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“NOSOTROS SABEMOS LO QUE

ADORAMOS”
(Jn. 4:22)

DANZANDO EN EL ESPIRITU
El Movimiento Judío Mesiánico mundial está creciendo a pasos agigantados. Esto
es bueno para nuestra época que es una época Post-Protestante, Post-Evangélica,
una Era Judío Mesiánica. Estamos en lo que hemos venido a llamar la Tercera
Reforma, que es la restauración del Padre y del Rabino Ieshúa desde una
perspectiva de sus raíces originales judías. Esto viene después de la Primera
Reforma en 1517, es decir, la restauración de Jesús reemplazando a "la virgen y el
niñito-dios" (Semiramis y Tammuz, de la iglesia de Babilonia); y después de la
Segunda Reforma, que fue la restauración del Espíritu Santo, el así llamado
Pentecostalismo en las iglesias negras de las calles Bonnie Brae y Azusa en Los
Angeles, en 1906.
Dentro de esta restauración y de este crecimiento, el Rúaj Ha Kódesh, el Espíritu
Santo está buscando y encontrando las raíces perdidas de la Congregación
Mesiánica del Rabino Ieshúa, nuestro Señor y Amo de las cuales la Iglesia se ha
olvidado casi por completo. Una de las áreas en las cuales podría mos volver a las
raíces originales, las judías, es en el campo de nuestra adoración, alabanza y
oración al Elohím ("Dios") Todopoderoso.
¿QUE ES ADORACION?
¿Qué es adoracion? La adoración tendría que ser, para un creyente, la única
posición naturalmente posible en el espíritu. Tendríamos que vivir en adoración y
no salirnos de ella. Deberíamos vivir en adoración a El. La adoración debería ser
el envoltorio recubriendo nuestro caminar diario en la tierra. Tehilím/Salmos 22:4
(en el original hebreo)/3 en español dice: "Iahvéh ioshév be tehilót Israel”.
(“Iahvéh se sienta entre las canciones de alabanza de Israel". La palabra ioshév
tiene un significado sublime. Significa que Iahvéh, Elohím Padre realmente se
sienta en el espíritu (el Rúaj Ha Kódesh) en un trono hecho de nuestra alabanza y
adoración. También significa que la calidad de los materiales de ese trono está
determinada por la calidad de la adoración que le ofrecemos! Es decir que, si
nuestra adoración es carnal y llena de distracciones, el trono en que El se sentará
en nuestra congregación o en nuestra casa será hecha de madera o bronce. Pero si
nuestra adoración es en el espíritu, Su trono será hecho de oro y de piedras
preciosas! Barúj HaShém sheló! (Bendito sea Su Nombre!))
¿DONDE LE GUSTARIA ESTAR EN EL CIELO?
Lo que viene a continuación es aun más sorprendente: la clase de trono que usted
construye para Elohím aquí en la tierra con la calidad de su adoración y alabanza,
es exactamente la clase de vivienda que usted se estará preparando para usted
mismo en el Cielo!
Es decir, si usted, digamos, se preocupa por las cosas materiales, el trono que
usted construye aqui para Iahvéh está hecho de paja (1 Co. 3:12-16). Si usted
lleva una vida de adoración continua, gloriosa, espiritual, usted está construyendo
para sí mismo una morada dorada en el Cielo. De hecho, una cosa exactamente
similar le fue mostrada a una hermana de Sao Paulo, Brazil, que es
extremadamente pobre y que fue llevada al cielo en el espíritu.
Ella vio chozas en el medio de un campo enorme no nos olvidemos que la
Jerusalem Celestial (Irushaláim Le Málah) es un cubo de 2.190 kilómetros de
largo, ancho y altura (Rev./”Ap” 21:16). Ella le preguntó al Señor Ieshúa, no
creyendo lo que veía: “Aun aquí hay villas miseria, Señor?” Y el Señor le
contestó: “Cada uno de vosotros se construye para sí mismo la clase de vivienda
que va a habitar aquí. Algunas de ellas son palacios, y otras casuchas como
ésta”. Nuestra distancia en el Cielo de los Tronos de Iahvéh y de Ieshúa y los
veinticuatro ancianos puede ser de unos pocos metros, en Su inmediata Presencia,
pueden ser a unos cientos de metros o puede ser dos mil kilómetros de distancia!
Eso significa que si el Trono de Iahvéh y del Rabino Ieshúa está en Asunción,
usted podría estar tan lejos como la Patagonia Argentina y la Tierra del Fuego
chilena!
Todos son salvos en el Cielo, claro, pero algunos toman parte del reinado del
Universo, al lado de Elohim, sentados en tronos, (Matitiáhu/”Mt.” 19:28;
Rev./”Ap.” 2:26 y 3:21) mientras otros, aun siendo salvos, están a dos mil
kilómetros de distancia! Adónde le gustaría a usted estar?
Una de las grandes claves para estar cerca de donde Elohím está yace en la
calidad de nuestra danza y nuestro canto que le ofrecemos a El como sacrificio:
“Así, que, hermanos, os ruego por las misericordias de Elohím, que presentéis
vuestros cuerpos en sacrificio vivo, agradable a Elohím, que es vuestra latreía
(adoración) racional”. (La palabra latréia, en griego, significa adoración, según
el Diccionario Vine de términos escriturales en griego.)
La próxima pregunta a hacerse, obviamente, es una secuela a nuestro última
declara ción.
¿Cómo adorar de modo que construyamos un trono de oro y piedras preciosas en
nuestra congregación o nuestro living, cuando estamos adorándolo a El en el
espíritu? El elemento principal en la adoración espiritual es nuestra danza. La
danza para Iahvéh, con Ieshúa en nuestro espíritu a través del Espíritu Santo
debería convertirse en nuestra primera prioridad en la vida y en nuestro tiempo de
oración/adoracion/alabanza. ¿Por qué dicen las Escrituras que Iahvéh llamó a
Dúved Ha Mélej (el rey David) “un hombre de acuerdo a Mi corazón” (Hchs.
13:22). Creemos sin dudar que se refiere a que Dúved Ha Mélej había encontrado
la llave al corazón de Elohím, que se construye danzando para El (2 S. 6:5).
Todos recordamos el episodio en 2ª S. 6:20-23 de la vida de David cuando su
esposa Míjah se encontró criticándolo acerbamente delante de todo el am Israel
(la gente común de Israel) y Elohím la dejó infértil por su crítica. Está escrito en
Tehilím/Sal. 149:3: “Ijalelúh Shmóh be majól, be tof va kinór” (“Alabad Su
Nombre con danza al son del tamboril y de la lira de siete cuerdas”.
El danzar es la cosa más agradable que uno puede hacer delante de Iahvéh.
Tenemos un Elohím que es puro gozo y risa, lleno de canciones y música en Su
corazón. Es extremadamente agradable a Elohím que dancemos para El y a El
todos los días de nuestra corta vida, tanto en nuestro lugar de oración íntima,
como en nuestra congregación, como Su Pueblo.
Existen básicamente dos tipos de música, que tienen que ver con la adoración: la
música espiritualmente ungida (una palabra derivada del hebreo “Meshíaj”
(Mesías) que significa “untado con aceite para un puesto o función, y cuya
traducción al griego es Jrístou y al español ´Cristo´ ”), y la música que no tiene
unción. Debemos evitar la última y tomar nos fuerte de la mano de la primera.
Entre la música ungida, existen, de nuevo, dos clases: la música que nos
transporta directa y rápidamente al Eijál (Palacio Celestial) de Elohím, donde El
se sienta en Su Trono; y la música que “nos hace sentir bien” pero que no nos
ayuda a acercarnos a Elohím. De nuevo, debemos evitar ésta última y tomarnos
fuerte de la mano de la primera..
¿Existe música como la que usted describe, se preguntará usted? Barúj Ha Shem
(Bendito Sea Su Nombre), sí. Hemos encontrado en nuestra congregación, a
través de probar y errar, probar y errar, y mucha oración en el medio, que la
música del ya fallecido Shlómo Cárlibaj es la única clase de música (para
nosotros, por lo menos) que es, tanto extremadamente ungida y que nos transporta
al Eijál de Elohím. La cosa más increíble acerca de él es que no es lo que
podríamos llamar un judío mesiánico”, aunque después que usted lo haya
escuchado, lentamente se dará cuenta que realmente tiene que haber estado muy
cerca de Iahvéh. La clave, creemos, yace, en verdad, en el corazón de Shlómo. Su
corazón se inclinaba hacia el corazón de Iahvéh como la cabeza de Iojanán (“Jn.”)
se recostó en el pecho del Rabino Ieshúa. El resultado de esa cercanía es una
música que le lleva a uno a Su Presencia con la rapidez del rayo, siempre que
usted no trate de hacer un esfuerzo, sino que se relaje y disfrute tanto de la
Presencia de Elohím en su cuarto como de la música de Shlómo..
Esto no es un milagro, si lo medita un poco. La mente judía y la cultura judía son
totalmente diferentes de las mentes gentiles y de la cultura gentil. Nuestro Señor
Ieshúa tiene algo sumamente valioso para enseñarnos a ese respecto, no sólo a
nuestros hermanos mesíanicos en todo el mundo, sino también a los miles de
creyentes que están afanosamente buscando retornar a la fe original en el tiempo
del Rabino Ieshúa, a Su Congregación Mesíanica, (“la Iglesia”), la original del
Siglo I.
Cuando le habló a la mujer shomroníta (“samaritana”) El le dijo: “Mujer, créeme,
que la hora viene cuando ni en este monte ni en Irushaláim adorareís al Padre.
Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la
salvación viene de los judíos”.
Es sorprendente, en cierto sentido, que Ieshúa Ben David no le haya dicho algo
como: “La salvación viene de Mí”. ¿Por qué, en cambio, le dijo: “La salvación
viene de los judíos”? Porque estaba hablando con una shomronita, que son una
mezcla de Babilónicos (de la invasión de Bavél (Babilonia a Israel en el año 585
A.C.) con judíos. (La palabra “shomrón” (“Samaria”) viene del hebreoshomér,
hacer guardia (a la Toráh)). El Señor Ieshúa siempre habló en palabras réma, es
decir, palabras específicas a personas específicas para problemas específicos,
nunca en palabras lógos, disquisiciones generales cuando le hablaba a alguien.
Los shomronitas, hasta el día de hoy creen tener “la verdad, toda la verdad y nada
más que la verdad”. Y el Rabino Ieshúa deseaba señalar algo en cuanto a la
adoración. Lo que El realmente le dijo a ella, entre líneas, es: “Míra, no es el
Monte Guerizím (donde los samaritanos oran hasta hoy, creyendo que es el Monte
Moriáh, donde Avraham ofreció a su hijo Itzják, que es donde los judíos saben
que sucedió) lo que importa, no tiene importancia dónde vosotros adoráis sino
cómo lo hacéis. Míra a nosotros, los judíos, le dijo el Rabino Ieshúa, porque
nosotros tenemos la clave para adorar a Elohím, ya que conocemos a Iahvéh por
dos mil años y vosotros no. Míra cómo oramos y le adoramos y aprende de
nosotros. Nosotros (los judíos) les podemos enseñar a vosotros a adorar en
espíritu y en verdad”. Esto es, en nuestra opinión, lo que estaba entre líneas en las
palabras del Rébe (Rabino) Ieshúa a la mujer shomronita. El le estaba hablando
de lo que está en el corazón de Elohím: la música judía! Y no simplemente
cualquier clase de música judía, sino la clase de música que Shlómo Cárlibaj ha
conseguido crear, una música que viene de tener una relación íntima, cercana y
amorosa con el Elohím de Israel. La mayoría de sus canciones están llenas de
“Ieshaiáhu Ha Navíh (Isaías el Profeta) y “Meshíaj Ben David”.
“¿VES ESO? ESE ES MI CORAZON?!”
En agosto de 1996, en nuestro segundo viaje a Israel, un pequeño grupo de
nuestra Congregación Mesiánica se encontró con un regalo de bienvenida de
Elohím: un casamiento jasídico en la playa de Bat-Iam, justo detrás de nuestro
lujoso hotel, en la noche. Cuando salíamos de vuelta a Paraguay, dos semanas
después, en el almuerzo, otro regalo de Elohím para el grupo, otra fiesta de
casamiento en Jerusalem. Una “coincidencia”? De ninguna manera! De hecho, la
primera noche, cuando los Rabinos estaban saltando de arriba a abajo y de
derecha a izquierda, llenos de gozo, danzando un rikúd, una típica danza jasídica,
los hombres con los hombres y las mujeres con las mujeres, con sus brazos
alrededor de sus vecinos de baile formando una hórah (un paso de danza en
círculo), Iahvéh me dijo, a través del Espíritu Santo: “¿Ves eso? Ese es Mi
corazón!?” Un Rabino jasídico del Siglo 17 está de acuerdo con Elohím. Dijo:
“La comunión con Ha Shem (El Nombre) comienza con la simjáh (el gozo)”. En
Tehilím/Sal. 150:3/4 está escrito: “Halelúh be nével u kinór. Halelúh be tof u
majól” (“Alabádlo con arpa y lira de siete cuerdas. Alabádlo con danza al son del
tamboril”.
“ADORANDO EN ESPIRITU”
¿Qué significa “adorarlo en espíritu”? Desearíamos compartir algo de luz
espiritual sobre este asunto. En 1 Co. 15:44 está escrito: “...Hay cuerpo animal, y
hay cuerpo espiritual”. Muchos no han entendido que tanto Elohím como los que
han ido al Cielo tienen un cuerpo espiritual que tiene la misma forma y los
mismos órganos que tienen nuestros cuerpos carnales.
Sus cuerpos espirituales poseen cabeza, tronco y extremidades y todos los otros
órganos de nuestro cuerpo carnal. Esto es a lo que la Escritura constantemente se
está refiriendo cuando se refiere a “los ojos de Iahvéh” y a “la mano de Iahveh” y
“al brazo de Iahveh”.
Esto no es “antropomorfismo judío” ni alegoría, sino la confirmación de 1 Co.
15:44 que afirma que “tenemos cuerpo animal y cuerpo espiritual”. ¿Se puede
imaginar, si no fuese así, que usted se vaya al Cielo y mirando hacia el Trono de
Iahvéh vea una gigantesta araña, o una nube sin forma? ¿Le podría usted hablar a
esa araña o a esa nube y decirle, “Ába” (Papá)?! No dice la Escritura que estamos
hechos mitzilmenú ki dmutéinu (“en nuestra semejanza y en (nuestra) forma”?
(en el hebreo original). Si somos Su semejanza y tenemos Su forma, la forma de
Elohím, entonces está claro que Elohím debe tener un cuerpo como el nuestro,
sólo que espiritual, no un cuerpo de carne y hueso, lo cual, de ninguna manera
significa una “nube” sino un cuerpo con forma y semejanza al nuestro, pero
hecho de diferente substancia, hecho de substancia espiritual! (¿Por qué no
creemos lo que dice la Escritura?) Aemás, en 1 Co. 3:16 está escrito: “No sabéis
que sois templo de Elohim, y que el Espíritu de Elohim mora en vosotros”? En el
plano espiritual esto es más cierto de lo que creemos o podemos entender con
nuestra mente carnal. Existe, de hecho, en nuestro cuerpo espiritual una Jerusalem
espiritual, con un Har Tzión (Monte de Zión) espiritual, un Har Ha Zeitím
(Monte de las Aceitunas/”O- livos”) y un Har Moriáh (Monte Moriáh), que era el
lugar donde estaba el Templo de Jerusalem, y donde está un Templo en nuestro
espíritu. En este Templo en nuestro espíritu existe un lugar para Iahvéh o para
ídolos, casi siempre para una estatua de nosotros mismos sentados blasfemamente
en el lugar Santo de Santos de nuestro Templo espiritual. Cada día en oración,
debemos liberar la ciudad de nuestra Jerusalem espiritual, así como un general
derrotado entrega la ciudad al rey que ganó la guerra contra él. Debemos
arrodillarnos con nuestra cabeza en el suelo y entregar nuestra Jerusalem
espiritual a Iahvéh, al Elohím Padre en el nombre de Ieshúa el Mesías, nuestro
Gád Shémen (“Guetsemaní”), palabra hebrea que significa “prensa de aceite”, que
es símbolo del aceite del Espíritu Santo que fluye de nosotros cuando somos
triturados por la prensa de las tribulaciones y de los problemas.
Tenemos que acercarnos a Yeshua el Mesias, nuestro Kóhen Ha Gadól (Sumo
Sacerdote, Heb. 8) y pedirle a éste último que clave nuestro yo y nuestro ego en
el tronco de árbol (stauron, en griego) en que clavaron a Ieshúa mismo. Este es
nuestro Pésaj (Pascua) diaria que debemos cumplir y festejar cada día, la muerte
de nosotros mismos: “ya no vivo yo, sino que Mesías vive en mí...” (Gál. 2:20).
Este también es nuestro Gad Shémen (“Guetsemaní). Después que nuestro ego es
clavado en el tronco de árbol, debemos pedir a Iahvéh en el nombre del Kóhen
Ha Gadón (Sumo Sacerdote) Ieshúa que destruya toda estatua de nosotros, en
nuestra vida (nuestro bebé, esposo/a, dinero empleo, nombre, fama) y que El se
sienta en el lugar Santo de Santos en el Templo de Jerusalem de nuestro espíritu,
con Ieshúa ministrándonos. En esa posición, rendidos a sus pies, Elohím puede
hablarnos, revelarnos lo que El desee, recriminarnos, o anunciarnos algo. O
podemos, simplemente, gozar de estar en el Eijál de Elohím, del Rey de Reyes y
Señor de Señores. Eso es “adorar en espíritu”.
“Y EN VERDAD”
¿Qué es adorar “...en verdad”? Cuando adoramos y oramos, Elohim desea que
recreamos todos los días las tres Grandes Fiestas anuales que El nos dejó en
Veikráh/Y llamó/”Levítico” 23. Luego de conmemorar Pésaj (Pascua) muriendo
nuestro yo y dejando que el Rabino Ieshúa viva en nosotros (Gál. 2:20), viene la
siguiente gran fiesta anual, Shavuót/Semanas/“Pentecostés,” que celebra una
doble festividad: Simját Toráh, la llegada de las Instrucciones (“ley”) externa, y
la llegada del Espíritu Santo, que trae la misma Toráh y la “escribe en nuestras
mentes y en nuestros corazones” (Jer.31:32-37; He. 8:10). Entonces, cuando
estamos vacíos de nuestro ego, y llenos del Espíritu Santo, estamos prontos
diariamente para llegarnos hacia el Eijál de Elohím, el Padre, con lo que estamos
recordando la tercera gran fiesta de Sukót/Cabañas/”Tabernáculos”. Como dice en
He. 4:14-16: “Por tanto, teniendo un gran Kóhel Ha Gadól (Sumo Sacerdote)
que traspasó los cielos, Ieshúa el Hijo de Elohim, retengamos nuestra profesión.
Porque no tenemos un Kóhen Ha Gadón que no pueda compadecerse de
nuestrras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza,
pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para
al canzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro”. Así, pues, que
necesitamos hablar con aquel que “hizo los Cielos y la Tierra” y llorar en Su
Presencia. Podemos besar Sus Santos pies en reverencia y en el espíritu y hablarle
y esperar que nos hable. Cuando hagamos esto, recibiremos Su shabát espiritual,
Su descanso en el espíritu.
UNA PALABRA DE PROFECIA DEL SEÑOR
Cuando escribo esto, estoy en la Presencia de Elohím y he aquí Sus Palabras para
usted, querido lector: “Si te humillares en espíritu y si te humillares con tu
cuerpo, e inquirieres Mi Presencia, Yo oiré toda palabra que digas. A mis pies
hay Sabiduría. A Mis pies hay comprensión. A Mis pies, reinos son conquistados.
A Mis pies, fortunas son hechas. A Mis pies, familias enteras son sanadas. A Mis
pies la liberación viene a Mi Pueblo en todo el mundo. Aprende, entonces, a estar
a Mis pies cada día de tu vida y verás tu vida cambiar, verás Mi mano sobre tí”.

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