18 :ev 13 al 19 de marzo de 2011
por las diócesis FAJARDO-HUMACAO
Rev. P. FLOYD L. McCoy Jordán
Para El Visitante
Desde el 1969 la Santa Sede autorizó que los fieles re-
cibieran la comunión en la mano como una alternativa a
la forma tradicional de recibirla. Sin embargo, se dejó que
las diferentes Conferencias Episcopales implementaran la
nueva disposición, si así lo creían conveniente, después de
una intensa catequesis sobre el particular. El 3 de abril de
1985 la Congregación del Culto Divino y de la Disciplina
de los Sacramentos publicó la Notificación acerca de la
comunión en la mano donde aparecen las condiciones y
la manera de dar y recibir el cuerpo de Cristo bajo esta
modalidad. Sin embargo, en Puerto Rico la Conferencia de
Obispos de la Isla no implementó las disposiciones del do-
cumento hasta el 1993, año en que en Asamblea Plenaria
Extraordinaria del 26 de enero, decidió permitir a los fieles
de la Isla recibir la comunión en la mano, si Roma así lo
ratificaba.
Recuerdo que antes de que los obispos de la
La
Conferencia llegaran a ese acuerdo ya la gente sabía que
en otras partes del mundo, particularmente en Estados
Unidos, los fieles tenían acceso a la comunión en la mano.
Se decía que nuestros pastores no lo aprobaban porque
no confiaban en que los feligreses hicieran un uso ade-
Comunión
cuado del privilegio. Que ellos pensaban que los que eran
católicos y además practicaban otras creencias ajenas a
nuestra fe podrían utilizar la hostia para otros fines. Fueran
ciertos o no estos rumores sobre las razones de los obispos
para oponerse, la verdad es que le fue permitido al pueblo
disfrutar de la recepción del cuerpo de Cristo llevándolo
en la
por su propia mano a su boca.
De eso hace alrededor de 18 años, que es tiempo sufi-
ciente para reflexionar sobre cómo ha sido esta experien-
cia. Desde mi punto de vista como sacerdote pienso que es
obligatorio desarrollar en estos momentos una campaña
mano
catequética sobre este asunto. Llevo meses pensando so-
bre este tema debido a las experiencias que otros compa-
ñeros en el ministerio y yo hemos tenido sobre prácticas
que no están conformes con las directrices en relación a la
manera adecuada de recibir la comunión en la mano. Para
mi asombro, las formas incorrectas de hacerlo inclusive
son del conocimiento del Santo Padre Benedicto XVI que
se pronuncia sobre esta anomalía en una larga entrevista
que le hizo el periodista alemán Peter Seewald y que está
recogida en el libro Benedicto XVI Luz del Mundo: El Papa,
la Iglesia y los signos de los tiempos, publicado en español
por Herder. Contestando a una pregunta del periodista, el
Papa entra en el tema de la necesidad de reeducar al pue-
blo sobre el verdadero sentido de recibir la comunión en
la mano. Dice el Santo Padre, en traducción mía del inglés,
ya que no tengo la edición en español: “Yo no me opongo
en principio a recibir la comunión en la mano; yo mismo
he administrado y recibido la comunión de esa manera…
Yo he escuchado de personas que, después de recibir la
comunión, meten la hostia en sus carteras para llevárse-
las para sus casas como si fuera un souvenir”. Se refiere
el Santo Padre a los turistas de la Plaza de San Pedro o a
cualquiera que aproveche el anonimato de una multitud
en una gran fiesta religiosa.
La cita es más amplia y más rica, pero lo que me in-
teresa en ese punto específico es las tangencias que tiene
con mis observaciones personales y las de otros laicos y
compañeros ministros sobre actitudes sospechosas de al-
gunos fieles al recibir la comunión en la mano. Son muchos
los ejemplos que podría darles de personas que se hacen
los disimulados y al fin y al cabo uno no se da cuenta si al
recibir la comunión la ingieren enseguida o qué hacen con
ella. Recuerdo un señor que me dijeron que la recibía en la
mano, hacía el gesto de que la ingería, pero se la llevaba
para dársela a un niño que le acompañaba. Conozco casos,
los menos traumáticos, que se la llevan para ingerirla con
calma en su asiento.
Las normas son claras y no han cambiado. El feligrés,
responde a las palabras “Cuerpo de Cristo” con un firme
“Amén”, recibe en su mano izquierda la hostia e inmedia-
tamente, se la coloca en su boca con la mano derecha y la
ingiere. Debe acercarse a recibir la comunión con el alma
limpia, pero también con las manos limpias. Esta acción hay
que ejecutarla de frente al ministro, moviéndose un poco
hacia un lado para no interrumpir el flujo de los demás que
están comulgando. Las prácticas por algunos fieles que
no correspondan con estas normas no están de acuerdo
con las sanas disposiciones emitidas por la Congregación
del Culto Divino y de la Disciplina de los Sacramentos y
aprobadas para Puerto Rico a petición de la Conferencia
Episcopal Puertorriqueña.