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C O N S E J O E P IS C O PA L L A T IN O A ME R IC A N O
DE PA R T A ME N T O DE P A ST O R A L S O C IA L
DE PA S

DOCUMENTO DE BOGOTÁ

Los Juristas Católicos de Pastoral Penitenciaria de América Latina y el Caribe, reunidos


en Bogotá del 3 al 5 de julio de 2002, en nuestro Primer Encuentro convocado por el
Departamento de Pastoral Social del CELAM, para analizar la realidad del mundo
penitenciario1, revisamos nuestro accionar a la luz del compromiso que, como bautizados,
tenemos frente a la dignidad del ser humano y concluimos:

1.= Reconocemos que hemos dado la espalda al Evangelio al convertir la ley en falso
ídolo: en vez de adorar a Dios hemos adorado la ley, obra de nuestras manos 2.
Discernimos que la cohesión entre Teología y Carcelación 3 es tan fecunda como
inevitable y no es posible analizar la segunda sin transitar la primera 4. A la luz de la
Revelación buscamos solución a los problemas humanos, aplicando las verdades eternas
a las cambiantes condiciones del mundo, comunicándolas a seres humanos
concretos5como esencia del ministerio del abogado católico.

Al explorar la Palabra de Dios, los juristas cristianos debemos tener presente lo que esta
dice a la carcelación, a su historia y a su realidad, bajo pena de incurrir en una verdadera
abdicación 6. Hay una gran transformación pendiente que es una deuda de la Iglesia en
libertad con la Iglesia tras las rejas7.

2.= Tenemos el deber de dar a la justicia un contenido eficiente que supere el frío marco
legal y asuma la caridad traducida a hechos. La justicia no admite esquemas rígidos; no

1
Entendemos por mundo penitenciario a los internos, sus familias, los funcionarios de prisiones, los fiscales, jueces y
magistrados, abogados litigantes, profesores del área penal y la víctima con su familia.
2
Cf.Puebla 185
3
Llamamos cultura de la carcelación al modo como los hombres cultivan su relación con Dios y con sus semejantes
utilizando la cárcel como elemento de control social. Carcelado es toda persona vinculada directa o indirectamente a
una situación de cárcel, propia o ajena. Es el mismo hombre y la misma dignidad en tres situaciones: precarcelado,
encarcelado y excarcelado.
4
Cf Flick y Alszeghi Antropología Teológica 1.1
5
OptatanTotius16
6
Redemptoris Missio, 52.
7
Andrés Fernández Pinzón, Pbro. Coordinador General de la Pastoral Penitenciaria Católica de Colombia.

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puede dejarse arrebatar sus banderas por ninguna corriente política, ni hipotecarse a
ideologías extrañas a la fe como si guardaran el secreto de la verdadera eficacia 8. Esto es
exigencia del Evangelio 9 y lo contrario vanidad y atrapar vientos 10. Justicia no es un
concepto estático sino relacional respecto solo de personas. No es atributo del ser
humano, sino de Dios 11. Desde Dios, es gracia 12 y desde el hombre, virtud. En este
contexto el ser humano es sólo instrumento de justicia; cuando pretende ser su generador,
comete el pecado de Adán, en cuanto intenta decidir sobre el bien y el mal y disponerlos
según su criterio, con prescindencia de Dios.

3.= Oímos el clamor de las personas sumidas en la exclusión de la carcelación. La Iglesia


se siente golpeada en su corazón y en su conciencia frente a esta situación 13. Nuestro
pecado, ruptura con Dios y con el prójimo14, abarca también al hombre carcelado y
agravia a Dios porque ofende a su criatura preferida. Siendo arquitectos de la sociedad,
desechamos la Piedra que debimos acoger como Angular 15. Esta actitud nuestra
incrementó la criminalidad y la violencia. L os juristas católicos pedimos perdón por este
grave pecado de omisión.

4.= En actitud de enmienda y sincero sentido de reconciliación, queremos ser


instrumentos del amor de Dios; irradiar espíritu de servicio, verdad y honestidad;
evangelizar a través de nuestra acción; despertar esperanza y ansia de libertad; modificar
preconceptos e imbuirnos de la verdadera sabiduría para que la justicia humana sea fiel
reflejo de la Justicia Divina y asumir en Iglesia al carcelado, a quien Cristo vino a liberar y
se identifica con él 16; lo reconocemos en Cristo juzgado y condenado a pena de muerte
por nuestros pecados, resucitado por Dios al tercer día, que nos invita a resucitar con Él.

8
Juan Pablo II, Diccionario Social y Moral, Lasanta, Madrid 1995, pg 311, nº 985.
9
Juan Pablo II, Discurso Inaugural Santo Domingo, 16.
10
Eclesiastés 1,14.
11
Jeremías 23,6-33,16.
12
Salmo 119, Isaías 51,1.5/61,11; Mateo 5,6, Romanos 1,17
13
cf. Puebla 824 y 825. Mensaje de la Asamblea Especial para América 25-27.
14
Puebla 488.
15
Isaías 28,16; Mateo 21,42; Hechos 4,10-12.
16
Isaías 61,1 ss; Lucas 4,18; Van der Maat, Bruno: ¿Curar a los ciegos o devolverles la vista?, en Revista de Teología,
mayo 1999, nº 3, pg 37-52, Universidad Católica Santa María de Arequipa, Perú.

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Queremos ser sus testigos y por nuestro ministerio y carisma , aceptar el desafío de
cambiar todo lo que afrente su dignidad restaurada por Él 18.

5.= Cristo al proclamar las Bienaventuranzas, estableció el fundamento de los Derechos


Humanos por lo cual toda violación a ellos es grave pecado 19 porque ofende a Dios, de
quien el hombre es imagen20, cuya realización resultará del ejercicio de estos derechos,
eficazmente tutelados, reconocidos y promovidos. Esta tarea, que no delegamos, no
corresponde sólo al Estado; nos involucra a todos como miembros de la Iglesia.

Por nuestra ineficiencia cristiana como juristas, los “derechos humanos” se han convertido
en concesión graciosa de los gobiernos y en mera declamación. La enseñanza social de la
Iglesia advierte que todos los hombres somos iguales en dignidad, hijos de un mismo
Padre, hermanos de Cristo. No obstante vemos que los carcelados, predilectos del Señor,
se encuentran en situación inhumana. Por consiguiente debemos restaurar este Cristo
roto, abandonado, golpeado y destruido por un sistema económico, social, jurídico y
penitenciario alejado del amor y de la justicia. Se puede perder la libertad pero nunca la
dignidad21, porque esta es esencia del hombre y no un derecho. Rechazamos por ende
toda conculcación de cualquier derecho fuera de la restricción a la libertad ambulatoria, en
mayor medida los que tienen una esencia cristiana particular, que deben ser
especialmente protegidos. La evangelización del mundo penitenciario y la defensa de la
dignidad del hombre carcelado es el “nuevo nombre” de la seguridad y de la prevención de
la criminalidad en América Latina y el Caribe.

6.= La Iglesia sabe que su misión evangelizadora se orienta a buscar la justicia y a


promover al ser humano 22. Las leyes civiles injustas y excluyentes se oponen al bienestar
individual y al bien común y, por ello, están privadas de auténtica validez jurídica 23. La
costumbre vuelve a muchos cristianos insensibles y pasivos frente al delito y a sus
consecuencias. La corrupción que invade la vida pública y profesional es un claro ejemplo,
que no agota esta realidad. Nuestros pecados y limitaciones no son ajenos a ella. Es

17
Cf. Puebla 1303.
18
Puebla, 331.
19
Santo Domingo 164.
20
Cf. Puebla 306.
21
Lema de uno de los afiches institucionales de la Pastoral Penitenciaria Católica de Colombia.
22
cf. Juan Pablo II, Discurso Inaugural Puebla, III.2
23
Juan Pablo II, Diccionario... pag 136 nº 393

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preciso luchar sin descanso para restablecer la Justicia 24 combatiendo la injusticia con
amor y respeto hacia las personas 25. Como la solución no está sólo en nuestras manos,
uno de los retos de la Evangelización es crear un humanismo cristiano, vigoroso y
eficiente, que dignifique la carcelación y la penetre con la Sabiduría de Dios 26.

7.= Nuestro compromiso inicial se orienta a defender:

La vida: Como garantía de estabilidad de la comunidad humana, desde el momento de la


concepción y hasta su ocaso normal, que tiene su fundamento en el orden natural y no es
resultado de ningún ordenamiento político o jurídico.

La igualdad: Todos los hombres y mujeres tienen el deber de respetar en los demás, los
derechos que reclaman para sí, en particular, el derecho al amor. Tenemos el deber de
ser voz de los silenciosos pobres.

La educación: Como proposición y asimilación de valores, fundamentos de identidad,


dignidad, vocación y responsabilidad del ser humano, es medio efectivo de restauración.
El abogado católico latinoamericano y caribeño, debe ser formado para que, desde su
compromiso de bautizado, responda a las necesidades del mundo penitenciario. La
universidad católica debe impartir esa formación.

La familia: El matrimonio y la familia son fundamento de la sociedad pero, en especial,


santuarios de vida e instituciones de origen Divino, razón por la cual no pueden ser
divididos ni afectados por el hecho de la cárcel, ni siquiera en casos extremos. Deben ser
nuestra preocupación las viudas y huérfanos de hecho producidas por el encierro
carcelario de cónyuges y padres.

El trabajo: Es un bien del hombre; tiene un valor ético; constituye una dimensión
fundamental de la existencia de la persona, vinculado completamente al hecho de que
quien lo lleva a cabo es una persona. Mediante el trabajo el ser humano no solo
transforma la naturaleza, adaptándola a las propias necesidades, sino que se realiza a si
mismo como hombre. Por tal motivo y respetando el principio de igualdad, todo hombre
carcelado debe gozar de todos los beneficios consagrados en la legislación laboral.

24
Mateo 5,20.
25
Juan Pablo II, Diccionario... pg 311, nº 987.
26
Cf. Juan Pablo II, Discurso Inaugural Santo Domingo, nº 21

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La participación: El objetivo de toda acción social y política es el ser humano en su


totalidad y debe hacer de la participación un método para dar voz a quien no la tiene. No
tiene sentido que quien contribuye al sostenimiento del Estado con sus impuestos, no
participe en la elección de sus mandatarios.

Presunción de inocencia: Solo Dios conoce lo que hay en el corazón del hombre y la
dimensión de sus pecados y de su culpa, en tanto la investigación y la sentencia que
condena es una aproximación, demasiadas veces temeraria, a la debida verdad. La
adopción de las medidas alternativas a la pena de prisión recomendadas por las Naciones
Unidas y la Santa Sede, deben ser de obligatoria aplicación.

Reclusión en condiciones dignas: Frente a la dignidad de la persona humana, la cárcel


tiene como único fundamento válido la educación y la reinserción social. En la medida en
que no se pueda cumplir con esa finalidad, se deslegitima y resulta ineficaz para erradicar
y contrarrestar el delito. La insuficiencia de recursos no justifica el hacinamiento ni las
condiciones de alojamiento infrahumanas, con riesgo para la vida. Las llamadas “cárceles
modelo” más allá de la falacia de nombre, constituyen una vergüenza para el gobierno que
así las denomina y una afrenta para la sociedad.

Debido Proceso: La estricta aplicación del debido proceso administrativo y judicial es un


medio eficaz para llegar a la verdad, que es justicia.

Misericordia: La dureza de la pena no es garantía de justicia ni de reparación. La


experiencia demuestra que prevalecen sobre ella otras fuerzas negativas como el rencor,
el odio, la crueldad, el deseo de venganza, la desintegración familiar y el ansia de aniquilar
al tenido por enemigo. Es preciso comprender y acompañar al carcelado como un
discípulo, otorgándole apoyo fraterno y jurídico.

Libertad de cultos: La disponibilidad de centros de atención espiritual permanente y el


libre acceso a ella, forman parte de la educación, la socialización y la salud espiritual en
esta situación de crisis.

Inserción social: Es un derecho esencial de la dignidad del excarcelado por la sola razón
de que Jesús vino a salvar aquello que se había perdido y a llamar la atención a quienes
pretendían mantener el estigma social. Es preciso brindarle oportunidades para que

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supere las carencias que lo condujeron a la cárcel y le permitan insertarse en la sociedad,


preferentemente en su comunidad eclesial de origen.

8.= Invitamos a todos los juristas católicos Latinoamericanos y Caribeños a promover la


dignidad del carcelado frente a los gobiernos y la sociedad en general, para instaurar un
sistema judicial digno del ser humano americano, al influjo magistral de la fe cristiana. Los
impulsamos a participar desde la fe, en la construcción de una Civilización del Amor
tangible, a formarse eficazmente, actuar en política e incidir en la legislación y
conducción del sistema 27.

Necesitamos crear un ambiente que nos permita expresarnos como cristianos, que nos
ayude a enriquecer la realidad profesional desde la fe; requerimos de un plan de acción
pastoral desde y hacia los Juristas que nos descubra evangelizadores en nuestra actividad
profesional 28, que dinamice una espiritualidad: el seguimiento de Jesús, que logre el
encuentro entre la fe y la ley; y promueva la justicia y la solidaridad y aliente un proyecto
generador de una nueva cultura judicial.

Este es nuestro reto.

Bogotá, Colombia, julio 6 de 2002.

Comisión Redactora

Alejandro Ramírez Llorens Jairo Gómez Afanador Desiree A. Del Rosario


Argentina Colombia Rep. Dominicana

27
Christifideles laici
28
Evangelli Nuntiandi 76

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