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También se sabe muy bien que el bebé cuenta con sus propios mecanismos
para sobrevivir durante las fuertes contracciones finales del expulsivo y
libera sus propias hormonas de la familia de la adrenalina. Un torrente de
noradrenalina permite al feto adaptarse a la falta fisiológica de oxígeno
específica de esta fase del expulsivo. El efecto visible de esta
liberación hormonal es que el bebé está alerta al nacer, con los ojos bien
abiertos ylas pupilas dilatadas. Las madres humanas se sienten fascinadas
y encantadas con la mirada de sus recién nacidos. Es como si el bebé
estuviera dando una señal, y ciertamente parece que este contacto visual
humano es un aspecto importante en el comienzo de la relación madre-bebé
entre los humanos.
Los etólogos son los que observan el comportamiento de los animales y los
seres humanos. A menudo estudian un comportamiento en concreto dentro de
un número de especies no relacionadas. Ellos fueron los primeros
científicos en afirmar que, desde el punto de vista del vínculo entre
madre y recién nacido en los pájaros y los mamíferos, hay un período corto
pero crucial inmediatamente después del parto que no se va a repetir
jamás. Harlow estudió concretamente el proceso de vinculación entre los
primates. La importancia del enfoque etológico está surgiendo
paulatinamente después del reciente descubrimiento de los efectos
conductuales de las hormonas implicadas en el proceso del parto. Un
estudio etológico sobre la primera hora después del parto entre los
humanos es difícil porque los procesos fisiológicos se interrumpen de
manera sistemática. No obstante, sería posible en circunstancias
inusuales. Imaginad a una mujer que da a luz en su propio baño mientras su
marido está de compras. Está en un sitio muy cálido y bastante oscuro. No
se siente observada por nadie. No obstante, a través de una rendija de la
puerta, de vez en cuando, se pueden vislumbrar imágenes de la escena.
Combinando lo que hemos aprendido de diferentes historias como ésta,
podremos describir un comportamiento estereotipado. Primero, la madre mira
a su recién nacido que se halla entre sus piernas. Después de un rato, se
atreve a tocarlo con las puntas de los dedos. Luego, cada vez se atreve un
poco más y quiere coger a su bebé en brazos. En ese momento, la mayoría de
las mujeres están fascinadas por los ojos del bebé.
Contaré una anécdota que nos ayude a darnos cuenta de lo reciente de esta
perspectiva. En 1977, en Roma, en el congreso sobre Psicosomática,
Ginecología y Obstetricia, presenté un documento sobre la expresión
temprana del reflejo de succión. Simplemente estaba describiendo las
condiciones ideales que permiten al bebé encontrar el pecho durante la
primera hora después del parto. Ninguno de los obstetras y pediatras
presentes en aquella sesión podían creer que un bebé humano sería capaz de
encontrar el pecho, por sí mismo, durante la hora posterior al nacimiento.
Hoy día la mayoría de las comadronas saben que el bebé humano está
programado de forma natural para encontrar el pecho por sí mismo en su
primera hora de vida. Es más, uno puede entender que en condiciones
fisiológicas, cuando el bebé recién nacido está listo para encontrar el
pezón, la madre sigue en un equilibrio hormonal especial. Ella está
todavía en otro planeta, muy instintiva. Sabe cómo coger a su bebé. En los
humanos, la lactancia es básicamente instintiva durante la primera hora
posterior al nacimiento. Después hay tiempo para la educación, imitación e
incluso técnica.
Al nacer, un bebé está libre de gérmenes. Una hora más tarde, millones de
ellos cubren las membranas mucosas del recién nacido. Nacer significa
entrar en un mundo de microbios. La cuestión: ¿qué gérmenes van a ser los
primeros en colonizar el cuerpo del bebé? Los bacteriólogos saben que los
ganadores de la carrera van a ser los gobernantes del territorio. El
entorno de gérmenes de la madre ya es familiar y amistoso desde la
perspectiva del neonato porque madre y bebé comparten los mismos
anticuerpos (IgG). En otras palabras, desde un punto de vista
bacteriológico, el recién nacido humano necesita urgentemente estar en
contacto con sólo una persona, su madre. Si añadimos que la ingestión
temprana del calostro va a ayudar a establecer una flora intestinal ideal,
no hay duda de que, bacteriológicamente, la hora posterior al parto es un
período crítico con consecuencias para toda la vida. Nuestra flora
intestinal se puede presentar como un aspecto de nuestra personalidad que
no va a ser fácilmente modificable más tarde en la vida.
Hay muchas formas de evitar que la madre se distraiga del bebé en esta
fase. La madre se puede despistar porque se sienta observada o controlada,
porque alguien esté hablando, porque el que atiende el parto quiera cortar
el cordón antes de expulsar la placenta, porque el teléfono suene, porque
se encienda de repente una luz, etc.
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