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C:\Users\luis\Desktop\SEDE MANIZALES DNSAV.mht MARZO 8 DE 2011 8P.M.

Dirección Nacional de Servicios Académicos Virtuales

EL CUERPO COMO ESTRUCTURA SOCIAL Y MITO

Es lícito plantear esta cuestión de la socialidad de nuestro cuerpo puesto que toda nuestra
educación tiende en cierta medida a modelarlo, a formarlo o, más exactamente, a dar a nuestro
cuerpo una determinada hechura de conformidad con las exigencias normativas de la sociedad
en que vivimos. En efecto, acabamos de comprobar que el juicio social y, por consiguiente, los
valores que éste supone, no sólo condicionan nuestro comportamiento por obra de la censura
interior que ejercen y por los sentimientos de culpabilidad que suscitan (y, conjuntamente, por
los ideales sublimados que proyectan y promueven), sino que además estructuran
indirectamente nuestro cuerpo mismo en la medida en que gobiernan su crecimiento (con
normas de peso o estatura, por ejemplo), su conservación (con prácticas higiénicas y culinarias),
su presentación (cuidados estéticos, vestimentas, etc.) y su expresión afectiva(signos
emocionales)

Las técnicas del cuerpo

Pero ahora debemos ir un poco más allá y decir que esta estructuración social del cuerpo, por
una parte, afecta toda nuestra actividad más inmediata y aparentemente más "natural"
(nuestras posturas, actitudes, movimientos más espontáneos) y, por otra parte, es el resultado
no sólo de la educación propiamente dicha sino también de la simple imitación o adaptación. Por
lo menos ésta es la interesante tesis que propuso hace ya treinta y ocho años el célebre
sociólogo francés Marcel Mauss en su comunicación y artículo sobre "Las técnicas del cuerpo",en
el que el autor trazaba al propio tiempo, para sus sucesores, un vasto y ambicioso programa de
investigaciones, que desgraciadamente hasta hoy no se llevó a cabo y, a nuestro juicio, ni
siquiera se intentó seriamente. Con la expresión "técnicas del cuerpo" Mauss designa "las
maneras en que los hombres, en cada sociedad, saben servirse de sus cuerpos de un modo
tradicional". En otras palabras antes de toda técnica propiamente dicha, considerada como
"acción tradicional y eficaz" que tiende a transformar el medio con la ayuda de un instrumento
(martillo, pala, lima, etc.), está el conjunto de las técnicas que utilizan el cuerpo como "el
primero y más natural instrumento del hombre" en las actitudes y en los movimientos vitales de
todos los días, como la actitud de descansar o los movimientos de andar, correr, nadar, etc.

Ahora bien, esas "técnicas" corporales pueden ser modeladas por la sociedad mediante la
educación, en el sentido restringido de esta palabra, es decir, la transmisión consciente,
concertada, organizada o programada por un adulto o por un grupo de adultos, o bien mediante
la imitación espontánea de los actos de adultos amados, respetados, admirados o temidos, que
son ellos mismos producto del molde social. Es evidente, pues, que debemos nuestra manera de
nadar o de bucear a la educación propiamente dicha impartida por la escuela o el instructor
deportivo. "Antes", escribe Mauss (en 1934), "se nos enseñaba a sumergimos después de saber
nadar. Y cuando se enseñaba a bucear, nos enseñaban a mantener los ojos cerrados para
abrirlos una vez dentro del agua; hoy la técnica es inversa. Se comienza todo el aprendizaje
habituando al niño a mantenerse en el agua con los ojos abiertos". Además, el crol tiende a
reemplazar al llamado estilo rana y "se ha perdido la costumbre de recoger agua en la boca para
luego escupirla". En la esfera deportiva podríamos citar muchos otros ejemplos que ponen en
juego movimientos presuntamente naturales: el salto en largo, el salto en alto, el lanzamiento
del disco o jabalina, etcétera.

Pero aun fuera del terreno de las técnicas rigurosamente deportivas hay un ejemplo mucho más
evidente: el del sencillo andar cotidiano. Mauss cita el notable caso de las mujeres maoríes que
caminan con un balanceo suelto y sin embargo articulado de las caderas, que a nosotros nos
parece poco feliz, pero que los maoríes admiran en extremo. Ahora bien, ese contoneo, el onioi
en la lengua indígena (los ingleses lo llaman gait), es enseñado a las niñas por las madres, que
las someten a una especie de adiestramiento. De manera que la sociedad maprí pone
voluntariamente su sello hasta en la manera de andar de sus mujeres. Pero también sabemos
que todos los grupos sociales imprimen un sello parecido (aunque involuntariamente) a sus
miembros. En efecto, todos tenemos ocasión de observar la diferencia del modo de andar de un
inglés, un alemán, un norteamericano, un italiano o un portugués y a fortiori un asiático, como
un chino o un indio. En cada una de esas maneras de andar descubrimos un cierto ritmo o una
cierta longitud del paso o un cierto juego de las rodillas o un contoneo o una determinada
posición del pie o una relativa falta de coordinación (andar "desgarbado") o el busto inclinado
hacia adelante, etc. Por lo demás, estas diferencias se estereotipan y se ritualizan en la marcha
militar.

Pero la manera de caminar no es fija ni definitiva en una misma sociedad, sino que puede
cambiar y evolucionar según el estilo de vida (frecuencia y modos de transporte, modas de la
indumentaria, determinados tipos de calzados, etc.) y según modelos culturales. Por ejemplo, el
modo de andar femenino evoluciona notoriamente de conformidad con el modo de andar de las
estrellas cinematográficas del momento o de las modelos de la indumentaria o de ciertos tipos
femeninos reivindicados; por ejemplo en la década de 1930, las mujeres francesas habían
adoptado el modo de andar hollywoodense, muy contoneado de las estrellas norteamericanas;
actualmente las jóvenes tienden a caminar según la estereotipia de la moda, adelantando el
vientre y echando hacia atrás el busto o bien tienden a adoptar inconscientemente el paso firme
y viril (o mejor dicho, lo que ellas creen que es un paso viril) de un muchacho para afirmar así la
igualdad de los sexos, paso facilitado por el uso de zapatos sin tacones. En suma, todos nuestros
movimientos fundamentales, adquiridos precozmente durante la niñez, lo que los filósofos
escolásticos llaman habitus (diferentes de las "costumbres", que son hábitos fijados en gestos
particulares y personales), son de naturaleza social en la medida en que los estructura y
transforma la sociedad con sus costumbres, sus normas, su educación, sus modelos culturales,
en definitiva, sus valores propios.

Para estudiar mejor las técnicas corporales, Mauss propone dos tipos de clasificación: una que se
podría llamar sincrónica u horizontal, por cuanto diferencia las técnicas corporales consideradas
en un mismo momento, y la otra que podría llamarse diacrónica o vertical, porque distingue
técnicas corporales en momentos o estadios diferentes de la vida humana. La primera responde
a cuatro criterios:

- El criterio de la diferencia sexual; las técnicas del cuerpo se dividen en técnicas masculinas
y femeninas, según los modelos masculino y femenino definidos por una sociedad y traducidos
en las costumbres, pero también condicionados por las estructuras biológicas; la manera de
apretar el puño con el pulgar hacia adentro, propia de la mujer, fue considerada durante mucho
tiempo como "natural", siendo así que cada vez más se revela como el producto de un estilo de
educación.

- El criterio de la diferencia de edad o también los grados de civilización; las técnicas


corporales de los adultos conservan más o menos aquellas técnicas que se encuentran en los
niños y las técnicas de las sociedades civilizadas abandonan más o menos las de las edades de
la humanidad llamadas primitivas. Por ejemplo, la posición en cuclillas, frecuente en los niños y
en los pueblos llamados primitivos, se conserva en el comportamiento de los australianos
adultos que para descansar se sientan sobre los talones, mientras semejante posición fue
abandonada por los franceses. Las piernas arqueadas no constituyen un signo de atraso, sino
que señalan un modelo de actitud valorizado por una sociedad.

- El criterio del rendimiento; las técnicas se diversifican según la manera en que permitan
una mayor o menor adaptación; por ejemplo, se ha podido comprobar la eficacia de las
zancadas cortas y de poca altura para recorrer grandes distancias a la carrera, técnica que
encontramos en ciertas tribus africanas.

- El criterio del modo de "transmitir la forma de las técnicas" corporales; en el fondo se


trata de prácticas de educación física y entrenamiento. Nadie ignora, por ejemplo, que ciertas
sociedades dan la preferencia al lado derecho o al lado izquierdo (de manera uniforme o en lo
tocante a ciertas partes del cuerpo). Y esas sociedades imponen la lateralidad privilegiada
mediante ritos culturales o tradiciones; como lo mostró R. Hertz, un discípulo de Mauss, algunos
indios norteamericanos deben dirigir sus preces a las potencias celestiales por el lado derecho,
presentar la oblación con la mano derecha, ejecutar la ronda ritual de izquierda a derecha. Por lo
demás, toda sociedad desarrolló una gran variedad de prácticas de educación física, que reflejan
las transformaciones de la cultura.

La segunda clasificación es aparentemente más sistemática y completa; sigue los diferentes


estadios de la vida de un individuo: nacimiento, infancia, adolescencia, edad adulta. Las técnicas
corporales relativas al nacimiento son las diferentes maneras de dar a luz (de pie, acostada, a
gatas), el modo de tomar al recién nacido, de cortar y ligar el cordón umbilical, los cuidados
posteriores al nacimiento.

Las técnicas de la infancia abarcan todas las técnicas de nutrición, de transporte del niño, de
crianza, de destete, de aprender a caminar, etc. Las de la adolescencia son técnicas corporales
de iniciación: en nuestra sociedad actual, las maneras y las posturas adquiridas y conservadas
son las que nos fueron inculcadas por la enseñanza escolar, por el aprendizaje de un oficio y, en
el caso del varón, por el servicio militar. En cambio, en las sociedades más arcaicas, la iniciación
del adolescente asume formas rituales más complejas que consagran su metamorfosis corporal y
su "paso" al mundo de los adultos; además de la circuncisión que es frecuente, el adolescente es
sometido a las crueles pruebas de golpes, quemaduras, mordeduras, mutilaciones de que el
cuerpo conservará la huella, así como conservará el hábito de los actos mágicos que le son
revelados de esta manera. En cuanto a las técnicas de la edad adulta, pueden clasificarse
atendiendo a los dos momentos esenciales de la jornada: el sueño y la vigilia. Todo el mundo
sabe que los miembros de cada sociedad tienen su propia manera de dormir: de pie, sentados,
acostados; o sobre una cama o una hamaca o una estera o el mismo suelo; con almohada o sin
ella; hechos un ovillo o extendidos sobre un costado o sobre el vientre; cubiertos con mantas o
descubiertos, etcétera.

Las técnicas de la vigilia abarcan, en verdad, muchas categorías de técnicas funcionalmente


diferentes: técnicas de reposo, de actividad, de cuidados higiénicos, de consumo, de cópula
sexual y de cuidados terapéuticos. Así, para descansar, los miembros de ciertas sociedades,
como nosotros mismos, se sientan (habría que dedicar todo un estudio a las repercusiones de la
silla y el sillón, así como a su evolución); pero los miembros de otras sociedades, como los
nómadas del Sahara, descansan poniéndose en cuclillas; en cuanto a la actividad, habría que
analizar las diferentes maneras sociales de caminar, correr, bailar, saltar, trepar, nadar,
empujar, tirar, etc. Los cuidados higiénicos presentan también la diversidad de las técnicas de
lavar, jabonar, frotar el cuerpo, de limpieza de la boca (escupir o no escupir, cepillarse los
dientes, etc.), posturas para defecar o para orinar. Igualmente conocida es la variedad de las
maneras de comer y beber (empleo de los dedos, de palillos, de tenedores), así como la
variedad de posiciones sexuales, considerablemente divulgadas en estos últimos años. Por
ejemplo, la posición llamada del "misionero" es característica de los países occidentales, en tanto
que las mujeres de las poblaciones indígenas del Pacífico practican el amor exclusivamente con
las piernas apoyadas, a la altura de las rodillas, en los codos del hombre. Por fin, las técnicas
terapéuticas ofrecen toda la gama de la fantasía y de las desconcertantes prácticas de la
hechicería, la magia, los ensalmos, la medicina, que por sí solas constituyen el objeto de
centenares de obras.

Como se comprueba, esta clasificación y la definición misma de "técnica del cuerpo" reposan en
el postulado de que todas las actitudes y actos corporales son utilitarios e instrumentales y de
que el cuerpo es "el instrumento primero y 'natural' de esa eficacia". Pero precisamente todo lo
que consideramos en anteriores capítulos nos mostró que el cuerpo nunca adquiere en la
experiencia esa autonomía, esa distancia ni esa funcionalidad instrumental o que nuestro yo
nunca tiene ese dominio, esa trascendencia ni esa finalidad utilitaria. En efecto, nuestras
vivencias forman una unidad más compleja, más cambiante, más ambigua, de la cual el cuerpo
sólo emerge y se abstrae con la ayuda de la palabra o del lenguaje que lo significa. Por eso, si
bien conservamos el sentido fundamental del empeño de Mauss de demostrar la estructura
social de nuestra corporeidad, creemos que debemos rechazar esta designación equívoca e
impropia de "técnicas del cuerpo" y reemplazarla por una terminología más adecuada al aspecto
lingüístico del cuerpo.

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Comunicación presentada a la Sociedad de Psicología el17 de mayo de 1934 y publicada en el


joumal de psychologie, tomo 32, n° 3-4, 15 de marzo- 15 de abril de 1936 y en Sociologie et
Anthropologie, P.U.F., 1966, tercera edición, sexta parte.

Idem, pág. 365.

Idem, pág. 372.

Véase de R. Hertz, "La prééminence de la main droite. Etude sur la polarité religieuse", en
Mélonges de sociologie religieuse, Alcan, 1928, págs. 99-129.

Véase de J. Ullmann, De lo gymnostiqueoux sports modernes, P.U.F., 1965.

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