A pesar de tener plena conciencia de que se trata de un proyecto fallido de
antemano, aquí planteo un esbozo para cartografiar ese territorio impreciso que es la literatura. Lo particular de esta empresa es que, como la literatura misma, es un mapa para perderse. Cualquier revisión con algo de profundidad de las grandes obras de la teoría literaria dejará al lector con grandes dudas sobre la naturaleza de la literatura, y eso, francamente, me parece sumamente emocionante. Por lo tanto, estas ocho piedras de toque conforman un círculo en torno a un núcleo que se nos escapa, pero andar en círculos al menos brinda la posibilidad de ver desde múltiples perspectivas.
1. La literatura como espacio. La palabra como posibilidad de la generación de
acontecimientos. Ámbito separado del entorno de lo cotidiano: zona de extrañamiento. Otro campo de batalla para las pugnas de siempre. Área para la manifestación de lo distinto y lo familiar. Tablero, espacio de juego y solemnidad, anulación del principio de no-contradicción. Laboratorio para la experimentación de distintas formas de subjetividad. Potencialidad de los otros cuadrantes. Espacio abierto, siempre abierto. Planteamiento de las condiciones de posibilidad de lo insólito para la reformulación de las concepciones del entorno: escenario propicio para el tropiezo.
2. La literatura como movimiento. Palabras-plataformas para el lanzamiento
desde el desfiladero al vacío: abandono total de la certeza. Desplazamiento hacia la confrontación radical con lo desconocido, con la impermanencia. Devenir constante, abolición de la fijeza. Manifestación que pone en evidencia al cambio, configuraciones azarosas. Tirada de dados que desemboca en una lección de navegación para el río heracliteano. 3. La literatura como resonancia. Palabras que son emanaciones reverberantes de la concha del caracol arquetípico. También son red de conexiones que se expanden y propician la reactivación constante de las reminiscencias. El inagotable rizoma intertextual, cúmulo de correspondencias. Palimpsesto inabarcable o la gran conversación que no cesa. Comentarios de los comentarios, reinterpretaciones e influencias, genealogía y república. El mito del eterno retorno y la simultaneidad de todos los tiempos y lugares.
4. La literatura como máquina. Artificio, construcción lingüística diseñada para la
exploración de las distintas superficies de lo real. Artefacto retórico-lúdico: acertijo, rompecabezas, ingenio complejo, esfinge mecánica de vértebras verbales y engranaje sintáctico. Replanteamiento del enigma por medio de la palabra: mecanismo de superación de la condición natural, a la vez velo y linterna. La máquina que alumbra la realidad dotando sentido también nos separa porque nos distancia de ella.
5. La literatura como experiencia. Exploración de los parajes subjetivos de los
otros: recorrido por la multiplicidad de máscaras. La posibilidad de renovar la mirada que le damos al mundo, cuestionamiento de la personalidad y los alcances de la ficción que somos. Disolución en el mar de rostros y voces. Vaivén de las olas: perderse y encontrarse. La identidad es el residuo, como la costa que se redefine con el oleaje, sin saber nunca dónde empieza, dónde termina.
6. La literatura como mística. Tentativa de saciar la sed de absoluto. Objeto de
devoción para los buscadores insatisfechos. Intento de regresar al aullido primordial que rebasa al lenguaje. Relación con la dimensión simbólica que otorga sentido. Punto de contacto con la posibilidad de la revelación, pequeña rasgadura en la fibra de lo cotidiano que permite dar un atisbo al otro lado.
7. La literatura como conocimiento. Senda a la vez intelectual y emocional. La
literatura como acercamiento a los mecanismos fundamentales de la realidad y las narrativas que nos rigen. La metáfora como epistemología. Reconocimiento de la naturaleza de las voces que nos narran, al conocer las narraciones, nos conocemos. 8. La literatura como ausencia. El enigma irresoluble. Asumir la existencia del punto ciego. Danza en el vacío. Lo que se escapa, lo que no puede decirse, la existencia que sobrepasa las posibilidades del lenguaje que trata de aprehenderla. Geometría del abismo. Lo que podemos conocer porque sentimos la falta. La pregunta primigenia para la que tanto deseamos que la literatura sea la respuesta.