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PANORAMA REGIONAL DE LOS MODELOS PRODUCTIVOS DEL CAQUETÁ

Una mirada hacia nuestro departamento nos lleva a percibir una multitud de
problemas que solo un esfuerzo colectivo puede encontrar solución; basta con
pensar en problemas como el cultivo de la coca, la guerra abierta actualmente
vigente y la guerra también económica y social, y aún más la cultural, de manera
que debemos establecer criterios concienzudos, mediante un trabajo
mancomunado de la sociedad, las instituciones, el estado y demás elementos
involucrados, para promover la integración, la organización y la participación en
estrategias de desarrollo sostenible, que vayan posicionando al Caquetá dentro de
buenos parámetros de productividad, competitividad y otorgue a sus habitantes un
óptimo o al menos buen nivel de vida.

Realizando una generalizada descripción del departamento, principalmente dentro


del equívoco modelo ganadero y el uso de la tierra, pretendemos descubrir la
problemática y sus posibles soluciones.

El Caquetá está compuesto por una población de 436.000 habitantes, de los


cuales el 54% corresponde al sector rural, es decir, 236.000 personas que
representan cerca de 45.000 familias que habitan en una zona de 107.000
hectáreas, tan solo el 4% del total de la extensión territorial del Caquetá y
aproximadamente una densidad proporcional de 1 familia por cada 2 hectáreas.
Este simple dato nos ofrece una panorámica de serios problemas en la
distribución de la tierra que perjudica ostensiblemente los intereses de los
campesinos y no ofrecen garantías para la explotación agrícola y van en contra de
los altos niveles de calidad de vida, generando pobreza y estancamiento en este
sector de la economía regional que día tras día va en decadencia en todo el país.
En el departamento, la principal causa de esta desigualdad es el modelo de
ganadería extensiva que abarca más de 2 millones de hectáreas en praderas, con
una población bovina de 2’300.000 cabezas, es decir cerca de hectárea por
cabeza; esta economía de fines extractivistas, ha consolidado a los ganaderos en
una especie de terratenientes, dueños de más del 55% de las tierras, con grandes
hatos, que aceleradamente fueron reduciendo a los campesinos que no tenían
capital para comprar ganado, en simples desplazados que se adentraron a las
puntas de colonización en busca de la tierra perdida o emigraron a engrosar las
zonas subnormales de los centros urbanos. Estos últimos han generado
asentamientos urbanos de manera espontánea, sin ningún tipo de planeación y
presentan serios problemas en cuanto a calidad de vivienda, y en la cobertura y
calidad de la prestación de servicios públicos; en tanto que los que quedan en el
campo presentan altos índices de analfabetismo ante la imposibilidad de asistir a
los centros educativos, y debido a la absoluta pobreza, utilizan como único recurso
la tumba y quema del bosque, para generar praderas y luego venderla a los
ganaderos.

Así mismo, la deforestación generada es la principal causa de deterioro del agro


ecosistema, de la degradación de las pasturas y de la caída abismal de la fertilidad
de los suelos, a esto se le suma el fenómeno de la violencia que ha incidido
directamente en la dinámica de las comunidades rurales, generando
desplazamientos forzosos que obligan al abandono de los cultivos y así mismo al
reemplazo de éstos por los cultivos ilícitos que ante su fácil y rápida producción y
rentabilidad, doblegaron la agricultura a un segundo plano y se consolidaron
durante el auge como ostentosas fuentes de acumulación de capital, sin embargo
ante la ofensiva por parte del estado, han decaído, sumiendo a los campesinos en
una profunda crisis de pobreza, donde las posibilidades de retomar la vocación
agrícola es casi imposible pues en este sector solo existen políticas asistenciales
que actúan como paños de agua tibia pero no dan solución de raíz a estos
flagelos.

A partir de esto, la agricultura en el caquetá ha decaído en productividad en


alrededor de un 65% es así como cultivos como el de arroz que producían 8200
toneladas, o de maíz con 18000 toneladas o cacao con 480 toneladas, han casi
que desaparecido por completo, otros como el del plátano, yuca o caña panelera
que generaban más de 200.000 toneladas, actualmente apenas cubren la
demanda de Departamento; en contraste, cultivos como los frutales amazónicos
con 8000 hectáreas sembradas, la palma de aceite con 1200 hectáreas y el
caucho con 700 hectáreas, se convierten en fuentes promisorias de riqueza que
deben ser bien manejadas mediante proyectos con planeación, seguimiento y
evaluación, realizados por los jóvenes profesionales que impulsen al estado a
actuar y así poder establecer procesos de transformación agroindustrial que
generen valor agregado y trasmita beneficios para la región empleando mano de
obra, promoviendo incentivos agrícolas a los cultivadores y tecnificando los
mecanismos de producción.

Ante este complejo circuito agrícola en decadencia, con mucho por reestructurar e
innovar en el largo plazo, la ganadería ha abierto una brecha con una significativa
ventaja, amparada principalmente por el apoyo del crédito financiero con una
participación del 41%, es decir, un desembolso efectivo de aproximadamente
20.760.000 millones de pesos, cosa que no ha tenido sectores como el de la
agricultura que solo accede al 2% de los créditos o el de la agroindustria que es de
1.2%.
Así, la ganadería se ha posesionado como la primera actividad económica del
Caquetá, según cifras de Cofema en el 2004 se comercializaron 124.924 cabezas,
para un total de 47.400 toneladas de carne en pie y un valor de $
237.224.900.000. a razón de $5.000 pesos kilo; en lo correspondiente al degüello
las cifras superan las 24.000 cabezas, dirigidas al consumo de la capital
principalmente. Sin embargo, estas cifras demuestran la ineficacia del modelo
ganadero caqueteño, pues comparado con regiones andinas donde se aplican
modelos intensivos con fines productivos, los rendimientos económicos son
duplicados por tan solo la mitad del potencial ganadero caqueteño.

El modelo ganadero en el caquetá debe ser replanteado, en concertación con los


ganaderos aunque sea una labor muy difícil, puesto que estos no estarían
dispuestos a asumir costos y cargas laborales, y a renunciar a la ideología
facilista de ganar dinero en contra de los intereses prioritariamente de los
campesinos, pues para los ganaderos es una labor sencilla, emplean una mínima
mano de obra, no requieren de tecnología, se proveen del ecosistema para las
pasturas y los gastos de mantenimiento del ganado son bajos y son recuperados
en el corto plazo con la venta.

Sin embargo el replanteamiento debe hacerse, particularmente en el


fortalecimiento de las redes silbo pastoriles y en el implatamiento del modelo de
comercialización de carne en canal con el interior del país.

Con la redes silbo pastoriles, se despierta la concientización y valoración del árbol,


la cual es admitida por gran parte de la comunidad, como un elemento esencial
de los sistemas productivos agrícolas y ganaderos, así mismo como parte del
conjunto de tecnologías de cambio para el reordenamiento de la tierra, las redes
silbo pastoriles, combinando árboles, pasturas y ganados, bien sea presentes al
mismo tiempo y en la misma unidad de tierra , o bien en rotación temporal
proyecta alcanzar una mayor productividad total en un régimen sostenible.

La comercialización de carne en canal, según cálculos optimistas generaría un


valor agregado del 20% y una rentabilidad adicional del 25% expresada en pesos
en cerca de 400.000 millones anuales, sobre el ingreso total. Así mismo se
adquirirían equipos y maquinarias para vincular al proceso productivo, los cuales
elevarían el grado tecnológico del departamento y vincularían mano de obra,
contribuyendo principalmente a la ocupación de los campesinos y por ende a
mejorar los niveles de calidad de vida del sector rural, del mismo modo también
tendría impacto sobre la generación de empleo en el sector urbano.
Por otro lado, la materia prima del ganado que no sea utilizada directamente en el
proceso, cooperaría con la cadena productiva de los concentrados; con el cuero,
se incursionaría en este mercado, y no sería descabellado pensar en la idea de
una fábrica de artículos de cuero en el Caquetá.
El sector transportador, en su división de termoking, invertiría en la región, para
completar este sistema, como un indispensable canal de distribución; aquí surgiría
otro medio de empleo, de activación del sector comercial para este tipo de
vehículos y de otras ramas.
Pero lo más importante es que se posiciona al Caquetá como un departamento
con criterios de competencia, frente a otras comercializadoras del país, y se
contribuye con la economía regional.

De todas formas esto conlleva una estructura compleja y bien planificada, que
requiere de una buena inyección de recursos, ante lo cual los profesionales e
interesados en el desarrollo de la región debemos presentar, propuestas concretas
que el gobierno valide, mediante apoyo económico y políticas agropecuarias que
promocionen una dinámica regional acorde a las necesidades de sus pobladores.

En fin, debemos realizar esfuerzos por recuperar la vocación agrícola y fomentar


proyectos que en el corto o largo plazo, redunden de beneficios para los
campesinos, también debe modificarse el modelo extractivista de la ganadería,
para exprimirle el mayor jugo posible a un fuerte renglón de la economía regional,
que no es aprovechado en toda su magnitud.
“PANORAMA REGIONAL DE LOS MODELOS PRODUCTIVOS DEL
CAQUETÁ”

MÓNICA MARCELA CHACÓN VARGAS


COD. 505186
JORGE HERNÁN ROA BUSTAMANTE
COD. 505178
HUGO DANIEL RESTREPO
COD. 505203
LEYDI KATERINE REYES
COD. 505275

UNIVERSIDAD DE LA AMAZONIA
FACULTAD DE CIENCIAS CONTABLES, ADMINISTRATIVAS Y
ECONOMICAS
PROGRAMA CONTADURÍA PÚBLICA
PROBLEMÁTICA REGIONAL AMAZONICA
II SEMESTRE
FLORENCIA CAQUETÁ
2005

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