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El Partido Comunista de Cuba y el Buró del Caribe.


Dra. Caridad Masson
Seminario Permanente AMEC
CIALC-UNAM, mayo 2010

La Internacional Comunista tuvo una influencia global en la conformación del movimiento


comunista latinoamericano. En Cuba esta incidencia se manifestó de modo muy limitado
en los primeros años de vida del Partido Comunista; sin embargo, a partir del
establecimiento de relaciones directas entre esa organización y Moscú en 1929, se produce
un involucramiento progresivo en sus decisiones centrales provocadas a raíz de los
frecuentes intercambios de representantes, de la presencia de algunos dirigentes cubanos
en las escuelas internacionales de la Unión Soviética, de la participación de varios enviados
cominteristas en las tareas del partido en distintas etapas y, fundamentalmente, por la
aplicación de las directrices obligatorias que emanaban de la “casa matriz”. La creación del
Buró del Caribe permitió que esa influencia fuera mucho más directa, pero tamizada por las
interpretaciones de los propios integrantes de dicho Buró.
Con posterioridad a la huelga de marzo de 1930, primera de carácter general que dirigió
la Confederación Nacional Obrera y el PCC, se produjo un impulso al movimiento de
masas contra la dictadura de Gerardo Machado.
La economía capitalista había entrado en crisis en 1929 y ello había provocado serios
problemas para Cuba y sus trabajadores y clases medias. La situación creada impulsó los
movimientos contestatarios de diversas clases o grupos sociales, si embargo el VI Congreso
de la IC había precisado que los PC no debían hacer alianzas con las organizaciones
nacional-reformistas ni nacional-revolucionarias.
Después de la gran manifestación del 30 de septiembre, el Partido analizó que se
acercaba un período revolucionario y que debían prepararse para transforma la huelga
general en revolución proletaria. En ese sentido cuando, en octubre Unión Nacionalista
propuso la participación en un paro laboral, los comunistas se dispusieron a participar y
llamaron a la creación de un Comité Conjunto de Colectividades Obreras. El fracaso de la
huelga provocó un aumento de la represión y la IC envió un representante a la isla para
analizar el panorama.
Todo parece indicar que esa persona fue Mendel Mijrovski (1894-1938), conocido
como Lovski, Juan El Polaco, Juan El Calvo, quien tuvo una importante participación en
2

los acontecimientos relacionados con el PCC en la etapa revolucionaria de 1930 al 35. Juan
había comenzado su militancia en una organización socialista judía en Polonia y en la
creación de los soviets en la ciudad de Lodz en 1918. Luego se afilió al PC polaco y salió
exiliado para la URSS en 1925. Allí trabajó en la Internacional Sindical Roja donde más
tarde fue encargado de tratar los asuntos latinoamericanos. Desde 1929 laboró de emisario
clandestino de Profintern en Centroamérica, México y Cuba. Después se constituyó en uno
de los representantes del Buro del Caribe de la Internacional que se fundó en 1930 con sede
en los Estados Unidos.1
A partir de la crítica de la IC, de su representante en Cuba y bajo la orientación del Buró
del Caribe, en el mes de noviembre de 1930 el PCC realizó un reajuste estratégico-
táctico, que planteaba que la lucha en Cuba tendría una primera fase democrático-
burguesa de carácter antifeudal y antimperialista, lograda a través de la alianza obrero-
campesina y el establecimiento de los soviets, y una segunda etapa socialista.
Tales formulaciones padecían de un matiz sectario izquierdista que, a la larga,
obstaculizaría la conjunción pueblo-partido imprescindible para alcanzar el triunfo. Estas
consignas eran incomprendidas por la mayor parte de las clases medias, la pequeña
burguesía y otros sectores acomodados no oligárquicos.
No solo se obviaba la posibilidad de contactos con las fuerzas del Partido Nacionalista,
sino también otras organizaciones más radicales como el Directorio Estudiantil
Universitario. Los esfuerzos unitarios solo debían realizarse con elementos de base. Por
eso al producirse en agosto una intentona insurreccional conducida por la oposición
burgués-latifundista , el PC no se inmiscuyó en dichos sucesos.
En abril de 1931, se desarrollaron serios debates en Moscú entre Villena y otros
dirigentes comunistas cubanos que estudiaban allí y los cominteristas soviéticos. A
instancias de Manuilski fueron alertados sobre el carácter limitado que debía predominar en

1
Más tarde, viajó a Moscú, donde presentó un informe sobre la región y regresó nuevamente a Cuba
Llegó a ser miembro del CC del PCC. La dirección del Partido pide a la Comintern que lo dejaran en Cuba.
Volvió a Moscú en 1934 y allí rindió un informe sobre la revolución de 1933. Luego lo ubicaron a atender
Sudamérica y pasó por Brasil, Chile y Argentina. Participó en la insurrección de 1935 en Brasil y en la
reunión de la Conferencia Panamericana del Trabajo en Santiago, el mismo año. De vuelta a Moscú en 1936,
pasó por Cuba y México. Trabajó como ayudante del Secretario General del Profintern. Fue arrestado bajo
acusaciones de trotskismo en 1937, condenado a muerte y fusilado. (Información obtenida del Diccionario
Biográfico del Komintern preparado por Víctor y Lazar Jeifets y Peter Huber).
3

las relaciones entre PCC y la oposición; cómo dichos contactos podían entrañar serios
peligros, ya que el Partido era muy joven e inexperto; que era preciso explicarle a las
masas las diferencias entre el partido de la clase obrera y las restantes organizaciones.
Vittorio Codovilla, que participó en las controversias, conminó a los cubanos a buscar más
apoyo en sus homólogos de EE.UU. prestando mayor atención a sus consejos. Rubén no
estuvo de acuerdo y aclaró que el partido norteamericano se desenvolvía en un medio muy
diferente. Al mismo tiempo, concluyó que serían los pueblos de América Latina los que
harían variar la mentalidad de la clase obrera y del pueblo norteamericanos. Manuilski les
recordó que las decisiones del PCC solo serían revocables en los congresos de la IC y que
el Buró del Caribe tenía una función auxiliar.
En junio de 1932, el PCC acordó solicitar de inmediato el regreso de Rubén ante la
grave situación por la que estaba atravesando. La crisis se agudizó cuando al regreso,
Sandalio Junco trató de formar una fracción opositora de ideas trostkistas, que terminó con
la expulsión de este del Comité central en el mes de septiembre.
El XII Pleno del CEIC se había efectuado durante los meses de agosto y septiembre de
1932 y Villena había participado en el mismo. Un nuevo período de choques clasistas e
interestatales, otra fase de guerras y revoluciones había augurado el evento; no se debía
perder un momento para conquistar la mayoría de la clase obrera e impulsar la lucha.
También se alertaba sobre peligro del fascismo y la guerra imperialista.
En Cuba, el régimen preparaba elecciones parciales para el 1ro de noviembre de 1932.
Dentro del PC se tomó la determinación de votar en la columna en blanco y aprobó una
plataforma electoral con demandas sentidas de la población. Creemos que el dictamen de
participación eleccionaria estuvo influenciado por la posición de los comunistas
norteamericanos que, en agosto, asistieron a las urnas presentando una candidatura
independiente.
Respaldados por ciertos criterios del secretariado latinoamericano, el PCC había
lanzado también la consigna de autodeterminación de la faja negra de Oriente. El asunto
reproducía la declaración de autonomía del PCEU para una región del sur de ese país. El
transplante teórico de esa idea para Cuba exigía la libertad de la "nacionalidad negra"
habitante en la zona comprendida entre Santiago de Cuba, Guantánamo, Songo, etc, donde
existían importantes grupos de esta raza. Sin embargo, estos no se distinguían
4

elementalmente del resto de la población de la isla, ni por sus relaciones económico-


sociales, ni por su psicología, costumbres y cultura.
Este planteamiento no fue comprendido por la mayor parte del pueblo y durante el
tiempo en que se propagó creó mucha confusión. Poco a poco se fue comprendiendo lo
errado de tal orientación y se eliminó definitivamente en 1935.

Un ejemplo de cómo los criterios de los representantes de la IC podían favorecer o no


las posiciones de los comunistas locales lo podemos apreciar en la situación que encontró
Villena a su paso por Estados Unidos a fines de 1932, ya de vuelta a Cuba.
En Nueva York lo esperaba Leonardo Fernández Sánchez para comunicarle que en un
número del periódico Mundo Obrero, próximo a salir, se iba a publicar un artículo con
frases despectivas hacia Julio Antonio Mella.
Por ese motivo, Villena se entrevistó con varios dirigentes del Buró del Caribe, para
aclararles el significado de la figura de Mella dentro del movimiento revolucionario
cubano. Aún así y luego de revisar el número 17 de Mundo Obrero, traía la siguiente
referencia sobre el líder estudiantil:
[...] Mella fue el exponente de un período del movimiento revolucionario en los
países del Caribe, con el heroísmo y la inmadurez del movimiento de esa época.
Mella, asesinado por orden de los lacayos del imperialismo en plena juventud, no
pudo terminar su formación como luchador leninista. Su folleto contra el Apra -un
documento de lucha contra el nacional-reformismo en América Latina es prueba
de ello. Pero el movimiento revolucionario proletario y nuestros partidos han
continuado su evolución y van sobrepasando los errores de una época (oscuridad
sobre el carácter de la revolución, desconocimiento del rol hegemónico del
proletariado en la revolución anti-feudal y anti-imperialista , etc.) y en la lucha
todavía necesaria contra estos errores que persisten, tienden a convertirse en
2
verdaderos partidos bolcheviques. [...]
A finales de 1932, por orientación del CEIC se disolvió el Departamento Sindical del PC y
se le asignó su trabajo a las fracciones dentro de la CNOC, ello debilitó su trabajo. Es por
eso que en mayo de 1933 se volvió a restituir esa instancia. Otra cuestión negativa surgió

2
R. Palacios, “La campaña Lenin- Liebknecht-Luxemburgo en el Caribe’, Mundo Obrero, a. 2, n. 17,
Nueva York, diciembre de 1932.
5

así mismo, al cumplir el acuerdo de la IC de no mantener ningún tipo de relación con los
renegados del Partido. Más adelante, sin embargo, fue necesario hacer algunos contactos
con los líderes obreros reformistas y algunos dirigentes abecedarios de la base y ese laboró
un plan de acción para relacionarse con los grupos de alzados que existían en diferentes
provincias.
A la llegada de Villena del exilio, en mayo de 1933, existía una amplia gama de
organizaciones opositoras: Unión Nacionalista, ABC, Directorio Estudiantil Universitario,
Unión Revolucionaria y el Partido Comunista con sus colaterales (el Ala Izquierda
Estudiantil Estudiantil, la Defensa Obrera Internacional, la Confederación Nacional Obrera
de Cuba, la Liga Antimperialista, la Liga Juvenil Comunista, la Liga de los Pioneros). En el
interior del país se estaban produciendo también acciones guerrilleras. En esa coyuntura se
recibieron instrucciones del Buró de penetrar el movimiento armado y "darle un carácter
antimperialista y antifeudal preparando a las masas para las luchas decisiva contra el
imperialismo, la burguesía y los terratenientes sobre la base de sus reivindicaciones
inmediatas".3
A mediados de junio, Villena redactó un documento titulado "El Partido Comunista y
los problemas de la Revolución en Cuba". Dicho panfleto contenía los siguientes
planteamientos básicos:
La Revolución en Cuba está en su primera etapa democrático-burguesa, y por ello
revierte una forma anti-feudal y anti-imperialista. La victoria de la Revolución
Agraria y anti-imperialista, será lograda mediante la alianza de la clase obrera y del
campesinado, arrastrando a las capas pobres de la pequeña burguesía urbana, bajo la
hegemonía del proletariado y la dirección del Partido Comunista, por el
derrocamiento del poder del imperialismo, por el derrocamiento de los elementos
feudales (latifundistas) y de la burguesía nativa ligada a éstos, y el establecimiento
de la dictadura democrática revolucionaria de los obreros y campesinos, sobre la
base de los soviets.
La hegemonía de la clase obrera y la dirección del Partido Comunista en la
revolución agraria y anti-imperialista, es la garantía de su victoria y de su desarrollo

3
“Carta del Buró del Caribe al CC del PCC”, 23 de junio de 1933, AIHC, Fondo 1.
6

hacia la revolución proletaria, socialista, en el más corto tiempo posible, con el


apoyo del movimiento revolucionario mundial y especialmente del movimiento
proletario revolucionario de Estados Unidos y del movimiento revolucionario de los
pueblos oprimidos de América del Sur y el Caribe.4
De nuevo estas declaraciones cerraban el círculo de los simpatizantes seguros del Partido,
carecían de tacto y sentido de amplitud. Un juicio sereno sobre las mismas nos llevaría a
pensar en la ausencia de una posición flexible y más realista, en concordancia con las horas
infortunadas que transcurrían. Se hacía un uso descontextualizado de las orientaciones
internacionales respecto de este tipo de revolución en los países dependientes; se seguían
las directivas que, desde el Buró del Caribe llegaban, no se correspondían a la situación
concreta de un país neocolonial como Cuba.
Sin embargo, a mediados de julio, ante el inicio de la huelga de los ómnibus de La
Habana, desoyendo las directivas del Buró, se trató de fortalecer la unidad e invitó a
dirigentes reformistas y abecedarios a conformar un frente.
El 2 de agosto, el secretariado del CC se reunió para discutir un llamamiento a la
huelga general, dicha convocatoria se consideró precipitada pues, una vez declarada, abría
que organizar la insurrección, para lo cual no existían condiciones.
El día 6, Villena y algunos compañeros se reunieron con miembros de la mesa ejecutiva
de la CNOC y como resultado de la discusión elaboraron un manifiesto donde declaraban
que la huelga era solo un paso hacia la revolución, no la revolución misma; que no existían
condiciones internas ni externas para el triunfo; que a Machado solamente se le podía
derribar con la insurrección armada popular y que, en esos momentos, no existía el
aprovisionamiento logístico necesario. La consigna de "no volver al trabajo hasta que
cayera Machado", podía llevar la huelga a un callejón sin salida, a una masacre, y a la
intervención norteamericana.
Entre tanto, Machado, convencido de la falta de apoyo de Washington y de la
impopularidad de su régimen, trató de llegar a cierto entendimiento con los sectores obreros
y comunistas. La comisión obrera, luego de oír las propuestas del gobierno declaró, que

4
“El Partido Comunista y los problemas de la Revolución Cubana” tomado de Lionel Soto, La

Revolución del 33, Tomo II, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1977, p. 164.
7

antes de entrar a analizar cualquier asunto, tenían que darle la libertad a algunos dirigentes
de la CNOC que se encontraban encarcelados. Presionado por esa petición, el tirano liberó
a algunos líderes proletarios.
Ese lunes 7 de agosto, una emisora ilegal del ABC Radical lanzó al éter la noticia
falsa de que Machado había renunciado. Alrededor del anochecer cientos de carros y
personas marcharon cantando y gritando hacia la sede del gobierno. Sin reparos de ningún
tipo, el ejecutivo dio la orden de responder con fuego para disolver la manifestación.
A partir de ese momento funesto, Villena reunió a la dirección del Partido para tomar
decisiones definitivas. Era una magnífica oportunidad para obtener las demandas ofrecidas
y debilitar a Machado. Las empresas transportistas prometían asumir posturas similares, por
lo cual se debía volver al trabajo a medida que fueran concedidas las reivindicaciones.
Pensar que a Machado se le tumbaba con una huelga "era una reminiscencia
anarcosindicalista".
Otro hecho que los hizo analizar cual sería su posición política a adoptar fue el
cablegrama recibido del Buró del Caribe cuyo texto decía: "Demoren venta final". Ante
ello, Jorge A. Vivó, secretario general del PC, propuso que había que hacer regresar a los
obreros al trabajo; Rubén pensaba que se debía volver poco a poco, pues Machado caería
de cualquier manera, de lo contrario se ayudaba a la oposición burguesa a alcanzar sus
objetivos, no era el momento de la revolución, ni de establecer un gobierno obrero-
campesino.
Lionel Soto ha resumido eficazmente las causales subjetivas de los errores cometidos
durante la huelga: la concepción sectaria izquierdista preponderante que condujo a plantear
en Cuba una estrategia revolucionaria agraria y antimperialista, materializada en la
insurrección armada y la toma del poder a través de los soviets; la proyección de un
movimiento revolucionario en forma de saltos, o sea, ir directamente a la dictadura del
proletariado sin cruzar etapas intermedias; la preponderancia de la táctica "clase contra
clase", traducida en el esquivamiento de alianzas temporales con organizaciones y líderes
de la pequeña burguesía radical; la falta de visión y capacidad para interpretar la psicología
de las masas y su transición de sentimientos económicos a posiciones políticas; la idea de la
imposibilidad de una revolución exitosa si no se contaba con el apoyo solidario de los
trabajadores norteamericanos en el poder.
8

Sin dudas una serie de factores objetivos propiciaron esos razonamientos: el hecho de
que el enemigo principal del pueblo cubano, el imperialismo yanqui, ya no consideraba a
Machado su mejor opción; el acatamiento, por parte de muchas organizaciones opositoras,
de las maniobras mediacionistas de Estados Unidos; la falta de fuerza política y recursos
por parte del PCC para llevar adelante la misión que debía enfrentar; y el cambio repentino
del ABC que, después de haber participado en los cabildeos con el embajador Summer
Welles, se sumó finalmente a la huelga. 5
A la dirección partidista le faltó madurez teórica, experiencia y suficiente poder de
análisis creador, dadas las circunstancias que exigía el momento.
La realidad demostró que el pueblo, en su acepción más amplia, podía aplastar la tiranía
y obligar a Machado a huir como lo hizo el 12 de agosto de 1933.
Días de profundos debates en el seno del Comité Central se produjeron entre el 29 y el
30 de ese mes agosto. La reunión del CC logró congregar a numerosos comunistas de
todo el país y varios invitados extranjeros a nombre del Buró del Caribe y de la
Internacional Sindical Roja: "Mariano", "Juan El Polaco" y "Pedro El Canadiense". Ellos
traían una instrucción relacionada con el establecimiento de los soviets en Cuba, y Villena
manifestó su desacuerdo con la misma. Sin embargo las intervenciones de los delegados de
la IC promovieron una sanción contra varios miembros del CC, incluido Villena, y la
orientación de llevar a vías de hecho la instauración de los soviets donde fuera posible. En
aquella reunión "Mariano" expresó su opinión acerca de la falta de espíritu crítico y
autocrítico de los camaradas, especialmente de Villena y Vivó que -según su opinión- no
habían reconocido sus errores, no el de decir que Machado no se caía con una huelga, si no
el principal: el de esquivar la organización de los soviets.6
Rubén argumentaba que los forasteros llevaban mucho tiempo fuera de las luchas
concretas de sus países, estaban burocratizados y, además no habían podido impedir el
apoyo de EE.UU. a Machado, ni la mediación, por lo cual no debían imponer esa directiva
absurda.7Se negó a aceptar aquella diatriba, esa proyección los alejaría de las masas,

5
Lionel Soto, ob. cit.
6
“Acta de reunión del CC”, 29 de agosto de 1933, microfilmes de AIC.
7
Edith García Buchaca, Memorias inéditas de Joaquín Ordoqui, inédito.
9

afectaría el trabajo dentro de las fuerzas armadas, hasta la propia palabra podía asustar a la
gente.
Aquella controversia tomó un cariz más agudo ante la opinión de Vivó, de que los
miembros del ejecutivo internacional tuvieran voz y voto en la asamblea. Villena se opuso
radicalmente a ello y promovió la separación de su cargo porque más que un secretario
general parecía un "general secretario". La mayoría lo apoyó. En su lugar fue electo el
obrero Isidro Figueroa.
Durante el pleno, la delegación extranjera “convenció” a la mayoría de la necesidad
de llevar a cabo el proyecto de los soviets. A propósito, el delegado manzanillero
Francisco Calderius (Blas Roca) sugirió la posibilidad de constituir un soviet en el central
Mabay. El 13 de septiembre se organizaba el gobierno soviético con obreros industriales y
trabajadores de las colonias muchos días en huelga.
En lo concerniente a la heterogeneidad de Gobierno de los Cien Días, conformado por
tres tendencias fundamentales (la derecha reaccionaria con Fulgencio Batista al frente; al
centro, el nacional-reformista-populista de Grau; y a la izquierda Antonio Guiteras desde
la Secretaría de Gobernación), no fue claramente comprendida por las fuerzas de
oposición, entre ellas el Partido Comunista.
Al secretariado del PCC llegó un cablegrama de la Comintern el 18 de septiembre. No se
debía conferenciar con los gobernantes, ni enfrentar directamente a los imperialistas, decía
el mensaje. Inmediatamente se convocó al Comité Central. La premura de aquella reunión
no permitió una participación muy amplia, sin embargo junto a los más destacados líderes
capitalinos (Martínez Villena, José Chelala, Joaquín Ordoqui, Ramón Nicolau, José A
Guerra, Jorge A. Vivó) estuvieron los delegados internacionales "Mariano", "Pedro",
"Juan" y "Simón".
Luego del análisis sobre el desarrollo de las huelgas, la mejoría de la situación de los
obreros, la apertura de nuevos empleos, el atraso relativo a las luchas campesinas, los pasos
emprendidos para la captación dentro del ejército, Villena se refirió a la ocupación de los
centrales azucareros, asegurando que no era una medida eficaz si no se tenía el poder".
Consideró asimismo incorrecta la propuesta del documento donde se orientaba eludir un
enfrentamiento abierto con el imperialismo, si en Cuba el capital más sólido era
10

mayoritariamente norteamericano. Propuso pues no cumplimentar esa directiva. Y


concluyó: "Creo que desde Moscú no se puede preveer todo esto".8
El 29 de septiembre, durante el homenaje a las cenizas de Mella, Villena y un grupo de
comunistas trataron de establecer un frente único con representantes del Directorio
Estudiantil. Cuando la delegación del Buró del Caribe se enteró de ello, inmediatamente los
llamó a contar para cambiar esa línea. Con anterioridad se habían opuesto a la decisión del
secretariado de entrevistarse con Guiteras, a solicitud de este último.9
Después, ante la violenta agresión de ejército desatada aquel día, el PCC acusó al
gobierno en su conjunto. No podía discernir claramente quiénes eran los verdaderos
responsables del atropello, pues mientras Guiteras trabajaba con denuedo por la
promulgación de leyes de contenido nacional y progresista, las huestes militares actuaban
con absoluta independencia.
Nuevas discrepancias tuvieron lugar entre la dirección del Partido y la delegación
internacional que orientaban las decisiones a tomar. Ecos de esas divergencias se reflejaron
en dos documentos fechados el 3 de octubre: el primero un acta correspondiente a una
junta del Comité Central, y el segundo un reporte del camarada "Bell" sobre la situación de
Cuba.10
La reunión, cuyos propósitos centrales eran el análisis del estado de la nación, la
actitud a asumir y la reorganización del Buró Político, escuchó en sus comienzos el criterio
de "Simón" (dirigente extranjero, me inclino a pensar que se trata del mexican0 Rafael
Carrillo) acerca del gobierno de Grau, catalogándolo como una administración desesperada,
dirigida por elementos de la pequeña burguesía con cierto prestigio y sentenció que "la
victoria del nacionalismo no se iba a traducir en mejoras entre el gobierno y la oposición".
Había que mantener la campaña huelguística y preparar condiciones para un paro general.

8
“Acta de reunión ampliada del CC del PCC. 19 de septiembre de 1933”, microfilmes del
Archivo de la Internacional Comunista de Moscú (AIC).

9
Tomado de “Report of Comrade Bell on the sit of de Cuba”, 3 octuber 1933, microfilmes del AIC y de
la entrevista de la autora con el historiador Enrique López Mesa.
10
“Acta de reunión del PCC, 3 de octubre de 1933, archivo del IHC, Fondo 1 y “Report of Comrade Bell
on the sit of de Cuba”, 3 octuber 1933, microfilmes del AIC.
11

En lo que respecta a las anotaciones de "Bell" podemos advertir, por el tono de su


lenguaje, una gran inconformidad con respecto al accionar del PCC. Es interesante ver su
apreciación sobre el Comité Central compuesto por dos obreros de los ferrocarriles, un
metalúrgico, un constructor, un azucarero, un pintor, dos médicos, un estudiante, dos
empleados, un intelectual y un miembro de la Liga Juvenil. Para su criterio, esta constituía
una composición social deficiente en tanto siete camaradas eran no proletarios, solo tres de
sus miembros eran negros y ninguna mujer pertenecía a la directiva; además de que
importantes grupos laborales carecían de representación. Se lamentaba que, de todos ellos,
solo Vivó y el dirigente juvenil habían estado a favor de los pronunciamientos del grupo
extranjero.
Categóricamente atestiguó que en el discurso de Villena "was hidden the opportunist
line" ( estaba latente la línea oportunista), al dirigir la discusión contra las directivas
internacionales, por considerar que menoscababan la actividad de las masas y las apartaban
del enfrentamiento contra el imperialismo. 11
En otro informe posterior, del 19 de octubre, uno de representantes del Buró de
Caribe afirma que Villena en la última asamblea del CC, había levantado de nuevo con
verdadera violencia la incomprensión hacia sus directivas, que Vivó llamó a sus
compañeros a cumplirlas, pero los restantes miembros de la dirección o tienen una
oposición abierta o realizan una resistencia encubierta a las orientaciones. Por esa razón
pide permiso para que "Juan", que tiene autoridad y cariño entre ellos, se mantenga en
Cuba e impulse el cumplimiento de las tareas.
El 20 de octubre, el CC realizó un llamamiento para todas sus instancias a la preparación
de la Conferencia Nacional, con el objetivo de "sacudir" al Partido ante las nuevas tareas:
las luchas por el poder soviético.
En la reunión del 23 de noviembre, se volvió a condenar la actitud de Villena (esta vez
en ausencia pues estaba hospitalizado). En los intercambios de opiniones, Fabio Grobart
expresó que era preciso avanzar con cuidado en el enfrentamiento a liberales,
abecedarios, apristas y guiteristas, sosteniendo que su preocupación mayor estaba en la

11
“Report of Comrade Bell on the sit of de Cuba”, 3 octuber 1933, microfilmes del AIC.
12

actuación del secretario de Gobernación pues había lanzado la consigna de crear


cooperativas diciendo que ese programa era copiado de la URSS. 12
Aunque en los postreros meses de 1933 y primeros días del 34 se pusieron en vigor las
propuestas más avanzadas de Secretario de Gobernación Antonio Guiteras, los comunistas
no percibieron el proceso de radicalización que acompañaba esas resoluciones y
enfrentaron al régimen cual si hubiera sido prooligárquico y proimperialista. Su gobierno
caería por un golpe militar dirigido por Fulgencio Batista en enero de 1934.
El II Congreso del Partido, celebrado en abril, ratificó la línea programática de la
revolución agraria y antimperialista, la lucha armada y los soviets. Dicha propuesta se
convirtió en uno de los obstáculos a la unidad entre los revolucionarios y el pueblo. Factible
como elemento de agitación, en el sentido práctico no resultaba la alternativa más deseable
para la mayoría.13
La potenciación de un programa agrario-antimperialista precisaba de amplia base social.
Sin embargo, la invocación a instaurar el poder soviético restringía las posibilidades de
incorporación a dicho intento, porque junto a los obreros y campesinos también la
burguesía nacional, la intelectualidad progresista y otros factores debían ser atraídos por la
idea de la liberación del país. Paralelamente, Grau San Martín y Guiteras, que influían
notablemente entre las masas, eran consideradas enemigas irreconciliables del proletariado
y del PC.
Los comunistas no habían comprendido la honestidad de Guiteras, sus posiciones
antimperialistas y revolucionarias, materializadas en la fundación de Joven Cuba, cuyos
objetivos centrales eran el derrocamiento de la tiranía y la realización de una revolución
de liberación nacional, agraria y democrática para luego pasar a un proyecto socialista.
Incluso, en octubre, fue catalogado como “el tipo más peligroso” frente al Partido. Para
entonces, la IC había comenzado a rectificar sus proyecciones sectario-izquierdistas, pero
las nuevas percepciones aún no habían llegado a Cuba. Un mes después se recibió el
primer mensaje confidencial criticando aquella postura frente a Guiteras. Le aconsejaba

12
Más información ver Caridad Massón, “Guiteras y el Partido Comunista”, Ana Cairo (ed.), Antonio
Guiteras 100 Años, Oriente, Santiago de Cuba, 2007.
13
Más información ver Caridad Massón, “El II Congreso del primer partido marxista-leninista de Cuba”,
Revista de la Biblioteca Nacional, A. 80, n.1, enero-abril de 1989.
13

que debía armarse para cualquier eventualidad y que valoraran una posible participación en
un gobierno popular antimperialista de conjunto con Joven Cuba.14

El viraje táctico –según Olga Ulianova- comenzó a partir de mayo de 1934 y en él jugó
un rol muy importante Jorge Dimitrov, quien había entrado al secretariado de la IC.
Dimitrov, que mantenía contacto directo con Stalin, lo convenció de la importancia de
lograr la unidad con la socialdemocracia que contaba con el respaldo de gran parte de los
obreros europeos, para ello propuso elaborar consignas más concretas y asequibles a la
mayoría. El búlgaro recibió luz verde para trabajar la nueva agenda del VII Congreso del
Komintern con un programa más acorde con las realidades concretas del momento y en
julio sus nuevos enfoques sobre la socialdemocracia, el fascismo y el frente único. También
recomendó cambios orgánicos para la Comintern, atendiendo a la imposibilidad de dirigir
todo desde Moscú.15
La convocatoria al congreso fue realizada para septiembre, pero no pudo materializarse
porque todos los delegados no pudieron llegar a tiempo. Esa ocasión fue aprovechada para
efectuar la III Conferencia de PC de América Latina en octubre con los representantes de
esa región que había podido arribar a Moscú. El cónclave enfatizó que la revolución agraria
y antimperialista estaba estrechamente ligada a la liberación nacional, por tanto, se hizo
necesaria una rectificación con respecto a las tácticas hacia los partidos nacional-
revolucionarios y nacional-reformistas, en aras de consolidar la unidad se propone la
creación de los Frentes Antimperialistas.
El núcleo de la estrategia leninista - destacó Carlos Rafael Rodríguez- estaba en
comprender que los agrupamientos de clase que se originan dentro de los movimientos
nacional-liberadores no pueden ser los mismos que en época de revoluciones socialistas, y
que es muy difícil que una revolución de ese tipo comience siendo socialista. El escaso
desarrollo de las relaciones de producción capitalistas, el débil o nulo crecimiento
industrial, la fragilidad del proletariado, la dependencia económica de la agricultura, la
mayoritaria población campesina y la proliferación de la pequeña burguesía urbana, son
factores determinantes en esos procesos. Es por ello que entre el proletariado y el
14
"Documento confidencial al CC del PCC", 22 de noviembre de 1934. Archivo IHC, Fondo 1.
14

socialismo se interpone una vasta masa que es necesario conquistar por un lado y
neutralizar por el otro. 16

A partir de los nuevos enunciados, el PCC trató de redefinir sus posibles aliados. No
les resultó fácil orientarse dentro de aquel conjunto de organizaciones y personalidades.
El IV Pleno del 10 de febrero de 1935 planteó pues la necesidad de convertir al Partido
en una fuerte organización de masas. Y en tal sentido reorientó sus principales tareas hacia
la ampliación del reclutamiento de miembros con una política más adecuada y convincente
y a la organización de un frente antimperialista con participación de partidos considerados
hasta ese momento como enemigos. Valoró la posibilidad de participar en un gobierno
popular no soviético, si elementos como Guiteras tomaban el poder. Fabio Grobart, hizo
una profunda reflexión acerca de que sus consideraciones anteriores sobre auténticos y
guiteristas, que habían sido realizadas a partir de las experiencias de otros países, sin tener
en cuenta que en Cuba aún no se había producido la revolución democrático-burguesa.

A partir de esas decisiones, el PC invitó a constituir un Frente Único a Guiteras y


Alejandro Vergara (del Partido Agrario Nacional). En repetidas ocasiones se dirigió a Grau
con iguales propósitos, pero este, con diversos pretextos, obvió cualquier compromiso. Pero
los acontecimientos se precipitaron, vino la huelga de marzo de 1935 que culminó en el
fracaso y el ejército logró asesinar en mayo a uno de los más prometedores líderes
populares, Antonio Guiteras. La situación había cambiado significativamente.
Durante la etapa comprendida entre la huelga de agosto de 1933 y de marzo de 1935, el
Partido Comunista de Cuba, si bien recibió un apoyo significativo de los representantes e
instancias de la Internacional Comunista, no creo equivocarme al afirmar que fueron los
delegados internacionales quienes desempeñaron un rol preponderante en las valoraciones
negativas que hacia el Gobierno de los Cien Días manifestó el Partido, primero al impulsar
la consigna "extrapolada" de la toma del poder a través de los soviets y luego al concluir
que era necesario caracterizar al gobierno de Grau como un gobierno burgués-terrateniente
de "izquierda", exponiendo y arrancando su "máscara de izquierdismo". De ambas se
derivaba la orientación de no concertar ningún tipo de acuerdo con el régimen, si siquiera
con su vertiente más revolucionaria representada en Guiteras.

16
Carlos Rafael Rodríguez, Letra con filo, Ciencias Sociales, La Habana 1983, pp. 349-350.
15

Las proyecciones de la IC que tenían un fuerte contenido eurocentrista, y al mismo


tiempo eran de obligatorio cumplimiento para sus secciones en cualquier lugar del mundo,
se trasmitían fundamentalmente a través de los representantes del Buró del Caribe, por lo
cual llegaban como una interpretación de estas. De esa manera se extrapolaban
orientaciones tácticas y estratégicas de diferentes contextos, que si no se aplicaban de
manera flexible en concordancia con las realidades concretas, producían fallas y errores
políticos que podían ser de consideración. La bolchevización y la táctica de “clase contra
clase” propiciaron una plataforma sectaria e izquierdista que provocó dentro del PCC la
falta de comprensión de la necesidad de gobiernos transicionales que permitieran, poco a
poco, ir a una radicalización del proceso revolucionario. Se pensaba que el movimiento se
produciría en forma de saltos y los procesos reformistas y nacionalistas eran momentos de
retroceso o, cuando menos, una pérdida de tiempo para alcanzar tareas mayores.

El comunista Roque Dalton en 1970 afirmaba:


La gran mayoría de los partidos comunistas latinoamericanos nacieron como secciones
de la Internacional Comunista, lo cual puso grandes obstáculos desde el origen para
que se erigieran en partidos nacionales. La gran mayoría de esos partidos surgieron no
en el seno de la Internacional Comunista leninista, sino en el seno de la Internacional
Comunista de Stalin, es decir, de un organismo excesivamente centralizado, que de
hecho -y sin entrar a discutir si tal medida fue históricamente óptima o no- se convirtió
en el instrumento de la consolidación del socialismo en un solo país, con las
consecuencias de mal manejo del problema nacional, para decir lo menos, que todos
conocemos. No tuvieron así nuestros partidos la posibilidad de una inserción natural y
adecuada en el seno de la cultura nacional y es más, de hecho, se convirtieron en un
obstáculo para que el marxismo pudiera fundirse críticamente como sistema orgánico
de pensamiento con los resultantes ideológicos nacionales. De ahí que, con las
excepciones del caso, nuestros partidos comunistas latinoamericanos hayan carecido
siempre de una línea clasista y de una línea de masas adecuada, es decir, propia,
surgida del análisis concreto de la sociedad real en la que pretendían insertarse y hayan
16

esgrimido los esquemas de otras condiciones históricas y en otros niveles de desarrollo


social [...]17
En resumen, esta situación provocó en Cuba un conflicto constante entre las fuerzas
marxistas y los sectores nacionalistas, y a su interior entre los diversos enfoques comunistas
que se dieron dentro y fuera del Partido, pues como hemos analizado existió -en la línea
programática del mismo- incoherencia entre el propósito de alcanzar la liberación nacional,
las tácticas de unidad con elementos equivocados, los métodos reformistas desplegados
con el objetivo de obtener mejoras económicas políticas y sociales y la postergación de la
lucha por alcanzar el poder.

17
Roque Dalton, ¿Revolución en la Revolución? y la crítica de derecha, Cuadernos Casa 9, La Habana,
1970.

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