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Perturbaciones en redes eléctricas

Resumen:
En este artículo se describen los distintos tipos de perturbaciones que pueden aparecer en las
redes eléctricas actuales, por acción de los diferentes componentes intervinientes en la
generación, transmisión, distribución y consumo de la energía eléctrica.
Desarrollo:
Podemos decir que básicamente las redes electricas están sometidas a los siguientes tipos de
perturbaciones:
1 - Perturbaciones internas temporales de duración prolongada
2 - Perturbaciones internas de maniobra
3 - Perturbaciones externas o atmosféricas
1 - Perturbaciones internas temporales de duración prolongada
Estas perturbaciones generalmente se presentan en forma de oscilaciones de frecuencia
próxima a la de servicio y están moderadamente amortiguadas. El valor de las sobretensiones
temporales asociadas no suele superar 1,5 veces la tensión de servicio.
Pueden originarse por fallas a tierra, instalaciones de hornos de arco, desconexión de cargas
importantes o de líneas muy capacitivas en vacío que provoquen la autoexcitacion de un
generador, resonancias o ferrorresonancias en circuitos no lineales.
Al respecto, recordemos que se llama ferrorresonancia al fenómeno que implica un cambio de
signo del angulo de defasaje entre las armónicas fundamentales de la tensión y de la corriente,
que se produce al variar la tensión o la corriente de la fuente de alimentación en presencia de
elementos no lineales.
Asimismo, los hornos de arco tienen una forma de trabajo que da lugar a importantes
perturbaciones en las redes. El arco eléctrico que se forma entre los electrodos y el baño es
muy inestable, dando lugar a fuertes variaciones en la corriente de línea, que originan
fluctuaciones de potencia reactiva en la red y consecuentemente habrá variaciones de la
tensión que dan lugar al centelleo de las lámparas de las instalaciones cercanas e interferencias
de alta frecuencia.
Un hecho que debe resaltarse es que los niveles de distorsión poliarmónica presentes en las
redes de distribución han aumentado en los últimos años, por el incremento en el uso de
equipos de conversion estática a tiristores, arrancadores y variadores de velocidad para
motores, rectificadores, sistemas de alimentación ininterrumpida, etcétera; además del
aumento en la utilización de lámparas de descarga en gases, reactores con núcleo saturable y
diversos equipos de características no lineales.
Estas armónicas pueden ocasionar una perturbación inaceptable sobre la red de distribución de
energía eléctrica, y causar el recalentamiento de motores, cables y transformadores, el disparo
de los interruptores automáticos, el sobrecalentamiento (y posible explosión) de capacitores, y
también el mal funcionamiento de distintos equipos como computadoras, sistemas de
comunicaciones, máquinas de control numérico y equipos de control, protección y medición en
general.
Para mantener la calidad de la tensión y la corriente de red dentro de un nivel aceptable para
el  
mercado eléctrico moderno, las reglamentaciones vigentes exijen trabajar con armónicas que
no superen ciertos valores límites establecidos (por ejemplo, IEEE 519, Tabla 1 y Tabla 2 -
Resoluciones 465/96 y 99/97 del ENRE).
Cuando un equipo de compensación de potencia reactiva se instala en redes en las que parte
de la carga esta constituida por equipos que son generadores de armónicas, se pueden formar
lazos resonantes en varias regiones de la línea que, generando tensiones y corrientes
armónicas, pueden dañar tanto a los capacitores como a la instalación eléctrica.
Si el sistema alimenta una carga alineal, surgirán corrientes armónicas de frecuencias múltiplos
de la frecuencia fundamental del sistema. La presencia de corrientes armónicas junto con las
posibilidades de resonancia del sistema, puede originar valores apreciables de tensiones
armónicas superpuestas a la tensión fundamental del sistema, resultando una tensión en barras
totalmente distorsionada.
En particular, un banco de capacitores de compensación de potencia reactiva en una instalación
con equipos productores de armónicas, puede contribuir a producir una amplificación
importante de los armónicos existentes. Al respecto hay que considerar que un capacitor
presenta un camino de baja impedancia para las corrientes de las armónicas superiores. Por su
parte, los capacitores de corrección del factor de potencia forman un circuito paralelo con la
inductancia de la red de distribución y con la del transformador. Así las corrientes armónicas
generadas por los elementos alineales se dividen entre las dos ramas de este circuito paralelo,
dependiendo de la impedancia presentada por el circuito para cada armónico.  
De esta manera, la corriente eficaz que pasa a través del capacitor y por la red de distribución
puede ser mucho mayor que la generada por el equipo alineal, si la frecuencia de una armónica
característica de la carga alineal con amplitud importante coincide, o está próxima, con la
frecuencia de resonancia del circuito paralelo.
Como la impedancia del sistema es función de su configuración, es indispensable que se analice
también el comportamiento de las distintas barras del sistema en las diversas situaciones
posibles de operación (por ejemplo con o sin la presencia de un determinado banco de
capacitores, etcétera).
Además de la resonancia paralelo, que es la más habitual, en la práctica también se encuentran
situaciones de resonancia serie o combinaciones de ambas.
En redes muy contaminadas, es común encontrar que también está deformada la tensión de
alimentación del transformador de distribución en cuyo secundario deseamos instalar un equipo
corrector del factor de potencia.
En este caso, se considera que en el primario de dicho transformador existe una fuente de
tensiones armónicas y, desde su punto de vista, el transformador aparece conectado en serie
con el banco de capacitores, constituyendo dicha combinación un circuito resonante serie.
Por otro lado, un caso especial de perturbaciones temporales es el de las redes con neutro
aislado y que pueden funcionar durante cierto tiempo con una fase puesta a tierra
accidentalmente, quedando así aplicada una sobretensión hasta que se normalice la falla.
2 - Perturbaciones internas de maniobra
Estas perturbaciones son de breve duración y están fuertemente amortiguadas. Principalmente
se originan por acción de la maniobra de interruptores y pueden simularse, con respecto a los
efectos que producen en los aislamientos, con impulsos de maniobra normalizados 250/2500
microsegundos.
Las maniobras de conexión, desconexión y reenganche de líneas en vacío, el corte de pequeñas
corrientes inductivas o de magnetización de transformadores en vacío, la eliminación de fallas y
el corte de corrientes capacitivas de bancos de condensadores, la apertura de los interruptores
de vacío (que por no tener arco no cortan a corriente nula, provocando sobretensiones en las
inductancias), la no simultaneidad en la extinción de los arcos de los distintos polos de un
interruptor, son casos típicos que pueden producir sobretensiones de maniobra.
Al respecto, cabe destacar que todo proceso de conmutación, ya sea una conexión o una
desconexión, trae aparejado un complejo proceso energético transitorio, en el que intervienen
los arcos voltaicos que aparecen en los contactos y las inductancias y capacidades del circuito
involucrado.
La forma y el valor máximo de las sobretensiones dependen de un considerable número de
factores, algunos de ellos de carácter aleatorio. Esta enorme variedad de casos posibles origina
asimismo una  gran variedad de formas de onda y valores de cresta posibles, que ha dificultado
utilizar la forma de las sobretensiones como un factor a tener en cuenta en la coordinación del
aislamiento, limitándose sólo a considerar los valores de cresta como factores determinantes de
la capacidad de un aislamiento para soportar una sobretensión dada.
Para un tipo de maniobra determinado, las sobretensiones que se obtienen en maniobras
sucesivas son diferentes, pues el instante de cierre de un interruptor, de la aparición de una
falla, etcétera, son parámetros que presentan un carácter aleatorio. Además, la cantidad de
maniobras es una variable estadística.
Esto da lugar a que pueda definirse una probabilidad de aparición de una sobretensión dada. La
experiencia muestra que para una instalación dada y para un daterminado punto de la red, las
curvas de probabilidad se asemejan mucho a una distribución normal o de Gauss, salvo para
valores muy pequeños o muy grandes de la sobretensión.
Admitiendo este carácter normal de las distribuciones de sobretensiones, se pueden definir
éstas mediante dos únicos parámetros: su valor medio y su desviación estándar. En el caso de
las sobretensiones de maniobra, la desviación estándar suele estar entre  el 10 y el 20 % del
valor medio.
El valor relativo de las sobretensiones de maniobra con respecto a las sobretensiones
atmosféricas producidas por los rayos crece a medida que la tensión de servicio de las líneas es
mayor.
Esto unido al hecho de que los aislamientos soportan una menor tensión con sobretensiones de
maniobra que con sobretensiones atmosféricas, hace que las primeras jueguen un papel muy
importante en el diseño de las líneas de tensiones superiores a los 220 kV.
3 - Perturbaciones externas o atmosféricas
Estas perturbaciones son de una duración aún mas pequeña que las de maniobra y muy
fuertemente amortiguadas. Se producen generalmente por la caída de un rayo sobre las líneas.
También en este caso, el carácter aleatorio de ciertos parámetros, como la intensidad del rayo,
el punto de caída, etcétera; determinan que dichas sobretensiones no puedan definirse
mediante un valor concreto para una instalación dada, sino como una distribución de
probabilidad de alcanzar una serie de valores.
En primera aproximación, suele considararse también dicha distribución como normal. Su
desviación estándar suele valer del orden del 40 al 60 % del valor medio.
Se ha determinado que según sea la polaridad del centro de carga de la nube, así resulta la
polaridad del rayo. Entre el 80 y el 90 % de los rayos son negativos. Mientras que los rayos
negativos estan  
formados generalmente por varias descargas, los rayos positivos suelen constar de una sola
descarga.
Si la descarga avanza de la nube a la tierra se tiene un rayo descendente y cuando va en
sentido contrario se produce un rayo ascendente. En terreno llano la mayoría de los rayos son
descendentes, pero en terreno montañoso pueden producirse rayos ascendentes.
Se considera que la intensidad media durante cada descarga principal llega hasta 20.000 /
50.000 A, lo que origina en su recorrido una estrecha columna de aire sobrecalentada a unos
25.000° C. No obstante, la carga eléctrica real transferida desde la nube a tierra es pequeña,
pues dura solamente una fracción de segundo. En total se libera una carga de unos 20
Coulombs y la energía promedio de la descarga es de alrededor de 50 kWh.
Cabe acotar que las distintas normas establecen ondas de choque típicas para simular la acción
de la caida de rayos sobre las líneas de transmisión de la energía eléctrica.
Así la norma IRAM correspondiente prescribe una onda de corriente en la que el tiempo de
crecimiento es de 8 microsegundos, mientras que el lapso hasta que se reduce al 50 % del
valor máximo dura 20 microsegundos (onda 8/20). En otros casos para ondas de tensión, se
adoptan los valores 1,2 y 50 respectivamente.
En el caso de impacto del rayo sobre una línea, el rayo puede caer sobre un conductor de fase,
y entonces cebarse un arco entre el conductor y un apoyo; o bien puede caer sobre un apoyo o
un hilo de guarda, en cuyo caso, según el valor de la resistencia de tierra respectiva y las
características geométricas de éstos y de los conductores, se puede producir un arco en el
sentido inverso al del caso anterior.
Si el rayo cae sobre un conductor de fase, bien por una falta de apantallamiendo de los hilos de
guarda de la línea o bien porque estos hilos no existen, se originan dos ondas de corriente que
parten en direcciones opuestas y de valor igual a la mitad de la intensidad del rayo, dando lugar
a dos ondas de tensión cuyo valor depende de la impedancia involucrada. Si dicho valor supera
a la tensión de cebado del aislamiento conductor de fase-apoyo de la línea, se producirá una
falla en los dos apoyos más próximos al punto de caída del rayo, dando lugar a dos ondas
cortadas que viajarán a lo largo de la línea hasta las subestaciones terminales.  Si esta tensión
no es superior a la de cebado, no se producirá  falla del aislamiento de la línea. Se observa que,
en todo caso, las ondas de tensión que llegan a una subestación están limitadas por el nivel de
aislamiento de la línea de la que proceden.
    
Dado el nivel de aislamiento de una línea, se observa que sólo se produce falla de la misma si la
intensidad del rayo que cae sobre un conductor supera cierto valor crítico. En la práctica, la
mayor parte de los rayos que caen sobre un conductor de fase dan lugar a una falla de
aislamiento. Por esa razón, debe evitarse la caída directa de un rayo sobre los conductores de
fase mediante una correcta instalación de los hilos de guarda.
Los hilos de guarda se colocan por encima de los conductores de fase y están unidos a tierra en
los apoyos de la línea. De esta manera se reduce el riesgo de caída directa del rayo sobre los
conductores.
Si el rayo cae sobre un apoyo, la corriente que circula por la estructura metálica de apoyo y a
través de su toma de tierra da lugar a la aparición de una tensión importante entre la
estructura y los conductores de fase.  Esta tensión depende de la intensidad del rayo y de la
impedancia que presenta el conjunto apoyo-hilos de guarda-toma de tierra para la onda de
frente escarpado correspondiente. Si   esta tensión supera el valor de la tensión de cebado de
aislamiento conductor-apoyo, se produce una falla de aislamiento correspondiente, que se
denomina cebado inverso.
        
En los apoyos de las líneas de alta tensión no es fácil obtener valores de impedancia de la toma
de  
tierra del apoyo para impulsos de frente escarpado inferiores a 10 Ohm, por lo que la
probabilidad de un cebado inverso puede ser elevada para líneas de 132 kV y mas pequeña
para las de 500 kV debido a la mayor distancia en ellas entre los conductores y los apoyos.
Por el contrario, para líneas de media tensión (que no superan los 66 kV), las distancias de
aislamiento son suficientemente bajas como para que la probabilidad de cebado inverso sea
casi la unidad, no teniendo ningún efecto la instalación de hilos de tierra sobre el riesgo de falla
de la línea.
Si el rayo cae sobre un hilo de guarda, se originan dos ondas de intensidad de valor mitad del
correspondiente al rayo, que caminan en sentidos opuestos hacia los apoyos, por los cuales se
descargan. Acompañando a estas ondas aparecen otras dos de tensión, cuyo valor depende de
la impedancia involucrada. Esta tensión en el punto de caída del rayo depende del valor relativo
del tiempo que tarda la onda en llegar al apoyo más próximo y reflejarse en él y del tiempo de
subida de la onda.
La tensión en el hilo de guarda puede dar lugar a una falla del aislamiento entre hilos de
guarda, y conductores de fase o entre éstos y los apoyos adyacentes, que depende de la
distancia en el aire entre ellos. El punto mas desfavorable es en el centro del vano, en que el
tiempo citado es máximo. La menor flecha que se les suele dar a los hilos de guarda en las
líneas sirve para aumentar la distancia de aislamiento en el centro del vano.
Otro tipo de perturbación externa de origen atmosférico se da cuando hay nubes de tormenta
en la vecindad de una línea.
Una nube que, supongamos, tenga una carga negativa, actúa de tal manera que va separando
las cargas positivas y negativas en los conductores por inducción electrostática. Las cargas
positivas se concentrarán en la zona cercana a la nube, mientras que las negativas libres se
propagarán por toda la línea. Cuando la nube se descargue repentinamente por medio de un
relámpago o un rayo, las cargas positivas se liberarán súbitamente, dando origen a dos ondas
errantes iguales que se desplazan hacia los extremos de la línea en sentidos contrarios.
En otro orden de cosas digamos, que en general, en las líneas aéreas el 80% de las fallas son
de tipo transitorio, es decir, luego de un tiempo desaparecen.
Por ejemplo en el caso de las descargas atmosféricas puede producirse el contorneo de los
aisladores sin destruirlos. También las oscilaciones de las líneas por acción del viento pueden
provocar fallas momentáneas entre las fases. Ramas y pájaros también provocan fallas
transitorias.
Todo esto llevó a la implementacion de sistemas de recierre automáticos, trifásicos y
monofásicos.
Como muchas fallas son monofásicas, se suele abrir sólo la fase afectada. Así la eventual
pérdida de sincronismo es menos probable. En este caso hay que considerar que existen
acoplamientos inductivos y capacitivos entre la fase fallada y las sanas que pueden dar lugar a
la aparición de arcos secundarios.
En ambos casos se deben abrir ambos extremos (red mallada), extinguir la falla y reconectar lo
mas rápido posible para no perder sincronismo.
Si un recierre no resulta exitoso no implica que la falla sea permanente, pues puede ocurrir que
el tiempo de recierre haya sido muy breve. Por ello pueden intentarse recierres multiples,
aunque la experiencia indica que en AT suelen tener una baja probabilidad de éxito. En cambio,
en distribución se usa mucho, ya que el peligro de pérdida de sincronismo no existe y por
economía se usan recierres trifásicos.

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