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1. PRINCIPIOS CONSTITUCIONALES
Los principios constitucionales pueden ser definidos como aquellos principios
generales del Derecho, que derivan de los valores superiores, en cuanto que
especificación de los mismos, que vienen reconocidos en el ámbito de las normas
constitucionales.
Los principios constitucionales que actúan como garantías normativas de los
derechos fundamentales son los siguientes:
El principio de sujeción de todos los poderes del Estado y de los ciudadanos a
la Constitución y al resto del ordenamiento jurídico.
El principio de legalidad, que aparece consagrado, por vez primera, en los
artículos 4, 5 y 6 de la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano de
1789. En virtud de este principio se pretende que toda actuación de los tres
poderes del Estado - ejecutivo, legislativo y judicial- se someta necesariamente a
lo prescrito por la ley. El principio de legalidad se manifiesta, en consecuencia, en
una cuádruple dimensión: El reconocimiento del principio de la jerarquía
normativa, que significa que una norma inferior no puede contradecir otra de
rango superior, de tal manera que si se produce un desajuste entre una norma
respecto de otra de rango superior, habrá que resolver la cuestión acudiendo
siempre a la norma de rango superior. Los jueces y tribunales no aplicarán los
reglamentos o cualquier otra disposición contrarios a la Constitución, a la Ley, o al
principio de jerarquía normativa. El reconocimiento del principio de la supremacía
de la ley, que es concreción del principio anterior. En virtud de este principio la
ley se impone a cualquier otra norma. También se le denomina principio de
"legalidad mínima", porque exige únicamente que la Administración respete la ley
vigente, pero sin que ello suponga que ésta dispone de un ámbito material de
reserva. El reconocimiento del principio de reserva de ley que significa en
algunos ordenamientos jurídicos que la regulación que determine el estatuto
básico de derechos fundamentales sólo será realizada través de leyes, quedando
fuera de las competencias del gobierno.
Este principio significa lógicamente la prohibición de regulación de los
derechos fundamentales por decreto-ley y por decreto legislativo. El
reconocimiento del principio de la validez normativa de la Constitución. Esta es
norma jurídica de aplicación directa y no mero conjunto o reunión de principios
programáticos o políticos. El principio de legalidad va unido íntimamente a otros
principios normativos que actúan también como garantía de los derechos
humanos. Que son a los que se hace referencia a continuación.
El principio de la rigidez constitucional que significa que la Constitución
entendida como norma superior en la jerarquía normativa, no puede ser
modificada por vía legislativa ordinaria. De este modo, el antiguo principio de la
supremacía de la ley se ha visto sustituido por el principio de la supremacía de la
Constitución. Lo cual significa la inalterabilidad del catálogo de derechos y
libertades, ya que éstos representan, en definitiva, el fundamento de la
legitimidad del Estado.
El principio del control jurisdiccional de los actos legislativos. Lo cual supone el
control de la legalidad de los reglamentos (Jurisdicción Contencioso-
Administrativa). El principio de control jurisdiccional de los actos administrativos.
Este principio significa: Que los Tribunales controlan la legalidad de la actuación
de los órganos administrativos. Que los Tribunales controlan que la actuación de
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los órganos de la Administración sea conforme a los fines justificadores de la
misma. Que los particulares puedan reclamar ante los Tribunales ante una
actuación ilegal de la Administración que suponga lesión de sus derechos. Este
principio supone el derecho a ser indemnizado como resultado de cualquier
acción de la administración que suponga una lesión de derechos:
Los particulares, en los términos establecidos por la ley, tendrán derecho a ser
indemnizados por toda lesión que sufran en cualquiera de sus bienes y derechos,
salvo en los casos de fuerza mayor, siempre que la lesión sea consecuencia del
funcionamiento de los servicios públicos. Toda persona tiene derecho a ser
indemnizada justa y adecuadamente por los daños o perjuicios de que fuese
objeto por parte del Estado. La ley reglamentará este derecho.
El principio de respeto del contenido esencial de los derechos fundamentales,
que implica que el desarrollo normativo de los mismos debe respetar, en
cualquier caso, su contenido esencial.
Lo cual se traduce, a su vez, en que las limitaciones normativas establecidas por
el legislador ordinario no deben sobrepasar los límites que por su propia
naturaleza tienen los derechos fundamentales. Supone, en consecuencia, que las
limitaciones que establezcan las leyes a su ejercicio deben estar establecidas
dentro de ese contenido esencial de tal manera que el derecho no resulte
cercenado o impracticable. A los límites y limitaciones de los derechos
fundamentales nos hemos ocupado en el capítulo dedicado al contenido de los
derechos humanos. El significado del contenido esencial, reconocido pero no
explicitado por la norma constitucional, ha sido manifestado por la jurisprudencia
del Tribunal Constitucional español. Según el Tribunal Constitucional para
delimitar el contenido esencial caben dos caminos: Acudir a lo que suele llamarse
"naturaleza jurídica", estableciendo, dice el Tribunal Constitucional, "una relación
entre el lenguaje que utilizan las disposiciones normativas y lo que algunos
autores han llamado el metalenguaje o ideas generalizadas y convicciones
generalmente admitidas entre los juristas..." En este supuesto el contenido
esencial se compone de "aquellas facultades o posibilidades de actuación
necesarias para que el derecho sea reconocible" como tal derecho. El segundo
camino se centra en los intereses jurídicamente protegidos."Se puede entonces
hablar de una esencialidad del contenido del derecho que es absolutamente
necesaria para que los intereses jurídicamente protegibles, que dan vida al
derecho, resulten real, concreta y efectivamente protegidos".
Las dos vías de concreción del contenido esencial son complementarias.
Es importante subrayar, que el principio del contenido esencial tiene carácter
absoluto; es decir, que cualesquiera que fuesen las circunstancias invocadas para
la limitación del derecho, éste ha de conservar siempre sus rasgos esenciales.
El Principio de aplicabilidad inmediata de los derechos fundamentales.
protección directa e inmediata de los derechos fundamentales: los derechos y
libertades reconocidos la constitución, que vinculan, en su integridad, a todos los
Jueces y Tribunales y están garantizados bajo la tutela efectiva de los mismos.
El principio de publicidad de las normas, que es expresión y concreción del
valor superior de la seguridad.
El principio de la irretroactividad de las disposiciones sancionadoras no
favorables. Significa que las disposiciones jurídicas no se aplicaran a situaciones
nacidas con anterioridad a su promulgación y publicación. El principio de la
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irretroactividad de las normas restrictivas de derechos fundamentales. El principio
de responsabilidad de los poderes públicos.
El principio de interdicción de la arbitrariedad. La Constitución garanatiza...la
responsabilidad y la interdicción de la arbitrariedad de los poderes públicos. La
Administración Pública sirve con objetividad los intereses generales y actúa de
acuerdo con los principios de eficacia, jerarquía,

Principios Constitucionales
VALORES
RESPONSABILIDAD: Es la capacidad de reconocer y aceptar las consecuencias de
las decisiones tomadas libremente. Es la obligación moral por cumplir con le
deber asignado, aportando lo mejor de sí mismo
HONESTIDAD: Es el valor que mueve al hombre a actuar con rectitud, honradez y
veracidad en todos y cada uno de los actos de la vida, a proceder de acuerdo con
reglas y valores.
TOLERANCIA: Aceptar y respetar las actitudes y comportamientos individuales,
sociales o institucionales, entendiendo las diferentes opiniones y posiciones de
cada uno.
SOLIDARIDAD: Ejercer sus actividades en unión, sintiendo como propias las
causas, intereses y responsabilidades de otros, de manera desinteresada y
oportuna, expresando un alto grado de integración, estabilidad interna, adhesión
ilimitada y total a una causa, situación o circunstancia, lo que implica asumir y
compartir por ella beneficios y riesgos.
RESPETO: Es el valor fundamental para la convivencia social. Respetar es estimar
y considerar los derechos propios de los demás, valorando las cualidades de los
otros y el medio que nos rodea.
COMPROMISO: Participar de manera responsable, eficiente y activa en el logro de
la misión corporativa.
TRANSPARENCIA: Cumplimiento de los deberes y obligaciones de los empleados y
servidores públicos del Concejo Pastuso.
DIÁLOGO: Nos permite búsqueda de la verdad y la solución a los conflictos.
También es un procedimiento para aprender a escuchar y entender a los demás,
en especial a toda la comunidad.
SERVICIO A LA COMUNIDAD: Es contribuir al mejoramiento de la calidad de vida
de los habitantes Pastusos, atendiéndolos con respeto, diligencia e igualdad de
condiciones.
EFECTIVIDAD: Significa el logro de los objetivos o de la misión de la entidad de
forma eficiente y eficaz, con la mayor calidad, bajo el mejor método, al menor
costo y en el menor tiempo posible.
La construcción de una organización política que impulse la revolución
democrática, socialista y para la independencia nacional, implica que sus
principios sean en alguna medida consistentes con el espíritu y propósito del
poder constituyente que dio lugar al texto constitucional en 1999. Es un error que
quienes se identifiquen con el proyecto socialista para Venezuela, descarten
contenidos constitucionales progresistas, desplazando la atención hacia dogmas
socialistas, regresivos en cuestiones de libertad, derechos fundamentales y
alteridad cultural, o sencillamente inviables, frente al cuadro de relaciones de
fuerza y condiciones histórico-culturales concretas de la sociedad venezolana.
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Una de las enseñanzas fundamentales del revés electoral de diciembre de 2006
es que la propuesta de reforma constitucional fue evaluada en algunos de sus
aspectos, como una modificación ilegal e ilegitima de valores-principios de la
cultura política predominante en la subjetividad del pueblo, además
explícitamente reconocidos en el texto constitucional. No se trataba simplemente
de una “campaña negativa” del poder mediático capitalista. La propuesta de
reforma no fue percibida positivamente ni siquiera por la totalidad de los votantes
bolivarianos del año 2006.
El texto de 1999 garantiza cuatro principios que son consustanciales para un
proyecto socialista con futuro: independencia/autodeterminación nacional
(carácter contra-imperial), soberanía popular/democracia participativa (carácter
radicalmente democrático), estado de justicia (justicia material, no solo formal),
bienestar social (desarrollo humano que permita una calidad de vida digna). Con
estos cuatro principios podía edificarse un mensaje socialista claro, sencillo,
conciso y preciso: independencia nacional, democracia participativa, estado de
justicia material y bienestar para todos. Es imposible que un régimen de
producción, propiedad y mando capitalista logre concretar valores, principios,
derechos y garantías de una sociedad democrática, participativa y protagónica,
multiétnica y pluricultural, cuyo centro sea la justicia material. Ninguna
constitución capitalista propugna un estado de justicia. Pero los dobles mensajes
invadieron la esfera pública, desfigurando el mensaje socialista hacia una sola
dirección: reelección continúa del Presidente. En las democracias liberales
clásicas no se asegura fundamentalmente el derecho a la vida, al trabajo, a la
cultura, a la educación, a la justicia social, la igualdad sin discriminación ni
subordinación alguna, sino la “libertad y propiedad económica burguesa”. El texto
constitucional encierra un sistema de principios y valores que apunta claramente
a formas de socialismo avanzadas, democráticas, libertarias, desde
reivindicaciones nacionales afirmativas, revolucionarias, integracionistas y
pacíficas, descartando formatos burocrático-despóticos de socialismo.
Los derechos humanos y ambientales no son simples inventos burgueses. Una
reforma constitucional mejor diseñada podía construirle viabilidad a normas que
hicieran posible la organización de una economía mixta al servicio de las
necesidades-aspiraciones de justicia social del pueblo, en un marco de amplias
libertades políticas y garantías a los derechos fundamentales. Una propuesta
económica socialista, en una economía que goza de importantes excedentes de
renta petrolera, tenía que comenzar por otorgarle eficiencia y calidad a las
políticas sociales re-distributivas, introducir cambios fundamentales a las políticas
económicas distributivas (reparto de ingresos al capital, rentas y sueldos-
salarios), antes de amenazar con cambiar las “relaciones de producción”. Los
dogmas acerca de cómo cambiar “relaciones de producción” por plebiscito, sin
contar con la acumulación de fuerzas materiales, espirituales y políticas
indispensables, o la tesis de desmontar superestructuras como si fuese un simple
castillo de naipes, constituyen ambas ilusiones ilimitadas. La obsesión por
concentrar y centralizar poder, le agrega un lastre autoritario y personalista al
imaginario socialista, que puede terminar por hundirlo. De esta manera, parece
que es la dirigencia la que no esta aun preparada para reimpulsar formas
avanzadas e ineditas de socialismo ¿Cuál socialismo?, sigue siendo una pregunta
pendiente.
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2. ANALISIS DE LA PARTICIPACION CIUDADANA


Para ello se tienen una serie de principios prácticos que encierran el
funcionamiento básico de una sociedad organizada:
1. DEMOCRACIA DIRECTA: Son los interesados mismos los que toman sus
decisiones, sin delegar en intermediarios la responsabilidad de decidir sobre sus
asuntos. Preponderando el concenso como la forma predominante en la toma de
acuerdos, y solo en casos extremos recurrir a la votación, evitando el "mayoriteo"
y permitiendo, en lo posible, posiciones propias a las minorías.
2. ACCION DIRECTA: Si son los interesados mismos los que toman sus decisiones
sin intermediarios, en la acción directa son también ellos mismos los que
gestionan sus propios acuerdos, también sin intermediarios.
3. APOYO MUTUO: Desarrollar el concepto de solidaridad como principio ético de
funcionamiento en todas las instancias en las que participemos y asesoremos
empezando por nosotros mismos.
4. EXTENSION: El crecimiento en nuestra práctica de estos principios
autogestionarios, tanto en la comunidad, extendiendo su influencia en el ámbito
sectorial, como por provincias, regiones, así como la aplicación de los principios
autogestionarios en nuestra propia intimidad, no podemos manejar la autogestión
en la comunidad siendo unos tiranos e intolerantes en la intimidad de las familias,
los compañeros o los miembros de la organización.
5. FORMACION: El estudio y la actualización permanente nos permitirá manejar un
mayor número de alternativas a valorar en la toma de decisiones.

Participación
La palabra participación tiene dos significados principales, el primero es
“Dar parte”, es decir comunicar, informar o notificar, desde este punto de vista, la
participación sólo es posible con el libre acceso a la información de lo que ocurre
alrededor, que de una forma u otra afecta nuestra vida. El otro significado que se
utiliza más, es “Tener parte en una cosa”, es decir, compartir, entrar, intervenir,
contribuir, donde cada integrante de la comunidad es una parte del todo y como
tal interviene, comparte y contribuye. Así, la palabra implica al mismo tiempo el
derecho a tomar parte, por ejemplo en las decisiones, así como él deber de
contribuir, es decir tomar la responsabilidad por el grupo si estos están de
acuerdo.
Cada miembro de la comunidad, desde lo específico de su edad, sexo o
actividad tiene un papel que cumplir y debe realizar su aporte para el beneficio
común. La participación, en la autogestión comunitaria, implica la intervención
directa de cada uno de los integrantes de la comunidad en los procesos
económicos, sociales, culturales, políticos y de sustentabilidad que afectan sus
vidas, los cuales detallamos a continuación:
En términos económicos, la participación significa la libertad para dedicarse
a cualquier actividad productiva.
En términos sociales, significa la capacidad para intervenir plenamente en
todas las instancias de la vida de la comunidad, al margen de religión, sexo o
etnia. Además, significa el libre acceso a los servicios sociales y conexos.
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En términos culturales, quiere decir el derecho a promover y elevar los
valores culturales y experiencias que contribuyen de manera positiva a su
supervivencia como grupo, reafirmando su identidad.
En términos políticos, significa la libertad para elegir y para ser elegido.
En términos de sustentabilidad, quiere decir que los miembros de la
comunidad tienen que derechos y responsabilidades que han de cumplir
con la sustentabilidad de las obras o acciones adquiridas por la autogestión.
Este proceso a impulsar debe alcanzar una sustentabilidad en doble
sentido, por una parte, debe preservar el ecosistema y garantizar a las
próximas generaciones los recursos naturales que necesitarán. Por otra
parte, el proceso a impulsar la estabilidad que asegure la continuidad de la
obra, por medio de actividades prioritarias de prevención, fortalecimiento
institucional, participación de los interesados en actividades de
concientización, finalmente un monitoreo y evaluación de los proyectos.
La Ley de Participación Ciudadana debe ser una ley orgánica que contemple
los principios generales que se debe aplicar en todas las formas de participación
para que luego las leyes específicas y los órganos del Estado las apliquen y las
lleven a la concreción. Al respecto, señala el Comité de Derechos Humanos de las
Naciones Unidas (CDH), en una de sus Observaciones Generales con respecto al
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP) que: “... el Pacto
impone a los Estados la obligación de adoptar las medidas legislativas o de otro
tipo que puedan ser necesarias para garantizar que los ciudadanos tengan
efectivamente la posibilidad de gozar de los derechos que ampara.”
participación ciudadana apostó... y ganó
La sociedad venezolana ha transitado un largo recorrido para ejercer sus
derechos de participación ciudadana. Muchos años, diversidad de leyes y un
cúmulo de acciones orientadas a lograr esos derechos han permitido que
finalmente la sociedad civil pueda hacerse sentir ejerciendo lo que las leyes les ha
otorgado. A través de dos casos específicos, esta investigación ha puesto de
manifiesto que los ciudadanos pueden obtener aquello que como grupo de
presión y de cambio quieren alcanzar a través de su acción cívico-participativa.
Marco Legal de La Participación Ciudadana en Venezuela
El desarrollo del principio constitucional que tiene que ver con la
participación ciudadana en Venezuela, a partir de la Constitución de 1999, se ha
venido dando a través de la presentación, discusión, aprobación y publicación de
una serie de leyes, entre las cuales se pueden destacar: Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela, Ley Orgánica de la Contraloría General de la
República y Sistema Nacional de Control Fiscal, Ley Orgánica de la Administración
Pública, Leyes Orgánicas de los Consejos Estadales y Parroquiales de Planificación
Pública, Ley Orgánica del Poder Público Municipal, para citar brevemente algunas
normas.
La Participación Ciudadana en Venezuela.
La compleja realidad latinoamericana se encuentra aún caracterizada por la
pobreza, la exclusión social, los altos índices de corrupción pública y privada, la
violación de los derechos humanos y por una ineficacia gubernamental
generalizada. Esta situación requiere; sin lugar a dudas, de un nuevo abordaje
que implique el establecimiento de mecanismos institucionales que permitan
aunar esfuerzos entre el Estado, los ciudadanos y la sociedad civil en beneficio de
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construir soluciones viables de corto, mediano y largo plazo en un ambiente de
libertad, inclusión, responsabilidad y eficiencia. En ese contexto de necesidades,
especialistas y expertos han volcado la mirada, y puesto su atención en la
posibilidad de que ciudadanos y ciudadanas participen en la gestión pública,
como una alternativa de cambio institucional y de “perfeccionamiento” de
nuestras democracias.
¿Será posible entonces, impulsar un nuevo esquema de funcionamiento
democrático, donde el ciudadano, el pueblo, y la sociedad civil ocupen el lugar de
protagonismo frente al Estado, sus instituciones y su gobierno? ¿Puede contribuir
la participación ciudadana a alcanzar la senda del desarrollo, la prosperidad y la
modernidad, en nuestros países? Exploremos algunos de sus rasgos distintivos y
tal vez, luego obtendremos conclusiones.
La participación ciudadana: breves antecedentes y su concepto
La incorporación del tema de la participación en la agenda de los distintos
gobiernos de nuestra región ha sido progresiva y por varias motivaciones. Una de
ellas, fue el reconocimiento de la incapacidad del Estado para atender de manera
eficaz y eficiente las diversidad de demandas y problemas de su entorno
específico. Esta situación propició en los gobiernos de la región el impulso de
medidas de desregulación, privatización, descentralización y desconcentración
administrativa; tratando de incorporar al sector privado en la resolución de una
agenda llena de asuntos sin resolver.
Otra causa promotora de la participación, fue la necesidad de democratizar
las relaciones entre el Estado y la sociedad civil como un elemento modernizador
y de refrescamiento de la democracia como sistema político (Venezuela, fue un
caso típico de este tipo de iniciativas; a partir de finales de la década de los
ochenta).
Una tercera vía, resultó del propio desarrollo de la sociedad civil que, en
combinación con el surgimiento de nuevos liderazgos políticos en Latinoamérica
contribuyeron de igual manera, a abrir espacios para la participación de
particulares en la gestión pública.
La aparición de nuevos enfoques gerenciales y de reforma del Estado,
propiciaron nuevas formas de rendición de cuentas y de control de la gestión
pública; mediante incorporación de las comunidades y de sectores sociales
específicos (la Nueva Gestión Pública, a partir de los años noventa).
Por último, la presencia de los organismos multilaterales de desarrollo y
cooperación técnica (el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo, la
Corporación Andina de Fomento o el Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo), también han aportado a la expansión de esta tendencia participativa;
mediante la realización de programas de capacitación y adiestramiento e incluso
el financiamiento de proyectos de desarrollo local que implican la cogestión de
entidades oficiales y privadas.
En términos muy sencillos, la participación ciudadana es el proceso
mediante el cual los ciudadanos en forma directa o mediante sus expresiones
asociativas, inciden en ciertos procesos gubernamentales definitorios de políticas
públicas. Es decir, por medio de la participación ciudadana individuos,
comunidades y sectores sociales organizados tienen la oportunidad de intervenir
de distintas maneras en la resolución de determinados asuntos de interés
colectivo. Pero siendo aún mucho más directos, debemos indicar que esa
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intervención ciudadana en los asuntos públicos, se traduce en la posibilidad
participar en tres eventos fundamentales; a saber: la formulación, la ejecución y
el control de políticas públicas. Sobre estos tres aspectos formularemos unos muy
breves comentarios.
La participación ciudadana en la formulación de las políticas públicas
implica la obligación de parte de las entidades gubernamentales en: i) definir los
actos administrativos que podrán ser sujetos a consulta (leyes, reglamentos,
planes, programas o proyectos de inversión, ordenanzas urbanas o urbanísticas,
por tan sólo mencionar algunos) y ii) establecer las condiciones, los mecanismos,
los procedimientos y la duración de cada consulta pública respectiva. Cabe
agregar, que la complejidad de estos procesos de consulta cívica dependerá del
ámbito político-territorial donde se realicen, bien sean a nivel nacional, estadal
(provincial, estadual, departamental) y municipal (local).
Por su parte, la participación ciudadana en la ejecución de las políticas
públicas está un tanto más clara. En efecto, sobre este particular hay mucha más
experiencia en el ámbito regional latinoamericano. Al respecto, basta recordar los
procesos de privatización, aquellos de concesiones públicas, de descentralización
o de convenimientos con agentes particulares (con o sin fines de lucro), para la
prestación de determinados servicios.
Finalmente, el concepto de la participación ciudadana supone directamente el
ejercicio de la contraloría social. Esta contraloría implica la participación de los
ciudadanos, de las comunidades y de los sectores sociales organizados en la
supervisión, control y seguimiento de las políticas públicas de impacto nacional,
regional, local y comunitario; con especial énfasis en aquellos dirigidos al
desarrollo humano. La contraloría social es un segmento importante y estratégico
de la participación ciudadana que requiere de un amplio y urgente desarrollo
técnico y legislativo para hacerlo realidad de una manera eficaz y eficiente.
Los espacios de actividad pública para la participación ciudadana
Por otra parte, y para reflexionar sobre la pertinencia de la participación
ciudadana como un nuevo paradigma de funcionamiento democrático debemos
distinguir sus distintas áreas de incidencia dentro de la actividad gubernamental.
En efecto, las iniciativas de participación ciudadana para su mayor comprensión
pueden ubicarse en seis ámbitos distintos de actividad pública claramente
diferenciables. Veamos.
Uno de ellos es la participación ciudadana vinculada al sector social. Aquí
las iniciativas ciudadanas, aquellas impulsadas por las comunidades organizadas
y demás sectores específicos de la sociedad tendrían el derecho de cogestionar
las políticas públicas educacionales, sanitarias, culturales, deportivas y aquellas
relacionadas con la construcción de viviendas y servicios conexos.
Un segundo ámbito de operación, es el económico que también ofrece la
posibilidad para la incorporación de la sociedad civil a la gestión programas
públicos referidos a la denominada economía social; tales como el desarrollo de
cooperativas agrícolas, mercados populares, cajas de ahorro y microempresas.
Un tercer ámbito para la participación ciudadana lo representa la defensa
de los derechos humanos, frente al Estado, más específicamente frente al sistema
judicial y penal-penitenciario y, ante posibles abusos provenientes de parte de
entidades de la propia esfera privada de la sociedad. La defensa de género, de los
derechos de la niñez y la adolescencia, de la tercera edad, de los presos políticos
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o de conciencia, de la libertad de expresión, y de los derechos ambientales; entre
otras, son un campo donde el voluntariado social y la organizaciones temáticas
han consolidado su presencia y capacidad operativa.
Otro sector para el desarrollo de la participación ciudadana lo constituye
aquel vinculado a la planificación local y que comprende la planificación
municipal, el desarrollo urbano, el ordenamiento urbanístico y la incorporación de
los ciudadanos y las comunidades organizadas en la discusión de los
presupuestos públicos. Sobre este ámbito en particular se han alcanzado notables
éxitos en nuestra América como son los experiencias de presupuesto participativo
en la Alcaldía del municipio Caroní (ALMACARONI) del estado Bolívar (Venezuela),
en la ciudad de Buenos Aires (Argentina) y por supuesto, la renombrada y más
conocida experiencia en presupuesto participativo realizada en la ciudad de Porto
Alegre, en Brasil.
La participación ciudadana en los procesos de elección de jueces de paz y
de representantes comunitarios a instancias de gestión local (autoridades
urbanísticas o ambientales), es otro segmento trascendente para el ejercicio de
una democracia ciudadana.
Por último, debemos citar la forma clásica de participación ciudadana (ésta
de carácter político y vinculada directamente al sistema democrático) que refiere
a la posibilidad de elegir a miembros e integrantes de los distintos poderes del
Estado. Aquí nos referimos a la posibilidad de elegir a Presidentes, Vice-
Presidentes, Gobernadores y Alcaldes, dentro de la rama ejecutiva. A seleccionar
a Senadores, Diputados, Representantes Estaduales y Concejales, en el poder
legislativo y a elegir a otros funcionarios como los Magistrados dentro del poder
judicial o los Rectores o integrantes de los órganos electorales. La participación
política implicaría también el derecho a convocar y realizar consultas refrendarias,
constitucionales, constituyentes y hasta revocatorias (como el caso venezolano) y
también la posibilidad de presentar iniciativas legislativas; por parte de los
ciudadanos en los distintas instancias legislativas que posea cada República.
Los condicionantes institucionales para la participación ciudadana
La participación como un evento ciudadano, como un proceso social
requiere del cumplimiento de una serie condiciones para su ejercicio pleno. Un
primera condición institucional es la indispensable existencia de un marco legal
democrático que sustente, promueva y apoye el ejercicio de la participación de
los ciudadanos y ciudadanas en forma directa o semidirecta (a través de sus
asociaciones) en un ambiente de igualdad, de transparencia, de procedimientos
sencillos y de respuestas oportunas. Una segunda condición es que la práctica de
la participación ciudadana se desarrolle dentro unos principios éticos basados en
la honestidad, solidaridad, tolerancia, crítica libre y responsabilidad. En tercer
lugar, la participación ciudadana requiere del desarrollo de programas educativos
dirigidos a elevar las capacidades cívicas y participativas de los ciudadanos y
ciudadanas, de las comunidades y de los sectores sociales organizados, en un
marco democrático, plural y libre. Pero también y vinculado al punto anterior, el
proceso participativo, exige la puesta en marcha de un proceso de capacitación y
adiestramiento de los miembros de las burocracias públicas, como contraparte
directa de los procesos y eventos técnicos que se derivaran de la nueva condición
participativa de la administración. En cuarto lugar, el Estado y sus instituciones
deberán facilitar los recursos organizativos, técnicos y tecnológicos, informativos
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e informáticos y los espacios físicos para el cumplimiento eficaz de los procesos
de participación ciudadana. Una quinta condición es la dotación en forma
oportuna y suficiente por parte del Estado de los recursos presupuestarios para
garantizar el funcionamiento de las distintas instancias de participación
ciudadana. Por último, para la concreción de los procesos de participación
ciudadana se necesita un fuerte apoyo y compromiso político de las fuerzas
gubernamentales en alianza con la sociedad civil organizada. Sin una convicción
política firme, la participación ciudadana será sólo una declaración de principios
bien intencionados.
Las ventajas y dificultades de la participación ciudadana
La práctica de la participación ciudadana en su trascendencia conlleva a
una serie de ventajas y riesgos que no se debe eludir en esta panorámica global
que hemos emprendido alrededor del tema. Iniciemos con las ventajas más
relevantes.
Uno de los benéficos de la participación ciudadana es su aporte directo al
incremento del Capital Social. En efecto, la participación fortalece la
asociatividad, la cooperación y solidaridad ciudadanos la conciencia cívica y los
valores éticos. Por supuesto, esta condición requiere de un esfuerzo institucional
de las agencias gubernamentales para consolidar estos vínculos establecidos y
sus beneficios. De igual manera, la participación favorece el Empoderamiento de
la Ciudadanía y de las Comunidades más vulnerables. Bajo un paradigma
gubernamental basado en la participación permite el cumplimiento de cuatro
características claves del empoderamiento como son: el acceso a la información,
la inclusión, la responsabilidad y la capacidades de organización cívica. En tercer
lugar, la participación también permite la articulación de redes como medios
organizacionales alternativos y autónomos de las comunidades y sectores
sociales organizados en la resolución de sus problemas. Las redes contribuyen al
intercambio de experiencias entre la ciudadanía, fortaleciendo así su capacidad
de negociación e independencia frente al Estado. Por último, un esquema
participativo redefine sustancialmente las relaciones entre el Estado y la sociedad
civil, bajo un marco de pertenencia, corresponsabilidad y control y rendición de
cuentas mutuo.
La participación ciudadana tiene algunas dificultades. La primera, que salta
a la vista, es el posible entrabamiento de la gestión de gobierno, por la presunta
realización continua de procesos de consulta y audiencias con la ciudadanía. A
esto se agrega, (y no es un riesgo sino una realidad), la resistencia de la
burocracia pública de nuestros países en aceptar “la invasión” de un agente
externo (la ciudadanía) a su dominio patrimonial. De igual manera, hay que
mencionar que la participación ciudadana es proclive a ser manipulada con fines
clientelares y político-partidistas, desdibujando de esta manera su esencia de
protagonismo ciudadano. Por último, la participación ciudadana no puede ser
vista o idealizada como una panacea bajo el riesgo de querer sustituir con ella, las
instancias naturales de gobierno, sin ningún resultado.
¿Democracia participativa vs. democracia representativa?
Una redefinición del funcionamiento de la democracia, no tendría que
fundamentarse en la falsa dicotomía de “una democracia representativa versus
otra participativa”. La participación y la representación no son excluyentes. Por el
contrario, son dos cualidades íntimamente ligadas y hasta inseparables. Toda
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democracia se basa en la combinación de tres aspectos estratégicos como son: i)
la participación directa y/o semidirecta de sus ciudadanos; ii) la presencia de
entidades públicas representativas y iii). la separación e independencia de los
poderes ejecutivo, legislativo y judicial. Como hemos visto; mediante la
participación, la ciudadanía tiene la oportunidad de incidir en los eventos que
ocurran en las instancias que conforman un modelo democrático de gobierno. Por
lo tanto, no hay antagonismo entre participación y representación.
¿Es o no, la participación ciudadana la alternativa ?
¿Y por qué no? El camino hacia la prosperidad y el desarrollo de nuestro
continente es una responsabilidad compartida entre los ciudadanos y sus
expresiones asociativas en un rol protagónico y el Estado, como último garante
del orden de la nación. Esta situación histórica es ineludible. Continuar bajo
modelos estatistas, donde la voluntad de la ciudadanía siga secuestrada por la
omnipresencia de un solo actor, es continuar navegando en el fracaso, inculpando
a factores externos de nuestros propios errores y de nuestra escasa visión de
futuro. El tiempo de los ciudadanos ha llegado. La oportunidad de iniciar un nuevo
modelo de gobierno abierto a los ciudadanos: responsable, democrático, plural e
incluyente está frente a nosotros. El único error posible es no emprender este
camino.
La posibilidad de participación en ciertos procesos de gobierno que ofrece la
Constitución de 1999 a la ciudadanía, constituye un elemento sustancialmente
atractivo tanto desde un punto de vista político como académico. En efecto, el
texto constitucional, ofrece al menos de manera formal una serie de alternativas
y canales de participación para que el ciudadano, el pueblo o la sociedad civil
puedan incidir en el diseño, la ejecución y el control de las políticas públicas; e
incluso con la estructuración misma de los poderes públicos. Veamos, a grosso
modo, cuales son esas alternativas de participación y consulta que oferta la
constitución.
La primera de ellas comprende la elección directa, universal y secreta de las
autoridades gubernamentales en los Poderes Ejecutivo y Legislativo; de los tres
niveles político-territoriales (Nacional, Estadal y Municipal), que conforman la
República; así como también en la elección de los Jueces de Paz. Otro aspecto que
involucra esta opción, es la participación ciudadana en la designación de ciertas
autoridades nacionales como los miembros del Tribunal Supremo de Justicia, la
designación de los miembros titulares del Poder Ciudadano, y la designación de
los miembros de la Junta Directiva del Consejo Nacional Electoral. En este caso, la
participación es realizada de manera indirecta y difusa; a través de
representantes en Comités de Postulaciones o mediante la expresión de opiniones
y/o reparos.
Una segunda alternativa la representa la participación social en la
coordinación y gestión de políticas públicas a el nivel nacional, estadal y
municipal. Esta modalidad es ampliada por la Leyes Orgánicas de Planificación y
de Administración Pública, aprobadas ambas en el año 2001. Este punto es muy
interesante pues implica entre otros aspectos la participación de la ciudadanía y
de la sociedad civil, en determinadas áreas específicas de gestión pública, la
definición de ciertas cualidades para la Administración Pública y su relación con
los administrados; y por último, propiciaría la cogestión descentralizada de ciertos
servicios públicos.
12
En tercer lugar, la oferta constitucional se ocupa de la participación en los
procesos de formación de leyes, de enmienda, de reforma constitucional y del
proceso constituyente. El proceso de Formación de Leyes, en lo que nos atañe se
presenta en los Artículos 204, 205, 206 y 211. Los temas referidos a la enmienda,
reforma constitucional y a la asamblea constituyente, se encuentran
comprendidos en los Artículos 341, 343, 345 y 349 del texto constitucional.
Y por último, debemos citar la cogestión ciudadana en los procesos
electorales. Al menos formalmente, tres de los miembros de la Junta Directiva del
Poder Electoral serían postulados, por instituciones o grupos no vinculados con la
estructura estatal. Los integrantes postulados por la sociedad civil, poseerían
unas comisiones específicas para su administración. La población tendría el
derecho y el deber de prestar el servicio electoral.
Por otra parte, el texto constitucional creó una serie de instancias de
participación social y ciudadana de carácter descentralizado. Dichas instancias
conformarían un subsistema de deliberación, consulta, planificación y
coordinación de políticas públicas. Nos referimos al Consejo Federal de Gobierno
(Artículo 185), los Consejos Estadales de Coordinación de Políticas Públicas
(Artículo 166), los Consejos Locales de Planificación Pública (Artículo 182) y las
Asambleas de Ciudadanos (muy de moda últimamente).
Pudiera afirmarse que se intenta avanzar hacia redefinición de las
relaciones entre el Estado y la Sociedad Civil venezolana, en términos de lograr
una mayor una mayor redistribución, desconcentración y descentralización del
poder y de la toma de decisiones. En tal sentido, y de ser válida esa apreciación,
la participación constituye un reto estratégico para todos los venezolanos; pues al
menos nos compromete con:
1. La apertura a la ciudadanía, a las comunidades y a la sociedad en general, de
ámbitos de gestión y de decisión de carácter político, económico y social; que
antes estaban bajo el monopolio del Estado.
2. Una profunda y necesaria reforma institucional en la estructura y los procesos
gubernamentales que se producen en el Estado venezolano; y más
específicamente aún, en la Administración Pública como instrumento típico de
gobierno.
3. El diseño y ejecución de programas de adiestramiento y fortalecimiento
institucional dirigidos a ajustar los valores de la cultura administrativa dominante
en el aparato público.
4. La promoción de la organización y fortalecimiento de las comunidades para
incrementar su participación en el diseño y, sobre todo el control de las políticas
públicas.
5. El impulso de una cultura democrática y participativa basada en la inclusión, la
tolerancia, la pluralidad y la cooperación como valores éticos sustantivos, vitales
e insoslayables.
Desde nuestro punto vista, no superarse los anteriores postulados, el tema
participativo correría el riesgo de constituirse en un mero espejismo que
justificaría ciertas prácticas políticas propensas al clientelismo; a la
burocratización de la administración gubernamental; o lo que es peor a la
instauración definitiva de un régimen basado en la exclusión y la ineficacia
gubernamental en total desmedro del avance de nuestro país y de su pueblo
13
hacia esa utopía que se han convertido la modernidad y el desarrollo social en
libertad y democracia.
Análisis jurídico legal de instancias formales de participación
ciudadana
La aprobación de la Ley de Participación Ciudadana abrió nuevas vías
jurídicas para que los distintos actores sociales se involucren en el proceso de
toma de decisiones, ejecución, seguimiento y evaluación de políticas públicas, así
como en la elaboración y aprobación de leyes, resoluciones, ordenanzas y normas
en general. La Ley considera la participación ciudadana como un derecho
humano, desarrollando los principios constitucionales de los Artículos 7 y 50 de la
Constitución Política; brinda respaldo a las prácticas participativas existentes;
profundiza aspectos esbozados en otras leyes y decretos; promueve la
participación en la elaboración de normas y de políticas públicas; y establece
diferentes modalidades de participación en los ámbitos local, departamental,
regional autónomo y nacional. A tres años de vigencia de esta Ley, se hace
necesario identificar el estado de las diferentes instancias creadas antes y
después de su aprobación, a fin de fortalecer la incidencia de la sociedad civil en
esos espacios y contribuir al establecimiento de alianzas público-privadas en los
ámbitos sectoriales y territoriales.
En materia legislativa, la participación ciudadana disfrutó de un fuerte
impulso con la aprobación de la Ley Orgánica del Poder Público Municipal, (en
Junio de 2005). La ley contiene unos 130 artículos que determinan la participación
ciudadana en la gestión pública local en asuntos; tales como: el presupuesto
participativo, las asambleas de ciudadanos y la contraloría social; entre otros. La
nueva LOPPM representa un avance significativo en relación a anterior Ley
Orgánica de Régimen Municipal y constituye además una seria exigencia de
modernización de las Juntas Parroquiales, los Consejos Municipales y las Alcaldías.
Otro avance en materia legislativa lo constituyó la aprobación de la Ley del
Servicio Comunitario del Estudiante de Educación Superior. Esta ley prescribe la
participación del estudiantado de ese sector, en proyectos de desarrollo
comunitario; como parte de su proceso de aprendizaje y formación.
En otros aspectos; sin embargo, la Asamblea Nacional quedó en una mora
inaceptable. En mora quedó la Ley Orgánica de Participación Ciudadana,
destinada a reglamentar los distintos procesos de consulta popular y de elección
de ciertas instancias participación ciudadana. Otro tanto ocurrió con la Ley
Orgánica de Hacienda Pública Estadal que fuera devuelta a la Asamblea Nacional
por el Ejecutivo Nacional. La Ley del Consejo Federal de Gobierno corrió con la
misma suerte. Otras leyes referidas a importantes herramientas participativas
como la contraloría social o la organización vecinal también quedaron pendientes.
Estos hechos consiguieron retrasar y posponer la aplicación de algunos mandatos
constitucionales orientados a estructurar un Estado federal y descentralizado, y
por ende, más democrático y más cercano a la población.
La red nacional de instancias de participación (Consejos Estadales de
Planificación y Coordinación de Políticas Públicas; así como los Consejos Locales
de Planificación), continuó sufriendo dificultades en su implementación. Los
Consejos Estadales no funcionaron de manera adecuada, en detrimento de sus
amplias potencialidades como instrumentos de consenso y del establecimiento
14
concertado de prioridades. Puede afirmarse que, durante 2005 ninguna entidad
federal elaboró un Plan Estadal de Desarrollo, de acuerdo a la Ley.
En cuanto a los Consejos Locales de Planificación (con alguna excepción), su
desempeño no fue mejor, ni más afortunado. En realidad, sigue habiendo una
gran resistencia a su implementación y operatividad. Hay sectores políticos (del
oficialismo y de la oposición) opuestos decididamente a la operatividad de estas
figuras de participación y co-gobierno ciudadano. Esa “resistencia al cambio”, a
los CLPP, se origina en la baja calidad de los gobiernos municipales, que obstruye
cualquier innovación que pueda “perturbar” su dinámica burocrática tradicional.
En el ámbito metropolitano sucedió algo similar. El Consejo Metropolitano de
Planificación y Coordinación de Políticas Públicas no actuó de una manera
eficiente ni cumplió con sus objetivos institucionales. Otra iniciativa en este
ámbito gubernamental, que resultó fallida, fue la denominada “Estatuyente
Metropolitana”. Esta interesante propuesta consultiva y deliberante sobre el
posible futuro del Área Metropolitana de Caracas, logró unificar la atención de
alcaldes tan diferentes ideológicamente como Juan Barreto, Leopoldo López y
Henrique Capriles. Sin embargo, al final no pasó nada.
Además de los Consejos Estadales y Locales durante este año se
continuaron impulsando otras instancias para la participación ciudadana de
carácter más específico y operativo. Así encontramos a los Comités de Tierras
Urbanas (existen 6 mil en todo el país), vinculados a la problemática de la
vivienda. Las Mesas Técnicas y Comités Comunitarios de Agua, relacionados a ese
tema concreto y los Comités de Salud (unos 8 mil a nivel nacional), propios del
Programa “Misión: Barrio Adentro”. Con cada una de esas modalidades
organizativas, el gobierno de turno intentó involucrar al voluntariado de las
comunidades populares en labores de ejecución y apoyo a sus programas
públicos respectivos. Sin lugar a dudas, estas experiencias tuvieron éxito. Un
éxito relativo y variable, dentro del cual hay que destacar el decisivo papel
relevante de la mujer venezolana como el verdadero sujeto promotor de la
organización ciudadana.
Pero aún hay más. Porque cada ley aprobada por la Asamblea Nacional
puede incluir la creación de mecanismos y espacios para el ejercicio de la
participación ciudadana. Veamos dos casos recientes. La Ley de Servicios Sociales
al Adulto Mayor (G.O. N° 38.270 del 12-09-2005), estableció la creación del
Consejo Nacional de Servicios Sociales para el Adulto Mayor, el cual contará con
representantes de entidades vinculadas a los derechos humanos, a los adultos
mayores, a las amas de casa, a las personas con discapacidad y a los pueblos
indígenas; por ejemplo. La misma determina la creación de las Asambleas de los
Comités Comunitarios de Servicios Sociales y de los propios Comités Comunitarios
de Servicios Sociales, al nivel más local.
El otro caso, lo encontramos en la Ley Orgánica para la Planificación y
Gestión de la Ordenación del Territorio (G.O. N° 38.279 del 23-09-2005), la cual
incorpora importantes elementos para la participación de los ciudadanos y las
comunidades organizadas en su ámbito de aplicación. Uno de esos elementos lo
constituye la figura del “Representante Comunitario” para asistir a las
asociaciones comunitarias en aspectos cruciales; tales como: su participación en
la elaboración de los planes para la ordenación del territorio municipal y, en el
procesamiento de sus quejas, denuncias y reclamos en materia de ordenación
15
urbanística; entre otros aspectos. De esta manera, la oferta participativa desde el
Estado hacia la sociedad civil siguió incrementándose.
La creación del Ministerio de Participación Popular y Desarrollo Social fue
otro evento que vino a recomponer el “cuadro institucional” de la participación
ciudadana desde la óptica del gobierno. Sin un propósito claro aún, este Ministerio
pareciera encaminarse hacia la ejecución de programas sociales específicos
(ahora se menciona la Misión “Negra Hipólita”, dirigido hacia la población más
vulnerable). Es fácil diagnosticar que su gestión operativa tendrá dificultades ante
las distintas políticas y propuestas que, en materia de organización popular ya
avanzan otras agencias estatales ministeriales. Del mismo modo, el Ministerio
tiene que aprender a coexistir con otros entes promotores de la participación
ciudadana que pertenecen a las entidades federales menores, como son los
Consejos Estadales de Coordinación y Planificación de Políticas Públicas y los
Consejos Locales de Planificación Pública.
Un comentario adicional merece la muy reciente propuesta de crear unos
“Consejos Populares de Gobierno”, conformados por diputados de la Asamblea
Nacional y otros representantes oficiales y privados (de la Sociedad) con el objeto
de discutir y consultar proyectos legislativos. En realidad, tales instancias -hasta
el momento- carecen de una base legal o de un propósito claro, salvo el de
carácter clientelar e ideológico.
En medio de todo esto, la población aún no se encuentra familiarizada con
muchos de estos espacios de protagonismo ciudadano. Incluso su existencia es
casi desconocida para gran parte de la sociedad organizada o no. Lo que ocurre
con ellos, es que además de su novedad, en muchos casos han sido secuestrados
por las organizaciones partidistas es desmedro de la participación de los propios
ciudadanos. Además, la polarización política y visceral que ha venido
predominado durante los últimos años en el país, también ha afectado su
desempeño, su utilidad y su proyección comunitaria. Sin embargo, hay que
reconocer que la propia sociedad organizada ha emprendido notables iniciativas
de formación y difusión sobre los derechos ciudadanos para rescatar sus propios
espacios de participación. Así encontramos a organizaciones civiles como
“Sinergia” o “Queremos Elegir” y portales como consejoslocales.org y
apalancar.org (entre otros), que han convertido en verdaderos pivotes en la lucha
por abrir espacios hacia una nueva cultura cívica participativa basada en los
valores de inclusión, tolerancia y democracia.
El ámbito electoral fue el más fue afectado. Durante el 2005, hubo dos
procesos electorales de carácter legislativo (municipal y nacional) caracterizados
por el debate sobre la idoneidad y transparencia del Consejo Nacional Electoral.
Los resultados de ambos eventos comiciales favorecieron al oficialismo: en el
evento municipal ganó la mayoría en los Concejos Municipales y Juntas
Parroquiales; y en cuanto a la Asamblea Nacional obtuvo la totalidad de los 167
diputados a ser electos. De esta forma, la democracia venezolana entró en una
“nueva etapa” signada por la presencia hegemónica de un solo factor ideológico
en las instancias formales de representación política vigentes. Pero quizás los
más lamentable, es el daño causado al ejercicio del sufragio como mecanismo de
resolución de conflictos en un sistema democrático. De una parte, la incapacidad
manifiesta del CNE por infundir la confianza necesaria en el electorado y, de otra,
el avance de propuestas abstencionistas como medios de participación y de
16
presunta deslegitimación gubernamental, sólo contribuyen a profundizar el
desentendimiento y la diatriba inútil que predomina en el escenario político
venezolano.
Los partidos como canales naturales de participación política y debate
ideológico democrático siguieron sin poder recuperar su espacio en la sociedad
venezolana. Desde nuestro punto de vista, en Venezuela, se ha venido
consolidando una visón inadecuada del “hecho político” que lo reduce a una
simple manipulación clientelar maniquea. Los argumentos fueron sustituidos por
los insultos, los acuerdos han sido suplantados por las componendas, la disidencia
y la crítica se persiguen y se castigan (en el oficialismo y en la oposición). Por otra
parte, al esfuerzo político sostenido, tesonero y con visón estratégica, algunos
pretenden sobreponerle una la salida fácil, milagrosa, mesiánica y por lo tanto,
antidemocrática. Las organizaciones partidistas y la sociedad organizada
venezolana deben ir al reencuentro mutuo (lo escribiré de nuevo: el reencuentro
es mutuo, entro dos factores). Ambas fuerzas deben reconocerse entre sí,
respetando la diversidad, propiciando la pluralidad y la inclusión. Durante el 2005,
los partidos continuaron privilegiando las formas autoritativas de organización
interna. Cabe agregar que sus procesos de renovación de autoridades fueron
pospuestos. No hay duda, que conceptos como renovación y democratización
causaron escozor en estas instituciones sociales.
Por último, también durante 2005 la realización de consultas públicas sobre
leyes, ordenanzas y reglamentos no fueron hechas de manera sistemática ni
oportuna. Igual ocurrió con otros medios de participación ciudadana como el
presupuesto participativo, el presupuesto de inversión municipal o los
mecanismos de acceso al financiamiento de proyectos comunitarios; por parte del
Fondo Intergubernamental para la Descentralización (FIDES) o la Ley de
Asignaciones Económicas Especiales (LAEE). Sobre este particular, debe
agregarse que los procedimientos para la presentación de proyectos por parte de
las comunidades son engorrosos e inequitativos, propiciando el desaliento entre
la población supuestamente beneficiaria.
El desarrollo de los derechos a la participación ciudadana siguió su avance,
lento pero seguro, generando dudas, propiciando problemas y desconciertos; pero
también significando una oportunidad formidable para construcción de una
plataforma social que sirva de contrapeso a las tendencias autoritarias y que a su
vez promueva una cultura de inclusión y de lucha por una Venezuela
democrática, moderna y próspera. El camino es largo, pero es el camino.

3. IMPORTANCIA DE LO LOCAL EN EL CAMPO DE LAS POLITICAS


SOCIALES
El desarrollo tiene que ver con el territorio, pero también con sus gentes, por lo
que debe ser adaptable y flexible para con las circunstancias y características del
mismo, si no no es validable. Además, el desarrollo debe ser al tiempo social y
económico y buscar el bienestar social de sus vecinos y, por eso, o es próximo a
ellos o no existe, puesto que en la actualidad la competitividad no es sectorial,
sino que es territorial, pero que fundamentalmente se basa en las capacidades de
sus recursos humanos y técnicos, y por lo tanto es necesario tener en cuenta la
gestión del conocimiento como base de la estrategia de crecimiento.
17
«lo local es la alternativa a la globalización» y que contra la localización sólo
cabe participar y tratar de gobernar dicho proceso, siendo necesario trabajar en
clave de red, de ahí la importancia de las alianzas, del saber compatibilizar la
competitividad y las colaboraciones; y además trabajar desde lo local y apoyando
a las pequeñas empresas, sobre todo a aquellas que aporten innovación. La
innovación en la pequeñas empresas de nuestros municipios es posible, pues
innovar es simple y llanamente hacer algo mejor, es una actitud frente al
presente y su realidad buscando la optimización y el mejoramiento del mismo, y
de eso los alicantinos sabemos un montón.
Lo que distingue al desarrollo económico local es su dimensión territorial, la
cual incluye la heterogeneidad y complejidad de la realidad municipal,
departamental y/o regional, sus particularidades biofísicas y socio-demográficas,
los patrimonios cultural y ecológico, y el acceso a instrumentos claves para la
actividad empresarial tales como tecnología, crédito e información. El enfoque
territorial incorpora tanto a los agentes públicos como a los agentes privados y al
conjunto de la sociedad civil.
La animación económica no es sólo una cuestión del Estado, ni tampoco es
resultado exclusivo de las actividades empresariales privadas. El progreso
económico depende de cómo el conjunto de la sociedad organiza su producción
material. De hecho el logro de la eficiencia productiva y la competitividad de las
empresas privadas es función “sistémica” de todo el conjunto de actividades que
costea la sociedad, como la educación, salud, saneamiento, vivienda y la
resolución de conflictos en el sistema judicial, y sobre todo, las actividades
encargadas en garantizar la existencia de información, capacitación y acceso al
financiamiento (Francisco Alburquerque, Universidad Complutense, 1997).
El desafío está en fortalecer las capacidades de los territorios en estimular la
inversión productiva, crear empleos, salvaguardar el medio ambiente y mejorar la
calidad de vida de las familias que allí habitan. Hoy nadie pone en duda la
importancia de la participación ciudadana en la solución de los problemas y de las
relaciones entre las actividades económicas y el medio ambiente. La dimensión
terrritorial es lo que permite articular y armonizar los aspectos económicos,
sociales y ambientales.
Mario Ossandón, de la Asociación Chilena de Municipalidades, plantea que la
provisión de mejores servicios públicos, la disponibilidad de suelos para
actividades productivas, las condiciones de las viviendas, la recreación, la
seguridad y la movilidad pueden crear un ambiente positivo en la realidad
económica de cada zona. Arturo Núñez del Prado, de ILPES/CEPAL, afirma que si
la forma más correcta de consolidar la democracia es construyendo sociedades
más justas, y la pobreza y la exclusión social se contrarrestran mejor con la
generación de empleos, no cabe duda que este es un tema central. Por ello, el
tema de la expansión productiva, del desarrollo económico local es de gran
importancia.
De ahí la relevancia de la voluntad de los agentes públicos nacionales y locales
de promover la construcción de un entorno positivo de servicios territoriales que,
de forma sistémica, haga posible el desarrollo económico local. Esto quiere decir
que el Estado debe descentralizarse y fortalecerse la formación e inversión en
recursos humanos e institucionales a nivel local. También conviene crear
mecanismos de coordinación entre los agentes públicos y privados locales en pro
18
de un objetivo común. Esto es posible debido al avance tecnológico y a los
esquemas actuales de producción (economías de variedad y de calidad),
caracterizados por la demanda segmentada y el constante cambio. Por ello, la
existencia y el acceso a instrumentos de progreso económico a nivel territorial es
lo que hará posible que El Salvador se inserte inteligentemente al mercado
mundial del siglo XXI.
La globalización de la información y la economía están enviando mensajes
claros v.g. los tratados comerciales son efectivos para competir e integrarse al
mercado mundial. Lo que no se dice con claridad es que para que esos acuerdos
sean efectivos y duraderos, se requiere de un entorno territorial favorable. Un
producto que lleve “desnutrición, analfabetismo y contaminación” correrá el
riesgo de ser rechazado por las normas de calidad que regularán el mecado
mundial del siglo XXI. En este sentido, uno de los grandes desafíos es que la
nación salvadoreña invierta más en ciencia y tecnología, y que la empresa
privada mejore su relación con las universidades, las organizaciones de la
sociedad civil y los gobiernos municipales, a fin de incrementar la productividad y
la inversión a nivel territorial y de esta manera promover el desarrollo económico
local.
El Dr .Vidal Salazar comento que la relevancia del tema nos lleva a considerar
que en un mundo globalizado, vamos descubriendo que las regiones presentan
características específicas que les dan oportunidades de competir dentro de este
mercado, las regiones van cobrando poco a poco importancia de sus recursos
locales que no han sido explotados adecuadamente para incursionar en un
mercado global.
El Dr Pablo Wong, aseguro que el enfoque de desarrollo local depende para
crecer de condiciones externas, de repente las regiones y las comunidades se
encuentran desnudas ante la competencia mundial y tienen que crear estrategias,
el enfoque del desarrollo local depende de gran medida de la forma en que se
aprovechan las externalidades.
Se mencionaron las características fundamentales del desarrollo local:
Primero: Por un lado hay un espacio territorial muy delimitado.
Segundo: El crecimiento económico es un pilar fundamental para el desarrollo
local, pero el fin último es el desarrollo y el bienestar de la comunidad, es la idea,
es la estrategia.
Tercero : esta basado en la utilización de los recursos locales.
Y finalmente, la idea es que los actores locales logren tener el control de
dirigir el proceso de desarrollo
Cada vez más en América Latina y específicamente en Venezuela, se
comprende que el tránsito de las necesidades a los derechos humanos y a su
realización efectiva, está íntimamente relacionado con la participación y
profundización de democracia. El desarrollo humano y la búsqueda de una
sociedad equitativa y sin pobreza ni exclusión, pasa por la comprensión profunda
y multidimensional de estas situaciones e interrelaciones, constituyendo un
campo de interés y preocupación de investigadores, funcionarios públicos,
dirigentes políticos y diversos actores sociales.
La Unidad propuesta tiene el propósito de construir conocimiento en el área
del desarrollo humano local y territorial, desarrollo endógeno, participación y
calidad de vida. Se considera que sobre la base de este conocimiento es posible
19
plantear políticas, programas sociales, indicadores y metodologías para la
articulación de propuestas, seguimiento y evaluación de programas; así como
acciones que contribuyan a ofrecer respuestas a los complejos problemas
específicos de la sociedad venezolana en este ámbito, desde una perspectiva
transdisciplinaria y en el marco de una integración de las funciones académicas
de investigación, docencia y extensión,
Las actividades de la Unidad estarán orientadas a investigar, formar,
capacitar y realizar acciones en comunidades, en las áreas de democracia,
participación, formación ciudadana, desarrollo territorial, desarrollo local, riesgo y
vulnerabilidad, exclusión, pobreza, derechos humanos y derechos sociales,
calidad de vida, planificación, formulación, seguimiento y evaluación de políticas
sociales, información sociodemográfica e indicadores sociales.
El propósito de construir nuevos estilos de desarrollo más autónomos,
participativos, locales, sostenibles y culturalmente específicos centrados en la
búsqueda de una mayor calidad de vida para toda la población, involucra diversas
acciones, entre otras, plantearse interrogantes, sistematizar experiencias,
proponer nuevas epistemologías y formas de comportamiento societal, así como
alternativas metodológicas que permitan asumir esta problemática en toda su
complejidad y con el compromiso que implica la posibilidad de construir un
mundo más igualitario, solidario y humanista.
Esto nos lleva no sólo a pensar formas de organización económica que
posibiliten procesos sustentables y sinérgicos de satisfacción de las necesidades
humanas de manera coherente, plena y sana, sino a asumir enfoques
transdisciplinarios, modulares y sistémicos, que nos proporcionen categorías
adecuadas para comprender los estilos de desarrollo a través de las formas de
vida, trabajo, evolución económica y social de nuestros países y territorios,
incorporando los aportes de las diferentes disciplinas: filosofía. sociología,
economía, psicología, psicología social, politología, antropología, ecodesarrollo,
etnodesarrollo etc.
Diversas propuestas han surgido como respuesta frente a las limitaciones y
contradicciones que los actuales tipos de desarrollo y estilos de vida han
provocado tanto a escala planetaria como local, lo importante es que las
propuestas de desarrollos humanos, sustentables y solidarios y las metodologías
para lograrlos, deben surgir de la reflexión y participación de todos los
involucrados en las decisiones acerca de las formas de vivir la vida.
Reviste importancia la reflexión acerca de los diferentes problemas
centrales en la comprensión y transformación del mundo y de las relaciones de
estos con las diferentes oportunidades existentes. Las profundas innovaciones
que esta viviendo el país en todos los ámbitos de la vida pública nacional,
acompañadas de las sinergias internacionales producidas por la articulación de la
política energética y la política exterior, plantean un cambio sustantivo en la
comprensión de la participación de los nuevos actores sociales y políticos en las
dinámicas institucionales del Estado venezolano.
Es fundamental entonces entender las posibles articulaciones y
desarticulaciones entre los grandes procesos macroeconómicos y sociales donde
se gestan las grandes políticas económicas y sociales y el espacio local donde
tiene lugar las transformaciones de los mundos de vida. Cuando la comunidad
organizada es capaz de utilizar el potencial de recursos naturales y culturales
20
existentes para la calidad de vida de toda la población, se puede convenir en
decir que es un desarrollo territorial endógeno. El concepto se apoya en la idea de
que las localidades y territorios tienen un conjunto de recursos (económicos,
humanos, institucionales y culturales) y de economías de escala no explotadas,
que constituyen su potencial de desarrollo.
El conocimiento profundo de aquellas experiencias positivas implica el
conocimiento y la comprensión de los procesos humanos involucrados en las
propuestas y transformaciones que se han venido dando en los espacios locales.
Es de suponer que estos cambios donde los sujetos pasaron a ser actores activos
en sus comunidades de alguna manera se reflejen en sus hábitos, motivaciones,
relaciones interpersonales, valores y comportamientos en general, aspectos que
son centrales en el desarrollo y bienestar.
Dentro del campo de estudio descrito, podemos destacar los siguientes
problemas,
• La importancia de comprender y proponer formas de desarrollar las
potencialidades humanas (sumando a la educación formal, una educación
informal de adultos) proceso consustancial con el desarrollo y con el
proceso de satisfacción de las necesidades humanas. Para esto es preciso
enfocarse no sólo en las mejoras de bienes y servicios o aspectos
materiales en general, sino básicamente en la trasformación de las
prácticas sociales, nuevos valores, formas y modelos de organización,
modelos políticos y valores que repercuten con fuerza en la forma como se
expresan y se resuelven las necesidades.
• La necesidad de proponer nuevos alcances de las políticas públicas,
comportamientos ciudadanos que asuman los límites biofísicos del
pretendido crecimiento económico infinito y que permitan el mayor nivel de
bienestar con el menor consumo de recursos y contaminación del medio
ambiente, basadas en el desarrollo del pensamiento complejo y modular, la
racionalidad ambiental y una visión ecosistémica.
• La importancia de recuperar y valorar los saberes tradicionales a través de
la producción colectiva y la sistematización de experiencia locales mediante
la utilización de metodologías participativas, en las cuales pueden tener un
rol fundamental las oportunidades que se otorguen a los adultos mayores.
• La pertinencia de establecer consideraciones filosóficas sobre el aporte
económico, vía plusvalía, del trabajo no remunerado realizado
especialmente por las mujeres, adolescentes, niños y adultos mayores en
especial en las zonas más deprimidas del país, asumiendo como categoría
transversal de análisis las inequidades de poder, recursos y valoración
social entre hombres y mujeres, puesto que ello involucra una dinámica que
atraviesa toda la vida de los territorios y de las comunidades.
• La necesidad de proponer formas de recuperar un tejido axiológico que
tenga como centro de gravedad la familia, la solidaridad, la igualdad y la
fraternidad; para fortalecer los nuevos valores de inclusión, equidad y
aceptación plena del otro. Esto implica realizar propuestas educativas,
fomentar nuevos modelos de dinámica familiar a través de diversas
metodologías, formas de participación que deben ser permanentemente
evaluadas como manera de conocer si los procesos están dando los frutos
21
requeridos para cumplir con el proyecto de vida propuesto o en su defecto
no llegan a alcanzarlas.
• La importancia de proponer metodologías pertinentes así como indicadores
sociales válidos y pertinentes que recojan los avances, cambios y
transformaciones que derivan de la puesta en marcha de un número
importante de políticas sociales innovadoras y altamente participativas.
Las políticas públicas se conforman con el conjunto de lineamientos y
formulaciones explícitas, que incluyen propósitos (objetivos de corto tiempo),
finalidades (objetivos de mediano y largo tiempo) y estrategias para lograr
concretizarlos en una realidad social. (Castro y Evangelista, 1997). Se concretan a
través de distintos programas públicos diseñados e implementados por un
gobierno y por otros actores de la sociedad. Carecen de neutralidad ideológica y
política, son dialécticas e históricas; se construyen sobre definiciones específicas,
por ejemplo, de Estado, de sociedad, de familia, de necesidades sociales, de
propiedad, de trabajo, de control-coerción, de mujer-hombre, etc. Implican
intereses diversos como son: de clase, de raza, de etnia, de género, de edad, de
ubicación geográfica: regionales, nacionales y/o internacionales, económicos,
políticos, etc. Exponen una visión específica sobre la realidad, los problemas y
necesidades sociales y las maneras en que éstos deben ser atendidos o resueltos.
(Castro, 1999)
Las políticas públicas marcan momentos de la historia de un país o grupo
social debido a que simbolizan los vínculos de control y orden público legitimados,
contienen las regulaciones económicas establecidas según un modelo de
desarrollo y expresan las aspiraciones de equidad social de un grupo humano.
También por que los temas que son objeto de política pública señalan los asuntos
o problemáticas sociales que en un tiempo y espacio se llevan a la discusión
pública incluso al debate político-partidista, adquiriendo difusión, controversia y
poder tales que se incluyen en una agenda política y por ende en un programa de
gobierno. Además, las políticas públicas hablan del concepto de ciudadanía, de
persona, de valores humanos como la igualdad y de los esfuerzos por establecer
principios basados en la equidad. (Castro, 1999)
Las Políticas Públicas siempre constituyen un conjunto articulado e
interrelacionado de planteamientos proyectivos que el Estado delinea e
implementa a través del gobierno y otros actores sociales y políticos, que buscan,
por una parte, responder a las necesidades de la población, y por otra, la
funcionalidad y reproducción de la estructura estatal. Pero, las Políticas Públicas
son también expresión de los niveles de participación, movilización y lucha social
de la sociedad civil dentro de los mismos marcos sociales.
Conceptualización de la Política Social
Generalmente el principio inspirador de la Política Social es el logro del
Bienestar Social colectivo, sin embargo, para los fines del presente estudio se
entenderá a la Política Social a partir de una naturaleza dicotómica, contradictoria
y dialéctica, en este caso podemos conceptualizarla como el conjunto explícito,
ordenado y sistemático de formulaciones estratégicas, definidas, articuladas y
direccionadas por el Estado y por actores sociales civiles y privados, lo que hace
que sean concertadas socialmente. Estos lineamientos estratégicos buscan el
logro de finalidades sociales, que se delimitan a partir de posturas u orientaciones
22
teórico-conceptuales y político-ideológicas, entre ellas podemos mencionar las
siguientes:
• Política Social vista como el conjunto de mecanismos estatales de acción y
bienestar social, que buscan disminuir y eliminar las diferencias
socioeconómicas entre los grupos de una sociedad determinada así como
frentar la desigualdad social con medidas redistributivas y de acceso a
servicios sociales a través de dos vías:
*Con la generación de empleo productivo y convirtiendo al desempleado en
trabajador asalariado. (Salario Directo)
*Con la posibilidad de acceso a servicios sociales: Salud, Educación, Vivienda,
Alimentación, Seguridad Social, Cultura, Deporte y Recreación. (Salario Indirecto)
• Política Social vista ayuda asistencial y paliativa, Política Social vista como
el conjunto de mecanismos de acción social necesarios para paliar y
atenuar los efectos sociales del desarrollo, para compensar mínimamente a
los excluidos y marginados. Es decir, entendida como programas
asistenciales, promocionales, emergentes, cortoplacistas y desarticulados,
focalizados a sectores en situación de necesidad extrema.
• Política Social entendida mecanismo de hegemonía y reproducción de la
fuerza de trabajo. Política Social entendida como el conjunto de estrategias
e instrumentos estatales de acción social, indispensables para incidir en la
reproducción de la fuerza de trabajo y en la legitimación y ampliación del
dominio y poder del Estado sobre los grupos que integran una sociedad.
• Política Social como medio de gobernabilidad y control social. Política Social
entendida como el conjunto de mecanismos sociales estatales
indispensables para asegurar la cohesión, el consenso y la estabilidad
social, es suma, su finalidad es la gobernabilidad de una sociedad.
Desde una perspectiva teórica las orientaciones en torno a la Política Social
aparecen como "tipos ideales", es decir, como configuraciones abstractas
necesarias para analizar un fenómeno social determinado, pero, en la realidad
concreta, la Política Social implementada en una realidad engloba todas esas
orientaciones, ya que dentro de los marcos de una sociedad determinada aquella
tendrá una naturaleza dialéctica, dicotómica y contradictoria que hará que todas
las orientaciones mencionadas coexistan, se enfrenten, se tensionen e
interactúen dentro de ese contexto social.
Vertientes de la Política Social
En el caso de la Política Social, su primer principio inspirador implica asegurar
el bienestar social de la colectividad nacional, sin embargo, es importante no
perder de vista que en la realidad concreta, la Política Social conforma un
conjunto de acciones, mecanismos, orientaciones, actividades, lineamientos,
legislaciones, planes, programas y proyectos, planeados, continuos y
sistemáticos, que se orientan a elevar las condiciones sociales de todos los
integrantes del Estado Nacional, pero en el nivel de concreción, esos mismos
elementos inciden sólo a paliar ciertos efectos de la problemática social que
genera el mismo sistema de explotación implementado por el Estado, teniendo un
interés por la reproducción de esquemas que permitan su preservación y
legitimación. En ese sentido, la política social se diversifica en cuatro vertientes
principales, las cuáles permiten su diseño e implementación de forma ordenada y
direccionada, que se presentan a continuación:
23
1. Vertiente socio-económica. Relacionada principalmente con las políticas de
generación de empleo productivo y salariales. En este caso, la vertiente
socio-económica reconocerá la intención de convertir al desempleado en
trabajador asalariado para de esa forma otorgarle capacidad de ahorro y de
consumo, y por otra parte integrarlo a los sistemas de seguridad social.
(Laurell, 1996)
2. Vertiente de servicios-beneficios sociales. Relacionada con el objetivo de
elevar las condiciones de vida de la población , a partir del acceso a
servicios y beneficios relacionados con diversas áreas de lo social:
educación, salud, vivienda, seguridad social, alimentación, cultura, entre
otros. (Laurell, 1996)
3. Vertiente asistencial-promocional. Relacionada con las acciones sociales
que permiten reforzar las anteriores vertientes, es decir, las acciones
sociales compensatorias para los desempleados, trabajadores informales y
para aquellos sectores de la población que tienen accceso limitado a los
servicios-beneficios sociales. (Evangelista, 1996a)
4. Vertiente de Participación y Organización Social. Relacionada con los
lineamientos necesarios para promover la participación social y para
generar mecanismos permanentes de organización entre los beneficiarios
de las acciones y programas sociales. En este sentido, toda política social
lleva implícita la definición de lineamientos y el desarrollo de acciones
orientadas a lo socio-económico, a promover servicios- beneficios sociales y
a diseñar formulaciones de tipo asistencial y promocional, pero
fundamentalmente, debe servir como marco de referencia y como base
operativa para potenciar la organización y para promover la participación
social. (Evangelista, 1998)
Es necesario entender que la generación, diseño e implementación de la
política social tienen una relación determinante con la estructura y la complejidad
política, la correlación de fuerzas sociales, la movilidad y la participación social, la
heterogeneidad socio-cultural y con las formas de articulación con el exterior que
se generen en cada realidad social. Por eso, esos mismos aspectos delimitarán las
orientaciones y las prioridades de determinada vertiente de la política social. Es
decir, los aspectos antes mencionados generarán la tensión de las orientaciones y
la priorización de determinada vertiente en detrimento de las otras.
Las Políticas Sociales en el Desarrollo Local
Para entender el Desarrollo Local debemos centrarnos en diseccionar las
dos categorías que integran dicho concepto. Primeramente, podemos entender
por Desarrollo todo proceso de cambio, transformación o desenvolvimiento que se
genera en alguna esfera de los entornos biológicos, naturales, económicos,
políticos, sociales o culturales. Ubicados en el ámbito social podemos entender al
desarrollo como la posibilidad de cambio, transformación o desenvolvimiento
multilineal y contradictorio, positivo o negativo, progresivo o regresivo,
relacionado con las situaciones, procesos, actores y dinámicas sociales, que se
generan, ubican e interactúan dentro de una sociedad determinada. Una de las
discusiones conceptuales sobre el Desarrollo hace referencia si ese cambio es
inmutable, natural y determinado, o por el contrario es vulnerable a la
reorientación por parte de los actores sociales participantes en esos procesos de
desarrollo. (Castro y evangelista, 1998) Por otra parte, lo Local está definido por
24
nuestro entorno inmediato, por los aspectos comunes que nos vinculan con otras
personas en nuestro espacio cotidiano: identidad, historia, territorio común,
relaciones sociales, clase social, cultura, cotidianidad, etc. Lo local hace referencia
a un espacio micro-social identificable, reconocido e integrado por actores
individuales, colectivos, sociales e institucionales. Todo espacio local siempre es
dialéctico; es decir, conlleva antagonismo, conflictos, pero también metas en
común, armonía y construcción colectiva. (Castro y Evangelista, 1998)
En ese sentido, podemos afirmar que el Desarrollo Local involucra un
esfuerzo colectivo, consciente, comprometido y articulador de los actores sociales
de un espacio local, como medio para identificar y promover las potencialidades
colectivas y para generar apoyos indispensables para la solución de necesidades,
problemas, peticiones y demandas. El Desarrollo Local hace referencia al proceso
de aumento de la capacidad de los espacios locales para reconocerse como
protagonistas de su desarrollo, identificar necesidades y problemáticas,
potencialidades, recursos y vacíos, definir sus demandas y orientar recursos a la
solución de sus problemas. Por eso, todo proceso de Desarrollo Local involucra en
forma obligatoria, al menos, los siguientes aspectos: Territorio, Espacio,
Economía, Política, Sociedad, Cultura y Medio Ambiente.
De acuerdo a lo anterior, las Políticas Sociales en el Desarrollo Local (PSDL)
significan no solo los lineamientos sociales estratégicos que se generan en un
espacio geográfico dependiente de otro mayor, donde ocurre la vida cotidiana, los
procesos, movilizaciones y acontecimientos, sino también sintetizan las acciones
sociales en común y las que advierten confrontaciones, simbolizan las
concordancias y las diferencias entre sectores y grupos con sus específicas
formas de ver y entender el desarrollo social, aún cuando estas se inserten y/o
comulguen con un estado nación o confluyan en un país. Las PSDL además de
actuar como instancias mediadoras entre estructuras globales, regionales y
locales, son instrumentos que reproducen y/o transforman prácticas sociales,
diversifican relaciones entre el Estado y la Sociedad, y actuan como nexos de
estructuración de relaciones sociales, como procesos de permanente construcción
/reconstrucción socio-política y como dimensiones micros en referencia y en
tensión con dimensiones macro.
De acuerdo a lo anterior, es importante mencionar que cuando algo se define
como local es porque pertenece a algo global y en ese sentido, las PSDL
constituyen diques, trincheras o poderes locales, alternativos, micros, desde
abajo y desde adentro, que complementan o enfrentan a las políticas globales o
nacionales, y por ese hecho, defienden posturas de vida social basadas en
historias particulares, en visiones políticas locales y en identidades individuales y
colectivas. Siempre entendiendo que, si bien los espacios locales tienen
situaciones específicas, contextos, producciones y relaciones sociales autónomas
que le son propias, a la vez tienen nexos, coexisten, conviven y se vinculan con
contextos y determinaciones más globales, superiores o hegemónicos.

5. EXPLIQUE LOS MECANISMOS DE PARTICIPACION CIUDADANA


El texto de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela,
producido por la Asamblea Nacional Constituyente verificada en el año 1999,
siguiendo el mandato popular que le fue conferido por los electores mediante
referéndum tuvo como una de sus premisas básicas y fundamentales, el refundar
25
la República para establecer una sociedad democrática, participativa y
protagónica, en la cual, no sea sólo el Estado el que deba adaptarse y someterse
a la forma y principios de la democracia, sino también la propia sociedad,
integrada por cada uno de sus ciudadanos, quienes se encuentran llamados a
desempeñar un rol decisivo y responsable en la conducción del rumbo de la
Nación, dando origen a un binomio decisivo y fundamental cuya finalidad última
sea la consecución del desarrollo, bienestar y prosperidad en el existir del Estado.
De hecho, tal apreciación es fácilmente perceptible de la propia exposición de
motivos del texto constitucional en la cual sobre tal aspecto se señala:
“Los principios de la solidaridad social y del bien común conducen al
establecimiento de ese Estado social, sometido al imperio de la
Constitución y de la ley, convirtiéndolo, entonces, en un Estado de
Derecho. Estado social de Derecho que se nutre de la voluntad de los
ciudadanos, expresada libremente por los medios de participación
política y social para conformar el Estado democrático. Estado social y
democrático de Derecho comprometido con el progreso integral que los
venezolanos aspiran, con el desarrollo humano que permita una calidad
de vida digna, aspectos que configuran el concepto de Estado de Justicia.
Siendo así las cosas, como ya tuvimos la oportunidad de comentar
anteriormente, el cambio en el paradigma de Estado que deviene de la
consagración establecida en el artículo 2 constitucional, cuyos valores superiores
son la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la
responsabilidad social, la ética, el pluralismo político y la preeminencia de los
derechos humanos; nos señala una nueva concepción de la sociedad, en la cual
ésta pasa a constituir un factor y pieza fundamental dentro de la conducción del
Estado, con el cual debe permanecer en una constante interacción para crear un
binomio decisivo en la gestión de gobierno.
Lo anterior encuentra fundamento en el artículo 5, según el cual la
soberanía reside intransferiblemente en el pueblo, quien la ejerce; bien
directamente a través de las formas y maneras previstas en el propio texto
constitucional y en la ley; o bien indirectamente, mediante el sufragio a través de
los órganos que ejercen el Poder Público; situación que se encuentra ratificada en
el artículo 6 constitucional, que consagra de manera definitiva como forma de
gobierno de la República y de las demás entidades político-territoriales, la
democracia participativa y protagónica, descentralizada, alternativa, responsable,
pluralista y de mandatos revocables; razón por la cual, no es posible que ninguna
organización del Estado niegue o inobserve tal configuración institucional.
De conformidad con lo anterior, la Constitución de la República Bolivariana
de Venezuela establece las bases axiológicas e institucionales para profundizar y
materializar el sistema democrático en Venezuela, al completar las tradicionales
formas e instancias representativas de los sistemas democráticos
contemporáneos, con novedosos y efectivos mecanismos y medios de
participación a través de los cuales los ciudadanos pueden, en los distintos
niveles político-territoriales, ser agentes protagónicos fundamentales en la
actividad del Estado y en la toma de decisiones para la gestión del interés público
y el bien común.
De este modo, como bien lo proclama la Exposición de Motivos de la
Constitución, el régimen constitucional vigente responde a una sentida aspiración
26
de la sociedad civil organizada que pugna por cambiar la negativa cultura política
generada por décadas de un Estado centralizado de partidos, que mediatizó el
desarrollo de los valores democráticos, a través de la participación ciudadana,
que ya no resulta sólo limitada a la actuación derivada de procesos electorales,
pues se reconoce la necesidad de la intervención del pueblo en los procesos de
formación, formulación y ejecución de políticas públicas, como medio para
superar el déficit de gobernabilidad que ha afectado a nuestro sistema político,
debido a la carencia de armonía y si se quiere, a la separación verificada entre el
Estado y la sociedad, ocasionando la ruptura entre dichos componentes, cuyas
consecuencias fueron capaces de generar repercusiones en los más diversos
escenarios de la vida social, económica, política y hasta cultural de nuestra
sociedad.
En tal sentido, debe entenderse y a su vez concientizarse que nuestro
modelo de democracia ya no se encuentra fundamentado solamente sobre la
base de un sistema representativo, sino que nuestra democracia se encuentra
fortalecida, con el valor agregado de la inclusión expresa del pueblo como factor
fundamental y decisivo en la conducción de la gestión gubernamental, en donde
el individuo se integra a la acción de gobierno mediante la materialización de un
amplio catálogo de mecanismos de participación a través de los cuáles se
perfecciona una forma de gobierno integrada tanto por los representantes electos
y los propios ciudadanos, el propio pueblo, haciendo realidad y otorgando vida y
sentido a su facultad de soberano, tal y como expresamente lo reconoce el propio
texto constitucional en su artículo 5.
En efecto, tal precepto constitucional se nos presenta como factor clave,
fundamental para el entendimiento y compresión de nuestro sistema democrático
actual. Así las cosas el mismo es categórico al afirmar que:
“Artículo 5: La soberanía reside intransferiblemente en el pueblo, quien
la ejerce directamente en la forma prevista en esta Constitución y la ley,
e indirectamente, mediante el sufragio, por los órganos que ejercen el
Poder Público. Los órganos del Estado emanan de la soberanía popular y
a ella están sometidos.”
Se denota claramente de su redacción, como nuestra democracia se
patentiza por la coexistencia en la liderazación y guía de la acción de gobierno
de, en primer lugar, el poder constituido, es decir, por la serie de órganos y
organismos públicos que conforman la estructura organizacional del Estado y que,
en razón del mandato soberano, ejecutan la conducción del Estado; pero, en
segundo lugar, dejando lo suficientemente claro que dicha práctica constituye tan
sólo una modalidad del ejercicio gubernamental, que se presenta inseparable a
una modalidad directa de gobierno, superior a ella en razón de un orden
ontológico, que será realizada por el único y auténtico detentador del Poder y
organizador del Estado, es decir, por el pueblo.
Tal superioridad viene incluso puesta de manifiesto expresamente en el
último aparte del artículo recién citado, cuando señala que los distintos órganos
que conforman el sustrato estructural del Estado, se deben al pueblo, ya que de
él emanan, de él han sido creados y por ende a él se deben, creándose así una
relación soberano-mandatario, en la cual éste último es concebido con la finalidad
de servir en la satisfacción de los intereses de aquel, y en la consecución de los
diversos fines a los que el Estado se encuentra llamado y obligado a concretar, en
27
aras de alcanzar esa sociedad justa y digna en la cual cada uno de sus
componentes alcance la prosperidad y el desarrollo integral que hace que se
materialicen los ideales de paz, justicia y bienestar que todo Estado desea.
En tal orden de ideas, la coexistencia en la conducción de gobierno a la cual
nos referimos se presenta plenamente compresible, toda vez que; junto a la
forma de democracia representativa que resulta necesaria para lograr una
armoniosa funcionabilidad de la gestión estatal; resulta lógica la participación
constante y permanente de los ciudadanos que integran la sociedad, ya que son
ellos sobre los cuáles recae e incide directamente los resultados de la acción de
gobierno, y son ellos los que sin duda alguna saben a ciencia cierta la clase de
necesidades y requerimientos que detentan y precisan para lograr la satisfacción
de sus anhelos y aspiraciones; por lo cual son ellos mismos los que pueden
acometer las tareas estatales con la precisión y el acierto necesario para alcanzar
tales finalidades.
Por ello, el modelo democrático electivo, participativo y protagónico
instaurado en Venezuela a partir de la entrada en vigencia de la Constitución de
1999, como sentimiento inspirador del proceso de cambio que se verifica en la
actualidad en nuestro país, concibe a la gestión pública y a la preservación y
fomento del bien común como un proceso en el cual se establezca una
interacción permanente entre gobernantes y ciudadanos, lo cual implica una
modificación radical, en cuanto a la orientación y conducción de las relaciones
entre el Estado y la sociedad, y en donde esta última desarrolla su legítimo e
innegable protagonismo, a través del ejercicio de sus derechos políticos
fundamentales, enunciados en el Capítulo IV del Título III de la Norma
Fundamental. De tal manera que resulta necesario afirmar que la democracia
protagónica es la base de nuestro Estado de derecho actual; la cual se profundiza
únicamente mediante la participación y el protagonismo permanente, ético y
responsable de la ciudadanía.
Así de hecho también lo ha entendido la jurisprudencia patria al expresar:
“Sobre la base de los principios de Estado democrático y social,
establecidos en el artículo 2; y de soberanía, prefijado en el artículo 5 de
la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, así como en su
preámbulo, el cual ‘propugna un conjunto de valores que se supone que
han de quedar reflejados en el texto en general, en la realización
política, en el ordenamiento jurídico y en la actividad concreta del
Estado’ (M.A. Aparicio Pérez. Introducción al Sistema Político y
Constitucional Español, Barcelona, Editorial Ariel, 7ma. Ed. 1994, pág.
55), donde se señala cono fin supremo ‘establecer una sociedad
democrática, participativa y protagónica, multiétnica y pluricultural’,
surge el principio de participación, el cual informa a la estructura y la
actuación del Estado y sirve al objetivo de legitimar al poder, así como
también ‘da un nuevo contenido a la funcionalidad de la soberanía
popular, principalmente mediante la multiplicación de centros de
decisión pública en los que se incorpore la voluntad social’ (Tomás Font i
Llovet, Algunas Funciones de la Idea de Participación. Revista Española
de Derecho Administrativo n° 45, Enero-Marzo, Madrid, Editorial Civitas,
1985, págs. 45 y ss.).
28
El principio de participación, como se apuntó, es una consecuencia del
redimensionamiento del concepto de soberanía y atiende al modelo de
Estado Social, superación histórica del Estado Liberal, el cual se
fundamenta, a diferencia de este último, en la interpenetración entre el
Estado y la sociedad. Como señala García-Pelayo, ‘el Estado social, en su
genuino sentido, es contradictorio con el régimen autoritario, es decir,
con un régimen en el que la participación en los bienes económicos y
culturales no va acompañada de la participación de la voluntad política
del Estado, ni de la intervención de los afectados en el proceso de
distribución o asignación de bienes y servicios, sino que las decisiones
de uno y otro tipo se condensan, sin ulterior apelación o control, en unos
grupos de personas designadas por una autoridad superior y/o unos
mecanismos de cooptación, de modo que el ciudadano, en su cualidad
política abstracta, sea en su cualidad social concreta, no posee –al
menos hablando en términos típico-ideales- otro papel que el de
recipiendario, pero no el de participante en las decisiones’ (Las
Transformaciones del Estado Contemporáneo, en Obras Completas,
Tomo II, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, pág. 1621).
Ahora bien, la participación, aparte de ser un principio que informa la
estructura y la actividad del Estado, es además un derecho fundamental
(cf. sentencia de la Sala Plena de la extinta Corte Suprema de Justicia del
5 de diciembre de 1996, caso: Ley de División Político-Territorial del
Estado Amazonas) consagrado en el artículo 62 de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela, el cual dispone que “todos los
ciudadanos y ciudadanas tienen el derecho de participar libremente en
los asuntos públicos, directamente o por medio de sus representantes
elegidos o elegidas”, el cual puede ser objeto de tutela judicial en caso
de violación o amenaza –provenga del Estado o de particulares- en su
ejercicio, de conformidad con el artículo 26 eiusdem...” (Sentencia de la
Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia de fecha 22 de
enero de 2.003, caso “Harry Gutiérrez Benavides y Johbing Richard
Álvarez Andrade.”)
Ahora bien, sobre la base de los principios de Estado democrático y social,
establecidos en el artículo 2; y el de soberanía, prefijado en el artículo 5 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela; deviene el principio de
participación, como consecuencia del redimensionamiento del concepto de
soberanía y de la superación histórica del Estado democracia representativa que
detentaba vida bajo el orden constitucional anterior. La participación, aparte de
ser un principio que informa la estructura y la actividad del Estado, constituye un
derecho fundamental consagrado en el artículo 62 de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela, en el cual se dispone que:
“Artículo 62: Todos los ciudadanos y ciudadanas tienen el derecho de
participar libremente en los asuntos públicos, directamente o por medio
de sus representantes elegidos o elegidas.

La participación del pueblo en la formación, ejecución y control de la


gestión pública es el medio necesario para lograr el protagonismo que
garantice su completo desarrollo, tanto individual como colectivo. Es
29
obligación del Estado y deber de la sociedad facilitar la generación de las
condiciones más favorables para su práctica.” (negritas mías)
Consiste éste artículo en un derecho político, incluso por encontrarse
previsto en el Capítulo IV del Título III del Texto Constitucional, pues considera al
individuo como miembro de una comunidad política determinada, con miras a
tomar parte en la formación de una decisión pública o de la voluntad de las
instituciones públicas; resulta en definitiva, en palabras de Carl Schmitt,1[12] como
un derecho del ciudadano “en el Estado”, diferente de los derechos de libertad
“frente al Estado” y de los derechos sociales y prestacionales.
Siendo así las cosas, el principio de participación influye en otros derechos
políticos establecidos en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela,
como los derechos al sufragio (artículo 63); el de petición (artículo 51); el de
acceso a cargos públicos (artículo 62); el de asociación política (artículo 67); el de
manifestación (artículo 68). De igual manera, opera en los derechos sociales,
como el derecho a la salud (artículo 84); los derechos educativos (artículo 102); y
los derechos ambientales (artículo 127, en su primer aparte).
En tal orden de ideas, el artículo 62 constitucional se nos presenta como un
imperativo del más alto orden que constituye al ciudadano como un verdadero
contralor social, quienes a través de los distintos mecanismos y formas de
participación establecidos en el ordenamiento jurídico, entablan una dialéctica
permanente y constante con las instituciones y órganos que conforman al Estado,
a los efectos de llevar la conducción de la actividad gubernamental. Siendo así las
cosas, a lo que verdaderamente apunta el sentido del mencionado artículo, en
armonía con el artículo 2 de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela que consagra a la democracia con valor supremo del Estado, es a
investir al ciudadano como verdadero protagonista de la gestión pública, lo cual
comporta que el mismo se desarrolle e intervenga tanto en la formación,
ejecución y control de la misma.
De tal manera, se aprecia como la intervención ciudadana es concebida en
amplias dimensiones, abarcando desde la formulación de la política de gobierno,
pasando por la ejecución de la misma, con lo cual, el pueblo deviene en factor
determinante en la conducción de los destinos de la Nación, lo cual sin duda
alguna se traduce en la elaboración y desarrollo de políticas públicas más
ajustadas a los requerimientos de la sociedad. Además, es el propio ciudadano
quien se encargará de la supervisión de la correcta materialización de la misma,
con lo cual se busca evitar las desviaciones que puedan verificarse en la
ejecución de las mismas, logrando de esta manera un mayor nivel de eficacia y
efectividad.
Sin duda alguna, el espíritu que oriento al constituyente en la construcción
de este nuevo paradigma de Estado conduce necesariamente a la apertura de
cauces democráticos con el objeto que la ciudadanía activa y responsablemente,
intervenga y exponga sus diversas opiniones sobre las materias de especial
trascendencia, y lograr de tal manera hacer sentir su apreciación en relación a
determinado cometido público que se este desarrollando o que se piense
desarrollar.
Dentro de ésta concepción de democracia, en la que los mecanismos
directos y representativos se presentan como necesarios; el artículo 70 de la
1
30
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela establece algunos medios
de participación política, sólo a título enunciativo, como la elección de cargos
públicos; el referendo; la consulta popular; la revocatoria del mandato; la
iniciativa legislativa; constitucional; el cabildo abierto y las asambleas de
ciudadanos; a su vez es establecida también para el pueblo la iniciativa
constituyente en su artículo 347 y 348.
Por ello, el sistema democrático que en nuestra actualidad se conforma
gracias al texto de la República Bolivariana de Venezuela, concibe al individuo
como pieza clave y fundamental en el ejercicio del Poder, consiste pues en una
democracia incluyente, que surge en reacción a la doctrina neoliberal, apoyada
por la democracia representativa, que cada vez contribuyó más a fomentar el
olvido del pueblo, el olvido del soberano y a la consolidación de un estados de
partidos, que gestando una sociedad polarizada que tiene en sus extremos una
clase totalmente desprotegida y otra privilegiada. Los primeros, los habitantes de
la desesperanza, siempre en mayoría vivían al margen del proceso democrático
sumidos en un predicamento que parecía no tener remedio, mientras que los
segundos se encargaban de desangrar al país a costa del sufrimiento de los
desfavorecidos, ya que sus verdaderos intereses no apuntan hacia una sociedad
justa, y progresista, sino que son económicos y duermen protegidos en las
bóvedas de la banca internacional.
Así las cosas, debemos entender entonces que la participación del
ciudadano se encuentra concebida como la pieza fundamental sobre la cual debe
girar y centrarse la acción de gobierno, dando así una nueva interpretación a
aquella teoría que nos planteaba David Easton2[13] sobre su conocida “caja de
conversión” o “caja negra”, en donde la ciudadanía organizada planteaba sus
necesidades ante las instancias gubernamentales, representadas en la teoría de
Easton como las cajas de conversión, en donde unas vez recibidas las demandas
de la población, éstas eran procesadas dentro de aquella caja de conversión y
adecuadas a los elementos técnicos, financieros, de mérito y oportunidad; y en
definitiva eran retornadas a la población convertidas en soluciones de los
problemas planteados.
En términos similares se manifiesta Manuel García Pelayo, cuando nos
comenta que “el sistema político está en una constante relación, tanto con su
ambiente intrasocietal (es decir, de la sociedad interna o ‘nacional’) como
extrasocietal (por ejemplo, la situación política internacional, las coyunturas
económicas mundiales o trasnacionales, las rupturas culturales, etc), ambiente de
los que recibe los correspondientes inputs o aportaciones positivas o negativas
constituidas por perturbaciones, demandas, apoyos, es decir, por lo que se le pide
al sistema y concretamente por las exigencias y necesidades a satisfacer por éste
y por los recursos y adhesiones que pueda obtener del ambiente. Seleccionados
los inputs, procede a trasformarlos en los correspondientes outputs o
aportaciones al ambiente, en forma de decisiones y policies generales, entre los
que se cuentan, por ejemplo, los servicios públicos, las actividades de control
social y cultural, la creación de condiciones para el desarrollo del bienestar
económico o para la satisfacción de actitudes emocionales, eliminación de inputs
negativos, etc.” 3[14]
2
3
31
Recordando nos parece prudente comentar que el lo explicado por los
anteriores autores también consiguió eco, en determinada similitud, en la llamada
teoría pluralista de las que nos hablaba Alexis de Tocqueville4[15], por cierto
considerado por la doctrina como uno de los precursores del pluralismo, y en
donde en definitiva también se plantea que en el proceso de toma de las
decisiones que afectarán o incidirán en una sociedad, resulta importante la
intervención de aquellos que serán los receptores de los efectos de tales
decisiones, siendo que en la teoría pluralista dicha intervención o participación
era planteada a través de los grupos organizados o asociaciones; pero en donde
en definitiva, en el fondo lo que se plantea es la necesidad, y por demás la
conveniencia, de que en el proceso de toma de decisiones en la conducción de los
asuntos del Estado, se otorgue participación efectiva a los diversos factores que
hacen vida dentro de la sociedad, según sea la naturaleza de la decisión a
adoptar; y ello con la finalidad de tratar de determinar la decisión más certera y
adecuada.
Ahora bien, en nuestro actual sistema constitucional podríamos asegurar
que dicha caja a la que se refiere Easton, pasa a convertirse en una instancia de
gestión y de ejecución, en la que más que procesar los requerimientos de los
ciudadanos para determinar la forma en la que serán llevados a cabo; la misma
pasa a constituir una instancia de ejecución en la que los ciudadanos participan y
se desenvuelven, y ante la cual establecen un pronunciamiento imperativo sobre
los distintos cometidos y actividades que deberán desarrollar los mandatarios
gubernamentales, en atención al mandato soberano de la ciudadanía; quienes
incluso detentan la facultad de conformar y de intervenir en dicha caja de
conversión para la materialización de las labores que tengan por finalidad la
satisfacción del conjunto de necesidades que los aquejan.
En otras palabras, ya la producción de respuestas o soluciones que emanan
de dicha caja de conversión, o los denominados “outputs” en los términos de
García Pelayo, no resultan ser un producto elaborado unitariamente por los
órganos del Poder Público, sino que en estos debe intervenir necesariamente el
pueblo, cuya actuación no sólo queda relegada al mero planteamiento de sus
necesidades o demandas, sino que por el contrario, interviene en la elaboración
de las respuestas o soluciones a dichos planteamientos, con lo cual sin duda se
tiende a un incremento en la efectividad de la acción de gobierno, debido a que la
misma adquiere su formación mediante la participación e intervención decisiva y
fundamental del propio pueblo.
Es precisamente en razón de lo anterior que desde el propio texto
constitucional y el desarrollo del mismo en cuerpos de naturaleza legal, se otorga
vida y alma al principio de participación ciudadana que deviene de nuestro actual
sistema democrático, protagónico y participativo, a través de la implementación
de diversos mecanismos de participación ciudadana orientados a evitar que los
ciudadanos devengan en “destinatarios pasivos de la voluntad mecánica una
burocracia sin rostro,”5[16] constituyendo de igual manera garantías a el referido
principio de participación ciudadana.

4
5
32
En efecto, utilizando los términos de Héctor Fix Zamudio 6[17], las garantías
deben ser entendidas como los diversos medios a través de los cuáles se logra
respetar y hacer efectivos y valederos los derechos; y que en el caso concreto
que nos ocupa, vienen representadas por el amplio catálogo de mecanismos de
participación que consiguen espacio constitucional, tales como los referendos, las
asambleas de ciudadanos, los cabildos; mecanismos éstos mediante los cuáles se
le concede a los ciudadanos la posibilidad de intervenir abiertamente en la
conducción de las gestiones y acciones de gobierno y de conducción pública.
A su vez merece la pena destacar la importante posibilidad de participación
que se otorga al ciudadano en el aspecto relacionado con la materia normativa y
legislativa, al preverse iniciativas legislativas, reglamentarias, y hasta incluso
constituyente en cabeza de los ciudadanos. En tal sentido vale la pena destacar
normas innovadoras como las contenidas en los artículos 204, numeral 7, 205 y
206 constitucionales.
La primera de las disposiciones citadas alude a la iniciativa legislativa
correspondiente a los ciudadanos, la cual se encuentra prevista en dicha
disposición constitucional para ser activada por un número no menor del 0,1% de
los electores efectivamente inscritos en el Registro Civil y Electoral.
Ahora bien, esta modalidad de iniciativa popular debe ser compaginada con
lo dispuesto en el artículo 205 constitucional, el cual expresamente establece que
la discusión de los proyectos de ley que sean presentados en base a esta
modalidad de participación ciudadana deberán entrar a discusión dentro del
Parlamento a más tardar en el período de sesiones ordinarias siguiente al que se
haya presentado. Incluso, la disposición constitucional va más allá, en aras de
procurar el debido respeto a tal iniciativa ciudadana, y a su vez el respeto a la
participación ciudadana, al establecer que de no comenzarse el debate sobre el
proyecto de ley presentado en el lapso anteriormente referido, el mismo deberá
ser sometido a referéndum aprobatorio, mecanismo de participación también
novedoso en nuestro texto constitucional establecido en su artículo 73.
Por otra parte, el anteriormente mencionado 206 constitucional prevé la
necesidad de consulta a la sociedad al momento de que la Asamblea Nacional
pase a legislar sobre alguna materia que afecte a los Estados; consulta ésta que,
de acuerdo al texto constitucional, debe ser canalizada a través de los Consejos
Legislativos de los Estados, quienes a su vez son los que deberán realizar la
consulta directa a la sociedad civil sobre la materia de la que trate la legislación a
debatir en el Parlamento.
Como se aprecia, constituyen estos procedimientos mecanismos que en
definitiva tienen como propósito medular hacer prevalecer el respeto al principio
de participación ciudadana que deviene de nuestro nuevo modelo democrático;
un modelo de democracia protagónica y participativa, con el cual se tiende a la
perfectibilidad de las funciones del Estado, entre ellas claro ésta, la legislativa,
cuyo resultado será, sin duda alguna, la producción de normas y disposiciones
normativas de mayor calidad y sobre todo de mayor efectividad entre sus
destinatarios finales, es decir, el conglomerado social, a quien en definitiva se
encuentra destinada a regular.
De hecho, la conveniencia el sometimiento a la opinión de la ciudadanía de
los proyectos de disposiciones normativas, como paso previo a su efectiva
6
33
promulgación ha sido puesto de manifiesto con bastante ahínco por parte de la
doctrina norteamericana, la cual ha desarrollado diversidad de mecanismos
orientados a la satisfacción de la participación ciudadana en los procesos de
elaboración de cuerpos normativos.7[18]
En estos momentos es necesario comentar que en esta materia nuestro
país no se ha quedado atrás, al consagrarse en la Ley Orgánica de la
Administración Pública mandamientos que tienen por finalidad el que las
disposiciones normativas a ser promulgados por parte del ejecutivo, de acuerdo al
ámbito de sus competencias, contengan una fase de consulta popular. Así de
hecho lo disponen normas con las previstas en los artículos 86 y siguientes de la
Ley Orgánica de la Administración Pública, en lo atinente a los proyectos de ley
que presente el ejecutivo al órgano legislador; así como también lo previsto en el
artículo 136 eiusdem que establece la obligación para los órganos públicos que en
razón de sus atribuciones, deban adoptar disposiciones normativas, de realizar
procesos de consulta a las comunidades organizadas en torno al anteproyecto de
normativa que pretende adoptar; artículo éste que además prevé que paralelo a
éste proceso de consulta sectorial, se lleve a cabo una convocatoria a consulta
general a través de la prensa nacional sobre el anteproyecto de normativa a
promulgar, con la finalidad de que cualquier persona tenga la libertad de
participar presentando propuestas u observaciones sobre el texto normativo que
se pretende aprobar.
Sin embargo, es necesario aclarar que de acuerdo a lo previsto en la última
parte del comentado artículo 136 de la Ley de la Administración Pública, el
resultado que emane de los procesos de consulta realizados no tendrá carácter
vinculante, pero en todo caso, la falta de la consulta aquí referida acarreara la
nulidad absoluta de la norma aprobada, según lo estatuye el artículo 137
eiusdem; con lo cual se salvaguarda el derecho de opinión y participación de los
ciudadanos.
Siendo así las cosas, debe destacarse también que el propio texto legal aquí
tantas veces aludido, es decir, la Ley Orgánica de la Administración Pública,
estipula como obligación de los órganos y entes de la Administración Pública el
promover la participación ciudadana en la gestión pública, en su artículo 135,
estableciendo que los ciudadanos podrán formular propuestas en torno a la
manera en que deba desarrollarse la gestión de los órganos que integran la
administración pública.
En definitiva, se denota en razón de todo lo anterior, la suprema
importancia y significación que se le otorga al principio de participación
ciudadana en la vida de los distintos órganos que desarrollan una función pública;
principio éste que se encuentra sistematizado en distintos mecanismos que
consiguen espacio tanto constitucional como legalmente. Por ello, es necesario
que el ciudadano común asuma el rol que le toca desempeñar en ese proyecto de
país que nos dibuja la Constitución, consientes del papel protagónico que les toca
desempeñar en ejercicio de ese poder soberano de amplias dimensiones que le
inviste, y que siempre le perteneció pero que por mucho tiempo permaneció
secuestrado en manos de inescrupulosos y oportunistas gobernantes.
2. Participación protagónica

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Es un principio entendido como derecho y deber sociopolítico, que establece
una interrelación entre seres humanos para favorecer su desarrollo integral,
mediante una actividad y capacidad para intervenir en los asuntos públicos, los
cuales están establecidos en la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela. Este derecho deber exige que la ciudadanía se involucre
permanentemente de manera profunda, amplia y organizada, alrededor de todo
lo que por hecho y derecho les pertenece en los órdenes: social, político, cultural,
territorial, ético, económico y productivo. La participación protagónica está
orientada a ocupar y consolidar espacios legítimos y formales de intercambio,
comunicación y expresión de la ciudadanía con los órganos del Poder Público,
para gobernar y compartir responsabilidades, en la gestión pública local. De esta
manera “se plantea una redistribución del poder como propiedad colectiva, que
pertenece a todas y todos, y que se ejerce a través de las diferentes instancias y
mecanismos institucionales y comunitarios”.
3. Medios de participacón protagónica

4. De la participación protagónica a la consolidación del


Poder Popular
Más que una invitación a la participación, la consolidación del Poder Popular
es un compromiso de construcción. Es un proceso que se nutre de dos vertientes,
de dos fuerzas políticas en pleno desarrollo. Por un lado, las luchas y las
experiencias organizativas del pueblo y, por el otro, una nueva institucionalidad.
Es necesario entonces, precisar el nexo orgánico entre estas dos fuerzas
políticas. El Método Invedecor sugiere un camino para desarrollar este nexo.
Invedecor es una estrategia metodológica que permite la articulación y la
integración de cuatro procesos: investigación, educación, comunicación y
organización que se alinean para afectar y transformar formas de dominación
impuestas por el capital. La organización, uno de los procesos de Invedecor,
forma parte de los objetivos estratégicos planteados por el presidente Hugo
Chávez para el salto adelante. Las expresiones del Poder Popular y la nueva
institucionalidad, son espacios que deben desarrollarse bajo los preceptos de una
nueva cultura política que sea el marco para el ejercicio de la democracia
participativa y protagónica. Estos preceptos son: Delegación Funcional, Rotación
de Cargos, Libre Juego de Tendencias, Revocatoria del Mandato, Rendición de
Cuentas, Democratización del Saber, Elección Directa de Cargos.
Estos preceptos de la democracia participativa y protagónica deben
ejercerse desde el Poder Popular constituyente para cristalizar en una nueva
institucionalidad, la cual deberá construirse en un proceso de desburocratización,
democratización de sus procesos y recursos, achatamiento de las estructuras y
humanización de su propio desarrollo.
5. Medios de Participación y Protagonismo
La Constitución de 1999 establece principios realmente innovadores en el
campo de la participación popular, mediante la creación de dos poderes nuevos,
el Ciudadano y el Electoral. El primero es ejercido por el novel Consejo Moral
Republicano, integrado por el Defensor del Pueblo, el Fiscal General y el Contralor
General, y el segundo, por el Consejo Nacional Electoral. El Consejo Moral
Republicano tiene a su cargo “prevenir, investigar y sancionar los hechos que
35
atenten contra la ética pública y la moral administrativa; velar por una buena
gestión y la legalidad en el uso del patrimonio público” (CN 1999, artículo 274),
además de promover “todas aquellas actividades pedagógicas dirigidas al
conocimiento y estudio de esta Constitución, al amor a la patria, a las virtudes
cívicas y democráticas, a los valores trascendentales de la República y a la
observancia y respeto de los derechos humanos” (CN 1999, artículo 278). El
Consejo Nacional Electoral debe reglamentar las leyes electorales, organizar los
procesos electorales, mantener el registro civil y electoral y el de las
organizaciones políticas, además de controlar el financiamiento de éstas (CN
1999, artículo 293).
Otras innovaciones participativas abarcan el fortalecimiento de los derechos
y la autonomía de los pueblos indígenas, que acceden a las instancias
deliberantes en los diferentes niveles por medio de cuotas aseguradas, la
extensión del sufragio a los miembros de la Fuerza Armada, la participación de la
sociedad a través de referendos y la iniciativa para convocarlos, así como la
separación de las funciones de postulación y designación de los magistrados del
Tribunal Supremo de Justicia, los miembros del Consejo Nacional Electoral, del
Contralor General y del Fiscal General de la República, antes competencia
exclusiva del parlamento. La postulación compete ahora a Comités de Evaluación
de Postulaciones con participación de la sociedad organizada, los cuales
presentan temas para cada órgano a la Asamblea Nacional; ésta escoge a los
titulares respectivos mediante votación con mayoría calificada.
Lamentablemente, este innovador criterio participativo de la Constitución no
informó la acción legislativa de la Asamblea que aprobó una Ley de Postulaciones
que reduce la participación de la sociedad organizada a una intervención
meramente nominal en “mesas de diálogo”, sin ningún peso decisorio.
En lo político: Elección de cargos públicos, El referendo, La consulta
popular, La revocatoria del mandato, La iniciativa legislativa constitucional y
constituyente, La asamblea de ciudadanas y ciudadanos. En lo social: Las
instancias de atención ciudadana, La autogestión y cogestión, Las cooperativas,
Las cajas de ahorro, Las empresas comunitarias, Otras formas asociativas de
solidaridad y cooperación. En lo económico: La participación en los procesos
económicos, estimulando las expresiones de la economía popular alternativa tales
como: Cooperativas, Cajas de ahorros, Mutuales, Otras formas asociativas. Todas
estas actividades se desarrollan en espacios como: pequeñas y medianas
empresas, núcleos de desarrollo endógeno o construcción de cadenas
productivas. Participación en la formación de las leyes a través de las
iniciativas legislativas y constituyentes: Participación en la elección de los
jueces, Poder Ciudadano Local. La transferencia de servicios a las
comunidades organizadas en materia de: salud, educación, cultura, deportes,
vivienda, programas sociales, ambiente, mantenimiento de áreas industriales,
mantenimiento y conservación de áreas urbanas, prevención y protección vecinal,
construcción de obras, prestación de servicios públicos (Art.184). En el Poder
Público Nacional: La participación activa de las ciudadanas y los ciudadanos en
la formulación, toma de decisiones, planificación, elaboración de presupuestos,
ejecución, control y evaluación de los proyectos de salud, educación, cultura,
trabajo, vivienda, ambiente y ordenación del territorio. Las contralorías socio-
comunitarias que regularán la ejecución de los programas nacionales de acuerdo
36
a los sectores. Participación de la comunidad organizada en el Consejo Federal de
Gobierno, del cual depende el Fondo Intergubernamental para la
Descentralización (FIDES), destinado al financiamiento de obras públicas y a la
promoción del desarrollo equilibrado de las regiones. En el Poder Público
Estadal: Participación de la comunidad organizada en el Consejo Estadal de
Planificación y Coordinación de Políticas Públicas encargado de formular los
planes, la inversión social y coordinar diferentes instancias de gobierno y
sociedad de los estados. (Art. 166 Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela). Evaluación del informe anual de las gobernaciones de cada Estado.
Evaluación permanente de la gestión pública de la gobernación. En el Poder
Público Municipal: El municipio incorporará a la ciudadanía en los ámbitos de su
competencia en el proceso de formulación, definición, ejecución de la gestión
pública y en el control y evaluación de sus resultados (Art. 168). La creación de
parroquias será por la iniciativa ciudadana y comunitaria. El Consejo Local de
Planificación Pública, a los fines de articular las estrategias de desarrollo local
(Art. 182). Transferencia en forma abierta y flexible de la descentralización de
competencias y programas hacia las comunidades organizadas con capacidad
para su ejecución (Art.184). A través de la participación de las
comunidades, ciudadanos y ciudadanas a través de las asociaciones
vecinales y otras organizaciones de la sociedad en: La formulación de
planes, programas y proyectos sociales y económicos, a ser incorporados en los
planes de inversión ante las autoridades estadales, municipales, parroquiales e
instancias de decisión. La elaboración y distribución del presupuesto municipal,
estadal y nacional. La ejecución, evaluación y control de obras, programas
sociales y servicios públicos en su jurisdicción.
c. EJERCIO DE LA DEMOCRACIA PARTICIPATIVA
Los artículos 71, 72, 73, y 74 de nuestra constitución establecen la figura
del Referendo Popular. Este puede ser consultivo cuando se trate de asuntos que
son de especial trascendencia parroquial, municipal, estadal y nacional;
revocatorio cuando se hace referencia a cargos y magistraturas, de elección
popular, que podrán ser activados una vez que transcurra la mitad del período
para el cual fue elegido el funcionario o la funcionaria. Esta figura es única en las
constituciones al menos de América Latina y el Caribe. El aprobatorio, cuando se
trate de proyectos de Ley en discusión por la Asamblea Nacional y que sean
materia de importancia nacional, por ejemplo, los tratados, convenios o acuerdos
internacionales que pudieren comprometer la soberanía nacional o transferir
competencias a Organismos Supranacionales. Finalmente, en nuestra
constitución, se encuentra el referendo abrogatorio total o parcial, que puede
activarse cuando se trate de Leyes aprobadas por la Asamblea Nacional o de
Decretos con Fuerza de Ley que dicte el Presidente o Presidenta de la República,
pero que no encuentren el consenso necesario. Lo anterior es una expresión
normativa de la democracia participativa. Ahora bien, en Venezuela también
hemos puesto en ejecución algunos de estos referendos. Por ejemplo, cuando el
pueblo venezolano fue convocado por primera vez en la historia del país para que
en referendo consultivo aprobara la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela el 15 de diciembre de 1999.
Manifestaciones de Democracia Participativa lo constituye el hecho de que
la misma comunidad tienen la potestad de implementar la contraloría social,
37
mecanismo que permite que las actividades desarrolladas por los Gobernadores,
Alcaldes y Consejos Comunales sean monitoreados permanentemente por la
misma comunidad, la cual se encuentra en plena capacidad de activar
mecanismos para solicitar averiguaciones administrativas sobre quienes, siendo
directivos, sean escrutados por su mala gestión.
d. PRINCIPIOS DEL EJERCICIO DE LA DEMOCRACIA
PARTICIPATIVA
Las autoridades locales somos responsables de fomentar una cultura de la
participación ciudadana como instrumento para la inclusión social.
• Democracia participativa, cultura, cultura de la paz y no-violencia,
participación ciudadana e inclusión social son conceptos que engloban
dimensiones de un nuevo paradigma, de un nuevo modelo de desarrollo y de
gobernabilidad donde las ciudades somos las protagonistas y el escenario
adecuado para la innovación y la experimentación democrática.
• Los mecanismos directos de intervención en las decisiones que afectan a
las vidas de los/as ciudadanos/as son fundamentales para mejorar la vida en las
ciudades, promover el desarrollo social, promover la inclusión social y consolidar
las medidas. La participación ciudadana no es otra cosa que la capacidad real de
la ciudadanía de tomar decisiones y esta participación debe repercutir de forma
determinante en la mejora del nivel de democracia real existente en la sociedad.
• Somos conscientes de los limites de las experiencias locales, pero
nuestras prácticas locales, en donde la cultura y la participación ciudadana
recupera el protagonismo, precisan construir un saber hacer local que se inserte a
través del trabajo en red en un proyecto mayor, alternativo, democrático e
inclusivo a los problemas del mundo actual.
• Estos principios son generales y para que sean efectivos hay que tomar en
cuenta las realidades distintas entre ciudades desarrolladas y que disponen de
recursos y las pobres, entre ciudades del norte y del sur, entre ciudades grandes
y pequeñas además de otras características.
e. CARACTERISTICAS DE LA DEMOCRACIAS PARTICIPATIVA
EN VENEZUELA
• Nueva gobernabilidad: relaciones Estado - Sociedad Civil. La
ciudad es el territorio de la ciudadanía, donde el poder estatal está más próximo a
las personas y donde los mecanismos de participación pueden ser más directos.
Las relaciones Sociedad Civil - Estado presentan dos grandes desafíos: un cambio
de cultura política y una nueva institucionalidad y adaptación de los aparatos
administrativos para dar repuestas a una nueva ciudadanía, a partir de nuevas
demandas participativas, más informada y reflexiva, que reivindica espacios
crecientes en los procesos de toma de decisiones y que se aleja de viejos
formatos rígidos y jerárquicos de participación para implicarse en espacios y
organizaciones cuyo funcionamiento es más horizontal y democrático.
Recomendamos la elaboración de un diagnostico sobre la capacidad de las
instituciones y aparatos administrativos de nuestras ciudades.
• Por los derechos de ciudadanía y la cultura de la participación
ciudadana. Hoy podemos afirmar que no hay posibilidades reales de ejercer el
derecho a la ciudadanía si no existen condiciones mínimas de igualdad social
entre los/as ciudadanos/as. Desde la defensa de los derechos de ciudadanía
(nuevos vecinos, derechos de los inmigrantes, etc), y como último fin la búsqueda
38
de la equidad, la redistribución de recursos y poder. Las administraciones
municipales pueden tener un papel importante para dar voz a quien no la tiene,
facilitando y respetando espacios y organizaciones cuyo funcionamiento es más
horizontal y democrático. Es fundamental que se preserve la autonomía de las
organizaciones sociales, así como que la administración municipal puede facilitar
la capacitación de sus miembros para fortalecer su intervención en los espacios
participativos. Mejorar los mecanismos de comunicación del Estado con la
sociedad civil es otro paso muy importante.
• Promoción de los derechos económicos y de inclusión social. No se
puede esperar que haya igualdad automática entre los ciudadanos y
consecuentemente participación con las diferencias económicas y la exclusión
social que enfrentamos en nuestros países. Las autoridades locales no definen la
política económica de sus países pero tienen que incidir políticamente sobre este
tema debatiendo sobre las políticas mas adecuadas, la participación
presupuestaria de los municipios y las responsabilidades sociales que tocan a
ellos. Este debate puede ser una motivación para la participación ciudadana mas
politizada. Todavía las autoridades locales deben promover iniciativas de
desarrollo local con los recursos disponibles en su ámbito y lo mismo cuanto al
tema de la inclusión social también como instrumentos de participación.
• Pluralismo democrático, como un objetivo estratégico para el desarrollo
de la ciudad y como un elemento esencial en la construcción de alternativas
ciudadanas. La democracia participativa, se funda en una nueva "gramática
social", cuyos principales elementos son los conceptos de diversidad sociocultural,
pluralismo, ciudadanía activa, reivindicación de identidades y subjetividades,
autonomía y fortalecimiento del espacio público, entre otros, introduciendo
nuevos conceptos en el tratamiento de las relaciones entre la sociedad y el
Estado.
• Descentralización administrativa. El hecho que la administración local
esta más cercana de los ciudadanos no es tan verdadero cuando se trata de
grandes ciudades. Por tanto, la implantación de mecanismos de descentralización
administrativa son importantes para garantir la participación ciudadana. Inclusive
los propios mecanismos pueden ser construidos por medio de la participación.
• Experimentalismo democrático - experiencias e instrumentos. En
un contexto donde las ciudades son los espacios más sensibles a los impactos
negativos que el proceso de globalización neoliberal conlleva, implica que cada
día son mayores y más complejos los nuevos retos y problemas. Las ciudades
surgen como protagonistas y como el escenario adecuado para la innovación y la
experimentación democrática, por lo tanto, es importante que se promuevan
intercambios de experiencias de mecanismos de defensa de los intereses
públicos, para radicalizar democráticamente el modo de construcción del interés
público, a ejemplo del Presupuesto Participativo, la Planificación Estratégica
Comunitaria, los Planes Integrales de inclusión Social, las Agendas 21 Locales,
entre otros.
• Trabajo en red entre las ciudades y las autoridades locales junto a
la sociedad civil: Algunos gobiernos locales, conjuntamente con los
movimientos sociales organizados, están asumiendo el compromiso de influir
desde lo local en este contexto de globalización injusta, favoreciendo nuevas
formas de hacer y entender la política. Reafirmar el compromiso con una sociedad
39
civil mundial organizada y fortalecida y con gobiernos locales articulados en redes
y actuantes políticamente en el escenario internacional. En este sentido, el
derecho a la comunicación e información se muestra como una cuestión central
para el desarrollo cultural y democrático.
• Planificación. Este tema no es solamente un instrumento de gestión sino
también un instrumento político muy importante para alcanzar lo que planteamos
en términos de equidad social y participación ciudadana. Los mecanismos
técnicos de planificación y evaluación deben ser utilizados para que se amplifique
su eficacia. Un debate e intercambio de experiencias de planificación, inclusive
4.1. Instrumentos de democracia directa
En el ámbito local, la participación ciudadana suele adoptar aspectos distintos
dependiendo de las características específicas del gobierno municipal y de la
cultura política de esa sociedad particular. Por lo mismo, dichas manifestaciones
sociales suelen ser canalizadas y procesadas de distintas maneras, por ejemplo a
través de la conformación de organizaciones autónomas e independientes, o bien,
mediante los mecanismos institucionales existentes.
4.1.1 Organizaciones sociales: autonomía y corporativismo
Como se estableció líneas atrás, el involucramiento de los ciudadanos en el
tratamiento de los asuntos de Interés público puede adoptar infinidad formas.
Cualesquiera. que éstas sean e independientemente de sus rasgos
característicos, lo cierto es que cn los extremos de esta variedad de participación
colectiva destacan dos "tipologías" plenamente identificables y antagónicas entre
sí. De un lado, la participación autónoma de los ciudadanos a través de
organizaciones no gubernamentales, y del otro, la participación corporativista (en
el sentido de que las organizaciones son lideradas desde el sector público, como
en la Italia de Mussolinni).
4.1.2 Políticas de información y rendición de cuentas (accountability)
Uno de los elementos indispensables para considerar la presencia de un "buen
gobierno" es la existencia de procesos de información que le permitan al
ciudadano evaluar de una manera más o menos objetiva el despeño de la
autoridad. Dicho de otro modo, la publicitación de la información (o cuando
menos la disposición de ésta) relativa a la gestión del gobiemo, permite a los
ciudadanos adquirir mayores elementos para juzgar la labor de sus
representantes, al tiempo que éstos son obligados a desempeñarse de modo más
responsable.
" Esta especie de rendimiento de cuentas y ejercicio honesto de las [unciones
municipales es conocido en la literatura especializada como accountability;
término que desde la óptica política contribuye a la formación de gobiernos
democráticos responsables. toda vez que los gobernantes pueden ser evaluados
continuamente y al final del mandato. según sea el caso, ser recompensacJos o
casu.gaclos por Sl/S electorcs.
4.1.3 Cogestión y autogestión
La cogestión y la autogestión son probablemente dos de las experiencias
innovadoras más importantes en la gestión pública municipal; entre sus mayores
bondades destaca la de fomentar e incorporar la participación de los ciudadanos,
de forma individual o colectiva, al conjunto de tareas que el gobierno municipal
suele realizar.
40
La cogestión, llamada también "cogestion institucionalizada", se caracteriza por la
existencia de una infraestructura administrativa que propicia la participación de
los ciudadanos y su interacción con el gobierno municipal. Así, mediante la
creación de consejos (instancias de participación de actores agrupados en
sectores sociales), comités y asociaciones (agrupaciones de carácter comunitario)
se busca incorporar a los ciudadanos no solamente en la ejecución de las políticas
públicas, sino en todo el proceso de decisión y construcción de alternativas.
b) Consulta
La obtención de la opinión de los ciudadanos a través de la consulta puede ser
legalmente preceptiva (como en algunos procedimientos administrativos donde
existe la información vecinal o pública) o voluntaria, "cuando las autoridades
locales deciden mejorar sus decisiones teniendo en cuenta la opinión de
determinados grupos o individuos afectados o del público en general. como
ocurre en el ejemplo de elaboración del presupuesto en Arlington en 1991.
Es la segunda etapa hacia la participación ciudadana. "La consulta puede ser
obligatoria (como la encuesta pública en Francia. por ejemplo) o facultativa. Se
trata de recoger una opinión, que será o no tenida en cuenta, pero que debe
contribuir a ese larecer la decisión. La consulta o evaluación de las reacciones y
demandas de los ciudadanos puede hacerse, por ejemplo, mediante: • Encuestas
de opinión • Encuestas de satisfacción• Estudios de impacto ecológico, sanitario,
social o socioeconómico • Reuniones públicas • Referendo • Conferencias de
consenso • Consulta directas a través de los nuevos medios que ofrecen las
tecnologías de la información (Internet).
La calidad de los datos obtenidos en la consulta depende en gran medida de la
calidad de la información con la que el ciudadano contase para emitir su juicio u
opinión sobre el tema acerca del que ha sido consultado.
c) Concertación
La concertación considerada a los ciudadanos como expertos a su manera e
implica la intervención permanente en estructuras sectoriales o territoriales de
individuos o representantes de asociaciones en los procedimientos
administrativos o en la formulación de las políticas públicas locales. La
concertación constituye un tercer grado antes de poder hablar de participación
propiamente dicha. Implica la intervención de los ciudadanos o sus
representantes a lo largo de la elaboración de una decisión en las estructuras
establecidas, temporales o permanente, sectoriales o territoriales. Se trata a los
ciudadanos como expertos para las cuestiones que les afectan, se les
proporcionan medios y se realizan actividades de comunicación y formación que
pueden mejorar su intervención, se les in fa1111a anticipadamente de las reglas
y de la utilización que será hecha de los resultados de esta intervención.
6. Participación por medio de los Consejos Comunales
La figura de los consejos comunales en Venezuela se inspira en los consejos
populares creados en Cuba con rango constitucional, a diferencia de Venezuela,
estos órganos de participación solo tienen facultades de fiscalización y control de
la gestión pública, por su parte en Venezuela se adicionan competencias de orden
financiero, todo esto con una peculiaridad importante representada por la
dependencia de la Presidencia de la República.
La creación de estas figuras de participación con rango legal, crean una red
comunitaria de órganos desvinculados de las parroquias, los municipios que
41
dependen de la Presidencia de la República, que además cuenta con recursos
públicos, producto entre otras circunstancias de las modificaciones de la Ley del
Fondo Intergubernamental para la Descentralización y la Ley de Asignaciones
Económicas Especiales, en las cuales se restan recursos que antes pertenecían a
los Estado y Municipios para aumentar así los fondos destinados a los Consejos
Comunales.
En resumen, estos órganos de participación realizan y promueven la
realización de actividades de interés general, son administradores de dineros
públicos, así están obligados a llevar registros de la administración de los fondos
y sus soportes, sus miembros tienen la obligación de presentar declaración jurada
de su patrimonio ante la Comisión Presidencia del Poder Popular, al mismo tiempo
que en relación a sus actuaciones tiene responsabilidad civil, penal,
administrativa, de igual forma, también corresponde a los consejos ejercer
directamente la gestión de políticas públicas y recibir transferencias de servicios
públicos.
Beneficios, riesgos y obstáculos de la participación: La participación supone
beneficios y ofrece riesgos. Entre los primeros y respecto de los ciudadanos,
puede mencionarse que: * mejora la comprensión de los asuntos públicos; *
estimula la responsabilidad por las necesidades y los problemas colectivos, *
reduce las diferencias o injusticias en la distribución del poder.
En cuanto al gobierno, la participación: * facilita la ejecución de planes y
programas; * contribuye a una mayor transparencia en la administración pública;
* aumenta la confianza de la ciudadanía en el sistema político; * otorga un extra
de legitimidad a los actos del gobierno.
Los principales riesgos y problemas que ofrece la participación ciudadana se
vinculan con la equidad y la eficiencia. Respecto a la primera, los problemas
refieren a: - la captura y monopolización del espacio público; - la exclusión de
ciudadanos en los procesos decisorios; - la fragmentación del interés general,
dado que la participación opera en torno a intereses concretos y esto produce
pérdida de conciencia sobre el conjunto
En cuanto a la eficiencia, los problema se manifiestan en: - lentitud en la
adopción de decisiones; - mayores costos en cuanto a inversión de dinero, tiempo
y oportunidades; - la generación o incremento de conflictos entre las personas y
entidades interesadas; - pérdida de la perspectiva global y descoordinación; -
burocratización de los procedimientos; - defectos en la información;- exceso de
expectativas de los ciudadanos.
Los impedimentos u obstáculos más comunes que encuentran las iniciativas
de participación ciudadana, consisten en: - falta de instituciones y prácticas
democráticas; - hostilidad de las autoridades hacia la participación; -
procedimientos burocráticos inflexibles; - escasez de espacios de participación en
busca de consensos, evaluación o ratificación de políticas y rumbos desde los
distintos niveles de gobierno; - uso de la participación para poder culpar a los
grupos y no a los organismos públicos en caso de que el proyecto fracase; - falta
de capacidad técnica; - la participación figura en el discurso, pero no en las
prácticas; - creencia en las ventajas de hacer las cosas con métodos tradicionales;
- restricciones legales que reducen el margen de maniobra; - restricciones
financieras que reducen la capacidad de respuesta; - carencia generalizada de
interés de participar en la vida político-social; - descreimiento de los distintos
42
actores sociales entre sí y hacia las instituciones; - desinformación de la
ciudadanía respecto de “la cosa pública”; - existencia de conflictos sociales o
divisiones religiosas, étnicas, lingüísticas o de otra naturaleza dentro de la
comunidad;
4.1.4. Los niveles de la participación
Es habitual, desde los estamentos del poder, confundir participación con
información. Sin embargo, la información es sólo el primer nivel, o requisito
previo, por el que se abren vías para la participación. Así podemos distinguir los
siguientes niveles:
"l. Información. Tener información suficiente sobre cualquier actuación pública es
imprescindible para que pueda existir la participación de los vecinos y afectados
por dichas actuaciones. Información implica también Formación: la información
que no es comprendida no sirve, por lo tanto a veces es necesaria una labor
previa deformación. Por ejemplo, para iniciar un proceso de participación
ciudadana en urbanismo es necesario informar no sólo de lo que el ayuntamiento
quiere realizar sino, previamente, de las diferentes posibilidades existentes con
arreglo a las normativas legales, las repercusiones económicas y sociales.
2) Consulta y Debate. Significa que los afectados den su opinión, realicen
sugerencias y alternativas, y se abra una fase de diálogo entre administración-
representantes del poder elegido y los ciudadanos, que posibilitará llegar a
conseguir acuerdos por consenso. Mediante una adecuada información-formación
y la consulta se tiende a posibilitar la existencia de un control real público sobre
las actividades del Estado y el mercado.
3) Gestión compartida o trabajo en común (Cogestión). Toma de decisiones
conjunta y ejecución compartida por los miembros de una colectividad. Es el nivel
de la participación que tiende hacia formas de cogestión y auto gestión
ciudadanas, al darse una participación directa en el gobierno, en el poder
ejecutivo concreto.
a) Descentralización política del poder como requisito de partida. Tanto territorial
como de áreas y órganos sectoriales. Según Nista en España, "En los grandes
municipios, que superen el millón de habitantes, elección directa (por sufragio
universal) de las juntas de distrito, que ya fue planteada por el movimiento
ciudadano en los primeros años de la transición.
¿Cuáles son los medios de participación y protagonismo?
En lo político: - Elección de cargos públicos - El referendo - La consulta popular -
La revocatoria del mandato - La iniciativa legislativa constitucional y
constituyente - La asamblea de ciudadanas y ciudadanos.
En lo social: - Las instancias de atención ciudadana - La autogestión y cogestión -
Las cooperativas - Las cajas de ahorro - Las empresas comunitarias - Otras formas
asociativas de solidaridad y cooperación
La participación en los procesos económicos, estimulando las expresiones de la
economía popular alternativa tales como: - Cooperativas - Cajas de ahorros -
Mutuales - Otras formas asociativas. Todas estas actividades se desarrollan en
espacios como: pequeñas y medianas empresas, núcleos de desarrollo endógeno
o construcción de cadenas productivas.
Participación en la formación de las leyes a través de las iniciativas legislativas y
constituyentes
Participación en la elección de los jueces
43
Poder Ciudadano Local.
La transferencia de servicios a las comunidades organizadas en materia de: salud,
educación, cultura, deportes, vivienda, programas sociales, ambiente,
mantenimiento de áreas industriales, mantenimiento y conservación de áreas
urbanas, prevención y protección vecinal, construcción de obras, prestación de
servicios públicos (Art.184).
En el Poder Público Nacional: - La participación activa de las ciudadanas y los
ciudadanos en la formulación, toma de decisiones, planificación, elaboración de
presupuestos, ejecución, control y evaluación de los proyectos de salud,
educación, cultura, trabajo, vivienda, ambiente y ordenación del territorio. - Las
contralorías socio-comunitarias que regularán la ejecución de los programas
nacionales de acuerdo a los sectores. - Participación de la comunidad organizada
en el Consejo Federal de Gobierno, del cual depende el Fondo Intergubernamental
para la Descentralización ( fides), destinado al financiamiento de obras públicas y
a la promoción del desarrollo equilibrado de las regiones.
En el Poder Público Estadal: - Participación de la comunidad organizada en el
Consejo Estadal de Planificación y Coordinación de Políticas Públicas encargado
de formular los planes, la inversión social y coordinar diferentes instancias de
gobierno y sociedad de los estados. (Art. 166 Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela) - Evaluación del informe anual de las gobernaciones de
cada Estado.- Evaluación permanente de la gestión pública de la gobernación.
En el Poder Público Municipal: - El municipio incorporará a la ciudadanía en los
ámbitos de su competencia en el proceso de formulación, definición, ejecución de
la gestión pública y en el control y evaluación de sus resultados (Art. 168). - La
creación de parroquias será por la iniciativa ciudadana y comunitaria
¿Cuáles son los principios y valores constitucionales del Estado y la sociedad en la
gestión pública?: - Corresponsabilidad – Cogobernabilidad – Interdependencia –
Subsidiariedad – Cooperación – Coordinación
Mecanismos de organización para la participación protagónica: - Asamblea de
ciudadanas y ciudadanos. - Cabildos abiertos - Foros propios - Gobierno parroquial
- Contralorías socio comunitarias - Consejos parroquiales y comunales del CLPP -
Comité de vigilancia - Defensorías de niños, niñas y adolescentes - Consejo
Nacional de Juventud - Coordinadora local de educación socio-comunitaria -
Consejos o Coordinadoras vecinales - Otros consejos creados por las comunidades
- Comités de salud - Mesas técnicas - Rueda de negocios - Núcleos de desarrollo
endógeno - Ubes y patrullas

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