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A puertas de cumplir 200 años de vida republicana y aún cuando pareciera que el tema de
la independencia del Perú está agotado y que ya no hay mas que decir, es cuando más
necesario se hace retomar el debate en torno a tan importante proceso pues son muchas
las aristas todavía no estudiadas a profundidad y una de ellas es la relacionada con la
participación de las masas indígenas ya que a cabalidad no se ha dicho nada alrespecto.
El autor.
MONTONERAS Y GUERRILLAS EN LA INDEPENDENCIA
a) Memorias militares:
En las “Memorias Históricas” de Álvarez de Arenales encontramos la denominación
de “partida de guerrillas” para referirse a las “gruesas legiones” de gente que
aparecieron en las quebradas cercanas a Lima. Y cuando las partidas de guerrillas
se fueron organizando en la costa y la sierra, surge la “guerra de montoneras”.
Desde entonces las montoneras se enseñorearían de todas las quebradas y
arrabales.
Miller; en sus “memorias” emplea indistintamente “guerrillas”, “partida”, “partida de
guerrillas”, “partida de montoneras” o simplemente “montoneras”. Tal es así,
menciona Vergara al referirse a Miller; que no aclara el significado de cada término
y confunde montonera con partida de guerrillas.
El Gral. Vidal, organizador y jefe de partidas, utiliza en su “memoria” los términos
de Partida o Guerrilla, para designar a los hombres que estaban bajo su mando,
con los cuales actuaba en la sierra de Lima. Así mismo indica que los hombres
comandados por el cacique Quispe Ninavilca formaban una partida, Aunque Vidal
no hace mención explícitamente a las montoneras -escribe Vergara- encontramos
que los tiene en cuenta como grupos numerosos de indígenas que colaboraban con
las partidas de guerrillas, al tratarse de una “ nube de indígenas que me acompañó
a estas expediciones, arrasaba cuanto encontraba”.
c) Historiadores Militares:
El Gral. Dellepianne, en “Historia Militar del Perú” emplea los términos de
“montonera” o de “insurgentes” para mencionar al grupo de indígenas y mestizos
más o menos numerosos, formados por civiles más entusiastas por la revolución,
sin organización militar alguna, como a las “partidas de guerrillas” que son fuerzas
irregulares “que San Martín utilizó ampliamente sirviéndose de ellos en todo
momento”.
Coronel. Bonilla, en su artículo “las montoneras” y en “Epopeya de la Libertad”
utiliza indistintamente los términos “montonera”, “guerrilla” y “partidas”, sin
precisar cada uno de los términos; pero reconoce la existencia de la formación de
grupos indígenas para participar en la guerra emancipadora.
d) Estudios Especiales
Para Leguía y Martínez; las guerrillas vienen a ser grupos organizados de gente
armada, teniendo así la misma significación que partidas, pues se refiere a la
“multitud de guerrillas”, “que Vidal constituyó la primera guerrilla Nacional”, que
Quispe Ninavilca y Huavique formaron las primeras partidas después de Vidal”, etc.
Sotelo, sin establecer diferencias entre montonera y partida, denomina a la guerrilla
de Vidal, montonera, y que Lima se encontraba copada de montoneras. Para
después, utilizando la denominación exacta, indica que las partidas eran dueñas de
todas las quebradas que conducían a la capital. Así mismo manifiesta
equivocadamente que San Martín organizó las montoneras, dotándolas de un
general y clasificándolas a la manera de un cuerpo de línea; cuando en realidad
eran las partidas los cuerpos organizados.
En cambio Rivera; en su libro “Las Guerrillas del Centro en la Emancipación
Peruana” (1958 p 29) distingue estos tres grupos: “montonera”, “guerrilla” y
“partida” vocablos, escribe Rivera, considerados comúnmente sinónimos. Indica que
la “montonera” es el conjunto de paisanos unidos por un móvil de venganza, por un
ultraje inferido, o por el de defensa de la propiedad, amenazada por el enemigo y
señala como una de sus características fundamentales; “su falta de preparación
militar”; dentro de este grupo pueden considerarse a la montonera reglada, grupos
que han alcanzado cierto orden militar. A diferencia de otros autores mencionados
por Vergara anteriormente, considera a las “partidas” y “guerrillas” como dos
grupos diferentes; sostiene que la “guerrilla” se caracteriza por su mayor
preparación militar, la que era imprimida periódicamente por oficiales
especialmente designados para ello. En cambio la “partida” no es “sino una fracción
de la guerrilla”, constituida generalmente por 50 ó 100 efectivos de caballería o
infantería, y cuyo menor número le permitía maniobrara con mayor facilidad.
Mientras que las partidas; dice Vergara son denominados indistintamente; “montonera
de la partida”, “partida de guerrilla” o también “partida volante de guerrillas”. Siendo el
término apropiado “partida de guerrillas”, estas estaban formadas por un reducido
número de hombres que recibían el nombre de guerrillas; el número variaba entre 15 a
100, pero con el paso del tiempo aumentaban sus efectivos adquiriendo una
organización más amplia y perfecta; en esta situación se encontraban las
partidas de Bruno Terreros, Francisco Gonzáles, Ignacio Quispe Ninavilca, Alejandro
Huavique, Cayetano Quiroz, etc.; que contaban con cerca de 200 guerrilleros. La
modalidad de lucha “era el ataque sorpresivo” contando con la ventaja de que estaban
formados por grupos reducidos se movilizaban rápidamente por las quebradas y los
contrafuertes andinos y caían sobre los flancos o retaguardia del ejército realista”. El
ataque rápido, tratando en lo posible de evitar la lucha. Pues lo que perseguía era
perturbar la marcha de los realistas, ocasionar la desorientación en el comando
enemigo y apropiarse en lo posible del ganado y de las provisiones que llevaban,
“causando fuertes estragos, al extremo que los españoles llegaron a considerar que
retrataban de ejércitos verdaderos” (Mariátegui F.1825). La emboscada también era
una forma de hacer frente al enemigo; conocedores del área geográfica preparaban
sigilosamente la emboscada. “Después de coger desprevenidos a los españoles se
retiraban precipitadamente y se perdían como tragados por la tierra”
a) Labor de aprovisionamiento.
De acuerdo con Vergara que a la postre se ha cometido en la principal fuente de
consulta para ésta parte del trabajo; las partidas van a cumplir una importante labor
como encargados de proveer alimentos, ganados y mulas al ejército patriota y a las
mismas partidas; cuando éstas estaban en peligro las auxiliaban; para ello estaban
situados en lugares estratégicos.
b) Labor de apropaganda y enlace de los jefes de las Partidas.
La labor de los jefes de las partidas no se limitó solamente a organizarlas y atacar
sorpresivamente a las tropas realistas, sino que también desarrollaban una amplia
labor propagandística, redactando proclamas y dando a conocer las noticias sobre la
marcha del ejército libertador. Sus escritos eran distribuidos en los pueblos de la sierra,
principalmente ocupados por los realistas, con la finalidad de crear en el poblador un
espíritu de rebeldía hacia las autoridades españolas.
Uno de los guerrilleros que se destacó en esta labor fue Bruno Terreros cuando
estando en Chacapalca (1822) “redactó una proclama y que debía ser difundida en la
provincia de Jauja y en los lugares que ocupaban las tropas de Canterac y Valdez”.
Juan de Alarcón ayudante mayor de las partidas de Cangallo fue otro que destacó con
sus escritos e informaciones a mantener vivo el sentimiento patriótico de los
pobladores de Cangallo. Es importante señalar aquí a Francisco de Paula Otero y Julián
Morales, quienes marchaban “sin sueldo, ni otra esperanza que su decisiva inclinación
a la causa de la independencia” incluso éste último; tras haber perdido tres dedos,
siguió colaborando como enlace y programando los avisos que creía oportuno.
“tenemos también que otros guerrilleros cumplieron la delicada misión de conducir los
pliegos de las autoridades patriotas y de los jefes de partidas”, uno de ellos fue José
Herrera pasando las correspondencias de Isidoro Villar desde Carampoma hasta los
Castillos del Callao y al mismo tiempo conducía municiones.
Como puede apreciarse la labor de las guerrillas fue sumamente importante y
sacrificada; para el cumplimiento de estos tuvo mucho que ver más que la
organización de las mismas, fue determinante y el conocimiento del medio geográfico,
pero sobre todo su alto espíritu patriótico y a pesar de ello las autoridades no hicieron
casi nada por recompensar y mejorar la condición de sus integrantes, llegándose al
extremo de que ellos mismos se auxiliaban; la única consideración o premio por decirlo
así de parte de San Martín fue “una medalla que llevarían en el pecho” premio sin duda
que no recompensa para nada el enorme esfuerzo de estos verdaderos patriotas y
libertadores; y lo que es peor la mayoría de nuestros historiadores lo han olvidado;
quedando el nombre de grandes guerrilleros como: Morales, Villar, Quiroz, Ninavilca,
Vidal, etc. , sepultados bajo grandes monumentos levantados a la memoria de San
Martín; sin duda de poco sirvió el enorme espíritu de lucha y libertad de estos
hombres.
Por otro lado, las primeras participaciones de la población en los inicios de la guerra es
durante la incursión de Ricafort sobre Huamanga; cuando los realistas se vieron
inesperadamente cercados por cerca de 4000 indígenas; (Roel menciona 5000) pero
ante el desorden en su ataque fueron dispersados por los realistas, quienes tomaron
posesión de la plaza tras una brutal agresión sobre éstos atacando con caballería y
fuego de infantería “los indios caían muertos y heridos pero resistían a pie firme sin
dar paso atrás” (Roel 1986 p 38). Después de estos acontecimientos el guerrillero
Torres, logró llegar Cangallo, reorganizó sus montoneras con la ayuda de los
morochucos, contando nuevamente con más de 6000 hombres, en su gran mayoría
indígenas; también reunió 5 piezas volantes, fusiles y lanzas. El plan de Torres era
mantenerse a la expectativa, esperando que Ricafort abandonase Huamanga para
dedicarse a recorrerla nuevamente; el general realista, conocedor de las intenciones
del guerrillero, trató de pacificar la zona pidiendo la rendición “pero fue rechazado por
los insurrectos con dignidad” (Roel 1986 p. 38), al no tener resultados positivos, envía
una división a Cangallo donde una vez más el pueblo es víctima de la furia real; Torres
tras desistir a cualquier posibilidad de hacerle frente se retiró a Pilpichaca para unirse
con la tropa del general Bermúdez y de allí marcharon a Huancavelica.
Después que Álvarez de Arenales se retiró de Huamanga los patriotas de esa región,
principalmente Cangallo, organizaron varias partidas de guerrillas con los cuales
recorrían incesantemente el territorio de la intendencia, creando una serie de
dificultades al gobierno y a las fuerzas realistas. Una de estas partidas estuvo formada
por los aguerridos morochucos y comandada por Manuel Cáceres y su ayudante
Manuel Galindo. En esencia; la labor de las guerrillas fue obstaculizar la marcha de
Ricafort, permitiendo que Álvarez de Arenales se alejara de Huamanga y
desarrollándose con éxito su recorrido por la sierra central; al punto que el mismo jefe
realista reconoció al escribir: “este movimiento tan preciso e inevitable me han
impedido seguir las huellas de Arenales con la rapidez que deseaba, pero lo haré en el
momento que disperse y desarme estos grupos que tanto perjudicaron nuestras
sucesivas operaciones” (A.H.M.H citado en Vergara 1974).
Cuando Ricafort se transalda a Huancayo, “allí lo espera otra multitud de indios mejor
organizados” (Roel 1986 p.39) al mando de Otero, Canavaro, Bermúdez y Aldao. En el
trayecto los realistas saquean los pueblos pero sufren también los ataques de las
fuerzas irregulares. El rechazo a las tropas realistas cobró fuerza, poco antes de llegar
a Tarma, Ricafort lanzó una proclama indultando a los patriotas que se avinieran a
engrosar las filas realistas, hubo cierra puertas total, y los más temerosos de la ira
realista abandonaron, la población, no obstante, Ricafort partió seguido de
considerable número de partidarios, que temían las represalias (Rivera, 1958).
Entre movimientos de uno y otro bando, llega el 9 de diciembre de 1824, fecha en que
se desarrolla la batalla de Ayacucho, el ejercito Unido se desplegó en las pampas de
Ayacucho, que propiamente son las faldas del cerro Condorcuna que descienden hasta
un pueblito llamado La Quinua; el choque tuvo caracteres verdaderamente fantásticos,
murió el coronel Carreño que estaba al mando de las partidas, pero Valdés fue
detenido por los gloriosos montoneros y éste fue el disloque decisivo que abrió paso a
la debacle del enemigo, pues ante el desconcierto que la prolongación de la lucha
montonera ocasionó, el coronel español Celis se lanzó al ataque con su solo batallón y
al ser contenido por los independientes, causó su repliegue desorganizado arrastrando
tras sí a toda su división. Para detener el desbande del lado izquierdo colonial Monet
ordenó a su división que interviniera para restablecer el orden; pero inesperadamente
en vez de ir al combate retrocedió en desbandada. En su desesperación La Serna se
lanzó al remolino tratando de dar el ejemplo, pero no logró sino ser herido y hecho
prisionero, el desbande ya era general. Libre el centro independiente su lado izquierdo
pudo ser reforzado haciendo que las tropas de Valdés hecharan pie atrás,
desobedeciendo a sus oficiales que lo instaban a luchar. La derrota colonial ya era
incontenible; cuando los oficiales realista en un intento de imponerse sobre sus
soldados ya en rebelión fueron asesinados a balazos, se registraron varios oficiales
muertos por sus propios soldados, renuentes a luchar contra los independientes. El
hecho que es que la masa fuerte del ejército colonial fue reclutada y mantenida por la
fuerza.
Completamente vencido y ante la imposibilidad de reagrupar sus fuerzas, los
coloniales al mando de Canterac se refugiaron en la cima del cerro Condorcuna, lugar
a donde se apersonó el general La Mar por orden de Sucre; quien le proponía una
“capitulación honrosa” que fue aceptada por el adversario, inmovilizado por la
insubordinación de sus soldados. De esta manera terminó la batalla de Ayacucho con
la capitulación del ejército realista. Donde mención honrosa merece la decidida y
heroica acción de las partidas al mando de Marcelino Carreño muerto en dicha batalla
y olvidado para siempre, quienes fomentaron el desorden en el enemigo provocando
la masiva sublevación de los soldados que luchaban contra su voluntad de lado de los
españoles; pero la actitud y los mandos independientes resulta por demás insultante
para la dignidad de aquellos grandes guerrilleros mayoritariamente indígenas.
Finalmente podemos darnos cuanta que durante las guerras por al independencia el
pueblo peruano jugó un papel de primerísima y decisiva importancia y en ella es
particular el rol que desempeñaron las masas indígenas durante este heroico lapso.
Otro factor decisivo fue la absoluta falta de moral de parte de las tropas realista ya que
estaban compuestas por gentes reclutadas a la fuerza (indígenas mayormente) y que
solo esperaban una oportunidad propicia para abandonar las filas coloniales y
eventualmente volver a las armas contra los mismos coloniales. Como ocurrió en las
batallas de Junín y Ayacucho.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS