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CASO PRÁCTICO. Necesito aprender a hablar en público. Cuando estoy en frente de un grupo
de personas me petrifico, comienzo a sentir miedo, se me paraliza la lengua, me sudan las
manos y olvido lo que iba a decir, termino haciendo el ridículo, sin atinar a decir algo coherente.
Otras veces, lo paso mal pero acabo lanzándome a hablar. Cuando no lo logro, tiendo a sentirme
culpable, al no haber sido capaz... El miedo a hablar en público puede aparecer ante
situaciones muy diferentes, como por ejemplo, dar una charla o impartir una conferencia,
realizar preguntas a un conferenciante o a un profesor, expresar una opinión en un debate o en
un coloquio, narrar un hecho que le ha ocurrido a uno personalmente, exponer alguna duda,
mostrar desacuerdo, realizar un cumplido o valorar positiva o negativamente algo que te ha
gustado o disgustado, etc.
A pesar de tu juventud, seguramente hayas tenido ocasión de experimentar situaciones como las
siguientes:
Te gustaría intervenir más en clase pero no eres capaz de hacerlo. Te quedas con las dudas y no
preguntas.
Te asusta exponer un trabajo ante tus compañeros. Haces cualquier cosa para eludir la
exposición.
Cuando hablas en público sientes un nudo en el estómago, te tiemblan las manos, no te sale la
voz, te atragantas, tartamudeas, bajas la voz,...
No es difícil detectar, incluso autodetectarse uno mismo, cuando se tiene miedo a hablar en
público. Las respuestas a las siguientes cuestiones nos pueden poner en la sospecha cierta de la
existencia del miedo a hablar ante el grupo:
Son varias las razones por las que la gente en general presenta miedo, incluso cierto pavor, a
hablar en público:
Miedo al fracaso.
No está muy clara la cusa que puede generar estos miedos a hablar en público. Parece cierto, al
menos están de acuerdo un grupo de expertos, que la ansiedad que genera esta situación está
muy relacionada con la falta de experiencia o bien con experiencias anteriores desagradables, ya
sean experiencias propias o por haber visto a otras personas tener poco éxito en sus charlas.
En cualquier caso, la ansiedad puede crear la suficiente tensión como para garantizar el fracaso
de una intervención ante el público.
Si estás en esta situación debes pensar que este miedo no es algo vergonzoso, es más, muy al
contrario, tienes que tomarlo como un estímulo. El miedo es un sentimiento personal e interno.
El auditorio no tiene porque descubrirlo a no ser que tú mismo lo reveles.
3. Todos podemos llegar a dominar esta destreza, es simplemente una cuestión de PRÁCTICA
Y TÉCNICA. Se aprende.
Con el ánimo de ayudarte tanto a superar los miedos iniciales como para mejorar tu capacidad
para hablar y resolver con holgura los inconvenientes que se puedan presentar, te presento una
serie de reglas, consejos, ideas básicas y asumidas por todos:
Utiliza algún método en tus ejercitaciones (ejemplo la filmación en vídeo) para corregir errores.
Procura familiarizarte previamente con el tipo del personas que van a formar el auditorio
(profesiones, procedencia, etc).
4.- Movimiento.
El movimiento de pies, manos, jugar con los papeles, con el bolígrafo, ..., denota falta de
confianza y de competencia.
Tienes que evitar los “tics” (tocarse el pelo, quitarse y ponerse las gafas,...) o gestos pues ponen
al descubierto el nerviosismo.
5.- Mirada.
7.- Entonación.
No bajar la voz al final de cada frase, en ese momento hay que reforzar la idea que se está
comunicando.
9.- Humor.
Recuerda siempre que: “es mejor tener un aspecto serio y distante que ridículo”
10.- Confianza.
Sentirse un poco superior no está de mal: el que más sabe del tema es el orador.
Preparar posibles cuestiones que se pueden presentar y sus respuestas incrementa la confianza.
Variar el ritmo del discurso, acelerar en algunas partes, más lento en otras.
Ante algún inconveniente (rotura de algo , por ejemplo), hacer alusión al hecho: “siempre que
doy una conferencia ocurre algo.... “.
Es el momento ideal para recordar brevemente lo más importante y para aclarar las posibles
dudas que se hayan suscitado.
---//---
2ª. Parte
Preparar una exposición oral delante de un grupo de personas exige una buena preparación que
comienza con la recopilación de información proveniente de diversas fuentes. Una vez que este
proceso se da por terminado, es el momento de redactar nuestro trabajo.
Comenzar por una anécdota, una pregunta, etc, relacionada con el tema que ayude a romper el
bloqueo inicial y despertar de esta manera la simpatía del público.
Muchas personas, incluso hombres y mujeres de estado, políticos, etc, manifiestan que
experimentan una gran ansiedad, falta de confianza, piensan que los demás se darán cuenta de
su nerviosismo,...., cuando tienen que hablar ante un grupo numeroso de personas.
A pesar de tu juventud, seguramente hayas tenido ocasión de experimentar situaciones como las
siguientes:
Te gustaría intervenir más en clase pero no eres capaz de hacerlo. Te quedas con las dudas y no
preguntas.
Te asusta exponer un trabajo ante tus compañeros. Haces cualquier cosa para eludir la
exposición.
Cuando hablas en público sientes un nudo en el estómago, te tiemblan las manos, no te sale la
voz, te atragantas, tartamudeas, bajas la voz,...
No es difícil detectar, incluso autodetectarse uno mismo, cuando se tiene miedo a hablar en
público. Las respuestas a las siguientes cuestiones nos pueden poner en la sospecha cierta de la
existencia del miedo a hablar ante el grupo:
Son varias las razones por las que la gente en general presenta miedo, incluso cierto pavor, a
hablar en público:
Miedo al fracaso.
No está muy clara la cusa que puede generar estos miedos a hablar en público. Parece cierto, al
menos están de acuerdo un grupo de expertos, que la ansiedad que genera esta situación está
muy relacionada con la falta de experiencia o bien con experiencias anteriores desagradables, ya
sean experiencias propias o por haber visto a otras personas tener poco éxito en sus charlas.
En cualquier caso, la ansiedad puede crear la suficiente tensión como para garantizar el fracaso
de una intervención ante el público.
Si estás en esta situación debes pensar que este miedo no es algo vergonzoso, es más, muy al
contrario, tienes que tomarlo como un estímulo. El miedo es un sentimiento personal e interno.
El auditorio no tiene porque descubrirlo a no ser que tú mismo lo reveles.
Imagínate que un profesor te dice: “ ¡prepárate!, la próxima semana tendrás que exponer este
tema ante tus compañeros”.
En ese momento te invade una sensación desagradable, te tiemblan las piernas, te confiesas
incapaz de hacerlo: los nervios, que no sabes hablar en público, que no tienes tiempo para
preparar nada, etc.
Es muy importante que aceptes el reto como una forma de conocerte más a ti mismo y superar
las dificultades que puedas tener en estas cuestiones.
Hablar con elocuencia, es decir, hablar de un modo eficaz para agradar, convencer y conmover a
los demás es la Oratoria. Su importancia viene dada por el volumen de información que se
recuerda, en comparación con otras formas comunicativas, tras una exposición oral. En esta
línea, según la British Visual Society se recuerda aproximadamente:
El 30% de lo que se ve
Organizar la exposición.
Desarrollo: hacer saber a la audiencia cuándo ha terminado con un tema y se dispone a pasar a
otro.
Establezca un contacto visual. Eche una mirada a su auditorio antes de empezar a hablar, esto
atraerá la atención hacia usted. El orador tiene que ver al público, mirarle a los ojos, observar
sus expresiones faciales y comunicarse directamente con él. Escoja a una persona y diríjale
algunas frases, conviértala en partícipe, continúe después estableciendo el contacto visual con
otras personas del auditorio.
La longitud: “cuánto rato hay que hablar y por qué no se debe hablar mucho rato”
3ª. Parte
El principal secreto para hablar en publico es bien simple: “ser uno mismo”. Es indudablemente
más fácil que tratar de imitar o tratar de ser otro.
En principio: Saber qué se va a decir. Dijo Sócrates que todo el mundo es elocuente cuando
habla de lo que sabe, y es que cuando se tienen cosas que decir la charla resulta amena, en
especial si se conocen aspectos originales.
Hablar en publico no es una cualidad que se herede genéticamente, es algo que se puede
aprender.
* Hable sobre un tema conocido. Prepárelo tan profundamente como pueda. Haga toda la
investigaci6n que necesite hasta adquirir seguridad y confianza.
* El antídoto más eficaz contra el nerviosismo es una preparación total previa, textual y
rigurosa.
* Nunca se ponga de pie para “decir algo”. Siempre tenga algo que decir y luego póngase de
pie.
* Planee sus primeras frases con cuidado, la buena utilización de ellas le dará confianza y
relajamiento, imprescindibles para continuar con buen pie.
Serenidad y Confianza
* Cualquier persona tiene ese miedo o nerviosismo al comenzar a hablar en público, incluso
hombres de estado, políticos, etc. Pero si se siguen algunos de estos consejos puede desaparecer
ese miedo al poco tiempo de comenzar a hablar.
* El miedo a hablar públicamente no es algo vergonzoso, por el contrario puede llegar a ser
estimulante, ya que la total tranquilidad es engañosa porque entorpece las reacciones y afloja las
fibras que deberían estar tensas y a punto.
* Conozca a su auditorio. averigüe qué es lo que sus oyentes esperan oír. Indague acerca de sus
intereses y el conocimiento general que tengan sobre el tema. ¿Quien es mi audiencia? ¿Cuánto
saben? ¿que quiero decirles? ¿De cuánto tiempo dispongo?
Estructure su tiempo.
*
Aproximadamente una hoja A4 mecanografiada a doble espacio contiene unos dos minutos
de alocución.
Si toma la palabra en una reunión empresarial, profesional 3 técnica recuerde que será usted
una, entre otras muchas personas, que harán uso de la palabra, por consiguiente sea conciso y
vaya al grano.
No se alargue demasiado: “Es difícil que un discurso breve sea un mal discurso”.
Cuando haya dicho todo lo que tenga que decir, siéntese: no prolongue la sesión.
Extensa: “Soy de los que opinan que nuestro presupuesto de publicidad debe ser incrementado”
(13 palabras).
Breve: “El año pasado nuestro departamento de expedición planeó extender los servicios” (11
palabras).
Extensa: “El tema de los daños causados a los empleados es un asunto muy importante y por lo
tanto debe ser considerado inmediatamente” (22 palabras).
Breve: “Los daños a los empleados requieren nuestra atención inmediata” (9 palabras).
El primer requisito de esa armonía es el contacto visual con los oyentes, por lo que es
indispensable utilizar lo menos posible las notas.
Abra la boca al hablar, utilice la lengua y los labios para formar los sonidos.
De los labios apretados se escapa un tono sin brillo. La voz debe ser viva y agradable. La
personalidad del discurso dependerá en gran medida de lo agradable que sea la voz.
La voz no debe reflejar duda o falta de confianza, por el contrario el tono debe mostrar
entusiasmo. Hay que desarrollar la impresión de que se está disfrutando al pronunciar el
discurso. La dramatización puede ser un elemento para atraer la atención.
*
Variar el ritmo del discurso, es decir, acelerar en algunas partes, y hablar más lentamente en
otras, evitando la monotonía del tono.
Esfuércese en corregir los repetitivos: “este”, “ee”, “¿no?”, “eh”, “um” y vicios de expresión
similares en su alocución.
La mayoría de la gente habla demasiado bajo. Hable más fuerte de lo que habitualmente
haría para mantener una conversación con una persona situada en la última fila.
Pero recuerde que cuanto más hable en público mayor es la seguridad que adquiere.
Utilice el buen humor como medio para relajar a su auditorio. Una anécdota chistosa de
buen gusto, ayudará. Podría ser el elemento que despierte la atención del auditorio.
*
Pero no piense que tiene que ser obligatoriamente ingenioso o chistoso para retener la
atención del público. Lo que resulta cómico en boca de una persona puede no ser cosa de risa en
la de otra.
Una regla básica, ante un auditorio al cual tiene que “enfrentarse” durante unos minutos, es
la sonrisa. La sonrisa auténtica (existen otras artificiales o socarronas) atrae las simpatías de los
asistentes.
Elimine el exceso de “equipaje”. Las frases deben ser escuetas y sin demasiados adornos.
a) Definición Negativa:
Las definiciones negativas ayudan a aclarar los errores o malentendidos que un auditorio puede
tener con respecto a una palabra o concepto.
Ejemplo: “La comercialización no es un artificio, o un ardid, o un juego de engaños. No es un
plan para hacerse rico rápidamente, una trampa, o un plan para engañar al público, induciéndolo
a comprar cosas que realmente no quiere o no necesita. No es solamente publicidad o técnicas
de ventas o de distribución...
b) Definición Positiva:
c) Reafirmación
Repetición de una idea con diferentes palabras en busca de una mayor claridad y énfasis.
Ejemplo: La cuarta observación es que algunos pacientes pueden padecer de una enfermedad
mental y luego ponerse bien, y aún pueden ponerse más bien; quiero decir que pueden sentirse
mejor de lo que se sentían antes”.
d) Comparación:
Consiste en dar un punto de referencia, relacionando una idea con algo para así identificarlo
más fácilmente.
Ejemplo: “Yo no digo que no haya malos abogados. Lo que digo es que la denuncia sistemática
por los medios de comunicación es mala. Usted podría también atacar al sol porque le produce
quemaduras en vez de elogiarlo como fuente de vida...”.
e) Carácter especifico:
Discursos en publico
Ahora bien, que sucede acuerdo usted tiene que enfrentar a un publico. A la mayoría de la gente
le resulta imposible conducirse ante un publico, desconocido, y a muchos les produce una
violenta sensación exponerse en grupos afines, aun siendo estos individuos, familiares o amigos.
Un discurso de fin de clases o una charla informativa sobre su producto o servicio, frente a una
audiencia numerosa, pueden resultar en una crisis, similar a la de un prisionero condenado a las
fieras en pleno coliseo romano.
La primera regla, para hacer un discurso eficaz, es el pleno manejo del tema que va a bordar.
Dicho de otra forma, es preciso, saber muy bien aquello de lo que se habla. Quien mejor que
usted para hablar de lo que usted mismo produce o brinda. Si usted tiene en claro lo que quiere
trasmitir ya tiene el 50% de la batalla ganada.
Dale Carnegie, en su libro, Como hacer su discurso eficaz, deja en claro que no es conducente
memorizar conceptos, y llena paginas de anécdotas, de disertantes que luego de memorizar, sus
discurso en detalle, se vieron traicionados por los nervios, por la memoria fallida, por el
auditorio adverso, por condiciones hostiles, por cambios de circunstancias, combinaciones todas
que convergieron en memorables papelones.
Por ello memorizar, no es sinónimo, de conocer o dominar un tema. Escriba 3 o 4 frases que
sinteticen sus ideas centrales, y que lo guíen en su charla, para objetivar el tema, y tener un hilo
conductor. Sus palabras deben fluir alrededor de esos conceptos.
En el momento que usted expone, esta a merced de su publico. Por ello su imagen, su conducta,
su vestimenta, sus actos, serán tan evaluados como su palabra. Sus gestos constituirán un
poderoso meta mensaje, paralelo a su alocución. El continente de su contenido tiene, muchas
veces, en la comunicación una relevancia mayor que el contenido mismo. No descarte una
cuota de humor en cualquier auditorio y con cualquier tema. Permítame una anécdota. Cuando
era estudiante de Arquitectura, en 2do año, tuve un profesor, investigador, muy reconocido en
los ámbitos académicos. El arquitecto Borgato, de quien guardo un gran recuerdo, ya que tuve
la oportunidad de visitarlo varias veces en su casa del Boulevard Oroño en Rosario, para
conversar, de algunos temas de estudio. Su cátedra versaba sobre el acondicionamiento de los
edificios. En una oportunidad luego de una conferencia magistral sobre aislaciones acústicas y
transmisión del sonido, llena de desarrollos y cálculos, que tenían al auditorio absorto, de
repente puso sobre el escritorio una olla a presión, tomo un despertador, lo programó y lo
colocó en su interior, tapó la olla, y en medio de un profundo silencio se sentó a esperar.
Cuando calculó, pocos segundos después que el despertador, estaba sonando, levantó la válvula
de descarga de la tapa, y el sonido pudo percibirse. Con esto terminó la conferencia de
transmisión de sonidos y aislamiento sonoro, y fue ovacionado. Toda su investidura y seriedad
había dado paso al didáctico ejemplo práctico con una gran cuota de humor. Casi 30 años
después creo recordar pocos detalles de la vida universitaria, pero nunca olvide la cuota de
practicidad y humor del ejemplo de transmisión de sonidos.
Evite las posturas extremadamente serias, solemnes e inexpresivas, y no olvide que el humor,
los hechos, las anécdotas, y las experiencias que vinculan gentes con historias de otras gentes,
suelen ser una fantástica herramienta de seducción frente al auditorio.
Aun los actores mas avezados, sienten pánico escénico, antes de enfrentarse a un público. Ser el
centro de atención, y el punto focal de las miradas, y saber que sus palabras serán desmenuzadas
con atención por un público ávido, produce algún escozor, pero anímese!!!, a muchos les ha
sucedido antes que a usted, y todo se supera.
Nuestra mente juega un papel fundamental en nuestra vida diaria. ¿Qué tipos de pensamientos
podemos detectar cuando sentimos y padecemos este miedo a hablar en público, a intervenir en
cualquier contexto cotidiano? Vamos a ir señalando algunos de estos pensamientos o imágenes,
que nos pueden paralizar, asfixiar, hacernos temblar o, por el contrario, si somos capaces de
dominarlos y encauzarlos, podremos dar un sentido mayor a nuestra intervención, lograremos
ser más eficaces. Analízate si te encuentras en algunas de estas situaciones, pensando lo
siguiente:
- “Los demás pensarán que sólo digo tonterías, que lo que comento es muy obvio y se reirán de
mí...”
d) Absolutizo mi fracaso:
- “Lo hago todo mal y no podré nunca aprender; si intervengo va a salir desastroso; mejor
quedarme callado y no participar, porque si meto la pata con algo, será todo un horror...”
- “Me estoy poniendo nervioso y los demás se van a dar cuenta. Seguro que los demás ven cómo
me están temblando las piernas detrás de la mesa. Estoy convencido de que se van a reir de los
tics que hago con la boca o con la ceja. Se estarán fijando constantemente en cómo me tiemblas
las manos o cómo estoy sudando...”
- “Estoy deseando que esto termine cuanto antes. Iré más rápido para acabar pronto y pasar
peor rato. ¡Quiero desaparecer, evaporarme, que nadie me mire más ni note que estoy aquí...!
- “Recuerdo la primera vez que hablé lo mal que lo pasé. Seguro que va a ser siempre así.
Nunca lo voy a superar. Ahora estoy cogiendo miedo hasta ir a escuchar una conferencia. Me
pongo nervioso de pensar lo mal que se pasa...”
- “ No llegaré nunca a hablar como fulanito. No podré persuadir y convencer como menganito.
Si tuviese la capacidad y la habilidad de zutanito...”
i) Agrando o disminuyo un detalle de la intervención.
- “En cuanto me trabé la lengua con aquella expresión del principio, ya no pude centrarme, me
puse nervioso/a y fue todo un desastre”.
- “Siempre he sido considerado/a algo torpe para expresar bien mis ideas”.
- “Fracasé con la intervención porque se oía muy mal y nadie me entendía. Los micrófonos no
los supe utilizar”.
m) Inestabilidad emocional –todo lo ves oscuro o negativo- que acarrea una percepción irreal de
la situación
El público puede ser percibido como enemigo –aumentará en el orador el miedo y la ansiedad- o
puede ser vivido como un grupo de personas con interés por la materia o el propio
conferenciante.
Es normal tener cierta ansiedad al hablar, ya que de este modo esta tensión a la hora de
participar aumentará la eficacia en nuestros mensajes. No es raro ni infrecuente sentir este
miedo.
Evitar las situaciones que no nos gustan, como el exponernos a hablar en público, no lleva a
ningún lado. Por el contrario, afrontar estas situaciones ayuda a superarlas
Nuestra imagen ante los demás. La norma básica para presentarnos ante un auditorio de forma
correcta es adecuarnos al contexto. Se trata de algo sencillo que tiene como base el sentido
común, pero que tiene algunos matices a los que debemos prestar atención.
En primer lugar tenemos que, como siempre, prever el atuendo de nuestro auditorio. Si se trata
de una reunión de trabajo entre colegas que suelen vernos cada día, es aconsejable que no se
note que nos hemos vestido para hablar. Las personas que tienen grabada una imagen habitual
de nosotros no se sorprenderán si les hablamos vestidos como cada día; de otro modo, si nos
engalanamos de una forma distinta, puede interpretarse como un signo de ‘novato’, es lo mismo
que decir «esta presentación me impone y por esto me he vestido así».
Nuestra posición ante el auditorio también es importante. Si por ejemplo vemos a un ponente
que no se levanta para hablar, cuando los demás lo han hecho, podemos interpretar que se
‘esconde’, que no tiene seguridad en sí mismo y que su mensaje es apagado y le importa poco.
Si los demás lo han hecho, nos guste o no, tenemos que levantarnos para hablar, con ello
daremos presencia a nuestro discurso y podremos utilizar con más comodidad el lenguaje
corporal. Si se trata de una reunión pequeña, y los demás han hablado desde sus puestos, sin
levantarse, podemos hacer lo mismo aunque, eso sí, asegurándonos de que se nos oye en toda la
sala con claridad.
Como ya hemos apuntado, una de las herramientas útiles que marcará nuestra imagen ante los
demás es nuestro lenguaje corporal. Podemos utilizar nuestra cara (que marca la expresión) y el
resto de nuestro cuerpo (que llamará la atención cuando sea oportuno, que acompañará nuestro
mensaje y que puede dar una imagen desenvuelta que nos ayude a mostrarnos con naturalidad).
En los dos casos, es imprescindible no exagerar los gestos para mantener la sana imagen de
naturalidad que queremos dar. En nuestro ensayo previo ante el espejo, veremos que, según
hablamos, nuestras expresiones cambian: aseverando, negando, sorprendiéndonos, dudando...
Los registros faciales son múltiples y agradecidos en el sentido en que subrayan nuestro
mensaje. Nuestro cuerpo también se puede mover: no se trata de que tengamos que pasearnos
por la sala, pero sí de que nuestros brazos no se queden colgados, y que nuestras manos nos
acompañen decididas cuando señalamos. Además tenemos que vigilar con los gestos
recurrentes, si son ‘tics’ irremediables no podremos hacer nada, pero si los podemos evitar (por
ejemplo un balanceo continuo, un giro de muñeca o retorcernos las manos continuamente)
mejor. Tenemos que aparecer lo más neutros posibles, sin aspavientos, pero destacando y
modulando con nuestro gesto nuestro discurso.
Es importante entonces que se esté consciente de cómo una expresión puede ser interpretada por
la audiencia para bien o mal del ejecutivo en cuestión. La comunicación no verbal es parte
importante del sistema de comunicación humano, genera percepciones y puede resultar una
herramienta que bien utilizada será de gran ayuda.
Los estados de ánimo se expresan por medio de gestos que muchas veces se descuidan y hablan
a la Audiencia por nosotros. En cualquier entrevista que se sostiene hay aspectos que deben
cuidarse como los gestos, la forma de vestirse y hasta el olor.
Cuando el vocero no tiene pleno conocimiento de lo que va a hablar, esto es visible para la
audiencia, por ello se recomienda la comprensión de lo que se hablará ante el auditorio. El
ensayo también es recomendable, preparar una guía de la plática con frases generales y
ensayarlas de manera constante sin aprendérselas de memoria.
La Cara
La cara debe reflejar confianza y sencillez, el abuso en los gestos puede llevar a ser percibido
como actor. No se debe gesticular o poner cara de “x” o “y” lo más recomendable es una
gesticulación normal y se sugiere también una sonrisa cuando la situación o el comentario lo
amerite, esto debido a que si se abusa de la sonrisa puede verse fingida, con medida el recurso
de la sonrisa puede llegar a ser de mucha utilidad para relajar un ambiente.
La Vista
La Postura
Para romper con la inercia de una plática extensa o prolongada frente a un auditorio numeroso
lo mejor es moverse sin mostrar nerviosismo y tratando de que los movimientos sean para
enfatizar el mensaje que se quiere dar. Una opción es brindar ejemplos y moverse para ello del
podio designado.
OBJETIVOS:
· Aplicar las técnicas de expresión oral a situaciones profesionales concretas tales como
negociaciones interpersonales, trato con personas difíciles, manejo de situaciones complicadas,
exposiciones ante un auditorio, etc.
PROGRAMA:
Es mejor dejar las improvisaciones para los casos de emergencias en las que careces de tiempo
para preparar el discurso, o para practicar o ejercitar tu habilidad para improvisar. En todos los
demás casos, es mejor prepararse. Ahora bien, la preparación puede ser meticulosa o somera. Lo
importante es prever tantos sucesos imprevistos como sea posible, sobre todo, qué preguntas
podrían hacer tus oyentes.
Al comenzar las exposiciones u oratorias se puede hacer uso de refranes o reflecciones de gente
importante, para que la oratoria no esté tensa y aburrida
En caso de que decidas redactar el discurso palabra por palabra, siempre sugiero que cada
persona prepare su propio discurso, por sencillo que sea. Pienso que conviene más hablar con
algunos pequeños defectos que hablar perfectamente y que todos se den cuenta de que alguien te
preparó el discurso (como la mamita que le prepara la tarea a su hijito). De todos modos, la
decisión es tuya.
Leer un discurso te restará la imagen de seguridad que es esencial para inspirar confianza. Si
lees el discursos, tus oyentes estarían justificados a abrigar una duda de tu sinceridad, porque
podrían creer que son palabras de un redactor profesional. En cambio, si lo dices de corazón, sin
leerlo, difícilmente creerán que otra persona lo preparó. Por supuesto, hablar sin leer significará
hacerlo con la naturalidad del habla cotidiana. Siempre recomiendo hablar sin leer, o a lo
mucho, usando un bosquejo sencillo.
En la mayoría de los casos los organizadores te dirán cuanto tiempo disponible tienes. También
puede suceder que te den tiempo libre. En este caso, tu criterio personal es muy importante.
Sería inadecuado explayarte demasiado cuando se trata de una cena en la que todos están
hambrientos desde antes de llegar al lugar. En tal caso, es mejor ser breve. Pocos tolerarán más
de 5 ó 10 minutos. Y sería muy inapropiado tener el discurso central de una celebración
importante, y hablar solo 30 ó 60 segundos.
Nadie puede decirte cuánto hablar en tal o cual ocasión. Lo importante es tener presente que la
gente difícilmente tolera más de 30 minutos, sobre todo cuando el tema o la presentación son
aburridos. Por otro lado, les parecerá corto si la presentación y el tema son interesantísimos y
entretenidos. Por ejemplo, hay conferencias motivadoras que pueden durar varias horas sin que
la gente note siquiera el paso del tiempo. Tu criterio es importante.
Hablar de pie o sentado causa diferentes efectos en cada persona. Si se trata de un discurso
breve o una conferencia de prensa en la que solo se responderán pocas preguntas, tal vez sea
mejora hacerlo de pie; si se trata de una reunión de trabajo o conferencia de prensa en la que se
responderán muchas preguntas, o asesores participarán en responder, tal vez sea mejor que
todos tomen asiento.
Un atril siempre confiere más seriedad que hablar desde una mesa. Además, el atril permite que
el auditorio se concentre más en el tema y el orador, porque cuando uno habla desde una mesa
en la que otras personas están sentadas, la vista se distrae mucho. Si quieres máxima
concentración, opino que sería mejor usar el atril o ser la única persona en la mesa.
Hablar sin atril y sin mesa requiere una gran seguridad personal, porque uno se expone de
cuerpo entero ante la mirada del público. En algunos casos es lo más conveniente. Por ejemplo,
en una boda, celebración o funeral donde todos están alrededor, de pie. También cuando se dicta
una clase o conferencia de capacitación en la que será necesario un roce constante con el
auditorio. En tal caso, te sugiero evitar juntar o sobar las manos constantemente, esconderlas u
ocuparlas innecesariamente, porque comunicarías inseguridad. Simplemente úsalas para
ademanes o déjalas quietas a los lados, como en una postura natural.
Si se olvida parte del discurso o tema a tratar. Olvidar es una cualidad de la memoria. El
problema es cuando olvidamos algo que necesitamos recordar. Por eso, lo ideal es tener las
ideas muy claras. Divide tus ideas en tres bloques y usa la segunda idea como un puente para
pasar a la tercera, y reemplázalas con figuras relacionadas. Por ejemplo, imagina un mapa en el
que Sudamérica representa el capital, Centroamérica, los sistemas de comercialización, y
Norteamérica, el mercado; o imagina un automóvil patrullero, que representa la estrategia, un
camión de bomberos, que representa a los ejecutivos, y una ambulancia, que representa el
marketing; o imagina una cabeza de toro, que representa la directiva de la institución, el tronco,
que representa la institución, y las extremidades, que representan los canales de comunicación y
servicios.
Te sugiero usar apoyos visuales solamente si tienes habilidad para usarlos o has ensayado
meticulosamente con ellos. Puedes usar uno o dos ayudantes que destaquen por ser personas con
un alto sentido de responsabilidad, para que escriban en la pizarra o manipulen los objetos por
ti. Solo una advertencia: Olvídate de contar con personas poco despiertas o poco colaboradoras.
Echarán a perder el impacto. Contrata a personas detallistas que les guste cooperar y les interese
hacer bien las cosas.
Si quieres causar un gran impacto con tu puntualidad, te sugiero presentarte a la hora exacta.
Muchos mirarán su reloj y notarán la exactitud. En todo caso, te sugiero llegar a más tardar unos
15 ó 20 minutos antes y quedarte en los alrededores hasta el momento de ingresar. Lógicamente,
sería muy apropiado avisarle al organizador o al presidente de la reunión acerca de tu intención
de ingresar a la hora exacta. Una persona responsable siempre procura llegar al lugar antes de la
hora. Eso da suficiente tiempo para solucionar cualquier imprevisto.
Si quieres sentir más tranquilidad, te sugiero llegar antes que tus oyentes y darles la bienvenida,
recorrer el lugar y saludar a cuantos sea posible, conversar con ellos y oír sus inquietudes.