"Esencial la creación de nuevos saberes, como herramienta de
emancipación, que permitan la participación activa en y para la
Pedagogía"
Es de vital importancia, empezar por reconocer, aun vergonzosamente, que
como profesionales de la educación, se ha tornado complicada la participación en las decisiones, importantes y no, que se toman en la educación. De esta forma tenemos como supuesto que es esencial la creación de conocimientos críticos, que nos permitan participar activamente en estas decisiones y más que esto, buscar con nuestras propias manos, las herramientas para lograrlo. Debemos, asumir y perseguir la responsabilidad de tomar nuestras propias decisiones; partir de uno mismo, de su experiencia y reconocer a los otros. Sin olvidar que no es sencillo ya que esto involucra muchos elementos y muchos personajes. Dos de estos, son la innovación educativa y el asesoramiento docente.
Hablando de la formación docente, iniciamos por decir que es una búsqueda
de identidad en la que el profesor reconoce una insuficiente formación inicial y la rutina de la práctica, lo que le permitirá suplir éstas, con la búsqueda de otro saber y así iniciar una situación de investigación es decir: problematizando la práctica y formulando preguntas para cuya respuesta se requiere otro proceso de conocimiento. Será entonces una práctica política colectiva. Es decir cómo se relacionan las particulares vidas profesionales de cada cual con las condiciones que regulan las posibilidades y los límites de la profesión. Si no consideramos este hecho necesario dentro de la práctica, nunca empezaremos por hacer investigación- acción. Así mismo recordemos que la investigación-acción considera un modelo de formación docente permanente. De hecho las condiciones que son necesarias para hacer investigación/acción son unas de carácter epistemológico y académico; otras curriculares, de formación docente y de cultura profesional; finalmente, otras son políticas, administrativas e incluso sindicales. Como condiciones epistemológicas y académicas:
La primera condición para el acercamiento a la investigación-acción es de
este carácter: 1. La comprensión de la escuela excede en mucho a la comprensión académica de la escuela. La experiencia social y pedagógica de la educación es mucho más amplia de lo que la tradición académica conoce y considera importante. Existe un doble desprecio: El desprecio a la historicidad y al carácter localizado/situacional de los problemas sociales y escolares. El desprecio, y por tanto, también el desperdicio, de la experiencia social y subjetiva construida en el interior del campo social de la educación. Para combatir el desperdicio de la experiencia y para hacer visibles las iniciativas y movimientos alternativos y para darles credibilidad de poco sirve recurrir a nuevas propuestas o modelos científicos y académicos.
La racionalidad occidental ha venido edificándose sobre el privilegio de una
forma de conocimiento científico cartesiano y positivista, asentado en las dicotomías: naturaleza/cultura; natural/artificial; mente/materia; vivo/inanimado; observador/observado; subjetivo/objetivo… Y como consecuencia de esta epistemología la pedagogía y la escuela han venido enfrentando éstos y otros pares dicotómicos.
Es necesario proponer un cambio de racionalidad, un modelo diferente de
racionalidad. Lo bien cierto es que no proliferaron iniciativas académicas en la que se haya recurrido a la investigación acción para producir conocimiento científico. Debemos escapar, del modelo reduccionista y tecnocrático de las reformas educativas y curriculares, que como hace ya tiempo analizó Svi Shapiro (1990), ha vaciado casi por completo el debate sobre el sentido democrático y social de los saberes de la escuela y los saberes de la formación de maestros.
Como condiciones curriculares, de formación docente y cultura profesional
El centro escolar cobró un protagonismo discursivo como no había tenido
hasta el momento: tanto las adaptaciones curriculares como la mejora de la práctica se focalizaban en la praxis escolar, despertando iniciativas investigadoras basadas en esta mismo proceso de focalización práxica.
El profesor no podía concebirse como un simple técnico que aplica un
conocimiento experto diseñado externamente, porque se reconocía la complejidad y singularidad de una práctica profesional para la que se requieren marcos de autonomía y estrategias reflexivas muy superiores.
En ese mismo contexto discursivo juega un papel importante el llamado
asesor como “facilitador” utilizando el término de John Elliott- de la emergencia del sujeto-profesorado definiendo problemas, decidiendo objetivos y diseñando procesos de trabajo.
Y finalmente como condiciones políticas, administrativas y sindicales
Los trabajos de Sennett, Bauman o Sousa de Santos, entre otros, muestran
que no hay sujeto democrático. La vida es pura representación en un marco de crisis absoluta de participación social crítica. Rompen con esta condición dos elementos presentes en la tradición formativa del docente: a) por un lado, un saber “militante” que tiene más de adscripción a una bandera pedagógica que a la problematización crítica de la propia práctica –un saber sin investigación, que es decir también, un saber acientífico.
En conclusión, como se empezó este ensayo, es necesario, para poder llevar
a cabo la investigación acción, la voluntad de crear nuestras propias situaciones, de querer tomar nuestras propias decisiones, de reconocernos como sujetos con conocimiento y experiencia, y reconocer así a los otros. Es buscar en lo biográfico y experiencial las referencias y los símbolos de un saber docente disconforme y divergente con la regulación institucional del puesto de trabajo.