Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
Miguel Soler Roca el título de doctor honoris causa “en reconocimiento a su relevante contribución
al progreso de la educación en el país y en el continente, y al avance de la integración académica
iberoamericana”. Soler señaló a BRECHA que le gustaría poder compartir esta distinción “con
todos los que han luchado por la educación de este país”.
La fundamentación de motivos realizada por la Universidad de la República para entregarle este
título recorre diferentes etapas de la vida de Soler, que comenzó en Cataluña hace 84 años.
“Miguel Soler Roca es maestro. Pertenece a esa estirpe de maestros que forjaron la mejor historia
de la educación uruguaya. Historia construida desde la reflexión colectiva y comprometida con los
sueños y las desventuras de la gente, en especial la más humilde y desamparada, convencidos de
que ‘la escuela es del pueblo, porque es la casa de los hijos del pueblo’ (del Programa de
escuelas rurales, 1949)”, señala uno de sus pasajes.
Disertación del Maestro Rural Miguel Soler Roca, en ocasión de recibir
el Doctorado Honoris Causa de la Universidad de la República Oriental
del Uruguay. Fuente LA ONDA® DIGITAL Nro 297
Amigas y amigos
Mis primeras palabras emitidas con la emoción que todos ustedes pueden
suponer, van dirigidas al Ingeniero Rafael Guarga, Rector de la Universidad
de la República y a todos aquellos que dentro y fuera del ámbito
universitario, apoyaron su iniciativa personal de conceder, como acaba de
hacerse, el para mí muy honroso título. Agradecido estoy por esta tan
sorpresiva como elevada distinción.
Doy las gracias, igualmente, por todo lo que esta tarde se ha dicho y se ha
leído en referencia a mi persona y a mis actividades profesionales, en
términos plenos de benevolencia y amistad. Amistad de la que me siento
muy orgulloso. Así como a Ezequiel, que ha cantado para todos nosotros.
Por eso, quiero asegurarles que al recibir este título, siento la necesidad de
compartirlo. No teman, no les fatigaré con mi curriculum ni con un largo
listado de personas y personalidades, de cuyas orientaciones me siento
deudor.
En tanto que educador, fui beneficiario, hasta mediados del siglo pasado, de
la experiencia, la sabiduría y la amistad, de un cuantioso contingente de
maestros y maestras de ejemplar solidez profesional y ética.
Trabajé más de veinte años en la UNESCO. Tal vez lo mejor que pude hacer
en ese organismo, fue el aprendizaje de que en todos los rincones del mundo
hay seres extraordinarios que trabajan a favor de la paz, del Derecho y de la
cultura, con los que valía la pena compartir el saber uruguayo en materia de
educación, del que yo no era creador, pero sí el depositario y el portavoz.
Quiero recordar, entre muchas otras, a tres personalidades del mundo
internacional: a Margaret (T.) de las Naciones Unidas, inglesa, admirable por
su sincero amor por los seres y culturas del Sur; a Mahtar M´Bow, senegalés,
Director General de la UNESCO, que supo hacer frente con dignidad a la ira
de los poderosos con su resistencia personal e institucional a toda forma de
discriminación e injusticia; y a (Z.), armenio, Sub-Director General de la
UNESCO en el área de la Educación. De él aprendí a servir la tarea
asignada, con rigor, con método, con las mayores exigencias cualitativas,
con infatigable espíritu de servicio a la causa internacional. Los recuerdo y
les pido que a la distancia, acepten compartir el momento que vive su
antiguo subordinado que les sigue respetando y queriendo.
Al decir que me complace compartir con ustedes las alegrías del momento,
agrego que también quiero que compartamos, que nos comprometamos a
seguir compartiendo la elevada misión y el exaltante desafío de trabajar a
favor de la educación pública nacional.
El ICER contó con más de mil asociados. Trabajó sin recibir subvención
alguna y fue ampliando sus objetivos iniciales, abnegadamente servido por
Homero Grillo, uno de los grandes del magisterio nacional y apoyado por
decenas de colaboradores ilustres, entre los cuales quiero mencionar a don
Carlos Quijano.
Otro tanto ocurrió con los demás cursos. En especial, con los que Roque
Faraone debía impartir sobre temas de Comunicación. Desbordados los
locales disponibles, acordamos con Benvenuto y Faraone constituir dos
grupos de asistentes.
El acto fue acogido en este Paraninfo que resultó, como ocurre tantas veces,
insuficiente para recibir una multitud de consternados e indignados
ciudadanos. Martha Demarchi presentó con su reconocida solvencia de
docente universitaria, el vigoroso perfil pedagógico de Julio. Dahd Sfeir, nos
conmovió con la lectura de las últimas cartas intercambiadas, por
clandestinas vías, entre Julio desde Montevideo y Carlos Quijano desde su
exilio mexicano.
Fue un momento de recogimiento el que nos brindó la gran actriz, al
presentarnos alternativamente los mensajes de aquellos dos compatriotas
que se esforzaban por poner algo de luz en sus respectivos caminos, por
entonces forzosamente sombríos. El último diálogo entre dos grandes
maestros.
Fue esa noche que intercalé en mi homenaje, palabras que repetiré ahora,
textualmente, y que algunos considerarán heréticas. Dije entonces y repito:
“Y puesto que el daño que padeció nuestro común amigo le fue inferido bajo
un régimen militar, he venido a formular votos, en este recinto de
pensamiento, de ciencia y de humanismo, por el día en que nuestro planeta
halla abolido todos los ejércitos y todas las armas, por el día en que la
violencia entre hermanos halla desaparecido aun en sus más sutiles y
solapadas formas.
¿Es este un sueño? Claro que sí, pero ¿qué función más alta cabe a la
educación que la de sembrar sueños y cultivarlos, paciente y amorosamente,
en perspectiva de siglos, si es preciso, hasta su fructificación?”. Esto dije
entonces y repito hoy.
¿Estamos?
Llevado hacia delante y hacia arriba, entre todos, sin Presidentes, pero con
años de gestación. Por su vigencia, por su profundidad, por su naturaleza
pacífica, democrática y atenta al derecho de todos, este cambio, a la
uruguaya, constituye toda una experiencia, es decir, un aprendizaje. El
tránsito por una ruta inaugural.
Porque sin duda no nos resulta fácil desprendernos de ciertos rasgos que de
un pasado tan pertinaz han hecho carne en el pueblo uruguayo. No soy
político ni politólogo, pero al observar la dinámica social de que somos
partícipes, pienso que la materia renovadora en materia de educación es
inmensa. Comenzando por poner orden en la casa. Tarea difícil pero
insoslayable, ya emprendida en el ámbito de la ANEP.
Y admito que casi todo lo nuevo está por hacerse. El sustento filosófico de la
educación de estos últimos años no nos sirve. En parte porque no existe, por
lo menos explícitamente. En parte porque sus ideas rectoras deben ser
evaluadas y algunas de ellas francamente rechazadas.
Repito que poder cambiar lo que nos es exterior, supone también cuestionar
nuestros valores y nuestras prácticas personales. Aceptemos el reto de
hurgar en lo más profundo de nuestra conciencia profesional, lo considero
una exigencia del momento.
De esta generación, no se dirá que fue una generación perdida sino una
generación quemada, porque se necesitará, creo, toda una generación no
para volver a ser lo que ya fuimos, sino para llegar a ser lo que debemos ser.
Es decir, que me siento comprometido ante usted, señor Rector, y ante las
demás autoridades de esta Casa que acordaron ese pronunciamiento. Y ante
todos ustedes, que han querido acompañarme esta tarde.
Es decir, el lunes retomaré mis funciones, que son las de un trabajador más
de la educación. Por eso pido una especie de moratoria. Abrir un paréntesis
en el descanso a que este título podría hacerme acreedor, para proseguir
activo durante unos pocos meses más.
Pues bien, pido permiso para seguir obrando desde el llano con mis palabras
de siempre, con frecuencia poco afortunadas.
Nos importa, porque da por acabado el gran silencio al que se redujo a los
docentes y a los demás miembros de lo que solemos llamar la comunidad
educativa, que de hecho está formada por todo el país.
En noviembre del 2004, fui invitado a una reunión de maestros, casi todos
jóvenes, en un Centro Comunal de Sayago.
Una de las participantes dijo, leo textualmente de mis notas: “A los maestros
nos dejaron sin voz”. Pues bien, maestros y maestras, profesores y
profesoras, ciudadanos y ciudadanas, es la hora de vuestras voces. La
CODE está aquí, en esta sala, en esta ciudad y en todas las poblaciones del
Uruguay con el único mandato de saber escuchar, sintetizar y transmitir
vuestras voces a quienes corresponderá interpretarlas y hacerlas realidad,
con sus discrepancias y contradicciones, que es lo normal en democracia.
Y un resultado más que me hace muy feliz: El debate está auspiciado por las
tres grandes entidades de la educación nacional, cosa rara vista con esta
rotundidad en el pasado: el Ministerio de Educación y Cultura, la
Administración Nacional de Educación Pública y la Universidad de la
República.
Si en este momento, tan simbólico para todos, porque nos sentimos juntos al
servicio de la labor educadora, como emocionante para mí porque se me
escucha por una vez más en este Paraninfo, se me permite expresar un
deseo concreto, necesitaré muy pocas palabras: