Вы находитесь на странице: 1из 6

ISRAEL: Roble de Justicia de Dios

“El Espíritu del Señor DIOS está sobre mí, porque me ha ungido el SEÑOR
para traer buenas nuevas a los afligidos; me ha enviado para vendar a los
quebrantados de corazón, para proclamar libertad a los cautivos y liberación a
los prisioneros; para proclamar el año favorable del SEÑOR, y el día de
venganza de nuestro Dios; para consolar a todos los que lloran, para conceder
que a los que lloran en Sion se les dé diadema en vez de ceniza, aceite de
alegría en vez de luto, manto de alabanza en vez de espíritu abatido; para que
sean llamados robles de justicia, plantío del SEÑOR, para que Él sea
glorificado.” Isaías 61:1-3

Yeshúa (Jesús) se puso de pie en la sinagoga de Su hogar en


Nazaret y leyó parte del texto anterior (Lucas 4:16-21). Allí
describió Su ministerio con el pueblo judío, el cual es también el
nuestro. Cada día en el Centro de Distribución de Puentes para
la Paz, vemos rostros marcados de ansiedad transformarse en sonrisas. Vemos cómo la carga
de sus hombros es alivianada. Animamos y fortalecemos sus rodillas endebles simplemente al
expresar que alguien les ama y se interesa en ellos.

Nuestra meta final no es sólo ayudarles a atravesar su primer año en la Tierra o alguna crisis
familiar. Lo que procuramos es que crezcan en fuertes robles de justicia. Ellos son los
verdaderos árboles que Dios está sembrando en Su tierra.
Isaías 61:5 declara el hecho de que Dios desea usar a los gentiles para ayudarles en ese
proceso: “Se presentarán extraños y apacentarán vuestros rebaños, e hijos de extranjeros serán
vuestros labradores y vuestros viñadores.” En el verso 6 del mismo capítulo, vemos cómo Dios
espera usar a Sus robles de justicia: “Y vosotros seréis llamados sacerdotes del SEÑOR;
ministros de nuestro Dios se os llamará. Comeréis las riquezas de las naciones, y en su gloria os
jactaréis.” El profeta Zacarías lo vio de esta manera: “Así dice el SEÑOR de los ejércitos: ‘En
aquellos días diez hombres de todas las lenguas de las naciones asirán el vestido de un judío,
diciendo: “Iremos con vosotros, porque hemos oído que Dios está con vosotros”.’” (Zac. 8:23).
Dicha visión habla de un día cuando las naciones gentiles desearán conocer a Dios por medio
del pueblo judío.

Los que hemos conocido al Dios de Abraham, Isaac y Jacob, lo hemos hecho gracias a la
fidelidad del pueblo judío por preservar la Palabra de Dios con el paso de los siglos.
Actualmente, muchos cristianos alrededor del mundo están experimentando mayor deseo de
estudiar la Torá (Génesis a Deuteronomio) desde la perspectiva judía y de conocer las raíces
judías de la fe cristiana. Todo eso es parte del plan de Dios por hacer que toda la nación de
Israel, junto con los creyentes en el Mesías, seamos una nación de sacerdotes para Dios. Cada
oración que hagamos por el bien de Israel, cada acto de bondad y amor que demostremos hacia
el pueblo judío, va en vías de alcanzar ese propósito. Qué privilegio es ser parte de ese plan de
Dios en elevar a Israel a su lugar debido de honra como pueblo, en vez de culparlo por todos los
males del mundo.

Dios pudo haber utilizado una variedad de símbolos para representar a Israel en Isaías 61:3,
pero escogió usar un árbol de roble. A través de las Escrituras, Dios ilustró muchas enseñanzas
por medio de árboles, los que tienen aplicación a nuestras vidas. Cuando veo cómo se dobla un
pino en el viento, recuerdo cuán flexibles debemos ser cuando nos soplan las tormentas. Cuando
veo cómo la suave brisa hace mover las hojas delicadas de un álamo, reconozco que yo también
debo ser así de sensible al aliento del Espíritu Santo. Antes de que hablemos acerca del roble,
veamos algunas lecciones sobre árboles en la Tierra Santa, lecciones que nos deben ayudar a
ser como robles de justicia.

Importancia de Árboles en la Tierra Santa


Los árboles son una de las creaciones de Dios más impresionantes que simbolizan la vida.
Sus verdes y fuertes ramas se extienden en testimonio silencioso hacia el cielo en gratitud a su
Creador. Dios ama los árboles. En la Torá, estableció leyes en protección de los árboles frutales:
“Cuando sities una ciudad por muchos días, peleando contra ella para tomarla, no destruirás sus
árboles metiendo el hacha contra ellos; no los talarás, pues de ellos puedes comer. Porque, ¿es
acaso el árbol del campo un hombre para que le pongas sitio? Sólo los árboles que sabes que
no dan fruto podrás destruir y talar, para construir máquinas de sitio contra la ciudad que está en
guerra contigo, hasta que caiga” (Deut. 20:19-20). Dios los defiende como si fuesen personas
indefensas. ¿Qué otra nación tiene un Dios tan compasivo hacia los árboles? Durante el imperio
turco-otomano, los turcos establecieron impuestos a terratenientes según el número de árboles
que tuviese su propiedad. Como resultado, cortaron casi todos los árboles y la Tierra Prometida
quedó desierta. La reforestación de Israel fue una de las metas del pueblo judío mucho antes de
que se convirtiera en estado.

En 1901, se estableció el Fondo Judío Nacional durante el Quinto Congreso Sionista en Basilea,
Suiza con intención de comprar terrenos en Israel. Adquirieron su primera propiedad en 1903,
pero no fue hasta 1908 que pudieron sembrar los primeros árboles en esa tierra desértica:
12,000 árboles de olivo. Para 1947, habían sembrado cinco millones de árboles, y durante los
pasados 100 años de su historia, han sembrado sobre 200 millones de árboles. Sin embargo,
solamente el 3.7% de Israel ha sido reforestado.

Dios no sólo protege a los árboles frutales, sino que dio instrucciones detalladas de cómo
sembrarlos. Enseñó a los primeros israelitas sobre principios de buena horticultura (Deut. 22:9).
Dios dijo que en el cuarto año de haber sembrado un árbol, éste se presentaba al Señor como
ofrenda, pero que no podían comer de su fruto hasta el quinto año (Lev. 19:23-25). El Señor
también dio leyes sobre cómo cosechar el fruto: “Cuando sacudas tus olivos, no recorrerás las
ramas que hayas dejado tras de ti, serán para el forastero, para el huérfano y para la viuda”
(Deut. 24:20).

Cada 15 del mes judío de Shvat, Israel celebra Tu B’Shvat, cerca de enero o febrero según
nuestro calendario. La celebración es parecida al Día del Árbol en muchos países, en que
siembran árboles y comen frutas y nueces. El pueblo judío lo celebraba durante la Edad Media,
pero se dice que la tradición de sembrar no comenzó hasta 1890, cuando un maestro de
escuelas llevó a sus estudiantes al campo para sembrar algunos árboles. En 1908, la unión de
maestros en Israel oficialmente lo reconoció como un día feriado. Para algunos, la tradición de
sembrar tiene profundo significado, como para los residentes de Gush Katif, quienes fueron
expulsados de sus hogares en Gaza. La siembra de árboles les brinda esperanzas de que Dios
los ha de sembrar nuevamente en su Tierra.

Primeros Frutos

La fiesta de Tu B’Shvat no se menciona en la Biblia como tal, pero se celebraba


algo semejante cuando diezmaban u ofrendaban los primeros frutos, o bikurim,
al Señor. “Así pues, todo el diezmo de la tierra, de la semilla de la tierra o del
fruto del árbol, es del SEÑOR; es cosa consagrada al SEÑOR” (Lev. 27:30). Se
llegó a establecer el inicio del año agrícola en torno a ese evento, y se
comenzaba a contar los años de un árbol basado en ese día. Cuando el árbol
cumplía cuatro años, llevaban el diezmo de su fruto a los sacerdotes en
Jerusalén.

Alfred Edersheim, en su libro The Temple: Its Ministry and Services [El Templo:
Su Ministerio y sus Servicios], describe la manera en que se entregaban las ofrendas de
primeros frutos. Tan pronto aparecía el fruto en el árbol, cada cabeza de familia salía al campo y
seleccionaba la mejor porción del huerto como los primeros frutos. Por medio de ese acto, el
pueblo renovaba su pacto con Dios, reconociendo que Dios había sido fiel para proveerles
alimento por otro año más. Como no todas las familias podían subir a Jerusalén para ese evento
tan festivo, seleccionaban a unos representantes de la comunidad para hacer entrega de todas
sus ofrendas.

Arreglaban los frutos en canastas de mimbre, y se reunían algunos viajeros para la presentación
de sus diezmos y ofrendas, según Salmos 122:1-2: “Yo me alegré cuando me dijeron: Vamos a
la casa del SEÑOR. Plantados están nuestros pies dentro de tus puertas, oh Jerusalén.” Un
mensajero salía frente al grupo y anunciaba su llegada, y entonces salían los sacerdotes para
recibirlos. Los habitantes de Jerusalén les gritaban: “¡Bienvenidos! ¡La paz de Dios sea sobre
ustedes!” Subían al Templo con sus ofrendas cantando el Salmo 150, y declaraban con gozo
cómo Dios les había traído desde Egipto a la tierra que fluye leche y miel, reconocimiento que
Dios había multiplicado su fruto (Deut. 26:3-11). La cebada se presentaba durante la Fiesta de
los Primeros Frutos justamente después de la Pascua, y el trigo se ofrendaba 50 días después
(Lev. 23:10-16). Sin embargo, los frutos se podían llevar en cualquier momento hasta la
celebración de Jánuca (Fiesta de Dedicación o Festival de Luces) a principios del invierno.

La celebración de los Primeros Frutos resaltaba cuán bendecida se sentía el pueblo por los
árboles frutales, y honraban a Dios por Su provisión. Es un enorme contraste con nuestros
supermercados modernos de rápido acceso de provisiones.

El Símbolo del Árbol

En las Escrituras, tanto la Torá como el hombre, Israel y las


naciones se comparan con árboles. Algunos comentaristas
judíos señalan que el hombre y la Torá poseen los cuatro
componentes principales del árbol: las raíces del hombre son
sus ancestros; su tronco es el pueblo de Israel; sus ramas son
las tribus; y su fruto son las buenas obras. Por otro lado, las
raíces de la Torá son sus secretos y misterios internos; la Torá
escrita y oral son su tronco; sus ramas son las disciplinas y los métodos de interpretación; y su
fruto son las nuevas revelaciones o enseñanzas recibidas.

La palabra hebrea para “árbol” es etz . Se resalta lo siguiente en cuanto a las letras y sus
implicaciones: La primera de las dos letras se llama ayin , que también significa “ojo.” La
segunda letra se llama tzade , muy parecida a la palabra tzadek, que significa “persona justa.” Al
unir ambos conceptos, podemos aludir que quien mira a la verdad de la Torá producirá frutos de
justicia en su vida. Algunos frutos del “árbol de la vida” mencionados en el libro de Proverbios
son: la sabiduría (3:18), el deseo cumplido (13:12), y una lengua apacible (15:4). Claro está, el
principal Árbol de la Vida mencionado en la Biblia es el que estaba en el Jardín del Edén.
Cuando descienda la Nueva Jerusalén del cielo, el Árbol de la Vida aparecerá nuevamente
(Apoc. 22:2). Ese árbol producirá doce clases de fruto, y sus hojas servirán de medicina. Éste
representa la vida eterna, lo que Dios siempre ha anhelado dar a Su pueblo.

Los rodillos de madera que se usan para manejar el cuero de un


rollo de la Torá, cuyos extremos a menudo están cubiertos con
decoraciones laboradas en plata, se llaman atzei hayyim o
“árboles de vida.” Cuando un rollo de la Torá se devuelve al arca o
gabinete, parte de lo que se recita dice: “Árbol de vida es a los que
se asen de ella, y bendecidos son los que la sostienen…” No es
extraño encontrar que el árbol de vida ha llegado a ser un símbolo
artístico popular para el pueblo judío. A veces, un candelabro de
siete brazos se ilustra como árbol, y la cortina o puerta que cubre
el arca se decora con un árbol.
Con este trasfondo, estamos listos para ver cómo Dios usa dos de Sus árboles
para enseñarnos unas verdades importantes.

El Cedro del Líbano – Advertencia para el Orgulloso

El cedro, símbolo nacional del Líbano, se menciona más frecuentemente en la Biblia que
cualquier otro árbol. La casa del Rey David y ambos Templos fueron construidos de cedro,
además de un palacio de verano denominado por el Rey Salomón como su “casa del bosque del
Líbano” (1 Reyes 7:2). Nogah Hareuveni, autor del libro Tree and Shrub in our Biblical Heritage
[Árbol y Arbusto en Nuestra Herencia Bíblica] y fundador de la reserva natural de Neot Kedumim
en Israel, se preguntaba por qué David y Salomón importaban el cedro del Líbano cuando en
Israel había una abundancia de sicómoros. Los egipcios usaban el sicómoro para sus sarcófagos
porque la madera no se descompone. Hareuveni creía que los reyes quisieron usar el cedro para
elevar “el prestigio de Jerusalén sobre las demás naciones,” ya que “el cedro simbolizaba fuerza,
altura, gloria y riqueza.”

La palabra “cedro” viene de una palabra semítica que significa “poder.” Los cedros crecen
lentamente en terreno profundo cerca de un cuerpo de agua. En el Líbano, los cedros crecen a
6,400 pies (1,950 metros) sobre el nivel del mar en un bosque llamado Cedros del Señor. Allí hay
como 375 árboles centenarios, y cuatro de los más viejos alcanzan 105 pies (32 metros) de alto,
con un asombroso diámetro de 36 a 42 pies (11 a 13 metros).

Una de las bendiciones pronunciadas por Balaam describe a Israel como un cedro (Núm. 24:6d-
7). También el profeta Oseas usa el cedro para describir a Israel: “[Yo Dios] seré como rocío
para Israel; florecerá como lirio, y extenderá sus raíces como los cedros del Líbano. Brotarán sus
renuevos, y será su esplendor como el del olivo, y su fragancia como la de los cedros del
Líbano” (Os. 14:5-6). En Ezequiel 17:22-24, el Señor habla de tomar un renuevo de cedro y
sembrarlo “en el alto monte de Israel,” que “llegará a ser un cedro majestuoso.” Ese árbol podría
ser un cuadro de la restauración de Israel, o del Mesías, o del reino milenial. Cuando Yeshúa
compartió la parábola de la semilla de mostaza (Mat. 13:32), se refirió a ese pasaje en Ezequiel,
dando así la interpretación apropiada. Por lo tanto, el cedro que crecerá y cuyas ramas se
extenderán representa el reino de Dios.

Por otro lado, Dios usa el enaltecido cedro para representar la altivez y el orgullo. En Ezequiel
31, el profeta advierte al faraón sobre el orgullo de Egipto al describir a Asiria como ejemplo de
una nación poderosa que fue cortada como un poderoso cedro. Ese cedro era tan bello, que los
demás árboles de Edén le tenían envidia. Pero su belleza, altura y singularidad no evitó que
fuera cortado, “para que no se exalten en su altura ninguno de los árboles junto a las aguas, ni
alcen su copa entre las nubes, ni confíen en su altura sus poderosos bien regados” (Ezeq.
31:14).

Sea advertido cualquier persona, nación o sistema político que piense que es tan elevado en
riqueza, poder o inteligencia que no le podrá alcanzar el brazo disciplinario de Dios. Pero eso
nos da confianza de que no hay un gigante (como el comunismo y el islam) que Dios no pueda
cortar. Cuando el presidente iraní Ahmadinejad amenaza con destruir al ungido de Dios y borrar
a Israel del mapa, debería temblar es sus zapatos. No hay que temer el poder nuclear de Irán,
porque Dios siempre humilla al altivo. “Y todos los árboles del campo sabrán que yo soy el
SEÑOR; humillo al árbol elevado y elevo al árbol humilde; seco al árbol verde y hago reverdecer
al árbol seco. Yo, el SEÑOR, he hablado y lo haré” (Ezeq. 17:24).

Arraigados e Injertados en el Olivo

El árbol del olivo define el paisaje de Israel. Hay olivos en todo valle, ladera y montaña,
incluyendo los parques públicos y jardines familiares. Cuando primero vine a Jerusalén para
trabajar como voluntaria, viví en un sector llamado Gilo, al sur de la ciudad. Frente a mi
apartamento había un profundo valle, rodeado por tres lados de empinadas laderas y
apartamentos en sus topes. Me encantaba bajar al valle por el camino polvoriento en días de
shabbat (sábado) para descansar en la silenciosa sombra del olivar. Era como transportarme a
tiempos bíblicos. Me recostaba contra los viejos torcidos troncos para inspeccionar las hojas
verde-plateadas, y una vez contemplé allí a un pastor atendiendo su rebaño de ovejas.

A pesar de lo moderno del país, el paisaje revela que uno todavía está en la tierra de la Biblia.
En colinas que aún no están cubiertas de edificios y construcciones, se observan las terrazas
rocosas de antigüedad. La historia nos dice que comenzaron a hacer sembrados en forma de
terraza entre el octavo al sexto siglo a.C, y que habían muchos más olivos para aquel entonces
comparado con el tiempo actual. Un investigador calculó que para que el Rey Salomón pudiera
pagar veinte mil batos de aceite al Rey de Tiro por el cedro para el Templo (2 Crón. 2:10),
¡tendría que tener no menos de 4,981 acres (2,015 hectáreas) de árboles de olivo!
Los olivos tienen un sistema de raíz superficial y de rápido crecimiento. Las raíces de un árbol de
cinco años podrían cubrir un área de 10 pies2 (3 metros2), y bajar a una profundidad de 2 pies
(0.6 metros). Un árbol de 10 años podría tener raíces cubriendo 16 pies2 (5 metros2). De esas
raíces salen renuevos muy cerca del tronco, a lo que probablemente se refería el salmista
cuando dijo: “tus hijos [serán] como plantas de olivo alrededor de tu mesa” (Sal. 128:3). La
palabra hebrea para “renuevo” o “retoño” es netzer, de donde sale el nombre de Nazaret,
además de la palabra hebrea para cristiano: notzrí. La palabra netzer se usa en la Biblia
solamente cuatro veces, y en el verso de Isaías 11:1, algunas traducciones usan la palabra
“vástago” en su lugar: “Y saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces”
(versión Reina-Valera, 1909).

Si los olivos no se podan adecuadamente, esos renuevos se crían como


arbustos silvestres. Sus aceitunas no son comestibles y producen poco
aceite. Para que puedan dan buenas aceitunas, se injerta una rama de buen
olivo a una rama de olivo silvestre. Sin embargo, cuando leemos en Romanos
11 que se injertan ramas de olivo silvestre (los creyentes gentiles) entre las
ramas naturales (pueblo judío), eso va “contra lo que es natural” (v. 24). Eso
no tiene sentido, enfatizando cuán milagroso es el producto de ese injerto. La
raíz sustenta a ambas clases de ramas. Algunos comentaristas y teólogos
opinan que “la rica savia de la raíz del olivo” (v. 17) podría representar a
Israel, a Abraham, a todos los patriarcas, o al Mesías. De cualquier modo,
todos participamos de la misma santa raíz, y los creyentes en Yeshúa
cualificamos para ser sacerdotes del Señor juntamente con Israel (1 Ped. 2:4-10).

Otro punto que se merece destacar es que la raíz hebrea de netzer es natzar, que significa
“guardar o velar.” Nuestro “Netzer de David” guarda y vigila a Su gran olivo, uniendo los judíos y
creyentes gentiles en Yeshúa a una sola familia. David dijo: “Pero yo soy como olivo verde en la
casa de Dios” (Sal. 52:8). Las raíces de esa casa son muy profundas, y alcanzan hasta tiempos
de Abraham. Tenemos la seguridad de que algún día Israel dirá como David: “Una cosa he
pedido al SEÑOR, y ésa buscaré: que habite yo en la casa del SEÑOR todos los días de mi vida,
para contemplar la hermosura del SEÑOR, y para meditar en su templo” (Sal. 27:4).

Robles de Justicia

Regresemos al principio de este estudio. De todos los árboles


que Dios escogió para representar a Israel en Isaías 61:3, ¿por
qué escogió el roble? Porque dicho árbol produce una madera
fuerte y casi indestructible. Quizás los robles más conocidos en
la Biblia son los del “encinar de Mamre,” bosque compuesto de
encinas o robles (Gén. 13:18). Algunas traducciones también lo
describen como un “alcornocal,” bosque compuesto de “alcornoques.” La palabra hebrea en
Isaías 61:3 es ayil, que muchas veces se traduce como “carnero,” pero aquí se refiere a un poste
o árbol fuerte y poderoso, como el roble. Se cree que los robles originales desaparecieron de allí
cerca del 330 d.C. Sin embargo, todavía existe un roble denominado “Roble de Abram” cerca de
Hebrón. Mide unos 23 pies (7 metros) de ancho, y su follaje alcanza un diámetro de como 90
pies (27 metros). Se han encontrado otros robles midiendo de 70 a 90 pies (21 a 27 metros) de
ancho. Se dice que la mesa redonda del Rey Arturo fue una rueda de roble cortada en su
espesor.

En tiempos recientes, como resultado de las decisiones un tanto impetuosas de los líderes de
Israel durante la Segunda Guerra del Líbano, Israel no es percibido por sus enemigos como una
fuerza tan legendaria como antes. Perciben a Israel como débil, y están ansiosos por
aprovecharse de esa debilidad. Sin embargo, podemos animarnos por la manera en que Dios
todavía ve a Israel. Para Dios, Israel siempre será como poderoso Roble de Justicia. Oremos
para ver eso cumplido, y que Israel no pierda el ánimo, porque lo que Dios siembra, siempre
florecerá.

Ministerio Bar-Enosh.

Wilfredo Torres
904 collinswood dr west
Jacksonville, Florida 32225

Вам также может понравиться