12 libros O2
Sábado 2 de abril de 2011
“
NOMPRE Y APELLIDO profesion
Irme de Colombia me
ayudó para ser escritor”
Nombre apellido  p twitter.com/xxxxxxxxx
Daniel Viglione   p dviglione@observador.com.uy
ace un tiempo,
H
cuando el nombre
del escritor colom-
biano Juan Gabriel
Vásquez no era del todo cono-
cido en Uruguay, El Observa-
dor compartió con él un largo
desayuno en Barcelona, más
precisamente en la librería y
cafetería Laie, en Carrer de Pau
Claris 85, donde el autor de His-
toria secreta de Costaguana lle-
gó con una enorme caja repleta
de libros bajo su brazo.
Ahora, luego de convertirse
en el último ganador del Pre-
mio Alfaguara de Novela por El
ruido de las cosas al caer –títu-
lo que estará en todas las libre-
rías de Montevideo a partir de
mayo–, resulta más que opor-
tuno rescatar aquel diálogo
en el que este narrador nacido
en Bogotá en 1973 contó, entre
otras cosas, los motivos que lo
llevaron a alejarse de su país,
los libros que lo empujaron
a convertirse en escritor y los
relatos de Juan Carlos Onetti
que, al volver a leerlos, todavía
lo siguen fascinando como la
primera vez.
Antes de su visita a Montevi-
deo entre junio y julio, un perfil
único de uno de los escritores
contemporáneos más impor-
tantes de Latinoamérica, quien
desde niño soñó que la literatu-
ra iba a ser su modo de ganarse
la vida.
Luego de haberse alejado de
Colombia en 1996 y de haber
vivido en París, en las Ardenas
belgas y ahora en Barcelona,
más precisamente desde 1999,
¿qué significa ser un escritor
latinoamericano en Europa?
¿Por qué el viejo continente y
no otro sitio?
Es verdad, salí de Bogotá en
1996 y en parte, debo confesar-
lo con cierto pudor, salí persi-
guiendo esa idea del mito pari-
sino, un mito tremendamente
latinoamericano, el mito del
escritor que se instala en París
para construir su obra, como
lo hicieron muchos escritores
latinoamericanos de otras ge-
neraciones que son importan-
tes para mí. Es más, creo que
en gran medida mi vocación
literaria o mi pasión por la li-
teratura se remonta a haber
descubierto y leído aquellas
novelas latinoamericanas que,
en cierto punto, se gestaron en
París o no, pero que estuvieron
vinculadas a la ciudad de las lu-
ces, como puede ser Cien años
de soledad, de Gabriel García
quién es
W Juan Gabriel Vásquez. Na-
ció en Bogotá en 1973 y vive en
Europa desde 1996.
W Es autor . Del libro de relatos
Los amantes de Todos los San-
tos y de dos novelas, Los infor-
mantes, finalista del Indepen-
dent Foreign Fiction Prize en el
Reino Unido, e Historia secreta
de Costaguana, que ha obtenido
el premio Qwerty a la mejor
novela en castellano y el premio
Fundación Libros & Letras.
Márquez, La ciudad y los perros,
de Mario Vargas llosa, Rayue-
la, de Julio Cortázar. Pero tam-
bién, y de manera quizá más
importante, libros como Ulises,
de James Joyce o los cuentos de
Ernest Hemingway, textos que
se escribieron en la París de
entreguerras, terminaron por
convencerme de que quería ser
escritor. El punto es que cuan-
do descubrí esto, cuando sentí
que quería transformarme en
escritor, supe que debía irme de
Colombia, y escogí París con un
buen pretexto, que era estudiar
un doctorado en la Sorbona.
Ahora, ¿la ciudad puede trans-
formarte en un escritor? No, la
respuesta es no. ¿Por qué? Por-
que es solo un mito, por cierto
ya desaparecido, y porque París
hace mucho tiempo dejó de ser
el ombligo literario del mundo.
Entonces la experiencia de salir
de Colombia no fue nada prove-
chosa…
No, todo lo contrario, fue muy
provechosa. Irme de Colombia
me ayudó para ser escritor. Si
bien salí de París algo desorien-
tado y luego pasé un tiempo en
Bélgica, también sin un norte
muy claro, supe que para ser
escritor no podía volver a Co-
lombia. Es decir, por esa convic-
ción abstracta e improbable de
que para ser escritor tenía que
quedarme fuera de mi país, no
podía estar entre mis planes
volver a Colombia. Después de
todo esto, de Bélgica, de que me
casé y demás cuestiones rele-
vantes en mi vida, escogimos
con mi mujer instalarnos en
Barcelona, donde llegamos en
1999.
Ahora, lo curioso es que su
obra, hecha fuera de Colombia,
mira mucho hacia allí. De he-
cho, salvo por el libro de cuen-
tos Los amantes de Todos los
Santos, todas sus historias
transcurren en su país natal…
Es cierto, y esto es así porque
desde hace mucho tiempo sien-
to que no entiendo a mi país.
Es decir, salí sin entenderlo y
todavía hoy, luego de muchos
años, siento lo mismo. Lo que
ocurrió después de Los amantes
de Todos los Santos, que como tú
bien señalas no transcurre en
Colombia, fue que descubrí que
precisamente no entender a mi
país era la mejor razón que po-
día tener para escribir sobre él.
¿Por qué? Porque la novela que
me gusta es la que, justamente,
va a lugares que no entiende, la
que trata de indagar en los lu-
gares oscuros de cualquier ex-
periencia y vuelve echando luz
acerca de algo o alguien. Tanto
Historia secreta de Costagua-
na como Los informantes son
novelas que indagan momen-
tos muy complejos del pasado
colombiano.
¿Y esto lo ayudó a aproximarse
más a su país?
No puedo decir que entiendo
mejor a mi país, lo cierto es que
sigo sin entenderlo, pero cada
novela es como una carga de
dinamita que va liberando un
pedazo del camino. Y la gran
paradoja de la novela como gé-
nero es que nunca ofrece res-
puestas. Es más, solo genera
más preguntas que te compli-
can la vida. Desde ese punto de
vista siento que lo he logrado,
que mis novelas cumplieron
el cometido de acercarme a
Colombia de forma obsesiva,
sumando preguntas sin res-
puestas para descubrir zonas
difíciles de su historia.
En este sentido, ¿a qué estilo se
siente más cercano? Por un la-
“
No puedo
decir que entiendo
mejor a mi país, lo
cierto es que sigo
sin entenderlo,
pero cada novela es
como una carga de
dinamita”
el observador
do está el realismo mágico de
García Márquez, el realismo
trágico y sucio de Fernando Va-
llejo, la literatura de exilio de
Pablo Montoya o Santiago
Gamboa, la mirada liberal de
Alonso Sánchez Baute. ¿Está
cerca de alguno de estos auto-
res o es, como dijo al principio,
hijo del boom latinoamericano,
hijo del mito?
Bueno, mirar desde fuera el
país es una condición muy la-
tinoamericana, ¿no? Pero me
parece que no tiene que ver solo
con la época del boom, porque
eso mismo lo hizo el poeta ni-
caragüense Rubén Darío en
1904, cuando comenzó a mirar
hacia fuera para convertirte en
escritor. Todo eso hoy no exis-
te, porque vivimos en un mun-
do donde no hay centros. Por
otra parte, siempre he tenido
una relación de tensión con la
tradición colombiana, básica-
mente porque es muy recien-
te, porque la novela empezó a
ser un género en Colombia con
García Márquez, aunque haya
registros en siglo XIX y luego
en la década de 1920. Pero Co-
lombia fue siempre un país de
poetas, donde la prosa de fic-
ción era una cosa absolutamen-
te castiza, relamida, pesada y
solemne. Todo eso lo dinamitó
García Márquez con mucho éxi-
to. Es decir, mi educación como
lector en realidad tiene que ver
con la literatura anglosajona.
De hecho, mi primera novela es
un intento absurdo de mezclar
el estilo de William Faulkner
con el de Virginia Wolf, de ma-
nera que me siento más ligado
el observador
Sábado 2 de abril de 2011
El escritor Juan Gabriel Vásquez, ganador del Premio Alfaguara de Novela por El ruido de las cosas al caer,
habló con El Observador de su experiencia como escritor latinoamericano inserto en Europa.
a esa tradición, más ligado
a Joyce o Hemingway, Ray-
mond Carver, Tobias Wolff o
Richard Ford, que a la tradi-
ción colombiana.
¿Y Juan Carlos Onetti? En al-
gún recorte de prensa leí que le
gustaba…
Por supuesto. Probablemen-
te El infierno tan temido y Un
sueño realizado sean dos de los
más grandes relatos que se han
escrito en Latinoamérica. Am-
bos todavía me deslumbran,
pero eso es porque Onetti es el
gran escritor de su generación.
Es más, para mí es más gran-
de y más importante que Juan
Rulfo, y sé que con esto me voy a
ganar muchos enemigos. Tam-
bién, aunque con esto me gane
menos enemigos, es más gran-
de que Ernesto Sábato.
Salió de Colombia con la idea de
transformarse en escritor, algo
que ahora ya es un hecho y que
salta a la vista con varios pre-
mios y reconocimientos. ¿Le
queda algún sueño pendiente
de aquel primer paso?
No, en realidad está todo por
hacerse. Pero esto que la prensa
y la crítica mira como un esta-
llido, es algo que vengo cons-
truyendo desde hace mucho
tiempo. Mira, voy a confesarte
algo: mi primer cuento lo escri-
bí a los 8 años y mis primeras
100 páginas de una novela a los
17. Cuando la literatura es una
obsesión, cuando dejas de vivir
en tu país, lejos de tus amigos y
de tu familia por ella, cuando
haz intentado todo por vivir
de la literatura y esto al fin su-
cede, no puedes pedir más. La
literatura no es un medio para
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Nombre apellido  p twitter.com/xxxxxxxxx
conseguir dinero, que no se
consigue, ni fama, que a mí
no me interesa. La literatura
es una pasión. En mi caso, que
nunca he ganado un centavo
sin que fuera a algo vinculado
a la literatura, la idea de dor-
mir poco y trabajar mucho es
algo que me gusta.
Es difícil visualizarlo ahora
libros 13
con la tapa del libro impresa,
pero pensó qué hubiera sido de
su vida si no hubiera salido de
Colombia. ¿Sería el escritor que
hoy es?
No, tengo muy claro que no. No
tanto que no hubiera sucedido,
pero sí que no sería el escritor
que soy hoy, para bien o mal.
¿No esté en su horizonte vol-
ver a Colombia?
No, de ningún modo volve-
ría a Colombia, pero el na-
cimiento de mis hijas ha cam-
biado mucho algunas ideas. Es
decir, me gustaría quizá pasar
un tiempo allí, para que sepan
de dónde vienen, pero insta-
larme no, porque además, por
mi temperamento, me gusta la
extrañeza y me gusta la impu-
nidad que me da vivir en Bar-
celona, en el sentido de inde-
pendencia y anonimato que me
ofrece un sitio en el que nadie
me conoce. l