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LA VIRGEN MARÍA DIGNA DE HONRA POR LOS MÉRITOS DE JESUCRISTO

¿Es la Virgen María digna de honra por méritos propios?

No, María es digna de honra por haber llevado al Hijo de Dios en su seno (maternidad divina), por ser
partícipe en la obra de redención (asociación en los misterios de Cristo) y por ser el más claro ejemplo
del seguimiento de Cristo (la excelsa santidad). María es grande por el servicio que prestó a la historia
de la salvación. Partiremos de estos lineamientos para conocer la devoción a la Virgen María por
parte de san Francisco de Asís y sus seguidores.

 ORIGEN DE LA DEVOCIÓN DE FRANCISCO DE ASÍS A LA VIRGEN MARÍA

La devoción a la Virgen por parte de Francisco de Asís ocupa un lugar relevante en su vida, desde los
inicios de la familia franciscana hasta el último momento de su vida en este mundo.
Se puede decir entonces que la piedad mariana de Francisco de Asís es el resultado de un proceso de
conversión, proceso que tuvo sus etapas, y su desarrollo de madurez, fruto todo ello no de la ciencia de
los libros, sino de una profunda y auténtica oración y meditación cada vez más profunda de la
contemplación del misterio cristiano, de María y del puesto excepcional que ella ocupa en la obra de la
salvación.

Francisco de Asís no se separa de María, ya que todos sus deseos y su amor están mirando a Cristo,
como el modelo perfecto de agradar a Dios Padre, que se fijó en María, como morada perfecta de su
Hijo. Era capaz, nos dice Tomás de Celano (biógrafo de Francisco de Asís), de dedicar noches enteras
“alabando a Dios y a la gloriosa Virgen, su Madre.”1

 LA VIRGEN MARÍA EN LOS ESCRITOS DE FRANCISCO DE ASÍS

No se puede comprender lo que María significó para Francisco sin recurrir a sus escritos, ya que ahí
encontramos de manera equilibrada su devoción a la Madre del Señor.
Alaba a María porque es la Madre del Señor, “rodeaba de amor indecible a la Madre de Jesús, por
haber hecho hermano nuestro al Señor de la Majestad”2, “y por habernos alcanzado misericordia”.3

El culto de Francisco por la santa humanidad de Jesús le lleva a un conocimiento realista del papel que
desempeña una hija de nuestra raza al engendrar al Verbo, Hijo único y bienaventurado de Dios.
En sus escritos se puede observar cómo Francisco insiste, en el hecho de la humanidad de Jesús, al
mismo tiempo que en su majestad infinita.

“Escuchad, hermanos míos –decía-, la bienaventurada Virgen María es tan honrada –justamente- por que ha engendrado
a Cristo en su seno bendito ”.4

1
1 Cel 24
2
2C 198
3
LM 9,3
4
Carta Capítulo General 1221
La relación de Francisco con María se debe situar en el marco de la visión de la íntima relación de la
Virgen María con la obra de la redención: incluso, a ella debemos el que la misericordia de Dios haya
llegado hasta nosotros.

Francisco es conocido como el enamorado de Cristo, y es precisamente este gran amor a la


encarnación del Verbo lo que lo llevará a contemplar, a amar y a venerar de una manera tan especial,
el medio por el cual nos llegó la redención, es decir, la Santísima Virgen María.

“Si la bienaventurada Virgen es tan honrada, como es justo, porque lo llevó en su santísimo vientre ”.5

“Y nació de la bienaventurada Virgen Santa María ”. 6

Con alabanza desbordante de alegría, Francisco da gracias al Padre Celestial por el don de la
maternidad divina concedida a María. Este es el primero y más importante motivo de su devoción
mariana:
“Si la bienaventurada Virgen es tan honrada, como es justo, porque lo llevó en su santísimo vientre “.7

Para contrarrestar ciertas posiciones heréticas de su época, Francisco, devoto de María, no se cansaba
de proclamar, con extrema claridad, la verdad de la maternidad divina real de María:

“ Este Verbo del Padre, tan digno, tan santo y glorioso, anunciándolo el santo arcángel Gabriel, fue enviado por el mismo
altísimo Padre desde el cielo al vientre de la santa y gloriosa Virgen María, y en él recibió la carne verdadera de nuestra
humanidad y fragilidad “.8

 PRIVILEGIOS DE LA VIRGEN MARÍA POR LOS CUALES ES DIGNA DE HONRA

A) RELACIONES PERSONALES DE MARÍA CON LA SANTÍSIMA TRINIDAD

Francisco contempla a María en la historia de la Salvación ya que es ahí donde encontró el único y
gran misterio de la economía salvífica de Dios, y María forma parte esencial de este misterio, y todo
gracias a su maternidad divina, que es lo que eleva a María sobre todas las demás criaturas y la coloca
en una relación vital única con la Santísima Trinidad. Aquí lo interesante en Francisco es, que él nunca
ve ni contempla a María en sí misma, o al margen del misterio trinitario, sino que la considera siempre
en relación vital concreta que la vincula con la Santísima Trinidad.

La Virgen Santa María se contempla, pues, como objeto y destinataria con la acción del Padre con el
Hijo y el Espíritu Santo, que la preparan, habilitan y consagran para ser lugar que “tuvo y tiene toda la
plenitud de la gracia y todo bien”.9

5
Cta O 21
6
OfP 15, 3
7
Cta O 21
8
2Cta F 4
9
Sal VM 3
El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son la fuente constante de su santidad. María es “consagrada” por
su acción común; es la obra maestra de la Trinidad.
Comprendiendo todo esto, Francisco no podía reaccionar de otro modo sino postrándose ante ella con
una plegaria de alabanza y de agradecimiento.

B) ASOCIACIÓN DE MARÍA CON JESUCRISTO

Este tema es expresado por aparecer María a lado de Cristo redentor, de esta vinculación de María con
su Hijo divino procede el que ella tenga participación en la vida y en las obras del Señor Jesucristo.
María ha sido llamada a colaborar con Cristo para la adquisición de la gracia, la Iglesia está llamada a
perpetuar esta cooperación para la aplicación de los frutos de la redención a todos los hombres. Debe
pues la iglesia mirar a María como su modelo operativo.

La cooperación de María a la obra de la salvación se explica por una estrecha asociación con su Hijo.
Tal cooperación no se limita al “Sí” de la Encarnación. María coopera junto a la cruz ofreciendo sus
dolores al Padre por la salvación del mundo, juntamente con los de su Hijo; el Padre habría aceptado
juntamente para la redención de la humanidad, la pasión de Cristo y la compasión de María. Es obvio
que esta explicación encierra una grave dificultad, pues es difícil concebir cómo María, teniendo que
ser redimida, haya podido cooperar en la obra misma de la redención; en efecto, sin haber sido
previamente redimido, nadie puede hacer nada positivo en la obra de la salvación; pero en este caso se
trata de la acción misma con que Cristo nos redime, y es difícil concebir como alguien necesitado de
redención haya podido recibir el efecto de la obra redentora de modo que pueda colaborar en la acción
misma de la redención. Por una parte, esa obra es la que tiene que redimirle, y por otra, para cooperar
en ella tendría que haber sido previamente redimida. Más adelante el beato Juan Duns Scoto nos dará
el argumento para comprender esta cuestión.

C) MARÍA Y LA MATERNIDAD DIVINA.

La maternidad divina es el primer principio de la mariología, ya que fue el primer dogma 10 aprobado
por el Magisterio de la Iglesia en el concilio de Éfeso en el año 431 d. C., con la “Epistula dogmatica
Cyrilli”, el cual, por tanto, es fuente de todos los demás dogmas marianos. Es el término primero de la
elección divina con respecto a María. La maternidad divina, hace que María pertenezca a un orden
singular y único, juntamente con su Hijo: el orden de la unión hipostática. 11 El modo concreto como
esta maternidad se realiza, es decir, por el consentimiento libre dado por María, muestra que la
maternidad divina contiene una asociación de María a la obra de su Hijo: así María se hace, a la vez,
Madre y Esposa de Cristo y esta asociación se sitúa en un plano singular que no tiene paralelo en la
iglesia y en ninguno de sus miembros.

10
Los dogmas tienen que ser considerados sólo como caminos a traves de los cuales el hombre se mueve realmente al
encuentro de la gratuita autocomunicacion de Dios. Así pues, no tiene que verse a los dogmas como frías proposiciones
jurídicas, apta únicamente para determinar los confines entre la ortodoxia y la herejía, sino como una formulación exacta
que, aun sin expresar plenamente el misterio inefable de Dios, abre sin embargo un acceso al mismo. De S. Fiores,
“Dogmas”, 914-915.
11
Es la unión de la naturaleza humana con el Verbo divino en la sola persona de Cristo.
La maternidad divina de María es el centro del que proceden todos los rayos de sus excelencias. El
foco luminoso que proyecta su luz y nos hace comprender que la misión maternal de María también se
extiende a todos nosotros, los hermanos de Jesús su Hijo.
Había experimentado particularmente Francisco esa maternal intercesión a la hora de iniciar el
seguimiento de Cristo. Lo comienza precisamente, en la iglesita de Santa María de los Ángeles o de la
Porciúncula, que él había reconstruido. Allí nace la orden franciscana y tendrán también su nacimiento
las damas pobres. (Clarisas)

D) MARÍA Y SU VIRGINIDAD PERPETUA

La virginidad de María es una consecuencia de la maternidad divina y este es el segundo dogma


aprobado por el Magisterio de Iglesia en el concilio Lateranense del año 649 d. C. La maternidad
plenamente virginal de María, considerada en toda su realidad, tiene 2 aspectos: a) total consagración
de María a su Hijo, que es Dios y b) la integridad corporal, que se compara con la generación eterna,
sin corrupción, por la que el Verbo (Jesús) procede del Padre. Es interesante subrayar que en el
concepto de virginidad de María quedan íntimamente ligadas la virginidad espiritual por la que se da a
su Hijo-Dios con corazón indiviso y la integridad corporal de la virginidad perpetua.

Francisco nombra, celebra y contempla a la Virgen en cuanto a que tiene que ver con Dios y su
salvación, en cuanto relacionada con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo en su comunicación, por
nosotros y por nuestra salvación, en Jesucristo, quien tomó la verdadera carne de nuestra humanidad y
fragilidad en el vientre de María.12.

Las demás posibles contemplaciones de la Virgen (como personaje histórico, como mujer o como
ideal de perfección, etc.) aun afirmándolas y proclamándolas como veremos, están contempladas
“desde el amor del Padre”, que quiso que su Hijo naciera, para nuestra salvación, de la gloriosa
siempre Virgen beatísima Santa María13 resumen de toda la fe y de todo el credo cristiano.

D) MARÍA Y SU INMACULADA CONCEPCIÓN

Este dogma, fue proclamado por Pío IX el 8 de diciembre de 1854 con en la bula “Ineffabilies Deus”.
La Inmaculada Concepción de María está igualmente postulada por la dignidad de Madre de Dios. No
se entiende que la Madre de Dios haya podido ser en algún momento “hija de ira”14 por que al
entender este versículo se refiere al pecado original con el cual todos hemos nacido.

El privilegio tiene un sentido de preparación para la maternidad divina; es como la preparación del
templo, en que Dios debía habitar. Así Francisco de Asís canta todas las “glorias de María” como
queda de manifiesto en la mayoría de sus escritos como una forma de celebrar estos misterios.

Así se comprende que los doctores de la Orden Franciscana sean los defensores y cantores de los
supremos privilegios de María, en este caso el de la Inmaculada Concepción por el beato Juan Duns

12
2ctaf 4
13
1R 23,3
14
Ef 2,3
Escoto, quien presenta su posición inmaculista con circunspección15 para no ser acusado de herejía: si
en Oxford piensa que la Concepción Inmaculada de María es probable, en París se contenta en
declararla posible. No obstante esto, es indiscutible el mérito de Scoto, porque no sólo desligó la
cuestión teológica de los condicionamientos culturales acerca de la generación poniendo a la persona
como sujeto de culpa o de santidad, sino que también elaboró definitivamente el concepto de la
redención preservativa. El argumento de Scoto se apoya en el hecho de que la Inmaculada Concepción
no es una excepción a la redención de Cristo, sino un caso de acción salvífica perfecta y más eficaz del
único mediador. En cuanto mediador –razona Scoto –, “Cristo ejercitó el grado más perfecto posible
de mediación relativamente a una persona para la cual era mediador. Ahora bien, para ninguna persona
ejerció un grado más excelente que para María... Pero esto no hubiera ocurrido si no hubiese merecido
preservarla del pecado original “. La intervención de Scoto fue decisiva en el desarrollo de la doctrina
acerca, de la Inmaculada Concepción, que será defendida en adelante sobre todo por los franciscanos y
se hará progresivamente común entre los teólogos.

Así que hoy en las constituciones de la Orden Franciscana se exhorta: “Los hermanos tengan una
peculiar devoción hacia la virgen María a la luz del misterio de la Inmaculada Concepción, patrona de
la Orden y cultiven los ejercicios de piedad recomendados por la tradición “.16

E) MARÍA Y SU ASUNCIÓN A LOS CIELOS

Este último dogma mariano fue proclamado por Pío XII el 1 de noviembre de 1950 en la Constitución
Apostólica “Munificentissimus Deus” es consecuencia de los otros tres, es como la coronación de
María (o como vulgarmente se diría es “la cereza que le faltaba al pastel”) y debe ser considerado
como una excepción (glorificación corporal anticipada) que se debe a María por su dignidad de Madre
de Dios, la cual la coloca en un plano totalmente excepcional también en este caso; de modo indirecto
se señala también una conexión con la maternidad divina a través de la perpetua integridad de María:
su cuerpo, conservado siempre íntegro gracias a los milagros de la concepción y parto virginales, debía
ser igualmente liberado de la corrupción del sepulcro.

Este dogma significa pues la glorificación corporalmente de la Santísima Virgen, es decir, después de
su muerte terrestre, se encuentra en aquel estado en el que se hallarán los justos después de la
resurrección final.

Se pueden considerar al menos cuatro cosas por las que María alcanzó la grandeza de la gloria a la
que fue elevada al cielo:

1) Los servicios que hizo a Dios, ya que fueron mayores que ninguna otra creatura pudo hacer a Dios.

2) La profunda humildad, ya que no la hubo semejante en ninguna otra creatura, a Dios le agradó tanto
su humildad, que Él mismo se humilló a tenerla por madre suya. Cuanto más María se humilló de
corazón en presencia de Dios, más grande logró ser en la presencia de Dios.

15
Seriedad y decoro en acciones y palabras; prudencia; cautela; recato.
16
CC GG 26,2
3) La alteza de dignidad, fue tal su dignidad que no es posible elevarla a otra mayor; y Dios es
consecuente en sus obras, le dio la gracia y la gloria que tal dignidad convenía.

4) La grandeza de los trabajos que padeció por Dios, que se vio manifestada en la fidelidad con que
María siguió a Dios y los sacrificios que hizo para seguir su santísima voluntad.

 CONCLUSIÓN

Para mí María, después de la investigación que realicé, es digna de honra, el modelo perfecto de cómo
se debe vivir la fidelidad a Dios a pesar de todas las adversidades. Es la creatura por excelencia que
supo adquirir todas las virtudes posibles. Agradó tanto a Dios que no encontró Éste otra criatura mejor
para encarnar a su divino Hijo. Temerosa de Dios, supo tomar con responsabilidad y madurez la
misión excelsa de ser la Madre del Dios por quien se vive. Tuvo siempre la dulce esperanza en Dios,
confió en Él, nunca vaciló, comprendió el amor que tuvo Dios para con ella al encomendarle
semejante “empresa” y lo más importante tuvo la fe para darle el “Sí” a Dios, no como una última
opción en la vida o por miedo de despreciar a Dios, sino convencida de que quien le hablaba la tomó
en su libertad y le concedió semejante don, que toda mujer está llamada a ver como una bendición: ser
madre pero no cualquier madre, sino la madre del Hijo de Dios, por eso María en su humildad nunca
se sintió indigna de llevar al Hijo de Dios, sino que su misma humildad la hizo reconocer que Dios la
quería a ella como la perfecta morada de Jesucristo Nuestro Señor.

 SIGLAS Y ABREVIATURAS

a) Biografías

1C Tomás de Celano: Vida primera


2C Tomás de Celano: Vida segunda
LM San Buenaventura: Leyenda Mayor

b) Escritos de san Francisco de Asís

Cta O Carta a toda la orden


OfP Oficio de la Pasión del Señor
2Cta F Carta a todos los fieles, segunda redacción
Sal VM Saludo a la Bienaventurada Virgen María
1R Primera Regla no bulada de 1221

c) Sagrada Escritura

Ef Carta a los Efecios

d) Documentos de la Orden Franciscana


CC GG Constituciones Generales de la Orden de los Hermanos Menores

 BIBLIOGRAFÍA

- Pozo C., María en la obra de la salvación (Madrid, BAC, 1990).

- De La Potterie I., María en el misterio de la alianza (Madrid, BAC, 1993).

- Córdova H., María en el misterio trinitario según la concepción de san Francisco (Roma, 2000).

- Aeby G., En la escuela de san Francisco (Barcelona, Ed. Herder, 1965).

- De Fiores S., “Dogmas”, “Inmaculada” in: Nuevo diccionario de mariología (Roma, Ed. Paulinas,
1988). 620; 916-917.

- Calvo G., Presencia de María en la vida y misión de la orden franciscana (Madrid, Instituto
Tecnológico de la Vida Religiosa, 1988).

- Francisco de Asís S., Escritos, biografías, documentos de la época (ed. por de J. Guerra, Madrid,
BAC, 2000).

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