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ORACIÓN, AYUNO Y LIMOSNA

¿Para qué?
Vivimos en un mundo de grandes cambios. Continuamente aparecen cosas nuevas,
los cambios son muy rápidos. A nuestro alrededor podemos experimentar muchos
novedades.
Y en nuestro interior, ¿vivimos el cambio? Por dentro también tenemos necesidad
de cambiar. Cambiamos porque somos seres insatisfechos y por eso inquietos,
buscamos siempre algo más. Pero, ¿cuál es el cambio más urgente? ¿El que más
necesitamos cada uno de nosotros?

En nuestra vida cotidiana los acontecimientos humanos nos llevan al cambio. Por
ejemplo: la boda de un hijo. Preparamos la casa, la pintamos, la arreglamos de
manera especial. Ese día nos vestimos de manera distinta a otras veces, con más
elegancia y esmero. Cambiamos para un acontecimiento importante buscando todo
lo mejor.

El acontecimiento más importante de los cristianos es la PASCUA, donde


celebramos la muerte y resurrección de Cristo. Pascua significa el paso del Señor
por nuestras vidas. Si nos tomamos verdaderamente en serio nuestra fe, tenemos
que prepararnos para vivir este momento. Tiene que haber un movimiento
necesario en nosotros, un cambio que anuncie que algo grande se acerca. Pero,
¿cómo podemos prepararnos para vivir este momento? Para vivir este cambio será
necesario:

1. Entrar en la raíz, en lo secreto, en lo más profundo de mi persona, para


conocer mi verdad, para dar nombre a mi mal y ver qué tengo que cambiar.
Quizás tengo que hablar a mi vecino esta cuaresma al que llevo años sin
hablarle; o tal vez, tengo que personar a mi hermano; o una enfermedad en la
familia que no acepto y me está haciendo perder la fe; probablemente tengo
que ejercitar más la paciencia con mis hijos; o a lo mejor ser más sincera y
atreverme a decir la verdad aunque no me entiendan. Cada uno sabrá qué hay
en nuestro corazón que nos está haciendo daño.

2. Hablar con el corazón al Señor: gemir y gritar. Hay una epifanía


escondida en todo dolor humano. Viéndonos en el horror más grande también
podemos encontrarle a Él. Tenemos que aprender a contar al Señor nuestros
sufrimientos con lágrimas en los ojos, con gemidos. Tenemos que abrirnos a Él
manifestando nuestro sentimiento de estar en el propio mal.

3. Quedarnos desnudos ante la Gracia que pueda venir. Dejar que el Señor
pase y que toque nuestra vida.

4. Acercarnos a Dios con esperanza. Creer que para Dios todo es posible:
“nada es imposible para Dios”. Dios es salud, salvación, sanación.
Seguramente en nuestro corazón seguirá resonando la pregunta: ¿Qué tenemos
que cambiar? La Iglesia propone unos medios (oración, ayuno y limosna) que nos
ayudan a vivir esto si entendemos el sentido. La oración, el ayuno y la limosna son
caminos de orientación de la vida del hombre hacia Dios. Actualmente vivimos un
tiempo donde no se dan mucha importancia, los cristianos vivimos un bajo
compromiso, cierta superficialidad que ratifica nuestra medianía, estamos en el
tiempo del cristianismo acomodado. Por todo ello la clave de estas prácticas no está
en el cumplimiento (cumplo+miento) sino en la autenticidad.

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