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Universidad de Sevilla
amedel@us.es
Existimos, luego pensamos. Sin embargo, a los seres humanos, la existencia se nos
entrega, se nos ofrece en el pensar y en el sentir. Sin nuestra actividad mental no
tenemos constancia de nuestra existencia, y nuestro vivir queda degradado a lo animal o
incluso a lo vegetal (y no porque la condición de animal, vegetal o mineral sea
sino porque, en el caso de los seres humanos, supondría una renuncia, una
abdicación de nuestra pertenencia a un rango dinámico y en mutación del universo, el
de la vida animada inteligente y sintiente). Vida y pensamiento-sentimiento se
codeterminan, interactúan, forman un entramado complejo tanto hacia el interior como
hacia el exterior de nuestra realidad. Pero siempre hay un que escapa a nuestro
control, que excede lo que viene de fuera y que nos excede. Un plus que no podemos
controlar porque es la fuente y la raíz misma de nuestro control.
La condición misma del pensar y del sentir y, por tanto, de la conciencia de nuestro
existir, es la triple emergencia del , del , [24] del . Así nos integramos en el
orden de un discurso (Foucault) en el que a la vez que pensamos y sentimos somos
pensados y sentidos. Las tres deixis (la espacial y la temporal, pero sobre todo la
personal, que brota del entrecruzamiento de espacio-tiempo) suponen la condición
misma y, a la vez, la posibilidad de todo lenguaje. ! es posible señalar hacia
los objetos del mundo, y en ese señalamiento encontramos nuestro lugar, nuestro
emplazamiento.
La triple emergencia del yo, del aquí, del ahora, escinde la unidad y el orden implicado
al que pertenecemos, del que formamos parte. Es ese el desgarrón que establece los
que siempre son relativos (en la medida en que se relacionan con otros centros,
con otras emergencias del ³yo-aquí-ahora´). Además, no existe el aquí sin el ahí y el
allí; no existe el ahora sin el antes y el después. Y, sobre todo, no existe el yo sin el tú
(Buber) y sin el otro/la otra. Todo fluye, todo cambia, todo discurre (Heráclito). Todo
en la existencia es discurso. Y el arranque desde la desde el punto cero, es una
operación de (Greimas) que pone en marcha el relato: que introduce el yo-
aquí-ahora desde el que es posible todo relato, al instaurar el foco de la relación.
Apología del $
del ³entre´, del %
delintervalo como constitutivo, del
territorio de cruce y de frontera, de los ámbitos de [25] convergencia (y de divergencia).
Somos $
seres ³esados´ entre otros seres, inter-esados. Nunca más la
dialéctica-dualéctica. Nunca más la oposición maniquea. No más el ³o´, ni el
³contra´« En todo caso, el "el el otro que o-pone (pone delante), pero que
no confronta, sino que enriquece y fecunda.
Apología del &'(plejidad frente a simplificación (no frente a simplicidad, pues
la complejidad la integra y se define a partir de ella); municación y comunidad, frente
al ego(t)ismo; rresponsabilidad, frente a irresponsabilidad y frente al cainita ³¿dónde
está mi hermano?´; nocimiento, como elaboración comunitaria y compartida de las
experiencias en el mundo; operación, actuación frente a la insolidaridad«
Apología de la comunión como origen simple (desde un solo plexo) y unitario, apología
de la re-unión, de la re-unificación que se producirá al final si todas las cosas no son
lanzadas indefinidamente al reino de la multiplicidad y de la escisión.
Esta emplazados (de +, lugar y de +, tiempo) es estar citados en determinado
tiempo y lugar para que demos razón de algo. Pero esto no sólo ocurre en los procesos
jurídicos ±que han venido a usurpar, por antonomasia, el término-, sino en cada instante
de la existencia. En cada momento, +(tú, aquí y ahora, entre otros
factores, por estas palabras). Esta categoría cronotópica (Bajtin), propia de nuestro
idioma, surge por convergencia entre emplazar1 (de
y +), ³dar a alguien un
tiempo determinado para la ejecución de algo´ y emplazar2 (de
y +) ³poner
cualquier cosa en determinado lugar´.
Somos, por tanto, seres ³puestos´ en cada instante en un lugar. Se trata de una ubicación
material, consecuencia de nuestra )
[27] de la corporeidad que nos
constituye, pero también de una ubicación simbólica, tejida en/por las redes de la
nuestra mente. Cuerpo y mente se implican y codeterminan, sin fisuras ni
separaciones. Habitamos un lugar y tiempo (de manera constantemente dinámica y
cambiante), pero también habitamos lugares simbólicos en la semiosfera (Lotman), en
la noosfera, asignados por las redes de mediaciones culturales que nos constituyen.
Existe, pues, una de la que debe derivar una
y
nuestro conocimiento es (a veces un pobre croquis a mano alzada).
No debemos confundir el mapa con el territorio.
Vivimos en ³estado de pósito´: somos ) Y por ello estamos expuestos a la red
compleja y dinámica en la que somos. Estamos arrojados a la
y, desde ella,
existimos y resistimos los envites de la vida; insistimos, persistimos y asistimos al
espectáculo del mundo; a veces desistimos y siempre con-sistimos, sistimos-con algo o
con alguien. Nuestra
es impensable sin el
que nos con-stituye. Ya las
lenguas naturales nos dejaban claro ±aunque hubiera caído en un olvido que forma parte
del olvido más radical, el olvido del Ser- que somos
(Heidegger)que nuestra
realidad es inseparable del sistema del que formamos parte (de nuestra circun-stancia),
que estamos pero también
porque nuestra vida es impensable fuera
del flujo de sus relaciones. Lo cual, por cierto, no quiere decir ±lo veremos luego- que
seamos marionetas manejadas por los hilos de nuestra red relacional: hay un espacio
para la (Varela), para la autoorganización« algo que escapa al
mecanicismo de un universo ciego, que introduce la magia del azar, del caos, de lo
imprevisto, en nuestras existencias.
[29] En efecto, somos seres relacionales. No somos al margen de esas redes de vínculos,
de relaciones que establecer nuestro )(un ámbito dinámico cruzado de hilos que
nos vinculan y nos relacionan. Que nos tensan (o destensan) a cada momento. Vivimos
en relación. Ocupamos un emplazamiento, y por ello nuestra mirada y el campo de
visión que descubrimos (y encubrimos) es relativo. También vivimos nuestra existencia
como relato: somos los enunciadores y los actantes, los agonistas, los protagonistas de
nuestra existencia. Ya dijo Heráclito que la existencia es
y que es lucha,
que es
La narratividad o relatividad (y relacionalidad) ontológica es la base
y el fundamento de todas las formas narrativas. Y narrar ±lo sabemos con Scherezade-
es nuestro modo de seguir vivos. Sobre todo ahora que ha sido evidenciada la falsedad
inherente a todo metarrelato legitimador.
No sólo nuestro ser y estar, nuestro vivir, es relativo. También lo es el conocimiento que
hacemos del mundo (ya mundo, precisamente, porque ha sido ordenado, organizado,
por nuestra mirada desde nuestro emplazamiento; transformado en frente al
). Por ello hemos de hablar de una "
. Y también porque el
conocimiento que construimos debe articular cada realidad en su contexto, en su red de
relaciones, siendo consciente de que toda comprensión implica una ³compresión´, una
reducción de lo real para que pueda entrar en nuestra mente.
La Teoría del Emplazamiento articula una nueva un conocimiento y
los plexos, lugares dinámicos cruzados por líneas de agenciamiento y relaciones
múltiples. Cada uno de nosotros tiene su propio plexo: desde él nos desplegamos o nos
replegamos. Hay, por tanto, una ética y una estética del despliegue ±que tiene que ver
con las interpretaciones más feroces de la "
(Nietzsche) y una ética y
una estética del repliegue, que se aproximan a los procesos de +
descritos por la mística o por radicales experiencias poéticas.
Desde nuestros plexos, en nuestro vivir emplazados, en tanto que seres humanos,
buscamos sentido. Es la búsqueda del sentido, desde el universo de la mente, lo que la
voluntad de vivir desde el impulso mismo de la corporeidad. De manera natural (para
los seres humanos) hay algo que se afirma en nosotros y nos lleva a seguir viviendo,
hasta el límite y en constante readaptación, del mismo modo que se renueva nuestra
"
(Frankl), de la que la "
(Nietzsche), la "
(Freud) son sólo algunas manifestaciones posibles. Nos movemos de nuestro
emplazamiento, nos desplazamos, para resituarnos y, desde un nuevo horizonte,
recuperar el sentido que informa nuestros actos, nuestros pensamientos, nuestros
sentimientos.
Lo real nos llama, nos ³voca´, nos invoca, nos convoca« Tenemos "
porque formamos parte de él (este es el factor de tangencialidad con lo real),
aunque transformemos constantemente, simplificando y esquematizando lo que viene
hacia nosotros (o lo que experimentamos en nuestro interior). Las respuestas (positivas
o negativas) a estas llamadas vocativas (muchas de ellas, en efecto, ³cantos de sirena´)
tienen que ver con la realización y la consumación de lo humano.
Las tres ecologías deben quedar reguladas desde la ecología de la mente (Bateson), y
proyectadas hacia los tres entornos que nos constituyen: el entorno del mundo biológico
y natural, el entorno social y el entorno tecno-maquínico (Echevarría).
Por ello son tan importantes las estructuras, dinámicas e instituciones emplazantes
básicas para la formación de la mente: el entorno familiar, el sistema educativo y toda la
red de educación no formal, en la cual adquieren en la actualidad absoluta preeminencia
los medios de comunicación (especialmente la televisión y, más recientemente,
Internet). La batalla por el control futuro, que ya no es control de la tierra ni de los
medios de producción, sino de la información y del conocimiento, pasa por aquí: por el
control de los procesos formativos, de las pautas de socialización.
Aquí se abre la necesidad de una
"
+(Prigogine, Stengers) para superar con
éxito este punto crucial (Capra) en que nos encontramos, esta gran bifurcación (Lazslo),
esta conciencia de que hemos entrado ya en el Gran Mediodía (Nietzsche) y nos
encaminamos hacia un alba nueva, hacia una imprevisible aurora.
Y en este punto, la teoría-praxis del emplazamiento, que ha pretendido trazar las claves
para la destrucción de las derivas erradas que nos llevan al abismo y a la destrucción, así
como contribuir a la construcción de un camino-a-través-del-cual (método)
encaminarnos hacia una búsqueda de sentido razonable para la realidad humana en el
momento presente, se manifiesta no sólo como una meta-ética y una meta-estética, sino
también en una meta-política, o como quiere Morin, una
o política de la
humanidad a escala planetaria (nuevo marco de nuestro emplazamiento), que descubre
el carácter antropológico de la política, pero también el carácter político de la
antropología.
Pero también estas palabras tienen su marco y sus límites, y comenzamos a alejarnos de
estas bases elementales cuyo desarrollo habrá de ser, también, tarea comunitaria en un
paradigma de religación y conjunción que está por venir.
Debo indicar aquí que, si estas formulaciones tienen algún valor, éste procede de las
grandes voces que suenan constantemente a través de la mía, especialmente las de los
grandes impulsores de la narratología postestructural, la semiótica greimasiana y la
semiótica de la cultura de Lotman; el pensamiento crítico frakfurtiano y especialmente
la Teoría de la Acción Comunicativa de J. Habermas y la Ética dialógica de K.O. Appel;
la neohermenéutica, especialmente, H.G. Gadamer; la sociología del conocimiento
(Berger-Luckman) y la psicología cognitiva y evolutiva (J. Piaget, Vigotsky); la teoría
de la complejidad y el método de Edgar Morin; las diversas aportaciones de la caología
y la teoría de [36] catástrofes (R. Tom); la larga estela de relecturas de Nietzsche, en
especial Heidegger y Foucault; todos los impulsos de salida del estructuralismo
inmanentista, con especial mención a Derrida, Deleuze y Guattari, siempre leídos
críticamente; la poética del imaginario en la línea que va de Jung a G. Durand, pasando
por Bachelard; la Lógica del Límite y la Razón Fronteriza de E. Trías; la sociohistórica
cultural de Castoriadis y la teoría del campo cultural de Bourdieu.
Finalmente ±y tal vez sea lo más importante- debo reconocer, por un lado, los
importantes impulsos intelectuales de Francisco Ayala, Jorge Urrutia, Jenaro Talens,
Antonio Sánchez Trigueros, Antonio Chicharro, Antonio Carvajal« y demás
compañeros del importante grupo de Teoría de la Literatura de Granada. Por otro, la
elaboración de estas ideas en diálogo fraternal y fecundo con quienes han sido o son
miembros de mi grupo de investigación y, en especial, a Ángel Acosta, Elena Barroso y
Adrián Huici. En los últimos años Víctor Silva y Rodrigo Browne me han estimulado y
animado mucho más de lo que puedan imaginar.
0
1($
!
Sevilla, EAU-Galaxia, 1988.
/3 ) 3
) " Feria del Libro 1989, Sevilla,
Consejería de Cultura, 1990.
³
o el cuestionamiento de la existencia´, en BARGALLÓ, J. ± GARCÍA
TORTOSA, F. : - 45(1 -
Sevilla,CAT/Padilla-Libros,
1991, pp. 65-76.
³La Guerra del Golfo: realidad y construcción informativa´, en 2
3
cit., 1991, pp. 31-60.
/
2
Sevilla, Alfar, 1994.
; Cah. de Narratologie, 6,
Univ. de Nice, pp. 29-42.
³El poder del mito/ El mito del poder´, en A. Huici (1996): 7
Alfar, Sevilla, pp. 9-20.
+++
+
LAS, Roma, 1998.
#
" +
Sevilla, Mergablum.,
1999.