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Tercer Domingo en Tiempo de Cuaresma - A

El relato del Evangelio y el del Éxodo se vinculan directamente a través del tema de la sed.
En la marcha por el desierto los israelitas se sentían desesperados por no tener la certeza
de contar con agua. En el desierto el hombre experimenta su indigencia y es ahí donde
aprende a confiar verdaderamente en Dios. Esa fue la gran tentación de Israel en el
desierto, cuando dudó y murmuró diciendo: "¿Por qué nos has hecho salir de Egipto?". El
evangelio de san Juan, por medio de un diálogo emotivo va conduciendo a la mujer
samaritana al descubrimiento de la verdadera identidad de Jesús. El judío que le pidió agua
a la mujer no era un sediento común parecido a los que quizás había dado de beber, sino el
Mesías y el Salvador que le revelaría la verdad que conduce al Padre.

Los seres humanos somos indigentes, carentes materialmente y espiritualmente,


necesitados de alimento, ternura, reconocimiento, etc.; pero no debemos permitir, por muy
necesitados que estemos, que esas necesidades afecten nuestra relación con Dios. Dios
sabe de antemano lo que necesitamos y debemos estar seguros de su amor por nosotros,
por lo tanto no hace falta que nos desesperemos, ni que intentemos sobornarlo,
ofreciéndole algo a cambio de sus favores. El pide nuestra adoración desde lo profundo de
nuestro corazón, en Espíritu y en Verdad.

Primera Lectura, Éxodo 17, 1-7: La lectura del Exodo habla de la impaciencia. A pesar de
la presencia del Señor en la experiencia del desierto, el pueblo se lamentó de su carestía.
Dios proveyó la satisfacción de sus deseos de una fuente inesperada, el agua que brotaba
de una fuente. El agua que Dios hace brotar de la roca es el símbolo de la vida eterna que
Jesús le regala a su pueblo.

Salmo 95: Este es un Salmo de alabanzas con una admonición. Estamos para alabar a
Dios; pero debemos tener siempre presente en la mente, la incertidumbre de la naturaleza
humana. Podemos fácilmente protestar ante Dios igual que lo hizo el pueblo del éxodo en la
experiencia de Meribá y Masá. Los que venimos a alabar a Dios preparémonos a escuchar
sus palabras y procuremos obedecer su voluntad en la vida diaria. El salmista nos invita a
cantar con júbilo al Señor, por las maravillas que hace con su pueblo.

Segunda Lectura, Romanos 5, 1-2. 5-8: En su carta a los Romanos, San Pablo nos
recuerda que somos justificados ante Dios; pero que no nos justificamos por nuestra cuenta
y no podemos hacerlo nosotros mismos. La justificación es una prerrogativa de Dios. San
Pablo nos recuerda cuán grande es el amor de Dios, ya que nos dio a su Hijo quien murió
por nosotros. La fe en él nos justifica.

Evangelio, Juan 4, 5-42: San Juan presenta una de las más memorables narraciones en
su Evangelio: la de la Mujer Samaritana en el Pozo. En su parte principal, estos versos
hablan de la auto-revelación. La mujer mostró ser inmoral; pero eso no detuvo a Jesús para
que se revelara a la mujer. Al hacerlo, El le ofreció su Espíritu, el AGUA VIVA que salta a la
vida eterna. Ante nuestra indigencia, Jesús nos invita a conocer el don de Dios y nos
promete su gracia salvadora, expresada bajo el símbolo del agua, el Agua de Vida que brotó
de su ser.

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Tercer Domingo en Tiempo de Cuaresma - A

PRIMERA LECTURA: Exodo 17:3-7

"Tentación" y "Queja": El agua salida de la piedra

3 Allí el pueblo, atormentado por la sed, murmuró contra Moisés: « ¿Por qué nos
has hecho salir de Egipto? ¿Para que ahora muramos de sed con nuestros hijos y
nuestros animales?» 4 Entonces Moisés llamó a Yavé y le dijo: « ¿Qué puedo
hacer con este pueblo?; por poco me apedrean.» 5 Yavé respondió a Moisés:
«Preséntate al pueblo, lleva contigo algunos jefes de Israel, lleva también en tu
mano el bastón con que golpeaste el río Nilo. 6 Yo estaré allá delante de ti, sobre
la roca. Golpearás la roca y de ella saldrá agua, y el pueblo tendrá para beber.»
Moisés lo hizo así, en presencia de los jefes de Israel. 7 Aquel lugar se llamó Masá
(o sea, tentación) y Meribá (o sea, quejas), a causa de las quejas de los israelitas
que allí tentaron a Yavé, diciendo: « ¿Está Yavé en medio de nosotros o no?» BLA

En el versículo 17,2: que no aparece en esta lectura, Dios pone a Israel a prueba en el
desierto: ¿hasta dónde llegará su fe? También Israel tienta a Dios, o sea, le pide pruebas y
milagros porque olvida muy pronto sus intervenciones pasadas: “Si estás con nosotros,
muéstralo, y sin demora”.

Las murmuraciones del pueblo en éxodo 17: 3-7 reflejan su actitud general. A pesar de que
fueron liberados de la opresión y dirigidos por Dios a través del desierto, todavía se
quejaban; las bendiciones no eran suficientes. ¡Querían que sus necesidades y deseos
fueran cumplidos inmediatamente!

17,6: Yo estaré allá delante de ti, sobre la roca. Esta imagen ha dado lugar a muchos
comentarios. Se modificó muy pronto: Dios estaba siempre presente junto a los suyos bajo
la apariencia de una roca. Pablo recordará esa tradición en 1 Co 10,4.

Dios es la Roca impenetrable que retiene su secreto hasta que acepte ser herido y de su
misma herida mana la vida, Jn 7,37 y 19,34. Del corazón de Jesús, traspasado por la lanza,
salen sangre y agua, imagen del Espíritu Santo Jn 7,37 y 19,34.

17,7: La Biblia recuerda este enfrentamiento en el suceso del agua que brota de la roca. Las
tradiciones antiguas discrepaban sobre el lugar de este suceso. Aquí se menciona a Masá y
Meribá que de hecho son dos lugares distintos. Otra versión del incidente se encontrará en
Núm. 20, donde se habla de un pecado de Moisés, porque Dios le prometió un milagro, pero
no cree sino a medias y no se atreve a anunciarlo antes de verlo realizado.

La historia de las quejas del pueblo y la acción de Moisés hacen paralelo con Números 20:
1-13. El recuento posterior –cuando Moisés golpeó la roca dos veces –explica los cuarenta
años de vagar. En cada recuento, la actitud más necesitada de la población se situó en
contraste con la inmanente y constante presencia del Señor. ¡No es de extrañar que el lugar
de la prueba fuera nombrado Masá – o sea “tentación" y Meribá –“quejas"!

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Tercer Domingo en Tiempo de Cuaresma - A

En medio de la práctica de la Cuaresma, nosotros, también, podríamos vernos tentados a


quejarse y a renunciar; pero sería ignorar al Señor que está cerca de nosotros. Porque los
tiempos de incomodidad y molestias son tiempos de desafíos. Si podemos ver más allá de
nuestra propia mezquindad, veremos al Señor. De la misma manera, los israelitas fueron
desafiados a ver el poder de Dios.

¿Qué tan difícil te han sido hasta ahora las prácticas cuaresmales? ¿De qué manera Dios te
da ánimos y te mantiene en la lucha?

Salmo 95

Vengan, cantemos al Señor. —

Los que venimos a alabar a Dios preparémonos a escuchar sus palabras y procuremos
obedecer su voluntad en la vida diaria.

1 Vengan, alegres demos vivas al Señor, aclamemos a la Roca que nos salva; 2
partamos a su encuentro dando gracias; aclamémosle con cánticos. 3 Pues el
Señor es un Dios grande, un rey grande por encima de todos los dioses. 4 En su
mano están las bases de la tierra y son suyas las cumbres de los montes. 5 Suyo es
el mar, él fue quien lo creó, y la tierra firme, que formaron sus manos. 6
¡Entremos, agachémonos, postrémonos; de rodillas ante el Señor que nos creó! 7
Pues él es nuestro Dios y nosotros el pueblo que él pastorea, el rebaño bajo su
mano. Ojalá pudieran hoy oír su voz. 8 «No endurezcan sus corazones como en
Meribá, como en el día de Masá en el desierto, 9 allí me desafiaron sus padres y
me tentaron, aunque veían mis obras. 10 Cuarenta años me disgustó esa gente y
yo dije: «Son un pueblo que siempre se escapa, que no han conocido mis
caminos». 11 Por eso, en mi cólera juré: «Jamás entrarán en mi reposo». BLA

¡Los niños llorando durante la misa! ¡Los rumores rudos durante el servicio! ¿Cuántas veces
nuestro enfoque ha sido interrumpido en una reunión de oración? ¿Muchas veces?
La alabanza puede tener el mismo fin egoísta como oración extática si el enfoque se pone
en la persona que hace la oración, no en la persona adorada. La alabanza puede llevar a un
sentido de triunfalismo, un sentido de que el adorador tiene una relación exclusiva con Dios
y el lugar del orante es único en la humanidad. El orante se goza en un lugar privilegiado
con Dios y comparte en el poder del juicio divino sobre otros.

El Salmo 95 es único entre los Salmos. Es un canto de recogimiento con una advertencia
profética. Llama a la gente a la adoración y a escuchar la palabra del Señor, pero les
recuerda la desobediencia de sus ancestros y la ira de Dios.

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Parece haber algunas controversias en cuanto a la construcción del Salmo 95. Nadie
discute el cambio abrupto en el 95:7b cuando el canto de alabanza se torna en una
advertencia profética. Algunos claman que el Salmo tiene una unidad, que tales sermones
proféticos actuaban como un contra-peso al gozo en el Salmo. Otros claman que el Salmo
era originalmente un canto de adoración y que la advertencia fue añadida posteriormente.
Sin embargo, el Salmo tiene una función litúrgica como una invocación a reunirse. Después
del exilio Babilónico, este Salmo pudo tener sentido entre los adoradores, puesto que la
sabiduría popular sostenía que el exilio era el resultado de la desobediencia igual a la de
Meribá y Masá. En Éxodos 17:1-7, Meribá y Masá eran dos lugares donde Moisés golpeó la
roca para permitir que el agua fluyera. Este incidente era mencionado como una de las
razones principales por lo que el pueblo no entró a la Tierra Prometida inmediatamente.

El Salmo empieza con una invitación a la adoración -95:1-2 –y la alabanza a YHWH por su
poder sobre la tierra y el mar -95:3-5. Este patrón de invitación-alabanza continúa con el
llamado a la adoración doblándose de rodillas, y el reconocimiento a la nación como el
pueblo de Dios 95:6-7. La meta del Salmo parece estar en el verso 95:7b: escuchar la voz
proclamada. La pregunta persiste: ¿por qué la advertencia profética sigue al llamado a
escuchar? ¿Era la profecía el mensaje mismo o era una advertencia para la gente a que
prestasen total atención a la lectura de las Escrituras después que el Salmo era cantado? Si
el Salmo era un canto para congregarse, tendría sentido para que la profecía actuara como
una advertencia a la lectura que seguiría -el sentido último.

Tomado como uno solo, el Salmo nos recuerda de poner limitantes a cualquier tentación de
triunfalismo. El alabar a Dios no nos da derecho a mirar en el interior de Dios. No nos da el
derecho de condenar a otros o ningún sentido de mostrar superioridad. Aun cuando
estamos en adoración, necesitamos recordar que no somos perfectos, necesitamos estar
claros que la tentación está siempre presente. En esa manera, podemos adorar a Dios de la
manera que él quiere ser adorado, como humildes servidores.

La próxima vez que estés en oración, tómate un momento para darte cuenta que aún los
momentos más cercanos a Dios son tiempos en los que la tentación puede golpearte.

Resiste a la tentación de ignorar o corregir a otros en nombre de “la calidad del tiempo” con
el Señor.

SEGUNDA LECTURA: Romanos 5:1-2, 5-8

Justificados por la fe: Ahora estamos en paz con Dios

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1 Por la fe, pues, hemos sido “hechos justos” y estamos en paz con Dios por medio
de Jesucristo, nuestro Señor. 2 Por él hemos tenido acceso a este estado de gracia
e incluso hacemos alarde de esperar la misma Gloria de Dios.

5 la cual no quedará frustrada, pues ya se nos ha dado el Espíritu Santo, y por él el


amor de Dios se va derramando en nuestros corazones. 6 Fíjense cómo Cristo
murió por los pecadores, cuando llegó el momento, en un tiempo en que éramos
impotentes. 7 Difícilmente aceptaríamos morir por una persona “justa”;
tratándose de una buena persona, tal vez alguien se atrevería a sacrificar su vida.
8 Pero Dios dejó constancia del amor que nos tiene: Cristo murió por nosotros
cuando todavía éramos pecadores. BLA

5,1: En este párrafo, Pablo se apoya en su propia experiencia para ayudarnos a descubrir lo
que cambia en nuestra vida desde el momento en que hemos superado la Ley, es decir, que
ya no tratamos a Dios como el que pide prácticas para después premiar o castigar.

En primer lugar, un sentimiento de paz: estamos en paz con Dios -1. A lo mejor nos
sentíamos muy bien antes, no teníamos conciencia de pecado. Pero la paz que descubrimos
ahora nos revela el vacío, o la agresividad, que habitaba en nosotros, y que
inconscientemente nos cerraba a Dios. Sólo entonces hemos tomado conciencia de esto.
¿En qué creemos? Creemos en el amor personal de Dios para con nosotros y lo vemos en
Jesús muerto y resucitado por nosotros.

5,2a: Por él hemos tenido acceso a un estado de gracia. La expresión «estado de


gracia» a la que estamos acostumbrados, es la traducción casi exacta de las palabras que
Pablo emplea. No es necesario sentirlo para encontrarse en él, y sería un error ir en busca
de un grupo donde «sintamos» a Dios, pues esa es una manera de satisfacerse a sí mismo,
y no es el camino de los verdaderos amigos de Dios. No se trata de ver o de sentir, sino de
creer lo que Dios hace. Sin embargo, en múltiples ocasiones, llegamos a ser conscientes de
esta presencia de Dios en nosotros.

5,2b: Incluso hacemos alarde de esperar la misma Gloria de Dios. Es la gran


esperanza cristiana, ignorada por los que no han encontrado a Cristo. Es la certeza de un fin
que supera todo lo que han pensado, esperado y experimentado los más grandes sabios y
místicos: la comunión total con Dios mismo.

5,5: La esperanza no quedará frustrada. A diferencia del pueblo del Antiguo


Testamento, que se quedó siempre en lo provisorio aguardando la verdad y la justicia
definitivas, nosotros ya tenemos –o podemos tener –la experiencia de lo que viviremos un
día plenamente. Un anticipo o un perfume de la divinidad ha sido derramado en nuestro
corazón, y es la paz que Dios nos da cuando su Espíritu viene a nosotros.

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5:7 " Difícilmente aceptaríamos morir por una persona “justa…” Es decir con dificultad
alguien podría sacrificarse. En este sentido, sólo el que es realmente justo, moriría por los
inocentes. En otro sentido, nadie tendría problemas muriendo por otros, esto es especial
para un individuo, es universal en el ámbito de aplicación.

¿Qué significa la frase "justificados por la fe"? Obviamente, nosotros no podemos probar
a Dios. Y como es evidente, que no podemos "ganamos" nuestro camino al cielo. Somos
rotos, criaturas heridas que vivimos en un mundo matizado por el mal. Incluso con esta
visión, muchos toman la frase en el sentido de que la fe en Dios justifica a la persona. Este
es el sentido mal entendido de la frase. No podemos "creernos" que nuestro pase está en la
buena gracia de Dios y en la felicidad eterna. La Fe no nos justifica. Sólo Dios puede
justificarnos. La fe es el vehículo que nos permite realizar nuestra salvación. Y la fe en sí
mismo es un don de Dios.

Observa que el actor en estos versos es Dios. El creyente sólo puede estar en paz con Dios,
adoptar una postura en su gracia y tener esperanza en Dios, porque ¡Dios ACTUO primero!
Él amó al pecador, dio a su hijo como una ofrenda por el pecado y proporcionó los medios
para salvar al pecador. Este medio es la gracia. La fe simplemente abre los ojos del
creyente a su gracia.

La fe es importante para el creyente, pero palidece en comparación con la actividad de Dios.


Siempre debemos recordar que la justificación, hechos justos con Dios, comienza y termina
con Dios, no con la fe del creyente.

5, 8: Cristo murió por nosotros cuando todavía éramos pecadores. Si bien sabemos
que Cristo murió por nuestros pecados, sin embargo eso casi no nos conmueve, porque su
sacrificio parece muy lejano y poco real. Pero cuando, por gracia de Dios, lo comprendemos,
entonces se produce la verdadera conversión, que quiere corresponder al amor con amor.

¿Era necesaria la sangre de Cristo? –Romanos 3, 25, Pablo dependía del vocabulario
religioso de su tiempo, y en ese entonces el perdón de las faltas se obtenía por la sangre de
las víctimas sacrificadas. Ya los profetas habían dicho que los arroyos de sangre del Templo
nada valían sin la obediencia a Dios. Luego, algunos habían entendido que el sacrificio que
reconcilia al mundo eran los sufrimientos y las humillaciones de la minoría fiel del pueblo de
Dios Is 52,14. Sea cual fuere la explicación que se dé, lo cierto es que la salvación del
mundo pasa por los sufrimientos y la muerte de los inocentes, y el pueblo de Dios debe
aceptar formar parte de estas víctimas de la violencia. Así pues, la muerte violenta y la
sangre derramada por Jesús forman parte tanto del lenguaje de Dios como de la propia
experiencia humana. Pablo, que había participado en la muerte de Esteban (He 22,20), lo
sabía muy bien.

¿Cómo actúa Dios en tu vida? ¿Cómo te das cuenta de su actividad? ¿Cuál es la conexión
entre su actividad en ti y su realización?

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EVANGELIO, Juan 4:5-15, 19-26, 40-42

Jesús y la mujer samaritana: conversando a cerca de la fuente interior.

El diálogo entre Jesús y la Samaritana habría conmocionado al lector antiguo; pero, como
tantas otras veces, Jesús entró voluntariamente sobre una convención social para
evangelizar. Incluso al extranjero odiado, a la mujer, a uno de dudosa moral.

En esta versión corta de la mujer en el pozo, Jesús usó el simbolismo del agua para
presentar el Espíritu. En el proceso, se reveló a la mujer, y ella respondió en la fe.

La mujer es samaritana y están muy cerca del monte Garizim. Hacía un siglo y medio que
los judíos de Juan Hircano, hijo de Simón 2 Ma 16,23 habían conquistado la Samaria,
destruido el templo de Garizim -4,20 y arrasado la ciudad de Siquem: los samaritanos,
pues, no podían estarles muy agradecidos.

5 y fue así como llegó a un pueblo de Samaría llamado Sicar, cerca de la tierra
que Jacob dio a su hijo José. 6 Allí se encuentra el pozo de Jacob. Jesús, cansado
por la caminata, se sentó al borde del pozo. Era cerca del mediodía. 7 Fue
entonces cuando una mujer samaritana llegó para sacar agua, y Jesús le dijo:
«Dame de beber.» 8 Los discípulos se habían ido al pueblo para comprar algo de
comer. 9 La samaritana le dijo: « ¿Cómo tú, que eres judío, me pides de beber a
mí, que soy una mujer samaritana?» (Se sabe que los judíos no tratan con los
samaritanos). 10 Jesús le dijo: «Si conocieras el don de Dios, si supieras quién es el
que te pide de beber, tú misma le pedirías agua viva y él te la daría.» 11 Ella le
dijo: «Señor, no tienes con qué sacar agua y el pozo es profundo. ¿Dónde vas a
conseguir esa agua viva? 12 Nuestro antepasado Jacob nos dio este pozo, del cual
bebió él, sus hijos y sus animales; ¿eres acaso más grande que él?» 13 Jesús le
dijo: «El que beba de esta agua volverá a tener sed, 14 pero el que beba del agua
que yo le daré nunca volverá a tener sed. El agua que yo le daré se convertirá en
él en un chorro que salta hasta la vida eterna.» 15 La mujer le dijo: «Señor, dame
de esa agua, y así ya no sufriré la sed ni tendré que volver aquí a sacar agua.»
BLA

Estamos ante un nuevo testimonio sobre Jesús. El hecho es muy sencillo. Jesús se encontró
con una mujer samaritana y le pidió de beber. No sabremos nunca lo que se dijo, ni cómo
pudo Jesús impresionar a la gente de esa aldea cuando se detuvo allí -Véase Lc 9,51. Juan
construye ese diálogo tal como lo hizo para las bodas de Caná y para la pregunta de
Nicodemo. Conservó algunas palabras, que tenían un sentido para la mujer, pero que para
Jesús iban mucho más lejos. Una vez más nos llegan las palabras de Jesús a través del
carisma profético de Juan.

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4,10: Jesús pidió de beber y ella le ofrece agua de pozo, siendo que debía dar el agua viva
–el sentido habitual es: el agua de río –que es el Espíritu de Dios.

El diálogo entre Jesús y la Samaritana asombraría a sus contemporáneos por tres razones:
1. el odio entre los judíos y samaritanos,
2. la condición moral de la mujer y
3. la segregación de género.

Jesús dirige prejuicios raciales en 4:19-20, 22 –ver el comentario abajo. Jesús también retó
a la mujer a la conversión en 4:16-18 –no discutido en este estudio. En la cultura
mediterránea del Siglo I, el flujo diario de la vida pretendía separar a hombres y mujeres,
especialmente en las rutinas de un pueblo común. Por ejemplo, en la mañana y la tarde, las
mujeres se reunirían y así podrían llenar las jarras de agua de un pozo común en medio del
mercado. Durante el mediodía, sin embargo, sólo los hombres conducirían los negocios en el
mercado.

4,6-9: Mientras que la historia comenzó en Samaria, Jesús visitó Sicar –“Siquem" de
acuerdo a muchos estudiosos– la antigua capital de Samaria. Cansado del viaje, se sentó
en el pozo de Jacob y pidió agua a una mujer Samaritana. Sorprendida, la mujer se opuso.
¿Por qué? La sociedad no sólo separaba los géneros, muchos judíos creían que las mujeres
Samaritanas eran impuras desde su nacimiento. El asociarse con una mujer samaritana
haría sucio a un hombre judío, un matrimonio mixto harían que él fuera automáticamente
excomulgado. El hecho que Jesús se sentara solo con la mujer aumentó sus sospechas.

4,10: En respuesta a la pregunta de la mujer, Jesús saltó desde lo material a lo espiritual,


“si supieras… tu misma le pedirías…” indica que la mujer carecía de visión espiritual. El "don
de Dios" podría ser el "agua viva –o que da vida". “quién es el que te pide…, tú le
pedirías…” revela el estatus espiritual único de la personalidad que estaba frente a la mujer.
El conocimiento de la mujer, el don de Dios del agua de vida y la identidad de Jesús
establecen el diálogo en los siguientes versos.

4, 11: Pensando todavía en el material, la mujer respondió a Jesús con una declaración “Si…
entonces” con una referencia al pozo y una presunción de su estatus. Jesús no tenía un
balde para bajarlo a la profundidad del pozo de manera que pudiera sacar agua; pero creyó
la mujer en el pozo donde ella estaba, o la fuente natural – es decir, “agua viva” que estaba
de pie ante ella. En griego, Juan se refería al pozo de Jacob como una fuente, es decir como
un río –que no es así. Utilizando este malentendido, él avanzó el diálogo entre el Jesús
espiritual y la mujer con mentalidad material.

4, 12: Si el pozo era demasiado profundo, ¿cómo podría Jesús ofrecer agua que no podía
obtener? ¿Era él mayor que el anciano Jacob, uno de los patriarcas? En el centro del debate
se encuentran dos preguntas:
1. ¿Qué era el Agua de Vida de Jesús? Y
2. ¿Quién era Jesús?

4, 13-14: Para responder a la primera pregunta, Jesús compara el agua del pozo de Jacob
con SU agua viva. El agua del pozo de Jacob satisfacía la sed física, la falta de esta agua
causaría volver a tener sed; pero el agua viva que Jesús ofrece verdaderamente satisface,
porque da la vida eterna. Jesús pinta la imagen de un pozo artesiano primaveral, con el
agua saltando en una fuente inagotable, saltando hasta la vida eterna.

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4, 15: La mujer entendió parcialmente. Ella deseaba la vida eterna; pero sólo como una
continuación de su existencia actual. Ella no sabía que la recepción del Don de Dios requería
mirar al dador. Aquí Juan respondió a la segunda pregunta: ¿quién es Jesús?

4, 19-20: ¿Quién es Jesús? La mujer vio a Jesús como un profeta judío, uno que adoraba a
Dios en el templo de Jerusalén. Ella, no obstante, era una samaritana que tenía su propio
centro de culto.

19 La mujer contestó: «Señor, veo que eres profeta. 20 Nuestros padres siempre
vinieron a este cerro para adorar a Dios y ustedes, los judíos, ¿no dicen que
Jerusalén es el lugar en que se debe adorar a Dios?» 21 Jesús le dijo: «Créeme,
mujer: Llega la hora en que ustedes adorarán al Padre, pero ya no será “en este
cerro” o “en Jerusalén”. 22 Ustedes, los samaritanos, adoran lo que no conocen,
mientras que nosotros, los judíos, adoramos lo que conocemos, porque la
salvación viene de los judíos. 23 Pero llega la hora, y ya estamos en ella, en que
los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad. 24 Entonces
serán verdaderos adoradores del Padre, tal como él mismo los quiere. Dios es
espíritu, y los que lo adoran deben adorarlo en espíritu y en verdad.» 25 La mujer
le dijo: «Yo sé que el Mesías (que es el Cristo), está por venir; cuando venga nos
enseñará todo.» 26 Jesús le dijo: «Ese soy yo, el que habla contigo.»" BLA

4, 19: Jesús se encontró con la hostilidad de dos pueblos y la división religiosa. No renegó
de las promesas de Dios a David, según las cuales la unidad del pueblo de Dios se realizaría
en torno a sus descendientes en Jerusalén. Muy pronto Jesús haría una promesa muy
semejante a Pedro. Anuncia la supresión de los límites que mantienen las diversas
religiones para que reine la adoración en espíritu y en verdad.

4,21-23: Al responder a la objeción de la mujer en el lugar de culto y, al revelar el Don de


Dios, el Espíritu, Jesús se define a sí mismo. Sí, los judíos, no los samaritanos, tenían la
verdadera religión porque Dios salva a través de Su Pueblo Elegido; pero el tiempo se
acercaba rápidamente cuando la ubicación del lugar del culto sería irrelevante. De hecho,
con la presencia de Jesús, había llegado el momento. El mejor paralelo de la "Adoración
Verdadera" de Juan sería el concepto del Reino de Dios en Mateo, Marcos y Lucas; está
presente en la persona de Jesús, sin embargo, sigue llegando en el futuro.

4,22: “…los judíos, adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los
judíos –esta aseveración reconocía el estatus único de los judíos como pueblo elegido. Dios
actuó a través de los judíos en el pasado, al hacerlo, se reveló a sí mismo, para que el
creyente "supiera" –es decir, tuviera la experiencia”. Dado que la acción de Dios era su
actividad salvífica, Jesús pudo decir "la salvación viene de los judíos".

4,23: "… los verdaderos adoradores adorarán al padre en espíritu y en verdad..."


4:23b, la dos veces repetida frase "Espíritu y en Verdad" necesita explicación. La palabra
"Espíritu" se refiere a la energía dinámica interna de Dios. –Siglos más tarde, la Iglesia
identificaría este poder como la Tercera Persona de la Trinidad. La palabra "Verdad" tiene

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dos significados: La verdad se refiere ya sea a Dios mismo; en este caso Dios es el
verdadero Dios –verdadero como en el Dios único, el Dios fiel; o, la verdad que se refiere a
la Revelación de Dios; en este caso la verdad es el instrumento que comunicaba Dios a su
pueblo.

Para Juan, colocar juntos el "Espíritu" y la "Verdad" los hacía igual –espíritu = verdad. Por lo
que la frase "en Espíritu y en Verdad" puede significar "El espíritu es la verdad –es decir,
Dios mismo". O bien, puede significar "El espíritu es el instrumento de Dios que revela el
verdadero Dios y la verdad sobre él".

Juan 4:23b-24 mezcla ambos significados. Por un lado, el espíritu fue instrumento de Dios
de la revelación. El Espíritu deseaba que los creyentes adoraran al Padre -4: 23 c el Padre
busca que tales personas lo Adoren. El Espíritu faculta a los creyentes a Adorar al Padre -4,
23b: "los adoradores verdaderos adorarán al Padre en Espíritu y en Verdad… –En estas dos
formas, el Espíritu estableció una relación entre los adoradores y el Padre a través de la
revelación.

4, 24: Adorar en espíritu. Dios no se regocija de nuestros rezos, sino de la sencillez y la


transparencia del que reza. Adorar en verdad, porque el Espíritu será dado sólo a quien
busca la verdad y vive según la verdad en un mundo de mentiras. El buen corazón no
basta, sino que hay que purificar la inteligencia: hay que podar muchas certezas y sistemas
de pensamiento, incluso en el terreno de la religión y de sus prácticas, para abrirse al
misterio de Dios.

Por otro lado, Jesús identificaba claramente al Espíritu como Dios. Sólo aquellos que adoran
a Dios pueden hacerlo a través del Espíritu. En otras palabras, Dios el Espíritu debe vivir en
el creyente antes de que él o ella puedan verdaderamente adorar a Dios. El espíritu sería la
morada interior del Agua de Vida saltando a la vida eterna.

4, 25: Ahora ya sabía la mujer. No importaban el género, la nacionalidad y el prestigio


moral. Sólo importaba el Espíritu. El pueblo de Dios adoraría a través del Espíritu –el
instrumento de revelación, y en el Espíritu, Dios– Sin embargo, sólo el Mesías podría
revelar el Espíritu. Sólo el Mesías podía decir "todo" a la mujer –es decir, mostrarle a ella la
verdad. Así, le pregunta indirectamente, "eres el Mesías?"

4:26 "YO SOY" era uno de los títulos que Juan daba a Jesús que podría tener un tejido en
un discurso. Hacía eco del título que Dios se dio a sí mismo en el Monte Sinaí, "YO SOY
QUIEN SOY." El título se refiere a la presencia de Dios en Jesús y se convirtió en una de las
bases para declarar a Jesús DIVINO en la Iglesia Antigua.

Los Samaritanos adoraban en el Monte Garizim –a 4000 pies sobre el nivel del mar –frente
al pozo de Jacob. En su revolución contra los Sirios, los judíos conquistaron la zona y
destruyeron un templo Samaritano en el 128 a.C., las excavaciones del Monte indican que
también existían un templo romano y una iglesia cristiana. Los autoproclamados
descendientes de los samaritanos, todavía celebran el culto arriba en el pico de la montaña
cada Pascua.

Jesús respondió no sólo afirmativamente –“ese soy yo", también reveló su verdadera
naturaleza a la mujer: "el que habla contigo." La frase "Yo soy" hizo eco el nombre
hebreo de Dios, YHWH, que tiene sus raíces en el verbo ""SER”. Uno no puede equiparar el
verbo hebreo "ser" con el verbo "existir” simplemente, como una cosa." En el hebreo, el

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Tercer Domingo en Tiempo de Cuaresma - A

verbo quiere decir "estar haciendo algo", denota acción, porque la acción prueba la
existencia. Cuando Jesús dijo a la mujer "Yo Soy", le mostró su Dios viviente y actuando en
el mundo; y, le extendió la vida interior de Dios, su Espíritu.

40 Cuando llegaron los samaritanos donde él, le pidieron que se quedara con
ellos. Y se quedó allí dos días. 41 Muchos más creyeron al oír su palabra, 42 y
decían a la mujer: «Ya no creemos por lo que tú has contado. Nosotros mismos lo
hemos escuchado y sabemos que éste es verdaderamente el Salvador del
mundo.» BLA

4, 40 A través de su respuesta, la mujer llegó a la FE, junto con otros en la ciudad.


4, 41: Pero, en última instancia la fe de ellos no descansaba en el testimonio de la mujer.
4, 42: La experiencia directa del pueblo con Jesús los llevó a proclamar quién era él y a
disfrutar el regalo que les ofreció.

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