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NUESTRO SIGLO
a la Luz Profética
1
Seventh-day Adventist Encyclopedia. Hagerstown, MD: Review and Herald. 1996.
pp. 266-267. ISBN 0-8280-0918-X.
2 ↑ Saltar a:a b «15.- Presidentes de la Asociación General». Nuestra Herencia,
Curso de historia denominacional (1ª edición). Bs. Aires: Asociación Casa Editora
Sudamericana. 1994. p. 156. ISBN 950-573-388-7.
3 ↑ Saltar a:a b Spalding, Arthur Whitefield (1962). Origin and History of Seventh-day
Adventists, Volume Two. Washington, D.C.: Review and Herald. pp. 29-30.
presente, la cual daría origen a la Revista Adventista) y como asistente de campañas
evangelísticas.4 En 1892, volvió a los Estados Unidos y sirvió como secretario del
recién establecido (1889) Concejo de Misiones Extrajeras. Este fue el comienzo de
décadas de liderazgo de Spicer en el desarrollo de la misión de la iglesia adventista.5
Secretario de la Asociación General, 1903–1922
Como secretario de la Asociación General, Spicer asistió al presidente A. G.
Daniells en la preparación de la respuesta de la iglesia sobre diversos asuntos. Las
crisis de Daniells fueron a menudo enfrentadas con la ayuda de Spicer, como por
ejemplo: la reorganización de la iglesia que se logró en las sesiones de la Asociación
General de 1901 y 1903; la disputa teológica entre Daniells y Kellogg; problemas
raciales que surgieron; etc.
Spicer y Daniells dirigieron la iglesia con un fuerte énfasis en la misión. Nuevas
oportunidades ocasionaron la reorganización de instituciones existentes y
permitieron la creación de nuevas.5 Spicer vio estas oportunidades para esparcir el
mensaje adventista como una señal del cumplimiento de la profecía. En 1914, en un
reporte a la iglesia adventista en el mundo:
…y el mismo Dios viviente que lanzó el movimiento adventista en su camino en el
momento exacto de la profecía (1844), comenzó al mismo tiempo de una manera
especial a abrir puertas de acceso a “cada nación, tribu, pueblo y lengua”. Hemos
visto el camino abierto una y otra vez inmediatamente ante nuestros propios pies a
medida que los heraldos del mensaje del tercer ángel han entrado los distintos países.
William A. Spicer Open Doors in the Mission Fields a Sign of the End. 6
Spicer informó sobre el conflicto entre Kellogg y el liderazgo de la iglesia adventista.
Se reunió con Kellogg y discutió con él sobre sus ideas panteístas.7
La Iglesia Adventista del Séptimo Día Movimiento de Reforma se formó como
resultado de las acciones de L. R. Conradi y cierto líderes de iglesia europeos durante
la Primera Guerra Mundial quienes decidieron que era aceptable para los adventistas
participar en la guerra, lo que estaba en clara oposición a la posición histórica de la
iglesia que siempre había mantenido una actitud de no-combatientes. Desde la guerra
civil estadounidense, los adventistas eran conocidos como no-combatientes y
realizaban labores en hospitales prestando atención médica. 8 La Asociación General
de los Adventistas del Séptimo Día envió a Spicer a investigar sobre estos cambios.
Sin embargo, Spicer no pudo resolver el cisma.9 10
Presidente de la Asociación General, 1922–1930
Con la experiencia adquirida como Secretario de la Asociación General, Spicer fue
elegido presidente de la Asociación General durante el congreso de 1922. Continuó
con el compromiso de misión de la iglesia para expandir el mensaje adventista por el
mundo. Se lo conocía a través de toda la denominación como un editor y escritor de
éxito, un gran predicador un hábil organizador y un entusiasta misionero. 2
Prefacio
NUESTROS tiempos están repletos de acontecimientos. Los
cambios que rápidamente se producen elaborando la historia,
sugieren a los hombres reflexivos de todos los países las
siguientes preguntas: “¿Qué significan estas cosas? ¿Qué
seguirá luego en el programa de los sucesos que modelan el
mundo?”
Semejante a un gran faro que resplandece al través de los
siglos, la segura palabra de profecía concentra sus esplendentes
rayos sobre nuestra época. A esta luz vemos claramente el
rumbo de los sucesos y podemos saber lo que seguirá en el
programa de la historia que cumple la profecía.
En el sagrado Libro, el Dios viviente habla a nuestros días
de acontecimientos del pasado, que tienen una lección para el
presente, y habla también de cosas por venir. La profecía di-
vina cumplida ante los ojos humanos es el desafío que Dios
lanza a la incredulidad. La palabra de la Sagrada Escritura
ha sido la luz guiadora al través de todos los siglos y es aún
hoy día una “lámpara a nuestros pies.”
“Sigue ardiendo esa luz inextinguible,
Que constante, serena y deslumbrante
Desde siglos y siglos, inmovible,
Nos alumbra y dirige hacia adelante.”
EL LIBRO QUE HABLA Allá en el corazón del África, un misionero leía cierta vez al
pueblo la Palabra de Dios, traducida a su propio dialecto.
—¡Mirad!—exclamaron—¡mirad! ¡El Libro habla!
“PAZ SEA A ESTA CASA” “Si alguno oyere mi voz y abriere la
puerta, entraré a él, y cenaré con él, y
él conmigo.” Apocalipsis 3: 20.
fundo sueño la voz de uno de los jóvenes que clamaba: ‘¡Las estrellas caen to-
das!’... Los meteoritos se venían abajo como una lluvia de fuego. Muchos de
ellos eran grandes y de varios colores, y dejaban tras sí una larga estela de fuego.
Un inmenso bólido verde como del tamaño de la luna, cayó y estalló estrepitosa-
mente, dejando una gran columna de luz en su estela. En vano se trataba de
contarlas, y la escena siguió hasta el alba, cuando su luz quedó sobrepujada por
la del rey del día...Los mahometanos llamaban a oración desde los alminares y
el vulgo era presa de terror.”—Tom. I, pp. 316, 317.
102 Nuestro Siglo a la Luz Profética
interés para nosotros, por ser la primera cuyos movimientos serán
sometidos al análisis.”
Una obra de astronomía de Chambers, publicada en 1889,
decía:
“Puede esperarse que en 1899 reaparezcan con gran brillo los
meteoritos del 13 de noviembre.”—Tom. I, p. 635.
Pero pasó la fecha de noviembre de 1899, y han
transcurrido los años, sin que se haya repetido la escena
maravillosa de 1833. La “History of Astronomy in the
Nineteenth Century” (Historia de la Astronomía en el Siglo
XIX), de Clerke, dice:
“Ya no podemos contar más con los leónidos (como se llamó a
los meteoritos de 1833, porque parecían caer desde un punto de la
constelación del León). Su esplendor se desvaneció para propósitos
escénicos.”—P. 338.
La Recomendación de Velar Dada por el Señor
De esta manera fracasaron las más sabias predicciones as-
tronómicas, hechas poco antes de 1899 y basadas en la
periódica regularidad del fenómeno; pero se cumplieron al pie
de la letra las predicciones de la segura palabra de profecía
registradas en los anales sagrados hace dieciocho siglos.
Al fin de los días de la predicha tribulación de la iglesia,
empezaron a aparecer las señales: el sol se obscureció, la luna
retuvo su luz, y cayeron las estrellas del cielo.
La serie de signos empezó en la época especificada, y las
señales se sucedieron en el orden indicado en la profecía de
Cristo. Los anales de la historia testifican que se cumplió la
profecía.
Puede ser que, en escala aun más terrible y universal, estos
fenómenos se vuelvan a ver en aquella última conmoción de
los poderes de los cielos, que ha de acompañar al arrollamiento
de los cielos como un libro, preludio inmediato de la gloriosa
aparición de Cristo. Pero la profecía de Cristo no describe en
este punto los acontecimientos que han de ocurrir al fin mismo
del mundo, sino señales por las cuales se pudiese conocer la
proximidad del fin.
El Salvador se proponía que, a medida que reconociesen las
señales los que amaran su aparición, se sintieran despertados
La Lluvia de Estrellas de 1833 103
por la esperanza, e incitados a apresurarse en su obra de ir al
mundo con el mensaje evangélico que debía aparejar el camino
del Señor, quien exhortó a sus hijos como sigue:
“Cuando estas cosas comenzaren a hacerse, mirad, y levan-
tad vuestras cabezas, porque vuestra redención está cerca.”
Lucas 21: 28.
Hace mucho que estas señales empezaron a acontecer.
Ahora pueden los creyentes hijos de Dios alzar los ojos y rego-
cijarse, sabiendo que en verdad está cerca el día de la eterna
redención.
SATANÁS OFRECE ORO, Y EL MUNDO SE “Ea ya ahora, oh ricos, llorad au-
LANZA A LA DESTRUCCIÓN llando por vuestras miserias que
os vendrán.” Santiago 5:1.
EL AVARO ‘Os habéis allegado tesoro para en los
postreros días.” Santiago 5: 3.
tosos años de 1830 a 1848. Hemos visto los recursos del suelo
y del genio inventivo del hombre dedicados a preparaciones
para la guerra en una escala jamás antes soñada. El profeta Joel
predijo estas condiciones que habían de reinar en los últimos
días:
“Pregonad esto entre las gentes (las naciones, V. M.), pro-
clamad guerra, despertad a los valientes, lléguense, vengan to-
dos los hombres de guerra. Haced espadas de vuestros azado-
nes, lanzas de vuestras hoces; diga el flaco: Fuerte soy. . . Las
El Significado de las Condiciones del Tiempo Actual 107
gentes se despierten. ... Muchos pueblos en el valle de la deci-
sión (o ‘del cortamiento’): porque cercano está el día de Jehová
en el valle de la decisión.” Joel 3: 9-14.
Otra profecía amonesta con antelación acerca del clamor de
“paz y seguridad,” que se ha de oír al acercarse el fin. Se nos
dice que mucha gente en los postreros días dirá que se han de
forjar las espadas en rejas de arado, y que las naciones dejarán
LA HORA FINAL
“Es ya la hora postrera” 1 Juan
2: 18, V. M.
Despide el sol sus últimos fulgores
Y pronto, el febril toque de queda
De una campana a otra volará.
¡Hermanos, esta hora es la final!
En esta breve hora ha de hacerse
La obra, durante siglos descuidada,
De proclamar el Nombre salvador
A todos los perdidos por doquiera.
Reseca está la mies. ¡Oh, rezagados
Segadores, llorad, que muchas haces
Dejasteis perder antes del ocaso,
En vuestras horas de ociosidad!
Oímos ya los pasos del Maestro
iOh, trabajemos mientras que podemos
Pues su amor nos constriñe y fortalece!
¡Hermanos, esta hora es la final!
C. THWAITES, Trad
“
LA PUESTA DEL SOL En esta breve hora ha de hacerse La
obra, durante siglos descuidada.”
El Significado de las Condiciones del Tiempo Actual 115
mundial ha de ser la proclamación del especial mensaje evan-
gélico de preparación para la venida del Señor, invitando a
todos los hombres a adorar a Dios y guardar sus mandamientos
y amonestándoles contra las tradiciones humanas que anulan
la Palabra de Dios.
Con la entrada de esta generación, ha llegado también un
mensaje tal, en el despertar y progreso del movimiento adven-
tista, expresándose la importancia del mensaje en el lenguaje
mismo de la profecía—“Temed a Dios, y dadle honra; porque
la hora de su juicio es venida.” Apocalipsis 1.4: 7. Y el movi-
miento se está extendiendo rápidamente “a toda nación y tribu
y lengua y pueblo.” De esta manera, en visión oyó el profeta
de Patmos el mensaje dado y vió a Cristo venir en las nubes de
los cielos para segar la mies de la tierra, después que aquel
pregón amonestador llegara hasta todas las naciones.
“A las Puertas”
Acerca del principio de las señales especiales de los
últimos días, Cristo dijo:
“Cuando estas cosas comenzaren a hacerse, mirad, y levan-
tad vuestras cabezas, porque vuestra redención está cerca.”
Lucas 21: 28.
Pero, acerca del tiempo en que estas señales se vieran,
cumplidas todas o en vías de cumplirse, el Salvador dijo:
“De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama se
enternece, y las hojas brotan, sabéis que el verano está cerca.
Así también vosotros, cuando viereis todas estas cosas, sabed
que está cercano, a las puertas. De cierto os digo, que no pasará
esta generación, que todas estas cosas no acontezcan. El cielo
y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán.” Mateo 24:
32-35.
En esta generación vemos estas cosas. Por todas partes en
torno nuestro, han aparecido las señales. Sabemos, pues, por la
palabra que no pasará, que por fin ha llegado la generación que
ha de ver al Salvador venir en poder y grande gloria. “Del día
y hora nadie sabe”, pero podemos saber “que está cercano, a
las puertas,” el día en que se concentrara la esperanza de los
santos de Dios durante todos los siglos.
FELIPE Y EL EUNUCO “¿Entiendes lo que lees?”
Hechos 8: 30.
EL PALACIO REAL DE BABILONIA 'E1 Dios del cielo te ha dado reino, poten-
cia, y fortaleza, y majestad.” Daniel 2: 37.
El Sábado Bíblico
“Mas respondiendo él, dijo: Toda planta que no plantó mi
Padre celestial, será desarraigada.” Mateo 15: 13.
Los escribas habían acudido a Jesús con esta queja: “¿Por
qué tus discípulos quebrantan la tradición de los ancianos?” y
Jesús les respondió con otra pregunta: “¿Por qué también
vosotros transgredís el mandamiento de Dios por vuestra tra-
dición?”
Ellos pensaban que Jesús introducía novedades y predicaba
cosas nuevas, contrarias a las costumbres y prácticas de la
iglesia establecida. Cristo les mostró que, en realidad, él sos-
tenía lo establecido desde la antigüedad por la Palabra de Dios,
y que las costumbres religiosas de ellos, fuese cual fuese su
antigüedad, eran verdaderamente novedades, sin autoridad
divina alguna. Les dijo:
“En vano me honran, enseñando doctrinas y mandamientos
de hombres.” Y finalmente añadió las palabras citadas más
arriba: “Toda planta que no plantó mi Padre celestial, será
desarraigada.”
160 Nuestro Siglo a la Luz Profética
Apliquemos estos principios a la observancia del sábado.
Algunas veces, en nuestra época, los que predican la Palabra
de Dios acerca de la permanente santidad del sábado o séptimo
día se ven acusados de predicar doctrinas nuevas y contrarias
a las costumbres y tradiciones de la iglesia. Pero, en realidad,
la observancia del domingo, primer día de la semana, es una
innovación, mientras que la del sábado es de antiguo funda-
mento.
¿Es el Sábado del Séptimo Día una Planta Plantada por
Nuestro Padre Celestial?
¿Cuál de estas dos instituciones plantó nuestro Padre
celestial? Es posible saberlo con seguridad; porque toda planta
que él haya plantado, toda doctrina de su verdad, estará
arraigada en las Santas Escrituras. 2 Timoteo 3: 16,17.
El Relato del Antiguo Testamento
Desde el principio.—Cuando el Creador creó la tierra y al
hombre, hizo del séptimo día del ciclo semanal su sábado santo.
“Y fueron acabados los cielos y la tierra, todo su orna-
mento. ... Y bendijo Dios al séptimo día, y santificólo, porque
en él reposó de toda su obra, que había Dios criado y hecho.”
Génesis 2: 1-3.
Santificar quiere decir “separar,” y así el día santificado y
bendecido por Dios fué puesto aparte para el hombre. Entonces
fué cuando, como Jesús dijo: “El sábado fué hecho por causa
del hombre.” Marcos 2: 27, V. M. Así que la institución del
sábado fué establecida al principio del mundo.
En el éxodo.—Los hijos de Israel, en su servidumbre en
Egipto, habían apostatado del conocimiento de Dios y se
habían corrompido por el culto idólatra de Egipto. Por tanto, al
sacarlos el Señor para que fuesen su pueblo, puso a prueba la
lealtad de ellos para con su ley, observando cómo consideraban
su santo sábado:
“Y Jehová dijo a Moisés: He aquí yo os haré llover pan del
cielo; y el pueblo saldrá, y recogerá para cada un día, para que
yo le pruebe si anda en mi ley, o no.” Éxodo 16: 4.
El Sábado Bíblico 161
Así, durante aquellos cuarenta años, el Señor les envió el
maná para que lo recogiesen en los seis días de trabajo, re-
teniéndolo cada sábado. (Este pasaje demuestra también que el
sábado era una parte de la ley de Dios antes de que él la
promulgara desde el Sinaí.)
En el Sinaí.—Cuando llegó el tiempo en que el Señor quiso
promulgar desde el cielo su santa ley, eterno cimiento de su go-
Siglo IV
El canon 29, del concilio de Laodicea (364 de nuestra era),
demuestra que el sistema eclesiástico se esforzaba en abolir la
observancia del sábado:
“Los cristianos no deben judaizar ni estar ociosos el sábado, sino
que han de trabajar en aquel día; pero, el día del Señor (según
llamaban al domingo) lo honrarán especialmente, y, como cristianos,
no harán, si fuera posible, obra en aquel día. Si se les hallare
judaizando, quedarán separados de Cristo.”—Hefcle, “History of the
Councils of the Church,” Tom. II, lib. VI, sec. 93, canon 29.
Siglo V
La historia eclesiástica de Sozomen demuestra que eviden-
temente Roma acaudillaba el esfuerzo para abolir todo recono-
cimiento del sábado:
“Los habitantes de Constantinopla y de varias otras ciudades se
congregan el sábado, como también al día siguiente, costumbre que
no se observa nunca en Roma ni en Alejandría.”—Lib. VII, cap. XIX.
Siglo VII
Sin embargo, en Roma misma había verdaderos
observantes del sábado que enseñaban la verdad de Dios entre
la gente, y esto les atrajo la condenación del papa Gregorio el
Grande, quien escribió “a sus muy amados hijos, los
ciudadanos romanos”:
“Ha llegado a mis oídos que ciertos hombres de espíritu perverso
han sembrado entre vosotros algunas cosas malas y opuestas a la
santa fe, como el prohibir que se haga obra alguna en sábado. ¿Qué
otra cosa podría yo llamar a éstos sino predicadores del
anticristo?”—“History of the Councils” (Labbe and Cossart), Tom.
V, col. 1511; véase también “Nicene and Post-Nicene Fathers,”
Tom. XIII, lib. XIII, epístola I.
Siglo XI
Los legados del papa en Constantinopla (en 1054 de
nuestra era), fueron invitados a discutir con Nicetas, que al
decir de Bower—era “en aquel tiempo uno de los hombres más
sabios de Oriente,” y que sostenía “que se debe santificar el
sábado y permitir a los sacerdotes que se casen.”—“History of
the Popes,” Tom. II, p. 358.
Los habitantes de la Escocia septentrional—la antigua igle-
sia culdea, fundada por Colombán y sus adeptos y muy alejada
El Sábado Después de Cristo 175
de la directa influencia papal—guardaban aún el sábado del
séptimo día en el siglo XI. Acerca de esta iglesia, Andrés Lang
dice en su “History of Scotland” (Historia de Escocia):
“Trabajaban el domingo, pero guardaban el sábado de manera
sabática.”—Tom. I, p. 96.
Skene, en su obra clásica. “Celtic Scotland” (La Escocia
Céltica), dice de estos observadores del sábado:
Parece que seguían una costumbre de la cual encontramos ras-
tros en la primitiva iglesia monástica de Irlanda y según la cual tenían
al sábado por día de descanso, en el cual reposaban de todas sus
labores.”—Lib. II, cap. VIII.
En 1069, Margarita de Inglaterra, casóse con Malcolm el
Grande, rey de Escocia. Como fuese católica ferviente, la reina
Margarita se puso en seguida a romanizar a la iglesia céltica.
Convocó a los directores de la iglesia y tuvo largas discusiones
con ellos. Al fin, con la ayuda y autoridad de su real esposo, y
citando las instrucciones del “bienaventurado papa Gregorio,”
logró apartar del sábado a la antigua iglesia culdea de Escocia.
(Véase “Life of St. Margaret,” por Turgot, su confesor.)
Del Siglo XII al Siglo XIV
Entre las numerosas sectas de la Europa meridional y de
los valles alpinos, a las cuales tanto persiguiera Roma, había a
lo menos algunas que veían y obedecían la verdad del sábado.
Así de una de estas denominaciones, el historiador Goldasto
dice:
“Se les llamaba insabbatati, no porque fueran circuncidados,
sino porque guardaban el sábado conforme a la ley judaica.”—
”Deutsche Biographie” Tom. IX, art. “Goldast”, p. 327.
Siglo XV
Ciertos observantes del sábado, en Noruega, se atrajeron la
condenación de un concilio de la iglesia, celebrado en 1435:
“Nosotros, el arzobispo y el clero, congregados en este concilio
provincial en Bergen, decidimos que nunca se, debe permitir que
exista la observancia del sábado, sino según está prescrita en la ley
de la iglesia.”—“Norske Kirkes Historie” de Keyser, Tom. II, p. 488.
Siglo XVI
Con la liberación de la Palabra de Dios que la Reforma
efectuara, y la protesta que se levantara contra la doctrina de
VALDENSES PERSEGUIDOS POR LOS "Anduvieron de acá para allí... pobres, angustiados. maltra-
EJÉRCITOS DE ROMA tados;... perdidos por los desiertos, por los montes, por las
cuevas y por las cavernas de la tierra." Hebreos 11:37, 38.
El Sábado Después de Cristo 177
la tradición papal, hubo multitudes que vieron que la
institución del domingo no era de origen divino; mientras no
pocos fueron más lejos y reconocieron los derechos del sábado
de Dios. En aquellos primeros tiempos de la Reforma, Moravia
fue un refugio para muchos que creían en las doctrinas
reformadas, y entre éstos había cristianos observantes del
sábado:
“Aun hombres muy eminentes, como los príncipes de Lichtens-
tein, se adherían a la observancia del verdadero sábado. Cuando
finalmente los dispersó la persecución, debieron sembrar las semillas
de verdad en las diferentes partes del continente que visitaron... Los
hemos hallado (a los observadores del sábado) en Bohemia. También
se les conocía en Silesia y Polonia. Asimismo los había en Holanda
y en la Alemania del Norte... Había en aquel tiempo observadores
del sábado en Francia,... “entre los cuales estaba el Sr. de la Roque,
quien escribió en defensa del sábado contra Bossuet, obispo católico
de Meaux”. Los sabatistas volvieron a aparecer en Inglaterra en
tiempo de la Reforma, durante el reinado de la reina Isabel (1533-
1603), según testifica el Dr. Chambers en su enciclopedia (art.
“Sabbath”).—“History of the Sabbath” por Andrcws y Conradi, pp.
649, 650.
También, en dicho siglo, aparecieron observantes del
sábado en Noruega, Suecia y Finlandia. En 1554, el rey de
Suecia, Gustavo Vasa, dirigió una carta de reconvención “al
vulgo de Finlandia,” porque tantos se decidían a observar el
séptimo día.
Siglo XVII
Mucho se discutió en Inglaterra sobre los fundamentos que
se tenían para observar el domingo. Cuando se querían ignorar
otras fiestas de la iglesia, como la Pascua, el rey Carlos I deseó
saber porqué se había de guardar el domingo, y escribió lo
siguiente:
“No se hallará en las Escrituras pasaje que dispense de la obser-
vancia del sábado o en que se le cambie por el domingo; por tanto,
debe ser la autoridad de la iglesia la que cambió el uno e instituyó el
otro; por consiguiente, mi opinión es que los que no quieran guardar
esta fiesta (Pascua), bien pueden volver a la observancia del sábado
y repudiar el domingo semanal.”—“Sabbath Laivs,” por Cox, p. 333.
En aquel tiempo surgió por primera vez la idea de imponer
la observancia del domingo como cuarto mandamiento y lla-
marlo sábado. Se arguyó que cualquier “día de los siete” era lo
que el mandamiento quería decir. De este argumento, Juan
Milton, el poeta estadista, escribió:
178 Nuestro Siglo a la Luz Profética
“Es imposible atribuir semejante sentido a las palabras del
mandamiento; ya que su razón originaria fué que sirviera de monu-
mento recordatorio de que Dios había descansado de la creación del
mundo, razón que no puede ser transferida del séptimo día al pri-
mero; ni tampoco se puede substituir distinto motivo en su lugar ya
sea la resurrección de nuestro Salvador o cualquier otro, sin la
sanción de un mandamiento divino.”—“Prose Works” (Bolín), pp
70, 71.
También escribió Milton, en cierto manuscrito que en
aquel tiempo sus editores temieron imprimir:
“Si nosotros, que obedecemos el evangelio, hemos de regular el
tiempo de nuestra adoración pública por las prescripciones del
decálogo, nos será ciertamente mucho más seguro observar el sép-
timo día, conforme al mandamiento expreso de Dios, que adoptar el
primero bajo la autoridad de meras conjeturas humanas.” —
“Sabbath Literatura” por Cox, Tom. II, p. 54.
Mientras reyes, poetas y eclesiásticos discutían, aquí y allá,
había creyentes que empezaban a seguir la clara Palabra de
Dios y el ejemplo de Cristo en la observancia del sábado.
“No Han Amado sus Vidas hasta la Muerte”
En 1618, Juan Traske y su esposa, de Londres, fueron con-
denados por guardar el sábado del Señor, siendo azotado el
marido desde Westminster hasta la antigua cárcel de Fleet,
cerca de Ludgate Circus, y, luego, encarcelados ambos. El Sr.
Traske se retractó bajo la presión, al cabo de un año; pero su
esposa, ilustrada maestra de escuela, recibió gracia para mante-
nerse firme durante dieciséis años—parte de este tiempo en la
prisión de Maiden Lane, y luego en Gate House, cerca de West-
minster—muriendo en la cárcel por la palabra del Señor. Era
una mujer estimable—dice cierto antiguo cronista—sin otro
defecto que el “capricho” de querer guardar el séptimo día.
Todo lo que pidió a los hombres, en su lecho de muerte en la
cárcel, fué que se la sepultase “en el campo.”
Hacia 1661, el número de los observantes del sábado en Lon-
dres había aumentado aun más. En aquel año, Juan James era
pastor de una congregación considerable que se reunía en la
parte este de Londres, a orillas del camino de Whitechapel. A con-
secuencia de las severas medidas tomadas contra las sectas di-
sidentes después de la restauración de la monarquía, se prendió
a dicho pastor y se le condenó a la horca. Su esposa se arrodi-
lló a los pies del rey Carlos II, mientras salía éste del palacio de
El Sábado Después de Cristo 179
St. James cierto día, e intercedió por la vida de su esposo; pero
el rey con escarnio desechó su súplica, diciendo que había de
ser ahorcado. Bogue dice:
“Por una vez el rey se acordó de su promesa, siendo el Sr. James
enviado a unirse al noble ejército de mártires.”—“Historu of
Dissenters,” Tom. I, p. 155.
A pesar de la persecución, los observantes del sábado
aumentaron en número. En cierta carta de Eduardo Stennet
(escrita entre 1668 y 1670), se declara:
“Aquí en Inglaterra hay como nueve o diez iglesias que guardan
el sábado, además de muchos discípulos dispersos, que han sido mi-
lagrosamente preservados en esta época de decaimiento, en que mu-
chas iglesias antes florecientes, se han disgregado.”—“Sabbath
Literaturc,” por Cox, Tom. I, p. 268.
Francisco Bampfield, fué primero un ministro influyente
en la iglesia anglicana y canónigo de la catedral de Exeter; pero
más tarde llegó a ser pastor de una congregación que observaba
el sábado y se reunía en el salón Pinners, en la calle Ancha,
cerca del Banco de Inglaterra. Calamy dijo de él:
“Fué uno de los más célebres predicadores del oeste de Inglate-
rra, y sumamente admirado por sus oyentes, hasta que aceptó las
ideas sabatistas, de las cuales se hizo celoso sostenedor.”—“Nov-
Conformist Memorial,” Tom. II, p. 152.
Fué arrestado mientras predicaba en su púlpito, muriendo
de privaciones, a causa del sábado del Señor, en 1683, en la
cárcel de Newgate. Cierto antiguo escritor dice que su cuerpo
fué seguido hasta la sepultura por “una gran compañía de
facciosos y cismáticos,” o sea, disidentes de la iglesia del
estado.
Tomás Bampfield, su hermano, que fué presidente de la
Cámara del Parlamento, en tiempo de Cromwell, publicó un
libro en defensa del sábado del Señor. Es un hecho que muchos
publicaron la verdad de esta manera, y que doctores en teología
y aun obispos escribieron replicándoles.
“Bautistas sabatistas” fueron llamados primero aquellos
testigos ingleses del sábado de Dios, y más tarde “bautistas del
séptimo día.” En 1664, Esteban Mumford, de una de estas con-
gregaciones londinenses, fué enviado a la Nueva Inglaterra.
Se estableció en Rhode Island, donde el campeón de la libertad
religiosa, Rogelio Williams, había fundado una colonia. En
180 Nuestro Siglo a la Luz Profética
1671, se estableció en Rhode Island, la primera iglesia
sabatísta de América. Evidentemente, este movimiento
produjo gran excitación, pues llegó a Inglaterra la noticia de
que la colonia de Rhode Island no guardaba “el día de
reposo”—queriendo decir el domingo. Rogelio Williams
escribió a sus amigos de Inglaterra desmintiendo dicha noticia,
pero llamando su atención respecto de que no había texto que
sostuviera “la abolición del séptimo día,” y añadiendo:
“Sabéis que vosotros mismos no guardáis el día de descanso, el
cual es el séptimo día”.—“Letters of Roger Williams,” Tom. VI, p.
346. (Narragansett Club Publications.)
Durante el siglo siguiente, numerosas iglesias bautistas
del séptimo día fueron fundadas en América. *
También surgieron observantes del sábado en el continente
europeo, en Bohemia, Moravia, Transilvania, y Rusia, donde
aquí y allá había creyentes en la Biblia que veían que la tradi-
ción había anulado uno de los mandamientos de Dios. Enton-
ces, como los acontecimientos del fin del largo período de la
supremacía papal habían inducido a los que escudriñaban la
Biblia a hacer un ferviente estudio de las profecías, y al
aparecer las predichas señales de la inminente venida de Cristo,
nació el gran reavivamiento adventista en las primeras décadas
del siglo XIX.
Las profecías concernientes a la obra del papado relaciona-
das con el cambio de la ley de Dios, empezaban a ser compren-
didas, viéndose que el último mensaje del evangelio eterno ha-
bía de exhortar a los hombres a apartarse de las tradiciones
humanas y volver a la norma del Nuevo Testamento—“los
mandamientos de Dios, y la fe de Jesús.” Apocalipsis 14:12.
La Ley de Dios
A MENUDO se emplea la expresión “la majestad de la ley,”
la cual significa que el carácter y la equidad de un gobierno
están encarnados y expresados en sus leyes. La palabra de la
Inspiración nos hace conocer la majestad de la ley del Altísimo.
El Carácter de la Ley de Dios
En esta ley se refleja la infinita perfección del carácter
divino.
“La ley de Jehová es perfecta, que vuelve el alma.” Salmo
19: 7.
Como Dios es santidad, justicia y bondad, así también lo
es su ley.
“De manera que la ley a la verdad es santa, y el manda-
miento santo, y justo, y bueno.” Romanos 7: 12.
El Propósito
La ley de Dios da a conocer la justicia de su gran Autor.
“Oídme, los que conocéis justicia, pueblo en cuyo corazón
está mi ley.” Isaías 51: 7.
Señala como pecado todo apartamiento de la justicia.
184 Nuestro Siglo a la Luz Profética
“Cualquiera que hace pecado, traspasa también la ley; pues
el pecado es transgresión de la ley.” 1 Juan 3: 4.
No es un código meramente para la regulación de la con-
ducta exterior. Es la ley moral—la norma primordial de justicia
establecida por el Creador para sus criaturas. No hay impulso
alguno de lo profundo del alma que no alcance. Es la palabra
viva y poderosa, “más penetrante que toda espada de dos filos:
y que alcanza hasta partir el alma, y aun el espíritu, y las co-
yunturas y tuétanos, y discierne los pensamientos y las inten-
ciones del corazón.” Hebreos 4: 12.
Al colocarnos frente a frente de esta santa ley, oímos en
ella la voz de Dios diciendo: “Sed santos; porque yo soy
santo.” Toda alma debe confesar su culpa ante el escrutador
poder de la ley de Dios. Todas las cosas están desnudas y
abiertas a los ojos de Aquel ante quien somos responsables.
“¡Culpables somos!” confesamos. Abandonados a nuestra
culpa, no habría para nosotros rayo alguno de esperanza. Pero,
gracias a Dios, no se nos deja solos; se nos ha provisto ayuda
en un Ser poderoso para salvarnos.
La Ley de Dios Existió Desde el Principio
La ley de Dios existió desde el principio. Cuando Adán
pecó, transgredió esta santa ley; porque “el pecado es transgre-
sión de la ley.” La ley de Dios no fué escrita hasta el tiempo de
Moisés, cuando el Señor empezó a hacer sus revelaciones por
escrito a los hijos de los hombres. Pero desde Adán hasta Moi-
sés, los preceptos de la ley .de Dios enseñaron la justicia y con-
vencieron de pecado.
“Así como el pecado entró en el mundo por un hombre, y
por el pecado la muerte, y la muerte así pasó a todos los
hombres, pues que todos pecaron. Porque hasta la ley (es decir
el tiempo en que fué dada en el Sinaí), el pecado estaba en el
mundo; pero no se imputa pecado no habiendo ley. No
obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés.” Romanos
5: 12-14.
La explicación de este texto es la siguiente: Sin la ley no
puede haber pecado. Pero hubo pecado y muerte desde Adán
hasta Moisés, en cuya época fué proclamada la ley en el Sinaí,
por tanto esta ley de Dios estaba en vigor desde el principio.
La Ley de Dios 185
Acerca de sus preceptos dió testimonio todo predicador de jus-
ticia que Dios suscitara en los tiempos antediluvianos y en la
edad patriarcal, que siguió al diluvio. De Abrahán el Señor
dice:
“Oyó Abrahán mi voz, y guardó mi precepto, mis manda-
mientos, mis estatutos y mis leyes.” Génesis 26: 5.
El Señor sacó a su pueblo de Egipto para que pudiese guar-
dar su ley. Su mensaje a Faraón fué: “Deja ir a mi pueblo, para
que me sirvan.” Éxodo 9: 1. El los libró de la servidumbre por
su brazo poderoso, y les abrió el mar Rojo para guiarlos hacia
adelante a la obediencia, según dijo el salmista:
“Sacó a su pueblo con gozo; con júbilo a sus escogidos...
para que guardasen sus estatutos, y observasen sus leyes.”
Salmo 105: 43-45.
En la servidumbre de Egipto, los hijos de Abrahán debie-
ron perder mucho de la pureza de la verdad de Dios; sin em-
bargo, el Señor los tenía bajo la obligación de conocer su ley—
especialmente el precepto del sábado—antes que llegaran al
Sinaí, es decir, antes de proclamar la ley a oídos de ellos. El los
probó en este asunto dándoles el maná, pues dijo de su pueblo:
“Para que yo le pruebe si anda en mi ley, o no.” Éxodo 16:
4.
Desde el principio, la santa ley de Dios exigió leal
obediencia de parte de todo ser humano.
Proclamada de Nuevo en el Sinaí
El Señor había librado al pueblo de Israel de la
servidumbre egipcia, para que pudiese servirle y dar a conocer
sus caminos a las naciones. Esto era conforme a la promesa
hecha a Abrahán. A dicho pueblo le fué entregada la revelación
escrita de Dios, y por ellos había de venir el Mesías prometido
al llegar la plenitud del tiempo.
Aunque en aquel tiempo “sus caminos notificó (el Señor)
a Moisés” y comenzó la revelación por escrito, que llegó a ser
“el rollo del libro” o sea, las Santas Escrituras, no se dejó cierta
porción de la revelación para que la proclamase el profeta de
Dios o la escribiese la pluma inspirada. El Señor proclamó su
186 Nuestro Siglo a la Luz Profética
santa ley con su propia voz, y dió a los hombres un ejemplar
de ella escrito “con el dedo de Dios.” Moisés dijo de esto:
“Habló Jehová con vosotros de en medio del fuego: oísteis
la voz de sus palabras, mas a excepción de oír la voz, ninguna
La Justificación por la Fe
“¿COMO se justificará el hombre con Dios?” preguntó el
patriarca Job. Esta ha sido siempre una cuestión vital desde que
pecó Adán y perdió su justicia y su derecho a la vida. La res-
puesta de la Escritura es:
“Justificados pues por la fe, tenemos paz para con Dios por
medio de nuestro Señor Jesucristo.” Romanos 5: 1. “Por gracia
sois salvos por la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios:
no por obras, para que nadie se gloríe.” Efesios 2: 8,9.
En el principio, la vida y la justicia eran don de Dios al
hombre. Sólo el Creador podía otorgar el don al principio; y
una vez perdido éste, sólo el poder creador podía restaurarlo.
El Hombre no Puede Justificarse a Sí Mismo
La ley de Dios declara que todos los hombres son
pecadores. No sólo heredó necesariamente la posteridad de
Adán una naturaleza pecaminosa, sino que toda alma ha
cometido pecado como fruto de aquella naturaleza.
192 Nuestro Siglo a la Luz Profética
“Así como el pecado entró en el mundo por un hombre, y
por el pecado la muerte, y la muerte así pasó a todos los
hombres, pues que todos pecaron.” Romanes 5: 12.
“No hay diferencia,”—judíos o gentiles, esclavos o libres,
todos están en la misma condición perdida; “por cuanto todos
pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios.” Romanos 10:
12; 3: 23.
El pecador es un transgresor condenado a muerte por una
ley santa. Él se vuelve hacia ella pensando: “Haré lo que dice
y llegaré a ser justo y obtendré la vida.” Pero no puede desha-
cer el hecho de que ha pecado. Una ley santa sólo puede cla-
mar: “¡Culpable! ¡Culpable!” al que la ha transgredido. La ley
da a conocer la justicia; no la puede dar. Como dice la
Escritura:
“Sabemos que todo lo que la ley dice, a los que están en la
ley lo dice, para que toda boca se tape, y que todo el mundo se
sujete a Dios: porque por las obras de la ley ninguna carne se
justificará delante de él; porque por la ley es el conocimiento
del pecado.” Romanos 3: 19, 20.
La culpabilidad existe. El hombre no logrará deshacer o
encubrir ante una ley justa ninguna acción por él cometida. No
sólo esto, sino que tan pronto como la ley declara lo que es la
justicia, el pecador encuentra que sus demandas se hallan ente-
ramente más allá del poder de su carne para cumplirlas. Exige
una clase de obra que la naturaleza humana caída no puede ni
siquiera abordar. Pablo exclamó, cuando luchaba bajo la con-
vicción: “Sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal,
vendido a sujeción del pecado.” Romanos 7: 14.
Lo carnal no puede producir lo espiritual. Pero la ley de-
manda una obra espiritual de justicia. Es imposible para la
mente carnal comprenderla. La Escritura dice:
“La intención de la carne es enemistad contra Dios; porque
no se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede. Así que, los
que están en la carne no pueden agradar a Dios.” Romanos 8:
7, 8.
Mas el pecador despertado está aún en la carne. El encuen-
tra que la ley proclama con voz poderosa su culpa y le condena
a muerte. Él no puede lavar el pasado ni ocultarlo; no puede
La Justificación por la Fe 193
obedecer a la ley de Dios con un ánimo carnal, y éste es el
único que posee. Él se haya perdido, impotente, pero anhela
con vehemencia una vía de escape. El clamor de Pablo en la
misma posición es el clamor del corazón que desespera y no ha
hallado al Salvador: “¡Miserable hombre de mí! ¿quién me
librará del cuerpo de esta muerte?” Romanos 7: 24. Gracias a
Dios, hay para todo pecador una respuesta a este clamor.
El Don Gratuito de Cristo
Después de aquel desesperado clamor de la impotencia hu-
mana: “¿Quién me librará?” surge la voz de alabanza del cre-
yente: “Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor Nuestro.” Él
es el libertador; porque “se dió a sí mismo por nuestros pecados
para librarnos.” Romanos 7: 25; Gálatas 1: 4.
La vía de escape y salvación es el don del amor de Dios.
“De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo uni-
génito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más
tenga vida eterna.” Juan 3: 16.
Ningún pecador necesita suplicar a Dios que esté dispuesto
a perdonarle; el infinito amor del Señor que entregó a su Hijo
a la muerte, está abogando con el pecador para que crea y
acepte la salvación.
A fin de ser Salvador del pecador, el divino Hijo de Dios
debió tomar el lugar del hombre ante la ley violada. Vino en
carne humana con toda su debilidad. “No puedo yo de mí
mismo—dijo él—hacer nada.” El confiaba en el Padre, y vivió
una vida de perfecta justicia en la carne humana. El que no
conoció pecado, llevó el pecado del hombre en su cuerpo en la
cruz. “Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.” Por el
pecado del hombre, él murió “para que por gracia de Dios gus-
tase la muerte por todos.” En él se cumplió la penalidad de la
ley. Pero era un sacrificio sin pecado. “Por el Espíritu eterno
se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios.” Hebreos 9: 14. Por
tanto, la muerte no podía retenerlo. El resucitó con el poder de
una vida sin fin para ser abogado, sacerdote y Salvador del
hombre, que dé su gracia, justicia y vida a todo aquel que quiera
recibirlas. Anhela poner en todo corazón humano la justicia
que él obró en pro del hombre en la carne humana. Así como en
194 Nuestro Siglo a la Luz Profética
su propia carne anduvo y vivió la vida de justicia en Judea,
también ahora, mediante el Espíritu Santo, él vive en nuestros
días en las vidas humanas. Esto significa perdón y liberación
del poder de la carne, una nueva vida de poder, y una justicia
y justificación operadas en el corazón por el divino Salvador
que mora en éste. ¿Cómo podemos recibirle con toda esta gran
salvación?—Por la fe, creyendo en sus promesas; para “que
habite Cristo por la fe en vuestros corazones.” Efesios 3: 17,
Cristo morando en toda su plenitud en el corazón—esta es la
maravilla y misterio del evangelio, “el cual es Cristo en vos-
otros, esperanza de gloria.” Significa un Salvador siempre
presente y vivo, capaz de salvar hasta lo sumo.
¡Qué abundancia de gracia se recibe con su presencia per-
manente!
El perdón.—“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y
justo para que nos perdone nuestros pecados, y nos limpie de
toda maldad.” 1 Juan 1: 9.
Liberación de la carne.—La purificación por el poder per-
manente de Cristo significa que está subyugada la antigua vida
del yo. “Nuestro viejo hombre juntamente fué crucificado con
él.” Romanos 6: 6. “No estáis en la carne, sino en el espíritu, si
es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. .. Empero si Cristo
está en vosotros, el cuerpo a la verdad está muerto a causa del
pecado; mas el espíritu vive a causa de la justicia.” Romanos
8: 9, 10.
Un nuevo corazón.—“Y yo os daré corazón nuevo, y
pondré espíritu nuevo dentro de vosotros.” Ezequiel 36: 26.
Una nueva vida.—“Y a renovaros en el espíritu de vuestra
mente, y vestir el nuevo hombre que es criado conforme a Dios
en justicia y en santidad de verdad.” Efesios 4: 23, 24. Es una
bienaventurada realidad, que Cristo Jesús vive en el creyente
la vida por la fe, como el apóstol Pablo dice:
“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y vivo, no ya yo,
mas vive Cristo en mí: y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo
en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó, y se entregó a mismo
por mí.” Gálatas 2: 20.
Justicia y justificación.—“Este será su nombre que le lla-
marán: JEHOVÁ, JUSTICIA NUESTRA.” Jeremías 23: 6.
La Justificación por la Fe 195
Con razón se ha impreso en nuestra Biblia el bendito
nombre con mayúsculas. Es el gran nombre de salvación para
todo creyente. Por la fe lo recibimos, y por la fe se nos imputa
su justicia. Su vida de obediencia cobija toda la vida entregada
del creyente, pasada y continua, y ante los ojos de Dios, la vida
del creyente en Jesús está absuelta de todo pecado. Es el triunfo
de aquel que no sólo fué “entregado por nuestros delitos,” sino
también fué “resucitado para nuestra justificación”:
“Así que, de la manera que por un delito vino la culpa a
todos los hombres para condenación, así por una justicia vino
la gracia a todos los hombres para justificación de vida. Porque
como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron
constituidos pecadores, así por la obediencia de uno los
muchos serán constituidos justos.” Romanos 5: 18, 19.
Cristo murió y resucitó para traer esta experiencia a los pe-
cadores que han luchado impotentemente bajo la condenación.
Al ser recibidos por la fe Cristo Jesús y toda su justicia, “nin-
guna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los
que no andan conforme a la carne, mas conforme al Espíritu.”
Romanos 8: 1.
¡Alabado sea el Señor! Todo proviene de Cristo y no de
obras que hayamos hecho. Por tanto, es algo tan seguro como
el juramento y promesa de Dios. Sólo podemos perder esa ex-
periencia al consentir mediante la incredulidad, que Cristo
salga de nuestra vida. No permita Dios que lo hagamos, pero
que él nos ayude a arrepentimos y volver a encontrarle por la
fe si alguna vez hallamos que le hemos dejado ir y hemos per-
dido el amparo de su justicia.
La justicia de Cristo es, por necesidad, la justicia que de-
manda la ley de Dios. Él vive esta ley en el creyente. Esto es la
justificación. “Porque no los oidores de la ley son justos para
con Dios, más los hacedores de la ley serán justificados.”
Romanos 2: 13. La justificación por la fe hace del hombre un
hacedor de la ley por la fe, viviendo Cristo cada uno de los
sagrados preceptos de la ley en la vida del creyente. Es para
lograr esto que él murió, para traerle al pecador la justicia de
13 ley que éste mismo no podía alcanzar,
196 Nuestro Siglo a la Luz Profética
“Lo que era imposible a la ley, por cuanto era débil por la
carne, Dios enviando a su Hijo en semejanza de carne de pe-
cado, y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para
que la justicia de la ley fuese cumplida en nosotros, que no an-
damos conforme a la carne, mas conforme al espíritu.” Roma-
nos 8: 3,4.
Cristo escribe la ley de Dios en el renovado corazón: “Daré
mis leyes en el alma de ellos, y sobre el corazón de ellos las es-
El Bautismo
El Recuerdo de la Resurrección
EL BAUTISMO es el divinamente señalado recuerdo de la re-
surrección de Cristo. El grande hecho del evangelio es que
“Cristo fué muerto por nuestros pecados, conforme a las Es-
crituras; y que fué sepultado, y que resucitó al tercer día, con-
forme a las Escrituras” (1 Corintios 15: 3, 4), para ser nuestro
gran Sumo Sacerdote y Salvador.
El bautismo es una profesión de fe en el Salvador, que bajó
al sepulcro por nosotros, y resucitó. Es la gran lección objetiva
destinada a enseñarnos la verdad de que el pecador debe morir
al pecado y al mundo, y resucitar, por el poder de la gracia
divina, a una nueva vida de obediencia. Este rito es el signo de
una positiva experiencia y el medio por el cual el creyente
confiesa la obra de la gracia en su alma.
Las Escrituras nos enseñan cuáles son las condiciones
esenciales necesarias para el bautismo:
200 Nuestro Siglo a la Luz Profética
“Id por todo el mundo; predicad el evangelio a toda cria-
tura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo.” Marcos 16:
15,16.
“¿Qué impide que yo sea bautizado? Y Felipe dijo: Si crees
de todo corazón, bien puedes.” Hechos 8: 36, 37.
“Y Pedro les dice: Arrepentíos, y bautícese cada uno de
vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los peca-
dos.” Hechos 2: 38.
Así se ve que la instrucción en el evangelio, la creencia en
Cristo y el arrepentimiento son condiciones que preceden al
bautismo.
El Bautismo para los Creyentes
La experiencia de la cual el bautismo es señal se explica
así:
“Somos sepultados juntamente con él a muerte por el bau-
tismo; para que como Cristo resucitó de los muertos por la
gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de
vida.” Romanos 6: 4.
“Todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo
estáis vestidos.” Gálatas 3: 27.
“Sepultados juntamente con él en el bautismo, en el cual
también resucitasteis con él, por la fe de la operación de Dios
que le levantó de los muertos.” Colosenses 2: 12.
En este rito, ordenado por Dios, el creyente sigue el ejem-
plo de Cristo, quien, cuando fué bautizado por Juan en el Jor-
dán, dijo: “Así nos conviene cumplir toda justicia.”
La Forma del Bautismo
La forma del bautismo está demostrada en los siguientes
textos.
“Jesús, después que fué bautizado, subió luego del agua.”
Mateo 3: 36.
“Descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco, y
bautizóle.” Hechos 8: 38.
“Sepultados juntamente con él a muerte por el bautismo...
Porque si fuimos plantados juntamente en él a la semejanza de
su muerte, así también lo seremos a la de su resurrección.
Romanos 6: 4, 5.
El Bautismo 201
Aunque la forma externa de un servicio religioso es siem-
pre inaceptable para Dios sin el espíritu y la experiencia que la
forma entraña, sin embargo, cuando el Señor prescribe una
forma, es imperativo seguir su instrucción. La forma del rito,
tal cual lo ha ordenado Dios, intensifica el significado divino
del servicio.
El bautismo de las Escrituras es una sepultura “a la seme-
janza” de la sepultura de Cristo, lo mismo que el levantarse el
creyente del sepulcro de agua, es a semejanza de la
resurrección de Cristo. Acerca del significado de la palabra
“bautismo,” Lutero escribió así:
“Bautismo es una palabra griega; en latín puede traducirse por
inmersión, como cuando sumergimos algo en el agua para que lo
cubra completamente.”— Opera Lutheri, De Sao. Bap. I, p. 319
(Baptist Encyclopedia, art. “Baptism”).
Calvino, después de argüir que la forma es un asunto se-
cundario, dice:
“La misma palabra “bautizar,” no obstante, significa sumergir; y
es cierto que la inmersión fué observada por la iglesia antigua.”—
“Institutos,” Lib. IV, Cap. XV (Baptist Encyclopedia, art.
“Baptism”).
De la práctica en los tiempos primitivos, Neandro, el histo-
riador de la iglesia, dice:
“Con respecto a la manera de bautizar, en conformidad con la
institución original y el primitivo significado del símbolo, el bau-
tismo era generalmente administrado por inmersión.”—“History of
the Christian Church” trad. de Torrey (edición de Londres), Tom. I,
p. 429.
La perversión del rito por la aspersión, y su administración
en la infancia, le quita la lección objetiva divinamente
ordenada; y en el caso del infante, debe por necesidad subs-
tituirse le experiencia por el mero ceremonialismo, pues el
niño, en edad irresponsable, no puede tener experiencia alguna
en cuanto a creer y arrepentirse, condiciones necesarias para
cumplir con el significado del bautismo. El cambio en el rito,
como la mayor parte de los cambios que se produjeron en los
días de la “apostasía” de la fe y práctica primitivas, se efectuó
por un procedimiento gradual.
202 Nuestro Siglo a la Luz Profética
El deán Stanley, en su libro “Christian Institutions” (Ins-
tituciones Cristianas), p. 24, dice que hasta el tercer siglo no
“encontramos un caso del bautismo de infantes”. Respecto al
cambio de la inmersión por la aspersión, dice:
“¿Cómo se justifica este casi universal apartamiento del uso
primitivo? Puede haber habido muchas razones, algunas malas y
algunas buenas. Una de ellas, sin duda, fué el sentimiento supers-
ticioso ya mencionado, que consideraba al bautismo como un en-
salmo indispensable para la salvación, y que insistía en comunicarlo
a todo ser humano que pudiese ser tocado por el agua, aunque
estuviera inconsciente.”
La práctica común seguida hasta el siglo XII, está así des-
crita por un cardenal católico romano de aquel tiempo, llamado
Pullus:
“Cuando se sumerge en el agua al candidato al bautismo, se
sugiere la muerte de Cristo; mientras está sumergido y cubierto por
el agua, se manifiesta la sepultura de Cristo; al levantarlo de las
aguas, se proclama la resurrección de Cristo.”—Patrol, Lat., Vol.
CXXX, p. 315 (Baptist Encyclopedia, art. “Baptism”).
El deán Stanley, de Westminster, uno de los hombres más
eruditos de la iglesia anglicana, escribió así:
“Durante los trece primeros siglos, la práctica casi universal en
cuanto al bautismo era la expuesta en el Nuevo Testamento, y que
explica el significado de la palabra “bautizar”—es decir que los que
eran bautizados, eran sumergidos en el agua. Aquella práctica existe
aún, como hemos visto, en las iglesias orientales. En la iglesia
occidental perdura aún entre los católicos romanos en el ejemplo
aislado de la catedral de Milán; y entre los protestantes, en las
numerosas sectas de los bautistas. Duró mucho tiempo en la Edad
Media... Pero desde principios del siglo XVII, esta práctica fué ya
sumamente rara. Con las pocas excepciones que se acaban
mencionar, todas las iglesias occidentales han substituido la antigua
inmersión por la ceremonia de dejar caer unas cuantas gotas de agua
sobre la cabeza. La razón del cambio es obvia. La práctica de la
inmersión, aunque peculiarmente adaptada a los países meridionales
y orientales, para los cuales fué designada, no se hallaba adecuada
para los países del Norte y Occidente. No por decreto alguno de
concilio o parlamento, sino por el sentimiento general de libertad
cristiana, fué efectuado este notable cambio. Empezando en el siglo
XIII, ha desterrado gradualmente al antiguo uso católico de toda
Europa.”—“Christian Institutions,” pp- 21, 22.
El Bautismo 203
Los hechos son innegables y ponen de relieve la importan-
cia de la reforma y regreso en la práctica a las claras instruc-
ciones de la Palabra de Dios. Como lo demuestran los anales,
no fué el espíritu de la iglesia del Nuevo Testamento el que
hizo este cambio en el rito divino; fué más bien el espíritu de
la iglesia de la “apostasía,” contra el cual el Señor amonesta a
todos los creyentes, “porque traspasaron las leyes, falsearon el
derecho, rompieron el pacto sempiterno.”
SÍMBOLOS DE MEDO-PERSIA Y GRECIA “Aquel carnero que viste, que tenía cuernos, son
Jos reyes de Media y de Persía. Y el macho ca-
brío es el rey de Javán." Daniel 8:20, 21.
MONEDAS DE LOS IMPERIOS El carnero, símbolo de Persia; y el
MEDO-PERSA Y GRIEGO macho cabrío, símbolo de Grecia.
EL RECUERDO DE SU SACRIFICIO “Todas las veces que comiereis este pan, y be-
biereis esta copa, la muerte del Señor anun-
ciáis hasta que venga.” 1 Corintios 11: 26.
* Las fechas que se dan en el margen de ciertas Biblias indican un período de quince
años entre los capítulos 8 y 9 de Daniel. Esto se debe a que antiguamente se creía que
Belsasar era el nombre bíblico de Nabonide, último rey de Babilonia, quien reinó diecisiete
años. En tal caso, desde “el año tercero” de su reinado, en el cual fué dada la profecía del
capítulo VIII de Daniel, hasta “el año primero de Darío,” sucesor de Belsasar, año en que
volvió a presentarse el ángel a Daniel, habrían transcurrido quince años. Sin embargo, las
excavaciones que durante los últimos cincuenta años han sacado a luz los sepultados anales
de Babilonia, revelan que Belsasar era hijo de Nabonide y que compartió el trono con su
padre unos años antes de la caída de Babilonia. El tercer año de su reinado puede muy
probablemente haber sido también el último. Darío siguió inmediatamente a Belsasar. La
explicación del capítulo IX podría haberse dado entonces pocas semanas o meses después
de la visión del capítulo VIII, y probablemente así sucedió.
222 Nuestro Siglo a la Luz Profética
Este período de 490 años “desglosado” había de abarcar la
historia del pueblo de Israel hasta que aquella ciudad hubiese
colmado la medida de sus transgresiones. El único período
profético del cual se puede decir con propiedad que se habían
de desglosar cuatrocientos noventa años, es, seguramente, el
período más largo, el de 2.300 años, que se extiende hasta “el
tiempo del fin.” Los 490 años y los 2.300 años, deben, por
tanto, empezar al mismo tiempo.
Aquel era el período de tiempo que le quedaba por explicar
al ángel Gabriel. Así es que empieza la explicación
demostrando que los primeros 490 años de dicho período
habrían de alcanzar hasta los días del Mesías. Luego indica qué
acontecimiento señala el principio de los 490 años, el cual debe
necesariamente señalar también el principio de los 2.300 años.
Esto es lo que le fué ordenado que hiciera “entender” a Da-
niel, al principio cuando le fué dada la visión de los 2.300 años.
Ahora él dice que la entienda:
“Sepas pues y entiendas, que desde la salida de la palabra
(orden, V. M.) para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el
Mesías príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas;
tornaráse a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos.
Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al
Mesías, y no por sí: y el pueblo de un príncipe que ha de venir,
destruirá a la ciudad y el santuario; con inundación será el fin
de ella, y hasta el fin de la guerra será talada con asolamientos.”
Daniel 9: 25, 26.
La fecha de la promulgación de la orden de restaurar y
reedificar a Jerusalén, es, pues, la fecha que empieza la gran
línea profética delineadora, alcanzando los primeros 490 años
de ella hasta el tiempo y obra del Mesías, en su primer adve-
nimiento, y siguiendo los 2.300 años completos hasta señalar
el tiempo en que ha de empezar la obra del juicio en el cielo.
Una vez fijado el punto de partida, todos los acontecimientos
del largo período deben seguirse exactamente en el orden indi-
cado por la profecía divina.
Fecha del Principio de la Restauración de Jerusalén
Fueron promulgadas varias órdenes concernientes a la res-
tauración de Jerusalén después de la cautividad en Babilonia.
Un Gran Período Profético 223
Ciro, Darío y Artajerjes Longimano promulgaron cada uno un
edicto. ¿Cuál de éstos corresponde al lenguaje de la profecía
en cuanto a ser “la palabra para restaurar y edificar a
Jerusalén”?
El edicto de Artajerjes era el más amplio (Esdras 7), pues
autorizaba la plena restauración de la administración civil y
religiosa de Jerusalén y Judea. Y la Inspiración resume es-
LLANTO DE LOS JUDÍOS SOBRE LAS RUINAS “Salí de noche, ... y consideré los
DE JERUSALÉN muros de Jerusalén que estaban
derribados.” Nehemías 2: 13.
* Estos textos demuestran que el rey subió al trono en otoño, así que los años
completos de su reinado iban de otoño a otoño. Nehemías 1: 1 empieza así el relato:
”En el mes de Chisleu, en el año veinte.” Nehemías 2: 1 continúa: “Y fué en el mes
de Nisán, en el año veinte del rey Artajerjes.” De ésta manera es claro que en el
calendario mensual del reinado del rey, el mes de Chisleu precedía en orden al de
Nisán. El mes de Chisleu era el noveno mes del año judaico sagrado, y correspondía
más o menos a diciembre. El de Nisán era el primer mes, abril. Y estos meses,
diciembre y abril—en aquel orden, se sucedían naturalmente tanto en el primer año
del rey como en su vigésimo. En el mismo año también transcurrió el quinto mes,
agosto, pues Esdras 7: 7-9 demuestra que los meses primero y quinto—en aquel
orden—también caían en el mismo año de su reinado. Por lo tanto,, sabemos con
certidumbre que su reinado empezó entre agosto y diciembre, es decir en el otoño
(del hemisferio norte). El primer año de Artajerjes se extendía desde la última parte
del año 464 ant. de J. C. hasta la última parte de 463, y el año séptimo, como se puede
fácilmente deducir, se extendería desde fines de 458 hasta fines de 457. A las órdenes
de Esdras, el pueblo empezó a subir a Jerusalén en la primavera de aquel año 457 ant.
de J. C. (en el primer mes, o sea abril), y 'llegó a Jerusalén en el mes quinto” (agosto).
Esdras 7: 8, 9. Poco después Esdras y sus asociados ”dieron los despachos del rey a
sus gobernadores y capitanes del lado del río, los cuales favorecieron al pueblo y a la
casa de Dios.” Esdras 8: 36. Con esta entrega de los despachos a los oficiales del rey,
la orden concluyente de restaurar y edificar había sido promulgada y desde esta fecha,
457 ant. de J. C., se extiende el gran período profético.
Un Gran Período Profético 227
otras fuentes fidedignas de cronología, como lo atestiguan las
averiguaciones hechas en autoridades antiguas, por Isaac
Newton, y en las cuales halló siempre el año 464 ant. de J. C.
como el primero de Artajerjes, lo cual prueba que el año 457
ant. de J. C. era el séptimo.
En el año séptimo de Artajerjes fué decretada la palabra
para restaurar y reedificar a Jerusalén, y este acontecimiento
fija el principio de los 2.300 años, como también el de los 490
años desglosados de ellos para el pueblo judío.
Aquel año 457 ant. de J. C. es, pues, una fecha de gran im-
portancia. Se puede comparar a la áurea piedra miliaria, que
había en el antiguo Foro romano, y desde la cual salían todas
las medidas de distancia hasta los confines del imperio. De
aquella fecha 457 ant. de J. C., parten los hilos de la profecía
del tiempo que indican acontecimientos en la vida terrenal y
ministerio celestial de Jesús, los cuales son del más vivo interés
para todo el género humano en la actualidad.
UNGIMIENTO DE CRISTO EN “Cuanto a Jesús de Nazaret; cómo le un-
su BAUTISMO gió Dios de Espíritu Santo y potencia.
Hechos 10: 38. (Véase Mateo 3: 16.)
LA ORACIÓN DE DANIEL “Ahora he salido para hacerte enten-
CONTESTADA der la declaración.” Daniel 9: 22.
La Profecía Cumplida
Acontecimientos de las “Setenta Semanas” y fin de los
2300 Años
El ángel explicó los acontecimientos de las setenta se-
manas concedidas a Jerusalén y su pueblo para “acabar la pre-
varicación.” Siete semanas y sesenta y dos semanas (o sean 69
semanas) de las setenta habían de alcanzar hasta el Mesías. Las
palabras del ángel fueron:
“Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y so-
bre tu santa ciudad, para acabar la prevaricación... Sepas pues
y entiendas, que desde la salida de la palabra para restaurar y
edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete sema-
nas, y sesenta y dos semanas (69 semanas, o sean 483 días).”
Daniel 9: 24, 25.
230 Nuestro Siglo a la Luz Profética
Las sesenta y nueve semanas de tiempo simbólico son 483
años, que habían de abarcar el tiempo desde la orden de restau-
rar y reedificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe.
El Tiempo de la Llegada del Mesías
La orden que diera Artajerjes de restaurar y edificar a Je-
rusalén, como hemos visto, fué promulgada en 457 ant. de J.
C. Calculando desde esa fecha, 483 años completos nos traen
hasta el año 27 de J. C., tiempo en que, según la profecía, el
Mesías habría de aparecer.
Mesías quiere decir “ungido.” El ungimiento de Jesús, y su
manifestación como Ungido, fué en ocasión de su bautismo:
“Y Jesús, después que fué bautizado, subió luego del agua;
y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vió al Espíritu de Dios
que descendía como paloma, y venía sobre él. Y he aquí una
voz de los cielos que decía: Este es mi Hijo amado, en el cual
tengo contentamiento.” Mateo 3: 16, 17.
De esta manera Jesús fué ungido como Mesías (véase He-
chos 10: 38), y Juan proclamó: “He aquí el Cordero de Dios,
que quita el pecado del mundo.” Juan 1: 29.
¿Cuándo se realizó este bautismo y ungimiento? El evan-
gelio de Lucas proporciona los hechos históricos necesarios
para fijar el año:
“En el año quince del imperio de Tiberio César, siendo go-
bernador de Judea Poncio Pilato, y Herodes tetrarca de Ga-
lilea,” etc. Lucas 3: 1-3.
Tiberio sucedió a Augusto, quien murió en el año 14 de J.
C, Mas, antes de la muerte de este último, Tiberio estaba
asociado con él en el trono. Algunos historiadores modernos
fechan este nombramiento de Tiberio como César en el año 13
de J. C., pero la “Historia de Roma,” de Dion Casio, senador
romano nacido en el siglo II, demuestra, al hablar de
acontecimientos del año 12 de J. C., que Augusto reconoció a
Tiberio como revestido de la dignidad imperial en aquel año
12. (Libro LVI, cap. XXVI.) Además, dice el Dr. Felipe
Schaff:
La Profecía Cumplida 231
“Hay monedas de Antioquía de Siria con fecha 765 de Roma
(año 12 de J. C.), con el busto de Tiberio y la inscripción: Kaisa/r,
Sebastos (Augusto).”—“History of the Christian Church,” Tom. I, p.
120, nota.
Estas monedas de Siria dan testimonio seguro de que el pri-
mer año de Tiberio debe contarse desde el año 12 de J. C. Por
tanto, “el año quince del imperio de Tiberio César” sería el año
27 de J. C., justamente 483 años después de la promulgación
de la orden de restaurar a Jerusalén. La profecía de las sesenta
y nueve semanas se había cumplido—el Mesías había venido.
Confirmando el Pacto
Pero quedaba “una semana” de las setenta—o sean siete
años. Acerca de la obra del Mesías durante este tiempo, el án-
gel dijo:
“Y en otra semana confirmará el pacto a muchos, y a la
mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda.” Daniel
9: 27.
La muerte de Cristo en la cruz hizo “cesar el sacrificio y la
ofrenda,” en cuanto se refería a su valor designado. Después
de tres años y medio de ministerio, “a la mitad” de este período
de siete años, o semana profética, el Mesías fué levantado en
el Calvario. Durante siglos, la segura palabra de profecía había
señalado esta hora suprema, en la ejecución del plan de la sal-
vación. Cuando el tiempo llegó a su cumplimiento, la promesa
de Dios se cumplió también, y el sacrificio divino fué ofrecido
en la persona de Jesús.
Con el ofrecimiento del gran sacrificio, todas las ofrendas
típicas dejaron de tener significado. El velo del templo se des-
garró cuando el Cordero de Dios expiró en la cruz, siendo esto
para todos señal de que él había hecho “cesar el sacrificio y la
ofrenda.”
El Mesías había de confirmar “el pacto a muchos” “en otra
semana,” cumpliendo así las setenta semanas concedidas por la
misericordiosa paciencia de Dios especialmente al pueblo de los
judíos. Los tres años y medio del ministerio personal de Cristo
en la tierra habían sido consagrados al pueblo escogido. Luego,
después de su ascensión, por medio de sus discípulos, había de
LA CRUCIFIXIÓN DE CRISTO “A la mitad de la semana hará cesar el
sacrificio y la ofrenda.” Daniel 9: 27.
La Profecía Cumplida 233
proclamar el evangelio del nuevo pacto especialmente entre el
pueblo judío—al “judío primeramente” y “empezando por
Jerusalén.”
Este último período de siete años, que comenzó el año 27
de J. C., terminaba en 34 de J. C. Al llegar esta fecha, la oposi-
ción de los judíos se enconó extraordinariamente. Como pue-
blo, estaban rechazando otra vez la invitación divina que les
daba el Cristo resucitado por medio de sus testigos. Más o me-
nos en el año 34 de J. C., Esteban sufrió el martirio. El mismo
concejo que contra toda evidencia, había desechado al Mesías,
también rechazó la súplica del Espíritu Santo, que resplandecía
visiblemente en el semblante de Esteban.
Los creyentes de Jerusalén fueron dispersados por la perse-
cución; y los que “fueron esparcidos, iban por todas partes
anunciando la palabra.” Hechos 8: 4. Los gentiles prestaron
oídos en Samaría, y el etíope recibió el evangelio en el camino
de Gaza. El mensaje evangélico había ya traspuesto los límites
de Jerusalén y se hallaba en camino para ir “hasta lo último de
la tierra.”
Aunque las setenta semanas desglosadas para el pueblo ju-
dío y para la ciudad santa terminaron entonces, sin embargo el
evangelio de salvación de Cristo es para aquel pueblo, tanto
como para todas las demás naciones, hasta que termine este
mundo.
El Fin de los 2.300 años
No se ha de olvidar que el ángel de Dios está explicando a
Daniel la visión y profecía del largo período profético, que
había de alcanzar hasta la purificación del santuario en el
tiempo del fin.
Estos acontecimientos de las primeras setenta semanas de
aquel período eran para “sellar la visión y la profecía.” Daniel
9: 24. El derramamiento de la sangre del Sacrificio divino, para
“expiar la iniquidad; y para traer la justicia de los siglos,” pone
el sello del cielo sobre la visión. Con la misma seguridad con
que el gran Holocausto fué ofrecido, la purificación del
santuario había de cumplirse por el ministerio de nuestro Sumo
Sacerdote en el cielo.
EL VELO DESGARRADO “El velo del templo se rasgó en dos,
de alto a bajo.” Marcos 15: 38.
Cuando Cristo en la cruz pronunció las palabras, “Consumado es,” “el velo del
templo se rasgó en dos, de alto a bajo.” Esto significaba que Dios ya no habría de
reconocer los sacrificios hechos en aquel santuario terrenal. La muerte de Cristo
había provisto un sacrificio mejor, el cual puede limpiar los pecados de todos, y no
necesita repetirse en esta tierra. Desde el día en que el velo del templo se rompió,
hasta hoy, el servicio sacerdotal se ha venido llevando a cabo en el cielo por Jesús,
nuestro único sacerdote.
La Profecía Cumplida 235
Y el cumplimiento exacto del programa en esta primera
parte del período profético, sella la declaración de que cuando
se acabaran los 2.300 años completos, el ministerio final de
Cristo empezaría seguramente en el santuario celestial.
Desde 457 ant. de J. C., año en que se promulgó la orden
de restaurar a Jerusalén que diera Artajerjes, la línea
delineadora de los 2.300 años llega hasta el año 1844 de J. C.,
en el cual se cumplió el tiempo de la profecía. Entonces había
de empezar la purificación del santuario.
En la Revelación, el profeta Juan contempló el comienzo
de esta última fase del ministerio de Cristo en el lugar
santísimo del templo de Dios. “El templo de Dios fué abierto
en el cielo —dice él,—y el arca de su testamento fué vista en
su templo.” Apocalipsis 11: 19. El profeta oyó voces que
decían: “Se han airado las naciones, y tu ira es venida, y el
tiempo de los muertos, para que sean juzgados.” Vers. 18.
Otra vez tenemos que citar la descripción que hace Daniel
del comienzo de este ministerio en el lugar santísimo del
templo celestial. El vió ponerse los tronos del juicio. Vió al
trono del Todopoderoso, con sus ruedas de flamígera gloria,
tomar su puesto para la obra final de nuestro Sumo Sacerdote
en el lugar santísimo en el cielo:
“Estuve mirando hasta que fueron puestas sillas: y un An-
ciano de grande edad se sentó, cuyo vestido era blanco como
la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia; su silla llama
de fuego, sus ruedas fuego ardiente. Un río de fuego procedía
y salía de delante de él: millares de millares le servían, y
millones de millones asistían delante de él: el Juez se sentó, y
los libros se abrieron.” Daniel 7: 9, 10.
Esa fué la escena que se desarrolló en el templo celestial
cuando el año 1844 trajo la hora del juicio. Entonces empezó
en el cielo la obra del juicio investigador, o purificación del
santuario celestial, durante el cual el caso de toda persona ha
de ser revisado por Dios.
Cuando se termine aquella obra de investigación, el ministe-
rio de Cristo por el pecado se acabará, llegará a su fin el tiempo
de gracia para los hombres, y nuestro Señor vendrá prestamente
236 Nuestro Siglo a la Luz Profética
como Rey de reyes y Señor de señores, para congregar a sus
redimidos, mientras todos los pecadores serán destruidos por
“el resplandor de su venida.” 2 Tesalonicenses 2: 8.
En la visión de Daniel VIII, al ver que la gran apostasía
guerreaba contra la verdad de Dios, se hizo la pregunta:
“¿Hasta cuándo durará la visión, ... que pone el santuario y el
————
FATAL DECISIÓN DE PILATO EN “Pilato les dijo: ¿Qué pues haré de Jesús
LA HORA DE PRUEBA que se dice el Cristo?” Mateo 27: 22.
La Causa de la Caída
Cristo afirmó este principio: “Así que, si la lumbre que en
ti hay son tinieblas, ¿cuántas serán las mismas tinieblas?”
Mateo 6: 23.
Este principio halla acabada aplicación en la gran
reversión, por la cual Lucifer, el portaluz del cielo, llegó a ser
Satanás, el adversario, el príncipe de las tinieblas.
Amonestaciones Divinas
Esto explica la severidad de las amonestaciones divinas
contra la antigua nigromancia o práctica de los médiums. El
Señor dijo:
“No os volváis a los encantadores y a los adivinos: no los
consultéis ensuciándoos con ellos: yo Jehová vuestro Dios.”
Levítico 19: 31.
“Cuando hubiereis entrado en la tierra que Jehová tu Dios
te da, no aprenderás a hacer según las abominaciones de
268 Nuestro Siglo a la Luz Profética
aquellas gentes. No sea hallado en ti quien haga pasar su hijo
o su hija por el fuego, ni practicante de adivinaciones, ni ago-
rero, ni sortílego, ni hechicero, ni fraguador de encantamientos,
ni quien pregunte a pitón, ni mágico, ni quien pregunte a los
muertos. Porque es abominación a Jehová cualquiera que hace
estas cosas.” Deuteronomio 18: 9-12.
La antigua sesión espiritista, en que los vivientes buscaban
a los muertos por sabiduría, fué denunciada por el profeta
Isaías:
“Y si os dijeren: Preguntad a los pitones y a los adivinos,
que susurran hablando, responded: ¿No consultará el pueblo a
su Dios? ¿Apelará por los vivos a los muertos?” Isaías 8: 19.
“¡A la ley y al testimonio!” clama el profeta. El buscar a
los muertos por conocimiento es apartarse de la ley y del testi-
monio y aceptar el consejo de los agentes directos de Satanás,
el gran engañador.
El Espiritismo Moderno
Se entiende mejor lo que es el espiritismo al estudiar las
amonestaciones proféticas concernientes al reavivamiento de
este gran engaño en los últimos días. El apóstol habló de estos
días como de un tiempo en el cual espíritus seductores habrían
de apartar a muchos de la fe:
“Empero el Espíritu dice manifiestamente que en los
venideros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a
espíritus de error y a doctrinas de demonios.” 1 Timoteo 4: 1.
Esta obra engañadora es un indicio de la proximidad de la
segunda venida de Cristo, pues habla San Pablo de cierta po-
tencia inicua:
“Cuyo advenimiento es según operación de Satanás, con
grande potencia, y señales, y milagros mentirosos.” 2 Tesalo-
nicenses 2: 9.
Fiel a, la infalible palabra profética, ahora cuando han lle-
gado los últimos días, ha surgido el movimiento del espiritismo
moderno con sus señales y prodigios, que se dicen hechos por
los espíritus de los muertos. El Prof. Wallace dice:
El espiritismo moderno data del mes de marzo de 1848, pues en
aquel tiempo se establecieron por primera vez comunicaciones
inteligibles con la causa desconocida de los golpes misteriosos y
El Espiritismo Antiguo y Moderno 269
otros sonidos similares a aquellos, que, en los siglos XVII y
XVIII, perturbaron a las familias de Mompesson y Wesley.”—
“On Miracles and Modern Spiritualism” (Londres, 1875), p.
146.
En Hydesville, estado de Nueva York, EE. UU., en la fami-
lia del Sr. Fox, se originó el culto moderno, habiéndose descu-
bierto que por medio de golpes misteriosos, pero claros, unos
seres invisibles podían comunicar respuestas a las preguntas
que se les hacían. La rapidez con que se difundió el gran
engaño fué notable. Una de las hermanas Fox, más tarde señora
A. L. de Underhill, escribió:
“Desde aquel tiempo en que empezó en una aldeíta del campo,
en la parte occidental del estado de Nueva York, el espiritismo se ha
abierto paso—contra enormes obstáculos y resistencia, pero bajo un
impulso y dirección de esferas superiores—alrededor del globo
civilizado. Empezando con tres hermanas, de las cuales dos eran
niñas, y la mayor apenas salía de la infancia, ... sus filas de creyentes,
secretos o públicamente profesos, se han engrosado de tal manera
dentro de los últimos treinta y seis años, que ya tienen millones de
adherentes.”—“The Missing Link in Modern Spiritualism,”
Introducción.
Muchos pensaban en aquel tiempo, como también lo han
pensado otros desde entonces, que los “golpes,” con que empe-
zaron las manifestaciones, eran ocasionados por alguna super-
chería de parte de las hermanas Fox, pero hombres de posición
e inteligencia intachables certificaron lo contrario. Horacio
Greeley, célebre redactor de la Tribuno, de Nueva York, escri-
bió en su periódico que las mencionadas hermanas le habían
visitado en su casa, pidiendo que se efectuara la más detenida
investigación acerca de “las pretendidas manifestaciones del
mundo de los espíritus.” Como resultado de las observaciones,
él escribió:
“Sea cual fuere el origen o la causa de los “golpes,” las señoras
en cuya presencia ocurren no los producen. Lo hemos comprobado
cabalmente a nuestra entera satisfacción.”—Id., pp. 160, 161.
No fué mera prestidigitación lo que lanzó este culto sobre
el mundo al llegar los postreros días. Aparte de todas las ma-
nifestaciones físicas, la idea religiosa del espiritismo ha im-
pregnado el pensamiento religioso de millones de personas.
Nadie puede negar que la idea básica es aquella que la serpiente
enunció en Edén: “No moriréis,”
ACUSADA DE BRUJERÍA La hechicería era una de las formas que antiguamente solía reves-
tir el espiritismo, pero muchas personas fueron acusadas falsa-
mente de practicarla, siendo víctimas de la superstición popular.
El Espiritismo Antiguo y Moderno 271
La Sra. Emma de Hardinge Britten, otra de las hermanas
Fox, dice acerca del descubrimiento de 1848:
“En la noche del 31 de marzo de 1848, descubrimos sin que cu-
piera ni sombra de duda, que la muerte no tiene poder sobre el
espíritu... En una palabra, hallamos que nuestros llamados muertos
vivían todos.”—“Nineteenth Century Miradles” (Manchester,
Inglaterra), p. 554.
Ahora bien, las Escrituras nos enseñan claramente lo que
no son estos agentes, y lo que son.
Lo que no Son
No son espíritus de los muertos que transmiten mensajes a
los vivos.
En una de las partes más antiguas de la Escritura sagrada,
el Señor declaró claramente que los muertos no tienen conoci-
miento alguno referente a los vivos:
“Él se va; demudarás su rostro, y enviaráslo. Sus hijos
serán honrados, y él no lo sabrá; o serán humillados, y no en-
tenderá de ello.” Job 14: 20, 21.
Los muertos no tienen parte en ninguna comunicación con
los que viven en la tierra.
“Ni tienen ya más parte en el siglo, en todo lo que se hace
debajo del sol.” Eclesiastés 9: 6.
Lo que Son
Ya dijimos lo que son al citar las amonestaciones de la pro-
fecía concernientes a los engaños especiales de Satanás en los
postreros días.
“Operación de Satanás, con grande potencia, y señales, y
milagros mentirosos.” 2 Tesalonicenses 2: 9.
“Espíritus de error.” 1 Timoteo 4: 1.
Y al ser mostrados ellos al profeta Juan en una visión del
mismo fin, él declaró:
“Son espíritus de demonios, que hacen señales.” Apoca-
lipsis 16: 14.
Estos son los agentes por quienes se producen las manifes-
taciones sobrenaturales del espiritismo. Es ciertamente un
engaño terrible el que induce a hombres y mujeres a acercarse
a los agentes satánicos, suponiendo que se comunican con los
espíritus de sus amigos muertos. Satanás y sus ángeles
272 Nuestro Siglo a la Luz Profética
pueden con facilidad simular la personalidad de los muertos, y
engañar así a aquellos que desobedecen a Dios al dirigirse a los
muertos por sabiduría.
La Culminación del Engaño
El hecho de que los prodigios del espiritismo habrían de
aumentar a medida que se acercara el fin, fué claramente ense-
ñado por nuestro Salvador al describir las obras de Satanás en
la época que precediera al segundo advenimiento. Él nos dejó
esta amonestación:
‘‘Entonces, si alguno os dijere: He aquí está el Cristo, o
allí, no creáis. Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos
profetas, y darán señales grandes y prodigios; de tal manera
que engañarán, si es posible, aun a los escogidos.” Mateo 24:
23, 24.
Evidentemente, pues, por medio del poder de obrar
milagros que posee Satanás, él llevará a cabo grandes engaños
por medio de agentes humanos y sobrenaturales. Y el engaño
culminante será su propia manifestación como el Ser
prometido, simulando la segunda venida de Cristo. Empero el
poder y la gloria que henchirán toda la tierra y los cielos en la
venida de Cristo, no pueden ser copiados por Satanás, a pesar
de toda su habilidad para obrar prodigios. Esta es la razón por
la cual es tan importante que comprendamos la enseñanza de
la Biblia referente a la naturaleza de la segunda venida de
Cristo y la manera en que ha de ocurrir este suceso. La doctrina
de una venida silenciosa, secreta y mística, está diseminada por
todas partes en el mundo, siendo una enseñanza muy a
propósito para preparar el camino para los propósitos de
engaño que abriga Satanás. Por tanto, Cristo nos amonesta con
anticipación:
“He aquí os lo he dicho antes. Así que, si os dijeren: He
aquí en el desierto está; no salgáis: he aquí en las cámaras; no
creáis. Porque como el relámpago que sale del oriente y se
muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo
del hombre.” Mateo 24: 25-27.
Las enseñanzas de la antigua teosofía y del espiritismo el
misticismo del oriente—han venido invadiendo la cristiandad
durante los últimos años. Dijo la Sra. J. de Delaire, al escribir
para una revista londinense, hace algunos años:
El Espiritismo Antiguo y Moderno 273
Aparentemente la India tiene aún una misión que cumplir, pues
su mentalidad comienza lentamente a modelar la mentalidad de
Europa y de América; nuestras más aguzadas inteligencias están
estudiando hoy día la filosofía de aquel país y nuestra nueva teología
está basada en el antiquísimo Vedanta.”—“National Review,”
septiembre de 1908, p. 181.
Este desbordamiento del espiritismo antiguo del oriente se
ha producido, conforme a la profecía de Isaías referente a las
cosas que habían de acontecer en lo postrero de los tiempos:
“Ciertamente tú has dejado tu pueblo, la casa de Jacob,
porque son henchidos de oriente, y de agoreros, como los filis-
teos.” Isaías 2: 6.
En 1909, una de las más eminentes representantes del pen-
samiento teosófico, la Sra. Annie Besant, de la India, hizo una
excursión por los Estados Unidos, proclamando el mensaje de
un Mesías que iba a venir. Ella anunció:
“Mi mensaje es muy sencillo: ‘Preparaos para el Cristo que va a
venir. Nos hallamos ante la cuna de una nueva subraza, y cada raza
o subraza ha tenido su propio mesías. A Hermes le siguió Zoroastro:
a Zoroastro, Orfeo; a Orfeo, Buda; a Buda, Cristo. Ahora esperamos
con confianza una manifestación del Instructor supremo del mundo,
quien se manifestó por última vez en Palestina..., Por doquiera en el
occidente, no menos que en el oriente, el corazón del hombre palpita
con la alegre expectación del nuevo avatar.’ ”
El germen de la filosofía espiritista se ha venido abriendo
paso por la cristiandad durante esta generación. Vemos cla-
ramente que el ser maligno está preparando el camino para su
final obra de engaño.
“HA RESUCITADO” ‘Porque yo vivo, y vosotros tam-
bién viviréis.” Juan 14: 19.
MARÍA SE ENCUENTRA CON “El que cree en mí. aunque esté
SU SEÑOR RESUCITADO muerto, vivirá.” Juan 11: 25.
* No se propone el autor dar al lector la idea de que este correr "de aquí para
allá” se refiere únicamente al hojear las páginas de un libro. Los tiempos en que
vivimos se han caracterizado por un gran aumento en el estudio de la Biblia, y por
consiguiente, en el conocimiento de las Escrituras; pero es igualmente cierto que esto
se ha debido en gran parte a que ya no hay más reinos "ermitaños.” El viajar, un
verdadero correr físico "de aquí para allá” por la tierra, ha contribuido poderosamente
al aumento moderno del conocimiento, y en ningún otro campo de investigación ha
sido esto más cierto que en el estudio de la Biblia. Por medio de las facilidades para
viajar, todas las naciones se han acercado materialmente. Las diferentes razas y
nacionalidades se han llegado a conocer unas a otras, el celo misionero se ha
reavivado, y pueblos que se hallaban antes fuera del alcance de las operaciones
misioneras han llegado a ser de fácil acceso. En este sentido, como también en la
investigación privada de las Escrituras, ha aumentado la ciencia.
El Tiempo del Fin 307
resultó en frecuentes viajes de descubrimiento, seguidos por el
despertamiento de la colonización y la expansión.
En su tiempo, el célebre sabio Francisco Bacon, que murió
en 1626, se dió cuenta de que se acercaba el tiempo del cual
hablaba la profecía de Daniel. Escribió:
“Ni tampoco se debe olvidar la profecía de Daniel, acerca de los
últimos siglos del mundo: “Muchos correrán de aquí para allá, y la
ciencia será aumentada,” lo cual implica claramente que el recorrer
del mundo que ahora parece cumplirse con tantos largos viajes, y el
progreso de las ciencias, están designados por el destino, es decir,
por la Providencia divina, a encontrarse en el mismo siglo.”—
“Novum Organum,” libro I, XCIII. (Obras de Bacon, editadas por
Spedding y Ellis, tomo IV, p. 92.)
Cuando llegó el tiempo indicado en la profecía, en la
última década del siglo XVIII, se presenció el surgimiento de
movimientos que han dado impulso poderoso a la ilustración y
evangelización del mundo. De la misma manera que los
acontecimientos de la Revolución Francesa anunciaban la
terminación de la larga era de la supremacía papal, así también
otra serie de acontecimientos en el mismo tiempo anunció el
principio de la era del aumento de la ciencia. Al hablar de estos
sucesos, cierto escritor escocés llamado Lorimer dice:
“En el mismo tiempo en que Satanás está esperando, y los tí-
midos temen un completo derrocamiento de la religión verdadera, se
produce un reavivamiento, y el evangelio extiende sus alas y se
prepara para un nuevo vuelo. Es digno de recordar que él año 1792,
año en que se formó la Sociedad Misionera Bautista, sociedad que
durante los años sucesivos y peores de la revolución, fué seguida por
nuevas sociedades de inusitada energía y unión, tendiendo todas, y
con éxito, a la propagación del evangelio de Cristo, tanto en el país
de su origen como en el extranjero. ¡Qué agostador desprecio dejó
así caer la gran Cabeza de la iglesia sobre las maquinaciones de los
incrédulos! ¡Y cómo despertó él a los indiferentes y cómo instruyó a
su propio pueblo, mediante providencias alarmantes, en una época
en que necesitaban grandemente tal estímulo.”—“Histórical
Sketches of the Protestant Chuvch in France,” p. 522.
Otro autor, el Dr. D. L. Leonard, historiador del siglo de
las misiones, dice:
308 Nuestro Siglo a la Luz Profética
“Los años finales del siglo XVIII, hacen verdaderamente época
en la historia de ‘as misiones protestantes, ya que presenciaron nada
menos que una revolución, un renacimiento, un fin terminante y real
de lo antiguo, una verdadera inauguración de lo nuevo. Entonces fué
cuando, por primera vez desde el período apostólico, ocurrió una
manifestación de celo y actividad misioneros generales. Después de
empezar en la Gran Bretaña, no tardó en diseminarse por el
continente y allende el Atlántico. No se trataba de un mero impulso
de fervor, sino que empezó un intenso flujo, que desde aquella época
hasta la nuestra, ha venido aumentando y extendiéndose.”—“A
Hundred Years of Missions,” p. 69.
El tiempo de la profecía había llegado, y la mano de la pro-
videncia traía a la existencia los agentes que han difundido luz
y conocimiento por todos los países.
La organización de las empresas misioneras para el extran-
jero no tardó en ir acompañada del establecimiento de Socieda-
des Bíblicas, cuyo fin era efectuar una obra sistemática de
traducción y extensa difusión de las Escrituras. En 1804, se
organizó la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera. Los que
estudiaban la palabra profética en aquel tiempo, se dieron
cuenta de que estos agentes venían en cumplimiento de la
profecía. Cierto autor de aquellos tiempos dijo:
“Los estupendos esfuerzos que hace una comunidad gigantesca,
para llevar las Escrituras en todos los idiomas a toda parte del globo,
bien merecen considerarse como una evidente señal de estos tiempos
portentosos. A menos que yo esté muy equivocado, tales esfuerzos
preparan el camino para la gran difusión final del cristianismo, que
es el tema de tantos profetas inspirados y que no puede estar muy
distante del tiempo actual.”—G. S. Faber, Dr. en teología,
“Dissertation on the Prophecies,” tomo II, p. 406 (1S44).
En la actualidad, la Palabra de Dios, en todo o en parte, está
hablando en más de quinientos idiomas, y se cree que estas
lenguas, a lo menos en su forma hablada, pueden hacer com-
prensible el mensaje divino para el noventa y cinco por ciento
de los habitantes de la tierra.
La obra de las misiones modernas, que tuvo su origen al
llegar el tiempo del fin, es uno de los grandes factores mundiales
de hoy día. Anualmente se dan casi treinta millones de pesos
oro para las misiones protestantes, y existe en operación una
El Tiempo del Fin 309
fuerza de más de veinte mil misioneros en países extranjeros,
sin contar los muchos millares de misioneros y ayudantes nati-
vos. Verdaderamente el tiempo del fin demuestra ser una era
de aumento de luz y conocimiento.
Todos los Países se Abren al Evangelio
Al llegar el tiempo en que había de aumentarse la ciencia,
era necesario que todos los países estuviesen abiertos para
recibir a los agentes ilustradores. Así que, al llegar el tiempo
del fin, vemos claramente que la mano de la Providencia abre
de par en par las puertas de todos los países. Esta ha sido una
era de exploración y desarrollo mundiales, aplicándose esto
especialmente a los últimos sesenta o setenta años. En 1844,
llegó el tiempo al cual la profecía se refería como el tiempo del
especial movimiento adventista que había de dar al mundo el
mensaje de la hora del juicio. El alcance de este movimiento se
describe así en la profecía:
“Vi otro ángel volar por en medio del cielo, que tenía el
evangelio eterno para predicarlo a los que moran en la tierra, y
a toda nación y tribu y lengua y pueblo.” Apocalipsis 14: 6.
Esto era una declaración de que al llegar el tiempo en que
se había de terminar la obra evangélica, las puertas de acceso
a toda nación, lengua y pueblo habían de abrirse de par en par.
En 1844, o tan sólo unos pocos años antes, gran parte del
mundo se hallaba cerrada para el esfuerzo misionero; pero,
como indica la profecía, los años siguientes presenciaron el
rápido y sistemático abrir de todos los países ante el mensaje
evangélico.
En 1842 se abrieron para el comercio y las misiones, cinco
puertos de China, siendo éstos otros tantos pasos de avance en
la apertura de toda China para el evangelio. En 1844, se influyó
sobre Turquía para que reconociera el derecho que tenían los
mahometanos de hacerse cristianos, cambiando así toda la
tradición musulmana. En 1844, Alien Gardiner fundó la
Misión Sudamericana. En 1845, Livingstone se determinó a
abrir el interior del África.
El Dr. A. T. Pierson, hablando de la manera maravillosa
con que la Providencia abrió las puertas de acceso en aquellos
tiempos, escribió como sigue:
310 Nuestro Siglo a la Luz Profética
“La mayor parte de los países impedían la entrada de las mi-
siones cristianas por medio de la oposición sistemática, de tal ma-
nera que el intentar llevarles las buenas nuevas significaba nada
menos que afrontar la muerte por causa de Cristo, siendo la única
bienvenida que aguardaba a los mensajeros de Dios la que podían
darles los hornos de los caníbales, las desapiadadas cárceles o las
tumbas de os mártires. Mas, a medida que adelantaba el pe-
queño ejército, por todos lados empezaban a caer las murallas de
Jericó, y por sí mismas se abrían las puertas de hierro. En la
India, Siam, Birmania, China, el Japón, Turquía, África, Méjico,
la América del Sur, los estados papales y Corea se penetró suce-
La Cuestión de Oriente
La Historia Moderna a la Luz de la Profecía Antigua
No SÓLO acerca de la historia de las naciones antiguas
testifica la “palabra profética más permanente.” También
describe los acontecimientos políticos de nuestra época y del
futuro.
Describe a las naciones de los postreros tiempos
preparando guerra, congregando sus fuerzas para el gran
Armagedón, la batalla del día de Dios.
Como señal de la última gran lucha, predice la caída o
“secamiento” de la potencia que gobierna el territorio regado
por el río Éufrates. Apocalipsis 16: 12. El Éufrates en toda la
historia moderna ha representado el territorio del imperio turco
u otomano. Y Armagedón, que se señala como lugar de reunión
para los ejércitos en el último combate de las naciones, se halla
en Palestina, la cual, durante todos los tiempos modernos, ha
estado bajo el dominio de la potencia turca.
322 Nuestro Siglo a la Luz Profética
El dedo de la profecía señala, por tanto, esta región del
Mediterráneo oriental como punto céntrico de la historia final
de las naciones. Y en la suerte final de Turquía está envuelta la
suerte final de todas las naciones del mundo.
Todo esto añade el significado más profundo y solemne al
estudio de lo que se conoce con el nombre de Cuestión de
Oriente, cuestión que ha ocupado el primer lugar en la política
internacional durante gran parte de la vida de esta generación.
Se han reñido guerras por ella, consejos de ministros han lu-
chado con ella, y mantiene aún su lugar en primera fila de los
casos pendientes en la actualidad.
Como todos saben, la Cuestión de Oriente envuelve el do-
minio o supremacía en el Cercano Oriente. Esta región fué un
punto céntrico en las luchas de las naciones de la antigüedad—
el punto de reunión del Oriente contra el Occidente. Dice
Maspero, historiador de los imperios antiguos:
Algunos países parecen destinados desde su origen a ser los
campos de batalla de las naciones contendientes...Las naciones que
os rodean desean ávidamente la posesión de un país así situado...
Desde la remota antigüedad, Siria estuvo en la condición que se
acaba de describir. Por su posición, formaba una especie de lugar de
reunión, donde tarde o temprano habían de entrar en violenta colisión
las naciones militares del mundo antiguo.”—“Struggle of the
Nations,” capítulo I.
No es extraño, por tanto, que uno de los grandes bosquejos
de la profecía histórica tratara de asuntos que se concentraran
en esta región central. La profecía de Daniel XI así lo hace,
bosquejando el curso de la historia desde los tiempos antiguos
hasta la solución final de la Cuestión de Oriente entre las esce-
nas del fin.
Nacimiento y Caída de los Antiguos Imperios
El interesante bosquejo profético de Daniel XI, empieza con
Persia, en el año tercero de Ciro, el conquistador de Babilonia.
(Véase Daniel 10: 1.) El ángel de Dios se apareció a Daniel,
y en la profecía más larga y más detallada de toda la Biblia,
le relató la historia de los acontecimientos relacionados con
esa región del Cercano Oriente durante los siglos venideros,
La Cuestión de Oriente 323
hasta el fin. Al cotejar la palabra de profecía con los anales de
la historia, vemos cuán exactamente la historia ha cumplido la
profecía; y podemos saber con certidumbre que la breve parte
de la profecía que queda aún por cumplir, se verificará
seguramente.
Persia
Profecía.—“Ahora yo te mostraré la verdad. He aquí que
aún habrá tres reyes en Persia, y el cuarto se hará de grandes
riquezas más que todos; y fortificándose con sus riquezas, des-
pertará a todos contra el reino de Javán (Grecia).” Daniel
11: 2.
Historia.—Los tres reyes que siguieron a Ciro fueron (1)
Cambises, (2) Esmeráis y (3) Darío; el cuarto, Jerjes, se hizo
“de grandes riquezas más que todos.” Poseía los tesoros de su
padre, Darío, a quien su propio pueblo llamaba el “negociante”
o “atesorador,” y a éstos, Jerjes mismo añadió vastas riquezas.
Cuando Jerjes se hallaba en camino para invadir a Grecia,
cierto lidio, llamado Pitio, agasajó a todo el ejército persa con
banquetes, y ofreció ayudar a sufragar los gastos de la
campaña. Jerjes preguntó quién era este hombre de tantas
riquezas. Se le respondió:
“Este es el hombre, oh rey, que dió a tu padre Darío el plátano
de oro, y también la vid de oro, y es aún el hombre más rico que
conozcamos en el mundo, excepto tú solo.”—Heródoto, libro VII,
párr. 27.
Había de ser más rico que todos los demás, y Jerjes, “con
sus riquezas,” pudo, según lo había predicho la profecía, des-
pertar “a todos contra el reino de Javán.” Bajo sus estandartes
marcharon al ataque cuarenta y nueve naciones. El poeta
griego, Esquilo, quien peleó contra los persas, escribió acerca
del gran ejército de Jerjes:
“Y el señor de la populosa Asia lanza con furia sobre el conti-
nente su prodigioso rebaño de pueblos por dos partes a la vez; por
mar y por tierra, confiado en el valor y firmeza de sus capitanes. El,
hijo de esta raza nacida de la lluvia de oro; él, hombre igual a los
mismos dioses.”—“Los Persas,” traducción de F, S, Brieva
Salvatierra,
324 Nuestro Siglo a la Luz Profética
Jerjes se jactaba de que guiaba “a todo el género humano a
la destrucción de Grecia.” Mas su invasión terminó con la
derrota total de sus fuerzas de tierra y mar. Era para el mundo
una advertencia de que estaba quebrantada la potencia de
Persia. Así la trata la profecía, y no menciona más la historia
persa.
En aquel tiempo Esquilo celebró el desvanecimiento del
prestigio de Persia con estas líneas:
“Ya no vivirán sujetos a la dominación de Persia los pueblos de
Asia; ya no pagarán el tributo a que los obliga la ley de la servi-
dumbre; ya no escucharán de rodillas la voluntad del que fué su
señor. El imperio del rey quedó aniquilado... Cayó miserablemente
la nación señora de Asia.”—Id.
El gran cambio que había de verificarse a continuación en
el mundo, era el surgimiento de Grecia para asumir la hege-
monía. Así, aunque unos cuantos reyes sucedieron a Jerjes en
Persia, después de su desastrosa invasión, la profecía pasa
directamente a la llegada de Grecia bajo su “rey valiente,”
Alejandro Magno.
Grecia
Profecía.—“Levantaráse luego un rey valiente, el cual se
enseñoreará sobre gran dominio, y hará su voluntad. Pero
cuando estará enseñoreado, será quebrantado su reino, y repar-
tido por los cuatro vientos del cielo; y no a sus descendientes.”
Daniel 11: 3, 4.
Historia.—Alejandro Magno se levantó y reinó con gran
poder, sobre un reino que se extendía desde la India hasta
Grecia, habiendo reyes que vivían aún más allá en el occidente
y enviaban embajadas a Babilonia presentando su sumisión.
Pero en el apogeo de su poder, según la profecía lo sugiere, fué
repentinamente derribado por la muerte. Toda su posteridad
pereció, y de las luchas que entablaron sus generales por la
supremacía, provino, en 301 ant. de J. C., el repartimiento del
imperio “por los cuatro vientos,” según lo declarara la profecía
mucho tiempo antes, Dice el historiador Rawlinson:
La Cuestión de Oriente 325
La división en cuatro partes del dominio de Alejandro fué
reconocida: Macedonia (occidente), Egipto (sur), Asia Menor
(norte), y Siria (que se extendía hacia el este, hasta más allá del
Éufrates).”—“Sixth Monarchy,” capitulo III.
Los Reyes del Norte y del Sur
Luego, se nota un nuevo arreglo de estas potencias, y esto
es lo que nos da la clave para el estudio de la parte final del
largo bosquejo profético que trata de los acontecimientos de
nuestra época. La narración continúa así:
Profecía.—“Haráse fuerte el rey del mediodía: mas uno de
los príncipes de aquél le sobrepujará, ... su señorío será grande
señorío.” Vers. 5.
Historia.—La historia testifica que el rey del mediodía
(Egipto, bajo los Tolomeos) fué fuerte; pero uno de los cuatro
príncipes le sobrepujó. Seleuco, de Siria y del oriente, hizo
avanzar su dominio hacia el norte, subyugando la mayor parte
del Asia Menor, y extendiendo sus límites hasta Tracia, en el
lado europeo, allende los Dardanelos. De entonces en adelante,
como dice Mahaffy:
“Hubo tres grandes reinos—Macedonia, Egipto y Siria—que
duraron, cada uno bajo su propia dinastía, hasta que Roma los
absorbió a todos.”—“Alexander’s Empire” p. S9.
De esta manera, Seleuco se apoderó del territorio del norte,
y la potencia siria llegó a ser rey del norte, extendiéndose su
imperio desde Tracia, en Europa, pasando por el Asia Menor
hasta Siria y el Éufrates. La capital de su imperio fué trasladada
del oriente al Norte de Siria, y Antioquía, “una vez la tercera
ciudad del mundo,” vino a ser su famosa capital.
La profecía predijo a continuación, y con considerables
detalles, las contiendas entre estas dos fuertes potencias, el rey
del norte (Siria y Asia Menor) y el rey del mediodía (Egipto).
El conflicto prosiguió entre una y otra parte hasta la llegada de
los romanos, siendo la Tierra Santa el frecuente punto de en-
cuentro de los ejércitos contendientes. La Enciclopedia Britá-
nica la describe así:
326 Nuestro Siglo a la Luz Profética
“Palestina fué antiguamente el campo de batalla del rey del norte
y el rey del mediodía... La historia de aquellos tiempos se pierde en
sus detalles.”—Novena edición, tomo XV, articulo “Macedoniarn,
Empire” p. 144.
No seguiremos los detalles de esta contienda según los
predecía la profecía, ni tampoco el bosquejo de los aconteci-
mientos que sucedieron después que el poderío romano acabó
con la rivalidad entre Siria y Egipto. Es tan sólo necesario que
fijemos los sucesos y términos geográficos de esta primera
parte de la profecía. Entonces tendremos la clave para la parte
final, que trata de los acontecimientos de los postreros días, en
los cuales reaparece el rey del norte.
El Moderno Rey del Norte
En los últimos versículos del capítulo, hallamos al rey del
norte como actor principal en esa misma región “al cabo del
tiempo.” Versículo 40. Se nos dice que cuando esta potestad
llegue a su fin, será señal de que el gran día de Dios está
cercano. Véase Daniel 12: 1.
Viene a ser, por tanto, cuestión vital el saber qué potencia,
en estos postreros días, es el rey del norte, cuyo fin será señal
de la rápida terminación del mundo. La Inspiración nos su-
ministra la base para la respuesta. El rey del norte, en la
primera parte de la profecía, era la potencia que dominaba en
Siria y Asia Menor, desde el Éufrates hasta las orillas de los
Dardanelos. El rey del norte, entonces, en la última parte de la
profecía, debe ser la potencia que ha venido gobernando en esta
misma región durante el tiempo del fin.
¿Qué potencia ha tenido bajo su dominio a este territorio
en los tiempos modernos?—El imperio turco. Así pues, parece
claro, que al hablar del “rey del norte” en el tiempo del fin, la
profecía señala a esta potencia, la cual se identificó durante
largos siglos con las regiones del Asia Menor y el Éufrates, las
cuales formaban en gran parte el dominio del antiguo rey del
norte.
Acerca de la última parte de la historia del rey del norte, su
fin y los acontecimientos subsiguientes, la profecía dice:
La Cuestión de Oriente 327
“Nuevas de oriente y del norte lo espantarán; y saldrá con
grande ira para destruir y matar muchos.
“Y plantará las tiendas de su palacio entre los mares, en el
monte deseable del santuario; y vendrá hasta su fin, y no tendrá
quién le ayude.
“Y en aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe
que está por los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia,
cual nunca fué después que hubo gente hasta entonces: mas en
aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallaren
escritos en el libro.” Daniel 11: 44,45; 12: 1.
El primer versículo de estos tres citados, describe exacta-
mente la historia de Turquía en los tiempos modernos. La
inquietud de Turquía le ha provenido de noticias del oriente y
del norte. En ambas direcciones ha habido un retroceso en la
frontera turca, y especialmente en el norte. Repetidas veces,
durante este tiempo del fin, Turquía ha salido con ira para
328 Nuestro Siglo a la Luz Profética
resistir a estas usurpaciones e impedir la pérdida de su terri-
torio. En nuestros tiempos ha “destruido” y “muerto” a muchos
en sus furiosas matanzas de armenios en el Asia Menor, y
defiende estos ataques como necesarios para su seguridad
frente a los muchos peligros que la amenazan.
Para algunos, estas “nuevas de oriente y del norte” se re-
fieren a sucesos todavía futuros y relacionados con las últimas
luchas de esta potencia. Sea esto como fuere, la profecía pinta
al rey del norte, a pesar de sus luchas, como moviéndose inevi-
tablemente por la historia de nuestros días hasta llegar a su fin.
Durante todos los años recientes la influencia de Turquía
en Europa ha venido debilitándose, y ha llegado a ser la
expectación de todo el mundo que algún día Turquía—que es,
según dicen, una potencia asiática—trasladará su capital de
Constantinopla para establecerla en un punto del Asia Menor.
Se desprende claramente, pues, de esta profecía referente
al rey del norte, que su posesión secular de la histórica capital
del imperio otomano terminará antes del fin, y que se le quitará
la sede de su gobierno, su “palacio,” en los postreros días. Ello
es que se hace referencia a su capital como “las tiendas de su
palacio,” frase más apropiada a una existencia transitoria y
movible que a la ocupación de un centro permanente de poder.
La profecía indica un traslado del rey del norte, lo cual traerá
la crisis final de su gobierno:
“Plantará las tiendas de su palacio entre los mares, en el
monte deseable del santuario.” Daniel 11: 45.
Jerusalén es el “monte deseable del santuario” de las Escri-
turas. Véase Zacarías 8: 3. Después de más de mil años, la
sagrada ciudad de la historia bíblica ha sido libertada de las
manos de los muslimes. El lenguaje de la profecía sugiere que
de parte del rey del norte se hará, al acercarse el fin, un esfuerzo
para establecer en Jerusalén “las tiendas de su palacio.” Este
esfuerzo, como veremos, precipitará el derrocamiento com-
pleto del rey del norte.
Tan evidente es la aplicación de esta profecía a la potencia
turca, que hace más de cien años varios estudiantes de las pro-
fecías, entre ellos el Sr. Guillermo Whiston, sucesor del Sr.
LA JERUSALÉN MODERNA “Plantará las tiendas de su palacio
entre los mares, en el monte desea-
ble del santuario.” Daniel 11: 45.
330 Nuestro Siglo a la Luz Profética
Isaac Newton en el estudio de las profecías como también en
la cátedra de matemáticas de la Universidad de Cambridge,
Inglaterra, llamaron la atención del pueblo a esta predicha ter-
minación del dominio turco.
En vista de esta profecía, resulta muy significativo el hecho
de que, según la tradición de los mahometanos, Jerusalén ha de
desempeñar un papel importantísimo en la historia final de
ellos. El lexicógrafo Hughes, en su Dictionary of Islam
El Armagedón
El Combate Final de los Imperios Terrenales
LA SEGURA palabra de profecía que predijo el nacimiento
y la caída de los imperios antiguos, y bosquejó el curso general
de la historia del mundo en el transcurso de los siglos, describe
también la última gran lucha de las naciones.
Hay un proverbio que dice: “La paz es el ensueño de los
sabios, pero la guerra es la historia del hombre.” Y la profecía
divina nos asegura que la historia de este mundo actual acabará
en medio de escenas de conflicto.
En nuestro tiempo, muchos han llegado a pensar que la
civilización ha de lograr un modo mejor de arreglar las riva-
lidades de las naciones, pero la profecía predice otra cosa. En
realidad, la palabra profética señala este hablar de paz y
seguridad en medio de preparativos para la guerra, como señal
distintiva de los postreros días.
“En lo postrero de los tiempos,” dice el profeta Isaías,
“vendrán muchos pueblos, y dirán:
338 Nuestro Siglo a la Luz Profética
“Volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en
hoces: no alzará espada gente contra gente, ni se ensayarán más
para la guerra.” Isaías 2: 2-4.
Esto es lo que hacían de decir “muchos pueblos. Mas las
verdaderas condiciones de los últimos días que nos están des-
critas son exactamente opuestas. El profeta, Joel describe así el
verdadero espíritu del mundo en estos tiempos.
“Pregonad esto entre las gentes, proclamad guerra, des-
pertad a los valientes, lléguense, vengan todos los hombres de
guerra. Haced espadas de vuestros azadones, y lanzas de vues-
tras hoces; diga el flaco: Fuerte soy.” Joel 3: 9, 10.
El contexto demuestra que el profeta está hablando de los
últimos tiempos, cuando “cercano está el día grande de Je-
hová.” Vers. 14.
Se Cumple la Profecía
Esto es lo que hemos visto en nuestro tiempo, como nunca
antes en la historia del hombre—el producto del arado y de la
hoz dedicado a instrumentos de guerra.
Hace unos veinticinco años, el marqués de Salisbury, ha-
blando como hombre encanecido en el servicio del Estado, di-
rigió a un auditorio londinense la pregunta siguiente: “¿Cuál es
el gran cambio que señala este tiempo como diferente de los
tiempos en que la mayoría de nosotros éramos jóvenes?” El
veterano estadista contestó su propia pregunta, diciendo que
era el armamento de las naciones, la rápida carrera a que re-
cientemente se habían lanzado las potencias, para aumentar sus
armamentos navales y militares. Es una señal de nuestros
tiempos, que corresponde a las predicciones proféticas.
Durante toda la generación actual, las personas reflexivas
han contemplado con graves preocupaciones los preparativos
que hacen las naciones para la guerra. La reina Alejandra, de
Inglaterra, dijo una vez acerca de esto:
“Fui educada en la escuela de un rey que era, ante todo, justo; y
he tratado de hacer como él—predicar siempre el amor y la caridad.
Siempre, he desconfiado de los preparativos bélicos de los cuales las
naciones no parecen cansarse nunca. Algún día este acumulado
material de soldados y cañones estallará en llamas mediante una
guerra espantosa que en la tierra sumirá en luto a la humanidad, y en
el cielo entristecerá a nuestro Padre universal.”
El Armagedón 339
A medida que proseguía la carrera por los armamentos en
una escala nunca soñada antes, los estadistas y escritores em-
pezaron a emplear la palabra “Armagedón” para describir el
conflicto que ellos veían inevitable. Años ha, la revista lon-
dinense Contemporary Review dijo:
“Por doquiera están sucediendo cosas extrañas... Rusia, Ale-
mania, Inglaterra—estos son grandes nombres, palpitan con grandes
ideas; tienen vastos destinos ante sí, y millones de hombres armados
y pagados por ellas, todos esperando el Armagedón.”
En junio de 1909, lord Rosebery, en un discurso pronun-
ciado en Londres, ante una asamblea de la prensa, comentó
seriamente la significación de la prisa febril con que las na-
ciones se están armando,” “como si fuese para algún gran Ar-
magedón, y esto en un tiempo de la más profunda paz.” Trans-
cribimos lo siguiente de una popular revista americana, del
mismo año:
“Hoy día la Europa entera está dividida en dos campos armados,
que aguardan con incertidumbre al día de mañana con su
Armagedón.”—Everybody's Magazine, de noviembre de 1909.
Así, por doquiera, los observadores veían que la rivalidad
de intereses entre las naciones conducía a un conflicto tan co-
losal que sólo la palabra bíblica “Armagedón,” con su apela-
ción a la imaginación, parecía sugerir adecuadamente sus pro-
porciones.
Cada año que pasaba crecía la intensidad del sentimiento y
el antagonismo de los intereses. En 1911, el Nineteenth
Century and After, dijo:
“Nunca fueron tan fuertes en la tierra como ahora los senti-
mientos de raza y nacionalidad. Nunca hubo preparación para la
guerra tan tremenda y sostenida. Nunca fué el poder de herir tan
rápido y tan terriblemente formidable... La sombra de conflicto y
cambios mayores que cualesquiera conocidos por la humanidad
desde que Atila y sus hunos fueron detenidos en Chalons, está
amenazando visiblemente al mundo. El oído de la imaginación casi
puede oír la movilización de las legiones para la feroz prueba de los
pueblos, sonido tan agudo como el de la trompeta del Señor de los
ejércitos.” —Citado del “Literary Digest,” de mayo 6 de 1911.
Lo que la antigua profecía predijo—la preparación para
la guerra en los postreros días, el despertar y armamento de
EL ACORAZADO “NEVADA,” DE LA MARINA Fotografía sacada desde el puente
DE LOS ESTADOS UNIDOS de Manhattan, Nueva York.
El Armagedón 341
las naciones lo hemos visto cumplirse ante nuestra vista en esta
generación.
Los Agentes Satánicos en Operación
En las profecías de la congregación de las naciones para la
última gran lucha, la Inspiración descorre el velo, y nos per-
ron con él a las bodas; y se cerró la puerta.” Mateo 25: 10. Las
que estaban apercibidas entraron; las que se estaban pre-
parando, llegaron tarde. ¿Cómo llegaron algunas a estar listas?
—Estando listas constantemente; manteniéndose listas. Esta
lección está destinada ahora para nosotros. Nuestra única
seguridad consiste en estar listos cada día, teniendo nuestros
pecados perdonados y nuestra vida entregada a Dios.
EL MILENARIO
El milenario es el período final de la gran semana de tiempo de Dios; el gran sábado de descanso para la tierra y el pueblo de Dios.
Sigue al fin de la dispensación evangélica y precede al establecimiento del reino de Dios en la tierra.
Comprende lo que en las Escrituras se llama frecuentemente “el día de Jehová.”
Cada extremo está limitado por una resurrección.
Su principio está señalado por el derramamiento de las siete últimas plagas, la segunda venida de Cristo, la resurrección de los justos
muertos, el encadenamiento de Satanás y el traslado de los santos al cielo; y su fin, por el descenso de la nueva Jerusalén, con Cristo y los
santos, del cielo, la resurrección de los impíos muertos, la liberación de Satanás, y la destrucción final de los impíos.
Durante los mil años la tierra permanece desolada; Satanás y sus ángeles están confinados en ella; y los santos, junto con Cristo,
juzgan a los impíos, lo cual ha de ser el preparativo para su castigo final.
Resucitan entonces los impíos muertos; Satanás queda libre por un corto tiempo, y él y la hueste de los impíos circundan el cam-
pamento de los santos y la santa ciudad, cuando baja del cielo el fuego de Dios y los consume. La tierra se purifica por el mismo fuego que
destruye a los impíos, y, renovada, llega a ser la eterna morada de los santos.
El milenario es una de “las edades por venir.” Su fin señalará el principio del estado de la nueva tierra.
CRISTO VIENE POR LOS SUYOS “Vivieron y reinaron con Cristo
mil años.” Apocalipsis 20: 4.
El Milenario
La palabra “milenario” significa “mil años”. A este período
determinado hace referencia específica sólo un capítulo de la
Biblia, el vigésimo del Apocalipsis; y en este capítulo se habla
de él repetidas veces. Hallamos que es:
El período durante el cual los santos reinarán con Cristo en
juicio.
El período durante el cual Satanás estará atado.
El espacio de tiempo que ha de mediar entre las dos resu-
rrecciones, la de los justos y la de los injustos.
Un examen de los textos que se refieren al milenario hará
ver:
1. Los acontecimientos que señalen su principio.
2. Los acontecimientos que ocurran durante los mil años.
3. Los acontecimientos que sucedan al fin de este período.
Hallamos, claramente enseñado en las Escrituras, lo siguiente:
352 Nuestro Siglo a la Luz Profética
Que el milenario empieza a la segunda venida de Cristo.
Que el reinado de los santos con él en juicio no se verificará
en esta tierra, sino en el cielo.
Que esta tierra, privada de habitantes humanos, ha de ser
la cárcel de Satanás durante los mil años.
Que al fin de los mil años se ejecutará sobre Satanás y
todos les impíos el juicio determinado.
Que esta tierra, purificada por los fuegos del juicio
postrero, y renovada, llegará-a ser el hogar eterno de los
salvados.
1. Acontecimientos del Principio de los Mil Años
En lo referente al tiempo, se nos proporciona la clave me-
diante la declaración de que el milenario empieza con—
La Resurrección de los Justos
Al hablar de los santos resucitados, la Escritura dice:
“Vivieron y reinaron con Cristo mil años. Mas los otros
muertos (los impíos) no tornaron a vivir hasta que sean cum-
plidos mil años. Esta es la primera resurrección. Bienaven-
turado y santo el que tiene parte en la primera resurrección.”
Apocalipsis 20: 4-6.
Ha de haber dos resurrecciones. El apóstol Pablo dijo que
tal era la enseñanza de toda la Escritura: “Ha de haber resu-
rrección de los muertos, así de justos como de injustos.” He-
chos 24: 15. La primera resurrección, la de los justos, señala el
principio de los mil años.
La Segunda Venida de Cristo
¿Cuándo se verifica esta primera resurrección, en el orden
de los acontecimientos de aquel “día de Jehová”? Sucede a la
segunda venida de Cristo. Un texto, de entre muchos, bastará
para patentizarlo:
“El mismo Señor con aclamación, con voz de arcángel, y
con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en
Cristo resucitarán primero.” 1 Tesalonicenses 4: 16.
Al venir el Salvador en gloria, con todos los santos ángeles,
se abren los sepulcros, y la voz de él despierta a sus hijos que
duermen en el polvo.
El Milenario 353
Enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán
sus escogidos de los cuatro vientos, de un cabo del cielo hasta
el otro.” Mateo 24: 31.
El tiempo de la segunda venida de Cristo es, pues, el princi-
pio del milenario.
Los Justos Trasladados al Cielo
Los justos vivos son trasladados y, junto con los santos re-
sucitados, llevados al cielo, según dice el apóstol:
“Luego nosotros, los que vivimos, los que quedamos,
juntamente con ellos seremos arrebatados en las nubes a recibir
al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.” I
Tesalonicenses 4: 17.
Esta fué la promesa del Salvador:
“En la casa de mi Padre muchas moradas hay: ...voy, pues,
a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere, y os aparejare
lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo: para que donde
yo estoy, vosotros también estéis.” Juan 14: 2, 3.
La Destrucción de los Impíos
A la segunda venida de Cristo los impíos quedan muertos.
Los incrédulos que quedan sin refugio aquel día, no podrán
soportar la presencia de una gloria como la que se ha de des-
bordar sobre el mundo:
“Se manifestará el Señor Jesús del cielo con los ángeles de
su potencia, en llama de fuego, para dar el pago a los que rio
conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor
Jesucristo.” 2 Tesalonicenses 1: 7, 8.
El Encadenamiento de Satanás
Con los santos en el cielo, fuera del alcance de las
artimañas de Satanás, y con los impíos muertos, los cuales no
han de volver a vivir hasta que se terminen los mil años,
Satanás está “atado”—confinado por el poder divino a esta
tierra, que viene a ser su cárcel, sin haber en ella ni santo ni
pecador con quienes pueda emplear sus artificios de engaño.
Jamás ha sido encadenado más eficazmente prisionero alguno.
El lenguaje simbólico del profeta describe así la escena:
354 Nuestro Siglo a la Luz Profética
“Vi un ángel descender del cielo, que tenía la llave del
abismo, y una grande cadena en su mano. Y prendió al dragón,
aquella serpiente antigua, que es el Diablo y Satanás, y le ató
por mil años; y arrojólo al abismo, y le encerró, y selló sobre
él, porque no engañe más a las naciones, hasta que mil años
sean cumplidos: y después de esto es necesario que sea
desatado un poco de tiempo.” Apocalipsis 20: 1-3.
Estos son los acontecimientos que han de señalar el prin-
cipio de los mil años: la segunda venida de Cristo, la resurrec-
ción de los justos, la ascensión de todos los redimidos a la ciu-
dad de Dios, la muerte de los impenitentes, y por consiguiente,
el encadenamiento de Satanás.
2. Los Acontecimientos que se Han de Verificar Durante los
Mil Años en el Cielo
En las visiones que fueron dadas a los profetas acerca de
los redimidos en la ciudad de Dios, se nos presenta una escena
de gloria tras otra. El profeta Juan dice:
“Después de estas cosas miré, y he aquí una gran
compañía, la cual ninguno podía contar, de todas gentes y
linajes y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en
la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y palmas
en sus manos... Por esto están delante del trono de Dios, y le
sirven día y noche en su templo.” Apocalipsis 7: 9-15.
“Sirven” en el templo del Señor, dice el profeta.
Un servicio en el cual los salvados tendrán parte durante
los mil años, es la obra de juicio que queda aún por realizar,
siguiéndole el castigo final del pecado y la destrucción de Sata-
nás y todas sus obras. El profeta vió que esta obra se llevaba a
cabo en los atrios celestiales, cooperando los redimidos con
Cristo en esta obra de juicio.
“Y vi tronos y se sentaron sobre ellos, y les fué dado juicio;
y vi las almas de los degollados por el testimonio de Jesús, y
por la palabra de Dios, y que no habían adorado la bestia, ni a
su imagen, y que no recibieron la señal en sus frentes, ni en sus
manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años.” Apocalipsis
20: 4.
A esta obra de juzgar los impíos y los ángeles malos, aludió
el apóstol en el consejo que diera a los corintios: “¿No sabéis
El Milenario 355
que los santos han de juzgar al mundo?... ¿No sabéis que he-
mos de juzgar a los ángeles?” 1 Corintios 6: 2, 3.
En la Tierra
Mientras en los cielos los salvados están con Cristo y los
santos ángeles delante del trono, y siguen al Cordero doquiera
vaya, hemos de recordar que en la tierra todo es desolación y
vacío. Los impíos han sido muertos por la gloria de la venida
de Cristo. Por el sacudimiento que sufriera la tierra, las ciu-
dades de las naciones han caído en ruinas, las islas han desapa-
recido y las montañas han sido arrojadas a las profundidades
de la mar. La condición de la tierra durante este tiempo de
desolación está descrita así por el profeta:
“Miré la tierra, y he aquí que estaba asolada y vacía; y los
cielos, y no había en ellos luz. Miré los montes, y he aquí que
temblaban, y todos los collados fueron destruidos. Miré, y no
parecía hombre, y todas las aves del cielo se habían ido. Miré,
y he aquí el Carmelo desierto, y todas sus ciudades eran aso-
ladas a la presencia de Jehová, a la presencia del furor de su
ira.” Jeremías 4: 23-26.
“Asolada y vacía,” dijo el profeta. Esa es la misma frase
que se usa en los primeros versículos del Génesis para describir
el estado caótico de la tierra en el principio. En el principio de
la semana de la creación, la tierra estaba en un estado de vacío
y caos—era un “abismo,” según se la llama en la traducción
griega del Génesis. Nuevamente, durante este período de mil
años, la tierra llega a ser “un abismo,” o sea un desierto
asolado. “Abismo” es justamente la palabra que usa nuestra
versión al explicarnos lo referente al encadenamiento de Sata-
nás por el poderoso ángel de Dios:
“Prendió al dragón, aquella serpiente antigua, que es el
Diablo y Satanás, y le ató por mil años; y arrojólo al abismo.”
Apocalipsis 20: 2, 3.
Confinado a este abismo de desolación, como preso en una
cárcel, sin nadie a quien tentar, el autor del pecado tiene mil
años para reflexionar sobre la ruina que el pecado ha labrado
en la tierra, que salió una vez de la mano de su Hacedor
hermosa y perfecta, sin que la mancillara maldición alguna,
356 Nuestro Siglo a la Luz Profética
3. Los Acontecimientos al Fin de los Mil Años
Al fin del milenario, esta tierra viene a ser el escenario de
los acontecimientos que terminan el gran conflicto entre Cristo
y Satanás.
El Descenso de la Santa Ciudad
Una vez terminada la obra del juicio en el cielo, llega la
hora de la ejecución del juicio sobre el pecado y los pecadores.
El Restaurador
Mas desde la hora en que la sombra del pecado cayó sobre
la tierra, hubo siempre una luz que brillaba en las tinieblas. En
medio de las ruinas que causara el pecado, se presentaba el
gran Restaurador.
— El relato inspirado ofrece un cuadro verbal de Jesús,
cuando reemplaza él al hombre para recuperar el dominio
perdido:
“No sujetó a los ángeles el mundo venidero, del cual habla-
mos. Testificó empero uno en cierto lugar, diciendo: ¿Qué es
el hombre, que te acuerdas de él? ¿o el hijo del hombre, que le
visitas? Tú le hiciste un poco menor que los ángeles, coro-
nástele de gloria y de honra, y pusístele sobre las obras de tus
manos; todas las cosas sujetaste debajo de sus pies. Porque en
cuanto le sujetó todas las cosas, nada dejó que no sea sujeto a
él; mas aun no vemos que todas las cosas le sean sujetas.
Empero vemos coronado de gloria y de honra, por el padeci-
miento de muerte, a aquel Jesús.” Hebreos 2: 5-9.
Precisamente donde Adán cayó y perdió su dominio sobre la
tierra, vemos a Jesús, el segundo Adán, tomar el lugar del hom-
bre y recuperar la heredad perdida. Esta es la razón por la cual
el cuadro de la nueva tierra y del estado sin pecado del hombre,
descrito en los dos primeros capítulos de la Biblia, se repite en
los últimos dos capítulos, con aun mayor plenitud de gloria. El
plan y propósito originales de Dios serán llevados a cabo, y
esta tierra, renovada, será el hogar eterno de hombres y mujeres
sin pecado, redimidos por la gracia.
Se descubrirá entonces que el pecado no ha frustrado, sino
tan sólo demorado, el propósito de Dios. Y ¿qué son seis mil
años para llevar a cabo el plan divino? En nuestra breve exis-
tencia podemos dividir la historia humana en antigua, media y
moderna; pero en la vida del cielo, mil años son tan sólo como
“una vigilia de la noche,” así que para el cielo estas seis vigilias
son tan sólo una noche de pesar y amante ministerio en rescatar
a los perdidos.
Ha costado todo lo que el cielo tenía para dar. Pero se
hizo el Don infinito, y todo el cielo ha cooperado en la obra,
pues de los ángeles se nos dice: “¿No son todos ellos espíritus
La Patria de los Salvados 363
ministradores, enviados para hacer servicio a favor de los que
han de heredar la salvación?” Hebreos 1: 14, V. M.
La Reconquista del Dominio Perdido
De todos los mundos que resplandecen en los cielos,
proclamando la gloria de Dios, esta tierra es la única que se
perdió. Su luz se apagó en las tinieblas. Anduvo errante lejos
del redil de la perfecta creación de Dios.
Entonces vino el Pastor divino para hallarla y hacerla vol-
ver. Y los ángeles que se regocijaron cuando vieron crearse
esta tierra—“cuando las estrellas todas del alba alababan, y se
regocijaban todos los hijos de Dios,”—se regocijarán de nuevo
cuando el Señor traiga de vuelta los suyos, y esta tierra, redi-
mida de la maldición, brille de nuevo en el universo resplande-
ciente con la perfección de la gloria de Dios.
Cristo no sólo redime a los hombres perdidos, sino que ha
de redimir también esta tierra perdida. “El Hijo del hombre —
dijo él—vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.”
Lucas 19: 10.
Por el pecado, el hombre no sólo perdió su justicia y su
vida, sino también su señorío. Originalmente, el hombre tenía
dominio “en toda la tierra.” Génesis 1: 26. Como dice el
salmista: “Hicístelo enseñorear de las obras de tus manos.”
Salmo 8: 6. Era príncipe y señor de la tierra. Pero cuando cedió
a la tentación de Satanás, entregó aquel dominio al enemigo,
poniéndose bajo el poder de su adversario. Satanás llegó a ser
así el “príncipe de este mundo,” que ejerciera el señorío
quitado al hombre.
Pero por Cristo, este dominio ha de ser restaurado. El
antiguo profeta dijo:
“Tú, oh torre del rebaño, la fortaleza de la hija de Sión
vendrá hasta ti; y el señorío primero, y el reino vendrá a la hija
de Jerusalén.” Miqueas 4: 8.
La Esperanza de la Promesa
La promesa del evangelio de salvación no es sólo de que
obtendremos la vida eterna por la fe, sino de que también
recibiremos herencia eterna de la tierra hecha nueva, en
364 Nuestro Siglo a la Luz Profética
cumplimiento del plan que tenía el Creador cuando hizo a este
mundo para que fuese la patria del hombre. Esta fue la estrella
de esperanza que resplandecía ante Adán y Eva al salir ellos
del Edén y pasar a un mundo moribundo. Era la promesa hecha
a Abrahán, de “que sería heredero del mundo.” Romanos 4: 13.
No se le prometía la tierra en su estado actual, pues el Se-
ñor “no le dió herencia en ella, ni aun para asentar un pie.”
Hechos 7:5. Abrahán no esperaba que la promesa se cumpliera
en esta tierra de pecado, sino en la tierra hecha nueva, redimida
del pecado. La Escritura habla de su esperanza:
“Por fe habitó en la tierra prometida como en tierra ajena,
...porque esperaba ciudad con fundamentos, el artífice y hace-
dor de la cual es Dios.” Hebreos 11: 9, 10.
En la nueva tierra y en la nueva Jerusalén esperaba Abra-
hán, el padre de los fieles, recibir la heredad eterna, prometida
a él y a su simiente. Y allí hallarán su heredad todos los fieles.
“Si vosotros sois de Cristo, ciertamente la simiente de
Abrahán sois, y conforme a la promesa los herederos.” Gálatas
3: 29.
El salmista dijo: “Los mansos heredarán la tierra.” Salmo
37: 11. Cristo lo repitió: “Bienaventurados los mansos: porque
ellos recibirán la tierra por heredad.” Mateo 5: 5.
La Nueva Tierra y la Nueva Jerusalén
Por el profeta Isaías, el Señor describió la nueva creación
de esta tierra, para hacerla morada de los redimidos:
“He aquí que yo crío nuevos cielos y nueva tierra: y de lo
primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento. Mas
os gozaréis y os alegraréis por siglo de siglo en las cosas que
yo crío: porque he aquí que yo crío a Jerusalén alegría, y a su
pueblo gozo. Y alegraréme con Jerusalén, y gozaréme con mi
pueblo; y nunca más se oirán en ella voz de lloro, ni voz de
clamor.” Isa. 65: 17-19.
El profeta no habla de la antigua Jerusalén, sino de la
nueva Jerusalén, que Juan vió bajar, con los santos, del cielo,
desde Dios. La vió descender a la tierra al fin de los mil años,
y vió a los impíos salir de sus sepulcros para el juicio. Luego,
La Patria de los Salvados 365
él vió los fuegos del último día caer sobre los perdidos, consu-
miendo el pecado y los pecadores, y purificando la tierra
misma de todo rastro de la maldición. De este día escribió
Pedro: “En el cual los cielos siendo encendidos serán
deshechos, y los elementos siendo abrasados, se fundirán.”
Pero añade: “Bien que esperamos cielos nuevos y tierra nueva,
según sus promesas, en los cuales mora la justicia.” 2 Pedro 3:
12, 13.
De los disueltos elementos de la tierra y de los cielos at-
mosféricos, el poder del Creador hace surgir nuevos cielos y
nueva tierra, la creación antigua purificada y renovada con-
forme a la perfección del paraíso edénico original. Esto su-
cederá; porque Juan lo vió en visión. “Vi—dice él—un cielo
nuevo, y una tierra nueva: porque el primer cielo y la primera
tierra se fueron.”' Apocalipsis 21: 1.
Vió la ciudad que había bajado del cielo—aquellas
moradas que Cristo fué a preparar—la nueva Jerusalén, la
capital santa del reino eterno de los santos, donde se levanta el
trono mismo de Cristo.
“Oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el taberná-
culo de Dios con los hombres, y morará con ellos; y ellos serán
su pueblo, y el mismo Dios será su Dios con ellos. Y limpiará
Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y la muerte no será más;
y no habrá más llanto, ni clamor, ni dolor: porque las primeras
cosas son pasadas. Y el que estaba sentado en el trono dijo: He
aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe;
porque estas palabras son fieles y verdaderas.” Apocalipsis 21:
3-5.
Sobrepuja a toda comprensión, pero es cierto. Y la vida de
los salvados en su heredad eterna será justamente tan real como
lo es la vida en la tierra actual.
“Edificarán casas, y morarán en ellas; plantarán viñas, y
comerán el fruto de ellas.” “El lobo y el cordero serán apa-
centados juntos, y el león comerá paja como el buey; y a la
serpiente el polvo será su comida. No afligirán, ni harán mal
en todo mi santo monte, dijo Jehová.” Isaías 65: 21,25.
La tierra entera será como el paraíso de Edén plantado por
Dios en el principio. Y de semana en semana y de mes en mes,
LA MORADA ETERNA DE LOS SANTOS “Vi un cielo nuevo, y una tierra nueva:
porque el primer cielo y la primera
tierra se fueron.” Apocalipsis 21: 1.
La Patria de los Salvados 367
los salvados se congregarán para adorar delante del glorioso
trono en la ciudad santa.
“Corno los cielos nuevos y la nueva tierra, que yo hago,
permanecen delante de mí, dice Jehová, así permanecerá vues-
tra simiente y vuestro nombre. Y será que de mes en mes, y de
sábado en sábado, vendrá toda carne a adorar delante de mí,
dijo Jehová.” Isaías 66: 22, 23.
Las Glorias de la Morada Eterna de los Santos
Así como los dos primeros capítulos de la Biblia hablan de
la perfección original de la tierra, así también los dos últimos
capítulos constituyen un salmo de éxtasis sobre las indes-
criptibles glorias de la tierra renovada, con su ciudad de luz de
murallas de jaspe y puertas de perla, el río de la vida que fluye
del trono de Dios, tan claro como el cristal, con el gigantesco
árbol de la vida, que se extiende a ambos lados del río. Y sobre
todo, Jesús mismo, “el Rey en su hermosura,” sin el cual no
habría gloria ni siquiera en aquella gloriosa ciudad, “porque la
claridad de Dios la iluminó, y el Cordero era su lumbrera.”
Después de la belleza y gracia de Cristo nuestro Salvador,
las glorias de este mundo venidero han inspirado los más dul-
ces himnos de esperanza para los anhelosos corazones huma-
nos.
Jerusalén divina, ciudad de los amores
Más puros de los seres que en ti morando están;
Ciudad de los destellos y vividos fulgores,
¡Bendita tú entre todas, morada de Jehová!
Tus muros argentados relumbran divina es,
Alcázares de oro sublimante doquier;
Tus patios engalanan guirnaldas celestiales,
Tus puertas, doce perlas la gloria dejan ver.
Arcángeles purísimos, querubes coronados,
Con alas de oro hienden tu esfera de cristal;
Tus calles de esmeralda, tus atrios festonados,
En triunfo coros de ángeles recorren sin cesar.
Feliz tu paraíso difunde los olores,
Del árbol de la vida que en medio de él se ve;
Sus linfas diamantinas, tu río, con esplendores,
Corona de brillantes de azul y rosicler.
EL MAESTRO A LA PUERTA He aquí, yo estoy a la puerta y llamo:
si alguno oyere mi voz y abriere la
puerta, entraré a él, y cenaré con él, y
él conmigo.” Apocalipsis 3: 20.
La Patria de los Salvados 369
En ti los santos miran radiante de hermosura,
Bajo un dosel de estrellas en su sitial de luz,
Glorioso, bello, riente, amado con ternura,
Al sol del mismo cielo al Mártir de la cruz.
Luis G. Prieto.
Antes, como está escrito: Cosas que ojo no vió, ni oreja
oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que ha Dios
preparado para aquellos que le aman.”
Durante todos los siglos, los hijos de la promesa han pere-
grinado hacia la ciudad que tiene fundamentos, cuyo artífice y
hacedor es Dios, y se han confesado peregrinos y advenedizos
en este mundo actual. A medida que han proseguido en el
camino de la justicia—que es a menudo una senda de
espinas— han tenido ante su vista la resplandeciente ciudad.
Han descendido al sepulcro con la mirada moribunda fija en
“aquel día” cuando Jesús vendrá a buscar a su pueblo para
llevarlo a la nueva Jerusalén, que él está preparando en el cielo.
La carrera de la tierra está ya casi terminada. Falta tan sólo
un corto trecho para llegar a la ciudad santa, donde, clara como
el cristal, fluye el agua de la vida de en medio del trono. El
agua de la vida está allí en realidad, pues el Señor se la mostró
al profeta Juan en visión, para que él nos dijera que la vió. “Yo
Juan vi la santa ciudad—dice él;—“después me mostró un río
limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal.”
Apocalipsis 21: 2; 22: 1.
Cristo invita a todos a participar de la heredad eterna,
dando seguridad de su poder de salvar hasta lo sumo a todos
los que se alleguen a Dios por él. Él está llamando a la puerta
de todo corazón, pidiendo que se le admita, a fin de que pueda
quitar todo pecado y preparar el alma para la patria celestial.
Y las glorias de la santa ciudad nos invitan a ir:
“Y el Espíritu y la esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga:
Ven. Y el que tiene sed, venga: y el que quiere, tome del agua
de la vida de balde.” Apocalipsis 22: 17.
“El que da testimonio de estas cosas, dice:
Cierta/mente, vengo en breve. Amén,
sea así. Ven, Señor Jesús.”
Índice
− Abrahán, parábola del rico y Lázaro…………. 284 − Astronomía, Chambers: de la caída de las
− Adolfo, del estudió de la profecía……………. 305 estrellas …………………………………………… 102
− Adventista, Bates como sostenedor del − Aumento del conocimiento, ……………… 306-317
mensaje……………………………………………. 244 − Autoridad papal, señal de la, ……………………251
− Adventistas del séptimo día, su origen…243, 244
− Avebury (lord): de la guerra, ………………….... 112
− Agentes satánicos en operación………… 341-343
sir Eduardo Grey acerca de los ……………... 342
− Alejandra, reina de Inglaterra, acerca de los − Babilonia, asolamiento de ……………………. 33-37
aprestos bélicos ………………………………… 338 descripción de, por Apolonio…………………. 35
− Alejandría, los libros sagrados de los judíos en en la profecía y en la historia ………….... 119, 120
la biblioteca de …………………………… ……. 187 Estrabón acerca de ……………………………. 35
− Alejandro. Apiano: del imperio de ……… 121, 122 "La Enciclopedia del Islam,” acerca de, ……. 87
Arriano: de la grandeza de……………………. 45 Layard: del asolamiento de, ………………… 36
Justin: de …………………………………………207 profecía concerniente a …………………… 41-43
Lucano: de ………………………………………. 46 profecía de, confirmada por la historia… 43, 44
Plutarco: de las conquistas de ……………. 121
primer rey de Grecia ……………………………207 − Bacon, Francisco: del aumento del conocimiento,
Rawlinson: del dominio de …………... 324, 325 ………………………………………………………. 307
− Alma, inmortalidad del ........................................ 275 − Ball, sir Roberto: de la caída de las estrellas …100
− "Alma viviente”, comentarios sobre el … 282, 283 − Bampfield, murió en la cárcel por ser observador
el Dr. Clarke acerca del …………………………. 283 del sábado, …………………………………………179
− "Alma” y "espíritu”, uso que hacen las Escrituras − Barnes, Dr. Alberto: de la división de Grecia …122
de …………………………………………………… 283
− Bates, como observador del sábado, 244
− Amonestación de la hora del juicio, Bengelio Baudrillart: de la persecución papal ..............151
acerca de la …………………………………. 248, 249
− Ángeles custodios …………………………. 300, 301 − Bautismo, acto recordativo de la resurrección
en las cortes reales ……………………. 299, 300 …………………………………………………. 199, 202
mensajeros de Dios, …………………………… 297 Calvino: del significado de la palabra ……… 201
mensajeros de libramiento, …………………...300 condiciones necesarias para el………... 199, 200
rodean el trono de Dios …………………. 296, 297 deán Stanley: de la manera del ……………... 202
su ministerio, ……………………………… 295-301 de Jesús, tiempo del ……………………... 230, 231
− Años, los 1260, de la profecía de Daniel …131-137 de los párvulos, deán Stanley acerca del … 202
− Aparición de Cristo, .........................................57-59 forma de administrar el, …………………. 200-203
− Apiano: del imperio de Alejandro …………121, 122 Lutero: del significado de la palabra, ………. 201
− Apolonio: descripción de Babilonia …………… 35 Neandro: de la manera del ……………………. 201
para los creyentes ………………………………200
− Apostasía de los postreros tiempos, Daniel VIII
………………………………………………………. 248 Pullus: de la manera del ……………………… 202
− Apedreamiento de Esteban ................................ 233 − Bautistas del séptimo día, en América … 179, 180
− Arrianas, potencias, desarraigadas por Belisario − Bautistas, sabatistas, …………………………… 179
…………………………………………………...133,134 − Belisario, potencias arrianas derribadas por ...134
− Arriano: de la grandeza de Alejandro, ............... 45 − Bellarmine: de las grandes palabras del cuerno
− Arrianos, reinos, arrancados …………………. 129 pequeño …………………………………………… 147
− Armagedón, el preludio del ……………………. 344 − Bemont y Monod, "La Europa Medioeval”, ... 137
"Everybody’s Magazine” ……………………… 339
la "Contemporary Review” …………………… 339 − Bengelio: de la amonestación de la hora del juicio,
lo que sigue al, …………………………... 347, 348 ………………………………………………… 248, 249
lord Rosebery acerca del, ……………………. 339 − Beroso: de las hazañas de Nabucodonosor, …120
lucha final de los imperios ……………… 337-349
o monte de Megiddo, Carmack acerca del … 344 − Berthier, Rickaby: de la entrada en Roma de, ...141
predicho en la profecía, …………………. 346,347 − Besant, Sra. Annie: del espiritismo del Oriente
− Armamento de las naciones ……………... 106,107 ………………………………………………………. 273
− Artajerjes, fecha del decreto de, para reedificar a − Bestia, la cuarta, de Daniel VII, …………. 126-129
Jerusalén……………………………………………223
fecha de su reinado ……………………… 225-227 − Bestias, los imperios representados por…… 118
− Asertos, papales, de la encíclica de León XIII…149 − Biblia. Cristo es su tema central, ………………. 24
− Asolamiento de Babilonia ................................... 33 dada al mundo, Faber acerca de la, ………… 308
“Entonces el dragón se enfureció contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el remanente de la
simiente de ella, los cuales guardan los mandamientos de Dios, y tienen el testimonio de
Jesucristo”.
Apocalipsis 12:17
Av. Londres 543 Tinguiña Alta – Ica – Ica –Perú