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La realidad aparte

La interpretación de los fenómenos sociales, políticos, económicos, culturales y


educacionales que nos rodean pueden ser múltiples dependiendo del objetivo que se
tenga para dicho acto de “ver y comprender un hecho”, en este contexto entenderemos
que la visión que se entregará en las siguientes páginas parte de esa lógica y por ello, si
bien es cierto no estamos insertos en la realidad del otro, si somos capaces desde
nuestra visión docente, permeabilizar la problemática de la Educación intramuros desde la
perspectiva de los actores que están involucrados en dicho accionar.
Para abordar esta temática se utilizará una estructura (diálogo) que permitirá
profundizar en la experiencia de dos profesores que ejercen su labor en el Liceo Rebeca
Olivares Benítez inserto en el Centro de Cumplimiento Penitenciario Colina 1 y 2, en
donde se observará la dinámica de los docentes y la realidad que los circunda desde su
aspecto laboral.
Como punto de partida debemos comprender el fenómeno de la educación en
estos lugares de reclusión y la entrega de experiencias que propenden al desarrollo del
individuo reo, al igual que su entorno (educación – medios de control)se realizan en un
ambiente totalmente adverso, contrario a cualquier postulado teórico de educación
democrática, por ello, entregar conocimientos, valores, desarrollo humano y social,
corresponden a una de las pocas prácticas reales de inserción social que existen en un
ambiente altamente deprivado debido a las condiciones de restricción reglamentaria,
condiciones de seguridad, la constante despersonalización del individuo, la exclusión
sobre la exclusión, la invisibilidad de los actores educativos, la cotidiana violencia que,
inevitablemente, se transforman en la materia sobre la cual descansa un tipo de
educación que si vive, y pervive. Los logros obtenidos desde esta realidad y con todas las
situaciones de conflicto que el entorno presenta, se deben fundamentalmente al espíritu y
fortaleza de los alumnos y de sus profesores, en un aula cuyas condiciones harían del
espacio escuela (si se replicase en el exterior o “medio libre”) una película de terror, pero
que aquí son una empresa posible de emprender, pues representan nuestra “Misión” a
realizar.

Como mencionamos con anterioridad iniciaremos este diálogo con una declaración
expuesta por el docente Pedro Figueroa Landaur profesor de Estado en Historia y
Geografía, actualmente Jefe de Unidad Técnico Pedagógica en el Liceo Rebeca Olivares
Benítez..

Soy docente hace 11 años y he trabajado en distintas instituciones educativas (privadas,


subvencionadas, municipales) pero la realidad de este trabajo es, evidentemente
diferente, no sólo por que estén es la situación en que se encuentran, la reclusión, la
perdida familiar, la soledad, el vivir atormentado por que alguien quiere hacer algo en mi
contra, el no descanso, si no además, por la evidente falta de herramientas que algunos
presentan en el aspecto educacional.
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1.- ¿Conociendo absolutamente las problemáticas que planteas por qué trabajas en
un liceo intrapenitenciario?

- Habrá sido el destino y, por otro lado ¿la mano de Dios? Permanezco por lo que hay que
hacer, por las posibilidades de mejorar, de aplicar nuevos métodos, de indagar en los
otros para entender la lógica actual sobre educación y sus influencias en el ahora
educativo.

2.- Pero ¿no te parece que es una forma de justificar tu estadía en el liceo
intramuros?
- Puede ser, en definitiva podemos percibir las mismas o parecidas situaciones en un liceo
o establecimiento “normal”. Además pienso que muy pocos profesores pedirían
justificadamente un ingreso a un liceo cárcel.

3.- ¿Sabías que en el planeta hay diez millones de reclusos?

- La cifra no la manejaba, pero percibo que esa cifra responde a una dinámica que en
algún momento ha de explotar: la del énfasis en la reclusión como solución al
fenómeno de la delincuencia, una medida que se agotará más por los efectos que
produce que por la solución que aparentemente propone.

4.- ¿Qué te complica de tu trabajo?

- En primer lugar, el Juego del Simulacro para reconocernos dentro de la formalidad de


una escuela. Con una escolarización adentrada en un fingimiento de roles, sobre todo de
los alumnos. Luego, el Marco Institucional donde nos desenvolvemos. Me explico: el
Modelo Pedagógico está muy lejano a la realidad de los internos. Existe, por supuesto, un
reconocimiento a la subjetividad del alumno, pero ésta no logra impregnar el currículo ni
las prácticas pedagógicas. La escuela escapa a la lógica de la cárcel: hay diálogo, existe
confianza, respeto entre docentes y alumnos. Lo que me complica es que estando en un
medio de tanta violencia, la escuela no genere una transformación, un hacerse y
rehacerse. Uno se vitaliza sólo a través de la concepción del derecho a la educación,
porque si fuese sobre las reales posibilidades que tiene la pedagogía en este medio,
podríamos decir que no es lo más satisfactorio.

Por otro lado, pienso que cuando no se encuentra alguna luz, nos sostenemos en el rol
democratizador de nuestro trabajo. Sin duda los elementos curriculares, y algunas
instancias socializadoras aprendidas por los alumnos, son efectivamente una herramienta
que no se les niega. Hay aquí un valor de la escuela, aun perfilando que lo que ellos
realicen con esos conocimientos escapa a la influencia de ésta.

5.- ¿Cuáles son los fracasos diarios de la escuela? ¿Cómo se vive con ellos?
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- El Imperativo de la Supervivencia, el cual crea un ambiente socio-patológico que


impregna la llegada del alumno a la escuela. Al principio es chocante, por la violencia que
genera, (se nota en la atmósfera, en la mirada, en la condición subjetiva del alumno). El
ser humano que llega a este espacio hace lo posible por deshacerse de esa condición, y
la escuela, como institución, siente que fracasa al no poseer más herramientas que la
adaptación y buen olfato del docente para disminuir su efecto. El alumno viene
descompensado, y tenemos científicamente solo el curriculum para compensarlo y, como
decía antes, el olfato y humanidad del profesor. Siento que este es el fracaso diario de la
escuela. Realizando una analogía: en los liceos de adolescentes la tensión la origina el
paso de una asignatura a otra, que se hace rápidamente, con estructura, metodología y
estilo de profesor diferente; aquí, por el contrario, la tensión corresponde al tránsito
desde la violencia hacia la escolaridad o educación formal. Además la escuela
exterior no necesariamente responde y mejora las situaciones que en la sociedad están
en crisis: podríamos sencillamente plantear que la escuela no ha formado adultos que
tengan clara conciencia social respecto al problema de la pobreza, por ejemplo, o a la
violencia, etc., los fracasos diarios de la escuela radican en que la escuela como
institución no es capaz de resolver per-se los problemas de este mundo.
Lo que más hace el alumno, en este medio, para escapar un tanto de la influencia
negativa de él recibe, en el lenguaje de la cárcel el nombre de “Orillar”; nosotros, de modo
parecido, tomamos el concepto desde una perspectiva sicológica más formal, desde la
física: usamos el término “Resiliencia”, que consiste básicamente en la capacidad de los
individuos de recuperarse de situaciones de violencia y adversidad-

6.- ¿Puede la escuela y el trabajo que se desarrolla en ella contribuir per-se a


incrementar la resiliencia de los individuos? ¿De qué forma?

- Así como estamos, definitivamente no. Si bien el espacio de la escuela es “valorado” y,


de esta óptica, partimos bien la carrera, nos hace falta considerar dos situaciones que
según mi opinión no se destacan en el discurso diario de la práctica y la gestión
institucional: Primero, la revaloración de las experiencias vividas en educación
intrapenitenciaria integrándolas de forma sistemática al currículo. Es decir: tenemos
un currículo generado para alumnos estandarizados y para contextos que escapan o
definitivamente no corresponden a la situación cárcel. Segundo, cargamos con el estigma
de hacer clases a “presos”, “delincuentes”. Desde esta exclusión, no hemos
categorizado ni valorado sus miradas de este mundo, ni las nuestras. En definitiva,
hacemos más por acercarlos a nuestra mirada que acercarnos, nosotros, a la de ellos.
A la pregunta ¿Para qué educar en prisiones?, algunos autores responden que es “una
medida políticamente democrática, pero socialmente de tipo fascista, por la reproducción
en la escuela de las formas de poder que “en la calle” “excluyen” e incitan más al delito y
a la violencia”. No obstante, no creo que éste sea nuestro caso.
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7.- ¿No te parece que en aras de la convicción pública, decir “la educación es un
derecho de todos” se mantiene en un espacio que está, pero que no avanza nunca?

- Creo que ha sido así por muchos años, sólo basta reconocer el carácter de invisibilidad
que tiene para el discurso nacional el trabajo educativo en las cárceles. El débil hilo
conductor entre el Ministerio de Educación y la Administración penitenciaria evidencia la
no existencia de una oferta sistemática de educación intramuros. Esto quiere decir que no
contamos con Planes y programas propios, ni Orientaciones metodológicas ni ejemplos
claros de Trabajo Interdisciplinar. Y en una dimensión mayor: Programas de desarrollo
integrales para garantizar que los educadores adopten o integren una educación
“adecuada” hacia los alumnos, entendiéndose el término de “adecuada”, no sólo en un
sentido de que posea Pertinencia, sino también basada en Seguimientos Estadísticos
(procesos de seguimiento de los procesos educativos en medio libre). También falta
generar vínculos con universidades para aquellos alumnos con potencialidades
académicas, implementar definitivamente Liceos Técnicos Profesionales. Son visiones
que deberían concretarse alguna ve.

8.- Hablemos de las Fortalezas y Debilidades que hoy caracterizan el trabajo


docente en situación de la escuela intramuros ¿Se realizan FODAS, comúnmente?

- Siempre. Generalmente lanzamos en debate, o en formalidades, y como esbozos de


proyectos educativos, algunos análisis que se integran a las herramientas que nos ha
entregado la Pedagogía de la Gestión. Ahora, que en la realidad, ellas adopten la forma
de una intervención directa, es muy difícil. Una de las premisas de la cárcel es que todo
está supeditado a la Seguridad: sea la nuestra, la de los técnicos, la de los propios
internos.
Creo que hay que destacar que, primero, todos los que trabajamos somos sensibles para
el trabajo social de la inclusión. Conocemos, en parte, la escala axiológica y los códigos
de la cárcel; nos hemos desprendido (a diferencia de un profesor externo) de la falsa idea
de ser los portadores oficiales de los valores de la cultura nacional. Estos antecedentes,
sin duda, potencian nuestro trabajo. Son fortalezas en un medio que jerarquiza el “valor”
de la fuerza por la fuerza. Sin embargo, todos sabemos que nuestra formación inicial
como profesores estuvo muy lejana de la educación para y en la cárcel. No sé si esto es
una debilidad; no obstante, queda claro que la absoluta y real “Debilidad”,
paradigmáticamente hablando, es, sin duda, la exclusión total.
Realizando un ejercicio de síntesis, el debate de nuestro grupo de profesores se genera
desde Las condiciones de trabajo pedagógico en un recinto cárcel; desde las
prácticas que se generan al interior de una sala intramuros y, en un grado superlativo,
En la Construcción de una propuesta educativa hacia el Ministerio. Ideas que sólo
tienen efecto al interior del Liceo intramuros, pero que se debilitan cuando se tiene que
acceder a las redes de soporte del Mineduc o a las que sean. Un ejemplo de ello: nuestro
Centro de Recursos de Aprendizaje (CRA). En definitiva, no es un CRA formal ¡es una
paradoja! : no podemos participar en ninguno de los llamados a proyectos de esta área.
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Cualquiera que sea la forme que tome: proyecto educativo, proyecto pedagógico,
adaptaciones curriculares, planes y programas propios, deberíamos contar con la red de
soporte que cualquier escuela-liceo de Chile por más humilde que sea tiene, y nosotros
no la tenemos.

9.- ¿Qué hay del protagonismo de los internos en sus procesos, crees que es
posible, y ¿desde qué perspectiva?

Complicado. Hay quienes plantean que el solo hecho de adaptar los planes y
programas oficiales para adultos hacia la educación intramuros, desde un punto de vista
epistemológico, condicionarían la práctica pedagógica a la necesidad de la escala
axiológica de los internos; la intersubjetividad condicionaría a la escuela, entrando ésta en
el ámbito de la discriminación, al incluir a los estudiantes en un programa adaptado para
ellos, hecho que intentamos combatir desde nuestro trabajo diario. La escuela, a mi juicio,
debería ser sólo la depositaria de las herramientas de lo que puede y debería ser (desde
una óptica íntima, autónoma) el alumno.

10.- ¿En qué están ahora en tu Liceo en el que trabajas?

- Primero, salir de la Invisibilidad. Nuestros alumnos, así como sus profesores, y


sus procesos educativos, prácticamente no existen para la luz pública. Segundo,
comenzar a realizar una Adaptación a los planes y programas que están
diseñados para adultos en contexto libre. Tercero: por primera vez, en treinta
años, tenemos un grupo de profesionales que apoyará la Alfabetizacíon con un
grupo diferencial que nos permitirá diseñar una política de inclusión a los procesos
educativos. Podría decir más, pero, básicamente, estamos dando cuenta de
nuestra existencia y tratando de colocar el trabajo docente de décadas en el lugar
y condiciones justas, conjuntamente con realizar un esfuerzo diario por mantener
una comunicación con nuestros alumnos, por incluirlos, por darles la oportunidad
de relacionarse otra vez como personas y de este modo, darles oportunidad de
educarse.

Pedro Figueroa Landaur.


Marzo del 2009, Colina

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