Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
POEMA
A LA VIRGEN MARIA
TEXTO
Prometed que la aurora bien venida Dos años lleva en el Brasil, "A Terra de Santa Cruz", nuestro joven
el vino aumentará del que quisiera estudiante jesuita, cuando a fines de 1555, Nicolau Durand de Ville-
antes mengua en sus años, y tuviera gaignon funda en la Bahía de Guanabara la "Francia Antártica".
la mengua de su vino más crescida. Levanta el Fuerte de Coligny, pide a Ginebra predicadores que di-
fundan el calvinismo, y pacta con los Tamoyos, la tribu más belicosa
Piange il Britano che gli manca il vino; del litoral brasileño.
Santo Gioseffo, habigli compassione! El Embajador de España ante la corte francesa avisa de todo a la
Ritrove in te il gaudio che dimanda! Reina Catalina, hermana de Carlos V y esposa de Don Juan III de Por-
tugal.
Si augeas vinum, opere divino, "Todos saben —le escribe— que Villegaignon se ha apoderado de
renovas vitam, cum dilectione, un puerto en la ruta de las Indias, y lo ha fortificado. Ha escrito al Rey
tua admiranti opera admiranda! 12. de Francia que, si le envían tres o cuatro mil soldados, ocupará todo ese
territorio y controlará la navegación del Atlántico Sur. Los franceses es-
Los juegos de palabras, las aliteraciones, las metáforas, hacen de este tán armando en Normandía y en Bretaña numerosos navíos, que pudie-
soneto, entre renacentista y barroco, una pieza única y excepcional. Si ran tener otro destino, pero creo necesario avisar a Vuestra Alteza, pues
llevara la firma de Lope de Vega o de Góngora, lo encontraríamos, re- esa Armada podría cortar nuestras comunicaciones con las Indias..." 1.
producido y comentado, en todos nuestros manuales de Historia de la Al año siguiente es Felipe II quien encomienda a su Embajador en
Literatura. Lisboa que avise del peligro al Monarca portugués: "si no se expulsa a
los Franceses, puede sobrevenir un grave daño a las dos coronas penin-
sulares".
Felipe II escribe, además, al Gobernador del Paraguay, Martínez de
Irala (que había fallecido ya por esas fechas) mandándole impedir a los
Franceses el asentamiento en Santa Catalina, "que debe ser poblada Pero queda intacta la "Confederación de los Tamoyos", aliada de
los Franceses. Los tamoyos extienden sus dominios hacia el interior
cuanto antes" 2.
Al sucesor de Irala, Jaime de Rasquín, a quien envía como Gober- hasta el valle de Paraiba, y, junto a la costa, desde la isla de San Sebas-
nador del Atlántico Sur, Río de la Plata y Paraguay, le ordena por Real tián hasta Cabo Frío, en el Norte. Parece que cuentan con más de
Cédula de 15 de Septiembre de 1558, que "de camino fuese con su Ar- 50.000 belicosos indios.
mada por la costa del Brasil, y expulsase a los Franceses de donde se A partir de la derrota francesa, multiplican sus incursiones por los
hubieran asentado, tomando las fortalezas que hayan construido, y lle- rincones más inesperados, a modo de guerrillas, con el objeto de cazar
vando consigo a los que encuentre, hacia las Provincias de San Francis- prisioneros entre los portugueses o indios amigos para sus banquetes ca-
co y Espíritu Santo, ocupándolos allí en lo que estime conveniente, de nibalescos, sembrando por todas partes los incendios, el saqueo y la
muerte.
forma que no puedan volver a Francia"3.
Nóbrega, después de una madura reflexión, propone a Men de Sá un
La corte de Lisboa, interesada especialmente por las Indias Orienta- plan realmente temerario. Adelantándose en más de cuatro siglos a
les, más cultas y más ricas entonces, no ve motivo para tanta alarma. Contadora, quiere pactar con los Tamoyos, y llevar la paz a la zona.
Así pues, hasta 1560 permanecen los Franceses en Río de Janeiro, sin Con sinceridad evangelica, pide a los portugueses que reconozcan
ser molestados. sus errores, o mejor, sus injusticias pasadas con aquel pueblo bárbaro,
Don Juan III había fallecido ya (11 de Junio de 1557) sin ordenar pero noble y valiente, y que hagan oración y penitencia por el éxito de
acción alguna contra los invasores. Es la Reina Regente, durante la mi- la empresa.
noridad del Príncipe Don Sebastián, 1557-1562, quien toma la iniciati- El, personalmente, se presentaría a los jefes de la tribu enemiga,
va en la defensa del Brasil. para proponerles la paz, sin escolta ninguna. Pero, enfermo de tubercu-
Envía una Armada, no muy poderosa por cierto, a las órdenes de losis, con las piernas llagadas, tartamudo, desconocedor de la lengua in-
Bartolomé Vasconcelos da Cunha, que llega a Bahía el 30 de Noviem- dígena, necesitaba otro jesuita que lo acompañase... El único que podía
bre de 1559. Catalina manda al tercer Gobernador General del Brasil, hacerlo adecuadamente era el estudiante José de Anchieta.
Mende Sá, que, con los nuevos refuerzos, expulse definitivamente a los "Señor de la palabra" lo llamaban ya. Dotado de un talento privile-
giado y de ca ri smas sobrenaturales, acompañaría a Nóbrega, como Aa-
intrusos.
Sale la Escuadra completa de Bahía, el 16 de Enero de 1560, y llega rón a Moisés. con la diferencia de que no era el "hermano mayor", sino
a Río el 21 de Febrero. Las dos naves, apoyadas por ocho embarcacio- el "hijo menor"6.
nes menores, con insuficientes. Alineadas junto a la barra, aguardan re- Renovados sus votos religiosos el 19 de Abril de 1563, apenas cum-
fuerzos del Sur, de la Capitanía de San Vicente. Con ellos viene de Ca- plidos los 29 años, y sin ser todavía sacerdote, sale con Nóbrega para
pellán el Padre Nóbrega, a pesar de estar muy enfermo. Los refuerzos Bertioga, donde se detienen cinco días, que emplean en la predicación y
consisten en un "hermoso bergantín" artillado, con algunas canoas de la catequesis.
guerra, y soldados expertos en esa clase de combates, mamelucos e in- El 25 parten de Bertioga en el navío de José Adorno, un italiano res-
dios amigos 4. petado por las partes en litigio, y llegan a Iperuí el 5 de Mayo. Era la
El Fuerte de Coligny es, por fin, sitiado el 15 de Marzo. En la noche frontera de donde salían los tamoyos para sus incursiones contra la Ca-
del 16 al 17, los Franceses abandonan inexplicablemente la fortaleza, pitanía de San Vicente'.
huyendo en canoas rápidas hacia las selvas de los Tamoyos; y las tropas El 7 de Mayo hay un intercambio de rehenes. Desembarcan los je-
portuguesas la ocupan sin baja alguna. Esta victoria será objeto de uno suitas, reconocidos por una antigua esclava tamoya de San Vicente, y
de los cantos más inspirados de la epopeya anchietana "De Gestis Men- embarcan en otro navío, que acompañó al de Adorno, doce jóvenes ta-
di de Saa"5 moyos en dirección a Santos.
Una primera conversación con el rencoroso jefe Aimbiré, podía ha-
"Bendito sea el Señor —termina Anchieta— que amansó aquellos fieros
ber terminado en fracaso definitivo, a no ser por la diplomacia de Ador- leones 9".
no.
Aimbiré, alto, seco, resentido y cruel, se encontraba en la tienda de Las peripecias de ambos jesuitas en la larga y penosa negociación
Pindobuçu, donde se hospedaban los jesuitas, armado con una gran es- del armisticio, son de película. Paseando por la playa el 9 de Junio, vís-
pada, y sentado en medio de sus indios, que "nos cercaban —escribe pera del Corpus, vieron una piragua que parecía venir volando desde
Anchieta— con arcos y flechas, o con hachas y puñales, dispuestos a sa- Río de Janeiro. Adivinando las intenciones de los veloces remeros, de-
crificarnos a la primera señal de su jefe"8. cidieron correr hacia la cabaña de Pindobuçu, que siempre los había
protegido.
"Pero antes de tratar con nosotros, conversó con un francés calvinis-
ta, que lo acompañaba, para informarse de quién era el Capitán Ador- Tuvieron que vadear un río, con agua hasta la cintura, para acortar
no". El francés le dijo que hablaba bien la lengua francesa por haberse camino. Al otro lado del río debían escalar una colina, para bajar en lí-
criado en Francia, pero que no era pariente suyo, y que había venido nea recta hasta la cabaña. Anchieta quiso cargar sobre sus espaldas al
con nosotros para concertar la paz con él y con todos los franceses de Provincial enfermo, pero su lordosis no se lo permitía. Escoltado por el
Río. joven estudiante, y medio arrastrado por un indio amigo, llegó Nóbrega
Aimbiré, al saber que no era francés, se alegró, pensando que podía a la choza de Pindobuçu. El buen jefe estaba ausente.
desahogar su ira contra él, y preguntó: "¿Entonces es portugués?". Entretanto, a la vista de los dos religiosos, que rezaban de rodillas
"Yo —sigue Anchieta—, como José Adorno no conocía la lengua las vísperas del Corpus, preparándose a morir, amainó la cólera de los
brasílica, le avisé de lo que hablaban, y él pidió al francés que dijese perseguidores.
toda la verdad: "que no era portugués, sino genovés, y gran amigo y
hermano de los franceses", con lo que se aplacó un poco aquella bestia "Yo venía dispuesto a todo —confesó después PARANAPUÇU—.
brava, y comenzaron a tratar con nosotros sobre las paces. Estaba decidido a eliminar a los embajadores de la paz; pero, al verlos,
Insistió Aimbiré en que debíamos entregarle dos de nuestros indios y hablar con ellos, se me cayó el alma a los pies, y cambié totalmente
principales para matarlos y comerlos, como habían hecho en otro tiem- de intención. Y si yo no los maté, viniendo tan furioso, ya nadie los po-
po los tupíes con los tamoyos. drá matar, aunque vengan con ese propósito y deseo" 10.
Diciéndole nosotros que no era posible, que Dios no quería eso, res- El 21 de Junio vuelve Nóbrega a San Vicente para redactar los tér-
pondió él: "los enemigos no son Dios. Vosotros sois los que tratais las minos de aquella casi imposible reconciliación. Anchieta queda solo en
cosas de Dios. Nos los teneis que entregar". Imperuí hasta su definitiva liberación, precisamente el día de la Exalta-
Después de un rato de discusión, concluyó: "Si no los entregais, no ción de la Cruz, 14 de Septiembre de 1563, mientras su madre y herma-
tendremos paces". Y poco faltó para quebrarlas, quebrándonos también nas, que nada saben de él, celebran la fiesta del Santísimo Cristo de La
la cabeza. Notemos, de paso, el sentido del humor de Anchieta, el rela- Laguna.
tar momentos tan difíciles.
Aquellos 55 días de soledad espiritual absoluta, entre la aldea y la
El Capitán Adorno, viéndole tan feroz como lobo carnicero, que no
playa, son indescriptibles. El peligro de muerte en cada instante del día
pretendía sino hartarse de sangre, sin avenirse a razones, le dijo, para o de la noche, era para él lo de menos.
evitar el altercado, que volvería a San Vicente, y trataría el asunto con
Sólo, sin la compañía recia de su Padre Provincial, sin Misa ni Sa-
el Capitán Pedro Barreto, que lo había enviado, ya que él, Adorno, no
cramentos, es posible que jamás en la Historia de las Misiones, se haya
tenía licencia para poder prometerlo. visto más acosada la castidad de un joven religioso.
En esto, intervino Pindobuçu, que hasta entonces había guardado si-
Años después, pidiéndole absoluta reserva, contó al P. Gonzalo de
lencio, y dijo que aquello le parecía bien, y que bastaba con lo dicho. Oliveira, la anécdota siguiente:
"De rodillas en mi choza, delante del Crucifijo, me puse a hacer al tiempo que las Armas alcanzaban una victoria decisiva, las Letras no
oración. Estaba la noche bastante avanzada. En esto, se acerca una in- digo hispanas, sino europeas, y las del Nuevo Mundo, se enriquecían
dia, y me llama: ¡José!, una, dos, tres veces... Al no reponderle, me pre- con la joya más brillante del Renacimiento Clásico Latino: el poema
gunta finalmente: está vivo ou morto? Esta vez obtuvo respuesta: ES- mariano "DE BEATA VIRGINE DEI MATRE MARIA".
TOU MORTO... Aterro rizada con aquella inesperada contestación, sa-
lió la india como alma que lleva el diablo, despertando a toda la aldea
con sus voces: el dios de este hechicero me persigue y me quiere
matar... 11.
Realmente Anchieta estaba muerto: crucificado con Cristo, como
dice San Pablo; pero en la forma de contar el hecho, se aprecia otra vez
su humor isleño; y se deduce con evidencia que la castidad de Anchieta
no era efecto de una represión sexual triste y estéril, sino fruto de una
sublimación alegre y fecunda.
Frente a los dos heterodoxos su musa llénase de ira inusitada con los momento en que me he olvidado que leía a Anchieta y creí estar leyen-
rayos de los antiguos profetas. La musa de Anchieta se convierte en do las enamoradas palabras del pastor a la Sulamita. Tal es el encendi-
agresividad, en burla, en ironía. La sátira restalla como un látigo. do amor con que Anchieta platica con su Musa. Es indeleble el paso de
El ingenio de Anchieta juega, como un niño travieso, con las letras la Sulamita salomonónica por el poema anchietano. Muchos versos de
que integran los nombres de Helvidio y Calvino, plasmando irónicas éste tienen luminosidad y colorido propios, independientemente de la
aliteraciones. Diríase que el místico poeta quiere vengarse de los que significación de las palabras. Es la Biblia el águila gigantesca que ex-
han insultado a su Dama. Y por entre el encaje de las estrofas asoma su tiende sobre el poema el abanico augusto de sus alas caudales, y proyec-
faz colérica, agresiva, como la espada de un caballero medieval. ta su sombra sobre aquellos versos. El libro de la Sabiduría quedó pren-
dido entre los encajes del canto segundo. A ratos se esconden en las es-
En el poema de Anchieta está patente la huella de "El Cantar de los
trofas, apagadas reminiscencias de versos de Tomás de Aquino, como
cantares", atribuido a Salomón. Y es que nadie puede escribir sobre el
en el canto tercero. La musical luminosidad del numen anchietano lle-
amor sin conocer el inefable y escultural epitalamio bíblico que en el
ga a la cima y se corona en estos esculturales versos del canto tercero:
siglo XVI amasó la sustancia conceptual y emotiva de que están hechas
las liras de San Juan de la Cruz, y que nimbó la frente de Fray Luis de
Sternite aromaticis cunabula Virginis herbis,
León cuando éste, en sonoras octavas reales y en prosa de elegancia
Pingite purpureis molle cubile rosis.
griega, dio plasticidad castellana al epitalamio salomónico, inmenso pe-
Balsameis teneros perfundite odoribus artus,
betero, encendido en el alcázar de oro de la Belleza.
Regales gemmis et decorate comas. (vv. 505-508)
Las metáforas bíblicas, las figuras del Antiguo Testamento fulguran
en la púrpura latina de las estrofas como piedras preciosas, como tem- ¿Quién no recuerda en estos versos el "fulcite me malis, quia amore
blores de luz. El poeta da rienda suelta a los encabritados corceles de su langueo", de la Sulamita salomónica?
fantasía, que es fecunda y luminosa. Hay allí una verdadera orgía de El poema irradia belleza y luminosidad, y es que cuando el amor
metáforas. El estro del poeta resuena con todos los acentos de la inspi- entra en los dominios del arte, se hace inmortal.
ración bíblica, desde el tono elegíco de Jeremías, "el misterioso profesor ¿Cuál es el móvil que . orientó y multiplicó las fuerzas de este recio
del llanto", como lo ' llamó Rubén Darío, hasta la nota epitalámica de lagunero, metido en las selvas de América, y que dejó acaso en las zar-
Salomón. Hay cantos que son sutiles madrigales, constelados de figuras, zas que herían sus carnes, los blasones carmesíes de su ilustre abolengo?
de colorido. De ellos fluye, como río de miel, un derroche de ternura. ¿Qué musa inspiró las acciones heroicas de este caballero andante del
Rara vez la musa de Anchieta se atavía con atributos mitológicos. Y si siglo XVI?
lo hace es con sobriedad, de una manera incidental y rápida. De estos Su musa fue la misma que durante siglo y medio iluminó las almas y
atributos no era fácil que pudiera despojarse un poeta latino, y menos las plumas de nuestros escritores místicos del Siglo de Oro. Fue la mis-
en el siglo XVI. • ma que impulsó el buril de Miguel Angel para que dejase en el mármol
Todas las escenas de la vida de la Virgen desfilan por los versos del el vestigio vigoroso de donde iba a nacer la figura de Moisés. Fue la
poema, que a ratos es lírico, a ratos épico. Bordan la urdimbre de las es- misma que depositó un beso de luz sobre la frente inmortal de Pasteur,
trofas, raudales de inagotable delicadeza y ternura, como en las palabras ante el asombro de la Academia de Medicina de París. Fue la misma
que en el canto quince dirige María al Niño recien nacido. Los versos que otro buen día se hizo genio y eternidad en la mente española de
pasan como un desfile marcial. Y tiene el poema estrofas que son un re- don Marcelino Menéndez y Pelayo".
galo para el oido y para los ojos, principalmente cuando el elemento lí- Esta última cita me anima a decir que Menéndez Pelayo conoció la
rico predomina sobre el épico. El amor surge allí con todas sus inmensi- obra literaria de Anchieta. Lo cita n el tomo III de "La Ciencia Espa-
dades y con sus divinos requiebros. Leyendo algunos cantos ha llegado ñola" (pág. 166). Pensaba estudiarlo al tratar de la poesía brasileña,
como colofón a su "Historia de la Poesía Hispanoamericana". Pero
murió a los 55 años sin realizar sus deseos. Quizás sea ésta la causa
principal de que el escritor tinerfeño más brillante de todos los tiempos
no figure en las Historias de nuestra Literatura.
males"15 , arrasara aquellas cristiandades, expulsando a los jesuitas de ¡Soberano José, dad nueva vida
LA MISION, y destruyendo dos siglos de cultura y socialización cristia-
a quien casi su vida desespera!
na. Pues la gloria que en vida más venera,
Ojalá que en el horizonte del 5° centenario del Descubrimiento, "la de la vid sin el zumo ve perdida.
América ingenua, que tiene sangre indígena, que aún cree en Jesucristo
y aún habla en español", o en portugués, nos devuelva la visita, y nos Prometed que la aurora bien venida
el vino aumentará de quien quisiera
ofrezca libros como el "Poema da bem-aventurada Virgem María, Mãe antes mengua en sus años, y tuviera
de Deus". la mengua de su vino más crecida.
Fruto de ese inapreciable trabajo del Padre Cardoso, es esta traduc-
ción que ofrecemos a todos los hispanohablantes, para iniciarlos en la Llora el Britano que le falta el vino:
lectura del DE BEATA VIRGINE DEI MATRE MARIA, cuyo mensa- ¡Oh, San José, tenedle compasión!
Encuentre en vos el gozo que suspira.
je es hoy de palpitante actualidad.
Si el vino le aumentais a lo divino,
nueva vida le dais, de corazón,
a quien vuestra admirable fuerza admira.
(9) o.c., pág. 128. Cruel matando al Hijo; más cruel, perdonando a la Madre.
(10) o.c., pág. 134.
(11) o.c., pág. 202.
(12) CARDOSO, Líri ca espanhola, pág. 95.
TEXTO DEL POEMA A LA VIRGEN MARÍA
•
De la Bienaventurada Virgen María
Madre de Dios
EXORDIO
1 Santa Madre de Jesús, ¿hablo o guardo silencio? me quedo callado
o canto sus glo ri as?
Mi mente, despierta por los estímulos de un piadoso amor, me
manda cantar a la Señora estos sencillos versos.
5 Mas temo publicar sus grandezas con una lengua impura, man-
chada tantas veces con torpes culpas.
¿Se atreverá esta lengua profana a decir las alabanzas de la que
encerró en su vientre al Todopoderoso?
lo Huye mi mente atónita a no ser que tu amor, Virgen perfecta,
fuerce al miedo a retirarse de mi corazón temeroso.
¿Lo intento? ¿y por qué temer? ¿es que han de helárseme las en-
trañas? ¿por qué mi lengua ha de guardar silencio, sin alientos, al
hablar de Tí?
Tú me impulsas a cantar, Tú, con tu presencia, inspiras mis pala-
bras y das nueva fuerza a mi brazo.
15 Tú me animas con ca ri ño mate rn al y levantas mi espíritu caido,
colmándome de gracias celestiales.
Si no me siento inspirado por el amor de esta Madre sublime, si
mis labios no cantan su glo ri a virginal, es que mi corazón vence
en dureza a la piedra, al hierro, al bronce y al indómito diamante.
20 ¿Quién me diera, dulce Madre, encerrar en mi pecho tu rostro de
Virgen para amarte ardientemente?
Sé Tú con tu Hijo querido mi único gozo, sé Tú de mi corazón el
único deseo, el único amor!
LIBRO I
INFANCIA DE MARÍA
Canto 1°: En casa de sus padres
CONCEPCION DE LA VIRGEN MARIA
En la mente de Dios
25 Dios, antes de crear con su palabra los cuerpos celestes, antes de
construir este ancho mundo, te concibio a Tí en su mente eterna
como la que había de ser su Madre pura y virginal.
Qué bella eras a los ojos de tu Padre Dios cuando aún no habían
sido creados los ejércitos celestiales!
30 Todavía no se habían levantado las olas del extenso mar, ni se ha-
bían deslizado los ríos juguetones con sus serpeantes aguas.
35 Todavía no habían manado las fuentes con su fecundo caudal, ni
se habían consolidado los inaccesibles montes con su pesada
mole; y ya Tú habías sido concebida en la mente del Padre celes-
tial para encerrar en tu vientre al mismo Dios y purificar a toda la
Humanidad de sus vergonzosas culpas, siendo también la verda-
dera medicina de mis enfermedades.
40 Qué grande eres, Virgen! cuán amada del Supremo Hacedor! Qué
belleza y qué gracia la tuya!
En el proto -evangelio
Tú eres la salvación que había de venir, prometida a los primeros
padres, Tú la que en tus castas entrañas habías de alumbrar la
vida: Para que, concebida sin mancha, pudieras dar el antídoto a
los que Eva contagió con mortal veneno.
45 A tu nombre de mujer se estremece la astuta serpiente que cogió lo un nuevo gozo, porque ven que eres concebida sin mancha.
con sus engaños a la mujer primera. Tú precisamente, concebida Bórrese por tu medio el pecado de los primeros padres, con el que
en el vientre de tu madre, eres la única que no tiene la mancha queda tarado el género humano. Limpie por tu medio las culpas
que a todos nos contamina. contraidas la mayor parte de los hombres, que ha de unirse a los
50 Con tus plantas trituras la cabeza del sinuoso dragón y tienes bajo coros angélicos.
tu pie su cuello humillado. 85 Alégrese la mansión celestial! Sin culpa alguna se va formando la
Toda hermosa resplandeces con refulgente belleza y te ves libre futura casa de Dios: Alégrese la mansión celestial!
de culpa, dulce amiga de Dios. Ninguna mancha de pecado deja
su huella en tu pecho, ni la más pequeña falta empaña tu hermo- Derrota del infierno
sura. Llore el infierno voraz: la Virgen que acaba de ser concebida no
55 Vestida con la luz de tus virtudes eres hermosa sin igual, superan- tiene mancha alguna: Llore el infierno voraz!
do con mucho a los coros angélicos. Virgen inmaculada, imprime 90 Agacha, feísima culebra, tu sanguinolenta cresta, y que tu cola he-
tu gracia en nuestro pecho y que esa belleza atraiga siempre mis rida se agite en sinuosas contorsiones. Esconde, soberbia, tu frente
miradas. en el cuerpo retorcido; protege tu cerviz; esconde, soberbia, tu ca-
beza. He aquí que viene una mujer más fuerte que el varón.
95 ¿De qué te ríes, desgraciado? ¿de que en otro tiempo la primera
En los profetas
60 Belleza que deslumbraba a los grandes profetas cuando te canta- mujer metió en tus redes los pies incautos? Malvado, ¿por qué te
ban en sus vaticinios. Ellos te anunciaban con múltiples metáfo- alegras? ¿porque la primera mujer impulsó a su esposo a contagiar
ras pidiendo que tu Hijo los socorriese. con el pecado a toda su descendencia?
65 Cómo hubiese deseado, Virgen hermosa, ver tus ojos resplande- 100 Pues de la carne de ese primer padre se está formando una Vir-
cientes de luz celestial! Cómo hubiesen querido beber directamen- gen, ella sola, que no conoció la culpa.
te tus palabras divinas y la dulce melodía que irradiaban tus la- He aquí que viene limpia de toda mancha y libre de la atadura de
bios! Adán, la única que no sufrirá tus heridas.
Ella, invencible, tendrá siempre enemistad y dura guerra contra tí
En sus padres y los tuyos.
Felices, pues, los padres que te engendraron, a quienes el cielo 105 Tú, malvado, acecharás su níveo talón arrastrándote por la tierra
425 Por eso aquél a quien miras dulcemente con tus pequeños ojos
450
piadosos, gime gravemente herido por tu espada. i Tú eres PUERTO apacible, remanso seguro para las embarcacio-
nes agitadas por la fuerza violenta del mar enfurecido.
—L- Mira mi barquichuela que, azotada por horrible tempestad, acude
a Tí, aunque tarde, con su remero ya agotado.
430 Tú eres LUNA de brillante rostro que nunca varías: un resplan- El fiero mar lucha con los vientos furiosos: dame, Virgen benigna,
dor perenne irradia de tu disco siempre lleno. tu mano para no perecer.
- Q- 480 Con tu fuste fuerte ahuyentas al tirano infernal expulsándolo de la
casa que tomó con engaño.
455 Tú eres QUADRIGA de Dios, que justamente airada, pulverizas A tus amigos . los castigas con golpes suaves y, castigados, los
impetuosa las tropas enemigas. alientas dulcemente con tu amor.
Revístete de fortaleza, enciéndete en justa ira y destruye los ejérci- 485 Hiere muchas veces mis costillas con tu vara piadosa: será dulce
tos que luchan cruelmente contra mí. recibir de tu mano los golpes. Hiere, no perdones: las culpas me-
—R - recen su castigo.
Lo sufriré con gusto. Si a quien amas lo golpeas con entrañas pia-
Tú eres ROSA entre espinas, que no te punzan, y resplandeces dosas de amor, sea yo golpeado para serte querido.
460
490 Hiere, no temo morir con los golpes de esa vara: tus manos no sa-
con la gala perpetua de la eterna primavera.
Ni el triste invierno ni los rígidos fríos te hieren. Tampoco el rigu- ben hacer daño.
roso verano te marchita con su fuego estival. Porque hieres para sanar y sanas las heridas golpeando y aun los
Con tu eterna flor adornarás a nuestros últimos descendientes muertos vuelven a la vida con tus golpes.
495 Oh vara, que tocarás los cielos con tu vértice intacto, sin encon-
como con tu eterna flor adornaste a nuestros antepasados.
trar apenas límite a tu crecimiento!
- 5-
Fiesta de los ángeles
465 Tú eres SELLO de justicia, SIGNO de fe, SOL de luz, SAETA de Exultad, cielos: alegraos, colinas eternas. Aplaudid, reinos flori-
amor y SALVACION de nuestra raza. dos de rojas estrellas. Daos prisa, coros angélicos; corred, mensa-
470 Márcanos con la justicia, conduce a los ejércitos que luchan con jeros: id y volveos rápidamente.
el signo de la fe, reparte las riquezas de la luz eterna, traspasa mi 500 Celebrad danzas festivas en honor de esta niña recien nacida, en-
frio corazón con el amor divino, ábrenos los caminos de salvación tonad vuestras canciones ante la cuna de la Virgen. Ella viene a
hacia el templo celestial. reparar vuestras antiguas deserciones, y, nacida, glorifica vuestros
tronos.
—T 505 Derramad hierbas arômáticas sobre la cuna de la Virgen, pintad
595 Avanza majestuosa y deja la casa paterna: se te reserva la bella amor! Virgen mía, cómo prendiste mis ojos con tu mirada! Cómo
mansión del Padre verdadero. Deja de estar colgada del cuello de arrebató mi corazón con inusitados ardores el deseo de la hermosa
tu dulce padre: serás, ya sin mancha, la Madre de tu Señor. virginidad! Estaba seguro de rodear su custodia con el blanco pu-
600 Divina infantita, deja los hábitos pueriles: los pensamientos de tu dor y reafirmar su cerradura con llaves perpetuas.
mente serán ya maduros. 630 Y avanzar con paso feliz siguiendo tus pisadas, lleno de gozo al
Porque el Rey supremo del cielo desea tu amor: Dios en persona imitar tus virtudes, Virgen inmaculada.
se ha enamorado de tu belleza.
El ha suplido tu falta de edad con una inteligencia perfecta; y Sobre las ruinas de la virginidad
quiere que tú seas el cofre de sus misterios. Ay de mí, huiste de mi vista con pie veloz, cuando una tardanza
605 Rompe toda tardanza: ya acompañaste a tus padres queridos.
antojadiza retrasó mis pasos.
Ahora, Virgen de tres años, empieza tu obra divina. 635 Mi cruel enemigo atacándome con voluptuosos dardos derriba
He aquí que vienes rutilante: ángeles del cielo, apresuraos. Sem- toda mi energía. Y destrozando llaves y cerraduras mal defendi-
brad de variadas flores el camino de la Virgen. das, arrasa toda mi riqueza espiritual y corporal.
He aquí que vienes la única elegida entre millares. Como el sol Entonces yo, reconsiderando ya tarde mi triste derrota, dije: "Ay,
que en su carro de fuego avanza entre bellos astros. se perdió la gloria de mi virginidad".
640
610 He aquí que vienes con tu rostro resplandeciente de admirable Y golpeando repetidas veces mi afligido pecho, lloré con dolor mi
luz, como cuando luce la luna llena. aciago destino diciendo: Ay de mí, ¿quién destruyó el santuario,
Eres llevada al Templo, esposa nueva del gran Dios: y tus tiernos imposible ya de reparar? ¿qué inicua violencia forzó sus puertas
pies van pisando nuevos caminos. cerradas?
645 Viña mía, ¿qué bestia tan feroz rompió tu cercado? Lqué jabalí ¿Por qué no lloras, desgraciado, el haber ofendido a un Padre tan
cualquier la- benigno, que debió ser para tí el único amor?
destrozó tu valla? Ahora, sin defensa, serás presa de 685 ¿Por qué no lamentas, malvada, haber
las fieras.
drón. Ahora, estás abierta fácilmente para todas d espreciado a un Señor po-
deroso, a quien debías haber tenido el máximo respeto?
Queja amorosa al Padre ¿Por qué no te dueles, perjura, haber violado la alianza de un Es-
luz? ¿por
qué, Padre supremo, me sacaste a las orillas de la
poso tan dulce y haber manchado el l
¿Por 690
echo nupcial con adulterios?
qué, nacido del vientre de mi madre, llegué a la tierra? Con fea basura de burdel ensuciaste tu morada: se va el buen Es-
para que poso y viene el verdugo áspero.
Ojalá mi vida hubiera terminado en su mismo comienzo
¿Qué delirio, infeliz, qué pasión tan s iniestra, insensata, te sacó
tus ojos no me hubiesen visto en pecado!
última hora de mi vida antes de ver la fuera de tí? ¿qué llamas te arrebataron?
650 Ojalá hubiera llegado la
caida de mi blanca pureza!
Ay dolor, un fiero torbellino de sucias aguas sumergió tu cabeza
655 Más leve era desaparecer
con la muerte y sufrir todas las penas en profundos estanques de basura.
con actos 695
del infierno antes que ofender tu divinidad, Padre santo, He aquí que yaces odiosa al rey de los cielos, he aquí que te ves
nefandos contra tí, y cometer el pecado ante
tus ojos, Padre santo, privada del amor celestial de tu esposo.
poder supremo y belleza digna de amor Enredada torpemente en el pecado, te p osee en su seno asqueroso
que eres bondad inmensa,
aquel corruptor, a quien torpemente amaste.
ete rn o.
Pérdida irreparable
Esposa infiel 700 Pérdida grave, que no puede ser rep
infeliz, deforme, adúltera, fétida, torpe y encerrada arada con ningún trabajo!
660 Oh alma mía, Bien infinito, perdido ya para siempre! Hermosa pureza, que ya
tu torpeza, golpea
permanentemente en un cuerpo torpe! Sacude nunca volverá! Honra y gloria que nunca podrá ser recuperada!
horror de tu crimen.
tu pecho corrompido. Medita, sucia, en el Santa virginidad, tan querida del buen Esposo, ¿qué desgracia,
arrebató la belleza de tu rostro? ¿Quién man-
665 ¿Quién, ay dolor!, te qué tempestad tan horrible me apartó de tí?
chó tus mejillas con lodo tan sucio? ¿Eres tú aquella a quien lavó 705
Solo me queda de tí tu recuerdo dulce, todavía cercano, pero una
más limpio
el agua transparente del bautismo dejando tu pecho vez perdida desgraciadamente, te has re tirado por completo.
que el c ri stal? ¿A quien el Espíritu Santo
purificó con su fuego ce-
con sus llamas? Ojos míos, llorad en mi rostro triste tan gran ruina, y que las lá-
lestial para que fueses toda de oro, ac ri solado
consigo mediante una
grimas derramadas manchen mis mejillas lascivas.
670 ¿Fue a tí a quien el divino esposo
unió
aguas fecun- Solo me quedan lágrimas, gemidos, llanto, miedo, pavor; solo me
alianza ete rn a cuando lavó tu pecado original con queda dolor, palidez, terror y horror.
que le juraste entonces?
das? ¿Dónde está la fidelidad y la alianza 710
Abrumad mi mente con el loco torbellino de los remordimientos,
¿Dónde el amor prometido para siempre? sumergid mi triste cabeza en los más pro
675 Pérfida, profanaste la
pureza consagrada: se ent ri stece el amor fundos abismos.
O escóndeme tú, Padre supremo, aunque sea en el infierno para
despreciado y se duele la fidelidad quebrantada. que mis pecados no ofendan tu mirada.
torpe adúltero: la morada
Te desagradó el Esposo y te agradó el 715
0 tritura mi carne atrevida con un corazón contrito para que mi
del Señor la posee un ladrón criminal. vida sea ya de nuevo grata a su Padre".
680 Despreciaste al Rey, abrazando
a un tirano del infierno: amo infa-
Lucha y esperanza
me éste, Padre noble aquél.
recibes a un 720
Dejas a un amante leal, echas a un sincero amigo: Gimiendo yo de esta manera y llorando mi alma, enferma de tris-
traidor, un enemigo fiero te posee. teza y de dolor, con la decisión de volver al Esposo, el torpe adúl-
tero intentaba persuadirme con delicias vergonzosas y, dando para imitar tus ejemplos; y, en cuanto podía, empecé, aunque de
rienda libre a mis instintos, decía: "Ningún placer vas a encontrar lejos, a seguirte.
después de tu muerte. Ahora que puedes, déjate arrastrar por la
corriente de tus deseos".
725
Me había parecido recobrar la fe, pero la pasión me arrastraba ENTRADA DE LA VIRGEN EN EL TEMPLO
vencido para entregar mis manos a las habituales cadenas. Inmer-
sa en el tenebroso caos del vicio, casi se alegraba mi mente de sus La pequeña reina
propios pecados. Sube sola, Virgen pequeñita, las quince gradas del Templo sin la
Sintiendo cercana la muerte, no teniendo esperanza alguna de sal-
ayuda de tu padre. Tus pies consolidados vencen ya en firmeza a
vación y queriendo dejarse ir en su lecho impuro, un suave rumor
las marmóreas columnas, pues en ellos se asentará la obra grande
desconocido de una apacible brisa susurró en mi oido interior: del Santuario.
i,Por cuánto tiempo vas a seguir revolcándote en ese cieno putre- 765 Princesa, qué gloria tan sublime realza tus pasos! qué diferentes
730
facto? Levántate, acércate a los pies sagrados de la Virgen! Si ella fueron los de Eva!.
te recibe, con su rostro sereno, aunque seas pecador, no temas:
Esta, divagando con sus ojos por el Paraiso, metió altiva sus pies
ella lavará tu suciedad". por un camino fatal. Y cogió del árbol prohibido el fruto mortífe-
ro: a toda la raza humana alcanzó la muerte terrible.
A los pies de la Virgen 770 Tú, alimentando tus modestos ojos con la luz divina, por una sen-
Me levanto con la mente agobiada por el peso de tantas miserias y
735 da feliz, te diriges humildemente al Templo sagrado. Así engen-
conservando en mi cuerpo entumecido la antigua torpeza; con la
drarás, como árbol ubérrimo, el fruto vivificante, de donde vendrá
cabeza caida y el rostro cubierto de verguenza, apenas llegué ante al mundo la salvación y la vida verdadera.
tus ojos, Virgen benigna, ni podia ver ni podia llorar: mis párpa-
dos oprimidos escondían mis tristes ojos. Su corte
740 No encontrab
a palabras con qué hablarte, Virgen pura: un miedo 775 Salid, hijas de Isaac que, nacidas de noble estirpe, os criais en los
frio pegaba mi lengua al paladar. Temblaba mi espíritu conscien- regios alcázares de la excelsa Sión.
te de su torpe lujuria: estaba anonadado por completo con tanto
Dejad las escondidas moradas del santo Templo y corred a los
crimen. primeros umbrales del dorado portal.
Solo con el oido captaba tus divinas palabras cuando de tu boca 780 Mirad con ojos atentos a vuestra reina: un rubor celestial ilumina
745
fluía algún dulce mensaje para mí. su semblante resplandeciente.
He aquí que de tus labios, si la ilusión no engañaba a mi indigni-
750 En su belleza divina se miran el sol con su esfera brillante y la
dad, salió esta voz ya conocida de mí: "Levántate, ven conmigo al
clara luna con sus rayos. El lucero de la mañana la proclama feliz
templo sagrado del Señor! Tú serás para siempre mi siervo.
y la creación entera del Altísimo se alegra con ella.
755 La escuch
é y, recobrando al mismo tiempo la vida y la palabra 785 Ella será maestra de la perpétua virginidad, que guardais ahora en
dije: "Te sigo, Virgen bendita, adonde vayas! Mis pecados mere-
estos años para el Señor.
cen la muerte, el odio, la aversión de tu santo rostro y el castigo
Atended, fijad los ojos en ella sola: que ella dirija vuestras manos,
eterno. Pero si me devuelves, aunque sea indigno, la vida y tu dul-
que ella dirija vuestros pies.
ce amor, ésa será la mayor alabanza de tu piedad!".
790 Porque ella es la mujer fuerte cuyo precio viene de lejos, de los úl-
Esto dije yo. Y me pareció que sonreías con dulce aprobación. Y
760
una esperanza inesperada entró en mi pecho. Y creció mi audacia timos confines de la tierra. Después de muchos años Dios Omni-
en sangre y despo-
ha encontrado y la ha unido consigo Tejes con múltiples nudos las sutiles redes o coses de varias ma-
p
potente la neras los trabajos de lino fino.
sorio. con su pureza
la esposa bellísima del eterno Padre y, 825 Realzas con doble tinte de escarlata la blanca muselina o tiñes de
Porque será azul celeste los paños rosáceos.
za santapodrá
rápida fuga a slos campamentos enemi- Coses a las sagradas mitras la cintas colgantes, los rutilantes car-
pondr en
ueza invicta,,
fuerza búnculos y las ardientes sardónicas.
otro tiempo,
cuando venza victoriosa al rn victorioso
Averno, 830 Todo para cubrir el tabernáculo sagrado y el altar y las vestimen-
795 Y o, esferas. tas del sacerdote en el sacrificio.
despojos
levantará, altísima, sus pecho, toda su vida avanzará
Ningún contagio del mal herirá su p Tus manos engrandecen así el culto del Templo santo sin que
800 con tanto trabajo se cansen demasiado tus dedos.
luminosa, irradiando el bien.
Ofreces con dulzura al necesitado tus piadosas palmas y tu diestra
siempre está abierta para los pobres.
Su cantor una partecita de tantas cosas 835 No concedes blando descanso a tus virginales miembros ni te
cuentes
Virgen, te ruego que me preocupas nunca del alimento terreno.
como haces en el Templo. p palabras, todas tus
virtudes o Porque el creador de los cielos te envía de arriba la comida y te
alguien quisiese decir con podría
805 Porque si mente, se volvería loco: antes alimentas con manjar de ángeles.
al menos meditarlas en su ría
campo o las go- 840 Ellos te prestan con gusto este amable servicio y siempre hay al-
contar las o
arenas aá o las hojas de la guno que va y viene por los caminos celestes.
las estrellas del cielo inme o l
tas de la lluvia tus buenas acciones.
Y como barruntando que vas a ser madre del Altísimo se queda
selva virgen, antes que hermoso que el otro, p
pues un aroma de pie, respetuoso, ante el rostro de su Señora.
templo feliz, más
810 Tú eres Tu lámpara no se apagará en la ciega noche porque la misma no-
pecho. menos
continuo exhala de tu de tu santa vida, concédeme al che es para tí más clara que el claro día.
Sí puedo cantar la infancia 845 Tan pronto como un ligero sueño alivia tus ojos, te levantas de tu
amor interno. bell imagen y
irla meditando con ndo lecho sencillo en la callada noche: y buscas diligente en la dulce
representa
Ese amor me irá mento lejos de m v st morada de tu corazón al que ama con cariño tu alma piadosà.
no dejará que estés en 850 Lo buscas y cuando lo encuentras te unes a él con fuerte abrazo,
reclinándote gozosa en el pecho de tu Amado.
EL TEMPLO
VIDA DE LA VIRGEN EN Ahí recibes los rayos más esplendorosos de la luz divina, ahí be-
bes a torrentes las delicias de la fuente de la vida.
La sierva del santuario tus Ahí, mientras recrea tus entrañas con sus delicias, te va revelando
sumisa sierva del Señor de los cielos, adaptas
humilde y los grandes misterios del universo.
815 Tú, piadosa. 855 El se alimenta entre los fragantes lirios de tu pecho y descansa en
virginales manos a toda obra dedos o vas sacando
el tierno
Hilas la blanca lana con tus dulces tus aromáticas rosas.
lino de la rueca llena. o bordas los mantos Tú lo quieres y él te quiere mucho más: con su amor supera fuer-
los hilos de seda con un fino ppeine temente al tuyo.
820 Cardas
860 Tú procuras con gran valor fortalecer tus brazos y lo tienes bien
con una delgada aguja. dando la última mano a los velos, corti-
Entretejiendo el oro, vas cogido para no dejar que se vaya lejos.
n^^ y mirnúreos mantos.
No esperas que llame a las puertas cerradas de tu alma: al contra- Quedo anonadado ante un cuadro tan singular: cuando veo, Vir-
rio , le tienes abierto de par en par tu espíritu noche y día. gen santa, que vas a ser madre de tu Padre.
Tu corazón vela perpetuamente sin sueño pesado, aunque estés 900 De ahí procede tu gloria con aumentos tan rápidos que, vencido,
acostada y se te cierren dulcemente los ojos. tengo que dejar de cantar tus hechos. Me contento con estar a tus
Tu lámpara de aceite que nunca se agota brilla esplendorosa con pies perpetuamente, atado con las cadenas de tu amor.
865 905 Y ya que, esperándome, me llevaste con tu dulce mirada al tem-
luz inextinguible.
plo santo de Dios y me uniste a la Compañía de Jesús para vivir
con el Señor y no me despediste de esa santa casa; que tu bondad
La luz de la tierra
Virgen vigilante, gloria del sexo femenino! Perenne resplandor, me proteja y me guarde de todo fracaso, bien atadas mis manos
más bello que la luz del sol! Mientras te inunda el gozo radiante con tu triple ligadura.
de tu Amado, vuelve a nosotros tus dulces ojos.
Sacude con tus rayos nuestros ojos somnolientos y úngelos con tu
870
divino bálsamo. Atracción del bien
Para que pueda verte gozar de tu amado en la noche callada, y 910 Pero me siento fuertemente atraido a contemplar la luz inmensa
con esa visión se enardezca mi amor. de tus virtudes, Cómo dejas los divinos besos y abrazos cuando la
Para que no vuelva al interior de mi casa ni el lecho mullido reci- aurora trae un nuevo día! Y extiendes de nuevo tu brazo diligente
ba mis miembros. al trabajo, cogiendo el huso con tus manos.
Para que no dé a mis ojos el plácido descanso del sueño ni reposo 915 Te rodean tus compañeras hilando, y cada una realiza el trabajo
875
alguno a mi mente fatigada. A no ser que antes encuentre para mi que se le ha encomendado.
Señor habitación y lecho y reciba en hospedaje a mi Cristo. Pero fijando sus ojos en tí, se admiran; y se alegran dé ser supera-
Virgen santa, qué queridas son para Dios tus moradas! Cómo le das por la habilidad de tus manos.
880
agradan tu vida y tu belleza! Tú sin embargo a todas las tratas respetuosamente y con rostro
humilde, Virgen obediente, escoges el último puesto.
Deslumbramient o del poeta 920 Tu primera preocupación y tu principal honra es servir con hu-
Yo tenía intención de extenderme lo más posible en la narración mildad a todas tus compañeras.
de tu vida a fin de que esa vida tuya fuese el modelo de la mía. Les limpias los vestidos, les arreglas la habitación, les preparas la
Pero superas mi entendimiento con el número y calidad de tus comida como servidora incansable.
885
virtudes. Y mi mente, ávida, desfallece ante tal multitud de méri- 925 Barres con alegría la casa, friegas los platos y haces todos los ofi-
1085 ¿Cuándo limpiarás con la luz de tu desposorio el lecho manchado no sería piadosa, pero tú eres la suma piedad.
de la hija de Sión? Así pues, Padre nuestro, repara con tu poder la obra, destrozada,
¿Cuándo traerás la concordia, dulcísimo Príncipe de la Paz? que formó tu mano con el barro de la tierra.
¿Cuándo sentirá tu alivio el mundo enfermo? ¿Cuándo vendrás 1125 Ya soltó sus riendas la severidad, ya la justicia dejó que corriera
como Mediador a dirimir el pleito amargo que tiene con tu Padre la sangre humana, ya se ensayó la espada de doble filo para casti-
nuestra raza? gar los pecados.
1090 ¿Cuándo vendrás a consolar los triste muros de Sión, alegrando Ahora es la justa clemencia la que con suaves palabras reclama su
sus vías dolorosas? sitio en el corazón del Padre.
¿Cuándo, Palabra omnnipotente, te abreviarás en nuestra humil- 1130 Que lo consiga por fin! Y que tú, fuente de bondad, te apiades de
de tierra para enseñarnos la ley, el nombre y los designios de tu tantos males como nos afligen!
Padre? Salga del corazón del Padre la apacible piedad, ciña su frente el
olivo de la paz.
Justicia y clemencia del Padre 1135 Aplaque, llena de dulzura, a su hermana la justicia, y con piadoso
1095 Padre Santísimo, acuérdate de los antiguos patriarcas que te ofre- discurso, la mitigue del todo.
cieron sus votos con fe sincera. Con ellos juraste una alianza que Mirando con ojos maternales al desgraciado mundo, alegre con su
debía durar para siempre. rostro tantos siglos de tristeza!
1100 Por tu divinidad y la de tu hijo, que el Espíritu santo une con 1140 Corre, torrente puro! fluye, óleo medicinal: para que a tu contacto
amor eterno, les juraste que de su descendencia había de venir el reviva la tierra muerta!".
rey Cristo para dar a los pueblos la ley eterna. Venga la Virgen de Isaías
Su bendición enriquece para siempre a todas las naciones y libra Estos son, Virgen, tus pensamientos, éstos son los misterios que
de su oscura cárcel a los antepasados. meditas, éste el alimento de tu espíritu.
1105 Creador apacible, míranos con plácido rostro! Padre bueno, míra- Sobre todo cuando oyes al profeta, cuyos labios purificó un car-
nos con dulce piedad! bón encendido, decir con voz poderosa:
Aunque somos indignos del nombre de hijos, pues nuestra vida 1145 "Una Virgen intacta concebirá sin semen viril, y su vientre que-
está manchada con muchos pecados, tú sin embargo eres el único dará preñado con un dulce peso.
digno del honor de Padre, pues tu mano bondadosa derrama in- Virgen al parir, permanecerá ileso para siempre su pudor, y ali-
numerables bienes. mentará con pecho virginal su dulce fruto.
1110 Aunque tu justicia nos azote con merecidos castigos, tú sin em- Enmanuel será su glorioso nombre: por él lo conocerán en la tie-
bargo no puedes dejar de ser nuestro Padre: ayúdanos, acordándo- rra yen el cielo".
te siempre de ese nombre! 1150 Cuando estos oráculos llegaron, Virgen , a tu mente y te pusiste a
meditar calladamente en tu corazón un misterio tan grande, tu es-
Venga la clemencia píritu se inflama en amor, deseando ardientemente conocer a esa
'1115 Tú eres dulzura clemente y clemencia dulce, piedad amorosa y Doncella tan extraordinaria y, suspirando, dices con profunda hu-
amor piadoso. mildad:
"Qué siglo tendrá la dicha de verte, Virgen esplendorosa, gloria A tí, mujer dignísima, a tí te espera honor tan grande.
1155
1190 Unicamente tú, serás la madre intacta de tu propio Padre!
de la casa de Jacob?
Qué padres venturosos te engendrarán, bellísima, y serán dignos Extiende ya tu tálamo, hija bellísima de Sión; extiende los finos
velos de tu tabernáculo.
de una hija tan singular?.
Qué madre tan dichosa te llevará en su vientre y acariciará tus la- Siento que giran los quicios de la puerta celestial y que resuenan
las alegres canciones de los coros angélicos.
bios con el néctar de su pecho?
1195 Tus gemidos, castísima tórtola, llegaron ya a los oídos divinos de
1160 Pero en definitiva, ínclita Doncella, qué virtud, qué belleza, qué
tu eterno Padre.
honor, qué gloria te aguardan!
Encerrarás a tu Señor en tu vientre sellado, darás a luz a tu Hijo Consuélate, Sión; vístete tu bella túnica; renueva, regia Virgen, tu
vigor.
sin que se abran tus entrañas, alimentarás al Verbo de la vida con
tu pecho virginal, acariciarás con dulces manos unos miembros Para que puedas encerrar en tus entrañas la fuerza del cielo, cuan-
do el Espíritu de Dios sople en tu vientre.
que son tuyos. 1200 El Esposo divino desciende de su morada celestial para henchir el
1165 Ojalá el Padre supremo me alargue la vida para ver los tiempos
inmenso corazón de su Esposa.
felices de tu nacimiento!
Portento inaudito! Alma mía, que el lánguido sueño no cierre tus
1170 Qué feliz me sentiría si pudiese ser la esclava de una Madre tan
extraordinaria, la sierva de una Virgen tan singular!". ojos para que veas realizarse este inmenso milagro.
Abre mi corazón
Tú, bendita, lo darás a quién él se diere: como es todo de su Pa-
dre, también es todo de su madre.
Una piedra afilada lo herirá para apagar en nuestra alma el incen-
dio voraz de la primera culpa.
1535 Extiende ya tus manos benignas a este menesteroso: si me das a
JESUS, me sobra todo lo demás.
Que la dura herida del niño y esa mano tuya extinga el fuego im-
puro de mis entrañas.
1540 Abre mi corazón con esa piedra, y graba en la herida el nombre
de JESUS con letras indelebles de sangre.
Nombres dulcísimos, quedad fijos para siempre en mi corazón:
amable Jesús, amable María!
Que el fuerte amor del dulce Jesús me arrebate, que me arrebate
el suave amor de la dulce María!
1545 Mucho te he entretenido con tan largo discurso, absorto en el in-
sólito amor de nombre tan nuevo.
El nuncio celestial espera con ansia tu respuesta: muéstranos ya
los sublimes sentimientos de tu espíritu!
CANTO 4°
ENCARNACION VIRGINAL
RESPUESTA DE LA VIRGEN AL ANGEL:
"¿CÓMO SE HARA ESTO?"
La fe humilde
1550 Virgen prudente, ¿qué decisión tomas, después de pensado despa-
cio, en un momento tan decisivo y trascendental?
A las primeras alabanzas empezabas a temer en tu humilde cora-
zón, creyendo modestamente que no tenías mérito alguno.
1555 ¿Qué vas a pensar ahora al verte enaltecida sobre los hombres y
los ángeles todos? ¿Al oir que vas a ser madre de Dios Altísimo,
obra, cuya gloria es inconmesurable?
Pues cuanto más te ensalza el ángel sobre el alto cielo, más te ba-
jas tú misma hasta la humilde tierra.
1560 Tu pecho sin embargo no se turba con ninguna duda ni tu fe fla-
quea lo más mínimo.
Crees que eso puese ser, y ves que así va a ser ciertamente, como
lo anunciaron piadosos profetas.
Tu virtud siempre creciente va cobrando mayores fuerzas: y te
vuelves más modesta y te vuelves más humilde.
1565 Al pensar prudentemente en misión tan grande, ves que sobrepasa
las fuerzas del hombre.
Porque el vestir de carne humana al Dios supremo, supera con.
mucho los mayores méritos.
Así pues, atribuyéndolo todo a Dios. Virgen humilde, nada usur-
pas para tí.
1570 Llena tu alma de fe, y, poseida del Espíritu Santo, aceptas coope-
rar a misión tan sublime.
Tu animosa confianza supera con mucho la de tus antepasados.
1575 Crees, y abres tu oido a la voz divina. Sin demora y alegremente
obedece tu alma a Dios.
Preguntas humanas
2070 Cuando el Hijo Divino, concebido en tu seno, llenó el amplio
aposento de tu vientre, y la imagen paterna iluminó tu alma bri-
llando con nuevos resplandores, rebosando ya tu corazón de Espí-
ritu Santo, se te dio todavía una gracia mayor, un mayor amor.
Te levantas y subes diligente a los altos montes donde resplandece
la noble construcción de la ciudad de Jerusalén.
2075 Virgen, ¿por qué te levantas? ¿qué fervor te mueve a salir? ¿por
qué dejas la dulce intimidad de tu hogar?
Tú, que siempre te has gozado en tu plácido retiro, ¿por qué vue-
las, como la tórtola, a las altas regiones montañosas?
El inmenso creador de los cielos ya se te ha entregado, y ha pues-
to todo su reino a tus pies.
2080 ¿Te levantas reina para complacer a la sierva? ¿Te entregas, como
joven esclava, al servicio de Dios y de los humildes?
Debiéndote servir todo el orbe, por ser cuna y altar de su Señor,
tú, olvidando los importantes títulos de un honor tan grande, ¿te
apresuras a servir a tu sierva?
2085 Detente, Virgen; vuélvete, Reina del cielo: la tierra y el firma-
mento se arrodillan ante tí.
2090 Mírate a tí misma: es Dios el que llevas en tu seno, el único que
merece todo honor y toda gloria.
Razones divinas yugo de mis hombros con peligro, Virgen humilde y bella, de que
Pero... ¿qué estoy diciendo, necio de mí? Ignoro tus santos pensa- se borre de mis ojos la dulce imagen de tu virtud.
mientos y la generosidad de tu espíritu.
2095 Como la luz radiante deslumbra nuestra retina cuando mira fija-
Visitadora del mundo
mente al sol, así me pasa a mí al querer contemplar todo el res- 2135 Sigue, pues, y atraviesa los montes con alegre paso para repartir
plandor de tu mente, estrella más brillante que el sol. las aguas de la divina misericordia.
Tu virtud fulgurante me ofusca por todas partes, y tanta luz ciega El Padre supremo, desde su mansión celestial, te lo ha dado todo
por completo mis ojos. con su Hijo altísimo.
2100 Siendo virgen tan enaltecida, huyes todo elogio, y cuanto más
Fija él piadoso su apacible mirada en todos los seres, y ayuda,
buscas la humildad, más ensalzada eres. compasivo, a los que sufren.
El que, brotando del corazón eterno del Padre Altísimo, entra en 2140 Envió su Unigénito a tus entrañas para visitar a los que el pecado
el estrecho albergue de tu vientre para visitar al mundo postrado hirió gravemente.
por la debilidad de la culpa, y redimir de la muerte al hombre en- Te encomendó también el cuidado de todo el orbe para que auxi-
fermo, ése colma de dones divinos tus piadosas entrañas, y mues- liaras misericordiosa a los desgraciados.
tra el camino nuevo por donde debes avanzar. 2145 Honrándote en la gloria maternal, te concedió el dulce oficio de
Guía y alienta tu gran piedad y, al anonadarse, te enseña a ser hu- Madre piadosa.
milde. A todos nos contemplas, buena Madre, con mirada cariñosa, y
¿Qué harás tú, Virgen, si el alto poder y la suma majestad del gran nadie invoca en vano tu poder.
Dios se te somete? 2150 Visitas a los que sufren en sus miembros heridas ulcerosas, que ci-
2110 Bajó a tu vientre desde las alturas celestiales para servir personal-
catrizan al instante con su presencia.
mente a sus siervos, siendo el Señor. Miras a los atormentados de crueles dolores, y, con tu mirada,
Tú, mientras obedeces, obedeces al que también obedece y hace huye el feroz suplicio.
la labor de siervo, que tú también estás realizando. Visitas a los que el mar, agitado por violentas tempestades, ame-
2115 Y lo que hará cuando llegue a la madurez, trabajando con manos
naza con una muerte horrible en sus fatídicas aguas; y serenas el
divinas en los oficios más insignificantes, ya lo realizas tú, Madre fiero océano con suaves brisas, soplando viento favorable sobre el
humildísima, entregándote a tí y a tu hijo a un servicio vulgar. mar tranquilizado.
2120 Admirable bondad de Dios, que se encierra en el vientre de una
2155 Visitas la fortaleza asediada por escuadras hostiles, y huyen los
humilde niña, y será después esclavo de los hombres! enemigos, invadidos por el miedo.
Admirable sabiduría de la Madre de Dios, que hace a Dios nues- Visitas los ejércitos bien preparados para el duro combate, y, con
tro siervo perpetuo! mano invicta, dispersas al adversario.
¿Y yo no serviré? 2160 Visitas a los culpables, encerrados en oscura cárcel, y alivias con
2125 Si sirve el Señor ¿voy yo a rehusar la obediencia? ¿voy a rechazar buena esperanza el largo hastío del desterrado.
con soberbia los trabajos humildes y buscar los selectos? ¿va a ser- Visitas los cuerpos enfermos, atados con duras cadenas, y los cue-
vir la digna Madre del Verbo eterno, creyéndose apenas apta para llos escuálidos por enemigo yugo.
el humilde oficio de esclava, y yo, barro y vil montón de ceniza, 2165 Rotas las cadenas, desatas los pálidos cuerpos, y libras del duro
el último de todos, voy a sentirme superior a los demás? bronce los pies entumecidos.
2130 Preferiría morir dolorosamente y ser vilmente enterrado, antes Visitas a los que, llegados al último momento de su vida, implora-
que rechazar con dura cerviz el mandato del Señor y sacudir su ron el auxilio de tu diestra.
Y, apartando lejos de los moribundos el infierno inminente, les Desgraciado de mí! cuántas veces era aguijoneado con honestas
abres, ya difuntos, un camino expedito hacia el cielo. preocupaciones, solicitando tú mi corazón con tus estímulos!
2170 Visitas a los que, teniendo el corazón inmerso en culpas obscenas, Pero yo no me daba cuenta ni de la virtud, ni de la fuerza del
empezaron a arrepentirse de su vida. amor estimulante, ni de la piedad de la Madre que me llamaba.
Los amparas con cariño maternal, y, reconciliándolos con Dios, 2210 Mas tu voz finalmente penetró en mis oidos sordos, y la noche de
vuelves hermosos los corazones manchados anteriormente. mi corazón fue vencida por tu luz.
2175 Visitas también a los que con graves crímenes provocan la ira de Levantaste al que yacía bajo la mole enorme del pecado, y por tí
la eterna deidad, sin temer sus castigos: a éstos la clemencia del se me devolvió la vida y la salud.
Señor, movida por tu oración, los vuelve agradecidos y los atrae 2215 Luego todo es tuyo: el haber oido, el ver la luz del cielo, el haber
con el fuego de su amor. vuelto a la vida que ahora vivo.
2180 Visitas también a aquellos cuya piadosa vida, libre de culpa, lim- Y la vida que por tí se me dio, por tí también permanecerá ínte-
pia de toda mancha, agrada al Padre eterno: se entregaron al ser- gra y se verá libre de la muerte eterna.
vicio perenne del Señor, sometiendo cuerpo y alma a la ley santa: 2220 Esto es lo que me manda esperar la pronta clemencia de tu Hijo y
a éstos tu piedad los llena de delicias celestiales adornando sus tu dulce y amorosa piedad.
limpios corazones con santas virtudes; a éstos los estrecha tu pie- Además, es inmenso tu poder bondadoso, a quien Dios omnipo-
dad en sus brazos maternos, y viven en tu seno sin temor alguno. tente concedió que todo lo pudiese.
Nacimiento virginal
2550 Mientras meditas estas palabras, encendida en ansias de amor di-
vino, mientras esperas a tu sagrado Hijo, nace el Verbo, vestido
de cuerpo humano, y permanece intacta tu virginidad.
2555 Como el tierno tallo se abre en limpia flor, sin dañarse con su
brote, como el sol, penetrando con su rayo sutil en la vidriera, va
y viene radiante sin romper el cristal, así sale el gran príncipe por
la puerta oriental sin que sufra nada la puerta sellada.
2560 Avanza desde su limpio tálamo el inmaculado esposo, vencido
por el amor eterno de su nueva esposa.
¿Qué alegrías invaden ahora tu santo corazón, qué gozo, Madre
piadosa, posee tu mente?
Al contemplar el nacimiento del Dios poderoso, qué nueva luz,
qué resplandor iluminó tus ojos!
2565 ¿Qué haces con el Niño que yace en la dura tierra, a quien el ás-
pero invierno maltrata con intenso frío?
Te levantas, y, con el rostro radiante de fulgor celestial, te arrodi-
llas ante la presencia de Dios.
2570 Arrodillada, adoras con todo tu ser su venerable divinidad, antes
de abrazarlo maternalmente.
Y aspirando el amor melífluo de tu divino Niño, le dices estas pa-
labras desde lo profundo de tu corazón:
ORACION DE LA MADRE
AL NIÑO RECIÉN NACIDO
2795 Tú eres GLEBA fecundísima en medio de la tierra estéril, a la que 2825 Tú eres el IRIS que encierra en su seno el inmenso sol, que con el
no dañan los extremos del verano o del invierno. Padre brilla sin ocaso desde antes de la luz.
Que no eres hendida por la reja del curvo arado, ni recibes en tu Envuelve con claridad eterna las mansiones de la celestial Jerusa-
seno semilla alguna. lén y las ilumina con perenne resplandor.
2800 De tí nace el noble grano del trigo vivificante, que ahuyenta el Te concede la más brillante gloria, cuando revela desde tu tálamo
hambre que amenaza a todo el orbe. su rostro radiante.
Lo molerá con azotes y golpes el enemigo feroz para que se con- 2830 Una nueva luz resplandeció para los que estaban sentados en las
vierta en pan y alimento de las almas piadosas. tinieblas y en la sombra de la muerte, disipando la noche y el pe-
Lo cocerá el Padre santo con las llamas de su amor eterno en la cado.
hoguera de la áspera cruz, que él mismo llevará. Bellísimo lucero del mundo, arroja lejos mis tinieblas; estrella res-
plandeciente, aleja la noche de mi alma!
2805 Haz piadosa, que yo sea molido, como el grano, con duros traba-
jos, y que mi corazón se cueza en el amor divino. —L-
Para que, como pan digno, sea llevado a la mesa de Dios, y me
convierta en comida exquisita para mi Señor. 2835 Tú eres LECHO florido, donde descansó profundamente el Rey
pacífico durante nueve meses.
Donde tomó como esposa para siempre (milagro!) a nuestra hu-
—H - mana naturaleza.
2840 Aquí Dios, Dios altísimo, se unió al hombre, y el mismo sale ya
2810 Tú eres el HUERTO hermoso, cercado por todas partes de altos de tu vientre como hombre pequeñito.
muros, delicioso por tus fecundas aguas. Ate él con fuerte nudo mi corazón al suyo, para que nunca que-
Sonríe aquí el árbol con flores de variada belleza, y los frutos cur- brante la justa fidelidad a su esposo!
van las ramas con su peso.
Esparcen aquí su aroma la suave canela, el fragante cinamomo, el —M—
bálsamo y los pálidos hilos del rojizo azafrán.
Tú eres piadosa, dulce y clementísima MADRE: este nombre te
2815 Los cándidos lirios difunden un olor agradable, y la ardiente rosa lo mereces digna y justamente.
brilla con perpetuo esplendor. 2845 Madre de la amistad, por tí se hace ya amigo de Dios el hombre, a
Porque tu virginidad florece, insigne, en tu gloriosa maternidad, y quien la culpa había hecho enemigo.
brilla, madurando en frutos eternos. Madre de la honradez, Madre del amor hermoso, cumplidora
2820 Nace aquí, sin semilla, el verdadero fruto de la vida, rompiendo exacta de toda justicia.
las duras leyes de la muerte inhumana. 2850 Eres Madre y Virgen, dulcísima Madre de la vida: ¿por qué me
En este huerto buscaré yo mis delicias y alegrías: ésta será mi úni- detengo? Eres Madre fecunda del inmenso Dios.
ca casa de placer. Diste a luz al Unigénito del Padre supremo, al que creemos tu
Concédeme, Madre, que mi corazón se dilate con este fruto, que Hijo primogénito y único; es decir, nacido él solo de tu vientre,
me sirva de vida y salud eterna. dejó ileso el camino de tu virginidad intacta.
Concédeme ser manso, y sufrir las humillaciones con plácido
2855 Arrebatado al mismo tiempo por las llamas del amor divino, él,
semblante, e incluso la terrible muerte con corazón pacífico.
con su bondad, nos hace hermanos suyos. 2890 Para que lave él mis manchas con su preciosa sangre, él, que en-
Y a los que hace hermanos, te los entrega a tí, piadosísima, por
tregará sus dulces miembros a la amarga cruz.
hijos, acumulando queridos dones para tí.
2860 No se excluye de aquí a los pobres, ni a los enfermos, ni siquiera
—P
al torpe pecador.
Como eres Madre para los justos, eres también Madre para los in-
Tú eres la PUERTA . sellada con firme y perpetua cerradura en el
justos, única madre para todos, única salvación de todos.
rosado amanecer del sol radiante.
Ea pues, abre a tus hijitos tus piadosas entrañas de madre: que mi
Por tí se abre camino únicamente al rey eterno: solo él entra y
alma sienta que tú eres su Madre. sale por esa senda.
2865 Que por tí, piadosísima, escuche nuestras oraciones aquel que,
2895 No dejando huella alguna de su paso, entra y sale el príncipe por
nacido por nosotros quiso ser tuyo.
las puertas cerradas.
Haz que mi corazón se abra solo a Jesús, para que él sea el único
—N— habitante de mi mente.
Tú eres el NIDO bien construido por la diestra del Señor, donde —Q-
el gorrión pueden poner, piadosos, sus huevos.
2870 Donde el gorrión y la tórtola puedan incubar innumerables polli- 2900 Tú eres la QUIETUD tranquila, en la que Dios reposó, olvidado
tos, es decir, Dios vestido de carne humana. de su enojo, trayéndonos las verdaderas alegrías.
Nuestra alma escogió para sí esta querida mansión, bajo esta for- Cuando pariste a Dios, descansó todo el Olimpo: con tu parto, se
taleza permanecerá segura la carne débil. le dió a la tierra su verdadera quietud.
Por tí enviamos al niño piadosos votos y súplicas, y él nos da sus Borrando mis pecados, sé tú el descanso de mi corazón, tú, Virgen
dones por tus manos. pacífica, tú y tu Hijo contigo!
2875 Tú serás mi nido, por tí aceptará el cielo mis ofrendas, que nada
valdrían sin tus méritos. —R-
—O— 2905 Tú eres la ROBUSTEZ para el pueblo que lucha, y la ruina para
el enemigo: con tu ayuda vencemos firmes, y él cae.
Tú eres la OVEJA sencilla, humilde, llena de mansedumbre, sin La fuerza invicta de tu Hijo nos levanta si somos derribados, y
la culpa con que las demás están manchadas. arroja de este mundo a los jefes infernales.
2910 En adelante, con tu auxilio, el cruel enemigo será impotente con-
2880 Que das a luz al Cordero, que lavará las humanas inmundicias, al
derramar el caudaloso río de su sangre. tra mí, y yo estaré seguro bajo la protección de mi Madre.
El, cuando lleve el duro peso del nudoso leño, para ser víctima sa-
grada en doloroso suplicio, callará inocente, al ser azotado, y su- —S
frirá, en silencio, graves heridas.
2885 Pero, vencida la muerte, arrancará, cordero inmaculado, a las
Tú eres el SETO, en el que quedó cercada la naturaleza divina y
ovejas culpables de las fauces del león infernal. con el que se defiende la gran viña del Señor.
La Iglesia, rodeada por tí, rechaza con firmeza los ataques del ja- Feliz plantación del Señor, viña feliz, virgen brillante, madre más
balí, y con rostro valiente atemoriza al lobo. brillante aún!
2915 Hasta los confines del mar extiende sus ramos, y sus pámpanos
atraviesan las aguas del Eúfrates. COMPLEMENTOS Y RESONANCIAS
Te suplico que, mientras viva, permanezca yo dentro de este seto,
no sea que una bestia feroz me devore si me encuentra afuera. Nueva Eva
2950 Que nadie compare a tu belleza la de Ester, que nadie te cante las
2920 Que sea yo sarmiento que lleve fruto, unido siempre a la vid, per-
maneciendo eternamente en el Señor. hazañas de Judit.
Porque cuanto aventaja la realidad a su imagen, aventaja tú a to-
—T das en gracia.
Ya terminaron los tristes presagios de la madre Eva: pariste sin
Tú eres TORRE, palacio real de David, desde donde el sumo dolor y sin esfuerzo.
Dios emprende duros combates. 2955 Eva fue engañada por la malicia del dragón venenoso; tú trituras
Aquí tomó débil carne, de una estirpe limpia, para luchar mano a con tus pies la hinchada cerviz de la serpiente.
mano con el enemigo infernal. Eva destruyó el mundo reciente en el árbol prohibido: tú, con tu
2925 Y entregarlo, quebrantada su cerviz, a prisión eterna, abriendo, fruto, renuevas todos los tiempos.
victorioso, el camino a los gozos celestiales. 2960 Eva, con su seducción, arrojó al primer Adán desde su dignidad al
Quien con veloz carrera se refugia en esta torre, puede luchar y duro yugo del pecado: tú al segundo Adán lo traes desde el cielo,
vencer a los ejércitos del Averno. y a nosotros y a nuestros padres nos libras de la esclavitud de la
2930 A tí acudo, anhelante, segurísima torre, sé, te lo ruego, fortaleza y culpa.
protección de mi alma. Eva inventó el mal, Eva atrajo el dolor: tú das al mundo la alegría
y el bien.
—V— 2965 Eva cerró el cielo: tú abres el firmamento; Eva abre las puertas del
infierno: tú, personalmente, las cierras.
Tú eres la fecundísima VIÑA del Padre supremo, que él plantó y Eva nos dio la muerte: tú, santísima, nos das la vida; ella nos qui-
cercó con su propia mano. tó la vida: tú, bendita, la muerte.
2935 Cuya inmensa dulzura supera al néctar, y ala miel que se expri- 2970 Eva manchó nuestro honor con pecados y culpas: por tí se nos de-
me de los panales hibleos. vuelve ese honor, acrecentado.
Cuyo jugo inagotable alivia las gargantas sedientas, y las riega con Eva afeó con su caida nuestro linaje: tú lavas las feas manechas de
un perenne caudal de vida. nuestro rostro herido.
2940 Cuya fragancia vence a los perfumes aromáticos, y vuelve a la
vida a quienes arrebató la fiera muerte. Loores inacabables
Cuyo licor ahuyenta del corazón humano todas las nubes, acumu- Madre santa, espejo de divina belleza, que llevas, imagen gloriosa,
lando gozos y alegrías. en tu rostro la figura de Dios.
Cuyo gusto inédito arrebata las entrañas y los sentidos con su dul- 2975 Ni mi mente se sacia, por más que te alabe, ni bastan mis labios
ce amor. para ensalzarte.
2945 Cuyo ardiente amor consume el pecho querido, y lo embriaga con Virgen al concebir, Virgen purísima al dar a luz, Virgen permane-
el calor del vino gustado. ces para siempre después del parto!
2980 Quién me concediera amarte con vehemencia, al verte abrazar 3015 Tú, piadoso y accesible, abres tu diestra benigna para derramar,
con tus virginales brazos los lindos miembros de tu Hijo! regalo del Padre, bienes abundantes.
Quién me permitiera encerrar en medio de mi corazón tu corazón 3020 Y después de dar al hombre cuanto el mar encierra en sus entra-
materno, que encierra al Señor Jesús! ñas, cuanto la tierra generosa alimenta en su fértil seno, te nos das
Dulce colmena, llena de licor divino, de donde sale el panal que a tí mismo, Creador de todas las cosas: éste era el colmo supremo
supera toda dulzura! del amor eterno.
2985 Feliz alma, feliz corazón, cuyo limpio paladar solo este alimento Y para que el diminuto recinto de nuestro corazón pueda recibir-
deleita! te a tí, inmenso, a quien el fi rmamento no puede abarcar, te haces
El alimenta tu mente con exquisita dulzura: él se alimenta dulce- niño pequeñito encerrado en el seno matern o: solo ese palacio te
mente de tus pechos. ofreció digno lecho.
2990 Duerme entre tus senos, que ganan en aroma a la ambrosía, y sa- 3025 Belleza sin par, único niño más bello que nadie, mira el rostro
ben mejor que el vino añejo. querido de tu Madre!
Lo contemplas cogiendo el sueño en tu tierno pecho, y un amor 3030 Mira los brazos maternos donde reposas dulcemente, y el seno
inflamado te abrasa en silencio. virginal que calienta tus miembros.
Ya reclinas sus sienes divinas en tu mano izquierda, y tu derecha Mira los pechos que bebes, fluyendo néctar, y los labios, que, cas-
lo calienta con piadoso abrazo. tamente, posa ella en los tuyos.
2995 Tan pronto como el blando sueño abandona sus divinos ojos, rie- Déjame que te abrace! sé tú mi solo amor! Déjame que siempre te
gas tú, piadosa, su boca con dulce leche. ame con todo mi corazón!
Estampas tus rojos labios en sus rosadas mejillas, y cubres su bo- Y con tu Madre, por quien bajas a nuestro suelo, sé tú el descan-
quita encarnada con tiernos besos. so, la vida y la herencia de mi espíritu!
3000 ¿Qué más? Me doy por vencido: tu gloria es mayor que cualquier 3035 Y tú, bellísima Madre del sexo femenino! única que has dado a
alabanza, y no encuentro manera de terminar mi discurso. luz al Dios de la vida, abre a los miserables las entrañas de tu
Y si superara en palabras a las arenas que revuelve el océano, tú, amor materno, entrañas que pudieron concebir al Dios inmenso!
con tus numerosos méritos, me ganarías a mí y al mar. 3040 Y ya que te has convertido en la mano generosa de tu que rido
Que los coros angélicos te canten dignas alabanzas, aunque ni Hijo, por quien él lo da todo y a sí mismo, sé siempre para mí (es
ellos pueden hacerlo dignamente. lo propio de tus entrañas) Madre, dándome eternamente al Niño,
3005 Solo te dará la medida exacta de tus méritos, el que quiso a tí, y el Niño a mí!
sierva, tenerte como Madre.
Camino de Belén
Marchan los Reyes, y, abandonando la ciudad infiel, buscan las
pequeñas murallas del pueblo betlemita.
Aquí había anunciado el profeta, con fiel vaticinio, que una Vir-
gen consagrada nos daría al Rey eterno.
3075 Apenas salidos de la ciudad, la estrella brillante, que hasta hace
poço se había ocultado-precediéndolos, les muestra con claridad
el camino.
Infeliz Jerusalén, que, aceptando las leyes humillantes del Idu-
meo, desprecias al Rey y Señor de los cielos.
3080 Los extranjeros buscan, y recorren un largo camino por las aspe-
rezas del vasto desierto, para adorarle.
Vosotros, hijos, despreciais al Señor, nacido de vuestro linaje, y
quereis matar a Dios.
A ellos los trajo la estrella brillante desde el Oriente, sin que nin-
guna voz les presente al Rey que nace.
3085 A vosotros os anunciaron a Cristo tantos profetas, en cuyas bocas
estuvo la verdadera palabra de Dios.
Qué desgracia!
Un pueblo extranjero recogerá vuestros frutos, y el hambre, aliada
de la muerte cruel, os perderá.
3090 Vosotros, felices Reyes, a quienes el Rey supremo os llama como
primicias y prendas de todas las naciones, caminad: la estrella os
conducirá por sendero seguro, y os llevará a la humilde morada
del Niño.
Levántate, José
3290 Era pues, Madre, designio divino que la región de Tanis contem-
plara tu rostro, y que, huyendo el tierno niño con su madre de los
edictos del rey sanguinario, viera los campos del Nilo.
Era de noche, el sueño había vencido al niñito tierno con su ma-
dre, y los cansados ojos del fiel anciano.
3295 He aquí que por orden de Dios, un alado mensajero, bajado del
cielo, hablando con José dormido, le dice:
"Levántate pronto, huye, buen custodio, las rabiosas mordeduras!
El lobo hambriento abre sus fauces fojas.
El tirano Idumeo amenaza con su garganta seca, el rey feroz ma-
quina espantosas matanzas.
3300 Preparando una muerte inicua, viene a buscar al niño, a quien
teme heredero de su reino.
Ea pues, saca al niño y a su madre del inminente peligro, y dirige-
te rápidamente a los campos de Egipto!".
3305 Se levanta José sobresaltado ante las voces del ángel celestial, y
refiere a la madre el mandato divino.
Corazón de madre
Madre dulcísima, con qué sobresalto pensaré que te hirió el cora-
zón este anuncio tan imprevisto!
3310 Ciertamente la fe, grabada profundamente en las fibras de tu espí-
ritu, te inmuniza contra todo temor; y sabes que el autor de la Jornada de angustia
vida, que' creó todas las cosas, no sufrirá la muerte sino cuando él Mas ¿quién podrá referirme las incomodidades, que a tí y a tu
quiera. Hijo os acompañaron por tan largos caminos?
Pero la ternura atemoriza a la amorosa madre: el amor mate rno 3350 Habiendo de padecer trabajos en un mundo hostil, el que viene
teme cualquier daño. del alto palacio de su Padre eterno, sembró de penas sus tiernos
3315 Y, solícito, ve los peligros más graves de lo que son; peligros que años para que ninguna parte de su vida quede libre de tribulacio-
asaltan tu corazón de mil maneras. nes.
El amor te acosa como a madre, los mandatos divinos te urgen Para que hiera ya tu corazón la cruel espada que, con palabra
como a sierva, para que no permitas tardanzas que se opongan. exacta, predijo el venerable anciano.
Y, estrechando contra tu corazón a tu dulce Hijo, aceleras la ca- 3355 Cómo quisiera recordar el camino del Niño y de la Madre, que
llada huida en el silencio de la noche. sufren ásperamente por las orillas inhóspitas del Nilo.
3320 El que hasta ahora era para tí un dulce racimo de uvas, se te ha Se me caerá la mano de cansancio al ir escribiendo cada detalle:
convertido en un hacecillo de mirra entre tus pechos maternales. toda capacidad de pensamiento o de expresión resultará insufi-
ciente.
3360 Rogaré a los ministros celestiales del Niño y de su Madre, escua-
El exilio de la tierra drón solícito que os rodea, que me cuenten muchas cosas; pregun-
¿Puede alguien prometerse en el exilio solaz verdadero, alegria taré más: superan toda medida tus preocupaciones.
firme? Que me narren las incomodidades y trabajos que tú y tu Hijo ha-
3325 Pues tu Hijo, que con un solo gesto hace girar los astros, y, sin beis padecido en tierra extraña.
moverse, mueve todo lo creado, padece ya, oprimido por el peso 3365 Aunque las penas que de diversas maneras atormentaron tu cora-
de la carne terrena, los distintos vaivenes de la condición humana. zón, tú sola las sabes, tú y tu Niño.
Callo, pues, voluntariamente lo que nunca podré expresar, con tal
3330 Tú también con tu Hijo, a quien permaneces unida, sufres, sacu-
que quede fijo en mis entrañas.
dida por males inesperados.
El cielo es la única morada segura de ete rno descanso sin vaivenes 3370 Y, siguiéndote, sufriré gustoso, con mansedumbre de corazón, los
inestables. males presentes con el Hijo y con la Madre.
La tierra, preñada de males, produce variados trabajos, de donde Importa poco saber si has sufrido esto o lo otro: lo que importa
sin embargo les nace a los santos una paz firme. mucho es haberlo sufrido todo con un corazón pacífico.
3335 Abrazando estos trabajos tu Hijo, expulsado a reinos extraños, Sin embargo, Madre, no es justo pasar por alto del todo los pro-
abandona los campos de la cruel Palestina. fundos misterios de esta admirable huida.
3375 Apresuras la huida de noche, dejando los reinos incrédulos, que
3340 Ardiendo en amor a nosotros, no le basta haber abandonado las
no verán la divina luz de la fe.
delicias de su patria: deja también ahora, como niño prófugo, su
dulce cuna, su suelo natal, y su casa conocida.
3345 Y como el viejo Adán fue arrojado del huerto de las delicias, pa- La carrera del sol
deciendo los innumerables daños del exilio: así este niño, nuevo A quien la propia nación, ciega por el pecado, arrojó de su alma,
Adán, para devolver a los desterrados la alegria perdida del parai- lo recibirá en la suya un país extranjero.
so celestial , exiliado con su madre, es arrojado a lejanas regiones, Mas ¿por qué llevas tu sol al negro cielo de Egipto?
y va a ver, para criarse, una tierra extranjera. 3380 ¿Qué tienes tú que ver, luz radiante, con las negras tinieblas?
Porque al entrar el sol, se retirará la noche de Egipto: apartándose 3415 No permanecerá en pie las soberbias reliquias del templo Inaquio,
el sol, se esconderá el día de Judá. y, afligida, caerá Isis de sus altares de Bubasta.
Aquél, mientras el sol avanza durante tres días, ocultando su giro, Cuando todo el orbe, dobladas las rodillas, incline sus humillados
y tres veces la noche tenebrosa es llevada en sus ruedas, quedó sin rostros al nombre de Jesús.
vida, cubierto por densa oscuridad, y expió, con la negra noche, el 3420 También exaltará el ancho mundo con honores insignes el nom-
castigo de su perfidia. bre de la Madre de Jesús.
3385 Tú ahora, en las tinieblas de la noche, llevas segura, brillante es- Y toda la posteridad, por todas partes, con voz sonora, la procla-
trella, a las tinieblas el verdadero sol. mará Madre intacta y feliz.
3390 Para que quien te recibe con tu Hijo en hospedaje, y ofrece, obse-
quios, sus lares a los desterrados, te encierre después a tí y a tu
Tinieblas de la herejía
Hijo en las profundidades de su alma, cuando la fe saque sus ros-
Ea pues, tú, que destruyes los ídolos de Egipto, detén ahora los
tros de las tinieblas. amenazadores torrentes de la nefanda herejía.
Cuando tu Hijo, con el Padre y el Espíritu Santo, sea reconocido 3425 Porque tu fe, que, con firme corazón, prestó su asentimiento a la
en todo el orbe como una misma divinidad. palabra del divino mensajero, extinguió en todo el orbe las llamas
3395 Alma mía, si la culpa te cubrió con ciega tiniebla, y te implicó en
de la peste que avanzaba, y lavó las culpas con aguas celestiales.
oscuros pecados, corre a esta Madre, en cuyos brazos, bajo el velo 3430 Ves cómo la vasta Germania, precipitándose por las mentiras del
de la carne, se asienta el origen divino de la luz. infierno, sufre una enorme ruina.
3400 De ahí te nacerá la fe, de ahí la bellísima esperanza, y el amor que
Ves cómo Inglaterra, incendiados los santos altares, da culto a
jamás te faltará. perniciosos monstruos con ritos satánicos.
La luz es llevada así a las tinieblas, y el Dios omnipotente a las Miras cómo la Galia, inmersa en las tinieblas de una larga noche,
vanas imágenes de los dioses. se arruina con la práctica de estúpidas novedades.
Para que las tinieblas cedan a la luz, y, con la entrada de la verda- 3435 Se levantan en otras regiones altares nefandos, cada nación se fa-
dera divinidad, caigan, rotos, los dioses falsos. brica dioses deformes.
Destruye, Madre, con mano fuerte, los sucios altares, cierra la
boca proterva de los perros soberbios.
ENTRADA EN EGIPTO 3440 Y a los reinos, brillantes durante mucho tiempo por el esplendor
de la fe, que carecen ahora de gloria, sumergidos en las -ciegas ti-
Caida de los ídolos nieblas, infúndeles la verdadera luz del sol divino, que llevas, es-
3405 Deje ya de celebrarse el llanto del infausto Osiris: llórese la pre-
pléndida estrella, en tus brazos.
ciosa muerte de tu Hijo. Que solo brille en tu bello rostro la fe romana, hollando con pie
Menfis no tributará ya honores divinos a Serapis, cuando sea con- invicto los mortíferos venenos.
culcado Serapis por la planta del Señor. 3445 Mírame también a mí, con ojos piadosos, santa Madre de la luz; a
3410 Y cuando celebre el nombre de Jesús Salvador, rechazará el feo
mí, sepultado en la densa noche de las tinieblas.
rostro del buey del Nilo.
La garganta esculpida del ladrador Anubis quedará inmóvil, y
caerá el viejo altar del can obsceno, cuando Dios eterno atemorice Alma sin luz
los oscuros dominios con el ladrido de sus perros, y eche fuera a Desde mis primeros años creció conmigo la verdadera fe, que me
los lobos estigios. regaló el Niño y su dulce Madre.
3450 Pero cuando mi vida salió de la infancia, murió enseguida, y fue Cuantos placeres ensayaba, tantos altares, tantos dioses se fabrica-
sepultada por mis pecados. ba la ciega pasión.
Tan pronto como murió, arrebatada en absurdo funeral, la salvaje 3485 ¿Por qué vas a Egipto, que, carente de la luz de la fe, rechazó el
concupiscencia desplegó sus fuerzas. culto fecundo del Dios verdadero?
Ella, desgraciado de mí!, gobernó entonces como tirana, y oprimió Yo, para quien brilló la verdadera fe, desde mi mismo nacimien-
mi débil cuello con injusto yugo. to, pisoteo, ciego de un deseo impuro, los mandamientos de Dios.
3455 Ella, dominando con triste despotismo mi torpe corazón, me es- 3490 Ella, desconocedora del Dios verdadero, único merecedor de glo-
clavizaba a sus caprichos por diferentes caminos. ria, ofrece incienso y oraciones a los falsos dioses.
Ella había cegado mis tristes ojos con tinieblas infernales, faltán- Yo, conociendo la verdad, adoro, desgraciado, a los dioses falsos,
dome la luz de tu amor. cuando antes que al Dios verdadero, prefiero las falsas alegrías.
Si Menfis celebra la solemnidad de la vaca fugitiva, yo imito tor-
3460 Yo, infeliz, nada veía menos, nade me horrorizaba menos que mis pemente las acciones de un cerdo inmundo.
propias desgracias. 3495 Ay de mí! qué desnudo estaba de la luz divina, cuando me vestí,
Yo, infeliz, nada temía más que vivir en gracia, nada deseaba más sórdido, de las facciones de un perro repugnante!
que mi eterna perdición.
La gracia fecunda había abandonado mis sórdidas entrañas, el Monstruosidad de los vicios
amor santo se había marchado de mi sucio corazón. Detente, Madre; ya no te acecha el Idumeo, ni sigue, sanguinario,
tu camino.
Tiranía idolátrica 3500 Te va siguiendo este desgraciado con su gran suciedad y miseria, a
3465 Pero la feroz concupiscencia, que, dominando despóticamente, quien un grave pecado hizo lentos sus pasos.
oprimía mi corazón con dura esclavitud; a mí, su cautivo, me No te sigo para matar al Niño, sino para que, ungido por él, yo,
obligaba, inflexible en sus órdenes, a cometer este y aquel crimen, pecador, vuelva a una vida nueva.
olvidado todo pudor. No te sigo para despojar a la Madre de tan alegre prenda, sino
3470 Obedecía fácilmente, desempeñando con frecuencia los más viles para que la Madre despoje de vicios mi corazón.
servicios de esclavo, contento yo mismo de mis propios pecados. 3505 Detente, Madre dulcísima; mira al que llora! Vuelve, te suplico, a
Qué lejos quedaba aquel corazón, que había lavado la sangre de mis desgracias tus ojos piadosos!
tu Hijo, la que brotó de su Corazón sagrado! No hay peligro para tí, divina, en mirar hacia atrás; aunque ar-
Ay de mí! mi rostro manchado, sin su primera belleza, no podía diendo en llamas de azufre, te seguiré a cualquier sitio.
reflejar rasgo alguno de su Padre. 3510 Porque se dice que un torrente inagotable extinguirá, desde tu
3475 Aquella imagen y huella luminosa del Dios vivo no estaba ya ni seno, todos los incendios del pecado.
en mi semblante ni en mis actos. Hay en mí tinieblas, que arrojarás de mi sombrío pecho, infun-
El interior de mi corazón se endurecía con mortíferos pensamien- diéndole la luminosa claridad de tu sol.
tos, que, con torpe fuego, gestaba un amor insensato. Se ocultan en mí feos monstruos de diversa ferocidad, que un día
Mi presencia exterior se iba afeando con estos sucios sentimien- fueron para mí sagradas divinidades.
tos. 3515 Aunque la verdadera fe, por la gracia de Dios, ha brillado siempre
3480 Así mi vida llegó a ser sórdida bajo todos los aspectos. esplendorosamente en mí, estuvo sin embargo durante mucho
Tantas imágenes se forjaba mi torpe deseo, cuantas maneras en- tiempo como muerta, sin obras buenas, y casi sepultada por mis
contraba de emplear sus miembros en la maldad. pecados.
3520 Si cesan ya las horribles monstruosidades de mis culpas, y mi
mente y mi mano se abstienen de sus pecados, si odio todo esto,
si te abrazo con amor, tú lo ves, que conoces los secretos de mi
corazón.
Yo ciertamente escojo morir con muerte sangrienta antes que co-
meter un solo pecado.
3525 Si la gracia divina llena mi pecho, realidad que ignoro, por tu ora-
ción al Hijo, escrúpulos angustiosos atormentan mi afligido cora-
zón sobre el modo con que terminará mi vida.
Porque los vicios que practiqué atacan con fuerza, como enemi-
gos poderosos, mis baluartes.
3530 Se agitan como mar furioso, hinchadas sus peligrosas olas,
dirigiéndose contra mi débil barquilla.
PERMANENCIA EN EGIPTO
La vara de Moisés
3535 Huyendo yo de Egipto, envuelto en terribles tinieblas, y dirigién-
dome al espléndido reino de Jerusalén, me persigue la soberbia
furiosa del rey cruel, y asedia mi . campamento en un desfiladero.
¿Adónde, desgraciado, escaparé?
Por una parte me acecha en las gargantas el rey fiero; por otra, el
mar Rojo me cierra el paso.
3540 En peligros tan grandes, asísteme tú, piadosa, tú, protectora; y
ayúdame, como mujer fuerte, en mi aflicción.
Porque, si no me engaño, Virgen, a tí te simboliza aquella podero-
sa Vara de Egipto, a la que los fieros reinos temen.
Con su mano te afianza aquél, cuya diestra todo lo sostiene, a
quien tu seno proporcionó manos humanas.
3545 Con el Dios victorioso, a quien ciñes de armas corporales, derro-
tas las fuerzas del Faraón derribado.
Si mandas al mar Rojo que se detenga en vertical, pasaré con pie
seguro su caudal seco.
3550 Si mandas que de nuevo lo cubran las olas, el fiero enemigo se
verá envuelto en medio de sus aguas.
Pues a tí, vencedora de fuertes escuadrones, te proclamó Dios des-
de el alto cielo con estas palabras:
"Eres, amiga mía, como mis jinetes cuando sumergieron en el
mar a los fieros carros del Faraón".
3555 Que, como entonces por virtud de la Vara pasó el pueblo por los
vados secos del profundo mar, y el cruel ejército con su Faraón,
sumergido en las hinchadas olas, pagó su culpa: así ahora, a tus
golpes, perecen las falanges infernales, y tu siervo escapa a todos
los peligros.
La cesta de junco
3560 No en vano te manda el supremo Dios que vayas a las orillas del
Nilo con tu dulce prenda.
El río en otro tiempo, por inicuo edicto real, mataba en sus crue-
les aguas a los recien nacidos.
3565 Pero el hermoso niño, que fue escondido en la cestilla, se libró a
sí y a los suyos de males tan funestos.
Tú eres aquella cestilla, tejida con junco palustre, y untada con
pez para que no penetrase el agua del río.
Quién va a querer, neciamente, buscar un nudo en el junco?
3570 ¿Quién va a decir que tú tienes ni la más pequeña mancha?
Ni el junco tiene nudo ni la Madre pura tiene mancha alguna: así
el junco es imagen de tu vida.
Que no hayas sido accesible a ninguna ola carnal, solo lo niega la
furiosa rabia de Helvidio.
3575 La limpia gloria de tu intacta virginidad untó con pez eterna tu
mente y cuerpo.
La pez negra te cubre, cuando tú te tienes por vil: tú misma por
todas partes te cubres con tu propio desprecio.
En las entrañas cerradas de la Madre solo hay entrada para aquel
a quien siempre le desagrada la soberbia infernal.
3580 El se encierra nueve meses en el sagrado seno, sin abrirse la mora-
da de tu pureza.
El, escondido en tu regazo, suave cestilla, se dirige ahora, prófugo
desterrado, a las aguas del Nilo.
3585 Y cuando, con fiero torbellino, os azotan múltiples oleajes, secos
estais por dentro tú y tu Hijo.
Por que vuestra paciencia no fue vencida por ningún sufrimiento,
y siempre levantó, alta, su cabeza, sobre las olas.
Nuevo Moisés 3625 El erario público, conservado en tu cofre virginal, arrancará por
3590 Este bebé, este niño es mucho más hermoso que Moisés, a quien completo del mundo el mal de la miseria.
alimentará la poderosa hija del Faraón. Si deseas poseer, doblada la rodilla, pide a la Madre: Ella guarda
3595 Madre dulcísima, el niño que tú alimentas, desconocido ahora las riquezas inagotables del Rey.
para que pase seguro sus primeros años, después, cuando la edad 3630 Si el hambre temible te consume, oprimido de deudas, y no hay
madura aumente sus fuerzas y demuestre el vigor de su robusto quien alivie tu desgracia, ven aquí: se te dará, al mismo tiempo,
brazo, derribará de un golpe y cubrirá de arena al enemigo que hi- dinero y comida, para que pagues tus deudas y alivies tu hambre.
ri ó con mano dura el rostro del hebreo.
3600 El sacará, vencedor, de las mortíferas aguas, a los que murieron El granero de José
por la culpa del primer padre; y bañará al género humano en Lleva a Egipto la Madre a su divino José, a quien desea matar la
aguas saludables, cuando las derrame, abundantes, de su Corazón turba envidiosa de sus hermanos.
herido. 3635 El hijo que crece, anda errante en campos ajenos, mientras, bon-
El, vencedor, envolverá en hinchado oleaje a los feroces carros, y dadoso, empieza a buscar las ovejas perdidas.
mostrará a los suyos, reinos venturosos.- ¿Hacia dónde corres, Madre? ¿a dónde se dirige tu lindo hijo, luz
Reinos, de los que, expulsados, pagaban al Faraón infernal las pe- y gloria del Padre eterno?
nas merecidas por los pecados que cometieron. 3640 Si huye para esconderse, se esconderá en casa de su padre: si él no
3605 Entonces tú, que, desconocida, te ocultas ahora con tu hijo ocul- quiere, ninguna bestia podrá devorarlo.
to, tendrás para siempre un nombre glorioso. Vete, sin embargo! Desea irse quien, vendido después, ha de redi-
Y será venerada la tierra santa de la Madre divina, para que hom- mir al mundo con la lluvia fecunda de su sangre.
bres y mujeres puedan ocultarse en tus juncos. No son los Madianitas, eres tú, dulcísima, quien lo llevas, aunque
la envidia de sus hermanos lo obligue a huir.
Cesta y cofre 3645 Con gusto se dirige él a los campos de Menfis, para librar a todo
3610 Pequeña cestilla, casa amplia del gran Dios, que todo lo encierras, el orbe de la terrible hambre.
enciérrame a mí también en tu seno. El que llevas contigo, estrechándolo con dulces brazos, es el mis-
Esconde al reo bajo el techo seguro de tu piedad, hasta que la ira mo Dios, trigo, pan y alimento.
del Juez guarde su espada. Esta gran abundancia de pan, que tú, sagrado cofre, llevas, no du-
Esconde, dulce cestilla, al agitado por las fu ri osas olas, para que el dará solo siete años.
que confió en tí, no perezca en medio de las aguas. 3650 Sino todo el tiempo que dure la historia humana, y mientras haya
3615 Ya te llame cestilla o prefiera decirte cofre, lo que seas, serás para vida feliz en el cielo.
nosotros arca de salvación. El sagrado interior de tu casto vientre lo llevó; en tu seno, regia
Si cestilla, defiendes de las aguas del río al Dios que ha de lavar morada, lo escondes.
en amplio torrente nuestros pecados. 3655 El es el trigo, tú el granero que guardas los bienes vitales que nun-
3620 Como cofre, guardas también el oro del rey, de donde la gracia sa- ca faltarán.
cará para el necesitado las verdaderas riquezas. El se regoge, mies eterna, en tus hórreos: él es semilla y prudente
Ya puede el pobre prometerse abundante fo rtuna, y preparar sus sembrador de sí mismo.
vasijas para llenarlas de oro. 3660 Generoso donante de sí mismo para todo el mundo, dará, sin di-
Corra ya el indigente detrás de tus huellas, y pise con pie asiduo nero, generosos dones.
tus ri cas moradas. Tú, sagrada mansión, en ningún momento descuidada, cuyas se-
guras puertas sella un eterno pudor, atraerás las naciones extran- 3695 Para que vistieras de carne al Hijo del Padre supremo, el Espíritu
jeras a tus amplios vestíbulos, vestíbulos que abrirá tu amor ma- Santo cubre con su sombra tan nueva realidad.
terno. Para que la naturaleza humana se desposara con el Altísimo, cu-
3665 Y la casa que cerró el pudor, la abrirá la misericordia, y estará bres a Dios, Virgen y Madre, con una nube de carne.
siempre virginalmente abierta para los caminantes. 3700 Si la carne que prestas es leve, y la nube, lúcida, tú también serás
Aquí buscarán el trigo los habitantes de Canaán, y la descenden- luminosa, con el nombre de la leve nube.
cia, desterrada y pobre, de Jacob; y reconocerá después de largo El niño sube sobre ella, se recuesta suavemente en el blando rega-
tiempo a su hermano, a quien ahora, cruelmente, arroja a Egipto. zo, y es llevado por los dilatados campos.
3670 Aquí, empujados por el hambre, vendrán rápidamente de todas Pero si llevas al que gana en peso al universo, ¿quién podrá decir-
partes para buscar el ansiado sustento. te que eres leve?
Tú les ofrecerás con rostro benigno los divinos manjares, y cuan- 3705 Es porque él te ha creado sin el peso de la primera culpa, y, lleva-
tos alimentos guarda tu corazón. do, él también te lleva a tí.
3675 Porque quien te hizo amplio granero donde aposentarse a gusto, Si ningún peso de culpa terrena te oprime, y más bien elevas a tu
él mismo te hace su propia mano. Hijo hasta las alturas, él lleva con gusto en sus hombros el gran
Oh despensa, oh íntegra custodia del verdadero pan! Oh mano ge-
peso de los pecados, porque ha de lavar con su sangre las culpas
nerosa, siempre abierta para los pobres! humanas.
3680 La triste miseria me oprime a mí, mendigo, con su grave peso; el 3710 Y por eso vas a Egipto, mansión preñada de perversas tinieblas,
hambre aguda me punza con su aguijón. donde hierve un inmenso fuego de crímenes.
¿Por qué me retraigo? Me llamas para enriquecerme tú, rica, a mí,
Para que ahuyentes las tinieblas con tu resplandor, y te opongas
pobre. al calor con la sombra, trayéndonos el doble amparo de tu nube.
Y para alejar, bondadosa, mi hambre con tu pan divino. 3715 Para sacudir el duro yugo de la cerviz de Jacob y su familia, aban-
Corro ya a tu despensa, pobre y vacío: pues tu pan a nadie se le donando el reino opresor.
vende por dinero.
3735 Oh nube, más leve y más brillante que los coros angélicos, tú pro-
de su fulgor.
teges a los desgraciados con tu dulce sombra! Y la nube que él tomó de tu vientre sin mancha, la devolverá al
3740 Porque, para que los hombres, de barro por su naturaleza, pudie-
mundo, maravillosamente luminosa.
sen elevarse a tu hermosura, la gracia divina te hizo nube ligera: 3775 Pero cuando, para librar al orbe de la eterna sombra, rompa al
así desde sus tiendas levantan a tí sus ojos. profundo mar con sangrienta muerte, la tenebrosa nube cubrirá la
columna brillante, y el sol esconderá, en la negra noche, su frente
Sombra y fecundidad luminosa.
Eres densa también, y nos proteges con la cobertura de una abun- Entonces, bellísima nube, tristes nublados envolverán, al caer la
dante sombra, para que a los débiles no les arda con fuego fe- noche, la noble hermosura de tu semblante.
3780 Y tú, que, huyendo, la única entre tantas madres, libras a tu Hijo
bril la cabeza.
Nos defiendes de los rayos de la ira divina, para que su llama no de la muerte en el silencio de la madrugada, envuelta después en
aniquile a los reos manchados con la culpa. tinieblas, la única de todas las madres, llorarás la muerte inhuma-
3745 Si te llamo grávida, lo eres para regar con abundante lluvia la ínti- na de tu piadoso Hijo, como madre desgraciada de un ladrón ajus-
ma aridez de nuestro corazón. ticiado, siendo la Madre del Dios Altísimo.
Con cualquier imagen con que alguien te designe, eres en verdad 3785 A la media noche, sin embargo, el pueblo liberado atravesará por
nube leve de noche y de día. medio de las olas, y el enemigo morirá en mitad del mar.
3750 Porque si uno te llama, aunque sea con débil gemido, enseguida Cuando la tercera aurora ahuyente las densas sombras, y el bri-
acudes a él, como aura sutil. llante lucero levante desde el mar su rostro, irradiará la limpia
Que pida auxilio quien vea peligrar su vida: enseguida, Madre llama de la alta columna, y un nuevo resplandor cubrirá la faz de
piadosa, le ofreces tu protección. la nube.
Que te llame el oprimido por algún sufrimiento espiritual o cor- 3790 Ella, con luz resplandeciente, conducirá a nuevos pueblos por el
poral: acude a la voz del que llora, más veloz que el viento. vasto desierto hasta las moradas de la ciudad eterna.
3755 Para no enumerar todas las razones por las que puedes ser llama- Tú esparcirás sobre los caminantes rocío y suave sombra, dándo-
da accesible, yo me presento por todos, como único testigo. les dulcemente tu auxilio por los duros campos.
Porque oprimido por un enorme aluvión de desdichas, apenas 3795 Y para que Jesús, tu luz y tu gloria, nos prepare en el cielo una
pedí, calladamente, auxilio, acudió a mí, indigno, más veloz que digna mansión, él, llevado en su nube, marchará a la casa del
el rápido Levante, la Madre diligente que también ahora me asiste Padre, con la carne que le dio su fecunda Madre virginal.
en mi infortunio. 3800 Tuya es, pues, la nube, con la que vive, con la que morirá más
3760 Si leve y veloz defiendes al que es del todo indigno, ¿quién puede trde, y con la que, resucitando, subirá a los cielos.
negar neciamente que eres nube leve?
Que niegue tu blando corazón de Madre, el que se haya visto de-
samparado de tu diestra, si hay alguno. Gloria del destierro
3765 Nube leve y grave, accesible y densísima, cubres nuestros pecados Adelante, Madre: que no te aterre el enorme trabajo que has de
con tu manto maternal. padecer con tu dulce Hijo.
Ese trabajo tuyo vencerá los antiguos trabajos del mundo, y subi- Ya puedes regresar: el Creador del alto cielo te manda volver a tu
rán al cielo tus oraciones por nuestras almas. querida casa de Nazaret.
3805 Que no te sea grave el largo exilio de siete años por los ciegos 3835 El que degolló con cruel espada a los tiernos niños para que no
campos del áspero Faro. escapara tu Hijo de las armas sangrientas, él, personalmente, más
Así el reo fugitivo, por orden de Dios, volverá algún día para cruel consigo que cualquier adversario, se mató inhumanamente
siempre a los dulces reinos de su patria. con su propia mano.
Termina, Madre, este duro camino: quédate con tu Hijo desterra- Cayó el lobo, herido de amarga muerte, y paga sus culpas en el
do, cuanto él quiera, en los confines de Menfis. abismo infernal.
3810 Dios, hecho hombre, sale por la noche, desterrado de la ciudad: y 3840 La turba que con el cruel tirano preparó el asesinato del Niño, su-
tú, Madre, con tu piadoso Hijo, vas también al destierro. cumbió bajo una lluvia de dardos mortíferos.
Para que, en pleno día, sacado de los muros de Jerusalén, viéndo- Sumergida en la oscuridad del profundo infierno, paga su crimen,
lo su Madre, entregue su vida al atardecer. y llora, hundida en las aguas estigias.
3815 Sigue, pues, y cuida a tu Niño, golpeado por múltiples infortu- 3845 Ya puedes volver segura con tu dulce Hijo, ya creció bastante el
nios, para que nuestra muerte muera, vencida por la muerte de tu Niño en tierra extraña.
Hijo. Lo que le queda de vida lo debe a la casa de Judá, de donde ven-
drá para todos los pueblos la verdadera salvación.
Oración del desterrado a los desterrados
Y a mí, mendigo, desterrado lejos de la patria, dame un poco de Canto de regreso
pan mientras espero la vuelta. 3850 Así cantó el arpa sagrada de David, que pregona los grandes he-
3820 Que los contagios de Egipto no manchen mi corazón, y mi men- chos de tu Hijo.
te peregrina desee con ansia su tierra natal. Pueda yo repetir con el santo profeta, que pulsa la sagrada cítara
Que, como el ciervo corre anhelante a las frescas aguas, cuando el con este canto:
dardo mortal penetró en sus venas, así yo, golpeado por la flecha "Sale de Egipto un retoño de la sangre de Israel, un hijo de Isaac
del amor divino, acuda, herido, a los caudales de la fuente viva. abandona la región extranjera.
3825 Y, ausente, busque el rostro del Hijo y de la Madre, también au- 3855 Para mostrar santamente nuevos prodigios en la tierra de Judá, las
sentes, hasta que por fin pueda verlos con mis propios ojos. maravillosas señales del Dios oculto
Esta vida está ahora asediada por muchos peligros, pero la otra es Con la gracia divina engendrará una nueva familia, y se manifes-
regalo laborioso de tus manos. tará él más santo entre sus santos.
3830 Virgen clementísima, haz que la vida que me das, la viva siempre, 3860 Dominará gloriosamente en todo el orbe, la fe comenzará desde la
pero solo para Dios. fortaleza de Jerusalén.
Presentimientos
4120 Esto meditarás, Madre, en tu corazón, mientras el dolor penetra
poco a poco en tus huesos, hasta que la espada que ha de amena-
zar a tu inocente Hijo, traspase también por completo tus entra-
ñas.
Pase de largo ahora las regias murallas de Jerusalén, murallas que
llevan falsamente nombre de paz.
Porque ha hecho un pacto con la muerte y el infierno para devo-
rar, sanguinaria, a tu Hijo.
4125 No habrá paz allí ni descanso en los trabajos para el Señor, sino
furiosa tempestad y crueles guerras.
El Niño rechaza la guerra, porque los primeros tiempos de la divi-
na juventud, han de ser tiempo de serenidad y de paz.
4130 Cuando vengan los horribles tiempos de la dura guerra, hará vi-
brar con mano fuerte los ardientes dardos, y herirá con el poder
de su palabra a los soberbios, y a los que la ciega pasión enreda en
sus lazos.
Se levantará Jerusalén contra su Señor, más feroz que el enemigo,
y, demente, amontonará armas contra su piadoso jefe.
4135 Un pacto de paz unirá a dos locos: el cruel Herodes y el goberna-
dor romano.
Para que todo el peso de la guerra aplaste al luchador Jesús, y cai-
ga de muerte sin que nadie le ayude.
4140 Urías sufrió muerte violenta, cuando sus compañeros no quisie-
ron ayudarle en la batalla.
Así padecerá tu Jesús sangriento sacrificio, abandonado en manos
de sus enemigos.
4145 Para cubrir los incestos y demás crímenes que cometió el adúlte-
ro, y todo lo que de obsceno aparece en el mundo.
Es decir, el velo inmenso del amor divino oculta en sus pliegues
toda mala acción.
Coloquio de Nazaret 4180 El es quien se esconde adrede, para que empiece a revelarse la
4150 La santa Nazaret posee, pues, ahora la flor de su bella adolescen- verdadera gloria y honor de su Padre Altísimo.
cia: ella será florida sede de paz. Se esconde, para que se manifieste también la ínclita gloria de su
Madre bellísima, concédeme pasar aquí en silencio mi vida con tu querida Madre, cuando lo busques, dolorida, día y noche.
Hijo en plácida paz.
Que mi corazón produzca aquí flores de virtud, con las que el flo-
rido Niño pueda hacerse guirnaldas. Noche oscura y amarga
4185 Porque ¿quién puede comprender con qué trabajo, infatigable;
4155 Haz que mi mente, bien cultivada, dé frutos buenos, con cuyo
suave sabor se deleiten sus dulces labios. con qué dolor, afligida Madre, lo buscas?
4160 Después, cuando venga a la ciudad de Jerusalén para morir, sien-
Apenas habías medido el espacio del primer día, cuando el sol es-
do clavada su cabeza con las espinas y sus miembros con la cruz, condía su rostro, sumergida su esfera; y no aparecía tu luz, con
vencido por la oración de su amante Madre, me concederá que 4190 cuyo resplandor brilla el éter y enciende sus llamas la aurora, con
pueda vivir con él, que pueda morir con él. cuyo rutilante fulgor se ilumina el cielo, y luce el día apacible en
todo el orbe.
¿Que harás, Madre, sin la luz del verdadero sol?
Qué tenebrosa fue esa noche para tus ojos!
EL NIÑO SE QUEDA EN EL TEMPLO 4195 ¿Qué quejas pensaré que lanzaste al cielo, por tu boca suplicante,
desde tu triste corazón?
Por qué se oculta Jesús a los 12 años
¿Qué ríos de lágrimas corrió por tus limpias mejillas, desde tus
Nuevas preocupaciones se añaden a las pasadas inquietudes. Un
dulces ojos hasta tu tierno regazo?
nuevo dolor, Virgen piadosa, se apodera de .tí, cuando tu Niño, al
4200 Al procurar con espíritu fuerte ocultar tu dolor, un amor más
cumplir sus doce años, se quedó en el Templo, saliendo tú.
fuerte vence a tu fuerte corazón.
4165 ¿Quién podrá sondear las entrañas angustiadas de Madre tan tier-
Y lloras al ausente, y el dolor que angustia tus entrañas, arranca
na, al ausentarse la parte mayor de su corazón materno?
de tus ojos un río de lágrimas.
Subes con tu dulce Hijo al santo Templo: una antigua costumbre
Cuántas veces llenaste el alto cielo de tus gemidos!
ordena ese piadoso deber.
Cuántas veces escuchó tus voces el espacio!
4170 Te postras suplicante, con la mente y con el cuerpo ante el sagra-
do altar, y presentas, piadosa, tus ofrendas y tus oraciones al su-
premo Dios. Noche de suplicios y temores
Cumplido el solemne ritual en los días prescritos, vuelves al dulce 4205 Cuántas veces se postró tu alma ante el rostro de Dios omnipotente!
refugio de tu hogar. Y, dolorida, dijo estas palabras:
Pero ¿adónde vas, Madre? "Devuelve, Padre bueno, tu Hijo a su madre, y no permitas que
Tu gloria no está contigo. sufra por más tiempo mi corazón.
El Niño se queda oculto en la ciudad de Jerusalén. 4210 Que sea suficiente lo que le queda a mi espíritu por padecer,
4175 Si crees que tu querido Hijo va con el fiel José, con más razón cuando llegue la hora final de su dolorosa muerte.
cree él que va con su piadosa Madre. Tú me habías dado ahora estos años de paz serena, mientras mi
Si un camino distinto os conduce a vosotros, sus padres; o-si via- Hijo va creciendo para la lucha que se avecina".
jais juntos por una misma senda, no fue culpa o descuido tuyo ni Madre santa, en qué mar de preocupaciones fluctúa tu corazón,
del padre, que el Niño se ocultase, sin saberlo vosotros. temiendo todos los peligros para tu Hijo!
4215 No ignoras su inmenso poder, que tiene en su mano el derecho de Tú, anchurosa casa de Dios, a quien acoges en tu mente y entra-
vida y muerte. ñas, a quien él reclama para sí, como su único Creador.
Pero ¿qué desgracias no va a temer el amor de una madre, que le Si eres casa del Hijo, conviene que tu Hijo te barra, para buscar a
induce a temerlo todo?. los pecadores perdidos, que perecieron.
4220 La imagen presente de tu ausente Jesús se clava, más limpia que 4255 El enturbia los purísimos gozos de tu corazón, y te ofrece el cáliz
el sol, en tus ojos. amargo de la tristeza.
Te reprochas su ausencia sin podr contemplar su dulce mirada y Convierte tu dulce sonrisa en acerbas lágrimas, y muda tus alegres
te golpeas el pecho, entristecida. juegos en doloroso tedio.
Pues aunque no eres consciente de culpa alguna, temes sin embar- 4260 Una áspera bruma acabó con las delicias de la blanda primavera,
go que haya sido tuya toda la culpa. una noche tenebrosa eclipsó el claro día.
4225 ¿Por qué temes, Madre, circundada de perfecta belleza? Ninguna Turbias guerras destruyeron la paz serena: así, perdido el Niño,
falta puede manchar tu alma. cayó la casa segura.
LIBRO V
PASIÓN Y GLORIA DE JESÚS Y MARÍA
CANTO 10°
PASION Y "COMPASION" (4367-5118)
LA PASION
Cuadros de dolor
Alma mía, ¿por qué te deprimes, postrada en abulia tan gran-
de? ¿Por qué te entregas, apática, a un sueño tan pesado?
4370 ¿No te conmueve la solicitud de la Madre dolorosa, que llora
la horrible muerte de su Hijo?
Sus entrañas doloridas se secan con tan duro martirio, al ver
de cerca las heridas que él sufrió.
Adonde quieras que mires, todas las partes de Jesús se ofrecen a
tus ojos, cuajadas de sangre.
4375 Contempla cómo, postrada ante la presencia de su Padre eterno,
un sudor de sangre sale de todo su cuerpo.
Contempla cómo la caterva feroz lo pisotea, al capturarlo como a
un ladrón, y ata con cadenas su cuello y manos.
4380 Contempla cómo, ante Anás, un esbirro inhumano golpea dura-
mente con mano recia su rostro.
Ves cómo, ante la presencia del soberbio Caifás, soportó, humil-
de, mil injurias, bofetones y feos salivazos.
Y no apartó su mejilla cuando era golpeado; y ofreció su barba 4420¿Sufres quizás a la sombra del aromático árbol donde pende tu Je-
y su cabello al enemigo para que se lo arrancase. sús, tu amor?
4385 Mira con qué duro azote el cruel verdugo despedaza los dulces Aquí te sientas, llorosa, y, clavada con hondo dolor, expías el
miembros de tu Señor. gozo culpable de la madre primera.
Mira qué punzantes espinas desgarran sus sagradas sienes, y la Ella se corrompió bajo el árbol prohibido, cuando, necia y locuaz,
sangre pura resbala por su bello rostro. cogió la fruta con mano temeraria.
4390 ¿Notas cómo, cruelmente mutilado en todas las articulaciones, 4425 Este fruto precioso del árbol de tu vientre da vida a su piadosa
apenas aguanta en sus hombros el peso de la cruz? Madre para siempre.
Ves cómo la diestra inicua del verdugo clava las manos inocentes Y a los que murieron por el jugo pernicioso del primer veneno,
en el madero con una punta afilada. los resucita, y te los entrega como prendas queridas.
Ves cómo la diestra cruel del verdugo, con una punta afilada, 4430 Pero murió tu vida, delicias de tu amantísimo corazón, y tu fuer-
clava en la cruz sus inocentes pies. za se desvaneció.
4395 Contemplas cómo pende, herido, del duro árbol, y lava con san- El que, dulce peso, colgaba de tus pechos, murió, cruelmente
gre divina tus pecados. arrebatado por el inhumano enemigo.
Contempla qué tremenda herida se abre en su pecho traspasado,
de donde brota agua mezclada con sangre!
Toda la Pasión en el corazón
Dolor y consuelo de la Madre Sucumbió tu Jesús, traspasado por mortales heridas: él, honor,
Si no lo sabes, la Madre reclama para sí todas las dolorosas heri- gloria y luz de tu alma.
4400
4435 Cuantas llagas le atormentaron a él, otras tantas te hirieron a tí:
das, que veo sufrir al Hijo.
Porque cuantas penas padeció él en su cuerpo inocente, tantas su- porque una misma era la vida para los dos.
4440 Pues, guardándolo en medio de tu corazón, y no habiendo él
fre la Madre, digna de compasión, en su piadoso pecho.
4405 Los dos te dejaron huellas claras y abundantes: tu camino está tra-
abandonado nunca la hospitalidad de tu pecho, para sufrir él uña
zado con seguridad y firmeza. muerte cruel, asi despedazado, fue necesario que la rígida espada
El, arrastrado, rubricó el camino con abundante sangre. atravesara también tu corazón.
Ella, entristecida, regó la tierra con sus piadosas lágrimas. Los terribles látigos rompieron lastimosamente tu piadoso cora-
zón.
4410 Busca a la Madre piadosa; quizás la consueles en su llanto, si está
en algún sitio, entristecida, entregado a su santo dolor. Las terribles espinas ensangrentaron tu piadoso corazón.
Y si un sufrimiento tan grande no admite ningún consuelo, por- Todas las amarguras que sufrió tu Hijo en la cruz, se aliaron con-
que la muerte triste se llevó la vida de su vida, llorarás al menos, tra tí con sus clavos sangrientos.
doliéndote de tus pecados, pecados que fueron la causa de tan 4445 Pero ¿cómo vives todavía, muriendo tu vida y tu Dios? ¿cómo no
triste muerte. has sido arrebatada tú también con una muerte igual?
¿Cómo, al entregar él su alma, no se llevó tu corazón, si un mis-
Bajo el árbol de la vida mo espíritu os tiene unidos?
4415 Pero ¿adonde te arrastró, Madre, esa dolorosa tormenta? ¿qué tie- 4450 Confieso que tu vida no hubiera podido soportar tan grandes do-
rra te acoge para llorar esa muerte? ¿recibirá tus gemidos y lamen- lores, ni tu excesivo amor sufrirlos, si tu Hijo no te hubiese soste-
taciones esa colina donde la tierra blanquea con secos huesos hu- nido con su fuerza divina para que tu corazón pudiera padecer
manos? mayores tormentos.
Corazón materno desgarrado 4490 En tí encuentra alegría el deprimido por la tristeza, arrojando de
Vives todavía, Madre, para sufrir más trabajos. su afligido corazón la pesada carga.
En el mar furioso te envuelve ya la última ola. Por tí el pecador, desechando su temor con segura esperanza, en-
4455 Pero esconde tu rostro de Madre, cierra tus piadosos ojos: la lanza tra en la feliz morada del cielo.
cruel hiere el aire leve, y abre el costado santo de tu Hijo ya Sede de la paz! vena perenne de agua viva que salta hasta la vida
muerto, quedándose clavada en medio de su corazón. eterna!
4460 Este resumen de dolores tan grandes faltaba por añadir a tus sufri- 4495 Esta herida, Madre, solo a tí te ha lastimado, sola tú la padeces, tú
mientos; te faltaba este suplicio, quedaba esta dolorosa herida, te sola puedes comunicarla a los demás.
estaba reservada esta pena y este grave dolor. Concédeme entrar en el pecho abierto por la lanza, para poder vi-
Querías que con tu dulce Hijo fueran crucificados tus pies y tus vir en el Corazón de mi Señor.
manos virginales. 4500 Por aquí penetraré en las piadosas entrañas del amor divino, aquí
4465 El escogió para sí los rígidos clavos con el madero: la lanza cruel estará mi descanso, aquí mi mansión segura.
se guardaba para tu corazón. Aquí borraré mis pecados con su sangre, aquí el agua limpia lava-
Madre, ya puedes descansar, cumplido tu deso: todos los dolores rá las manchas de mi alma.
llegaron a los más profundo de tus entrañas. Bajo este techo, en esta morada, será dulce para mí vivir toda mi
Tú sola sufriste en tu pecho esta áspera herida, que encontró a su vida, aquí para mí será dulce morir!
cuerpo liberado ya por la fria muerte.
Caminaré orgullosa con estas joyas, seré rica con esta dote, guar- de tu vista es un inmenso dolor, tú, Hijo, guardarás en el sepulcro
4615
el corazón de tu madre, y tu madre amorosa te guardará en su pe-
daré estos regalos en mi corazón. cho.
La muerte me quitará la vida con su rígida espada, antes que
arrancarme estos tesoros de en medio de mi pecho de madre. ¿Por qué, muerte, no matas a la madre?
4620 Mi luz ha quedado sumergida en densas tinieblas, mi vida ha cai- Oh muerte, por qué abres mis entrañas con un puñal afilado? ¿por
do devorada por horrible muerte. qué arrebatas cruelmente al Hijo, sobreviviendo la madre?
4655 ¿Por qué, inhumana, me dejas a mí, llevándote a mi Hijo? ¿por 4690 En verdad, cuando miro las acciones de mis manos, ninguna espe-
qué tu furor no arroja sus armas contra la madre? ranza concibo de aplacarlo.
Serías compasiva, matando a los dos con un mismo dardo: una Pero cuando pienso en la muerte dolorosa de tu Hijo, con esa
misma cruz mataría a los dos, clavados. muerte se me ofrece una gran esperanza.
Cruel, matando al Hijo, más cruel, perdonando a la madre. Contemplando su sangre, no me mirará con ira: esa sangre piado-
4660 Compasiva serías, si los dos muriéramos juntos. Retuerce ya el ul- sa no permite ser inmisericorde.
timo dardo contra la afligida madre: obliga a morir a la que haces 4695 Me recogeré en las profundas heridas del corazón de la Madre: ese
vivir sin su Hijo". refugio encierra al Dios crucificado.
Todo esto y mucho más, gimes, Madre piadosa, arrancado de tí tu Tus piadosas entrañas, que fulguran, con todas sus puertas abier-
Hijo: y no hay medicina ninguna para tus dolores. tas, no pueden cerrarse para mí.
4700 Si reservas una parte, no puedes cerrarlas todas: se te han dado
Mis preguntas y respuestas muchas más de las que puedes reservar.
4665 ¿Quién turbó tu pecho con fúnebre luto? ¿de dónde le vino a tu El mismo dolor de la muerte, que mueve a la ira, la calmará: esa
corazón esta amarga tristeza? sangre tiene fuerza de un amor bondadoso.
¿Por qué palidece tu rostro con las lágrimas derramadas? ¿por qué Enjuga un poco el llanto de tus piadosos ojos, al mirar el rostro
fluye de tus ojos ese caudaloso río? ensangrentado de tu Hijo.
¿De dónde a tí tantos gemidos y tantos dolores? ¿quién tornó tris- 4705 Cálmate con la triste visión de la sangre derramada: siendo tú afa-
tes las entrañas de tan piadosa madre? ble, él no será duro conmigo.
4670 ¿Quién hiere tu pecho con esa espada tan fiera? ¿quién clavó en Pero no me perdones ahora: ya me perdonará tu Hijo.
tus venas flechas tan agudas? Lanza contra mi corazón las armas mortales.
Estas llagas, si no lo sabes, la hicieron mis pecados: mis manos le Para que tu pecho, atravesado por múltiples heridas, en ningún
causaron esas heridas mortales. momento pueda ser arrancado del mío.
4675 Yo atormenté su cuerpo con los azotes, y sus sienes con las espi- 4710 Por estas llagas, piadosísima, te pido; por estas llagas que yo,
nas, yo mismo clavé sus manos y sus pies inocentes. cruel, hice a tu Hijo, y que a tí te hizo su amor, por estas llagas te
Yo también rompí con el hierro su costado y su divino Corazón: pido que, lleno de heridas y derramada toda mi sangre, sufra yo
yo fuí la causa de la muerte de tu Hijo. muerte dolorosa por el Señor y con el Señor!
4680 Es decir, mis culpas merecieron esas heridas: ésta era, ésta, la
pena debida a mis pecados. CANTO 11 °
Yo violé la ley, él me redime con su sangre inocente: yo ofendí la GLORIA DE JESUS
divinidad del Padre, él lo paga.
Yo acepté el pecado, él sufrió terribles dolores: yo soy reo de justa ALEGRIA DE LA MADRE EN LA RESURRECCION
muerte, él muere. DEL HIJO
4685 Así, yo, inhumano, maté al Hijo y a la Madre: él era la dulce vida
de tu corazón. Tu vida revive
4715 He aquí que resucita triunfal el vencedor del infierno tenebroso,
Esperanza del criminal rico en trofeos, poderoso en autoridad.
Desgraciado de mí! ¿qué haré? él se indigna con justa cólera: su Sacude, Madre triste, las tristes nieblas de tu mente turbada, que
ira no medita castigos inmerecidos. trajo consigo la terrible muerte de tu Hijo.
4720 He aquí que tu Jesús, tu dulce vida, vive, amor y delicia de tu dul- Volvió el día luminoso con la plácida primavera, y un nuevo es-
ce corazón. plendor invade el bello rostro del Resucitado.
No brilla tanto el lucero de la mañana cuando sale del oriente por
el cielo rutilante.
Libertador y vencedor
Vuelve vencedor del infierno: con su pie invicto quebró la esca- 4755 No resplandece tanto el luminoso sol en el brillante firmamento:
tas de hierro de su lago infernal. la condición por la que pudo padecer la muerte.
4730 Y mientras prepara muerte inhumana al Autor de la vida, untan- Los sucios salivazos no afean ya su bello rostro, ni las duras espi-
do con hiel infernal su impío pecho, con la muerte del Vencido nas su sagrada cabeza.
injustame* murió su fuerza; y perdió el derecho a matar, al dañar Huyó la escuálida palidez y el hematoma hinchado, y las heridas
te al Justo. multiplicadas de los retorcidos látigos.
Los derechos malvados de la muerte que avanzaba, se quebraron, 4765 Todo lo que estaba feo, la nueva gloria lo vuelve hermoso; la glo-
y el pacto y las cadenas de la rebosante laguna infernal se rompie- ria, ya inmortal, del Dios viviente.
ron. Pero no borró por completo los testimonios de su amor divino ni
Porque Jesús, pendiendo de la cruz, colgó a la serpiente, y, mu- las huellas de sangre de su duro sacrificio.
4770 Heridas luminosas irradian de sus manos traspasadas, rojas heri-
riendo, puso fin a la fatalidad de la muerte.
das iluminan sus pies atravesados.
4735 Dejando sus miembros destrozados, y amarillento su cadáver, baja
al infierno su alma, radiante de luz. La llaga que abrió la lanza en lo profundo de su corazón resplan-
Descorre el cerrojo de hierro de sus puertas de bronce, y abre los dece, más bella, en mitad de su pecho.
negros umbrales de la oscura laguna. Invicto vencedor de la muerte y del infierno, surge el Hombre y el
4740 Huyen las tinieblas a la luz de su rostro divino, y cae la ciega
Dios y el Hijo tuyo, Virgen bienaventurada.
sombra de la tenebrosa cárcel.
Queda atónito el infierno voraz, y, oprimido por el pie del Vence- No llores vencedora
dor, vomita los escuadrones que había sepultado en su ancho 4775 ¿Qué haces? ¿lloras todavía tu amargo luto y las tristes heridas
abismo. que llevas en tu lastimado corazón?
•
Madre, deja de llorar: tu rey Jesús vive, y quitó ya de tu alma todo
dolor.
Un sol en cada llaga
Orgulloso con sus trofeos, y conseguido abundante motín, avanza 4780 ¿No oyes los coros celestiales cantando con dulce voz himnos
señales de sangre. estrecho recinto de tu casto seno, sale radiante sin romper el pre-
4750 Pasó el crudo invierno con su helada nieve de dolores, y la noche
cinto del sepulcro sellado, como había predicho a sus discípulos.
4790 Si este mensaje no disipa todavía tu dolor y el tormento atroz de
rígida con su lluvia torrencial de sangre.
su horrible muerte, mira: aquí está tu Hijo trayendo a tu casa, Porque la horrible muerte de tu Hijo extinguió la muerte inhuma-
como señales claras de su insigne triunfo, a la multitud de los Pa- na, y devolvió a los pobres pecadores la vida y la salvación.
dres. 4825 Porque surge un nuevo mundo con mejores auspicios, y todo que-
da admirablemente reparado.
Primer encuentro inefable Cuando se recuerda su suma reverencia al Dios eterno, cuánta
Al cruzar su mirada con la tuya, y llenar con nueva luz tu cora- gloria, cuánto honor viene a tu Hijo!
zón, ¿quién podrá explicar el gozo de tus entrañas y la alegría ra- 4830 Aquí tus entrañas, relajadas todas sus fibras, apenas saben conte-
diante de tu rostro de madre? ner su gozo.
4795 Cómo se derritió tu alma cuando aquella dulce voz de tu Hijo La mayor gloria de Dios lo es también para tu corazón: él es la
sonó en tus oidos! única fuente de tu alegría.
Ha resucitado para nunca más morir, y, muerta la muerte, ha Madre afortunada, con razón el inmenso cielo y la ancha tierra te
cumplido la obra del Padre celestial. reciben de rodillas!
4800 Huyeron de una vez para siempre las lamentaciones todas, los fre-
cuentes suspiros y los profundos sollozos. Gloria del Hijo y gloria de la Madre
Cuanto más se exacerbó cruelmente el dolor contra la Madre, al 4835 Tu Hijo, domeñada la serpiente y vencida la muerte, restauró las
sufrir su Hijo la pena dolorosa de la muerte, tanto más profunda- ruinas del cielo y de la tierra.
mente inundó el gozo tus entrañas, cuando, con la muerte del Ya lo cantó de tu Hijo con inspiración divina la regia lengua del
Hijo, fue vencida la muerte. verídico vate:
4805 El hijo te visita la primera, pues una Madre tan excelsa merece el 4840 "El Rey de Dios, sucumbiendo a la muerte en un infame madero,
primer saludo, la primera glorificación. consigue el imperio del universo mundo".
Lo ves vivo la primera, porque vivió siempre en lo profundo de tu Feliz infamia que dio al Hijo tales honores, feliz pena que dio a la
corazón, y su fidelidad te regala con la primera recompensa. Madre tales gozos!
4810 Recibes la primera al Triunfador porque justamente se deben al Ya puedes alegrarte segura todos los días: murió la muerte, despo-
dolor de tu corazón los primeros gozos. jada de su fuerza.
Reconoces a tu Hijo, adoras en tu interior su divinidad, y te pos- 4845 Se inmoló en silencio, como manso cordero sobre el altar, y tiñó
tras, abrazada a sus pies. el suelo con su sangre inocente: pero ahora resucita atemorizando
El reconoce el rostro de su Madre, y la levanta con piadoso respe- con tremendo rugido a los antros infernales, como león impávido
to. que brama.
4815 Honra tú al Señor, y él a su verdadera Madre: así la piedad ejerce 4850 Hace poco, como prisionero tímido y sin fuerzas, ofreció sus ma-
su oficio en ambos sentidos. nos cautivas a las apretadas ataduras: ahora, como gigante que
Recibes los abrazos y besos del Hijo que vive, y la dulce melodía avanza con pie armado, huella la soberbia cerviz del tirano infer-
que fluye de sus labios divinos. nal.
4855 Este es aquel José bueno, a quien la torpe adúltera ata, furiosa,
Mundo nuevo sus castos miembros en negra cárcel: liberado después, un vestido
4820 Por todas partes gozos admirables absorben tus sentidos, por todas de lino lo cubre por orden del gran rey, y aleja del orbe el hambre
partes fluyen caudalosos ríos de alegría. eterna.
Te alegras porque el negro Tártaro devolvió las almas de los Pa- Todo Egipto adora ya al hasta ahora despreciado, y la tierra y el
dres a su Redentor. cielo lo aclama su Señor.
Ordenará a todas las ciudades que abran sus silos, y mostrará las Pero el vencedor de la muerte venció también las culpas mortales,
4860
que son las que engendran los daños de la perdición eterna.
riquezas acumuladas.
4895 Y, con su diestra victoriosa, arrancó al tirano todas sus armas,
Vendrán las naciones, movidas por el hambre, a las que atrae la en
las que él confiaba para hacernos daño.
fama de este trigo.
Sus mismos hermanos, por cuya envidia fue vendido, le piden hu- El luchador invicto le quitó sus fuerzas; y se las dio, para que
mildemente pan para vivir. combatieran con valentía, a los reos redimidos.
4900 Ya yace quebrantado, y teme, vencido, los
4865 El, olvidado del delito, con dulce semblante, distribuye alimentos combates adversos, en
a los pobres con mano generosa. legítima defensa, del pueblo fiel.
No permitas, pues, que a los que la victoria de tu Hijo hizo vence-
dores, los pueda atar de cuello y manos el vencido.
Victoria del Hijo y de la Madre Resucita triunfal, para nunca más 'perecer, porque fue suficiente
La tierra lo admirará elevado a un alto honor, y se someterá dul- morir por los pecados una sola vez.
cemente a su blando yugo. 4905 Nos dejó a todos 'la esperanza de resucitar después
de la muerte, y
4870 Los grandes monarcas acatarán su sublime cetro, y todos los rei- él vive ya con Dios una vida mejor.
nos dejarán su orgullo. Quitó a los justos el miedo a la muerte: con gusto se da esta vida
Como único vencedor, rey y señor, celebrará para siempre en la temporal por la vida eterna.
inmensidad del orbe su glorioso triunfo. 4910 Que yo resucite, Madre, dándome tú tu mano, para que vencedor,
Ya resplandecen las banderas victoriosas del trofeo insigne, signo ya sin pecado, con tu Hijo, y uniendo con la preciosa muerte del
invencible de la cruz salutífera. Señor mi muerte cruenta, goce de la presencia del Dios vivo!
4875 El león nacido de la sangre del gran Judá derrota los campamen-
tos enemigos, levantándose para la lucha.
4480 Y mientras la clamorosa victoria del Hijo que resucita, brilla en-
noblecida por tantos títulos, tú también, gran Madre, serás cele- NOSTALGIA Y GOZO DE MARIA EN LA ASCENSION
brada, y el dulce nombre de la Madre se ennoblecerá con el nom- DE JESUS
bre del Hijo.
Nostalgia y angustia
4915 Amanece el día grande, deslumbrante de gloria divina, en el que
Victoria de los cristianos
Ea pues, ya que con esta luz fluyen para tí, como un río de miel, se descorre la amplia entrada del cielo.
prolongados gozos, oh piadosa, ahuyenta de nuestras mentes tur- Tu Hijo, Madre, asciende al Olimpo, elevando su cuerpo de carne
badas, la negra tristeza que engendraron nuestros continuos peca- a las cimas etéreas.
4920 ¿Qué sentimiento, qué emoción conmueve tus entrañas, mientras
dos!
él se va alejando de tus ojos?
4885 El placer prohibido sufre con razón el castigo de la tristeza: el do-
**lor es la pena debida a ese placer. La ausencia de tu Hijo despierta en tí una vehemente nostalgia,
Pero el que, sin culpa alguna, sufrió, como ladrón, con el ladrón alimentando la llaga de tu corazón.
culpable, borró culpa y pena con su sangre inocente, y concedió La divina belleza de su rostro, la gloria esplendorosa de su frente
profundas alegrias a las almas redimidas. se graba, luminosa en tu espíritu.
4925 Su ojos, que ganan en luz a los astros, de donde toma su resplan-
4890 Con razón el pecador, lo confieso, es sometido al infierno, a
quien, sin razón, entregó sus manos cobardes. dor el aula celeste; su garganta, saturada de ríos de néctar; su len-
gua benévola, emitiendo suaves melodías, cuando tu mente extáti- la garganta truculenta del infierno, la une, como casto escuadrón,
ca estaba pendiente de su boca melí fl ua, que maravillosamente a los coros angélicos.
4965 Para restaurar las altas murallas de la Jerusalén derribada, obra
modulaba maravillas.
4930 Profundo dolor es para la amante verlo alejarse, y que su Madre que destruyó la cola del dragón antiguo.
se vea privada de tal Hijo por mucho tiempo. 4970 Busca, personalmente, sobre los ángeles, la compañía de la diestra
del Padre, lugar supremo que se le debe, para reinar, colmado de
Refrigerio del incendio de amor inmensa gloria, y quebrantar con su pie la cabeza humillada de
El amor desea abrazar al amado y verlo siempre presente. los soberbios.
4935 ¿Qué río impetuoso apagará tu fuego? ¿con qué lluvia se entibiará
la llama de tu cariño? Himno de la coronacion
Fijas tus ojos amantes en tu Hijo unánime, mientras prepara su Ya lo había visto el salmista cuando, lleno de sagrada inspiración,
subida sobre los astros del cielo; y sacando dulces suspiros de lo cantó con voz profética:
profundo de tu pecho, contemplas, gimiendo, el bello rostro del "Dijo, y es firme sentencia de la mente divina, el Señor a mi Se-
que va a despedirse. ñor estas palabras:
4975 "Reina conmigo, elevado, en la eterna fortaleza, y siéntate, ra-
4940 Quiere él tranquilizar con tiernas palabras el corazón de su piado-
sa Madre, intentando calmarla con su conversación. diante con igual gloria, a mi diestra!
4945 Pero cuanto más dulce fluye el discurso de su boca divina para re- Hasta que someta, vencidos, bajo tus pies a los ejércitos enemigos,
gar con manso arroyo tu corazón herido, tanto mayor incendio como escabeles de tus plantas.
provoca en tus venas, y su blando coloquio es llama para tu fue- 4980 La vara de tu poder extenderá tu dominio desde la alta ciudadela
CANTO 12°
GLORIFICACION DE MARIA
TRANSITO DE LA VIRGEN MARIA