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El origen del hombre americano

Desde Asia, a través del estrecho de Behring, pasaron a América los primeros
inmigrantes hace aproximadamente cuarenta mil años. Esta hipótesis, ampliamente
difundida y aceptada, afirma que esta ruta septentrional fue utilizada tanto por hombres
como por animales, que se trasladaron desde la estepas siberianas hacia Alaska, en
sucesivas oleadas.
El actual estrecho de Behring lo forman las aguas que cubren la plataforma continental
que une a la península siberiana de Chukotsky con la península de Seward en Alaska.
Esta plataforma, hoy sumergida, de una profundidad media de sólo 37 metros, constituyó
una gran masa de tierra continua entre ambos continentes. Un testimonio se observa hoy en
las Islas Diomedes, ubicadas en la mitad del estrecho, formando un verdadero puente. El
estrecho de Behring, además, permanecía y permanece buena parte del año congelado y
sólido, pudiendo por tanto cruzarse caminando de un continente a otro. Inclusive hasta la
época actual pueden advertirse las semejanzas entre los Samoyedos de Siberia y los
actuales habitantes de Alaska, el Norte de Canadá y Groenlandia.
Recordemos la identidad lingüística aún evidente entre los pueblos esquimales esparcidos
alrededor del Artico en la América del Norte, todos descendientes de las últimas
migraciones asiáticas. Hace 40 mil años los primitivos emigrantes se desplazaron desde
Alaska hacia el Sur, bordeando los Montes Rocallosos, en busca de climas más propicios.
Poblaron las llanuras centrales y las costas de California y Oregón en Norteamérica y
Sudamérica posteriormente. Hay indicios de la presencia de indígenas en Santa Rosa,
California, hace aproximadamente 30 mil años, y no existen dudas sobre la antigüedad de
grupos humanos que se establecieron en México y Perú entre 20 y 25 mil años atrás.
Debido a la circunstancia de que los inmigrantes que atravesaron el estrecho de Behring lo
hicieron cuando aún no se habían desarrollado las grandes civilizaciones asiáticas,
solamente trajeron con ellos los avances culturales y las técnicas del Neolítico. En
consecuencia no conocieron el arado, la rueda, el cultivo del trigo ni la construcción del
arco arquitectónico. Sin embargo, en las decenas de miles de años que transcurrieron entre
la ocupación por los asiáticos del continente americano y la llegada de los europeos, se
diferenciaron los lenguajes indígenas y asimismo evolucionaron en forma distinta con
avanzadas técnicas y otras manifestaciones culturales.
Debido al hecho de que los estímulos del medio ambiente geográfico fueron distintos,
dadas las diferentes altitudes y latitudes, los grupos humanos amerindios alcanzaron
distintos grados o niveles de desarrollo. Las diferentes condiciones actuaron sobre cada uno
de estos grupos, ya sea obstaculizando o facilitando sus respuestas ante el medio ambiente.
Algunos de ellos se mantuvieron en un nivel muy primario, especialmente aquellos que se
localizaron en los extremos del continente, debiendo luchar contra una naturaleza hostil.
Otros, en cambio, alcanzaron importantes logros, domesticando animales, cultivando
maíz, levantando construcciones de piedra, modelando cerámica y estableciendo
avanzados sistemas de convivencia social. Ejemplos de atrasadas culturas primitivas,
fueron encontrados por los europeos entre los aborígenes australes. Por otra parte,
civilizaciones avanzadas, en comparación a las anteriores e incluso a la europea en variados
aspectos, fueron las del pueblo Maya en Yucatán y América Central, la Azteca en
México y el Incanato en Sudamérica. Este último imperio, el Tahuantinsuyo o de los
cuatro reinos, comprendió la superficie más extensa de todas, abarcando desde el Sur de
Colombia hasta Chile Central (río Maule), Cuyo y Tucumán en Argentina, incluyendo
a Ecuador, Perú y Bolivia Andina.
Respecto a las tesis de otras corrientes migratorias que habrían poblado el continente
americano a través del Océano Pacífico, ésta constituye una realidad que debe continuar
investigándose. La existencia de un número importante de similitudes en los cultivos,
costumbres, expresiones del lenguaje y otros rasgos culturales entre los pueblos
melanésico-polinésicos y los aborígenes americanos han llevado al convencimiento de la
existencia de contactos, inclusive desde la Prehistoria. Sin embargo, no se han encontrado
aún pruebas definitivas, subsistiendo especialmente dudas acerca de la dirección o sentido
inicial de estos contactos: si llegaron desde la Polinesia hacia Sudamérica o viceversa.
Al respecto el etnólogo noruego Thor Heyerdalh, a fin de demostrar una de estas
posibilidades de contactos entre la Polinesia y América, utilizando las corrientes
oceánicas, preparó y dirigió una expedición. En la balsa"Kon-Tiki", Heyerdalh y otros
cuatro investigadores noruegos efectuaron en 1947 la travesía entre el Perú y el
archipiélago de Tuamotú en la Polinesia. La "Kon-Tiki" llevada por la corriente de
Humboldt, la cual se inclina hacia el Oeste frente al Norte del Perú, inició la travesía en el
puerto de El Callao el 28 de abril de 1947, logrando llegar al atolón de Raroia, en
Tuamotú, el 31 de julio de 1947. Diez años después, la balsa Tahiti-Nui, navegó en
sentido contrario el investigador francés Eric de Bisschop, uniendo la Polinesia con las
costas chilenas. De Bisschop demostró asimismo que era posible la inmigración polinésica
desde Oceanía hasta América, atravesando el gran Océano. Los malayo-polinésicos,
eximios navegantes, recorrían hasta siete mil kilómetros sin escalar, cubriendo desde Nueva
Zelanda, posiblemente su tierra natal, hasta las Islas Hawaii por el Norte, y desde Taiwán,
frente a China, hasta la Isla de Pascua por el Pacífico Sureste.
Por otra parte, existe la tesis del antropólogo portugués Mendes Correia, quien sostuvo
otra vía de inmigración hacia América desde Australia y Nueva Zelanda a través de las
Costas antárticas del Pacífico y la península de la tierra de O'Higgins. Esta corriente
migratoria, realizada cuando existían mejores condiciones, habría poblado la Tierra del
Fuego y los canales australes. Sin embargo, esta tesis pareciera tener antecedentes poco
convincentes y fundamentos débiles.
En consecuencia, respecto a la procedencia de los primeros pobladores del continente
americano, ofrece pruebas más sólidas la tesis tradicional del origen asiático utilizando
el "puente" terrestre-helado del Estrecho de Behiring, entre 40 y 45 mil años atrás.
Igualmente, la transmisión de rasgos culturales a través de navegantes que atravesaron
el Pacífico Norte Central, estableciendo contactos entre la Polinesia y América,
constituye otra tesis digna de consideración, aun cuando debe ratificarse con nuevas
evidencias; por otra parte, antiguas teorías de inspiración bíblica se defendieron hasta el
siglo pasado. Asimismo, en las últimas décadas del siglo actual presumibles poblamientos y
descubrimientos hebreo, vikingo, fenicio, vasco e hindú han constituido teorías que cada
cierto tiempo se sostienen.

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