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POLITICA HABITACIONAL CHILENA

UNA REVISIÓN NECESARIA


Marcela Rebolledo Muñoz

“ Y se vino golpeando puerta por puerta acarreando a las que te-


nían más cabros chicos y él mismo me decía: ahora los colchones
meados al hombro; ahí, todos, corriendo p’a dentro, p’a los pa-
sajes. Entonces, cuando nosotros nos levantamos, vemos la pelote-
ra, salgo y veo que está Don Mario en una carretela. Están descar-
gando. Y yo me entré pues y me dice: compañera, váyase al pa-
saje dos, porque allá no hay nadie y despierte a Torreblanca, a los
que sea, para que acompañen a la gente, p’a que tengan sus ca-
sitas”.

Al día siguiente llegó carabineros lanzando la gente a la calle.


Justo llegó Don Mario y al ver la Fuerza Pública se indignó: “Enton-
ces tenía todas las cosas en la calle la Margarita y en eso viene
bajando Don Mario de un auto y el teniente le dice:

“Y Usted que se viene a meter aquí? ¿ quién es usted?”


Entonces Don Mario, le respondió:
“No veis que soy parlamentario “
y le aforró un combo
y lo tiró lejos..”. 1

1 RIVEROS Juanita, testimonio al recordar la toma de casa de la Población “Aníbal Pinto” encabezada por
el Diputado Mario Palestro en 1954. Citada en Aquí Hacemos Historia: Crónicas y relatos de San Joaquín,
Santiago de Chile, 1995, pág. 9
2
POLITICA HABITACIONAL CHILENA: ASÍ SE CONSTRUYÓ LA HISTORIA

Con frecuencia el enfoque del problema habitacional se ha centrado en la acción del

Estado, aún cuando ella se gesta a partir de demandas y conflictos en un proceso que va

de lo individual a lo colectivo, manifestándose de manera singular, conforme a las condi-

ciones económicas, sociales y políticas de diversas épocas.

De todas las demandas, pareciera ser que la vivienda es la que ha levantado más bande-

ras, y aún cuando su actual definición apunta a señalarla como un bien, transable en el

mercado, limitando su potencial en tanto satisfactor de múltiples necesidades sociales;

asumir su fuerte cariz movilizador podría acercarnos a identificar esas formas visibles e

invisibles que hacen que la solución al problema habitacional trascienda la expresión ma-

terial e infraestructura que aporta el Estado.

Teniendo en cuenta que el tiempo que nos toca vivir e interpretar es un tiempo de seres

individuales e individualistas, una época de discurso en que la “imagen es todo” y el

cambio un residuo deseado pero imperceptible, revisar el camino recorrido con la mirada

puesta en sus protagonistas, aquellos que gatillaron la respuesta estatal movilizándose

bajo el intento de mejorar la calidad o condiciones de vida, no es un mero esfuerzo por

rescatar la experiencia acumulada o la recuperación de una memoria histórica sino la

urgencia de recrear ciertos sueños para devolverle el significado a ciertas palabras...

...el punto de partida de este trabajo se infiere con simpleza: no es en el discurso sino en

un contexto bastante más inmediato donde es posible la resignificación de conceptos

como solidaridad y participación; la participación no se decreta, se construye; el término

“necesidad sentida” alude a un sujeto que siente, no a un técnico que interpreta...

Santiago, Julio del 2001.-

3
1. Orígenes, acentos, y definiciones:

La ley 1.838 de Habitaciones Obreras (20.02.1906) aparece como la normativa que dio

inicio a las actuaciones públicas en el campo de la vivienda social. Promovió la creación

de los llamados “Consejos de Habitaciones Obreras” entre cuyas atribuciones figuraba el

favorecer la construcción de viviendas higiénicas y baratas destinadas a ser arrendadas o

vendidas, tomar medidas para el saneamiento de las habitaciones obreras existentes y

fomentar la creación de sociedades de construcción.

Nace e

populares hasta entonces instalados en “tierras de nadie”. 2

Las formas de acceso a la vivienda de los sectores pobres de la época se restringían fun-

damentalmente a dos mecanismos: la vía de la ocupación de los sectores periféricos, de

los cuales eran expulsados progresivamente conforme la extensión del área céntrica, y un

sistema (carente de regulación) de arriendo por piso (sitio). El enfoque del problema era

higienista: “buscaba eliminar los tugurios para seguridad de los vecindarios que podrían

ser afectados por su existencia3”, este componente agrega a la segregación espacial ya

mencionada, la segregación social de estas familias.

El pensamiento de la época planteaba una relación directa entre el problema de vivien-

da con la necesidad de garantizar una estabilidad social señalando que “no hay medio

más eficaz para desarrollar en el pueblo el espíritu conservador, para hacerlo partidario
del orden y estabilidades sociales, que hacerlo propietario”4, la Ley de Habitaciones

Obreras enfatizó las exenciones destinadas a estimular la iniciativa privada (subsidio a la

oferta) por sobre la acción del Estado en la resolución de las apremiantes condiciones de

vida de los sectores populares.

A pesar de sus franquicias y la generación de una cierta oferta habitacional estatal para

arriendo o venta, el volúmen de soluciones materializadas al amparo de esta Ley fue insu-

2 Cf.; ESPINOZA, Vicente, Para una Historia de los Pobres de la Ciudad, Chile, Ediciones Sur, 1988.
3 MAC DONALD, Joan y otros, Vivienda Social: Reflexiones y experiencias, Chile, Corporación de Promoción
Universitaria, 1983, pág.5

4
ficiente para atender la falta de vivienda y en consecuencia frenar el movimiento social.

De hecho su mayor aplicación, orientada a declarar insalubres o inhabitables las viviendas

y ordenar su reparación o demolición, contribuyó al agravamiento del problema. Conse-

cuencia de las reparaciones aumentaron los cánones de arriendo; consecuencia de las

demoliciones se incrementaron las soluciones provisorias construidas por los arrendatarios

de un sitio, dando paso a la base de una fuerza poblacional organizada: el surgimiento

de las organizaciones de arrendatarios.

Las ligas de arrendatarios nacen producto de una creciente escasez de trabajo, en un

contexto de crisis económica y política generada por un quiebre en la economía susten-

tada en la explotación del salitre; busca protestar contra la carestía de los arriendos y es-

pecialmente generar una cierta negociación con los arrendadores y con el gobierno. Los

contenidos de la negociación pretendían obtener la disminución de los arriendos, facili-

dades de pago a los morosos y la suspensión de los lanzamientos por parte de sus opo-

nentes - los arrendadores - y de parte del Intendente apoyo a la moratoria de pagos y el

fin del uso de la fuerza pública en los lanzamientos. Sus primeras actividades se redujeron

a la realización de tres mítines que no lograron extender el movimiento a todo el país,

careciendo de continuidad hasta su reactivación en 1921 producto de un alza repentina y

generalizada de los arriendos.

El alza, se planteó como un mecanismo de protección de los propietarios ante la posibili-

dad de que se aprobara una ley de impuestos a la renta y figura como detonante del

resurgimiento de las movilizaciones de arrendatarios. A principios de Mayo 1922 se registran

las primeras huelgas de arriendos en diversos Conventillos de Santiago, movimiento huel-

guístico que se extendió a Osorno y Valdivia; a pesar de la similitud de las demandas, y de

constituir una forma de presión mayor que el de los mítines, el pliego de peticiones de

dicho movimiento era planteado a la propietaria, apuntando a la resolución del proble-

ma del conventillo, determinando que las características y resultados del movimiento fue-

ran muy dispares.

“El año 1925, los arrendatarios a lo largo del país dejaron de pagar sus arriendos durante

seis meses, en protesta por el alza de los cánones. El gobierno intentó encauzar el conflic-

4 ARAGON E. “Las Habitaciones de los Obreros”, Memoria de Prueba, Universidad de Chile, Facultad de

5
to a través de los Tribunales de la Vivienda, mientras algunos sectores políticos buscaban

en la huelga el germen de una “revolución social”. Los pobres irrumpieron en el espacio

ciudadano. Su presencia a la vez que asalto al orden, tenía rasgos de reivindicación más

permanente: de derecho que se toma y comienza a ejercerse”. 5

En efecto, el movimiento generado ya en 1924 tenía como punto de partida el alza del

alquiler, pero sus objetivos apuntaban a ligar el problema puntual al deterioro de todos

los niveles de vida surgiendo la necesidad de resolver el problema de vivienda y no sólo el

de los arriendos, lo que trasciende la definición impuesta al problema desde fines del siglo

anterior. Avanzando en sus planteamientos, los arrendatarios atribuían el problema inme-

diato (las alzas) a “propietarios, arrendadores, mayordomos, administradores y apodera-

dos” en cambio relacionaban el problema de vivienda a un plano general, de carácter

nacional y apelaban al Estado en tanto regulador de intereses6.

El paro de actividades iniciado el 8 de Febrero en Santiago y a fines de mes en Valparaíso,

aceleró la promulgación del D.L Nº 261 del 19 de Febrero de 1925 sobre arrendamientos

conocida como Ley de la Vivienda. Esta Ley establecía la creación de los Tribunales de la

Vivienda como instancia mediadora en los asuntos de arrendamiento, y planteaba la

rebaja de arriendos para cierto tipo de habitaciones, lo que no expresaba los intereses ni

de los arrendatarios que pedían una rebaja general de los arriendos, ni de los propietarios

que no querían ningún tipo de rebajas. Los arrendatarios, estaban decididos a llevar a la

práctica una rebaja general no condicionada a la renta o el estado de salubridad de sus

habitaciones, en tanto los propietarios al ver amenazados sus intereses decidieron organi-

zar la Liga de Propietarios.

El período 1925 - 1938 se caracteriza por la promulgación de un conjunto de leyes que

culminan con el surgimiento de una fuerte institucionalidad pública vinculada a la vivien-

da social. Los sectores populares se enfrentaban a una situación en la cual la instituciona-

lidad les ofrecía la posibilidad de desarrollar su organización y plantear sus conflictos en

marcos preestablecidos.

Derecho, Santiago, Imprenta Cervantes Año 1900, citado por Vicente Espinoza, Ob. cit. pág. 36
5 ESPINOZA, Vicente; ob cit. pág. 80

6
En particular, la Dictadura de Carlos Ibáñez del Campo que gobernó al país entre el año

1927 a 1931 marcó las actuaciones que se venían desarrollando, generando una gran

desmovilización.

Don Carlos Ibáñez del Campo emergió a la vida pública y política el año 1924, a partir

del movimiento militar de esa fecha conocido como el incidente del “ruido de sables”7.

“El régimen de Ibáñez marcó fuertemente el estilo de la organización popular, llevándola

a extremos de incondicionalidad y servilismo. La movilización de los sectores populares fue

reemplazada por la confianza en los mecanismos establecidos por el sistema político a

través de las leyes”8 A modo de ejemplo, se incluye el siguiente texto que da cuenta de las

formas y contenidos que asumían sus demandas:

“solicitar de V.E. que os dignéis , si lo tenéis a bien, decretar una ley de emergencia

que declare la moratoria en los cánones de arriendo (inferiores a 250 pesos) mien-

tras dure la crisis, si el empleado u obrero justifica fehacientemente que está cesan-

te”9.

En este período se promulga la Ley Nº 308 del 17 de Marzo de 1925 que crea el Consejo

Superior de Bienestar Social en reemplazo del Consejo Superior de Habitaciones Obreras de

la Ley 1.838; este D.L tomó medidas para incentivar la construcción en sitios eriazos de

radios urbanos, reedificación de las viviendas demolidas por insalubres y declaró de utili-

dad pública los terrenos necesarios para la edificación, higienización o ensanche de las

poblaciones que se acogieran a ella; el D.F.L Nº 1.340 del 10 de Octubre de 1930 que au-

toriza el otorgamiento de préstamos a imponentes de las Cajas de Empleados Públicos y

Particulares, la Ley Nº 4.931 (06.02.1931) que crea la Junta de Habitación Popular, el D.F.L

Nº 33 del 08 de Abril de 1931 que crea la Junta Central de Habitación Popular y establece

la prohibición de destinar terrenos a nuevas poblaciones o barrios sin que previamente se

cumplieran los requisitos de urbanización.

6 Cf. ESPINOZA, Vicente; ob cit. pág 86


7 Un grupo de oficiales de rango medio acordó concurrir al parlamento para protestar por la aprobación de
la Ley de Dieta Parlamentaria
8 ESPINOZA, Vicente; ob cit. pág 137
9 El Mercurio 18 de Marzo de 1931, citado por ESPINOZA, Vicente; ob cit. pág 138
7
Hacia fines de 1931, y una vez terminada la dictadura de Ibáñez reaparecen las huelgas

de arrendatarios; en esta dinámica influyó la existencia de la República socialista encabe-

zada por Marmaduque Grove y el gobierno de Carlos Dávila, los cuales buscaban mayor

representatividad y participación de los sectores populares. Aún cuando se había despla-

zado a los arrendatarios del conflicto inmediato mediante el establecimiento de una mo-

ratoria de pagos por parte del gobierno, aparecieron en el escenario las organizaciones

de compradores de sitios a plazo y los mejoreros aglutinados en diversas instancias como

el Comité central de dueños de mejoras y el Comité de compradores de sitios a plazo. Su

principal reivindicación era la puesta en vigencia del D.L. 33 que los llevó a constituir el

Frente Nacional de afectos a la Ley 33, que en estricto rigor eran un grupo de personas

que buscaba acogerse a los beneficios de una ley.

La falta de financiamiento para concretizar iniciativas contenidas en los cuerpos legales

decretados impulsó a su vez la promulgación de la Ley N° 5.579 del 02.02.1935 creando la

Caja de Habitación Popular, la cual otorgaba préstamos a mejoreros y compradores de

sitio a plazo, dejando el predio hipotecado como garantía: “En su conjunto dicha legisla-

ción pueden catalogarse como las leyes de Fomento de Edificación Obrera y se insertarían

en un nuevo modelo de desarrollo económico que comenzaba a gestarse en Chile, en el

cual el Estado tendrá un papel cada vez más protagónico”10.

Durante la década del 40 el esquema económico asumido por el país tendió a aumentar

la producción interna fomentándose la industria nacional. El terremoto de Chillan marcó

la aprobación de la Ley N° 6.634 del 24.04.39 que crea la CORFO y la Corporación de

Reconstrucción y Auxilio, esta última a fin de auxiliar en forma inmediata las provincias

devastadas e impulsar su reconstrucción. Se dictó la Ley N° 6.640 de Enero de 1941, en que

se autorizó al Presidente de la República para contratar en los bancos comerciales e insti-

tuciones de ahorro del país, préstamos destinados a construir viviendas populares, de pre-

ferencia en la zona devastada por el terremoto.

Hacia 1940 el problema de la vivienda continuaba presentado en relación con los pro-

blemas sanitarios que enfrentaba el país, situación vinculada a la prevalencia de habita-

8
ciones insalubres correspondientes a viviendas colectivas de tipo conventillo, a las conse-

cuencias del hacinamiento y su incidencia en los índices de mortalidad y morbilidad11. No

obstante, el arriendo había perdido su carácter central en el acceso a la vivienda, el par-

que de viviendas existente debió enfrentar la demanda abultada de la migración campe-

sina atraída por el desarrollo industrial de la época, acentuándose el mecanismo de ac-

ceso mediante la ocupación de terrenos y el surgimiento de asentamientos de tipo ca-

llampas.

Adicionalmente, la identidad colectiva de las ligas de arrendatarios se vio afectada por la

creación de un organismo encargado de regular las relaciones entre propietarios y arren-

datarios a través de los precios; el control institucional de los cánones de arriendo residía

en el Comisiariato de Subsistencias y Precios creado en 1932 (D.L. 520 publicado en el D.O

del 31.08.32) por el Presidente Carlos Dávila. Su mayor auge y operatividad se lograría con

el ascenso del Frente Popular actuando como defensor de los derechos de los sectores

populares (incluso mediante la restitución del inmueble a familias desalojadas injustamen-

te). Las actuaciones de este Organismo se transformaba en una amenaza para los propie-

tarios ligada a la imposibilidad de cobrar precios más altos que los fijados, generando

polémica en torno a sus derechos de propiedad privada.

En el período, se dicta el D.L Nº 6.486 (26.09.1947) que crea la Fundación de Viviendas de

Emergencia y la Ley 9.135 (30.10.1948) Ley Pereira. Esta Ley constituía un fuerte estímulo

para la edificación de viviendas económicas, concediendo una serie de beneficios y

exenciones para la edificación de viviendas que cumplieran con ciertas condiciones má-

ximas de superficies y especificaciones (creadas para las Construcciones Económicas),

constituyéndose en un incentivo a la construcción habitacional. En muchos casos el es-

fuerzo se dirigió básicamente a solucionar el problema de la clase media, antes que el de

los sectores más populares que continuarían engrosando los cordones de miseria en po-

blaciones que crecían sin planificación, como callampas.

2.- Los pobladores en el escenario Social

10 HIDALGO, Rodrigo, “El papel de las leyes de Fomento de la edificación obrera y la caja de la habitación
en la política de vivienda social en Chile, 1931-1952”, en Boletín INVI Nº39, Volumen 15:92 a 120. Mayo Año
2000, pág. 94

9
El Período 1952 a 1964 se caracteriza por la formación de la Corporación de la Vivienda

(CORVI) y la formulación de los primeros planes de largo plazo para la solución del pro-

blema habitacional desde una perspectiva centralizada y planificada que sitúa al Estado

como productor de viviendas sociales. La CORVI, nació de la fusión de la Caja de la Habi-

tación Popular y de la Corporación de Reconstrucción y Auxilio, dos agencias que estaban

involucradas en la solución del problema de la vivienda en Chile. Además de las pobla-

ciones construidas por el sector público, una revisión retrospectiva de la época da cuen-

ta de otras formas de acceso a la vivienda, nacidas en el marco de la institucionalidad o

fuera de ella. En el primer caso figuran empresas que actuaron como agentes productores

de vivienda social para sus trabajadores y cooperativas nacidas de la organización de los

vecinos; como ejemplos del movimiento social ubicadas fuera del sistema de acceso es-

tablecido figuran la toma de casas vacías organizada por Mario Palestro en la Población

Aníbal Pinto y las tomas organizadas de terrenos que dieron origen a la construcción de

diversas poblaciones del gran Santiago, se menciona aquí la toma de la Victoria, todos

ejemplos reconstruidos sobre la base de testimonios e historias locales:

2.1.- Las Empresas:


“Hay poblaciones ligadas a las empresas. Nacen de ellas y perduran en el tiempo

con nombre y todo. Para los empresarios construir una población cerca era una

garantía cierta que los trabajadores se mantendrían en la empresa, podrían rendir

mejor y a la postre, el desarrollo de un gran beneficio social“12.

La Empresa Madeco Mademsa inicia la construcción de sus viviendas en el 46, po-

blación que lleva aún conserva su nombre. Testimonios de sus pobladores señalan

que “ La población empezó con unas cuarenta (casas) que estaban destinadas

para obreros y empleados competentes, con antigüedad y con hijos, pues así se les

subía el puntaje. Las empresas estaban cerca de las casas”13. La población se con-

solidó con el esfuerzo de sus pobladores y el apoyo de la empresa que le dio ori-

gen.

11 ALLENDE, Salvador, La realidad médico social chilena, Santiago, Imprenta Lautaro, 1939, citado en Espi-
noza Vicente, pág 197, Obr. cit.
12 Testimonio de Isabel Figueroa, Población Madeco - Mademsa, Aquí Hacemos Historia, pág. 53 Ob. cit.
13 Testimonio de Dumilda y Soila Herrera F, 73 y 75 años, en Aquí hacemos Historia pág. 63. Ob. cit
10
2.2.- La Cooperativa ejemplo de organización:

La Sociedad Cooperativa de Edificación “Julio Dávila y Esteban Vega Ltda.” la in-

tegraban familias de un comité sin casa de la Población La legua que se organiza-

ron, se dieron estructura y pensaron la forma de construir el futuro. Esteban Vega y

Julio Dávila eran trabajadores en labores de mimbre, supieron de la venta de esos

terrenos y organizaron una cooperativa que llegó a tener 400 socios . Por Decreto

Supremo Nº 1036 del 10/11/1948, publicado en el Diario Oficial de fecha 15/12/1948,

se autorizó la existencia legal de la Cooperativa. En primera instancia con un di-

rectorio provisorio que dio paso a una estructura definitiva en la forma de un Di-

rectorio con Consejeros Titulares y Subrogantes, Junta de Vigilancia con miembros

Titulares y subrogantes y un gerente. Los estatutos regulaban los objetivos y dura-

ción de organización (40 años) dentro de los cuales figuran la adquisición de terre-

nos para construir habitaciones, la construcción de viviendas para los socios y la

venta de los sitios y casas construidas, así como la realización de “todas las opera-

ciones sociales, económicas, jurídicas y bienestar propio de las sociedades. El rol de

la Junta de Vigilancia era comprobar la exactitud del inventario y de las cuentas

que componen el balance añadiéndose la preocupación de los asociados de

apoyo mutuo en caso de desgracia o accidente mediante de un Fondo de Solida-

ridad Social.

El resultado del impulso dado por Dávila y Vega se materializó en una población

de trabajadores basado en un sistema de autoconstrucción: “...nos demoramos

varios años en terminar nuestra vivienda que consiste de un piso y medio bastante

sólida, todo esto con nuestros propios esfuerzos. Esto que cuento yo se repite en

todos los vecinos que construyeron por cuenta propia, con muchas privaciones

porque en ese tiempo no había ayuda de ninguna parte. En ese entonces éramos

más unidos porque estábamos en nuestras tareas, de construir nuestras vivien-

das”14.

2.3.- La Población Aníbal Pinto y la toma de las casas vacías:

14 Testimonio de Hernán Silva en Aquí Hacemos Historia: Crónicas y relatos de San Joaquín, pág. 75 Ob. cit
11
“La población Aníbal Pinto es una clara muestra que para la gente pobre se pue-

de dar lo mínimo, casi cualquier cosa. Se parte de la base que antes de ofrecerles

casas mejores, ellos vivían peor en las llamadas poblaciones “Callampas”, así ellos

debieran contentarse con las nuevas viviendas ... Las casas entregadas eran pe-

queñas de 3*3 cada pieza y un baño de 1*1. No había agua ni luz, ni piso, ni cielo

ni estuco ni cierre de calles. Era una casa denominada mínimo ampliable. Lo cierto

que todo era muy mínimo, demasiado diríamos, para una familia con hijos. Cuan-

do se referían a sus viviendas los pobladores decían simplemente: vivo en cuatro

paredes y un techo”15

Eran 360 casas las que conformaban la población Aníbal Pinto, cincuenta de ellas

fueron tomadas por un grupo de pobladores que, apoyados por el Diputado Mario

Palestro, decidieron solucionar su urgencia habitacional de modo directo trans-

grediendo el sistema de asignación: “En aquella época se entregaban tarjetas pa-

ra las casas pero eran insuficientes y eran repartidas entre ciertas personas, al pare-

cer con criterios no muy democráticos. Por eso el combativo diputado socialista

organizó la toma y se decidió por una acción rápida y efectiva”16

2.4.- Las tomas de terreno como movimiento social: La toma de la Victoria

Las familias que dieron origen a esta población provenían de un asentamiento ca-

llampa ubicado en el Zanjón de la Aguada en que habitaban unas 35.000 perso-

nas17 que permanecieron en el lugar entre los años 1947 y 1957, en condiciones de

insalubridad, hacinamiento y bajo reiteradas promesas de solución habitacional

no cumplidas. Víctimas de incendios reiterados, la magnitud de uno de ellos deto-

nó su traslado masivo la madrugada del 30 de Octubre de 1957, a terrenos del sec-

tor La Feria que le habían sido prometidos por el gobierno. A dicha ocupación se

plegaron pobladores sin casa de poblaciones aledañas al Zanjón movilizando, de

15 Testimonio de Luis Quezada, en “Aquí Hacemos Historia: Crónicas y relatos de San Joaquín”, pág. 38
Ob. cit
16 Testimonio J. Riveros, en Aquí Hacemos Historia: Crónicas y relatos de San Joaquín, pág. 40 Ob. cit
17 Estadísticas del Servicio de Auxilio Social publicadas en el Diario La Voz del 10.11.1957, citado por Espinoza
Vicente, pág. 248 ob.cit.
12
acuerdo a periódicos de la época, unas dos mil familias acompañadas por par-

lamentarios de izquierda.

La preocupación por el inminente desalojo y una petición expresa del gobierno por

controlar el número de pobladores los llevó en principio a faltar a sus trabajos, y

con posterioridad a organizarse en juntas de vigilancia destinadas a controlar el

acceso al lugar. Las condiciones que debieron enfrentar motivaron la solidaridad

de diversas instituciones: Los estudiantes de arquitectura apoyaron mediante la

instalación de carpas, los de medicina iniciaron la construcción de letrinas y pe-

queños policlínicos para atención médica. Aunque el desalojo era la medida legal

que correspondía, la mediación del Cardenal Caro ante el Presidente de la Repú-

blica logró suspender el desalojo inminente de los damnificados y la autorización

para la construcción de viviendas de emergencia por parte del Hogar de Cristo,

consolidándose la ocupación en favor de los pobladores.

“Nosotros” los del Zanjón

“Lo que diferenciará a las tomas de terreno, de otras iniciativas y que las constitu-

yen como movimiento social es que éstas son producto de una acción organizada

de los pobladores, los cuales se reconocen a sí mismos como diferentes de los

otros”18.

Los objetivos de los habitantes del Zanjón estaban referidos básicamente al mejo-

ramiento de sus condiciones de vivienda, pedían el traslado a los terrenos de la Fe-

ria y Lo Valledor, una urbanización mínima y apoyo para la autoconstrucción. Al

producirse los dos últimos incendios estos objetivos se hicieron presentes con mayor

claridad y urgencia. La opción por la autoconstrucción constituyó un rasgo de

identificación de los actores de esa toma. El “nosotros” si bien puede referirse a una

unidad restringida como la familia, en este caso aludía más bien a la calidad de

pobladores del zanjón, es decir al hecho de compartir un determinado habitat

que imponía condiciones y circunstancias que le eran comunes y que los llevaron

18 SEPÚLVEDA SWATSON, Daniela, “De tomas de terreno a campamentos: movimiento social y político de los
pobladores sin casa, durante las décadas del 60 y 70 en la periferia urbana de Santiago de Chile” en Boletín
INVI N°35, Chile Noviembre de 1998, Volumen 13 pág. 103 a 115.
13
a movilizarse más allá de la solución individual buscando la autoconstrucción de

una población19.

El Gobierno de Frei Montalva (1964 -1970) se sustentó en un programa de mejoramiento de

las condiciones de vida de las capas populares que incluía el desarrollo de una amplia red

de organizaciones comunitarias. Marcó como objetivo central de la política habitacional

la satisfacción del creciente déficit de vivienda, considerándolo un mecanismo de redistri-

bución de ingresos20 que plantea la necesidad de modificar el énfasis preexistente: “ Si bien

es cierto que durante el gobierno anterior se observó un fuerte auge de la actividad cons-

tructora, ésta respondió a una política claramente definida que permitió la construcción

de viviendas para sectores medios, en tanto que la construcción para los sectores de in-

gresos bajos, resultó como un subproducto de lo anterior. La política del actual Gobierno

ha consistido en modificar substancialmente este criterio en beneficio de los sectores eco-

nómicamente débiles, la orientación y el sentido dado a la política ha consistido en hacer

participar al futuro ocupante en la obtención de una solución a su problema” 21

En efecto, la vivienda fue considerada desde una perspectiva global, integrándola en un

barrio y considerándola como reflejo de un determinado modo de vida. Ello condujo a

que los programas habitacionales de carácter popular incorporaran elementos de infraes-

tructura y equipamiento comunitario por lo que junto con la construcción de viviendas se

planteó la construcción de escuelas, centros asistenciales, campos deportivos22 . El énfasis

en el aspecto de integración social se verificó vinculando las políticas de vivienda a un

amplio combate de marginalidad en que el acceso a la vivienda formaba parte de “la

participación pasiva”, mientras que la organización comunitaria llenaba los requisitos de

una “participación activa”. En este sentido el Gobierno de Frei buscó darle un impulso

más fuerte a la solución del problema habitacional a través de la “Operación Sitio” (cons-

trucción sólida entre 27 y 30 mts2) y la denominada “Operación Tiza” (consistente en la

entrega de un sitio) que tenían por objetivo masificar el acceso a la vivienda a través de

19 Cf; ESPINOZA, Vicente; ob cit.


20 Un aspecto relevante de la importancia que el gobierno asignaba al problema habitacional fue la crea-
ción el Ministerio de la Vivienda y Urbanismo, a través de la ley 16.391 del 16 de diciembre de 1965
21 FREI MONTALVA, Eduardo, Sexto mensaje Presidencial al inaugurar el Período de Sesiones Ordinarias del
Congreso Nacional, 21 de Mayo de 1970, Departamento de Publicaciones de la Presidencia de la Repúbli-
ca, Chile, pág.552.
22 Cronología de la Vivienda Social en Chile, www.minvu.cl, Año 2001, documento MINVU en elaboración.
14
la entrega de sitios urbanizados y quedando por cuenta de las familias la posterior cons-

trucción de la vivienda. Se combinaba en ellos, los principales programas criterios de

solución al problema con los de promoción comunitaria a través de la autoconstrucción.

La importancia a la participación popular se verificó también mediante la creación de

una agencia estatal llamada “Consejería Nacional de Promoción Popular”, que funcionó

en todo el país en el ámbito urbano.

A pesar de institucionalidad, los mecanismos y soluciones estatales continuaron siendo

ineficientes como respuesta a una demanda creciente y la toma organizada de terrenos

prevaleció en el colectivo como mecanismo de acceso que tanto más representaba la

urgencia de una apremiante situación, como el desencanto frente a los ofrecimientos

habitacionales del gobierno. A dicho período corresponde la toma Herminda de la Victo-

ria de 1967 que según un empadronamiento municipal publicado en la época se estima-

ba en cerca de 1.500 familias compuestas por 4.700 adultos y 3.655 niños23. Testimonios

incluidos en entrevistas periodísticas del El Siglo dan cuenta de las motivaciones que lleva-

ron a asumir la toma como el camino elegido para obtener su vivienda:

“ Yo sé que tengo que luchar de esta manera para tener un terreno, porque no

tengo dónde vivir; arriendo y mi marido está muy enfermo” (Lavandera, 60 años, el

Siglo 17 de Marzo de 1967)

“Soy padre de nueve cabros, tengo 60 cuotas CORVI y no tengo pa’ cuando me

den la casa” (Obrero, El Siglo 17 de Marzo de 1967)

A diferencia de la Toma de la Victoria24 en que los testimonios muestran una clara inten-

ción de apropiación del espacio urbano mediante la radicación en el lugar, y cuyas de-

mandas posteriores apuntaban a obtener de la autoridad créditos y tranquilidad para la

autoconstrucción como mecanismo autónomo de solución del problema habitacional, la

toma de los pobladores de lo Herminda de la Victoria se orientaba más bien a romper la

insensibilidad del gobierno, un mecanismo de presión que buscaba negociar una solución

23 Diario El Siglo del 23/03/1967, citado por Espinoza Vicente pág. 282 Ob. cit.
24 Cf. ESPINOZA, Vicente; Ob. cit.
15
definitiva que debería ser provista por el gobierno (casa o sitio); un recurso extremo que

evidencia la carencia de una definición colectiva de identidad25:

“El gobierno se ha ido en promesas(...) y hasta la fecha no han cumplido los ofre-

cimientos (...) tendrán que sacarnos, algo tendrán que hacer” (El Siglo, 18 de marzo

de 1967)

“Deseamos que el gobierno se ablande y nos solucione definitivamente el proble-

ma. Llevamos dos meses de verdadero drama y seguiremos esperando” (Gladys

Valderrama, dirigenta, El Siglo 20 de Mayo de 1967)

Las tomas de terreno comenzaron a fines de los 50, como movimiento social pero sólo a

partir de 1970 varía de una reivindicación habitacional a una fuerte arma de lucha de

sectores que buscaba cambiar el sistema establecido, transformándose en movimiento

político; tal era su grado de intensificación que en 1971 hubo en promedio una toma dia-

ria26. Durante el gobierno de Allende, continuaron a un ritmo que sobrepasaba la capaci-

dad de respuesta estatal, llevando al Estado a adoptar la opción de otorgar más solucio-

nes habitacionales que viviendas terminadas.

Para el Gobierno de la Unidad Popular, “la definición básica de la política habitacional

establece que la vivienda es un derecho de todas las familias chilenas, independiente de

su nivel de ingreso, su posición política, ideológica o religiosa, siendo prioritario en función

de la necesidad habitacional”27. Esta definición - explícita y manifiesta- se sustenta en una

importante crítica del Presidente Allende a la concepción prexistente del problema de

vivienda la cual, basada en criterios de mercado, determinó el financiamiento, diseño y

ejecución de los programas habitacionales existentes: “hasta ahora la vivienda ha consti-

tuido una mercancía y su financiamiento, ejecución y uso están estructurados sobre este

esquema de mercado y no con un claro sentido social28”. El gobernante vincula además

25 Citados por ESPINOZA Vicente, Ob. cit.


26 Cf; SEPÚLVEDA SWATSON, Daniela, “De tomas de terreno a campamentos: movimiento social y político de
los pobladores sin casa, durante las décadas del 60 y 70 en la periferia urbana de Santiago de Chile” en
Boletín INVI N°35, Chile Noviembre de 1998, Volumen 13 pág. 103 a 115
27 ALLENDE, Salvador, Primer mensaje del Presidente Allende ante el Congreso Pleno, Balance de Gestión,
Chile, 1971, pág. 580
28 ALLENDE, Salvador, Primer mensaje del Presidente Allende ante el Congreso Pleno, Chile, 1971, pág.579
16
la falta de satisfacción de las mínimas necesidades de vivienda del pueblo con la expre-

sión del subdesarrollo de los países, expresión que lleva implícito el espíritu que cruza su

programa de gobierno: la esperanza de construir un mundo que supere la división entre

ricos y pobres.

Consecuencia de estos lineamientos, el período verifica un interés especial por la cons-

trucción directa por parte de CORVI y CORHABIT motivando al MINVU la dictación del DS

Nº 549 (Mayo de1971), que creó departamentos de ejecución directa en ambas corpora-

ciones; la atención preferente a los sectores de menores ingresos se realizó mediante la

construcción y urbanización dirigida y también a través de la modificación de la regla-

mentación del régimen de postulaciones y asignaciones de vivienda a través del sistema

Plan de Ahorro Popular (PAP), la derogación de la reajustabilidad establecida para los

dividendos CORVI, CORHABIT y las Cajas de Previsión.

El período correspondiente a los años 1973 a 1989 se divide desde el punto de vista del

análisis habitacional en dos, aunque corresponde a un mismo gobierno. Durante el go-

bierno militar las acciones populares se vieron fuertemente repelidas y cortadas, de modo

coherente con una declaración de principios que ponía el énfasis en el rechazo de toda

concepción que fomentare un antagonismo entre clases sociales, y conforme a la inspira-

ción portaliana que lo guiare, promete “ejercer con energía el principio de autoridad,

sancionando drásticamente todo brote de indisciplina o anarquía”29.

En un primer momento, la política habitacional no escapó a los lineamientos de la políti-

ca general, planteándose como criterio para toda la economía que fuera el mercado el

asignador de recursos, en donde el Estado desarrolla una acción subsidiaria y normativa,

orientada, preferentemente, a ayudar a los sectores de menores recursos. Aplicado el prin-

cipio de subsidiaridad, al Estado le corresponde asumir directamente sólo aquellas funcio-

nes que las sociedades intermedias y particulares no están en condiciones de cumplir ade-

cuadamente; respecto al resto de las funciones sociales se señala que “sólo corresponde

asumirlas cuando las sociedades intermedias por negligencia o fallas no lo hacen, después

29“Declaración de principios del Gobierno de Chile”, Junta Militar de Gobierno, Santiago Marzo 11 de 1974,
citado por Lucio Vieyra Walter, ex profesor de Sociología Policial del Mando del Instituto Superior de Carabi-
neros, en Ensayos Cult urales y Profesionales , Tomo 1, Chile, Editorial Zig Zag, 1982, pág. 273 a 285.
17
que el Estado haya adoptado las medidas para colaborar a que esas deficiencias sean
superadas. En este caso, el Estado actúa en subsidio, por razón de bien común30”.

En rigor en este primer momento no se definió un plan habitacional propiamente tal, pri-

vilegiándose un proceso de reorganización y reordenamiento administrativo, del todo

coherente con los procesos de descentralización y regionalización del país31, sólo a me-

diados de 1975 se definió el “Plan de Vivienda Social” que buscaba atender a sectores

cuyo ingreso familiar no les permitiera financiar la adquisición de una vivienda en el mer-

cado y que vivían en condiciones deficitarias. No obstante, la concepción de la vivienda

sufre un cambio profundo en la medida que el término “derecho” es reemplazado por el

de “bien”: “la vivienda es un bien que se adquiere con el esfuerzo; familia y estado com-

parten su cuota de responsabilidad”32

Los programas habitacionales del período fueron: Programa de labor directa (desarrolla-

ba urbanizaciones, viviendas, pavimentaciones y equipamiento comunitario), Programa

de mandatos y convenios (ejecutados por MINVU con cuenta y cargo de otras institucio-

nes, Sistema “llave en mano” (que permitía al Estado adquirir viviendas terminadas, de-

jando de lado la producción para concentrarse en funciones de planificación y comercia-

lización) y Programa de subsidios directos a jefes de familia (para la adquisición de vivien-

das con valor tope de 850 UF).

Durante la segunda fase del período, se crean una serie de programas habitacionales en-

tre los que figuran: Programa de Viviendas Básicas (1981), Programa de Cooperativas

(1976-1979) favoreció principalmente a personas pertenecientes a sectores de ingreso me-

dio y superior, se crea el Programa de Subsidio Habitacional (1978) consistente en una

ayuda estatal otorgada por una sola vez a jefes de familia (subsidio a la demanda), sin

30“Declaración de principios del Gobierno de Chile”, Junta Militar de Gobierno, Santiago Marzo 11 de 1974,
citado por Lucio Vieyra Walter, en Ensayos Culturales y Profesionales Tomo 1, Chile, Editorial Zig Zag, 1982,
pág. 276
31 Se dictan los Decretos: DL Nº 44 (12.10.1973) Reorganiza el Ministerio de Vivienda y Urbanismo y sus Serv i-
cios dependientes, el DL Nº 575 (13.07.1974) que establece la desconcentración territorial de los Ministerios,
mediante Secretarías Regionales Ministeriales (SEREMI) a las que les corresponderá ejecutar las políticas re-
gionales y coordinar la labor de los servicios de su sector, el DL Nº 1.305 (04.03.1976) que reestructura el Minis-
terio de Vivienda y Urbanismo (MINVU), desconcentrándose territorialmente a través de una Secretaría Mi-
nisterial Metropolitana y Secretarías Regionales Ministeriales. fijándose las funciones y atribuciones que corres-
ponden a esta Secretaría de Estado y a los nuevos servicios que se relacionan con el Supremo Gobierno a
través del MINVU (SERVIU)
32 RUGIERO PEREZ Ana María, “Experiencia Chilena en Vivienda Social 1980- 1995 en Boletín INVI N°35, Chile
Noviembre de 1998, Volumen 13 pág. 3 a 85
18
obligación de reembolso, el Subsidio Habitacional para la atención del sector rural, y en

1982 se facultó a las municipalidades para que construyeran viviendas económicas y case-

tas sanitarias.

Hasta 1983, las viviendas se asignaban a personas que vivían en poblaciones marginales y

campamentos que se identificaban en los mapas del MINVU y municipalidades. Los SERVIU

abrieron en este período un nuevo sistema de postulación permanente que consultaba el

Indice CAS. Además de este índice, el sistema de puntaje para las postulaciones incorporó

el ahorro y el número de cargas familiares.

En lo central, a partir de 1973 la invasión de terrenos fue violentamente reprimida, no obs-

tante la presión de los nuevos habitantes sin casa continuó manifestándose, esta vez a

través del aumento de la densidad de ocupación del stock de viviendas existentes, multi-

plicando las familias al interior de una misma vivienda: a este fenómeno se le llamó alle-

gamiento.

La política habitacional que sobreviene con la llegada de la democracia, se inscribe en el

concepto de Integración activa y real de las personas a los frutos del desarrollo, marco

global del nuevo gobierno. Dentro de las tareas, se establecen con prioridad “democrati-

zar las instituciones y promover la justicia social, corrigiendo las graves desigualdades e

insuficiencias que afectan a grandes sectores de los chilenos” 33

Una nueva concepción de la vivienda se contrapone y apunta a definirla como” un con-

junto de servicios y atributos que pueden lograrse a través del tiempo según las posibilida-

des de la familia”34.

Reconociendo los avances en términos de números de soluciones habitacionales, y “con

miras a ofrecer estabilidad, no desincentivar las inversiones privadas y favorecer la tranqui-

lidad de los pobladores”35 se dio continuidad a los programas existentes, modificándose

los énfasis de la política conforme al escenario democrático; en 1990 previéndose una

33 AYLWIN AZOCAR, Patricio, Primer mensaje del Presidente Patricio Aylwin Azócar al comenzar el período
ordinario de sesiones del Congreso Nacional, 21 de Mayo de 1990, pág. IV.
34 RUGIERO PEREZ, Ana María, Ob. cit. pág. 75
35 RUGIERO PEREZ, Ana María, Ob.cit. pág. 41
19
gran explosión de las reivindicaciones contenidas, el tema de la participación aparece

como de gran interés para el gobierno; el MINVU abrió canales de comunicación con los

comités de allegados bajo una política permanente de información y diálogo con las

organizaciones sociales que aspiraba a recoger y atender sus inquietudes.

A este período corresponde la institucionalización de la postulación colectiva y el desarro-

llo de nuevos programas que buscaban incluir contenidos altamente participativos como

el subsidio vivienda progresiva modalidad privada o el programa de pavimentos partici-

pativos. La participación se vincula a la inclusión de las familias en alguna parte del pro-

ceso de solución problema, de modo muy similar a lo señalado por el Presidente Frei Mon-

talva. Se agrega a ello la mención participación responsable, asociada a la elegibilidad

de alternativas para satisfacción de necesidades que, en un segundo gobierno, se com-

plementa con el cumplimiento de los compromisos financieros de las familias beneficiadas

expresado en el oportuno pago de dividendos: “Una Política habitacional tendrá éxito si

existe participación consciente de los que requieren una solución. La participación a que

me refiero no es algo romántico, de proyectos pilotos o microexperiencia que muchas

veces no se reproducen. La participación la entendemos en este cambio como el asumir

el rol protagónico de buscar la solución que se requiere. Desterrar el “me salió la casa” o

me dieron una vivienda” por adquirí una casa” u obtuve una vivienda” 36

“ En lo que respecta a la modalidad de relación social con la cual se ha implementado la


política, nuestra gestión ministerial ha tenido como eje central la generación de condicio-

nes para que el sector privado, los gobiernos locales, los técnicos y profesionales, y muy

particularmente los pobladores, tengan una participación activa en la generación e im -

plementación de ella”37

La necesidad de congelar el déficit habitacional, centró los objetivos en el aumento

cuantitativo de soluciones para los más pobres, bajo la meta de producción de 90.000

36 ETCHEGARAY A. Alberto, Ex ministro de Vivienda y Urbanismo, Huella y Visión de una gestión Ministerial,
Compendio de discursos pronunciados durante su gestión Ministerial 1990-1994, Comunicaciones Despertar,
1994, pág. 22-23
37 ETCHEGARAY A. Alberto, Seminario “Hacia un Desarrollo Solidario para Superar la Pobreza en Chile”, Parti-
do Demócrata Cristiano. Santiago Agosto 21 de 1992 en Ob. Citada, pág. 25.
20
unidades habitacionales como promedio anual en los cuatro años de gobierno38.“En Chile

en el año 90 se edificaban 79.311, el año 99 esta cifra llegó a 104.735 viviendas, llegando a

su punto más alto el año 96 en el que se llegó a construir en el país 143.823 viviendas”39.

“Naturalmente fue esta carrera por la producción la que llevó a la crisis del 97, cuando un
gran número de viviendas sociales acusaron una serie de desperfectos y problemas de

calidad que pusieron al descubierto las debilidades de una política que hasta la hora se

había mostrado tremendamente exitosa. El Estado mostró debilidades en la regulación,

en su capacidad de fiscalización y por ende en la calidad de su producto, poniendo énfa-

sis excesivo en la cantidad de soluciones y no en su calidad. Lo anterior no es extraño si se

piensa que la alta la productividad aludida en el párrafo anterior se hizo con un aparato

estatal reducido y con menores atribuciones”40.

38 MIDEPLAN, Citado por RUGIERO PEREZ, Ana María, Ob. cit. pág. 42
39 HEVIA DIAZ, Solange, “Política Social de Vivienda y Participación: Idea de Programa para enmarcar pro-
yectos de investigación”, Asistente social SERVIU Región Metropolitana, Documento en elaboración para
presentar Universidad Arcis en el año 2001, cifras correspondientes a Informativo Estadístico MINVU diciembre
de 1999
40 HEVIA DIAZ, Solange, Ob. cit.
21
3.- PARA LEER ENTRE LÍNEAS, DILEMAS Y REFLEXIONES POSIBLES

La cuestión de la vivienda ciertamente ha cambiado con el correr de la historia; en efec-

to, las primeras actuaciones del Estado chileno en materia habitacional, partiendo por la

Ley de Habitaciones obreras son reflejo de un Estado absentista. La definición conceptual

del problema habitacional se aborda con un énfasis higienista, fundamentalmente aso-

ciada a su salubridad o insalubridad; si es el Estado es el responsable de resolver los pro-

blemas habitacionales no queda claramente dicho en la época. Por ende, las realizacio-

nes del período apuntan principalmente a erradicar la enfermedad en cuanto efectos

sobre el comportamiento de la población y enfatizan el rol de terceros en la producción

de soluciones habitacionales; para entonces ya se señalaba: no hay medio más eficaz

para desarrollar en el pueblo el espíritu conservador, que hacerlo propietario.

Con el tiempo, el negocio de la habitación para arriendo dio lugar a la producción masi-

va de vivienda y el gobierno abandonó el rol absentista para intervenir abiertamente en

la industria de la construcción. A partir de la década de los 50’ un enfoque sectorialista

permitió desarrollar capacidades profesionales en el ámbito de diseño y construcción; en

tanto la creación del MINVU (1964) responde a la lógica de Estado de Bienestar que se

hace cargo de la demanda social mediante el diseño y construcción de las viviendas.

En los setenta el desafío y la urgencia estaba centrado en el déficit habitacional y en los

80’ el problema de combatir la marginalidad habitacional se circunscribió en los poblado-

res que permanecían en campamentos: aparece entonces el subsidio a la demanda co-

mo una herramienta que posibilitaría multiplicar el número de soluciones a menor costo,

tendencia que se incrementa con el correr de los años; en los 90 la administración de

Aylwin debió enfrentar el problema de los allegados y su integración al desarrollo. En la

actualidad la tendencia parece centrar el foco de atención en una mayor focalización y

en el fomento de la participación responsable de los agentes del proceso. En este sentido,

así como el poblador constituía un actor clave para el Presidente Frei Montalva, hoy día la

relación sector público y privado ha evolucionado a tal punto que las empresas aparecen

como el actor más relevante: entre “fomentar la iniciativa privada” y “asegurar mecanis-

mos para que la oferta privada no se desincentive” existen marcadas diferencias.

22
Por eso revisar la política habitacional chilena de comienzo a fin, y de fin a comienzo,

supone leer entre líneas. En lo particular, la interpretación del análisis precedente ilumina

cuatro ejes centrales de diálogo que constituyen ciertos rasgos de condicionamiento que

inciden en las realizaciones de un tiempo determinado.

1. Una determinada política social parece responder genéticamente a un determi-

nado modelo de desarrollo, a un determinado concepto de Estado, y aquí co-

mienza el límite de lo posible.

La política de acción subsidiaria inserta el problema habitacional y su solución en

el contexto de una economía de libre mercado. En este sentido resulta coherente

una nueva definición que la sitúe ya no como un derecho sino un bien, por cuanto

circunscribe el rol del Estado al otorgamiento de medios o canales de acceso, limi-

tando su responsabilidad sobre los efectos finales de la sociedad.

2. Lo segundo dable de reconocer, es que la política habitacional en su conjunto

lleva implícito un concepto de desigualdad.

La acción pública habitacional se ha orientado progresiva e intensivamente a los

sectores más necesitados, abordando soluciones para los grupos de más bajos in-

gresos, con una tendencia a lo “mínimo suficiente” en contraposición a la extrema

riqueza en que el “bien” vivienda parece no tener otro límite que lo imaginable. En

efecto, para quienes tienen carencias urgentes las soluciones mínimas constituyen

un cambio substancial en la calidad de vida, pero este cambio es insuficiente y

contradictorio frente al objetivo declarado de Integración al desarrollo. En este

sentido, de modo creciente se identifica a la política habitacional con un determi-

nado sector de la población, y se aleja del concepto de ciudadanía y calidad de

vida.

Sin pretender con ello cuestionar el éxito reconocido que la política habitacional

chilena tiene dentro del conjunto de países latinoamericanos, es bueno mantener

cierta curiosidad respecto de otras experiencias históricas. En Suecia por ejemplo,

bajo la lógica sostenida de un Estado de Bienestar, la provisión de viviendas ha es-

23
tado organizada en el marco de estructuras que comprenden derechos de ciuda-

danía para el conjunto de la población como un todo41; sobre el particular un to-

copillano (de los que vivió por años en Suecia) me comentó que al margen de las

empresas constructoras estatales, con utilidades y todo, allá si un pobre no tiene

donde vivir, la “social” como le llaman a un conjunto de instituciones estatales, le

arrienda un departamento..., incluso un ciudadano que pierde su trabajo se puede

acercar a la “social” porque no puede pagar, y si su casa se ajusta a ciertos patro-

nes le pagan el arriendo si no lo trasladan a otro lugar...que igual es bueno, me di-

ce. Los “mínimos suficientes” de un país desarrollado son, sencillamente otros.

3. Lo tercero y lo han desarrollado algunos autores es que lo que no se nombra, no

existe. En este sentido se observa que los limites de lo posible están también fuer-

temente anclados por como se ha definido la vivienda: una mercancía, un dere-

cho, un bien de consumo.

El Estado reduce su tamaño y modifica su rol, emerge el mercado como espacio

de regulación de lo público pero, aún bajo un sistema de traslado de responsabili-

dades, es claro que el carácter social - inherente al fenómeno habitacional - no es

transferible a los particulares; por ello si las políticas habitacionales evolucionan en

torno al protagonismo del mercado, se debieran generar los mecanismos que

permitan conocer y hacer valer los derechos a sus consumidores, lo que supone de-

sarrollar la asociatividad de los propietarios y un rol estatal importantísimo.

4. Lo siguiente, es sospechar de aquello que se nombra muchas veces, el lenguaje

crea realidades y las palabras corren el riesgo de perder sentido.

El concepto de participación ciudadana cobra fuerza y sentido con la llegada de

la democracia, y efectivamente en su tiempo constituye un énfasis fundamental de

la política habitacional, presente en el discurso y nuevas actuaciones. Hoy, el con-

cepto de participación parece más un requisito ineludible del buen discurso, al

punto de considerarse obvio y se mantiene en el rasgo de instrumentalización de

41 CF; RAPOSO ALFONSO, “Notas sobre Estado, Vivienda y Población” en Boletín INVI N°39, Chile Mayo de
2000, Volúmen 15 pág. 31 a 67.
24
los “participados”. Actualmente no se discute respecto de las formas en que la

ciudadanía o un grupo de beneficiarios podría participar de las decisiones, critica

que trasciende el ámbito sectorial, y se refiere puntualmente a la participación en

actividades que se orienten más allá de la captación de aportes en dinero para el

financiamiento de un bien, más allá de los fondos concursables, o la idea de sumar

mano de obra42; dichas formas de representación bajo una mirada con proyección

futura constituyen lo “mínimo suficiente” y precisan redefiniciones.

Si bien los rasgos de condicionamiento esbozados pudieran conducir a una visión

pre escrita y fatalista del futuro, contrariamente me lleva a pensar en un final abier-

to respecto de las formas que actualmente precisa la solución de los problemas

habitacionales; ello fundamentalmente se lo debo al rol de los pobladores sin casa

en el escenario social, que revela que por medio de la organización una carencia

puede transformarse en demanda. Permanentemente reclamaron leyes, mecanis-

mos y organizaciones destinados a su protección; hicieron uso de la huelga de

pagos, ocuparon terrenos, construyeron casas, idearon sistemas de control al inte-

rior de sus campamentos; trascendieron motivaciones individuales con pautas re-

currentes de acción colectiva. Por eso la historia no termina aquí, de un modo

posterior, los comportamientos de los habitantes se despliegan dando significado

los lugares, construyendo formas de uso de los espacios.

Ya lo decía Gramsci, la historia no sólo es fruto del consenso, también es fruto de la

fuerza.

42 En 1970 el Presidente Allende se manifestaba, en principio, contrario al sistema de autoconstrucción en


razón al empleo inapropiado e irracional de los materiales, y uso de procedimientos que encarecían el costo
de las viviendas, dándose el caso de grupos familiares que debían contratar por su cuenta maestros que
ejecutaran la labor de autoconstrucción, ver ob. citada.
25
BIBLIOGRAFIA COMENTADA A MODO DEL LECTOR

1. “Aquí Hacemos Historia: Crónicas y relatos de San Joaquín”, Santiago de Chile,

1995.

Este fue el primer texto que leí, son historias locales de la constitución de cinco

poblaciones del sector sur de Santiago y sus ocupantes, historias bellísimas con-

tadas por sus protagonistas. Aquí se ve nacer la Población Chile (Agosto de

1948), a la Población Aníbal Pinto (viviendas en obra gruesa del año 47), la po-

blación Madeco Mademsa (construida por la empresa en 1947), la Julio Dávila

(1948) y la Población Las Industrias (Operación sitio,1967).

2. ESPINOZA, Vicente, “Para una Historia de los Pobres de la Ciudad”, Chile, Edi-

ciones Sur, 1988.

Marta me dijo “tengo un libro maravilloso que te puede servir”, y no se equivo-

có en lo uno ni en lo otro. Resultó ser el más leído y el más citado; refuerza con

creces la idea de que las leyes habitacionales dictadas en Chile no son fruto de

un desinteresado interés por lo social o producto de una necesidad de la eco-

nomía, sino también fruto de los sueños, de las utopías, de las ideologías, de las

pequeñas y grandes revoluciones.

3. MAC DONALD, Joan y otros “Vivienda Social: Reflexiones y experiencias” Chile,

Corporación de Promoción Universitaria, 1983.

4. HIDALGO, Rodrigo, “El papel de las leyes de Fomento de la edificación obrera y

la caja de la habitación en la política de vivienda social en Chile, 1931-1952”,

en Boletín INVI Nº39, Volumen 15, Mayo Año 2000. Este artículo contiene un análi-

sis histórico de la respuesta Estatal 1931-1952, la industrialización y la concentra-

ción urbana en los años 30, las leyes de la Edificación Obrera, la reforma de la

Caja de Habitación Popular 1943.

26
5. SEPÚLVEDA SWATSON, Daniela, “De tomas de terreno a campamentos: movi-

miento social y político de los pobladores sin casa, durante las décadas del 60 y

70 en la periferia urbana de Santiago de Chile” en Boletín INVI N°35, Chile No-

viembre de 1998, Volumen 13.

6. Cronología de la Vivienda Social en Chile, www.minvu.cl, Año 2001, documen-

to MINVU en elaboración. Contiene un detalle cronológico de parte importante

del cuerpo legal de la política habitacional, basada en una descripción esen-

cialmente técnica que distingue períodos presidenciales. Trabajo que mis com-

pañeros de oficina me prestaron y están desarrollando para la página wep. Es

todo un logro porque no teníamos nada parecido, muy útil si se precisa idear un

nuevo programa, vale la pena empezar por allí, es posible descubrir lo difícil

que es inventar algo realmente nuevo.

7. FREI MONTALVA, Eduardo, Sexto mensaje Presidencial al inaugurar el Período de

Sesiones Ordinarias del Congreso Nacional, Primera, 21 de Mayo de 1970, Depar-

tamento de Publicaciones de la Presidencia de la República, Chile.

La biblioteca del MINVU es toda una joya, un lugar donde han podido perma-

necer discursos presidenciales riquísimos, y otros no tanto.

8. Allende, Salvador, “Primer mensaje del Presidente Allende ante el Congreso Ple-

no”, Balance de Gestión, Chile, 1971.

“Somos fundamentalmente distintos de gobiernos anteriores; este

Gobierno dirá siempre la verdad al pueblo. Creo que es mi deber

manifestar honestamente que hemos cometido errores; que difi-

cultades imprevistas entorpecen la ejecución de los planes y pro-

gramas. Pero aunque la producción del cobre no fuera la seña-

lada, aunque la producción de salitre no llegara al millón de to-

neladas, aunque no construyamos las viviendas previstas, en ca-

da uno de estos rubros superaremos con largueza la más alta

producción de cobre y de salitre y de casa que registre nuestra

nación”
Allende, Salvador, “Primer mensaje del Presidente Allende ante el Congreso Pleno”, Chile, 1971, pág. XVII

27
De un total de cuatro discursos que leí, correspondientes a cuatro presidentes

distintos éste fue el que más me impresionó: es simple, pero cada cosa dicha

aquí tiene un contenido valórico que estremece. Además no pensé que existía.

Me hubiese gustado citarlo más pero caer en esa seducción tenía implícito el

riesgo de abandonar este trabajo que me salió con porfía, y dedicarme solo al

análisis de su discurso. Citarlo aquí en la bibliografía comentada es por darme

un gusto, en particular me quedo con esta frase que me refuerza el empeño en

los sueños y eso que dice: ser más que parecer. Fundamentalmente distintos a

los tiempos que corren.

10. “Declaración de principios del Gobierno de Chile”, Junta Militar de Gobierno,

Santiago Marzo 11 de 1974, citado por Lucio Vieyra Walter, ex profesor de So-

ciología Policial del Mando del Instituto Superior de Carabineros, en Ensayos Cul-

turales y Profesionales, Tomo 1, Chile, Editorial Zig Zag, 1982.

Este tomo es una herencia en el amplio y estricto sentido de la palabra. Perte-

neció a mi padre, Carabinero, y era parte de su formación para obtener un as-

censo. Contiene diversos temas que van de la A a la Z: Regionalización, recursos

naturales de Chile, problemas limítrofes con Argentina, Presidentes de Chile, has-

ta breves biografía de escritores que sirven en la medida que tienen fechas de

nacimiento, y poemas (Neruda aparece sólo porque fue Premio Nobel). Está

claro que no es toda la historia, sino sólo la versión oficial, la historia que se con-

taba, la doctrina de una Dictadura. Estos textos son de lo más exótico que exis-

te en mi pequeña biblioteca, los conservo por el amor que le guardo a su pri-

mer dueño; busqué la manera de incluirlo porque me permite leer la realidad

bajo el prisma del contraste.

Otros comentarios: Con mi padre no hablábamos de la patria y su bandera, por

suerte nunca quiso tocar el tema.

11. RUGIERO PEREZ Ana María, “Experiencia Chilena en Vivienda Social 1980- 1995

en Boletín INVI N°35, Chile Noviembre de 1998, Volumen 13 Pág. 3 a 85

28
Este es un artículo que figura en una publicación del Instituto de la Vivienda y

hace un parangón de la política habitacional bajo tres Administraciones: la de

Pinochet, Aylwin y Frei. Incluye definiciones de vivienda, lineamientos y objetivos,

soluciones ofrecidas, déficit habitacional, Programas Habitacionales, y otros.

Saca de apuro.

12. RAPOSO ALFONSO, “Notas sobre Estado, Vivienda y Población” en Boletín INVI

N°39, Chile Mayo de 2000, Volumen 15 Pág. 31 a 67.

Este artículo es denso y muy interesante, plantea que la lógica de la políticas de

vivienda responden a necesidades de legitimación gubernamental que en pri-

mera instancia surgen de las exigencias de la acumulación capitalista. En este

sentido los grandes objetivos de la política cumplirían un efecto puramente

nominal, en el caso de la Ley de Habitaciones obreras por ejemplo, la legitima-

ción apunta, entre otros, a mostrar preocupación del Estado por las condicio-

nes básicas de las clases proletarias y por otra a crear cauces a la inversión pri-

vada en habitaciones para obreros.

Otros Comentarios: Lo último que se pierde es la inocencia.

13. Etchegaray A. Alberto, Ex ministro de Vivienda y Urbanismo, ”Huella y Visión de

una gestión Ministerial”, Compendio de discursos pronunciados durante su ges-

tión Ministerial 1990-1994, Comunicaciones Despertar, 1994, pág. 22-23

Este libro igual me gustó, es capaz de reflejar la fuerte inspiración democrática

de aquel tiempo. Alberto Etchegaray es el Ministro más recordado y el más que-

rido, fue capaz de plasmar sus sueños, transmitirlos y contagiárselos a parte im-

portante de la Institucionalidad, eso es bastante revolucionario.

Otros Comentarios: Contra el optimismo, no hay vacuna.

29

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