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AZAR
Por Félix Socorro
En el campo organizacional hablar del cierre del año fiscal y el inicio del
próximo genera tanto optimismo como cuando cualquiera de nosotros
observa con esperanza la llegada del año nuevo.
Pero no se puede pensar en hacer algo distinto y que ello este, de la misma
manera que el comportamiento anterior, sujeto al azar y a la improvisación,
resultaría estéril y frustrante. Se debe traducir el concepto de la planificación
empresarial al comportamiento personal y programar los pasos importantes,
los cruciales, de acuerdo a estudios, a tendencias, a probabilidades, a bases
y datos confiables que permitan tomar las mejores decisiones y con ellos
asegurar buena parte del éxito. Así si será un año nuevo. Un año que no se
parezca al anterior.
Todo año que se inicia representa una oportunidad de hacer mejor las cosas,
de lograr lo que en el pasado pensamos imposible. Pero esa oportunidad,
esa probabilidad de logro, de éxito, tiene que poseer una buena dosis de
responsabilidad, de esfuerzo, de planificación.
Una de las ilusiones más importantes que casi toda familia, núcleo social y/o
cultural ha alimentado a lo largo de décadas, puede encontrarse en la
práctica, consciente o no, de pedir un deseo.
Es difícil imaginar que alguien jamás haya deseado algo hasta el punto de
pedirlo en silencio con la esperanza de que tal vez así se cumpla.
Pero desear no es suficiente. Esperar que las cosas pasen tampoco lo es.
Cuando es así, cuando sólo se espera que la fortuna se manifieste se debe
estar consciente de que lo que ella nos traerá no será necesariamente lo que
soñamos.
Debíamos ganarnos tal premio. De chicos es fácil, solo teníamos que ser
niños, estudiar y no generar daños colaterales. Pero en la madurez nuestros
sueños dependen de todo cuanto hacemos, decimos, producimos o
eliminamos.
Por lo tanto tenemos que recordar esta frase: para vivir un día como reyes
debemos trabajar un año como esclavos.