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- Doctor Castagnino, hace algunos meses cuando planeamos esta charla, usted me contó
que el universo se expandía. ¿Ha cambiado la situación?
- ¿Y se va a detener la expansión?
- No, no quise inquietarlo, le contaba sólo alguna de las últimas teorías. Pero no el
universo tal como está ahora, tal como lo vemos ahora, con sus galaxias, sus planetas y
sus periodistas. No es que el universo, así completo, haya aparecido de repente. No se
asuste.
- El nuestro, este, pero vayamos por partes. Usted mismo aceptó que el universo se
expande; la expansión del universo es un dato observacional, es un hecho empírico, que
tiene su explicación teórica en la teoría de la relatividad general; pero tenga en cuenta
que es un hecho empírico: nosotros miramos por los telescopios y vemos a las galaxias
alejándose. Imagínese el universo como una hiperesfera que se agranda.
- Es difícil.
- Sí, ya sé, pero es lo análogo a un globo que se infla, solo que en tres dimensiones. Uno
no puede hacerse una imagen mental “desde afuera” porque uno mismo vive en tres
dimensiones, pero la analogía es válida. Ahora bien, si el universo se expande -y se está
expandiendo desde hace quince mil millones de años- eso significa que si rebobinamos,
si hacemos correr el tiempo hacia atrás, el universo debió ser alguna vez muy pequeño,
con toda su materia y energía concentradas en un volumen muy limitado.
- Sí, eso lo entiendo, pero que sea pequeño no significa que haya salido de la nada.
- Hasta cierto punto sí, como le voy a explicar. Mire, el primer modelo competo, el que
se llamó modelo estándar, partía de un universo muy pequeño, que de repente explotó
-el Big Bang- y empezó a expandirse. Ese modelo estándar funcionaba bastante bien y
explicaba muchas cosas: por qué el universo se expande, por qué recibimos una
radiación de fondo desde todas partes, con una temperatura de 3 grados Kelvin, es decir,
una temperatura de tres grados sobre el cero absoluto. Pero había otras cosas que no
explicaba, por ejemplo, cómo es que el fondo del cielo, y estoy hablando del fondo que
vemos a quince mil millones de años luz, es uniformemente negro, es igual en todas
partes. ¿Cómo se enteró una parte del cielo que tenía que ser igual a la otra?
- ¿Qué significa “cómo se enteró”? Uno supone que las partes del cielo no se “enteran”,
que son, simplemente?
- Pero no es así. Imagínese que usted ve a una multitud que huye en todas las
direcciones, de un lugar. Entonces usted va y le pregunta a uno de los que escapan: qué
pasó, y él le cuenta una determinada historia. Y ahora usted va a la otra punta de la
multitud en desbandada, pregunta y le cuentan exactamente lo mismo. Usted tiene que
suponer que esas dos personas tuvieron que comunicarse, o ver lo mismo, o haberse
puesto de acuerdo para contar lo mismo, ¿no?
- Sería demasiada casualidad que inventara cada uno por su cuenta la misma historia.
- Sería imposible, desde el punto de vista de la posibilidad. Pero lo que ocurre cuando
miramos el fondo oscuro del universo es exactamente eso: todo ofrece la misma
negrura, como si hubieran puesto de acuerdo. Uno no ve zonas más o menos grises, sino
que ve en todas partes lo mismo.
- ¿Y entonces?
- Y entonces quiere decir que todas esas partes tuvieron que estar comunicadas. Estar
comunicadas, en el sentido físico, significa que la luz tuvo que tener tiempo de llegar de
una zona a la otra. Ahora bien, en el modelo estándar, eso no ocurría. El universo
originario tenía que ser todavía más chico y más denso, había que buscar otro modelo
de esos tiempos tan primitivos, y es allí donde aparece la conjetura de Hawking, que
dice que el universo salió de la nada.
- Sí, claro.
- Bueno, y las leyes de la mecánica cuántica son probabilísticas, no dicen “va a pasar tal
o cual cosa”, sino “la probabilidad de que pase tal o cual cosa es tanto”. Y es entonces
donde entra la conjetura de Hawking, en ese dominio donde rigen las leyes cuánticas, y
dice: “La evolución más probable del universo es el promedio de todas las evoluciones
posibles en las cuales el universo se crea de la nada.”
- Es difícil, por cierto, porque choca con una de nuestras convicciones más arraigadas,
la que “nada se puede crear de la nada”, o “el ser no puede salir de la nada”, pero le diré
que últimamente nuestras convicciones más arraigadas perdieron varias batallas. Esta
podría ser una de ellas.
- ¿Por qué?
- No sé, porque uno piensa que lo que “es” debería conservarse, seguir siendo.
- Sin embargo, fíjese que el espacio, la cantidad de espacio que hay no se conserva,
porque el universo se expande. Fíjese que desde que empezamos esta conversación, el
volumen del universo aumentó, porque el universo se expandió mientras
conversábamos, y usted no dijo nada.
- Yo no dije nada, porque ni había pensado en eso, y además, porque protestar contra la
expansión del universo a esta altura ya me parece inútil. Pero de todas maneras, ahí se
ganaría espacio a expensas de la nada, no materia.
- ¿Cómo no existe?
- De la nada.
- Por ahora es la mejor explicación que tenemos. Hay otras, que evitan ese problema,
pero la de Hawking es la que más se ajusta a los hechos observables. Es una teoría muy
sencilla y bella, que resuelve de manera bastante satisfactoria los problemas de la
cosmología, por lo menos la actual. Usted sabe bien que nunca se sabe qué va a pasar, si
la teoría se mantendrá, o será reemplazada por otra.
- Exactamente.
Pero bueno, vayamos por partes. Estoy de acuerdo con el comentario que han
muchos sobre diferenciar la evolucion de la teoria. La evolucion es un hecho
comprobado, esta ahi, en el registro fosil, en las pruebas de datacion, del ADN, etc..,
Darwin, lo unico que hizo en aquella epoca, fue proponer un modelo, una teoria (con
sus fallos y sus aciertos) sobre como a pasado, asi que lo que es la evolucion en si, no
puede ser rebatido (que es lo que quieren los Creacionistas o "Cientificos del Diseño
inteligente").
Lo que mas me impacta es que sigan usando las mimas falacias siempre, aunque se les
haya rebatido, por ejemplo:
El sueño de la física es encontrar una explicación sencilla para todos los fenómenos
físicos. Si para lograr ese sueño se necesita decir que existen once dimensiones, no
importa. Los impulsores de las cuerdas no temen parecer poco cuerdos. Saben que el
premio supera el precio. Y el premio es la unificación de todas las fuerzas.
Tal como están formuladas estas dos grandes teorías (relatividad y cuántica), cada una
implica que la otra no es válida. Sin embargo, ambas teorías han sido corroboradas en
numerosos experimentos. ¿Cómo es posible esto? Simplemente porque la teoría de la
relatividad general describe fenómenos en los que intervienen cuerpos muy grandes o
masivos como galaxias, sistemas solares o el mismo universo. La mecánica cuántica,
por su parte, describe objetos pequeños como las moléculas, átomos o partículas
subatómicas.
Entonces, ¿por qué esforzarse por encontrar una explicación unificada para las dos
teorías, una teoría que explique a la vez la gravedad y las otras tres fuerzas
fundamentales? De hecho, la física avanza sin problemas usando la relatividad general
para lo macro y la cuántica para lo micro...
Por una parte, los grandes objetos están compuestos por los pequeños y resulta ilógico
que unos tengan unas leyes y los otros objetos, leyes diferentes. Y por otra parte, existen
ciertos lugares, como los agujeros negros o como lo fue el big bang, en los que las leyes
de lo micro y lo macro conviven. Pero cuando se combinan las ecuaciones que
explican las cuatro fuerzas para entender qué sucede en un agujero negro (o en el big
bang) los resultados son absurdos e imposibles. Es lo que se llama una “singularidad”.
Por lo tanto, las dos teorías fallan y tenemos que encontrar una nueva en la que se pueda
explicar conjuntamente las cuatro fuerzas fundamentales.
Una teoría de la unificación
Los impulsores de las cuerdas dicen que han dado con una teoría que explica
conjuntamente las cuatro fuerzas y cuyas ecuaciones no dan resultados absurdos. A
pesar de que esta teoría genera controversia entre los físicos, hay consenso en que es
“bella” y que sus principios fundamentales son sencillos.
Cuando los físicos hablan de belleza, no son tan subjetivos como cuando se opina sobre
un cuadro, aunque las emociones que experimentan frente a la belleza científica son
muy semejantes a las experimentadas frente a la belleza del arte.
La ecuación de Einstein cumple con las dos características de belleza en una teoría
porque unifica la materia y la energía como manifestaciones de un mismo fenómeno.
En síntesis, la teoría afirma que todo lo que existe en el universo está formado por unas
cuerdas vibrantes infinitesimalmente pequeñas. Tan pequeñas, que si expandiéramos
un átomo al tamaño de nuestro sistema solar, la cuerda sería grande como un árbol.
Las cuerdas, cien trillones de veces más pequeñas que un protón, vibran. Cada modo
de vibración representa una partícula distinta. Según este modelo, cada partícula
subatómica corresponde a una resonancia distinta que vibra sólo a una frecuencia
característica.
¿De dónde viene la vibración de las cuerdas? Para encontrar la respuesta, piensa en un
niño jugando en la playa con unos moldes para dar formas a la arena: castillos, estrellas
de mar, cochecitos... Así como la arena cobra diferentes formas por estar en contacto
con esos moldes, las cuerdas asumen diferentes vibraciones por estar en contacto con las
otras dimensiones.
Desde la década de los 60 hasta hoy en día, la teoría de cuerdas ha pasado por diferentes
estadios. Hoy, la versión más elaborada de la teoría de cuerdas, llamada teoría M,
afirma que existen 11 dimensiones. Sin embargo, versiones anteriores de la teoría han
sostenido que las dimensiones eran 10, en un caso, y 26, en otro.
La teoría de cuerdas no resulta atractiva solamente porque, de ser cierta, podría ser la
obra cumbre de la física. Al estudiar sus posibilidades, se hacen especulaciones que
llevan a la ciencia más allá de la imaginación de los escritores de ficción.
Muchas de esas especulaciones tienen que ver con viajes por el universo y por el
tiempo. Una de las ideas más llamativas es lo que se llama “agujeros de gusano” y
surge de la posibilidad de que existan más dimensiones.
Entre la Tierra y la estrella Alpha Centauri hay 4,3 años luz. Como no se puede viajar
más rápido que la luz, lo mínimo que se tardaría en hacer ese viaje serían 4,3 años.
Sin embargo, para abrir un agujero de gusano en el espaciotiempo, habría que utilizar
una cantidad de energía tan alta que resulta inalcanzable para una civilización como la
nuestra. Para darse una idea, se necesita una cantidad de energía mayor que la que el sol
puede producir a lo largo de toda su vida. Y eso es algo que probablemente no
alcancemos en menos de miles de años.
Cuerdas de avanzada
Según Witten, “M” viene de “misterio, magia o matriz, de acuerdo con el gusto de cada
uno”(www.sns.ias.edu/~witten/papers/mmm.pdf). Pero probablemente, la M viene de
“membrana”, unos objetos más grandes que las cuerdas, una especie de superficie.
Antes de Witten, la teoría de cuerdas consideraba que existían diez dimensiones. Pero la
teoría M agregó una más. Esta nueva dimensión es la que permite que las cuerdas se
estiren para formar membranas.
A diferencia de las cuerdas que son bidimensionales, las membranas podrían tener tres o
más dimensiones y, de contar con la energía suficiente, una de ellas podría alcanzar un
tamaño gigantesco, puede que tan grande como nuestro universo. Es lo que se llama
una “brana”.
Nuestro universo no sólo no sería único y especial, sino uno más de otras muchas
variantes. Las constantes de la física podrían ser muy diferentes en otros universos y
entonces tener leyes físicas también diferentes. En unos quizá la materia no podría
formarse, en otros estaría diluida...
Si nuestros átomos y partículas están encerrados en nuestra brana, por más que haya una
brana en otra dimensión del espacio, no podríamos tocarla precisamente porque
nuestros átomos y partículas no pueden salir de nuestra brana. Si este concepto es
cierto, podría ayudar a solucionar uno de los grandes misterios de la ciencia moderna: la
gravedad.
En realidad, la gravedad sería igual de fuerte que las otras fuerzas fundamentales
aunque por algún motivo no podemos percibirlo. Podría ser que la gravedad esté
“diluida” entre todas las branas y sea la única de las cuatro fuerzas que las atraviesa a
todas.
¿Por qué la gravedad sería tan diferente del resto de las fuerzas? La teoría M dice que la
respuesta está en la forma de las cuerdas. Durante años, siempre se pensó en las
cuerdas como bandas cerradas. Pero con la teoría M, se cree que todo lo que nos rodea,
la materia y la luz, se compone de cuerdas abiertas. Los extremos de cada una de estas
cuerdas estarían sujetos a nuestra brana tridimensional.
Pero las cuerdas cerradas también existirían y una de sus variedades sería la responsable
de la partícula de la gravedad: el gravitón. Al ser un círculo cerrado, no tiene extremos
fijos en nuestra brana y por lo tanto es libre de escapar a otras branas. De esta manera,
su fuerza queda diluida y parece más débil que las otras tres fuerzas.
Esto sugiere una posibilidad intrigante. Como estamos “ciegos” a las otras branas
porque nuestros átomos y partículas no pueden escapar, podríamos llegar a saber algo
de esas otras branas por medio de la gravedad.
No sabemos si los universos paralelos pueden influir sobre nosotros, pero el concepto
de branas ha dado lugar a una idea muy polémica. Hay quienes afirman que los
universos paralelos han desempeñado un papel esencial en nuestra historia, de hecho,
los responsabilizan de nuestra existencia.
La controversia de la experimentación
El mismo problema que tienen los científicos para abrir un agujero de gusano, lo tienen
para poder idear un experimento que demuestre la validez de la teoría de cuerdas. Si
bien la teoría es convincente, no se puede demostrar empíricamente por la cantidad
de energía que se requiere para ver una cuerda.
Pero incluso aunque no podamos observar las cuerdas, quizá podamos ver sus huellas.
Si las cuerdas estaban en el inicio del universo cuando todo era tan pequeño, lo más
seguro es que dejaran huellas o rastros en su entorno y luego, cuando todo se expandió,
aquellas huellas se habrían agrandado como todo lo demás.
También existen maneras de comprobar si la teoría va por buen camino. Una de ellas es
encontrar un gravitón en un acelerador de partículas. Sólo dos aceleradores podrían
hacerlo: el Fermilab en los EUA y el Large Hadron Collider (LHC) que el CERN
(www.cern.ch) está construyendo en Suiza. El LHC comenzará a funcionar en 2007 y
será siete veces más potente que el Fermilab.
Hasta ahora, nadie ha visto las partículas supersimétricas porque, al ser más pesadas que
sus compañeras, requieren más energía para producir una colisión que las haga visibles.
Se espera que el LHC tenga la energía suficiente como para hacerlas detectables.