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INTRODUCCIÓN
La clasificación que vamos a comentar aquí está basada en las dos más aceptadas
por la comunidad internacional: la de Varnes (1978), completada posteriormente por
Cruden y Varnes (1996) y la de Hutchinson (1988). La única novedad respecto a las
clasificaciones citadas es que hemos incorporado un grupo de movimientos que
denominamos deformaciones sin rotura o previas a la rotura, por su relevancia en el
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momento de plantear las medidas de contención y/o correción. La terminología que
utilizaremos está basada en la propuesta por Corominas y García-Yagüe (1997)
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Las condiciones de estabilidad en la fase previa a la rotura se evalúan teniendo
presente la geometría inicial de la ladera, la resistencia de pico de los materiales
involucrados, las condiciones de agua subterránea y el efecto de eventuales fuerzas
externas (sismos, sobrecargas, etc). Los mecanismos básicos de primeras roturas
en laderas pueden resumirse en los siguientes: cizalla, tracción, pandeo, vuelco,
fluencia y colapso estructural. El análisis una vez tiene lugar la rotura y el reajuste
del terreno movido es un análisis cinemático en el que deben tenerse en cuenta las
características del recorrido, la reducción de las propiedades resistentes de la masa
deslizada (condiciones de resistencia residual), la presencia de agua y de
obstáculos. Las reactivaciones de movimientos pueden mostrar cambios en relación
con la fase de rotura. En efecto, después de periodos prolongados de inactividad las
propiedades de los materiales deslizados pueden haber cambiado por efecto de la
consolidación, drenaje o alteración, entre otros mecanismos.
TIPOS DE MATERIALES
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Todas las clasificaciones coinciden en la existencia de, al menos, cinco mecanismos
principales que son: caídas, vuelcos, deslizamientos, expansiones laterales y flujos.
En la presente clasificación se han añadido dos grupos más, uno de movimientos
complejos y otro de deformaciones sin rotura manifiesta o previas a la rotura que
incluye algunos de los movimientos conocidos clásicamente.
Los nombres utilizados para cada uno de los movimientos se acompañan del
correspondiente equivalente en lengua inglesa.
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Figura 1. Mecanismos de desprendimiento y colapso (Corominas y García
Yagüe, 1997)
Vuelcos (topples)
• Desplome
La parte movida cae con un movimiento brusco de giro, al menos inicial, apoyado
en su base externa. Estos movimientos se producen en bordes acantilados
rocosos o de materiales areno-arcillosos compactados. Si la ladera es empinada,
las roturas por vuelco pueden transformarse en caídas.
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Figura 2. Mecanismos de vuelco (Corominas y García Yagüe, 1997)
Deslizamientos (slides)
Es un desplazamiento ladera abajo de una masa de suelo o roca, que tiene lugar
predominantemente sobre una o más superficies de rotura, o zonas relativamente
delgadas con intensa deformación de cizalla. Elementos característicos de este tipo
de movimiento son la presencia de superficies de rotura definidas y la preservación a
grandes rasgos de la forma de la masa desplazada.
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La distinción entre deslizamientos rotacionales y translacionales es importante en lo
que se refiere a los análisis de estabilidad y el diseño de medidas de control y
estabilización. Este tipo de movimientos es el que dispone de métodos de análisis y
modelización más desarrollados.
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Los deslizamientos rotacionales, una vez producidos, son susceptibles de
reactivación. El movimiento tiende a estabilizarse por disminución del momento de
giro y aumento del momento estabilizador, no obstante, cualquier cambio en las
condiciones piezométricas o la remoción del pie pueden dar lugar a una nueva
inestabilidad. Un diagnostico equivocado de la geometría puede llevar a la
adopción de medidas de estabilización ineficaces e incluso contraproducentes.
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(2) Los movimientos afectan al conjunto de formación sin que se identifiquen zonas
basales de cizalla o flujo plástico, o por lo menos, sin que estén bien definidas.
Suelen afectar a litologías blandas y deformables que se encuentran por debajo de
niveles potentes de materiales resistentes y densos. Ocurre a veces cuando una
capa de arcillitas húmedas y reblandecidas, extruye lateralmente por el peso de las
capas superiores. El desplazamiento lateral provoca la fracturación de las capas de
recubrimiento separándose en grandes bloques por entre los cuales es capaz de
penetrar la arcilla. El movimiento suele ser extremadamente lento.
Flujos (flows)
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Figura 5. Movimientos de flujo (Corominas y García Yagüe, 1997)
• Reptación (creep)
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La reptación es un movimiento extremadamente lento que es imperceptible
excepto para largos períodos de tiempo (Sharpe, 1938). No muestra superficies
de cizalla definidas. El término reptación se ha utilizado en diversos sentidos en
estudios sobre la estabilidad de las laderas, como por ejemplo (Hutchinson,
1988; Selby, 1993): (1) desplazamiento estacional de partículas aisladas o
delgadas capas de suelo por efecto de la gravedad con la ayuda de ciclos de
hielo-deshielo o humectación-desecación. Al helarse el suelo se expande para
contraerse durante la fase de deshielo generando el desplazamiento neto de las
partículas según la pendiente de la ladera. Los movimientos disminuyen
progresivamente con la profundidad; (2) desplazamiento muy lentos pero
continuos a gran profundidad. Está relacionado con el concepto ingenieril de
fluencia, que ocurre esencialmente a tensión constante por debajo de la
resistencia límite del material involucrado. Zischinsky (1966) considera que la
reptación por fluencia es un mecanismo importante en la deformación de
laderas de alta montaña; (3) desplazamientos, inicialmente muy lentos, que se
aceleran progresivamente y que preceden a la rotura de la ladera. Este tipo de
reptación ha sido incluido dentro del grupo de deformaciones previas a la rotura.
Unas formas atribuidas a los fenómenos de reptación son las terracillas que
aparecen en las vertientes de alta montaña en ambientes periglaciares. La
velocidad de desplazamiento del suelo es lo suficientemente lenta para que la
vegetación de los prados alpinos resista y crezca al mismo tiempo que el avance
de las partículas, dando lugar a guirnaldas herbáceas paralelas a las curvas de
nivel (Corominas, 1989).
• Solifluxión (solifluction)
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Término utilizado a menudo para describir deformaciones de pequeñas
dimensiones en suelos cohesivos y de poco espesor, que dan lugar a formas
lobuladas. Contienen superficies de cizalla de poca extensión. La solifluxión
abunda en ambientes periglaciares donde la fusión estacional del hielo en el
terreno provoca el aumento de las presiones de agua en los poros, dando lugar al
movimiento del material superficial, limitado en profundidad por la capa activa
(Ferrer, 1988). Puede ser considerada como una colada de tierras de pequeñas
dimensiones.
OTROS MOVIMIENTOS
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En ocasiones, las deformaciones de la ladera no dan lugar al despegue de la masa
movida ni a la formación de superficies de rotura continuas en todo el conjunto. Se
trata por tanto, de deformaciones de corta extensión aunque en los grandes
movimientos pueden ser de algunos metros. Estas deformaciones pueden
acelerarse hasta la rotura, reactivarse periódicamente o dejar de producirse.
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Figura 6. Deformaciones sin rotura de la ladera (Corominas y García Yagüe,
1997)
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el terreno de las deformaciones profundas son la presencia de escarpes de
fracturas antitéticas con una alineación a grandes rasgos paralela con las curvas
de nivel de la ladera y el hundimiento de la zona de cresta. En la base de las
laderas puede haber evidencias de abombamientos que causan el
desplazamiento de cursos, daños en carreteras y otras deformaciones. No
obstante, las evidencias de los abombamientos son menos claras que el
hundimiento y desplazamiento de la cresta. Algunas condiciones geológicas bajo
las que ocurre la expansión de crestas son (Selby 1993): (1) flexión profunda,
plegamiento y flujo plástico en rocas; (2) abombamiento, extensión y fractura de
crestas empinadas; (3) fluencia de rocas rígidas sobre rocas blandas sin flexión
(buckling)
Movimientos complejos
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COMENTARIOS FINALES
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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