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Su coloración dorsal es negra a parda muy oscura, uniforme; pelos con o sin bandas.
Pelaje largo, disperso y tieso. Cabeza muy ancha, alta y gruesa, con una crin de pelos
negros, largos y erizados en el tope; rostro alargado y terminado en un hocico negro;
cachetes y labio inferior blanco puro a crema. Orejas pequeñas, puntiagudas y paradas.
Manos y patas negras. Cola muy corta. Vientre de color similar al dorso, pero algunas
veces son blancos hasta la parte interna de las extremidades.
El báquiro cachete blanco, a diferencia del báquiro de collar es menos común y más
difícil de observar, siendo sus piaras más numerosas y dispersas. Se mueve en grandes
áreas en busca de alimento, volviendo regularmente a la misma zona pero de manera
imprevisible. Remueven mucho la hojarasca y el suelo para buscar su alimento, y dejan
senderas muy pisoteados y anchos cuando pasan de un sitio a otro. Asimismo, emiten
un fuerte olor diferente al del báquiro de collar. Tienen fama de agresivos, pero escapan
estrepitosamente ante la presencia humana, siendo por el contrario un poco cegatos, ya
que pasan al lado de una persona inmóvil sin darse cuenta de ella. En general, cuando la
piara se siente nerviosa hace un gran alboroto, emitiendo chillidos y chasquidos
repetidos con los dientes, que pueden ser oídos a gran distancia.
Su condición natural es escasa. Esta especie de hábitats boscosos, zonas bajas y altas,
está presente en cuatro biorregiones del país. Su tamaño poblacional es alta, siendo su
condición relativamente estable en las biorregiones donde se encuentra. Sin embargo, se
trata de una especie sometida a una gran presión de cacería, pudiendo llegar a ser
Vulnerable en el Lago de Maracaibo y con poblaciones muy reducidas localmente. A
nivel internacional esta especie se encuentra incluida en el Apéndice II de CITES.
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La cuspa, nombre común que se le otorga a esta especie en los Llanos Centrales y
Orientales de Venezuela, está incluida en la categoría “Insuficientemente Conocida” en
el Libro Rojo de la Fauna de Venezolana. Según Resolución 430 del MARN, se prohibe
la caza de los integrantes de la familia Dasypodidae, razón por la que la cuspa se
encuentra virtualmente protegida. Su distribución abarca toda Suramérica, al este de la
cordillera andina. Es un especie menos común que otros integrantes de la familia
Dasypodidae, pero frecuente en los bosques secos semideciduos y deciduos de los
estados Anzoátegui y Monagas.
Igual que el cuspón, este “cachicamo” tiene una apariencia primitiva, característica que
podría ser utilizada para llamar la atención y proyectarla como símbolo para la
conservación de la fauna silvestre que habita en los bosques secos de los Llanos Centro-
Orientales.
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El cuerpo de la danta es macizo y pesado, alcanza los 2 metros de longitud, sin contar
una pequeña cola de 8 a 10 cm. de largo y su peso puede superar los 250 kg. Su cabeza
es triangular y termina en una nariz movible y alargada que recuerda lejanamente a la de
los elefantes. Tiene ojos pequeñios y su capacidad visiva es mediocre; sus extremidades
son cortas; las patas anteriores poseen 4 dedos, mientras que las posteriores tienen 3. Su
pelaje es corto, de tonos marrones y negros, excepto en la garganta y vientre donde es
más clara.
Esta especie se diferencia de otros tapires americanos por poseer unas crines cortas y
negras en la parte superior del cuello y nuca. Hay 2 especies más: una en Centro
América y otra en los Andes de Colombia, Perú y Ecuador. Otra especie, de color
oscuro en la primera mitad del cuerpo y blanco en el resto, vive en la India. La especie
andina (Tapirus pinchaque) que varios autores creen que vive también en alguna parte
de los Andes venezolanos, es más pequeña, su pelaje es más tupido y oscuro, careciendo
de las crines arriba mencionadas.
Los tapires son animales tímidos, nocturnos, solitarios y se alimentan con hierbas,
plantas acuáticas y hojas de arbustos y árboles que alcanzan alargando el cuello y
utilizando su nariz movible. La acción de alimentarse de hojas de ramas se denominada
“ramoneo”; comen, además, frutas y prefieren las de la palma moriche.
La danta es una importante fuente de alimento para las tribus indígenas del sur. Por la
abundante y sabrosa carne, estos animales son, también perseguidos por todo tipo de
cazadores. Por ello y a causa de la destrucción sistemática d elos bosques, las
poblaciones de tapires han disminuido considerablemente y la especie puede llegar a
extinguirse.
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Ante el peligro, la lapa castañetea con fuerza las dientes y ataca sin miedo y con
velocidad; por tales razones no es aconsejable enfrentarse a ella en caso de un encuentro
fortuito.
Su período de gestación dura normalmente 118 días y en cada parto nace una sola cría,
raramente 2, con los ojos abiertos y cubierta de pelos.
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Esta especie está incluida en la categoría “En Peligro” en el Libro Rojo de la Fauna
Venezolana, debido a la intervención y destrucción de su hábitat, al consumo de su
carne, a la utilización de subproductos considerados de gran valor mágico religioso y a
las heridas ocasionales producidas por colisiones con lanchas. Su distribución abarca
desde la zona costera del mar Caribe al sureste de Estados Unidos hasta el río
Amazonas. En Venezuela existen poblaciones fragmentadas en el lago de Maracaibo, en
las cuencas media y baja del río Orinoco y, probablemente, en sus grandes afluentes que
drenan desde los Llanos Altos Occidentales.
Posee una coloración dorsal variando de pardo rojizo amarillento a canela, más
encendida hacia la espalda donde llega a ser amarillenta a dorada. Su pelaje es largo y
relativamente suave y uniforme. La cabeza es más oscura que el cuerpo, llegando a
tonas pardos rojizos muy oscuros; posee un rostro desnudo y negro; ojos pardos
oscuros; son barbados y con la garganta muy prominente. Tienen las orejas desnudas,
medianas y negras. Manos y patas con las plantas negras. Cola larga, prensil y peluda,
excepto la parte final e inferior que es desnuda; la cola es caída y enrollada hacia dentro
cuando se desplazan. Su vientre es rojizo. Machos y hembras con los genitales
desnudos, depigmentados, blancos o rosados cuando jóvenes a subadultos y negruzco
cuando adultos.
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Aunque no está incluida en el “Libro Rojo de la Fauna Venezolana”, lo que indica que
la especie no amerita protección inmediata, Wilson (1996) la considera potencialmente
vulnerable. Es una especie de amplia distribución en el Neotrópico, asociada a cuerpos
de agua, ya que se alimenta principalmente de pequeños peces, así como de algunos
anfibios e insectos, que captura en vuelo rasante sobre la superficie del agua. En los
Llanos, vive en las márgenes de ríos, caños y morichales. Es una especie que puede ser
utilizada para proyectar la imagen de los murciélagos beneficiosos presentes en
morichales y bosques ribereños. En tal sentido, se propone promover la imagen
beneficiosa de los murciélagos no hematófagos, ya que la ignorancia en este sentido
incrementa la adversidad sobre todos los murciélagos y conlleva a su eliminación
masiva a través de la implantación de variados y nocivos métodos de control.
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Poseen una coloración dorsal parda grisácea oscura o clara. Pelaje corto, denso y algo
tosco; el pelaje no se extiende a las membranas. La cabeza es de coloración similar al
dorso; rostro finamente peludo; orejas medianas, anchas y con las puntas triangulares,
pardas grisáceas; antebrazo desnudo; pulgares muy alargados, delgados y con tres
cojinetes o almohadillas ventrales. Membranas alares negras o negruzcas.
El murciélago vampiro común es sin lugar a dudas una de las especies más curiosas y
apasionantes del Neotrópico, debido principalmente a sus costumbres hematófagas, lo
cual ha generado mitos y leyendas. Esta especie de vampiro se ha visto grandemente
favorecida por la gran disponibilidad de alimento que posee hoy en día, representada
por una enorme cantidad presas coma el ganado vacuno y equino.
Viven en la vegetación boscosa rala o densa, baja o media, en ecotonos bosque sabana,
en claros de bosque, cerca del agua, en zonas bajas y calurosas o muy altas y frías; se
refugian de día en cuevas, huecos de árboles, cavidades bajo puentes y muy raras veces
en edificaciones humanas abandonadas. Habitan en la sabana arbolada, matorral
deciduo, bosque de galería, bosque deciduo, bosque semideciduo, bosque siempreverde,
bosque submontano, bosque montano y bosque altimontano; en general son raros dentro
de los bosques húmedos y utilizan corredores de vegetación abierta y ecotonos para
dispersarse. Toleran vivir en zonas ganaderas, pero se mantienen alejados de las
instalaciones humanas. Se alimentan exclusivamente de sangre de mamíferos.
Los murciélagos vampiros son casi imposibles de observar durante sus actividades
nocturnas y aunque uno reconoce su presencia por las heridas frescas sangrantes
causadas a sus presas, vuelan muy rápidamente ante cualquier perturbación. Cuando
salen de sus refugios ya entrada la noche, generalmente vuelan al ras del suelo y
siguiendo el rastro de las bostas frescas del ganada llegan a estos en gran número.
Para capturarlos en zonas ganaderas es necesario que las redes de niebla estén pegadas
al suela y que sean ubicadas a lo largo de los corrales. Se trata de una especie que es
capaz de transmitir y resistir el virus de la rabia, el cual causa la muerte de varias
centenares y hasta miles de cabezas de ganado anualmente, dañando la economía de
Venezuela y en general de América Latina.
Esta especie es muy común y pertenece a hábitats abiertos de zonas bajas y muy altas,
presente en nueve biorregiones del país. Su tamaño poblacional es muy alto en
cualquier localidad, siendo su condición estable en todas las biorregiones donde se
encuentra.
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Aunque diurnos, los picures han ido modificando sus costumbres a causa de la cacería a
la que están sometidos par su sabrosa carne y por la alteración de su ambiente.
Es una especie muy común; de hábitats boscosos de zonas bajas, presente en ocho
biorregiones del país. Su tamaño poblacional es de medio a alto, dependiendo de la
calidad del hábitat, siendo su condición Susceptible en el Lago de Maracaibo, Los
Andes, Cordillera Central, Cordillera Oriental y Sistema Coriano, debido a la
destrucción y fragmentación de los bosques donde vive y a la cacería a la que es
sometida; al Sur del Orinoco y en el Sistema Deltaico su condición es relativamente
estable debido a lo extenso y poco perturbado de su hábitat.
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Posee una coloración dorsal parda a grisácea a parda amarillenta pálida, finamente
jaspeada. Pelaje corto, denso y algo liso. Cabeza de coloración similar al dorso; rostro
gradualmente más amarillento hacia el rinario y los cachetes; ojos medianos; Orejas
medianamente grandes, redondeadas. Manos y patas muy claras, cubiertas de pelitos
cortos amarillos pálidos a crema, más largos sobre las garras; patas relativamente
alargadas y delgadas, con las plantas claras. Cola más corta que la longitud cabeza y
cuerpo. delgada, desnuda y muy bicoloreada, siendo pardo grisácea dorsalmente y más
pálida ventralmente.
A nivel geográfico, se le puede encontrar al Sur del Orinoco, Sistema Deltaico, los
Llanos, Cordillera Oriental, Cordillera Central (excepto flanco noroeste), y la Isla de
Margarita. También se le puede hallar en en el Lago de Maracaibo, Los Andes (flanco
oeste y noroeste), Sistema Coriano y Cordillera Central (flanco noroeste).
Esta especie es muy común. De hábitats abiertos de zonas bajas y medianamente altas,
está presente en ocho biorregiones del país. Su tamaño poblacional es alto en cualquier
localidad, siendo su condici6n estable en todas las biorregiones donde se encuentra.
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Por ser un depredador tope, de gran porte, es considerada una especie clave que ha
venido captando la atención del publico en general, gracias a las diversas campañas de
divulgación, como ocurrió con la donación a numerosos planteles educativos de los
afiches conmemorativos referentes al simposio “Felinos de Venezuela: Biología,
Ecología y Conservación”, en el año 1992 (Seijas et al., 1999). Se ha insistido en la
necesidad de incorporar al jaguar en la lista de especies con “Protección Total”, tal
como lo establece la Resolución 95 del MARN del 28 de noviembre de 1979 para 37
especies, entre las que se incluye otros felinos como el cunaguaro (Leopardus pardalis),
el tigrito (Leopardus tigrinus) y el margay (Leopardus wiedii), dado que su situación es
similar.
Esta especie de gran porte es apreciada como trofeo de cacería y está involucrada en
variados relatos, anécdotas, refranes e interpretaciones musicales. Tal es su popularidad,
que debe ser considerada como especie emblema para promocionar la preservación de la
diversidad global de la fauna silvestre en los Llanos de Venezuela.
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Esta especie posee una tolerancia ecológica excepcional y sus densidades parecen
aumentar ante la intervención de áreas boscosas y la aparición de vegetación secundaria;
por lo tanto, es capaz de coexistir con poblaciones humanas en áreas rurales o semi-
urbanas si se controla su cacería.