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ISEGORÍA.

Revista de Filosofía Moral y Política


N.º 39, julio-diciembre, 2008, 239-250
ISSN: 1130-2097

Mesianismo impolítico
Unpolitical messianism
ALFONSO GALINDO HERVÁS
Universidad de Murcia

RESUMEN. Este artículo examina la dimensión ABSTRACT. This article analyzes the political
política del concepto de mesianismo. Se sos- aspect of the concept of mesianism. It is held
tiene que el recurso a este concepto en ciertos that the resort to this concept in some contem-
filósofos contemporáneos, sobre todo Agam- porary philosophers, particularly Agamben, is
ben, es deudor de las tesis de Schmitt, Benja- debtor of Smith, Benjamin and Taubes’opi-
min y Taubes sobre el pensamiento paulino. nions about Paul’s thinking. From these pre-
Desde estas premisas, se examina la relevan- mises, it is examined the philosophical-politi-
cia filosófico-política del mesianismo a partir cal importance of mesianism from its question
de su cuestionamiento de todo nomos, justifi- of everything nomos, justifying its unpolitical
cando su carácter impolítico. El mesianismo character. The unpolitical messianism is the
impolítico es la antítesis de la teología polí- complete opposite of the political theology.
tica.
Palabras clave: mesianismo, teología, tiempo, Key words: messianism, theology, time, polit-
político, impolítico, ley, propiedad, comuni- ical, unpolitical, law, property, community,
dad, Schmitt, Benjamin, Taubes, Agamben. Schmitt, Benjamin, Taubes, Agamben.

I. El mesianismo como concepto ción», que si bien no agota lo implicado


filosófico y político en el concepto de teología política, sí ex-
plica parte de su significado 2.
Entre política y religión existen relacio- En este contexto teórico debe ubicar-
nes que se dejan describir y explicar des- se el análisis de la dimensión política del
de categorías sociológicas, jurídicas o mesianismo, que puede considerarse una
políticas, entre otras. Es el caso, por variante o declinación de la teología polí-
ejemplo, del odio a la democracia que tica. Ésta constituye un ámbito teórico
trasluce el resurgir del poder de los pue- complejo y confuso. Así, cabría diferen-
blos de Dios —concretado tanto en el te- ciar entre una teología política confesio-
rror ejercido por el islamismo radical nal y otra moderna. En la primera —re-
como por el Estado que lo combate desde misible a las obras de, entre otros, Johann
la fe evangelista 1. Junto a ello, también B. Metz y Jürgen Moltmann—, el con-
es posible aprehender tales relaciones sir- cepto remite a la derivación de un orden
viéndose de categorías filosóficas, esto jurídico-político desde determinadas con-
es, desde una perspectiva más abstracta. cepciones teológicas, que son resultado
Tal acercamiento se ha concretado en el de sistematizar ciertas verdades de la fe
denominado «teorema de la seculariza- que asumen el rol de instancia regulativa

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Alfonso Galindo Hervás

del ejercicio del poder. Frente a ella, la mo (que a su vez la hereda de las
teología política relevante para aprehen- creencias apocalípticas judías) antes de
der la especificidad del Estado moderno fecundar la Modernidad 8. Dicha cons-
—es decir, aquella que permite estable- ciencia ha dado lugar tanto a una actitud
cer una continuidad entre Hobbes y política como a otra mística o impolítica
Schmitt—supone un soberano personal —pero ambas fundadas en la creencia en
no limitado en su decisión y en su obrar la finitud del tiempo. La primera, en su
por orden superior alguno, así como una declinación imperial-estatal, legitima el
situación de desteologización del pensa- orden como freno de la anomía mesiáni-
miento que demanda un nuevo objeto de ca; en su declinación revolucionaria, da
fe garante de las promesas y de la paz, a lugar a las diversas formas de milenaris-
la par que representante de una realidad mo y apocalipticismo, volcadas en la
trascendente: el Leviathan 3. contribución a la aceleración del final y
La revitalización schmittiana de la en los cálculos sobre el apocalipsis 9. La
teología política en el contexto de Wei- segunda, impolítica, posibilita aprehen-
mar responde a estas premisas, debiéndo- der otra serie de actitudes políticas funda-
se interpretar a partir del objetivo de ha- das en una comprensión del tiempo como
cer viable el orden en ausencia de funda- kairós, como irrupción imprevisible de la
mentos para él. Es esto lo que explica la discontinuidad —frente a la experiencia
dimensión representativa y decisionista del tiempo que nos induce (indica y pro-
del soberano. A propósito de éstas, es co- duce) el Estado—, sentando las bases
nocido que Schmitt recurrió a la analogía para un cuestionamiento integral de todo
entre conceptos teológicos y jurídico-po- nomos, que reclama una concepción de la
líticos para su empresa, pero también a la historia como realidad homogénea. Es la
habida entre la representación ejercida actitud que cabe rastrear tanto en la re-
por la Iglesia católica y la que debe ejer- cepción radicalizada de las tesis joaquini-
cer el soberano 4. Éste se legitima, ade- tas por los franciscanos espirituales,
más, por su capacidad para decidir un es- como en la influencia de éstas en las
tado de excepción y señalar un enemigo, obras de Ficino, Lutero y diversos grupos
lo que equivale a instaurar la normalidad antinomistas 10. Y todo ello sin dejar de
indispensable para la vida del derecho 5, mencionar las manifestaciones de mesia-
que de este modo evidencia su absoluta nismo impolítico —esto es, realizado y
contingencia y su dependencia de una an- cuestionador de la ley— en la historia del
tropología pesimista 6. Desde estas pre- judaísmo y del islam, vehiculadas en ten-
misas se entiende que la consciencia con- dencias místicas heréticas tales como la
temporánea de que lo mesiánico tiene cábala, el sabatianismo o el sufismo 11.
que ver con lo político se debe a Schmitt, Este breve boceto de una posible his-
buen lector de las cartas paulinas, que ca- toria del concepto político de mesianismo
racterizó (y legitimó) al Estado como ka- (o, mejor, del mesianismo en tanto que
techon, esto es, el que retrasa la parusía concepto político) puede servir para com-
(y sus consecuencias paralizantes, anó- prender el sentido de diversas filosofías
micas) 7. que actualmente retoman dicho concepto
Pero la propagación de la conscien- en su dimensión política. En efecto, el
cia de la dimensión política del evento concepto de mesianismo se muestra hoy,
mesiánico tiene su origen en las Cartas de en cierta literatura contemporánea, como
Pablo de Tarso, y está presente en la teo- concepto filosófico. Más aún: como con-
logía de los primeros siglos del cristianis- cepto políticamente relevante. Evidente-

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mente, sus orígenes son confesionales, ju- legítima. Pero que, por ello mismo, ante
díos 12. Pero la actualidad de lo mesiánico él se abre una posibilidad que trasciende
trasciende su comprensión religiosa. Los dichos órdenes, que trasciende lo dado en
autores que se sirven de dicha categoría, y y por el tiempo cronológico infinitamen-
a los que aquí me referiré, desarrollan un te repetible. Una posibilidad que, sin ne-
uso aconfesional de la misma, defendien- cesidad de apelar a la fe, puede constatar
do igualmente su heterogeneidad respecto extremando la sensibilidad hacia deter-
de toda secularización programática. Más minadas experiencias de suspensión del
aún: en este concepto vehiculan un tipo de tiempo. De esta manera, el mesianismo
denuncia del poder político que incide jus- puede comprenderse como el resultado
tamente en los peligros implícitos en tal del esfuerzo por pensar la historia tras el
secularización. Es por esto que la poten- fin de la historia (y sin incurrir en una
cialidad política de lo mesiánico demanda nueva filosofía de la historia).
ser nombrada de manera que se muestre I.1. La dimensión política del me-
su distinción respecto de toda teología po- sianismo paulino. El interés de filósofos
lítica, tanto confesional como moderna. contemporáneos como Agamben, Zizek,
En consecuencia, en este artículo se pro- Badiou o Negri por las Cartas paulinas es
pone la expresión mesianismo impolítico herencia directa del análogo interés de
para subrayar justamente que lo implicado Carl Schmitt y Walter Benjamin. Un in-
en ella es un cuestionamiento ab integro terés que, de la mano de Taubes, se expli-
de todo ordenamiento jurídico-político a ca por la dimensión mesiánica —esto es,
partir de la experiencia mesiánica (que cuestionadora del nomos, impolítica— de
puede aprehenderse como una determina- las mismas, marginada a lo largo de la
da experiencia del tiempo) 13. La categoría historia del cristianismo 14.
de lo impolítico evidenciaría un intento de Como hemos visto, Schmitt subrayó
pensar la política más allá de toda idea de la importancia de 2 Tes 2, 7-9 para la
representación y de decisión, que, como comprensión del sentido del Estado. Para
vimos, constituyen los pilares de la teolo- Pablo, todo poder constituido es kate-
gía política moderna. chon, fuerza que retarda el desvelamiento
En este escrito sostendré la tesis de del «misterio de la anomía», que no es
que el mesianismo recoge la experiencia sino el misterio de la ilegitimidad sustan-
de la ausencia de sentido a la que se en- cial de todo ordenamiento en el tiempo
frenta hoy la filosofía. En esta medida, mesiánico, que en este sentido aparece
también alberga una respuesta para el como un verdadero «estado de excep-
hombre que ha apurado dicha experiencia ción». Tal consciencia mesiánica subya-
del sinsentido de las divisiones y jerar- ce como presupuesto de la teología políti-
quías, de las instituciones y reglas que lo ca de Schmitt, que adquiere su especifici-
rodean. La razón es que sólo un hombre dad a partir de la negación o totalización
así, justamente por haber experimentado del exceso mesiánico, del resto. Es dicha
tal nihilismo y ausencia de fundamentos, consciencia la que explica su apuesta ca-
puede aún, en verdad, esperar algo nue- tólica por la desactivación jurídico-esta-
vo, algo no previsto (en y por dichas divi- tal del elemento mesiánico y lo que éste
siones y jerarquías). Sólo un hombre así supone: la anomía, el caos. Pero tal pa-
puede medir su responsabilidad con una sión por el orden no implica olvidar que
exigencia que trasciende las normas esta- tal consciencia mesiánico-paulina señala
blecidas. El pensamiento mesiánico le su radical ilegitimidad y ausencia de fun-
dice a tal hombre que su experiencia es damentación. Ésta justifica el decisionis-

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mo schmittiano, que implica responder a y afín al kairológico, que permite alejar el


la finitud de la historia remitiendo el fun- reino mesiánico de toda teleología inma-
damento de todo ordenamiento a un afue- nente 19. Al separar el orden profano del
ra irracional, dada la inexistencia de me- mesiánico, Benjamin evidenciaría su
diaciones que permitan traducir jurídica- deuda con la teología marcionita-joaqui-
mente el exceso mesiánico. nita antijudía, asumida a través de la obra
Ciertas ideas de Benjamin, pese a su de Bloch 20. Pero también está presente
explícita oposición a las de Schmitt Pablo en la alusión a la teología de la pri-
—quizá por ello—, pueden comprender- mera tesis, que debe entenderse desde la
se como enteramente dependientes de idea de mesianismo, o en las referencias a
ellas. Taubes ha explicitado esta deuda al la redención del pasado mediante el re-
remitir la teología que brilla en las Tesis cuerdo, que opone a la pretensión objeti-
al pensamiento de Schmitt tanto como a vista del historicismo el carácter mesiáni-
la tradición apocalíptica cristiana 15. Res- co del narrador 21.
pecto de lo primero, bastará con señalar El paulinismo de las Thesen permite
que la defensa, en la Tesis VIII, de un es- a Taubes sostener, contra Scholem, la
tado de excepción «efectivo» sólo ad- unidad de la filosofía de Benjamin, vien-
quiere sentido desde la definición de la do reflejado en el temprano Fragmento
soberanía a partir de la figura del estado teológico-político un eco del nihilismo
de excepción en la Teología política 16. presente en las Cartas a los Corintios y a
Agamben ha defendido que ésta puede los Romanos. La morphé de este mundo
considerarse a su vez respuesta al escrito pasa, decae; y sólo el mesías consuma el
de Benjamin de 1920-21 Zur Kritik der acontecer histórico. Se trata del hos me
Gewalt, en el que alude a una violencia paulino, del nihilismo que trabaja contra
absolutamente heterogénea al derecho 17. el imperio, del nihilismo como política
La concepción de Schmitt pasaría por re- mundial 22.
conducir jurídicamente tal violencia, ab- Esta consciencia apocalíptica y, por
sorbiendo la anomía del tumultus. El de- tanto, nihilista —compartida por Schmitt
bate culminaría en la citada Tesis VIII, y Benjamin, lectores de Pablo, reconoce
que, al sostener que la excepción ha de- el inmanentismo moderno y pretende, de
venido la regla, invalida el rol que modo divergente, superarlo. Quien mejor
Schmitt le otorgaba, definir la situación lo ha comprendido es Taubes, para quien
normal, reclamando en cambio un estado no es lo mismo entender el cosmos como
de excepción efectivo (wirklich), no me- inmanente o considerar que el milagro,
ramente ficticio. Y ello implica que sea, que la excepción, es posible. De ahí su
como la soberanía que le es paralela, ab- valoración de Schmitt, cuyo objetivo de
solutamente ajeno al derecho, revolucio- detención del caos no le impide recono-
nario. De ahí el paulinismo de Benjamin cer la debilidad de un derecho público ce-
y de Taubes: para ambos tanto como para rrado sobre sí, remitiendo la soberanía a
Pablo, verdaderamente soberano es el la decisión y a lo excepcional 23. Lo rele-
mesías que cumple la ley suspendiéndola vante en la unión schmittiana de decisio-
absolutamente 18. nismo carismático y representación cató-
En cuanto a lo segundo, el paulinis- lica es la priorización del espíritu sobre la
mo de las Geschichtsphilosophische The- ley que implica. Ésta es la clave de la afi-
sen debe remitirse ante todo al concepto nidad entre Schmitt y Taubes: la misma
de tiempo mesiánico, un tiempo-ahora conciencia apocalíptica y mesiánica que,
pleno heterogéneo al tiempo del progreso de la mano de Pablo, conduce al primero

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a una teología política katechontica que religión y política tras la experiencia de


asegura la historia, al segundo a un me- Auschwitz.
sianismo impolítico antinómico que inte- Éste es el contexto en el que puede
rrumpe la lógica histórica. Pero a ambos ubicarse la reflexión teológico-política
a un decisionismo coherente con la ex- de Agamben, que también ha defendido
periencia cristiana de que el tiempo es que las cartas paulinas constituyen el más
corto 24. antiguo y exigente tratado mesiánico de
Taubes analiza diversos conceptos la tradición judía. Su reflexión profundi-
teológicos paulinos desde la tradición ju- za en el cuestionamiento del nomos im-
día y la situación de la época, presentan- plicado en la experiencia del tiempo me-
do su crítica de la ley como fundamento siánico.
de una nueva alianza social universal,
opuesta tanto al imperio romano como a II. El tiempo mesiánico
la unidad étnica judía. Éste es la dimen-
sión política del mesianismo paulino: Lo mesiánico tiene que ver con una de-
terminada forma y experiencia del tiem-
ningún orden político es legítimo 25.
po diferente a la del tiempo cronológico
Frente a la apoteosis del nomos, presente
homogéneo. Una forma que pretende su-
tanto en la mentalidad pagana como en la
perar las comprensiones espaciales habi-
judía, Romanos lanza el mensaje de la su-
tuales del mismo, que impiden aprehen-
peración de toda ley en Cristo, que en
der la no contemporaneidad del presente
coherencia aparece como el que decide el
consigo mismo, esto es, que impiden
estado de excepción, esto es, como sobe- pensar el tiempo de manera estrictamente
rano 26. Al aceptar un mesías crucificado temporal.
según la ley, Pablo debe desarrollar una Al igual que Lévinas 29, Agamben
teología mesiánica en forma totalmente cree que un acabamiento perfecto del
antinómica, declarando que el mesías tiempo (esto es, una representación) es
crucificado es el cumplimiento-fin de la imposible. Benjamin lo argumentaba re-
Ley 27. La comunidad universal que se mitiendo dicha dislocación al asedio que
constituye en torno al acontecimiento el presente experimenta por el pasado.
mesiánico difiere, por lo tanto, de toda Sus tesis sobre la historia (sobre todo
institución eclesial o estatal, debiéndose XIII, XVI, XVII y XVIIa) pretenden
remitir su carácter político revoluciona- cuestionar la linealidad y la homogenei-
rio a una interiorización de la idea mesiá- dad del tiempo, denunciando así las ideo-
nica que le lleva a deslegitimar todo po- logías del progreso —y evidenciando con
der constituido 28. ello su deuda romántica y, en esta medi-
En suma, mientras que la teología da, sabatiana 30. Agamben, por su parte,
política schmittiana permitió sostener argumenta que el tiempo jamás puede
una soberanía decisionista, la del Führer, coincidir con sus representaciones, ya
que hizo compatible la declaración de es- que éstas siempre dejan fuera un tiempo
tado de excepción con la radicalización anterior: el tiempo que empleamos para
de la arbitrariedad y del terror de la ley, el completar nuestra representación del
mesianismo impolítico benjaminiano-tau- tiempo, un tiempo que resta. A diferencia
besiano reconoce ese afuera de la ley (la de las representaciones del tiempo crono-
decisión y la excepción) en orden a de- lógico, que nos lo ofrecen como realidad
clarar su radical superación, convirtién- homogénea e idónea para la regulación
dose en un persuasivo constructo teórico de la vida, tal tiempo sería un tiempo
desde el que pensar las relaciones entre operativo que coincide con nosotros mis-

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mos, el único tiempo real que tenemos, tanto en lo referente al carácter meramente
no tanto el final del tiempo cuanto el dilatorio (negativo) del pensamiento de
tiempo del final y, por ello, «la situación Derrida, cuanto por su pretendida lejanía
mesiánica por excelencia» 31. de él. En efecto, éste radicaliza la aporía
Lo decisivo de tal experiencia de de la promesa —como Agamben se de-
suspensión del tiempo cronológico, que sempeña con la figura de la ley y el estado
Agamben remite al poema, es que preten- de excepción, o con la representación del
de legitimar la esperanza y la revolución, tiempo; o como Blanchot hizo, de la mano
a la par que redimir las posibilidades del de Kojéve, con la del propio sujeto. En
pasado no realizadas, análogamente a lo concreto, localiza en el marxismo una pro-
que defiende Benjamin en las Tesis II y mesa heterogénea a todo programa, y
XVIIa. Al sugerir un afuera de la historia equivalente a una «estructura universal de
(evitando sustancializarlo), este pensa- la experiencia», puramente formal, posibi-
miento hace viable la posibilidad de un litadora de cualquier programa y, por ello,
cambio radical y de una espera que tras- su superación 37. La importancia de la es-
ciende lo que puede ofrecer el tiempo tructura performativa de la promesa de
previsible y calculable; permite, en suma, cara a aprehender la posibilidad de una
dotar de sentido la revolución 32. Junto a justicia más allá del derecho radica en que
ello, la recapitulación mesiánica es aná- ella muestra que el fundamento de la ley
loga al recuerdo mediante el que el pasa- es un acontecimiento que no puede perte-
do se torna posible 33. Para entender este necer al conjunto que él funda o justifi-
argumento es útil retomar una idea de Zi- ca 38. Análogo, por lo tanto, a la decisión
zek, quien, asumiendo que una perspecti- soberana en Schmitt, que crea derecho
va verdaderamente histórica (opuesta al siendo externa a él; pero análogo igual-
historicismo teleológico) no considerará mente a todas aquellas figuras con las que
el pasado como simplemente pasado Agamben indica la funcionalidad mesiá-
—sino albergando en sí su propia prome- nica del mero poder suspendido en sí, esto
sa histórica de una redención futura—, es, que no da lugar a acto alguno (ya que
sostiene que afirmar que el presente redi- toda forma es inadecuada): la enunciación
me el pasado no implica incurrir en el re- —en tanto que pura capacidad de pasar a
lativismo de que no existe una historia hablar y devenir sujeto, pero que no llega
pasada objetiva, sino algo más radical, a a serlo—, el singular cualsea —en tanto
saber: defender que no existe el propio que pura capacidad de adquirir una forma
presente, pues éste sólo puede concebirse de vida determinada, pero que no llega a
como resultado (también) de las poten- adquirirla—, el poder constituyente o
cialidades de futuro aplastadas, conteni- fuerza-de-ley —en tanto que pura capaci-
das en el pasado 34. dad de alumbrar poderes constituidos,
Agamben ha querido alejar su pensa- pero que no llega a alumbrarlos.
miento de los elementos de «espera inde- La promesa adquiere en Derrida el
finida o suspendida» que parecerían serle rango de situación mesiánica (como, en
afines y que, a su juicio, sí son evidentes cierto modo, lo es el tiempo restante o el
en la figura de «lo mesiánico sin mesianis- estado de excepción en Agamben), el lu-
mo» de Derrida 35. Pero, aun asumiendo la gar (atópico) donde se abren las posibili-
existencia del riesgo de incurrir en un pen- dades (en tanto que) irrealizables, inac-
samiento de la abstención o no implica- tualizables. ¿Implica todo ello una invita-
ción en la historia 36, las apreciaciones de ción a la pasividad, la desacreditación de
Agamben no parecen evidentes. Y ello la revolución? Es lo que piensa Haber-

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Mesianismo impolítico

mas, que parece no captar la normativi- III. La (im)política mesiánica


dad encerrada en este mesianismo 39.
Pero el propio Derrida aclara que la espe- La dimensión práctica del uso agambe-
ra prohíbe abstenerse, que la promesa no niano de la categoría de lo mesiánico se
es incompatible con la acción, sino que la concentra en su capacidad para mostrar la
exige, y que tal vez ello demande otro desfundamentación e ilegitimidad de
concepto de lo político 40. Y sobre este todo ordenamiento jurídico-político.
punto, tampoco el envite de Agamben di-
III.1. La des-activación de la ley.
fiere mucho. Como tampoco en lo con-
Agamben desarrolla una interpretación
cerniente a la formalidad (esto es, a la va-
de Romanos que, asumiendo las conoci-
ciedad normativa) de la decisión por la
das dificultades de la posición de Pablo
autenticidad, que Agamben reclama en sobre la ley (de su santidad en Rm 7, 12 a
su definición de la vida mesiánica desde su superación en Rm 10, 4), localiza su
la ontología heideggeriana de la potencia. clave en la desactivación de la misma 43.
Ésta le permite caracterizar al hombre La vocación mesiánica (que, al igual que
como una pura potencia, localizando la la llamada heideggeriana del ser, no exi-
clave de una «política» antiestatal en ge abandonar la propia condición) anula
pensar la potencia sin ninguna relación o neutraliza todas las divisiones, tanto las
con el ser en acto. Si la política es una de la ley como las de las condiciones
«tarea metafísica» de actualización o mundanas en general.
in-formación de lo meramente potencial
Para aprehender el estatuto de la ley
e informe (la nuda vida que, por ello, pre-
bajo el efecto de la katárgesis mesiánica,
cisa una biopolítica), sólo desde una on-
esto es, suspendida y llevada a cumpli-
tología de la potencia puede cuestionarse miento, Agamben recurre a Schmitt, sub-
la política que reduce las posibilidades rayando que, aunque su concepción de
del hombre al remitirlas a la efectividad ley y soberanía es antimesiánica, «no
de formas concretas de vida. Si toda de- puede evitar introducir en ella theologoú-
terminación es una negación, la única mena genuinamente mesiánicos» 44. Tal
forma de escapar a los terrores de la ex- recurso se funda en que el ordenamiento
clusión es existir en la potencia, esto es, jurídico soberano aparece en Schmitt
ser un singular cualquiera 41. En conse- como realidad frágil, dependiente de una
cuencia, la ética es sustituida por la onto- decisión, abierta a un acontecimiento, a
logía, ya que si la fuente del mal es onto- lo anómico 45. Como sabemos, para
lógica, la salvación también lo debe ser. Schmitt el paradigma que define la es-
El ethos del hombre se reduce a la praxis tructura y funcionamiento de la ley no es
de existir como una singularidad cual- la norma, sino la excepción, que al ex-
quiera, como pura posibilidad o inactua- cluir algo de la norma, lo incluye. Agam-
lidad 42. Al igual que en Heidegger, no ben sostiene que los rasgos de la ley en el
hay fin alguno que alcanzar diferente del estado de excepción (la indeterminación
mero gesto de existir tal cual se es. Pero del dentro y del fuera de la ley, la indife-
que la estrategia para escapar del bando renciabilidad de observancia y transgre-
soberano pase por asumir una abstracta sión —incumplibilidad de la ley— y la
«existencia en la potencia», no sólo im- informulabilidad de la ley) aparecen en la
plica renunciar a regular el intransferible katárgesis mesiánica. Dicho de otro
poder personal y elaborar procedimientos modo: también el evento mesiánico, esto
para la acción social, sino que motiva el es, vivir en el (tiempo del) mesías, procu-
calificativo de «a-normativa». ra una desactivación de la ley merced a la

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introducción de un resto que torna indis- es, emancipada de toda forma-de-vida-


cernibles el fuera y el dentro de la ley, su concreta y, en esta medida, que mantiene
aplicación y su desaplicación, exigiendo su potencia intacta; una vida emancipada
la contrapartida del gesto de fe que, dada del uso regular del derecho 49.
la incumplibilidad e informulabilidad de III.2. La comunidad mesiánica, el
la ley en el estado de excepción, excluye resto. Agamben se sirve de la categoría
las obras 46. Con ello localiza en el estado mesiánica de resto para repensar las de
de excepción, tanto la cifra oculta de la pueblo y democracia. El pueblo, en tanto
violencia e ilegitimidad de la ley, como la que sujeto político, debe ser pensado
posibilidad de liberación. Por ello Agam- como resto, es decir, como lo que se re-
ben (una vez más, en deuda con Taubes) siste a considerarse acabado o realizado,
denuncia la valoración schmittiana del como lo que cuestiona toda división que
katechon que frena la anomía —que, se- pretendiese articularlo. La expresión re-
gún Pablo, «ya está en acto» 47. mite a una experiencia en presente: la de
¿De qué forma puede afectar a la la disposición a acoger una auténtica no-
vida del singular el estado de excepción vedad, el mesías, y en esta medida, a re-
inaugurado por el acontecimiento mesiá- sistir a todo acabamiento y homogenei-
nico? Esto es, ¿en qué puede consistir dad 50.
una vida mesiánica? En los versículos de La relevancia de la categoría de resto
1 Cor 7, 29-32 localiza Agamben la clave se evidencia al reparar en que una con-
de dicha vida: el Hos me (como no). En cepción de la política sin resto encerraría
concreto, ve en los vv. 30s. («los que la relación entre lo constituyente y lo
compran como no poseyentes y los que constituido en una totalidad armoniosa,
usan el mundo como no abusantes») una disolviendo los conflictos y la violencia
referencia a la definición de propiedad en de las instituciones. El concepto de resto
el derecho romano. Su interpretación es mostraría la imposibilidad de que ese po-
que Pablo opone el usus mesiánico al do- der instituyente pudiese ser totalmente
minium romano, haciendo del primero ín- integrado en las instituciones, disuelto en
dice y factor de la llamada. Una vida me- reglas. Desde este análisis se comprende
siánica sería aquélla en la que se rechaza la relevancia de la ontología de la posibi-
toda propiedad jurídico-fáctica —pero no lidad de Agamben, pues de lo que se trata
para instalarse en la parálisis, sino para es de impedir que la potencia se reabsor-
hacer uso. Sobre este trasfondo interpreta ba enteramente en el acto. O, si se prefie-
la reivindicación de las corrientes espiri- re, de mantener la conciencia de la inade-
tuales franciscanas del usus contra el do- cuación de toda racionalidad política que
minium, que tornaba inaplicable el dere- pretenda normalizar acabadamente la
cho civil, pues implicaba una forma de praxis humana.
vida por fuera del derecho (respecto de Agamben propone una figura de co-
los bienes, el usus pauper) 48. munidad sin resto, esto es, a la que no se
En suma, vivir mesiánicamente equi- puede no pertenecer. Es imposible dete-
vale a vivir en el hos me, y ello implica nerse aquí en la complejidad de este co-
vivir en la permanente apertura o posibi- munitarismo impolítico 51. Tan sólo des-
lidad que define al hombre, desposeyén- tacaré que tal comunidad es irrepresenta-
dolo de toda propiedad, incluso de la ble, pasiva y carente de condiciones de
identidad. Con ello alcanza Agamben un pertenencia. Si la política del Estado so-
referente teórico desde el que reforzar su berano reposa en la acción excluyente y
argumento a favor de una vida feliz, esto en la representación, se comprende que la

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Mesianismo impolítico

(im)política de la comunidad que viene no-ser. Ese exceso, afín tanto a la estruc-
deba ser heterogénea a toda negatividad y tura de performatividad de Derrida tanto
a toda obra, a toda presencia y a todo pro- como a la violencia divina de Benjamin
yecto. —pero afín igualmente a lo implicado en
la decisión soberana de Schmitt—, que-
IV. El reto impolítico de lo mesiánico: rría ser nombrado por lo mesiánico.
una revolución pasiva contra La resistencia mesiánica, su insisten-
la secularización teológico-política cia en la inadecuación esencial del no-
mos, podría servir a la renovación del
Es el momento de ofrecer un argumento mismo. Aun sin olvidar que el diagnós-
sobre la relevancia filosófica en general, tico de inadecuación propuesto por el
y filosófico-política en particular, de este argumento mesiánico-impolítico la con-
pensamiento mesiánico. Desde las premi- sidera estructural y, por tanto, insupera-
sas de la historia conceptual de Kose- ble (por ello puede considerarse una es-
lleck, según las cuales los conceptos son tructura formal de la experiencia), no es
índices pero también factores de una épo-
menos cierto que el derecho vive del rea-
ca, habría que decir que el mero hecho de
juste permanente bajo la presión de situa-
que broten filosofías «de lo mesiánico»
ciones singulares refractarias a su inte-
puede entenderse como índice de una
gración, que obligan al desempeño de la
época y de sus políticas. Como ya señalé:
imaginación en la búsqueda de alternati-
la época de la conciencia generalizada de
vas. El carácter subversivo del concepto
la ausencia de sentido. Pero, ¿contribu-
yen ellas también a (la transformación de lo mesiánico estribaría justamente en
de) dichas políticas? ¿De qué forma? que pone nombre a la posibilidad de un
Hemos comprobado que la categoría resto jamás integrable. No sugiere tanto
de lo mesiánico incluye la sugerencia de una oposición entre lo constituyente y lo
otra modalidad de experiencia del tiempo constituido, cuanto una tensión que
y, en esta medida, cuestiona las figuras muestra la existencia de un afuera del de-
de la historia idealizada (progreso, eman- recho que puede iluminar ciertas praxis
cipación, etc.), así como todo nomos edi- subversivas (afines a ese uso-sin-derecho
ficado sobre ellas. Un derecho acabado o medieval).
cumplido sería un derecho que no con- Tal vez el rasgo más llamativo de
templa reserva o duda alguna acerca de este abstracto pensamiento impolítico sea
su adecuación (al ideal, a la justicia), re- su paralela heterogeneidad respecto de lo
duciéndose entonces a mera represión. social —evacuado como elemento rele-
En cierto modo, podría decirse que el me- vante en la argumentación—. Ello parece
sianismo es al derecho lo que la falsabili- coherente en un pensamiento que, como
dad a la ciencia: su criterio. En el caso de el de Agamben, remite la emancipación a
Agamben, la estrategia para evidenciar la la instalación en la posibilidad, esto es, a
estructural impropiedad de toda repre- la sustracción a todo acto, a toda for-
sentación (ya sea la del tiempo, ya la de la ma-de-vida-concreta. Coherente igual-
ley, el lenguaje o la comunidad) pasa por mente con un pensamiento que, de la
señalar el rol constituyente que en cual- mano de Benjamin, establece un jorismós
quier representación desempeña un exce- insuperable entre historia y política, por
so inabarcable por la misma, que por ello un lado, y redención, por otro. Coherente,
permanece como afuera legitimante- por último, con un argumento que, como
cuestionante: fuerza-de-ley, tiempo que el del italiano, cifra el valor de lo mesiá-
resta, comunidad que viene, poder no nico en la disolución de todas las divisio-

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Alfonso Galindo Hervás

nes. Así, lo social se confunde y transmu- encerrados en el uso de categorías pre-


ta con lo político, lo ético con lo estético, modernas, como la de mesianismo, para
esto último con aquello 52. comprender lo moderno y post-moderno.
Por último, es preciso aludir, sin que Así mismo, desde las premisas de la his-
ello pueda ser aquí desarrollado, a las toria conceptual, podría cuestionarse la
complejas y fértiles conexiones entre me- posibilidad de una novedad tan radical
sianismo impolítico e historia de los con- que rebasara todas las condiciones es-
ceptos políticos, sobre todo en lo referen- tructurales, pues un acontecimiento tal
te a la valoración de los vencidos en or- sería totalmente incomprensible, ina-
den a rescribir la historia. Pero también prehensible e inconstatable 53. Pero quizá
para dejar constancia de los problemas se trate de eso en el evento mesiánico...

NOTAS

1 J. Rancière, El odio a la democracia, trad. I. tiempos históricos, trad. N. Smilg, Barcelona, Paidós,
Agoff, Buenos Aires, Amorrortu, 2006, pp. 135s. 1993, p. 37.
2 Según Schmitt, abanderado del teorema de la se- 8 Agamben argumenta que la modernidad es inse-

cularización, la imagen metafísica que hace de sí una parable de lo mesiánico señalando que Lutero tradujo
época tiene la misma estructura que su organización katargeín, término paulino que señala la suspensión
política. C. Schmitt, Teología política, en Estudios de la ley por y en el acontecimiento mesiánico, por
Políticos, trad. F. J. Conde, Madrid, Cultura Española, Aufheben, que significa tanto abolir como conservar, y
1941, p. 84. Blumenberg se opuso a los diagnósticos sobre el que Hegel funda su dialéctica. Cfr. G. Agam-
de «secularización» por considerar que implican la ile- ben, El tiempo que resta, trad. A. Piñero, Madrid,
gitimidad de lo moderno. Cfr. H. Blumenberg, Die Le- Trotta, 2006, p. 101.
9 Sobre el complejo tema del apocalipticismo me-
gitimität der Neuzeit, Francfort, Suhrkamp, 1988. So-
bre la polisemia del concepto, cfr. J.-C. Monod, La dieval, cfr. C. Carozzi y H. Taviani-Carozzi, La fin
querelle de la sécularisation. Théologie politique et des temps. Terreurs et phrophéties au Moyen Age, Pa-
philosophies de l’histoire de Hegel à Blumenberg, Pa- ris, Flammarion, 1999. En castellano, cfr. Á. Vaca Lo-
ris, Vrin, 2002. renzo, En pos del tercer milenio. Apocalíptica, Mesia-
3 Ello explica el diagnóstico de Voegelin sobre la nismo, Milenarismo e Historia, Ed. U. Salamanca,
teología política hobbesiana como un neo-gnosticismo 2000; J. L. Villacañas, «Acerca del uso del tiempo
inmanentista. Cfr. E. Voegelin, Nueva ciencia de la apocalíptico en la Edad Media», Isegoría, 37, 2007,
política, trad. J. E. Sánchez, Madrid, Rialp, 1968, pp. 81-96.
10 Como el del Libre Espíritu o el de los alumbra-
pp. 191ss, 208. En el mismo sentido, la schmittiana ha
sido vista como un pagano-cristianismo. Cfr. G. Meu- dos. Cfr. N. Cohn, En pos del milenio. Revoluciona-
ter, Der Katechon. Zu Carl Schmitts fundamentalistis- rios milenaristas y anarquistas místicos de la Edad
cher Kritik der Zeit, Berlin, Duncker & Humblot, Media, trad. R. Alaix, Madrid, Alianza, 1997, pp. 171,
1994. 198ss., 214ss, 234ss. Se cuestiona el mesianismo de
4 C. Schmitt, Teología política, op. cit., pp. 72s. los alumbrados y la tesis de Bataillon sobre su influen-
cia en A. Márquez, Los alumbrados. Orígenes y filo-
Tal recurso es origen de la polémica con Eric Peterson
sofía. 1525-1559, Madrid, Taurus, 1972.
(Der Monotheismus als politisches Problem, de 1935) 11 Cfr. M. Idel, Mesianismo y misticismo, trad. M.
y con Blumenberg, concretada en la publicación en
Eisenfeld, Barcelona, Riopiedras, 1994; Á. Alonso
1970 de Politische Theologie II. Igualmente, C.
(coord.), El mesianismo en el cristianismo antiguo y
Schmitt, Catolicismo y forma política, trad. C. Ruiz,
en el judaísmo, Ed. U. Valladolid, 2000. Sobre el ca-
Madrid, Tecnos, 2000.
5 C. Schmitt, Teología política, o. c., pp. 35, 44s.
rácter mesiánico y antinómico del sabatianismo del si-
glo XVII, cfr. J. Taubes, «La controversia entre ju-
6 C. Schmitt, El concepto de la política (en Estu-
daísmo y cristianismo», en Del culto a la cultura, trad.
dios políticos, o. c.), pp. 111s, 141, 148, 167s. S. Villegas, Buenos Aires, Katz, 2007, pp. 96-99.
7 C. Schmitt, El nomos de la tierra, trad. D. Schi- 12 En las obras de Cohen, Rosenzweig, Benjamin,

lling, Granada, Comares, 2002, pp. 22-26, 54. Kose- Scholem, Buber, Bloch, Strauss, Hans Jonas, Lévinas
lleck ha demostrado el fin del rol katechóntico del o Arendt, el concepto armoniza la presencia del pasa-
Estado a partir de la Revolución Francesa. Cfr. R. Ko- do con un futuro irreductible al desarrollo de lo que
selleck, Futuro pasado. Para una semántica de los existe. Cfr. P. Bouretz, Témoins du futur. Philosophie

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Mesianismo impolítico

et messianisme, Paris, Gallimard, 2003, pp. 87-90, to, no entiende la situación humana, que es finita, y,
947ss. como finita, tiene que cortar, o sea, que decidir». Ibid.,
13 Sobre lo impolítico, cfr. R. Esposito Categorías pp. 169, 195.
de lo impolítico, Madrid, Katz, 2006; «Impolitico», en 25 «La Carta a los Romanos es una teología políti-

R. Esposito y C. Galli (ed.), Enciclopedia del pensiero ca, una declaración política de guerra a los césares».
politico, Roma, Laterza, 2000. Ibid., p. 31.
14 Cfr. G. Agamben, El tiempo que resta, op. cit., 26 «El imperator no es el nomos, sino el clavado

p. 13. Sobre las razones del rechazo judío de Pablo, por el nomos a la cruz. Es una enormidad en cuya
cfr. J. Taubes, «La controversia entre judaísmo y cris- comparación son nada todos los aprendices de revolu-
tianismo», op. cit., pp. 87-99; «Il buon Dio sta nel det- cionario. Esta inversión de los valores pone patas arri-
taglio. Gershom Scholem e la promessa messianica», ba la teología judeo-romana-helenística de las altas es-
en J. Taubes, Il prezzo del messianesimo. Lettere di feras, o sea, toda esa mezcolanza que es el helenismo.
Jacob Taubes à Gershom Scholem e altri scritti, a Cierto que Pablo sigue siendo universal, pero lo es por
cura di E. Stimilli, Macerata, Quodlibet, 2000, el ojo de la aguja del Crucificado, lo que quiere decir:
pp. 34s. Sobre la relevancia del mesianismo paulino la inversión de todos los valores de este mundo. Lue-
en los autores mencionados, cfr. J.-C. Monod, «Des- go en absoluto el nomos como summum bonum. Se
tins du paulinisme politique: K. Barth, C. Schmitt, J. trata, pues, de una carga política que es puro material
Taubes», Esprit, 2003, pp. 113-124. explosivo». Ibid., p. 39.
15 J. Taubes, «Lettere di Jacob Taubes a Gershom 27 J. Taubes, «El mesianismo y su precio», en J.

Scholem» en Il prezzo del messianesimo, op. cit., Taubes, Del culto a la cultura, op. cit., pp. 46s.
pp. 135s. También Agamben sostiene el carácter pau- 28 Sobre el carácter inoperativo de la comunidad
lino de las Tesis benjaminianas. Cfr. G. Agamben, El mesiánica paulina según Taubes, cfr. E. Stimilli, «Il
tiempo que resta, op. cit., p. 140. messianesimo come problema politico», en Il prezzo
16 Sobre los vínculos entre milagro y dictadura en del messianesimo, op. cit., p. 185. También para Ba-
Donoso y excepción y revolución en Benjamin, cfr. J. diou el universalismo paulino se funda en la liberación
Mayorga, Revolución conservadora y conservación de la ley implicada en el acontecimiento mesiánico.
revolucionaria, Barcelona, Anthropos, 2003, pp. 189- Cfr. A. Badiou, San Pablo. La fundación del universa-
196. lismo, trad. D. Reggiori, Barcelona, Anthropos, 1999,
17 G. Agamben, Estado de excepción, trad. A. Gi- pp. 6, 90s.
meno, Valencia, Pre-Textos, 2004, pp. 79-95. 29 E. Lévinas, Totalidad e infinito, trad. D. E. Gui-
18 E. Stimilli, Jacob Taubes. Sovranità e tempo llot, Salamanca, Sígueme, 1977, pp. 292ss.
messianico, Brescia, Morcelliana, 2004, p. 260. 30 Sobre los vínculos entre neorromanticismo y
19 Sobre la influencia de la idea de redención de mesianismo benjaminiano, cfr. A. Lucas, op. cit.,
Rosenzweig y la del instante de la decisión de pp. 134ss.; M. Löwy, Walter Benjamin: aviso de in-
Eckhart, Kierkegaard y Schmitt en la noción benjami- cendio, trad. H. Pons, Buenos Aires, FCE, 2002,
niana de tiempo, especialmente evidente en las Tesis pp. 11-36.
III, V-VII, XIV, XV y XVIII, cfr. A. Lucas, Tiempo y 31 G. Agamben El tiempo que resta, op. cit.,

memoria, Madrid, F. I. M., 1995, pp. 57, 73, 79. Cito pp. 13, 17, 68, 72. La metáfora del pliegue usada por
las Tesis sobre la historia por R. Mate, Medianoche en Bensussan —y antes por Deleuze— pretendería nom-
la historia, Madrid, Trotta, 2006. brar esta no homogeneidad o inadecuación del tiempo
20 J. Taubes, «Walter Benjamin ¿un marcionita sin caer en dualismo. Cfr. G. Bensussan, Le Temps
moderno?» en Il prezzo del messianesimo, op. cit., messianique. Temps historique et temps vécu, Paris,
pp. 58ss. Vrin, 2001, pp. 8-10, 158s.
21 Por ejemplo, en las Tesis XI, XIII, XIV, XVI y 32 Se subraya esta virtud en J. Benoist y F. Merli-

XVIII. Cfr. J. Taubes, «Le Tesi di filosofia della storia ni, «Révolution et messianité. L’histoire et les figures
di Walter Benjamin», en Ibid., pp. 76s., 98. de l’au-delà», en J. Benoist y F. Merlini, Une histoire
22 J. Taubes, La teología política de Pablo, trad. de l’avenir. Messianité et Révolution, Paris, Vrin,
M. García-Baró, Madrid, Trotta, 2007, pp. 85-89. Un 2004, pp. 7-12.
nihilismo también presente en la comprensión de la 33 G. Agamben, El tiempo que resta, op. cit.,

historia como cúmulo de ruinas en El origen del dra- pp. 78, 81.
ma barroco alemán. 34 S. Zizek, El frágil absoluto, trad. A. Gimeno,
23 Ibid., pp. 79s., 101, 119. Desde estas premisas, Valencia, Pre-Textos, 2002, pp. 117s.
Blumenberg reduciría la legitimidad a legalidad. 35 G. Agamben, El tiempo que resta, op. cit.,
24 «Los dos tenemos en común la experiencia del pp. 102-104. Sobre la relación de lo mesiánico y la es-
tiempo y la historia como plazo, como plazo perento- pectralidad en Derrida, cfr. W. Hamacher, «“Lingua
rio. Y ésta es en su origen una experiencia cristiana de amissa”: el mesianismo del lenguaje de la mercancía y
la historia» (...) el problema del tiempo es un proble- los Espectros de Marx de Derrida», en M. Sprinker
ma moral, y el decisionismo significa decir que nada (ed.), Demarcaciones espectrales, trad. M. Malo et
dura sin fin. (...) Y quien lo niega es inmoral; en efec- alia, Madrid, Akal, 2002, pp. 200ss.

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Alfonso Galindo Hervás

36 Que lo señale Nancy es significativo: «¿No vereignty», en M. Calarco y S. DeCaroli, Giorgio


existe un riesgo de hacer diversión? De desviar la mi- Agamben. Sovereignty & Life, Stanford U. P., 2007,
rada de la exigencia de verdad, confiriendo a la ver- pp. 92-108.
dad, bajo el término de “mesianismo”, un inacaba- 46 G. Agamben, El tiempo que resta, op. cit.,
miento constitutivo?». G. Bensussan y J.-L. Nancy, p. 107.
«Du messianisme», Etudes sur Le Temps messianique 47 Ibid., p. 110. Taubes sostiene que la interpreta-
de Gérard Bensussan, Annales de philosophie, 25, ción schmittiana del katechon constituye un signo de
2004, Beyrouth, U. Saint-Joseph, p. 4. domesticación de la experiencia cristiana del tiempo
37 J. Derrida, Espectros de Marx, trad. J. M. Alar-
del fin y de adaptación al mundo. J. Taubes, La teolo-
cón y C. de Peretti, Madrid, Trotta, 1998, pp. 73, 103; gía política de Pablo, op. cit., p. 169.
«Marx e hijos», en M. Sprinker (ed.), op. cit., p. 291. 48 G. Agamben, El tiempo que resta, op. cit.,
38 J. Derrida, Espectros de Marx, op. cit., p. 104;
pp. 35, 48ss. La alusión a los espirituales franciscanos
«Fe y saber. Las dos fuentes de la “religión” en los lí- (evidente en su referencia a la comunidad de Massig-
mites de la mera razón», en J. Derrida y G. Vattimo non, Badaliya) es justa, pues la teología de éstos, in-
(eds.), La religión, trad. C. de Peretti, P. Vidarte et fluyente en Ficino y Lutero, entrelazaba vida mesiáni-
alia, Madrid, PPC, 1996, pp. 29-31. ca, abolición de la ley, uso sin dominio y anomia
39 J. Habermas, «Comment répondre à la question
como condición de toda ley. Cfr. F. J. Ludueña, «Mar-
éthique?», en VV.AA., Judéités, Paris, Galilée, 2003, silio Ficino y Martín Lutero entre Ley y Mesianismo:
pp. 188-196. Una crítica análoga en J. F. Courtine, algunos rasgos de la Modernidad como Teología Se-
Heidegger et la phénomenologie, Paris, Vrin, 1990. cularizada», Tiempos Modernos, 12, 2005. También
40 J. Derrida, Espectros de Marx, op. cit., p. 89,
Zizek relaciona el paulino «morir para la ley» con el
103; «Marx e hijos», op. cit., pp. 289s. hos me de 1 Cor 7 (S. Zizek, op. cit., p. 168).
41 G. Agamben, Homo sacer, trad. A. Gimeno,
49 «Lo que abre un paso hacia la justicia no es la
Valencia, Pre-Textos, 1998, pp. 56-67, 83, 175s, 136s.
supresión, sino la desactivación del derecho, es decir,
Igualmente, G. Agamben, La comunidad que viene,
un uso diferente de él». G. Agamben, Estado de ex-
trad. M. Latorre y J. L. Villacañas, Valencia, Pre-Tex-
cepción, op. cit., p. 94.
tos, 1996, pp. 18, 22, 31. 50 G. Agamben, El tiempo que resta, o. c., pp. 58,
42 G. Agamben, La comunidad que viene, op. cit.,

pp.15, 23, 32, 42, 65s. Se remite la comparación del 62 (referencia a Rm 11, 1-26). Ya Rosenzweig remitió
pensamiento de Agamben con el de Derrida a la alter- la funcionalidad del resto a su capacidad para salvar la
nativa entre ontología y ética en A. Thurschwell, posibilidad de advenimiento de un acontecimiento, de
«Agamben’s Critique of Derrida», en A. Norris, Poli- una novedad auténtica. Cfr. G. Bensussan, «Le der-
tics, Metaphysics, and Death. Essays on Giorgio nier, le reste...», en VV.AA., Judéités, o. c., p. 46.
51 G. Agamben, El tiempo que resta, o. c., p. 39;
Agamben’s Homo Sacer, Duke U. P., 2005,
pp. 173-197. La comunidad que viene, o. c., p. 54. Me permito re-
43 G. Agamben, El tiempo que resta, op. cit., mitir al capítulo que le dedico en Política y mesianis-
pp. 32s., 42. Igualmente, cfr. G. Agamben, Homo sa- mo. Giorgio Agamben, Biblioteca Nueva, Madrid,
cer, op. cit., pp. 76ss.; «El Mesías y el soberano», en 2006.
52 Es tal vez lo que Rancière ha denominado «vi-
La potencia del pensamiento, trad. F. Costa y E. Cas-
tro, Barcelona, Anagrama, 2008, p. 265. raje ético de la estética y la política». Cfr. J. Rancière,
44 G. Agamben, El tiempo que resta, op. cit., El viraje ético de la estética y la política, trad. M. E.
p. 105. Tijoux, Santiago de Chile, Palinodia, 2005, p. 22.
45 Sobre los vínculos entre Schmitt, Benjamin y 53 R. Koselleck, Los estratos del tiempo: estudios

Agamben a propósito de la definición de soberanía, sobre la historia, trad. D. Innerarity, Barcelona, Pai-
cfr. W. Rasch, «From Sovereign Ban to Banning So- dós, 2001, pp. 115-133.

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