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Cárceles, derechos humanos, seguridad y

sanción1.
Por: Hugo Acero Velásquez.
Consultor PNUD. BID.
Contenido.
1. Política integral de convivencia, seguridad ciudadana y cárceles.
2. Cárceles y derechos humanos.
2.1. Derecho a la vida, en conexidad con la Dignidad Humana y la integridad personal.
2.2. Derecho a la igualdad
2.3. Derecho a la salud.
2.4. Derecho a la educación y al trabajo.
2.5. Derecho a la familia.
2.6. Derecho a la Presunción de Inocencia.
2.7. Libertad de Culto y de Religión.
2.8. Derecho al debido proceso.
3. Infraestructura carcelaria, seguridad y gestión administrativa.
3.1. Diseño arquitectónico.
3.2. Seguridad.
3.3. Gestión administrativa adecuada.

1. Política integral de convivencia, seguridad ciudadana y


cárceles.
La seguridad es uno de los aspectos que con mayor énfasis reclama la ciudadanía al
Estado y en particular a la Policía. Los ciudadanos, cada vez, sienten más miedo frente a
la inseguridad y ven cómo su bienestar se deteriora por los distintos problemas que
afectan la convivencia y la seguridad. Cabe anotar, que el miedo y la inseguridad se han
convertido en la preocupación central de los ciudadanos, desplazando de los primeros
lugares temas como la pobreza y el desempleo. Hoy, uno de cada tres e incluso uno de
cada dos ciudadanos en América Latina ha sido víctima de algún delito y más del 50%
sienten que la inseguridad ha aumentado.

El problema de la inseguridad no debe asumirse sólo como la ocurrencia de un


determinado delito en un lugar específico. Si bien es evidente que algunos ciudadanos
sienten miedo porque han tenido que vivir personalmente un hecho delictivo o violento,
o porque a familiares o amigos les ha tocado enfrentar una experiencia de este tipo, es
necesario considerar que éste no es el único factor que da la sensación de inseguridad.

La inseguridad es también el temor latente del ciudadano, originado por ejemplo, en la


sensación que le produce tanto la impunidad ante el delito como la falta de reacción de
las autoridades y de solidaridad de la población para combatirlo. Igualmente, es la
sensación de intranquilidad que producen lugares en donde el desaseo, la falta de
iluminación, el deterioro del espacio público, el ruido, la indigencia, la agresión verbal y
el crimen, que se conjugan como si nada ni nadie pudiera poner fin a su existencia.

Frente a esta situación, el ciudadano requiere que existan acciones concretas por parte
del Estado que le permitan enfrentar su vida diaria con tranquilidad, es decir, sin temor
de poder llegar a ser víctima de un delito, de un acto violento o del irrespeto de otros

1
Parte de este documento fue presentado a PNUD Salvador en el marco de una consultoría realizada para el
Gobierno de ese país. Elaborado en conjunto con el arquitecto Eduardo De Irisarri.
ciudadanos o de las autoridades. En este sentido, toda gestión del Estado que busque
mejorar la calidad de vida de los ciudadanos debe necesariamente enfrentar el tema de
la inseguridad y el irrespeto a las normas de convivencia2.

Para garantizar la convivencia y la seguridad de los ciudadanos3, hay que partir del
supuesto básico que las acciones deben realizarse en un amplio espectro que va desde el
nivel preventivo, entendiéndose éste como la anticipación que se hace de los riesgos
tanto en su aparición como en el control de su expansión, hasta los niveles legítimos de
coerción de un Estado de Derecho. Es decir, hay que contar con una política integral de
convivencia y seguridad ciudadana Una política integral que prevenga, disuada y ejerza
el uso legítimo de la fuerza frente a los hechos que afectan la convivencia y la seguridad
de las personas. Una política pública con estas características deberá poder reflejarse en
un diagrama como el siguiente, que va desde la prevención hasta el control:

P o lític a in te g r a l d e c o n v iv e n cia y
s e g u rid a d
P r e v e n c ió n C o n tr o l
C u l tu ra , D e re c ho s P e n a liza c ió n
In v e s tig a c ió n J u d ic ia li za c ió n
P re ve n c ió n y h u m a no s y C o e r c ió n y re s o c ia liz a c ió n
e in s tr u c c ió n
d is u a c ió n c u lt u ra d e
R e s o lu c ió n
p a c ífic a d e
c o n flic to s

! C u ltu ra •D D H H. •D e s d e las • In v es t ig a c ió n C o nd e na o ! C á rc e l o
C iu d a d a na ins t it uc io n e s d e ab s o luc ió n p en ite nc ia r ia s
• C u ltu ra d e •Jud ic ia liz ac ió n
! C o ntro l d e s eg u r id a d y jus tic ia,
at enc ió n c o e rc it iv a ! R e s o c ia liz a c ió n.
r ies g o s (a lc o ho l, m e d iac ió n
d ro gas , a r m as , ) a lo s p ro b le m as d e ! R e ins e rc ió n
• C o n c iliac ió n v io le nc ia y s o c ia l d e lo s e x -
! A te nc ió n d e e n eq u id a d d e linc u e nc ia c o nv ic to s
gr up o s
vu ln e ra b les • R e s o lu c ió n •A te nc ió n le g a l a
( jó v e ne s , lo s p ro b le m as
d e c o nf lic to s fa m ilia r es ,
ind ig e n tes ,
p ro s titu c ió n, ) in d iv id ua le s ,
•A te nc ió n le g a l a
c o m u n ita r io s lo s p ro b le m as
! D is uas ió n e
int e lig e nc ia d e y d e v io len c ia c o m u n ita r io s e
lo s o rg a n is m o s in tr af a m ilia r y int e rp ers o na les .
d e s eg u r id a d . m a ltr a to
! D e n u nc ia in fa n t il
c iud a d an a .

2
La seguridad y la convivencia ciudadana se deben entender como la condición de libertad en que los ciudadanos
pueden ejercer sus derechos, libertades y deberes sin sentirse víctimas de amenazas y gozar de adecuadas condiciones
de bienestar y tranquilidad.
3
El informe mundial de desarrollo humano de 1994 precisa que: “Al hablar de seguridad ciudadana o seguridad
pública hacemos alusión a una dimensión más amplia que la mera supervivencia física. La seguridad es una creación
cultural que hoy día implica una forma igualitaria (no jerárquica) de sociabilidad, un ámbito compartido libremente
por todos. Esta forma de trato civilizado representa el fundamento para que cada persona pueda desplegar su
subjetividad en interacción con los demás. Está en juego no sólo la vida de la persona individual, sino igualmente la
de la sociedad.”.
En este orden de ideas, la seguridad ciudadana es una parte vital de la seguridad humana y debe ser entendida como
un bien público, puesto que “beneficia a todos, ya que es un atributo de la estructura en la cual la persona se
encuentra inmersa”. La seguridad ciudadana se refiere a un orden ciudadano democrático que elimina las amenazas
de la violencia en contra de la población y permite la convivencia segura y pacífica. En esencia, la seguridad
ciudadana implica la vivencia cotidiana de gran parte de los derechos humanos, y en concreto, del derecho a la vida, a
la integridad personal y otros derechos inherentes al fuero más personal (inviolabilidad del domicilio, libertad de
tránsito, al disfrute del patrimonio), así como otros más colectivos como el derecho al aprovechamiento de espacios
públicos y el medio ambiente sano, entre otros. También la seguridad ciudadana garantiza el cumplimiento de los
deberes ciudadanos.
En definitiva, si la seguridad humana es un componente necesario e inherente del desarrollo humano, la seguridad
ciudadana es, a su vez, un elemento intrínsico y esencial de aquella y, por tanto, del desarrollo. En consecuencia, no
puede haber desarrollo humano sin seguridad o, dicho de otra forma, las políticas de desarrollo pueden fracasar a
consecuencia de la inseguridad y la violencia.
Una política integral de convivencia y seguridad ciudadana, como la expone la gráfica
anterior, debe contemplar programas y proyectos en las siguientes áreas:
1. Cultura, prevención y disuasión. Desarrollar programas y proyectos de:
• Cultura ciudadana,
• Control de riesgos (desarme ciudadano, atención al consumo de alcohol
y otras drogas, prevención y atención de emergencias).
• Atención a grupos vulnerables (jóvenes, prostitución, indigentes y
migrantes).
• Presencia y disuasión de los organismos de seguridad y justicia,
• Participación y denuncia ciudadana.
2. Derechos humanos y cultura de resolución pacífica de conflictos. Desarrollar
la cultura de paz en los temas de:
• Derechos humanos.
• Resolución pacífica de conflictos familiares, interpesonales y
comunitarios.
• Atención de la violencia intrafamiliar y maltrato infantil
3. Coerción. Fortalecimiento de las autoridades de seguridad para que de manera
profesional puedan:
• Hacer uso legítimo de la fuerza frente a los delitos y los hechos de
violencia.
• Realizar las labores de inteligencia y persecución del delito.
• Atender desde lo legal los problemas familiares.
• Atender desde lo legal los problemas interpersonales y comunitarios
cuando se convierten en delitos.
4. Justicia punitiva. Fortalecimiento del sistema judicial para que pueda realizar
de manera adecuada sus labores de:
• Investigación criminal
• Juzgamiento y condena de los delincuentes
5. Sistema carcelario y penitenciario. Fortalecimiento del sistema carcelario y
penitenciario para que pueda cumplir con las funciones de:
• Sanción ejemplar del delito.
• Cumplimiento de la pena con estricta disciplina y respeto de los derechos
humanos,
• Resocialización y reinserción social de condenados.

En este marco de política integral, que conjuga acciones de seguridad y justicia, las cárceles
juegan un papel fundamental como centros de privación de la libertad, con dos fines
esenciales para la administración de justicia y para la seguridad. En primer lugar,
constituyen la salvaguarda de la sociedad de aquellas personas que han infringido la ley
penal y puesto en peligro la vida, integridad o propiedad de otro sujeto y del Estado
mismo 4, y en segundo lugar, es el espacio donde se lleva a cabo un proceso de
readaptación o resocilización de los sujetos que han quebrantado la ley penal. Las
instituciones encargadas de esta doble tarea deben contar con unas condiciones mínimas
en infraestructura, logística y por supuesto seguridad.

4
El sistema penitenciario, con su acción, debe contribuir a mejorar la seguridad y la convivencia de todos los
ciudadanos y del Estado.
Sin embargo, en la mayoría de los centros carcelarios de América Latina estas dos
funciones no se cumplen, en la medida en que no se sanciona al infractor de la ley penal
de manera ejemplar y algunos de ellos siguen delinquiendo desde estos
establecimientos, y por otro lado, no existen programas o proyectos de reeducación o
reinserción social, lo que implica que no se presentan alternativas para que los internos
salgan de la institución penitenciaria a efectuar otra labor diferente a delinquir. Se
podría asegurar que en la mayoría de los países de América Latina el sistema carcelario
ha colapsado, con un desproporcionado subrecupo que supera su capacidad, con
problemas notorios en el campo de la seguridad, con instalaciones antiguas e
inadecuadas, con recursos insuficientes y con un personal que presenta deficiencias para
atender la población carcelaria.

2. Cárceles y derechos humanos5.

Sin desconocer que las cárceles deben cumplir el papel fundamental de sanción
ejemplar del delito y de resocialización de los ciudadanos que han infringido la ley
penal, es necesario reconocer que estas funciones se deben desarrollar en el marco
estricto del Estado de Derecho, es decir en el marco de garantías de los derechos
humanos.

La crisis carcelaria y de retención por la que atraviesa la mayoría de los países


latinoamericanos, no puede constituirse en la disculpa para no garantizar los derechos
fundamentales de los reclusos. Si bien es cierto, la prisión restringe a la persona del
goce de algunos de sus derechos, esto no le hace perder su esencia humana, ni se le
puede degradar hasta el punto de convertirla en un mero objeto del derecho penal.

A los reclusos, se les suspenden o restringen algunos de sus derechos fundamentales por
los efectos jurídicos que su situación genera, pero el Estado les debe garantizar el goce
pleno y el ejercicio de derechos tales como: la vida, la dignidad, la integridad personal,
la libertad de conciencia y de culto, la salud, el debido proceso, entre otros. Sin embargo
es un hecho notorio que en las condiciones en que se desarrolla la reclusión en la
mayoría de los países del área, el Estado no garantiza el respeto de tales derechos, al
punto que en el caso colombiano, por ejemplo, la Corte Constitucional ha declarado el
"estado de cosas inconstitucional", y como consecuencia de ello, ha ordenado, en
distintas oportunidades, la adopción de medidas generales por parte de las autoridades
competentes para corregir tan anómala situación, con el fin de buscar remedio a la
vulneración de los derechos de los reclusos6.

5
Este aparte se fundamenta en el conocimiento de la situación carcelaria y penitenciaria de algunos países
de América Latina, así como el conocimiento directo de la situación de algunas de sus cárceles. También
se fundamenta en un estudio que realicé para la Personería Distrital de Bogotá (Colombia), conjuntamente
con algunos de sus funcionarios. Así mismo este documento recoge apartes del informe presentado con el
arquitecto Eduardo de Irisarri al PNUD Salvador en septiembre de 2007.
6
"Es natural que la persona condenada o detenida preventivamente vea restringidos algunos de sus
derechos. No podrá, por ejemplo, ejercer la libertad de locomoción; se reduce ostensiblemente -aunque no
desaparece- su ámbito de privacidad; surgen límites evidentes al libre desarrollo de su personalidad, y en
el caso de los condenados, la ley ha establecido la interdicción de derechos y funciones públicas.
Pero, a juicio de la Corte, eso no significa que el recluso quede indefenso ante el ordenamiento jurídico y
menos que se halle imposibilitado, en cuanto persona, para reclamar el respeto al núcleo esencial de la
generalidad de sus derechos fundamentales.
Uno de los problemas que más ha agravado la vulneración de derechos de los reclusos
es el hacinamiento crítico en que se encuentran la mayoría de los establecimientos
carcelarios, el cual trae como consecuencia graves problemas de salud, violencia,
indisciplina y carencia en la prestación de servicios (trabajo, educación, asistencia
social, deportes, educación, visita intima, servicios médicos, mala alimentación, etc).
Este fenómeno, a su vez, dificulta la capacidad de control y la gobernabilidad por parte
de las autoridades carcelarias y consecuencialmente compromete la seguridad de los
centros carcelarios y de sus entornos. En síntesis, con el creciente hacinamiento la
calidad de vida de los reclusos y la garantía de sus derechos humanos y fundamentales
es menor, motivo por el cual la problemática empeora cada vez más.

Seguidamente, se expone, de manera clara y concreta, como vulneran los derechos al


interior en los establecimientos carcelarios.

2.1. Derecho a la vida, en conexidad con la Dignidad Humana y la integridad


personal.

La persona recluida en un centro carcelario, por lo menos teóricamente, mantiene su


dignidad humana. La reclusión no implica la pérdida de la condición de ser humano; la
función y finalidad de la pena son la protección de la sociedad, la prevención del delito
y, principalmente, la resocialización del sujeto responsable del hecho punible.

En este sentido, la mayoría de las constituciones nacionales reconocen que “toda


persona privada de la libertad será tratada humanamente y con el respeto debido a la
dignidad humana”. En esta línea, la Convención Americana sobre Derechos Humanos
reafirma que: “Nadie deberá ser sometido a torturas ni a penas o tratos crueles,
inhumanos o degradantes. Toda persona privada de la libertad será tratada con el respeto
debido a la dignidad inherente al ser humano”7.

Sin embargo, estos derechos se han venido desconociendo de manera ostensible y con
carácter permanente al interior de los establecimientos carcelarios cuando:
• Existe grave hacinamiento, pues ello conlleva el deterioro de las condiciones de
vida, por el gran número de internos en reducidos espacios. No existe un sitio
digno donde alojarse, en ocasiones no tiene asignadas celdas y tiene que dormir
en el piso, en los baños o en los pasillos; las celdas destinadas para alojamientos,
durante la noche no satisfacen las exigencias de higiene, particularmente en lo
que concierne al volumen del aire, superficie mínima, alumbrado y ventilación;
hay restricción de tiempo para el aseo y el ejercicio, la alimentación es
desmejorada precisamente por las cantidades que se tienen que preparar, la

Entre ellos, habiendo sido prohibida en el sistema colombiano la pena de muerte (art. 11 C.P.) y estando
proscrita toda clase de castigos que impliquen tortura, tratos crueles, inhumanos o degradantes (art. 12
C.P.), los derechos a la vida, a la integridad personal y a la salud, en conexión con aquéllos, permanecen
intactos. Es decir, no pueden resultar afectados ni en mínima parte durante el tiempo necesario para el
pago de la pena impuesta o a lo largo del período de detención cautelar. De ello se hace responsable el
Estado desde el momento mismo de la captura o entrega del detenido o condenado y hasta el instante en
que readquiera su libertad". Corte Constitucional. Sala Quinta de Revisión. Sentencia T-535 del 30 de
septiembre de 1998.
7
Artículo 5. Derecho a la integridad personal (…)
ración es mínima, no existen utensilios apropiados para servirla, ni un lugar
adecuado para consumirla.
• El hacinamiento deteriora la infraestructura, en especial las instalaciones
sanitarias, y los reclusos no pueden satisfacer sus necesidades naturales en el
momento oportuno, en forma aseada y decente, generando condiciones de
insalubridad y deficiencia en los servicios públicos.
• Los reclusos son sometidos a tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes,
prácticas que en ocasiones las autoridades manifiestan se encuentran amparadas
por los reglamentos y en otras oportunidades lo hacen a iniciativa propia. En
muchos casos los encargados del orden y la seguridad de las cárceles utilizan la
fuerza en exceso, configurándose así en tortura, tratos o penas crueles e
inhumanas o degradantes.
• El régimen de seguridad social de los reclusos es casi inexistente. Por ejemplo el
servicio de salud se presta de manera deficiente, no se ordena atención
especializada, en ocasiones por falta de especialistas, o se demora, bien porque
las citas se otorgan con un lapso largo de tiempo o porque no hay guardia
disponible para las remisiones y no se suministran los medicamentos que los
internos necesitan.
• Hay graves deficiencias en materia de servicios públicos y asistenciales, lo cual
genera condiciones insalubres que deterioran la calidad de vida de los reclusos,
pues en algunos establecimientos el servicio de acueducto y alcantarillado no es
prestado en debida forma, las redes sanitarias presentan deterioro, las aguas
servidas están expuestas y los olores nauseabundos son insoportables, las
paredes presentan humedades y las instalaciones eléctricas son deficientes y en
algunas partes son inservibles.
• Se desconoce el derecho a la resocialización, pues no existe en los
establecimientos una infraestructura dotada que permita aumentar los niveles de
ocupación, ni el personal idóneo para que asuma dicha responsabilidad en
debida forma.

2.2. Derecho a la igualdad

Si bien es cierto, se debe distinguir entre sindicados y condenados al momento del


tratamiento carcelario, existe discriminación, pues, solo algunos tienen acceso a estudio
o al trabajo, siendo ello discrecional de cada establecimiento carcelario, situación que a
todas luces atenta contra toda forma de discriminación. Muchas autoridades justifican el
desconocimiento de este derecho, argumentando que la legislación da la oportunidad de
establecer distinciones razonables por motivos de seguridad, de resocialización y para el
cumplimiento de la sentencia y de la política penitenciaria y carcelaria, pero ello ha
servido para abusos y arbitrariedades. Los derechos de los reclusos deben ser
garantizados, independiente del carácter en que se encuentren, sean sindicados o
condenados.

2.3. Derecho a la salud.

La obligación positiva de proporcionar a cada recluso la asistencia médica necesaria,


pese a ser deber del Estado, se está desconociendo este derecho, pues a pesar de que la
mayoría de los establecimientos carcelarios deben disponer, por lo menos, de los
servicios de primer nivel, éstos son deficientes, pues las zonas de sanidad de los
establecimientos no cuentan con la infraestructura y dotación debida, ni con el personal
especializado en el manejo de las enfermedades que los internos demandan y menos aún
con los medicamentos que ellos necesitan, siempre hay déficit en los productos
farmacéuticos, motivo por el cual es claro que a los enfermos no se les está dando el
cuidado y los tratamientos médicos adecuados. Basta verificar la situación de los
enfermos de VIH, a quienes no se les practican los exámenes médicos especializados y
menos tienen acceso a los medicamentos requeridos.

No existe en los establecimientos zonas adecuadas para el aislamiento de los reclusos


que puedan o lleguen a sufrir enfermedades infecciosas o contagiosas, cuestión que es
prioritaria dada la complejidad del asunto. Junto con el hacinamiento generalizado, hay
deficiencia en la higiene y el aseo de los establecimientos, generando situaciones
insalubres que se reflejan en la problemática de salud.

Los reclusos con enfermedades mentales deben estar bajo la vigilancia especial de un
médico psiquiatra y sometido a un tratamiento, pero ello no se cumple por falta de
especialistas. En algunos casos, de manera arbitraria, por problemas de comportamiento
remiten a internos a los pabellones siquiátricos, práctica que atenta contra todos los
derechos de los internos.

En cuanto a la alimentación ésta no cuenta con el valor nutritivo suficiente para la buena
salud de los internos, es decir es poca, no se prepara bien ni se sirve en debida forma,
adicionalmente todo recluso debería tener la posibilidad de proveerse de agua potable
cuando lo necesite, pero ello no es así.

En la mayoría de los establecimientos no existe terreno, instalaciones ni equipos


necesarios y adecuados para hacer ejercicio, lo cual contribuiría tanto al esparcimiento
como al mejoramiento de las condiciones de salud.

2.4. Derecho a la Educación y al Trabajo.

Para la concreción de las finalidades que la función resocializadora persigue en los


establecimientos carcelarios, se requieren varios medios: la educación, la instrucción, el
trabajo, la actividad cultural, recreativa, y deportiva y las relaciones de la familia. Sin
embargo, es claro que los reclusos de las cárceles y de la penitenciaría no cuentan con
los medios necesarios para trabajar en estos campos, por cuanto se carece de la
infraestructura necesaria, el personal especializado y los elementos que se necesitan
para cumplir con estas tareas.

Por lo anterior es que existe un alto porcentaje de internos analfabetos que no asisten a
instrucción, al igual que muchos, quieren participar en actividades educativas, no tienen
la oportunidad por falta de cupos, otros desean participar como instructores pues
cuentan con conocimientos para hacerlo, pero las entidades no los autorizan. Todo esto
se presenta, como se ha dicho, por la falta de infraestructura adecuada y por el
hacinamiento constante de los establecimientos.

El trabajo en los establecimientos de reclusión solamente, a nivel teórico, es obligatorio


para los condenados, el cual es considerado como un medio terapéutico adecuado a los
fines de la resocialización8. Legalmente, el trabajo de los internos se debe organizar

8
Los Principios Básicos para el tratamiento de los reclusos -adoptados y proclamados por la Asamblea General de
las Naciones Unidas en 1990-, contienen diversas normas que obligan al Estado a crear las condiciones que permitan
atendiendo sus aptitudes y capacidades, permitiéndoles escoger entre las diferentes
opciones existentes en el centro de reclusión. Ello no obsta para que se dé a los
sindicados, pues los preceptos legales en la mayoría de los países no hacen distinciones,
sin embargo esta situación ni siquiera se contempla dadas las deficiencias que de todo
orden existen, lo que hace que escasamente se trate de cumplir con este derecho solo
con los condenados.

Pero todo ello como se ha dicho es desconocido, se queda en el papel, como quiera que
un altísimo porcentaje de los reclusos no obtiene oportunidades de trabajo o de
educación y que el acceso a éstos derechos está condicionado por la facultad
discrecional que en esta materia aplican las autoridades penitenciarías y el personal que
se encuentra a cargo del tratamiento carcelario 9.

Finalmente, es claro que se desconocen las fases del tratamiento progresivo de los
internos, esto es: la observación, el diagnóstico y la clasificación del interno; alta
seguridad que comprende el periodo cerrado; mediana seguridad que comprende el
periodo semiabierto, mínima seguridad o periodo abierto, de confianza que coincidirá
con la libertad condicional.

2.5. Derecho a la Familia

El derecho a la familia es quebrantado por la sobrepoblación carcelaria y las


deficiencias administrativas, condiciones éstas que implican que los visitantes de los
reclusos han de someterse a sendas reglamentaciones y soportar prolongadas esperas
bajo las inclemencias del clima para poder ingresar a los centros carcelarios, situaciones
que dificultan, en grado extremo, las visitas familiares e íntimas.

Es importante el papel que reviste la presencia activa de la familia durante el periodo en


que se prolonga la privación de la libertad de las personas condenadas y sindicadas, por
razones jurídicas, psíquicas y afectivas. La importancia del derecho que tienen los
reclusos a la familia se refuerza con el argumento normativo que se desprende del
sistema progresivo carcelario, que cuenta entre sus presupuestos el de la presencia
activa de la familia en el proceso de resocialización del interno.

La familia es el único referente seguro de libertad con el que cuentan las personas
recluidas, la mejor forma de mantener contacto con la sociedad y con el mundo y sobre
todo porque constituye el centro de los vínculos afectivos, lo que permite al recluso
sobreponerse a sus condiciones de penuria y guardar esperanzas para la libertad. Sin
estos elementos es difícil que se realice la resocializacion.

a los reclusos realizar actividades laborales remuneradas y útiles que faciliten su reinserción en el mercado laboral, y
aquellas necesarias para permitir su participación en actividades culturales y educativas encaminadas a desarrollar
plenamente la personalidad humana.
9
El tratamiento penitenciario, es la actividad que se despliega sobre el detenido con el fin de neutralizar factores
negativos de su personalidad, facilitándole la readaptación a la vida social, aspecto que se liga a las finalidades de la
resocialización, ya que esta supone deficiencias de adaptación al medio cuya superación constituye una meta, de
manera que la resocialización básicamente consiste en la promoción de las condiciones necesarias para que el
individuo vuelva a reincorporarse al grupo social del que hacía parte, como un miembro capaz de convivir en
sociedad.
Este derecho también se vulnera por muchas de las condiciones que se expusieron
anteriormente.

2.6. Derecho a la Presunción de Inocencia

No existen condiciones especiales para reclusión de los sindicados, en muchos casos se


mezclan con los condenados, ello es esencial para recalcar su condición, dada la
presunción, ello no es absoluto pero resulta conveniente.

2.7. Libertad de Culto y de Religión.

Es desconocido dicho precepto porque en algunos establecimientos carcelarios de


América Latina existe un lugar especial para quienes predican la religión católica, pero
para los demás cultos hay trabas, tanto para el ingreso como para la difusión de los
mismos.

2.8. Derecho al debido proceso.

En las cárceles y la penitenciaría se vulnera de manera permanente el debido proceso.


Existen demoras en la respuesta a las peticiones formuladas por los internos y sus
abogados, dispendiosos trámites; inoperancia e infuncionalidad en las oficinas
administrativas para el seguimiento y aplicación del sistema progresivo del interno, esto
último al no llegar oportunamente: cómputos de redención de pena, penas cumplidas,
perfiles sicológicos, así como la infinidad de documentos que se exigen para el
otorgamiento de algún beneficio de tipo administrativo o judicial que pueda invocar el
interno.

Finalmente, no se garantiza el derecho a la defensa, en principio porque la gran mayoría


de reclusos no cuentan con los recursos económicos para contratar abogados y la
defensoría pública es precaria, en últimas hay falta de defensa técnica.

3. Infraestructura carcelaria, seguridad y gestión


administrativa.

Como se planteó anteriormente, todos los centros de privación de la libertad presentan


dos fines últimos para la administración de justicia y para la seguridad, en primer lugar,
constituyen la salvaguarda de la sociedad de aquellas personas que han infringido la ley
penal y puesto en peligro la vida, integridad o propiedad de otro sujeto y del Estado
mismo, y en segundo lugar, es el espacio donde se lleva a cabo un proceso de
readaptación o resocilización de los sujetos que han quebrantado la ley penal.

Para el cumplimiento de estos fines, las instituciones encargadas de esta doble tarea
deben contar con unas condiciones adecuadas en infraestructura, seguridad y por
supuesto logística para adelantar las labores de gestión administrativa que le permitan a
las cárceles cumplir con las funciones asignadas.
3.1. Diseño arquitectónico.

De acuerdo con lo anterior y teniendo en cuenta, primero, que en la actualidad, por


cuestiones de manejo, seguridad y control de reclusos, cada vez más, las construcciones
carcelarias se orientan hacia establecimientos que no pasen de los 300 internos, y
segundo, que en la mayoría de los países de América Latina no se cuenta con los
recursos suficientes para construir una gran cantidad de este tipo de unidades y
sobretodo garantizarles a cada una su unidad administrativa independiente.

Con base en la experiencia adquirida en proyectos carcelarios, se presenta a


continuación un proyecto modular que con una sola administración que puede controlar
y garantizar la seguridad de cuatro o seis unidades de reclusos, independiente una de la
otra, cada una con 200 0 250 internos La seguridad de las unidades de reclusión brota
del sistema de control de los internos, lo cual es posible en la medida que las grandes
poblaciones previstas se subdividan en UNIDADES MANEJABLES. Hoy no es posible
administrar, de manera adecuada, unidades carcelarias con altos volúmenes de
población y donde la relación guardias, personal administrativo y personal de
resocialización e internos sea baja, es decir que por cada uno de los funcionarios,
especialmente guardias, haya un alto número de internos10.

El proyecto contempla dos áreas claramente definidas geográfica y arquitectónicamente,


como son el área administrativa y el área de reclusión. Esta segunda área la componen
de cuatro o seis patios independientes, vinculados a un gran pasillo central con servicios
comunes y de circulación para el personal de la cárcel y para los visitantes que remata
en un área de talleres y de trabajo que presta servicios programados para los internos de
cada patio, como se puede ver en la siguiente figura. Esta área de reclusión también
puede contar con celdas de aislamiento y seguridad.

10
Esta cárcel, con capacidad para 1180 internos y que actualmente funciona en Bogotá, Colombia, es considerada
por el Buró de Prisiones de los EE UU como de mediana y alta seguridad y su costo promedio es de 7.5 millones de
dólares. Cabe anotar que este valor no incluye el equipamiento de la cárcel (equipos de oficinas, maquinaria talleres,
dotación celdas internos, dotación salones de clases y conferencias, dotación de áreas de guardia y personal
administrativo, etc). Los valores están supeditados a la cantidad de equipos existentes, la cantidad en metros
cuadrados de infraestructura en instalaciones, la cantidad de internos, el número de personas administrativas, el
número de personal del cuerpo de custodia y vigilancia, el número de talleres, el número de pabellones, el número de
celdas, el número del parque automotor, el número de equipos especializados, las capacitaciones, la cantidad de
contratistas especializados que se requieran etc.
Cárcel tipo de tres pisos. Vista área administrativa y reclusorio

Cada módulo de celdas (patios) se vuelca sobre sí mismo de manera independiente con
capacidad, cada uno, para 200 internos que se distribuyen en 50 celdas, las cuales
cuentan con un planchón en concreto que hace las veces de cama y con servicios
sanitarios. Solo durante la noche los presos pueden acceder a las celdas. Durante el día,
unos permanecen en el patio en actividades varias y otros van a la zona de talleres.
Cada patio es una herradura en concreto y acero sin visibilidad hacia el exterior que se
vuelca sobre si mismo, siendo casi imposible acceder a la cubierta protegida por cuatro
garitas con visibilidad de 360 grados, como lo muestra la siguiente maqueta:

3.2.Seguridad.

En lo que hace a la seguridad, los centros carcelarios deben ser administrados y


controlados por los funcionarios del sistema y no por los internos, como sucede en
algunos centros carcelarios de América Latina11.

Para desarrollar esta tarea de manera adecuada, los diseños arquitectónicos juegan un
papel importante, con la creación de medianas unidades modulares controladas por una
sola administración, las cuales, eventualmente, pueden depender de un Sub-Director o
responsable del funcionamiento de la unidad, con total autoridad sobre todas las
personas que accedan al lugar, incluyendo visitas, guardias, trabajadores técnicos,
internos, etc. Igualmente, es necesario proponer un manejo diáfano del movimiento
dentro de la institución, con circulaciones separadas para los distintos elementos
involucrados, internos, visitantes, mantenimiento, suministros, excedentes, etc.

Estas unidades permiten agrupar a los internos por grados de peligrosidad y similitud de
delitos, ejercer mejor control individualizado, permitir el tratamiento progresivo dentro
del complejo y brindar servicios de readaptación. Se debe hacer hincapié en que debe

11 Los internos, además de brindárseles las condiciones para su rehabilitación y reinserción social, deben cumplir sus
penas y sanciones bajo las estrictas medidas de control y disciplina.
evitarse el movimiento de internos dentro de la institución y la mezcla de diferentes
grupos de peligrosidad.

Diseño arquitectónico y seguridad deben complementarse para que sea la autoridad la


que controle los establecimientos carcelarios. En esta medida, la disposición interna de
las áreas que habitan los reclusos debe proveer suficiente iluminación natural, aireación
y carencia de puntos que por diseños tortuosos (laberintos sin control, áreas invisibles)
sean de difícil control por parte de la autoridad12.

La conformación de patios totalmente encerrados sobre sí mismos, con capacidad del


orden de 200 a 250 internos, controlados por un único punto de guardia con visibilidad
sobre todos los espacios garantiza mayor seguridad. El guardia se puede desplazar al
nivel superior (lugares de las celdas) durante el día, periodo durante el cual los internos
permanecen en los patios (primer piso) y donde desarrollan sus tareas. En la noche, una
vez los internos están en sus celdas, el guardia puede movilizarse en los niveles altos
para comprobar que todos los internos descansan y no hay problemas de seguridad. Por
ningún motivo debe haber celdas en el primer piso pues éste se destinará a la estadía
PERMANENTE de los internos durante el día y del cual solo salen exclusivamente los
que se lo merezcan por su buen comportamiento para realizar actividades en otras áreas
de la cárcel y los que tengan que realizar diligencias judiciales.

Al patio se lleva la comida y bajo las celdas de los pisos superiores, zona de sombra con
altura libre de al menos 5 metros, se instalan los comedores (los sitios más peligrosos de
los reclusorios son los espacios en que internos de diferentes peligrosidades se reunen).
Al patio van los funcionarios encargados de trabajo social, educación y salud e
igualmente se recomienda que allí se realice la visita a los internos en forma
programada13. El centro del patio, en función de su área, albergará el área de deportes.

Deben considerarse múltiples aspectos de sistemas de seguridad independientemente de


que se prevea una instalación de equipos futura, en función de la disponibilidad de
recursos. Al menos prever:
- Detectores de movimiento, perimetral y local.
- Detectores de humo (Norma de contra-incendio)
- Detectores de gas
- Detección de apertura de puertas.
- Cierres electromagnéticos.
- Lectores de Tarjetas.
- Barreras Infrarrojas.
- Botones de Pánico.
- Máquinas de Rayos X
- Detectores de metales.
- Sistema de sonido externo e interno
- Consolas de exclusas.

12 Es requisito fundamental del diseño carcelario que no se presenten áreas que se constituyan en “tierra de nadie” o
zonas tortuosas en donde se pueden ocultar elementos peligrosos. Las circulaciones dentro de la instalación deben ser
separadas para movimiento de internos, visitantes y servicios. Las circulaciones deben facilitar la supervisión y el
control por parte de la guardia. Por lo tanto, mientras más “rectas” y a nivel sean, mejor. Tratar de desarrollar los
proyectos en terrenos planos. En caso de que ello no sea posible, hacer terrazas que permitan grandes áreas a nivel.
Los techos deben ser vigilados en forma permanente con guardias armados en garitas estratégicamente dispuestas.
13
Esta rutina se ensayó en la Cárcel Distrital de Bogotá y ha operado muy bien desde hace 6 años.
Otro aspecto de seguridad tiene que ver con el cumplimiento de las normas contenidas
en los códigos de incendio (NFPA 101), u otras normas locales, que exigen el
planteamiento de medios de evacuación seguros, con distancias críticas de recorrido y
llegada y sistemas que aseguren la apertura pronta de las puertas de celdas por parte de
la guardia en caso de emergencia.

Por otro lado, el planeamiento urbano del proyecto es parte fundamental de su éxito
porque contribuye a reforzar la claridad de la operación, disminuye costos de personal
de guardia, costos de construcción, a la vez que facilita y racionaliza el mantenimiento
y el establecimiento de sistemas de seguridad.

Con el objeto de que la construcción de la cárcel o establecimiento carcelario no se


constituya en un problema urbano futuro, es necesario disponer legalmente que no se
pueda construir (ningún tipo de construcción) a menos de 500 metros lineales a la
redonda del perímetro del establecimiento carcelario. Es decir debe existir un plan de
ordenamiento perimetral en razón de la seguridad de los establecimientos y de los
ciudadanos vecinos al proyecto. Este tipo de construcciones permite ordenar las
ciudades y territorios en su crecimiento, en la medida en que se pueden constituir en
hitos de límite de urbanización de ciudad.

3.3.Gestión administrativa adecuada.

Una de las primeras preguntas que se formulan cuando se pretenden modificar las
condiciones inadecuadas como vienen funcionando las cárceles es: ¿para qué las nuevas
cárceles?, y aunque la respuesta parece evidente, es necesario exponerla de manera
clara.

Lo que se debería buscar, es que:

• Las nuevas instalaciones y su funcionamiento sancionen de manera ejemplar a


los infractores de la ley Penal en el marco del Estado de Derecho, es decir,
respetando los derechos humanos.
• Los establecimientos carcelarios sean manejados por los funcionarios del
Estado que tengan esta obligación y no que los manejen y controlen los
delincuentes y que desde allí no sigan delinquiendo
• Que exista disciplina y reglas claras que los reclusos las acaten y las respeten
• Que haya procesos de readaptación o resocilización de los sujetos que han
quebrantado la ley penal.

Para lograr estos objetivos, es necesario que el proyecto de creación de nueva


infraestructura vaya acompañado de las siguientes actividades:

• Elaborar manuales estandarizados de procedimientos para el funcionamiento y


utilización de los nuevos centros carcelarios y de cada sector que los componen,
claros, concisos y precisos.
• Fortalecimiento de la capacidad humana del sistema carcelario. El recurso
humano debe profesionalizarse como en otros países que se ha avanzado en la
carrera de administración carcelaria y de manejo de la seguridad carcelaria. De
acuerdo con el nivel educativo de la mayoría del personal actualmente existente
en los centros carcelarios, se hace necesario realizar esfuerzos importantes para
que algunos funcionarios terminen la educación básica y secundaria, se formen
en oficios y técnicas propios de la labor carcelaria, comiencen y/o puedan
terminar carreras de educación profesional que le sirvan a la administración del
sistema carcelario.
• Fortalecer los sistemas de resocialización de los reclusos. Para esto es necesario:
- Diseñar programas educativos con el grado de educación, vocación y
edad de los reclusos,
- Establecer convenios con instituciones educativas para tener
alfabetizadores y capacitación especializada en oficios,
- Crear un Plan Educativo Institucional –PEI- con orientación
rehabilitadora para la población interna, de acuerdo con la demanda
detectada en el registro de los recluso, el cual debe incluir educación
básica, aprendizaje de oficios y técnicas, adiestramiento especial para el
trabajo
- Establecer convenios y ayudas con empresa privada, maquilas,
organizaciones internacionales.
• Mejorar los sistemas de seguridad de los centros carcelarios, para lo cual se
requiere: capacitar al personal existente en materia de seguridad carcelaria,
implementar seguridad electrónica interna y perimetral, realizar registro digital
de reclusos, de los visitantes, contratistas y funcionarios (huella digital,
fotografía, datos), inspección electrónica de personal y materiales para su
ingreso con sus manuales de procedimientos, control de accesos a áreas
sensibles (armerillo), sistemas de comunicación de la guardia y personal
administrativo multicanal para asegurar información permanente de actividades
de las zonas internas y externas y traslado de reclusos, desarrollar sistemas
independientes y autónomos de energía e iluminación en zonas críticas que
aseguren normal operación en casos de emergencia, control, administración y
automatización centralizado de los sistemas de seguridad por terceros, con el fin
de mejorar la operación y control de los centros y dotación de armas y equipos
para la seguridad.
• Fortalecer el sistema de comunicaciones de cada uno de los centros carcelarios y
a su vez con todo el Sistema Penitenciario, Por ejemplo transferencia de
información confidencial en forma segura, manejo de bases de datos de reclusos,
con archivos centralizados para mayor veracidad y como método de respaldo,
correo virtual, confiable y seguro para instrucciones directivas y para novedades,
reducción de documentos en papel al máximo, etc.
• Fortalecer los sistemas de movilidad y traslado reclusos (carros diseñados
especialmente para este oficio y motos para la seguridad).
• Crear y aplicar manuales de disciplina y comportamiento interno de los reclusos,
personal administrativos y guardia. Hay que hacer explícitos los derechos y
deberes de los reclusos.

En términos generales, para complementar la construcción de nuevos centros


carcelarios, hay que diseñar y ejecutar un Plan Maestro de Equipamientos que
contemple: instalaciones carcelarias, movilidad (carros, motos), comunicaciones (video,
voz y datos, centrales de monitoreo y control) y recurso humano. Un plan integral que
se ejecute en el inmediato plazo (dos años), mediano (cinco años) y largo plazo (diez
años). Un plan que contemple los recursos de mantenimiento y sostenibilidad del
sistema.
Finalmente, es recomendable:

- Conformar un grupo “élite”, de carrera para la guardia y trabajadores


carcelarios. Por su labor tan delicada deben recibir una paga especial.
- Prohibir el uso de dinero en los reclusorios.
- Uniformar a todos los internos, con excepción de los zapatos. Diferentes colores
permiten identificar el tipo de recluso. (Esto obliga a poseer un sistema de
lavandería y costura de uniformes y a contemplar áreas de almacenamiento de
las ropas y bienes de los internos, particularmente los que se encuentran en
“preventivos”).
- Eliminar las ventas de los internos a otros internos. No pueden tener acceso a las
materias primas ni a productos del exterior.
- Eliminar el manejo de paquetes para los internos. Las visitas no podrán ingresar
nada al penal, especialmente comida o líquidos.
- Tratar de modificar la Ley Penitenciaria para eliminar las fases de Semi-libertad
y sub-siguientes. Es preferible dar libertad condicional y/o casa por cárcel en vez
de sobresaturar las instalaciones carcelarias y ponerlas en riesgo permanente de
seguridad y contrabando.
- Conformar un grupo de evaluación de los procesos internos de los reclusorios y
establecer metas claras, confiables y duraderas sobre ellos.
- Promover asociaciones civiles ONGs que faciliten la comercialización de los
bienes producidos en los reclusorios para generarle recursos al sistema
carcelario.

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