Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
-Rosa dice: Claro que sí, pero soy una flor más extraña y espinosa.
-Rosa dice: Hostia, tío, que esa Rosa me cae muy gorda.
-Henry dice: ¿Y esta otra, a ver? Ay, Rosa, rosa, tan maravillosa, como flor hermosa,
como blanca diosa...
-Rosa dice: Jolines, pero si esa canción la cantaba mi madre, ¿eres un viejo?
-Henry dice: Rosita, soy un adúltero contemporáneo, como dicen en mi trabajo, pero
de sabiduría milenaria. Y esa canción es de Sandro, un mariconazo argentino que la
popularizó por la década de los setenta.
-Rosa dice: Pues espero que seas un chaval, mira que webeando me he echado unos
chascos que no te cuento.
-Henry dice: Chascos, chascos, no, pero uno se huele que hay algo raro y que muchas
veces la gente no es lo que dice ser, ¿no?
-Henry dice: Joder, Rosaleda, la vieja debes ser tú que escuchas a ese par de pavosos
que eran Enrique y Ana.
-Henry dice: Pavosos se le dice en Venezuela a gente como mala onda, perdedores,
lagartos, loosers dirían los gringos.
-Rosa dice: Eres directo, ¿no, Quique? Y qué más quieres? ¿una foto?
-Henry dice: Pues no estaría mal, pero que no se te vea la dentadura postiza...
-Rosa dice: Recórcholis, Henry, vamos a enseriarnos o nos vamos a quedar desnudos y
me parece muy pronto.
-Henry dice: Pero podrías mostrarme un pezón por lo menos ¿usas piercing?
-Rosa dice: ¿sólo la boca? Qué tío tan frío. ¿me enseñas la puntica?
-Rosa dice: Quieto ahí, compañero, que todavía no has pasado la prueba para darte
mi correo. Dos o tres sesiones más de chateo y ya veremos.
-Rosa dice: Tú los has dicho. Entonces, sedúceme. Hazte el interesante a ver si te
ganas el privilegio de conocer mi...mmmmail.
-Rosa dice: Mira, henry, escondidos aquí en la red no podemos darnos el lujo de ser
groseros ¿sabes? Eso jode las relaciones
-Henry dice: De acuerdo. Discúlpame. Pero es que las gallegas en mi país tienen fama
de arrechas.
-Henry dice: Brava, imponente, especial, con un par de cojones. También significa
cabreada, de mala leche.
-Rosa dice: Especial eres tú, gilipollas. Entérate que los gallegos somos una fuerza
creativa, laboral e industrial en todo el mundo y además vivimos en la región más
hermosa de la península ibérica, con unas costas, unas comidas y unas mujeres que
ya tú quisieras ver todos los días, ¿me oyes?
-Henry dice: A mí me encanta el lacon con grelos, sé quien fue Rosalía de Castro y
hasta tuve una novia gallega.
-Rosa dice: ¿Y que le pasó a tu galleguita, te dejó con los crespos hechos?
-Henry dice: Te perdono sólo si vas llenando el siguiente cuestionario. Edad. E-mail.
Foto reciente. Sexo.
-Henry dice: No me vas a hacer caer con elogios para que te responda que tengo
educación superior y cuál es mi trabajo.
-Rosa dice: Touché. Reconozco que tienes nivel, a diferencia de los gamberros que
una se encuentra en los salones de chateo.
-Rosa dice: Te propongo hacer un retrato hablado tuyo y tú me confirmas los datos
que acierte. Te comprometes a hacerlo igual.
-Henry dice: Acepto. Yo, Henry León de Caracas, acepto a Rosa de Vigo y me
comprometo a seducirla y hacerla disfrutar hasta que el orgasmo nos separe.
-Henry dice: ♫ Mira como vas, mulata, buena pa’ adivinar, prosigue.
-Rosa dice: Eres pelinegro. Ojos oscuros. Usas lentes como Manolito Gafotas o Harry
Potter. ¿si?
-Henry dice: Ahora me toca a mí, Rosa. Te visualizo de mediana estatura, con piel
blanquísima, pero te sonrojas con frecuencia. Inteligente, informada. Te gusta leer.
Creo que también usas lentes (los míos son de contacto). Eres la personificación
moderna de Dulcinea del Toboso, pero en Vigo.
-Henry dice: Seguramente muchísimo más, pero suficiente por ahora. Guardemos
algo para el postre.
-Rosa dice: Ese parlamento debería ser mío, devaluado Juan Tenorio.
-Henry dice: Ya, pero me emocioné y me metí en el personaje, mira que por algo
vivo de escribir diálogos. Ups! Te estoy dando demasiada información en un mismo
capítulo y faltan muchos otros, todavía...
-Henry dice: Esteeeee. Estée Lauder es una buena marca de cosméticos, ¿no?, Rosita.
No vayas a pensar lo que no es. No saques conclusiones apresuradas. No te
desconectes y déjame explicarte.
-Rosa dice: Vale. Aprovecha la oportunidad o pierdes contacto conmigo, por lo menos
bajo esta “personalidad”, mira que me parece que tú estás predestinado a extraviar
galleguitas. Y además, ¿cómo puedes estar seguro de que yo no soy ella, tu carmiña
caraqueña, te fijaste que rima y todo?
-Henry dice: Eres peor que yo, Corín Tellado, Delia Fiallo de la internet. Me asustas.
Me pongo el condón y me quito el sombrero.
-Rosa dice: Siempre tienes que cagar la jaula de tu ingenio con una obscenidad.
Vosotros pensáis con la polla. Colgando, boca abajo, allí reside tu cerebro.
-Henry dice: ¿Por qué ustedes los españoles le cambian el sexo a los genitales?
-Henry dice: Que tu gente le dice polla al pene, en femenino y coño a la vagina, en
masculino, cuando debería ser al revés. El miembro del hombre debe ser masculino y
el de la mujer femenino. ¿No crees?
-Rosa dice: Nunca había pensado en ello. Puede ser. ¿Cómo le dicen ustedes allá en
ultramar?
-Henry dice: Aquí, en el nuevo mundo, le decimos huevo, palo, cabezón, junior,
camarada, ginecólogo, el lechero, calvito, taladro, el minero, encapuchado, bicho,
cañón contigo, sacasangre, punta de lanza, tolete y encapuchado al pene y cuchara,
totona, catalina, diabla, melcocha, la prometida, sedienta, hambreada, sacapuntas,
bicharanga, araña, la caníbal, suda-quesuda, miss roquefort, todo-lo-puede, la
amansapalos, papaya, lechoza, sangrona, invertebrada, pepita y caverna, a tu
entrepierna. Aunque es justo reconocer, contrariando mi tesis, que a él también lo
llaman pinga, verga y paella, en femenino y, a ella, chocho, bollo, infiernito y
calamar, en masculino. Si nos letramos, escribiríamos falo y hendidura, cíclope y
sonrisa vertical, cefáleo y génesis. Vox populi: palo, machete, manguera, oleoducto,
tubería, estaca, cabilla y bate (apelativos de él); tragaleches, desdentada,
otroslabios, peluche, carne cruda, sushi y mojarra (alias de ella). English spoken?
Pues, cock & pussy, dick & marylin, and I have just to say that I don’t know anything
else about it.
-Rosa dice: Abrumadora toda esa genitalidad nominal, pero yo me quedo con mi polla
y mi coño o mi “conejo, felpudo”. Y las expresiones gallegas que no te pienso
confiar, todavía, hasta que te nacionalices en Vigo.
-Rosa dice: Me encanta cómo se asustan los tíos, cada vez que sugiero este juego.
-Rosa dice: Con otra tía, una que estaba cachonda y se masturbaba webeando en la
web.
-Henry dice: Interesante, kinky. Cuéntamelo.
-Rosa dice: Nada. Me metí tarde una noche en un chat y allí conocí a Lucía, rubia,
tetona, cachonda, se describía, así que yo me inventé a un tío que se llamaba Hans,
musculoso y con una polla gigante y nos pusimos a fantasear lo que haríamos.
-Rosa dice: Noooo. Me divertí muchísimo inventando cosas extrañas y cuando la tía
estaba desatadísima, me desconecté, dejándola con las ganas.
-Henry dice: Eso no se hace, mi ilustre desconocida. Primera regla del sexo en la red.
-Rosa dice: La gente que chatea, nosotros pues, para decirlo en primera persona e
incluirme, somos una nueva raza de mentirosos, de “pretenders”, para que veas que
los gallegos también podemos aprender algunas palabras de inglés.
-Henry dice: Sigue, Rosa, sigue, que eres la mejor contertulia (¿se podrá decir así?)
que he tenido en la red.
-Rosa dice: Que sí, que soy una tía y te voy a hacer un strip-tease, sin foto todavía,
para que te convenzas y sigo con mi discursillo intelectual, que por ahí es que me has
ganado, ¿quién lo diría de un hispanoamericano?
-Rosa dice: Ponte cómodo, no te desnudes, por favor, todavía, y mira. Soy una tía,
gallega, de Vigo. Me llamo Rosa. Tengo 32 años. Me parezco a Dulcinea en lo rolliza,
pero nada de romántica ni enamorada. Soy miope y no pienso operarme. Bajita, con
piernas de gallega, pero sin barriga, a pesar del queso manchego, el pata negra, los
mariscos y los garbanzos. Odio el caldo gallego. Soy maestra y estoy en paro desde
hace meses. Como la mayoría de mis amigas y buena parte de mi generación, estoy
soltera y vivo con mis padres y hermanos. Tengo un ligue. Mato el tiempo metida en
internet. Ahora te toca a ti, listillo, uno de mis mejores “web-partners”.
-Henry dice: Uff, Rosa. Soy, efectivamente, Henry de Caracas. Vivo solo en un
apartamentico mínimo, con mi perro Harry. Bordeo los 40. Estoy divorciado de Alicia
y tengo una hija, Jessica, a la que veo cada dos fines de semana. Aquí en el trópico
algunas cosas pasan más rápido. Otras ocurren en cámara lenta o nunca llegan.
Tercer mundo, dicen. Y sí, trabajo como guionista y escribidor de cualquier cosa para
una planta de televisión. Mírame bien ahora y aquí, porque nunca me he desnudado
tan desnudo ante nadie, ni ante el espejo que evito, ni ante mí.
-Rosa dice: Te la has ganado, bonito. Pues, nada, Henry, que en la red (y perdóname
que me interrumpa ahora para decirte cómo me impresiona, de verdad, y no te lo
tomes a mal, esa manía o hábito, para decirlo más suave, que tenéis los
hispanoamericanos, debe ser por la cercanía con Norteamérica, por las palabras y los
nombres anglófonos. Es decir, ¿por qué Henry y no Enrique, Frank y no Francisco,
Mary en vez de María, Ann y no Ana?
-Henry dice: Pues, así como yo te planteé lo del sexo y los apelativos masculinos o
femeninos, me imagino que es igual. Mis padres son venezolanos de padres criollos y
hasta allí conozco el árbol genealógico. Nunca me ha interesado demasiado, pero
quien quita que haya algún ancestro ¿británico?. Cuando todo en tu entorno es de
una forma, pues uno, simplemente, no le presta atención y creo que eso me ocurre
con los nombres propios. Ahora, tú tienes razón. Yo, a mi hija, le puse Jessica,
apelativo “anglo”. Muchos otros compatriotas míos lo hacen con mayor o menor
éxito, incorporando, también, nombres italianos: Giovanni, Enzo, Rosatella. Ahora,
nueva amiga, sigue con tu “rollo” de la red.
-Rosa dice: Venga, sí! Pero una orgía de palabras, de mentirillas blancas o grises,
pecados veniales, de deseos, de proyección de tu personalidad, de lo que quieres o
pretendes ser.
-Rosa dice: No me plagies mis argumentos. Sí, un juego de rol entre adultos.
-Rosa dice: Para adultos que se aburren de sus vidas, de sus responsabilidades adultas
y que quieren volver a jugar con un montón de nuevos compañeros de juego que los
esperan, día tras día, en la red.
-Henry dice: Y...¿somos un fraude, como personas, quienes usamos así internet?
-Rosa dice: No metas a Freud en esto. Yo creo que apenas nos disfrazamos quienes
nos metemos en la red.
-Rosa dice: Cuando gustes. Sólo avísame con algo de tiempo para poder atenderte y
ser la anfitriona que te mereces. Henry ¿sigues allí?
-Henry dice: Perdona, fui “a” por una cerveza. Aquí hace un calor del carajo.
-Henry dice: Volvamos al tema. Recapitulo. Internet es un juego virtual, para adultos
que intentan recuperar la vieja costumbre lúdica de ser otro. Por tanto es un juego
de roles, una proyección de lo que queremos ser y no somos.
-Rosa dice: Vamos, no te pongas tan serio. Es un juego, pero que se toma y se deja
cuando tú quieras. Es un carnaval, una fiesta de disfraces. También es actuación.
-Henry dice: O sea que puede ser también el nuevo teatro, la nueva dramaturgia
donde tú mismo vas creando tu personaje, a tu medida, a o la medida del argumento
que te va suministrando tu compañero de juego. Internet es un escenario vastísimo.
-Rosa dice: Hostia, Henry, cuando estoy en la red, estoy jugando. No estoy
enamorando a nadie, ni follándome a nadie, ni robándolo, ni estafándolo, ni
citándome en algún lugar lejano con nadie. No estoy ni siquiera engañándolo. Apenas
estoy jugando, Henry. Jugando. Actuando. Siendo otra. Ofreciendo un show gratuito.
-Rosa dice: No jodas, tío, pareces un marido celoso interrogando a la esposa infiel.
-Henry dice: Pues me robo los diálogos para mis guiones. O me creo personajes,
masculinos y femeninos, y los someto a pruebas de credibilidad y fluidez narrativa,
haciéndolos chatear con mis víctimas de la red. A ver si los convenzo. A ver si
“pasan” como personas reales y creíbles, de verdad-verdad, de carne y hueso.
-Rosa dice: Hablas como la viuda negra, el verdugo atormentado por la voz de su
conciencia, la puta arrepentida, ¿te confiesas semanalmente, vas a misa?
-Rosa dice: Ni de coña, tío, yo con los loqueros y quemacocos no quiero nada, es
más, deberían aplicarles electro-shocks en el culo a todos esos atorrantes, pero es
que tú pareces salido de una vieja y mala película española, en blanco y negro, de la
época franquista, falangista, jurásica, cara al sol y toda esa puta mierda ¡!
-Rosa dice: ¿Qué haces? ¿odias a tus personajes: los enfermas, haces que sufran, los
arruinas y los matas en soledad absoluta, ahogados en su propia amargura,
impotencia y resentimientos?
-Henry dice: Primer mandamiento de las telenovelas: haz sufrir a tus personajes
como a ti mismo.
-Rosa dice: Ya veo. ¿Sabes como tendrías mucho éxito masivo, editorial, comercial?
-Rosa dice: Publicando esos mandamientos tuyos, esas pesadísimas tablas de la ley
para escribir telenovelas, pero sobretodo para usuarios de internet.
-Rosa dice: Por lo menos le quitarías la diversión. Desde luego, yo nunca más me
metería en esa red de aburrimiento y culpas.
-Henry dice: Soy, como tú dices sin conocer mi obra, un dios menor que odia a sus
criaturas, que odia su creación., pero con infinita ternura.
-Rosa dice: Tú eres quien lo dices. Y por eso, ese dios mierdoso y miedoso, cagado y
cargado de miedo por lo espléndido y autónomo e independiente de sus “creaturas”,
les manda el diluvio y los aniquila, salvo a su buen salvaje favorito, el esquirol de
Noé, ¿no?
-Henry dice: Te amo, Rosa. Me seduce tu inteligencia implacable. Brindo por eso.
-Rosa dice: Yo no, Henry (ni te amo ni brindo por eso), ¿ya estás ebrio con apenas
una cerveza?
-Henry dice: Dos. Secos. Generosísimos. El mejor añejo del mundo y olvídate de la
mierda de ron cubano, portorriqueño o dominicanoooooooooooooooo.
-Henry dice: Este efluvio es como tú, de alto contenido etílico y dulzor controlado.
-Rosa dice: Henry, que siento que he sido muy fuerte contigo, pero no soporto la
culpa, esa puta manía de la civilización occidental y que tú me has contagiado
-Rosa dice: Yo soy Rosista, gallega y putana, joder, y del Real Madrid !
-Henry dice: Mira que te van a botar de tu pueblo, gallega arrepentida y, además, te
van a excomulgar.
-Henry dice: Vernácula. Localista. Criolla. Y sí, yo pecador confieso que estudié en
un colegio parroquial regido por unas monjorras uniformadas de blanco y negro que
parecían pingüinos perdidos en el trópico.
-Henry dice: Gracias por la lección de historia, profe. Y te respondo que lo que a mí
me pasa es que después de chatear con la gente, usando mis personalidades ficticias,
me siento culpable de haberlos engañado, utilizado, estafado. El otro día terminé
una relación gratísima con Diana, una chica costarricense, así, de golpe y coñazo,
para poder utilizar las argumentaciones en un diálogo que debía entregar una hora
después en la televisora. Y lo peor fue que me lo rechazaron.
-Henry dice: Qué sé yo. Yo, como siempre, me desvanecí en el éter webeniano. Con
usar otra conexión de messenger tengo. Y hacer cosas como esa, Rosa, logran
decepcionarme de mí mismo. Una sensación que no le recomiendo a nadie. Como la
desazón que siento después de masturbarme y eyacular entre mis manos.
-Rosa dice: Vale, no es tan grave. Ya la costarricense estará chateando con alguien
más.
-Rosa dice: ¿qué? Lo de sentirme mal después de masturbarme? Qué va, tío, si yo me
hago unas pajas divinas!
-Rosa dice: ¿Digitalización, dices? ¡Qué fino me salió el niño que se pajea! Para tu
información (pero para tu imaginación sobretodo), yo me masturbo con una pequeña
colección de “dildos”, vibradores o consoladores (como tú prefieras llamarlos, mi
tesorito caribeño, mi pozo petrolero que derrama crudo en sus manos). Vamos a ver,
Henry, tus preguntas desatan mi afición pedagógica y, si me pudieras ver ahora,
gesticulo y todo, dibujando circunloquios en el aire. Para mí la red es un juego y
nada más. Una ventana, también, para encontrar información muy concreta en los
buscadores, pero que nunca ni jamás podrá suplantar a los libros. A mí me encanta
sentir pasar las páginas en mis manos y tocar la tipografía, casi como si fuera braile,
mancharme los dedos de tinta, oler el papel. Igual me pasa con la prensa. ¿Acaso tú
crees que yo pueda suplantar la edición dominical de El País, por ejemplo? Entonces,
la red es para mí, como te decía, un tablero de juego, una herramienta de
distracción y, sí, también, un medio de comunicación con las dos o tres amistades
que viven lejos. Hoy, lo admito sinceramente, es la primera vez que me encuentro
con alguien interesante y que me ha motivado a decir unas cuantas verdades y dar
mis señas de identidad. En verdad, en verdad te digo que no albergo ningún
remordimiento ni sentimiento de culpa por “jugar” con otras personas que fingen
igual que yo, pretendiendo ser quienes no son, mediante disfraces temporales e
imaginarios. Es más, me parece de lo más saludable y natural. Es una catarsis.
-Henry dice: O sea que internet es como ir al psiquiatra, pero sin sofá?
-Rosa dice: Y dale con tus lavacerebros, ¿te gusta que te hurgen por dentro? ¡búscate
una puta, quieres? Y mi respuesta es que sí, ¿Por qué no? La red es una terapia
abierta y gratuita a todo el mundo (sin nadie que te ordene o lidere) y una tabla de
salvación, un salvavidas, un flotador para gente que, en algún momento, se siente
sola y necesita hablar, escribir, expresarse, comunicarse, ser escuchada o conversar
tonterías con otro ser humano en cualquier rincón del planeta. Además, no tienes
que preocuparte por cómo luces en ese momento, puedes estar desnuda o vestida
como una loca o con ropa vieja, pasada de moda, ajada. Total, nadie te ve y nadie te
juzga. Es un ejercicio puro de comunicación extrema y radical. Y como nadie te
escucha, puedes bostezar o tener una voz horrible o no tener, de hecho, ninguna
voz. Puedes ser muda o sordomuda o no tener cuerdas vocales o no saber articular
palabras y, sin embargo, te puedes comunicar. Porque siempre, siempre, siempre
(créeme, te lo digo por experiencia propia y aquí me sigo desnudando ante ti),
siempre encontrarás a alguien con quien chatear, a cualquier hora del día o de la
noche, bruto o medianamente inteligente, amable o siniestro, pero será alguien que,
como tú, o está aburrido o está jugando o se siente solo, sí, solo en el mundo ancho y
ajeno, y se conecta con la esperanza y la necesidad de expresar que existe, que es,
que está y que tiene una voz, una escritura, una sintaxis, una existencia, una
individualidad, aún cuando pretenda ser otra persona, en otro tiempo y espacio, en
otra piel, viviendo la vida del otro que se desea ser. Y lo mejor de todo, Henry, es
que la escritura lo aguanta todo y puedes ser simpático, encantador, amable y
cordial sin mayor esfuerzo que tu intelecto y tu personalidad, sin forzarte a sonreir ni
tener que cuidar tu gestualidad ni tu expresión facial, con todos esos músculos
trabajando para que no te delaten las cejas enarcadas, el aleteo involuntario de la
nariz o las comisuras caídas de los labios.
-Henry dice: Y todo el mundo internetea buscando lo mismo que tú y que yo?
-Rosa dice: Nadie busca ni encuentra lo mismo que tú ni que yo. De hecho, creo que
tú y yo buscamos cosas distintas, aunque semejantes, y encontramos destinatarios
diferentes quienes, a su vez, son espejos nuestros.
-Rosa dice: Salud, Henry, brindo con mi tercer vermucito. Mientras más rápido
escribo, bebo más lento. Y fumo, sola, contigo, en mi habitación. Ah, y sana, sana,
culito de rana, ¿de cuáles viejas heridas me hablas?
-Henry dice: Del divorcio, de no poder ver todos los días a mi hija, de darme cuenta
ahora, lo útil que me hubiera sido que, entonces, hubiese existido internet, para
encontrarte a ti o a alguien que me escuchara, que me acariciara, virtualmente
claro, a través del monitor de la computadora.
-Henry dice: No, gracias, ya me dejé de eso, aunque no me vendría nada mal, ahora,
unas cuantas bocanadas de Gitanes, en su elegante cajetilla azul, con dos colores
más, blanco y negro.
-Rosa dice: Por dios, pero si es lo que yo fumo. Gitanes, sin filtro.
-Henry dice: Paso y gano! Los míos eran con filtro. Mira que aquí la costumbre es de
tabaco rubio y cuando alguien enciende un cigarrillo de tabaco negro la gente
alrededor te mira como si te fumaras un habano. Ustedes en Spain fuman a lo bestia.
-Henry dice: Brutos como ustedes solos, como nuestros gochos y como tus vecinos los
belgas.
-Henry dice: Me lees como a un libro abierto. Siento que me he vuelto demasiado
obvio. Lo de Diana era un escarceo en serio, una relación a distancia, honesta, que
podía prosperar, con horas y horas de tiempo invertido en mails y chateos.
-Henry dice: Pues no. Tengo una amiga con derecho, como decimos aquí en
Venezuela. Quiero decir que es una buena amiga con quien comparto casi los mismos
intereses (lecturas, cine, tragos, playa, béisbol) y, encima, tenemos buen sexo. Ella
duerme un par de noches a la semana en mi casa y yo, siempre, evito quedarme en la
de ella.
-Rosa dice: Me suena bien a mí, Henry, como una relación ideal. Y hasta me pongo
celosa, de ella y de ti. De ambos. Porque déjame decirte que siento un “ambos” más
intenso que con Manu, mi ligue actual, por ejemplo, un tío con el que follo, pero con
el que nunca me despierto. Una sonrisa fácil y una buena cama con la que no
comparto más que las tapas y el tabaco y los vermús. Ah, y el fútbol. Pero no más.
Por eso, web-friend, yo sí sé que busco en la red, y en los libros, el cine, el teatro,
los amigos: algo más. Y no sé exactamente qué, pero sí sé que es “algo” y sí sé que
es “más”. Así que me conecto a internet, como tú le dices, a ver hasta donde me
lleva, hasta quien me acerca, sin juzgar. Sin planear quién voy a ser hoy y a qué voy
a jugar. Hoy, casualmente, te encontré a ti. ¿Nos volveremos a encontrar? Hoy,
contigo, he sido más yo que nunca. Hoy tú has develado a la más genuina “Rosa” a
quien no encontraba desde hace muchísimo tiempo. Y eso, para mí, es “algo” y es
“mucho” y es “más”. Así que gracias, mi sudaca intenso. Ahora, te vuelvo a
preguntar: para ti, esa relación que sostienes no te llena, no te satisface, no te
resulta, tal y como yo te percibo a ti y a tus expectativas, “ideal”?
-Henry dice: Uff, Rosa, perdona la pausa, la pantalla titilando en blanco como una
agresión a los ojos, este silencio que se desespera y alarga, pero...me tocas y no
sabes de qué manera. Tratando de responder tu pregunta, yo siento que ella (de
alguna forma parecida a ti) quiere, espera, necesita “más”. No me lo dice, pero la
inquietud está ahí. Y yo, después de mi divorcio, no quiero compromisos ni
responsabilidades ni nada ni nadie que me ate, salvo mi hija, que es mi única
prioridad en la vida y mi cable a tierra. Por lo demás, Rosa, no me tomo nada en
serio. Vivir levemente, evitando el dolor, pasándola bien en la medida de lo posible,
paseando y ocupándome de mi perro, escribiendo mis libros eternamente inéditos,
participando en todo concurso literario del que me entere y webeando, pero sin
tener claro, hasta ahora, por qué lo hago. ¿Interneteo por jugar, por escapar, por
soledad, buscando qué, a quién, buscándome, encontrándote? ¿yo mismo me creo lo
de mi excusa de nutrirme de los internautas para mis escritos televisivos y por qué no
para mis narraciones inconclusas?. Ya, a estas alturas, me pregunto también si tú
existes y estás allí, en España o en Timbuctú, y si eres efectivamente una mujer, un
ángel, un demonio, un enano, la inteligencia autónoma de una computadora
arrechísima que se comunica por sí sola e intercepta chat-rooms. ¿existes, estás ahí,
te llamas Rosa, tienes treinta y tantos años, eres soltera, miope, nos tomaremos unos
tragos juntos, frente a frente, algún día, en Florencia, replicando el itinerario de mi
admirado Hannibal Lecter en esa ciudad que es, por sí misma un museo extramuros
preservado en el tiempo? Y ¿por qué si tengo a Gloria, esta relación “ideal” en mi
vida, por qué persiste, entonces, siempre, esa vaga pero omnipresente sensación,
inquietud, angustia, agonía, ese estribillo que se despierta con el ron y me canta
desde adentro, con la voz inconfundible de Mick Jagger a capella: “you can’t always
get what you want, you can’t always get what you want, you can’t always get what
you want, but if you try so hard (y aquí explota la percusión, con la banda completa
de los Stones haciendo coro, y jamás he podido entender ni reproducir la letra).
Luego, tras un silencio imperceptible, vuelve el bocazas de Jagger y me susurra
directo al oído, con sus labios pegados al pabellón de mi oreja derecha: “I can’t get
no” (♫ punteos de guitarra ♫) satisfaction” (♫ punteos de guitarra ♫) “I can’t get
no” (♫ punteos de guitarra ♫) “satisfaction” (♫ punteos de guitarra ♫)
CAPÍTULO 2
Chacón y la hondureña
-Henry dice: Rosa, espinosa, respóndeme, mira que en el espejo mágico del
messenger te veo conectada. Anda, rózame con tus petalos sonrojados,
Róooosssssaaaaaaaaaaaaaa ¡!
-Rosa dice: ¿cómo el dios apocado que odia a sus personajes o como el energúmeno
marido que desesperó a su esposita hasta hacerla renunciar, en vida y pleno uso de
razón, al sagrado vínculo del matrimonio? Estaba cagando
-Henry dice: La cagaste, Burt Lancaster. Fó, carajo, lávate las manos y cierra la
puerta del baño.
-Henry dice: Mira quien habla! Oye, Rosita, volvamos a lo del otro día, lo de internet,
el engaño, la culpa, el juego y la ficción. Me dejaste intrigado. Dándole vueltas a la
idea.
-Rosa dice: Matemos el tema, para que puedas dar cristiana sepultura a tu cadáver,
que ya tiene rigor mortis y comienza a oler mal.
-Henry dice: Tú todavía sostienes que todo el mundo se mete en internet sabiendo
que es un engaño y que la gente no es quien dice ser y que esto no le afecta ni le
importa a nadie, porque estamos jugando disfrazados?
-Rosa dice: Debe haber gente que se cree todo lo que le dicen, en persona, por
carta, la red, la radio, la prensa o la televisión y son los estafados de siempre. Pero
hay gente que no y entra y juega y se divierte y conversa y se desconecta y vuelve a
su vida de todos los días (aburrida, interesante, miserable), sin consecuencias, sin
daños, sin manchas en el inconsciente.
-Rosa dice: Pero quién puede ser tan tonto para enamorarse en la red?
-Rosa dice: No. He escuchado cosas que le han pasado a los amigos de un amigo que
dice conocer a un tipo que un día fue feliz.
-Rosa dice: No, que no. Que no conozco personalmente a nadie que se haya
enamorado en la red. Que siempre se escuchan historias, pero quienes te las cuentan
tampoco conocen a los protagonistas de esos cuentos en carne y hueso. Son puras
referencias. Además, a mí me daría mucha pena reconocer, por ejemplo, que
conozco gente por internet. Imagínate entonces decir que me he enamorado de
alguien a través de la web y que no lo he tenido frente a frente jamás de los
jamases.
-Rosa dice: Cuando arregle el escáner, mira que yo no tengo cámara digital. Y la
tuya?
-Rosa dice: Que no sé como haces para obligarme a decirte que sí, Henry, que yo,
una vez, me enamoré a través de la red.
-Henry dice: No me jodas, Ros-ah, tampoco es para que me sigas la corriente.
-Henry dice: Dímelo todo. Ya no te puedes parar. Y dejarme con las ganas.
-Rosa dice: Ay, Henry, qué vergüenza, por eso no te mando mi foto. Menos mal que
no puedes verme, ni oirme.
-Rosa dice: Nada. Que yo me enamoré en la red hace tiempo y fue una decepción,
una estafa, un engaño, un globo desinflado, un blof.
-Henry dice: Vale, lo siento. Insistí en el tema porque unos amigos míos juran y
perjuran que una conocida de ellos conoció a su novio en internet y ahí están juntos,
agarraditos de manos, y aparentemente les va bien.
-Rosa dice: Bien por las vacaciones panameñas. Tu colega saludó a Noriega?
-Rosa dice: Conozco a la chilindrina y me quedo con Rossy de Palma, sabes, la chica
Almodóvar que formaba parte de un colectivo artístico llamado “peor imposible”
-Rosa dice: Tarde o temprano, todos terminan mostrando su lado pervertido y sus
fetiches, aunque jamás me imaginé que Rossy despertaría fantasías sexuales en
nadie. Me alegro por ella. Es bueno saberlo. ¿Y a ti te gusta hacerlo vestido de
grande liga y que tu chica grite home run cuando se corre? Lo digo porque el Manu
me pide cantar los goles que anota en mi portería...
-Henry dice: Portera puñetera, el deporte da para todo y sí, ahora quiero que me
visualices usando mi gorra de los Leones del Caracas y a mis fanáticas sobándome el
bate.
-Rosa dice: Gracias por las fabulas, Esopo, pero no renuncio todavía a la morriña que
me produjo mi decepción ¿romántica?
-Henry dice: Te has dado cuenta de cómo hemos intercambiando nuestros roles?
-Rosa dice: Sí, mientras yo, tu Rose of Spain, el peñón de Gibraltar, se desmorona
ante tus ojos.
-Henry dice: Tanto y cuanto que hasta Harry está moviendo la cola. Y tú sabes lo que
eso significa.
-Henry dice: Cuidado, Rosa, que no se entere Harry que estamos hablando de razas,
mira que él es mestizo y muy sensible ante estos temas.
-Rosa dice: Qué no! Responde sin hacerte el ofendido, mi aborigen sin taparrabos.
-Henry dice: Agárrame la liana, tú, Jane, yo, Tarzán, Aquí ver a Harry, pero dónde
estar chíta, la sinverguenza monanga vietnamita?
-Henry dice: Ya. Yo y mi perro, mi perro y yo somos muy distintos. Yo soy de alta
alcurnia, de la realeza imperial. Y él es un mestizo, hijo de una perra que lo
abandonó al nacer y semental desconocido.
-Rosa dice: ¿Qué dices? Si ignoras la magnitud, el tallo, las ramas, las raíces, de tu
árbol genealógico, mucho menos vas a tener escudo heráldico o corona o cetro.
-Henry dice: Bien merecida que te tienes la sonrisa, Rosa. Créeme. Nunca he
chateado tanto, ni tan seguido, con nadie. Hasta he abandonado la escritura por ti.
-Rosa dice: Anda, me despido, vuelve a escribir y mándame tus narraciones por e-
mail. Y no me contactes hasta que lo hagas.
CAPÍTULO 3
------------------------------------------------------------------------------
De: rosapdgibraltar@iberways.com
Para: henryelescribidor@correolatino.net.ve
Asunto: ¡ no me esperaba menos !
Gutiérrez
-Rosa dice: Yújuuuuuuu, Henry, aquí te estoy esperando.
-Rosa dice: Bueno, a lo nuestro. ¿Dónde están tus escritos tan novedosos y
revolucionarios que no me los puedes enviar por la red, porque te los roban, te
plagian, García Márquez te imita o te los copia Pérez Reverte, Manuel Vicent o tu
compatriota Boris Izaguirre, quien aprovecha, de una vez, para leerlos en Crónicas
Marranas, mientras nos muestra su culo famoso o le toca las tetas a Loles León.
-Rosa dice: Me gustan los bípedos de pelo en pecho y bíceps, tríceps, desarrollados.
-Henry dice: Paso y gano, Rochela, soy lampiño y te informo que a los fisiculturistas
se les atrofia el principal músculo del cuerpo, que no es el corazón, ni la lengua.
-Rosa dice: Estamos afilados.
-Rosa dice: Eso lo dijo algún personaje bíblico, hace miles de años.
-Henry dice: Que cuando se trata de ficciones, se cuentan siempre las mismas
historias, actualizadas a cada época, cambiándole, quizás, el nombre a los
personajes, pero las motivaciones humanas siguen siendo las mismas desde la
prehistoria, con más civilización ahora, con diferente vestuario y más sutilezas,
pero...
-Henry dice: Pero, Rosespina, los grandes temas siguen siendo Hamlet, Romeo y
Julieta, el Quijote, la Divina Comedia, Sueño de una noche de verano, Otelo, una y
otra vez, re-escritos y renovados.
-Henry dice: Por ejemplo, lo que se me ocurrió esta tarde paseando a mi perro, fue
escribir una novela breve, una noveleta, pues, sobre internet. Gente que se mete en
la red y cómo se queda allí atrapada, en las ficciones de otros.
-Rosa dice: Eso. ¿por qué no, Henry? Eso mismo te pregunto yo, ¿por qué no lo
positivo de combatir la soledad y conocer gente y acercarse a alguien, sin correr
riesgos ¡!
-Rosa dice: A lo mejor exageré un poquito, dramaticé para hacerlo más interesante,
pero aquí estoy en la red.
-Henry dice: Dramatizar. Hacerlo más interesante. Mentir. Exagerar. Ponerle una
lupa a los hechos y narrarlos de nuevo, bajo una perspectiva inusual. Agregar unas
cosas, eliminar otras. Acelerar los acontecimientos.
-Rosa dice: Ya! Estoy que me como las uñas. Me muero de las ganas, Henry. No me
dejes así.
-Henry dice: Me encanta que te cabrees. Como la cabra mocha de Josefita Camacho,
que es mocha de los dos cachos.
-Henry dice: Etnomusicología y folklore actual. Eso es parte de la letra de una gaita,
música popular que se escucha en navidad.
-Rosa dice: Está bien, si quieres me disfrazo de tu cabra mocha, pero a cambio de
que me cuentes.
-Rosa dice: Como los cadáveres exquisitos de los surrealistas? Que tú comienzas a
contar una historia y yo la sigo y tú continúas y yo la concluyo?
-Henry dice: Algo así, pero tratando de que sea más interactivo y dinámico y que se
vuelva algo legítimamente creíble e interesante. Tratamos ¿?
-Henry dice: Empecemos por algo rebuscado, bizarro. Mezclando el culo con las
pestañas. Por ejemplo, metámonos con una institución sacrosanta.
-Henry dice: Eso está mejor, pero dejémonos de venganzas personales y allí puedo
oler una.
-Henry dice: Como personaje, te intuyo. ¿Qué te parece un seminarista sin nombre
propio, sin nombre de pila.
-Rosa dice: Pero tú y yo, dioses tutoriales de esta historia, tenemos que bautizar a la
pobre y maltrecha criatura.
-Henry dice: Veo que ya jodiste al pobre hombre.
-Rosa dice: No usan ropa interior, no usan ninguna ropa, bajo su túnica de tela de
frazada áspera, color mierda tristón (DE LA MISMA TONALIDAD ESCATOLÓGICA QUE
EL TÍTULO DE ESTE CAPÍTULO)
-Henry dice: Aprobado el vestuario. Ahora a ver cuál es el drama, el nudo, el motivo
ciego.
-Henry dice: Se acuestan a la misma hora que las gallinas, al ponerse el sol. Duermen
sobre almohadones de heno. Y se despiertan mucho antes de que amanezca, para
flagelarse unos a otros.
-Henry dice: Gay, no. Soy straight. Heterosexual. Muuuuucho macho latino. Y tú
no...?
-Rosa dice: No, pero te encantaría que te dijera que sí, que también me gustan las
mujeres y que te invitara a formar un trío para sobarte el bate?
-Rosa dice: Los incautos monjes, legión de cobardes borregos, se despiertan antes de
que salga el sol y se dedican al hastío y la humillación. Después desayunan y labran el
campo.
-Henry dice: Qué bucólico. Y de pronto, rompiendo con todo este mundo de
anacoretas atormentados... Por cierto, Rosa, te gusta Saura?
-Rosa dice: Mamá cumple cien años. Peppermint Frappé. Deprisa, deprisa. Amor
brujo. Acabo de ver una retrospectiva que pasó el canal digital.
-Henry dice: Qué envidia, y sin moverte de casa, yo, aquí, para hacer eso tendría que
esperar un ciclo en la cinemateca nacional o tratar de ubicar las películas en los
videoclubes callejeros que allá in spain llaman top manta.
-Rosa dice: Yo poco me muevo de casa y no sé si sabes que Saura escribe de un tirón
sus guiones.
-Henry dice: Gutiérrez cierra la puerta con sigilo, gira un interruptor que busca a
tientas en la pared y se enciende, sobre un mesón antiquísimo, una pequeña lámpara
de mesa que, sorpresivamente, funciona con la pecaminosa y prohibida energía
eléctrica
-Rosa dice: Te estaba cachondeando a ver si caías, por tu culpa, por tu culpa, por tu
obsesionadísima culpa. Culpao, culpón, culponazo...
-Henry dice: Eso es. Le manda, por enésima vez, un mail que no se le devuelve, pero
que nunca obtiene respuesta.
-Henry dice: Preguntas que nunca llegamos a leer, porque la cámara no nos deja.
-Rosa dice: Seguro. Primero te burlas del e-mail divino y después lo usas. Así te trata
tu jefe?
-Henry dice: Exactamente, ahora sabes como se siente, Rosita y esas malas mañas se
pegan. Perdóname. No lo vuelvo a hacer.
-Rosa dice: Con tal de que no nos salga una cicatriz en la cara.
-Rosa dice: Me pones nerviosa. Voy a asegurar la ventana y cerrar la puerta con llave
-Henry dice: Rosa, que era broma. Roooossaaaa, cómo tardas! Mujer, qué haces?
-Rosa dice: Ya !
-Rosa dice: Nada. Le daba una vuelta al baño y al cuarto, ya las puertas están
aseguradas.
-Henry dice: No, es que tardaste tanto, que pensé que te fuiste a preparar un bocata
o que te follabas al Franky.
-Rosa dice: No dejes tanto tiempo al monje solo, mira que puede volver al
monasterio y dejarnos con los crespos hechos, como a un par de gilipollas.
-Henry dice: Rosa de mi vida, rosa de mi amor, los personajes no tienen vida propia.
-Rosa dice: Los tuyos no.
-Rosa dice: Personalidad, vida y voluntad propia. Mis personajes hacen exactamente
lo que les da la gana y yo no puedo hacer absolutamente nada para remediarlo.
-Henry dice: Perdona la pregunta, bonita, pero qué personajes son esos?
-Henry dice: ¿!
-Rosa dice: No para ti, no ahora y aquí, sino cuando me aburro. Son personajes que
me invento para los demás, para jugar, el baile de máscaras, el juego de rol y todas
esas cosas. Tú no eres el único, querido, no te vayas a creer. Así como yo sé que yo
no soy la única para ti. No te hagas el dolido, el ingenuo, el sorprendido y sigue
adelante
-Henry dice: Uff, Rosa, me encantaría que fueras uno de mis personajes. Tienes
fuerza, tienes arrastre
-Henry dice: Déjalo, que me está dando dolor de cabeza. Dame un chance para
buscar agua y tomarme un analgésico.
-Rosa dice: Qué sugestionable eres. Pero me imagino que eso les pasa a todos los
escribidores, como tú dices. Debe ser algún tipo de enfermedad profesional y
terminan creyéndose todo lo que escriben o ven o leen. Menos mal que no escribes
necrológicos en un periódico, porque te imaginarías leyendo tu propia esquela
mortuoria. Tampoco trabajes nunca en publicaciones médicas, ya que correrías el
riesgo de sentir los síntomas de todas las enfermedades descritas, somatizarías y
terminarías desarrollando alguna dolencia. Estás de vuelta?
-Henry dice: Sí, pero monté la cafetera. La cafeína acelera el efecto del analgésico.
-Henry dice: Rosita, que me has dejado preocupado. Si tus personajes son los que
mandan, entonces es que tú estás delirando, ¿sabes? En el campo de la ficción,
cualquiera que este sea, tú, el creador, siempre debe estar al mando
-Henry dice: Y el hermano que lava la ropa se pregunta acerca de las manchas tan
persistentes que no salen. Me voy de anecdótico, pero mientras escribía esto me vino
a la mente una canción tontísima del grupo Aditus que decía algo así como “esta
mancha en mi pantalón, no se quita, no, no, no, no se quita” y lo repetía mil veces.
Había un locutor en Radiodifusora Venezuela, una emisora juvenil contestataria, que
anunciaba la canción como un jingle comercial de un quitamanchas y decía que allí
había publicidad subliminal
-Rosa dice: Pues podemos utilizar esa canción como banda sonora y tema
promocional de la peli
-Henry dice: Cuál peli, Rosa, si acaso cuento corto, porque esto no llega ni a
segmento de un programa unitario sobre internet.
-Rosa dice: ¿cómo que no, insensato? ¿qué te parece internet y el fin de las
religiones? ¿internet la nueva religión? ¿dios vive en la red?
-Henry dice: Pues para mí tendría mucho sentido que dios, si existe, viviera en la
web, siendo, como es, lo más étereo, intangible, lo más universal, planetario,
cósmico, invisible e instantáneo, omnipresente, lo más ambiguo y lo más cercano al
cielo, al más allá, a presencia y ausencia, ahora y aquí, pero también ahora y allá,
aquí y allá. Internet encarna el concepto de la simultaneidad. Michelangelo hubiera
enloquecido en la web.
-Rosa dice: Michelangelo vive en la red. Y también todos los demás. Freud, Mc Luhan,
Dalí, Breton, Buñuel, Cezzane. Picasso no, que ese era un hijo de puta.
-Henry dice: Menos mal que al final te pusiste terrenal, Rosa, porque cuando te me
vuelves la rosa mística...no sé si hablo contigo o con un espectro.
-Rosa dice: Y qué más da? Imagínate que soy un fantasma, un espectro, tu ángel de la
guardia
-Henry dice: Dulce compañía, córtalo ya, o vas a terminar diciéndome que internet
es un invento extraterrestre, una puerta dimensional, una ventana para asomarnos a
otros mundos (pero que están en este, como ya dijo Paul Eluard), un espejo mágico,
bah, rosita, bla, bah y mil veces bah
-Henry dice: Hacía años que no veía escrita esa palabra. No, tengo el dolor de cabeza
pegado.
-Henry dice: Y desechamos esta historia que nos ha quedado muy mala.
-Rosa dice: Oye, sólo me queda una duda ¿qué le hubieran hecho a nuestro monje
onanista si lo agarraban conectado a la red?
-Rosa dice: Creo que la sodomía, práctica usual, por lo demás, entre cofrades, habría
sido lo de menos. Creo que hubieran sido todos más relajados, desprejuiciados y
felices, con la mayor suma de felicidad posible y por cabeza, si cabe, digo, tanta
felicidad, en un mundo de hombres, bicéfalos por naturaleza. Tantas cabezas y
piensan tan mal o no lo hacen para nada. Pensar. Porque si de pen(e)sar se trata, no
hay quien les gane en el reino de los bípedos, al menos...
-Henry dice: Coño, la vieja puta de Margaret Mead se coló en la red, clonada con
Liliana Cavani.
-Rosa dice: No me seas infiel esta noche con otras en la red. Desconéctate ya, mira
que te voy a estar vigilando, aunque sé perfectamente que puedes reconectarte a
través de cualquiera de tus otras identidades, usando diferentes e-mails y nicks y...
-Henry dice: ¿otras identidades, diferentes nicks, e-mails? Me estás dando ideas.
-Henry dice: No me gustan las pesadillas ni los sueños obsesivos. Pórtate bien. Y no
sigas de ronda por la red. Tú tampoco me montes cachos o tarros, como ustedes
dicen.
-Henry dice: O sea que ahora, además, internet constituye, según tú, una nueva
teología de la liberación
-Rosa dice: Qué hispanoamericano que eres, teología de la liberación, hablas como el
trasnochado de Eduardo Galeano en sus venas abiertas de américa latina (título
efectista sugerido por algún publicista zurdo). Y aunque te duela, todavía no sé por
qué pero espero averiguarlo, la red sí es una nueva religión (sin teología ni papa-
natas, sin líderes ni intermediarios), sí es un epicentro de energías, sí es un canto a
la biodiversidad y a la multiplicidad y a la simultaneidad que tú mismo decías
-Henry dice: Y es, también, una nueva droga para una nueva feligresía que hace
proselitismo como los fastidiosos evangélicos o los testigos de nomejodasyá que tocan
a tu puerta importunándote los domingos.
-Rosa dice: Pero quién toca a tu puerta en la red? Nadie va a buscarte, ni a invitarte,
ni a molestarte. Tú, solito, eres quien te metes, te accesas, entras a los salones de
chateo. ¿Entonces, fariseo?
-Henry dice: Que sí, que tienes algo de razón en ciertas cosas, pero me irrita, no
logro detectar por qué, tu defensa a ultranza de internet, tu alegoría, tu canto de
alabanzas a la red, tu oh-sana, hey, sana, sana, sana-ho, sana-ho, sana, hey, sana
(¿te acuerdas: Jesucristo superstar, el original, en inglés con subtítulos en español y
no el cristo mancillado por camilo sesto balbuceando en gallego)
-Rosa dice: Pero cúal es tu rollo con internet si vives metido aquí? Si no te gusta,
véte, desconéctate, quejica, arroja el puto ordenador por la ventana ¡!
-Henry dice: Va-le. En mi país, lo que me has dicho se llama “mandarme a lavar ese
culo”. ¡qué gráfico, no?
-Rosa dice: Posiblemente sí, pero no arriesgo nada. No sacrifico horas de sueño ni
dejo de comer, bañarme, fumar, asomarme a la ventana, ver el fútbol en la tele. No
compro nada a través de la red. No soy tan incauta como para darle el número de mi
tarjeta de crédito a nadie.
-Henry dice: A veces, internet me asusta. Siento que gana terreno en mi vida,
suplantando otras cosas y, como tú me lo describes, me suena a bar abierto y a club
de alcohólicos anónimos a la vez. Me explico?
-Henry dice: El cráneo se me parte en dos. Espero que no seas tú haciéndome vudú.
-Rosa dice: Entonces es una migraña de puta madre y padre y señor mío. Disfrútala!
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
Rosa y Cecilia
-Rosa dice: Hola, Cecilia, hoy tardaste en conectarte
-Cecilia dice: No mucho. Hoy recibí correo de mi hijo que está en Canadá
-Rosa dice: Mejor. Le molesta mucho la rodilla, tú sabes. Ahora las dos estamos
tomando calcio.
-Cecilia dice: Eso es muy importante, mijita. Y comer bien, poquito, pero de todo.
-Rosa dice: Y quién quiere casarse? Yo tengo al Manu, ahí, a la mano, cada vez que lo
necesito.
-Cecilia dice: Peor que nosotros. Ustedes sí que tienen de qué preocuparse allá en
España con las bombas que explotan por todas partes. Oye, y vi en televisión lo del
derrame petrolero. Qué desastre!
-Rosa dice: Siempre pasa lo mismo, todos dicen que van a tomar precauciones y esos
irresponsables terminan envenenándonos a toda costa
-Cecilia dice: Ah, pero nuestros mariscos chilenos son mejores que los gallegos. Así
que no te preocupes, que los exportamos y los puedes comprar allá
-Rosa dice: Ahora la que sueñas eres tú, sureña. El día que pruebes nuestros
crustáceos, renuncias a tu nacionalidad chilena, de pura vergüenza...
-Cecilia dice: Se te cae la baba por él y nunca me hablas así del Manu
-Cecilia dice: Mejor, porque estamos rodeados de problemas por todas partes
-Rosa dice: Cecilia, recuerda que no me has dado la receta del choclo. Envíamela a
mi correo electrónico
-Cecilia dice: Entonces, la rosa insiste en decirme que no anda buscando novio por la
internet
-Rosa dice: Si es verdad que los chilenos tienen fama de buenos torturadores
-Cecilia dice: Cómo eres. Esa no te la perdono, mira que nuestro pueblo sufrió mucho
con los milicos
-Rosa dice: Sí, porque nosotros nos la pasamos de perlas con Franco
-Cecilia dice: Y con medio mundo, con tu madre, con el Manu, con tus novios de
internet
-Rosa dice: Contigo no puedo! Se llama Henry, es divorciado, tiene una hija y me
corteja
-Cecilia dice: Cuidado con los venezolanos que tienen fama de embaucadores
-Cecilia dice: Hágase la imposible, mijita, que ellos valoran las negativas
-Cecilia dice: Esas son nuestras armas, pero no abuses. Ya tienes su foto ¿
-Rosa dice: Claro que sí. Es joven y bien parecido, de rostro inteligente.
-Cecilia dice: Y cómo dijiste que se gana la vida?
-Rosa dice: No te lo he dicho todavía, Cecilia, pero voy a informarte que mi Henry es
escritor de telenovelas
-Cecilia dice: Debe tener dinero entonces, porque esos dramas los pasan en todas
partes, hasta traducidas al árabe y al japonés, que lo leí en una revista de la
peluquería
-Cecilia dice: No te hagas, la rosita, cuéntame lo del dinero o me vas a decir que no
le preguntaste
-Rosa dice: No le pregunté, por supuesto. Me parece una grosería, pero por lo que me
cuenta vive bien en una de las mejores urbanizaciones de Caracas y tiene varios
perros de raza
-Cecilia dice: Será que vive en La Castellana, porque allí residen unos compadres
míos que se exiliaron y me cuentan que es una de las zonas mejor cotizadas
-Cecilia dice: Tú no tienes que pedirle nada, la rosa, si él fuera un caballero tendría
que demostrarte que va en serio, dándote todos los datos, teléfono
-Rosa dice: Hablas como mi mamá y también le voy a pedir que me muestre sus
estados de cuenta
-Cecilia dice: Conociéndote como a una hija, rosita, no te mando la receta del choclo
hasta que tú me mandes la foto del venezolano. Oye, y si quieres, mis compadres de
Venezuela pueden averiguar algo
-Rosa dice: Quédate quieta, Cecilia, ¿te convertiste ahora en detective privada?
-Cecilia dice: Por qué no, mijita, si tampoco tengo tanto que hacer y me queda
mucho tiempo muerto.
-Rosa dice: Una niña preciosa con la que he chateado y quiere conocerme.
-Cecilia dice: Esas frívolas son más divertidas y chismosas. Lástima que sea sólo una
vez a la semana
-Cecilia dice: Apenas me recorté y me teñí de castaño claro y me hice las uñas de las
manos y los pies, soy una consentida y una perezosa
-Rosa dice: Y tu diagnóstico de Henry?
-Cecilia dice: Cuidadito, la rosa, que te convierto en rana, como a las pretendientes
de mi hijo que no me gustaban
-Cecilia dice: Una grande en la nariz, a ver que te dice el venezolano. Oye, sería una
linda prueba de amor, no te parece?
CAPÍTULO 8
Jessica
La niña adora a su padre. Claro, es más fácil ser papá cada quince días y dedicarle
toda la atención en dosis concentradas, consentirla, abrazarla, prodigarle mil
pequeños besos sonoros que ella atesora en el recuerdo para que le duren hasta
dentro de dos semanas. Además, en casa de Henry, Jessica puede jugar con Harry,
corretear entre los escasos muebles, saltar en la cama, comer chucherías, tomar
refrescos, ver tele a toda hora, acostarse tarde. Cosas que su mamá nunca le
permitiría. Y es que el verbo prohibir no se pronuncia en los predios paternos.
CAPÍTULO 9
Rosa y Sebastián
“El escepticismo imparte demasiado tarde sus bendiciones
sobre nuestros rostros de hienas idealistas”
(Cioran)
-Rosa dice: A cada puta oveja la trasquila su pareja. Así que déjame tranquila, en
casa. ¿Qué tal la terapia?
-Sebastián dice: Como un chófer, más bien. Ya no choco con los muebles ni me los
llevo por delante. Además, los han puesto hacia los rincones. Perdona el tema pero
lo Q me acojona es ir al baño.
-Rosa dice: Nada, que sigo metida en la red, cada vez más tiempo y aguantando las
protestas de mi madre que me riñe y riñe y riñe
-Rosa dice: Y yo ¡!
-Rosa dice: Hay tan poca gente en la red con quienes aprovechar lo que sabes.
Cuando te huelen listilla te despachan
-Rosa dice: Cueste lo que te cueste y que no te importe con quién me acueste
-Rosa dice: El venezolano este que frecuento se plantea unas preguntas tan...sobre
la red
-Rosa dice: Que si dios vive en la red y yo le digo que sí y que se la pasa webeando
por los siglos de los siglos
-Rosa dice: Sebastián, no quiero que digas eso ni jugando. Que no te funcione la polla
es una cosa, pero otra es meterte con tu lucidez
-Rosa dice: Alimento tu flacidez, pues, recordándote que los grandes genios de la
civilización viven en-red-ados en la web y henry entonces pregunta dónde está
internet
-Rosa dice: Henry no sé qué. Cuántas veces debo decirte que no se preguntan
apellidos en la red, es como pedir que te muestren el culo
-Sebastián dice: Resérvame primera fila! Ah, voy en mi propia silla. ¿Llevo a la
terapeuta?
-Rosa dice: Pues, qué raro, porque cuando quiero regaños acudo a ti
CAPÍTULO 10
ciberdiario.doc
Documento de Microsoft Word
Tamaño: 48 kb
Autor: Henry
Los salones de chateo son el caldo de cultivo. Allí lanzo el anzuelo y no tardan en
caer. Así pesco a las incautas e incautos, insensatos todos, que se convertirán, con
múltiples aderezos, capas de maquillaje y modificaciones, en los personajes que
pueblan mis telenovelas. O debo decir, en honor a la verdad, proyectos para espacios
dramáticos. Sinopsis de mini-series. Y, si hay suerte (y justamente hasta allí es donde
yo he llegado), la grabación de un programa piloto que es analizado (criticado,
cuestionado, diseccionado, vuelto mierda) por subsiguientes juntas de programación,
psicólogos comunicacionales, estudiosos de los hábitos de sintonía del público,
publicistas y expertos en marketing, ejecutivos de los canales de televisión y una
muestra variopinta de lo que ellos llaman una “audiencia representativa del target
group o público-meta”. Demás está decir (¡cómo detesto que se me note el
resentimiento!) que mis guiones siempre rebotan porque la trama les recuerda algo,
porque los protagonistas resultan débiles, porque la temática se volvió obsoleta, pero
yo, imperturbable, impertinente, impertérrito, insisto, persevero, aguanto, resisto,
persisto y cojo unos arrecherones del carajo, me limpio el culo con mis manuscritos
(lo hice una sola vez, porque resulta que el papel bond 20 donde imprimo es áspero y
se me irritó el esfínter y su escatológico entorno, teniendo que ponerme compresas
frías de manzanilla y crema para bebes contra la pañalitis).
La ventaja es que igual cobro como guionista de la televisora de marras (algo así
como 5 ó 6 sueldos mínimos al mes, sin derecho a prestaciones, ya que figuro como
contratado por un año, prorrogable, pero por un año y si sigo así, sin que me
aprueben nada, creo que, desde ya, debo irme despidiendo del trabajo). Igual me
ponen a escribir lo que sea, sentado en mi oficina sin ventana cuarenta horas a la
semana, desde el texto que dicen los locutores para anunciar los programas, hasta
las preguntas del programa de concursos. Lo mejor es cuando me piden escribir
diálogos. Ahí me suelto como si estuviera chateando. El asunto funciona así: el
diagramador de la telenovela me asigna una situación dramática específica y yo
tengo que desarrollar el diálogo de los personajes que siempre son secundarios (sin
excepción, a menos que el desgraciado se enferme o se fracture los dedos de ambas
manos, aunque siempre podría dictar y es improbable que también se quede afónico,
el jefe de escritores es el único que “crea” todo lo concerniente a “sus”
protagonistas).
Por ejemplo. César termina su noviazgo con Itarabis. Recibo la escena que debo
desarrollar y la prometo para una hora después, cuando el coordinador de diálogos la
someterá a la primera revisión. Voy al baño, orino, me lavo las manos y corro al
cibercafé de la esquina. Pido un agua mineral sin gas, un marrón grande claro sin
espuma y me instalo en la computadora más remota, la que queda entre la columna
y la pared, la que casi nadie usa por lo incómoda, pero que garantiza una intimidad a
prueba de los curiosos y entrometidos que nunca escasean. Pago todo de una vez
(siempre dejo propina) y me dejan solo y tranquilo en mi rincón, presto a chatear.
Tengo suerte y ubico a Diana, la supuesta chica costarricense que dizque trabaja
como secretaria ejecutiva bilingüe en una de las mayores corporaciones
transnacionales asentadas en su país. Bla-bla-bla. Bla-bla-bla. Bla-bla-bla y le
comunico que debemos terminar nuestra incipiente relación ya que he conocido a
otra chica mucho más interesante y con menos restricciones. Ella argumenta. Yo
contra-argumento. Ella se queja. Yo, impasible. Ella insiste, persiste, dice que llora.
Yo me despido, transcribo todo y lo reflejo, cincuenta y seis minutos exactos
después, en el diálogo que entrego personalmente a la asistente del departamento.
Cuando estaba a punto de irme, me devuelven el diálogo para que lo re-escriba. Más
corto. Más telegráfico. Menos literario. Más coloquial. Así no habla la gente. Quieren
más toma y dame. Dimes y diretes. El drama debe ir in crescendo. Que explote al
final de la escena para dejar al espectador preocupado, boquiabierto e ir a
comerciales. Me olvido de internet, me da pena con Diana. Lo re-escribo. Cuando voy
a entregarlo ya todos se han marchado, menos la señora que limpia cantando
desafinada y el vigilante de rostro burlesco.
Perdí a Diana por un diálogo de tres minutos (entre ciento veinte y ciento cincuenta
palabras), pero me aprobaron la re-escritura y, dos semanas después, vi a los
personajes, en mi televisión, destrozándolo con su mala dicción y su ausencia de
formación actoral. Y es que no se puede esperar otra cosa cuando el casting del
elenco se hace entre modelos publicitarios, reinitas de belleza y físico-culturistas.
Sería preferible reclutar excelentes actores, sin importar que sean feos, y operarlos.
Acortarles la nariz, ponerles pómulos, implantarles glúteos, aumentarles los senos,
extraerles costillas y caderas, hacerles liposucción, teñirles el cabello y asfixiarlos de
maquillaje. Así, por lo menos, valdría la pena la inversión de tiempo, esfuerzo y
paciencia que conlleva la escritura. Así no desvirtuarían los parlamentos,
pronunciando palabras de amor con caras de bobos y mirada perdida o, peor aún, sin
expresión alguna en sus rostros robóticos y uniformados. Porque no hay forma de que
estos Kens y Barbies aprendan o comprendan una simple idea y no hablemos ya de
conceptos, intenciones, métodos o filosofías. Los feos le otorgaríamos una nueva
dimensión humana y enriquecedora a la ficción, haciéndole saber a la gente común
(como uno), que ellos son, no sólo los receptores del mensaje, sino los genuinos
protagonistas del drama, el absurdo o la tragicomedia que es la vida.
No pierdo nada intentando recuperar a Diana. Cuando el e-mail que escriba me dé
asco, entonces estará listo para enviárselo.
CAPÍTULO11
Henry y Diana
De: henrysudaca@webforum.com
Para: ladydianatica@mailtown.com
Asunto: escucha mi ruego arrepentido y desesperado
Diana:
Lady mía, no existe excusa ni explicación posible para justificar mi conducta,
producto del más desafortunado de mis días, agravado por la aguda intoxicación
etílica en la que penosamente me encontraba.
Necesito saber de ti. Ante tu muralla de silencio que no soporto, prefiero que me
insultes, me degrades y me grites lo que me merezco. Créeme que yo sabré aceptar,
asumir y soportar mi castigo virilmente. Castigo siempre insuficiente, lo sé, dada la
magnitud de mi vil agravio. Pero, ¿qué mayor sufrimiento que tu silencio, tu
ausencia, tu recogimiento, tu desaparición, tu omisión, tu condena a muerte para
una relación bonita que avanzaba dichosa hacia el momento en que, al fin, nos
conoceríamos personalmente, allá en tu Costa Rica.
Por cierto, soñé contigo en una playa tica que se parecía en demasía al litoral
venezolano, pero me imagino que, a tu lado, cualquier escenario pierde importancia,
ya que lo esencial es estar contigo, disfrutando de tu presencia.
Diana: tú formas parte de la realeza. Eres esa clase de ser humano noble y especial
que atrae y toca a gente como yo y, después de conocerte, nos olvidamos de volver a
respirar sin ti.
Y, como hombre gallardo que soy, también tengo que ser valiente para decirte que
sabré entender tu silencio, tu lejanía y tu decisión de volver conmigo o no hacerlo
definitivamente.
Dianita, en el peor de los casos, regálame como sentencia de muerte una sola
palabra, un monosílabo: un “sí” que me devolvería la alegría de estar vivo o un
tremendo “no” que me aniquilaría para siempre, hundiéndome en el precipicio de la
desesperación, enterrándome en el pantano asqueroso de los muertos vivientes.
Igual te amo, ahora, en silencio, contemplando tu foto. Por lo menos eso, tu preciosa
imagen, ya es mía y nunca, nadie, podrá arrancármela. Y así envejeceré segundo a
segundo, de ahora en adelante, triste, solitario y final, viéndote brillar, estrella
única de mi firmamento.
La belleza de tu rostro es lo primero que admiro cada mañana, justo al abrir mis
ojos, y eres, también, lo último que veo al acostarme, rendido de cansancio, para
seguir, luego, soñándote y amándote, besándote, acariciándote, llenándome de tu
fragancia divina.
Excusa si me repito, pero me ahogan mis sollozos mientras escribo. Si esto fuera un
papel y no una pantalla, verías las manchas de mi llanto salpicando la tinta que se
corre solidaria. Y la tinta sería, Diana, mi propia sangre...
Escucharía entonces un bolero de esos que a ti y a mi nos gustan tanto, pues somos
unos románticos incurables, y me abriría las venas en canal, con un puñal afilado,
para escribirte mi testamento de amor hacia ti, con mi sangre que se derrama.
Diana, te juro sobre el alma de mi madre que fue como si un maldito demonio
hubiese doblegado mi voluntad, haciéndome beber sin control en esa maldita reunión
de trabajo, obligándome a expresar exactamente lo contrario de lo que yo siempre
he sentido por ti.
Diana, aquí estoy. Yo existo y, al igual que tú, soy de carne y hueso. Mi corazón
palpita, mis pulmones requieren oxígeno. Si me cortan sangro. Si me hacen daño, me
duele. Siento emoción y furia, alegría y desesperanza, ilusión, pasiones, entusiasmo y
celos. Me enamoro de ti y, sin tus palabras, me siento solo, inútil, miserable,
desplazado, inservible, prescindible, acabado, desahuciado, muerto.
Aunque sea, dame esperanzas para después quitármelas. Ilusióname y déjame caer.
Písame el rostro por los siglos de los siglos. Aplástame entre tus manos como a un
insecto.
No puedo más, Diana. Sin ti, yo no puedo. Sin ti, yo no. Sin ti.
Henry.
CAPÍTULO12
Gloria
A pesar del ruido, se duerme con placidez en casa de Henry. Tras hacer el amor,
Gloria permanece inmóvil, adherida desnuda al cuerpo que reposa a su lado. Llevan
así diez horas o más. Harry se despereza en el balcón, bañado de sol, impaciente por
escuchar la voz de su amo.
CAPÍTULO 13
Diana
—Diana dice: Estoy cometiendo el peor pecado femenino: traicionarme a mí misma.
Me juré mil veces no volverte a contactar jamás. No debí hacerlo nunca, pero ya es
tarde para el arrepentimiento. Intenté olvidarte. Te amo y te odio. Te detesto. Me
hiciste sentir viuda sin haberme casado con nadie. Con tus palabras, me hiciste
abortar el amor que llevaba dentro. No pienso escribir tu nombre, ni decirlo, a pesar
de que zumbe en mis oídos. Dejar de querer no es fácil. Una no decide amar ni dejar
de hacerlo. Te enterré sabiendo que estabas vivo, después de que tú me mataste con
palabras. Con las mismas palabras que me enamoras, me seduces, me embaucas.
Palabras que tengo por escrito y guardadas en la memoria mía y del disco duro. Me
consta que son palabras que existen. Alguien, en algún lugar tuvo que escribirlas. No
me atrevo a mostrárselas a nadie. No aguantaría las burlas. Cada vez tengo más
dudas. Me has enfermado. Tengo escalofríos, náuseas. Siento asco de ti, de mí, de
nuestra relación. Me manchaste. Hay cosas que no se hacen. No se debe manipular a
la gente. No eres una persona. Creo que conocerte me humillaría más todavía, si eso
fuese posible. Eres una calamidad que debí evitar desde el principio. Ahora contigo
me siento amenazada. Al fin pude ver el falso brillo de tus palabras vacías. Y su
veneno. Si conservas algo de humanidad, respeta mi despedida. Me pides una
respuesta y no te la niego. Me gustaría ser invisible. Ten la decencia de desechar mi
foto. Mi imagen no te pertenece. Tu retrato ardió y se volvió humo. A partir de aquí
me acojo al silencio.
CAPÍTULO 14
César e Itarabis
Itarabis rompe con César
(al cesar lo que es del César).
CAPÍTULO 15
Rosa
“Una rosa es una rosa es una rosa es una rosa”
(Gertrude Stein)
Rosa desplaza con esfuerzo los doscientos dieciséis kilogramos que le impiden
abandonar su apartamento. Espera, desde hace años, la intervención quirúrgica que
extirpará el cuarenta por ciento de su estómago. La seguridad social engrosa una
lista de miles de casos similares en la península ibérica.
http://malditaweb.blogspot.com