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INTRODUCCIÓN

A puertas de cumplir 200 años de vida republicana y aún cuando pareciera que el tema de
la independencia del Perú está agotado y que ya no hay mas que decir, es cuando más
necesario se hace retomar el debate en torno a tan importante proceso pues son muchas
las aristas todavía no estudiadas a profundidad y una de ellas es la relacionada con la
participación de las masas indígenas ya que a cabalidad no se ha dicho nada alrespecto.

Muchos historiadores oficialistas afirman que este sector de la población se mantuvo al


margen de la lucha peruana por la independencia o que participó del bando realista, si
bien es cierto lo segundo tiene algo de fundamento porque muchos de los miembros del
ejército real fueron indígenas reclutados por la fuerza para luchar contra lo que ellos
anhelaban, su libertad; pero de ninguna manera podemos afirmar que se mantuvo al
margen e inmovilizada, otra cosa es decir que no hubo grandes movimientos encabezados
por indígenas ya que fueron los criollos los que tomaron la dirección de los intentos
separatistas ocurridos en los años anteriores a la independencia.

La participación indígena se dio a través de las montoneras o partidas de guerrillas, las


que actuando sin mayor preparación que si deseo de ser libres se sumaron a la lucha por
la independencia y luego organizados por los generales libertadores. La actividad de las
montoneras y guerrillas fueron muchas veces determinantes para el triunfo patriota ya
conocedores de la zona que se dedicaron a asediar y atacar sorpresivamente por la
retaguardia a cuanto ejército real se aparecía en frente causándole grandes daños
dejándolo incluso al borde del aniquilamiento. En este trabajo presentamos algunas
evidencias de como se dio dicha participación con el objetivo de valorar el despliegue de
las masas indígenas auténticamente peruanas en su lucha por ver una patria libre.

El autor.
MONTONERAS Y GUERRILLAS EN LA INDEPENDENCIA

I. MONTONERAS Y GUERRILLAS: Generalidades.


1.1. Denominación de Montoneras y Partidas de Guerrillas
Los historiadores peruanos y extranjeros que se han referido ya sea en forma
particular o general a las montoneras y las partidas guerrilleras en la etapa de la
emancipación del Perú, han sentado los más diversos puntos de vista en lo que
concierne a la denominación de estos grupos de gente armada. Para este apartado
tomando como referencia a Vergara (1974 pp. 24-70) en donde hace un importante
estudio al respecto, hemos sustraído algunas denominaciones que sintetizan lo que
fueron las montoneras y partidas de guerrillas.

a) Memorias militares:
 En las “Memorias Históricas” de Álvarez de Arenales encontramos la denominación
de “partida de guerrillas” para referirse a las “gruesas legiones” de gente que
aparecieron en las quebradas cercanas a Lima. Y cuando las partidas de guerrillas
se fueron organizando en la costa y la sierra, surge la “guerra de montoneras”.
Desde entonces las montoneras se enseñorearían de todas las quebradas y
arrabales.
 Miller; en sus “memorias” emplea indistintamente “guerrillas”, “partida”, “partida de
guerrillas”, “partida de montoneras” o simplemente “montoneras”. Tal es así,
menciona Vergara al referirse a Miller; que no aclara el significado de cada término
y confunde montonera con partida de guerrillas.
 El Gral. Vidal, organizador y jefe de partidas, utiliza en su “memoria” los términos
de Partida o Guerrilla, para designar a los hombres que estaban bajo su mando,
con los cuales actuaba en la sierra de Lima. Así mismo indica que los hombres
comandados por el cacique Quispe Ninavilca formaban una partida, Aunque Vidal
no hace mención explícitamente a las montoneras -escribe Vergara- encontramos
que los tiene en cuenta como grupos numerosos de indígenas que colaboraban con
las partidas de guerrillas, al tratarse de una “ nube de indígenas que me acompañó
a estas expediciones, arrasaba cuanto encontraba”.

b) Historiadores de la Etapa de la Independencia


 Cortagana; señala con precisión que las partidas son grupos organizados que
aparecen en el Perú con la llegada de San Martín y que fueron distinguidos
“vulgarmente con el nombre de montoneras”. Fija las características de las partidas
de guerrillas, como “milicias que no tienen sueldo alguno asignado”, sosteniéndose
con lo que pueden obtener de los “propietarios del país”. La labor de estos grupos
estaba orientada a observar y a hostilizar al enemigo en los desfiladeros y
quebradas,…” pero nunca para un ataque arreglado porque pelean al desorden y
siempre al escape”, menciona a las partidas comandadas por Villar, Quispe
Ninovilca, Huavique, Morales, etc.
 Paz Soldán, en “Historia del Perú Independiente” se halla ya conceptos más
precisos en torno a las montoneras y partidas de guerrillas; al referirse a las tropas
que el mayor Aldao dirigía en Huancayo; expresa: ”no era más que una montonera
o colecticia, sin orden, sin disciplina y sin armas”; caracterizando de ésta manera a
las montoneras, y las partidas o cuerpos de guerrillas eran grupos que se
organizaban, “sin ocasionar más gasto que el armamento”.
 En las anotaciones de Mariátegui, se reafirma de que las partidas vienen a ser
grupos de personas organizadas, armadas y municionadas, menciona las partidas
formadas por Ninavilca y Huavique. Emplea también el término guerrillas para
aludir en algunos casos a las partidas; así mismo Mariátegui aclara que
“montoneras” eran grupos de indígenas que actuaban en la región de la sierra
colaborando con las partidas.
 Nemesio Vargas: “Historia del Perú Independiente” deja entender que montoneras
son grupos que surgían de un momento a otro y que actuaban preferentemente en
la región de la sierra y utilizó el término de ”guerrillas” para referirse a los partidas
de Vidal, Quiroz, Elguera y Navajos, el término guerrilla es sinónimo de partida, o
sea hombres organizados con cierta preparación militar y que debían cumplir una
finalidad como es el caso de las guerrillas de Villar que no habían dejado descansar
desde que salieron de Lima a las tropas de Carratalá y de los partidas de Quiroz y
Dávalos que continuaron hostilizando al enemigo hasta la cordillera.
 Carlos Wiese, en “Historia del Perú Independiente” no hace ninguna distinción entre
partidos y montoneras, pero deja intuir que las montoneras estaban integrados por
“indios” y que no contaban con organización y que cuando se cumplía la labor de
organizarlos, armarlos y encomendarlos a la dirección de un jefe tenemos las
partidas o guerrillas.
 Bartolomé Mitre en “Historia de San Martín” precisa el concepto de guerrilla como
grupos organizados con jefes, armas y un “plan de campaña en hostilidades”. Así
mismo indica que fueron tomando consistencia conforme transcurría el tiempo y
eran comandados por capitanes peruanos como: Vidal, Valdivia, Quiroz, Navajos,
Ninavilca, entre otros. Aunque no define el término montonera, se refiere a ella
cuando menciona a los 5000 “indios” que reunió Aldao en Huancayo “como fuerza
colectiva” que carecía de organización militar.

c) Historiadores Militares:
 El Gral. Dellepianne, en “Historia Militar del Perú” emplea los términos de
“montonera” o de “insurgentes” para mencionar al grupo de indígenas y mestizos
más o menos numerosos, formados por civiles más entusiastas por la revolución,
sin organización militar alguna, como a las “partidas de guerrillas” que son fuerzas
irregulares “que San Martín utilizó ampliamente sirviéndose de ellos en todo
momento”.
 Coronel. Bonilla, en su artículo “las montoneras” y en “Epopeya de la Libertad”
utiliza indistintamente los términos “montonera”, “guerrilla” y “partidas”, sin
precisar cada uno de los términos; pero reconoce la existencia de la formación de
grupos indígenas para participar en la guerra emancipadora.
d) Estudios Especiales
 Para Leguía y Martínez; las guerrillas vienen a ser grupos organizados de gente
armada, teniendo así la misma significación que partidas, pues se refiere a la
“multitud de guerrillas”, “que Vidal constituyó la primera guerrilla Nacional”, que
Quispe Ninavilca y Huavique formaron las primeras partidas después de Vidal”, etc.
 Sotelo, sin establecer diferencias entre montonera y partida, denomina a la guerrilla
de Vidal, montonera, y que Lima se encontraba copada de montoneras. Para
después, utilizando la denominación exacta, indica que las partidas eran dueñas de
todas las quebradas que conducían a la capital. Así mismo manifiesta
equivocadamente que San Martín organizó las montoneras, dotándolas de un
general y clasificándolas a la manera de un cuerpo de línea; cuando en realidad
eran las partidas los cuerpos organizados.
 En cambio Rivera; en su libro “Las Guerrillas del Centro en la Emancipación
Peruana” (1958 p 29) distingue estos tres grupos: “montonera”, “guerrilla” y
“partida” vocablos, escribe Rivera, considerados comúnmente sinónimos. Indica que
la “montonera” es el conjunto de paisanos unidos por un móvil de venganza, por un
ultraje inferido, o por el de defensa de la propiedad, amenazada por el enemigo y
señala como una de sus características fundamentales; “su falta de preparación
militar”; dentro de este grupo pueden considerarse a la montonera reglada, grupos
que han alcanzado cierto orden militar. A diferencia de otros autores mencionados
por Vergara anteriormente, considera a las “partidas” y “guerrillas” como dos
grupos diferentes; sostiene que la “guerrilla” se caracteriza por su mayor
preparación militar, la que era imprimida periódicamente por oficiales
especialmente designados para ello. En cambio la “partida” no es “sino una fracción
de la guerrilla”, constituida generalmente por 50 ó 100 efectivos de caballería o
infantería, y cuyo menor número le permitía maniobrara con mayor facilidad.

Por último; reconoce la existencia solamente de dos denominaciones; considerando


que los documentos de la emancipación sólo consideran la labor desarrollada por las
“Montoneras y las Partidas de Guerrillas”, y para él montoneras es el “grupo numeroso
de individuos que surgen repentinamente para hacer frente a las fuerzas realistas,
retornando después sus integrantes a sus pueblos y a sus ocupaciones” sin tener un
“sentido de continuidad ni permanencia”, adoleciendo de organización y preparación
militar y generalmente mal armados, sus ataques lo realizaban “sin plan alguno”,
atacando desordenadamente.
Las montoneras, pertenecían a la raza indígena, en su gran mayoría, se encontraban
mayormente armados de lanzas, palos, rejones y hondas; en su movilización
empleaban caballos o mulas. Las montoneras “alcanzaron su máxima figura en el
período 1814 – 1820 lo que no significa que en plena lucha por nuestra independencia
haya dejado de existir”, siguieron colaborando con el ejército libertador en los años
1821-1824.

Mientras que las partidas; dice Vergara son denominados indistintamente; “montonera
de la partida”, “partida de guerrilla” o también “partida volante de guerrillas”. Siendo el
término apropiado “partida de guerrillas”, estas estaban formadas por un reducido
número de hombres que recibían el nombre de guerrillas; el número variaba entre 15 a
100, pero con el paso del tiempo aumentaban sus efectivos adquiriendo una
organización más amplia y perfecta; en esta situación se encontraban las
partidas de Bruno Terreros, Francisco Gonzáles, Ignacio Quispe Ninavilca, Alejandro
Huavique, Cayetano Quiroz, etc.; que contaban con cerca de 200 guerrilleros. La
modalidad de lucha “era el ataque sorpresivo” contando con la ventaja de que estaban
formados por grupos reducidos se movilizaban rápidamente por las quebradas y los
contrafuertes andinos y caían sobre los flancos o retaguardia del ejército realista”. El
ataque rápido, tratando en lo posible de evitar la lucha. Pues lo que perseguía era
perturbar la marcha de los realistas, ocasionar la desorientación en el comando
enemigo y apropiarse en lo posible del ganado y de las provisiones que llevaban,
“causando fuertes estragos, al extremo que los españoles llegaron a considerar que
retrataban de ejércitos verdaderos” (Mariátegui F.1825). La emboscada también era
una forma de hacer frente al enemigo; conocedores del área geográfica preparaban
sigilosamente la emboscada. “Después de coger desprevenidos a los españoles se
retiraban precipitadamente y se perdían como tragados por la tierra”

Finalmente podemos concluir que, Montoneras: es el grupo compuesto


mayoritariamente indígena más o menos numerosos que surgían de entre las
comunidades con el fin de defenderse de los abusos, vengar atrocidades y finalmente
colaborar con la causa independentista; dichos grupos, no contaban con preparación
militar alguna, cuyo armamento consistía en hondas, piedras, palos, lanzas, entre otros
armamentos rústicos. Su principal arma era su valentía y su poderoso deseo de ser
libres. La modalidad de ataque de estos grupos era en montón y sin mucho concierto.
Mientras que Partida de Guerrillas: Son grupos que habían alcanzado cierto nivel de
organización y considerable número de guerrilleros (así se le denominaba a los
integrantes de las partidas) contaban con cierta preparación militar y sus respectivos
jefes; su misión principal era hostilizar los desplazamientos del ejército realista; pues,
conocedores del territorio andino podían movilizarse rápidamente atacando por los
flancos o por la retaguardia, causando grandes pérdidas en los realistas.

1.2. Formación y Organización de las Partidas de Guerrillas

a. Organización de las Partidas:


Si bien es cierto que las montoneras alcanzaron figuración durante los años 1814-
1820; (Vergara 1974); lo cual no significa que durante la guerra misma por la
independencia hayan dejado de existir; y por lo tanto siguieron colaborando con el
ejército libertador; durante los años 1821-1824; sus integrantes eran absorbidos a lo
que ya hemos denominado como las Partidas de Guerrillas. Entendido de esta manera;
mientras San Martín preparaba sus cuadros en la capital, “las guerrillas se formaban
por iniciativa propia de los pobladores de la región de la sierra y de los valles de la
costa para defenderse de los arranques de crueldad de los realistas y para cooperar
con las fuerzas del ejército patriota”; por ejemplo en un oficio del cura de Yauyos
dirigido al gobernador de Yauyos con fecha del 8 de Agosto de 1821 puede leerse: “en
fin han dejado toda mi dilatada doctrina tan exhausto que sólo viéndola entristece y
da ganas de llorar al entrar por ella, exasperándose los ánimos de mis feligreses de tal
modo que ya aún ellos han jurado en perpetuo odio a todo realista, conteniéndolos
para que no den muerte a los detractores”. Este relato obedece a las circunstancias en
que había quedado Yauyos tras el saqueo y destrucción que causaron los realistas
durante su retirada de Lima; este hecho justifica plenamente la formación de guerrillas
para la defensa propia de sus pueblos.
Se sabe que las primeras partidas de los pueblos del interior de Lima, en la región de
Junín , Huamanga y que a fines de 1820 impedían la libre internación de nieve en la
ciudad; pero las noticias mucho más exactas son que “el supremo Francisco Vidal, fue
el primer organizador de las guerrillas” (Rivera 1958), versión que sería corroborada
según Rivera, por los encuentros iniciales que tuvo con el enemigo en Huaura y Supe
y luego en Santa, cuando “acantonado aquel puerto debió sabotear las peligrosas
exploraciones que realizaba el enemigo”; incluso hace mención a una versión del
mismo Vidal donde expresa: “yo era, el que con 100 hombres de mi compañía quien
proporcionaba los víveres, tanto para la escuadra como para este lazareto, teniendo
encuentros diarios, tanto con una compañía del batallón Cantabria a órdenes del
capitán español Navajos, cuanto con las milicias de aquel pueblo” (Memorias de
Francisco Vidal citado por Vergara 1974).
Posteriormente San Martín, “considerando que era necesaria para la seguridad de
Lima o para el éxito de las operaciones militares levantar partidas en la localidad de
Canta, Huarochirí, Yauyos, y en los distintos pueblos de la región centro, destacó de
los cuadros del ejército a oficiales para que cumplan con esta labor” este aspecto es
importante por que oficialmente se va dar inicio a la formación de “partidas” formados
por los mismos pobladores, pero bajo la preparación y dirección de un militar de
carrera; como lo señala Vergara; aceptando entonces San Martín; la importancia que
tenían la participación del pueblo; principalmente en la defensa de Lima; siendo así
que inicia una sistemática “utilización” de estas fuerzas al servicio de los intereses del
“libertador”.
b. Integrantes de las Partidas.
Según Vergara; “la mayoría de integrantes de las partidas de guerrillas pertenecían a
la población indígena y mestiza debiéndose considerar también a numerosos negros”;
ellos provenían de los pueblos y caseríos de la región de la sierra y de los valles de la
costa. En su mayor parte eran hombres dedicados a las actividades agrícolas,
ganaderas, mineras, acarreó de la nieve y al pastoreo. Es así como la formación, de
partidas trajo como consecuencia el abandono de casi todas estas actividades.

3.3. Labor y Comportamiento de las de Guerrillas.


Cuando las partidas aparecieron en el escenario de la lucha, por la libertad del Perú,
actuaban y se movilizaban de acuerdo a las circunstancias, seguían de cerca la marcha
de las fuerzas realistas y vigilaban el desplazamiento de las tropas patriotas,
manteniéndose en contacto. “Más tarde con la finalidad de establecer un sistema en la
acción de las partidas que formaban parte en el cerco de Lima, San Martín
encontrándose todavía en Huaura va a nombrar sargento mayor a Isidoro Villar,
comandante general de las guerrillas. Posteriormente, el comandante general
Francisco de Paula Otero es nombrado comandante General de Partidas”.
Es así como se crea un comando superior, sobre la cual la actividad de las guerrillas
en adelante va a estar sujetas a un plan de acción organizándose sus desplazamientos
con la mayor seguridad y se da a conocer a los individuos poco antes de empezar la
misión, logrando de esta manera mayor efectividad en sus acciones. Una vez
organizadas las partidas de guerrillas bajo sus respectivos comandos; y la elaboración
de sus planes de acción, estas debían cumplir con las siguientes labores:

a) Labor de aprovisionamiento.
De acuerdo con Vergara que a la postre se ha cometido en la principal fuente de
consulta para ésta parte del trabajo; las partidas van a cumplir una importante labor
como encargados de proveer alimentos, ganados y mulas al ejército patriota y a las
mismas partidas; cuando éstas estaban en peligro las auxiliaban; para ello estaban
situados en lugares estratégicos.
b) Labor de apropaganda y enlace de los jefes de las Partidas.
La labor de los jefes de las partidas no se limitó solamente a organizarlas y atacar
sorpresivamente a las tropas realistas, sino que también desarrollaban una amplia
labor propagandística, redactando proclamas y dando a conocer las noticias sobre la
marcha del ejército libertador. Sus escritos eran distribuidos en los pueblos de la sierra,
principalmente ocupados por los realistas, con la finalidad de crear en el poblador un
espíritu de rebeldía hacia las autoridades españolas.
Uno de los guerrilleros que se destacó en esta labor fue Bruno Terreros cuando
estando en Chacapalca (1822) “redactó una proclama y que debía ser difundida en la
provincia de Jauja y en los lugares que ocupaban las tropas de Canterac y Valdez”.
Juan de Alarcón ayudante mayor de las partidas de Cangallo fue otro que destacó con
sus escritos e informaciones a mantener vivo el sentimiento patriótico de los
pobladores de Cangallo. Es importante señalar aquí a Francisco de Paula Otero y Julián
Morales, quienes marchaban “sin sueldo, ni otra esperanza que su decisiva inclinación
a la causa de la independencia” incluso éste último; tras haber perdido tres dedos,
siguió colaborando como enlace y programando los avisos que creía oportuno.
“tenemos también que otros guerrilleros cumplieron la delicada misión de conducir los
pliegos de las autoridades patriotas y de los jefes de partidas”, uno de ellos fue José
Herrera pasando las correspondencias de Isidoro Villar desde Carampoma hasta los
Castillos del Callao y al mismo tiempo conducía municiones.
Como puede apreciarse la labor de las guerrillas fue sumamente importante y
sacrificada; para el cumplimiento de estos tuvo mucho que ver más que la
organización de las mismas, fue determinante y el conocimiento del medio geográfico,
pero sobre todo su alto espíritu patriótico y a pesar de ello las autoridades no hicieron
casi nada por recompensar y mejorar la condición de sus integrantes, llegándose al
extremo de que ellos mismos se auxiliaban; la única consideración o premio por decirlo
así de parte de San Martín fue “una medalla que llevarían en el pecho” premio sin duda
que no recompensa para nada el enorme esfuerzo de estos verdaderos patriotas y
libertadores; y lo que es peor la mayoría de nuestros historiadores lo han olvidado;
quedando el nombre de grandes guerrilleros como: Morales, Villar, Quiroz, Ninavilca,
Vidal, etc. , sepultados bajo grandes monumentos levantados a la memoria de San
Martín; sin duda de poco sirvió el enorme espíritu de lucha y libertad de estos
hombres.

II. LAS MONTONERAS Y GUERRILLAS EN LAS GUERRAS POR LA


INDEPENDENCIA: 1820 – 1824
II.1. Actividad de las Partidas en la Etapa Sanmartiniana.
A continuación presentamos un paralelo a lo que comúnmente sabemos de lo que fue
la guerra por la independencia en el periodo sanmartiniano como bolivariano, pero
desde lo que fue la participación indígena en dicho proceso; pero cabe precisar que
solamente nos centramos en algunos acontecimientos concretos que han sido
tergiversados o ignorados por la historia tradicional.

a) San Martín, Álvarez de Arenales y la labor de las montoneras y partidas.


El general José de San Martín, de acuerdo con sus planteamientos militares y
consiente de "los pocos recursos con que contaba para hacer daño al enemigo,
“dispuso y alentó la organización de las guerrillas, considerando que en toda campaña
debía entrar en juego la guerra de partidas. Sobre todo. En el Perú, por las caracterís-
ticas de las operaciones que se habían emprendido era conveniente "fomentar la
guerra de partidas" (Vergara 1974); Pues, estos grupos se convertirían en verdaderas
fuerzas auxiliares del ejército patriota, actuando ya sea en los puestos de avanzada,
donde cumplirían labores de vigilancia e información, o también distrayendo y
debilitando al enemigo, para ello desde los momentos iniciales de la actividad bélica
en el Perú las partidas de guerrillas desempeñaron tareas de gran importancia en la
brega por nuestra independencia. Es interesante señalar en esta etapa: que San
Martín destacó al Coronel Álvarez de Arenales a la sierra central, al frente de una
fuerte expedición, con el objeto de organizar las guerrillas a base de los elementos
peruanos de esa región, ya que estas fuerzas, posesionándose de los lugares
estratégicos, podrían combatir favorablemente contra los realistas.
Entonces la primera expedición de Álvarez tendría esta misión; al respecto Rivera
Cerna (1958) haciendo alusión al nacimiento del fervor libertario de los pueblos estáría
ligada a la primera expedición de Álvarez de Arenales, señala; “En la primera
expedición a la sierra central conducido por el General don Antonio, que luego de salir
de Ica el 5 de Octubre de 1820 (otros autores dan otra fecha) y recorren los pueblos
de Huamanga, Huanta, Huancayo, Jauja, Tarma y Cerro de Pasco, para unirse a San
Martín que se encontraba ya en Huaura, debe encontrarse el punto de partida para la
iniciación de un vasto movimiento libertario entre los pobladores de la región; a tal
punto de dar a la expedición una supremacía en el aspecto propagandístico, que el
campo militar”. Como podemos ver el plan de San Martín era muy minucioso y desde
el inicio optó por utilizar las invalorables fuerzas de los pobladores de la región que es
precisamente donde se lidiaría las batallas decisivas por la independencia, San Martín
era conciente de las limitaciones de su ejército y encontró en los pobladores indígenas
el complemento y la “herramienta decisiva”, pero para ello había primero que
ganárselo a la causa; cosa que era sumamente fácil, ya que éstos estaban sedientos
de libertad; y luego organizarlo, tal y como podemos extraer de los propósitos de la
primera expedición de Arenales a la sierra central, que sin duda; su labor
propagandística caló hondo en el sentir de la población muy rápidamente “Arenales
dio pautas para la formación de las primeras milicias en los pueblos de Tarma, Jauja y
Concepción” (Rivera 1958); y a la vez procedió a nombrar autoridades políticas en los
pueblos de la zona recorrida, “con el fin de establecer los fundamentos de la libertad”
(Vergara 1974). Asimismo Roel (1986), hace mención al éxito de la primera campaña
de Álvarez de Arenales al afirmar; “Provocaron una tremenda conmoción en todos los
pueblos del Centro que de inmediato se aprestaron a la lucha”.
Hay que tener en claro que si bien la misión de Álvarez de Arenales era implementar
las partidas; estas no nacen con él; sino que ya mucho antes actuaban en esta zona,
casi siempre en forma de montoneras; es decir “sin mayor organización pues las
gentes se agrupaban y atacaban en montón sin mucho concierto” (Roel 1986 p 37). A
medida que avanzaba la expedición de Arenales “iba recibiendo informaciones de las
guerrillas patriotas que actuaban en la localidad. Tanto Juan de Alarcón, como Julián
Morales los que hacían llegar continuamente cartas e informaciones”. (Vergara p 74).

Por otro lado, las primeras participaciones de la población en los inicios de la guerra es
durante la incursión de Ricafort sobre Huamanga; cuando los realistas se vieron
inesperadamente cercados por cerca de 4000 indígenas; (Roel menciona 5000) pero
ante el desorden en su ataque fueron dispersados por los realistas, quienes tomaron
posesión de la plaza tras una brutal agresión sobre éstos atacando con caballería y
fuego de infantería “los indios caían muertos y heridos pero resistían a pie firme sin
dar paso atrás” (Roel 1986 p 38). Después de estos acontecimientos el guerrillero
Torres, logró llegar Cangallo, reorganizó sus montoneras con la ayuda de los
morochucos, contando nuevamente con más de 6000 hombres, en su gran mayoría
indígenas; también reunió 5 piezas volantes, fusiles y lanzas. El plan de Torres era
mantenerse a la expectativa, esperando que Ricafort abandonase Huamanga para
dedicarse a recorrerla nuevamente; el general realista, conocedor de las intenciones
del guerrillero, trató de pacificar la zona pidiendo la rendición “pero fue rechazado por
los insurrectos con dignidad” (Roel 1986 p. 38), al no tener resultados positivos, envía
una división a Cangallo donde una vez más el pueblo es víctima de la furia real; Torres
tras desistir a cualquier posibilidad de hacerle frente se retiró a Pilpichaca para unirse
con la tropa del general Bermúdez y de allí marcharon a Huancavelica.
Después que Álvarez de Arenales se retiró de Huamanga los patriotas de esa región,
principalmente Cangallo, organizaron varias partidas de guerrillas con los cuales
recorrían incesantemente el territorio de la intendencia, creando una serie de
dificultades al gobierno y a las fuerzas realistas. Una de estas partidas estuvo formada
por los aguerridos morochucos y comandada por Manuel Cáceres y su ayudante
Manuel Galindo. En esencia; la labor de las guerrillas fue obstaculizar la marcha de
Ricafort, permitiendo que Álvarez de Arenales se alejara de Huamanga y
desarrollándose con éxito su recorrido por la sierra central; al punto que el mismo jefe
realista reconoció al escribir: “este movimiento tan preciso e inevitable me han
impedido seguir las huellas de Arenales con la rapidez que deseaba, pero lo haré en el
momento que disperse y desarme estos grupos que tanto perjudicaron nuestras
sucesivas operaciones” (A.H.M.H citado en Vergara 1974).
Cuando Ricafort se transalda a Huancayo, “allí lo espera otra multitud de indios mejor
organizados” (Roel 1986 p.39) al mando de Otero, Canavaro, Bermúdez y Aldao. En el
trayecto los realistas saquean los pueblos pero sufren también los ataques de las
fuerzas irregulares. El rechazo a las tropas realistas cobró fuerza, poco antes de llegar
a Tarma, Ricafort lanzó una proclama indultando a los patriotas que se avinieran a
engrosar las filas realistas, hubo cierra puertas total, y los más temerosos de la ira
realista abandonaron, la población, no obstante, Ricafort partió seguido de
considerable número de partidarios, que temían las represalias (Rivera, 1958).

b) San Martín y las Primeras Disposiciones sobre el Bloqueo de Lima:


Mientras Álvarez de Arenales se desplazaba por la sierra central, alentado por las
montoneras y el surgimiento de las partidas de guerrillas; en la costa se hacía
necesaria fomentar la organización de las partidas para la campaña del sitio de Lima y
el dominio de la región de la sierra: “era preciso obligar a los realistas abandonar Lima,
objetivo que solamente podía lograrse mediante el asedio a la ciudad” (Vergara, 1974).
De acuerdo con este plan; desde que se estableció en Huaura, San Martín dispuso la
entrega de armas y la atención necesaria al mayor número de partidas. Surgieron
entonces, las partidas que se establecieron en puntos y quebradas inmediatos a Lima
tanto por el norte como por el este.
La misión de éstas, formadas por de más de 600 hombres (tal como puede leerse en
una carta de San Martín al Ministro de Hacienda de Chile), era hostilizar vigorosamente
al enemigo, privándole de recursos que necesita, fatigando sus tropas, minando la
opinión y difundiendo papeles que foméntenle espíritu de deserción en sus soldados y
los protejan; destacando en ésta labor las partidas de Huarochirí, Canta y Yauyos que
estaban bajo el mando de Quispe Ninavilca y Huavique. Así como las partidas dirigidas
por Vidal, Angulo, Elguera, Quiroz, Navajos, Faustino Valdivia y otros que se
desempeñaron con suceso en aquella guerra. De esta forma se realizó el bloqueo
haciendo difícil la entrada y salida de la ciudad. Pues, cuando las partidas creían
oportunamente realizaban incursiones hasta las inmediaciones de la capital. En esta
etapa las partidas del capitán Vidal, llegó hasta los linderos mismos de la ciudad
logrando tomar prisioneros y apoderándose de algunos caballos. Las partidas también
aguardaban en las laderas y quebradas a las fuerzas realistas que bajaban a reforzar la
capital, “atacándolas con piedras, con golpes y con hondas” (Mariátegui, 1925),
quitándoles el ganado y apoderándose de las armas y municiones.
En estos momentos San Martín decidió encomendar la dirección de las partidas a
Isidoro Villar, como Comandante General de las Guerrillas, quien estableció su cuartel
general en San Mateo, las partidas convirtieron en sus centros de acción las quebradas
de Canta hasta Copacabana, San Mateo y Huarochirí”. Estando así las circunstancias,
Álvarez de Arenales desde Huamantanga informaba a San Martín de sus actividades y
sus planes para llevar acabo el sitio contra la capital, para ello las partidas que se
organizaban en la sierra participarían “haciendo una guerra semejante a la que
llamamos montoneras” refiriéndose también a lo accidentado de la zona y la escasez
de recursos, que tan solo permitían la acción da las partidas formadas por “junta de
ellos mismos”, que con facilidad, que se dispensan y refunden en hogares y rincones
incógnitos se vuelvan a reunir teniendo entusiasmo y empeño”. En esos meses la
acción de Arenales en la sierra fue intensa; a tal punto que en una carta a San Martín
precisa: “estoy electrizando a todos estos habitantes…”; podemos entender ésta
expresión muy claramente ya que su misión era propagandizar la causa y formar
partidas; donde “efectivamente las organizaba y las destacaba a puntos estratégicos,
como Nievería y Huachipa” (Vergara, 1974) con el fin de hostilizar y observar al
enemigo. Igual labor desempeñaba Gamarra, estableciendo partidas en Yauyos y
Cangallo para que actúen de acuerdo con instrucciones especiales.
Para mejor entendimiento del desarrollo de los acontecimientos no hay que perder el
paso del ejército realista; “Ricafort se desplazó de la provincia de Jauja hacia
Huancavelica, atacando a los indios de la localidad de Moya. Las tropas de Valdés
desplazaron de Yauli a Jauja” (Vergara 1974) sin mayor resistencia debido a que la
división de Gamarra se había replegado. Esta situación es puesta en conocimiento de
San Martín por Miguel Otero, quien le escribe sugiriéndole, la necesidad de que una
fuerza de 2,000 hombres marcharan a esa provincia para asegurarla y quitar "al
enemigo los recursos que de ella piensa sacar", al mismo tiempo que se estrechaba el
cerco de Lima, "avanzando partidas dobles por las quebradas y privándole de toda
clase de auxilios y víveres que pueden venirle de la sierra".

c) Desplazamiento de Ricafort a Lima (1821).


Al iniciar Alvarez de Arenales su Segunda Campaña a la sierra central, recibió de San
Martín, el 20 de abril, unas "Instrucciones" en las que le indicaba que teniendo
presente el peligro que representaba los desplazamientos de Valdés y Ricafort para la
provincia de Jauja y las actividades de las guerrillas en la sierra de Lima, no
descuidara su defensa y tratara de contar, más bien, con las partidas que estaban
bajo el mando del comandante Villar, las cuales podrían cubrir la quebrada de San
Mateo, la localidad de Huarochirí y "las principales avenidas de Lima". Con esta
finalidad, el comandante Villar fue oportunamente informado "para que obedezca
ciegamente" (Vergara 1974 p. 81) las órdenes que le imparta el Comandante General
de la Sierra. Este hecho denota claramente la intención de los jefes militares del
ejército patriota, pues reconocían la importancia y el valor que tenían las partidas de
guerrillas para la lucha contra los españoles, pero también puede notarse que estos
estarían al cien por ciento bajo las órdenes de San Martín.
Ante el desplazamiento de la Segunda Expedición de Álvarez de Arenales, Ricafort y
Valdés se vieron obligados a replegarse hacia Lima, cuando Ricafort marchaba con
3,000 hombres por la quebrada de Canta hacia la capital, tuvo que hacer frente a las
partidas que “sin descanso organizan el hostigamiento de la retaguardia enemiga sin
darles tregua ni cartel” (Roel 1986, p.39). Causándole innumerables contratiempos,
gran número de muertos, soldados dispersos, pérdidas de recursos y desmoralizando
a los soldados indecisos. Encontrándose en el pueblo de Culluhuay, adelantó dos
compañías del Imperial Alejandro bajo las órdenes del teniente coronel Juan Garrido,
fuerzas que el 2 de mayo fueron atacadas y batidas en Quiapata, cerca de Canta, por
las partidas de Vidal, Elguera y Navajas, tomando prisionero al oficial realista y
numerosos soldados. A la salida de la quebrada les esperaba otro grupo de
guerrilleros que descargaron sus fusiles. En medio de esta acción, que se desarrolló el
día 3, la cabalgadura de Ricafort fue muerta producto de un balazo que le pegó el
guerrillero Manuel Zapata, originando que el jefe realista se quebrase una pierna y
que no pudiera seguir cabalgando y transportado en una camilla hizo su ingreso en la
ciudad de Lima, el 10 de mayo.
“En el trayecto de Ricafort hacia la capital es memorable la batalla de Quiapata, las
guerrilla que campeaban este lugar estaban al mando del gran montonero Cayetano
Quirós, segundado por su esposa, por Alejandro Huavique, José Navajas y Antonio
Elguera, quienes arremeten contra los realistas causándole grandes daños, los indios
habían aprendido a combatir y las multitudes ya no se enfrentaban desarmadas a las
tropas de línea, en su lugar las guerrillas organizadas y protegidas por la población
hostigarían por los días y las noches al enemigo, hasta agotarlo y eventualmente,
destruirlo” (Ibidem 1986).
Lamentablemente la falta de municiones no permitió a las guerrillas continuar su
persecución ni causarles mayores estragos, teniendo que retirarse a Huamantanga.
Esta tregua fue aprovechada por Valdés para reunir a sus hombres y dar cuenta al
Virrey La Serna del descalabro sufrido y esperar el refuerzo de Rodil. Por otra parte,
estos acontecimientos permitieron al jefe de guerrillas Quiroz armar a sus hombres,
recogiendo el armamento de los realistas muertos y las que se enviaron desde Lima,
contando con estos implementos bélicos atacó a Rodil en Huampaní, el 21 de mayo
infringiéndole fuertes pérdidas, posteriormente, la división de Valdés con las fuerzas
de Rodil lograron llegar a la ciudad. Después de estas acciones las partidas
permanecieron en la Hacienda de Huampaní, hasta que los realistas abandonaron la
capital.
Mientras tanto, el 21 de mayo, se produjo la llegada de Álvarez de Arenales a Tarma,
constituyendo un acontecimiento de importancia para los planes de asedio de Lima.
“Pues, permitía que las partidas tuvieran asegurada la retaguardia y contaran con los
recursos de esa zona” (Vergara 1974). Villar fue informado de estos progresos con la
finalidad de que las guerrillas, con mayor vigor y más constantemente se desplazaran
hacia la capital. De esta manera, "El sitio de Lima tomaba así mayor consistencia, y en
proporción debía extenderse a los lados del sur, para completarlo, como no tardó en
serlo inmediatamente" haciendo que la comunicación de las provincias del centro con
la capital quedara cortada, dificultando mucho más la permanencia de los realistas en
Lima.

d) Intensificación del Asedio a la Capital.


“En el mes de abril el número de las partidas aumentó considerablemente,
estrechando más el cerco de Lima y llegando en sus correrías hasta las murallas de la
ciudad” A esta labor de las guerrillas hay que sumar el bloqueo marítimo que "limitaron
los recursos de los realistas al pequeño triángulo comprendido entre la portada de
Maravillas, la posición de Aznapuquio y los castillos del Callao". Algunas partidas
actuaban en la región de Lurigancho y otras bajaban de la sierra para desplazarse en-
tre Lurín y Chilca. Las avanzadas del ejército patriota desde Huacho y Chancay se
movilizaron hasta Ancón. Y la permanencia de los realistas en la ciudad se hacía cada
día que pasaba, insostenible” (Vergara 1974 p 83).

Efectivamente, Thomas Cochrane impedía el arribo de comestibles por el mar, San


Martín no permitía comunicación alguna con el Norte, y las guerrillas que se
desplazaban por la sierra bloqueaban la llegada de toda clase de alimentos. En el
bloqueo a la capital los agentes secretos de San Martín desempeñaron un papel de
suma importancia, Pues por ellos se sabe de la actividad de los realistas antes de
abandonar la capital. Desde los primeros días del mes de junio la situación de la capital
fue tornándose crítica. Alvarez de Arenales se movilizó hasta Lunahuaná, los realistas
se preparaban" a enviar tropas y artillería a Lurín. En la noche del 18 el resto de la
artillería fue enviada a Lomo Largo con la intención de atacar a los patriotas. A
mediados del mes se hizo más persistente la noticia de que los realistas abandonarían
Lima, ya sea por los caminos de Huarochirí o San Mateo, con dirección a Jauja, para
después dirigirse al Alto Perú, de acuerdo con las informaciones de los agentes
secretos, para impedir que los realistas puedan "aventurarse a abrirse paso", era
necesario que el ejército patriota se estableciera a cuatro leguas de la capital,
estrechando el sitio e impidiéndoles su salida. En esta ocasión, Marcos Deneyra insistía
en la urgencia de la marcha de Álvarez de Arenales y del ejército, así como también de
la necesidad de contar con los auxilios del comandante de las guerrillas, "a fin de
favorecer la emigración y de dañar a los enemigos, quitándoles sus caballos,
avanzadas, etc., etc..." (Vergara 1974 p 84).
A fines del mes de junio los realistas movilizaban desesperadamente sus fuerzas al
hacerse más intenso el bloqueo de la ciudad por la acción de las partidas. Sobre este
movimiento de tropas, Álvarez de Arenales, Villar. Febres Cordero, García del Río y
Monteagudo estaban muy bien informados. “Los realistas, decididos a abandonar la
ciudad, llevaban a cabo los preparativos para el desplazamiento de sus tropas a la
sierra central. Dentro de sus planes estaba el desalojar a las partidas patriotas que
cercaban la capital. Con esta finalidad salió el 15 de junio un destacamento de húsares
para sorprender a las guerrillas y cortarles la retirada, así como también proteger la
marcha de las fuerzas realistas” (Ibidem 1974 p 85).
El 26 de junio iniciaron los realistas su retirada de la capital. En esta fecha el general
Canterac abandonó Lima con el primer escalón constituido por 4,000 hombres,
desplazándose por el camino de Lurín. En cambio, el Virrey La Serna se retiró el 6 de
julio al frente de 2,000 hombres, marchando por la costa Sur. En el mismo día que el
Virrey abandonaba la capital, dirigió un oficio a San Martín, manifestándole: que el
Marqués de Montemira quedaba encargado del "mando político y militar'' de Lima con
algunas compañías del Regimiento de la Concordia para que "cuiden de la tranquilidad
y orden público"

e) Las partidas y la persecución de los realistas.


“La Serna había decidido continuar la lucha, para lo cual acordaron abandonar Lima,
que carecía de toda importancia estratégica, no solo por que sin apoyo marítimo era
vulnerable por el oeste, sino también por que estaba yugulado por los guerrilleros,
que amagaban todo el valle circundante.” (Roel 1986 p. 44). Para ello separó sus
fuerzas en tres divisiones, la primera al mando de Canterac, la segunda bajo su propio
mando y tercera división se quedaría en los Castillos de Callao al Mando del General
José de la Mar. (Ibidem 1986 p. 45).
Canterac tomaría la ruta costa hasta Cañete para de allí seguir a la sierra de
Lunahuaná, camino a Iscucancha; a medida que iba avanzando en su ruta, pese a no
tener una directriz precisa los indios aplicaron la terrible política de la tierra arrastrada.
De manera que muy pronto las tropas enemigas se vieron privadas de víveres y de
lugares de descanso; las deserciones se generalizaron. La segunda, que estaba al
mando de virrey tomó el camino hacia Mala de donde se volcó al interior por la ruta
de Yauyos; apenas “La Serna ascendió los andes le salieron al paso los guerrilleros
que estaban al acecho los hostigaron sin cesar por los flancos y la retaguardia” la
hostilización fue tal que obligó al virrey a retroceder desde Tauripampa donde fue
derrotado completamente por la partidas dirigidas por Juan Evangelista, de la misma
manera es importante señalar otras victorias obtenidas por las partidas de Vidal y
Febres Cordero y los montoneros de Huarochirí y Yauyos. Versión corroborada y
ampliada por Vergara (1974) al afirmar: “La persecución era tenaz por parte de las
guerrillas, principalmente en la provincia de Yauyos, donde el comandante de partidas
Juan Evangelista Vivas decidió atacar a los realistas en las alturas de Tauripampa.
Vidal, actuando nuevamente en la provincia de Yauyos, va a sumarse a la tarea de
perseguir a los realistas, llegando a los pueblos de Carania.
Los guerrilleros Vivas y José Guillermo Cayro cumpliendo las disposiciones de Álvarez
de Arenales, movilizaron a la población de Yauyos, impidiendo el avance de los
realistas, se habían retirado "los víveres y forrajes: las casas abandonadas y solitarias;
los caminos cortados en todos los puntos estrechos e indispensables. Toda la gente se
dirigieron hacia las alturas, hasta los muchachos ocuparon los picos más elevados; en
los bajos los guerrilleros pelearon con hondas, galgas y fusiles”. De esta manera le fue
imposible a La Serna avanzar hacia Yauyos, "por las cortaduras, derrumbes y
continuas hostilidades de los guerrilleros que le persiguen" (Carta de Mariano
Necochea a San Martín). Viéndose obligado a desplazarse por el camino de la costa. A
estas alturas las partidas de Quiroz, Quispe Ninavilca, Vidal y Febres Cordero, cuyos
integrantes sumaban unos 600 hombres, contando con el apoyo de un cuerpo de
caballería, intensificaron la persecución del Virrey, aumentando en sus filas la
"espantosa deserción" (En: Gaceta del Gobierno de Lima Independiente. Miércoles, 1°
de Agosto). “Vuelto a la Costa La Serna busca vías extraviadas para eludir a los
guerrilleros, pero en esos caminos se produjeron grandes deserciones”.
Lo señalado por Roel es corroborado por Vergara quien afirma lo siguiente: “Al
producirse la evacuación de Lima, se encomendó a las partidas la persecución de los
realistas hasta las alturas de la cordillera. El coronel Villar fue prevenido desde Jauja
por Álvarez de Arenales de los pasos que debía dar con este motivo. Principalmente,
“perseguirlos en forma constante por la retaguardia y flancos, aprovechando las
cumbres de las quebradas, obstaculizando los caminos y retirando los recursos. Al
llegar a la cordillera, proseguiría su marcha en busca de la División de la Sierra para
obrar conjuntamente y de acuerdo con las circunstancias. Lo que se buscaba era
ocasionar los mayores contratiempos a los realistas en su marcha, así como también
la pérdida de fuerzas, bagajes y cabalgaduras” (Vergara 1974 p 89). Empero, Villar
recibió orden de San Martín de acercarse a Lima, para evitar cualquier problema con
motivo de la desocupación de la capital, para Álvarez de Arenales fue una sorpresa el
recibir un pliego de Villar, fechado en Lima, haciéndole saber que no siguió
importunando a los realistas porque se le ordenó "ocupar la capital y preservarla de
desórdenes". Lo que aquí puntualiza Vergara es sumamente importante si queremos
entender las intenciones de San Martín; ya que en todo momento solo buscaba
hostigar y poner en apuros a los realistas mas no su destrucción definitiva lo que es
común en toda guerra; al respecto Roel es mucho más explícito, al referirse un
inminente triunfo de Álvarez de Arenales sobre Canterac en Huancayo, cosa que era
sumamente fácil por la posición de desventaja de los realistas; dice: “recibe una carta
de San Martín ordenándole no trabar combate con los coloniales. El desconcierto de
Álvarez de Arenales fue total pero tuvo que obedecer… y se repliega a Jauja para
encaminarse al Lima en obediencia a las órdenes de su comandante supremo”. Este
acontecimiento incluso causó el asombro del mismo Canterac, pues no entendía por
que no había sido destruido, cuando nada se oponía a ello “la verdad es que San
Martín, con tal orden logró salvar a la división enemiga” –enfatiza Roel- y aún más con
disponer que Arenales retrocediera sobre Lima dejaba desamparados a los pueblos del
centro que tanto se habían comprometido con la causa independiente. Asimismo
cuando el La Serna estaba siendo peligrosamente asediado por la fuerzas guerrilleras
aparece una vez más la acción salvadora de “gran libertador” al mandar que todas las
partidas de montoneros dejaran de asediar al vicesoberano y que volvieran a Lima.
“esta disposición salvó a la Serna de ser absolutamente aniquilado por los bravos
irregulares que ya lo tenían abrumado y sin posibilidad de combate”.
Esta actitud de San Martín solo podemos entenderlo teniendo en cuenta su proyecto
monárquico que quiso para el Perú y para ello necesitaba entablar relaciones de
entendimiento con las fuerzas coloniales, motivo por el cual nunca buscó su derrota
definitiva de estos y para ello solo era necesario el asedio y hostigamiento constante
hasta el punto que los realistas se vean obligados aceptar su propuesta. Por lo tanto
se puede afirmar sin temor a equivocaciones que San Martín solo utilizó el invalorable
aporte de estos nobles peruanos para luego dejar el poder el poder en manos de los
mismos colonialistas de siempre; es decir, cambiar algo para no cambiar nada.
La campaña de estas formidables montoneras y partidas de guerrillas en la etapa
sanmartiniana llega a su fin cuando el jefe militar argentino y apoyado por los
chilenos por cierto, en una colorida ceremonia declara la independencia del Perú.
Mención aparte merecería sin duda el carácter de tal ceremonia pero aquí
intentaremos resumirlo muy someramente; Roel (1986 p 45); la denomina “La fiesta
colonialista del 28 de julio” pues La Serna al abandonar Lima pide a San Martín entrar
en ella para protegerla de los “indios” que lo acorralaban, el mismo pedido le hicieron
los señores de Lima, a tal pedido respondió San Martín entrando en ella y a partir de
allí se dedico a preparar cautelosamente la declaratoria de la independencia contando
para ello con la colaboración de los señores notables de Lima. Es bastante conocida la
frase celebre con la que se dio la libertad a nuestro país, motivo por el cual no la
reproduciremos, pero si ponemos de manifiesto la forma como fue redactada el acta
de independencia que se dio lectura el 28 de julio de 1821, así como quienes lo
firmaron. Al respecto Vargas (1971), en su libro “Documentos inéditos sobre la
campaña de independencia del Perú”; en el diario de las actividades de San Martín
desde su ingreso a Lima señala: “El 15 hubo cabildo, a que asistieron el eximo. e ilmo.
Sr. Arzobispo y el Sr. Gobernador Montemira como presidente y las demás personas
honradas para explorar la voluntad del mismo pueblo que se hallaba agolpado en la
plaza. Todos proclamaron la Libertad e Independencia del Perú y la Emancipación del
infame y tirano gobierno español, así se declaró a consecuencia y firmando todos cuyo
acto se reprodujo por varios días”.
Por más democrático que se quiera pintar este acontecimiento en el fondo es una
traición a los valerosos guerrilleros quienes se hace mención líneas arriba, pues su
enorme despliegue, sacrificio y decisiva participación no sirvió casi en absoluto; pues
este “ilustre libertador” solo utilizó su deseo de ser libres para arrastrarlo a luchar por
tan noble causa; con la ilusión de plasmar sus ideales monárquicos y dejar a la postre
el poder en manos de los mismos colonialistas, la participación de estos en la firma y
declaratoria del acta de la independencia es una muestra clara al respecto.

II.2. ACTIVIDAD DE LAS PARTIDAS EN LA ETAPA BOLIVARIANA.


a) Bolívar y la organización de las partidas de guerrillas.
Al iniciarse el año de 1824 la situación por la que atravesaba el país era bastante
incierta y los realistas venían obteniendo ventajas en el campo militar, movilizaban
activamente sus tropas por la sierra central y realizaban incursiones hasta las inmedia-
ciones de Lima, en un afán de conocer las defensas de la ciudad y de los pasos dados
por Bolívar en la organización del Ejército Libertador. Además, sus fuerzas recibieron
orden de apoderarse de todo lo útil que encontraran en el camino, ya sea mulas,
alimentos, etc. A ello le sumamos la traición del criollaje aristocrático. Ante esta
situación, el Libertador consideró como primer paso, dentro de su plan militar, la de
organizar las partidas y aumentar los cuadros del ejército con reclutas provenientes de
Canta, Huarochirí, Yauyos, Cañete y otros lugares Inmediatos a Lima; pero como
afirma Roel (1986, p 81); “como Bolívar pretendía un República aristocrática, hizo que
en las filas del ejército independiente fueran incorporados los hijos del pueblo,
principalmente los montoneros indios, pero se cuidó que en los mandos claves se
encontraran únicamente gentes con mentalidad antipopular y aristocrática”. Con este
objeto saldrían de la capital algunos oficiales preparados para cumplir con esta misión.
Estas fuerzas estarían dedicadas principalmente a la labor de observación y de
preparar el terreno para la marcha del Ejército Libertador, cuya campaña se daría
comienzo dentro de 4 ó 5 meses.

a. El desplazamiento de las tropas realistas y la acción de las partidas.


Los continuos desplazamientos de las fuerzas realistas, ya sea en dirección a Cerro de
Pasco o sobre Lima, obligó a Bolívar estando en Pativilca, a recomendar que no se
lleve a cabo campaña alguna. En cambio, aconsejaba la necesidad de destacar a las
partidas de guerrillas para que observen el movimiento de las fuerzas españolas e
inclusive, tratasen de llamar la atención de los cuerpos avanzados de los realistas. En
cumplimiento de esta disposición, las partidas seguían los pasos del enemigo común y
los movimientos más insignificantes que daban eran puestos en conocimiento del
Gobierno, "por medio de un espionaje bien sistematizado" (Vergara p 129)
Continuando los realistas con sus desplazamientos, ocuparon Cerro de Pasco. Punto
desde el cual intentaban desplazarse hacia la costa. Informado Bolívar de las
actividades de los españoles, ordenó desde Pativilca al Ministro de Guerra que los
oficiales que se hallaban "sin destino en la capital" sean destacados por el Gobierno
para la organización de las guerrillas, remitiéndoseles también armas y pertrechos
“para que puedan emplearse hostilmente contra el enemigo”. Por otra parte se fijaba
como labor de las guerrillas: facilitar la marcha del Batallón Vargas hacia Cajatambo e
informar al general Tomás de Héres de cualquier movimiento del enemigo y de las
medidas que se tomen. Sucre, quien seguía en Huánuco, consideraba conveniente
para cumplir con este objetivo y fortalecer la sierra de Lima, que el coronel Carreño
marchase a Canta con los dos escuadrones de Húsares que estaban bajo su mando.
En esta oportunidad también se buscaba que las guerrillas tratasen de impedir que los
realistas se apoderasen del ganado lanar y vacuno de las haciendas de Cerro de
Pasco. Y en caso que los hacendados no cumplan con retirar el ganado de las
fronteras del enemigo.
b) Las partidas y los preparativos para la campaña militar.
Una vez que las partidas estuvieron completamente armadas se dispuso que, además
de las labores de observación, cumplieran con “molestar al enemigo por todos los
medios que estén al alcance”. De acuerdo con estas indicaciones, se encomienda a las
guerrillas: obstaculizar toda comunicación de Lima con Jauja, capturar sus correos,
“impedir que tomen ganados y que entren víveres a los enemigos en Lima, atacar y
destruir sus destacamentos y avanzadas” (Vergara p 147).
En esta etapa se buscaba dar a las partidas una mayor organización para que cumplan
con efectividad y sin contratiempo las misiones que se les encomendaba. Era
necesario conocer oportunamente los movimientos del enemigo para evitar cualquier
sorpresa. Así como también asegurar la fidelidad de los oficiales y comandantes de las
partidas.
Desde mediados del mes de abril, Sucre tenía conocimiento de la resolución del
Libertador de dar comienzo a la campaña militar, poniendo “en marcha todo el ejército
hacia Jauja, en los primeros días del mes de Mayo”. Esta determinación trajo consigo
que Sucre intensificara su vinculación con los jefes de las partidas de la sierra central,
principalmente con los que actuaban en la región de Jauja. Se recomendó también a
los jefes de partidas que vigilen los caminos y comuniquen, insistentemente, cuanto
paso diese el Enemigo.

c) El coronel Otero y el desplazamiento del Ejército Libertador.


En los primeros días del mes de marzo, Sucre encomendó al coronel Otero la misión
de preparar todo lo conveniente para la marcha del Ejército Libertador a la región de
Pasco. En cumplimiento de su labor le informaba en esos momentos iniciales, que el
ejército realista al mando de Carratalá había establecido su Cuartel General en Jauja,
punto hacia el cual también marchaba Canterac y que las tropas enemigas que se
encontraban en Tarma, no daban muestras de llevar a cabo movimiento alguno; De
esta manera el jefe patriota tenía conocimiento de sus actividades y progresos en la
organización de las partidas. Tres de sus oficios fueron despachados desde Cerro,
cuando Sucre se encontraba en Huamachuco, y daban a conocer los trabajos realiza-
dos hasta el 25 de abril. El día 29 vuelve a informar a Sucre del estado de las partidas
y del comportamiento de algunos jefes patriotas que iniciaron conversaciones y
arreglos con los realistas de tal manera que una vez que estuvo definitivamente
bosquejada la ruta que iba a seguir el Ejército Libertador en su marcha hacia la sierra
central, fue dada a conocer a los jefes que actuaban en la región del centro y, prin-
cipalmente, al coronel Otero. Asimismo se dictaron instrucciones a Luis Urdaneta para
que se ponga en contacto con los jefes de las partidas.
El coronel Otero para la buena ejecución de las instrucciones de Sucre, hizo llegar
algunas disposiciones especiales a los comandantes José Félix Aldao y Mariano Fano,
al mayor Manuel Vallejos y a los oficiales de las guerrillas. Sugiriendo a Sucre que el
comandante Aldao, estando bien montado no abandonase a Huánuco sino cuando
"tuviera certeza de tina expedición"; pero siempre actuando con prudencia, sin tratar
de comprometer a su escuadrón y dedicándose, más bien, a observar no más al
enemigo; la labor desplegada por el coronel Francisco de Paula Otero fue
verdaderamente increíble en esos meses del año: recorriendo en diversas direcciones
la región de la sierra, permaneciendo en lugares inhóspitos, buscando recursos y
preparando el terreno para la marcha del ejército. Esta acción indesmayable motivó
que el libertador confesara que "sin la consagración del Señor Coronel Otero,
había sido tal vez imposible emprender la campaña que ha dado Libertad al
Perú, y paz a la América". Es teniendo presente sus "constantes y muy merecidos
servicios" que lo nombra, meses después, general de brigada.

d) La retirada de Canterac y la acción de las partidas.


Las tropas de Canterac marchaban apresuradamente con dirección a Huancayo, el
Libertador con el objeto de "picar" su retaguardia, destacó desde Tarma al coronel
Otero. La presencia de las partidas patriotas ocasionó el desconcierto de los realistas
que continuamente cambiaban de posesión, llegando un momento en que estuvieron a
"medio tiro de fusil" de su guerrilla. En esos momentos, Otero decidió "permanecer
quieto hasta ver que movimiento hacían" y también por seguridad de su partida, ya
que no podían seguir desplazándose por la altura. No obstante, continuaron
persiguiéndolos hasta que llegaron al pie mismo de la cordillera. Estando en el camino
de Córdova, resolvió regresar para cumplir con la labor de observar al enemigo. El
resultado de esta operación fue favorable para la partida del general Otero, pues,
además de haber causado estragos a los realistas, obtuvo fusiles, cajas de guerra y
algunas vacas. En su informe al general Andrés de Santa Cruz le expresa: "Las
compañías de mi mando se han portado con bizarría, veían con desprecio las fuertes
posiciones, y sólo sentían que se acabase el día y que la noche les arrebataba la gloria
de concluir con los traidores" (Oficio de Francisco de Paula Otero al General Jefe del
Estado Mayor General Libertador, don Andrés de Santa Cruz. Chuschi, 3 de Setiembre
de 1824. En Vergara p 168).

e) Batallas Finales: Junín y Ayacucho.


Una vez preparado el plan para la campaña final y su consecuente puesta en marcha,
de acuerdo con Roel (1986, pp. 84 - 91); en forma muy sucinta es como sigue; “la
vanguardia y avanzadas del Ejército Unido estuvo a cargo de las partidas o
montoneras” amigándose los mandos como siguen: Comandante general de las
montoneras serranas, coronel Francisco de Paula Otero (a quien solo se le resto el
mando sobre Huarochirí y sus aledaños, quedando a órdenes de Quispe Ninavilca),
comandante Vidal al mando de la partidas de Yauli, mayor Vicente Suárez al mando de
las partidas de Canta; comandante José María Fresco, al mando de las partidas de
Reyes (hoy Junín), coronel Marcelino Carreño, al mando de todas las partidas de
vigilancia y acompañamiento del ejército en marcha.
Al darse la orden de partida, Otero es cambiado por el general Miller, quien asume el
mando del primer batallón peruano de infantería. En el dispositivo las guerrillas no solo
cubren la vanguardia, sino también sus flancos del Ejército Unido, que inicia su marcha
definitiva sobre los realistas donde en Cerro de Pasco se le unieran 700 montoneros a
caballo que de inmediato fueron incorporados a las tropas de línea mientras 1500 más
se dispersaban en las avanzadillas.
Mientras tanto Canterac dirige todas sus fuerzas hacia Cerro de Pasco y de inmediato
fue detectado por los guerrilleros e inmediatamente se puso en conocimiento a los
independentistas. Bolívar toma a ruta del lado opuesto de la laguna de Reyes (Junín)
para cortar la retirada del enemigo obligándolo a combatir en condiciones adversas.
Canterac, quien no contaba con el apoyo de la población recién se entero del
movimiento de sus enemigos cuando llega a Cerro de Pasco y de inmediato se vio
obligado a retroceder, perseguido por los independientes. Canterac arma su estrategia
de batalla para intentar sorprender a los patriotas antes de que desciendan sobre la
pampa de Junín; pero los primeros que irrumpieron la pampa, emboscándose, fueron
los guerrilleros a caballo que constituían el primer escuadrón “Húsares del Perú”, le
siguieron los escuadrones colombianos desplegándose en formación de combate pero
cuando no habían terminado de salir al campo los Granaderos a Caballo y escuadrones
que venían luego, Canterac al frente de su caballería ordenó la carga con resultado de
que los independientes fueran arrollados; mientras Braun con su escolta seguía
luchando, Necochea era acuchillado, Miller retrocedía combatiendo; la victoria realista
era prácticamente un hecho. Estando las cosas así, el primer escuadrón peruano
“Húsares del Perú” salió de su escondite, una vez que el enemigo hubo pasado y
cargando en batalla cargó sobre el flanco derecho de os coloniales, que de esta
manera se vieron confundidos; pero sorpresivamente en el centro y la izquierda
coloniales, que ya tenía la victoria en sus manos, aprovechando el entrevero se
desbandaron en retroceso de una manera que nunca llegó a explicarse el general
Canterac, que de verse prácticamente victorioso resultó siendo vencido, la explicación
de este suceso es muy simple –dice Roel- ella consiste en que los soldados habían sido
reclutados a la fuerza, pese a estar muy bien entrenados para la lucha, apenas
percibieron un acierta confusión en su derecha volvieron grupas, por la simple razón
de que no querían combatir; por que no querían darle victoria a una causa que les
eran odiosa; tal acontecimiento pasó a la historia como la Batalla de Junín.
Luego de la Batalla de Junín, Bolívar dispuso que las montoneras a caballo
persiguieran a los coloniales, mientras conducía pausadamente sus tropas hacia
Huamanga, la situación en el ejercito realista era opuesta, ya que en su retirada sufrió
el terrible asedio de las montoneras que cumplieron un papel tan brillantemente que
obligaron al enemigo recorrer 160 Km. En tan solo dos días. Cundía la desmoralización
en los coloniales al perder gran parte de los territorios que eran de su domino y sufrir
una enorme deserción durante el trayecto.
Confiado de la efectividad de las partidas Bolívar se movía con toda tranquilidad, llegó
a Huamanga el 24 de agosto, precisamente cuando Carreño con sus filas procedían a
ocupar la provincia de Abancay. Las tropas independientes siguiendo a los montoneros,
toman las rutas de Vilcashuamán, para después distribuirse entre Andahuaylas y el río
Apurimac. Aquí Bolívar disponía que los montoneros se infiltraran tras las líneas
enemigas y levantaran en armas a la población de los territorios por estos ocupados.

Entre movimientos de uno y otro bando, llega el 9 de diciembre de 1824, fecha en que
se desarrolla la batalla de Ayacucho, el ejercito Unido se desplegó en las pampas de
Ayacucho, que propiamente son las faldas del cerro Condorcuna que descienden hasta
un pueblito llamado La Quinua; el choque tuvo caracteres verdaderamente fantásticos,
murió el coronel Carreño que estaba al mando de las partidas, pero Valdés fue
detenido por los gloriosos montoneros y éste fue el disloque decisivo que abrió paso a
la debacle del enemigo, pues ante el desconcierto que la prolongación de la lucha
montonera ocasionó, el coronel español Celis se lanzó al ataque con su solo batallón y
al ser contenido por los independientes, causó su repliegue desorganizado arrastrando
tras sí a toda su división. Para detener el desbande del lado izquierdo colonial Monet
ordenó a su división que interviniera para restablecer el orden; pero inesperadamente
en vez de ir al combate retrocedió en desbandada. En su desesperación La Serna se
lanzó al remolino tratando de dar el ejemplo, pero no logró sino ser herido y hecho
prisionero, el desbande ya era general. Libre el centro independiente su lado izquierdo
pudo ser reforzado haciendo que las tropas de Valdés hecharan pie atrás,
desobedeciendo a sus oficiales que lo instaban a luchar. La derrota colonial ya era
incontenible; cuando los oficiales realista en un intento de imponerse sobre sus
soldados ya en rebelión fueron asesinados a balazos, se registraron varios oficiales
muertos por sus propios soldados, renuentes a luchar contra los independientes. El
hecho que es que la masa fuerte del ejército colonial fue reclutada y mantenida por la
fuerza.
Completamente vencido y ante la imposibilidad de reagrupar sus fuerzas, los
coloniales al mando de Canterac se refugiaron en la cima del cerro Condorcuna, lugar
a donde se apersonó el general La Mar por orden de Sucre; quien le proponía una
“capitulación honrosa” que fue aceptada por el adversario, inmovilizado por la
insubordinación de sus soldados. De esta manera terminó la batalla de Ayacucho con
la capitulación del ejército realista. Donde mención honrosa merece la decidida y
heroica acción de las partidas al mando de Marcelino Carreño muerto en dicha batalla
y olvidado para siempre, quienes fomentaron el desorden en el enemigo provocando
la masiva sublevación de los soldados que luchaban contra su voluntad de lado de los
españoles; pero la actitud y los mandos independientes resulta por demás insultante
para la dignidad de aquellos grandes guerrilleros mayoritariamente indígenas.

Finalmente podemos darnos cuanta que durante las guerras por al independencia el
pueblo peruano jugó un papel de primerísima y decisiva importancia y en ella es
particular el rol que desempeñaron las masas indígenas durante este heroico lapso.
Otro factor decisivo fue la absoluta falta de moral de parte de las tropas realista ya que
estaban compuestas por gentes reclutadas a la fuerza (indígenas mayormente) y que
solo esperaban una oportunidad propicia para abandonar las filas coloniales y
eventualmente volver a las armas contra los mismos coloniales. Como ocurrió en las
batallas de Junín y Ayacucho.
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