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Este conflicto produjo una escasa colaboración del gobierno del DDF y
las empresas publicas involucradas. Hecho que llevo a la SMA a optar
“por una estrategia de propagación de avances, donde había retrocesos,
y de convertir fracasos en éxitos”. Lo que llevo a declarar que el índice de
contaminación del aire había bajado en un 30%, lo cual nadie podría
creer, ni siquiera la propia Subsecretaría. De esta manera, también
iniciaba un proceso de pérdida de credibilidad respecto a las cifras
oficiales con relación a la contaminación del aire. Dicha afirmación fue
posteriormente desmentida por la propia SMA al declarar que de las 72
084 fuentes estacionarias de contaminación del aire en el Valle de
México, 2 927 eran responsables del 71% de la contaminación[11].
Por otra parte, es interesante señalar que los modelos de los vehículos
anteriores a 1990 tienen un elevado porcentaje de rechazo en las
pruebas de anticontaminación, mientras los modelos posteriores a 1991
el porcentaje se reduce a 22.2%. Lo cual indica la necesidad de
instrumentar medidas que no promuevan el envejecimiento del parque
vehicular de la Ciudad de México, como ocurrió con el programa “Hoy No
Circula”. Del total de vehículos rechazados en el DDF se tiene un
porcentaje de 34%, mientras se obtiene un 43% para el EDOMEX. Esto
contrasta con el porcentaje de participación de los vehículos a los cuales
se les hizo las pruebas de anticontaminación, ya que en el DDF se
llevaron a cabo el 75.2% de ellas, y en el EDOMEX el 24.8%. Esto
implicaría que la Secretaria de Ecología del Estado de México tiene que
incrementar su efectividad en los controles que realiza (Ver cuadros XI,
XII). Esto hace surgir la cuestión de sí el gobierno del EDOMEX, tiene
incentivos para atacar frontalmente el problema de las emisiones
vehiculares. Parecería que este no es el caso. Ya que puede exportar las
emisiones de gases contaminantes al DF por la acción de los vientos, lo
que ocasiona que le sea más prioritario la atención de otros asuntos en
su propia agenda de gobierno.
Por otra parte, se deben considerar factores como la edad promedio del
parque automotriz (10 años); el uso de carros casi inaptos para circular,
técnicamente anticuados y por ello "extensivos en energía”, que a
menudo superan los 20 años; y, la falta de mantenimiento técnico,
aspecto que ha mejorado en parte en el D.F. por medio de una
inspección oficial obligatoria. El mantenimiento y creación de la
infraestructura de transporte urbano, que se puede considerar como un
subsidio a la industria automotriz.
Es claro que los objetivos se establecen para el año 2000, y sin embargo,
el problema subsiste ahora. Y la experiencia muestra que hay límites al
atacar el problema restringiéndolo al ámbito de las emisiones. El punto
es que la contaminación del aire desafía el establecimiento de soluciones
de comando-control, por ejemplo, mediante el establecimiento de una
normativa más rigurosa. Pudiendo quedar los objetivos en el plano de las
“buenas intenciones”.
Las estrategias para el logro de cada una de estas metas, fueron las
siguientes:
Esto implicaría desde el punto de vista de este autor, integrar las políticas
ambientales y fiscales, y para ello se requiere llevar a cabo una reforma
al sistema impositivo, que en el corto plazo no parece viable. Ya que un
cambio en la política impositiva, debe considerar el marco político e
institucional y la estructura de poder que subyace a los procesos
económicos[28]. En todo caso, esta reforma podría darse en forma
incremental, mediante el establecimiento de acuerdos negociados que
reduzcan la incertidumbre de los agentes económicos por la
implementación de la política ambiental.