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Baza, 2007
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Sería tanto como hacer realidad el sueño
de quien despierta estremeciéndose al sentir
un Paso cadencioso que no cesa,
portando un Manto laborioso,
bordado en hilos de oro y fina tela.
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PRIMER PREGÓN DE LA HERMANDAD DE LA SANTA CRUZ
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de aquellos jóvenes, que plenos de audaz
entusiasmo y de fervoroso celo, habían
acometido la gallarda empresa de improvisar
en muy poco tiempo y con medios sumamente
precarios la fundación y puesta en marcha de
la Hermandad de la Santa Cruz.
A las diez de la noche cuando sonaban
las campanas del reloj de nuestra Colegiata, se
abrían como por encanto las puertas del templo
y en medio de un instantáneo silencio aparecía
a la vista de todos, una gran Cruz de madera
con remates de metal plateados, colgando
sobre la misma una mantilla a modo de
sudario; enmarcada en blancas líneas de
callados penitentes, que con el mayor orden
iban desfilando y precediendo a un gran grupo
de muchachas que lucían vestido y mantilla
negra. ¡IMPRESIONANTE EJEMPLO DE
MANIFESTACIÓN DE FE!.
Dos años después, en 1955, la Cruz ya
no volvería a estar sola en el trono, como en el
calvario después de desprender del madero el
cuerpo del Redentor, junto a la Cruz, estará
María la Madre Virgen Dolorosa, que lloró
entonces por su hijo sacrificado y ahora y
siempre llora y pide por los que Aquel, redimió
con su Santísima sangre y en especial por los
hijos de adopción, que durante la procesión de
la Hermandad, la rodean, la custodian y la
consuelan.
A partir de entonces la Hermandad tuvo
tiempos de gran apogeo, de participación y de
devoción, también pasó por los más diversos
avatares, hasta el punto de dejar de efectuar
su estación penitencial durante los años 1965
hasta 1974, debido a la decadencia en general
de las cofradías y a mi entender a la norma que
figuraba en sus estatutos originales, que
obligaba a los hermanos que contraían
matrimonio a dejar de pertenecer a la misma.
Posteriormente esta norma quedaría anulada y
sería recordada como anécdota.
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Durante los años de ausencia en el
Martes Santo se celebraba un Vía Crucis por las
calles con el Stmo. Cristo de los Méndez. En
esa etapa fue cuando yo me encontraba
ejerciendo como monaguillo en la Iglesia Mayor
en la que permanecí algunos años más.
Recuerdo que una tarde en la sacristía,
buscando en un armario unos manteles para el
altar mayor, salió una bolsa cuyo contenido era
una túnica blanca, un capirote blanco y un fajín
negro, pregunté lo que era y me dijeron que era
un traje de penitente de la Santa Cruz, una
procesión -me explicaron – que hacía unos
años no salía y que la Virgen era la imagen tan
bonita que se encontraba en la Capilla del
Cristo de los Méndez.
Nunca podría imaginar que aquella túnica
que encontré ocasionalmente, cambiaría el
rumbo de mi vida, salí a la Iglesia , miré a la
Virgen, cogí la bolsa y me la llevé a mi casa y le
dije a mi madre que me la arreglara que quería
vestirme de penitente de la Santa Cruz. La
contestación fue que la procesión no salía
hacía años, pero que era muy bonita porque
salían muchas mantillas, además que la túnica
era muy grande; no obstante, me la arregló
porque sabía que estaba dispuesto a
ponérmela aunque fuera con otra cofradía.
Cual fue mi sorpresa cuando unos días
después se presentaron en la iglesia un grupo
de amigos: Antonio Vidal, Juan Pinteño, Paco
Almela, Ana Rodríguez entre otros para
proponerle al párroco (D. Faustino) la
posibilidad de volver a organizar la procesión
de la Santa Cruz. Era el año 1974, tenía doce
años y faltaban pocos días para comenzar la
Semana Santa. Se sacó el trono casi
destrozado por la manera donde estaba
guardado durante tantos años; se empezó a
trabajar para arreglarlo improvisando faldillas,
instalación de luces, etc... Se contactó con el
último Hermano Mayor que residía en Almería,
Félix Moreno, para consultarle sobre enseres,
manto, corona, estandarte.…
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Se consiguió gran parte de los mismos,
así como varias túnicas que las tenía él
guardadas para cuando llegara el momento de
reanudar el funcionamiento de la Hermandad.
La procesión no dio tiempo a sacarla a tiempo
para el Martes Santo, pero se decidió sacarla el
Sábado Santo a las 5 de la tarde desfilando
penitentes de todas las cofradías, así como
mujeres de mantilla. Fue muy seguida y
admirada.
Confieso, que la ilusión que me hizo ver a
la Virgen vestida y adornada junto con la Cruz,
fue uno de los momentos más grandes de mi
vida. A partir de entonces, siempre he estado
ligado a ella.
Al año siguiente y hasta la fecha el desfile
vuelve a ser ocupado su día habitual el Martes
Santo.
Poco tiempo pasó para que yo tuviera
que ocupar cargos directivos, creo que en
algunos años tuve que ocuparlos todos:
Hermano Mayor, Tesorero, Secretario, vestir a
la Virgen de todo en uno.
Pero siempre con la misma ilusión y
trabajo. Los primeros años, la misión principal
era captar nuevos hermanos y conseguir que
los antiguos volvieran a incorporarse; poco a
poco se conseguiría. Empezamos organizando
reuniones en los fríos salones de la Sacristía y
sinceramente dieron resultados.
Se iban incorporando amigos, familiares,
compañeros de escuela y trabajo y llegó la
incorporación a la actividad, de Hermanos
antiguos, tales como Manolo Acosta, Mª
Carmen Gómez Lamadrid, Serafín Rodríguez,
Jaime Gómez, Juan Antonio Castillo, etc…que
volverían de nuevo, la mayoría de ellos a
ocupar cargos directivos, especialmente Juan
Antonio Castillo que sería el gran impulsor
durante más de una década.
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Dos hermanos de la Cofradía, Rafael
López y Manolo Acosta, realizaron íntegramente
elaboración de la Corona de la Virgen. Se
realizaron túnicas con la incorporación de la
Capa Azul Celeste, se restauraron enseres, se
adquirieron nuevos... todo ello con un gran
esfuerzo por parte de todos.
Para sacar fondos se comenzaron a
celebrar fiestas para estudiantes, películas de
cine, venta de loterías, que después de algún
que otro “sustillo” aún quedaba algunas sin
vender, ¡menos mal que había quien lo
solucionaba!. También se empezaron a celebrar
las primeras cenas de Hermandad, en el
Restaurante “Olimpia”, recuerdo con simpatía a
Manolo y Matilde, que siempre estaban
dispuestos a todo lo que necesitábamos, sobre
todo, los Martes Santos, bocadillos de las
bandas, cafés para esperar la procesión e
incluso un anillo para que lo luciera la Virgen.
También allí celebrábamos la tertulia cofrade
de aquellos años 80.
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Cayetano, y así un largo etc...de
anécdotas y recuerdos.
A parte de lo recordado, merece mención
especial, una de las más importantes
decisiones tomadas en ese tiempo fue unirnos
a una Institución benéfica de inquietudes
similares y con gran envergadura internacional,
me refiero a la Cruz Roja Española, a través de
su juventud. Considerábamos que por sus
principios y finalidad, teníamos mucho en
común y así se decidió nombrar Hermano
Mayor Honorífico a la Cruz Roja de la Juventud;
los cuales aceptaron en el año 1982; desde
entonces acompañan y escoltan a nuestra
sagrada imagen.
Sin duda alguna el mayor hito de nuestra
agrupación, así como de nuestra Semana
Santa, fue la incorporación de la figura del
costalero, una llamada para la juventud. Así
que un buen día se me acercó Antonio Jiménez
que quería formar una cuadrilla de costaleros,
aún sin saber lo que quería decirme acepté, se
lo comenté a diversos hermanos y así
empezamos a ensayar junto con otros que se
iban incorporando del resto de cofradías.
Empezamos a ensayar en sitios distintos:
Cine Dengra, Calle Serrano, etc… consiguiendo
formar la primera cuadrilla de costaleros en
Baza para sacar a Nuestra Señora de la
Esperanza y al año siguiente el paso de la
Santa Cruz. Durante años, nuestro paso ha sido
dirigido por un mismo capataz, Antonio Jiménez
que particularmente, reconozco es el mejor
maestro de capataces, no sólo de Baza sino
también de otras ciudades donde me consta,
es muy valorado, así como gran impulsor de
nuestra Semana Grande.
El primer año que sacamos el paso de
Ntra. Sra. de la Esperanza a hombros, coincidía
que era el último que nosotros lo sacábamos a
ruedas; resultó ser nefasto para nosotros, al
poco de efectuar la salida se nos rompió el eje
de la rueda delantera lo que nos obligaba a
volvernos al templo. Al parecer la Virgen ya no
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deseaba seguir desfilando en ruedas y
tampoco nadie quería dejar de procesionar
nuestra imagen; así que un gran número de
devotos que presenciaban el desfile decidieron
llevar el trono en peso y hacer el recorrido
íntegro de la procesión.
Al final lo consiguieron, era el año 1981.
Al año siguiente tras un gran esfuerzo
económico y de trabajo se consiguieron para el
paso, parihuelas nuevas adaptándoles las
tallas y arbotantes del antiguo trono, así como
instalamos una candelería nueva con
iluminación de cera; se vistió por primera vez a
la Virgen con el atuendo -que actualmente luce-
adaptándolo a las costumbres que se estaban
implantando.
¡Por fin! llegó aquel Martes Santo de
1982, todo salió a la perfección, lo más bonito
fue el regreso a la Iglesia cuando la Virgen
entraba a la Plaza Mayor luciendo toda la
candelería encendida. ¡De repente!, se
apagaron todas las luces y no volverían a
encenderse hasta que la Virgen no entró, fue
un apagón fortuito nada intencionado; al
parecer ella nos quiso premiar con aquellos
momentos emocionantes, quizá por el esfuerzo
realizado.
Unos meses después, la alegría y
satisfacción de aquella noche mágica, se vería
truncada. Un gran amigo, una gran persona y
un gran cofrade, con el que tantos ratos
buenos habíamos pasado y tanto había hecho
por nuestra Hermandad, nos dejaba; quizás
para reunirse con ella.
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más devotos, consiguiendo el objetivo
principal…una gran Familia Cofrade.
No dejó de haber también contratiempos,
pero al final acaban por perderse… Se han
conseguido logros importantes, desde aquel
primer desfile con costaleros, entre ellos el
nuevo manto procesional bordado durante
largos años, por nuestra Camarera Mayor Mª
Carmen, ¡cuánto trabajo, cuanto esfuerzo,
cuantas noches sin dormir, cuanto se le habrá
perjudicado la vista, pero ahí está…una joya de
nuestra Semana Santa, realizada con cariño y
devoción!. También ha sido muy importante
conseguir una cuadrilla propia de costaleros
con la incorporación de la mujer,
verdaderamente necesaria en todos los
momentos por su trabajo, eficacia y
responsabilidad.
Nuestro capataz, Javier, ha sabido
conseguir un estilo propio en el manejo del
llamador, paso lento, suave acompasado sin
grandes movimientos extraños, con los cuales,
nos identificamos.
¡Ánimo Javi, al cielo con ella!.
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Me gustaría agradecer a todas las
Hermandades de Baza, la ayuda siempre
prestada ante cualquier circunstancia y
felicitarles, por mantener viva en nosotros, la
tradición que nos recuerda cada año la Vida,
Muerte y Resurrección.
Os agradezco a los presentes el haber
escuchado atentamente a este sencillo y
humilde pregonero que ha pretendido hablar
más con el corazón que con la palabra,
reviviendo muchos de los recuerdos que
llevaba guardados y que se iniciaron en aquella
tarde que el destino puso en mis manos
aquella túnica blanca que la Virgen quiso que
fuera para mí.
A mi familia, mi mujer, mi hija con cariño,
por permitirme restarle gran parte de mi tiempo
libre, en beneficio de mi sentimiento cofrade y
dedicación a la Virgen de la Santa Cruz.
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