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Mediación familiar: un recurso

para la resolución
de los conflictos familiares
Carlos Abril Pérez del Campo
Psicólogo Clínico. Trabajador Social.
Servicio de Mediación Familiar de la UNAF

INTRODUCCIÓN

Los cambios sociales operados durante los últimos quince años en


nuestra sociedad h a n sido m u y significativos, en orden al proceso de
modificación de la mentalidad de l a sociedad española en su conjunto.

La familia como institución de la estructura social se h a visto


afectada por el proceso de transformación social; no se puede negar
que las actitudes y los comportamientos familiares están en perma-
nente cambio respecto de lo q u e hace apenas unos años se considera-
ba bajo el concepto de familia. Es innegable q u e a este cambio h a
contribuido, de m o d o definitivo, las reformas legales introducidas en
nuestro ordenamiento jurídico y, entre ellas, l a solución judicial q u e
los legisladores h a n dado a l a ruptura conyugal.

El hecho de contemplar los institutos jurídicos de l a separación y


el divorcio desde l a perspectiva de «remedio y no sanción» es lo q u e
ha permitido articular l a posibilidad de l a r u p t u r a bajo el presupuesto
del m u t u o consenso.

Sin embargo, l a experiencia a c u m u l a d a a lo largo d e estos años de


vigencia de la l e y en los procesos de separación y divorcio, nos d e -
muestran q u e el esfuerzo legislativo por dotar a l a sociedad de u n ins-
t r u m e n t o j u r í d i c o , q u e permitiera u n a ruptura civilizada sin traumas,
no se h a podido lograr en la m a y o r í a de los casos. El fracaso de m u -
chos m u t u o s acuerdos, la prolongación litigiosa de los contenciosos,
no puede imputarse sólo a l a imperfección de l a ley o al arbitrio j u d i -
cial en su aplicación, sino m á s bien a l a e n t i d a d del conflicto que se
juzga, y a que las razones últimas de éstos, por lo general, permanecen
subyacentes y por tanto escapan a l a solución j u d i c i a l .
150

Y es que, en efecto, en la mayoría de los casos detrás de las posi-


ciones rígidas que los cónyuges mantienen en su confrontación liti-
giosa sobre materias tales como la custodia, pensiones, visitas, etc.,
lo que se esconde tras ellas son los verdaderos motivos que hacen
que el conflicto subsista a pesar y por encima de las resoluciones ju-
diciales, puesto que no existen ni pueden existir respuestas judiciales
a los problemas emocionales que en toda ruptura aquejan a sus pro-
tagonistas.

Esta cuestión es la que desborda el quehacer judicial, no sólo


en nuestro país, sino en todos aquellos en donde judicialmente se
interviene con diferentes legislaciones, dando salida a la quiebra de
la convivencia familiar, y es —precisamente por ello— por lo que
hace años en países con tradición divorcista como Estados Unidos,
Canadá y más tarde en la Europa occidental, Francia, Inglaterra,
Alemania, etc., surge la Mediación Familiar como una formula
complementaría para la resolución de este tipo de conflictos fami-
liares.

Desde estos presupuestos de preocupación por la problemática


familiar en el trance de la separación y/o el divorcio la Unión de Aso-
ciaciones Familiares, en adelante UNAF, creó un Servicio de Media-
ción Familiar bajo el auspicio y la subvención de la Dirección Gene-
ral del Menor de M.A.S. De una manera significativa la inquietud de
la UNAF está centrada en evitar o disminuir, a la pareja y sobre todo
a sus hijos, conflictos sobreañadidos en el momento de la ruptura
convivencial.
En esta comunicación vamos a tratar de exponer nuestro criterio
sobre cuál es el marco en el que debe desenvolverse la Mediación Fa-
miliar como un instrumento eficaz para abordar este tipo de conflic-
tos familiares.

Desarrollaremos esta comunicación en los siguientes apartados:

I. Funciones, características, objetivos y principios de la Media-


ción Familiar.

II. Indicaciones y contraindicaciones en la Mediación Familiar.

III. El proceso metodológico.


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I. FUNCIONES, CARACTERÍSTICAS, OBJETIVOS


Y PRINCIPIOS DE LA MEDIACIÓN FAMILIAR

C o m o en toda actividad q u e comienza su andadura, la M e d i a ­


ción Familiar está expuesta a q u e su verdadera razón de ser sea tergi­
versada y utilizada como panacea para m u y diversas e incluso contra­
dictorias aplicaciones, de ahí la necesidad de concretar aquellas fun­
ciones, objetivos, características y principios q u e le son propios para
el fin q u e persigue.

1. Funciones

Según el autor H. TOUZARD, l a finalidad general hacia la q u e se


dirige la M e d i a c i ó n es c o n t e m p l a d a f u n d a m e n t a l m e n t e desde dos as­
pectos:

A) La Dimensión Creadora/Renovadora: Es aquella a la q u e hace­


mos referencia c u a n d o tratamos de resaltar la función q u e toda m e ­
diación tiene de hacer nacer, o renacer, u n lazo q u e anteriormente o
no existía dentro del sistema relacional o se encontraba en trance de
extinción.

Es i n d u d a b l e q u e la M e d i a c i ó n Familiar tiene en este sentido u n a


doble pretensión, q u e se concreta en su faceta renovadora, por los es­
fuerzos dirigidos en u n primer m o m e n t o a restablecer l a c o m u n i c a ­
ción entre la pareja, q u e frecuentemente se encuentra gravemente de­
teriorada y, por tanto, hace imposible cualquier tipo de intercambio
constructivo. Y en su faceta creadora, cuando se dirige a establecer u n
compromiso de acción ulterior, para llevar a la práctica los pactos q u e
h a y a n sido capaces de alcanzar en orden al ejercicio de su responsabi­
lidad parental compartida.

B) La Dimensión Preventiva!Reparadora: Incide en su carácter


preventivo c u a n d o lo q u e destaca es su posibilidad de anticiparse a u n
conflicto en gestación, y a su carácter reparador, c u a n d o lo q u e hace es
responder a u n conflicto y a existente.

C o n s i d e r a m o s q u e la M e d i a c i ó n Familiar t a m b i é n i n c l u y e estos
aspectos, puesto q u e puede y debe intervenir en todo m o m e n t o en la
que sea necesaria a lo largo del proceso de la ruptura, es decir:
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• Antes de que se h a y a iniciado el proceso j u d i c i a l , c u a n d o a l g u -


no de los miembros de la pareja, o ambos, han t o m a d o la decisión de
separarse, pero no han iniciado n i n g ú n trámite legal.

• A lo largo del proceso j u d i c i a l y como consecuencia de u n a de-


cisión conjunta y voluntaria de la pareja, que responde bien a su pro-
pia iniciativa, o bien a la información recibida de alguno de sus abo-
gados o del juez que tramita el procedimiento; para lo cual sus letra-
dos solicitan u n a suspensión temporal con limitación del plazo, en el
cual se llevará a cabo la M e d i a c i ó n (es así como viene haciéndose en
alguno de los países en los q u e la M e d i a c i ó n Familiar está m á s i m -
plantada).

• Después de la separación o del divorcio, c u a n d o por parte de


uno o ambos padres surgen i n c u m p l i m i e n t o s o modificaciones de los
efectos de la resolución j u d i c i a l , q u e requieren un replanteamiento de
la situación familiar.

2. Objetivos fundamentales

El objetivo esencial de la M e d i a c i ó n Familiar es el de a y u d a r a la


pareja a elaborar por sí m i s m a las bases de un acuerdo duradero y
m u t u a m e n t e aceptado, teniendo en cuenta las necesidades de cada
uno de los miembros de la familia, y — e n e s p e c i a l — las de los hijos,
con v o l u n t a d de corresponsabilidad parental. Las cuales se van a con-
cretar en el enunciado o redacción de un proyecto de acuerdo paren-
tai o un inventario de los puntos en el que ambas partes manifiestan
su aquiescencia (acuerdo parental i n c o m p l e t o ) , para lo cual es i m -
prescindible:

A) REDUCIR LOS CONFLICTOS

U n o de los principales objetivos q u e persigue el proceso de M e -


diación va e n c a m i n a d o a reducir los conflictos que la decisión de rup-
tura de la convivencia entraña, con el propósito de beneficiar a todos
los miembros de la u n i d a d familiar. La decisión de la separación en sí
m i s m a produce en los individuos reacciones emocionales (frustra-
ción, cólera, abatimiento, sentimiento de culpabilidad, etc.) m u y di-
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fíciles de superar y que p u e d e n tener efectos m u y perniciosos en los


menores.

WALLESTEIN y KELLY ( 1 9 8 0 ) , en su estudio longitudinal sobre las


familias en trámites de divorcio, afirman que los hijos son con fre-
cuencia testigos de un c o m p o r t a m i e n t o parental que antes no habían
visto n u n c a en la familia, asegurando q u e muchos niños «han conoci-
do la violencia por p r i m e r a vez».

El riesgo de que se produzcan conflictos es grande y el papel de la


M e d i a c i ó n es el de procurar d i s m i n u i r el efecto negativo de tales con-
flictos antes de que se cronifiquen, que es lo que puede dar lugar a li-
tigios interminables por la actitud de los afectados (aspecto preven-
tivo).

No se trata de negar los conflictos, como suelen hacer los afecta-


dos por los m i s m o s , sino m á s bien utilizarlos de m a n e r a constructiva,
c o m o impulsores de la reorganización familiar. Es decir, se trata de
devolver a los individuos el papel de actores frente a la situación de su
separación, desde la perspectiva de reconocer la verdadera naturaleza
de su conflicto ( s u b y a c e n t e / i m p l í c i t o ) , y que va a permitirles ir en-
contrando progresivamente las soluciones más idóneas para los pro-
blemas que se han planteado c o m o objeto del litigio (conflicto m a n i -
fiesto/explícito).

B) RESTABLECER LA COMUNICACIÓN

C o m o decíamos anteriormente, la i n c o m u n i c a c i ó n o la c o m u n i -
cación disfuncional entre la pareja está en la base del conflicto y éste
no puede abordarse mientras ésta subsista.

La M e d i a c i ó n ha de intentar neutralizar los obstáculos que i m p i -


den el dialogo productivo sobre las cuestiones en litigio, y a que la co-
m u n i c a c i ó n de los cónyuges no t e r m i n a con la sentencia de divorcio
o de separación, sino que h a de c o n t i n u a r en relación a todas aquellas
cuestiones q u e afecten a los hijos comunes; en interés de los menores,
debe preservarse la relación personal entre uno y otro progenitor.

La M e d i a c i ó n puede y debe a y u d a r a la pareja a elaborar nuevas


formas de c o m u n i c a c i ó n q u e les p u e d a n ser útiles en el futuro.
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C) IDENTIFICAR Y ESCLARECER LOS PUNTOS ESPECÍFICOS DEL LITIGIO

La M e d i a c i ó n está orientada hacia los cometidos q u e h a y que


cumplir en el desarrollo de la función parental.

Es imprescindible identificar bien los puntos q u e h a n de ser obje-


to de debate en la M e d i a c i ó n . Los proyectos ocultos, los motivos no
declarados, deben emerger a la superficie; en caso contrario, la M e -
diación no podrá sobrevivir a los callejones sin salida a los q u e le con-
ducirá el o c u l t a m i e n t o de la realidad.

A s i m i s m o es necesario que a través de la M e d i a c i ó n la pareja dife-


rencie entre aquellas cuestiones q u e afectan a su rol c o n y u g a l de
aquellas otras vinculadas a la función parental. Porque con frecuencia
se confunde el interés que como padres tienen para con sus hijos, de
aquel otro que tiene su origen en la confrontación c o n y u g a l , fruto del
resentimiento personal.

De i g u a l m a n e r a , es objetivo de la M e d i a c i ó n F a m i l i a r c o n t r i -
b u i r a rebajar el á n i m o de confrontación y e n f r e n t a m i e n t o excesi-
vos con q u e g e n e r a l m e n t e a c u d e n las parejas al l i t i g i o y de la cual
provienen i n v a r i a b l e m e n t e las posiciones de g a n a d o r o p e r d e d o r en
el conflicto por u n a a c t i t u d de p a r t i c i p a c i ó n y c o n t r i b u c i ó n en la
cual no existen ni g a n a d o r e s ni perdedores, sino q u e c a d a persona
i m p l i c a d a en el conflicto g a n a y p i e r d e algo en l a resolución del
mismo.

3. Características

Entre otras, la característica esencial de la M e d i a c i ó n Familiar es


aquella que la d e t e r m i n a como u n a intervención q u e tiene u n a natu-
raleza intrínsecamente relacional. Por tanto, se realiza entre dos per-
sonas que consienten libremente en su participación y de las q u e de-
penderá exclusivamente la solución final.

Por ú l t i m o , el proceso se lleva a cabo con el apoyo de un tercero,


que desempeña el papel de m e d i a d o r y que está sujeto a unos princi-
pios y a un código deontológico, de los q u e hablaremos a continua-
ción.
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4. Principios de la Mediación Familiar

Los principios básicos q u e regulan esta intervención obligan al


m e d i a d o r a m a n t e n e r u n a postura de imparcialidad, neutralidad y
confidencialidad.

El m e d i a d o r ha de ser imparcial ante la pareja; esa i m p a r c i a l i d a d


significa no tomar partido por uno u otro, reequilibrar el tiempo y la
atención q u e ambos necesitan e igualar el poder que cada uno m a n -
tiene ante su pareja.

La neutralidad hace referencia al trabajo que el m e d i a d o r tiene


q u e hacer consigo m i s m o , frente a su propia historia, sus emociones,
sus valores personales e incluso sus prejuicios.

Es por tanto de s u m a i m p o r t a n c i a a la hora de desempeñar su


función el ser capaz de reconocer las resonancias personales que la si-
tuación concreta puede provocarle, y a q u e esto le va a permitir dis-
tanciarse y actuar en la forma m á s idónea para que ello no repercuta
sobre la pareja.

Y por ú l t i m o , el p r i n c i p i o de confidencialidad tiene su funda-


m e n t o en el c o m p r o m i s o que el m e d i a d o r adquiere y q u e le obliga a
g u a r d a r secreto sobre el c o n t e n i d o de las entrevistas y de los eventua-
les acuerdos q u e p u d i e r a n establecerse. Este c o m p r o m i s o de confi-
d e n c i a l i d a d sólo p u e d e romperse c u a n d o a m b o s interesados lo a u t o -
ricen.

Código deontológico

En la actualidad existe un código deontológico para la práctica de


la M e d i a c i ó n Familiar, elaborado en Europa por la Asociación para la
Promoción de la M e d i a c i ó n Familiar, al q u e está acogido el Servicio
de M e d i a c i ó n Familiar de la UNAF, al ser m i e m b r o de pleno derecho
de d i c h a Asociación.

Entre los criterios q u e se m a n e j a n , destacamos los referidos a la


c o m p e t e n c i a formativa que todo m e d i a d o r debe poseer según este có-
digo, y en el que se afirma textualmente que:

« N i n g u n a persona podrá ejercer la función de m e d i a d o r familiar:


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a) Si no ha adquirido previamente competencia técnica c o m o


profesional de las ciencias h u m a n a s o jurídicas.

b) Si no ha seguido u n a formación específica en M e d i a c i ó n Fa-


miliar en materia de divorcio o separación.»

Y además, debe estar c o m p r o m e t i d o con u n a formación c o n t i n u a


y someterse a una supervisión (Art. IV.C.d.).

En los artículos V y VI de dicho código, se hace referencia a la


ética del mediador familiar y a los principios anteriormente citados,
diciendo entre otras cosas lo siguiente:

«El mediador se abstendrá de ofrecer a los clientes otros servicios


fuera de la M e d i a c i ó n Familiar, así como de presionar a las partes
para obtener su adhesión.»

II. INDICACIONES Y CONTRAINDICACIONES


DE LA MEDIACIÓN FAMILIAR

La filosofía que rige la M e d i a c i ó n resulta tan atrayente q u e puede


dar lugar a u n a visión excesivamente optimista de la m i s m a , llegando
al error de creer que la M e d i a c i ó n es la alternativa por excelencia para
la resolución de todos los problemas o conflictos familiares. Y a u n q u e
ese sería el fin a perseguir, no podemos perder el contacto con la rea-
lidad.

Según Lisa P A R K I N S O N ( 1 ) , «los enfrentamientos q u e a c o m p a ñ a n


la ruptura convivencial tienen raíces m u y profundas; existen conflic-
tos estructurados en los que ambos cónyuges tienen una profunda
necesidad emocional de seguir peleando, porque su vida carecería de
significado si uno de ellos renunciase a la lucha. En estos casos, inclu-
so los mediadores más expertos pueden fracasar al intentar resolver
conflictos enmarañados a los que n i n g u n a de las partes quiere poner
fin».

Es por ello por lo que debemos reconocer con h u m i l d a d q u e la


M e d i a c i ó n Familiar — c o m o cualquier e s p e c i a l i d a d — tiene sus l i m i -
taciones; esencialmente, porque trabaja partiendo de la libre v o l u n t a d

(1) LlSA PARKINSON: Mediación en Familia: Teoría y Práctica, 1990.


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de las partes, y allí donde ésta esté mediatizada por a l g u n a circunstan­


cia, la mediación estará contraindicada.

En este sentido, la M e d i a c i ó n Familiar no parece la solución m á s


aconsejable para aquellos casos en los que:

• A l g u n o de los miembros de la pareja no ejerza control sobre su


voluntad y, por tanto, sean incapaces de asumir compromisos adqui­
ridos o, incluso, de adquirir compromiso alguno. Es por esto por lo
que no debe de iniciarse una M e d i a c i ó n si se tiene la certeza de que
uno o ambos miembros de la pareja padecen comportamientos dis­
funcionales tales como alcoholismo, toxicomanías, etc.

• Tampoco es aconsejable la Mediación en todos aquellos supues­


tos en los que uno de los miembros de la pareja, o sus hijos, sean objeto
de violencia familiar, porque las decisiones estarán inevitablemente
condicionadas por el desequilibrio de poder que existe entre la pareja,
llegando a influir en los acuerdos el temor al otro, con el consiguiente
riesgo para los miembros de la u n i d a d familiar víctimas de la violencia
y el incremento de la probabilidad de incumplimiento de los acuerdos.
La responsabilidad del mediador exige en estos casos tomar las precau­
ciones necesarias para garantizar en todo m o m e n t o la seguridad del su­
jeto que ha sido objeto de agresión durante la convivencia.

Partiendo de estas premisas, es evidente que la M e d i a c i ó n o su


contraindicación requiere de un trabajo preliminar q u e verifique la
pertinencia de la misma. El m e d i a d o r debe asegurarse sobre la volun­
tad con que acude la pareja, la aceptación y la firmeza de su decisión
sobre la ruptura y que ambos aprueban y respetan las reglas de la M e ­
diación Familiar. Todo lo cual quedará reflejado en u n compromiso
de intervención suscrito por el m e d i a d o r y la pareja.

III. EL PROCESO METODOLÓGICO

La M e d i a c i ó n Familiar, en su aplicación a la separación y al di­


vorcio, es un proceso de intervención estructurado con u n a metodo­
logía m u y precisa.

C o m o es de sobra conocido no se trata de una terapia ni de un


consejo conyugal, ni menos aún de un asesoramiento jurídico. La
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M e d i a c i ó n se sirve de estos tres campos y se encuentra en su p u n t o de


intersección.

Mediar supone ofrecer a las parejas en proceso de ruptura un espacio


neutral y confidencial, bajo la presencia de una tercera persona imparcial
y cualificada, lo que les va a permitir hacer una pausa en el conflicto para
analizar y elaborar las decisiones adecuadas a la nueva situación familiar.

El proceso de M e d i a c i ó n se desarrolla a lo largo de diez o doce


entrevistas, con u n a periodicidad semanal y u n a duración aproxima-
da de hora y media. En dos etapas bien diferenciadas:

A) ETAPA DE PREMEDITACIÓN

Se trata de u n a fase preliminar c u y a duración oscila de u n a a tres


sesiones y en la que el mediador dirigirá su intervención hacia:

a) Establecer la credibilidad de la M e d i a c i ó n y del mediador.

b) Crear un c l i m a de confianza q u e p e r m i t a el correcto desarro-


llo de las siguientes entrevistas.

c) Explicar con claridad el proceso de M e d i a c i ó n , h a c i e n d o


hincapié tanto en los objetivos que persigue, como en el papel q u e el
mediador y los usuarios del servicio desempeñan.

d) Establecer un vínculo de empatia.

e) Evaluar si c u m p l e n los criterios exigidos en el desarrollo de la


intervención, así como comprobar el interés y la actitud de la pareja
frente a la M e d i a c i ó n , para determinar si están en condiciones de ini-
ciar el proceso.

Para posteriormente centrarse en:

a) Constatar las razones que a uno y otro les h a movido a tomar


la decisión de la ruptura, ofreciendo a ambos la posibilidad de expre-
sar éstas ante su pareja. Esto va a permitir que, en algunas ocasiones,
se desvelen motivaciones desconocidas por uno u otro.

b) Proceder a la firma de un d o c u m e n t o en el que se exprese el


consentimiento c o m ú n para realizar la M e d i a c i ó n , y en el cual se
contemplan entre otros los siguientes extremos:
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• La confidencialidad sobre el contenido de las sesiones.

• El c l i m a de cooperación y respeto m u t u o en el que se van a de­


sarrollar las entrevistas.

• El compromiso de ambos de suspender o no entablar acciones


judiciales contenciosas mientras dure la M e d i a c i ó n .

• La conformidad de ambos a facilitar toda la información y do­


c u m e n t a c i ó n necesaria para llegar a un acuerdo.

c) Por ú l t i m o , explorar los puntos de acuerdo, en caso de exis­


tir, y sus divergencias, con la finalidad de distinguir entre los conflic­
tos q u e permanecen ocultos de aquellos otros que son expresados
abiertamente por cada uno de los componentes de la pareja.

B) ETAPA DE NEGOCIACIÓN

El objetivo de ésta es c a m b i a r la naturaleza del conflicto y rees­


tructurarlo de m a n e r a que sea más productivo, para q u e los partici­
pantes p u e d a n discutir sobre las cuestiones en las q u e m a n t i e n e n sus
discrepancias. En ella se van a considerar p r i n c i p a l m e n t e los siguien­
tes aspectos:

a) Negociación acerca de la forma de c o m p a r t i r las responsabi­


lidades parentales.

A lo largo de las entrevistas, los padres se irán acercando paso a


paso a todo aquello q u e tiene relación con la v i d a cotidiana de sus hi­
jos, c o m o son los temas de la custodia, el t i e m p o que van a pasar con
cada uno de los padres, las vacaciones, las relaciones con la familia ex­
tensa, escuela, la elección sobre su orientación educativa, tiempo l i ­
bre, salud, así como todos los valores y normas que los padres quieran
transmitir a sus hijos, m e d i a n t e un proyecto parental c o m ú n .

b) Negociación sobre las responsabilidades económicas, en el


q u e se abordan los siguientes puntos:

• C o n t r i b u c i ó n o aportación que cada uno de los padres debe


hacer para cubrir las necesidades de sus hijos y, en su caso, la que
p u e d a cprresponderle a un m i e m b r o de la pareja respecto del otro.
160

• Reparto de los bienes gananciales.

La m a y o r í a de las parejas acude a la M e d i a c i ó n con u n a idea pre-


concebida sobre la m a n e r a en la que pueden conseguir satisfacer sus
necesidades y defender sus derechos. Todo lo cual les va a llevar a
atrincherarse en posiciones inamovibles, que representan g e n e r a l m e n -
te los intereses de u n a sola parte, y detrás de las cuales se esconden
sus preocupaciones, miedos e inseguridades.

Para hacerles salir de estos posicionamientos rígidos e inmovilis-


tas, el m e d i a d o r debe de hacerles entrar en contacto con la base en
que se sustentan, es decir, con sus emociones, miedos e i n c e r t i d u m -
bres. C u e s t i o n a n d o la creencia de q u e sólo existe u n a solución o dos
contradictorias, y a que esto les i m p i d e centrarse en encontrar otras
fórmulas q u e les permitan realizar sus deseos.

Para ello es necesario que el m e d i a d o r consiga:

• Crear u n a atmósfera que estimule la participación y coopera-


ción de los interesados, resaltando los intereses c o m u n e s a la pareja, al
tiempo que se destacan los beneficios que para el conjunto familiar va
a representar el esfuerzo negociador de ambos.

• Desarrollar u n a función creativa en la que se ofrezcan nuevas


opciones que los participantes no han previsto, de esta m a n e r a el m e -
diador se convierte en u n a persona-recurso, que utiliza su experiencia
para proponer soluciones diferentes a las contempladas hasta enton-
ces por los sujetos q u e m e d i a n .

• M a n t e n e r en un nivel emocional bajo el dialogo entre la pare-


ja, y a que u n a elevación de éste es a m e n u d o un obstáculo insupera-
ble para la negociación.

• Otro aspecto importante de la m e d i a c i ó n es el de descubrir el


papel q u e j u e g a o se hace j u g a r a los hijos en el conflicto de sus pa-
dres.

El lugar del niño en la M e d i a c i ó n debe de estar omnipresente a lo


largo de todas las entrevistas. Por ello, c u a n d o c o n c l u y a n éstas se le
invitará a u n a entrevista, con el fin de q u e sus padres p u e d a n infor-
marle sobre aquellos aspectos que le conciernen directamente, es de-
cir, dónde y con quién va a vivir, de qué m a n e r a y cómo va a relacio-
narse con el padre que no conviva, e incluso para d e m a n d a r su opi-
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nión respecto de otras cuestiones que t a m b i é n le atañen, distribución


de su tiempo libre, la relación con su familia extensa etc., pero sin
exigirle la responsabilidad de t o m a r decisiones que conciernen a los
adultos, y a que es necesario que siga d e s e m p e ñ a n d o el papel y ocu-
p a n d o el espacio que le corresponde a un niño.

• Finalmente se procederá a la redacción de un acuerdo parental,


que refleje con fidelidad las decisiones tomadas por los padres.

Retorno al proceso judicial

Para que el acuerdo parental adquiera legalidad, la pareja lo


entregará a sus abogados, los cuales le darán forma j u r í d i c a para su
presentación y aprobación por el Juzgado.

C o m o conclusión, podemos afirmar que a u n q u e la M e d i a c i ó n fa-


m i l i a r es u n a práctica reciente en Europa, y a h a demostrado su efica-
cia en algunos países de nuestro C o n t i n e n t e .

Pero sobre todo, la M e d i a c i ó n familiar ofrece unas expectativas


prometedoras, porque sus beneficios se extienden más allá del propio
y actual conflicto familiar, y a q u e al centrar a la pareja parental frente
a sus responsabilidades, e l i m i n a el riesgo de que los menores se con-
viertan en el centro del conflicto de sus padres y de q u e éstos los utili-
cen c o m o envite en sus luchas. Todo lo cual p u e d e facilitar que el
menor, en un futuro, p u e d a abordar con u n a m a y o r serenidad su pro-
pia vida c o n y u g a l y parental.

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