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Tectónica de placas

La tectónica de placas (del griego τεκτων, tekton, "el que


construye") es una teoría geológica que explica la forma en que está
estructurada la litosfera (la porción externa más fría y rígida de la
Tierra). La teoría da una explicación a las placas tectónicas que
forman la superficie de la Tierra y a los desplazamientos que se
observan entre ellas en su deslizamiento sobre el manto terrestre
fluido, sus direcciones e interacciones. También explica la formación
de las cadenas montañosas (orogénesis). Así mismo, da una
explicación satisfactoria de por qué los terremotos y los volcanes se
concentran en regiones concretas del planeta (como el cinturón de
fuego del Pacífico) o de por qué las grandes fosas submarinas están
junto a islas y continentes y no en el centro del océano.

Vectores de velocidad de las placas tectónicas obtenidos mediante


posicionamiento preciso GPS.

Las placas tectónicas se desplazan unas respecto a otras con


velocidades de 2,5 cm/año1 lo que es, aproximadamente, la velocidad
con que crecen las uñas de las manos. Dado que se desplazan sobre
la superficie finita de la Tierra, las placas interaccionan unas con otras
a lo largo de sus fronteras o límites de provocando intensas
deformaciones en la corteza y litosfera de la Tierra, lo que ha dado
lugar a la formación de grandes cadenas montañosas (verbigracia los
Andes y Alpes) y grandes sistemas de fallas asociadas con éstas (por
ejemplo, el sistema de fallas de San Andrés). El contacto por fricción
entre los bordes de las placas es responsable de la mayor parte de los
terremotos. Otros fenómenos asociados son la creación de volcanes
(especialmente notorios en el cinturón de fuego del océano Pacífico) y
las fosas oceánicas.


Placas existentes

Principales placas tectónicas.

Existen, en total, 15 placas :

• Placa Africana
• Placa Antártica
• Placa Arábiga
• Placa Australiana
• Placa de Cocos
• Placa del Caribe
• Placa Escocesa(Scotia)
• Placa Euroasiática
• Placa Filipina
• Placa Indo-Australiana
• Placa Juan de Fuca
• Placa de Nazca
• Placa del Pacífico
• Placa Norteamericana
• Placa Sudamericana

Estas, junto a otro grupo más numeroso de placas menores se


mueven unas contra otras. Se han identificado tres tipos de bordes:
convergente (dos placas chocan una contra la otra), divergente (dos
placas se separan) y transformante (dos placas se deslizan una junto
a otra).

La teoría de la tectónica de placas se divide en dos partes, la de


deriva continental, propuesta por Alfred Wegener en la década de
1910, y la de expansión del fondo oceánico, propuesta y aceptada en
la década de 1960, que mejoraba y ampliaba a la anterior. Desde su
aceptación ha revolucionado las ciencias de la Tierra, con un impacto
comparable al que tuvieron las teorías de la gravedad de Isaac
Newton y Albert Einstein en la Física o las leyes de Kepler en la
Astronomía.
Origen de las placas tectónicas

Se piensa que su origen se debe a corrientes de convección en el


interior del manto terrestre, en la capa conocida como astenosfera,
las cuales fragmentan a la litosfera. Las corrientes de convección son
patrones circulatorios que se presentan en fluidos que se calientan en
su base. Al calentarse la parte inferior del fluido se dilata. Este cambio
de densidad produce una fuerza de flotación que hace que el fluido
caliente ascienda. Al alcanzar la superficie se enfría, desciende y se
vuelve a calentar, estableciéndose un movimiento circular auto-
organizado. En el caso de la Tierra se sabe, a partir de estudios de
reajuste glaciar, que la astenosfera se comporta como un fluido en
escalas de tiempo de miles de años y se considera que la fuente de
calor es el núcleo terrestre. Se estima que éste tiene una temperatura
de 4500 °C. De esta manera, las corrientes de convección en el
interior del planeta contribuyen a liberar el calor original almacenado
en su interior, que fue adquirido durante la formación de la Tierra.

Así, en zonas donde dos placas se mueven en direcciones opuestas


(como es el caso de la placa Africana y de Norteamérica, que se
separan a lo largo de la cordillera del Atlántico) las corrientes de
convección forman nuevo piso oceánico, caliente y flotante, formando
las cordilleras meso-oceánicas o centros de dispersión. Conforme se
alejan de los centros de dispersión las placas se enfrían, tornándose
más densas y hundiéndose en el manto a lo largo de zonas de
subducción, donde el material litosférico es fundido y reciclado.

Una analogía frecuentemente empleada para describir el movimiento


de las placas es que éstas "flotan" sobre la astenósfera como el hielo
sobre el agua. Sin embargo, esta analogía es parcialmente válida ya
que las placas tienden a hundirse en el manto como se describió
anteriormente

Antecedentes históricos

La tectónica de placas tiene su origen en dos teorías que le


precedieron: la teoría de la deriva continental y la teoría de la
expansión del fondo oceánico.

La primera fue propuesta por Alfred Wegener a principios del siglo XX


y pretendía explicar el intrigante hecho de que los contornos de los
continentes ensamblan entre sí como un rompecabezas y que éstos
tienen historias geológicas comunes. Esto sugiere que los continentes
estuvieron unidos en el pasado formando un supercontinente llamado
Pangea (en idioma griego significa "todas las tierras") que se
fragmentó durante el período Pérmico, originando los continentes
actuales. Esta teoría fue recibida con escepticismo y eventualmente
rechazada porque el mecanismo de fragmentación (deriva polar) no
podía generar las fuerzas necesarias para desplazar las masas
continentales. -Las placas se mueven y causan terremotos-. La teoría
de expansión del fondo oceánico fue propuesta hacia la mitad del
siglo XX y está sustentada en observaciones geológicas y geofísicas
que indican que las cordilleras meso-oceánicas funcionan como
centros donde se genera nuevo piso oceánico conforme los
continentes se alejan entre sí. Esto fue propuesto por John Tuzo
Wilson.

La teoría de la tectónica de placas fue forjada principalmente entre


los años 50 y 60 y se le considera la gran teoría unificadora de las
Ciencias de la Tierra, ya que explica una gran cantidad de
observaciones geológicas y geofísicas de una manera coherente y
elegante. A diferencia de otras ramas de las ciencias, su concepción
no se le atribuye a una sola persona como es el caso de Isaac Newton
o Charles Darwin. Fue producto de la colaboración internacional y del
esfuerzo de talentosos geólogos (Tuzo Wilson, Walter Pitman),
geofísicos (Harry Hammond Hess, Allan V. Cox) y sismólogos (Linn
Sykes, Hiroo Kanamori, Maurice Ewing), que poco a poco fueron
aportando información acerca de la estructura de los continentes, las
cuencas oceánicas y el interior de la Tierra.

Límites de placas

Son los bordes de una placa y es aquí donde se presenta la mayor


actividad tectónica (seismos, formación de montañas, actividad
volcánica), ya que es donde se produce la interacción entre placas.
Hay tres clases de límite:

• Divergentes: son límites en los que las placas se separan unas


de otras y, por lo tanto, emerge magma desde regiones más
profundas (por ejemplo, la dorsal mesoatlántica formada por la
separación de las placas de Eurasia y Norteamérica y las de
África y Sudamérica).

• Convergentes: son límites en los que una placa choca contra


otra, formando una zona de subducción (la placa oceánica se
hunde bajo de la placa continental) o un cinturón orogénico (si
las placas chocan y se comprimen). Son también conocidos
como "bordes activos".

• Transformantes: son límites donde los bordes de las placas se


deslizan una con respecto a la otra a lo largo de una falla de
transformación.

En determinadas circunstancias, se forman zonas de límite o borde,


donde se unen tres o más placas formando una combinación de los
tres tipos de límites.

Límite divergente o constructivo: las dorsales

Artículo principal: Borde divergente


Son las zonas de la litosfera en que se forma nueva corteza oceánica
y en las cuales se separan las placas. En los límites divergentes, las
placas se alejan y el vacío que resulta de esta separación es rellenado
por material de la corteza, que surge del magma de las capas
inferiores. Se cree que el surgimiento de bordes divergentes en las
uniones de tres placas está relacionado con la formación de puntos
calientes. En estos casos, se junta material de la astenosfera cerca de
la superficie y la energía cinética es suficiente para hacer pedazos la
litosfera. El punto caliente que originó la dorsal mesoatlántica se
encuentra actualmente debajo de Islandia, y el material nuevo
ensancha la isla algunos centímetros cada siglo.

Un ejemplo típico de este tipo de límite son las dorsales oceánicas


(por ejemplo, la dorsal mesoatlántica) y en el continente las grietas
como el Gran Valle del Rift.

Límite convergente o destructivo [editar]

La placa oceánica se hunde por debajo de la placa continental.


Artículo principal: Borde divergente

Las características de los bordes convergentes dependen del tipo de


litosfera de las placas que chocan.

• Cuando una placa oceánica (más densa) choca contra una


continental (menos densa) la placa oceánica es empujada
debajo, formando una zona de subducción. En la superficie, la
modificación topográfica consiste en una fosa oceánica en el
agua y un grupo de montañas en tierra.

• Cuando dos placas continentales colisionan (colisión


continental), se forman extensas cordilleras formando un borde
de obducción. La cadena del Himalaya es el resultado de la
colisión entre la placa Indoaustraliana y la placa Euroasiática.

• Cuando dos placas oceánicas chocan, el resultado es un arco de


islas (por ejemplo, Japón).

Límite transformante o conservativo


Artículo principal: Borde transformante

El movimiento de las placas a lo largo de las fallas de transformación


puede causar considerables cambios en la superficie, especialmente
cuando esto sucede en las proximidades de un asentamiento
humano. Debido a la fricción, las placas no se deslizan en forma
continua; sino que se acumula tensión en ambas placas hasta llegar a
un nivel de energía acumulada que sobrepasa el necesario para
producir el movimiento. La energía potencial acumulada es liberada
como presión o movimiento en la falla. Debido a la titánica cantidad
de energía almacenada, estos movimientos ocasionan terremotos, de
mayor o menor intensidad.

Un ejemplo de este tipo de límite es la falla de San Andrés, ubicada


en el Oeste de Norteamérica, que es una de las partes del sistema de
fallas producto del roce entre la placa Norteamericana y la del
Pacífico.

Medición de la velocidad de las placas tectónicas

La velocidad actual de las placas tectónicas se realiza mediante


medidas precisas de GPS. La velocidad pasada de las placas se
obtiene mediante la restitución de cortes geológicos (en corteza
continental) o mediante la medida de la posición de las inversiones
del campo magnético terrestre registradas en el fondo oceánico.

La deriva continental: Desde la prehistoria, la búsqueda de minerales metálicos


proporcionó a los mineros un amplio conocimiento empírico de la estructura de la
corteza terrestre: la forma en que diferentes rocas se disponen en estratos una
encima de otra, la posibilidad de que las vetas minerales se abran paso a través de
los estratos, y así sucesivamente.

Pero el fundador de la geología como ciencia fue James Hutton,


(imagen) que trabajó en Escocia durante la segunda mitad del siglo
XVIII. Sus ideas fueron desarrolladas en el siglo XIX por otros
precursores, como los geólogos británicos Charles Lyell y Archibald
Geikie. Sus investigaciones entraron en conflicto con las creencias
más establecidas sobre la edad de la Tierra y las fuerzas que la
habían modelado. Según la opinión predominante, la historia geológica sólo podía
interpretarse como una sucesión de catástrofes, entre ellas, el diluvio universal en
tiempos de Noé.

Sin embargo los nuevos geólogos eran partidarios del «uniformisrmo» que
establecía que la historia de la corteza terrestre podía explicarse sencillamente por
la acción continua y sumamente prolongada de las fuerzas corrientes de la
naturaleza.

Aunque sólo fuera por las dificultades que planteaban los viajes, los primeros
geólogos solían restringir sus estudios a las pequeñas zonas que tenían a su
alcance, pero algunos estaban dispuestos a pensar a escala planetaria.

A partir de 1600, cuando los mapas del mundo comenzaron a ser más exactos, los
geógrafos advirtieron que la costa occidental de África podía encajar con la costa
oriental de América como dos piezas de un gigantesco rompecabezas. Este hecho
sugería, de manera muy general, que en una época muy remota los dos continentes
atlánticos habían estado unidos y que desde entonces se habían ido separando.
Esta hipótesis fue formulada de forma más concreta por el científico francés A.
Snider-Pellegrini en 1858; medio siglo más tarde, H.B. Baker presentó su teoría
según la cual hace 200 millones de años todos los continentes habían ocupado el
sitio de la Antártida y desde entonces se habían separado. F.B. Taylor, un geólogo
norteamericano especialmente interesado en la región de los Grandes Lagos,
formuló independientemente una teoría similar en 1910.

La teoría de la deriva continental fue formulada concretamente por primera vez por
Alfred Wegener, que aparece en la fotografía (abajo), en 1912. Su idea básica era
que una masa continental original (Pangea) se había fragmentado y que a lo largo
de las eras geológicas se había Ido separando hasta formar los actuales
continentes.

Así pues, en la primera década de este siglo, la idea de


que incluso los continentes, lejos de permanecer fijos e
inmóviles, podían moverse en el curso de vastos
períodos de tiempo no era completamente nueva. La
persona más estrechamente vinculada a la teoría de la
deriva continental (o del desplazamiento continental,
como la denominó al principio) fue el meteorólogo
alemán Alfred Wegener. (imagen)

Al considerar la teoría por primera vez, se sintió


inclinado a descartarla; pero reavivaron su interés las
pruebas paleontológicas de que en un pasado remoto
debió existir algún puente terrestre que uniera Africa con Brasil, del mismo modo
que Gran Bretaña estaba unida al continente hace 20.000 años, a través del canal
de la Mancha, y Asia con América del Norte, a través del estrecho de Bering. Pero
éstos eran ejemplos de puentes relativamente cortos. En cambio, el caso del vasto
océano Atlántico hizo que Wegener considerara más seriamente la teoría de la
deriva continental y, a partir de 1912, se dedicó a desarrollarla.

Postuló entonces la existencia original de un supercontinente, Pangea, que


comenzó a separarse durante la era pérmica, hace más de 200 millones de años.
América se desplazó hacia el oeste, alejándose de la masa continental eurasiática, y
entre los dos continentes se formó el Atlántico. Australia se desplazó hacia el norte
y la India se alejó de Africa. Más adelante, durante el cuaternario (hace 2 millones
de años), Groenlandia se separó de Noruega. Algunos archipiélagos importantes,
como los de Japón y las Filipinas, se identificaron como fragmentos dejados atrás
por estas colosales separaciones.

El conjunto de la teoría proporcionaba una explicación satisfactoria de la


distribución actual de las masas de tierra firme o continentales, pero era preciso
encontrar el mecanismo que provocaba estos desplazamientos. A este respecto,
Wegener supuso que las masas continentales flotaban sobre algún tipo de magma
plástico, como el que mana de las grandes profundidades durante las erupciones
volcánicas, y señaló que la constante rotación de la Tierra determinaría una deriva
hacia el oeste.
Los mapas de Wegener muestran la disposición de los continentes durante los
períodos carbonífero, eoceno y cuaternario (hace 300, 45 y 2 millones de años,
respectivamente). Los terremotos constituyen pruebas de la inestabilidad de la
corteza terrestre. El catastrófico sismo de San Francisco, en 1906, se produjo
porque la ciudad se encuentra sobre la falla de San Andrees, tal como señaló
Wegener.

Wegener se adentró además por otras dos líneas de estudio: Como


meteorólogo, estaba interesado en la historia del clima, y pudo comprobar que los
cambios climáticos confirmaban sus ideas. La segunda línea resultó menos
satisfactoria. Una vez aceptada la idea de que la deriva continental se había
producido, no había razones plausibles para suponer que fuera a detenerse. En
consecuencia, trató de demostrarla mediante la determinación exacta, a largos
intervalos, de las distancias entre los puntos de diferentes continentes, utilizando
métodos astronómicos muy precisos y calculando la duración de las transmisiones
por radio. Sus resultados fueron negativos, pero le fue posible argumentar que el
ritmo de la deriva era demasiado lento para ser detectado con los métodos
relativamente bastos disponibles en la época.
Pero no es sorprendente que no obtuviera los resultados deseados si es cierto que
la separación entre Africa y América ha progresado regularmente desde la era
pérmica. te ser así, la velocidad media no sería superior a 1 metro en 30 años. Sin
embargo, a fines del siglo XX, el uso del rayo láser y de los satélites artificiales ha
permitido medir con notable precisión el ritmo de la deriva continental, confirmando
así la teoría de Wegener.

Mohorovicic y la estructura de la Tierra

El 8 de octubre de 1909, se produjo un intenso terremoto a 40 km. al sur de Zagreb,


en Croacia (que entonces formaba parte del imperio Austrohúngaro). Otro
terremoto ocurrido previamente en Zagreb había determinado la instalación de un
sismógrafo en el observatorio meteorológico de la ciudad, dirigido por Andrija
Mohorovicic. En su calidad de director del observatorio, Mohorovicic recibió de todas
las estaciones de Europa los registros del terremoto de 1909. Después de
analizarlos detalladamente, realizó un interesante descubrimiento. Como esperaba,
los registros reflejaban dos tipos de ondas: de compresión (P), en las que las
partículas oscilan a lo largo de la línea de propagación, y de distorsión (S), en las
que el movimiento se produce en ángulo recto con respecto a la línea de
propagación.

Luego advirtió que había en realidad dos tipos de ondas P. A escasa distancia del
epicentro, la primera onda en llegar se desplaza a una velocidad de 5,5 a 6,5 km.
por segundo. A una distancia de unos 170 km., esta onda es superada por una
segunda onda, que se desplaza a 8,1 km/s. Más allá de este punto, hasta los 800
km., es posible detectar las dos ondas, pero luego las más lentas se desvanecen.
Mohorovicic interpretó este fenómeno como la prueba de que las ondas más lentas
se desplazan directamente hacia el sismógrafo, mientras que las más veloces son
refractadas a una profundidad de unos 50 km. En su honor, la capa refractora
recibió el nombre de discontinuidad de Mohorovicic, o Moho. Investigaciones
posteriores demostraron que la profundidad del Moho (el límite entre la corteza
terrestre y el manto superior) varía entre 30 y 50 km.

Expansión del fondo oceánico


Edad del fondo oceánico. En rojo el más joven, junto a las dorsales,
por ejemplo en la centroatlántica. En azul el más antiguo, por
ejemplo, junto a las costas norteafricana y norteamericana.

Placas en las que se divide la superficie terrestre, según la teoría de


la tectónica de placas.

La expansión de los fondos oceánicos o expansión del suelo


marino ocurre en las dorsales oceánicas, donde se forma nueva
corteza oceánica mediante actividad volcánica y el movimiento
gradual del fondo alejándose de la dorsal. Este hecho ayuda a
entender la deriva continental explicada por la teoría de la tectónica
de placas.

Teorías anteriores (por ejemplo, la de Alfred Wegener) sobre la deriva


continental suponían que los continentes eran transportados a través
del mar. La idea de que el propio suelo marino se mueve (y arrastra a
los continentes con él) mientras se expande desde un eje central fue
propuesta por Harry Hess de la Universidad de Princeton en los
1960s. La teoría se acepta ampliamente en la actualidad, y se cree
que el fenómeno es causado por corrientes de convección en la parte
débil y plástica de la capa superior del manto (denominada
astenosfera en la definición clásica). En la corteza oceánica y en la
corteza continental existen diferentes formas de relieve.En los
continentes destacan por su altitud,las principales cadenas
montañosas o cordilleras

Expansión incipiente

Por lo general, la expansión del suelo marino comienza como un rift


en una placa continental, similar al Valle del Rift existente en la
actualidad en África Oriental, entre el Mar Rojo y los Grandes Lagos
Africanos. El proceso comienza con un calentamiento en la base de la
placa continental que la convierte en un material más plástico y
menos denso. Ya que los objetos densos "flotan", levantándose sobre
los más densos, como prevé la isostasia, el área que se calienta se
abomba, transformándose en una amplia bóveda ("domo" o cúpula).
A medida que se alza, se producen fracturas que gradualmente se
convierten en rifts. El sistema de rifts típico consiste en tres brazos
divergentes, separados cada uno por 120º de circunferencia. Estas
áreas se denominan "encrucijada triple" (triple junction) y pueden
hallarse en varios lugares del mundo en la actualidad, siendo
fácilmente identificables en los mapas; por ejemplo: Mar Rojo-Golfo
de Adén-Valle del Rift, o Valle del Níger-costas africanas del Golfo de
Guinea (donde se abrió el Atlántico, separándose América del Sur).

Paleomagnetismo

El Paleomagnetismo es la disciplina que, enmarcada dentro del


Geomagnetismo, se encarga del estudio del campo magnético de la
Tierra (o de cualquier otro cuerpo planetario) en el pasado. El hecho
de que se pueda estudiar el pasado de un campo potencial, se debe a
que el campo geomagnético al contrario de otros campos, como el
gravitatorio, puede quedar grabado en las rocas a través de varios
procesos físico-químicos.

Este proceso ha permitido una mejor comprensión de los mecanismos


de generación del campo geomagnético de origen interno y sus
características, así como de la historia del planeta.

Entre los posibles mecanismos de adquisición de remanencia


magnética, la más característica es la remanencia térmica o
termorremanencia (TRM, Termal Remanent Magnetisation). Cuando
un material está sometido a altas temperaturas por encima del punto
de Curie, los minerales ferromagnéticos contenidos en el material
cambian su estado magnético, pasando a ser súperparamagnéticos
(mientras que los minerales antiferromagnéticos, no). En este estado,
un campo magnético pequeño (como lo es el c.m.t., cuya intensidad
máxima no alcanza las 60 microT) es capaz de orientar los momentos
magnéticos atómicos de los minerales en concordancia direccional
masiva. Cuando el material se enfría por debajo de la temperatura de
bloqueo (que depende del tamaño de grano) la imanación inducida se
bloquea, adquiriendo el material una magnetización característica de
causas térmicas (por termorremanencia). Esta remanencia es muy
estable y sólo desaparece cuando se calienta nuevamente el material
a temperaturas mayores que la de Curie o se le aplica un campo
magnético particularmente intenso.

Entre los más importantes descubrimientos gracias al


paleomagnetismo podemos citar el movimiento de las placas
tectónicas de la Tierra (deriva continental). El hecho de que en
algunos lugares existan estructuras geológicas donde la imanación
registrada está orientada hacia el Polo Sur Geográfico, indica que el
campo magnético de la Tierra sufre periódicas inversiones. En 3,6
millones de años ha habido 9 inversiones de la posición de los polos
magnéticos. El ritmo de inversiones magnéticas es caótico, ya que no
se rige por ninguna ley física. Estas inversiones suelen completarse
en varios miles de años; siendo sus causas completamente
desconocidas. En el proceso de inversión además de disminuir la
intensidad magnética, hay una coincidencia con cambios climáticos
de escala global.

Las anomalías magnéticas son las alteraciones en los valores de la


intensidad del campo magnético terrestre, producto del magnetismo
propio de algunas rocas que se encuentran en la corteza terrestre.

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