al antiguo uso católico de toda
Europa.”—“Christian Institutions,” pp- 21, 22.
El Bautismo 203
Los hechos son innegables y ponen de relieve la importan-
cia de la reforma y regreso en la práctica a las claras instruc-
ciones de la Palabra de Dios. Como lo demuestran los anales,
no fué el espíritu de la iglesia del Nuevo Testamento el que
hizo este cambio en el rito divino; fué más bien el espíritu de
la iglesia de la “apostasía,” contra el cual el Señor amonesta a
todos los creyentes, “porque traspasaron las leyes, falsearon el
derecho, rompieron el pacto sempiterno.”
SÍMBOLOS DE MEDO-PERSIA Y GRECIA “Aquel carnero que viste, que tenía cuernos, son
Jos reyes de Media y de Persía. Y el macho ca-
brío es el rey de Javán." Daniel 8:20, 21.
MONEDAS DE LOS IMPERIOS El carnero, símbolo de Persia; y el
MEDO-PERSA Y GRIEGO macho cabrío, símbolo de Grecia.

La Profecía de Daniel VIII


Un Bosquejo Histórico y una Pregunta Esencial
OTRO bosquejo de la historia de los imperios y reinos fué
presentado delante del profeta Daniel en la visión del capitulo
VIII. En esta visión, se menciona un gran período profético,
cuyo fin alcanza hasta los últimos días y comprende aconte-
cimientos de nuestros propios tiempos que son de interés e
importancia directa para cada uno de nosotros.
La visión fué dada en el tercer año de Belsasar, último rey
de Babilonia. De nuevo, como en un panorama que desfila ante
el espectador, pasaron ante el profeta las escenas de la historia,
con los reinos terrestres representados bajo símbolos de
bestias.
Hallaremos que la profecía y la historia se corresponden en
todo detalle, revelando la mano guiadora de Dios, que conoce
el fin desde el principio, y cuya palabra viviente de verdad da
su testimonio a través de todos los siglos.
La escena de apertura de esta visión, dada a orillas del río
Ulai, en Persia, está descrita así:
Profecía.—“Y alcé mis ojos, y miré, y he aquí un carnero
que estaba delante del río, el cual tenía dos cuernos: y aunque
eran altos, el uno era más alto que el otro; y el más alto subió
a la postre. Vi que el carnero hería con los cuernos al poniente,
al norte, y al mediodía, y que ninguna bestia podía parar
delante de él, ni había quien escapase de su mano: y hacía
conforme a su voluntad, y engrandecíase.” Vers. 3, 4.
206 Nuestro Siglo a la Luz Profética
En la interpretación que el ángel hace de la visión, le dijo
lo siguiente a Daniel: “Aquel carnero que viste, que tenía cuer-
nos son los reyes de Media y de Persia.” Vers. 20. “El más alto
subió a la postre.”
Los dos cuernos representaban el carácter dual del imperio:
Primero, con los medos en el gobierno, luego los persas,
exaltados a un poder aun mayor. “Que ninguna bestia podía
parar delante de él,” dice la profecía.
Historia— Jenofonte dice del persa Ciro:
“Pudo atemorizar a una parte tan grande del mundo que
asombró a todos y nadie intentó nada contra él.”—“Círopedía,”
lib. I, cap. I.
La tendencia de las conquistas medo-persas era hacia el
“oeste, norte y mediodía,” justamente como el profeta vió al
carnero embestir. Como escribió cierto autor en los días de la
supremacía de Persia al hablar del “invencible Darío” y de su
tiempo:
“Entonces brillábamos por la gloria de nuestras armas”
“¡Y cuántas ciudades tomó!”
“Las palustres ciudades...y las que fuera del lago se
asientan...todas le acataban por su rey y señor.”
—“Los Persas,” por Esquilo, versión de F. S. Brieva
Salvatierra.
Pero, al embestir el carnero hacia el oeste, se le presentó
un antagonista que había de vencerle finalmente. Prosigue el
profeta:
Profecía.—“Y estando yo considerando, he aquí un macho
de cabrío venía de la parte del poniente sobre la haz de toda la
tierra, el cual no tocaba la tierra: y tenía aquel macho de cabrío
un cuerno notable entre sus ojos: y vino hasta el carnero que
tenía los dos cuernos, ... y corrió contra él con la ira de su
fortaleza... En el carnero no había fuerzas para parar delante de
él: derribólo por tanto en tierra, y hollólo; ni hubo quien librase
al carnero de su mano.” Vers. 5-7.
La interpretación del ángel continuaba así: “El macho ca-
brío es el rey de Javán (Grecia): y el cuerno grande que tenía
entre sus ojos es el rey primero.” Vers. 21.
Historia.—Este “rey primero” de la Grecia unida fué Ale-
jandro Magno.
La Profecía de Daniel VIII 207
“Con Alejandro, empieza la nueva Grecia.”—Harrison. “Storv
of Greece”, p. 499.
“Sucedió que después que Alejandro, ... el primero que reinó en
Grecia, ... hubo vencido a Darío, rey de los persas y de los medos,
ganó muchas batallas, y se apoderó en todas partes de las ciudades
fuertes, y mató a todos los reyes de la tierra que le resistieron, y
penetró hasta los últimos términos del mundo.” 1 de Machabeos, 1:
1-3, Versión de Félix Torres Amat.
Bajo Alejandro, el macho cabrío griego corrió contra el
carnero persa “con la ira de su fortaleza.” Dice Arriano que en
la batalla de Arbela, los macedonios acometieron con gran
“ímpetu.” Nadie pudo librar al carnero persa. “Doquiera hu-
yas—escribió Alejandro a Darío en retirada,—allí te perse-
guiré ciertamente.” (Véase “Anabasis de Alejandro Magno,”
por Arriano, lib. II, cap. XIV.) Medo-Persia cayó delante de
Grecia, según había predicho la segura palabra profética dos-
cientos años antes del tiempo de Alejandro.
Luego fueron desarrolladas ante la visión del profeta la
expansión de Grecia y su historia ulterior:
Profecía.—“Y engrandecióse en gran manera el macho de
cabrío; y estando en su mayor fuerza, aquel gran cuerno fué
quebrado, y en su lugar subieron otros cuatro maravillosos
hacia los cuatro vientos del cielo.” Vers. 8. —
Del carnero (Persia) se había dicho “engrandecíase”; del
macho cabrío (Grecia), “engrandecióse en gran manera.”
Historia.—Justin, el romano, escribió acerca de Alejandro:
“Tan atemorizado estuvo el mundo entero por el terror de su
nombre, que todas las naciones vinieron a tributarle homenaje.”—
“His- tory of the World” lib. XII, cap. XIII.
Pero la profecía infalible había dicho que “estando en su
mayor fuerza, aquel gran cuerno fué quebrantado.” Repentina-
mente, el joven conquistador fué arrebatado por la muerte,
justamente cuando se estaba preparando para celebrar en Ba-
bilonia una “asamblea de todo el universo,”
“siendo así arrebatado en la flor de su edad, y en el apogeo de
sus victorias.”—Justín, “History of the World,” lib. XIII, cap. I.
Los antiguos historiadores paganos, emplean un lenguaje
muy similar al que la profecía divina usara al predecirlo.
208 Nuestro Siglo a la Luz Profética
Después de la muerte de Alejandro, el imperio fué dividido
“hacia los cuatro vientos del cielo.” Myers dice:
“Cuatro bien definidas e importantes monarquías se levantaron
de las ruinas... El gran cuerno fué quebrantado; y en vez de él su-
bieron otros cuatro notables hacia los cuatro vientos del cielo.”
“History of Greece (edic. de 1902), p. 457.
Mientras el profeta consideraba estos cuatro reinos de la
Grecia dividida, vió otra potencia que entraba en el campo de
su visión por uno de los cuatro reinos, y extendía su autoridad
más que cualquiera de las que la precedieran:
Profecía.—“Del uno de ellos salió un cuerno pequeño, el
cual creció mucho al mediodía, y al oriente, y hacia la tierra
deseable.” Vers. 9.
Historia.—Medo-Persia “engrandecíase”, Grecia, “engran-
decióse en gran manera,” pero esta potencia había de crecer
“extraordinariamente” (V. M.). Roma siguió a Grecia. Po-
libio, el romano, dice:
“Casi todo el mundo habitado fué conquistado, y puesto bajo el
dominio de la sola ciudad de Roma.”—“Histories of Polybius,” lib.
I, cap. I.
Una de las odas de Horacio, cuenta cómo el nombre de Roma
creció en poder, a causa de sus hazañas,
“Que el latino renombre
Y la pujanza itálica ilustraron,
Y la gloria llevaron
Del alto imperio y el blasón potente,
Del reino de la aurora
A las remotas playas de Occidente.”
—Oda XV, “A Augusto”, lib. IV (versión
de Javier de Burgos).
Las siguientes líneas de Lucano, midieron la excesiva
grandeza de Roma por los otros puntos de la brújula:
“Aunque bajo el Arctos se extienda
Nuestro imperio y llegue
Hasta los dominios del Austro.”
—Farsalia, lib. X.
El imperio de los romanos llenó el mundo,” dice Gibbon.
“Creció mucho,” conforme a la profecía. En la visión, el
La Profecía de Daniel VIII 209
pequeño cuerno que adquiría tal magnitud apareció ante el pro-
feta saliendo de uno de los cuatro cuernos que él había estado
contemplando. Roma alcanzó la supremacía indiscutible por su
conquista de Macedonia, uno de los cuatro reinos notables en
que fuera dividida Grecia. Se extendió hacia el sur y hacia el
este y “hacia la tierra deseable.”
De esta manera “la palabra profética más permanente,” con
exactitud de detalles, describe la historia a través de los siglos
hasta la gran monarquía universal de Roma.
Mas esta profecía no trata tanto de la primera historia de
Roma como de sus hazañas en los tiempos ulteriores. Lo
mismo sucedió en el bosquejo profético de Daniel VII.
Después de identificar brevemente a Roma como la última
monarquía universal, la profecía del cap. VII trató
especialmente del levantamiento de la Roma papal, describió
la exaltación de ella contra Dios, y la guerra que hacía contra
la verdad y los santos de Dios. Y aquí también, en el cap. VIII,
se ve al mismo poder perseguidor desarrollarse, exaltarse y
perseguir a los santos de Dios. La profecía dice que “echó por
tierra la verdad, e hizo cuanto quiso, y sucedióle
prósperamente.” Daniel 8: 12. La historia papal según fué dada
en el estudio de Daniel VII, no necesita repetirse aquí.
Al considerar el profeta la obra de esta potencia desenfre-
nada, su corazón debe haber clamado por saber cuánto tiempo
se le había de permitir prosperar en su mal camino; porque lo
que oyó después fué la voz de uno de los santos, preguntando
por él:
“¿Hasta cuándo durará la visión del continuo sacrificio, y
la prevaricación asoladora que pone el santuario y el ejército
para ser hollados?” Daniel 8: 13.
La respuesta fué:
“Hasta dos mil y trescientos días de tarde y mañana; y el
santuario será purificado.” Vers. 14.
En la profecía simbólica un día representa un año. Ezequiel
4: 6. Por tanto, este es un período largo, de dos mil trescientos
años. Alcanza hasta los últimos días; pues el ángel dijo de ello:
“Para el tiempo del fin es la visión.” Daniel 8: 17, V. M.
CAMPAMENTO DE ISRAEL EN EL DESIERTO "Hasta dos mil y trescientos días de tarde y maña-
na; y el santuario será purificado." Daniel 8: 14.
La Profecía de Daniel VIII 211
La pregunta era: “¿Hasta cuándo?” y la respuesta fué:
“Hasta dos mil y trescientos días de tarde y mañana.” ¿Qué
había de suceder después, que tuviera que ver con la gran apos-
tasía?—“Y el santuario será purificado.” La purificación del
santuario, por lo tanto, debe estar relacionada con la obra de
oposición a la gran apostasía, elevar la verdad de Dios, hollada
bajo los pies, y acortar el reinado del mal. La purificación del
santuario, con todo lo que entraña, debe ser la respuesta de
Dios a esta desaforada potencia.
El error puede prosperar por un tiempo; pero las justas
balanzas del santuario pronunciarán al fin juicio de justicia, y
la prosperidad del malo fenecerá. “Tuve envidia... viendo la
prosperidad de los impíos—dijo el salmista,—hasta que venido
al santuario de Dios, entenderé la postrimería de ellos.” Salmo
73: 3,17.
¿Qué entraña, pues, la purificación del santuario, cuyo
tiempo señala el largo período profético? A nosotros nos
incumbe comprenderlo; pues es una obra que pertenece a los
últimos días.
NUESTRO GRAN SUMO PONTÍFICE “Tenemos tal pontífice que se asentó
a la diestra del trono de la Majestad
en los cielos.” Hebreos 8: 1.
EL INTERIOR DEL SANTUARIO “Figura de aquel tiempo presente,
en el cual se ofrecían presentes y
sacrificios.” Hebreos 9: 9.

La Purificación del Santuario en el Tipo y el Antitipo


LA ENSEÑANZA de la Biblia acerca del santuario del
servicio levítico demuestra claramente que la purificación del
santuario es la respuesta de Dios al error y apostasía.
El servicio sacerdotal del santuario terrenal, o templo, en
los días de Israel, era el tipo o figura de la obra de Cristo, nues-
tro Sumo Sacerdote, en el templo celestial. Los sacerdotes te-
rrenales servían según el “bosquejo y sombra de las cosas
celestiales.” Hebreos 8: 5. Y acerca del ministerio de Cristo en
el templo celestial se nos dice:
“Así que, la suma acerca de lo dicho es: Tenemos tal pontí-
fice que se asentó a la diestra del trono de la Majestad en los
cielos; ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo
que el Señor asentó, y no hombre.” Hebreos 8: 1, 2.
En el servicio terrenal, la purificación del santuario era la
obra final del sumo sacerdote, y señalaba el fin del ciclo anual
del ministerio mediador. La purificación del santuario en el
214 Nuestro Siglo a la Luz Profética
tiempo del fin, por tanto y conforme a la segura enseñanza del
tipo, debe ser el ministerio final de nuestro gran Sumo
Pontífice en el templo celestial, antes de que deponga su obra
sacerdotal para venir en gloria.
El Servicio del Tabernáculo Terrenal
Había dos fases distintas en el ministerio sacerdotal del ta-
bernáculo de Israel. El santuario fué edificado con dos depar-
tamentos: el lugar santo y el santísimo.
En el lugar santo estaban el candelabro con sus siete luces,
la mesa con su siempre renovado “pan de la proposición” y el
altar del incienso, sobre el cual mañana y noche se quemaba
oloroso incienso, símbolo de la continua intercesión de Cristo.
Al otro lado del velo interior estaba el lugar santísimo,
donde se hallaba el arca que contenía las tablas de la ley, escrita
por el dedo de Dios. La cubierta del arca era el propiciatorio de
oro, encima del cual, en cada extremo, y con los rostros mi-
rando hacia el propiciatorio, estaban los querubines de oro, cu-
yas alas se unían en la parte superior. El todo era una figura del
trono de Dios—con los ángeles alrededor del trono, la ley
como base de su gobierno, el propiciatorio que representaba la
interposición de la misericordia y perdón en pro del pecador, y
morando encima de él, la gloria invisible del Señor, el
Shekinah.
“De allí me declararé a ti, y hablaré contigo de sobre la
cubierta, de entre los dos querubines que están sobre el arca del
testimonio.” Éxodo 25: 22.
Del servicio en el primer departamento se declara:
“Y estas cosas así ordenadas, en el primer tabernáculo
siempre entraban los sacerdotes para hacer los oficios del
culto.” Hebreos 9: 6.
“Día tras día las víctimas del sacrificio eran muertas en el
altar delante del velo exterior, y la sangre era ‘presentada por
el sumo sacerdote en el santuario/” Esto era un reconocimiento
de la transgresión de la ley de Dios, transgresión que merecía
la muerte, y una confesión de fe en el Cordero de Dios que
habría de sufrir la muerte en el lugar del pecador, y cuya sangre
expiadora habría de interceder por él delante de la ley justa.
La Purificación del Santuario 215
De esta manera día tras día, sea por la aspersión de la
sangre “delante de Jehová” o por comer parte de la carne del
holocausto en el lugar santo, el ministerio de los sacerdotes
transfería en figura el pecado al santuario, y el pecador era
perdonado.
Durante un año completo, menos un día, el ministerio se
llevaba a cabo en el primer departamento, o lugar santo solo.
Pero en aquel último día del ciclo anual de servicio—“en el
mes séptimo, a los diez del mes”—el sumo sacerdote entraba
en el segundo departamento o lugar santísimo.
“Mas en el segundo, sólo el pontífice una vez en el año, no
sin sangre, la cual ofrece por sí mismo, y por los pecados de
ignorancia del pueblo.” Hebreos 9: 7.
En este servicio el sumo sacerdote rociaba con sangre el
propiciatorio y el lugar santo, a causa de “las inmundicias de
los hijos de Israel.” El santuario había de ser reconciliado o
purificado de todos los pecados registrados allí en figura por
medio de la sangre de las ofrendas que se traían día tras día
durante el año.
Al salir el sumo sacerdote, llevando los pecados, los trans-
fería todos sobre la cabeza del macho cabrío por Azazel, el cual
se enviaba al desierto; y así “todas las iniquidades.de ellos”
eran llevadas fuera del campamento al desierto, y el santuario
quedaba purificado. Véase Levítico 16.
Aquel era un solemne tiempo de juicio en Israel. En aquel
día se pasaba revista a la vida de todos los hombres. ¿Se había
confesado todo pecado? Cualquiera que no fuera hallado justo
para con Dios, al ser hecho este servicio, quedaba privado de
tener parte con el pueblo de Dios.
“Es día de expiaciones, para reconciliaros delante de Jehová
vuestro Dios. Porque toda persona que no se afligiere en este
mismo día, será cortada de sus pueblos.” Levítico 23: 28, 29.
Era de veras un día anual de juicio en Israel, siendo todo
esto “bosquejo y sombra de las cosas celestiales.” Hebreos 8: 5.
La Obra Final de Cristo en el Cielo
Por lo tanto, la última fase del ministerio de Cristo como
Sumo Sacerdote nuestro en el santuario de Dios, debe ser una
216 Nuestro Siglo a la Luz Profética
obra de juicio, un repaso de los registros celestiales, corres-
pondientes al ministerio final que se desempeñaba en el
segundo departamento del tabernáculo terrenal, cuando se
purificaba el santuario.
A Daniel el profeta le fué mostrado en visión ese cambio en
el ministerio de este Sumo Pontífice, a saber, el pasar del pri-

EL RECUERDO DE SU SACRIFICIO “Todas las veces que comiereis este pan, y be-
biereis esta copa, la muerte del Señor anun-
ciáis hasta que venga.” 1 Corintios 11: 26.

mer departamento del templo celestial al segundo. Así


describe la escena maravillosa, al entrar el viviente trono de
Dios, con sus ruedas deslumbrantes de gloria, en el lugar
santísimo del santuario celestial para la obra final del
ministerio de Cristo:
“Estuve mirando hasta que fueron puestas sillas: y un An-
ciano de grande edad se sentó, cuyo vestido era blanco como
la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia; su silla llama
de fuego, sus ruedas fuego ardiente. Un río de fuego procedía
La Purificación del Santuario 217
y salía de delante de él: millares de millares le servían, y
millones de millones asistían delante de él: el Juez se sentó, y
los libros se abrieron.” Daniel 7: 9, 10.
Esta escena, como lo demuestra el versículo que sigue, prin-
cipia cuando la apostasía está aún ensalzándose en la tierra.
Pero durante este mismo tiempo se está llevando a cabo en el
cielo una solemne obra de juicio, cuya terminación dará la res-
puesta de Dios a la apostasía, y traerá la pronta venida de Cristo
en gloria para dar fin al reinado del pecado. Es la purificación
del santuario, el tiempo cuando, en realidad y no en figura,
todos los casos registrados en el santuario pasan en revista final
ante Dios. Cuando aquella obra termine, conforme al tipo, todo
aquel que no sea hallado justo para con Dios, será privado de
tener parte con su pueblo redimido.
Entonces terminará el ministerio sacerdotal de Cristo, y
estará fijado para toda la eternidad el destino de cada alma. A
aquel tiempo deben aplicarse las palabras pronunciadas por
Jesús:
“El que es injusto, sea injusto todavía: .. .y el que es justo,
sea todavía justificado: y el santo sea santificado todavía. Y he
aquí, yo vengo presto.” Apocalipsis 22: 11, 12.
Pero ahora el Salvador, desde el lugar de su ministerio en
el cielo, da a todos la alentadora exhortación y seguridad:
“El que venciere, será vestido de vestiduras blancas; y no
borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nom-
bre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles.” Apoca-
lipsis 3: 5.
Para dar a conocer a los hombres en la tierra cuándo em-
pezó en el cielo esta obra de juicio, o sea la purificación del
santuario, fué dado el período profético de los 2.300 años. Es
de la más solemne importancia que sepamos cuándo empieza
y cuándo termina este período.
ARTAJERJES ENVÍA A LOS JUDÍOS “Desde la salida de la palabra para res-
A REEDIFICAR A JERUSALÉN, EN taurar y edificar a Jerusalén hasta el
457 ANT. DE J. C. Mesías príncipe, habrá siete semanas y
sesenta y dos semanas.” Daniel 9: 25.
NEHEMÍAS, EL ESCANCIADOR DEL REY “Que me envíes a Judá, a la ciudad
de los sepulcros de mis padres, y la
reedificaré.” Nehemías 2: 5.

Un Gran Período Profético


Los 2300 años de Daniel 8: 14
LA ORDEN dada al ángel Gabriel era: “Enseña la visión a
éste” (Daniel 8: 16); por tanto, en la explicación que el ángel
dé de la visión de Daniel VIII, debemos seguramente hallar la
interpretación del período profético de los 2.300 años, cuya
terminación señala la apertura de la obra del juicio en el cielo,
o sea la purificación del santuario.
El capítulo VIII termina, no obstante, sin referencia alguna
al principio de este período de tiempo, importantísima línea
delineadora de la profecía. El ángel había explicado los
símbolos que representaban a Medo-Persia, Grecia y Roma, y
se había espaciado sobre la obra anticristiana de la apostasía
que había de desarrollarse; pero dejó sin explicar el tiempo del
período profético, limitándose a decir que la visión era “ver-
dadera,” y que sería “para muchos días,” es decir, que se exten-
dería sobre un período muy largo del futuro. En esto se de-
tuvo el ángel, porque Daniel se desmayó. En espíritu había
estado contemplando el profeta la guerra que había de hacer la
LOS 2300 DIAS
La línea gruesa representa el período completo de los 2.300 días, el período profético más largo de la Biblia.
Empezando en 457 ant. de J. C., cuando fué dado el decreto de restaurar y reconstruir a Jerusalén (Esdras 7: 11-
26; Daniel 9: 25), siete semanas (49 años) se designan como el tiempo empleado en la obra de restauración. Estas
siete semanas forman, sin embargo, parte de las sesenta y nueve semanas (483 años) que habían de alcanzar
hasta el Mesías, el Ungido. Cristo fué ungido en el año 27 de J. C., en la ocasión de su bautismo. Mateo 3: 13-
17; Hechos 10: 38. En la mitad de la septuagésima semana (31 de J. C.), Cristo fué crucificado, lo que señaló el
tiempo en el cual debían tener fin los sacrificios y ofrendas del santuario terrenal. Daniel 9: 26, 27. Los tres años
y medio restantes de aquella semana alcanzaron hasta el año 34 de J. C., o sea, al tiempo del apedreamiento de
Esteban, y de la gran persecución subsiguiente que sufrió la iglesia de Jerusalén. Hechos 7: 59; 8:1. Con esto
terminaron las setenta semanas, o sea los 490 años concedidos al pueblo judío.
Pero las setenta semanas forman parte de los 2.300 días; y puesto que llegan hasta el año 34 de J. C., los
1810 años restantes llegarán hasta 1844, cuando la obra del juicio, o purificación del santuario celestial tenía que
empezar. Apocalipsis 14: 6, 7. Entonces empezó a resplandecer luz especial sobre todo el asunto del santuario y
la obra mediadora o sacerdotal de Cristo en él.
Cuatro grandes sucesos, por lo tanto, quedan fijados por este gran período profético —- el primer adveni-
miento de Cristo, su crucifixión, el desechamiento del pueblo judío como nación, y el comienzo de la obra del
juicio final.
Un Gran Período Profético 221
gran apostasía contra la verdad de Dios durante los siglos, y
evidentemente esto le hizo desfallecer. Daniel cerró, pues el
relato de su visión con las palabras: “Estaba espantado acerca
de la visión, y no había quien la entendiese.” Vers. 27.
Pero el ángel había recibido la orden: “Enseña la visión a
éste”; y poco después, según lo hallamos registrado en el capí-
tulo siguiente—posiblemente antes de transcurrir un año * —
se presentó otra vez ante el profeta con las palabras:
“Daniel, ahora he salido para hacerte entender la declara-
ción.... Entiende pues la palabra, y entiende la visión.” Daniel
9: 22, 23.
Dicho esto, el ángel empezó a tratar del asunto del tiempo
de la profecía, la parte misma de la visión del capítulo VIII que
no se había dado a entender a Daniel. Por tanto, la visión de los
2.300 años debe ser el tema de la explicación mencionada.
El Punto de Partida
Ante todo, el ángel dijo que un corto período había de ser
desglosado del período mayor, y concedido al pueblo judío;
habiendo de alcanzar este corto período hasta la llegada del
Mesías prometido y la plenitud de la medida de las transgresio-
nes de Jerusalén. Las palabras del ángel son:
“Setenta semanas (490 días de tiempo profético, o sean,
años literales) están determinadas (desglosadas, según
significa la palabra) sobre tu pueblo y sobre tu ciudad, para
acabar la prevaricación, y concluir el pecado, y expiar la
iniquidad; y para traer la justicia de los siglos, y sellar la visión,
y la profecía, y ungir al Santo de los santos.” Vers. 24.

* Las fechas que se dan en el margen de ciertas Biblias indican un período de quince
años entre los capítulos 8 y 9 de Daniel. Esto se debe a que antiguamente se creía que
Belsasar era el nombre bíblico de Nabonide, último rey de Babilonia, quien reinó diecisiete
años. En tal caso, desde “el año tercero” de su reinado, en el cual fué dada la profecía del
capítulo VIII de Daniel, hasta “el año primero de Darío,” sucesor de Belsasar, año en que
volvió a presentarse el ángel a Daniel, habrían transcurrido quince años. Sin embargo, las
excavaciones que durante los últimos cincuenta años han sacado a luz los sepultados anales
de Babilonia, revelan que Belsasar era hijo de Nabonide y que compartió el trono con su
padre unos años antes de la caída de Babilonia. El tercer año de su reinado puede muy
probablemente haber sido también el último. Darío siguió inmediatamente a Belsasar. La
explicación del capítulo IX podría haberse dado entonces pocas semanas o meses después
de la visión del capítulo VIII, y probablemente así sucedió.
222 Nuestro Siglo a la Luz Profética
Este período de 490 años “desglosado” había de abarcar la
historia del pueblo de Israel hasta que aquella ciudad hubiese
colmado la medida de sus transgresiones. El único período
profético del cual se puede decir con propiedad que se habían
de desglosar cuatrocientos noventa años, es, seguramente, el
período más largo, el de 2.300 años, que se extiende hasta “el
tiempo del fin.” Los 490 años y los 2.300 años, deben, por
tanto, empezar al mismo tiempo.
Aquel era el período de tiempo que le quedaba por explicar
al ángel Gabriel. Así es que empieza la explicación
demostrando que los primeros 490 años de dicho período
habrían de alcanzar hasta los días del Mesías. Luego indica qué
acontecimiento señala el principio de los 490 años, el cual debe
necesariamente señalar también el principio de los 2.300 años.
Esto es lo que le fué ordenado que hiciera “entender” a Da-
niel, al principio cuando le fué dada la visión de los 2.300 años.
Ahora él dice que la entienda:
“Sepas pues y entiendas, que desde la salida de la palabra
(orden, V. M.) para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el
Mesías príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas;
tornaráse a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos.
Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al
Mesías, y no por sí: y el pueblo de un príncipe que ha de venir,
destruirá a la ciudad y el santuario; con inundación será el fin
de ella, y hasta el fin de la guerra será talada con asolamientos.”
Daniel 9: 25, 26.
La fecha de la promulgación de la orden de restaurar y
reedificar a Jerusalén, es, pues, la fecha que empieza la gran
línea profética delineadora, alcanzando los primeros 490 años
de ella hasta el tiempo y obra del Mesías, en su primer adve-
nimiento, y siguiendo los 2.300 años completos hasta señalar
el tiempo en que ha de empezar la obra del juicio en el cielo.
Una vez fijado el punto de partida, todos los acontecimientos
del largo período deben seguirse exactamente en el orden indi-
cado por la profecía divina.
Fecha del Principio de la Restauración de Jerusalén
Fueron promulgadas varias órdenes concernientes a la res-
tauración de Jerusalén después de la cautividad en Babilonia.
Un Gran Período Profético 223
Ciro, Darío y Artajerjes Longimano promulgaron cada uno un
edicto. ¿Cuál de éstos corresponde al lenguaje de la profecía
en cuanto a ser “la palabra para restaurar y edificar a
Jerusalén”?
El edicto de Artajerjes era el más amplio (Esdras 7), pues
autorizaba la plena restauración de la administración civil y
religiosa de Jerusalén y Judea. Y la Inspiración resume es-

LLANTO DE LOS JUDÍOS SOBRE LAS RUINAS “Salí de noche, ... y consideré los
DE JERUSALÉN muros de Jerusalén que estaban
derribados.” Nehemías 2: 13.

específicamente todos los decretos en el de Artajerjes, el cual


de esta manera constituyó “la orden”:
“Edificaron pues, y acabaron, por el mandamiento del Dios
de Israel, y por el mandamiento de Ciro, y de Darío, y de Arta-
jerjes rey de Persia.” Esdras 6: 14.
Conforme a este texto, la plena promulgación de la palabra
para restaurar y edificar” data de este edicto de Artajerjes.
REEDIFICACIÓN DE JERUSALÉN “Edificaron pues, y acabaron, por el
mandamiento del Dios de Israel, y por el
mandamiento de Ciro, y de Darío, y de
Artajerjes rey de Persia.” Esdras 6: 14.
Un Gran Período Profético 225
Y este edicto fué promulgado “en el séptimo año del rey Ar-
tajerjes.” Esdras 7: 7.
¿Cuál era este año séptimo del rey Artajerjes, fecha que por
su importancia debe fijarse con certidumbre?
La gran norma cronológica para los reyes de los imperios
de la antigüedad es el canon o regla histórica, de Tolomeo. To-
lomeo era un historiador, geógrafo y astrónomo griego que vi-
vió en el templo de Serapis, cerca de Alejandría, Egipto. De los
antiguos anales recopiló una tabla cronológica de los reyes de
Babilonia, Persia, Grecia y Roma (haciendo llegar la cro-
nología de los soberanos romanos hasta su propia época, es
decir, el segundo siglo de nuestra era). Juntamente con su
cronología de reyes y de los años de su sucesión, Tolomeo com-
piló un registro de las observaciones de eclipses hechas por los
antiguos. Por ejemplo, en tal o cual año de cierto rey, en tal día
de cierto mes, fué observado un eclipse de sol o de luna. Los
astrónomos han sacado la cuenta respecto de estas obser-
vaciones y las han verificado. El sabio Dr. Gmo. Hales dice:
“Acerca de la autenticidad de estas copias del canon de Tolomeo,
su exacto acuerdo da en todo el más fehaciente testimonio, con más
de veinte fechas y cómputos de eclipses en el Almagesto de To-
lomeo.”—“Chronology,” Tomo I, p. 166.
De esta manera, dice J. B. Lindsay, cronólogo inglés, “se
le da a la cronología un cimiento tan seguro como las estrellas.”
Así que el sol y las estrellas, instituidos divinamente para se-
ñalar el tiempo, dan testimonio de la exactitud del registro his-
tórico.
Damos gracias a Dios por esto, puesto que deseamos saber
si podemos fiarnos del canon de Tolomeo como ayuda para
fijar con certidumbre el año séptimo de Artajerjes.
Según Tolomeo, Artajerjes subió al trono en el año 284 del
canon. Según nuestro cómputo, este año 284 abarcaría desde
el 17 de diciembre de 465 ant. de J. C. hasta el 17 de diciembre
de 464 ant. de J. C. El canon no nos dice en qué época del año
los reyes ascendían al trono. Trata tan sólo de años comple-
tos. La cuestión es, para ser exacto: ¿Subió Artajerjes al
trono en diciembre de 465 ant. de J. C., o en alguna época del
año 464 ant. de J. C.? ¿En qué mes del año subió el rey al
226 Nuestro Siglo a la Luz Profética
trono? Algunos historiadores, tratando del asunto ligeramente,
fechan la sucesión empezando en el año 465. Mas tratándose
de la profecía divina, se requiere certidumbre sobre la cual ba-
sar el reconocimiento del año séptimo de Artajerjes, puesto que
de esta fecha arranca el período profético.
Y en la providencia de Dios tenemos certidumbre. De entre
todos los reyes de Asiria, Babilonia y Medo Persia mencio-
nados en la larga cronología de Tolomeo, hay tan sólo uno res-
pecto a cuya sucesión las Escrituras nos dan la misma época
del año, y este rey es Artajerjes. El único caso en el cual necesi-
tamos saber con certidumbre la época del año, a fin de determi-
nar una fecha importante de la profecía, es el único caso en el
cual la Inspiración nos da exactamente los detalles. ¿Quién no
puede ver la mano de Dios en esto?
El cotejo de los textos de Nehemías 1: 1; 2: 1 y Esdras 7:
7-9 * demuestra que Artajerjes subió al trono entre los meses
quinto y noveno del año judaico — aproximadamente entre
agosto y diciembre—o sea en otoño. La Biblia da una parte
del relato, y el canon de Tolomeo da la otra; y combinadas
las dos, comprueban que Artajerjes subió al trono hacia fines
del año 464 ant. de J. C., así que el año séptimo de su reinado
sería el 457 ant. de J. C. Esta es también la fecha fijada por

* Estos textos demuestran que el rey subió al trono en otoño, así que los años
completos de su reinado iban de otoño a otoño. Nehemías 1: 1 empieza así el relato:
”En el mes de Chisleu, en el año veinte.” Nehemías 2: 1 continúa: “Y fué en el mes
de Nisán, en el año veinte del rey Artajerjes.” De ésta manera es claro que en el
calendario mensual del reinado del rey, el mes de Chisleu precedía en orden al de
Nisán. El mes de Chisleu era el noveno mes del año judaico sagrado, y correspondía
más o menos a diciembre. El de Nisán era el primer mes, abril. Y estos meses,
diciembre y abril—en aquel orden, se sucedían naturalmente tanto en el primer año
del rey como en su vigésimo. En el mismo año también transcurrió el quinto mes,
agosto, pues Esdras 7: 7-9 demuestra que los meses primero y quinto—en aquel
orden—también caían en el mismo año de su reinado. Por lo tanto,, sabemos con
certidumbre que su reinado empezó entre agosto y diciembre, es decir en el otoño
(del hemisferio norte). El primer año de Artajerjes se extendía desde la última parte
del año 464 ant. de J. C. hasta la última parte de 463, y el año séptimo, como se puede
fácilmente deducir, se extendería desde fines de 458 hasta fines de 457. A las órdenes
de Esdras, el pueblo empezó a subir a Jerusalén en la primavera de aquel año 457 ant.
de J. C. (en el primer mes, o sea abril), y 'llegó a Jerusalén en el mes quinto” (agosto).
Esdras 7: 8, 9. Poco después Esdras y sus asociados ”dieron los despachos del rey a
sus gobernadores y capitanes del lado del río, los cuales favorecieron al pueblo y a la
casa de Dios.” Esdras 8: 36. Con esta entrega de los despachos a los oficiales del rey,
la orden concluyente de restaurar y edificar había sido promulgada y desde esta fecha,
457 ant. de J. C., se extiende el gran período profético.
Un Gran Período Profético 227
otras fuentes fidedignas de cronología, como lo atestiguan las
averiguaciones hechas en autoridades antiguas, por Isaac
Newton, y en las cuales halló siempre el año 464 ant. de J. C.
como el primero de Artajerjes, lo cual prueba que el año 457
ant. de J. C. era el séptimo.
En el año séptimo de Artajerjes fué decretada la palabra
para restaurar y reedificar a Jerusalén, y este acontecimiento
fija el principio de los 2.300 años, como también el de los 490
años desglosados de ellos para el pueblo judío.
Aquel año 457 ant. de J. C. es, pues, una fecha de gran im-
portancia. Se puede comparar a la áurea piedra miliaria, que
había en el antiguo Foro romano, y desde la cual salían todas
las medidas de distancia hasta los confines del imperio. De
aquella fecha 457 ant. de J. C., parten los hilos de la profecía
del tiempo que indican acontecimientos en la vida terrenal y
ministerio celestial de Jesús, los cuales son del más vivo interés
para todo el género humano en la actualidad.
UNGIMIENTO DE CRISTO EN “Cuanto a Jesús de Nazaret; cómo le un-
su BAUTISMO gió Dios de Espíritu Santo y potencia.
Hechos 10: 38. (Véase Mateo 3: 16.)
LA ORACIÓN DE DANIEL “Ahora he salido para hacerte enten-
CONTESTADA der la declaración.” Daniel 9: 22.

La Profecía Cumplida
Acontecimientos de las “Setenta Semanas” y fin de los
2300 Años
El ángel explicó los acontecimientos de las setenta se-
manas concedidas a Jerusalén y su pueblo para “acabar la pre-
varicación.” Siete semanas y sesenta y dos semanas (o sean 69
semanas) de las setenta habían de alcanzar hasta el Mesías. Las
palabras del ángel fueron:
“Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y so-
bre tu santa ciudad, para acabar la prevaricación... Sepas pues
y entiendas, que desde la salida de la palabra para restaurar y
edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete sema-
nas, y sesenta y dos semanas (69 semanas, o sean 483 días).”
Daniel 9: 24, 25.
230 Nuestro Siglo a la Luz Profética
Las sesenta y nueve semanas de tiempo simbólico son 483
años, que habían de abarcar el tiempo desde la orden de restau-
rar y reedificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe.
El Tiempo de la Llegada del Mesías
La orden que diera Artajerjes de restaurar y edificar a Je-
rusalén, como hemos visto, fué promulgada en 457 ant. de J.
C. Calculando desde esa fecha, 483 años completos nos traen
hasta el año 27 de J. C., tiempo en que, según la profecía, el
Mesías habría de aparecer.
Mesías quiere decir “ungido.” El ungimiento de Jesús, y su
manifestación como Ungido, fué en ocasión de su bautismo:
“Y Jesús, después que fué bautizado, subió luego del agua;
y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vió al Espíritu de Dios
que descendía como paloma, y venía sobre él. Y he aquí una
voz de los cielos que decía: Este es mi Hijo amado, en el cual
tengo contentamiento.” Mateo 3: 16, 17.
De esta manera Jesús fué ungido como Mesías (véase He-
chos 10: 38), y Juan proclamó: “He aquí el Cordero de Dios,
que quita el pecado del mundo.” Juan 1: 29.
¿Cuándo se realizó este bautismo y ungimiento? El evan-
gelio de Lucas proporciona los hechos históricos necesarios
para fijar el año:
“En el año quince del imperio de Tiberio César, siendo go-
bernador de Judea Poncio Pilato, y Herodes tetrarca de Ga-
lilea,” etc. Lucas 3: 1-3.
Tiberio sucedió a Augusto, quien murió en el año 14 de J.
C, Mas, antes de la muerte de este último, Tiberio estaba
asociado con él en el trono. Algunos historiadores modernos
fechan este nombramiento de Tiberio como César en el año 13
de J. C., pero la “Historia de Roma,” de Dion Casio, senador
romano nacido en el siglo II, demuestra, al hablar de
acontecimientos del año 12 de J. C., que Augusto reconoció a
Tiberio como revestido de la dignidad imperial en aquel año
12. (Libro LVI, cap. XXVI.) Además, dice el Dr. Felipe
Schaff:
La Profecía Cumplida 231
“Hay monedas de Antioquía de Siria con fecha 765 de Roma
(año 12 de J. C.), con el busto de Tiberio y la inscripción: Kaisa/r,
Sebastos (Augusto).”—“History of the Christian Church,” Tom. I, p.
120, nota.
Estas monedas de Siria dan testimonio seguro de que el pri-
mer año de Tiberio debe contarse desde el año 12 de J. C. Por
tanto, “el año quince del imperio de Tiberio César” sería el año
27 de J. C., justamente 483 años después de la promulgación
de la orden de restaurar a Jerusalén. La profecía de las sesenta
y nueve semanas se había cumplido—el Mesías había venido.
Confirmando el Pacto
Pero quedaba “una semana” de las setenta—o sean siete
años. Acerca de la obra del Mesías durante este tiempo, el án-
gel dijo:
“Y en otra semana confirmará el pacto a muchos, y a la
mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda.” Daniel
9: 27.
La muerte de Cristo en la cruz hizo “cesar el sacrificio y la
ofrenda,” en cuanto se refería a su valor designado. Después
de tres años y medio de ministerio, “a la mitad” de este período
de siete años, o semana profética, el Mesías fué levantado en
el Calvario. Durante siglos, la segura palabra de profecía había
señalado esta hora suprema, en la ejecución del plan de la sal-
vación. Cuando el tiempo llegó a su cumplimiento, la promesa
de Dios se cumplió también, y el sacrificio divino fué ofrecido
en la persona de Jesús.
Con el ofrecimiento del gran sacrificio, todas las ofrendas
típicas dejaron de tener significado. El velo del templo se des-
garró cuando el Cordero de Dios expiró en la cruz, siendo esto
para todos señal de que él había hecho “cesar el sacrificio y la
ofrenda.”
El Mesías había de confirmar “el pacto a muchos” “en otra
semana,” cumpliendo así las setenta semanas concedidas por la
misericordiosa paciencia de Dios especialmente al pueblo de los
judíos. Los tres años y medio del ministerio personal de Cristo
en la tierra habían sido consagrados al pueblo escogido. Luego,
después de su ascensión, por medio de sus discípulos, había de
LA CRUCIFIXIÓN DE CRISTO “A la mitad de la semana hará cesar el
sacrificio y la ofrenda.” Daniel 9: 27.
La Profecía Cumplida 233
proclamar el evangelio del nuevo pacto especialmente entre el
pueblo judío—al “judío primeramente” y “empezando por
Jerusalén.”
Este último período de siete años, que comenzó el año 27
de J. C., terminaba en 34 de J. C. Al llegar esta fecha, la oposi-
ción de los judíos se enconó extraordinariamente. Como pue-
blo, estaban rechazando otra vez la invitación divina que les
daba el Cristo resucitado por medio de sus testigos. Más o me-
nos en el año 34 de J. C., Esteban sufrió el martirio. El mismo
concejo que contra toda evidencia, había desechado al Mesías,
también rechazó la súplica del Espíritu Santo, que resplandecía
visiblemente en el semblante de Esteban.
Los creyentes de Jerusalén fueron dispersados por la perse-
cución; y los que “fueron esparcidos, iban por todas partes
anunciando la palabra.” Hechos 8: 4. Los gentiles prestaron
oídos en Samaría, y el etíope recibió el evangelio en el camino
de Gaza. El mensaje evangélico había ya traspuesto los límites
de Jerusalén y se hallaba en camino para ir “hasta lo último de
la tierra.”
Aunque las setenta semanas desglosadas para el pueblo ju-
dío y para la ciudad santa terminaron entonces, sin embargo el
evangelio de salvación de Cristo es para aquel pueblo, tanto
como para todas las demás naciones, hasta que termine este
mundo.
El Fin de los 2.300 años
No se ha de olvidar que el ángel de Dios está explicando a
Daniel la visión y profecía del largo período profético, que
había de alcanzar hasta la purificación del santuario en el
tiempo del fin.
Estos acontecimientos de las primeras setenta semanas de
aquel período eran para “sellar la visión y la profecía.” Daniel
9: 24. El derramamiento de la sangre del Sacrificio divino, para
“expiar la iniquidad; y para traer la justicia de los siglos,” pone
el sello del cielo sobre la visión. Con la misma seguridad con
que el gran Holocausto fué ofrecido, la purificación del
santuario había de cumplirse por el ministerio de nuestro Sumo
Sacerdote en el cielo.
EL VELO DESGARRADO “El velo del templo se rasgó en dos,
de alto a bajo.” Marcos 15: 38.

Cuando Cristo en la cruz pronunció las palabras, “Consumado es,” “el velo del
templo se rasgó en dos, de alto a bajo.” Esto significaba que Dios ya no habría de
reconocer los sacrificios hechos en aquel santuario terrenal. La muerte de Cristo
había provisto un sacrificio mejor, el cual puede limpiar los pecados de todos, y no
necesita repetirse en esta tierra. Desde el día en que el velo del templo se rompió,
hasta hoy, el servicio sacerdotal se ha venido llevando a cabo en el cielo por Jesús,
nuestro único sacerdote.
La Profecía Cumplida 235
Y el cumplimiento exacto del programa en esta primera
parte del período profético, sella la declaración de que cuando
se acabaran los 2.300 años completos, el ministerio final de
Cristo empezaría seguramente en el santuario celestial.
Desde 457 ant. de J. C., año en que se promulgó la orden
de restaurar a Jerusalén que diera Artajerjes, la línea
delineadora de los 2.300 años llega hasta el año 1844 de J. C.,
en el cual se cumplió el tiempo de la profecía. Entonces había
de empezar la purificación del santuario.
En la Revelación, el profeta Juan contempló el comienzo
de esta última fase del ministerio de Cristo en el lugar
santísimo del templo de Dios. “El templo de Dios fué abierto
en el cielo —dice él,—y el arca de su testamento fué vista en
su templo.” Apocalipsis 11: 19. El profeta oyó voces que
decían: “Se han airado las naciones, y tu ira es venida, y el
tiempo de los muertos, para que sean juzgados.” Vers. 18.
Otra vez tenemos que citar la descripción que hace Daniel
del comienzo de este ministerio en el lugar santísimo del
templo celestial. El vió ponerse los tronos del juicio. Vió al
trono del Todopoderoso, con sus ruedas de flamígera gloria,
tomar su puesto para la obra final de nuestro Sumo Sacerdote
en el lugar santísimo en el cielo:
“Estuve mirando hasta que fueron puestas sillas: y un An-
ciano de grande edad se sentó, cuyo vestido era blanco como
la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia; su silla llama
de fuego, sus ruedas fuego ardiente. Un río de fuego procedía
y salía de delante de él: millares de millares le servían, y
millones de millones asistían delante de él: el Juez se sentó, y
los libros se abrieron.” Daniel 7: 9, 10.
Esa fué la escena que se desarrolló en el templo celestial
cuando el año 1844 trajo la hora del juicio. Entonces empezó
en el cielo la obra del juicio investigador, o purificación del
santuario celestial, durante el cual el caso de toda persona ha
de ser revisado por Dios.
Cuando se termine aquella obra de investigación, el ministe-
rio de Cristo por el pecado se acabará, llegará a su fin el tiempo
de gracia para los hombres, y nuestro Señor vendrá prestamente
236 Nuestro Siglo a la Luz Profética
como Rey de reyes y Señor de señores, para congregar a sus
redimidos, mientras todos los pecadores serán destruidos por
“el resplandor de su venida.” 2 Tesalonicenses 2: 8.
En la visión de Daniel VIII, al ver que la gran apostasía
guerreaba contra la verdad de Dios, se hizo la pregunta:
“¿Hasta cuándo durará la visión, ... que pone el santuario y el

PEDRO PREDICA EN LA CASA “Los que fueron esparcidos, iban


DE CORNELIO por todas partes anunciando la
palabra.” Hechos 8: 4.

ejército para ser hollados?” En su efecto, la respuesta fué: En


1844, empezará en el cielo la purificación del santuario—la
hora del juicio de Dios, que dará la respuesta de Dios al pecado
y a la apostasía.
Estamos viviendo en el gran día antitípico de expiación, el
cual todo el cielo ha estado esperando. El fin está cercano. Y
La Profecía Cumplida 237
mientras esa obra se está llevando a cabo en el cielo, en la tierra
el Señor proclama un mensaje especial, que vuelve a levantar
las verdades por mucho tiempo holladas e invita a los hombres
a prepararse para la venida del Señor.

————

¿Qué Será Nuestra Sentencia?


“La hora de su juicio es venida”
Al pesar nuestros motivos
El gran Juez con equidad,
¿Nos tendrá por oro puro,
O la escoria de maldad?
¿Nos dirá con voz amante:
“Bien has hecho, siervo fiel”;
O pronunciará su fallo:
“Eres falto, fuiste infiel”?
¿Al Espíritu oiremos
Por nosotros implorar,
O ya tarde, a Dios veremos
Nuestra perdición sellar?
Elisa Pérez.
EL MENSAJE DEL TERCER ÁNGEL Aquí está la paciencia de los santos; aquí
están los que guardan los mandamientos de
Dios, y la fe de Jesús.” Apocalipsis 14:12.
LA ORDEN DE EVANGELIZAR “Id por todo el mundo; predicad el evan-
AL MUNDO gelio a toda criatura.” Marcos 16: 15.

Un Movimiento de Extensión Mundial


Predicho en la Profecía de Apocalipsis 14
MIENTRAS la obra de la hora o período del juicio—la
purificación del santuario—se está efectuando en el templo
celestial, el Señor envía al mundo un mensaje especial de
preparación para la venida del Señor.
No estaría de acuerdo con los métodos divinos el dejar que
se efectúe en el cielo este juicio solemne sin ser proclamado a
los hombres. La profecía de Daniel había fijado el tiempo de
su principio; y la pregunta hecha a oídos del profeta: “¿Hasta
cuándo durará la visión...que pone el santuario y el ejército
para ser hollados?” sugería que cuando llegara el tiempo, las
verdades de Dios, holladas durante tantos siglos, serían levan-
tadas y proclamadas de nuevo a todo el mundo.
Con la llegada de la hora del juicio, en el año 1844, empezó
justamente una obra semejante, un movimiento evangélico
definido que, desde entonces, ha estado llevando siempre el
mensaje para la hora hasta los confines de la tierra.
240 Nuestro Siglo a la Luz Profética

El Camino Aparejado para los Comienzos del Movimiento


Mas se había de hacer una obra preliminar que preparara el
camino para el definido movimiento y mensaje adventistas.
En los días del antiguo Israel, al acercarse el tiempo de la
purificación del santuario, se advertía al pueblo respecto de la
proximidad de la hora solemne. El día de la expiación—en el
décimo día del mes séptimo—era una figura de la hora del jui-
cio. Todo el pueblo había de preparar su corazón para aquel
gran día.
Con este fin, el Señor designó al primer día del mes séptimo
para tocar las trompetas. Levítico 23: 24. Las trompetas de
plata, al sonar en aquel día, proclamaban a todos que se acer-
caba el día de las expiaciones, en el cual, por el ministerio del
sumo sacerdote en el lugar santísimo del santuario terrenal,
todo caso se había de revisar ante el propiciatorio.
Conforme a la figura, al acercarse el año 1844, en que iba
a amanecer el gran día antitípico de expiaciones y en el que
había de empezar la obra de Cristo en el lugar santísimo del
templo celestial, la llamada de trompeta de la inminente hora
del juicio empezó a resonar por toda la cristiandad.
Los acontecimientos de los años finales del siglo XVIII y
de las primeras décadas del XIX habían incitado a los
estudiantes de la Biblia a dedicar mayor atención al estudio de
los escritos proféticos. Se veía que las señales de los postreros
días se presentaban y que toda línea de profecía histórica
señalaba la proximidad de la segunda venida de Cristo.
Aquí y allá los que estudiaban la palabra vieron que el pe-
ríodo de 2.300 años de Daniel 8: 14, tal como se halla
explicado en el capítulo IX, había de terminar pronto; y
algunos, habiendo determinado la fecha exacta, esperaban que
la hora del juicio había de llegar en el año 1844.
Se levantaron testigos en Europa—en Holanda, Alemania,
Rusia, y los países escandinavos. José Wolff, misionero en el
Levante, predicó en Grecia, Palestina, Turquía, Afganistán y
otras regiones, la llegada de la hora del juicio. Guillermo Miller
y muchos colaboradores suyos predicaron el mensaje por los
Estados Unidos.
Un Movimiento de Extensión Mundial 241
Al escribir en los días que precedieron inmediatamente al
año 1844, Mourant Brock, clérigo de la iglesia anglicana, dijo:
“No es meramente en la Gran Bretaña donde se manifiesta la
expectación del inminente regreso del Redentor y donde se oye la
voz de amonestación, sino también en América, en la India y en el
continente de Europa. En los Estados Unidos hay unos 300 ministros
de la Palabra que predican así “este evangelio del reino”; mientras en
este país hay unos setecientos de la iglesia anglicana que hacen el
mismo pregón.”—“Advent Tracts” Tom. II, p. 135 (1844).
No todos los que en aquel tiempo se unieron en esta predica-
ción explicaban las profecías de la misma manera ni presenta-
ban el año definido de 1844 como principio de la hora del juicio
de Dios, aunque en América, Europa y Asia el claro mensaje
de la terminación del tiempo profético en 1844 fué proclamado
potentemente por muchas voces. Y al llegar el tiempo, resonó
por el mundo la invitación de prepararse para la hora del juicio,
así como a las huestes de Israel las invitaban las voces de las
trompetas a prepararse para el típico día de expiaciones.
Aquellos primeros heraldos de la esperanza adventista no
comprendían la índole del acontecimiento que había de efec-
tuarse al fin de los 2.300 años. La expectación general era de
que la hora del juicio significaba el fin del mundo y la venida
del Señor. Aunque la palabra profética indicaba claramente
que se había de hacer una obra especial en la tierra mientras la
hora del juicio transcurría en el cielo, para los que estudiaban
la Biblia en aquel tiempo este hecho no era claro. Así que
cuando el período profético terminó y el Señor no vino, queda-
ron chasqueados los creyentes en cuanto a las verdades proféti-
cas, y los incrédulos los escarnecieron. Sin embargo, la invita-
ción de prepararse para la hora del juicio era el mensaje que se
debía al mundo en aquel tiempo, y el llamamiento despertador
se elevó en todo continente.
En los días del primer advenimiento del Salvador, los discí-
pulos y la multitud habían proclamado la entrada triunfal de
Cristo en Jerusalén. Pero sus esperanzas salieron frustradas en
seguida; en vez de entronizarle como rey, presenciaron su
crucifixión. Mas al proclamar la venida del Rey de Sión a Je-
rusalén, ellos cumplían la profecía que había sido pronunciada
242 Nuestro Siglo a la Luz Profética
y daban el mensaje para aquel día, no obstante su opinión
errónea acerca de los acontecimientos que habían de seguir.
De la misma manera, la invitación con voz de trompeta,
referente a la llegada de la hora del juicio, era el mensaje para
los días de 1844, y el mensaje fué dado, acompañado por el
poder de Dios. Cuando la hora estuvo cercana, la providencia
de Dios levantó fieles testigos para anunciarla.
Todo esto era preparatorio para el surgimiento de este defi-
nido movimiento de la profecía, que había de empezar cuando
llegara la hora del juicio de Dios.
La Obra Final
En visión, en la isla de Patmos, al profeta Juan se le permi-
tió ver la obra final del evangelio en la tierra, mientras el minis-
terio final de Cristo proseguía en el cielo. El profeta escribió:
“Vi otro ángel volar por en medio del cielo, que tenía el
evangelio eterno para predicarlo a los que moran en la tierra, y
a toda nación y tribu y lengua y pueblo, diciendo en alta voz:
Temed a Dios, y dadle honra; porque la hora de su juicio es
venida; y adorad a aquel que ha hecho el cielo y la tierra y el
mar y las fuentes de las aguas.” Apocalipsis 14: 6, 7.
El mensaje amonestaba además contra los caminos de la
gran apostasía; y en su visión, se le mostraron al profeta per-
sonas de todos los países que se decidían por Dios al oír el lla-
mamiento del mensaje. El ángel describió a estas personas con
las siguientes palabras:
“Aquí está la paciencia de los santos: aquí están los que
guardan los mandamientos de Dios, y la fe de Jesús.” Vers. 12.
De la misma manera como veríamos sucederse escenas que
se proyectaran en un telón, debe haber visto el profeta desfilar
estas escenas ante su vista. Vió la llegada de la hora, los co-
mienzos del movimiento y su extensión a todos los países; oyó
la proclamación del mensaje, y vió la clase de personas que
hacían la obra—un pueblo que guardaba “los mandamientos de
Dios, y la fe de Jesús.”
Pasaron siglos después de escrita esta palabra en el Libro,
y el transcurso del tiempo trajo, por fin, la hora de la profecía
—el año 1844. Aquel mismo año presenció el despertar del
Un Movimiento de Extensión Mundial 243
definido movimiento adventista que está aún proclamando al
mundo el mismo mensaje de la profecía.
El año 1844, en Nueva Inglaterra, un pequeño grupo de cre-
yentes en la bienaventurada esperanza de la venida de Cristo
vió claramente por su estudio de la Biblia, que la declaración
del Nuevo Testamento, “los mandamientos de Dios, y la fe de
Jesús,” puesta de relieve en esta profecía de la hora del juicio,
significaba la observancia del cuarto mandamiento como tam-

PABLO, DESDE ROMA ESCRIBE A “Me está guardada la corona de justicia,


TIMOTEO la cual me dará el Señor, ... en aquel día;
y.…también a todos los que aman su
venida.” 2 Timoteo 4: 8.

bien la de los otros nueve. En vista de esto, las personas que


formaban aquel pequeño grupo empezaron a guardar y enseñar
el sábado del Señor, el séptimo día de la semana, santificado,
bendecido y ordenado por Dios.
Uno de los miembros del mencionado grupo de adventistas
observantes del sábado fué el Sr. Federico Wheeler, de cuyo
dictado se ha tomado la siguiente declaración, que establece
exactamente los hechos en cuanto al tiempo se refiere:
244 Nuestro Siglo a la Luz Profética
“Era predicador metodista cuando se convenció de la verdad ad-
ventista leyendo las obras de Guillermo Miller en 1842, y se unió a
la predicación del primer mensaje (el referente a la hora del juicio).
En marzo de 1844, empezó a guardar el verdadero sábado, en Wa-
shington, estado de Nuevo Hampshire, EE. UU.”—Review and He-
rald (Washington, D. C.), octubre 4 de 1906.
Formaban tan sólo un pequeño grupo aquellos creyentes
del estado de Nuevo Hampshire, pero el tiempo de la profecía
había llegado, y con la llegada de la hora se formaba el núcleo
del movimiento, compuesto de creyentes en la inminente
venida del Señor que predicaban el mensaje de la profecía: “La
hora de su juicio es venida”, y guardaban “los mandamientos
de Dios, y la fe de Jesús.” De aquellos pequeños comienzos se
ha desarrollado el movimiento que representan los adventistas
del séptimo día, y que se ha extendido por todo el mundo.
El año siguiente, José Bates, del estado de Massachusetts,
ex-capitán de marina, y predicador de la esperanza adventista,
empezó a guardar el sábado. El capitán Bates escribió y publicó
sus opiniones, y no tardaron otras personas en seguir su
ejemplo aceptando el sábado de la Biblia.
Al estudiar la enseñanza de la Escritura concerniente al
santuario, llegaron raudales de luz. Se vió que el gran período
profético de Daniel VIII, que había de terminar en 1844,
señalaba el comienzo del ministerio de Cristo en el lugar santí-
simo del santuario celestial, la obra de la hora del juicio en el
cielo; y allí, claramente revelado en Apocalipsis XIV, se ha-
llaba un mensaje especial que había de ser llevado a todo el
mundo mientras transcurriera la hora del juicio.
El pequeño grupo de creyentes adventistas que empezó a
guardar los mandamientos de Dios en 1844, no se daba cuenta
de que estaba principiando el movimiento definido que la pro-
fecía predijera. Sus miembros estaban tan sólo resueltos a
apartarse de las tradiciones que anulaban la ley de Dios, para
obedecer a la ley del Altísimo, a quien servían.
Mas, a la luz de la profecía de las Escrituras y de los acon-
tecimientos, podemos ver claramente la mano de Dios guiando
a aquel pequeño grupo por la senda verdadera cuando llegó el
Un Movimiento de Extensión Mundial 245
año 1844; y la obra entonces empezada se ha desarrollado en
el movimiento de extensión mundial que vemos en la
actualidad.
Casi dos mil años antes, había sido escrito en la “palabra
profética más permanente” que cuando llegara la hora del jui-
cio de Dios, surgiría un pueblo que guardaría los mandamien-
tos de Dios y se dispersaría por todo el mundo, con el último
mensaje evangélico. El largo período profético de Daniel VIII,
había fijado el año 1844 como tiempo en que habría de princi-
piar la hora del juicio y aparecer el pueblo de la profecía.
Cuando llegó el año, aquel pueblo surgió, guardando “los
mandamientos de Dios, y la fe de Jesús.” Cuando sonó la hora,
la obra empezó. Este movimiento adventista nació de Dios en
cumplimiento de la profecía. Y la misión de este movimiento
consiste en restaurar la norma de las verdades halladas y
obscurecidas por la tradición, e invitar a todos los hombres a
aceptar la declaración del Nuevo Testamento—los
“mandamientos de Dios, y la fe de Jesús”—en la cual toda
alma creyente puede hallar seguro refugio en estos momentos
finales de la hora del juicio que se realiza en el tribunal celeste.
UNA MADRE CRISTIANA EXHORTANDO “Escogeos hoy a quien sirváis; ... que yo y
A su HIJA AL MARTIRIO mi casa serviremos a Jehová.” Josué 24:15.
LAS DOS BESTIAS DE “Temed a Dios, y dadle gloria;
APOCALIPSIS XIII porque la hora de su juicio es
venida.” Apocalipsis 14: 7.

El Mensaje de la Hora del Juicio


El Evangelio para Nuestros Días
EL MENSAJE evangélico para este tiempo de la hora del jui-
cio se presenta así en la visión de Apocalipsis 14:
“Vi otro ángel volar por en medio del cielo, que tenía el
evangelio eterno para predicarlo a los que moran en la tierra, y
a toda nación y tribu y lengua y pueblo, diciendo en alta voz:
Temed a Dios, y dadle honra; porque la hora de su juicio es
venida; y adorad a aquel que ha hecho el cielo y la tierra y el
mar y las fuentes de las aguas.
“Y otro ángel le siguió, diciendo: Ha caído, ha caído Babi-
lonia, aquella grande ciudad, porque ella ha dado a beber a to-
das las naciones del vino del furor de su fornicación.
“Y el tercer ángel lo siguió diciendo en alta voz: Si alguno
adora a la bestia y a su imagen, y toma la señal en su frente,
o en su mano, éste también beberá del vino de la ira de Dios,
el cual está echado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado
con fuego y azufre delante de los santos ángeles, y delante
del Cordero: y el humo del tormento de ellos sube para siempre
248 Nuestro Siglo a la Luz Profética
jamás. Y los que adoran a la bestia y a su imagen, no tienen
reposo día ni noche, ni cualquiera que tomare la señal de su
nombre.
“Aquí está la paciencia de los santos; aquí están los que
guardan los mandamientos de Dios, y la fe de Jesús.” Apoca-
lipsis 14: 6-12.
Cuando este mensaje haya sido proclamado a todas las na-
ciones, conforme a la profecía, vendrá el fin, pues la próxima
escena que se presentó ante la visión del profeta, fué la venida
de Cristo a segar la mies de la tierra:
“Y miré, y he aquí una nube blanca; y sobre la nube uno
sentado semejante al Hijo del Hombre, que tenía en su cabeza
una corona de oro, y en su mano una hoz aguda.” Vers. 14.
El bosquejo del mensaje dado aquí posee ciertos rasgos
principales:
1. Un Mensaje Evangélico
Este no es un evangelio nuevo ni es otro evangelio. Hay
sólo un evangelio. Este mensaje es el “evangelio eterno” en
términos que se adaptan a la situación que impere en el tiempo
de la hora del juicio. El movimiento adventista proclama el
bienaventurado mensaje de la plena salvación del pecado por
la fe en Jesucristo.
2. Una Amonestación Solemne
El mensaje es la respuesta final de Dios a las perversiones
seculares que sufriera su verdad. Aun las amonestaciones
pronunciadas vibran con la gracia salvadora y poder atractivo
del amor de Dios en Cristo Jesús Señor nuestro.
En la visión de Daniel VIII, se le mostró al profeta la obra
de la apostasía en los postreros tiempos, y cómo “echó por tie-
rra la verdad,” “y sucedióle prósperamente.” Pero en respuesta
a la pregunta: “¿Hasta cuándo?” fué dado el gran período
profético de los 2.300 años, a cuyo fin (en 1844) había de
empezar en el cielo la obra del juicio. Cuando aquella obra
termine, la gloriosa aparición de Cristo acabará con el reinado
del pecado y el error.
Mientras la obra final del juicio se realiza en el cielo, este
mensaje de la hora del juicio realza en la tierra la norma de las
verdades holladas, y el Señor pronuncia su última amonesta-
ción contra el pecado y la apostasía. Es una palabra terrible la
que él pronuncia. Bengelio la describe así:
El Mensaje de la Hora del Juicio 249
“Aquella amenaza pronunciada, la mayor de todas las Escrituras,
resonará con gran fuerza en boca del tercer ángel.”—“Introduction
to Apocalypse,” prefacio XXIX (Londres, 1757).
El Señor obra anhelosamente con los hombres en esta hora
en que el juicio, que ahora sólo considera los casos de los
muertos, debe también sellar pronto el destino eterno de todos
los que viven. Por tanto, el mensaje insta a toda alma a tomar
su decisión.
Al mirar hacia el futuro, al tiempo en que este mensaje se
habría de dar, Juan Wesley escribió:
“Bienaventurados serán los que hagan el debido uso de estos
mensajes divinos.”—“Notes on New Testamenté Apocalipsis 14.
Estas amonestaciones forman parte del “evangelio eterno.”
Por lo tanto, todo aquel que predique el pleno evangelio de
Cristo en estos postreros días, debe hacer resonar también esta
invitación solemne.
3. Una exhortación para ser leales a Dios
“Temed a Dios,” es la exhortación, “adorad a aquel.” En la
visión precedente, en el capítulo 13, el Señor había mostrado
al profeta la obra de cierta potestad eclesiástica, simbolizada
por una bestia semejante a un leopardo, que había de hablar
grandes cosas y que había de perseguir a los creyentes durante
largos siglos, haciendo guerra contra la verdad y el santuario
de Dios. “Y se maravilló toda la tierra en pos de la bestia.” El
profeta dijo:
“Y todos los que moran en la tierra le adoraron, cuyos nom-
bres no están escritos en el libro de la vida del Cordero.” Apo-
calipsis 13: 8.
Mientras las influencias mundanas y la voz de la religión
popular exaltan y glorifican a esta potestad eclesiástica, el
mensaje evangélico exhorta a todos los hombres a adorar a
Dios.
“Temed a Dios, y dadle honra; porque la hora de su juicio
es venida: y adorad a aquel.... Si alguno adora a la bestia y a su
imagen, y toma la señal, *... éste también beberá del vino de la
ira de Dios.”

* El empleo de una señal, o marca, para designar la divinidad adorada, es común


en las religiones no cristianas. Se puede ver a los hindúes regresando de sus templos
con la marca de Vishnu u otra divinidad recién pintada en la frente. Acerca del uso
antiguo del cual se saca el símbolo bíblico de la “marca,” el Sr. Juan Potter dice en
su “Antiquities of Greece” (Antigüedades de Grecia):
250 Nuestro Siglo a la Luz Profética
El resultado entraña claramente la cuestión de autoridad.
¿Se reconocerá a Dios como supremo o se reconocerá como
autoridad soberana a aquella potestad eclesiástica cuyo surgi-
miento y obra fueron predichos en la profecía?
La Obra del Poder Papal
Cualquier comparación que se haga entre esta bestia seme-
jante a un leopardo, de Apocalipsis 13, y el “cuerno pequeño”
de la cuarta bestia de Daniel VII, demuestra claramente que en
ambos casos se representa la misma potestad. Se oye la misma
voz que habla “grandezas,” ambas manifiestan el mismo espíritu
perseguidor, y hacen guerra contra la verdad de Dios. Se trata
del papado romano, en su exaltación de la autoridad humana
sobre la divina, de aquel “inicuo” de la profecía de Pablo, que
se asienta como Dios en el templo de Dios, hollando bajo sus
pies la palabra y la ley del Altísimo, según lo predijera Daniel:
“Hablará palabras contra el Altísimo, y a los santos del Al-
tísimo quebrantará, y pensará en mudar los tiempos y la ley.”
Daniel 7:25.
Contra el reconocimiento de la autoridad que asuma esta
potencia, el mensaje evangélico de Apocalipsis XIV proclama
“No sólo se marcaba a los esclavos con estigmas como castigo por sus ofensas,
sino (y este era el fin común de estas marcas) para distinguirlos en caso de que
abandonaran a sus amos; siendo también común marcar a sus soldados con este
mismo propósito; sólo que existía esta diferencia: que mientras se estigmatizaban
comúnmente a los esclavos en la frente con el nombre o algún carácter peculiar de
sus amos, a los soldados se les marcaba en la mano con el nombre o carácter de su
general. De la misma manera, era igualmente costumbre estigmatizar a los
adoradores de algunos de los dioses; y por esto, Luciano, al hablar de los adoradores
de una diosa siria, afirma: “Todos estaban señalados con algunas marcas, algunos en
la palma de las manos, y otros en el cuello; de lo cual vino a ser costumbre para todos
los asirios estigmatizarse así”. Y Teodoreto comparte la opinión de que a los judíos
les fué prohibido marcarse con estigmas (Levítico 19:28), porque por esta ceremonia
solían los idólatras consagrarse a sus falsas divinidades.
Las señales usadas en estas ocasiones eran diversas. Algunas veces contenían
el nombre del dios y otras veces la insignia particular de éste; tales eran el rayo de
Júpiter, el tridente de Neptuno, la hiedra de Baco; de lo cual Tolomeo Filopater
recibió el apodo de Gallus, porque su cuerpo estaba marcado con figuras de hojas de
hiedra. Asimismo, se marcaba con algún número místico, por el cual se describía el
nombre del dios. Así del sol, que se representaba por el número DCVIII, se dice que
se le representaba por estas dos letras numerales XH (véase Marciano Capello). Estos
tres medos de estigmatizar están todos expresados por San Juan en el libro del
Apocalipsis: “Y hacía que a todos, a los pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y
siervos, se pusiese una marca en su mano derecha, o en sus frentes: y que ninguno
pudiese comprar o vender, sino el que tuviera la señal, o el nombre de la bestia, o el
número de su nombre.”—Tom. 1, pp. 65, 66 (Londres, 1728).
El Mensaje de la Hora del Juicio 251
su solemne amonestación: “Si alguno adora la bestia y a su
imagen, y toma la señal.”
La Imagen del Papado
¿Qué es esta imagen? Es claro que una imagen del papado
será alguna autoridad o federación religiosa que no sea orgá-
nicamente el papado mismo, sino que adoptará principios
papales y tratará de imponer estos principios mediante el poder
civil, justamente como lo hizo el papado siempre que le fué
posible. Este desarrollo en semejanza del papado fué mostrado
al profeta en la última parte de la visión de Apocalipsis XIII.
Vió que se formaba una imagen, y en visión presenció los
esfuerzos determinados de ésta para imponer a los hombres la
marca o señal del papado:
“Ejerce todo el poder de la primera bestia en presencia de
ella; y hace a la tierra y a los moradores de ella adorar la pri-
mera bestia, cuya llaga de muerte fué curada... Y hacía que a
todos, a los pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y sier-
vos, se pusiese una marca en su mano derecha, o en sus frentes:
y que ninguno pudiese comprar o vender, sino el que tuviera la
señal, o el nombre de la bestia.” Apocalipsis 13: 12-17.
La Marca o Señal de la Autoridad Papal
El papado romano presenta la institución del domingo
como marca de la autoridad que tiene la iglesia para substituir
la Palabra de Dios por la tradición y costumbre eclesiásticas.
Así dice monseñor de Segur, en su libro “Conversaciones
acerca del Protestantismo de Hoy”:
“La observancia del domingo por los protestantes es un
homenaje que ellos a despecho de sí mismos, rinden a la
autoridad de la iglesia.”—P. 218 (versión inglesa).
A este cambio del día de descanso hecho por la tradición
en contra del claro mandamiento que Dios dió de santificar el
día séptimo, aludió el famoso concilio de Trento cuando dió la
respuesta de Roma al llamamiento de la Reforma: “La Biblia y
sólo la Biblia.” El concilio debatió largo tiempo sobre la base
de su respuesta. El historiador dice:
252 Nuestro Siglo a la Luz Profética
“Finalmente, al abrirse la sesión por última vez, el 18 de enero
de 1562, dejaron de lado su último escrúpulo; el arzobispo de Regio
pronunció un discurso en el cual declaro abiertamente que la
tradición era superior a las Escrituras. Por lo tanto, la autoridad de la
iglesia no podía ser limitada a la autoridad de las Escrituras, porque
la iglesia había cambiado el día de reposo del sábado al domingo, no
por orden de Cristo, sino por su propia autoridad. Con esto, a la
verdad, se destruyó la última ilusión, y se declaró que la tradición no
significa antigüedad, sino una continuación de la inspiración.”—
“Canon and Tradition,” por el Dr. J. H. Holtzman, p. 263.
Desde aquel memorable concilio, la institución del
domingo se ha venido presentando como la marca del poder de
la iglesia en cuanto a ordenar observancias religiosas. Así es
como encontramos, además, lo siguiente, en el “Doctrinal
Catechism” (Catecismo de la Doctrina), de Keenan:
“Pregunta.—-¿Tiene Vd. otra prueba de que la iglesia tiene
poder para instituir días de fiesta?
“Respuesta.—Si la iglesia no tuviera tal poder, no podría haber
hecho lo que hizo y en lo cual todos los teólogos modernos asienten,
es decir, que no podría haber substituido la observancia del sábado,
séptimo día de la semana, por la del domingo, primer día de la
semana, cambio para el cual no hay autorización en las Escri-
turas.”—P. 174.
La profecía de Daniel declaraba que esta potestad pensaría
en cambiar los tiempos y las leyes del Altísimo, el cambio
hecho en el mandamiento del sábado. Se presenta como señal
de la autoridad que tiene la iglesia sobre la ley escrita del
Altísimo.
Lo más notable de todo esto es que las congregaciones pro-
testantes están defendiendo la observancia, contraria a las Es-
crituras, del día de reposo del primer día, establecido por los
hombres en contradicción a la ley de Dios, que declara que el
“séptimo día será reposo para Jehová tu Dios.” Y estas congre-
gaciones, al negar el principio protestante de la libertad reli-
giosa, se apoyan en la fuerza para imponer la observancia del
domingo por la ley civil. Pero esto es levantar una imagen
misma del papado romano—una iglesia que se vale del poder
del estado para imponer la observancia religiosa.
Todo fué predicho en la palabra profética. Al profeta se le
mostró (Apocalipsis 13: 11-17) esta semejanza o imagen del
papado—organizaciones eclesiásticas que no son ellas mismas
El Mensaje de la Hora del Juicio 253
el papado, pero que siguen los principios papales en este
asunto—tratando de obligar a los hombres a recibir la marca
de la apostasía papal.
Contra las obras de ambos, el papado y esta imagen del
papado, eleva su pregón amonestador el último mensaje del
“evangelio eterno”:
“Si alguno adora la bestia y a su imagen, y toma la señal
en su frente, o en su mano, éste también beberá del vino de la
ira de Dios.”
En el tiempo de la hora del juicio, ha de levantar Dios el
estandarte de las verdades durante tanto tiempo holladas. En el
santuario celeste, Cristo está llevando a cabo la obra final de
juicio, preparatoria para su venida con gloria consumidora,
para dar fin al reinado del pecado. En la tierra, el Señor está
enviando el último mensaje evangélico a los hombres, amones-
tándoles contra el pecado y el error, y exhortando a todos los
hombres a adorar a Dios y guardar “los mandamientos de Dios,
y la fe de Jesús.”
La Señal de la Autoridad de Jehová
Dios también tiene su señal o marca de autoridad. Él basa
sus demandas de autoridad suprema en el hecho de su poder
creador. Como Creador, la autoridad y el poder son suyos.
“Jehová Dios es el verdadero Dios. . .Jehová hizo la tierra
con su poder.” Jeremías 10: 10-12, V. M.
Y el recuerdo establecido divinamente para rememorar
este poder creador es el santo sábado. El sábado es la marca o
señal del verdadero Dios:
“Santificad mis sábados, y sean por señal entre mí y vos-
otros, para que sepáis que yo soy Jehová vuestro Dios.” Eze-
quiel 20: 20.
Por un lado está la marca o señal de la apostasía; por el
otro, la marca o señal de lealtad a Dios. ¿Qué señal recibirán
los hombres al ser presentado el caso de cada alma, para que
se decida? ¿En qué lado nos colocaremos? ¿Bajo cuyo estan-
darte nos hallaremos cuando termine la hora del juicio?
La prueba que se presentó ante Pilato, se presenta nueva-
mente a los hombres al instarles el mensaje de Cristo para que
lo acepten. “¿Qué pues haré de Jesús?” preguntó el gober-
nador romano—y cedió al clamor popular. Su decisión fatal
254 Nuestro Siglo a la Luz Profética
en el tiempo de prueba nos amonesta para que nos decidamos
por Cristo y por la palabra de su salvación ahora, en esta hora
del juicio de Dios.
El mensaje de Apocalipsis 14: 6-14 está yendo ahora a todo
el mundo. Cada año miles de nuevas voces se unen a su pro-
clamación. Hay imprentas que lo imprimen en muchos idio-
mas. Hay escuelas y colegios en todo continente que están
educando a millares de jóvenes adventistas, manteniendo delante

FATAL DECISIÓN DE PILATO EN “Pilato les dijo: ¿Qué pues haré de Jesús
LA HORA DE PRUEBA que se dice el Cristo?” Mateo 27: 22.

de ellos como el supremo anhelo de la vida, el llevar con premura


el mensaje adventista al mundo. Hay sanatorios en muchos
países, que al mismo tiempo que educan misioneros médicos
evangelistas, asisten a los enfermos y enseñan los principios de
la Biblia acerca de la salud y temperancia. El movimiento pone
necesariamente de relieve todo principio del ”evangelio
eterno,” mientras insta a todos, presentándoles el hecho
solemne de que la lealtad a Cristo ahora significa apartarse de
la tradición y costumbres ajenas a la Escritura para volverse a
los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. Sea cual fuere la
El Mensaje de la Hora del Juicio 255
antigüedad de la observancia del domingo, no es más que una
innovación que prescinde de la palabra de Dios y el ejemplo de
Jesucristo. Como dijo San Cipriano: “El uso sin la verdad es
tan sólo error envejecido.” La clara luz de las Sagradas Es-
crituras llama ahora al creyente a abandonar la senda del error
para andar por el camino de la luz.
En tiempos pasados los creyentes cristianos siguieron, sin
darse cuenta, la dirección del papado en este asunto. El Señor
no hace a nadie responsable de la luz que no tiene. La Reforma
es una obra progresiva. Del pasado podemos decir con San
Pablo:
“Empero Dios, habiendo disimulado los tiempos de esta
ignorancia, ahora denuncia a todos los hombres en todos los
lugares que se arrepientan: por cuanto ha establecido un día, en
el cual ha de juzgar al mundo con justicia.” Hechos 17: 30, 31.
Ahora, habiendo ya llegado esta “hora del juicio de Dios,”
todo el manto de la tradición papal ha de ser desechado, y
cuando Jesús venga en gloria, en todo país se hallarán
creyentes que tendrán fe y guardarán los mandamientos de
Dios.
Todo esto le fué mostrado a Juan en la isla de Patmos—la
llegada de la hora del juicio, el surgimiento del movimiento
adventista y la proclamación del último mensaje a las naciones.
Lo que Juan vió en visión hace ya casi dos mil años, lo
vemos cumplirse delante de nuestros ojos hoy día. Pero no es
suficiente verlo; debemos tener parte en ello, y ser parte de ello.
LUCIFER MAQUINA CONTRA EL “En lo alto junto a las estrellas de Dios
GOBIERNO DE DIOS ensalzaré mi solio... seré semejante al
Altísimo.” Isaías 14: 13,14.
SATANÁS ENTRA EN EL JARDÍN DE EDÉN “La paga del pecado es muerte.”
Romanos 6: 23.

El Origen del Mal


Principia el Conflicto entre Cristo y Satanás
EL GRAN conflicto entre el bien y el mal, que ha estado
riñéndose en la tierra desde la caída del hombre, tuvo su origen
en el cielo cuando ciertos ángeles se rebelaron contra Dios y su
gobierno.
“Fué hecha una grande batalla en el cielo: Miguel y sus
ángeles lidiaban contra el dragón; y lidiaba el dragón y sus
ángeles, y no prevalecieron, ni su lugar fué más hallado en el
cielo. Y fué lanzado fuera aquel gran dragón, la serpiente
antigua, que se llama Diablo y Satanás, el cual engaña a todo
el mundo; fué arrojado en tierra, y sus ángeles fueron arrojados
con él.” Apocalipsis 12: 7-9.
De este modo penetraron en este mundo las fuerzas del
mal, que han estado obrando durante todos los siglos para
apartar al hombre de la fidelidad a Dios e infundir en los
corazones humanos el mismo espíritu de desobediencia que
causó la ruina de Satanás y sus ángeles.
258 Nuestro Siglo a la Luz Profética

La Causa de la Caída
Cristo afirmó este principio: “Así que, si la lumbre que en
ti hay son tinieblas, ¿cuántas serán las mismas tinieblas?”
Mateo 6: 23.
Este principio halla acabada aplicación en la gran
reversión, por la cual Lucifer, el portaluz del cielo, llegó a ser
Satanás, el adversario, el príncipe de las tinieblas.

CRISTO Y NICODEMO “El que no naciere otra vez, no puede


ver el reino de Dios.” Juan 3: 3.

En el orgullo y exaltación propia de Tiro, en la antigüedad,


el Señor vió manifestado el espíritu del dios de este mundo; así
que, al proclamar su mensaje de reprensión contra el príncipe
de Tiro, el Señor describe la causa e historia de la caída de
Satanás:
“En Edén, en el huerto de Dios estuviste... Tú, querubín
grande, cubridor: y yo te puse; en el santo monte de Dios es-
tuviste; en medio de piedras de fuego has andado. Perfecto
El Origen del Mal 259
eras en todos tus caminos desde el día que fuiste criado, hasta
que se halló en ti maldad... Enaltecióse tu corazón a causa de
tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu resplan-
dor.” Ezequiel 28: 13-17.
De la misma manera, en el desbordante orgullo de Babilo-
nia, el Señor reconoció el espíritu del jefe de los ángeles rebel-
des. En uno de los mensajes enviados a Babilonia, se halla esta
referencia a la desmedida ambición de Lucifer en el cielo:
“¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero (estrella del alba, mar-
gen), hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que de-
bilitabas las gentes, tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo,
en lo alto junto a las estrellas de Dios ensalzaré mi solio, y en
el monte del testimonio me sentaré, a los lados del aquilón;
sobre las alturas de las nubes subiré y seré semejante al Altí-
simo.” Isaías 14: 12-14.
Lucifer con sus facultades ya pervertidas para el mal,
engañó a muchos de los ángeles, persuadiéndoles a que se le
unieran en rebelión contra el gobierno de Dios; con el resultado
de que Satanás y toda su hueste fueron expulsados. Cristo dijo:
“Yo veía a Satanás, como un rayo, que caía del cielo.” Lucas
10: 18.
La Tierra como Campo de Batalla
Entonces el gran conflicto que empezó en el cielo fué trans-
ferido a esta tierra, y ahora se concentra alrededor del hombre.
Porque “la serpiente antigua”, el jefe de los ángeles caídos se-
dujo al hombre y le persuadió a que desconfiara de Dios y pre-
firiera su propio camino al de Dios. Así entraron el pecado y la
muerte en el mundo. Y Satanás, que en el árbol prohibido había
vencido al hombre, llegó a ser, por su usurpación y por la
perfidia del hombre, “el príncipe de este mundo.”
Empero Cristo se entregó para salvar al hombre, para
libertarle de la servidumbre del pecado y devolverle la gloriosa
libertad de los hijos de Dios. El mismo gran poder que venció
a Satanás y sus ángeles en el cielo, puede vencer su poder en
el corazón y vida de los hombres. El conflicto sigue aún entre
Cristo y Satanás, y la salvación o destrucción del hombre es el
objeto de las fuerzas contendientes.
ED PRECIO DE DA. REDENCIÓN "Para destruir por la muerte al que tenía el imperio
de la muerte, es a saber, al diablo.’’ Hebreos 2: 14.
El Origen del Mal 261
No hay terreno neutral. Toda alma ha de elegir el bando al
cual quiera prestar fidelidad. En esta elección está en juego su
destino eterno.
“¿No sabéis que a quien os prestáis vosotros mismos por
siervos para obedecerle, sois siervos de aquel a quien obede-
céis, o del pecado para muerte, o de la obediencia para justi-
cia?” Romanos 6: 16.
Por lo tanto, el Señor suplica así a los hombres: “Escoged
la vida.” Toda alma que elige la vida tiene la promesa de ella,
porque Cristo “puede también salvar eternamente a los que por
él se allegan a Dios.” Hebreos 7: 25.
El Juicio Sobre Satanás
Desde el tiempo de la rebelión de Satanás, aseguró la
misma omnipotencia de Dios que llegaría un juicio final,
cuando el mal sería destruido del universo. A esta ejecución
del juicio sobre los ángeles caídos, Judas hace así referencia:
“A los ángeles que no guardaron su dignidad, más dejaron
su habitación, los ha reservado debajo de obscuridad en pri-
siones eternas hasta el juicio del gran día.” Vers. 6.
Los malos espíritus mismos saben que este día ha de venir.
Cuando Cristo estaba por echar a algunos de ellos fuera de
cierto poseído, clamaron: “¿Has venido acá a molestarnos
antes de tiempo?” Mateo 8: 29.
Aunque este juicio del último día fué originalmente orde-
nado para Satanás y sus ángeles, los hombres impenitentes
tendrán parte también en él, porque se han unido a Satanás en
su inicua rebelión. A los malos se les dirá:
“Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para
el diablo y para sus ángeles.” Mateo 25: 41.
Satanás ve que el día se acerca con prisa; y cuanto más
corto se hace el tiempo que le queda para obrar, tanto mayor es
su furor por llevar almas a la perdición.
A nosotros que vivimos en estos postreros días nos llega la
advertencia:
“¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! porque el dia-
blo ha descendido a vosotros, teniendo grande ira, sabiendo
que tiene poco tiempo.” Apocalipsis 12: 12.
262 Nuestro Siglo a la Luz Profética
La segunda venida de Cristo acaba con el reinado de Sata-
nás en este mundo. Los malos son muertos por la consumidora
gloria de su venida (2 Tesalonicenses 2: 8); y los justos son
llevados al cielo, fuera, del alcance de las tretas de Satanás (1
Tesalonicenses 4: 16, 17). El archienemígo y sus ángeles son
dejados de esta manera en la tierra, privada de seres humanos.
En ella, reducida a un abismo de desolación (Apocalipsis 20:
2, 5), queda él encadenado durante mil años, siendo sus únicos
compañeros los ángeles que cayeron con él, y su única
ocupación, la contemplación de la ruina que él ha causado y la
destrucción que aun le espera.
Con la segunda resurrección—la de los injustos muertos,
después de los mil años—Satanás queda otra vez en libertad de
poner en acción sus artificios para con sus súbditos. Al bajar
del cielo, de Dios, la santa ciudad, con todos los santos, Satanás
reúne a sus ángeles y a todas las fuerzas de los perdidos de
todos los siglos, para asaltar la ciudad. El resultado de todos
sus esfuerzos y preparativos le fué mostrado en visión al
profeta:
“Y subieron sobre la anchura de la tierra, y circundaron el
campo de los santos, y la ciudad amada: y de Dios descendió
fuego del cielo, y los devoró. Y el diablo que los engañaba, fué
lanzado en el lago de fuego.” Apocalipsis 20: 9, 10.
Tal es la suerte que espera al autor del pecado. En la ex-
plicación del orgullo y ensalzamiento propio de Satanás, dada
por el profeta en su mensaje a Tiro, también se profetiza lo
siguiente acerca de la completa destrucción que le aguarda,
cuando dirija sus fuerzas contra la ciudad de Dios en aquel
postrer conflicto:
“Te torno en cenizas sobre la tierra, ante los ojos de todos
los que te ven. Todos los que te conocían entre los pueblos,
quedarán pasmados de ti; serás ruinas, y no existirás más para
siempre.” Ezequiel 28: 18,19, V. M.
Esta es la victoria final de Cristo sobre el mal, en el gran
conflicto que empezó en los cielos. Satanás se ensalzó—y se
perdió. Cristo se humilló, aun hasta la muerte—y ganó el
triunfo eterno.
El Origen del Mal 263
“Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y san-
gre, él también participó de lo mismo, para destruir por la
muerte al que tenía el imperio de la muerte, es a saber, al dia-
blo.” Hebreos 2: 14.

JESÚS A ORILLAS DEL MAR “¡Oh Galilea, santo mar, Cuán


grato me es en ti pensar!”
SAÚL Y LA PITONISA DE ENDOR “Si os dijeren: Preguntad a loa pitones...
responded: ¿No consultará el pueblo a
su Dios?” Isaías 8: 19.
LA PRIMERA MENTIRA DE SATANÁS “NO moriréis.” Génesis 3: 4.

El Espiritismo: Antiguo y Moderno


LA PRETENSIÓN esencial del espiritismo consiste en su
aserto de mantener comunicaciones con los espíritus de los
muertos; o más bien en su aserto de haber demostrado que en
realidad no hay muerte, sino que lo que parece serlo es sólo
una transición.
El profesor Alfredo Russel Wallace, célebre hombre de
ciencia inglés, dijo del espiritismo:
“Demuestra, tan completamente como puede ser demostrado, el
hecho de que los así llamados muertos viven aún.”—“On Míreteles
and Modern Spiritualism” (Londres, 1875), p. 212.
Primera Declaración de la Doctrina
En el primer libro mismo de la Biblia hay un aserto similar:
“No moriréis.” Génesis 3: 4.
Pero esta declaración, aunque registrada en las Escrituras,
no es palabra de Dios. El Señor había declarado al hombre que
la desobediencia le traería la muerte. Pero Satanás, como el
tentador en Edén, hizo que la mujer pusiera en duda la palabra
de Dios: “La serpiente dijo a la mujer: No moriréis.”
266 Nuestro Siglo a la Luz Profética
“Y la mujer creyó al tentador antes que a Dios, pecando así
contra el Creador.
Después de haber inducido al hombre a pecar por medio de
su tentación, introduciendo así la muerte en el mundo, ¿qué
más natural en el curso del engaño, que tratar de convencer a
la familia humana de que, después de todo, no hay muerte; y
que lo que parece serlo es tan sólo la entrada en una vida y
actividad más intensas? “No moriréis.”

Los HECHICEROS DE FARAÓN CONTRAHACEN “Hicieron también lo mismo los


LA OBRA DE DIOS encantadores de Egipto con sus
encantamientos.” Éxodo 7: 11.

Al apartarse la humanidad de lo recto y al perder el conoci-


miento de Dios, se deificó a los héroes muertos y mucho del
culto pagano vino a consistir en sacrificios a los espíritus de
los muertos, a quienes se suponía estar con vida y tomándose
interés en los asuntos de la tierra de los vivientes. Los anales
sagrados dicen acerca de la naturaleza del culto de Baal-Peor
al que Israel se consagró cuando se apartó de Dios, uniéndose
a los moabitas:
El Espiritismo Antiguo y Moderno 267
Allegáronse asimismo a Baal-Peor, y comieron los sacrifi-
cios de los muertos.” “Y sacrificaron sus hijos y sus hijas a los
demonios.” Salmo 106: 28, 37.
En vez de estar tratando con los espíritus de los muertos,
los adoradores idólatras se ponían en contacto directo con los
agentes de Satanás, los ángeles caídos.

Endemoniados del Tiempo de Cristo “Le decía: Sal de este hombre,


espíritu inmundo.” Marcos 5: 8.

Amonestaciones Divinas
Esto explica la severidad de las amonestaciones divinas
contra la antigua nigromancia o práctica de los médiums. El
Señor dijo:
“No os volváis a los encantadores y a los adivinos: no los
consultéis ensuciándoos con ellos: yo Jehová vuestro Dios.”
Levítico 19: 31.
“Cuando hubiereis entrado en la tierra que Jehová tu Dios
te da, no aprenderás a hacer según las abominaciones de
268 Nuestro Siglo a la Luz Profética
aquellas gentes. No sea hallado en ti quien haga pasar su hijo
o su hija por el fuego, ni practicante de adivinaciones, ni ago-
rero, ni sortílego, ni hechicero, ni fraguador de encantamientos,
ni quien pregunte a pitón, ni mágico, ni quien pregunte a los
muertos. Porque es abominación a Jehová cualquiera que hace
estas cosas.” Deuteronomio 18: 9-12.
La antigua sesión espiritista, en que los vivientes buscaban
a los muertos por sabiduría, fué denunciada por el profeta
Isaías:
“Y si os dijeren: Preguntad a los pitones y a los adivinos,
que susurran hablando, responded: ¿No consultará el pueblo a
su Dios? ¿Apelará por los vivos a los muertos?” Isaías 8: 19.
“¡A la ley y al testimonio!” clama el profeta. El buscar a
los muertos por conocimiento es apartarse de la ley y del testi-
monio y aceptar el consejo de los agentes directos de Satanás,
el gran engañador.
El Espiritismo Moderno
Se entiende mejor lo que es el espiritismo al estudiar las
amonestaciones proféticas concernientes al reavivamiento de
este gran engaño en los últimos días. El apóstol habló de estos
días como de un tiempo en el cual espíritus seductores habrían
de apartar a muchos de la fe:
“Empero el Espíritu dice manifiestamente que en los
venideros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a
espíritus de error y a doctrinas de demonios.” 1 Timoteo 4: 1.
Esta obra engañadora es un indicio de la proximidad de la
segunda venida de Cristo, pues habla San Pablo de cierta po-
tencia inicua:
“Cuyo advenimiento es según operación de Satanás, con
grande potencia, y señales, y milagros mentirosos.” 2 Tesalo-
nicenses 2: 9.
Fiel a, la infalible palabra profética, ahora cuando han lle-
gado los últimos días, ha surgido el movimiento del espiritismo
moderno con sus señales y prodigios, que se dicen hechos por
los espíritus de los muertos. El Prof. Wallace dice:
El espiritismo moderno data del mes de marzo de 1848, pues en
aquel tiempo se establecieron por primera vez comunicaciones
inteligibles con la causa desconocida de los golpes misteriosos y
El Espiritismo Antiguo y Moderno 269
otros sonidos similares a aquellos, que, en los siglos XVII y
XVIII, perturbaron a las familias de Mompesson y Wesley.”—
“On Miracles and Modern Spiritualism” (Londres, 1875), p.
146.
En Hydesville, estado de Nueva York, EE. UU., en la fami-
lia del Sr. Fox, se originó el culto moderno, habiéndose descu-
bierto que por medio de golpes misteriosos, pero claros, unos
seres invisibles podían comunicar respuestas a las preguntas
que se les hacían. La rapidez con que se difundió el gran
engaño fué notable. Una de las hermanas Fox, más tarde señora
A. L. de Underhill, escribió:
“Desde aquel tiempo en que empezó en una aldeíta del campo,
en la parte occidental del estado de Nueva York, el espiritismo se ha
abierto paso—contra enormes obstáculos y resistencia, pero bajo un
impulso y dirección de esferas superiores—alrededor del globo
civilizado. Empezando con tres hermanas, de las cuales dos eran
niñas, y la mayor apenas salía de la infancia, ... sus filas de creyentes,
secretos o públicamente profesos, se han engrosado de tal manera
dentro de los últimos treinta y seis años, que ya tienen millones de
adherentes.”—“The Missing Link in Modern Spiritualism,”
Introducción.
Muchos pensaban en aquel tiempo, como también lo han
pensado otros desde entonces, que los “golpes,” con que empe-
zaron las manifestaciones, eran ocasionados por alguna super-
chería de parte de las hermanas Fox, pero hombres de posición
e inteligencia intachables certificaron lo contrario. Horacio
Greeley, célebre redactor de la Tribuno, de Nueva York, escri-
bió en su periódico que las mencionadas hermanas le habían
visitado en su casa, pidiendo que se efectuara la más detenida
investigación acerca de “las pretendidas manifestaciones del
mundo de los espíritus.” Como resultado de las observaciones,
él escribió:
“Sea cual fuere el origen o la causa de los “golpes,” las señoras
en cuya presencia ocurren no los producen. Lo hemos comprobado
cabalmente a nuestra entera satisfacción.”—Id., pp. 160, 161.
No fué mera prestidigitación lo que lanzó este culto sobre
el mundo al llegar los postreros días. Aparte de todas las ma-
nifestaciones físicas, la idea religiosa del espiritismo ha im-
pregnado el pensamiento religioso de millones de personas.
Nadie puede negar que la idea básica es aquella que la serpiente
enunció en Edén: “No moriréis,”
ACUSADA DE BRUJERÍA La hechicería era una de las formas que antiguamente solía reves-
tir el espiritismo, pero muchas personas fueron acusadas falsa-
mente de practicarla, siendo víctimas de la superstición popular.
El Espiritismo Antiguo y Moderno 271
La Sra. Emma de Hardinge Britten, otra de las hermanas
Fox, dice acerca del descubrimiento de 1848:
“En la noche del 31 de marzo de 1848, descubrimos sin que cu-
piera ni sombra de duda, que la muerte no tiene poder sobre el
espíritu... En una palabra, hallamos que nuestros llamados muertos
vivían todos.”—“Nineteenth Century Miradles” (Manchester,
Inglaterra), p. 554.
Ahora bien, las Escrituras nos enseñan claramente lo que
no son estos agentes, y lo que son.
Lo que no Son
No son espíritus de los muertos que transmiten mensajes a
los vivos.
En una de las partes más antiguas de la Escritura sagrada,
el Señor declaró claramente que los muertos no tienen conoci-
miento alguno referente a los vivos:
“Él se va; demudarás su rostro, y enviaráslo. Sus hijos
serán honrados, y él no lo sabrá; o serán humillados, y no en-
tenderá de ello.” Job 14: 20, 21.
Los muertos no tienen parte en ninguna comunicación con
los que viven en la tierra.
“Ni tienen ya más parte en el siglo, en todo lo que se hace
debajo del sol.” Eclesiastés 9: 6.
Lo que Son
Ya dijimos lo que son al citar las amonestaciones de la pro-
fecía concernientes a los engaños especiales de Satanás en los
postreros días.
“Operación de Satanás, con grande potencia, y señales, y
milagros mentirosos.” 2 Tesalonicenses 2: 9.
“Espíritus de error.” 1 Timoteo 4: 1.
Y al ser mostrados ellos al profeta Juan en una visión del
mismo fin, él declaró:
“Son espíritus de demonios, que hacen señales.” Apoca-
lipsis 16: 14.
Estos son los agentes por quienes se producen las manifes-
taciones sobrenaturales del espiritismo. Es ciertamente un
engaño terrible el que induce a hombres y mujeres a acercarse
a los agentes satánicos, suponiendo que se comunican con los
espíritus de sus amigos muertos. Satanás y sus ángeles
272 Nuestro Siglo a la Luz Profética
pueden con facilidad simular la personalidad de los muertos, y
engañar así a aquellos que desobedecen a Dios al dirigirse a los
muertos por sabiduría.
La Culminación del Engaño
El hecho de que los prodigios del espiritismo habrían de
aumentar a medida que se acercara el fin, fué claramente ense-
ñado por nuestro Salvador al describir las obras de Satanás en
la época que precediera al segundo advenimiento. Él nos dejó
esta amonestación:
‘‘Entonces, si alguno os dijere: He aquí está el Cristo, o
allí, no creáis. Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos
profetas, y darán señales grandes y prodigios; de tal manera
que engañarán, si es posible, aun a los escogidos.” Mateo 24:
23, 24.
Evidentemente, pues, por medio del poder de obrar
milagros que posee Satanás, él llevará a cabo grandes engaños
por medio de agentes humanos y sobrenaturales. Y el engaño
culminante será su propia manifestación como el Ser
prometido, simulando la segunda venida de Cristo. Empero el
poder y la gloria que henchirán toda la tierra y los cielos en la
venida de Cristo, no pueden ser copiados por Satanás, a pesar
de toda su habilidad para obrar prodigios. Esta es la razón por
la cual es tan importante que comprendamos la enseñanza de
la Biblia referente a la naturaleza de la segunda venida de
Cristo y la manera en que ha de ocurrir este suceso. La doctrina
de una venida silenciosa, secreta y mística, está diseminada por
todas partes en el mundo, siendo una enseñanza muy a
propósito para preparar el camino para los propósitos de
engaño que abriga Satanás. Por tanto, Cristo nos amonesta con
anticipación:
“He aquí os lo he dicho antes. Así que, si os dijeren: He
aquí en el desierto está; no salgáis: he aquí en las cámaras; no
creáis. Porque como el relámpago que sale del oriente y se
muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo
del hombre.” Mateo 24: 25-27.
Las enseñanzas de la antigua teosofía y del espiritismo el
misticismo del oriente—han venido invadiendo la cristiandad
durante los últimos años. Dijo la Sra. J. de Delaire, al escribir
para una revista londinense, hace algunos años:
El Espiritismo Antiguo y Moderno 273
Aparentemente la India tiene aún una misión que cumplir, pues
su mentalidad comienza lentamente a modelar la mentalidad de
Europa y de América; nuestras más aguzadas inteligencias están
estudiando hoy día la filosofía de aquel país y nuestra nueva teología
está basada en el antiquísimo Vedanta.”—“National Review,”
septiembre de 1908, p. 181.
Este desbordamiento del espiritismo antiguo del oriente se
ha producido, conforme a la profecía de Isaías referente a las
cosas que habían de acontecer en lo postrero de los tiempos:
“Ciertamente tú has dejado tu pueblo, la casa de Jacob,
porque son henchidos de oriente, y de agoreros, como los filis-
teos.” Isaías 2: 6.
En 1909, una de las más eminentes representantes del pen-
samiento teosófico, la Sra. Annie Besant, de la India, hizo una
excursión por los Estados Unidos, proclamando el mensaje de
un Mesías que iba a venir. Ella anunció:
“Mi mensaje es muy sencillo: ‘Preparaos para el Cristo que va a
venir. Nos hallamos ante la cuna de una nueva subraza, y cada raza
o subraza ha tenido su propio mesías. A Hermes le siguió Zoroastro:
a Zoroastro, Orfeo; a Orfeo, Buda; a Buda, Cristo. Ahora esperamos
con confianza una manifestación del Instructor supremo del mundo,
quien se manifestó por última vez en Palestina..., Por doquiera en el
occidente, no menos que en el oriente, el corazón del hombre palpita
con la alegre expectación del nuevo avatar.’ ”
El germen de la filosofía espiritista se ha venido abriendo
paso por la cristiandad durante esta generación. Vemos cla-
ramente que el ser maligno está preparando el camino para su
final obra de engaño.
“HA RESUCITADO” ‘Porque yo vivo, y vosotros tam-
bién viviréis.” Juan 14: 19.
MARÍA SE ENCUENTRA CON “El que cree en mí. aunque esté
SU SEÑOR RESUCITADO muerto, vivirá.” Juan 11: 25.

Sólo en Cristo se Halla la Vida


La Naturaleza y el Estado del Hombre en la Muerte
LA ENSEÑANZA de que el hombre tiene vida en sí mismo—
que posee la inmortalidad por naturaleza, y que la muerte no es
realmente muerte, sino otra forma de vida, proporciona una
puerta abierta de par en par para el espiritismo.
Las Escrituras cierran esta puerta de falsa esperanza, ense-
ñándonos que el hombre es mortal, que la muerte es realmente
muerte, y que la inmortalidad es el don de Dios por medio de
Cristo, mediante la resurrección de los muertos.
Clara y definidamente enseña la Biblia que Dios solo posee
la inmortalidad, llamándole “bienaventurado y solo poderoso,
Rey de reyes y Señor de señores; quien solo tiene inmortali-
dad” 1 Timoteo 6: 15, 16.
Este texto acaba con toda idea de que el hombre sea inmor-
tal por naturaleza, y abre el camino para una consideración de
276 Nuestro Siglo a la Luz Profética
la enseñanza de las Escrituras acerca de la naturaleza del hom-
bre, su estado en la muerte y la promesa de vida e inmortalidad
en Cristo.
El Hombre es Mortal por Naturaleza
La palabra “mortal,” según está empleada en aquella anti-
quísima pregunta que hiciera Eliphaz, describe la naturaleza
del hombre:
“¿Acaso el mortal será más justo que Dios?” Job 4: 17, V.
M.
En la creación, la vida dependía de la relación de la criatura
con Cristo el Creador, en quien todas las cosas consisten:
“Todas las cosas por él fueron hechas; y sin él nada de lo
que es hecho fué hecho. En él estaba la vida.” Juan 1: 3, 4.
Él era, y es, como dice el salmista “el manantial de la vida.”
Fuera de la vital conexión con él, no podía haber continuación
de la vida. El Señor advirtió a Adán que su vida tenía por
condición la obediencia. “El día que de él comieres—dijo él,
referente al fruto del árbol prohibido,—morirás.” Génesis 2:
17. Esto era una declaración de que el hombre no era inmortal,
sino que dependía de Dios para tener la vida.
Cuando, por su incredulidad y pecado, el hombre desechó
a Dios, la sentencia—la muerte eterna—debía haberse
ejecutado si no hubiese intervenido el plan de salvación. Mas
cuando estaba por caer sobre el pecador el golpe de la justicia
divina, el Hijo de Dios se interpuso y recibió ese golpe. “Fué
herido por nuestras iniquidades.” En el plan divino, el gran
sacrificio en pro del hombre era entonces tan seguro como
cuando, más tarde, se verificó en realidad en el Calvario. Cristo
era “el Cordero, el cual fué muerto desde el principio del
mundo.
Y allí Adán, el pecador, teniendo ya una naturaleza humana
caída, que se había de perpetuar en sus descendientes en todo
el tiempo subsiguiente, recibió la concesión de una extensión de
vida, de la cual todo momento, fuese para él o para su posteri-
dad, era comprado por Cristo por su propia muerte, a fin de
que en este tiempo de gracia el hombre pudiese hallar el perdón
del pecado y la seguridad de una vida venidera. A Adán no
se le creó inmortal, sino que fué puesto a prueba, y si hubiese
Sólo en Cristo se Halla, la Vida 277
permanecido fiel, el don de la inmortalidad le habría sido dado
en alguna época ulterior, después que hubiese pasado por la
prueba. Al ser llevado a cabo por Cristo, “el segundo Adán,”
el plan original, el don de la inmortalidad será concedido final-
mente a todos los que soporten la prueba del juicio y se hallen
en Cristo, en quien solo hay vida.
Después de su caída Adán poseyó una naturaleza pecami-
nosa y tuvo que morir. “La paga del pecado es la muerte.” Ro-
manos 6: 23. Era imposible que el pecado o los pecadores pu-
dieran ser inmortalizados en el universo de Dios. Así que, por
cuanto el árbol de la vida en Edén habría sido el medio de dar
al hombre una vida continua, el Señor dijo:
“Ahora, pues, porque no alargue su mano, y tome también
del árbol de la vida, y coma y viva para siempre: ... sacólo
Jehová del huerto de Edén.” Génesis 3: 22, 23.
Esto es una negación de la idea de que pudiera haber jamás
un pecador inmortal, que mancillara para siempre la creación
de Dios. El pecado no produce otra cosa que la muerte. “El
pecado, siendo cumplido, engendra muerte.” Santiago 1: 15.
Caído Adán, no podía legar a su posteridad otra cosa que una
naturaleza caída y mortal. Así empezó la triste historia resu-
mida en este texto:
“Así como el pecado entró en el mundo por un hombre, y
por el pecado la muerte, y la muerte así pasó a todos los
hombres, pues que todos pecaron.” Romanos 5: 12.
El Estado Mortal es Universal
Sobre toda la creación está escrito: Sujeta a la muerte.
Siglos ha, el sabio escribió: “Este es un grave mal entre todo lo
que acaece debajo del sol, que un mismo acontecimiento
suceda a todos; ... se van a los muertos.” Eclesiastés 9: 3, V.
M. El corazón humano, por doquiera y en todo tiempo, ha
clamado contra lo desapiadado que es el gran enemigo.
—¿Muere la gente de su clase?—fué la pregunta hecha a
Livingstone en las inexploradas y salvajes regiones del África.
—¿No tiene Vd. algún ensalmo contra la muerte?
Tanto los griegos, como los bárbaros, confesaron la impoten-
278 Nuestro Siglo a la Luz Profética
cia del hombre frente al gran enemigo. Siglos antes de Cristo,
el ateniense Sófocles escribió:
“De todas las maravillas de la naturaleza, el hombre es la
más asombrosa. Él es quien, impulsado por borrascosos vien-
tos, surca los blancos mares y hiende las ondas que braman en
derredor suyo...
“El ave de rápido vuelo, la arisca fiera y el habitante de las
aguas, no pueden escapar a la industria del hombre, a las mallas
de sus nudosas redes...

JESÚS RESUCITA AL HIJO DE LA ”La dádiva de dios es vida eterna


VIUDA DE NAÍN en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Romanos 6: 23.
“El cultiva la palabra y las ciencias sublimes: conoce las
leyes que rigen las ciudades; sabe preservar su morada de los
hielos del invierno y de los dardos de la tormenta. Fecundo en
recursos, lleva su previsión hasta el porvenir. Descubrió el arte
de escapar de las enfermedades más crueles, mas su arte es
impotente para escapar a la muerte.”
—Coro de Antígone.
¡Cuán indecible y patético es el clamor de la impotencia de
la humanidad ante la muerte, él gran enemigo! Pero cuando
Sólo en Cristo se Halla, la Vida 279
Adán salió de Edén, fué con la seguridad de revivir de entre los
muertos por medio de la Simiente prometida, si permanecía
fiel. Y en esto consiste el mensaje del único evangelio para
todo tiempo—la vida eterna en Cristo
“De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo
unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas
tenga vida eterna.” Juan 3: 16.
Como no hay otro nombre bajo el cielo por el cual los hom-
bres puedan ser salvos, tampoco hay otro camino de vida eterna
e inmortalidad, excepto en Cristo Jesús nuestro Señor.
Cuando se Otorgará la Inmortalidad
Dijo Cristo: “Yo soy la resurrección y la vida: el que cree
en mí, aunque esté muerto vivirá.” Juan 11: 25.
El hizo de la muerte, que habría sido eterna, sólo un tiempo
de sueño, del cual él despertará al creyente. En la resurrección
del día postrero se otorgará la inmortalidad, “en un momento,
en un abrir de ojos, a la final trompeta; porque será tocada la
trompeta, y los muertos serán levantados sin corrupción, y nos-
otros seremos transformados. Porque es menester que esto co-
rruptible sea vestido de incorrupción, y esto mortal sea vestido
de inmortalidad. Y cuando esto corruptible fuere vestido de
incorrupción, y esto mortal fuere vestido de inmortalidad, en-
tonces se efectuará la palabra que está escrita: Sorbida es la
muerte con victoria.” 1 Corintios 15: 52-54.
Sólo en la resurrección, “a la final trompeta,” se confiere
la inmortalidad a los redimidos. Nótese que no se trata de algo
inmortal que se revista de inmortalidad; sino que “esto mortal”
se reviste de inmortalidad. Después de la muerte no hay vida,
excepto por la resurrección. “Si no hay resurrección de muertos
... entonces también los que durmieron en Cristo son perdidos.”
1 Corintios 15: 13-18.
Esta resurrección, como lo declara el apóstol Pablo, no se
verifica al tiempo de morir una persona, sino en el día postrero,
cuando Cristo venga, cuando todos sus hijos que están en sus
sepulcros oirán su voz. Dice Jesús:
“Esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel
280 Nuestro Siglo a la Luz Profética
que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna: y yo le resucitaré
en el día postrero?’ Juan 6: 40.
Es esta la razón por la cual la venida de Cristo ha sido la
“esperanza bienaventurada” en todos los siglos.
El Estado del Hombre en la Muerte
Durante el tiempo que media entre la muerte y la resurrec-
ción, los muertos duermen. Jesús declara que la muerte es un
sueño. Lázaro había muerto, pero Jesús dijo: “Lázaro nuestro
amigo duerme.” Juan 11: 11. Por toda la Biblia este es el
lenguaje de la Inspiración. Dijo el patriarca Job:
“Mas el hombre morirá, y será cortado; y perecerá el hom-
bre, ¿y dónde estará él? Las aguas de la mar se fueron, y
agotóse el río, secóse. Así el hombre yace, y no se tornará a
levantar: hasta que no haya cielo no despertarán, ni se
levantarán de su sueño.” Job 14: 10-12.
Esta esperanza de la resurrección en el día postrero no era
una esperanza vaga para el que creía en las promesas de Dios,
pues el patriarca continuó, diciendo:
“Si el hombre muriere, ¿volverá a vivir? Todos los días de
mi edad esperaré, hasta que venga mi mutación. Aficionado a
la obra de tus manos, llamarás, y yo te resnonderé.” Vers 14,
15.
Job nos dice acerca del lugar, donde había de esperar el
llamamiento del Dador de la vida: “Si yo espero, el sepulcro es
mi casa.” De allí llamará Cristo a los suyos cuando venga.
“Viene la hora en que todos los que están en los sepulcros oirán
su voz, y saldrán.” Juan 5: 28, 29, V. M.
La muerte es un sueño inconsciente. Ha de serlo necesa-
riamente, pues la muerte es lo contrario de la vida. Por tanto,
los que duermen en la tumba no tienen noción del tiempo que
transcurre. Viene a ser como si los ojos se cerraran en la muerte
un instante, y al instante siguiente, en cuanto al conocimiento
del creyente, se despertase para oír la voz vivificadora de Jesús,
llamándole a grata inmortalidad, y para ver a los ángeles
llevando a sus amados al encuentro de Jesús en el aire.
Estos textos, de entre muchos, bastarán para demostrar que
el hombre no queda consciente al morir.
Sólo en Cristo se Halla, la Vida 281
“Saldrá su espíritu, tornaráse en su tierra: en aquel día
perecerán sus pensamientos.” Salmo 146: 4.
“Los que viven saben que han de morir; más los muertos
nada saben... También su amor, y su odio y su envidia, feneció
ya: ni tienen ya más parte en el siglo, en todo lo que se hace
debajo del sol.” Eclesiastés 9: 5, 6.
La muerte es un sueño, que continuará hasta la resurrec-
ción. Entonces el Señor levantará del polvo a la misma persona
a quien se dejó descansar en la muerte.
Algunos han dicho que esta doctrina bíblica del dormir de
los muertos hasta la resurrección, es lóbrega. La tradición
popular cree que los justos, al morir, van en seguida al cielo, lo
cual, dicen algunos, es un hermoso pensamiento. Pero ellos se
olvidan de que la misma enseñanza consigna a sus amigos no
creyentes al tormento inmediato—y esto, además, mientras es-
peran el juicio del día postrero.
No; la enseñanza de la Biblia es una doctrina animadora,
es la “esperanza bienaventurada.” Todos los fieles de todos los
siglos van a entrar en el reino juntos. Esta bienaventurada
verdad es preciosa para el espíritu que se deleite en esperar y
compartir goces y cosas buenas con los seres queridos. Acerca
de los fieles de los siglos pasados, el apóstol dice:
“Todos éstos, aprobados por testimonio de la fe, no recibie-
ron la promesa: proveyendo Dios alguna cosa mejor para nos-
otros, para que no fuesen perfeccionados sin nosotros.” He-
breos 11: 39, 40.
Ellos están aguardando, para que puedan entrar los
salvados juntos. Y para los que “duermen en Jesús,” este
tiempo de espera es tan sólo un instante.
David fué un hombre de Dios; pero el apóstol Pedro, ha-
blando por el Espíritu en el día de Pentecostés, declaró al
pueblo de la ciudad de David que éste “murió, y fué sepultado,
y su sepulcro está con nosotros hasta el día de hoy... Porque
David no subió a los cielos.” Hechos 2: 29-34. Los justos
muertos no han sido ni serán perfeccionados sin nosotros.
Están esperando todos aquel gozoso día, hacia el cual el apóstol
Pablo dirigió la última mirada de su visión mortal:
282 Nuestro Siglo a la Luz Profética
“He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he
guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de
justicia, la cual me dará el Señor, Juez justo, en aquel día; y no
sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.” 2
Timoteo 4: 7, 8.
¡Cuánto gozo tendremos en aquel día al entrar por las puer-
tas de la ciudad eterna, con Adán, Abel, Noé, Abrahán, Pablo
y todos los fieles, y los seres amados de nuestras propias fami-
lias, y amados compañeros del servicio, revestidos cada uno de
inmortalidad, el don de Dios en Cristo Jesús Redentor nuestro!
En una palabra, las Escrituras enseñan que sólo Dios posee
la inmortalidad, que el hombre es mortal, que la muerte es un
sueño, que la vida después de la muerte llega sólo por medio
de la resurrección del día postrero, y que los justos recibirán
entonces la inmortalidad. Además, la Escritura enseña que más
tarde habrá una resurrección de los injustos, no para vida, sino
para muerte, la muerte segunda, de la cual no hay ningún des-
pertar.
Todas las doctrinas de la Escritura y del evangelio concuer-
dan con la enseñanza de la Biblia acerca de la naturaleza del
hombre y de su estado en la muerte. Pero la opinión tradicional
de la inmortalidad natural del alma y de la vida en la muerte,
anula la doctrina bíblica de que la vida se halla sólo en Cristo,
como también las de la resurrección, juicio y distribución de
los galardones a la venida de Cristo, y del juicio final sobre los
injustos.
Breve Consideración de unas Pocas Preguntas
1. El “Alma Viviente”
Dice uno: “¿No puso el Señor en el hombre un alma inmor-
tal?” No; la Escritura dice:
“Formó, pues, Jehová Dios al hombre del polvo de la tierra,
y alentó en su nariz soplo de vida; y fué el hombre en alma
viviente.” Génesis 2: 7.
El alma no fué puesta en el hombre, sino que cuando el
aliento vivificante fué soplado en sus narices, el hombre llegó
a ser un alma viviente, un ser viviente. El empleo que hace la
Sólo en Cristo se Halla, la Vida 283
Versión Moderna de la expresión “alma viviente” en
Génesis 1: 30, demuestra que se usa la misma expresión en el
texto hebreo para toda la creación animal. El famoso
comentador metodista, Dr. Adán Clarke, dice acerca de este
término “alma viviente”:
“Término general usado para representar todas las criaturas
de vida animal, en cualquiera de sus gradaciones infinitamente
variadas.”
2. ¿Son Inmortales el “Alma” y el “Espíritu”?
“¿No son inmortales el alma y el espíritu?” pregunta otro.
No. Cierto autor dice lo siguiente acerca del uso que se
hace en la Escritura de las palabras “alma” y “espíritu”:
“Las palabras hebreas y griegas, de las cuales se traducen, se
presentan, como lo hemos visto, setecientas veces en la Biblia.
Seguramente, una vez, a lo menos, en aquella larga lista, se nos dirá
que el alma es inmortal, si tal es su elevada prerrogativa. Setecientas
veces inquirimos a ver si se nos dice una vez que el alma es inmortal
o el espíritu imperecedero. Y la respuesta invariable e inequívoca que
recibimos es: Ni una sola vez.”—“Here and Hereafter” por U.
Smith, p. 65.
Al contrario, el Señor declara: “El alma que pecare, esa
morirá.” Ezequiel 18: 20. Esto significa que la persona que
pecare, morirá; porque las palabras “alma,” “corazón” y “espí-
ritu” se usan para designar la vida o el asiento de los afectos o
del intelecto. Uno puede encomendar su alma a Dios, o su es-
píritu a Dios (realmente su vida a la custodia de Dios), hasta el
gran día de la resurrección. La palabra “alma” se emplea tanto
en el Nuevo Testamento como en el Antiguo para hablar de
toda vida animal, como por ejemplo en este caso: “Toda alma
viviente fué muerta en el mar.” Apocalipsis 16: 3.
3. El Ladrón en la Cruz
“¿No prometió Cristo al ladrón en la cruz que estaría con
él aquel día en el paraíso?”
No; porque el paraíso está donde están el trono de Dios, el
árbol de la vida y la ciudad de Dios, capital del reino de Cristo;
y, tres días más tarde, Cristo no había ascendido aún al Padre.
“No me toques—dijo él a María después de su resurrección—
284 Nuestro Siglo a la Luz Profética
porque aun no he subido a mi Padre.” Juan 20: 17. El ladrón
moribundo, por tanto, no pudo estar con él en el paraíso tres
días antes.
Ni tampoco la pregunta del ladrón sugería tal pensamiento.
Su fe abarcaba la resurrección de Cristo, la resurrección de sus
hijos, y el reino venidero; y en aquel día, pendiente de la cruz,
en el momento de la más profunda humillación del Hijo de
Dios, el pecador arrepentido clamó: “¡Señor, acuérdate de mí,
cuando vinieres en tu reino!” Y el Salvador replicó: “¡En ver-
dad te digo hoy”,—en este día, en que el mundo me escarnece
y las tinieblas me apremian, en este día te digo—“que estarás
en el paraíso.” Lucas 23: 42, 43.
La puntuación que hace decir al texto: “Hoy estarás con-
migo en el paraíso,” no es parte del texto sagrado, y así hace a
la promesa del Señor contradecir los hechos de toda la
narración y enseñanza de la Escritura.
4. El Rico y Lázaro
“Pero allí tenemos la parábola del rico malo y Lázaro—
dice uno, en la cual Lázaro y ese rico están hablando, aunque
muertos—Lázaro desde el seno de Abrahán, y el rico en medio
de los tormentos.”
Pero aquello es una parábola y nadie puede poner las
figuras de una parábola contra los hechos de la Escritura
positiva. En las parábolas, se enseñan a menudo lecciones por
medio de un lenguaje figurado y escenas imaginarias, que
nunca podrían ser reales, aunque ponen mejor de relieve la
lección que se quiere enseñar.
En la parábola de Jueces IX, se representan a los árboles
como celebrando consejo y hablando uno con otro. Nadie se
equivoca en cuanto a la lección de la parábola ni supone que
los árboles hablaran en realidad. Así también la parábola del
rico y Lázaro enseña que la integridad en esta vida, aun cuando
se manifieste en medio de la más profunda miseria, será recom-
pensada en la vida futura; mientras que el egoísmo y falta de
caridad llevará seguramente a la ruina y destrucción.
Sólo en Cristo se Halla, la Vida 285
Frente a la enseñanza de la Biblia, nadie puede transformar
esta parábola en una narración real, que represente a los salvos
en la gloria mirando desde las almenas del cielo y hablando
con los perdidos que se retuercen ante su vista en agonía, en
medio de las llamas de un tormento inacabable. Tal no es el
cuadro que las Escrituras nos dan del cielo, ni del estado de los
muertos, ni del tiempo y circunstancias en que serán distribui-
dos los galardones o castigos finales.

De una inscripción de cierto monumento egipcio, que representa la acción


de pesar el alma después de la muerte
HUIDA DE LOT, DE SODOMA “Como Sodoma y Gomorra, y las ciudades co-
marcanas, . . . fueron puestas por ejemplo, su-
friendo el juicio del fuego eterno.” Judas 7.
EL ASALTO FINAL DE SATANÁS “Subieron sobre la anchura de la
CONTRA EL REINO DE DIOS tierra, y circundaron el campo
de los santos.” Apocalipsis 20: 9.

El Fin de los Injustos


No BIEN introdujo Lucifer el pecado en el cielo, existió por
la justicia y omnipotencia de Dios, la seguridad de que llegaría
día en que el pecado fuera raído de la creación perfecta. La
Inspiración nos dice que fué prometido un tiempo de ajuste
final de cuentas con el pecado cuando Satanás, con una hueste
de ángeles, levantó el estandarte de la rebelión misteriosa con-
tra la ley y la armonía del cielo:
“A los ángeles que no guardaron su dignidad, mas dejaron
su habitación, los ha reservado debajo de obscuridad en prisio-
nes eternas hasta el juicio del gran día.” Judas 6.
El castigo por el pecado es seguro. Por haber prestado
oídos a la tentación de Satanás, el hombre se vió envuelto en
el pecado. Entonces se proveyó un Salvador divino, por quien
toda alma pueda librarse del reino de las tinieblas y hallar sal-
vación y vida. Pero es inevitable que quienes rehúsen andar
288 Nuestro Siglo a la Luz Profética
por el camino de la vida, y desechen la salvación de Dios, que-
darán finalmente destruidos junto con Satanás y el pecado en
el día del castigo del pecado.
Por el pecado de Adán, toda su posteridad heredó una na-
turaleza pecaminosa y sujeta a la muerte. “En Adán todos
mueren,” dice la Escritura. Mas en el último día, ninguna alma
podrá alegar el pecado de Adán y la herencia de una naturaleza
caída como excusa de sus propias transgresiones. Por medio
del don de su vida que Cristo hizo por nosotros, el pecador, con
todas sus debilidades, puede llegar a ser partícipe de la natu-
raleza divina y escapar del poder de la naturaleza carnal. Por
virtud de la muerte que sufrió Cristo por todos, todos se resca-
tan de la muerte que mueren en Adán—la primera muerte.
Todos, tanto los injustos como los justos, tienen una resurrec-
ción, y luego cada uno da cuenta de sí mismo a Dios, según su
propia vida y el uso que haya hecho de la luz que Dios le diera.
Las Dos Resurrecciones
Las Escrituras ponen de relieve que ha de haber dos resu-
rrecciones. Pablo, ante Félix, aseveró su creencia, y la de todos
los profetas—“que ha de haber resurrección de los muertos, así
de justos como de injustos.” Hechos 24: 15.
Jesús lo declaró en estas palabras:
“Vendrá hora, cuando todos los que están en los sepulcros
oirán su voz; y los que hicieron bien, saldrán a resurrección de
vida; mas los que hicieron mal, a resurrección de
condenación.” Juan 5: 28, 29.
La primera resurrección es la de los justos, y ocurre a la
segunda venida de Cristo. Acerca de ella está escrito:
“Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera
resurrección: la segunda muerte no tiene potestad en éstos;
antes serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él
mil años.” Apocalipsis 20: 6.
Después de esto, los justos van con Cristo al cielo, donde
permanecen durante los mil años. Los injustos que vivan al
tiempo de su venida, son muertos por la consumidora gloria de su
El Fin de los Injustos 289
presencia y esperan en el sepulcro con todos los injustos de
todos los siglos, la segunda resurrección, que ocurrirá al fin de
los mil años.
“Los otros muertos no tornaron a vivir hasta que sean cum-
plidos mil años.” Apocalipsis 20: 5.
Al fin de los mil años, la ciudad de Dios, con los salvos,
baja del cielo y se asienta en la tierra.
Entonces resucitan los injustos, siendo ésta la segunda re-
surrección. Bajo la dirección de Satanás, suben los impíos para
atacar la ciudad de Dios. ¡Cuán natural es—podemos inferir—
que Satanás convenza a los perdidos de que, a pesar de todo, él
tenía razón cuando declaró a Adán: “No morirás”! Allí están
vivos todos sus siervos de todos los siglos. ¿Por qué no habrían
de ser inmortales y Dios impotente para destruirlos? La antigua
batalla que empezó en el cielo se vuelve a entablar. Satanás, el
gran jefe de los rebeldes, ordena a sus huestes de ángeles
caídos y las miríadas de hombres caídos, extendiéndose sus
legiones sobre gran parte de la anchurosa tierra.
“Y subieron sobre la anchura de la tierra, y circundaron el
campo de los santos, y la ciudad amada: y de Dios descendió
fuego del cielo, y los devoró.” Apocalipsis 20: 9.
“Esta es la muerte segunda,” dice la Escritura. Vers. 14.
Por fin ha llegado el gran día en que el pecador recibe su paga
—la muerte—y en el cual se destruye el pecado.
El Castigo Eterno
“La paga del pecado es muerte.” Y la segunda muerte es
eterna. De ella no hay resurrección. Las Escrituras la describen
en términos que afirman una destrucción completa, que resulta
en la cesación de la existencia.
“Los cuales serán castigados de eterna perdición por la pre-
sencia del Señor, y la gloria de su potencia.” 2 Tesalonicenses
1: 9.
“He aquí viene el día ardiente como un horno; y todos los
soberbios, y todos los que hacen maldad, serán estopa; y aquel
día que vendrá, los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos,
el cual no les dejará ni raíz ni rama.” Malaquías 4: 1.
290 Nuestro Siglo a la Luz Profética
“Serán ceniza,” dice el versículo tercero de este capítulo.
Se emplea toda expresión que el lenguaje pueda tener para de-
notar una destrucción completa y una muerte eterna. Esto sig-
nifica carencia de existencia. El pecado y los pecadores son
aniquilados. El profeta Abdías, hablando del castigo infligido
a los paganos—los no creyentes—en “el día de Jehová,” dice:
“Beberán, y engullirán, y serán como si no hubieran sido.”
Vers. 16.
Este es el fin completo del pecado y de todos los pecadores,
y del autor del pecado. Desaparecen raíz y rama, “como si no
hubieran sido.” Todo esto se halla en la descripción del juicio
final, tan claramente presentada en el capítulo 20 de
Apocalipsis.
“El infierno (hades, el sepulcro) y la muerte fueron lanza-
dos en el lago de fuego. Esta es la muerte segunda.” Apoca-
lipsis 20: 14. La muerte y la cárcel de la muerte desaparecen
para siempre. El pecado queda borrado de un universo per-
fecto, y ni siquiera quedará rastro del lugar donde se ejecutó el
terrible juicio por medio del fuego.
“De aquí a poco no será el malo: y contemplarás sobre su
lugar, y no parecerá.” Salmo 37: 10.
Los fuegos del último día purifican la tierra, que resurge
con edénica belleza. En toda la creación de Dios no hay ya más
pecado ni pecador, sino que todo es otra vez armonioso, como
antes de que el pecado entrara en el universo. Al profeta le fué
dada una visión de esta gloriosa consumación, y del triunfo del
Hijo de Dios sobre el pecado.
“Oí a toda criatura que está en el cielo, y sobre la tierra, y
debajo de la tierra, y que está en el mar, y todas las cosas que
en ellos están, diciendo: Al que está sentado en el trono, y al
Cordero, sea la bendición, y la honra, y la gloria, y el poder,
para siempre jamás.” Apocalipsis 5: 13.
Breve Consideración de algunas Opiniones
A la doctrina de la inmortalidad e indestructibilidad del alma
hay que achacar la teoría tradicional de que durante toda la
eternidad los muertos conservan la vida en tormentos inacaba-
bles. ¡Cuán diferente es este cuadro de aquel que las Escritu-
ras presentan de la segunda muerte! Es cierto que es terrible
El Fin de los Injustos 291
y aterrador, pero termina con la completa destrucción del pe-
cado y de los pecadores, dejando un universo purificado. La
doctrina de la inmortalidad del alma nos fué legada por la filo-
sofía pagana. Heródoto, “el padre de la historia,” dijo:
“Los egipcios...fueron también los primeros en emitir la opinión
de que el alma del hombre es inmortal.”—Libro II, p. 123.
Evidentemente, éstos comunicaron la doctrina a los
griegos. Su origen se hallaba en las palabras de Satanás en el
Edén: “No morirás.” Los paganos han tenido su mundo inferior
de los espíritus, o su transmigración de las almas, con su
incesante ciclo de cuerpo en cuerpo; y los católicos romanos,
su purgatorio con sus fuegos purificadores. De estas fuentes, y
no de la Palabra de Dios, ha pasado a la cristiandad la teoría
tradicional que representa al Señor como incapaz o no deseoso
de acabar con el pecado, y conservando al pecador con vida
durante toda la eternidad, para que sufra torturas irremediables.
La enseñanza de las Escrituras es muy diferente. Sin embargo,
hay ciertas frases de la Escritura que ponen de relieve la
severidad del castigo impuesto al pecado, y estas frases se
toman demasiado a menudo como prueba de la doctrina del
tormento consciente e inacabable.
1. “Para siempre jamás.”—En Apocalipsis 20: 10 se nos
dice que el diablo y sus agentes principales “serán atormenta-
dos día y noche para siempre jamás.” Esa frase hace resaltar la
seguridad de su completa destrucción.
“Para siempre jamás” significa que abarca lo que dura la
edad o la vida—mientras exista una cosa por su naturaleza. Así
en Éxodo 21: 6, al siervo que amaba a su amo y no quería
abandonar su servicio, se le había de horadar la oreja, “y será
su siervo para siempre,” es decir, que mientras viviera, no po-
día llegar a ser libre. Así el juicio que se ejecuta por el fuego
en aquel último día, consume a los injustos hasta que se les
acabe la vida; no se detiene hasta que la vida esté consumida.
2. “El suplicio eterno.”—“Estos irán al suplicio eterno.”
Mateo 25: 46, V. M. Es un castigo eterno y no un eterno cas-
tigar. El castigo es la muerte eterna—“los cuales serán cas-
tigados de perdición eterna.” 2 Tesalonicenses 1: 9.
292 Nuestro Siglo a la Luz Profética
La verdad acerca de la completa destrucción de los pecado-
res es bastante terrible, pero entraña una idea de justicia y mi-
sericordia pues el pecado ha de ser eliminado de un universo
perfecto. Mas la teoría, ajena a la Escritura, de un suplicio
consciente eterno que nunca llega a ser castigo consumado, es
absurda. Sin embargo el cristianismo insiste en ella como doc-
trina y afirma que es dogma capital.
La siguiente descripción la extractamos de un libro escrito
para niños y titulado “The Sight oí Hell” (Vista del Infierno),
impreso en Dublín (Irlanda):
“Niñito, si vas al infierno, habrá a tu lado un demonio para
herirte. Seguirá hiriéndote cada día, para siempre jamás, sin jamás
detenerse. El primer golpe transformará tu cuerpo y lo pondrá en tan
malas condiciones como el de Job, cubierto de pies a cabeza de llagas
y úlceras. El segundo golpe, lo pondrá dos veces peor que el cuerpo
de Job...¿Cómo pues estará tu cuerpo después que el demonio lo haya
venido hiriendo a cada momento durante cien millones de años, sin
detenerse nunca?”—Citado en el “Present Truth,” de Londres, abril
30 de 1914.
¡Qué consuelo da apartarse de estas supersticiones para
considerar la doctrina bíblica de la destrucción eterna de la
segunda muerte, por terrible que sea!
3. “El fuego eterno,” “el fuego que nunca se apagará”—
Estas expresiones se usan al describir el juicio infligido por
fuego al pecado y a los pecadores. El efecto del fuego es eterno,
y por figura retórica se toma el efecto por la causa.
Un ejemplo específico del fuego eterno en el castigo del
mal se nos da en la Escritura. Sodoma y Gomorra, aquellas
perversas “ciudades de la llanura,” fueron destruidas por una
lluvia de fuego que cayó del cielo. Aquellas ciudades, nos dice
la Inspiración, “fueron puestas por ejemplo, sufriendo el juicio
del fuego eterno.” Judas 7. El fuego fué eterno en sus efectos.
Las ciudades de la llanura fueron consumidas eternamente;
pero el fuego se apagó cuando la destrucción fué consumada.
El fuego que no se apagará es un fuego que no se puede
extinguir. Consume enteramente, hasta que no quede nada;
entonces se apaga de por sí.
El Fin de los Injustos 293
4. “Donde su gusano no muere.”—Jesús predijo la segura
destrucción del pecado y de los pecadores en el fuego de la
gehenna.
El “hades,” generalmente traducido por “infierno,” es el
sepulcro, no el lugar donde se ejecuta el castigo. La palabra
gehenna, usada aquí al referirse al lugar del castigo, era el
nombre del valle donde se echaba la basura de Jerusalén para
quemarla. El mapa de Jerusalén, en cualquier Biblia común
que tenga mapa, muestra precisamente fuera de la muralla del
sur un desfiladero, llamado “valle de Hinnom” (gehenna). Allí
era donde en la antigüedad, el pueblo solía sacrificar sus hijos
a Moloc.
“A fin de acabar con estas abominaciones, Josías contaminó este
lugar con huesos humanos y otras corrupciones. 2 Reyes 23: 10, 13,
14.”—“Dictionury of the Bible” por Hastings.
Allí era donde los fuegos consumían la basura, y el fuego
y los gusanos destruían completamente los cuerpos de los ani-
males muertos arrojados al lugar de destrucción. Se le con-
sideraba como lugar maldito, y sus fuegos latentes llegaron a
ser simbólicos del fuego del juicio.
El empleo de esta ilustración, en vez de demostrar que los
injustos no han de ser destruidos, sino que han de quedar siem-
pre vivos, implica la idea opuesta. Lo que caía en los fuegos.
de la gehenna quedaba enteramente consumido, sin que que-
dara nada de ello. Este lugar fué empleado por Cristo como
figura explicativa de la completa destrucción del pecador im-
penitente en el día del castigo.
Lo que antecede es suficiente. La enseñanza positiva de las
Sagradas Escrituras es que el pecado y los pecadores serán
raídos de la existencia. Cuando termine el conflicto entre
Cristo y Satanás, habrá otra vez un universo puro.
PEDRO LIBERTADO DE LA CÁRCEL “El ángel de Jehová acampa en
derredor de loa que le temen, y
los defiende.” Salmo 34: 7.
DANIEL EN EL FOSO DE LOS LEONES “El Dios mío envió su ángel, el cual
cerró la boca de los leones, para que
no me hiciesen mal.” Daniel 6: 22.

Los Ángeles y su Ministerio


El versículo de la Escritura que tal vez resume de más
amplia manera el ministerio de los ángeles de Dios, es éste:
“¿No son todos ellos espíritus ministradores, enviados para
hacer servicio a favor de los que han de heredar la salvación?”
Hebreos 1: 14, V. M.
Este texto nos demuestra cuán cierto es que todo el cielo se
dedica a la salvación de este pobre mundo extraviado del redil
de Dios. Será seguramente un tiempo de regocijo entre toda la
hueste angélica cuando Cristo, el buen Pastor, devuelva este
mundo perdido ya purificado del pecado, al redil de la perfecta
creación de Dios.
Los ángeles se regocijaron cuando este mundo fué creado.
El Señor dijo a Job:
296 Nuestro Siglo a la Luz Profética
“¿Dónde estabas cuando yo fundaba la tierra... cuando las
estrellas todas del alba alababan, y se regocijaban todos los
hijos de Dios?” Job 38: 4-7.
Mucho antes de que fuese creado este mundo, o hubiese
hombre alguno en él, los ángeles fueron creados por el Hijo
eterno, en quien todas las cosas subsisten, pues los ángeles no
son hombres redimidos, ni tampoco los redimidos del mundo
llegarán a ser jamás ángeles. Los ángeles son un orden de seres
diferentes de los hombres, un orden más elevado en la
creación. Leemos:
“¿Qué es el hombre, que te acuerdas de él? ¿o el hijo del
hombre que le visitas? Tú le hiciste un poco menor que los
ángeles, coronástele de gloria y de honra.” Hebreos 2: 6,7.
En la vida venidera, por el prodigioso poder de la gracia
transformadora de Cristo, los hombres redimidos serán hechos
iguales a los ángeles, como dijo Cristo:
“No pueden ya más morir: porque son iguales a los ánge-
les, y son hijos de Dios, cuando son hijos de la resurrección.”
Lucas 20: 36.
La elevación del hombre pecaminoso a la igualdad con los
ángeles, a lo menos en la posesión de la vida e inmortalidad, es
una ilustración del principio del evangelio: “Cuando el pecado
creció, sobrepujó la gracia.” Romanos 5: 20. Pero la declara-
ción de que el hombre será igual a los ángeles no significa que
llegue a ser idéntico a ellos. Los ángeles existieron antes que
el hombre, y el hombre redimido seguirá siendo hombre y dis-
tinto del orden angélico, aunque compañero de los ángeles en
el servicio de Dios.
Circundan el trono de Dios
Cuando al profeta Isaías le fué dada una visión del templo
celestial, él vió diferentes órdenes de ángeles que rodeaban al
trono de Dios:
“Vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus
faldas henchían el templo. Y encima de él estaban serafines:
cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, y con dos
cubrían sus pies, y con dos volaban. Y el uno al otro daba voces
Los Ángeles y su Ministerio 297
diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos.” Isaías 6:
1-3.
Ezequiel los contempló en la gloria, acompañando al trono
del Todopoderoso. “Y los seres vivientes iban corriendo y
volviendo, como la apariencia del fulgor del relámpago.” Eze-
quiel 1: 14, V. M.
Daniel contempló la hueste angélica congregada en el lugar
santísimo del templo celestial, al llegar el tiempo de
principiarse la obra del juicio investigador, o sea la
purificación del santuario. Al ver al trono de Dios puesto para
esta obra final del ministerio de Cristo, dice el profeta:
“Millares de millares le servían, y millones de millones asis-
tían delante de él: el Juez se sentó, y los libros se abrieron.”
Daniel 7: 10.
Son los Mensajeros de Dios
La palabra “ángel” significa mensajero. De aquí para allá
van estos mensajeros angélicos en el servicio de su Creador.
Una visión de su servicio siempre vigilante se nos da en las
palabras del salmista:
% “Bendecid a Jehová, vosotros sus ángeles, poderosos en for-
taleza, que ejecutáis su palabra, obedeciendo a la voz de su
precepto.” Salmo 103: 20.
Llevan Noticias
Visitaron la tienda de Abrahán con el anuncio de la
destrucción de Sodoma. Génesis 18.
Visitaron a Lot en la ciudad, y le instaron a que saliese de
ella con su familia. Génesis 19.
Cuando Jacob, temeroso, pero arrepentido, estaba por
encontrarse con Esaú, a quien había engañado, “saliéronle al
encuentro ángeles de Dios.” Génesis 32. “El campo de Dios es
éste,” dijo él, con la seguridad de que el Dios de Abrahán e
Isaac, y Dios suyo también, no le había abandonado.
En cierto tiempo desalentador de la historia de Israel, se
presentó un ángel a Gedeón con este mensaje: “Jehová es con-
tigo,” con el fin de llamarle a la obra de libertar a su pueblo.
Jueces 6.
EL SUEÑO DE JACOB EN BETEL “¿No son todos ellos espíritus minis-
tradores, enviados para hacer servicios
a favor de los que han de heredar la
salvación?” Hebreos 1: 14.
Los Ángeles y su Ministerio 299
Al llegar al cielo la oración de Daniel, mientras él hablaba
todavía, el ángel vino “volando con presteza” y le tocó,
diciendo:
“Daniel, ahora he salido para hacerte entender la declara-
ción. Al principio de tus ruegos salió la palabra, y yo he venido
para enseñártela.” Daniel 9: 21-23.
¡Tan íntima es la comunión entre el cielo y la tierra!
La nueva más grata proclamada jamás por el cielo a la
tierra, desde la promesa del Libertador, hecha a Adán en el
Edén, fué traída por los ángeles a los pastores de Belén. Pri-
mero, se presentó un ángel, diciendo:
“Os doy nuevas de gran gozo: ...que os ha nacido hoy, en
la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor.”
Tales nuevas para la tierra no podían ser la misión de un
solo ángel, cuando todo el cielo anhelaba proclamarlas a un
mundo perdido.
“Y repentinamente fué con el ángel una multitud de los
ejércitos celestiales, que alababan a Dios, y decían: Gloria en
las alturas a Dios, y en la tierra paz, buena voluntad para con
los hombres.” Lucas 2: 13, 14.
Invisibles en los Estrados de los Gobernantes
Un incidente relatado en el libro de Daniel descorre el velo
y nos muestra cómo los ángeles, sin ser vistos, han intervenido
sin duda, muchas veces, en las cortes regias y en los parlamen-
tos. Daniel había estado orando durante tres semanas por
iluminación sobre ciertos asuntos que el ángel Gabriel había
empezado a revelarle. Cuando por fin llegó el ángel, cuya
gloriosa presencia derribó al profeta, explicó primero la razón
de su demora en responder a la oración de Daniel. Dijo el
ángel:
“Desde el primer día que diste tu corazón a entender, y a
afligirte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras;
y a causa de tus palabras yo soy venido. Mas el príncipe del
reino de Persia se puso contra mí veintiún días: y he aquí,
Miguel, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme,
300 Nuestro Siglo a la Luz Profética
y yo quedé allí con los reyes de Persia. Soy pues venido para
hacerte saber lo que ha de venir a tu pueblo en los postreros
días.” Daniel 10: 12-14.
Mensajeros Libertadores
La historia de las liberaciones llevadas a cabo por los ánge-
les sería demasiado larga de relatar. Basta tan sólo recordar a
los ángeles que tomaron al tardo Lot por la mano y lo sacaron
fuera de Sodoma (Génesis 19), y al ángel que halló a Elías
debajo de un enebro en el desierto, y coció primero un pan para
el hambriento profeta antes de hablar palabra alguna a su co-
razón desanimado (1 Reyes 19); y el caso de Elíseo que oró
para que fuesen abiertos los ojos de su joven criado, de tal ma-
nera que viese que en derredor de ellos había ángeles más
numerosos que todos los sirios acampados contra ellos:
“Entonces Jehová abrió los ojos del mozo, y miró: y he
aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros
de fuego alrededor de Elíseo.” 2 Reyes 6: 17.
Un ángel cerró la boca de los leones cuando Daniel fué
arrojado al foso. Daniel 6. Un ángel quebrantó las cadenas de
Pedro en la cárcel de Jerusalén, abriéndole luego las puertas y
sacándole fuera. Hechos 12. En medio de las airadas olas que
barrían el puente del buque varado en el Adriático, el apóstol
Pablo instó a los desesperados tripulantes a que estuvieran de
buen ánimo, “porque esta noche ha estado conmigo el ángel
del Dios del cual yo soy, y al cual sirvo, diciendo: Pablo, no
temas.” Hechos 27: 23, 24.
Durante todos los siglos, los ángeles de Dios han estado al
lado de sus siervos. Daniel, Pedro y Pablo murieron, pero los
ángeles viven aún. “¿No son todos ellos espíritus ministrado-
res, enviados para hacer servicio a favor de los que han de
heredar la salvación?” Hebreos 1: 14, V. M.
Los Ángeles Custodios
Esto significa que todo hijo de Dios está bajo la guarda de
los ángeles. “El ángel de Jehová acampa en derredor de los que
le temen, y los defiende.” Salmo 34: 7.
Los Ángeles y su Ministerio 301
Gracias a Dios, no se nos ha dejado solos. Todo hijo de
Dios tiene un ángel custodio comisionado por el amoroso
Padre para que vele sobre él. Dijo Cristo:
“Mirad no tengáis en poco alguno de estos pequeños;
porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre la faz
de mi Padre que está en los cielos.” Mateo 18: 10.
Esto no significa que no nos sobrevendrán nunca pruebas
ni dificultades, pero en medio de la prueba, el ángel de Jehová
estará a nuestro lado para fortalecernos y traernos la ayuda del
Dios de todo consuelo. En medio del horno de fuego se
presentó “el parecer del Cuarto,” andando con los tres jóvenes
hebreos—Jesús, que recorría con ellos la senda ardiente. Y
cuando Jesús, en los días de su carne desfallecía bajo la aplas-
tadora carga en Getsemaní, “le apareció un ángel del cielo
confortándole.” Lucas 22: 43.
Nuestro Salvador, que conoce el poder consolador del
ministerio de los ángeles, es el Capitán de la hueste celestial, y
los ha comisionado a todos para que sean espíritus
ministradores a favor de los herederos de la salvación.
Cuando él venga en gloria a buscar a su pueblo, Cristo
tendrá consigo a “todos los santos ángeles.” Al despertar la voz
de Jesús a sus santos dormidos, y al salir ellos inmortales de
las tumbas abiertas, “enviará sus ángeles...y juntarán sus
escogidos de los cuatro vientos, de un cabo del cielo hasta el
otro.” Mateo 24: 31.
Los ángeles que han velado durante todos los siglos sobre
los que han de heredar la salvación, saben dónde están éstos, y
saben cómo juntarlos con sus amados, para ir al encuentro del
Señor.
Los ángeles que se regocijaron cuando el Señor echó los
cimientos de la tierra, quienes lloraron cuando el hombre cayó
y quienes durante todo este tiempo han cooperado con Cristo,
su jefe, en el rescate de los perdidos, se regocijarán cuando el
Señor lleve a los suyos a su hogar celestial. ¡Cuán hermoso día
será aquel para el cielo!
INVENCIONES MODERNAS QUE “Muchos correrán de acá para allá y la
CUMPLEN LA PROFECÍA ciencia será aumentada.” Daniel 12: 4.
CAREY EN LA INDIA TRADUCIENDO “Así crecía poderosamente
LA BIBLIA la palabra del Señor y pre-
valecía.” Hechos 19: 20.

El Tiempo del Fin


“TÚ empero, oh Daniel, cierra estas palabras, y sella el
libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí para allá,
y la ciencia será aumentada.” Daniel 12: 4, V. M.
De esta manera, las palabras del ángel del Señor pronun-
ciadas hace casi dos mil quinientos años, anunciaron el
comienzo de una nueva era de ilustración para cuando llegaran
los últimos días.
El Tiempo
Al fin del largo período de la tribulación de la iglesia que
estaba predicho—los mil doscientos sesenta años de la profecía
de Daniel—el mundo entró en esta era del “tiempo del fin.”
“Caerán a cuchillo y a fuego, en cautividad y despojo, por
días. .. Y algunos de los sabios caerán para ser purgados, y
limpiados, y emblanquecidos, hasta el tiempo determinado:
porque aun para esto hay plazo.” Daniel 11: 33-35.
En casi todo bosquejo de la profecía que se refiere a este
304 Nuestro Siglo a la Luz Profética
tiempo, los acontecimientos de los últimos días se presentan
acaeciendo al fin del período profético de tribulación. La pro-
fecía de Cristo, de Mateo 24, lo afirma así. Nuestro Salvador
demostró que este período de tribulación sería acortado “por
causa de los escogidos,” y que “luego después de la aflicción
de aquellos días,” empezarían a presentarse las señales del fin.
Así, aunque el período completo de los mil doscientos se-
senta años terminó en medio de las escenas de la Revolución
Francesa, la cual infligió al poder papal una herida mortal en
la última década del siglo XVIII, el acortamiento de los días de
tribulación había empezado antes a diseminar por la tierra un
conocimiento e ilustración crecientes.
Se Abre el Sello de la Profecía
Las palabras que dijo el ángel a Daniel eran:
“Cierra estas palabras, y sella el libro hasta el tiempo del
fin. Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia será au-
mentada.” Daniel 12: 4, V. M.
Esto significa que al llegar el tiempo del fin, habría
hombres que se sentirían impulsados a buscar diligentemente
luz en la palabra profética. Los acontecimientos que ocurrieran
en cumplimiento de la profecía serían reconocidos, y con la
llegada del tiempo, se produciría el abrir, o quitar el sello, de
las Escrituras proféticas, con su mensaje para los hombres de
los últimos días.
Al acercarse el tiempo, los que estudiaban la Biblia fueron
inducidos a escudriñar cada vez más la palabra de la profecía.
Isaac Newton, llamado “el mayor de los filósofos,” escribió
acerca del estudio de la profecía:
“El prestar oídos a los profetas es un rasgo fundamental de la
iglesia verdadera, porque Dios ha ordenado de tal manera las
profecías, que en los postreros días los sabios entiendan, ‘mas los
impíos obrarán impíamente, y ninguno de los impíos entenderá, pero
entenderán los entendidos.’ Daniel 12: 9, 10.”—“Observations on
the Prophecies of Daniel” (London, 1733), parte I, capítulo I,
Además, aquel hombre que había profundizado las leyes
de la naturaleza, pero inclinaba su corazón con fe infantil para
El Tiempo del Fin 305
oír la voz de la Inspiración, manifestó su esperanza de que el
tiempo del fin estaba cercano en su época (murió en 1727).
Acerca de esta profecía de la apertura del sello del libro, New-
ton escribió lo siguiente:
“Era parte de esta profecía el que no se la entendiera antes del
último siglo del mundo; y por tanto, el hecho de que no haya sido
comprendida aún, corrobora dicha profecía. Pero si el último siglo
en que se han de revelar estas cosas, se está acercando ahora, como
pudiera deducirse de los grandes éxitos de recientes interpretadores,
tenemos más incentivo que nunca para estudiar estas cosas. Si se está
acercando la predicación general del evangelio a nosotros, y a
nuestra posteridad se aplican principalmente estas palabras: En el
tiempo del fin los sabios entenderán, más ninguno de los impíos
entenderá... “Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras
de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas.”—
“Observations on the Apocalypse” (Londres, 173S), capítulo 1.
De conformidad con la palabra del ángel, los sucesos del
fin de los mil doscientos sesenta años de la supremacía papal,
en medio de las escenas de la Revolución Francesa, atrajeron
la atención de los que estudiaban la Biblia doquiera se hallaran.
Se vió que la profecía se estaba cumpliendo a la vista de los
hombres, lo cual dió gran impulso al estudio de las Escrituras
proféticas. Las grandes profecías históricas empezaban a
abrirse—a romper su sello—para ser entendidas. Cierto his-
toriador inglés de aquel período, Juan Adolfo, aunque
escribiera una historia profana, hizo la siguiente observación
referente a este despertamiento del interés en el estudio de la
profecía:
“La caída del gobierno papal (en 1798), cualesquiera sean los
medios que la ocasionaron, dió lugar tal vez a menos simpatía que la
de cualquier otro gobierno de Europa, pues se recordaban con
amargura los errores, opresiones y tiranías de Roma sobre todo el
mundo cristiano; muchos se regocijaban, por antipatía religiosa, a
causa del derrocamiento de una iglesia que consideraban como
idólatra, aunque este derrocamiento iba acompañado del triunfo
inmediato de la incredulidad; y muchos vieron en estos aconteci-
mientos el cumplimiento de las profecías, y la manifestación de las
señales prometidas en las partes más místicas de las Sagradas Es-
crituras.”—“History of Frunce from 1790 to 1802” (Londres, 1803),
Tomo II, p. 379.
306 Nuestro Siglo a la Luz Profética
De aquellos tiempos de cumplimiento de la profecía,
surgió un movimiento distinto, que hizo revivir la enseñanza
de la doctrina de la segunda venida de Cristo y preparó
directamente el camino para el movimiento adventista que
había de manifestarse hacia 1844, en que luz aun más completa
había de destellar de las profecías abiertas del libro de Daniel.
Acerca del ángel que simboliza la obra especial del evangelio
para aquellos postreros días, está escrito: “Tenía en su mano
un librito abierto.” Apocalipsis 10: 2. Llegó “el tiempo del fin,”
y con éste la apertura del libro sellado. La “palabra profética
más permanente” proclama hoy a oídos de toda la humanidad
su mensaje pleno y claro.
Aumento del Conocimiento
“Muchos correrán de aquí para allá—decía la profecía—y
la ciencia será aumentada.” En esto es tema capital el conoci-
miento de la profecía y de las cosas de Dios; pero la era que
estamos considerando ha sido una de general ilustración y
extensión del conocimiento. * “El principio de tus palabras
alumbra,” dice el salmista: y cuando la Reforma del siglo XVI
quebrantó las seculares cadenas de la superstición y del error,
libertando a la Palabra de Dios, se empezó a preparar el camino
para la llegada de esta prodigiosa era de la difusión del cono-
cimiento general.
El siglo en que se verificó el movimiento de la Reforma
fué una era de exploraciones y descubrimientos mundiales.
Díaz había doblado el cabo de Buena Esperanza y Colón había
dado el Nuevo Mundo a las generaciones venideras. Esto

* No se propone el autor dar al lector la idea de que este correr "de aquí para
allá” se refiere únicamente al hojear las páginas de un libro. Los tiempos en que
vivimos se han caracterizado por un gran aumento en el estudio de la Biblia, y por
consiguiente, en el conocimiento de las Escrituras; pero es igualmente cierto que esto
se ha debido en gran parte a que ya no hay más reinos "ermitaños.” El viajar, un
verdadero correr físico "de aquí para allá” por la tierra, ha contribuido poderosamente
al aumento moderno del conocimiento, y en ningún otro campo de investigación ha
sido esto más cierto que en el estudio de la Biblia. Por medio de las facilidades para
viajar, todas las naciones se han acercado materialmente. Las diferentes razas y
nacionalidades se han llegado a conocer unas a otras, el celo misionero se ha
reavivado, y pueblos que se hallaban antes fuera del alcance de las operaciones
misioneras han llegado a ser de fácil acceso. En este sentido, como también en la
investigación privada de las Escrituras, ha aumentado la ciencia.
El Tiempo del Fin 307
resultó en frecuentes viajes de descubrimiento, seguidos por el
despertamiento de la colonización y la expansión.
En su tiempo, el célebre sabio Francisco Bacon, que murió
en 1626, se dió cuenta de que se acercaba el tiempo del cual
hablaba la profecía de Daniel. Escribió:
“Ni tampoco se debe olvidar la profecía de Daniel, acerca de los
últimos siglos del mundo: “Muchos correrán de aquí para allá, y la
ciencia será aumentada,” lo cual implica claramente que el recorrer
del mundo que ahora parece cumplirse con tantos largos viajes, y el
progreso de las ciencias, están designados por el destino, es decir,
por la Providencia divina, a encontrarse en el mismo siglo.”—
“Novum Organum,” libro I, XCIII. (Obras de Bacon, editadas por
Spedding y Ellis, tomo IV, p. 92.)
Cuando llegó el tiempo indicado en la profecía, en la
última década del siglo XVIII, se presenció el surgimiento de
movimientos que han dado impulso poderoso a la ilustración y
evangelización del mundo. De la misma manera que los
acontecimientos de la Revolución Francesa anunciaban la
terminación de la larga era de la supremacía papal, así también
otra serie de acontecimientos en el mismo tiempo anunció el
principio de la era del aumento de la ciencia. Al hablar de estos
sucesos, cierto escritor escocés llamado Lorimer dice:
“En el mismo tiempo en que Satanás está esperando, y los tí-
midos temen un completo derrocamiento de la religión verdadera, se
produce un reavivamiento, y el evangelio extiende sus alas y se
prepara para un nuevo vuelo. Es digno de recordar que él año 1792,
año en que se formó la Sociedad Misionera Bautista, sociedad que
durante los años sucesivos y peores de la revolución, fué seguida por
nuevas sociedades de inusitada energía y unión, tendiendo todas, y
con éxito, a la propagación del evangelio de Cristo, tanto en el país
de su origen como en el extranjero. ¡Qué agostador desprecio dejó
así caer la gran Cabeza de la iglesia sobre las maquinaciones de los
incrédulos! ¡Y cómo despertó él a los indiferentes y cómo instruyó a
su propio pueblo, mediante providencias alarmantes, en una época
en que necesitaban grandemente tal estímulo.”—“Histórical
Sketches of the Protestant Chuvch in France,” p. 522.
Otro autor, el Dr. D. L. Leonard, historiador del siglo de
las misiones, dice:
308 Nuestro Siglo a la Luz Profética
“Los años finales del siglo XVIII, hacen verdaderamente época
en la historia de ‘as misiones protestantes, ya que presenciaron nada
menos que una revolución, un renacimiento, un fin terminante y real
de lo antiguo, una verdadera inauguración de lo nuevo. Entonces fué
cuando, por primera vez desde el período apostólico, ocurrió una
manifestación de celo y actividad misioneros generales. Después de
empezar en la Gran Bretaña, no tardó en diseminarse por el
continente y allende el Atlántico. No se trataba de un mero impulso
de fervor, sino que empezó un intenso flujo, que desde aquella época
hasta la nuestra, ha venido aumentando y extendiéndose.”—“A
Hundred Years of Missions,” p. 69.
El tiempo de la profecía había llegado, y la mano de la pro-
videncia traía a la existencia los agentes que han difundido luz
y conocimiento por todos los países.
La organización de las empresas misioneras para el extran-
jero no tardó en ir acompañada del establecimiento de Socieda-
des Bíblicas, cuyo fin era efectuar una obra sistemática de
traducción y extensa difusión de las Escrituras. En 1804, se
organizó la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera. Los que
estudiaban la palabra profética en aquel tiempo, se dieron
cuenta de que estos agentes venían en cumplimiento de la
profecía. Cierto autor de aquellos tiempos dijo:
“Los estupendos esfuerzos que hace una comunidad gigantesca,
para llevar las Escrituras en todos los idiomas a toda parte del globo,
bien merecen considerarse como una evidente señal de estos tiempos
portentosos. A menos que yo esté muy equivocado, tales esfuerzos
preparan el camino para la gran difusión final del cristianismo, que
es el tema de tantos profetas inspirados y que no puede estar muy
distante del tiempo actual.”—G. S. Faber, Dr. en teología,
“Dissertation on the Prophecies,” tomo II, p. 406 (1S44).
En la actualidad, la Palabra de Dios, en todo o en parte, está
hablando en más de quinientos idiomas, y se cree que estas
lenguas, a lo menos en su forma hablada, pueden hacer com-
prensible el mensaje divino para el noventa y cinco por ciento
de los habitantes de la tierra.
La obra de las misiones modernas, que tuvo su origen al
llegar el tiempo del fin, es uno de los grandes factores mundiales
de hoy día. Anualmente se dan casi treinta millones de pesos
oro para las misiones protestantes, y existe en operación una
El Tiempo del Fin 309
fuerza de más de veinte mil misioneros en países extranjeros,
sin contar los muchos millares de misioneros y ayudantes nati-
vos. Verdaderamente el tiempo del fin demuestra ser una era
de aumento de luz y conocimiento.
Todos los Países se Abren al Evangelio
Al llegar el tiempo en que había de aumentarse la ciencia,
era necesario que todos los países estuviesen abiertos para
recibir a los agentes ilustradores. Así que, al llegar el tiempo
del fin, vemos claramente que la mano de la Providencia abre
de par en par las puertas de todos los países. Esta ha sido una
era de exploración y desarrollo mundiales, aplicándose esto
especialmente a los últimos sesenta o setenta años. En 1844,
llegó el tiempo al cual la profecía se refería como el tiempo del
especial movimiento adventista que había de dar al mundo el
mensaje de la hora del juicio. El alcance de este movimiento se
describe así en la profecía:
“Vi otro ángel volar por en medio del cielo, que tenía el
evangelio eterno para predicarlo a los que moran en la tierra, y
a toda nación y tribu y lengua y pueblo.” Apocalipsis 14: 6.
Esto era una declaración de que al llegar el tiempo en que
se había de terminar la obra evangélica, las puertas de acceso
a toda nación, lengua y pueblo habían de abrirse de par en par.
En 1844, o tan sólo unos pocos años antes, gran parte del
mundo se hallaba cerrada para el esfuerzo misionero; pero,
como indica la profecía, los años siguientes presenciaron el
rápido y sistemático abrir de todos los países ante el mensaje
evangélico.
En 1842 se abrieron para el comercio y las misiones, cinco
puertos de China, siendo éstos otros tantos pasos de avance en
la apertura de toda China para el evangelio. En 1844, se influyó
sobre Turquía para que reconociera el derecho que tenían los
mahometanos de hacerse cristianos, cambiando así toda la
tradición musulmana. En 1844, Alien Gardiner fundó la
Misión Sudamericana. En 1845, Livingstone se determinó a
abrir el interior del África.
El Dr. A. T. Pierson, hablando de la manera maravillosa
con que la Providencia abrió las puertas de acceso en aquellos
tiempos, escribió como sigue:
310 Nuestro Siglo a la Luz Profética
“La mayor parte de los países impedían la entrada de las mi-
siones cristianas por medio de la oposición sistemática, de tal ma-
nera que el intentar llevarles las buenas nuevas significaba nada
menos que afrontar la muerte por causa de Cristo, siendo la única
bienvenida que aguardaba a los mensajeros de Dios la que podían
darles los hornos de los caníbales, las desapiadadas cárceles o las
tumbas de os mártires. Mas, a medida que adelantaba el pe-
queño ejército, por todos lados empezaban a caer las murallas de
Jericó, y por sí mismas se abrían las puertas de hierro. En la
India, Siam, Birmania, China, el Japón, Turquía, África, Méjico,
la América del Sur, los estados papales y Corea se penetró suce-

EN EL CORAZÓN DEL Puente del ferrocarril sobre el Zam-


ÁFRICA beze, cerca de la catarata Victoria.
sivamente y con éxito. En los cinco años, transcurridos entre 1853 y
1858, se proporcionaron nuevas facilidades para la ocupación de
siete países diferentes, que abarcan, entre los siete, la mitad de la
población del mundo.”-—“Modem Mission Century,” p. 25.
La providencia de Dios se ha valido de todas las fuerzas y
recursos para abrir todos los países: el esfuerzo misionero,
afición a las aventuras, empresas comerciales e interés cientí-
fico. Se han construido ferrocarriles en regiones que no estaban
descubiertas hace setenta años, y entre los pasajeros que viajan
ahora por la vía férrea hay hombres y mujeres de tribus
desconocidas cincuenta años ha. El mensaje del evangelio ha-
El Tiempo del Fin 311
bía de ir a toda tribu y lengua antes del fin; y de manera prodi-
giosa ha venido abriendo la Providencia las puertas durante
todo este “tiempo del fin,” y especialmente en nuestra gene-
ración.
Agentes Materiales en pro de la Obra
La profecía representa no sólo una obra de extensión mun-
dial, sino también una obra rápida en la proclamación del
mensaje evangélico en los postreros días. En el Apocalipsis, el
movimiento está simbolizado por un ángel que vuela por en
medio del cielo, de país a país. Dice la Escritura, acerca de la
obra final, al aproximarse el fin:
“Consumará la obra, y la abreviará en justicia; porque obra
abreviada hará el Señor sobre la tierra.” Romanos 9: 28,
Versión de Valera, de Nueva York.
“No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha
dicho Jehová de los ejércitos.” Tal es la esperanza de una obra
que se termine prestamente en toda la tierra en nuestro tiempo.
Sin embargo, para su servicio, el Señor echa mano de cosas
materiales; y la mano de la Providencia ha obrado prodigios en
cuanto a proveer agentes materiales para una rápida obra de
llevar el evangelio al mundo, agentes que ninguna generación
anterior a la nuestra vió jamás.
Consideremos las maravillosas facilidades de viaje que hay
en el mundo. Son el producto de este tiempo del fin. “Muchos
correrán de aquí para allá,” había dicho la profecía. Algunos
intérpretes han querido limitar la frase hebrea a una
“investigación” de aquí para allá por conocimiento. Aun esto
incluiría un correr literal de aquí para allá, pues la luz del
creciente conocimiento había de difundirse por toda la tierra.
Empero las mejores autoridades respecto a la lengua hebrea
abogan por el claro significado de nuestra traducción de la
Versión Moderna: “Muchos correrán de aquí para allá.” En dos
obras recientes, el erudito inglés, Dr. C. H. H. Wright, dice
acerca de este texto:
“Se ha de sostener el significado natural, es decir, de andar de
aquí para allá.”—“Critical Commentar y on Daniel,” p. 209.
“¿Por qué no se había de emplear esa expresión en el sentido
312 Nuestro Siglo a la Luz Profética

JEROGLÍFICOS El “Canto del Buey” del lugar


de trilla de los egipcios.

en que se emplea en Jeremías 5: 1, a saber, para expresar un


movimiento rápido de aquí para allá?”—“Daniel and His
Prophecies,” p. 821.
En el tiempo en que fué organizado en América el primer
movimiento misionero hacia los países extranjeros, el buque
de vapor de Roberto Fulton, el “Clermont,” hacía su primer
viaje por el río Hudson. En 1838, los primeros buques que
cruzaran el Atlántico, movidos por vapor solamente—el “Si-
rius” y el “Great Western”—llegaron a Nueva York de Liver-
pool, con pocas horas de diferencia, como precursores de las
flotas que surcan todos los mares hoy día, abriendo rápidas
sendas para los mensajeros del evangelio a todos los países.

ESCRITURA CUNEIFORME Relato de la captura de Babilonia, en 538


ant. de J. C., de un cilindro de Ciro.
El Tiempo del Fin 313
En verdad, son un don de la providencia de Dios a esta genera-
ción, en la cual todo el mundo ha de oír el mensaje evangélico.
En 1825, Stephenson construyó su primera locomotora de
ferrocarril para transportar pasajeros, pudiéndose ver aún esta
máquina en la estación de Darlirigton, Inglaterra. Fué el
principio de una gran revolución en los viajes por tierra. El
Prof. Alfredo Russel Wallace, distinguido hombre de ciencia,
escribió:

HACIENDO MANUSCRITOS De esta manera se escribieron los libros


de la biblioteca de Alejandría, Egipto.

“Desde la más remota historia, y aun desde los tiempos pre-


históricos hasta la construcción de nuestros grandes ferrocarriles en
el segundo cuarto del siglo presente (el XIX), no hubo absolutamente
ningún cambio en los medios de locomoción humana.” —“The
Wonderful Century,” p. 7.
Durante casi seis mil años, los hombres habían viajado de
la misma manera antigua. ¿Por qué sucedieron tan abrupta-
mente estos cambios revolucionarios en el modo de viajar por
tierra y por mar, y esto justamente en este tiempo?—Porque el
tiempo predicho en la profecía estaba cercano, en el que el
314 Nuestro Siglo a la Luz Profética

PRIMEROS TIPOS DE GUTENBERG Reproducidos de la primera edición de


la famosa Biblia latina de cuarenta y
dos líneas, impresa por Gutenberg.

último mensaje del evangelio había de ser llevado a todo el


mundo—“a toda nación y tribu y lengua y pueblo.” Vemos que
la mano del Dios viviente abre las puertas en todos los países,
y su providencia maravillosa pone al alcance de esta
generación agentes con los cuales pueda abarcar prestamente
toda la tierra.
Más tarde llegó el telégrafo eléctrico, para la rápida trans-
misión de noticias. En 1837, Cooke y Wheatstone en Ingla-

LA MÁQUINA DE IMPRIMIR DE GUTENBERG Con ella se produjo la primera


Biblia impresa, en 1456 de J. C.
El Tiempo del Fin 315

LA PRENSA DE FRANKLIN Manejada por dos hombres tenía una velo-


cidad máxima de 250 impresiones por hora.

terra, y Morse, en los Estados Unidos, solicitaron patentes para


el telégrafo eléctrico. En 1844 se ensayó con éxito el primer
sistema para distancias largas, con ocasión de enviarse de
Baltimore a Washington el histórico mensaje: “¡Lo que Dios
ha hecho!” Ahora las noticias de los acontecimientos que cum-
plen la profecía y las que se refieren al progreso y condiciones
LA PRENSA OCTUPLO DOBLE HOE La mayor máquina de imprimir del mundo. Largo, 14m60; altu-
ra, 5m80; peso, 175 toneladas; número de piezas, 65.000; revolu-
ciones, 300 por minuto; papel usado por hora, 18 toneladas, o sean
335 kilómetros de papel de 90 cm. de ancho; producción por hora,
300.000 periódicos de ocho páginas, doblados.
Unas cuantas invenciones impor-
tantes del siglo pasado
1800 Descubrimiento de la vacuna
1807 Navegación por vapor
1815 La lámpara de seguridad
1830 La locomotora de vapor
1833 Cerillas fosfóricas
1834 La fotografía
1835 La prensa de imprimir movida
por fuerza mecánica
1836 El revólver
1837 El telégrafo
1845 La eterización
1846 La máquina de coser
1850 La bobina de inducción
1860 Vapores de acero
1863 El dínamo y el motor eléctricos
1864 La dinamita
1865 El acorazado
1868 La máquina de escribir
1870 La ametralladora
1876 El teléfono
1878 El motor de gas
1881 La lámpara eléctrica incandescente
El cinematógrafo
El tranvía eléctrico
1888 El fonógrafo
1893 El automóvil
1895 Los rayos X
1898 El radio
1899 La telegrafía sin hilos
1907 El aeroplano
1914 La telefonía sin hilos
318 Nuestro Siglo a la Luz Profética
de todos los países, cunden por todo el mundo mediante este
agente de nuestro maravilloso tiempo.
Al verificarse los acontecimientos finales, el Señor, en su
providencia, lo ha ordenado de tal manera que nadie tiene por
qué ignorar las señales de los tiempos, que se cumplen a la vista
de los hombres.
Damos de paso un incidente que ilustra la manera en que
el telégrafo eléctrico puede multiplicar y difundir el testimonio
dado en pro de la verdad de Dios en algún obscuro rincón de
la tierra:
Hace algunos años, en Europa, cierto joven adventista del
séptimo día estaba dando razón de su fe. Su conciencia no le
permitía hacer labores ordinarias en el santo sábado de Dios.
Había declarado ante el tribunal que el voto de lealtad que se
le había pedido, no le permitía violar el sábado.
—¿Cómo es eso?—preguntó el juez.
El joven replicó:
—Tuve que hacer un solemne voto cristiano, y por tanto,
no puedo hallarme bajo obligación de violar los mandamientos
de Dios y trabajar el sábado. Uno debe considerar a Dios como
la más alta autoridad y obedecerle ante todo.
Este testimonia fué dado ante un pequeño tribunal y un
pequeño grupo de hombres; pero los despachos de la prensa lo
recogieron, y la descripción de la escena y repetición de las
palabras pronunciadas fueron llevadas por el telégrafo eléc-
trico a la prensa de a lo menos cuatro continentes, y millones
de personas pudieron leer el testimonio que diera este joven
acerca de su fe.
En los días venideros, con grandes acontecimientos y
hechos solemnes que insten a los hombres a decidirse por Dios
y su verdad, ¡cuán prestamente, en alguna gran crisis, se podrá
amonestar a todo el mundo, haciéndose para la eternidad las
últimas decisiones individuales!
La Prensa Moderna
La invención del arte de la imprenta llegó justamente a
tiempo para dar alas a la verdad de la Reforma. Dijo Lutero
con referencia a ello:
El Tiempo del Fin 319
“La imprenta es el último y mayor don por el cual Dios nos
habilita para promover las cosas del evangelio. Es la última brillante
llama que se manifiesta precisamente antes de la extinción del
mundo. Gracias sean dadas a Dios, llegó antes de que llegara el
último día.”—“Life of Luther,” por Michelet, p. 291.
Aunque durante los siglos de su existencia se iba perfec-
cionando el arte de imprimir, fué de una manera lenta, hasta
llegar al principio de nuestra generación. Empero, durante
nuestra época, sucesivos inventos lo han revolucionado.
En ésta, como en otras cosas, se han apresurado los
métodos para hacer frente a las necesidades de este tiempo de
rápido cumplimiento. La máquina de imprimir es uno de los
principales entre los agentes maravillosos de ilustración en este
tiempo del fin. Por su medio se hacen caer sobre la tierra las
hojas impresas que contienen la verdad, “como caen las hojas
de los árboles en el otoño.”
Nos falta tiempo para hablar de todos los admirables des-
arrollos materiales de nuestra época, en la cual el conocimiento
se ha aumentado y los hombres no sólo investigan aquí y allá,
sino que literalmente corren de aquí para allá. La tierra entera
está puesta al alcance del conocimiento humano, y la luz de la
verdad salvadora está penetrando en todo lugar obscuro donde
viven los hijos de los hombres.
Hace casi dos mil quinientos años, fué escrito en la página
profética:
“Cierra estas palabras, y sella el libro hasta el tiempo del
fin. Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia será au-
mentada.”
Allí estuvieron estas palabras en el rollo de la profecía du-
rante más de dos mil años; luego, al llegar el tiempo del fin, he
aquí que se rompe el sello del libro de la profecía, y la nueva
era del aumento de conocimientos empieza a difundir su
maravillosa bendición por toda la tierra.
De manera tan segura también, se cumplirán las profecías
acerca de los últimos acontecimientos. En los sucesos que se
verifican ante nuestra vista, vemos que, en verdad, Dios está
terminando su obra en la tierra, y abreviándola en justicia.
FORTIFICACIONES A ORILLAS DEL BÓSFORO La vía marítima estratégica que ha estado por
tantos años en juego en la Cuestión de Oriente.
LA MEZQUITA DE SANTA SOFÍA El más famoso de todos los
EN CONSTANTINOPLA templos mahometanos.

La Cuestión de Oriente
La Historia Moderna a la Luz de la Profecía Antigua
No SÓLO acerca de la historia de las naciones antiguas
testifica la “palabra profética más permanente.” También
describe los acontecimientos políticos de nuestra época y del
futuro.
Describe a las naciones de los postreros tiempos
preparando guerra, congregando sus fuerzas para el gran
Armagedón, la batalla del día de Dios.
Como señal de la última gran lucha, predice la caída o
“secamiento” de la potencia que gobierna el territorio regado
por el río Éufrates. Apocalipsis 16: 12. El Éufrates en toda la
historia moderna ha representado el territorio del imperio turco
u otomano. Y Armagedón, que se señala como lugar de reunión
para los ejércitos en el último combate de las naciones, se halla
en Palestina, la cual, durante todos los tiempos modernos, ha
estado bajo el dominio de la potencia turca.
322 Nuestro Siglo a la Luz Profética
El dedo de la profecía señala, por tanto, esta región del
Mediterráneo oriental como punto céntrico de la historia final
de las naciones. Y en la suerte final de Turquía está envuelta la
suerte final de todas las naciones del mundo.
Todo esto añade el significado más profundo y solemne al
estudio de lo que se conoce con el nombre de Cuestión de
Oriente, cuestión que ha ocupado el primer lugar en la política
internacional durante gran parte de la vida de esta generación.
Se han reñido guerras por ella, consejos de ministros han lu-
chado con ella, y mantiene aún su lugar en primera fila de los
casos pendientes en la actualidad.
Como todos saben, la Cuestión de Oriente envuelve el do-
minio o supremacía en el Cercano Oriente. Esta región fué un
punto céntrico en las luchas de las naciones de la antigüedad—
el punto de reunión del Oriente contra el Occidente. Dice
Maspero, historiador de los imperios antiguos:
Algunos países parecen destinados desde su origen a ser los
campos de batalla de las naciones contendientes...Las naciones que
os rodean desean ávidamente la posesión de un país así situado...
Desde la remota antigüedad, Siria estuvo en la condición que se
acaba de describir. Por su posición, formaba una especie de lugar de
reunión, donde tarde o temprano habían de entrar en violenta colisión
las naciones militares del mundo antiguo.”—“Struggle of the
Nations,” capítulo I.
No es extraño, por tanto, que uno de los grandes bosquejos
de la profecía histórica tratara de asuntos que se concentraran
en esta región central. La profecía de Daniel XI así lo hace,
bosquejando el curso de la historia desde los tiempos antiguos
hasta la solución final de la Cuestión de Oriente entre las esce-
nas del fin.
Nacimiento y Caída de los Antiguos Imperios
El interesante bosquejo profético de Daniel XI, empieza con
Persia, en el año tercero de Ciro, el conquistador de Babilonia.
(Véase Daniel 10: 1.) El ángel de Dios se apareció a Daniel,
y en la profecía más larga y más detallada de toda la Biblia,
le relató la historia de los acontecimientos relacionados con
esa región del Cercano Oriente durante los siglos venideros,
La Cuestión de Oriente 323
hasta el fin. Al cotejar la palabra de profecía con los anales de
la historia, vemos cuán exactamente la historia ha cumplido la
profecía; y podemos saber con certidumbre que la breve parte
de la profecía que queda aún por cumplir, se verificará
seguramente.
Persia
Profecía.—“Ahora yo te mostraré la verdad. He aquí que
aún habrá tres reyes en Persia, y el cuarto se hará de grandes
riquezas más que todos; y fortificándose con sus riquezas, des-
pertará a todos contra el reino de Javán (Grecia).” Daniel
11: 2.
Historia.—Los tres reyes que siguieron a Ciro fueron (1)
Cambises, (2) Esmeráis y (3) Darío; el cuarto, Jerjes, se hizo
“de grandes riquezas más que todos.” Poseía los tesoros de su
padre, Darío, a quien su propio pueblo llamaba el “negociante”
o “atesorador,” y a éstos, Jerjes mismo añadió vastas riquezas.
Cuando Jerjes se hallaba en camino para invadir a Grecia,
cierto lidio, llamado Pitio, agasajó a todo el ejército persa con
banquetes, y ofreció ayudar a sufragar los gastos de la
campaña. Jerjes preguntó quién era este hombre de tantas
riquezas. Se le respondió:
“Este es el hombre, oh rey, que dió a tu padre Darío el plátano
de oro, y también la vid de oro, y es aún el hombre más rico que
conozcamos en el mundo, excepto tú solo.”—Heródoto, libro VII,
párr. 27.
Había de ser más rico que todos los demás, y Jerjes, “con
sus riquezas,” pudo, según lo había predicho la profecía, des-
pertar “a todos contra el reino de Javán.” Bajo sus estandartes
marcharon al ataque cuarenta y nueve naciones. El poeta
griego, Esquilo, quien peleó contra los persas, escribió acerca
del gran ejército de Jerjes:
“Y el señor de la populosa Asia lanza con furia sobre el conti-
nente su prodigioso rebaño de pueblos por dos partes a la vez; por
mar y por tierra, confiado en el valor y firmeza de sus capitanes. El,
hijo de esta raza nacida de la lluvia de oro; él, hombre igual a los
mismos dioses.”—“Los Persas,” traducción de F, S, Brieva
Salvatierra,
324 Nuestro Siglo a la Luz Profética
Jerjes se jactaba de que guiaba “a todo el género humano a
la destrucción de Grecia.” Mas su invasión terminó con la
derrota total de sus fuerzas de tierra y mar. Era para el mundo
una advertencia de que estaba quebrantada la potencia de
Persia. Así la trata la profecía, y no menciona más la historia
persa.
En aquel tiempo Esquilo celebró el desvanecimiento del
prestigio de Persia con estas líneas:
“Ya no vivirán sujetos a la dominación de Persia los pueblos de
Asia; ya no pagarán el tributo a que los obliga la ley de la servi-
dumbre; ya no escucharán de rodillas la voluntad del que fué su
señor. El imperio del rey quedó aniquilado... Cayó miserablemente
la nación señora de Asia.”—Id.
El gran cambio que había de verificarse a continuación en
el mundo, era el surgimiento de Grecia para asumir la hege-
monía. Así, aunque unos cuantos reyes sucedieron a Jerjes en
Persia, después de su desastrosa invasión, la profecía pasa
directamente a la llegada de Grecia bajo su “rey valiente,”
Alejandro Magno.
Grecia
Profecía.—“Levantaráse luego un rey valiente, el cual se
enseñoreará sobre gran dominio, y hará su voluntad. Pero
cuando estará enseñoreado, será quebrantado su reino, y repar-
tido por los cuatro vientos del cielo; y no a sus descendientes.”
Daniel 11: 3, 4.
Historia.—Alejandro Magno se levantó y reinó con gran
poder, sobre un reino que se extendía desde la India hasta
Grecia, habiendo reyes que vivían aún más allá en el occidente
y enviaban embajadas a Babilonia presentando su sumisión.
Pero en el apogeo de su poder, según la profecía lo sugiere, fué
repentinamente derribado por la muerte. Toda su posteridad
pereció, y de las luchas que entablaron sus generales por la
supremacía, provino, en 301 ant. de J. C., el repartimiento del
imperio “por los cuatro vientos,” según lo declarara la profecía
mucho tiempo antes, Dice el historiador Rawlinson:
La Cuestión de Oriente 325
La división en cuatro partes del dominio de Alejandro fué
reconocida: Macedonia (occidente), Egipto (sur), Asia Menor
(norte), y Siria (que se extendía hacia el este, hasta más allá del
Éufrates).”—“Sixth Monarchy,” capitulo III.
Los Reyes del Norte y del Sur
Luego, se nota un nuevo arreglo de estas potencias, y esto
es lo que nos da la clave para el estudio de la parte final del
largo bosquejo profético que trata de los acontecimientos de
nuestra época. La narración continúa así:
Profecía.—“Haráse fuerte el rey del mediodía: mas uno de
los príncipes de aquél le sobrepujará, ... su señorío será grande
señorío.” Vers. 5.
Historia.—La historia testifica que el rey del mediodía
(Egipto, bajo los Tolomeos) fué fuerte; pero uno de los cuatro
príncipes le sobrepujó. Seleuco, de Siria y del oriente, hizo
avanzar su dominio hacia el norte, subyugando la mayor parte
del Asia Menor, y extendiendo sus límites hasta Tracia, en el
lado europeo, allende los Dardanelos. De entonces en adelante,
como dice Mahaffy:
“Hubo tres grandes reinos—Macedonia, Egipto y Siria—que
duraron, cada uno bajo su propia dinastía, hasta que Roma los
absorbió a todos.”—“Alexander’s Empire” p. S9.
De esta manera, Seleuco se apoderó del territorio del norte,
y la potencia siria llegó a ser rey del norte, extendiéndose su
imperio desde Tracia, en Europa, pasando por el Asia Menor
hasta Siria y el Éufrates. La capital de su imperio fué trasladada
del oriente al Norte de Siria, y Antioquía, “una vez la tercera
ciudad del mundo,” vino a ser su famosa capital.
La profecía predijo a continuación, y con considerables
detalles, las contiendas entre estas dos fuertes potencias, el rey
del norte (Siria y Asia Menor) y el rey del mediodía (Egipto).
El conflicto prosiguió entre una y otra parte hasta la llegada de
los romanos, siendo la Tierra Santa el frecuente punto de en-
cuentro de los ejércitos contendientes. La Enciclopedia Britá-
nica la describe así:
326 Nuestro Siglo a la Luz Profética
“Palestina fué antiguamente el campo de batalla del rey del norte
y el rey del mediodía... La historia de aquellos tiempos se pierde en
sus detalles.”—Novena edición, tomo XV, articulo “Macedoniarn,
Empire” p. 144.
No seguiremos los detalles de esta contienda según los
predecía la profecía, ni tampoco el bosquejo de los aconteci-
mientos que sucedieron después que el poderío romano acabó
con la rivalidad entre Siria y Egipto. Es tan sólo necesario que
fijemos los sucesos y términos geográficos de esta primera
parte de la profecía. Entonces tendremos la clave para la parte
final, que trata de los acontecimientos de los postreros días, en
los cuales reaparece el rey del norte.
El Moderno Rey del Norte
En los últimos versículos del capítulo, hallamos al rey del
norte como actor principal en esa misma región “al cabo del
tiempo.” Versículo 40. Se nos dice que cuando esta potestad
llegue a su fin, será señal de que el gran día de Dios está
cercano. Véase Daniel 12: 1.
Viene a ser, por tanto, cuestión vital el saber qué potencia,
en estos postreros días, es el rey del norte, cuyo fin será señal
de la rápida terminación del mundo. La Inspiración nos su-
ministra la base para la respuesta. El rey del norte, en la
primera parte de la profecía, era la potencia que dominaba en
Siria y Asia Menor, desde el Éufrates hasta las orillas de los
Dardanelos. El rey del norte, entonces, en la última parte de la
profecía, debe ser la potencia que ha venido gobernando en esta
misma región durante el tiempo del fin.
¿Qué potencia ha tenido bajo su dominio a este territorio
en los tiempos modernos?—El imperio turco. Así pues, parece
claro, que al hablar del “rey del norte” en el tiempo del fin, la
profecía señala a esta potencia, la cual se identificó durante
largos siglos con las regiones del Asia Menor y el Éufrates, las
cuales formaban en gran parte el dominio del antiguo rey del
norte.
Acerca de la última parte de la historia del rey del norte, su
fin y los acontecimientos subsiguientes, la profecía dice:
La Cuestión de Oriente 327
“Nuevas de oriente y del norte lo espantarán; y saldrá con
grande ira para destruir y matar muchos.
“Y plantará las tiendas de su palacio entre los mares, en el
monte deseable del santuario; y vendrá hasta su fin, y no tendrá
quién le ayude.
“Y en aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe
que está por los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia,

LA CIUDAD DE CONSTANTINOPLA Capital del gobierno turco.

cual nunca fué después que hubo gente hasta entonces: mas en
aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallaren
escritos en el libro.” Daniel 11: 44,45; 12: 1.
El primer versículo de estos tres citados, describe exacta-
mente la historia de Turquía en los tiempos modernos. La
inquietud de Turquía le ha provenido de noticias del oriente y
del norte. En ambas direcciones ha habido un retroceso en la
frontera turca, y especialmente en el norte. Repetidas veces,
durante este tiempo del fin, Turquía ha salido con ira para
328 Nuestro Siglo a la Luz Profética
resistir a estas usurpaciones e impedir la pérdida de su terri-
torio. En nuestros tiempos ha “destruido” y “muerto” a muchos
en sus furiosas matanzas de armenios en el Asia Menor, y
defiende estos ataques como necesarios para su seguridad
frente a los muchos peligros que la amenazan.
Para algunos, estas “nuevas de oriente y del norte” se re-
fieren a sucesos todavía futuros y relacionados con las últimas
luchas de esta potencia. Sea esto como fuere, la profecía pinta
al rey del norte, a pesar de sus luchas, como moviéndose inevi-
tablemente por la historia de nuestros días hasta llegar a su fin.
Durante todos los años recientes la influencia de Turquía
en Europa ha venido debilitándose, y ha llegado a ser la
expectación de todo el mundo que algún día Turquía—que es,
según dicen, una potencia asiática—trasladará su capital de
Constantinopla para establecerla en un punto del Asia Menor.
Se desprende claramente, pues, de esta profecía referente
al rey del norte, que su posesión secular de la histórica capital
del imperio otomano terminará antes del fin, y que se le quitará
la sede de su gobierno, su “palacio,” en los postreros días. Ello
es que se hace referencia a su capital como “las tiendas de su
palacio,” frase más apropiada a una existencia transitoria y
movible que a la ocupación de un centro permanente de poder.
La profecía indica un traslado del rey del norte, lo cual traerá
la crisis final de su gobierno:
“Plantará las tiendas de su palacio entre los mares, en el
monte deseable del santuario.” Daniel 11: 45.
Jerusalén es el “monte deseable del santuario” de las Escri-
turas. Véase Zacarías 8: 3. Después de más de mil años, la
sagrada ciudad de la historia bíblica ha sido libertada de las
manos de los muslimes. El lenguaje de la profecía sugiere que
de parte del rey del norte se hará, al acercarse el fin, un esfuerzo
para establecer en Jerusalén “las tiendas de su palacio.” Este
esfuerzo, como veremos, precipitará el derrocamiento com-
pleto del rey del norte.
Tan evidente es la aplicación de esta profecía a la potencia
turca, que hace más de cien años varios estudiantes de las pro-
fecías, entre ellos el Sr. Guillermo Whiston, sucesor del Sr.
LA JERUSALÉN MODERNA “Plantará las tiendas de su palacio
entre los mares, en el monte desea-
ble del santuario.” Daniel 11: 45.
330 Nuestro Siglo a la Luz Profética
Isaac Newton en el estudio de las profecías como también en
la cátedra de matemáticas de la Universidad de Cambridge,
Inglaterra, llamaron la atención del pueblo a esta predicha ter-
minación del dominio turco.
En vista de esta profecía, resulta muy significativo el hecho
de que, según la tradición de los mahometanos, Jerusalén ha de
desempeñar un papel importantísimo en la historia final de
ellos. El lexicógrafo Hughes, en su Dictionary of Islam

LA MEZQUITA DE OMAR Está situada en Jerusalén, sobre


el monte Moriah, en el sitio del
templo de Salomón.

(Diccionario del Islam), artículo Jerusalén, resume así la en-


señanza:
“En los últimos días habrá una huida general a Jerusalén.”
Un prudente consejo dice: “Ándese con cuidado con los
detalles de la profecía no cumplida.” Fuera imposible conjetu-
rar con acierto justamente cómo se han de desarrollar los
acontecimientos, por qué camino o procedimiento se han de
dar los pasos necesarios. Allí permanece la profecía. Cada
La Cuestión de Oriente 331
palabra de la primera parte del bosquejo profético se ha cum-
plido a la letra en la historia de los antiguos imperios que ba-
tallaran siglo tras siglo en aquella región. Y cada una de las
palabras dichas acerca de las escenas finales se habrá de cum-
plir con igual seguridad. Las predicciones humanas pueden
errar, pero la infalible palabra profética permanecerá firme.
“Plantará las tiendas de su palacio entre los mares, en el
monte deseable del santuario.”
Después de esto ¿qué vendrá? La profecía declara:
“Y vendrá hasta su fin, y no tendrá quien le ayude.” Daniel
11: 45.
¿Qué Sucederá cuando Turquía Caiga?
La ira de sus salidas “para destruir y matar muchos,” la
mudanza de su capital de un lugar a otro, de nada le sirven.
“Vendrá hasta su fin, y no tendrá quien le ayude.”
Lo que parece indicar la profecía es que esta potencia hasta
entonces ha sido ayudada para mantenerse en pie. Aquí otra
vez las sugestiones del lenguaje profético hallan su correspon-
dencia en la historia. Durante estos últimos años del tiempo del
fin, al imperio otomano le han ayudado a subsistir. Lord
Salisbury, cuando era primer ministro de la Gran Bretaña, ex-
puso así las razones de su política en cuanto a ayudar a Tur-
quía:
“Turquía se halla en aquella notable condición en que está desde
hace medio siglo, principalmente a causa de que las grandes poten-
cias del mundo han resuelto que, por la paz de la cristiandad, es
necesario que el imperio otomano permanezca en pie. Llegaron a esa
conclusión hace casi medio siglo. No me parece que la hayan
alterado aún. El peligro que hubiera si cayese el imperio otomano,
no sería meramente el peligro que amenazaría los territorios que
constituyen aquel imperio; el peligro consistiría en que el fuego allí
encendido se propagara a otras naciones y envolviera a todo lo más
poderoso y civilizado de Europa en una contienda arriesgada y
calamitosa. Aquel fué el peligro que tuvieron presente nuestros
padres cuando resolvieron hacer de la integridad e independencia
otomana asuntos de un tratado europeo, y ése es un peligro que no
ha desaparecido aún.”—Discurso pronunciado en la Mansión
House, el 9 de noviembre de 1895.
332 Nuestro Siglo a la Luz Profética
El veterano ministro manifestó el temor que sienten los es-
tadistas modernos de que la caída de Turquía envuelva a toda
la civilización en un desastroso conflicto. La profecía describe
precisamente una tal catástrofe, con estas palabras:
“Vendrá hasta su fin, y no tendrá quién le ayude. Y en
aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está por
los hijos de tu pueblo: y será tiempo de angustia, cual nunca
fué después que hubo gente hasta entonces.”
Cuando estalló la Gran Guerra, los intereses de Inglaterra
le exigieron que cambiara su política de más de setenta años, y
por tanto dejó de prestar apoyo al “Enfermo del Oriente.” Pero
no por esto se halló Turquía sin “ayuda,” pues los imperios
centrales le ofrecieron acogida, y bajo la égida de ellos sus
huestes marcharon contra la Entente. Ya terminada esa lucha,
y cuando se trata de restablecer la paz, sin duda hallará Turquía
protección de parte de alguna de las potencias fuertes, y así
continuará hasta que, según la profecía, “no tendrá quién le
ayude.”
La amenaza que los estadistas modernos han visto y han
tratado de evitar, la antigua profecía dice que acontecerá se-
guramente cuando el rey del norte llegue a su fin—un tiempo
de angustia para las naciones cual no lo hubo nunca.
En el Nuevo Testamento
En la profecía de Apocalipsis XVI, el último gran combate
de las naciones se nos representa subsiguiente a la caída de la
potencia que gobierna el territorio regado por el Éufrates. Al
describir los últimos acontecimientos de la historia humana,
bajo el derramamiento de las redomas de juicio sobre el
mundo, el profeta dice:
“El sexto ángel derramó su copa sobre el gran río Éufrates;
y el agua de él se secó, para que fuese preparado el camino de
los reyes del oriente.” Apocalipsis 16: 12.
Las aguas del Éufrates representan el pueblo o potencia
que gobierne el territorio regado por este río. Antiguamente,
cuando los asirios moraban a orillas del Éufrates y estaban por
invadir a Israel, el profeta dijo: “He aquí por tanto que el Señor
hace subir sobre ellos aguas de ríos, impetuosas y muchas, a
saber, al rey de Asiria.” Isaías 8: 7. Las aguas del Éufrates
representaban la potencia asiria.
La Cuestión de Oriente 333
De la misma manera, en esta profecía, río representa al
pueblo. Como el Nilo representaba a Egipto y el Tíber a Roma,
así también en todos los tiempos modernos, el Éufrates ha
representado a Turquía. El secamiento del Éufrates debe
significar el fin de la potencia turca. Y en los versículos que
siguen inmediatamente, la Revelación nos describe la congre-
gación de las naciones del mundo entero en el Armagedón—
“la batalla de aquel gran día del Dios todopoderoso.” Después
del fin de Turquía, vendrá el combate final de las naciones. La
tierra temblará, las ciudades de las naciones se derrumbarán, y
los últimos juicios de Dios caerán sobre un mundo en guerra.
Aquí, como en Daniel XII, se nos describe un tiempo de
angustia para las naciones, cual nunca lo hubo, y el fin del
mundo, que acontecerán cuando la potencia que gobierna en
Asia Menor y a orillas del Éufrates, llegue a su fin.
El Fin Inminente
Durante años, los estadistas y observadores han estado
discutiendo sobre la cercana disolución del imperio otomano.
Los que han viajado por Turquía nos han informado de que
personas reflexivas de aquel pueblo tenían el convencimiento
de que la crisis de su nación se estaba acercando. Años ha, el
Sr. Carlos MacFarlane escribió:
“Los mismos turcos parecen generalmente convencidos de que
su hora final se está acercando. ‘Ya no somos musulmanes—el sable
musulmán está quebrado—los osmanlíes serán echados de Europa
por los gaiours, y expulsados al través del Asia a las regiones de
donde primero surgieron. ¡Está nuestra suerte señalada! No podemos
resistir al destino.’ Oí palabras a este efecto de parte de muchos
turcos, tanto en Asia como en Europa.”—“Kismet; o el destino de
Turquía” (Londres, 1853), p. 409.
Otro viajero que recorrió Turquía, en época más cercana a
nosotros, el Sr. W. Scawen Blunt, dijo:
“La profecía antigua y la superstición moderna señalan igual-
mente como acontecimiento próximo el regreso de la Media Luna al
Asia, y la ruina de los turcos... Una bien conocida predicción a este
efecto, que durante siglos ha ejercido su influencia sobre los
mahometanos, tanto la gente común como los. sabios, ... fija la
escena de la última lucha en la Siria septentrional, en Homs, a orillas
del Orontes. Entonces, el Islam ha de retirarse finalmente del norte,
y ha de cesar el dominio turco. Tales profecías a menudo labran su
propio cumplimiento.”—“Future of Islam,” p. 95.
334 Nuestro Siglo a la Luz Profética
De esta manera, la tradición nativa y las predicciones hu-
manas han considerado el quebrantamiento de la potencia
turca, a medida que los años han presenciado la reducción de
su territorio, y la siempre creciente dificultad de su situación.
De vez en cuando ha habido una renovación del vigor y
prestigio de Turquía; luego su situación se ha vuelto más pre-
caria. Ha sido un paragolpes entre los opuestos intereses de las
grandes potencias. Al hablar de la difícil posición de Tur-

CONSTANTINOPLA, LA LLAVE La cruz sobre la cual fué cruci-


DEL MUNDO ficada la paz del mundo.

quía, a este respecto, la revista londinense Fortnightly Review,


de mayo de 1915, expresó de la siguiente manera una opinión
común:
Una vez que las naciones de Europa asienten el pie en Asia
Menor, la rapidez de la caída subsiguiente de Turquía dependerá no
tanto de la fuerza o debilidad de Turquía como de los celos mutuos
de las potencias ocupantes.”
La Cuestión de Oriente 335
En el Cercano Oriente siempre amagan nubes tempestuo-
sas; mientras que, dominando el estruendo de las guerras y los
rumores de guerras, la voz de la profecía divina declara que
cuando esta potencia (Turquía), llegue a su fin, los aconteci-
mientos finales de la historia humana seguirán con rapidez.
La verdad solemne resuena en nuestros oídos como toque
de trompeta; la secular Cuestión de Oriente se está apresurando
hacia su solución final, y ésta entraña el fin del mundo.
A la luz de la “palabra de profecía más permanente,” los
sucesos de nuestra época en Oriente vienen a ser algo más que
asuntos de grave preocupación política para los estadistas y
observadores de las cosas en general; son asuntos del más in-
tenso interés eterno para toda alma. Al contemplar la tendencia
de las cuestiones internacionales, estamos viendo desarrollarse
los últimos actos entre las naciones.
A medida que se ven estas cosas acontecer exactamente se-
gún las predijo la profecía, reconocemos en ellas el llamamiento
que Dios dirige a los hombres de la última generación para que
se vuelvan a él y preparen su corazón para presentarse delante
de su Señor que pronto va a venir. Que nadie se resuelva a
esperar a ponerse en paz con Dios hasta ver que Turquía llega
a su fin, pues según describe Apocalipsis XVI, el fin de
Turquía ocurrirá mientras estén cayendo las siete postreras
plagas. Y el último versículo del capítulo XV, nos demuestra
que el ministerio de Cristo para los pecadores habrá terminado
en el santuario celestial antes de que las plagas empiecen a
caer. El tiempo de gracia para los humanos habrá terminado.
Entonces se habrá proclamado en el cielo el solemne decreto:
“El que es injusto, sea injusto todavía: y el que es sucio,
ensúciese todavía: y el que es justo, sea todavía justificado: y
el santo sea santificado todavía. Y he aquí, yo vengo presto.”
Apocalipsis 22: 11,12.
“¡He aquí ahora es el tiempo acepto!—dice el Espíritu.—
¡He aquí ahora es el día de salvación!” 2 Corintios 6: 2, V. M.
No hemos de prepararnos nosotros mismos. “Si confesamos
nuestros pecados, él es fiel y justo para que nos perdone nues-
tros pecados, y nos limpie de toda maldad.” 1 Juan 1: 9. Nues-
tra parte consiste en creer y confesar; la de Dios en perdonar,
limpiarnos y prepararnos para el reino venidero.
LA GRAN BATALLA DE ARMAGEDÓN El mundo entero envuelto en el último combate de las naciones.
“Se han airado las naciones, y tu ira es venida.” Apocalipsis 11:18.
LA LLANURA DE ESDRAELÓN “Los congregó en el lugar que...se
Y EL MONTE MEGIDDO llama Armagedón.” Apocalipsis 16: 16.

El Armagedón
El Combate Final de los Imperios Terrenales
LA SEGURA palabra de profecía que predijo el nacimiento
y la caída de los imperios antiguos, y bosquejó el curso general
de la historia del mundo en el transcurso de los siglos, describe
también la última gran lucha de las naciones.
Hay un proverbio que dice: “La paz es el ensueño de los
sabios, pero la guerra es la historia del hombre.” Y la profecía
divina nos asegura que la historia de este mundo actual acabará
en medio de escenas de conflicto.
En nuestro tiempo, muchos han llegado a pensar que la
civilización ha de lograr un modo mejor de arreglar las riva-
lidades de las naciones, pero la profecía predice otra cosa. En
realidad, la palabra profética señala este hablar de paz y
seguridad en medio de preparativos para la guerra, como señal
distintiva de los postreros días.
“En lo postrero de los tiempos,” dice el profeta Isaías,
“vendrán muchos pueblos, y dirán:
338 Nuestro Siglo a la Luz Profética
“Volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en
hoces: no alzará espada gente contra gente, ni se ensayarán más
para la guerra.” Isaías 2: 2-4.
Esto es lo que hacían de decir “muchos pueblos. Mas las
verdaderas condiciones de los últimos días que nos están des-
critas son exactamente opuestas. El profeta, Joel describe así el
verdadero espíritu del mundo en estos tiempos.
“Pregonad esto entre las gentes, proclamad guerra, des-
pertad a los valientes, lléguense, vengan todos los hombres de
guerra. Haced espadas de vuestros azadones, y lanzas de vues-
tras hoces; diga el flaco: Fuerte soy.” Joel 3: 9, 10.
El contexto demuestra que el profeta está hablando de los
últimos tiempos, cuando “cercano está el día grande de Je-
hová.” Vers. 14.
Se Cumple la Profecía
Esto es lo que hemos visto en nuestro tiempo, como nunca
antes en la historia del hombre—el producto del arado y de la
hoz dedicado a instrumentos de guerra.
Hace unos veinticinco años, el marqués de Salisbury, ha-
blando como hombre encanecido en el servicio del Estado, di-
rigió a un auditorio londinense la pregunta siguiente: “¿Cuál es
el gran cambio que señala este tiempo como diferente de los
tiempos en que la mayoría de nosotros éramos jóvenes?” El
veterano estadista contestó su propia pregunta, diciendo que
era el armamento de las naciones, la rápida carrera a que re-
cientemente se habían lanzado las potencias, para aumentar sus
armamentos navales y militares. Es una señal de nuestros
tiempos, que corresponde a las predicciones proféticas.
Durante toda la generación actual, las personas reflexivas
han contemplado con graves preocupaciones los preparativos
que hacen las naciones para la guerra. La reina Alejandra, de
Inglaterra, dijo una vez acerca de esto:
“Fui educada en la escuela de un rey que era, ante todo, justo; y
he tratado de hacer como él—predicar siempre el amor y la caridad.
Siempre, he desconfiado de los preparativos bélicos de los cuales las
naciones no parecen cansarse nunca. Algún día este acumulado
material de soldados y cañones estallará en llamas mediante una
guerra espantosa que en la tierra sumirá en luto a la humanidad, y en
el cielo entristecerá a nuestro Padre universal.”
El Armagedón 339
A medida que proseguía la carrera por los armamentos en
una escala nunca soñada antes, los estadistas y escritores em-
pezaron a emplear la palabra “Armagedón” para describir el
conflicto que ellos veían inevitable. Años ha, la revista lon-
dinense Contemporary Review dijo:
“Por doquiera están sucediendo cosas extrañas... Rusia, Ale-
mania, Inglaterra—estos son grandes nombres, palpitan con grandes
ideas; tienen vastos destinos ante sí, y millones de hombres armados
y pagados por ellas, todos esperando el Armagedón.”
En junio de 1909, lord Rosebery, en un discurso pronun-
ciado en Londres, ante una asamblea de la prensa, comentó
seriamente la significación de la prisa febril con que las na-
ciones se están armando,” “como si fuese para algún gran Ar-
magedón, y esto en un tiempo de la más profunda paz.” Trans-
cribimos lo siguiente de una popular revista americana, del
mismo año:
“Hoy día la Europa entera está dividida en dos campos armados,
que aguardan con incertidumbre al día de mañana con su
Armagedón.”—Everybody's Magazine, de noviembre de 1909.
Así, por doquiera, los observadores veían que la rivalidad
de intereses entre las naciones conducía a un conflicto tan co-
losal que sólo la palabra bíblica “Armagedón,” con su apela-
ción a la imaginación, parecía sugerir adecuadamente sus pro-
porciones.
Cada año que pasaba crecía la intensidad del sentimiento y
el antagonismo de los intereses. En 1911, el Nineteenth
Century and After, dijo:
“Nunca fueron tan fuertes en la tierra como ahora los senti-
mientos de raza y nacionalidad. Nunca hubo preparación para la
guerra tan tremenda y sostenida. Nunca fué el poder de herir tan
rápido y tan terriblemente formidable... La sombra de conflicto y
cambios mayores que cualesquiera conocidos por la humanidad
desde que Atila y sus hunos fueron detenidos en Chalons, está
amenazando visiblemente al mundo. El oído de la imaginación casi
puede oír la movilización de las legiones para la feroz prueba de los
pueblos, sonido tan agudo como el de la trompeta del Señor de los
ejércitos.” —Citado del “Literary Digest,” de mayo 6 de 1911.
Lo que la antigua profecía predijo—la preparación para
la guerra en los postreros días, el despertar y armamento de
EL ACORAZADO “NEVADA,” DE LA MARINA Fotografía sacada desde el puente
DE LOS ESTADOS UNIDOS de Manhattan, Nueva York.
El Armagedón 341
las naciones lo hemos visto cumplirse ante nuestra vista en esta
generación.
Los Agentes Satánicos en Operación
En las profecías de la congregación de las naciones para la
última gran lucha, la Inspiración descorre el velo, y nos per-

CAMARADAS DESPUÉS DE LA BATALLA Soldados trayendo dos


prisioneros heridos.

mite ver los agentes que han estado incitando al mundo a la


guerra. Al serle mostradas en visión al profeta Juan las escenas
de los últimos días, él vió las fuerzas invisibles de Satanás,
“espíritus de demonios...ir a los reyes de la tierra y de todo el
mundo, para congregarlos para la batalla de aquel gran día del
Dios Todopoderoso.” Apocalipsis 16: 14.
Estadistas serios han lamentado su impotencia para com-
batir las fuerzas e influencias que están impulsando al mundo
342 Nuestro Siglo a la Luz Profética
hacia el conflicto. En uno de los últimos discursos que pro-
nunciara como primer ministro de la Gran Bretaña, el marqués
de Salisbury, al defender nuevos pedidos de créditos para el
ejército y la armada, dijo:
“Durante años la opinión pública ha estado a favor de una
política pacífica, pero ahora aquel estado de opinión ha pasado. La
marea ha cambiado, y ¿quién soy yo y quiénes somos nosotros para
que intentemos detener la marea? Si la marea ha cambiado,
tendremos que ir con ella. Nos hallamos en presencia de fuerzas
mucho mayores que las que podemos gobernar.”
El veterano estadista no conoció lo que eran aquellas fuer-
zas, pero la profecía nos lo dice. Al profeta le fueron mostrados
los espíritus malos de Satanás yendo por doquiera a medida
que se acercaba el fin, para incitar al mundo entero al último
gran conflicto.
El Sr. Eduardo Grey, ex ministro de relaciones exteriores
británico, describió muy exactamente estos agentes, cuando, al
hablar en la cámara de los Comunes, el 27 de noviembre de
1911, dijo:
“Parece como si realmente hubiese en la atmósfera del mundo
alguna influencia maligna que actúa, perturbando y excitándolo
todo.”
Y todo está aconteciendo exactamente según lo predijera
la segura palabra de profecía.
La convicción de que grandes y decisivos acontecimientos
son inminentes, se ha apoderado de muchos ánimos en todo el
mundo. Cuando, en 1914, estalló la guerra europea, en escala
sin precedentes en la historia humana, no fué extraño que aflu-
yera a los labios de muchos la pregunta: “¿Es el Armagedón?”
La pregunta no se hacía a la ligera. La Junta Directiva de
la Sociedad Misionera de la Iglesia Anglicana, una de las
mayores organizaciones misioneras del mundo, al estallar la
guerra envió a sus misioneros, en todos los países, un mensaje
que contenía un llamamiento a prepararse para la venida del
Señor:
“Puede ser que estos acontecimientos traigan prontamente el
regreso de Cristo para juntar a sus santos de los cuatro cabos de la
tierra... Muchos ven en los acontecimientos que preceden y acom-
pañan a este terrible cataclismo de guerra señales de la pronta
venida de nuestro Señor. Si es así, bienaventurado será aquel
El Armagedón 343
siervo a quien su Señor cuando venga halle dando ‘alimento a
tiempo’ a aquellos compañeros suyos que le hayan sido encargados.”
—Church Missionmy Review, noviembre de 1914.
Por oportuno que fuera este llamamiento, las Escrituras
proféticas evidenciaban que el conflicto iniciado entonces no
era el Armagedón del Apocalipsis, pues aun ha de sobrevenir
el preludio de aquel combate final de las naciones: la caída de
una nación cuya parte en las escenas finales se describe clara-
mente en la profecía del venidero Armagedón.
El fin de la potencia que gobierna el territorio por el cual
corre el río Éufrates, es el preludio del Armagedón. La profecía
dice:
“El sexto ángel derramó su copa sobre el gran río Éufrates;
y el agua de él se secó, para que fuese preparado el camino de
los reyes del oriente.” Apocalipsis 16: 12.
Luego sigue la congregación de “todo el mundo” para “la
batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso.” Vers. 14.
Durante todos los tiempos modernos, Turquía ha sido iden-
tificada con el Éufrates. La región de Siria y Asia Menor, go-
bernada durante mucho tiempo por Turquía, ha sido el
histórico punto de reunión del Oriente y del Occidente. En el
número de la Fortnightly Review (de Londres) correspondiente
al mes de mayo de 1915, escribió el Sr. J. B. Firth:
“Cuando la caída de la soberanía otomana en Constantinopla
expulse al turco de Europa, se presentará una vez más la eterna
cuestión de la posesión del Asia Menor. Aquella tierra entre Europa
y Asia es el corredor por donde pasaron casi todos los conquistadores
europeos—excepto los rusos—que han invadido al Asia, y la
mayoría de los conquistadores asiáticos que invadieron a Europa.”
La caída de la potencia turca en esta región del Éufrates,
preparara de cierta manera el camino para que suban al con-
flicto final “los reyes del Oriente.”
El Despertar del Oriente
El mismo espíritu que ha estado incitando al Occidente a
prepararse para la contienda, ha venido actuando también en el
Oriente. Año tras año, los observadores han señalado los
grandes cambios que se han venido efectuando en Asia. En
septiembre de 1909, la Contemporary Review, de Londres, dijo:
344 Nuestro Siglo a la Luz Profética
“El Asia entera se halla en los dolores de un nuevo
nacimiento. Al fin podemos ver estas tres—la raza amarilla, la
raza india y la raza arábigo-pérmica. Y todo esto está
preparando el camino para el Armagedón.”
En su número de mayo de 1913, la revista londinense Nine-
teenth Century and After, pasando revista a la situación al fin
de la guerra balcánica, dijo:
“Un nuevo espíritu impera en el Oriente. Se despertó a orillas
del Pacífico, cuando el Japón probó que las grandes potencias de
Europa no son invulnerables. Hacia el norte, el sur y el occidente se
ha extendido, despertando a China de su sueño secular, haciendo
surgir temibles cuestiones en la India, reavivando recuerdos de pasa-
das glorias en Persia, engendrando descontento en Egipto, y
engañando a los turcos hasta llevarlos a estrellarse contra las rocas.”
Con todas las naciones excitadas por los agentes
demoniacos del dios de este mundo, el profeta vió a
continuación los ejércitos de la tierra congregarse para la
última gran batalla. Sigue la profecía diciendo:
“Los congregó en el lugar que en hebreo se llama Armage-
dón.” Apocalipsis 16:16.
Armagedón significa la colina o monte de Megiddo, que
domina la llanura de Esdraelón, histórico campo de batalla de
la Palestina septentrional. Carmack dice de este lugar:
“Megiddo era la clave militar de Siria; dominaba tanto el camino
hacia el norte que iba a Fenicia y Celesiria, como la carretera que
cruzaba por Galilea y conducía a Damasco y el valle del Éufrates.
Era, además, la capital de un distrito fértilísimo, cuya posesión se
disputaban muchas razas. El valle de Kishon y la región de Megiddo
eran campos de batalla inevitables. Durante toda la historia,
conservaron aquella calificación, decidiéndose allí muchas de las
grandes contiendas del Asia sudoccidental. En la historia de Israel
fué escenario de frecuentes batallas. Por tales recuerdos, esta región
consiguió una sombría reputación, pues se la consideraba como lugar
predestinado de contienda y derramamiento de sangre; y el profeta d
1 Apocalipsis la ha revestido de terror como escenario del conflicto
final entre las potencias del bien y del mal.”—"PreBiblical Syria and
Palestine, p. 82.
De esta manera, Armagedón, “clave militar de Siria,” se-
ñala a Palestina y el Cercano Oriente como gran centro de la
tempestad internacional en el conflicto final.
El Armagedón 345
El Centro de la Tempestad Política
En visión, hace casi dos mil años, el profeta vió las fuerzas
de los últimos días congregarse alrededor de esta región cén-
trica. Y hoy día, los observadores reconocen al Mediterráneo
oriental como el verdadero punto céntrico alrededor del cual
giran naturalmente los intereses internacionales que atañen al
Oriente y al Occidente.
Hace algunos años, al considerar el desarrollo de los ferro-
carriles en el Asia y África, y las grandes rutas de transporte
por mar, la Fortnightly Review, de Londres, dijo:
“La Palestina es el gran centro, el nudo de comunicaciones.
Quien sea dueño de Palestina, dominará las grandes líneas de
comunicación, no sólo por tierra, sino también por mar."
También, el Guardián, de Manchesfer, poniendo de relieve
la importancia que tiene en sí este centro estratégico, dijo
durante la gran guerra:
“Egipto, como están las cosas—y no se puede hacer resaltar el
hecho demasiado a menudo—es el punto débil de nuestro sistema de
defensa imperial por mar. Mientras Palestina no esté en nuestro
poder, no estará Egipto seguro.”—Citado en el “Literary Digest," de
febrero 12 de 1916, p. 369.
Otras naciones han reconocido el valor estratégico de un
territorio así situado. Así vemos que las consideraciones po-
líticas hacen de esta región, señalada por la profecía, un punto
en que convergen intereses en conflicto. Hogarth, en su libro,
“The Near East” (El Cercano Oriente), lo llama “el centro de
tempestad honrado por el tiempo, en el Mediterráneo oriental.”
El Centro de la Tempestad Religiosa
Al conflicto de intereses políticos se añade también la riva-
lidad de sentimientos religiosos. Hace algunos años, el Spec-
tator, de Londres, comentando las asociaciones religiosas en
relación con la situación política internacional, resumió de esta
manera el asunto:
“Hay gente que pregunta a menudo cómo es que el porvenir de
Palestina ofrece tamañas dificultades. La razón consiste simple-
mente en que Jerusalén—no cabe separar a Jerusalén de Palestina—
es la ciudad sagrada de tantos credos contrarios. No solo es la
ciudad santa de todas las iglesias cristianas—y dos de ellas, la
346 Nuestro Siglo a la Luz Profética
griega y la latina se disputan acerbamente su posesión—sino que es
también uno de los lugares más sagrados del mundo mahometano.
Difícilmente La Meca y Medina son más sagradas que la mezquita
de Ornar. Esto lo suelen ignorar a menudo los europeos, que se
olvidan de que la expulsión de los mahometanos del recinto del
templo inquietaría a todo el mundo mahometano, desde el estrecho
de Malaca hasta Albania. No debemos olvidar jamás que peregrinos
mahometanos de la India visitan a Jerusalén, así como la visitan de
Europa peregrinos cristianos. Finalmente, Jerusalén es pro-
fundamente sagrada para los judíos, y los judíos están empezando a
ser localmente numerosos e importantes. Lo segurísimo es que no
faltan elementos de dificultad en el problema del porvenir de
Palestina.”
La historia nos dice que la rivalidad acerca del cuidado de
los tradicionales lugares santos contribuyó a precipitar la
guerra de Crimea.
En el estudio de la cuestión de Oriente, hemos visto que la
profecía de Daniel XI señala a Jerusalén como centro de tem-
pestad en las escenas finales. Cierto cónsul británico en Jeru-
salén, en los días que siguieron a la guerra de Crimea, presentó
de sugestiva manera su opinión referente a uno de los factores
de la cuestión de Oriente. Escribió:
“El corazón y centro mismo de la cuestión de Oriente sólo se
puede hallar en la ciudad santa, Jerusalén, donde, como antigua-
mente, las iglesias oriental y occidental luchan aún por la supre-
macía... Tanto ahora como antes, por bien que velen su objetivo,
están contendiendo por un premio que la providencia divina no ha
destinado para ninguna de ellas; y este premio no es nada menos que
el dominio virtual sobre el mundo cristiano, desde un trono de
gobierno situado en el recinto de los santuarios de la santa ciudad; y
la posesión de aquel trono entrañaría la posesión de la clave del
dominio universal.”—“Stirring Times: Records from Jerusalén
Consulate Chronicles,” por Jaime Finn, nota introductora del
editor, p. XXIII.
Predicho en la Profecía
Bajo todos sus aspectos, político, étnico y religioso, el
Vecino Oriente suministra los elementos necesarios para
envolver al mundo entero, una vez que empiecen los amplios
desplazamientos que predijo la profecía, y para los cuales han
tratado de prepararse los estadistas de nuestra época.
El Armagedón 347
Largos siglos ha, al profeta de Dios, en visión en la isla de
Patmos, le fué mostrado el choque de intereses y la reunión de
las naciones alrededor de este centro histórico. A nuestra vista
ocurren hoy acontecimientos que tienden a dar a esta región el
mismo carácter que le asignaba la profecía. Eso fué escrito en
la segura palabra de profecía, para que a medida que los
hombres vieran acercarse los acontecimientos predichos,
creyesen y se volviesen a Dios, y hallasen salvación de las
cosas que han de sobrevenir a la tierra.
En la profecía de este capítulo XVI de Apocalipsis, en que
se describe la congregación de las fuerzas para el Armagedón,
nuestro Salvador intercala la amonestación y llamamiento
siguiente:
“He aquí, yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que
vela, y guarda sus vestiduras, para que no ande desnudo, y vean
su vergüenza.” Vers. 15.
Los últimos acontecimientos terrenales de que trata la
profecía—el derramamiento de las siete últimas plagas y el
combate de Armagedón—acaecen después de terminado el
tiempo de gracia. El fin del tiempo de gracia, la terminación
del ministerio de Cristo en el santuario celeste, llegará como
un ladrón, sin anunciarse, y nuestra única seguridad está en en-
tregar nuestro corazón y vida al Señor ahora, para que los
purifique, y aceptar de su mano el manto de su propia justicia,
ofrecido gratuitamente a todos.
¿Qué viene con el Armagedón?
Cualesquiera que sean los móviles, ambiciones o fines de
la congregación para el gran conflicto, es cierto que el Armage-
dón no ha de reportar triunfo ni dominio mundial a ninguna
potencia terrena. Al reunirse las naciones, el Señor interviene
desde el cielo, y por fin, termina la historia de los reinos de este
mundo. El profeta nos explica así el epílogo del Armagedón:
“Los congregó en el lugar que en hebreo se llama Arma-
gedón. Y el séptimo ángel derramó su copa por el aire; y salió
una grande voz del templo del cielo, del trono, diciendo: Hecho
348 Nuestro Siglo a la Luz Profética
es. Entonces fueron hechos relámpagos y voces y truenos; y
hubo un gran temblor de tierra, un terremoto tan grande, cual
no fué jamás desde que los hombres han estado sobre la tierra.
Y la ciudad grande fué partida en tres partes, y las ciudades de
las naciones cayeron; y la grande Babilonia vino en memoria
delante de Dios, para darle el cáliz del vino del furor de su ira.
Y toda isla huyó, y los montes no fueron hallados. Y cayó del
cielo sobre los hombres un grande granizo como del peso de
un talento: y los hombres blasfemaron de Dios por la plaga del
granizo; porque su plaga fué muy grande.” Apocalipsis 16: 16-
21.
La caída de la potencia turca es el preludio de la reunión
de las naciones para la batalla de Armagedón. Y el Armagedón
es el preludio del fin del mundo y de la gloriosa venida de
Cristo como Rey de reyes y Señor de señores. Los ejércitos
reunidos para luchar por la supremacía se hallan de repente
frente a los ejércitos del cielo. Otra profecía describe así la
escena en que Cristo se manifestará:
“Y los reyes de la tierra, y los príncipes, y los ricos, y los
capitanes, y los fuertes, y todo siervo y todo libre, se escondie-
ron en las cuevas y entre las peñas de los montes; y decían a
los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos
de la cara de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira
del Cordero. Porque el gran día de su ira es venido; ¿y quién
podrá estar firme?” Apocalipsis 6: 15-17.
Nuevamente, al alumbrar el gran reflector de la profecía
divina el camino ante nosotros, vemos por el curso de los acon-
tecimientos actuales que el fin se acerca. Nadie puede prever
por qué repentino giro de los asuntos han de ocurrir los últimos
sucesos de la historia. El Salvador amonesta así a toda alma:
“Por tanto, también vosotros estad apercibidos; porque el Hijo
del hombre ha de venir a la hora que no pensáis.” Mateo 24:
44.
Especialmente para este tiempo de espera pronunció Cristo
la parábola de las diez vírgenes que esperaban al esposo. To-
das deseaban sinceramente salirle al encuentro; todas espera-
ban estar listas. Pero cuando se oyó el clamor: “He aquí, el
esposo viene; salid a recibirle,” sólo cinco estaban listas. A
las demás les faltaba el aceite que había de darles luz.
El Armagedón 349
Sabemos lo que representa el aceite: la genuina experiencia
cordial de la gracia y amor de Cristo.
Aquellas a quienes se les sorprendió desapercibidas, se
apresuraron a ir a buscar aceite. “Y mientras que ellas iban a
comprar, vino el esposo; y las que estaban apercibidas, entra-

LAS DIEZ VÍRGENES Las que estaban apercibidas, entraron con él a


las bodas; y se cerró la puerta.” Mateo 25: 10.

ron con él a las bodas; y se cerró la puerta.” Mateo 25: 10. Las
que estaban apercibidas entraron; las que se estaban pre-
parando, llegaron tarde. ¿Cómo llegaron algunas a estar listas?
—Estando listas constantemente; manteniéndose listas. Esta
lección está destinada ahora para nosotros. Nuestra única
seguridad consiste en estar listos cada día, teniendo nuestros
pecados perdonados y nuestra vida entregada a Dios.
EL MILENARIO
El milenario es el período final de la gran semana de tiempo de Dios; el gran sábado de descanso para la tierra y el pueblo de Dios.
Sigue al fin de la dispensación evangélica y precede al establecimiento del reino de Dios en la tierra.
Comprende lo que en las Escrituras se llama frecuentemente “el día de Jehová.”
Cada extremo está limitado por una resurrección.
Su principio está señalado por el derramamiento de las siete últimas plagas, la segunda venida de Cristo, la resurrección de los justos
muertos, el encadenamiento de Satanás y el traslado de los santos al cielo; y su fin, por el descenso de la nueva Jerusalén, con Cristo y los
santos, del cielo, la resurrección de los impíos muertos, la liberación de Satanás, y la destrucción final de los impíos.
Durante los mil años la tierra permanece desolada; Satanás y sus ángeles están confinados en ella; y los santos, junto con Cristo,
juzgan a los impíos, lo cual ha de ser el preparativo para su castigo final.
Resucitan entonces los impíos muertos; Satanás queda libre por un corto tiempo, y él y la hueste de los impíos circundan el cam-
pamento de los santos y la santa ciudad, cuando baja del cielo el fuego de Dios y los consume. La tierra se purifica por el mismo fuego que
destruye a los impíos, y, renovada, llega a ser la eterna morada de los santos.
El milenario es una de “las edades por venir.” Su fin señalará el principio del estado de la nueva tierra.
CRISTO VIENE POR LOS SUYOS “Vivieron y reinaron con Cristo
mil años.” Apocalipsis 20: 4.

El Milenario
La palabra “milenario” significa “mil años”. A este período
determinado hace referencia específica sólo un capítulo de la
Biblia, el vigésimo del Apocalipsis; y en este capítulo se habla
de él repetidas veces. Hallamos que es:
El período durante el cual los santos reinarán con Cristo en
juicio.
El período durante el cual Satanás estará atado.
El espacio de tiempo que ha de mediar entre las dos resu-
rrecciones, la de los justos y la de los injustos.
Un examen de los textos que se refieren al milenario hará
ver:
1. Los acontecimientos que señalen su principio.
2. Los acontecimientos que ocurran durante los mil años.
3. Los acontecimientos que sucedan al fin de este período.
Hallamos, claramente enseñado en las Escrituras, lo siguiente:
352 Nuestro Siglo a la Luz Profética
Que el milenario empieza a la segunda venida de Cristo.
Que el reinado de los santos con él en juicio no se verificará
en esta tierra, sino en el cielo.
Que esta tierra, privada de habitantes humanos, ha de ser
la cárcel de Satanás durante los mil años.
Que al fin de los mil años se ejecutará sobre Satanás y
todos les impíos el juicio determinado.
Que esta tierra, purificada por los fuegos del juicio
postrero, y renovada, llegará-a ser el hogar eterno de los
salvados.
1. Acontecimientos del Principio de los Mil Años
En lo referente al tiempo, se nos proporciona la clave me-
diante la declaración de que el milenario empieza con—
La Resurrección de los Justos
Al hablar de los santos resucitados, la Escritura dice:
“Vivieron y reinaron con Cristo mil años. Mas los otros
muertos (los impíos) no tornaron a vivir hasta que sean cum-
plidos mil años. Esta es la primera resurrección. Bienaven-
turado y santo el que tiene parte en la primera resurrección.”
Apocalipsis 20: 4-6.
Ha de haber dos resurrecciones. El apóstol Pablo dijo que
tal era la enseñanza de toda la Escritura: “Ha de haber resu-
rrección de los muertos, así de justos como de injustos.” He-
chos 24: 15. La primera resurrección, la de los justos, señala el
principio de los mil años.
La Segunda Venida de Cristo
¿Cuándo se verifica esta primera resurrección, en el orden
de los acontecimientos de aquel “día de Jehová”? Sucede a la
segunda venida de Cristo. Un texto, de entre muchos, bastará
para patentizarlo:
“El mismo Señor con aclamación, con voz de arcángel, y
con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en
Cristo resucitarán primero.” 1 Tesalonicenses 4: 16.
Al venir el Salvador en gloria, con todos los santos ángeles,
se abren los sepulcros, y la voz de él despierta a sus hijos que
duermen en el polvo.
El Milenario 353
Enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán
sus escogidos de los cuatro vientos, de un cabo del cielo hasta
el otro.” Mateo 24: 31.
El tiempo de la segunda venida de Cristo es, pues, el princi-
pio del milenario.
Los Justos Trasladados al Cielo
Los justos vivos son trasladados y, junto con los santos re-
sucitados, llevados al cielo, según dice el apóstol:
“Luego nosotros, los que vivimos, los que quedamos,
juntamente con ellos seremos arrebatados en las nubes a recibir
al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.” I
Tesalonicenses 4: 17.
Esta fué la promesa del Salvador:
“En la casa de mi Padre muchas moradas hay: ...voy, pues,
a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere, y os aparejare
lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo: para que donde
yo estoy, vosotros también estéis.” Juan 14: 2, 3.
La Destrucción de los Impíos
A la segunda venida de Cristo los impíos quedan muertos.
Los incrédulos que quedan sin refugio aquel día, no podrán
soportar la presencia de una gloria como la que se ha de des-
bordar sobre el mundo:
“Se manifestará el Señor Jesús del cielo con los ángeles de
su potencia, en llama de fuego, para dar el pago a los que rio
conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor
Jesucristo.” 2 Tesalonicenses 1: 7, 8.
El Encadenamiento de Satanás
Con los santos en el cielo, fuera del alcance de las
artimañas de Satanás, y con los impíos muertos, los cuales no
han de volver a vivir hasta que se terminen los mil años,
Satanás está “atado”—confinado por el poder divino a esta
tierra, que viene a ser su cárcel, sin haber en ella ni santo ni
pecador con quienes pueda emplear sus artificios de engaño.
Jamás ha sido encadenado más eficazmente prisionero alguno.
El lenguaje simbólico del profeta describe así la escena:
354 Nuestro Siglo a la Luz Profética
“Vi un ángel descender del cielo, que tenía la llave del
abismo, y una grande cadena en su mano. Y prendió al dragón,
aquella serpiente antigua, que es el Diablo y Satanás, y le ató
por mil años; y arrojólo al abismo, y le encerró, y selló sobre
él, porque no engañe más a las naciones, hasta que mil años
sean cumplidos: y después de esto es necesario que sea
desatado un poco de tiempo.” Apocalipsis 20: 1-3.
Estos son los acontecimientos que han de señalar el prin-
cipio de los mil años: la segunda venida de Cristo, la resurrec-
ción de los justos, la ascensión de todos los redimidos a la ciu-
dad de Dios, la muerte de los impenitentes, y por consiguiente,
el encadenamiento de Satanás.
2. Los Acontecimientos que se Han de Verificar Durante los
Mil Años en el Cielo
En las visiones que fueron dadas a los profetas acerca de
los redimidos en la ciudad de Dios, se nos presenta una escena
de gloria tras otra. El profeta Juan dice:
“Después de estas cosas miré, y he aquí una gran
compañía, la cual ninguno podía contar, de todas gentes y
linajes y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en
la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y palmas
en sus manos... Por esto están delante del trono de Dios, y le
sirven día y noche en su templo.” Apocalipsis 7: 9-15.
“Sirven” en el templo del Señor, dice el profeta.
Un servicio en el cual los salvados tendrán parte durante
los mil años, es la obra de juicio que queda aún por realizar,
siguiéndole el castigo final del pecado y la destrucción de Sata-
nás y todas sus obras. El profeta vió que esta obra se llevaba a
cabo en los atrios celestiales, cooperando los redimidos con
Cristo en esta obra de juicio.
“Y vi tronos y se sentaron sobre ellos, y les fué dado juicio;
y vi las almas de los degollados por el testimonio de Jesús, y
por la palabra de Dios, y que no habían adorado la bestia, ni a
su imagen, y que no recibieron la señal en sus frentes, ni en sus
manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años.” Apocalipsis
20: 4.
A esta obra de juzgar los impíos y los ángeles malos, aludió
el apóstol en el consejo que diera a los corintios: “¿No sabéis
El Milenario 355
que los santos han de juzgar al mundo?... ¿No sabéis que he-
mos de juzgar a los ángeles?” 1 Corintios 6: 2, 3.
En la Tierra
Mientras en los cielos los salvados están con Cristo y los
santos ángeles delante del trono, y siguen al Cordero doquiera
vaya, hemos de recordar que en la tierra todo es desolación y
vacío. Los impíos han sido muertos por la gloria de la venida
de Cristo. Por el sacudimiento que sufriera la tierra, las ciu-
dades de las naciones han caído en ruinas, las islas han desapa-
recido y las montañas han sido arrojadas a las profundidades
de la mar. La condición de la tierra durante este tiempo de
desolación está descrita así por el profeta:
“Miré la tierra, y he aquí que estaba asolada y vacía; y los
cielos, y no había en ellos luz. Miré los montes, y he aquí que
temblaban, y todos los collados fueron destruidos. Miré, y no
parecía hombre, y todas las aves del cielo se habían ido. Miré,
y he aquí el Carmelo desierto, y todas sus ciudades eran aso-
ladas a la presencia de Jehová, a la presencia del furor de su
ira.” Jeremías 4: 23-26.
“Asolada y vacía,” dijo el profeta. Esa es la misma frase
que se usa en los primeros versículos del Génesis para describir
el estado caótico de la tierra en el principio. En el principio de
la semana de la creación, la tierra estaba en un estado de vacío
y caos—era un “abismo,” según se la llama en la traducción
griega del Génesis. Nuevamente, durante este período de mil
años, la tierra llega a ser “un abismo,” o sea un desierto
asolado. “Abismo” es justamente la palabra que usa nuestra
versión al explicarnos lo referente al encadenamiento de Sata-
nás por el poderoso ángel de Dios:
“Prendió al dragón, aquella serpiente antigua, que es el
Diablo y Satanás, y le ató por mil años; y arrojólo al abismo.”
Apocalipsis 20: 2, 3.
Confinado a este abismo de desolación, como preso en una
cárcel, sin nadie a quien tentar, el autor del pecado tiene mil
años para reflexionar sobre la ruina que el pecado ha labrado
en la tierra, que salió una vez de la mano de su Hacedor
hermosa y perfecta, sin que la mancillara maldición alguna,
356 Nuestro Siglo a la Luz Profética
3. Los Acontecimientos al Fin de los Mil Años
Al fin del milenario, esta tierra viene a ser el escenario de
los acontecimientos que terminan el gran conflicto entre Cristo
y Satanás.
El Descenso de la Santa Ciudad
Una vez terminada la obra del juicio en el cielo, llega la
hora de la ejecución del juicio sobre el pecado y los pecadores.

DESCIENDE LA SANTA CIUDAD “He aquí el tabernáculo de Dios con


los hombres.” Apocalipsis 21: 3.

La ciudad santa baja del cielo. El profeta vió en visión su


descenso:
“Y yo Juan vi la santa ciudad, Jerusalén nueva, que des-
cendía del cielo, de Dios.” Apocalipsis 21: 2.
Satanás Queda Suelto
“Cuando los mil años fueren cumplidos, Satanás será
suelto de su prisión, y saldrá para engañar a las naciones.”
Apocalipsis 20: 7, 8,
El Milenario 357
Con todos los impíos destruidos por la gloria de la segunda
venida de Cristo, Satanás ha quedado eficazmente atado; pero
ahora, al descender la ciudad, la voz de Cristo llama a los impe-
nitentes muertos, y Satanás queda así suelto, y reasume el
dominio sobre aquellos que le han escogido por señor.
Este es el tiempo del cual la Escritura dice: “Los otros
muertos no tornaron a vivir hasta que sean cumplidos mil
años.” Vers. 5. El profeta vió a las huestes de los perdidos
llamados a despertar de su sueño. “El mar dió los muertos que
estaban en él; y la muerte y el infierno (‘el sepulcro,’ margen)
dieron los muertos que estaban en ellos.” Vers. 13.
Así resurgen para el último juicio los súbditos de Satanás.
La resurrección de los injustos de todas las edades es lo que
deja suelto a Satanás. Nuevamente tiene delante de sí su reino,
y vuelve a poner en acción sus engaños y reanuda su lucha
contra Dios. ¡Cuán natural es que Satanás convenza a los
impenitentes de que él los resucitó, y de que sus palabras: “No
moriréis,” pronunciadas al principio eran ciertas! Si son
inmortales, ¿por qué no habrían de vencer a Dios? Satanás
reune a sus ángeles y a las huestes de los impíos, en número
“como la arena del mar” para atacar a la ciudad de Dios.
“¡Cuán vasta multitud! Supera en número
Las olas que se quiebran en las rocas,
Las hojas trémulas del bosque umbrío,
Las estrellas de la celeste bóveda;
La avasalladora hueste aquella,
Cuyo jefe decía a un imperio:
“Cae,” y al otro: “Sube”; cuyas filas
Postreras en la noche envueltas quedan,
Mientras que el alba a la vanguardia llama
Para que se apreste a combatir;
El mundo del gran Jerjes, con sus armas,
El orgulloso jefe del ejército,
Que en Canas enseñó a Roma a ceder,
Las inmortales huestes de Austerlitz,
Las de Jena, Leipzig y Watorloo,
Todos están allí, sin esperanza;
Desfilan sus millones y se pierden
Como una ola ínfima en el mar sin límites.”
Adaptado del “Last Day” (El Ultimo Día),
de Eduardo Young,
358 Nuestro Siglo a la Luz Profética
“Subieron sobre la anchura de la tierra, y circundaron el
campo de los santos, y la ciudad amada.” Vers. 9.
Los Impíos Delante del Tribunal de Dios
Pero al rodear la ciudad las huestes del mal, las detienen la
gloria y majestad de la presencia del Redentor, entronizado
como vencedor eterno sobre el pecado. Aquí precisamente se
deben aplicar las palabras del profeta:
“Vi un gran trono blanco y al que estaba sentado sobre él, de
delante del cual huyó la tierra y el cielo; y no fué hallado el
lugar de ellos. Y vi los muertos, grandes y pequeños, que
estaban delante de Dios; y los libros fueron abiertos: y otro
libro fué abierto, el cual es de la vida; y fueron juzgados los
muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según
sus obras.” Apocalipsis 20: 11, 12.
Durante los mil años, se han revisado en el cielo los regis-
tros, y se han determinado los grados de culpabilidad. Ahora
se ha de pronunciar y ejecutar el juicio. Pero antes, lo anotado
en los libros y la eterna justicia de la ley santa de Dios se
reflejan por el poder divino en la conciencia de todos los
perdidos—“dando testimonio juntamente sus conciencias”
(Romanos 2: 15) de que están sin excusa.
La Destrucción del Pecado
El pecado se ha de borrar ahora del universo de Dios; y los
que han preferido ser identificados con el pecado, perecen con
él. Todo lo que el amor infinito puede hacer, se ha hecho en el
don de Cristo para salvar a los hombres de la transgresión de
la santa ley de Dios. Desechada aquella salvación, nada más
puede ofrecer el cielo. No cabe ya otro sacrificio. “Ya no queda
sacrificio por el pecado.” Hebreos 10: 26.
Luego sigue la última escena del conflicto con el mal:
“Subieron sobre la anchura de la tierra, y circundaron el
campo de los santos, y la ciudad amada: y de Dios descendió
fuego del cielo, y los devoró. Y el diablo que los engañaba, fué
lanzado en el lago de fuego. . .Y el infierno y la muerte fueron
lanzados en el lago de fuego. Esta es la muerte segunda.”
Apocalipsis 20: 9-14.
El Milenario 359
La segunda muerte acaba con el pecado y el autor del pe-
cado, y con la muerte misma. El conflicto termina. La muerte
de Cristo ha eliminado el pecado del universo de Dios.
La Tierra Purificada y Renovada
Los fuegos que consumen a los impenitentes derriten la
tierra y la purifican de todo rastro de la maldición. Ese es el día
del cual Pedro escribió lo siguiente:
“En el cual los cielos siendo encendidos serán deshechos,
y los elementos siendo abrasados, se fundirán.” Pero después
de esta purificación de todos los elementos de esta tierra
maldita por el pecado, la promesa de Dios se cumplirá en la
tierra hecha nueva, como patria eterna de los salvados. Como
lo dice Pedro, después de hablar del día del ardor, “bien que
esperamos cielos nuevos y tierra nueva, según sus promesas,
en los cuales mora la justicia.” 2 Pedro 3: 12, 13.

EL CREPÚSCULO El regreso al redil.


MOISÉS CONTEMPLANDO LA “Bienaventurados los mansos: porque ellos
TIERRA PROMETIDA recibirán la tierra por heredad.” Mateo 5: 5.
EL REGRESO DE LOS ESPÍAS “La tierra por donde pasamos para
reconocerla, es tierra en gran ma-
nera buena.” Números 14: 7.

La Patria de los Salvados


La Tierra de Paz
LA BIBLIA empieza sus anales con un cielo nuevo y una
tierra nueva, que salen perfectos de la mano del Creador, con
el hombre sin pecado y con acceso al árbol de la vida en medio
del paraíso del Edén, del cual fluye un río que reparte sus
vivificadoras aguas por la tierra.
La Biblia termina con un cielo nuevo y una tierra nueva,
en que el hombre, recto y sin pecado, disfruta del derecho al
árbol de la vida, que crece en medio del Edén; con el río de la
vida que fluye del huerto de Dios, claro como cristal.
Entre las dos escenas se extiende el panorama de seis mil
años de conflicto con el pecado. Es la historia de la caída del
hombre, de la pérdida de su hogar edénico, de la maldición que
mancilló la tierra, del pecado, tristeza y muerte que lo cubren
todo.
362 Nuestro Siglo a la Luz Profética

El Restaurador
Mas desde la hora en que la sombra del pecado cayó sobre
la tierra, hubo siempre una luz que brillaba en las tinieblas. En
medio de las ruinas que causara el pecado, se presentaba el
gran Restaurador.
— El relato inspirado ofrece un cuadro verbal de Jesús,
cuando reemplaza él al hombre para recuperar el dominio
perdido:
“No sujetó a los ángeles el mundo venidero, del cual habla-
mos. Testificó empero uno en cierto lugar, diciendo: ¿Qué es
el hombre, que te acuerdas de él? ¿o el hijo del hombre, que le
visitas? Tú le hiciste un poco menor que los ángeles, coro-
nástele de gloria y de honra, y pusístele sobre las obras de tus
manos; todas las cosas sujetaste debajo de sus pies. Porque en
cuanto le sujetó todas las cosas, nada dejó que no sea sujeto a
él; mas aun no vemos que todas las cosas le sean sujetas.
Empero vemos coronado de gloria y de honra, por el padeci-
miento de muerte, a aquel Jesús.” Hebreos 2: 5-9.
Precisamente donde Adán cayó y perdió su dominio sobre la
tierra, vemos a Jesús, el segundo Adán, tomar el lugar del hom-
bre y recuperar la heredad perdida. Esta es la razón por la cual
el cuadro de la nueva tierra y del estado sin pecado del hombre,
descrito en los dos primeros capítulos de la Biblia, se repite en
los últimos dos capítulos, con aun mayor plenitud de gloria. El
plan y propósito originales de Dios serán llevados a cabo, y
esta tierra, renovada, será el hogar eterno de hombres y mujeres
sin pecado, redimidos por la gracia.
Se descubrirá entonces que el pecado no ha frustrado, sino
tan sólo demorado, el propósito de Dios. Y ¿qué son seis mil
años para llevar a cabo el plan divino? En nuestra breve exis-
tencia podemos dividir la historia humana en antigua, media y
moderna; pero en la vida del cielo, mil años son tan sólo como
“una vigilia de la noche,” así que para el cielo estas seis vigilias
son tan sólo una noche de pesar y amante ministerio en rescatar
a los perdidos.
Ha costado todo lo que el cielo tenía para dar. Pero se
hizo el Don infinito, y todo el cielo ha cooperado en la obra,
pues de los ángeles se nos dice: “¿No son todos ellos espíritus
La Patria de los Salvados 363
ministradores, enviados para hacer servicio a favor de los que
han de heredar la salvación?” Hebreos 1: 14, V. M.
La Reconquista del Dominio Perdido
De todos los mundos que resplandecen en los cielos,
proclamando la gloria de Dios, esta tierra es la única que se
perdió. Su luz se apagó en las tinieblas. Anduvo errante lejos
del redil de la perfecta creación de Dios.
Entonces vino el Pastor divino para hallarla y hacerla vol-
ver. Y los ángeles que se regocijaron cuando vieron crearse
esta tierra—“cuando las estrellas todas del alba alababan, y se
regocijaban todos los hijos de Dios,”—se regocijarán de nuevo
cuando el Señor traiga de vuelta los suyos, y esta tierra, redi-
mida de la maldición, brille de nuevo en el universo resplande-
ciente con la perfección de la gloria de Dios.
Cristo no sólo redime a los hombres perdidos, sino que ha
de redimir también esta tierra perdida. “El Hijo del hombre —
dijo él—vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.”
Lucas 19: 10.
Por el pecado, el hombre no sólo perdió su justicia y su
vida, sino también su señorío. Originalmente, el hombre tenía
dominio “en toda la tierra.” Génesis 1: 26. Como dice el
salmista: “Hicístelo enseñorear de las obras de tus manos.”
Salmo 8: 6. Era príncipe y señor de la tierra. Pero cuando cedió
a la tentación de Satanás, entregó aquel dominio al enemigo,
poniéndose bajo el poder de su adversario. Satanás llegó a ser
así el “príncipe de este mundo,” que ejerciera el señorío
quitado al hombre.
Pero por Cristo, este dominio ha de ser restaurado. El
antiguo profeta dijo:
“Tú, oh torre del rebaño, la fortaleza de la hija de Sión
vendrá hasta ti; y el señorío primero, y el reino vendrá a la hija
de Jerusalén.” Miqueas 4: 8.
La Esperanza de la Promesa
La promesa del evangelio de salvación no es sólo de que
obtendremos la vida eterna por la fe, sino de que también
recibiremos herencia eterna de la tierra hecha nueva, en
364 Nuestro Siglo a la Luz Profética
cumplimiento del plan que tenía el Creador cuando hizo a este
mundo para que fuese la patria del hombre. Esta fue la estrella
de esperanza que resplandecía ante Adán y Eva al salir ellos
del Edén y pasar a un mundo moribundo. Era la promesa hecha
a Abrahán, de “que sería heredero del mundo.” Romanos 4: 13.
No se le prometía la tierra en su estado actual, pues el Se-
ñor “no le dió herencia en ella, ni aun para asentar un pie.”
Hechos 7:5. Abrahán no esperaba que la promesa se cumpliera
en esta tierra de pecado, sino en la tierra hecha nueva, redimida
del pecado. La Escritura habla de su esperanza:
“Por fe habitó en la tierra prometida como en tierra ajena,
...porque esperaba ciudad con fundamentos, el artífice y hace-
dor de la cual es Dios.” Hebreos 11: 9, 10.
En la nueva tierra y en la nueva Jerusalén esperaba Abra-
hán, el padre de los fieles, recibir la heredad eterna, prometida
a él y a su simiente. Y allí hallarán su heredad todos los fieles.
“Si vosotros sois de Cristo, ciertamente la simiente de
Abrahán sois, y conforme a la promesa los herederos.” Gálatas
3: 29.
El salmista dijo: “Los mansos heredarán la tierra.” Salmo
37: 11. Cristo lo repitió: “Bienaventurados los mansos: porque
ellos recibirán la tierra por heredad.” Mateo 5: 5.
La Nueva Tierra y la Nueva Jerusalén
Por el profeta Isaías, el Señor describió la nueva creación
de esta tierra, para hacerla morada de los redimidos:
“He aquí que yo crío nuevos cielos y nueva tierra: y de lo
primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento. Mas
os gozaréis y os alegraréis por siglo de siglo en las cosas que
yo crío: porque he aquí que yo crío a Jerusalén alegría, y a su
pueblo gozo. Y alegraréme con Jerusalén, y gozaréme con mi
pueblo; y nunca más se oirán en ella voz de lloro, ni voz de
clamor.” Isa. 65: 17-19.
El profeta no habla de la antigua Jerusalén, sino de la
nueva Jerusalén, que Juan vió bajar, con los santos, del cielo,
desde Dios. La vió descender a la tierra al fin de los mil años,
y vió a los impíos salir de sus sepulcros para el juicio. Luego,
La Patria de los Salvados 365
él vió los fuegos del último día caer sobre los perdidos, consu-
miendo el pecado y los pecadores, y purificando la tierra
misma de todo rastro de la maldición. De este día escribió
Pedro: “En el cual los cielos siendo encendidos serán
deshechos, y los elementos siendo abrasados, se fundirán.”
Pero añade: “Bien que esperamos cielos nuevos y tierra nueva,
según sus promesas, en los cuales mora la justicia.” 2 Pedro 3:
12, 13.
De los disueltos elementos de la tierra y de los cielos at-
mosféricos, el poder del Creador hace surgir nuevos cielos y
nueva tierra, la creación antigua purificada y renovada con-
forme a la perfección del paraíso edénico original. Esto su-
cederá; porque Juan lo vió en visión. “Vi—dice él—un cielo
nuevo, y una tierra nueva: porque el primer cielo y la primera
tierra se fueron.”' Apocalipsis 21: 1.
Vió la ciudad que había bajado del cielo—aquellas
moradas que Cristo fué a preparar—la nueva Jerusalén, la
capital santa del reino eterno de los santos, donde se levanta el
trono mismo de Cristo.
“Oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el taberná-
culo de Dios con los hombres, y morará con ellos; y ellos serán
su pueblo, y el mismo Dios será su Dios con ellos. Y limpiará
Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y la muerte no será más;
y no habrá más llanto, ni clamor, ni dolor: porque las primeras
cosas son pasadas. Y el que estaba sentado en el trono dijo: He
aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe;
porque estas palabras son fieles y verdaderas.” Apocalipsis 21:
3-5.
Sobrepuja a toda comprensión, pero es cierto. Y la vida de
los salvados en su heredad eterna será justamente tan real como
lo es la vida en la tierra actual.
“Edificarán casas, y morarán en ellas; plantarán viñas, y
comerán el fruto de ellas.” “El lobo y el cordero serán apa-
centados juntos, y el león comerá paja como el buey; y a la
serpiente el polvo será su comida. No afligirán, ni harán mal
en todo mi santo monte, dijo Jehová.” Isaías 65: 21,25.
La tierra entera será como el paraíso de Edén plantado por
Dios en el principio. Y de semana en semana y de mes en mes,
LA MORADA ETERNA DE LOS SANTOS “Vi un cielo nuevo, y una tierra nueva:
porque el primer cielo y la primera
tierra se fueron.” Apocalipsis 21: 1.
La Patria de los Salvados 367
los salvados se congregarán para adorar delante del glorioso
trono en la ciudad santa.
“Corno los cielos nuevos y la nueva tierra, que yo hago,
permanecen delante de mí, dice Jehová, así permanecerá vues-
tra simiente y vuestro nombre. Y será que de mes en mes, y de
sábado en sábado, vendrá toda carne a adorar delante de mí,
dijo Jehová.” Isaías 66: 22, 23.
Las Glorias de la Morada Eterna de los Santos
Así como los dos primeros capítulos de la Biblia hablan de
la perfección original de la tierra, así también los dos últimos
capítulos constituyen un salmo de éxtasis sobre las indes-
criptibles glorias de la tierra renovada, con su ciudad de luz de
murallas de jaspe y puertas de perla, el río de la vida que fluye
del trono de Dios, tan claro como el cristal, con el gigantesco
árbol de la vida, que se extiende a ambos lados del río. Y sobre
todo, Jesús mismo, “el Rey en su hermosura,” sin el cual no
habría gloria ni siquiera en aquella gloriosa ciudad, “porque la
claridad de Dios la iluminó, y el Cordero era su lumbrera.”
Después de la belleza y gracia de Cristo nuestro Salvador,
las glorias de este mundo venidero han inspirado los más dul-
ces himnos de esperanza para los anhelosos corazones huma-
nos.
Jerusalén divina, ciudad de los amores
Más puros de los seres que en ti morando están;
Ciudad de los destellos y vividos fulgores,
¡Bendita tú entre todas, morada de Jehová!
Tus muros argentados relumbran divina es,
Alcázares de oro sublimante doquier;
Tus patios engalanan guirnaldas celestiales,
Tus puertas, doce perlas la gloria dejan ver.
Arcángeles purísimos, querubes coronados,
Con alas de oro hienden tu esfera de cristal;
Tus calles de esmeralda, tus atrios festonados,
En triunfo coros de ángeles recorren sin cesar.
Feliz tu paraíso difunde los olores,
Del árbol de la vida que en medio de él se ve;
Sus linfas diamantinas, tu río, con esplendores,
Corona de brillantes de azul y rosicler.
EL MAESTRO A LA PUERTA He aquí, yo estoy a la puerta y llamo:
si alguno oyere mi voz y abriere la
puerta, entraré a él, y cenaré con él, y
él conmigo.” Apocalipsis 3: 20.
La Patria de los Salvados 369
En ti los santos miran radiante de hermosura,
Bajo un dosel de estrellas en su sitial de luz,
Glorioso, bello, riente, amado con ternura,
Al sol del mismo cielo al Mártir de la cruz.
Luis G. Prieto.
Antes, como está escrito: Cosas que ojo no vió, ni oreja
oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que ha Dios
preparado para aquellos que le aman.”
Durante todos los siglos, los hijos de la promesa han pere-
grinado hacia la ciudad que tiene fundamentos, cuyo artífice y
hacedor es Dios, y se han confesado peregrinos y advenedizos
en este mundo actual. A medida que han proseguido en el
camino de la justicia—que es a menudo una senda de
espinas— han tenido ante su vista la resplandeciente ciudad.
Han descendido al sepulcro con la mirada moribunda fija en
“aquel día” cuando Jesús vendrá a buscar a su pueblo para
llevarlo a la nueva Jerusalén, que él está preparando en el cielo.
La carrera de la tierra está ya casi terminada. Falta tan sólo
un corto trecho para llegar a la ciudad santa, donde, clara como
el cristal, fluye el agua de la vida de en medio del trono. El
agua de la vida está allí en realidad, pues el Señor se la mostró
al profeta Juan en visión, para que él nos dijera que la vió. “Yo
Juan vi la santa ciudad—dice él;—“después me mostró un río
limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal.”
Apocalipsis 21: 2; 22: 1.
Cristo invita a todos a participar de la heredad eterna,
dando seguridad de su poder de salvar hasta lo sumo a todos
los que se alleguen a Dios por él. Él está llamando a la puerta
de todo corazón, pidiendo que se le admita, a fin de que pueda
quitar todo pecado y preparar el alma para la patria celestial.
Y las glorias de la santa ciudad nos invitan a ir:
“Y el Espíritu y la esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga:
Ven. Y el que tiene sed, venga: y el que quiere, tome del agua
de la vida de balde.” Apocalipsis 22: 17.
“El que da testimonio de estas cosas, dice:
Cierta/mente, vengo en breve. Amén,
sea así. Ven, Señor Jesús.”
Índice
− Abrahán, parábola del rico y Lázaro…………. 284 − Astronomía, Chambers: de la caída de las
− Adolfo, del estudió de la profecía……………. 305 estrellas …………………………………………… 102
− Adventista, Bates como sostenedor del − Aumento del conocimiento, ……………… 306-317
mensaje……………………………………………. 244 − Autoridad papal, señal de la, ……………………251
− Adventistas del séptimo día, su origen…243, 244
− Avebury (lord): de la guerra, ………………….... 112
− Agentes satánicos en operación………… 341-343
sir Eduardo Grey acerca de los ……………... 342
− Alejandra, reina de Inglaterra, acerca de los − Babilonia, asolamiento de ……………………. 33-37
aprestos bélicos ………………………………… 338 descripción de, por Apolonio…………………. 35
− Alejandría, los libros sagrados de los judíos en en la profecía y en la historia ………….... 119, 120
la biblioteca de …………………………… ……. 187 Estrabón acerca de ……………………………. 35
− Alejandro. Apiano: del imperio de ……… 121, 122 "La Enciclopedia del Islam,” acerca de, ……. 87
Arriano: de la grandeza de……………………. 45 Layard: del asolamiento de, ………………… 36
Justin: de …………………………………………207 profecía concerniente a …………………… 41-43
Lucano: de ………………………………………. 46 profecía de, confirmada por la historia… 43, 44
Plutarco: de las conquistas de ……………. 121
primer rey de Grecia ……………………………207 − Bacon, Francisco: del aumento del conocimiento,
Rawlinson: del dominio de …………... 324, 325 ………………………………………………………. 307
− Alma, inmortalidad del ........................................ 275 − Ball, sir Roberto: de la caída de las estrellas …100
− "Alma viviente”, comentarios sobre el … 282, 283 − Bampfield, murió en la cárcel por ser observador
el Dr. Clarke acerca del …………………………. 283 del sábado, …………………………………………179
− "Alma” y "espíritu”, uso que hacen las Escrituras − Barnes, Dr. Alberto: de la división de Grecia …122
de …………………………………………………… 283
− Bates, como observador del sábado, 244
− Amonestación de la hora del juicio, Bengelio Baudrillart: de la persecución papal ..............151
acerca de la …………………………………. 248, 249
− Ángeles custodios …………………………. 300, 301 − Bautismo, acto recordativo de la resurrección
en las cortes reales ……………………. 299, 300 …………………………………………………. 199, 202
mensajeros de Dios, …………………………… 297 Calvino: del significado de la palabra ……… 201
mensajeros de libramiento, …………………...300 condiciones necesarias para el………... 199, 200
rodean el trono de Dios …………………. 296, 297 deán Stanley: de la manera del ……………... 202
su ministerio, ……………………………… 295-301 de Jesús, tiempo del ……………………... 230, 231
− Años, los 1260, de la profecía de Daniel …131-137 de los párvulos, deán Stanley acerca del … 202
− Aparición de Cristo, .........................................57-59 forma de administrar el, …………………. 200-203
− Apiano: del imperio de Alejandro …………121, 122 Lutero: del significado de la palabra, ………. 201
− Apolonio: descripción de Babilonia …………… 35 Neandro: de la manera del ……………………. 201
para los creyentes ………………………………200
− Apostasía de los postreros tiempos, Daniel VIII
………………………………………………………. 248 Pullus: de la manera del ……………………… 202
− Apedreamiento de Esteban ................................ 233 − Bautistas del séptimo día, en América … 179, 180
− Arrianas, potencias, desarraigadas por Belisario − Bautistas, sabatistas, …………………………… 179
…………………………………………………...133,134 − Belisario, potencias arrianas derribadas por ...134
− Arriano: de la grandeza de Alejandro, ............... 45 − Bellarmine: de las grandes palabras del cuerno
− Arrianos, reinos, arrancados …………………. 129 pequeño …………………………………………… 147
− Armagedón, el preludio del ……………………. 344 − Bemont y Monod, "La Europa Medioeval”, ... 137
"Everybody’s Magazine” ……………………… 339
la "Contemporary Review” …………………… 339 − Bengelio: de la amonestación de la hora del juicio,
lo que sigue al, …………………………... 347, 348 ………………………………………………… 248, 249
lord Rosebery acerca del, ……………………. 339 − Beroso: de las hazañas de Nabucodonosor, …120
lucha final de los imperios ……………… 337-349
o monte de Megiddo, Carmack acerca del … 344 − Berthier, Rickaby: de la entrada en Roma de, ...141
predicho en la profecía, …………………. 346,347 − Besant, Sra. Annie: del espiritismo del Oriente
− Armamento de las naciones ……………... 106,107 ………………………………………………………. 273
− Artajerjes, fecha del decreto de, para reedificar a − Bestia, la cuarta, de Daniel VII, …………. 126-129
Jerusalén……………………………………………223
fecha de su reinado ……………………… 225-227 − Bestias, los imperios representados por…… 118
− Asertos, papales, de la encíclica de León XIII…149 − Biblia. Cristo es su tema central, ………………. 24
− Asolamiento de Babilonia ................................... 33 dada al mundo, Faber acerca de la, ………… 308

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372 Nuestro Siglo a la Luz Profética
Dr. Harris acerca de la, …………………………. 22 − Conflicto entre Cristo y Satanás, ……………... 257
Erasmo acerca de la .... …………………………. 22 la tierra el campo de batalla del, ……………. 259
experiencia de Spurgeon con la, ……………… 16 − Connecticut, el Día Obscuro en la legislatura de… 90
agente del nuevo nacimiento …………………. 17 − Conocimiento, aumento del ……………………. 306
Dios es su Autor ………………………………... 16 Francisco Bacon: del aumento del …………. 307
el Libro que habla ………………………………. 15 Lorimer: del aumento del ……………………. 307
el pan de vida ……………………………………. 20 − Conroy: de la soberanía temporal de los papas
escudo del cristiano ……………………………. 20 ………………………………………………………. 129
fuente de toda doctrina, ………………………. 22 − Constantino, ley dominical de …………………. 170
habla a nuestra época …………………………. 15 − "Contemporary Review:” del Armagedón ....... 339
nuestra seguridad y defensa, .......................... 19 del despertamiento del Oriente, ………. 343, 344
palabra que crea …………………………………. 16 − "Conversaciones”: de la observancia del
palabra que obra, dentro del corazón ………. 17 domingo …………………………………………… 251
palabra viviente, …………………………………. 17 − "Conybeare y Howson: del sábado, …………. 165
para toda la humanidad, ………………………. 23 − "Correrán de aquí para allá”, Wright: del
y la tradición ........................................... 251, 252 significado de ,................................................. 311
− Bíblicas, organización de sociedades .............. 308 − Cristo, el dominio perdido redimido por .......... 363
− Biddolf y las lecciones del terremoto de Lisboa 82 el restaurador …………………………………… 362
− Blunt: del destino de los turcos ………………. 333 gloriosa aparición de ………………………. 57-59
− Bogue: de la persecución a causa de la muerte de …………………………………………231
observancia del sábado, ………………………. 179 obra final de, en el cielo …………………. 215, 216
− Bosquejo profético de la historia del mundo 41-49 segunda venida de ……………………. 51-63, 352
− Bower: de la observancia del sábado ............ ...174 tema central de la Biblia ………………………. 24
− Brerewood: del sábado en los primeros siglos 173 y Satanás, conflicto entre ……………… 257-263
− Britten, Sra. Emma: del espiritismo, ................. 271 − Cristos falsos,....................................................... 74
− Brock: de la extensión del movimiento adventista − Croly: de Justiniano como fundador de la
………………………………………………………. 241 supremacía papal, ............................................. 133
− Bruce: del asolamiento de Tiro ........................... 32 − Cuerno pequeño, el,............................................ 208
− Bury: de las hazañas de Justiniano, …………. 132 Bellarmine: de las grandes palabras del …… 147
Elliott: de las grandes palabras del …………. 147
− Caída de las estrellas ........................................... 93 en la profecía y en la historia, ………………… 127
y el cuarto reino …………………………. 126, 127
señal para el mundo, ……………………………. 99
obra del ……………………………………. 145-147
− Calamy: de Bampfield como sabatista ............. 179 período de supremacía del ……………………145
− Calvino: del significado de la palabra "bautismo”, tiempo del nacimiento del ……………………. 145
............................................................................... 201 − Cuestión de Oriente, la, …………………… 321-335
− Cambio del sábado, ..................................... 153-167 Finn: de Jerusalén como centro de la, ……… 346
− Canon de Tolomeo, Lindsay: del ……………… 225 Maspero acerca de la …………………………. 322
− Carlos I: de la observancia del sábado............. 177 su relación con el fin del mundo ………. 333,334
− Carmack: del Armagedón o monte Megiddo, .. 344
− Cuneiforme, escritura, ........................................ 312
− Castigo eterno, ............................................ 289-293
− Custodios, ángeles, ............................................ 300
− Catecismo de la Doctrina: del cambio del sábado − Chambers: de la caída de las estrellas ………. 102
............................................................................... 156 del sábado en Inglaterra ……………………… 177
del poder de la iglesia, ………………………… 252
− China abierta al evangelio ……………………… 309
− Ciro, Jenofonte acerca de .................................. 206 − "Church Missionary Review”: de la guerra como
Rawlinson: de las conquistas de, …………. 121 señal del fin, …………………………………. 342, 343
− Clarke, Dr. Adán: del "alma viviente”, .............. 283
− Clerke: de la majestad de la caída de las estrellas, − Dale: del carácter no sagrado del domingo … 166
............................................................................... 102 − Daniel, apertura del libro de ……………………. 304
de la lluvia de estrellas de 1833, ……………… 95 profecía del cap. ………………………………41-49
profecía del cap. VII, ................................ 117-129
− Comte, M.: de la pasión por el placer ………… 109
profecía del capítulo VIII, ......................... 205-211
− Condesa de Huntingdon, obra cristiana de la, . 62
profecía de los 1260 años, ……................131, 132
− Condiciones actuales, significado de las...105-115
visión de las grandes bestias, ………………. 118
Índice 373
− Delaire, (Juana de): de la teosofía y espiritismo, − Epítome de la Doctrina Cristiana”: del cambio del
…………………………………………………. 272,273 sábado, ……………………………………… 155, 156
− Desafío de Dios a los sistemas religiosos falsos, − Erasmo: de la Biblia ………………………………. 22
………………………………………………………… 27 − Espiritismo, agentes satánicos del, ……………271
− Descanso del primer día, ………………… 164-166 amonestaciones contra el, …………………… 267
− Descontento, F. T Martin: del aumento del ...... 112 antiguo y moderno ………………………. 265-273
− Destrucción de los impíos, ……………...... 60, 353 del Oriente, enseñado por la Sra. de Besant, 273
− Día antitípico de las expiaciones…236, 237, 240, 241 culminación del engaño, ……………………… 272
− Día Obscuro, anales contemporáneos del …88, 89 puesto a prueba por Greeley, ………………... 269
el Dr. Samuel Stearns acerca del ………… 89,90 los muertos no son sus agentes, ………….... 271
en Nueva Inglaterra, Williams acerca de ello…86 moderno, Prof. Wallace acerca del, …. 265, 268
“Gazette” de Boston acerca del, ...................... 88 tuvo su origen en la familia Fox, ……………. 269
“Independent Chronicle” acerca del …… 88, 89 primera declaración del ………………… 265-267
profecía cumplida ………………………………. 85 Sra. de Underhill: del progreso del …………. 269
su causa desconocida, …………………………. 87 y teosofía, Sra. Juana de Delaire acerca del, 272, 273
su efecto sobre la legislatura de Connecticut, 90
Timoteo Dwight acerca del ……………………. 90 − “Espíritu” y “alma”, empleo bíblico de las
Webster acerca del, ……………………………. 87 palabras, ……………………………………………283
Whittier acerca del ………………… 86, 87, 90, 91 − Espíritu, se declara que la muerte no tiene poder
sobre él, ............................................................. 269
− “Diccionario de las Antigüedades Cristianas:” del
− Espíritus ministradores, los ángeles como …. 295
cambio del sábado, ............................................. 167
− Diez cuernos de la bestia, Daniel VII ………… 127 − Esquilo: de Medo-Persia, ................................... 121
− Diez reinos, Daniel II .........................................46-48 del ejército de Jerjes, …………………………. 323
− Diez vírgenes, parábola de las, …………. 348, 349 − Estatua de Daniel II ............................................. 118
− Doctrina, la Biblia, fuente de la, …....................... 22 − Este mismo Jesús, ........................................... 54-56
− Domingo, “Catecismo de la Doctrina”: de su − Esteban, apedreamiento de, .............................. 233
observancia ……………………………………… 252 − Estrabón: del asolamiento de Babilonia ……… 35
antes de Constantino …………………………. 169 del poder de los romanos, ……………………… 46
día del sol, el deán Stanley acerca del, …… 170 − Estrellas, Clerke: de la majestad de la caída de las 102
deán Stanley: de la colecta del, ……………… 166 Flammarión: de la densidad de la lluvia de… 95
Neandro: de la colecta del …………………… 166
fugaces, Olmsted: de las ……………………… 95
no es de Dios el descanso en …………………165
Humboldt: de otras caídas de, ....................... 100
no sagrado, Dale acerca del …………………. 166
Humphreys: de la caída ………………………. 96
Segur: de su observancia por los protestantes,
………………………………………………………251 “Journal of Commerce”: de la caída ………… 97
señal de la autoridad papal, ………….... 252, 156 la caída ………………………………………. 93-102
señal del paganismo, Hiscox acerca del ……170 descrita por Jessup, …………………………… 100
señal para todo el mundo ……………………… 99
− Dominical (ley), de Constantino, ……………… 170
Milner: de la impresión causada, ……………… 99
Webster: de esa ley ……………………………. 170
obra de Chambers acerca de la caída, ……… 102
− Dominio perdido, reconquista del, ……………. 363 Olmsted: del esplendor de la caída ………… 97
− Dos mil trescientos años, de Daniel VIII ………219 Prof. Langley: de la caída ……………………. 101
profecía cumplida ………………………… 229-237 sir Roberto Ball: de la caída …………………. 100
terminación de los ………………………………233
Tomás Milner: de la caída, ……………………. 94
diagrama de los ………………………………… 220
Twining: de la naturaleza de la caída, ………. 96
− Dos resurrecciones, las ...................................... 288
− Eterno, castigo ............................................ 289-293
Dwight: del Día Obscuro, ………………………. 90
fuego, …………………………………. 292, 293
− Edad Media, Finlay: del principio de la historia de − Estudio de la profecía, sir Isaac Newton acerca del
la ……………………………………………… 134, 135 ………………………………………………………. 304
− Elliot: de las grandes palabras del cuerno − Éufrates secado .................................................. 332
pequeño, ............................................................... 147 − Europa moderna, los reinos de la, …………. 47-49
− Enciclopedia Británica: de Palestina como campo − Evangelio, agentes para la obra del, …………. 311
de batalla, ……………………………………. 325, 326 a los gentiles ……………………………… 233-235
− Enciclopedia del Islam: de Babilonia, ………… 37 amonestación solemne de su mensaje…248, 249

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374 Nuestro Siglo a la Luz Profética
China abierta al, …………………………………809 profecía e historia, ……………….... 121, 208, 324
Dr. Pierson: de las puertas abiertas al, ...309, 310 profecía que la concierne en Dan. II …………. 45
el telégrafo empleado en llevarlo, ……………318 − Greeley, el espiritismo puesto a prueba por …269
eterno, ……………………………………………. 248 − Grey, sir Eduardo: de los agentes satánicos, . 342
la imprenta como agente del, ………………. 318 − Guerra, como señal del fin, “Church Missionary
para nuestra época, ………………………247, 248 Review” ……………………………………… 342, 343
por todo el mundo, ……………………………. 309 la reina Alejandra: de la preparación para la, 338
− "Everybody’s Magazine”; del Armagedón, ...... 339 lord Avebury: del dios de la, …………………. 112
marqués de Salisbury: de la preparación para la
− Expiación, día antitípico de, ………… 236, 240, 241
…………………………………………………… 342
“Nineteenth Century and After," …………. 339
− Faber, G. S.: de la Biblia dada al mundo, ......... 308
− Falerio, insta al rey a conseguir los libros − Gutenberg, primeros tipos de, …………………. 314
sagrados de los judíos, ………………………. 187
− Hales: de la autenticidad del canon de Tolomeo,
− Falsos cristos, ............................... ..................... . 74
………………………………………………………. 225
− Farrar: de la profecía cumplida, ……………….... 37
− Harris: de la Biblia ................................................ 22
− Fe, la justificación por la, …………………. 191-197 − Hastings: del valle de Hinnom, ......................... 293
− Ferraris: de los títulos asumidos por el papa, . 149 − “Hearst’s Magazine”, del aumento del
− Ferrocarriles, Wallace acerca de la construcción descontento, ....................................................... 112
de, ……………………………………………………313 − Herejías, orden papal contra las, ..................... 150
− Fin de los injustos, ..................................... 287-293 − Heródoto: de la doctrina de la inmortalidad, .. 291
− Fin, tiempo del, ............................................ 303-319 de Pitio el lidio, …………………………………. 323
− Finlay: del principio de la historia de la Edad − Higuera, parábola de la, ……………………….... 115
Media ………………………………………… 134, 135 − Hinnom, valle de .................................................. 293
de los cambios rápidos del siglo VI, …………132 − Hipólito: del poderío de Roma, .......................... 47
− Firth: de la caída del imperio otomano, ........... 343 de la profecía de Roma cumplida, …………...126
− Flammarión: de la densidad de la lluvia de − Hiscox: del cambio del sábado ………………… 167
estrellas, ……………………………………………. 95 del domingo como marca del paganismo, …170
− "Fortnightly Review”: de la posición de Turquía, − Historia, la profecía confirmada por la, ........ 35-37
............................................................................... 334 − Hobbs, profesor: del terremoto de Lisboa, …… 79
− Fox, familia, origen del espiritismo moderno, . 269 − Holtzman: de la Biblia y la tradición, ................ 252
− Francia, decreto de, para abolir la religión ...... 140 − Hombre, naturaleza del, y su estado en la muerte
− Fuego, eterno, ……………………………… 292, 293 …………………………………………………. 275-285
lago de, …………………………………………... 290 − Horacio: del poder de Roma ……………………. 208
que no se apagará, ………………………. 292, 293 − Hughes: del papel de Jerusalén en la parte final
de la historia....................................................... 330
− Hugonotes, Kurtz: de la persecución de los, ... 76
− "Gazette and Country Journal”: del Día Obscuro,
− Humboldt: de otras lluvias de estrellas, .......... 100
………………………………………………………… 88
− Humphreys: de la apariencia de las estrellas
− Gehenna, valle cercano a Jerusalén, ................ 293 fugaces .................................................................. 96
− Gentiles, el evangelio llevado a los, ……. 233-235 − Hutton: de la abolición de la religión en Francia
− Gibbon: de la lucha por Italia ............................. 134 ………………………………………………………. 140
del imperio romano ……………………………. 208
del poderío de Roma, …………………………… 46 − Imagen del papado .............................................. 251
del sitio de Nínive ………………………………. 31 − Imperio romano, dividido, ........................... 47, 127
− Godos, derrota de los, ........................................ 134 Gibbon acerca del, ………………………. 208, 209
− Goldasto, acerca de los observadores del sábado − Imperios universales, cuatro grandes, ..... 117-129
en los valles alpinos ............................................ 175 − Impíos los, ante el tribunal de Dios, …………… 358
− Gran conflicto, la tierra, campo de batalla del, 259 destrucción de los ………………………… 60, 353
− Grecia, Alejandro, primer rey de, ……………. 207 destrucción final de los, ………………… 356-359
conquistas bajo Alejandro, ………….... 121, 122 fin de los, ……………………………………287-298
división, …………………………………………. 208 resurrección de los …………………………… 62
Dr. Alberto Barnes: de la división, …………. 122 − Imprenta, los primeros tipos de Gutenberg .... 314

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Índice 375
Lutero: del arte de la ……………………………318 su decreto en 533 de J. C., …………………… 133
− "Independent Chronicle”: del Día Obscuro …. 88, 89 − Justos, con Cristo mil años …………………. 61, 62
− Inmortalidad, cuándo se concede, …………. 279 llevados al cielo, ………………………………. 353
del alma ……………………………………. 275-285 su traslación, ………………………………… 59-61
Dios solo tiene …………………………………. 282
doctrina de la, ……………………………………291 − Keyser: de la observancia del sábado en Noruega
Heródoto: de la doctrina de la, ………………. 291 ............................................................................... 175
el don de Dios, ……………………………. 275, 282 − Killen: del cambio del sábado ………………… 169
− Ising, visita de, al sitio del palacio de − Kurtz: de la persecución de los hugonotes 75, 76
Nabucodonosor .................................................... 37
− Italia, Gibbon: de la lucha por, ………………... 134 − Ladrón (el) en la cruz .......................................... 283
− Lago de fuego, el, ....................................... 289, 290
− Jenofonte: de Ciro ………………………………. 206 − Lamartine: de la Revolución francesa .............. 140
− Jerjes, Esquilo: del ejército de, ........................ 323 − Lang: del sábado en Escocia, …………………. 175
− Jeroglíficos del "Canto del Buey,” ……………. 312 − Langley: de la caída de las estrellas, …………. 101
− Jerusalén, capital del rey del norte …………… 328 − Laodicea, concilio de: de la observancia del
corazón de la cuestión de Oriente, Finn acerca sábado, ................................................................ 174
de ………………………………………………… 346 − Layard: del asolamiento de Babilonia …………. 36
decreto de Artajerjes para reedificar a … 222-225 − Lázaro, parábola del rico y, ………………. 284, 285
destrucción del templo de ……………………. 69 − Lecky: de la persecución papal, …………….... 150
fecha del edicto para reedificar a ………222, 228 − León XIII, encíclica de ......................................... 149
Hughes: del papel de, en la parte final de la
− Leonard, Dr.: de la actividad misionera … 307, 308
historia …………………………………………… 330
− Ley de Dios, la ……………………………… 182-189
los muslimes se vuelven hacia, ……………. 328
cambiada por el papado, Melanchton, ………153
señales de la destrucción inminente de … 67-69
su carácter, ……………………………………… 183
últimos días de …………………………………. 66
su relación con la justificación, ………… 191-193
− Jessup: de la caída de las estrellas, …………. 100 dada con la propia voz de Dios, ……………... 186
− Jesús, el restaurador, ......................................... 362 dada de nuevo en el Sinaí, …………….... 185,186
tiempo del bautismo de, ……………………… 230 existió desde el. principio, …………….... 184,185
− José, profecía cumplida para ............................ 28 no puede cambiar, ………………………………153
− Josefo: de la destrucción del templo …………. 70 norma de justicia ………………………… 187, 188
− Judíos, Ridpath: del fanatismo de los ………… 67 norma en el juicio, ……………………………… 189
− Juicio, Bengelio: de la amonestación de la hora su oficio, …………………………………… 183, 184
del ……………………………………………. 248, 249 sólo uno es su Dador, …………………………. 188
de Dios, su hora …………………………….... 235
− "Library of Christian Doctrine”; del cambio del
ejecutivo, ……………………………………261-263
sábado ………………………………………. 154, 155
investigador, su tiempo, ………………… 235-237
− Lindsay: del canon de Tolomeo, ………………. 225
Juan Wesley: del mensaje de la hora del, … 249
la ley de Dios como norma de él, …………… 189 − Lisboa, el terremoto de, hace reflexionar al
mensaje de la hora del …………………...247-255 mundo ………………………………………………. 80
muchos testigos anuncian la hora del …240, 241 extensión del terremoto de, …………………… 80
obra de Cristo en el santuario, …………. 215-217 Prof. Hobbs: del terremoto de, ………………... 79
sobre Satanás ……………………………. 261-263 J. Biddolf: de las lecciones del terremoto de…82
su mensaje en 1844, …………………………... 239 J. Parton: del terremoto de ……………………. 80
su mensaje es un llamamiento a lealtad, …. 249 reconocido como señal, el terremoto de …… 81
Voltaire: del terremoto de, ……………………. 80
− Jurieu: de la caída del papado, ………………... 141
− Justicia (la) es el don de Cristo, ………… 193, 194 − Lorimer: del aumento del conocimiento .......... 307
la ley de Dios es su norma, …………………. 187 − Lucano: de Alejandro, ......................................... 46
y justificación, ……………………………. 194-197 de la grandeza de Roma ……………………… 208
− Justificación, lo que es la, ……………… 195-197 − Lucifer, el portaluz, ............................................. 258
no por las obras, …………………………. 191, 192 − Lutero: del significado de la palabra "bautismo”,
por la fe, ………………………………………… 191 ………………………………………………………. 201
y justicia, ………………………………………… 194 del uso de la imprenta …………………………. 318
− Justin: de Alejandro, ........................................... 207
− Justiniano: Bury de las hazañas de, ………… 132 − MacFarlane: del fin próximo de los turcos, ..... 333
como fuente del poder papal, Croly ………… 133 − Mahaífy: de los reinos del norte y del sur........ 325

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376 Nuestro Siglo a la Luz Profética
− Mal, origen del, ............................................ 257-263 − Movimiento adventista, Brock acerca del, ....... 241
− Mandamientos, los diez, ..................................... 182 de 1844 …………………………………………… 240
− Manera de la venida de Cristo, …………………. 53 − Movimiento misionero, aumento de la actividad
− Manning, cardenal: del poder de Roma ………125 del ……………………………………………………113
− Máquina de imprimir (la), un agente del evangelio señal de la venida de Cristo …………………. 113
............................................................................... 318 − Muerte, estado del hombre en la …… 275, 280-282
ilustraciones de la ………………………...315, 316 − Muertos, justos, devueltos a la vida …………… 59
− Marca, o señal, Potter: del empleo de una, 249, 250 no son agentes del espiritismo, .................... 271
de la autoridad papal ……………………. 251-253 sueño de los ……………………………… 280-282
− Martin: del aumento del descontento, .............. 112 − Mundial, un movimiento de extensión ..... 239-245
− Maspero: de la cuestión de Oriente, …………. 322 − Muslimes, Jerusalén como capital de los, ....... 330
− Mateo 24, profecía de .......................................65-77 − Myers: de la historia de Grecia ………………… 208
− Mears, Dr.: de las condiciones después de Cristo,
………………………………………………………… 67 − Nabucodonosor, anales de piedra de, ………… 43
Beroso: de sus hazañas ……………………… 120
− Medioeval, Europa, por Bemont y Monod ……137
Ising: de su palacio ……………………………. 37
− Medo-Persia en la profecía y la historia 120, 121, 206 su sueño, ………………………………………41-43
− Medo-Persia, Esquilo acerca de, …………….... 121
en la profecía de Daniel II ……………………… 44 − Nacimiento nuevo, la Biblia agente del, ............ 17
− Naciones, ira de las............................................. 107
− Megiddo, o Armagedón, Carmack acerca de ... 344 − Neandro: de la forma de bautizar, ……………. 201
− Melanchton: del cambio de la ley por el papado, de las colectas del primer día, ………………. 166
....................................................................... 153, 154 − Newcomb: de la caída de las estrellas .............. 95
− Mensaje de la hora del juicio, ……………. 247-255 − Newman, el cardenal: de los ritos sacados del
del primer ángel, ………………………………. 239 paganismo ………………………………………… 169
− Mensajeros de libramiento, los ángeles como 300 − Newton, sir Isaac: del estudio de la profecía 304, 305
− Mesías, pacto confirmado por el, ………… 231-235 − Nigromancia, amonestaciones divinas contra la,
tiempo de su bautismo ………………………. 230 ………………………………………………………. 267
− Miguel, levantamiento de, ………………………. 327 − “Nineteenth Century and After”: de la preparación
− Mil años, diagrama de los, ……………………… 350 para la guerra, ………………………………. 339, 341
fin de los, ………………………………………… 289 del nuevo espíritu del Oriente, …………….... 344
los justos con Cristo …………………………61, 62 − Nínive, el testimonio de ....................................... 29
− Mil doscientos sesenta años, ……………. 131-137 Gibbon: del sitio de, ……………………………. 31
su fin, ……………………………………………. 139 Rawlinson, ……………………………………… 29
− Nuestra época, el evangelio para, …………… 247
− Mil ochocientos cuarenta y cuatro, movimiento
− Nueva Jerusalén, la,.................................... 364-367
adventista de, ……………………………... 240-244
su descenso, …………………………………. 356
− Milenario, el, ................................................ 351-359
acontecimientos del fin del …………………. 356
acontecimientos del principio ……………… 352 − Obispo de Roma como cabeza de la iglesia,
Justiniano acerca del, …………………………... 133
acontecimientos en el cielo durante el, …… 354
− Obra cristiana de la condesa de Huntingdon … 62
acontecimientos en la tierra durante el, ……. 355
− Obscurecimiento del sol ..................................... 85
diagrama del, …………………………………… 350 − Olmsted: del brillo de la caída de las estrellas 97
− Milner: de la caída de las estrellas, .................... 94 de las estrellas fugaces, ………………………. 95
− Milton: de la observancia del sábado, …... 177, 178 − Orgullo (el), causa de la caída de Satanás, ..... 258
− Misionera, Dr. Leonard: de la actividad … 307, 308 − Oriente, despertar del ......................................... 344
− Misioneros, adelantos, del siglo, ……………... 113 “Nineteenth Century and After”: del nuevo
− Misiones, Dr. Pierson: de las puertas abiertas espíritu del, ……………………………………… 344
para las ………………………………………. 309, 310 − Origen del mal ............................................. 257-263
puertas abiertas para las, ……………………. 309 − Otomana, Firth: de la caída de la potencia, ..... 343
− Monarquías universales, las cuatro, …………. 117 − Otomano, imperio ............................................... 326
− Monod, Bemot y, “Europa Medioeval,”............. 137
− Mortal, el estado natural del hombre es ........... 276 − Pacto, confirmando el ........................................ 231
− Mortalidad es universal, la ………………………277 − Paga del pecado, ................................................. 289
− Motley, acerca de la persecución en los Países − Paganismo, el cardenal Newman: de los ritos
Bajos, .................................................................... 150 sacados del ………………………………………. 169

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Índice 377
− Países Bajos, Motley: de la persecución en los, obra de la potencia, …………………………… 250
………………………………………………………. 150 principio de la supremacía …………………. 132
reconocimiento oficial de la supremacía, … 132
− Palabra profética, testimonio de la historia acerca
− Papales, “Western Watchman”: de las
de la, ………………………………………………37-39
persecuciones ..................................................... 150
− Palabra que crea, la .............................................. 16 − "Para siempre jamás”, significado de .............. 291
− Palabra, véase Biblia ……………………………… 17 − Parábola de la higuera, ....................................... 115
− Palestina como campo de batalla. Enciclopedia de las diez vírgenes ……………………. 348, 349
del rico y Lázaro, ………………………. 284, 285
Británica acerca de …………………………325, 326
como centro de tempestad política …………. 345 − Parton: del terremoto de Lisboa......................... 80
− Párvulos, deán Stanley: del bautismo de los …202
como centro de tempestad religiosa, − Patria de los salvados, ............................... 361-369
“Spectator” acerca de …………………………345 − Paz, profecías de, ………………………………… 337
− Pan de vida, la Biblia como ……………………… 20 y seguridad ……………………………………… 107
− Papa, Ferraría: de los títulos asumidos por el . 149 − Pecado, fin del, .................................................... 358
origen del, ………………………………………. 257
Gregorio: de la observancia del sábado ……174 paga del …………………………………………. 289
Inocente II, sus órdenes de destruir las herejías − Persecución, bajo el papado, ……………. 149-153
…………………………………………………… 149 después de la muerte de Cristo, ……………. .233
León XIII, encíclica del …………………………149 en el tiempo del fin, ……………………………. 73
León XIII: del poder del papado, ……………. 149 en los Países Bajos, Motley: de la …………. 150
las señales del fin siguen a la, ……………. 73-75
llevado prisionero, José Rickaby acerca del..141 por la observancia del sábado, ………………. 178
Vigilio, Schaff: de la fecha del reinado del …137 − Persecuciones papales, "Western Watchman”: de
− Papas, Conroy: del poder temporal de los ....... 129 las ……………………………………………...150, 151
declarados santos, ……………………………. 137 − Persia, nacimiento y caída de, ……………. 322-324
− Pierson, Dr., acerca de las puertas abiertas al
no más declarados santos …………………… 137
evangelio ……………………………………. 309, 310
un nuevo orden de, …………………………… 135 − Pitio el lidio, Heródoto acerca de, ……………...323
− Papado, cambio de los tiempos y leyes por el, 151, 153 − Placer, la pasión por el, señal de la venida de
Cristo ……………………………………………… 109
Canónigo Trevor: de la extinción del, ……… 142
− Plutarco: de Alejandro, ........................................ 45
contraparte del cuerno pequeño ……… 145, 147 de las conquistas de Alejandro, ………. 121, 122
derribó reinos arrianos, ………………………. 129 − Poder creador de la Palabra, ……………………. 16
Elliot: de las grandes palabras del, ………… 147 − Política, agitación, ....................................... 106, 107
fin de la supremacía del ………………………. 139 − Polibio: del dominio de Roma, ………………... 208
Francia hiere al ………………………………. 140 − Potter: del uso de una marca o señal, ………. 249
− Príncipe de Tiro, ............................................... ...258
Imagen al, …………………………………………251 − Profecía, concerniente a Babilonia, ………. 33, 41
Jurieu: de la caída del ……………………140, 111 cumplida para José ……………………………. 28
Lecky: de la persecución por el, ……………. 150 de Daniel, abierta, ……………………………. 304
León XIII: del poder del, ………………………. 149 de Daniel VII ………………………………. 117-129
de Daniel VIII ………………………………. 205-211
Melanchton: de la ley cambiada por el …153, 154 del aumento de conocimiento ………………. 306
sus órdenes para destruir la herejía, ………. 150 del juicio, Apocalipsis XIV, …………………… 239
potencia perseguidora, ………………………. 137 de los 2300 días cumplida, ……………... 229-237
sus pretensiones, ………………………… 155, 156 de Mateo 24, …………………………………. 65-77
de Tiro, ………………………………………… 31-33
quebrantará los santos del Altísimo …………131 del Armagedón …………………………… 346, 347
reconocimiento de su supremacía …… 132, 133 Juan Adolfo: del estudio de la, ...................... 305
señal de la autoridad del ………………………156 que se cumple, marqués de Salisbury acerca de
supremacía del …………………………………. 129 la, ………………………………………………. 338
testimonio de los siglos....... ……………… 27-39
tiempo de su supremacía, ...................... 131, 132
− Profecías de la venida de Cristo, ………………... 52
− Papal, Baudrillart: de la persecución ................ 151 − Protestantes, el "Western Watchman”: de la
el domingo señal del poder, …………………. 251 persecución de……………………………. 150, 151
fin de la supremacía …………………………… 139 − Pullus: de la forma del bautismo, ……………. 202
− Purificación de la tierra ...................................... 359
Lecky: de la persecución, …………………… 150 del santuario …………………………. 211, 213-217

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378 Nuestro Siglo a la Luz Profética
− Rawlinson: de la división del reino de Alejandro en Escocia, …………………………………174, 175
………………………………………………………. 122 en Europa, Dr. Chambers acerca del ……… 177
de las conquistas de Ciro, ……………………. 121 en Noruega, Keyser acerca de los observadores
del poderío de Alejandro, …………….... 324, 325 del, …………………………………………………175
de Nínive …………………………………………. 29 entre los moravos ……………………………… 180
“Epítome de la Doctrina Cristiana” acerca del
− Reforma (la), obra progresiva ............................ 255
cambio ..................................................... 155, 156
− Reino de Dios, cuándo se establecerá .............. 48
“Historia Eclesiástica” de Sozomen acerca de la
− Reinos de la Europa moderna …………………. 47
observancia del, ………………………………. 174
− Religión por Francia, Hutton acerca de la
persecución por la observancia del …………178
abolición de la, …………………………………… 140
y el primer día, ……………………………...164-166
− Resurrección, de los injustos, …………………. 61
de los justos, ........................................59, 61, 352 − Sabatistas, bautistas .......................................... 179
el bautismo la simboliza, ………………………199 − Salisbury, lord: de la política de ayudar a Turquía
Satanás libertado en la segunda, 262 ………………………………………………………. 331
Resurrecciones, las dos, ………………. 288, 289 del cumplimiento de la profecía, …………… 338
− Revolución francesa, Lamartine: de la, ....... ... 140 − Santos, el papado había de quebrantar a los .. 149
significativos sucesos de la, ………………… 140 morada eterna de los, …………………… 361-369
tiempo de la resurrección de los, …………. 352
− Rey del norte, el moderno, ……………………… 326
− Santuario, ministerio de Cristo en el …...215, 216
su traslado a Jerusalén ………………………. 328
purificación del, …………………… 211, 213, 217
− Reyes (los) del norte y del sur, ........................ 325
− Satanás, causa de la caída de ………………… 258
− Rickaby: de la entrada de Berthier en Roma ... 141
encadenado, ……………………………………. 353
− Rico y Lázaro, parábola del, ……………... 284, 285
fin de su reinado ………………………………. 262
− Ridpath: del fanatismo de los judíos, ................ 67
juicio sobre ………………………………… 261-263
− Roma, cardenal Manning: del poder de ……… 125 queda suelto ……………………………………. 356
dividida, ............................................................. 47
su obispo, cabeza de la iglesia, ……………... 133 − Satánicos, agentes en obra, ………………. 341-343
en el Occidente, su surgimiento, …................. 46 − Schaff: de la fecha del reinado de Tiberio …… 230
en la profecía y la historia, …………123-125, 208 del ascenso de Vigilio al papado, …………… 135
Gibbon: de su poder, ………………………… 46 − Segunda venida de Cristo, (Véase “Venida de
Hipólito: de su poder ………………………46, 126 Cristo”) …………………………………………. 51-63
Horacio: del poderío de ……………………… 208 − Segur: de la observancia del domingo por los
Lucano: de la grandeza de, …………………. 208 protestantes ………………………………………. 251
Plutarco: de los planes de Alejandro contra ella − Semanas, punto de partida de las setenta 221, 222
………………………………………………………. 45 − Señales, de la venida de Cristo, ……………. 74-77
Polibio: del dominio de, ………………………. 208 en el mundo industrial, ………………………. 110
en la profecía de Daniel II, ........................... 46, 47 en el mundo social ……………………………. 109
del fin …...……………………………………… 65-77
− Romanos, Estrabón: del poder de los, .............. 46 una exhortación a velar ………………………. 102
− Rosebery, lord: del Armagedón, ……………. 839 de los postreros días, ……………………… 73, 74
− Rosse, lord, observaciones astronómicas de, 100 en la tierra, …………………………………. 74, 105
en los cielos, ……………………………………. 74
− Sábado, acción del concilio de Laodicea contra la
− Séptimo día, anales bíblicos del sábado del …160-164
observancia del, ……………………………. 173, 174
bautistas del, en América, …………….... 179,180
Bampfield murió por observarlo, ………….... 179
cómo fué cambiado, …………………………… 167 − Setenta semanas, acontecimientos de las, ..... 229
dado en el Sinaí ………………………………… 161 punto de partida de las, ………………… 221, 222
de la Biblia ………………………………… 159-170 − Sinaí, el sábado dado en el, ............................... 161
del séptimo día, anales del, ……………. 160-164 la ley de Dios dada de nuevo en el, …………185
después de los tiempos del Nuevo Testamento, − Skene: del sábado en Escocia, ………………… 175
la observancia del, ………………………. 173-181 − Sófocles: de la mortalidad universal ................ 278
en la historia de Israel, …………………………160 − Sol, obscurecimiento del .................................... 85
señal de la autoridad de Dios, ………………. 253 − Sozomen, “Historia Eclesiástica”: de la observancia
ejemplo y enseñanza de Jesús en ello ……. .162 del sábado, ………………………………………. 174
en el tiempo del éxodo, ………………………. 160 − Spangenberg: de los moravos observadores del
en el tiempo de los discípulos, ……………... 163 sábado, ................................................................. 180

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Índice 379
− Spurgeon: del autor de la Biblia, ………………. 16 − Underhill, Sra. A. L. de, acerca del progreso del
− Stanley, deán: del bautismo de los párvulos ... 202 espiritismo ………………………………………… 269
de la colecta del primer día …………………. 166 − Universales, cuatro grandes imperios, ............ 117
del domingo como día del sol ………………. 170 − Valle de Hinnom, Hastings acerca del .............. 293
de la forma del bautismo ………………………202 − Van Dyke; del lenguaje de la Biblia ................... 23
− Stearns: Dr. Samuel: del Día Obscuro, ........ 89, 90 − Velo, rompimiento del …………………………… 231
− Stennet: del sábado en Inglaterra, …………… 179 − Venida de Cristo, a las puertas, ………………. 115
− Sueño de los muertos ................................ 280-282 cómo será, …………………………………… 53-55
− Sueño de Nabucodonosor .................................... 41 el amor a los placeres como señal, ………… 109
la agitación política es una señal de ella, ...... 106
− Tabernáculo terrenal, servicio del, ………….... 214 la evangelización del mundo es otra ………. 113
− Telégrafo, primera demostración, ……………. 314 la profecía del Salvador de la, ……………. 65-77
usado en llevar el evangelio, ……………...... 318 preludio de ella, ………………………………… 57
promesa de ella, ………………………………… 52
− Templo de Jerusalén, destrucción del …… 69, 70
− Teosofía y espiritismo......................................... 272 señales de ella, en el mundo industrial, …… 110
− Testimonio de la historia acerca del cumplimiento señales de ella, en el mundo social …………109
de la profecía, ……………………………………… 37 señales de ella en la tierra, …………………… 105
− Thomson: de la ajada gloria de Tiro ...... ............ 33 señales de ella; en Mateo 24 …. 65, 66, 112, 113
− Tiberio César, tiempo del reinado de …… 230, 231 será como en el tiempo de Noé, ……………. 109
− Tiempo del fin ............................................. 303-319 − Viajar, revolución en el, ...................................... 313
− Tiempos y leyes, el papado pensó cambiar los − Vida (la), sólo en Cristo, …………………… 275-285
............................................................................... 151 − Vigilio, papa, Schaff: de la fecha de su reinado
− Tierra, limpiada y renovada, …………….... 364-367 ………………………………………………… 135, 137
nueva, ………………………………………. 364-370 − Voltaire: del terremoto de Lisboa, ……………. 80
purificada, ……………………………………… 359
− Tiro, profecía concerniente a …………………… 31 − Wallace, Alfredo Russel: de la revolución en el
− Tolomeo, Hales: de la autenticidad de su canon viajar ………………………………………………. 313
………………………………………………………. 225 del espiritismo, …………………………… 265, 268
Lindsay acerca de su canon ………………… 225 − Webster, Noé: del Día Obscuro, ……………… ... 87
− Tradición y la Biblia ………………………. 251, 252 − Webster, Prof. Hutton: de la ley dominical de
− Traslación de los justos ……………………… 59-61 Constantino, …………………………………… 170
− Trento, concilio de: de la tradición y la Biblia...251, 252 − Wesley, Juan: del mensaje de la hora del juicio,
− Trevor, canónigo: de la rebelión contra el ………………………………………………………. 249
absolutismo .......................................................... 142 − "Western Watchman”: de la persecución de los
− Tribulación, el período de .................................... 71 protestantes, …………………………………150, 151
− Turca, caída de la potencia, preludio del − Whittier: del Día Obscuro, …………………… 86,90
Armagedón ........................................................... 348 − Williams, Samuel: del Día Obscuro en la Nueva
− Turcos, Blunt acerca de la suerte de los .......... 333 Inglaterra …………………………………………… 86
MacFarlane: de su cercano fin, ……………... 333 − Williams, Rogelio: de la observancia del sábado
………………………………………………………. 180
− Turquía, lord Salisbury: de ayudar a ................. 331 − Wright: del significado de "correrán de aquí para
“Fortnightly Review”: de su posición ……… 334 allá,” …………………………………………………311
− Twining, acerca de la naturaleza de las estrellas
fugaces, ……………………………………………. 96 − Zinzendorf, observador del sábado, ………… 180

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Asociación Misionera Internacional Iglesia Adventista del Séptimo Día
Movimiento de Reforma (La Iglesia Remanente)
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Trascrito por Félix Bautista Bendezú – La Tinguiña - Ica – Ica – Perú

“Entonces el dragón se enfureció contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el remanente de la
simiente de ella, los cuales guardan los mandamientos de Dios, y tienen el testimonio de
Jesucristo”.
Apocalipsis 12:17
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