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Reflexiones sobre la elocuencia parlamentaria*

D avid Cienfuegos Salgado

Profesor de la Facultad de Derecho de la UNAM

Nicolas Boileau, en su Tratado de lo sublime o

de las maravillas en la oratoria, escrito al finalizar
el siglo XVII, allá por el 1674, escribía: “De ahí
que en nuestro siglo se hallen bastantes orado-
res que sepan manejar un razonamiento, y que
incluso tengan el estilo oratorio, pero se encuen-
tran muy pocos que puedan elevarse hasta lo
sublime [...] No hay nada que eleve más el espí-
ritu de los grandes hombres que la libertad”.
El tema de la libertad es sumamente impor-
tante al hablar de la oratoria. El tema de la orato-
ria y la elocuencia no puede entenderse sin li-
bertad. Joaquín María López, político español
autor del libro que hoy se presenta, diría a mitad
del siglo XIX, que la elocuencia es un niño que
no puede criarse sino a los pechos de la libertad.
Libertad... y verdad, habrían de agregar no po-
cos escritores. Esos son los elementos que ca-
racterizan al orador, al menos al orador ideal
que enarbola su palabra por las causas justas.
Al menos así lo planteamos en nuestro imagina-
rio. Ese orador ideal encuentra en nuestro refe-
rente nacional no pocos ejemplos como lo
evidenciaron en su momento los trabajos de
Ochoa Campos y de Serra Rojas en torno a la
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* Versión de las palabras pronunciadas durante la presenta-

ción del libro La elocuencia parlamentaria, de Joaquín María oratoria y a la elocuencia mexicana. Y la sede
López, en la Sala de Cabildos del H. Ayuntamiento de Igua- histórica casi natural donde están presentes son
la, el 5 de febrero de 2011. los congresos.
64 lex, difusión y análisis

Sería difícil representarnos la la- El Parlamento, Sosa Wagner en un reciente ar-

bor de los diputados y senadores nos dice el dic- tículo señala el curioso fenómeno
mexicanos, tanto a nivel local como que se da entre los parlamentarios
en el ámbito nacional, si no tuviéra- cionario de la de antaño y los de ahora.1 Aludien-
mos en mente la imagen de un exal- Real Academia do al caso español señala que a
tado tribuno que agitando la mano Española, es la mayor número de parlamentos (en
señalare aquí y allá en el recinto el caso mexicano son 34 órganos de
parlamentario a sus cofrades y ene-
cámara o asam- naturaleza legislativa, 17 en el es-
migos políticos, o quizá con un ges- blea legislativa, pañol), menor número de parlamen-
to tranquilo argumentando sus ver- nacional o pro- tarios. La reflexión es pertinente y
dades para evitar el error. La imagi- vincial, así provocativa. Más parlamentos: me-
nación nos lleva a un Servando Te- nos parlamentarios. Él se refiere a
resa de Mier alertando sobre las con-
como el edificio la necesidad de parlamentarios que
secuencias del modelo federal; un o lugar donde sepan expresarse, pronunciar dis-
Altamirano defendiendo con exce- tiene su sede cursos, tejer argumentos en la tri-
lente palabra y fiero gesto su deci- esta institución buna, defender posiciones, luchar
sión de no amnistiar a los que con- ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
con y desde las ideas. La afirmación
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○

sidera traidores o defendiendo al vie- para España sirve para numerosos

jo Álvarez como muestra de su de- casos nacionales, entre los cuales
voción filial; o a un Eduardo Neri arengando con- el mexicano no es la excepción.
tra el dictador Huerta.
Por ello, poner a disposición del lector una obra
La historia patria es plena de tales ejemplos, como la que acaba de publicar el Congreso del
y resulta inspiradora cuando nos cuestionamos Estado de Guerrero, La elocuencia parlamentaria,
sobre sus habilidades en el uso del lenguaje, es supone ofrecerle un aspecto casi olvidado y que
decir en aquello mediante lo cual el hombre pue- caracterizó la vida política decimonónica mexi-
de adueñarse de las mentes: las palabras, la elo- cana. La noticia de los debates suscitados en el
cuencia, especialmente la elocuencia que se da Congreso constituyente de 1856-1857 dan cuenta
en sede parlamentaria, donde se habrán de to- de una elocuencia que se abrevaba en los ma-
mar las decisiones más relevantes para el país. nuales de la época, pero que, por encima de todo,
se forjaba en el debate de las ideas que, por aque-
El Parlamento, nos dice el diccionario de la
llas épocas, lo mismo se defendían con la pluma
Real Academia Española, es la cámara o asam-
que con la espada. Los gigantes de la oratoria
blea legislativa, nacional o provincial, así como
del siglo XIX no sólo estuvieron en la tribuna:
el edificio o lugar donde tiene su sede esta insti-
reposaron la pluma y bajaron del púlpito de la
tución. Así, los antes mencionados pueden ser
naciente patria para blandir la espada o para to-
considerados parlamentarios, aunque no sea ese
mar las riendas de la administración pública. En
el sistema de gobierno vigente en nuestro país.
fin, fueron grandes, fueron hombres de su tiem-
El siglo XIX nos dejó numerosas muestras de la
po. La historia de la elocuencia mexicana no deja
importancia de parlamentar, de dialogar, de con-
de consignar tales detalles.
vencer desde la tribuna. La maestría de la pala-
bra se acompañaba con la pasión y la entrega al La elocuencia parlamentaria publicada es un
dirigirse a los representantes de la nueva nación. extracto de la obra Lecciones de elocuencia en
general, de elocuencia forense, de elocuencia par-
Hoy día la participación de nuestros moder-
lamentaria y de improvisación escritas por don
nos parlamentarios es más mesurada, medida,
racional. La tribuna lejos de ser espacio de elo- ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○

cuencia parece destinada a ser espacio de lec- 1 Francisco Sosa Wagner, “La oratoria parlamentaria”, La
tura, en el mejor de los casos. Nueva España. Diario independiente de Asturias, 4 de ju-
nio de 2007. Consulta en: http://www.lne.es/cultura/1658/
oratoria-parlamentaria/526202.html

Joaquín María López, abogado del ilustre colegio
de Madrid, publicada en dos tomos en 1851-1852.
La edición de que se toma fue impresa en Méxi-
co en la Imprenta de la voz de la religión (calle
de S. José el Real núm. 13); las seleccionadas
lecciones de elocuencia aparecen en el segun-
do tomo (1852).
Debe mencionarse que la edición mexicana
resulta posterior a la edición española, publica-
da en Madrid en 1849-1850, también en dos vo-
lúmenes, por la Imprenta de los Operarios. Esca-
sos dos años separan la edición española de la
mexicana, lo cual habla de la trascendencia de
la obra, y sobre todo de la calidad de su autor,
no en balde, como menciona Antonio Espina
“muchas de sus oraciones... suelen citarse como
verdaderos modelos de ciencia, dialéctica y
elocuencia”. 2
Joaquín María López fue un político progre-
sista español. Llegó a ocupar importantes posi-
ciones en los gobiernos de su época y se desta-
có como Senador del Reino de 1849 a 1853. En
el libro hemos incluido una breve semblanza del
autor, en el estudio introductorio que invito a leer.
Si bien en 1848 López había iniciado las lec-
ciones que luego habrían de convertirse en el
origen del libro de Lecciones de elocuencia..., ta-
les lecciones nunca se concluyeron pues fue-
ron suspendidas. Más tarde, en 1852 habrá de
dictar en el Ateneo de Madrid unas lecciones de
elocuencia que pretendían formar parte de la
formación de los jóvenes de la época.
Sin embargo pareciera que en el mediodía del
XIX, en España el arte de la elocuencia no era
tomada en serio, pudiera ser que se considerara
peligroso, despreciado o no bien visto, pues al
igual que en 1848, en 1852, como lo indica el
tomo quinto de la Colección de discursos parla-
mentarios, defensas forenses y producciones lite-
rarias, “por disposición del gobierno se cerraron
algunas cátedras del Ateneo, entre ellas la de
elocuencia, motivo porque el señor López no ex-
plicó más lecciones sobre esta materia”.3
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2
Antonio Espina, La elocuencia, edición de Óscar Ayala,
Madrid, España, Libertarias Prodhufi, 1995, t. II, p. 407.
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Eran tiempos difíciles para la idea de libertad
y de gobiernos representativos que tenía Joaquín
María López. Curiosamente, en 1849, dos días
después de creado el Estado de Guerrero, nueve
mil kilómetros de distancia de por medio, Joa-
quín María López entraba en funciones como
integrante de la V Legislatura del Senado. Juan
Bravo Murillo se encargaría de darles lecciones
a las Cortes españolas sobre la libertad, al disol-
verlas, sólo en 1851, tres veces. La última, afir-
mó, “para que ustedes descansen y a nosotros
nos dejen gobernar”.
Basta ver el proyecto de Constitución que el
1º de diciembre de 1852 presentaría Bravo Muri-
llo para entender que la representación política
y las funciones de las Cortes, en aquel proyecto,
prácticamente desaparecían. Por ello el énfasis
de López en la libertad y la verdad, de la urgencia
de que las Cortes fueran un espacio para tales
valores.
En efecto, la libertad es un anhelo reiterado
en las lecciones de Joaquín María López. En la
última dictada, en 1852 clama, citando a Eduar-
do Asquerino en su “Dos de mayo”
De tanto sacrificio y heroísmo
¿qué fruto recogió la patria mía?
La inquisición y el negro despotismo:
Imbécil pueblo, que en tirano fía.
De eso trata la elocuencia, especialmente la
parlamentaria, de seguir construyendo un espa-
cio de libertad y de verdad, para evitar las tira-
nías, las dictaduras, el despotismo, el poder por
el poder. Por ello es relevante leer el libro de Joa-
quín María López, pues en esta obra se constata
la perennidad de tales valores.
El estudio introductorio que se ofrece convo-
ca precisamente a seguir escribiendo sobre uno
de los rubros olvidados en la historiografía na-
cional: la oratoria parlamentaria, la elocuencia,
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
3
Colección de discursos parlamentarios, defensas forenses
y producciones literarias de Joaquín María López, publica-
dos por su hijo D. Feliciano López, abogado del Ilustre Cole-
gio de Madrid, Madrid, Imprenta de Manuel Minuesa, 1856,
p. 223.
66 lex, difusión y análisis
la capacidad de debatir, analizar, convencer, en
el espacio breve de una sesión de los congresos.
Escribir la historia de esta elocuencia no se en-
tendería suficiente si no se acompañara de los
documentos históricos que nos permitan adver-
tir cómo, a la distancia, la envidiable elocuencia
de los representantes populares se echa de me-
nos. Y se echa de menos por la necesidad que
de ella se tiene, pues, hay que reconocerlo, el
discurso parlamentario ha cedido espacios, de-
masiado generosos, a la demagogia o al discur-
so falaz.
Esperamos que esta obra sirva para renovar
los ánimos por la consecución de congresos, lo-
cales y nacional, dispuesto al debate, al análisis
y a la argumentación que se requiere para al-
canzar un Estado cada vez más comprometido
con el bienestar de la población mexicana. Su
lectura resulta indispensable para recobrar el
espíritu que debe caracterizar a los parlamentos:
el de constituirse en espacios de discusión, ar-
gumentación y creación de consensos basados
en la racionalidad.
Consideramos que hay muchas característi-
cas deseables en los hacedores de las leyes. Una
de tales características es la de ser elocuente,
buen argumentista, el guionista del iter legisla-
tivo, el tejedor del sistema jurídico. El legislador
mexicano tiene el reto de recordar, aprender y
practicar la oratoria, la que por un prolongado
lapso no solo ha estado alejada de las tribunas
legislativas, sino también de las aulas universi-
tarias. Esta es una buena oportunidad para en-
frentar el reto.
El Instituto de Estudios Parlamentarios
“Eduardo Neri” (IEPEN), como órgano técnico de
investigación jurídica y parlamentaria del Con-
greso del Estado de Guerrero, tiene el acierto de
publicar esta obra para ponerla al alcance tanto
de los legisladores como de todos los interesa-
dos. Estoy convencido que la lectura de esta obra
puede contribuir a mejorar la labor de nuestros
legisladores, tanto en las entidades federativas
como del Congreso de la Unión.
Quiero decir que estoy convencido que esta
labor editorial desarrollada por el Congreso del
Estado de Guerrero, a través del Comité Ordina-
rio Legislativo del IEPEN, rendirá frutos en la con-
solidación de una mayor cultura, de los parla-
mentarios y de la población en general. Su apor-
te habrá de ser bien valorado. Al tiempo...
Baste decir, por ahora, que en esta docena de
años, el Congreso del Estado de Guerrero, a tra-
vés del IEPEN, ha editado numerosas obras que
sirven para afirmar que en Guerrero, como en
pocos estados, el Congreso contribuye en el fo-
mento y construcción de la cultura de sus repre-
sentados. Algún día, quizás en sus quince años,
en julio de 2013, quizá en el marco del centena-
rio del mítico Congreso de Anáhuac, una expo-
sición de la obra editorial del Congreso y del Ins-
tituto dará cuenta de esa riqueza. Habrá que es-
perar para verlos en conjunto, físicamente, mien-
tras, creo que es deseable que todos esos libros
que han editado el Congreso del Estado y el IE-
PEN estén disponibles en bibliotecas digitales,
al alcance de todos.
Termino. Agradezco las intervenciones del Dr.
Rafael Estrada Michel y del diputado Marco An-
tonio Leyva Mena, asimismo agradezco a los or-
ganizadores la oportunidad de presentar este li-
bro en la Sala de Cabildos de mi ciudad natal.
Pero especialmente agradezco a todos ustedes
que nos han acompañado en este acto, que for-
ma parte de la conmemoración por el 161 ani-
versario de la instalación del Congreso guerre-
rense en la entonces capital del naciente esta-
do, en la Ciudad Iturbide, hoy, orgullosamente
Iguala, cuna de la bandera y de la independen-
cia mexicana.
Mi agradecimiento al Consejo Consultivo del
IEPEN, encabezado por el Mtro. Nelson Valle Ló-
pez, por permitirme presentar y elaborar un estu-
dio introductorio a esta obra que cumple 160 años
de haber sido publicada en tierras mexicanas y
que sigue dando pautas para entender las asam-
bleas y legislaturas como un espacio natural
donde se puede realizar la acción a través del
lenguaje. Donde se puede convencer, debatir,
decidir y al final transformar nuestro sistema ju-
rídico y político, como lo digo en el estudio intro-
ductorio, desde la verdad hacia la libertad.