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Ciclo Escuela MCC.

Enero-Junio 2011
Camino a Damasco
Segunda Meditación

“Tarso: el desierto es inevitable”

Pablo, como todo converso o novicio, quiere cambiar todo ya, se encontró con Jesús en el
camino a Damasco. Todavía no sabe todo lo que le falta para terminar de comprender a
Jesús y al mundo. ¡Qué complejo es todo! La levadura es buena, pero fermentar la masa
llevará tiempo, lágrimas y también sangre; no es cuestión de soplar y hacer botellas, la tarea
era mucho más compleja.

“Sus hermanos al enterarse (que querían matarlo), lo conducen a Cesarea y de allí lo


enviaron a Tarso”. Sucede lo inexplicable, lo inesperado. Cuando parecía que había
llegado la hora de la acción, que había un apóstol con énfasis, con fuerza, con una vitalidad
que no tenían los doce en ese momento, Saulo va a tener que ir a Tarso. Que misteriosos
son los caminos de Dios; en vez de llegar la hora de la acción, había llegado otra hora,
comienza la hora de la profundización. Una hora a la que todos estamos, tarde o temprano,
citados. Dios emplea el tiempo para que los hombres maduren, profundicen y estén a la
altura de su misión.

Dios no solo le regaló a Pablo la experiencia del camino a Damasco sino también el tiempo
para poder asimilar esa experiencia, las dos cosas son imprescindibles. Dios nos regala
experiencias y gracias fuertes que a veces son cuestión de un instante, pero necesitamos
tiempo para que esa experiencia redunde, repercuta, inunde, transforme todo nuestro ser
y nuestra historia. Hace falta esfuerzo y tiempo para corresponder a una gracia inicial.

¡Qué aparente desperdicio tener a este apóstol de seis a nueve misteriosos años inactivo!
Durante 6-9 años, este hombre, estuvo en silencio, a la sombra, en el anonimato,
fermentando la experiencia del camino a Damasco.

Dios tiene sus recursos para llevarnos a Tarso a cada uno de nosotros. ¿Qué quiere decir?
• ¿En qué momentos de mi vida, he querido entrar a la acción, y Dios me ha pedido
que me aquiete? ¿Me ha pedido que permanezca a la sombra, en el anonimato?
• ¿He sabido aprovechar ese tiempo (como Pablo) para profundizar en mi fe? ¿Para
llenarme de Dios? ¿Para madurar mi vida cristiana? ¿Para que convertirme en otro
Cristo?

Porque, los grandes hombres de Dios se encienden, no se enfrían cuando tienen tiempo, es
como si el fuego de Dios abrasara no sólo su corazón sino todo su ser para convertirlos en
apóstoles de Cristo.

• ¿Me he enfriado en los tiempos de silencio, o me llenado del fuego de Dios?

Cuando Bernabé, que “era un hombre bondadoso, lleno del Espíritu Santo y de mucha fe”
(Hechos 11,24), es enviado a alimentar y predicar en la Iglesia de Antioquía, cuando llega
allí, se acuerda de aquel joven impetuoso, que tenía una experiencia muy valiosa y cree que
llegó el momento de ir a buscarlo. Cuando Dios nos necesita nos irá a buscar, y si no nos va
a buscar es porque nos necesita donde estamos.

• ¿Cuántas veces protestamos con la tarea que nos toca hacer y no sabemos descubrir
que es allí, donde nos está tocando vivir, donde debemos amar y expandir el Reino?

Ambos vivieron todo un año juntos; hacía falta no sólo madurar en el silencio, sino también
que Bernabé le terminara de comunicar a Pablo, en la acción, cómo ser apóstol de Jesús.
Pero es verdad que no hay Pablo sin Bernabé. ¿Estaría Pablo, si Bernabé no lo hubiese
ido a buscar?
• Pensemos en nuestra vida. ¿Estaríamos aquí, si alguno (un Bernabé) no se hubiera
fijado en nosotros y nos hubiera ayudado a ser lo que hoy somos?
• Por un lado nos tiene que llevar al agradecimiento, al recuerdo de aquellos que nos
fueron a buscar y nos trajeron a donde estamos.
• Y también: ¿Nosotros somos Bernabés que saben encontrar a los Saulos que
están esperando en su Tarso que alguien los descubra?
• Cuántas personas podrían ser apóstoles, tantos que en el anonimato, están esperando
que los inviten a trabajar en la viña. Nuestra ceguera, nuestra pasividad, nuestra
inactividad, nuestro conformismo, nuestra desmotivación, pueden hacer que no
descubramos a tantos que están esperando que los invitemos al banquete de la vida.
• ¡Que mejor manera de ser agradecidos con quienes nos buscaron en lo secreto, que
ser nosotros capaces de ir a buscar a los que nos están esperando!
• Recordemos a quienes nos supieron encontrar y seamos capaces de ir a buscar a
aquellos que Dios llame.

Si Dios nos ama no es raro que nos invite a compartir con Jesús, con Israel, con los grandes
santos y con los hombres de Dios, tiempos de inactividad, de fuego y de desierto, donde
nuestro corazón se temple para poder estar como instrumento capaz en sus manos.

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