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ADICCIONES Y ALCOHOLISMO EN ADOLESCENTES.

En la actualidad, una de las preocupaciones más fuerte e insistente de los padres es el consumo de drogas y de
bebidas alcohólicas por parte de sus hijos, que comienza a temprana edad según serios estudios estadísticos
realizados, dato además confirmado por la experiencia de profesionales de diversas disciplinas que trabajan con
adolescentes.
En este espacio vamos a plantear algunas consideraciones, haciendo una primera aproximación al tema diciendo que
no es posible confundir el tomar drogas o alcohol con lo que se denomina drogadicción o alcoholismo propiamente
dichos. La diferencia entre ambos no es del orden de cantidades o frecuencias sino que depende de la posición del
sujeto en relación con la droga o con la bebida alcohólica, punto que se desarrollará en este trabajo. Desde el
psicoanálisis, además, perspectiva desde la cual abordaremos el tema, se sostiene que la droga no es la sustancia y
que es el sujeto quien "construye" o da estatuto a la droga como tal.
En un libro publicado hace ya unos años (“Drogadicción. Teoría y clínica”, de Gabas editorial), invitaba a auscultar
en la lengua, que hace de lazo social, en los modismos o expresiones usuales respecto del beber, en intento por definir
peculiaridades en y diferencias existentes entre el consumo de bebidas alcohólicas circunstancial o por placer y el
alcoholismo propiamente dicho, en consideraciones que aquí relacionaremos con la problemática de las drogas en
general pues es de adicciones en suma de lo que se trata.
Las bebidas alcohólicas se encuentran presentes desde tiempos inmemoriales en la historia de la humanidad. En el
beber circunstancial en festividades varias o en simples reuniones de amigos el vino o la cerveza suelen oficiar de
facilitadores del acercamiento entre quienes circula, al producir rebajamiento de la censura a través de sus efectos
embriagadores.
Los adolescentes beben en circunstancias diversas y se refieren a ello afirmando: “Tomo para animarme...”, o,
“...nada mejor que una buena birra para poder hablarle a una mina, me salen solas las palabras...”, expresiones que
suelen escucharse en algunos jóvenes al ser preguntados sobre por qué beben. "...me siendo más animado si tomo
algo antes de entrar al boliche, aparte de que afuera es más barato, entro más entonado, más alegre y hablador...",
decía un adolescente en entrevistas iniciales.
Este trabajo fue escrito sobre la base de capítulos publicados en "Adolescencia - adolescentes". Editorial Tekné y en
"Juventud y actual modernidad". EUDEBA - JVE editorial. En muchas de estas frases hay referencias a obstáculos a
salvar y la expectativa de encontrar fuerzas y facilidad de palabras, pudiéndose pensar desde el psicoanálisis en la
existencia de un esfuerzo identificatorio con aquel que se transformaría al beber. Veamos esto último más
detenidamente: No es casual que al referirse a los efectos buscados se utilicen expresiones que están en el orden del
“animarse”, de “levantar el espíritu”, recordemos que a las bebidas alcohólicas se las llama "espirituosas". Es decir
que aquel en quien se transforma al beber "se trataría" de un "ser" que puede hacer lo que el sujeto no podría en
condiciones “normales”, como ser traspasar barreras, incluso la de la muerte misma, ésto último sólo posible para
ánimas o espíritus. Ahora bien: ¿a qué se denomina espíritu?.
Consultando un diccionario de lengua castellana encontramos la siguiente acepción:
“Ser inmaterial...”. “Don sobrenatural y gracia especial que suele dar Dios a algunas criaturas...”
Podríamos proponer entonces, como primera aproximación, que las bebidas espirituosas tendrían desde esta
perspectiva la "virtud" de dotar a quien bebe de las fuerzas necesarias para triunfar sobre los límites materiales. Esta
operación supondría, desde lo inconciente, la pretensión de tener éxito en el esfuerzo por oponerse a la existencia de
una realidad traumatizante o desquiciante, que cuestiona el propio sentimiento de sí, con la creación de un doble con
fuerzas sobrenaturales al que por proyección se adjudica la victoria sobre la muerte y a cuya imagen se supone poder
transformarse al beber.
Freud afirma que el doble sería una formación oriunda de épocas primordiales, que poseyó un sentido benigno antes
de transformarse en figura terrorífica del mismo modo como los dioses, tras la ruina de su religión, se convierten en
demonios. E implicaría una lógica del sentimiento yoico en que no habría deslinde neto del mundo exterior ni "del
Otro", dice textualmente, con mayúscula inicial, recurso de la duplicación para protegerse del aniquilamiento, como
"enérgica desmentida del poder de la muerte" que hunde sus raíces en la concepción del animismo que se caracteriza
por llenar el mundo de espíritus humanos, la omnipotencia del pensamiento y la técnica de la magia basada en ella,
"...creaciones todas con las que el narcisismo se protegiera ante el inequívoco veto de la realidad", aclara en "Lo
ominoso", y agrega que el alma inmortal podría ser el primer doble del cuerpo, definiendo a aquélla como derivado
de la separación entre percepciones y huellas mnémicas, en un proceso por el cual se empequeñece la importancia de
lo mundano al resaltarse la existencia fundamental de la esencia, el alma, que lo representa, al no coincidir el anhelo
de la presencia del objeto y su percepción. Sobre la base de considerar la espacialidad como el resultado de la
proyección del carácter extenso del aparato psíquico, la relación del proceso proyectivo y la identificación
consecuente implica un resto que se manifiesta como falta, siempre algo escapa a la imagen en tanto no todo es
imaginarizable, irrumpiéndose así en la dimensión de la angustia que hace necesaria la ubicación, allí donde nada
hay, de una representación sustitutiva. A través de la proyección se crearían los dobles, configurándose con ciertas
formas tranquilizadoras la realidad para el yo, se construye pues una especialidad psíquica que luego es conquistada
como propia por identificación.
En cuanto a “don sobrenatural” o divino recordemos, como un dato interesante, que Freud, al investigar sobre la coca
refiere que entre los indios de América se atribuía a la bondad de Manco Capac, hijo del Sol, el origen de la planta de
coca, un regalo de los dioses. Y los indígenas aumentaban la dosis habitual al enfrentarse a situaciones que exigían
mayores esfuerzos, tales como tener que recorrer largas distancias, mudar su lugar de vivienda o tomar mujer,
situaciones todas de peculiar exigencia para cualquier hombre.
Cuando se sostiene, por ejemplo, que el vino “anima”, o levanta el “espíritu”, la expresión se estaría refiriendo al
anhelo de lograr nuevas fuerzas allí donde el deseo vacila, sosteniendo la representación de sí del sujeto acorde a un
ánima, a un espíritu, a un otro de hablar fluído, de mejor talante, animoso, emprendedor y arriesgado, en una
transformación que el líquido facilitaría con sus efectos.
En las canciones populares de diferentes pueblos se encuentran referencias a los poderes supuestos en el vino:
“Si el vino viene, viene la vida dice una canción folclórica, que más adelante continúa con la expresión de un deseo:
“...que me entierren al alba, regao de vino mi tumba”
Tengamos presente que en culturas indígenas del norte de nuestro país, era costumbre en las fiestas derramar la
primera chicha, bebida obtenida por fermentación del maíz o del algarrobo, sobre los huesos de sus antepasados,
entre llanto, gritos y cantos, para ayudar con esta acción a que en algún momento el difunto pueda volver a la vida. Si
enlazamos esta referencia a los fragmentos de la canción transcriptos anteriormente, podríamos deducir que las
bebidas alcohólicas estarían relacionadas con el anhelo de "vivificar" o con la pretensión de "volver a la vida" a los
muertos,... o al deseo, es posible agregar, si el mismo se encontrara desfalleciente.
Por otra parte los brindis son la expresión verbal de deseos compartidos y promesas de futuros venturosos, o en
ocasiones simple pretexto para seguir bebiendo: “...brindo por las mujeres que derrochan simpatía”, y en otras,
refiriéndose a problemas serios en un contexto plagado de bromas y veladas agresiones: “...brindo hasta la cirrosis
por la vacuna del SIDA” dice la voz de Calamaro en un tema musical que se suele ser utilizado en celebraciones en el
momento del brindis.
Hasta aquí, podríamos decir, es clara la relación de los jóvenes, y de los no tan jóvenes, con las bebidas alcohólicas
como recurso buscado cuando el valor flaquea,pudiéndose pensar que en forma circunstancial, o incluso recurrente
durante cierto tiempo, pueden ser buscadas como garantía supuesta de sostén identificatorio en el trabajo de
procesamiento de duelos “adolescentes”. Es importante recalcar que en las expresiones de los jóvenes, en cuanto al
beber, se manifiesta que la búsqueda se orientaría al objetivo de lograr mayor facilidad de palabra, poder "hablarle a
una mina" decía un adolescente en entrevistas iniciales. Por su parte, en el extremo del alcoholismo se marcaría el
exceso en la pretensión de encontrar un reaseguro, vaso tras vaso, botella tras botella, ante la inevitabilidad con la que
la muerte se presenta como límite para la propia existencia. La desconexión que sigue al exceso en la borrachera, y
luego la depresión y la resaca, mostrarían en su secuencia lo fallido del intento y la eficacia del accionar de la pulsión
de muerte en la búsqueda de la bebida nuevamente, en forma compulsiva. En el alcoholismo en sus casos más graves
se caería como estado final en la borrachera en un estado estuporoso, con amnesia parcial o total de lo ocurrido, como
expresión evidente de una retracción narcisista tras los intentos fallidos de fundirse amorosamente con los otros, con
declaraciones pasionales, abrazos y besos.
El “mamarse” o el “ponerse en pedo”, como se dice comúnmente, tomando expresiones populares, marcaría el
fracaso del intento desmentidor de la identificación con un doble supuesto en el beber “para darse ánimos”, y tras la
manía muestra al sujeto borracho en un mortífero encierro gozoso y a expensas de accidentes por obra del accionar de
la desestimación, que es defensa a la que se apela para abolir o no dar lugar al reconocimiento de los peligros que
pueden poner en riesgo la propia vida. No sería en este caso búsqueda de lograr un sostén allí donde el sujeto siente
que sus fuerzas están débiles, sino intento de borrarse del mundo, desconectarse. En el alcoholismo se busca "nada",
no se intenta reforzar sentimiento de sí, o identidad, sino la búsqueda es nada, desaparecer. Hasta "ponerse en pedo"
el sujeto no se detiene.
Buscando en el diccionario, en seria búsqueda por cierto, encontramos que "pedo" se refiere a una "ventosidad
expelida por el ano que escapa del cuerpo", con diferente fuerza y urgencia, por lo cual "ponerse en pedo" hablaría
del intento de escapar enancado en vapores que transportarían fuera de ciertos límites, hacia esa otra dimensión de
completud que supuestamente se abre con la bebida, "para olvidar" o "pa no llorar", como dice el tango, o para
ahogar las penas. La borrachera, el "mamarse", la peligrosa pérdida del control "cuando los litros te voltean", al decir
de un adolescente en entrevista, marca el fracaso del esfuerzo desmentidor de la identificación con el doble a la que
aludíamos en espacio anterior.
Decía Lacan: "...el amor es algo que viene del estómago, es lo que está de rechupete", y, podríamos decir, en el
exceso del beber, en la borrachera, el sujeto allí se queda, anhelante, con el amor sin-venir de sus entrañas, como
organismo, en un encierro autoerótico, "mamado", atrapado en el goce. Si bien la preocupación de los padres es
justificada en tanto puede haber excesos en el consumo de drogas o de bebidas alcohólicas que pueden provocar
riesgos de diversa índole, la cuestión es que en cada caso se pueda delimitar el problema manteniéndolo en su justo
lugar, tanto en el terreno del beber como en el tema de lasdrogas, en tanto la “escalada”, que se supone inevitable,
hacia sustancias cada vez más peligrosas, depende del sujeto y no del “poder” de la droga. Así, como ante unas gotas
que caen un paisano puede, observando el cielo, midiendo el viento y oteando el aire, arriesgar si es falsa alarma de
lluvia, inicio de breve chaparrón o señal de sostenido aguacero, una y otra actitud referida al consumo de drogas y de
bebidas alcohólicas, pasajero o circunstancial resguardo o aterrada respuesta en el exceso, están diciendo de una
posición del sujeto respecto de la vida y de la muerte, o, como lo diríamos desde el psicoanálisis, en cuanto al límite,
a la castración. Y una u otra se irán expresando en palabras o en actos que podrán ser escuchados o no en la familia o
por amigos, lo cual planteará diferencias en la respuesta, no sin consecuencias. En cuanto a la clínica con estas
problemáticas, desde la perspectiva aquí enunciada, se propone abordarlas como algo más que una “conducta” más o
menos peligrosa que “se debería intentar cambiar”, tal como puede sostenerse desde otra línea de pensamiento, pues
lo que está en cuestión es el ser, el sentimiento de sí del sujeto, y un problema para el cual en los casos más graves no
se resuelve ni con ortopedia o recursos mágicos, sino, desde el planteo psicoanalítico, con un sostenido trabajo clínico
a través de la palabra para que en su discurrir el sujeto pueda ir descubriendo su propio deseo.
Escribiendo sobre el amor Freud sostiene que algo en la naturaleza misma de la pulsión es desfavorable a la
satisfacción plena, siempre falta un tanto para ser completa, lo cual genera y estimula una constante búsqueda de
objeto a objeto en la vida amorosa de los hombres que hasta puede convertirse en "patología de la vida cotidiana".
Pero lo que sucede en el amor, sugiere el creador del psicoanálisis, no ocurriría en el caso del bebedor que mantiene
una fidelidad absoluta para con su objeto de amor, la bebida, con la cual construye una relación armoniosa, un
modelo de "casamiento feliz" al decir de Freud, de perpetua y apasionada luna de miel. Sólo en los momentos de
pasión el enamorado, así como el toxicómano bajo los efectos de la droga, tiene la ilusión de haber reencontrado el
objeto perdido; vana pretensión. Luego, la vida diaria de relación le marca el auto-engaño y pueden producirse
reacciones patológicas, y, así como el don Juan o la alegre casquivana, pasar de un partenaire a otro, de frustración en
frustración, después del inicial romance o deslumbramiento, oponiéndose a reconocer que siempre algo falte para la
felicidad total. El bebedor, por lo contrario, es fiel, porque su amor encuentra la respuesta siempre lista y satisfactoria
en la bebida. Y es fiel porque supone haber encontrado "la solución", una solución intoxicante, un matrimonio feliz,
sin desavenencias ni desencuentros, en fin: una respuesta que el tóxico procura al problema de la castración. Pero,
¿qué sucede en el caso de los adolescentes?, pues ese es en este espacio el tema propuesto, ¿pueden concretarse,
paradójicamente, matrimonios precoces o bien apasionados noviazgos pasajeros en el contacto con las bebidas
alcohólicas o con las drogas? Enfrentado a una encrucijada fundamental en la vida del sujeto que supone una fuerte
conmoción estructural, el adolescente debe procesar el desasimiento de viejoslazos de amor, procurándose nuevos
emblemas identificatorios para "ser", en un punto en el cual el fantasma vacila y la búsqueda de un lugar simbólico
peculiar y diferente al del niño que ya no es, se convierte en ardua labor. La sensación de inermidad está presente en
no pocos momentos, y los debilitados soportes identificatorios hacen que los duelos sean pesada carga en lo habitual.
Entonces, también en la adolescencia, el lazo con la droga y/o con las bebidas alcohólicas puede ser noviazgo, uno
de tantos, o instalarse como casamiento sin separación posible o con divorcio complicado.
Noviazgo ocasional: intento de identificación con un doble en procura de entablar lazo social en el beber "para
levantar el espíritu", "para "darse ánimos", o matrimonio feliz, estable y duradero: artimaña líquida fallida para
esquivar la falta en el bebedor empedernido. Este último elegirá esta vía al no poder soportar no hallar satisfacción
plena, sin resquicios. Muchos, la mayoría, coquetearán o se pondrán de novios con la botella, con una o varias copas
de más, para con su ayuda intentar acercarse al otro, porque es el amor lo que se pone en juego, o no, según venga de
o se quede en el estómago, como dijera Lacan.
Detengámonos en una frase escrita por alguien que sufriera los estragos del alcohol y que hace referencia, además, a
su adolescencia: "Carecemos de un Dios. Este vacío que se descubre un día en la adolescencia nada puede hacer que
jamás haya tenido lugar. El alcohol ha sido hecho para soportar el vacío del universo, el mecimiento de los planetas,
su rotación imperturbable. El alcohol nos consuela, no amuebla los espacios psicológicos del individuo, sólo sustituye
la carencia de Dios" Transcribo aquí esta cita del libro "El alcohol" de Margarite Duras, pues considero que está en
consonancia con lo trabajado hasta aquí, desde el psicoanálisis, respecto de lo que el sujeto en general, y,
específicamente para nuestro interés en esta circunstancia, los adolescentes, colocan en el alcohol cuando los soportes
identificatorios en determinado momento se muestran poco sólidos o no existen, o cuando el vacío de un presente sin
futuro cierto enfrentan a la angustia, a la desesperanza o a la depresión.
El dolor psíquico, intolerable, exigiría en ciertos sujetos, o en algunos sujetos en ciertas oportunidades, el intento de
su cancelación, en un movimiento impulsivo que, en muchos casos, revitalizando la lógica de la necesidad, urgiría la
incorporación del líquido en grandes cantidades cotidianamente, mientras que en otros sólo sustituiría la debilidad de
un sostén identificatorio en determinado momento de su vida y ante ciertas circunstancias en que se pondrían en
juego sus fuerzas sentidas como insuficientes. Es especialmente rico en este punto el desarrollo que Freud hace en el
anteriormente citado escrito: "Sobre la más generalizada degradación de la vida amorosa", cuando, después de definir
la relación de los alcohólicos con la bebida dice que evocaría la armonía más pura, como un modelo de matrimonio
feliz o dichoso, preguntándose luego por qué la relación del amante con su objeto sexual, con supartenaire, sería
diferente. Líneas atrás encontramos un intento de respuesta a su interrogante al sostener que el fundamento del
alcoholismo estaría dado por: "...una inhibición en la historia del desarrollo de la libido", aclarando en otro punto del
citado trabajo que dicha inhibición estaría relacionada con: "...una fijación incestuosa no superada a la madre o a la
hermana" No se daría pues, desde la lectura de Freud, en tales casos, el pasaje de la elección de objeto infantil
primario a los nuevos objetos sexuales, trabajo especialmente importante, lo sabemos, para el sujeto adolescente en su
camino hacia la exogamia. Entonces, podríamos agregar, las sustancias intoxicantes vendrían al lugar de facilitar una
sutura ante dificultades propias del esfuerzo identificatorio en ciertos sujetos y en determinadas situaciones de
pérdida importantes; en este caso pensamos en la adolescencia: cuando se plantea la exigencia de tener que abandonar
la seguridad del mundo endogámico de la infancia y ante el juicio que enuncia la posibilidad de muerte del padre,
combinatoria que lo enfrenta a la soledad y a la desprotección aterradoras.
Podemos afirmar a grandes rasgos que lo que subyace a la problemática del consumo de drogas en su extremo de la
adicción es un pánico para el cual el sujeto no encuentra palabras para procesarlo, una intensa depresión o sensación
de tedio imposible de soportar, o bien “ataques” de furia incontrolables, afectos distintos puestos en juego ante los
cuales el sujeto puede recurrir a drogas. Nótese también que preferimos referirnos a “drogas”, evitando hablar de “la
droga”, en tanto las diferentes sustancias pueden provocar sensaciones diversas: estimulando, tranquilizando o
produciendo alucinaciones, inclinándose el sujeto por una u otra de acuerdo a la necesidad de lograr un estado de
ánimo que no puede conseguir por medios propios. Definidas por Freud como “quita-penas”, las drogas facilitan al
sujeto poder escapar al peso de la realidad, refugiándose en un “mundo que ofrece mejores condiciones de
sensación”, pretendiéndose, a través de la intoxicación que provoca, eludir o aliviar el dolor que el vivir supone. Así,
en las toxicomanías o en la drogadicción propiamente dichas la pretensión es enfrentar o cuestionar imperativos
categóricos que dicen de límites que la cultura impone a todo aquel que quiera pertenecer a ella, pero,
fundamentalmente, supone un intento de desconocer la distancia entre el yo y el ideal y como consecuencia el juicio
referido a la necesariedad del morir personal. Estamos hablando, digámoslo con otras palabras, de falta, de castración,
ante lo cual irrumpe la angustia, el terror desbordante, o bien el sujeto se sume en amarga desazón, de lo cual se
pretende “salir” apelándose al consumo de drogas al no poderlo procesar por medio del pensar, psíquicamente.
El así llamado drogadicto no hace más que hablar de su cuerpo y de su práctica drogadicta cuando llega a consulta,
generalmente llevado por familiares o amigos, no dejando espacio para la duda en tanto ésta enfrenta al vacío, al
desconocimiento, erigiendo en su lugar la certeza del goce que le provee la sustancia elegida. Este es uno de los
problemas que se enfrenta en la clínica, y que durante mucho tiempo hizo que se considerara imposible el tratamiento
psicoterapéutico al estar en esta problemática renegado el valor de la palabra. Hoy proponemos desde el psicoanálisis
no retroceder ante las drogadependencias y trabajar con el paciente en procura de la construcción delsíntoma, es
decir, algo que desde el discurso del sujeto suponga el reconocimiento de cierto sufrimiento y el propósito de
interrogarse acerca de ello. Ahora bien, como planteábamos respecto del beber, unos porros o unas líneas no hacen a
alguien drogadicto. Las drogas despiertan sensaciones diversas: placenteras o no, inquietantes, o pueden producir
alucinaciones, y alguien puede acercarse a ellas y decidir sólo probar o seguir consumiento, sin que la cantidad o la
frecuencia sea lo definitorio para pensar en la existencia de una adicción, si el sujeto puede ser libre de hacerlo y de
dejar de hacerlo en tanto la droga no sostenga su ser. Freud decía con toda claridad, en "El malestar en la cultura",
que el hombre necesitaba de “lenitivos” para aliviar el dolor que el vivir supone. Se considera drogadependencia o
drogadicción “vera” cuando el consumo está al servicio de reforzar la desmentida o la oposición a la ley en todas sus
expresiones, que, decíamos tramos atrás, nos habla de una posición ultra-desafiante del sujeto ante la falta.
Podríamos decir, desde consideraciones que propone Lacan, que en la problemática de las patologías del acto,
drogadicción y alcoholismo incluídos en ellas, habría un déficit importante en la función paterna, en el significante
del Nombre del Padre, de dimensión o categoría diferente a su ausencia en las psicosis. Y la debilidad de dicha
función traería aparejada el debilitamiento de lo que podríamos denominar función del deseo materno. Debilitadas
ambas funciones, en tal caso el sujeto no posee sostén identificatorio suficientemente fuerte como para "bancarse" la
angustia o la depresión. Así pues, en las patologías del acto, incluyéndose entre las mismas: intentos de suicidio,
anorexia y bulimia veras, drogadependencias propiamente dichas, etc., la impulsión o la tendencia a pasar al acto es
el recurso utilizado en forma prioritaria, en tanto si bien el sujeto en estas problemáticas habita el lenguaje no puede
apelar al mismo en ciertas circunstancias en las cuales un pánico sin nombre, sin palabras o una intensa depresión,
desvastadora, hacen imposible todo procesamiento psíquico con riesgo consiguiente de quedar a merced del goce del
Otro, como objeto.
En cuanto a las adicciones, y específicamente refiriéndose al caso del fumador, a quien "hace humo", Lacan, en el
Seminario 20 "Aun", plantea que se porta y soporta el fumar, la adicción, como signo. El sujeto intenta a través del
acto, en este caso a través del fumar, que los demás construyan los atributos respecto de su ser o de por qué lo hace, y
en el ubicarse el sujeto como signo se desdibuja el sujeto como tal; podríamos decir que "se hace humo", se borra. Y
dice Lacan textualmente: "El signo no es pues signo de algo, es signo de un efecto que es lo que se supone como tal
partir del funcionamiento del significante" El sujeto pierde su condición, hay destitución subjetiva, a través del acto,
siendo significado por Otro, de quien queda a expensas. No como significante para otro significante sino como signo.
En cuanto al tema del qué hacer con estas problemáticas desde la clínica será abordado en otro espacio, si bien es
necesario remarcar o subrayar, que la clínica psicoanalítica, por supuesto incluída en ella la de las adicciones, toma en
cuenta a cada sujeto, evitando generalizaciones empobrecedoras, siendo los conceptos que desarrollamos sólo
intrumentos que nos permitirán entender cómo un consumo (inclusoexcesivo) puede presentarse ante situaciones
denominadas “de crisis” y mantenerse o desaparecer en algunos, según el caso, pasado cierto tiempo, sin consolidarse
como alcoholismo o como drogadependencia, o bien constituirse como patología del acto propiamente dicha en otros.
Es entendible entonces que en caso de los adolescentes el apego a drogas se presente en relación con las dificultades
inherentes a la tramitación de los duelos a los que diversos autores hicieran referencia repetidamente.
Desde el psicoanálisis se jerarquiza el discurso del sujeto que consulta, estando el profesional tratante, o el que recibe
una consulta, atento al decir del paciente. Y desde mi perspectiva, como psicoanalista, considero que en cuanto a ésta
y a otras problemáticas es importante el intercambio entre profesionales de diversas disciplinas.
En muchas ocasiones el trabajo del psicólogo con profesionales de servicio social, nutricionistas, médicos
toxicólogos, u otros, es imprescindible. Lo importante en el trabajo interdisciplinario es valorizar otras ópticas o
lecturas del problema a resolver, reconociendo que la propia es sólo una de ellas.
Para concluir, como síntesis posible, planteemos las diferencias hasta aquí
Enunciadas
* Hay casos en los cuales el consumo se inicia probando drogas, incitado muchas veces por el grupo de amigos, o
bien recurriendo al tóxico en situaciones puntuales inmanejables circunstancialmente, o incluso consumiendo sólo
por placer. No podríamos sostener que por el hecho de que haya consumo de drogas nos hallamos ante un “caso” de
drogadependencia. Aquí la droga puede presentarse como refuerzo del sostén identificatorio durante un tiempo y
luego es abandonada u ocupa un lugar accesorio según la elaboración en cada quien realizada. Remarcábamos,
recurriendo a expresiones de jòvenes, que se buscan palabras allí donde no hay o bien se las considera insuficientes o
no valiosas para la circunstancia que se debe enfrentar.
* El problema se plantea cuando el “ser drogadicto” se instala como carta de presentación con la que supone el otro
debe poder construir los atributos relativos a su persona, y es la solución que se construye para, supuestamente,
responder a los enigmas de la vida. Estamos en este caso en presencia de lo que denominábamos patologías del acto.
Ese sujeto no soporta las diferencias, que la droga borra pues iguala a todos: “drogadictos”, “del palo”, y se muestra
poseedor de certeza, sin preguntas, porque las dudas, los interrogantes, angustian en tanto dicen de la falta, de la
castración, de la muerte. Y a través del acto, del actuar, en alcoholismo o en drogadicción, así como en otras
patologías del acto, se intenta eludir o borrar angustia o depresión. Se instala la creencia de ser dueño de un saber sin
fisuras para el cual no son necesarias las palabras, perdiendo éstas valor de intercambio, aunque muchos piensan que
existe diálogo en los grupos de drogadictos. En realidad, los drogadependientes les atribuyen a la palabras una
cualidad especial: que permitiría la transmisión de pensamiento, suponiendo que, mágicamente, con una palabra se
puede decir “todo”, conformándose de esta forma la jerga de los drogones con palabras-frases, algunas de cuyas
expresiones son adoptadas por los jóvenes y luego se extienden en el uso popular.Freud decía, en una carta a un
colega, que los toxicómanos no podían abandonarse al juego de la palabra, en expresiones que podríamos enlazar a su
definición de las drogas como “quita-penas” que permitirían construir un mundo optativo, desde la ilusión, en el cual
refugiarse evitando la angustia.
En la actualidad el problema de la drogadicción adquiere dimensión diferente a las de otros momentos histórico-
socio-culturales, y el drogadicto se presenta como el mejor adaptado a las reglas del consumo. Es el “mejor alumno”,
obediente, y por ello dependiente aunque suponga ser abanderado de la rebeldía. Y es dependiente no sólo ya de la
droga, sino, fundamentalmente de un Otro social que le vende la posibilidad de logro de la inmediatez del goce, éxito
individual y solitario, casi sin mayores esfuerzos, sólo con lograr y consumir una mercadería llamada “droga” que lo
define y lo aloja en ese otro mundo de “ser drogadicto”.

2. Adicciones
Las adicciones son un síndrome constituido por un conjunto de signos y síntomas carcaterísticos. El origen de la
mismas es multifactorial, entre los que podemos mencionar factores biológicos, genéticos, psicológicos y sociales.
Algunos síntomas característicos de las adicciones son:
• Daño o deterioro progresivo de la calidad de vida de la persona, debido a las consecuencias negativas de la
práctica de la conducta adictiva.
• Perdida de control caracterizada por la práctica compulsiva de la conducta adictiva.
• Negación o auto engaño que se presenta como una dificultad para percibir la relación entre la conducta adictiva
y el deterioro personal.
• Uso a pesar del daño, lo cual se manifiesta como la práctica continuada de la conducta adictiva. Este daño es
tanto para la persona como para los familiares.
Estudios demuestran que existen cambios neuroquímicos involucrados en las personas con desordenes adictivos y
que además es posible que exista predisposición biogenética a desarrollar estas enfermedades.
Puede desarrollarse adicciones tanto a sustancias psicotrópicas como a actividades y hasta relaciones. Algunos casos
de adicciones que podemos mencionar son:
• Sustancias psicotrópicas, como el alcohol, la nicotina y diferentes tipos de drogas
• Juegos de azar
• Comidas o componentes comestibles
• Sexo
• Trabajo
• Relaciones interpersonales, por ejemplo una pareja.
La naturaleza exacta de las adicciones continua siendo motivo de análisis científicos y cada día se hacen
descubrimientos que nos facilitan la comprensión de este fenómeno, que afecta a miles de personas a nivel mundial.
En este trabajo nos ocuparemos de tratar ciertas adicciones y no todas, dada la complejidad de tema. Las
dependencias a tratar serán:
• Drogadicción: los diferentes tipos de drogas y los efectos y consecuencias de las mismas.
• Alcoholismo
• Tabaquismo.

3. Drogadicción
La drogadicción es una enfermedad biopsicosocial, caracterizada por el abuso y la dependencia de sustancias
químicas. Produce graves problemas físicos, familiares, laborales y sociales.
Cabe destacar que el interés público prevalece sobre las libertades individuales cuando éstas afectan derechos e
intereses de terceros. En sí esta dependencia es una forma de conducta social disvaliosa, pero no cumple los
principios fundamentales como para que esta conducta sea merecedora de penas. Podemos señalar que la aplicación
de medidas frente a esta situación, provoca un aumento de los perjuicios y no así de los beneficios que puede
acarrear.
Los sistemas actuales de tratamiento para adictos tienen escasa efectividad. Generalmente para la recuperación se
plantea la creación de granjas comunitarias, con un régimen flexible, y de amplia y activa participación familiar y
social.
En este momento no nos encargaremos de ampliar estos puntos, sino que haremos una lista de las clases de drogas
existentes, con sus características y consecuencias.

Anabolicos esteroides
Los anabólicos esteroides, más precisamente anabólicos androgénicos esteroides, pertenecen al grupo de drogas
ergogénicas, también llamadas drogas de performance. Son sustancias sintéticas derivadas de la testoesterona, una
hormona natural masculina. "Anabólico" significa "constructor" o "fabricante", y "androgénico" significa
"masculinizante", es decir que otorga características sexuales masculinas. Los esteroides derivan de las hormonas; a
su vez, los anabólicos esteroides conforman un grupo dentro de estas drogas hormonales. Un hombre sano produce
entre 2 y 10 miligramos de testosterona al día (las mujeres también la producen, pero en cantidades residuales). Las
hormonas anabólicas ayudan al cuerpo a absorber las proteínas, propician el desarrollo muscular, óseo y de la piel.
Las características androgénicas de la testosterona se relacionan con la masculinidad: durante la pubertad permite el
desarrollo sexual masculino, el crecimiento capilar en el cuerpo y el agravamiento de la voz.
Estas sustancias están diseñadas para imitar las funciones de crecimiento de la testosterona, pero afectando
mínimamente sus efectos masculinizantes. Hay muchas clases y combinaciones de propiedades anabólico -
androgénicas. Estos productos son usados desde tiempos relativamente recientes: en 1930 la testosterona fue
sintetizada por primera vez, y se introdujo en la práctica deportiva en los años '40. En las Olimpíadas de 1952, los
rusos arrasaron con las medallas en levantamiento de pesas gracias a su uso, que desde esa época se hizo masivo.
Paralelamente a su utilización, los médicos notaron sus efectos secundarios. A pesar de ello, su uso fue en aumento
hasta 1975, en que fueron prohibidos. Hasta la fecha, el Comité Olímpico Internacional incluyó 17 clases de
anabólicos y compuestos relacionados en las listas sustancias prohibidas. Durante los años '80, muchos jóvenes no
atletas los utilizaron por sus propiedades de desarrollo corporal, creándose un floreciente mercado ilegal tanto de
producción como de venta de estas drogas. En la actualidad, no solo los atletas usan anabólicos esteroides. Miles de
jóvenes usan estas drogas para aumentar su potencia muscular, o simplemente por "motivos cosméticos", para
mejorar su apariencia física y autoestima. Además, este consumo no se limita a los hombres sino incluye a un número
creciente de mujeres.
Sus usos médicos son variados, siendo utilizados en terapias contra ciertas clases de anemia, cáncer de pecho,
osteoporosis y otras enfermedades. Algunos médicos afirman que sería útil su uso post quirúrgico, con el objetivo de
mejorar el apetito del paciente, pero son necesarias mayores investigaciones que sustenten esta posición. El uso no
terapéutico de anabólicos androgénicos esteroides en adolescentes y jóvenes adultos aumentó significativamente
durante las dos últimas décadas. Los más recientes estudios hechos por The National Institute on Drug Abuse y el
National Clearinghouse on Alcohol and Drug Information de los Estados Unidos prueban que el uso indiscriminado y
sin control de esteroides produce severos problemas a la salud física y psiquica.
Los anabólicos son normalmente tomados en forma de comprimidos. Algunos que no pueden ser absorbidos
oralmente son inyectados. Su utilización sin fines médicos acarrea gravísimos riesgos que son potenciados por la
utilización de "megadosis": una dosis normal prescrita con fines médicos varía entre 1 y 5 miligramos; más de 7
miligramos implican una sobredosis; algunos consumidores se aplican megadosis de 100 o más miligramos,
implicando intoxicaciones que pueden llegar a ser mortales. El uso de estas megadosis se debe al falso
convencimiento de que a mayores cantidades se consiguen mejores resultados. Además, llegan a saturarse de
hormonas de diferentes tipos, muchas veces combinadas con otras drogas como ser estimulantes, analgésicos y
antiinflamatorios. Por otra parte recurren a un consumo "cíclico", creyendo que así eliminan los efectos perjudiciales
y su detección mediante análisis.
Una minoría los obtiene en el mercado legal, mediante recetas fraudulentas. La mayoría de sus usuarios los obtienen
ilegalmente, gracias a un complejo mercado negro de producción y tráfico que en los Estados Unidos mueve
alrededor de 400 millones de dólares al año. Estas sustancias son elaboradas sin ningún tipo de control de calidad,
presentando impurezas que bien pueden ser catalogadas como venenos.

Peligros que acarrean


Se han encontrado abundantes evidencias sobre los perjuicios que el uso de anabólicos esteroides causan al cuerpo y
la mente de sus consumidores. Su uso prolongado afecta la capacidad de procesamiento de información del cerebro,
pudiendo derivar en enfermedades mentales irreversibles. Además, se detectan síntomas similares a las adicciones a
otras drogas: deseo incontenible de consumir nuevamente, imposibilidad de reducir las dosis y síndrome de
abstinencia. Se ha probado la dependencia psicológica, estudiándose la dependencia física. Como dato significativo,
se han observado ampliamente estos efectos perjudiciales no solo entre quienes se sometieron a megadosis, sino
también entre quienes lo hicieron con dosis moderadas. Quienes consumen grandes dosis, típicamente sufren cambios
en la experiencia y características sexuales. Los efectos perjudiciales se pueden dividir en:
• en hombres: aunque son derivados de una hormona sexual masculina, la droga puede afectar el
funcionamiento del sistema reproductor. Entre sus efectos se encuentran: atrofia de testículos e hipertrofia
prostática (ambos implican graves riesgos de cáncer); reducción de la producción de esperma; impotencia;
calvicie; dificultad o dolor en la micción; desarrollo de pechos. Además, puede afectar al autocontrol de la
agresividad y el manejo sexual.
• en mujeres: las mujeres pueden experimentar, entre otros problemas, la "masculinización": hipertrofia de
clítoris; desarrollo anormal de vello facial y corporal; agravamiento de la voz.
• en ambos sexos: ictericia; acné; temblores; dificultades respiratorias; dolor, hinchazón y edema
(acumulación de líquidos) en articulaciones; aumento de presión arterial; aumento de posibilidades de
lesiones en músculos, tendones y ligamentos; gran incremento del riesgo de contraer cáncer en diversas
formas.
Estos efectos son especialmente peligrosos en preadolescentes y adolescentes, ya que su utilización aún en dosis
mínimas puede afectar irreversiblemente el crecimiento. Por ello, su prescripción médica es sumamente rara,
reduciéndose a casos de enfermedades graves. Por otra parte, el factor de riesgo de caer en adicción a éstas y otras
sustancias, desaconsejan su uso. La forma inyectable expone al contagio con el virus HIV (que produce el SIDA),
además de otras enfermedades infectocontagiosas. Es un hecho que muchos adictos a sustancias inyectables no solo
no utilizan agujas descartables, sino además comparten las agujas sin esterillizar. Los efectos de los anabólicos sobre
la mente fueron objeto de investigaciones en la Universidad de Harvard, donde se demostró que provocan diferentes
trastornos psicológicos como ser: depresión; extrema irritabilidad: incremento en la agresividad, llegando a
agresiones físicas e incluso homicidios; celos paranoicos; sentimientos de invencibilidad; expresiones
grandilocuentes; megalomanía.

Opio
El opio proviene de la desecación del látex de la cápsula de la amapola (papaver somniferum), planta cultivada en
varios países, principalmente China, India, Irán y Egipto. La planta, cuyas flores son usadas como adorno, tiene una
cápsula o fruto que al serle hecha una incisión segrega un líquido lactescente que el aire oscurece y deseca, que luego
se pulveriza para elaborar el opio. Éste contiene numerosos alcaloides que se forman a partir de las moléculas básicas
de la morfina o de la codeína, y otras sustancias del grupo isoquinolínico, cuyo alcaloide principal es la papaverina.
De todas ellas, la morfina al 10% es la que tiene propiedades más importantes, tanto terapéuticas como tóxicas. Los
demás alcaloides tienen concentraciones menores: de 1 a 2%.
Los derivados del opio, tanto naturales como semisintéticos, crean gran dependencia tanto física como psíquica y
producen la desaparición de todas las necesidades primarias. Los preparados sintéticos poseen propiedades muy
parecidas, tanto en lo que respecta a sus efectos inmediatos, como en cuanto a sus consecuencias psico-físicas.
La morfina es uno de los derivados semisintéticos de los alcaloides opiáceos naturales. Al igual que otras drogas con
estructura química distinta, producen analgesia, depresión respiratoria y dependencia síquica. Clínicamente se sabe
que la morfina y otros opiáceos actúan sobre los sistemas responsables de las respuestas afectivas y los estímulos
dolorosos, produciendo un incremento en la tolerancia al dolor mientras duran sus efectos.
Las causas de la adicción a los opiáceos se explica por los fenómenos de la tolerancia, dependencia y síndrome de
abstinencia. La tolerancia metabólica consiste en una transformación en el hígado, lugar donde se metabolizan las
drogas. Si la exposición al tóxico es continua, los efectos del mismo son menos duraderos al haberse acelerado su
eliminación. Este fenómeno se da también con otras sustancias, como la aspirina o la penicilina, siendo de mayor
gravedad en los opiáceos. El tipo más destacado de tolerancia es la celular, de forma tal que quienes la poseen apenas
sienten el efecto de la sustancia, a pesar de tener cantidades en el organismo (esas mismas concentraciones en la
sangre de un sujeto no adicto resultarían fatales). Tras el efecto de la tolerancia sucumbe la dependencia física que
implica la situación de hiperexcitabilidad, depresión y super e hipersensibilidad al dolor cuando se suprime el
suministro, entre otros síntomas. Finalmente deviene el síndrome de abstinencia o búsqueda compulsiva de la droga.
Estudios recientes indican que en el adicto sobrevienen cambios fisiológicos que ponen en perpetua dependencia a los
consumidores de opiáceos, de forma similar al diabético que precisa insulina.
Sólo una parte de adictos contrae el hábito por razones terapéuticas. El habito se produce por su uso indiscriminado y
prolongado en el tratamiento de afecciones que pueden atenderse de otra manera, siendo las mujeres las más
predispuestas. La mayoría ingresa en la intoxicación por sugestión de otros adictos. En Oriente el modo común de
hacerse adicto proviene del hábito de fumar o ingerir opio, aunque esa forma está siendo reemplazada la vía
hipodérmica. En general, el adicto es una persona joven, con personalidad inestable y de escasa voluntad, que
encuentra una evasión en la droga. El uso continuado agrava los factores negativos y sumerge al enfermo en abulia y
ensoñación. La tolerancia se desarrolla con rapidez. El plazo en que se adquiere dependencia es corto, bastan dos
semanas y a veces pocos días para producirla: por ello su aplicación terapéutica se reduce a lapsos muy cortos. Los
recién nacidos hijos de toxicómanas que persistieron en la adicción durante el embarazo tienen síntomas de
abstinencia, presentando convulsiones por falta de droga, pudiendo resultar en la muerte.
La intoxicación por sobredosis es habitual en países con gran número de morfinómanos (Estados Unidos, Alemania,
Inglaterra, Italia, Holanda, España, Francia, Bélgica). Además, puede producirse por error terapéutico o por
intoxicación suicida, accidental o raramente criminal. La dosis mortal en personas no acostumbradas es de 0,2 g para
la morfina, la heroína y el nalline; 0,5 g para la codeína; 0,30 g para el opio. Estas dosis pueden ser 10 veces más
elevadas en los adictos y 100 veces más bajas en los niños. En algunos casos la intoxicación adopta una evolución
sobreaguda, con coma profundo, colapso cardiovascular, miosis y paro respiratorio. Habitualmente se presentan
náuseas, vómitos, sequedad corporal y calor facial. Sobreviene una somnolencia progresiva, donde al principio hay
respuesta a los estímulos, pero luego se transforma en coma profundo. Durante éste, la respiración se deprime hasta
hacerse muy lenta: de dos a cuatro respiraciones por minuto; ello produce una cianosis intensa. Los reflejos se
atenúan hasta desaparecer. La piel se enfría por la humedad y el sudor característico en ésta etapa. Las pupilas están
mióticas. Al comienzo la presión arterial se mantiene y el pulso es tenso, ya que la morfina ejerce poco efecto sobre
el centro vasomotor y el aparato circulatorio, pero a medida que la hipoxia progresa, la presión desciende hasta el
colapso y el shock. La temperatura desciende y a veces aparecen erupciones cutáneas. La musculatura suele estar
flácida, pero en ocasiones pueden sobrevenir convulsiones. La muerte se produce por colapso cardiorespiratorio,
complicaciones pulmonares, o muerte cerebral. Los síntomas agudos de intoxicación suelen presentarse dentro de los
15 minutos, aunque pueden retrasarse hasta 12 hs.

Heroina
Los efectos de la heroína y la morfina son similares. La principal diferencia es la mayor potencia de la heroína, ya
que un gramo equivale a entre 1,80 y 2,66 de morfina en sulfato. La heroína (diacetilmorfina) es un opiáceo de gran
intensidad que produce una mayor toxicidad neuropsíquica. Es sin duda alguna, una de las más peligrosas drogas, de
mayor difusión y cuya dependencia más rápidamente se contrae (dos a tres semanas). Sus efectos se sienten a los 10
minutos del suministro, alcanzando el cenit a los 60, cesando a las 3 ó 4 horas. Estos efectos son muy distintos, según
se la consuma por primera vez o habitualmente. En las primeras tomas el efecto psíquico es muy fuerte, pero se va
reduciendo hasta ser desplazado por la necesidad física para combatir el síndrome de abstinencia. En un período de
tiempo extremadamente corto, el adicto renuncia a otro tipo de vivencias y actividades, para dedicar su vida a la
obtención y consumo del estupefaciente. Los adictos suelen consumirla mezclándola con otras sustancias, como
cocaína, anfetaminas, cánnabis o benzodiacepinas. La mezcla tiene dos motivos: la adulteración por el traficante y la
reducción de sus efectos, ya que la ingestión de heroína en estado de alta pureza puede causar la muerte. La mezcla o
corte suele ser hecha con otras drogas como anfetaminas, o excipientes tales como yeso, talco, quinina y estricnina,
sustancias que son fáciles de confundir con el elemento principal.
Pasividad y reducción de impulsos agresivos son consecuencias típicas del tóxico, pese a la acción euforizante que
también posee. Tomada por vía nasal o fumada, la heroína tiene efectos similares a la morfina. Luego del efecto
placentero de la droga sigue un estado de malestar generalizado (que no debe confundirse con el síndrome de
abstinencia) que produce un descenso en picada con sentimientos de profunda depresión, que derivan en necesidad de
una nueva toma. Ello comporta el riesgo de tomas sucesivas, que pueden llevar a la muerte por sobredosis, algo que
que, además, es habitual entre los consumidores de esta sustancia. La dosis varía de 60 mg en personas sin tolerancia
a 5 gr en quienes ya la poseen. El consumo regular de la droga conduce a la frigidez y la falta de potencia sexual.
Además, provoca conductas homicidas y suicidas, así como implicaciones en accidentes. El toxicómano entra en una
fase degenerativa en la que no puede realizar razonamientos complejos teniendo escasa o nula capacidad de
concentración.

Coca
La coca, hoja del arbusto americano «Erythroxylon coca», pertenece al grupo de los estimulantes. Su consumo es
ancestral en ciertas partes de Latinoamérica, donde es una práctica habitual mascar las hojas, siendo una gran mayoría
de los consumidores de las zonas donde se cultiva. Su efecto sobre el sistema nervioso central es menor que el de la
cocaína, dado que para extraer un gramo de esta sustancia se necesitan 160 hojas de coca. La coca es mascada con
polvos alcalinos como cenizas vegetales o cal. También es fumada tanto sola como mezclada con tabaco o
marihuana. La masticación de coca fue objeto de estudio por varios facultativos, como CHOPRA (1958),
comprobando síntomas de abstinencia, depresión, fatiga, toxicidad y alucinaciones, seguidos por NEGRETE (1967),
BRUCK (1968) quienes recogían lesiones cerebrales en masticadores frecuentes.

Cocaina
La cocaína es un alcaloide contenido en las hojas del arbusto «Erythroxylon coca» siendo químicamente un derivado
de la latropina. Es un estimulante cerebral extremadamente potente, de efectos similares a las anfetaminas. Además,
es un enérgico vasoconstrictor y anestésico local, siendo absorbido por las mucosas nasales cuando se la aspira, se
metaboliza en el hígado y se elimina por la orina. Fue usada inicialmente para el tratamiento de trastornos
respiratorios y depresivos. Por su efecto analgésico, se usó en intervenciones quirúrgicas. Posteriormente se empleó
con fines militares por su efecto vigorizante y el componente de agresividad que otorga. A comienzos del Siglo XX
comienza a consumirse por aspiración nasal. En esta época, eran desconocidos sus efectos perjudiciales por lo que
estaba presente en las fórmulas de bebidas, jarabe contra la tos, lociones capilares y cigarrillos. En 1909 existían en
EE.UU. más de 70 bebidas registradas con componentes de cocaína, lo que incrementó la producción en los países
donde se cultivaba coca, fundamentalmente Perú. Los estudios del uso de cocaína comenzaron, con FREUD, al que
siguieron HEMMOND (1887) y BOSE (1902), los cuales encontraron sintomatología aguda y crónica en el consumo.
En la década de 1980, los experimentos sobre patrones de consumo y cantidades certificaron sus efectos sobre la
adrenalina, muy relacionada con la agresividad. El consumo de esta sustancia se relaciona estrechamente con hechos
delictivos y de violencia. En las dos útimas décadas hubo un enorme incremento en la cantidad de personas adictas a
la cocaína, resaltándose como dato significativo la adicción simultánea a otras sustancias. Las consecuencias de su
consumo son complejas, involucrando daños de muy diversa índole: cerebrales, sociales, familiares,
medioambientales, etc.
La cocaína estimula el sistema nervioso central, actuando directamente sobre el cerebro. Sus efectos fisiológicos
inmediatos son: sudoración, aumento en la potencia muscular, midriasis, incremento de actividad cardíaca y presión
sanguínea, dilatación de los vasos sanguíneos periféricos, convulsiones, aumento en el ritmo respiratorio y de la
temperatura corporal. Estos síntomas pueden provocar la muerte por paro cardíaco o fallas respiratorias. Además se
presentan irritaciones y úlceras en la mucosa nasal. Comúnmente causa congestión nasal, que puede presentarse o no
con secreción liquida. El uso por vía inyectable expone al adicto a infecciones de SIDA, hepatitis B y C, tétanos y
otras enfermedades infectocontagiosas. La infección con el HIV puede producirse por transmisión directa de virus al
compartir agujas y otros dispositivos contaminados. Además, puede producirse indirectamente por transmisión
prenatal a un niño cuya madre está infectada con el HIV. El uso y abuso de drogas ilícitas, incluyendo el crack y la
cocaína, se ha convertido en el principal factor de riesgo de contagio con el virus HIV. Sumado a ello, la hepatitis C
se está difundiendo rápidamente entre los adictos que se inyectan; el índice de infección varía entre el 65 y el 90 por
ciento en este grupo de personas, de acuerdo al país. Hasta hoy, no se ha descubierto una vacuna contra el virus de la
hepatitis C, y el único tratamiento disponible es caro, muchas veces infructuoso y con serios efectos colaterales.
La cocaína es una droga extremadamente adictiva, cuyos efectos se perciben en un lapso de 10 segundos y duran
alrededor de 20 minutos. Actúa directamente sobre los centros cerebrales encargados de las sensaciones del placer.
Dada su alta capacidad de producir daños y hasta destrucción celular, las sensaciones que eran placenteras en sujetos
recién iniciados se convierten en efectos desagradables como agitación, llanto, irritabilidad, alucinaciones de tipo
visual, auditiva y táctil, delirio paranoide, amnesia, confusión, fobias o terror desmedido, ansiedad, estupor, depresión
grave y tendencias suicidas. Los efectos psíquicos reconocidos por la mayoría de los autores y recogidos en
publicaciones recientes incluyen euforia, inestabilidad, aumento de la comunicación verbal y de la seguridad en uno
mismo, inquietud, anorexia, insomnio e hipomanía. El adicto experimenta pérdida de interés e imposibilidad de sentir
placer ante la falta de la sustancia. Así, la cocaína se convierte en el único objetivo y motivo en la vida del adicto,
desplazando todo tipo de sentimientos. La relación con los fenómenos criminales es expresamente citado por los
autores, asociándose su consumo a la predisposición al delito.
La cocaína es consumida por muy variados tipos de sujetos y motivos. Los consumidores ocacionales son sujetos con
personalidades débiles e inestables que desarrollan una rápida dependencia psicológica. La adicción a la cocaína
posee condicionantes que la desencadenan, que pueden ser el reforzamiento de una personalidad insegura, que recibe
un apoyo en el estímulo del tóxico. En lugar de tratar este déficit patológico con antidepresivos o fármacos
estabilizadores del estado de ánimo se recurre a una vía aparentemente rápida. Los adictos habituales presentan
tolerancia y necesitan de mayores dosis para alcanzar iguales resultados. A ésto puede llegarse por causas diversas
pero siempre relacionadas con factores familiares, sociales y ambientales determinantes. Dado que los efectos de la
cocaína sobrepasan su punto álgido a los treinta minutos, el individuo precisa varias dosis durante el día para alcanzar
cierta estabilidad emocional y evitar el efecto disfórico que la propia droga ocasiona luego de varias horas desde la
ingesta.

Cocaina y desarrollo embrio-fetal


El uso de cocaína es altamente susceptible de producir daños irreparables en recién nacidos, cuyas madres
mantuvieron su adicción durante el embarazo. Esto último hizo que algunos Estados de los EE.UU. obliguen a las
adictas embarazadas a realizarse tratamientos forzosos con privación de libertad mientras dura el embarazo. Aún se
desconoce la total extensión de los efectos de la exposición prenatal a la cocaína, pero los estudios indican que estos
bebés nacen prematuramente e insuficientemente desarrollados: con menor peso, diámetro craneal inferior y menor
longitud. La determinación exacta de las consecuencias para el recién nacido es compleja, y varía de acuerdo a la
droga que fue consumida por la madre. Sumado a ello, se sabe estadísticamente que las madres adictas a la cocaína
abusan de otra u otras sustancias. El cuadro se complica al considerar la cantidad y variedad de drogas consumidas, la
falta de cuidados prenatales, el status socioeconómico, pobre alimentación, la exposición a enfermedades
infectocontagiosas, otros problemas de salud, y muchos otros factores que intervienen directamente sobre la salud del
feto y el recién nacido. Se ha descubierto que la exposición a la cocaína durante el desarrollo fetal puede provocar
retrasos y otras deficiencias mentales, como así también imposibilidad de mantener la atención y la concentración por
períodos de tiempo mínimos como para permitir el aprendizaje. A pesar que las modernas técnicas de tratamiento
permiten una recuperación significativa, es un hecho que estas terapias son sólo paliativas, y no pueden tomarse como
verdaderamente eficaces.

Crack
También denominado "cocaína del pobre", acarrea un grave riesgo social y sanitario, por la dependencia que provoca
y los efectos nocivos que ocasiona en el organismo. Se obtiene de la maceración de hojas de coca con kerosene y
compuestos sulfurados, que lavada posteriormente con ciertos elementos volátiles, se convierte en el clorhidrato de
cocaína. La denominada base es un tóxico de mayor potencial nocivo que la cocaína, posee impurezas que impiden su
administración endovenosa. Se ingiere por inhalación, lo que conlleva lesiones en la mucosa nasal y en el aparato
digestivo. También se consume fumada en cigarrillos o pipas diseñadas al efecto.
La intoxicación por esta sustancia implica cuadros delirantes seguidos de procesos depresivos intensos. Sus
consecuencias nocivas sobre el organismo son equiparables a las de las anfetaminas administradas por vía
endovenosa, desestructurando la personalidad, y colocándola en una adicción compulsiva. Las lesiones orgánicas son
evidentes e irreversibles. Usualmente, los adictos crónicos o aquellos que llevan varios meses con ingestas de
relevante cantidad y de forma continuada, sufren patologías mentales graves y crónicas como demencia o paranoia.
Las lesiones en el cerebro son irreversibles.

Speedball
Es un combinado de heroína y cocaína con efectos psicológicos muy intensos y repercusión jurídico criminal
destacable, por la perturbación mental que ocasiona. Es frecuente el consumo de estas dos sustancias
simultáneamente. Los consumidores intentan evitar las consecuencias desagradables de la cocaína, manteniendo el
efecto de euforia, alegría y potencia que proporciona . En otros casos el consumo conjunto de ambos tóxicos se
realiza para evitar el efecto sedante de la heroína. La mezcla de un depresor con un excitante, ambos de gran
potencial, provoca un estado de aturdimiento general, incoherencia, obnubilación, estupor, sopor y estado general
confusión. Esta unión provoca descontrol y descoordinación psicomotriz, con riesgo de coma y muerte. Pueden
presentarse cuadros delirantes paranoides, así como depresiones de gran intensidad, alucinaciones auditivas,
sensoriales y visuales.

Anfetaminas
Fueron sintetizadas por primera vez entre la última década del siglo XIX y la primera del siglo XX. Los primeros
experimentos clínicos se iniciaron hacia 1930, y desde 1935 se comercializó con gran difusión en el Reino Unido,
Francia y Alemania. Durante la Segunda Guerra Mundial fue utilizada indiscriminadamente por todos los bandos,
dado el carácter euforizante que contiene la sustancia y la agresividad otorga.
El consumo de este excitante está ampliamente extendido y distribuido por todas las clase sociales. A diferencia de lo
que sucede con la cocaína que la consumen preferentemente los sectores medios y altos, las anfetaminas son
consumidas tanto por ejecutivos que pretenden sobreexcitación como por amas de casa que buscan un anoréxico para
sus dietas o por estudiantes que preparan exámenes. Al incidir en el sistema ortosimpático causan hipertensión,
taquicardia, hiperglucemia, midriasis, vasodilatación periférica, hiperpnea, hiporexia, etc. El estado de ánimo del
adicto oscila entre la distrofia y la hipomanía, presentándose ansiedad, insomnio, cefalea, temblores y vértigo. Pueden
aparecer cuadros depresivos y síndromes paranoides anfetamínicos. A dosis normales, sus efectos varían de acuerdo
al individuo y las condiciones de ingesta. Pueden producir efectos placenteros, hiperactividad y sensación
desbordante de energía, pero también causan temblor, ansiedad irritabilidad, ira inmotivada y repentina, trastornos
amnésicos e incoherencia. En la última fase se describen depresión, cuadros paranoides y delirios paranoides,
alucinaciones y trastornos de conducta. El consumo de anfetaminas puede conducir a actuaciones agresivas, al igual
que los barbitúricos y el alcohol, por su gran efecto euforizante, unido a un descontrol en los instintos inhibitorios.
Tales situaciones se producen cuando las dosis suministradas, generalmente por vía endovenosa, superan los 2 gr.
Está demostrado un mayor potencial en las anfetaminas que en la cocaína, tanto en su punto más álgido como en la
duración de los efectos. Reacciones muy graves se producen al consumirlas con barbitúricos en el conocido
fenómeno de la pluritoxicomanía. Tomadas en dosis importantes son causantes de confusión, tensión, ansiedad aguda
y miedo. También pueden precipitar psicosis paranoide en sujetos no psicóticos. La psicosis anfetamínica
desarrollada por el sujeto se asemeja a la psicosis paranoica y a la esquizofrenia paranoica.

Éxtasis o MDMA
La metilendioximetanfetamina (MDMA) (también conocida como "éxtasis", "ectasi", "XTC", "tiza", "cristal", "X",
etc.) es una droga sintética sicoactiva con propiedades alucinógenas de gran potencial emotivo y perturbador
psicológico, con efectos similares a las anfetaminas. Es una droga peligrosa en extremo por sus propiedades
neurotóxicas y alta adicción, afectando a diversas zonas del sistema nervioso central. Su producción se realiza en
laboratorios clandestinos a partir de materias primas relativamente fáciles de conseguir. De color blanco, sin olor pero
con sabor amargo, se presenta en forma de comprimidos, cápsulas o en polvo cristalino que se disuelve en líquidos,
pudiendo ser bebida, ingerida o inyectada. Sus consumidores son principalmente jóvenes adultos, que buscan en ella
un estimulante que los lleva a bailar durante extensos períodos de tiempo (por ello se las suele denominar "disco-
drogas", "club-drugs", "dance-drugs", etc.). Durante los años sesenta se utilizó con fines terapéuticos dado que según
determinados sectores de la psiquiatría ayudaba a la comunicación y al tratamiento de neurosis fóbicas. Surgió
entonces la polémica médico - legal, atribuyendo a su consumo repercusiones en la delincuencia, por lo que
finalmente fue ilegalizado.
El éxtasis produce efectos síquicos de gran potencial perturbador, cuya duración fluctúa entre las 3 y las 6 horas
desde su consumo. Inicialmente el sujeto experimenta sensaciones de confianza y excitación, a las que sigue un
estado de hiperactividad e incremento en los pensamientos morbosos. Los efectos del estimulante se diluyen
provocando trastornos sicológicos, confusión, problemas con el sueño (pesadillas, insomnio), pérdida de memoria,
deseo incontenible de consumir nuevamente drogas, depresión, violencia, ansiedad grave, psicosis y paranoia. Estos
efectos se presentan incluso luego de varias semanas del consumo. También se informaron casos graves de psicosis.
Entre los síntomas físicos se citan: hiperpnea, taquicardia, anorexia, tensión y trastornos musculares similares a los
presentes en la enfermedad de Parkinson, bruxismo, náuseas, visión borrosa, nistagmus, desmayos, escalofríos y
sudación excesiva, signo característico durante la intoxicación. Se ha comprobado que el aumento de la frecuencia
cardíaca y la tensión arterial es causal de ataques cardíacos y otros trastornos cardiocirculatorios. Informes forenses
indican que es causal de muerte súbita. La hiperactividad acarrea, además de los problemas cardíacos, hipertermia,
deshidratación y fallas renales.
Su estructura química, 3-4 metilendioximetanfetamina (MDMA), se asemeja a la estructura de la
metilendioxietilanfetamina (MDEA), la metilendioxianfetamina (MDA) y la metanfetamina (MA), todas ellas drogas
sintéticas causantes de daños cerebrales. La MDA, el fármaco de origen de la MDMA, es una droga similar a la
anfetamina que también ha sido abusada, presentando efectos psico-físicos similares a los de la MDMA. Las
investigaciones demuestran que la MDMA destruye las neuronas productoras de serotonina, que regulan directamente
la agresión, el estado de ánimo, la actividad sexual, el sueño y la sensibilidad al dolor. Es probable que esta acción
sobre el sistema productor de serotonina sea el origen de las propiedades síquicas. La MDMA también guarda
relación en su estructura y sus efectos con la metanfetamina, la cual ha demostrado ser causante de la degeneración
de las neuronas que contienen la sustancia neurotransmisora dopamina.
En experimentos de laboratorio, una sola exposición a la metanfetamina en dosis elevadas o el uso prolongado en
dosis bajas destruye hasta un 50% de las células cerebrales. Aunque éste daño no sea inmediatamente aparente, los
estudios científicos muestran que con el envejecimiento o la exposición a otros tóxicos pueden aparecer síntomas de
la enfermedad de Parkinson. Estos comienzan con falta de coordinación y temblores y a la larga pueden causar una
forma de parálisis.

Alucinógenos
La palabra "alucinógeno" hace referencia a las sustancias que alteran los sentidos, produciendo distorsión en la
percepción de visiones, audiciones y generando sensaciones irreales. La alucinación es un síntoma de las psicosis y
patologías de la mente más grave y su aparición distorsiona el conocimiento y la voluntad. Las drogas alucinógenas
más importantes son el LSD-25, cánnabis sativa o marihuana, mezcalina, psilocibina y psilocina. Además de dichas
sustancias hay otros muchos vegetales alucinógenos. A continuación, se presenta la descripción de los principales
alucinógenos.

LSD – 25 (ácido lisérgico)


El LSD es una sustancia semisintética, derivado del ergot, extracto éste del cornezuelo del centeno, usado en
medicina al final de la Edad Media. También fue muy utilizado en obstetricia para evitar hemorragias puerperales y
promover la contracción del útero. En un principio fue utilizado con fines terapéuticos en alcohólicos, cancerosos y
otros enfermos terminales para ayudarles a superar el trance. Posteriormente fue abandonada la práctica al
comprobarse los resultados adversos, tales como suicidios a causa de las engañosas imágenes y terroríficas
visualizaciones. También se comprobó que podía desencadenar esquizofrenia y deterioros mentales variados.
La relación entre drogas alucinógenas y movimientos místico-religiosos, es un hecho comprobable históricamente,
como podrá verse al estudiar otras drogas de este tipo en muchas culturas indígenas del Centro y Sur de América,
donde el consumo de drogas y las prácticas religiosas siguen siendo algo inseparable.
Descubierto en 1938, se considera al ácido lisérgico como el alucinógeno más poderoso, aunque no el más nocivo.
Como fenómenos físicos hay que citar la midriasis, temblores, e hiperreflexia, también pueden aparecer náuseas,
palidez, sudoración, taquicardia y lipotimia. Los fenómenos psíquicos se caracterizan en lo referente al estado de
ánimo por fluctuaciones del humor, variando entre distimias displacenteras, euforias expansivas tales como verborrea
y risa irrefrenable. La exaltación mística es tal que algunos autores denominan estas drogas como místicomiméticos.
Se consideran productos psicodélicos que inhiben los mecanismos de defensa del yo, y facilitan la distribución de la
sensibilidad así como la aparición de imágenes desconcertantes.

Cannabis Sativa – Hachis – Marihuana


El cannabis sativa es un arbusto silvestre que crece en zonas templadas y tropicales, pudiendo llegar una altura de seis
metros, extrayéndose de su resina el hachís. Su componente psicoactivo más relevante es el delta–9-
tetrahidrocannabinol (delta-9-THC), conteniendo la planta más de sesenta componentes relacionados. Se consume
preferentemente fumada, aunque pueden realizarse infusiones, con efectos distintos. Un cigarrillo de marihuana
puede contener 150 mg. de THC, y llegar hasta el doble si contiene aceite de hachís, lo cual según algunos autores
puede llevar al síndrome de abstinencia si se consume entre 10 y 20 días. La tolerancia está acreditada, siendo
cruzada cuando se consume conjuntamente con opiáceos y alcohol. Respecto a la dependencia, se considera
primordialmente psíquica. Los síntomas característicos de la intoxicación son: ansiedad, irritabilidad, temblores,
insomnios, muy similares a los de las benzodiacepinas.
Puede presentarse en distintas modalidades de consumo, sea en hojas que se fuman directamente, en resina del
arbusto o en aceite desprendido de éste último. El color de la hoja va del verde amarillento al marrón oscuro según el
lugar de procedencia. De la modalidad en que se presente la droga dependerá su denominación: "marihuana" es el
nombre de las hojas del cáñamo desmenuzadas, que después de secarse y ser tratadas pueden fumarse (también es
conocida como "hierba", "marijuana", mariguana", "mota", "mafú", "pasto", "maría", "monte", "moy", "café",
"chocolate", "chala", etc.; en inglés se la conoce como: "pot", "herb", "grass", "weed", "Mary Jane", "reefer",
"skunk", "boom", "gangster", "kif", "ganja", etc.); su efecto es aproximadamente cinco veces menor que el del hachís.
El nombre hachís (también conocido como "hashis") deriva de los terribles asesinos (hashiscins) árabes, que
combatieran en las cruzadas entre los años 1090 y 1256. El hachís se obtiene de la inflorescencia del cáñamo hembra,
sustancia resinosa que se presenta en forma de láminas compactas con un característico olor. La marihuana es la
forma más frecuente, conteniendo de 0,3 a 3,5 % de THC; la concentración de THC llega al 10 % en el hachís, siendo
su efecto diverso según factores como la velocidad con la que se fuma, la duración de la inhalación, cantidad
inhalada, tiempo que el consumidor retiene la respiración después de inhalar y el estado anímico del sujeto. El
consumo oral, tanto de marihuana como de hachís, implica efectos psicológicos similares a los expresados en la
forma fumada pero de mayor intensidad y duración y con efectos nocivos potenciados.
Terapéuticamente se aconsejó para tratamientos de insomnio y como sedante para el dolor. También se prescribió
para terapias de patologías nerviosas, así como para el tratamiento de la tos, temblores en parálisis compulsivas,
espasmos de vejiga e impotencia sexual que no provenga de enfermedad orgánica. Así mismo se recomendó como
afrodisiaco, antineurálgico, tranquilizante para maníaco-depresivos, antihistérico, tónico cerebral, remedio para el
vómito nervioso, epilepsia y enfermedades nerviosas. Estas recomendaciones fueron posteriormente desaconsejadas
unánimemente por la medicina, estando en la actualidad en estudio sólo la legalización de un fármaco derivado de
esta sustancia para mitigar los dolores en enfermos cancerosos. Este empleo terapéutico ha creado profundas
polémicas. En la actualidad, los científicos sostienen que la marihuana no puede considerarse medicamento en
ninguna de las formas en que es consumida por los adictos. Al tratar su posible uso como medicamento, se distingue
entre la marihuana y el THC puro y otros químicos específicos derivados del cánnabis. La marihuana pura contiene
cientos de químicos, algunos de ellos sumamente dañinos a la salud. El THC en forma de píldora para consumo oral
(no se fuma) podría utilizarse en el tratamiento de los efectos colaterales (nauseas y vómito) en algunos tratamientos
contra el cáncer. Otro químico relacionado con el THC (nabilone) ha sido autorizado por la "Food and Drug
Administration" de Estados Unidos para el tratamiento de los enfermos de cáncer que sufren náuseas. En su forma
oral, el THC también se usa en enfermos de SIDA, porque les ayuda a comer mejor y mantener su peso. Los
científicos estudian la posibilidad de que el THC y otros químicos relacionados con la marihuana tengan ciertos
valores medicinales. Algunos piensan que estos químicos se podrían usar en el tratamiento del dolor severo, pero es
necesario tener más evidencia antes de usarlos para el tratamiento de problemas médicos.
Durante los años sesenta comienza el consumo casi masivo de esta sustancia así como de otros alucinógenos como
LSD, peyote, etc. En el mundo de la música y luego entre la burguesía intelectual norteamericana cundió la moda de
fumar marihuana y hachís, extendiéndose a Europa Occidental. El cánnabis fue un signo más del movimiento
contracultural pretendiendo una nueva ideología dentro de la burguesía, basada en el pacifismo, el orientalismo, el
amor libre y la vida en la naturaleza. Al principio el consumo afectó a estudiantes y clases altas y medias, para
después extenderse por todos los estratos sociales, consumiéndose junto con alcohol y comenzando a crear problemas
sanitarios. A pesar de ser una sustancia ilegal, su consumo continúa en aumento. Está probada la relación entre el
consumo de esta droga y otras como alcohol, LSD, cocaína, anfetaminas y opiáceos, habiéndose probado su función
en la escalada a drogas más peligrosas.
Las modalidades de marihuana disponibles a los jóvenes son más potentes que las que existían en la década del '60.
Ello se debe a que los laboratorios clandestinos de los traficantes han conseguido realizar cambios a nivel genético en
el cánnabis mediante sofisticados métodos de biotecnología, resultando en una mayor concentración de THC. La
potencia de la droga se mide de acuerdo a la cantidad promedio de THC que se encuentra en las muestras de
marihuana que confiscan las agencias policíacas. La marihuana común contiene un promedio de 3,5 % de THC. El
hachís (resina gomosa de las flores de las plantas hembras) puede tener hasta 28 % de THC. El aceite de hachís, un
líquido resinoso y espeso que se destila del hachís, tiene un promedio de 16 % de THC, pero puede llegar a tener
hasta 43 %.
El THC afecta a las células del cerebro encargadas de la memoria. Eso hace que la persona tenga dificultad en
recordar eventos recientes (como lo que sucedió hace algunos minutos), y dificulta el aprendizaje bajo influencia de
la droga. Para que una persona pueda aprender y desempeñar tareas que requieren de más de dos pasos, es necesario
que tenga una capacidad normal de memoria a corto plazo. Estudios recientes demuestran que la marihuana crea
disfunciones mentales y disminución de la capacidad intelectual en las personas que la fuman mucho y por muchos
años. En un grupo de fumadores crónicos en Costa Rica, se encontró que los sujetos tenían mucha dificultad en
recordar una corta lista de palabras (que es una prueba básica de memoria). Las personas en el estudio también
tuvieron gran dificultad en prestar atención a las pruebas que se les presentaron.
Es posible que la marihuana destruya las células de ciertas regiones especializadas del cerebro. En estudios científicos
se observó que al someter a las ratas de laboratorio jóvenes al THC, presentaron pérdida de células cerebrales
similares a las que se encuentran entre los animales viejos.
Existen serias preocupaciones por sus efectos a largo plazo sobre la salud. Exámenes hechos sobre 450 fumadores
diarios de marihuana (que no fumaban tabaco) indican que en comparación con otras personas no fumadoras, dichas
personas tenían más ausencias de trabajo por enfermedad y más visitas médicas por problemas respiratorios y otras
enfermedades. Los resultados muestran que el uso regular de la marihuana o del THC son factores que provocan
cáncer y problemas en los sistemas respiratorio, inmunológico y reproductivo:
• cáncer: la marihuana contiene químicos cancerígenos que también se encuentran en los cigarrillos, pero en
mayores concentraciones. Los estudios muestran que quien fuma cinco cigarrillos de marihuana a la
semana consume la misma cantidad de químicos cancerígenos que una persona que fuma un paquete de
cigarrillos al día. El humo de la marihuana y del tabaco cambian los tejidos del sistema respiratorio. Hay
evidencias de que el humo de la marihuana contribuye al desarrollo temprano del cáncer de cabeza y de
cuello.
• trastornos reproductivos: la marihuana afecta las características y función sexual masculinas y femeninas.
Se ha comprobado una estrecha relación entre su consumo y esterilidad. Las dosis altas de la droga pueden
posponer la pubertad en los varones y tener efectos adversos en la producción de esperma. Entre las
mujeres, puede cambiar el ciclo menstrual normal e inhibir la producción de óvulos. La supresión del
consumo tanto de marihuana como de alcohol y otras drogas es fundamental para los tratamientos de
fertilidad.
• trastornos inmunológicos: los estudios muestran que la droga impide la función normal de las células T,
cuando se trata de defender al sistema respiratorio de ciertos tipos de infecciones. Las personas que tienen
el virus HIV, o cuyos sistemas inmunes no funcionan adecuadamente deben evitar su uso.
• trastornos respiratorios: quienes fuman marihuana regularmente suelen tener los mismos problemas
respiratorios que quienes fuman tabaco. Tienen síntomas como tos crónica y flemas (bronquitis crónica) y
tienen más resfriados. El uso continuo de la marihuana puede resultar en función anormal de los pulmones
y las vías respiratorias. Se ha encontrado evidencia de que el humo de la marihuana puede destruir o dañar
el tejido pulmonar.

Barbitúricos y sedantes
Son los fármacos más utilizados en los países desarrollados. En 1887 se describieron los primeros cuadros de
dependencias a tranquilizantes como el paraldehído, habiéndose extendido posteriormente a sustancias como cloral,
barbitúricos, bromureído, diacepan, meprobanato, matacuolona, etc. El consumo de estas sustancias está extendido en
toda la población sin haberse detectado grupos sociales o de edad determinados, aunque están más predispuestas las
mujeres. En pequeñas dosis se utilizan como ansiolíticos, es decir, como fármaco que mitigan la angustia e
intranquilidad, y en grandes cantidades sus efectos son embriagadores, similares a los que puede producir el alcohol.
La síntesis del primer barbitúrico se sitúa en 1863, habiendo en la actualidad más de 2.500 derivados de esta
sustancia. El barbital o dietil-barbitúrico fue comercializado en 1903, teniendo gran difusión años después. Estas
sustancias provocan una dependencia física y psíquica, así como tendencia a aumentar el consumo por el grado de
tolerancia que poseen. Los sujetos con base neurótica son los más predispuestos a la dependencia de esta sustancia, al
desear aliviar la ansiedad que sufren. La mortalidad por sobredosis es elevada, siendo el tipo de fármaco más usado
para el suicidio. El consumo simultáneo con alcohol es frecuente, creando interacciones potenciadoras de los efectos
de ambas drogas, caracterizadas por trastornos en la coordinación psicomotriz y por el descenso del nivel de
conciencia. A grandes dosis pueden presentarse cuadros comparables al "delirium tremens" del alcohol.
Determinados toxicómanos consumen esta sustancia en unión de otras como alcohol, café o anfetaminas, llegando a
situaciones de perturbación psíquica y física muy importantes y afectando muy notoriamente el autocontrol. La
dependencia aparece después de varios meses de haber ingerido dosis diarias, aunque depende del tipo de barbitúrico.
El consumo continuado durante años llega a cambiar la personalidad, transformándola en más irritable, depresiva, y
comporta pérdida de memoria y concentración. Con el tiempo los síntomas van instalándose en el sujeto pudiendo
quedar una obnubilación mental permanente. En fases muy avanzadas aparecen crisis crepusculares, desorientación y
alucinaciones que remiten en varios días tras disminuir o abandonar el consumo pero que pueden extenderse hasta
dos meses.

Benzodiacepinas
El cerebro regula normalmente las emociones, pero cuando se desbordan finalizan en sensaciones de angustia
incontrolables. Mediante las benzodiacepinas se aminora e incluso se anula esta sensación, provocando una situación
de bienestar. Estas sustancias provocan, como otras drogas, el fenómeno de la tolerancia y en especial la "tolerancia
cruzada", que es un efecto por el cual un consumidor de varias drogas se hace tolerante a otras, a pesar de no haber
tenido con éstas ningún encuentro previo. De esta forma un sujeto que fue tratado con un barbitúrico puede volverse
tolerante al mismo, necesitando tomar cada vez más cantidad para obtener la misma sensación. Ese mismo individuo
precisará mayores dosis de benzodiacepinas que las que habría necesitado si nunca se hubiese hecho tolerante al
barbitúrico.

Flunitrazepan – Rohypnol
Rohypnol es el principal nombre comercial del Flunitrazepam, fármaco perteneciente al grupo de las benzodiacepinas
que se usa en el tratamiento a corto plazo de insomnio y como un sedante hipnótico y preanestésico (entre sus
consumidores es conocido como "Rophy", "circle", "R-2", "roach-2", "roofies", "roopies", "Valium mexicano",
"costilla", "cucaracha" "soga", etc.
Tiene efectos fisiológicos similares al diazepam (cuyo nombre comercial es Valium), aunque el flunitrazepam es
aproximadamente 10 veces más potente. Este fármaco es producido y vendido legalmente en Europa y América
Latina bajo prescripción y control médico, pero en Estados Unidos de América su comercialización y consumo es
ilegal. El modo de ingreso a este país es mediante contrabando, generalmente asociado al tráfico de otras substancias
ilegales, principalmente cocaína y marihuana. Las estadísticas indican que su distribución y abuso están aumentando,
sobre todo en Estados del sur y del sudoeste debido a su muy bajo costo, por lo que su consumo está difundido entre
las personas jóvenes. Informes epidemiológicos muestran el marcado crecimiento de su consumo por parte de
jóvenes, que toman la droga con alcohol o lo usan después de la ingestión de cocaína. La gran difusión de esta
sustancia entre las personas jóvenes puede explicarse, en primer lugar debido a la creencia errónea de que se trata de
sustancias que no pueden ser adulteradas, y en segundo lugar porque piensan que no puede detectarse su consumo
mediante análisis de orina.
Los adictos consumen flunitrazepam por vía oral, frecuentemente junto con alcohol u otras drogas, incluso heroína.
Sus efectos empiezan dentro de 30 minutos, alcanza el cenit hacia 2 horas, y pueden persistir 8 o más horas,
dependiendo en la dosis. Los efectos colaterales asociados con su uso incluyen la hipotensión, deterioro de memoria,
adormecimiento, dificultades visuales, vértigo, confusión, perturbaciones gastrointestinales y retención urinaria.
Aunque se trata de una droga depresiva, pueden presentarse efectos antagónicos induciendo excitación y
comportamiento agresivo en algunos usuarios.
El consumo de esta droga acarrea dependencia. Una vez que ésta se desarrolla, el adicto experimenta graves efectos
psíquicos como ser ansiedad extrema, tensión, inquietud, confusión, irritabilidad, pérdida de identidad, alucinaciones,
delirios, fobias o terror desmedido. Entre los efectos físicos se presentan dolores de cabeza y muscular,
entumecimiento y prurito en las extremidades, convulsiones, trastorno e incluso colapso cardiovascular. Todos estos
efectos pueden retrasarse incluso más allá de una semana desde el último consumo. Al igual que en otras
benzodiacepinas, el tratamiento para la dependencia del flunitrazepam debe ser gradual, con una progresiva
disminución en su consumo. Esta sustancia es usado por muchos adictos para aliviar síntomas de la abstinencia.

Químicos inhalables
Dentro de este grupo de sustancias pueden citarse: 1) adhesivos: colas, tolueno, xileno, acetona, benzoles,
benzaldehido; 2) aerosoles-sprays-gases: gases propelentes, óxido nitroso; 3) cementos plásticos: hexano; 4)
solventes de pinturas y relacionados: petróleo, butano, trementina, aguarrás; 5) líquidos para limpieza: xileno, benzol,
éter de petróleo; 6) anestésicos: éter etílico puro; 7) combustibles: bencina, naftas; 8) thinner: hidrocarburos
halogenados; 10) vasodilatadores: nitrito de amilo, nitrito de butilo; y muchas otras más.
El consumo de estas sustancias presenta graves problemas sanitarios. Sus consumidores son principalmente
marginales, especialmente niños, aunque la adicción también se da con relativa frecuencia en ciertos grupos
profesionales. Las edades más frecuentes del uso crónico de inhalantes son al principio o al final de la adolescencia.
Esto se debe en parte a la invitación o presión por parte de los compañeros de escuela y amigos, curiosidad e
ignorancia de los efectos tóxicos e inseguridad personal. Lo más importante es la ignorancia del problema en la casa
y la negación de los padres de que sus hijos puedan tener este problema. Los motivos del consumo se deben a la
curiosidad, aburrimiento, falta de estímulos, desarraigo y anomia. En el caso de los profesionales, el contacto habitual
con las sustancias puede crear una adicción involuntaria; la adicción voluntaria es menos frecuente, aunque no
excepcional. Generalmente estos productos son fáciles de obtener y están al alcance del adicto, son muy baratos, y no
precisan de instrumentos para su uso. Asimismo, no es necesario contactar a un criminal para obtenerlos. Su uso
puede hacerse en cualquier lugar, son fáciles de esconder y difíciles de detectar. Otro factor muy importante es el
desconocimiento de las consecuencias y peligros de su uso.
Estas sustancias se consumen en determinadas zonas rurales, como así también en ambientes marginales o de bajos
recursos, donde son de las pocas drogas a las que tiene acceso fácil. Ello agrava el problema de una sustancia legal
que es utilizada de forma incorrecta. La adicción a estas sustancias es el paso previo a otras drogas, llevando
situaciones irreversibles. Esto suele ser desconocido tanto por la familia como por el entorno social, dado que estas
sustancias pasan desapercibidas y no son relacionadas con adicciones. Hay tres grandes grupos de consumidores: 1)
niños y adolescentes de poblaciones marginadas que consumen en grupo; 2) adultos que acceden al químico por su
profesión o por asociación con grupos de personas con hábitos similares; 3) adultos marginales que inhalan las
sustancias al igual que los niños, pero en solitario. El aspecto familiar es determinante para entender el fenómeno,
habiéndose constatado cómo los inhaladores también presentan problemas con el alcohol, siendo de una clase social
media baja y baja, y con problemas de abandono familiar.
El uso continuado provoca dependencia psíquica, creando una situación de necesidad de ingesta similar a otras
drogas. A consecuencia de la rápida distribución por los pulmones, el inicio de la intoxicación es inmediato. Se
relaciona el consumo de estas sustancias con conductas criminales y autodestructivas. La sensación de euforia
primero y aturdimiento después, habitual con estos tóxicos, conlleva una perturbación psíquica grave que altera la
inteligencia y la percepción. Está acreditado el fenómeno de la tolerancia respecto de los efectos en el sistema
nervioso central, mientras que la dependencia física es discutida. El nivel de inteligencia disminuye, haciendo
frecuentes los problemas escolares. Se presentan cambios y descuido en la apariencia física, falta de higiene, falta de
atención, alteración de la memoria, disminución de la capacidad de abstracción y razonamiento, personalidad
antisocial, agresividad, depresión, ataques de pánico, ansiedad y alucinaciones con trastorno en el juicio crítico y la
percepción. Se presentan ataxia, oraciones incoherentes y precipitadas, diplopia, náuseas y vómitos. La interrupción
de la inhalación, como así también una intensa aspiración, pueden provocar la muerte.
Son causales de dependencia psíquica, pudiéndose presentar psicosis tóxicas con daños cerebrales irreparables. Los
inhalantes producen una fácil sugestionabilidad, dándose experiencias alucinatorias colectivas, lo que da ejemplo de
la complejidad de la intoxicación. También provoca sentimientos paranoides y excitación sexual. Se considera que la
embriaguez por inhalantes es de mayor gravedad que la alcohólica, a pesar que los efectos de la intoxicación no son
muy prolongados.
Uno de los inhalables adictivos más difundidos es el tolueno, sustancia presente en cierto tipo de pegamentos para
cueros, gomas, cauchos, corchos, cartones, etc. Es una de las sustancias que mayores trastornos ocasiona, por lo que
en Argentina fue prohibida su venta a menores de edad y se tiende a su supresión. Se considera que el límite de este
tóxico que puede aspirarse sin sufrir efectos secundarios es de una concentración de la sustancia en aire de
100/1.000.000. La intoxicación se presenta con 1,5 microgramos, siendo el cuadro muy grave si llega a 10
microgramos. Los efectos agudos acostumbran a durar entre 30 y 45 minutos. Las consecuencias psico-perceptivas
del consumo de este tipo de sustancias es alarmante, presentándose cuadros de exaltación, alucinaciones visuales,
auditivas y táctiles, como así también ilusiones catatímicas.
El pegamento plástico y los correctores ortográficos contienen químicos adictivos, siendo muy utilizados por menores
y adolescentes, habiendo aumentado considerablemente su consumo en los últimos años. En un principio, las
primeras ingestas suponen un estado de euforia o subida del ánimo, pero tras instalarse la tolerancia que se desarrolla
tras semanas o meses los consumidores habituados deben inhalar varios tubos de sustancia para alcanzar el efecto
deseado. La intoxicación se caracteriza por euforia, excitación, sensación flotante, vértigo, habla farfullante y ataxia.
La inhalación va acompañada de pérdida de inhibición con sensación de fuerza y capacidad no reales. La intoxicación
otorga agresividad, euforia, exaltación y situaciones violentas, por lo que se potencian las posibilidades de comisión
de delitos, a lo siguen, al igual que con el alcohol, periodos de amnesia donde el adicto no recuerda absolutamente
nada de lo acaecido durante la intoxicación. En ocasiones aparecen alucinaciones visuales que pueden llegar a durar
varias horas, lo que demuestra su gran potencial perturbador. Todos ello hace recomendable que padres y docentes
realicen un control y seguimiento en la utilización de pegamentos y correctores ortográficos.

Signos y síntomas de la adicción a químicos inhalables


Estos pueden ser muy variados, dependiendo del tipo de sustancia química y de la cantidad inhalada o aspirada.
Frecuentemente hay olor o aliento a sustancias químicas, irritación de nariz, labios, boca o piel, manchas de
sustancias químicas o pintura en la nariz, boca, manos y/o en la ropa. Los ojos suelen estar enrojecidos, algunas veces
con movimientos oculares laterales rápidos involuntarios (nistagmus). Los efectos inmediatos son: mareos,
somnolencia, pérdida del equilibrio, falta de coordinación, embriaguez, temblores, alteración de la memoria, falta de
concentración, lentitud de movimientos, lenguaje lento e incoherente. Puede seguir un estado de excitación, tensión
muscular, aprensión, agitación, irritabilidad, cambios en la presión arterial y ritmo cardiaco. Se presentan cambios de
conducta y personalidad, pudiendo presentarse casos de furia histérica y violencia verbal y/o física.
Debido a que el efecto dura de 15 a 45 minutos, el adicto tiende a inhalar nuevamente la sustancia tóxica. Pueden
presentarse nauseas, vómitos y anorexia. Inmediatamente después del uso pueden presentarse convulsiones, estado de
coma, y muerte súbita por arritmia, fallas cardíacas, asfixia, o accidente vascular cerebral. Luego de algunas horas,
pueden desarrollarse acumulación de líquido e inflamación de los pulmones (edema pulmonar), hipoxia o anoxia,
neumonías, convulsiones. El uso repetido o crónico deja daño permanente en el organismo: temblores, falta de
coordinación, pérdida del sentido del equilibrio, reducción de la memoria e inteligencia, estados de depresión o
psicosis, infartos cerebrales, trastornos del lenguaje y la memoria, epilepsia, trastornos en la sensibilidad y
movimiento de las extremidades, daño al hígado y riñones, leucemia, bronquitis crónica, ceguera, sordera, daño
cerebral permanente, problemas respiratorios crónicos.

Daños fisicos que causan los quimicos inhalables


• Cerebelo: es el centro de la mayoría de las funciones involuntarias del cuerpo. El abuso severo de
inhalantes daña los nervios que controlan los movimientos motores, lo que resulta en pérdida de
coordinación general. Los adictos crónicos experimentan temblores y agitación incontrolable.
• Cerebro: las sustancias inhalables afectan diferentes partes del cerebro, provocando alteraciones sensoriales
y psicológicas. Los estudios indican que estas sustancias disuelven la capa protectora de mielina que
envuelve a las neuronas, dañando la corteza cerebral y pudiendo derivar en muerte celular (irreversible).
Esto acarrea cambios permanentes de personalidad, pérdida de la memoria, alucinaciones y problemas de
aprendizaje.
• Corazón: el abuso de inhalantes puede resultar en "Síndrome de Muerte Súbita por Inhalantes". Las dos
sustancias que más frecuentemente han causado estas muertes son el tolueno y el gas butano. El gas freón
interfiere en el ritmo natural del corazón, causando paro cardíaco. Los nitratos de amilo y butilo también
afectan el ritmo cardíaco.
• Hígado: los compuestos halogenados, como el tricloroetileno (presente en pinturas en aerosol y correctores
escolares líquidos) causan daño permanente a los tejidos hepáticos.
• Médula osea: se ha probado que el benzeno, componente de las naftas y gasolinas, causa leucemia.
• Músculos: el abuso crónico de inhalantes causa desgaste de músculos, reduciendo el tono y su fuerza.
• Nervios craneales, ópticos y acústicos: el tolueno atrofia estos nervios, causando problemas visuales y
pobre coordinación de los ojos. Además, destruye las células que envían el sonido al cerebro. Ello deriva en
graves posibilidades de cegueras y sorderas.
• Nervios periféricos: Inhalación crónica de oxido nitroso (propelente) y el hexano (presente en algunos
pegamentos y combustibles) resulta en daño a los nervios periféricos. Los síntomas incluyen:
adormecimiento de extremidades, calambres y parálisis total.
• Riñones: el tolueno altera la capacidad de los riñones para controlar la cantidad de ácido en la sangre. Este
problema es reversible cuando el consumidor no es crónico y el tolueno deja el cuerpo, pero con el uso
repetido puede derivar en litiasis e insuficiencia renal.
• Sangre: Algunas sustancias como los nitritos y el cloruro de metileno (thinner de pintura), bloquean
químicamente la capacidad de transportar el oxigeno en la sangre.
• Sistema respiratorio: la inhalación repetida de pinturas en aerosol resulta en daño pulmonar. Casos de
asfixia se han reportado cuando la concentración de solvente desplaza totalmente el oxigeno en los
pulmones. Además se presentan graves irritaciones en las mucosas nasales y tracto respiratorio. Muchos
químicos inhalables son potentes agentes causantes de cáncer.

4. Alcoholismo
La producción de bebidas alcohólicas existe desde que el hombre conoce el fenómeno de la fermentación. Hay
evidencia de su uso y consumo por pueblos prehistóricos. En el neolítico se comienza a fabricar cerveza. Hay citas en
documentos egipcios sobre su consumo (3.700-2.700 a.C.), y los hebreos dejaron constancia de su uso en la Biblia.
Ya el Código de Hammurabi fijaba normas represivas contra su consumo, llegando a establecer la pena de muerte .
Entre los griegos eran conocidos sus efectos, y aparece citado en innumerables obras, entre ellas la Ilíada, la Odisea, y
la Historia de Herodoto. Los romanos lo consumían habitualmente, y se conoce el descontrol reinante en las orgías de
los emperadores. La fermentación y destilación natural de los productos agrícolas cedió su espacio a la destilación
artificial (S. XIV), y posteriormente a la industrial, que produjo una explosión en el consumo (S. XIX). Durante el
primer tercio del S. XX se produjo en los Estados Unidos el fenómeno prohibicionista, con la llamada "Ley Seca" que
proscribió la fabricación y venta de alcoholes; tan solo el vinagre, la sidra y el vino destinado a misa quedaron
exentos de ella. Estas medidas fueron no sólo ineficaces sino además provocaron un fenómeno criminal sin
precedentes. Por estar culturalmente arraigado y por la pésima experiencia norteamericana, ningún Estado occidental
optó la vía prohibicionista; las campañas de prevención tuvieron resultados desiguales. En EE.UU. las normas sobre
venta de alcohol a menores es estrictamente limitativa, siendo su cumplimiento mucho más efectivo que en el resto de
Occidente. Los países árabes poseen una legislación restrictiva del consumo de alcohol, que tan sólo puede efectuarse
en locales específicos, siendo prohibido en otros. El consumo del mismo está extendido, aunque el factor religioso
frena su influencia.

Etiología del alcoholismo


Las causas son muy variadas, no habiendo acuerdo científico sobre este aspecto. Los factores cultural y biológico -
genético explican gran parte de la patología. Esta adicción afecta a todas las clases sociales, por lo que no es
aceptable una teoría que atienda al carácter sociocultural bajo como factor predisponente a la adicción, dado que en
las clases altas el consumo es extensivo. En cuanto al nivel de estudios es evidente que la falta de escolarización y
cultura condiciona la adicción, pero no es específico del alcohol, sino de todas las drogas. No se puede atribuir una
explicación única de las toxicomanías, ya que influyen problemas sociales tan variados como el delito, los problemas
familiares, la anomia, el desempleo o la salud. La adicción al alcohol posee aspectos culturales importantes desde el
momento en que el consumo es lícito y los menores, a pesar de las prohibiciones, no tienen problema para
consumirlo. La publicidad y la permisibilidad aumentan el número de consumidores.
El perfil etiológico del alcohólico se hizo de diversas formas, atendiendo a teorías biológicas, socioculturales,
económicas, ambientales y psicológicas. Las teorías dinámicas y psicopatológicas entienden que los alcohólicos
llegan a la adicción condicionados por una patología anterior, que unida a situaciones ambientales desencadenan el
fenómeno. El entorno familiar puede ser determinante: ante la situación familiar distorsionada el sujeto erige defensas
psicológicas contra la ansiedad. Por otra parte, los menores tienden a seguir el ejemplo de sus mayores. Otros motivos
del alcoholismo son los deseos de evasión y de autodestrucción, dado el gran número de suicidios que presenta esta
enfermedad.
Se han logrado importantes progresos en la comprensión de la predisposición genética al alcoholismo. Estudios
hechos sobre gemelos y hermanos mellizos indican que hay más de un gen responsable de esta predisposición. Las
investigaciones no han descifrado exactamente la forma en que los genes actúan; aún se desconoce si los genes son
específicamente determinantes del alcoholismo, o si interactúan en forma más general sobre el temperamento
incrementando la vulnerabilidad. El éxito en el descubrimiento de los genes involucrados en la predisposición al
alcoholismo ayudaría a reconocer los individuos vulnerables, y además ayudaría a prevenir y desarrollar tratamientos
contra el alcoholismo.

Efectos del alcohol


Los efectos del alcohol son inmediatos debido a que es absorbido casi instantáneamente, pasando directamente al
torrente sanguíneo. Al llegar al cerebro, narcotiza las neuronas dificultando primero e impidiendo luego la
comunicación entre ellas. Esto se produce en primer término en las regiones del cerebro encargadas del razonamiento
y otros procesos complejos. A medida que la alcoholización progresa se afectan las regiones primitivas.
Dosis de 15 a 20 cc. de etanol en bebida diluida producen bienestar, calor en el rostro por vasodilatación periférica.
Aumentando hasta 34 cc. disminuyen de forma homogénea los reflejos más sencillos. La exactitud de los
movimientos habituales automáticos, como andar, comer, etc., disminuye sensiblemente, aumentando los errores
hasta el 40 %. Experimentos sobre la materia indican que con dosis de 11 cc. se producen errores mecanográficos, de
coordinación y de memoria. Con alcoholemia superior a 0,25 % g./l., hay doble riesgo de accidentes, dado que el
alcohol perturba los reflejos y acentúa la sensación ilusoria. El consumo de alcohol altera la visión periférica,
afectando la atención y el control motor ocular.
Los estudios demuestran una disminución significativa en la capacidad de reacción ante estímulos visuales y
auditivos, que explican la gran cantidad de accidentes que producen. Se ha demostrado que la convergencia visual
intencional disminuye a partir de 300 mg./l. de alcoholemia y se debilita progresivamente al sobrepasar esa cifra.
Entre 50 y 150 mg./l. la fusión binocular y la convergencia quedan afectadas. A 800 mg.n. es notable la dificultad
para apreciar las distancias, reduciéndose la capacidad de visión binocular. La reacción auditiva disminuye en un 16
% con alcoholemia de 500 mg/I. Respecto a la coordinación y dirección, los tests acreditan un aumento de errores y
disminución en la velocidad de ejecución, con deterioro de la capacidad de atención en un 30 %. Un 0,05 % de
alcohol en la sangre deprime las respuestas aprendidas recientemente, disminuyendo las inhibiciones y restricciones
sociales y afectando al juicio. A un nivel de 0,10 % se narcotizan los centros cerebrales más antiguos y se dificultan
relativamente la locución y la actividad motora. Un 0,20 % afecta profundamente el área motriz del cerebro y 0,30 %
altera gravemente la percepción sensorial, entrando en un estado de estupor. A nivel de 0,40 % prácticamente se
anula la percepción y la persona se encuentra narcotizada y en coma. Con niveles del 0,60 al 0,70 se afectan los
centros cerebrales primitivos que controlan la respiración y la frecuencia cardíaca, y sobreviene la muerte.
La tolerancia al alcohol se desarrolla en un periodo de entre 5 y 10 años, por lo que no pueden predecirse resultados
inmediatos. Durante este tiempo, el adicto comprueba que con la misma cantidad o incluso más se obtienen menos
resultados. Ello lleva a la convicción errónea de que al sufrir respuestas menores la nocividad del tóxico también lo
es, entendiendo que se resiste mejor la droga. Las últimas investigaciones indican que la tolerancia se relaciona con
las funciones del sistema nervioso central y con el proceso hepático. El hígado se deteriora por la absorción del
tóxico, evitando parcialmente el deterioro en otras zonas del cuerpo, especialmente el cerebro. Uno de los primeros
síntomas del avance de la patología son las amnesias alcohólicas que se caracterizan por ser totales. No obstante, el
sujeto puede realizar actividades que precisan cierta racionalización, como tratos económicos o mantener
conversaciones. La toxicomanía alcohólica sufre varias etapas hasta llegar a su cronicidad; se han descrito cuatro
fases:
• a) Prealcohólica: su duración oscila entre seis meses y dos años durante los cuales la bebida es usada para
rebajar la tensión y aliviar el nerviosismo y la ansiedad. El sujeto comienza a sentirse diferente de sus
amigos, advirtiendo un rechazo por parte de la sociedad al tiempo que aumenta el autodesprecio. Se
comienza a ser consciente del problema del alcohol, pero no se encuentran soluciones y persiste el
consumo.
• b) Promódica: la extensión es de dos a cinco años. El alcohol pasa a ser una droga necesaria, apareciendo
los primeros síntomas graves. Se manifiestan periodos de amnesia (apagones, tinieblas) y signos de lesión
cerebral. Se sufren sentimientos de culpa, remordimientos, estados crepusculares. Se produce una
perturbación psíquica en el agente. Se incrementan los hechos delictivos y los accidentes de tránsito y
laborales.
• c) De toxicomanía crucial: se caracteriza por la pérdida del autocontrol, eliminándose la capacidad
inhibitoria, con conducta autojustificable del abuso del alcohol. Se pierden la autoestima y seguridad en uno
mismo. El sujeto puede asumir actitudes de grandiosidad, gestos extravagantes, discursos grandilocuentes u
ostentaciones, y atribuye la culpa a los demás, con signos agresivos tales como insultos y humillaciones que
suelen desembocar en violencia física. La interpretación es paranoide, existiendo la sensación de
persecución por los demás. Persisten la lástima de sí mismo y los remordimientos. Se pierde el interés por
las cosas, excepto por el alcohol que pasa a ser el centro de la vida del sujeto. Se producen lesiones
orgánicas que producen trastornos de toda la personalidad. Los celos, la conducta paranoide, la agresividad
son síntomas graves de la patología mental.
• d) Crónica: se produce una destrucción progresiva de la moralidad, con debilitación grave de las facultades
mentales, pensamiento confuso, lento y prolongado. Aparecen las psicosis alcohólicas, las alucinosis, la
depresión y los delirios. El sueño es conflictivo, con pesadillas y miedo infundado, crisis de angustia y
confusión de ideas.
Se asocian íntimamente al consumo y abuso de bebidas alcohólicas: muerte súbita; síndrome de alcoholismo embrio-
fetal; dipsomanía; cáncer: bucal, de esófago, de estómago, de páncreas, de hígado; cirrosis hepática; coma alcohólico;
intoxicación letal aguda; "delirium tremens" ; enfermedad de Wernicke o poliencefalitis hemorrágica superior;
alucinosis alcohólica; demencia alcohólica; trastorno amnésico alcohólico o psicosis polineurítica de Korsakoff;
enfermedad de Marcchafava y Bignami; esclerosis cortical laminar de Morel, mielinólisis; angustia; depresión con
sintomatología somática; depresión secundaria en enfermedades orgánicas; y otras.
La recuperación del alcohólico consta de diferentes etapas. Inicialmente el tratamiento se realiza bajo estricto control
médico. La terapia consiste en la total supresión de su consumo coadyuvado con dietas especiales que equilibran el
organismo. Paralelamente, puede ser necesario el uso de fármacos que disminuyan los temblores nerviosos y otros
síntomas de abstinencia. Logrado un equilibrio metabólico y psicológico aceptable, comienza el tratamiento
psiquiátrico que normalmente se realiza en grupos terapéuticos y que suelen incluir programas de apoyo al grupo
familiar. Esta etapa se basa en la abstinencia total, sin límite temporal.

Alcochol y SIDA
Existen dos motivos fundamentales para investigar la conexión entre alcohol y SIDA: A) el alcohol afecta al sistema
inmunológico; y B) el alcohol influye en el comportamiento sexual de alto riesgo.
• A) Alcohol y sistema inmunológico: el alcohol afecta la capacidad normal de respuesta a las enfermedades,
produciendo un descalabro en el sistema inmunológico. Se ha demostrado científicamente que el consumo
crónico de alcohol reduce el número de glóbulos blancos, la producción de anticuerpos y otras células
inmunológicas, llegando a suprimir la producción de células macrófagas, que son las que libran de
infecciones a los pulmones. Además, los alcohólicos están expuestos a desarrollar diversas clases de cáncer
en un porcentaje que quintuplica al correspondiente a personas no alcohólicas. Los efectos
inmunodepresores del alcohol pueden resumirse en dos factores fundamentales: 1) aumento en la
vulnerabilidad contra infección de HIV; 2) la inmunodepresión hace que los portadores de HIV desarrollen
más rápidamente el SIDA y las enfermedades relacionadas, y en formas exacerbadas.
• B) Alcohol y comportamiento sexual: las prácticas sexuales consideradas de alto riesgo para el contagio con
el virus HIV son frecuentes durante los estados de alcoholización. El peligro de estas relaciones sexuales se
explica de dos formas: 1) su consumo hace que el sujeto asuma comportamientos riesgosos: quienes beben
alcohol se enganchan en una larga serie de actividades de alto riesgo, que incluyen prácticas sexuales
inseguras (síndrome de comportamiento alcohólico); 2) el alcohol disminuye el juicio crítico y las
inhibiciones. Los estudios indican una relación directa entre su consumo y actividades sexuales riesgosas.
Investigaciones hechas en grupos heterosexuales evidencian una dramática disminución en el uso de
condones durante relaciones sexuales no-monógamas en grupos de hombres y mujeres que combinan sus
encuentros sexuales con bebidas alcohólicas. Un estudio similar hecho en grupos homosexuales demostró
que el consumo de alcohol y otras drogas es un importantísimo factor para el incremento de situaciones de
alto riesgo: incluso quienes beben sólo ocasionalmente antes o durante las relaciones sexuales, duplican los
riesgos con respecto a quienes no beben. Además, los hombres que no beben tienen tres veces menos
probabilidades de asumir comportamientos de alto riesgo.

Alcochol y accidentes de tránsito


La conducción de automóviles involucra a múltiples tareas que demandan atención permanente. El manejo seguro
requiere atención para la toma de decisiones rápidas en un ambiente y actividad altamente cambiante, para ejecutar
maniobras basadas en dichas decisiones. El consumo de alcohol afecta a un amplio espectro de habilidades necesarias
para esta tarea. Su reducción o anulación son causales directas de accidentes de tránsito.
La Concentración de Alcohol en Sangre (CAS) se expresa en porcentaje de alcohol por decilitro de sangre, por
ejemplo 0,10% que equivale a 0,10 gramos por decilitro. Un hombre de 75 kg tiene una CAS de aproximadamente
0,04% luego de 1 hora de haber consumido 2 latas chicas de cerveza, con el estómago vacío. Las habilidades en el
manejo son afectadas en forma diferente de acuerdo a la CAS. Por ejemplo, la capacidad para prestar atención a dos o
más fuentes de información visual es afectada con una CAS de 0,02%, e incluso con porcentajes inferiores. Una CAS
de 0,05% se afectan los movimientos oculares, la percepción visual, el tiempo de reacción, el procesamiento de
información, la performance psicomotora y la concentración para realizar diversas tareas. En comparación con
conductores que no beben alcohol, la probabilidad de accidentes fatales aumentan dramáticamente en quienes han
bebido: con CAS de 0,02 a 0,04%, el riesgo aumenta 2 veces; con CAS de 0,05 a 0,09% el riesgo se incrementa a 11
veces; con CAS de 0,10 y 0,14% el riesgo se dispara a 48 veces; y con CAS de 0,15% o superior aumenta... ¡380
veces!

5. Tabaquismo
La adicción a los productos derivados del tabaco es la más extendida. Su aceptación cultural considera a su consumo
en primer lugar como una fuente de placer y en segundo como un simple vicio o mala costumbre. Se ha determinado
que los cigarrillos y otros productos de tabaco, tales como cigarros puros, tabaco para pipa o rapé (en polvo), son
adictivos y que la nicotina es la droga del tabaco causante de adicción. Además, se sabe que el tabaquismo es un
importante causal de accidentes cardíacos y cerebrovasculares, y ocupa los primeros lugares entre los factores que
provocan cáncer. A pesar de ello, millones de personas lo consumen en sus diversas formas.
Los principales elementos inhalados son monóxido de carbono y nicotina. El monóxido de carbono (CO) producido
por la combustión del tabaco desplaza el oxigeno de la hemoglobina, lo cual reduce la disponibilidad de oxigeno en
los tejidos. Además, el humo del cigarrillo contiene cerca de una docena de gases y alquitrán. El alquitrán de un
cigarrillo, que varía entre 7 y 15 mg, expone al usuario a una alta tasa de cáncer de pulmón, enfisema y afecciones
bronquiales. El monóxido de carbono del humo aumenta la posibilidad de enfermedades cardiovasculares. La
nicotina provoca una de las adicciones más potentes, desarrollando en el fumador un conjunto de signos y síntomas
denominado síndrome nicotínico. A mayor cantidad de signos o síntomas presentes, mayor porcentaje de
posibilidades de estar frente a un adicto nicotinómano.

Síndrome nicotínico: signos y síntomas de adicción a la nicotina


• Alto consumo diario de cigarrillos (15 o más por día).
• Fumar cigarrillos con alta proporción de nicotina, insatisfacción o aumento del consumo al cambiar a
"suaves" o "low tar".
• Inhalación profunda del humo.
• Fumar desde las primeras horas del día, o hasta el momento previo al sueño.
• Padecer compulsión tabáquica: no soportar unas pocas horas sin fumar; interrumpir otras tareas o
entretenimientos para fumar o comprar cigarrillos.
La nicotina es un alcaloide extremadamente adictivo, que actúa como estimulante y sedante del sistema nervioso
central. Su ingestión tiene como resultado un estímulo casi inmediato porque produce una descarga de epinefrina de
la corteza suprarrenal. Esto estimula el sistema nervioso central y algunas glándulas endocrinas, lo que causa la
liberación repentina de glucosa. El estímulo va seguido de depresión y fatiga, situación que lleva al toxicómano a
buscar más nicotina. La nicotina se absorbe con facilidad del humo del tabaco en los pulmones y no importa si éste
humo procede de cigarrillos o de puros. También se absorbe fácilmente cuando se masca el tabaco. Con el uso
regular, se acumulan concentraciones de nicotina en el cuerpo durante el día, que persisten durante la noche. Por lo
tanto, las personas que fuman cigarrillos a diario están expuestos a los efectos de la nicotina 24 horas al día. La
nicotina absorbida al fumar cigarrillos o puros tarda solo segundos en llegar al cerebro, pero tiene un efecto directo en
el cuerpo hasta por 30 minutos.
Los estudios han mostrado que la tensión nerviosa y la ansiedad afectan la tolerancia a la nicotina y la dependencia de
ella. La hormona producida por la tensión nerviosa o corticosterona reduce los efectos de la nicotina, haciendo
necesario consumir mayores cantidades para lograr el mismo efecto. Esto aumenta la tolerancia y lleva a una mayor
dependencia. Se ha demostrado científicamente que la tensión puede ser la causa directa de una recaída a la
autoadministración de nicotina después de un período de abstinencia. Esta adicción produce síntomas de abstinencia
cuando una persona trata de dejar de fumar. Reportes recientes indican que cuando se priva de cigarrillos durante 24
horas a fumadores habituales, aumenta su enojo y hostilidad, llegando a agresiones físicas o psíquicas, y disminuye la
aptitud de cooperación social. Las personas que padecen de abstinencia también necesitan más tiempo para recobrar
su equilibrio emocional después de la tensión nerviosa. Durante los períodos de abstinencia o de ansias de consumir
nicotina, los fumadores han mostrado reducción de una gran cantidad de funciones psicomotoras y cognoscitivas,
como por ejemplo la comprensión del lenguaje.
La mujer que fuma suele tener una menopausia precoz. La que fuma cigarrillos y también toma anticonceptivos
orales tienen mayor propensión a padecer de enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares. Las embarazadas
que fuman corren grave riesgo de tener niños con problemas tales como bajo peso, inmadurez, trastornos de conducta
y otros. Estudios hechos en EE.UU. en un grupo de madres e hijas han encontrado también que si la madre fuma
durante el embarazo hay mayor probabilidad que las hijas fumen y persistan en fumar.
Los estudios de conducta en adolescentes explican cómo las influencias sociales, por ejemplo observar a adultos y
compañeros fumando, influyen en la decisión del adolescente de comenzar a fumar cigarrillos o no. También ha
mostrado que los adolescentes suelen ser resistentes a muchos tipos de mensajes en contra del tabaco.
Adicionalmente, los problemas afectan a terceros que inhalan el humo ambiental del tabaco (fumadores pasivos). Se
ha demostrado que este humo causa cáncer de pulmón y aumentan significativamente los casos de ataques asmáticos,
infecciones cardiorespiratorias y muerte súbita.
Encuestas realizadas por la Oficina de Estudios Aplicados de la Administración de Servicios de Abuso de Sustancias
y de Salud Mental de EE.UU. mostraron la correlación entre el uso del cigarrillo y el de marihuana en los
adolescentes. Se encontró que entre quienes habían fumado marihuana alguna vez en su vida, el 74 por ciento habían
fumado cigarrillos antes de fumar marihuana. La encuesta señaló además que los fumadores corrientes tienen más
probabilidades de ser grandes bebedores y usar drogas ilícitas. Entre los fumadores, la tasa de uso excesivo de alcohol
(5 días o más de consumo de cinco bebidas o más, durante el último mes) fue 13,8 por ciento y la tasa de uso de
drogas, 14,7 por ciento. De los que no fuman, 2,5 por ciento eran grandes bebedores y 2,6 por ciento usaban drogas
ilícitas. Además, el riesgo de desarrollar una enfermedad relacionada con el tabaco es particularmente importante
para quienes hayan comenzado a fumar antes de los 15 años de edad.
Los fumadores se exponen a padecer aterosclerosis, enfisema, patologías broncopulmonares, cáncer en boca y en las
diversas porciones del sistema respiratorio, como así también diferentes manifestaciones de enfermedad coronaria. La
tasa de muerte súbita es entre 2 y 4 veces más elevada que en los no fumadores. También tienen mayor riesgo de
desarrollar infarto de miocardio y angina inestable. Los riesgos de padecer enfermedad vascular cerebral y periférica
son potenciados. Además, el tabaquismo fue reconocido como el principal factor de incremento del riesgo coronario
en pacientes que sufren infarto de miocardio antes de los 45 años. Quienes continúan fumando luego del diagnóstico
de angina, tienen síntomas más severos y peor pronóstico que los que dejan de fumar. El tabaquismo es el principal
factor de riesgo para la enfermedad isquémica de los miembros inferiores. Reportes recientes relacionan directamente
al tabaquismo con diversas patologías y trastornos sexuales, principalmente impotencia y frigidez.

Tratamiento
Diagnosticar la presencia del "síndrome nicotínico" es útil para identificar con mayor exactitud al paciente que puede
requerir fármacos como ayuda suplementaria para controlar los síntomas de abstinencia. Pero es importante resaltar
que estos fármacos no son productos para dejar de fumar, sino sólo ayudan a sobrellevar los signos y síntomas de la
abstinencia. Quien deja de fumar es el paciente, apoyado por su voluntad y convicción. La investigación realizada
indica que el abandono del hábito de fumar debe ser un proceso gradual porque los síntomas de abstinencia son
menos graves en quienes lo hacen poco a poco que en quienes dejan de fumar de repente. La tasa de recaída es mayor
en las primeras semanas y los primeros meses y se reduce mucho al cabo de 3 meses. En varios estudios se ha
demostrado que la farmacoterapia en combinación con apoyo psicológico y adiestramiento práctico para superar las
situaciones de alto riesgo, da como resultado una de las tasas más elevadas de abstinencia a largo plazo. Estudios
económicos de la conducta han encontrado que se puede reducir el uso del cigarrillo con otras recompensas y
refuerzos de la conducta. Uno de estos observó que las mayores reducciones de uso de cigarrillos se lograban cuando
se aumentaba el costo de fumar, en combinación con la presencia de otras actividades de recreación.
El uso de fármacos puede disminuir el índice de recaídas de los adictos a la nicotina que intentan dejar de fumar.
Puede utilizarse nicotina en chicles (absorción oral/digestiva) o en parches (absorción percutánea). Este tratamiento
sustitutivo puede ser mejorada acompañando la terapia con un antidepresivos específicos
El chicle de nicotina es un fármaco autorizado para el tratamiento de la dependencia de la nicotina. La nicotina
administrada de esta forma reemplaza a la que contienen los cigarrillos y ayuda a los fumadores a dejar el hábito. La
tasa de éxito del tratamiento antitabáquico con chicle de nicotina varía mucho entre un estudio y otro, pero hay
pruebas que indican que es una manera inocua de facilitar el abandono del hábito si se mastica según las instrucciones
y se administra estrictamente a pacientes bajo supervisión médica. Otro método para dejar de fumar es el parche
transdérmico de nicotina, que distribuye una cantidad de nicotina relativamente constante al usuario. Un grupo de
científicos del Centro de Investigaciones Internas del National Institute on Drug Abuse de EE.UU. estudió la
inocuidad, el mecanismo de acción y la probabilidad de abuso del parche, que fue autorizado ulteriormente. El chicle
y el parche de nicotina se emplean como medidas auxiliares en los programas para acabar con el consumo de nicotina
y ayudar a las personas a mantener la abstinencia, reducir los síntomas de ésta y evitar una recaída mientras se
someten a tratamiento para modificar su comportamiento.

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