Вы находитесь на странице: 1из 5

Trastorno Facticio

Vizcaíno Camilo Andres

Rivas Maria

Docente

Universidad del Magdalena

Facultad de Ciencias de la Salud

Programa de Psicología

VII semestre

Santa Marta D.T.C.H.

2011
Trastorno Facticio

A través de lecturas preliminares de artículos desarrollados por expertos en el trastorno


facticio, y apoyá ndome en el aprendizaje logrado en clase de psicología clínica, me
propongo a relatar generalidades de este trastorno mental.

Por tal motivo he decidido recopilar, interpretar y narrar una construcció n ajustada y
personal, que se encuentre al nivel de sus expectativas para este segundo espacio de
aná lisis crítico.

Para cumplir con este objetivo a continuació n responderé a la siguiente pregunta:

¿Cuáles son las características básicas de los trastornos facticios?

Bá sicamente los trastornos facticios se caracterizan por síntomas físicos o psicoló gicos
fingidos o producidos intencionadamente, con el fin de asumir el papel de enfermo. Esta es
una enfermedad mental en la que una persona exagera o inventa una enfermedad o lesió n.
Hay que señ alar que realizar un diagnó stico adecuado de este trastorno, sobre todo
cuando los síntomas simulados son los de una enfermedad psicoló gica o psiquiá trica
resulta difícil. 

En estos casos también suele existir una elevada comorbilidad con otros trastornos
mentales, por lo que en ocasiones es complicado diferenciar cuá les de los síntomas son
reales y cuá les son facticios.

Un trastorno facticio puede confundirse por ejemplo con otro tipo de trastorno mental
llamado somatomorfo. Sin embargo, si una persona tiene un trastorno somatomorfo, no
simula estar enferma. La persona realmente cree que tiene un problema físico, aunque los
síntomas se deben realmente a problemas psicoló gicos. La  hipocondría es un ejemplo de
un trastorno somatomorfo. Una persona que tiene hipocondría teme que un síntoma físico
menor, real o imaginario, sea signo de una enfermedad grave.

Por otra parte, la apreciació n de que un síntoma se ha producido de manera intencionada


es posible tanto por comprobació n directa como por la exclusió n de otras causas. Por
ejemplo, un individuo que acude por la presencia de sangre en la orina y se descubre que
tiene anticoagulantes y niega haberlos tomado, mientras los aná lisis de sangre
demuestran lo contrario. Cabe pensar, pues, que si no existe prueba alguna de ingestió n
accidental, el paciente ha ingerido intencionadamente este tipo de fá rmacos. Hay que
resaltar también que la presencia de síntomas facticios no excluye la coexistencia de
síntomas físicos o psicoló gicos verdaderos.

Importante tener claro que los trastornos facticios son distinguibles de los actos de
simulació n. En la simulació n el paciente también produce los síntomas de modo
intencionado, pero su objetivo es fá cilmente reconocible cuando se conocen sus
circunstancias. Por ejemplo, la producció n de síntomas de manera intencionada para
evitar realizar un parcial. De manera semejante, un enfermo mental hospitalizado puede
simular la agravació n de su enfermedad para evitar su traslado a otra institució n menos
deseable, produciendo así un acto de simulació n. En cambio, en el trastorno facticio existe
una necesidad psicoló gica de asumir el papel de enfermo, aunque haya ausencia de
incentivos externos para tal comportamiento, y buscando bá sicamente beneficiarse del rol
de “enfermo”. Por lo cual se puede decir que la conducta es voluntaria pero no puede
controlarse, es decir, hay algo de motivació n inconsciente.

Hay que destacar que un acto de simulació n puede considerarse adaptativo bajo ciertas
circunstancias (p. ej., en situaciones hostiles), en cambio el diagnó stico del trastorno
facticio implica siempre un determinado grado de psicopatología.

Resumiendo la contestació n de la pregunta inicial podríamos decir entonces, que la


característica esencial del Trastorno Facticio seria entonces la producció n intencionada de
signos o síntomas físicos o psicoló gicos. La sintomatología puede ser inventada (p. ej.,
cuando el paciente se queja de dolor abdominal sin padecerlo), autoinfligida (p. ej., en el
caso de abscesos o acumulació n de pus producidos por la inyecció n de saliva debajo de la
piel), puede ser una exageració n o exacerbació n de un trastorno físico preexistente (p. ej.,
la simulació n de un ataque de grande mal cuando se poseen antecedentes de crisis
epilépticas), o puede ser una combinació n o variació n de todas las anteriores. Para que se
produzca este trastorno, el paciente debe asumir totalmente el papel de enfermo y
ademá s, no hay incentivos externos que justifiquen los síntomas (p. ej., una ganancia
econó mica, evitar la responsabilidad legal o mejorar el bienestar físico, como en los actos
de simulació n).

Teniendo las características bá sicas de este trastorno, nacería el siguiente interrogante:

¿Existe algún tipo de indicadores claves que sugieran la presencia del trastorno
Facticio en un paciente?

Podríamos decir que las personas que presentan este trastorno por lo general explican su
historia con un aire extraordinariamente dramá tico, pero en cambio son sumamente vagas
e inconsistentes cuando se les pregunta con má s detalle. El paciente suele dejarse llevar
por una tendencia a mentir incontrolable y patoló gica, que llama la atenció n del
entrevistador y que se refiere a cualquier aspecto de su historia o síntomas. A menudo,
estos pacientes tienen un amplio conocimiento de la terminología médica y de las rutinas
hospitalarias. Son muy frecuentes las quejas de dolor y las demandas de analgésicos.
Después de que una intensa exploració n de sus principales molestias haya resultado
negativa, a menudo empiezan a quejarse de otros problemas físicos y producen má s
síntomas facticios. Las personas que padecen este trastorno suelen ser objeto de mú ltiples
exploraciones e intervenciones quirú rgicas. Cuando se encuentran en el hospital tienen
por lo general muy pocos visitantes. Cuando se les confronta con la evidencia de sus
síntomas facticios, estos pacientes o bien los niegan, o abandonan rá pidamente el hospital,
incluso en contra de la prescripció n médica. Con mucha frecuencia suelen ser admitidos en
otro hospital el mismo día. El curso de sus hospitalizaciones a menudo les lleva a
numerosas ciudades y países.

Dicho los anteriores indicadores claves que sirven para sospecha del trastorno facticio en
un paciente y ademá s reconociendo la similitud con otros trastornos mentales, me surge el
siguiente interrogante: ¿Existe algún tipo de diagnostico diferencial?
El trastorno facticio debe distinguirse de la enfermedad física verdadera y del trastorno
mental verdadero. Las sospechas deben despertarse en seguida cuando se produzca
cualquier combinació n de los síntomas siguientes en una persona hospitalizada: un cuadro
clínico dramá tico o atípico que no pertenece a una enfermedad física o mental
identificable, síntomas o comportamientos que aparecen cuando el individuo es
observado, seudología fantá stica, comportamiento antisocial en la sala de hospitalizació n
(falta de cumplimiento de las reglas y normas hospitalarias, discusiones excesivas con las
enfermeras y médicos), conocimiento excesivo de la terminología médica y rutinas
hospitalarias, consumo encubierto de fá rmacos, mú ltiples intervenciones terapéuticas (p.
ej., cirugía, electroshock), historia intensa de viajes, pocos o ningú n visitante durante la
hospitalizació n y curso clínico fluctuante con producció n rá pida de complicaciones o de
nueva patología una vez las exploraciones iníciales resultan negativas.

Un diagnostico diferencial clave es que en los trastornos somatomorfos existen también


molestias físicas no debidas a un trastorno físico verdadero, pero los síntomas no se han
producido intencionadamente. La simulació n se diferencia del trastorno facticio en que
existe un incentivo externo. Los simuladores pueden buscar la hospitalizació n
produciéndose síntomas en un intento por obtener compensaciones, escaparse de la
justicia o simplemente tener una cama para dormir. Sin embargo, en este caso, los
objetivos son generalmente aparentes y los pacientes pueden detener los síntomas cuando
ya no les son ú tiles.

Dicho lo anterior y comprendiendo la complejidad del trastorno, surge un ú ltimo


interrogante que serviría igualmente para concluir:

¿Por qué es de importancia entonces para el psicólogo clínico del hospital el


conocimiento de este trastorno mental?

Es de vital importancia, ya que a menudo, acuden al servicio de urgencias pacientes con


quejas somá ticas que no obedecen a una causa orgá nica clara. Por lo tanto, si el médico
examinador, determina que no existe una causa física para los síntomas, puede remitir al
paciente a este experto en salud mental.

La clave para tratar con éxito a estos pacientes, seria la de considerar un diagnó stico
diferencial amplio y realizando una entrevista adecuada.

Por otro lado, no debe olvidarse que los pacientes psiquiá tricos o con problemas
psicoló gicos tienen tantas probabilidades de padecer trastornos médicos reales como
cualquier otra persona. Descartar de pleno, exploraciones físicas en este tipo de pacientes
cuando sean realmente necesarias, puede considerarse una negligencia.

Por lo tanto, seria importante investigar los síntomas inicialmente, como si estuvieran
causados por una enfermedad médica y mantener un sano escepticismo, especialmente
cuando algunos aspectos de la presentació n clínica sean inusuales o poco convincentes.

Muchas Gracias
Referencias

http://www.cfnavarra.es/salud/PUBLICACIONES/Libro%20electronico%20de%20temas%20de
%20Urgencia/17.Psiquiatricas/Somatizacion.pdf

http://es.wikipedia.org/wiki/Manual_diagn%C3%B3stico_y_estad
%C3%ADstico_de_los_trastornos_mentales#Definici.C3.B3n_de_trastorno

http://148.228.156.172/DSMIV/DSMIV/TFACTICI.PDF

http://www.mbmc.org/healthgate/GetHGContent.aspx?token=9c315661-83b7-472d-a7ab-
bc8582171f86&chunkiid=177923

Вам также может понравиться