Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
1
militares en las provincias para estar más cerca de los focos de rebelión que
pudieran presentarse: fuerza represora de carácter nacional, pero consensuada con
los sectores de poder del interior. Esto promueve relaciones políticas materiales e
ideológicas que articulan la idea de nacionalidad.
2
Urquiza tenía un poder más tradicional y personalista (relaciones personales con
caudillos locales) mientras que el cambio lleva a luchas políticas, en las que se
logran alianzas entre grupos sociales sin importar la ubicación geográfica, sino
los intereses del grupo.
El gobierno nacional tenía que tener la precaución de no mostrar la superior
importancia de Buenos Aires (por el puerto) con respecto al interior, pero
tampoco perderla de vista, y a la vez lograr una adhesión de las provincias que
supusiera algo más que una comunicación interprovincial: lograr un todo
coherente. El claro ejemplo es el senado: la mayoría la tiene el interior, pero se
buscaba controlar esas situaciones locales para contrabalancear esa situación
legal institucional del senado.
La múltiple acción penetradora del Estado nacional se impone al senado ante la
dicotomía filosófica de ¿Las autonomías provinciales delegan parte de su
autoridad en la Nación o la autoridad del poder nacional antecedía al de las
provincias, constituyéndolas? En lo concreto el gobierno nacional incorporaba a
sectores dominantes del interior como componentes de un nuevo pacto de
dominación en el ámbito nacional (incluso contra las demandas de la propia elite
porteña) y no como representantes de intereses regionales o locales.
Subvenciones, cargos públicos e Intervención Federal (constitucionalmente
aceptado: poder del ejecutivo nacional sobre los gobiernos provinciales a fin de
reestablecer la forma republicana de gobierno). En este proceso de continuo
aprendizaje, el Estado nacional pudo desarrollar y poner a punto un instrumento
invalorable, que allanaría el camino al régimen instaurado en el 80, arrasando
con los residuos federalistas, que aún se oponían a su pretensión de concentrar
y centralizar el poder político.
Material: localización de obras, servicios y regulaciones indispensables para
el progreso económico provincial. Dos tipos de consecuencias:
3
con Myers).
Era conocido por productores, comerciantes e intelectuales, que la formación de
un mercado nacional exigía trabajar las tierras que estaban disponibles y para
eso, se requería mano de obra y capitales, para además hacer circular la
producción.
Formación del Capitalismo argentino: este es el momento en que se dan sus
factores originarios (interés, oportunidad y necesidad –capital). En este
contexto el papel del Estado es de articulador, un papel que no sólo le permite
unir las piezas de la sociedad nacional, sino también legitimar su propia
existencia, relacionándose con esa sociedad.
Así, el Estado por medio de estas modalidades de penetración logrará
determinados beneficios para algunos y condenará a otros, por lo que la
represión estará vigente para equilibrar esta situación.
Búsqueda de orden y progreso, dos conceptos que se complementan (el orden
trae progreso y el progreso necesita de orden para existir) y que requieren del
estado para materializarse: el estado nacional convoca a un relevamiento por
parte de los gobiernos provinciales para estar al tanto de las necesidades
locales.
Acción estatal:
1. provisión de medios financieros y técnicos para la ejecución de obras o
el suministro de servicios.
2. dictado de reglamentos que introdujeran regularidad y previsibilidad
en las relaciones de producción e intercambio.
3. la concesión de beneficios y privilegios para el desarrollo de
actividades lucrativas por parte de empresarios privados
4. el acuerdo de garantías sobre la rentabilidad de los negocios
emprendidos con el patrocinio estatal, la ejecución de las obras y la
efectiva prestación de los servicios.
Un claro ejemplo de las concesiones es el ferrocarril, que creó sin duda un
mercado interno nacional, pero sobre todo posibilitó la explotación de la Pampa
húmeda y esto generó a su vez un alza en el precio de la tierra y la
consolidación de los terratenientes pampeanos como clase hegemónica.
Alejándose de la versión revisionista, se intenta matizar el mito de los “vende
patria” (sin negar que los hubiera) para mostrar las necesidades mediatas e
inmediatas que existían para lograr la comprensión de la necesidad del estado
de consolidarse como agente articulador y la garantía de perfeccionamiento que
esta intervención estatal otorgaba para todas las partes.
El estado garantizaba los capitales en su rendimiento, la fuerza de trabajo en su
reproducción y la tierra en su posesión. Lucro, energía y propiedad. Tres fuerzas
de cuya articulación dependía el progreso.
deológica: difusión de valores y símbolos que reforzaran el sentimiento de
I
nacionalidad y la legitimación del poder estatal. Dos aspectos, que se refuerzan
mutuamente: conciencia nacional y sentido de pertenencia, internalización de
4
sentimientos que entrañan una adhesión natural al orden social vigente
(capitalista en todos los aspectos) y que al legitimarlo permiten que la
dominación se convierta en hegemonía. Este último adornado por valores como:
libertad, supuesta igualdad ante la ley, progreso y equidad distributiva.
Educación como herramienta ideológica, principalmente después de 1880.
Matrimonio civil y servicio militar obligatorio.
Cristalizaciones institucionales.
Cristalizaciones de la penetración estatal, que se van profesionalizando y
haciéndose parte de la sociedad de manera medianamente autónoma. Escuela,
hospitales, trenes, policía, medios.
El Estado nacional se había convertido en el núcleo irradiador de medios de
comunicación, regulación y articulación social, cuya difusión tentacular facilitaba las
transacciones económicas, la movilidad e instalación de fuerzas de trabajo, el
desplazamiento de las fuerzas represivas y la internalización de una conciencia
nacional.
El gobierno nacional no sólo era “huésped” poco grato en la propia provincia de
Buenos Aires, sino también en las diversas poblaciones donde la actividad de sus
organismos tenía por objeto consolidar su capacidad de extracción de recursos y
control social.
Una integración poco conflictiva exigía por lo general una alta dosis de “flexibilidad”
en la aplicación de las disposiciones legales y reglamentarias establecidas por las
autoridades centrales, lo cual podía significar desde la aceptación de alteraciones de
hecho en la observancia de los procedimientos administrativos, hasta la venalidad,
el cohecho y otras formas de corrupción frecuentemente denunciadas por la prensa
y los propios informes oficiales.
Resulta destacable el carácter “explorador” y “empresario” del funcionario
destacado en el interior. En un período de profundos cambios en la organización
productiva y espacial, los funcionarios nacionales revelaban un atento sentido de
oportunidad frente a la apertura (o cierre) de posibilidades de expansión y
mejoramiento de los servicios.
La imitación, fruto de la dependencia cultural e ideológica que se fue estableciendo
junto con la que se consolidaba en los órdenes político y económico, influyó el
pensamiento y la acción de la época. Ideas, innovaciones, técnicas e instituciones
administrativas o políticas fueron, o bien adoptadas del exterior con adaptaciones
menores, o bien desarrolladas con consciente referencia a cambios producidos
externamente.
En cierto modo, el aparato burocrático que se concibe e intenta desarrollar en la
primera etapa de la organización nacional definitiva, constituye un armazón formal
que sólo muy gradualmente irá adquiriendo contenido. Si de entrada es revestido
de una apariencia solemne, racional y sofisticada, no es más que para ocultar las
debilidades de un Estado aún embrionario, dotado de recursos limitados y
rudimentarios, expuestos al ensayo y error, pero en el que existe conciencia de que
5
la recreación de formas institucionales modernas, ya ensayadas en países más
evolucionados, aumentaría su legitimidad. Ello le permitiría no sólo afianzar su
autoridad sino también mejorar su imagen como garante de un nuevo orden,
precisamente en circunstancias en el que el país comenzaba a convertirse en
potencial plaza para la inversión extranjera.
Nueva división social del trabajo.
Los gobiernos provinciales perdieron a manos del Estado nacional el poder de reunir
ejércitos, emitir moneda, decretar el estado de sitio, administrar justicia en ciertos
fueros o instancias o recaudar determinados gravámenes. Su intervención se
concentraría en asegurar el normal desenvolvimiento de las relaciones sociales en
el ámbito local de la producción y el intercambio fundamentalmente mediante el
disciplinamiento de las fuerzas de trabajo (educación, justicia, cárceles) y la
provisión de algunos servicios. A su vez, las instituciones civiles y los particulares
se enfrentarían a situaciones dispares. En ciertos terrenos, como la enseñanza, la
beneficiencia o el registro civil, sus actividades se verían circunscriptas, invadidas o
expropiadas por el Estado, mientras que en otros (ejecución de obras civiles,
prestación de ciertos servicios públicos) encontrarían oportunidades de desarrollar
nuevas actividades bajo los auspicios y la garantía de ese mismo Estado.
Quedaría reservado al gobierno nacional un ancho abanico de funciones: desde
enfrentar al indio extendiendo el control territorial hasta atraer la inmigración y
asegurar el empleo productivo de la fuerza de trabajo, conducir las relaciones
exteriores, atraer capitales y orientar su inversión productiva, o regularizar las
relaciones económicas introduciendo reglas de previsibilidad y sanción.
“El cuadro resultante podría resumirse así: 1) un estado nacional que crecía
espasmódicamente, invadiendo nuevos ámbitos funcionales sujetos a alta
incertidumbre, que comprometían su viabilidad política y económica, pero que al
mismo tiempo le exigían desarrollar una capacidad de extracción y asignación de
recursos que robustecía su presencia institucional y legitimación social; 2) Buenos
Aires y, en menor medida, los demás Estados provinciales de la pampa húmeda,
prácticamente relevados de aquellas actividades altamente riesgosas –como la
guerra o las grandes obras de infraestructura-, pero con capacidad de generar
ingresos tributarios (fundamentalmente patentes al comercio y contribuciones sobre
la propiedad) suficientes para asegurar la reproducción del nuevo patrón de
relaciones sociales: servicios básicos, capacitación de la fuerza de trabajo,
mantenimiento del orden interno, etc.; y 3) las restantes provincias, con economías
declinantes debido a su desvinculación de los mercados externos y al auge del
comercio importador de Buenos Aires que gradualmente sustituía la producción
local, cuya precaria situación financiera se vio muchas veces agravada por
alzamientos armados dirigidos contra las autoridades nacionales o contra sus
propios gobiernos. De esta forma se configuró una situación que tendía a reforzar la
hegemonía de las provincias pampeanas y sus clases dominantes.”
Relación nación-provincias.
El proceso de formación del estado implicó la gradual sustitución del marco
institucional provincial como principal eje articulador de relaciones sociales. Parte
de este mismo proceso fue la transformación de diversos sectores dominantes del
6
interior en integrantes de una coalición dominante a nivel nacional.
La alianza inicial se vio así crecientemente engrosada por sectores dominantes del
interior que descubrían que a través de su participación en las decisiones y la
gestión estatal, podían incorporarse ventajosamente al circuito dinámico de la
economía pampeana.
Es posible afirmar que el Estado nacional interiorizó en su seno el conflicto que
durante décadas había dividido a Buenos Aires y el interior. Esta mediatización del
conflicto convirtió al Estado en una arena de negociación y enfrentamiento, pero al
mismo tiempo contribuyó a constituirlo en un actor diferenciado de las partes en
pugna.
Desde esta óptica, podría afirmarse que el gobierno de Buenos Aires, y la burguesía
porteña, fueron quizá los últimos en reconocer que el Estado había desplazado
definitivamente a la provincia como centro de gravedad de la actividad social. Esto
puede sonar paradójico si se tiene en cuenta que fueron esa provincia y esa
burguesía quienes gestaron el nuevo Estado. Pero por esta misma razón, les resultó
más difícil aceptar que su “retoño” había cobrado entidad nacional e institucional,
que sus bases sociales (y por ende, sus intereses y orientaciones) se habían
diversificado, y que ya no constituía, como en un comienzo, una simple extensión
en el orden nacional de la dominación que ejercían en el orden provincial.