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En literatura la Edad Media se extiende desde los primeros textos artísticos conocidos
(jarchas mozárabes, del siglo XI; Cantar del Cid, siglo XII) hasta finales del sigo XV. La
últia obra importante de esta edad de cuatro siglos es La Celestina de Fernando de Rojas.
Las jarchas
Son los más antiguos textos litrarios. Son canciones líricas en lengua mozárabe que es la
lengua hablada por los cristianos que vivían en la zona ocupada por los árabes. Se han
conservado porque algunos poetas hebreos por su belleza, las insertaron en su propios
poemas, dejándolas en su lengua original.
Los cantares de gesta Gesta significa “ cosas realizadas, hazañas”. Los cantares de gesta
narraban, en versos cantados, las hazañas de grandes héroes. Empezaron a componerse en
Francia antes que en España. El principal de los cantares franceses de gestas ed la
Chanson de Roland del siglo XI; el más importante de los españoles, el Poema del Cid, e
compuso en el siglo XII. La Chanson de Roland, se inspira a hechos ocurridos tres siglos
antes, alternando la realidad histórica y magnificándola. A diferenca de la épica francesa-
cuya influencia en la española es patente- la épica española manifiesta un realismo, una
historicidad mayores.
Poema o Cantar de Mio Cid Es el más antiguo de los cantares de gesta conservados y es
el único que nos ha llegado con un texto casi completo. No se sabe quien fue su autor.
Probablemente fue escrito por dos poetas. Uno debió de escribir poco después de la
muerte del Cid y a él se deben las partes más realistas de la bra. El segundo debió de
escribir algunos años más tarde, lo refundió y añadió rasgos más novelescos. El personaje
cuyas hazañas exalta el cantar fue Rodrigo Díaz de Vivar, caballero castellano conocido
como el Cid Campeador.
El Cid
El Cid fue un héroe castellano que luchó contra los árabes. Los moros lo llamaban sidi, o
“ señor “ en árabe, que se transformó en Cid en español. En 1094 el Cid conquistó a los
moros la ciudad de Valencia y la gobernó hasta su muerte.
René Descartes
René Descartes fue un filósofo, matemático y físico francés, considerado como el padre
de la filosofía moderna, así como uno de los nombres más destacados de la revolución
científica. Formuló el célebre cogito ergo sum, elemento esencial del racionalismo
occidental. En física está considerado como el creador del mecanicismo, y en
matemáticas, de la geometría analítica. No obstante parte de sus teorías han sido rebatidas
- teoría del animal-máquina - o incluso abandonadas - teoría de los vórtices. Su
pensamiento pudo aproximarse a la pintura de Poussin[3] por su estilo claro y ordenado.
La educación en la Flèche le proporcionó, durante los cinco primeros años, una sólida
introducción a la cultura clásica, habiendo aprendido latín y griego en la lectura de
autores como Cicerón, Horacio y Virgilio, por un lado, y Homero, Píndaro y Platón, por
el otro. El resto de la enseñanza estaba basada principalmente en textos filosóficos de
Aristóteles (Organon, Metafísica, Ética a Nicómaco), acompañados por comentarios de
jesuitas (Suárez, Fonseca, Toledo, quizá Vitoria) y otros autores españoles (Cayetano).
Conviene destacar que Aristóteles era entonces el autor de referencia para el estudio,
tanto de la física, como de la biología. El plan de estudios incluía también una
introducción a las matemáticas (Clavius), tanto puras como aplicadas: astronomía,
música, arquitectura. Siguiendo una extendida práctica medieval y clásica, en esta escuela
los estudiantes se ejercitaban constantemente en la discusión (Cfr. Gaukroger, quien toma
en cuenta la Ratio studiorum: el plan de estudios que aplicaban las instituciones
jesuíticas).
La física de Descartes: una interpretación mecanicista de la naturaleza
Descartes deduce su física a partir de las ideas, que concibe claras y distintas, de
extensión, movimiento y figura. Según el mecanismo que defiende el filósofo, Dios creó
la materia inerte y le dio movimiento; esta materia tiene una extensión geométrica y se
divide en átomos materiales que al chocar entre sí y combinarse dan lugar a diversos
cuerpos. Los cuerpos, por tanto, contienen el movimiento de la materia original y se rigen
por él. De esta manera, el movimiento que es puesto por Dios en la naturaleza, en una
cantidad determinada, se conserva siempre constante según las leyes del movimiento que
lo rigen.