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PRIMERA PARTE:HISTORIA DE UN DESCUBRIMIENTO

CAPÍTULO I

CAMINO DE VENTA MICENA

Gracias a la vida que me ha dado tanto

Violeta Parra

El tiempo lo da y lo quita todo; todo cambia, pero nada perece

Giordano Bruno

En 1969 se inauguró el Instituto de Paleontología "Dr. M. Crusafont" en el


que me inicié como paleontólogo y al que aún sigo vinculado. La Paleontología
Humana en España gravitaba en buena parte sobre esta institución, gracias al
hallazgo, por el Dr. Crusafont en el Valles y Penedés, de primates fósiles del
Mioceno. Eran los famosos restos de driopitécidos, unos primates parientes nuestros
indirectos y muy lejanos, expuestos en una vitrina que ocupaba un lugar de
privilegio en el Instituto. Vitrina que, por otra parte, me atraía de manera singular.
Por aquellos años deseaba fervientemente localizar nuevos restos de estos póngidos
en Can Llobateres u otros yacimientos.
En España eran escasos los restos humanos fósiles. Además del famoso
cráneo neandertalense de Gibraltar, sólo se conocían la mandíbula de Banyoles, el
parietal de Xátiva, el humero de Lezetxiqui, el frontal de Pifiar y algunos dientes
neandertalenses sueltos. El material era escaso comparado con los restos fósiles de
Francia, Italia o Alemania, donde nuestra ciencia tenía una gran tradición. En este
contexto, los driopitécidos brillaban con gran resplandor, eran los más emblemáticos
de toda España y los más conocidos a escala internacional.
El primer fósil humano que se encuentra en la península Ibérica es el de
Gibraltar.Lo encuentra Leiut en 1848 y lo estudia Fusté en 1956 que lo sitúa entre
los Horno sapiens neandertalensis. Este hallazgo es anterior al realizado en el
valle de Neander (Alemania) por lo que pasa desapercibido a la comunidad científica
de su época. El siguiente descubrimiento se realizó en Banyoles (Gerona), donde
en 1887, el farmacéutico Pere Alsius, gracias a las indicaciones de un obrero,
encontró una mandíbula completa estudiada por Cazurro en 1900, Harlé en 1914
( hablaré de este paleontólogo más tarde), Hernandez Pacheco y Obermaier en

EL HOMBRE DE ORCE 19
1915, Bonarelli en 1916, Sergi en 1917, Alcobe en 1958, M. De Lumley en 1966,
A. Pérez-Pérez y Lalueza en 1990.

En 1888 se encontraron en Torralba (Soria) los primeros mamíferos fósiles,


aunque las primeras excavaciones no se realizaron hasta 1909 por el marqués de
Cerralbo, continuando periódicamente hasta 1911. En este cazadero prehistórico
no se han encontrado nunca restos humanos, sin embargo su importancia ha sido
muy grande ya que hasta hace muy poco, era uno de los lugares de ocupación
humana más antiguos de Europa en los que se podía estudiar con detalle los hábitos
cazadores de nuestros antepasados del Pleistoceno medio. En 1961 Clark Howell
realizó sus primeras excavaciones sistemáticas con metodología moderna.
El siguiente hallazgo es de 1933 en Co ya Negra de Bellus, cerca de Jativa
(Valencia), donde P. Gonzalo Viñes encontró un parietal adulto estudiado por él
mismo en 1947, por Fuste en 1953 y por M. De Lumley en 1966 que lo considera
"anteneardentaliense.".
Durante las excavaciones realizadas en los años 1954-55, el arqueólogo suizo
Spahni. descubrió en la Cueva de la Carigüela, de Pifiar (Granada), dos fragmentos
de parietales de adulto y uno infantil que han sido estudiados por García Sánchez
en 1950 y 1960. También por M. De Lumley que lo considera un neandertal
reciente.

En 1976 Trinidad Torres explorando la Cueva de Atapuerca (Burgos) encontró


unos fragmentos de mandíbulas humanas. Los primeros estudios los realizan Aguirre
y M.A. de Lumley, que los consideran sapiens arcaicos. A partir de este año,cuando
encuentro con Agustí y Narciso Venta Micena, los descubrimientos aumentan
considerablemente.

El paleontólogo con más proyección nacional e internacional era el Dr. Miguel


Crusafont, catedrático de Paleontología en Oviedo primero, y en Barcelona después
y fundador del Instituto de Paleontología ubicado en Sabadell. Su línea de
investigación preferida eran los primates. Los buscó y encontró en varios yacimientos
del Eoceno prepirenaico y en el Mioceno de la depresión del Vallés-Penedés.
Colaboré con él en muchas campañas durante 18 años. Publicó numerosos artículos
científicos sobre primates y también muchos trabajos teóricos dedicados a la
evolución humana.
Una de sus más importantes aportaciones en este campo fue introducir en la
ciencia y sociedad española los primeros debates científicos sobre temas evolutivos
muy conflictivos en aquellos años. Y lo hizo de la única manera posible: a través
de la visión finalista preconizada por el paleontólogo y sacerdote jesuita Pierre

20 JosÉ GTBERT
Theilhar de Chardin. El libro que mejor representa su pensamiento es La Evolución
1Crusafont, Aguirre, Melendez, Editores, BAC, 1966 l a edición, 1974, 2a edición.
Hay otras dos ediciones en 1976 y 1986). En él se resume el modelo de evolucionismo
finalista que dominó hasta finales de los setenta. Crusafont tuvo presente los
grandes descubrimientos realizados en estos años en África por Louis y Mary
Leakey, en Java por von Koenigsval, que visitó Sabadell y en Pakistán por Simons
y Pilbean que trabajaron en Cataluña en colaboración con el Instituto.
El Dr. Emiliano Aguirre, fue el otro paleontólogo español que bajo la misma
perspectiva que Crusafont, animó el debate evolucionista. Aguirre fue un gran
viajero, estuvo África con los Leakey, Tobias, y Clark y tuvo la oportunidad de
estudiar en directo algunos fósiles. Estos contactos le permitieron divulgar en
España nuevas ideas evolutivas animando el debate.
Entorno a Crusafont y Aguirre nos formamos varios paleontólogos de
vertebrados tanto en Sabadell como en Madrid. No éramos muchos y nos sentíamos
auténticos colegas en el mejor sentido de la palabra. Eran tiempos de formación y
esperanza. En mi caso de gran idealismo y utopía. Desgraciadamente aquella etapa
pasó, aunque quedan en el recuerdo muchas vivencias, anécdotas y momentos
felices en los que primaba la colaboración.
La discusión científica sobre Paleontología Humana o evolución era muy
limitada. El paradigma dominante del finalismo permitía pocas variantes. La
renovación vino del campo de la biología. El ensayo del Premio Nobel Jaques
Monod denominado "Azar y Necesidad" publicado en español en 1971 tuvo amplias
repercusiones. Crusafont replicó este trabajo en una memorable conferencia a la
que asistí y que se publicó con el título "Evolución:azar o direccionismo". La
apertura ideológica estaba asegurada. Era el principio del fin del paradigma
dominante. Los genéticos españoles, muy callados hasta entonces, no dudaron en
apoyar las tesis neodarwinistas de Mayr, Dobzhanky y otros. Simpson, el gran
paleontólogo neodarwinista, que visito Sabadell, y se carteó profusamente con
Crusafont empezó a ser traducido, divulgado y leído. Una nueva generación de
científicos tomaría el relevo con métodos e ideas ya homologados con la ciencia
universal.
Pero la situación científica en España era bastante deplorable. En el año 1970
existían apróximadamente 2.000 científicos, menos de 10 investigadores por cada
100.000 habitantes (110 en Gran Bretaña y Alemania, 40 en Italia) y la inversión
en investigación no superaba el 0,2 % del PIB (2,5 en Francia, 1,3 en Italia, 0.17
en Grecia). Los investigadores en paleontología de vertebrados se contaban con


EL HOMBRE DE ORCE
los dedos de una mano. En 1969 se inauguró el Instituto de Paleontología
dependiente de la Diputación de Barcelona en el que trabajábamos de manera
altruista, junto al Dr. Crusafont, la Dra. Golpe, el Dr. Pons (que muy pronto se
trasladó a la Universidad Autónoma de Barcelona), la Dra. Casanovas, el Dr.
Santafé y quien esto escribe. En el Museo Nacional de Ciencias Naturales y las
universidades de Madrid estaba el otro núcleo importante con las Drs. N. López,
D. Soria, J. Morales, J.L. Sanz, Alberdi.

BUSCANDO LA OPORTUNIDAD

En este contexto científico leí mi doctorado en 1973 sobre insectívoros fósiles,


concretamente el 20 de diciembre, el mismo día que asesinaron a Carrero Blanco,
Vicepresidente del Gobierno y hombre destinado a suceder a Franco. Me enteré
del atentado durante el viaje de San Feliu del Racó a Barcelona en el que me
acompañaban mi mujer Pepa y mi suegro. Llegarnos a Barcelona y la Universidad
estaba cerrada, no me dejaban entrar ni argumentando que debía leer el doctorado,
por suerte pasó por el vestíbulo mi compañero y amigo el Dr. Angel López Soler
que convenció a los conserjes de mi condición de doctorando y pude acceder a la
sala donde ya estaba reunido el tribunal. Dadas las circunstancias éramos muy
pocos. La tesis se leyó y fue aceptada. Ya era doctor.
Crusafont. se guía una política científica muy particular. Quería revisar todos
los grupos taxonómicos. por lo que los objetivos de las tesis que diri g ia eran
simples y quedaba reflejado en sus títulos: "Los Suidos fósiles de España .. 1Dra.
Golpe), "Rinocerontidos fósiles de España . ' (Dr. Santafé). "Insectívoros fósiles de
España", (Dr. Gibert). Yo no escogí estudiar este grupo. fue una su gerencia de
Crusafont. Los insectívoros es un grano de fósiles de escasa relevancia pues carecen
de utilidad bioestratigráfica v paleoecolóica. exce pto. Quizás. los d_rnilidos un
grupo curioso dotado de dientes enormes que sobre p asan las mandíbulas y los
maxilares. Por otra parte eran muy difíciles de extraer de los sedimentos. Teníamos
que emplear el método de lavado-tamizado. en el que me hice experto. Por este
procedimiento se lavan los sedimentos obteniendo un concentrado que
posteriormente debe observarse al binocular para separar los dientes del resto de
ganga. Por cada diente de insectívoro extraíamos aproximadamente diez o más.
pertenecientes a roedores que estudiaban los paleontólogos franceses. Mi tesis
sirvió, entre otras cosas, para aumentar el patrimonio de insectívoros, pero sobretodo
para proporcionar material gratuito a mis colegas galos.

22 JosÉ GTBERT
es-.a er ca recuerdo mis relaciones con el Dr. Hans de Bruijn de la
- - e- e 1----echt que me ayudó mucho, tanto en los trabajos de campo,
71,205 derivados de la bioestratigrafía, me introdujo en el mundo
l'alcontología, realicé las primeras fotografías al microscopio
_ r-.-e -1:cc en su universidad y gracias a él publiqué extensos resúmenes de mi

el:e istas internacionales relevantes. En esta época conocí a muchos


,ozos como los Drs. van der Meulen , Sondaar, Remer Daams de Utrech,
Feifar de Praga; Talher y Michaux de Montpelier, Lavocat de París ,
Engesser y Hurzeler de Basilea, Tobien de Alemania, Saimons de Yale,
PeTer Robinson de Colorado.

Mis trabajos sobre mamíferos mesozoicos e insectívoros no tenían futuro. Me


su-‘ leron para conocer la metodología, explorar las cuencas terciarias de España- lo
rae me proporcionó una gran experiencia-, aplicar nuevas técnicas, publicar algunos
datos sobre sistemática y bioestratigrafia, asistir a algunos congresos y conocer el
mundo europeo de la paleontología de vertebrados. Necesitaba buscar alternativas.

DESCUBRIMIENTO DE VENTA MICENA

En 1976 convencí a Crusafont para que ampliáramos nuestros horizontes hacía


el cuaternario, que era un período de tiempo muy interesante y muy poco conocido
en España. El Instituto se había especializado en el Mioceno (25-6 millones de
años) (Tabla 1) cuyos sedimentos abundaban el Vallés-Penedés, dos cuencas
próximas a Sabadell y , en menor medida en el Eoceno del Pirineo. En los
sedimentos del Mioceno se encontraban los driopitécidos que eran la gloria de la
institución. Crusafont era reacio al Cuaternario, había publicado algunos datos
pero, en general le gustaba lo viejo. La suerte me fue propicia y con el nuevo
Land Rover del Instituto, 30.000 pesetas y la compañía del joven Jorge Agustí,
que se iniciaba en las tareas paleontológicas de campo y mi buen amigo Narciso
Sánchez, un excelente e intuitivo prospector, desgraciadamente fallecido
prematuramente, nos dirigimos hacia el sur.
Cuando Crusafont me preguntó dónde encontraría fósiles en el cuaternario,
no dude en exponerle las cualidades de los sedimentos de Andalucía. El Dr. Antonio
Ruíz Bustos había terminado su tesis sobre los importantes yacimientos cuaternarios
de Cúllar, situados en un extremo de la depresión de Baza, por lo que la potencial
riqueza paleontológica de esta zona era evidente. Mi intención era explorar zonas
de Almería próximas a la depresión, pero conforme nos adentrábamos nos dábamos
cuenta de la importancia de los sedimentos de la depresión de Baza.

EL HOMBRE DE ORCE 23
Millones
de años Tipos de hominidos
0,1
► H.sapiens sapiens
► H. heidelbergensis
► Extincion de P.robustos y Z.boisei

H.erectus

2 H.ergaster
P robustos, Z.boisei, Paetiopicus
H.habilis, H.rudolfensis
A.fricanus
3 P. afarensis
► P.africanus, K.platyops
_4
• P.anamensis

_5
Orrorin, Sahelanthropus
-9 ► Ultimas Dryopithecus

-10 ► Sivapithecus

Primeros representantes del genero


Dryopithecus y Kenyapithecus

Tabla 1.- Periodos geológicos. Principales géneros y especies de homínidos

JOSE GIBERT
CAMINO DE VENTA MICENA

Después de explorar inútilmente las formaciones cuaternarias circundantes,


nos detuvimos en Cúllar y encontramos varios niveles con micromamíferos en la
base de la formación. Lavamos algunos días y continuamos la exploración hacia
el norte. Nos detuvimos en Galera en la terraza de un bar situado junto al antiguo
puente llamado "Tutugí", y realicé un esquema geológico simple de nuestra posición
en relación con las formaciones cuaternarias que veíamos. Estábamos en un gran
lago y para encontrar fósiles debías seguir por alguno de sus antiguos bordes
donde se podían encontrar antiguas playas, pantanos y desembocaduras de ríos
que permitieran acumular fósiles. Seguimos por el limite norte de la Sierras de
Orce y María hasta llegar a Venta Micena. El antiguo lago terminaba allí; debíamos
adentramos en él.
Con el todoterreno nos fue fácil seguir los caminos con el fin de localizar
capas negras reductoras que conservan muy bien los huesos. Por fin vimos un
pequeño nivel junto a la cueva de Tomás Serrano, bajamos del coche en un estado
de gran emoción, pues creo que Narciso y yo intuíamos la proximidad de los
huesos. Dejamos el coche junto a la capa negra por lo que sólo fue necesario
recorrer cuatro o cinco metros hasta encontrar el primer resto. Había numerosos
fósiles, toda la ladera estaba repleta de fragmentos óseos, pero lo curioso es que
no procedían del estrato negro sino del paleosuelo superior, ¡era increíble! Con
Narciso ya habíamos encontrado un yacimiento con abundantes restos en el Pirineo
llamado Roc de Santa, que fue objeto de la tesis de la Dra. Casanovas, pero Venta
Micena lo superaba, con mucho, en riqueza y variedad. La alegría fue grande.
A la puertas de la cueva se asomó Mariana, esposa de Tomás, que estaba en su
interior. Nuestro aspecto debía ser sospechoso, quizá por nuestras barbas, y la
cueva se encontraba retirada de Venta Micena, una pedanía de Orce situada en
medio de inmensas llanuras casi desérticas y escasamente pobladas. Mariana y
Tomás debían ser, necesariamente, precavidos con los extraños. Al acercarme,
Mariana me pregunto "si era un chamarilero lorquino". Me sorprendió que me
confundieran con un comerciante de Lorca que compraba, vendía e intercambiaba
mercancías. Le contesté que era un científico catalán, le enseñé los fósiles que
habíamos recogido y me dijo que su marido había encontrado algunos parecidos.
Entramos en la cueva, que era y sigue siendo magnifica; la desconfianza ya había
desaparecido, pues Tomás nos enseñaría sus hallazgos. Después de los saludos, se
adentró en una habitación interior y volvió con una pequeña caja de cartón, muy
pequeña, llena de fósiles y empezó a relatarme, con un lenguaje muy singular, el

EL HOMBRE DE ORCE 25
origen de sus descubrimientos. La frase era más o menos así: " cada noche, cuando
iba a encerrar las ovejillas en el corral, al descender por la ladera, las piedras se
me representaban huesos".
Tomás había encontrado algo singular en su finca. Corno buen observador de
la naturaleza adivinaba su rareza y le parecían huesos, pero no podía comprender
como estaban tan mineralizados y depositados en el interior de una roca. Me
comentó, en varias ocasiones, que se los mostró a los maestros de Orce que, más
o menos, lo tomaron por raro. También se los llevó a Granada para enseñarlos a
los técnicos del Museo Arqueológico con resultado negativo y al Museo de Ciencias
Naturales de Madrid, donde tampoco lo atendieron. No le hacían caso ni le sacaban
de dudas. Nuestra llegada fue providencial. Le explicamos el proceso de fosilización,
que su finca estaba próxima a un antiguo lago, que en las charcas morían animales
y que, atrapados en el barro, podían fosilizarse y conservarse muchos siglos, hasta
15.000 (Tomás contaba por siglos).
A partir de este momento hablé mucho con él durante las campañas de
excavación y en mis visitas a Orce. Siempre me preguntaba cosas y una muy
sorprendente que me repetía con insistencia, pues mis respuestas no debían
satisfacerle, era la siguiente: "Si usted dice que en Venta Micena había un lago ¿
por donde se ha marchado el agua?, ¿dónde esta el tapón, que bloquea la salida? ".
A pesar de su notable inteligencia nunca conseguí explicarle el proceso geológico
de formación y desecación del lago.
Así pues, Venta Micena, fue descubierta dos veces: la primera por Tomás
Serrano y la segunda por nosotros. Tomás lo dio a conocer a los maestros y al
Museo Arqueológico, con poco éxito, nosotros a la ciencia con nuestras
publicaciones.
Durante el resto de los días, algo más de una semana, nos dedicamos a recoger
fósiles, llenando el Land Rover a tope. Comíamos en la cueva y dormíamos en
Cúllar, en el Hotel Los Ángeles. Las comidas de Mariana eran las derivadas de la
cultura del trigo y del cerdo. Amasaba pan en el horno para comer y cuando estaba
seco hacía migas con los restos. Así la comida era simple: primer plato migas de
harina o de pan seco, segundo plato, cerdo variado y de postre un tomate. Siempre
recordaré estas comidas y la cuidadosa economía que regía la vida de Tomás y
Mariana. Con pocas hectáreas de secano consiguieron vivir y dar carrera a su hijo.
Una última anécdota: tenían un gran respeto por el agua. Llenaban las tinajas en
las fuentes de Venta Micena (hoy secas) a kilómetro y medio de la cueva. El
transporte y cuidado del agua era un ritual y su consumición cuidadosa. Cuando

JosÉ GIBERT

_ ae nosotros se lavaba las manos, Tomás vertía el agua y


_ palangana para poder regar los almendros de la era.
- exacta. Disponía de un número concreto de conejos,
- - - - s eue podía alimentar con la escasa cosecha de cereales. Las
et-an un lujo. Fabricaba buena parte de sus útiles, cuerdas, cestos
- esparto. Era un gran experto. Conservo, con respeto, varios útiles
Su última creación era una mano de esparto que para él tenía un

7.. _
r inatta con asombro el cielo y me preguntaba si sería una referencia para
- =ntepasados. En su opinión estos avanzaron lentamente y colonizaron
con paciencia. Miraban al cielo para no perderse y fijar posiciones que les
t-e-ieran retroceder. Según Tomás caminaban tres días y retrocedían uno, así
_:__-can mejor el camino y sus peligros.
Según él, el suelo de Venta Micena era prodigioso, pues le había curado de
_Ina extraña enfermedad al finalizar la guerra del 36. El medico le recomendó
descanso y baños de sol que tomaba tumbado en el sedimento blanco al que atribuía
In-andes propiedades.
Cuando encontramos unos restos humanos en la Cueva de la Umbría, que
atribuimos a neandertales, enseguida se interesó, subió con nosotros a lo alto de
Sierra Umbría y empezó a realizar cálculos complejos entre las distancia de la
cuera y el yacimiento. Intentaba buscar relaciones espaciales y temporales con las
que llenar el vacío entre neandertales y el "Hombre de Orce" pues ya conocía,
gracias a los libros que le proporcionaba, los diferentes fósiles humanos, sus
características, situación e edad cronológica. Según sus deducciones, en Orce,
había más restos humanos. lo que. muy probablemente, es cierto.
Quería su finca. su yacimiento y sus fósiles casi tanto como yo y esperaba
que Venta Micena fuera un yacimiento emblemático, muy conocido y respetado.
Nuestro trabajo. en cierta manera. se proyectaba en él, casi como sí fuera de suyo.
De hecho en las primeras exca\ aciones participaba activamente, conocía los
nombres de los excavadores \ lie \ cha una interesante libreta donde los visitantes,
a los que atendía con mucho interés. expresaban sus opiniones.

PRBIER VIAJE A GRANADA

Ense guida nos dimos cuenta e e la importancia del yacimiento y decidimos


unicarselo a la Dra. AsenciOn Linares Catedrática de Paleontología de la

- -- 27
Universidad de Granada y al Dr. Antonio Ruiz Bustos que también era profesor de
la Universidad y especialista en vertebrados fósiles.
Narciso tenía familia en Granada. Había nacido en Trevélez pero muy pronto
emigró a Sabadell y no había vuelto nunca a su pueblo natal. Narciso estaba muy
emocionado con el viaje a Granada y quería que nos alojáramos en casa de su
familia. La primera llegada a Granada fue muy emotiva, era la primera vez que
pasaba el Puerto de la Mora y desde la carretera veía la Alhambra. Llegamos tarde
al barrio de El Realejo, dejamos las maletas y nos dimos un paseo por la ciudad.
Recuerdo que nos tomamos un whisky en algún bar de la Gran Vía. Pasé la noche
fatal y me puse enfermo, por lo que al día siguiente, de buena mañana, me hospedé
en el hotel Maciá y solicite los servicios de un médico. No debía ser muy grave
pero no estaba bien, así que no recuerdo la conversación con Antonio, pero sí que
nos vimos en la Plaza Nueva y le comunicamos el descubrimiento quedando en
colaborar.
Narciso conoció Trevélez y nos marchamos a Sabadell. El viaje fue placentero
y largo. En aquella época los desplazamientos de Barcelona a Granada eran
interminables y más con un Land Rover. Dormimos en un hotel de Cullera, junto
al mar. Estaba muy contento, la expedición había sido un éxito. La paleontología
del cuaternario prometía, y quizás se me abrirían nuevas posibilidades de
investigación, ¿cómo reaccionaría Crusafont?

LLEGADA A SABADELL Y A MADRID

Crusafont estaba en la sala de preparación con Pedro Arís, el restaurador del


Instituto. Subí con las cajas de fósiles, las abrí, desenvolví varios huesos y se los
mostré. Arís aún me recuerda la reacción de Crusafont. Se enfadó: eran huesos
muy recientes ¡subfósiles!, exclamó. No le interesaban. No me decepcioné, lo
más lamentable es que su rechazo retrasaba otra expedición al sur, pero estaba
seguro de encontrar tiempo y dinero para seguir investigando Venta Micena. El
descubrimiento era un hecho y había mucho trabajo por hacer. Pero tardamos tres
años en volver... y varios en publicar la fauna.
A principios de octubre estaba prevista una reunión sobre el Mioceno en Madrid
a la que asistí. Estabamos entre otros, Nieves López, Carmen Sesé, Hans de Bruijn
y Emiliano Aguirre. Me interesaba comunicar mi descubrimiento a Hans, pero al
igual que a Crusafont, no le interesó en exceso. El Neogeno dominaba el panorama
científico de la paleontología española.

JosÉ GIBERT
Pero esta reunión nos
reservaba una importante
sorpresa. Aguirre nos enseñó la
mandíbula encontrada en
Atapuerca por el Dr. Trinidad
Torres durante el verano. Me
causó una gran sensación. Así que
en el verano de 1976 se
realizaron en España dos
importantes descubrimientos: los
primeros restos humanos de
Atapuerca y el yacimiento de
Venta Micena.

SEGUNDA VISITA

Con la llegada de la
democracia, la ciencia española
se empezó a normalizar. Un paso
decisivo fue la concesión de
Figura 1.- Mi hijo Luis en el ario 1979 recogiendo subvenciones por parte del
sedimento de Venta Micena Ministerio de Educación y
Ciencia (hoy Ciencia y Tecnología), a grupos de científicos para desarrollar
programas sectoriales trianuales. Crusafont se decidió a solicitar uno y me encargó
la redacción del Proyecto. Lo presentamos y nos fue concedido creo que por un
importe de cuatro millones de pesetas, que entonces era una respetable cantidad de
dinero y Crusafont me responsabilizó de su desarrollo. El objetivo fundamental
era la excavación de Can Llobateres, que efectuarnos con notable éxito pues
obtuvimos ocho preciosos dientes de driopitecidos que nunca pude estudiar ni
publicar.
Con parte del dinero procedente de este proyecto, en verano de 1979,
prospectamos la cuenca de Fortuna (Murcia) donde encontrarnos varios yacimientos
de macro y micromamíferos, algunos de los cuales publiqué conjuntamente con
Agustí. En aquella campaña participábamos Agustí, Moyá Solá, Pons Moyá y yo
mismo. Éramos muchos para lavar, por lo que Moyá Solá y Pons Moyá se fueron
a Venta Micena a retornar los trabajos. Tomás los recibió bien y aumentó la colección
de fósiles. Este mismo año, en septiembre volví a Orce acompañado de mi hijo
Luis (Fig. 1). Mi preocupación era delimitar el yacimiento, es decir, comprobar si

EL HOMBRE DE ORCE 29
se trataba de una acumulación puntual, modelo Roc de Santa, o se prolongaba en
extensión y había más yacimientos. En esta campaña, mi hijo y yo encontramos
Barranco León y por primera vez me di cuenta de la grandeza de la cuenca.
También lavamos sedimentos en el pequeño riachuelo que nacía en Venta Micena
y que pasaba por la finca de Tomás (hoy esta casi seco). A éste le interesó el
proceso de lavado que intentó reproducir con latas y conductos variados. Su
curiosidad no tenía límites.

TERCERA Y DEFINITIVA VISITA

En 1982 era Catedrático de Ciencias Naturales del Instituto Egara


(Mancomunidad Sabadell-Tarrasa), donde daba clases nocturnas a los alumnos.
Durante el día mi trabajo se desarrollaba en el Instituto de Paleontología. Carmina
Graells, Catedrática de Ciencias Naturales en el Instituto Pau Vila de Sabadell me
sugirió realizar un campo de trabajo para alumnos de Tercero de Bachillerato y
COU. Inmediatamente pensé en Venta Micena. Ante la falta de recursos era una
buena alternativa para continuar las excavaciones. Solicitamos subvenciones a los
ayuntamientos de Sabadell y Tarrasa que nos concedieron, creo, 16.000 pesetas
cada uno; con este dinero. más una pequeña aportación de los alumnos, se montó
el campo. Comíamos en la cueva de Tomás y dormíamos en tiendas de campaña y
una roulotte para mi familia en Fuencaliente, una piscina natural rodeada de arboles,
situada en el vecino pueblo de Huesear. Agustí y Moyá se alojaban en el Hotel
Andalucía de la calle Morote (hoy desaparecido).
Trabajamos intensamente durante dos semanas. La convivencia fue magnífica.
Una gran experiencia docente y también científica, pues entre los numerosos fósiles
extraídos había uno muy singular que se asemejaba a la región lambdoidea de un
cráneo humano. Lo excavaron los alumnos Jordi Carbonell y Dolores López;
recuerdo muy bien sus caras. Se lo enseñaron a Salvador Moyá que estaba junto a
ellos y enseguida se emocionó, pues inmediatamente lo identificó como humano.
Yo lo vi más tarde y pensé que si era humano, tendríamos muchos problemas. No
me entusiasmé mucho.

30 JosÉ GIBERT

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