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DECLARACIÓN

Quiero dirigirme a la comunidad que formamos en este país, para pedir que no se le baje
el perfil a lo que está ocurriendo por estos días.

Ratifico como testigo y según la vivencia que tuve durante mi niñez y adolescencia en
el Bosque, que todo lo que dijo James Hamilton en el programa Tolerancia Cero del día
Domingo es la verdad, es totalmente cierto. Tuvo mucha valentía. Llamó a las cosas por
su nombre, dijo la verdad, pese a las presiones, maniobras y abusos de poderes fácticos
ligados a Karadima, el cardenal y la iglesia.

En especial me quiero referir a lo que afirmó respecto al cardenal Francisco Javier


Errázuriz, a quien yo acudí antes de hacer mi denuncia civil, primero a su oficina, donde
se negó a recibirme y luego le escribí un extenso mail contándole toda mi situación,
mail que nunca me contestó. Nunca antes vi un caso de encubrimiento tan claro. Las
cosas hay que llamarlas por su nombre. Eso no es prudencia.

Mi denuncia está absolutamente vigente, al igual que la de Juan Carlos, José Andrés y
James. Nunca he retirado mi denuncia ni menos desistido de ella y me hago responsable
de todo lo que dije durante el año pasado ante el fiscal Xavier Armendáriz, que no fue
poco, lo cual repetí en su oportunidad al juez Valdivieso. Mi preocupación ahora es que
sacerdotes formados por Karadima repitan las mismas conductas dañando a más
personas inocentes (puede estar ocurriendo ahora)

Ratifico mi denuncia en todas sus partes. Lo hago porque busco que a la comunidad le
quede clara la verdad, sin dudas, y por la protección de todas y cada una de las personas
abusadas y calladas, y que callan porque se averguenzan y se averguenzan porque
llegaron a éste y otros curas con una intención honesta e inocente y fueron engañados.
Sienten que su virilidad va a ser afectada o cuestionada por eso. Quiero decirles: No se
equivoquen, esto los hará mucho más hombres y los reafirmará.

A las víctimas hay que apoyarlas, creando condiciones adecuadas y de respeto que
resguarden su intimidad. No se trata de transformar esto en un circo. Hay que actuar
poniéndose en el lugar de las víctimas. No es fácil que estas personas reconozcan así,
simplemente, todo este engaño. Pero una vez hecho, es un acto que engrandece a la
persona. Esto requiere introspección, hay temas muy profundos, pero libera mucho vivir
en la verdad. Vivir de otra manera en mi opinión, no vale la pena.

El poder judicial debería tratar este tema de una manera distinta a la que ha tenido hasta
ahora. Debería actuar con mayor profesionalismo y humanidad, ya que es un tema
complejo que involucra a muchas personas. Aquí se necesita apoyo psicológico, apoyo
humano, apoyo de expertos en abusos que puedan conversar con las víctimas como
ocurre en otros países.

Hasta ahora el poder judicial ha actuado apegado absolutamente a normas que no se


ajustan a la realidad, ni a la gravedad de los hechos. La realidad en este caso no se ajusta
ni a las resoluciones que se han dictado ni a las leyes que existen. Todo ha sido un
impedimento, una limitante. La ley es una herramienta que debe estar al servicio de lo
esencial que es obtener justicia y protección para la Comunidad y no debería constituir
un impedimento como ha ocurrido hasta ahora. Aquí se trata de proteger a las personas
que valen mucho más que una institución añeja como es la prescripción. La ley no está
por sobre las personas.

Incluso la iglesia católica pudo acreditar los hechos y reunió en poco tiempo
antecedentes de otras víctimas, porque generó condiciones que permitieron que las
víctimas se acercaran.

Este es un tema de más relevancia de la que uno puede dimensionar.

Me doy cuenta de que los abusados por Karadima a lo largo del tiempo pudieron haber
ascendido a VARIOS CIENTOS, sin contar con los que se quedaron con él (como
sacerdotes y seminaristas).

Era muy cierto lo del “tanteo” que decía James en el programa. Era una práctica análoga
a la que hacía el cura tato con las niñas del Villa María, que como es bien sabido, las
sentaba en sus piernas para confesarlas. Karadima tanteaba de esta manera, te hacía los
toqueteos y veía cómo reaccionabas, esa era su estrategia.

Hago un llamado a las víctimas a concientizar que el haber recibido esos verdaderos
ataques solapados y sorpresivos de esta persona que se sentía todopoderosa en ese
entonces, es un daño que a ustedes les produjeron. Karadima les infundió el concepto de
culpa, de que ustedes estaban “mal”, lo cual les generó un gran daño y es un grave error
vivir así. El cura los engañó y recuerdo que decía que eran bromas, muestras de
“cariño” o “confianza” como el decía riendo para que te quedaras tranquilo.

Otro tema que concienticé es el que mencionó respecto a los juicios con otros
sacerdotes lo recordé después de ver Tolerancia Cero. Una vez me puso frente a
Koljatic y otros varios sacerdotes, retándome en público por haberlo contradicho y se
ponía rojo, como que iba a explotar. A tanto llegaba el nivel de su ira, que cuando me
gritaba me tiraba escupitajos en la cara de manera involuntaria, generalmente cuando yo
decía algo con respecto a lo que él pensara distinto. Esto desde muy pequeño.

En honor a la verdad, quiero decir que era complejo para los otros sacerdotes negarse a
formar parte de este “tribunal” ya que si lo hacías, el cura ponía a todo el mundo en tu
contra. Lo hizo con varias personas, una de ellas Felipe Bacarreza, actual obispo, una de
tantas personas que ha sufrido mucho silenciosamente. También con el sacerdote
Francisco Errázuriz Huneuss, un sacerdote quitado de bulla, que yo veía que siempre se
preocupaba por la gente pobre y enferma, actuaba de manera silenciosa, tenía muy buen
trato. Yo soy testigo como Karadima lo maltrató y humilló a niveles perversos, sádicos
e impresentables. Ahora que lo miro desde otro lugar, recuerdo cómo lo trataba y era de
oscura película medieval. Lo tiraba a comer a un rincón y nos decía a todos que estaba
loco burlándose de él incluso delante de otros. Lo retaba con ira, poniéndose rojo y
gritándole, incluso delante de otros jóvenes. Es un sacerdote que debe tener una edad
parecida a Karadima. Lo “bautizó” como “Panchi”, expresión que involucraba un dejo
solapado de desprecio.

Todo esto lo englobo dentro del abuso y maltrato psicológico que es muy relevante. A
mi Karadima me gritó y humilló en público muchas veces siendo yo un niño. Nunca
olvidaré cuando me gritó delante de toda la gente en una nave lateral de la iglesia por
pasar la colecta de atrás hacia adelante, diciéndome después que yo había producido un
daño a la Iglesia, porque la gente dio menos plata porque no me veían llegar. Quedé
muy mal después de ese episodio, con mucha culpa. Tenía 12 años y nunca se me va a
olvidar. Para mi estos también son hechos graves y deberían ser sancionables, porque
producen daño. Mucho daño. Haber vivido en ese mundo me generó miedos durante
mucho tiempo.

Este era el escenario que creaba Karadima para cometer todos los abusos.

Mi única motivación en este caso, es que estas situaciones terminen definitivamente y


no se vuelvan a producir. Lo hago para que vivamos en un lugar mejor. Aquí hay
muchas personas de la Iglesia involucradas, lo que pasa es que nadie se atreve a decirlo.
Es algo que mucha gente se pregunta. Mucha más gente que James, José Andrés, Juan
Carlos, Luis Lira y yo que hablamos en su oportunidad. Aquí hay una red de protección
por parte de la propia Iglesia, porque este es un problema de la Iglesia, va mucho más
allá de Karadima.

La comunidad ya sabe quién es Karadima, quien hizo mucho daño, el cual se transmite.
Hay muchos curas formados por Karadima que no deberían tener contacto con niños y
jóvenes, esas deberían ser las primeras diligencias preventivas que se deberían dictar en
honor a una auténtica justicia y sentido de protección a la comunidad. Es una
irresponsabilidad que los curas que pertenecían al círculo de Karadima sigan en
contacto con niños y jóvenes.

Desde el punto de vista de la Ley es fundamental eliminar la prescripción en materia


penal, lo cual es un insulto a la Justicia y una herramienta que fomenta estos delitos. Las
personas son responsables de sus actos hasta el final de sus días.

Hoy en día, según la ley que tenemos y que nadie entiende, una persona puede haber
matado a 10 personas y si pasan 15 años, los delitos prescriben y esa persona no recibe
pena alguna. ¿No es suficiente acaso con 5 testimonios de personas que ni siquiera se
conocían, y de distintas generaciones, como yo con Juan Carlos y Luis a quienes nunca
vi en mi vida? Vemos que para temas económicos la modificación de leyes cuando son
necesarias, salen con una rapidez increíble. Las urgencias funcionan para esos casos.

Ojalá no cambien ni supriman nada de lo que escribí,

Se despide,

Fernando Batlle

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