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Si Surgen Complicaciones……
Esta disonancia proviene del poder – explícito e implícito – que los fotógrafos
ejercen inmediatamente sobre sus sujetos. A medida que la fotografía entró en el
reino de lo ordinario, fue tomando forma un credo basado en presunciones
culturales incuestionadas y en la mística de la máquina que apunta. El nuevo
sistema de código fotográfico realmente no era diferente de la ética-estética de
las anteriores bellas artes. Era algo como esto: el fotógrafo controla la imagen de
la persona fotografiada a través de la pose, el ángulo, la exposición, etc. Incluso
una fotografía cándida es estructurada, no importa cuan vagamente. El sujeto se
afecta con la presencia del fotógrafo y el hecho de ser observado. Conciente o
inconscientemente los sujetos renuncian a la autoridad sobre las imágenes de sí
mismos. Cómo son vistos, quién los ve y en qué contexto son vistos – todas estas
determinantes cruciales son decididas por el fotógrafo.
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excepto por la diferencia crucial de que ellos eran foráneos. “Si surgen
complicaciones – sentenció Agee- es porque los autores están tratando de
manejar a sus sujetos no como periodistas, políticos, entretenedores, filántropos,
sacerdotes o artistas, sino seriamente.”
Let Us Now Praise Famous Men cambió la fotografía de una vez y para siempre.
Cualquiera que fuera el efecto que la sinceridad de los autores tuvo sobre sus
sujetos, la pretensión de la objetividad periodística fue completamente
derrumbada. Desde entonces sería cada vez más difícil para los fotógrafos asumir
la autoridad sobre sus sujetos. En lo sucesivo, su posición privilegiada estaría en
duda – si no juzgada como completamente explotadora.
No es sorprendente que Wendy Ewald, que admiraba a Evans y Agee cuando era
estudiante, escogiera los Apalaches del Sur como lugar de su primer proyecto. En
1975, en Kentucky ella fundó el Taller de Fotografía de Montaña y comenzó a
trabajar con niños entre los 6 y los 14 años. Ewald pasó 6 años en los Apalaches;
fue aquí donde estableció las raíces de su práctica. Ella escribió que cuando arribó
ella deseaba “hacer un documento de mi nueva comunidad, pero la cámara
parecía atravesarse”. Su instinto, junto con sus experiencias de trabajo en
reservaciones indígenas en Canadá, la llevó a pensar que manejaría mejor su
proyecto si dejaba de verse como la autora exclusiva y más bien les daba
herramientas y habilidades a sus estudiantes para documentar sus propias vidas.
Aunque Ewald admite estar comprometida socialmente, tiene sus dudas sobre el
poder de la fotografía para lograr cambios políticos. Consecuentemente, ella ha
animado a sus colaboradores a explorar sus sueños y fantasías tanto como el día
a día de sus existencias con frecuencia difíciles. Al separar su fotografía del
trabajo colaborativo, su papel de autor a menudo es el de editor – seleccionando
imágenes y textos para la exhibición y publicación que son luego orquestados en
un trabajo mayor, que no es ni polémico ni político. Ewald proporciona el ímpetu,
el marco, el vehículo para las ideas, las expresiones y las imágenes de los
estudiantes. Sus elocuentes introducciones sin adornos a cada uno de sus libros
revelan directamente la estructura, situaciones y términos de las que surge el
libro. No le esconde nada al lector, ni motivos, ni métodos.
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Para cuando publicó su tercer libro Ojos Mágicos, en 1992, las fotografías de
Ewald estaban mezcladas con las de los niños colombianos a los que estaba
enseñando. Las imágenes estaban entremezcladas con un texto biográfico de una
mujer que Ewald conoció. En Ojos Mágicos, como en este libro uno se confunde a
menudo si una foto es hecha por Ewald o por un colaborador (los créditos
aparecen al final del libro). El resultado es una mezcla intrincada de visiones que
se entrelazan con el texto de un modo casi alucinante.
La variedad errante del trabajo de Ewald con tanta gente diferente está en la
misma línea que la etnología desarrollada por Levi-Strauss, Bateson, Mead y otros.
Aún en Kentucky, ella “obtiene imágenes” inaccesibles a las técnicas tradicionales
del reportaje occidental. Por supuesto, ella no está haciendo realmente reportaje,
sino un tipo delicado de sueño colaborativo, en el que las imágenes resultantes
parecen sacar su fuerza directamente de las tensiones culturales subyacentes.
Estéticamente, las imágenes son de una calidad sorprendente. Libre de los
convencionalismos de lo que es una buena imagen, el imaginario de Ewald
despliega una frescura y abundancia de imaginación que cuestiona el valor (para
no mencionar los valores) de la imagen refinada. Categorizar esto como arte
infantil sería subestimar la profundidad y las sutilezas de sus efectos. No lo sería
citar la aseveración de Joseph Beuys del hecho de que todo el mundo es un
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artista. Quizá uno podría simplemente decir que hay un misterio robusto asentado
en la fuerza del trabajo de Ewald, como lo hay en todo el arte exitoso, y que lo
que estamos confrontando aquí es un desarrollo vital, dramático del desmonte del
artista Olímpico.
Cuando las imágenes de Ewald se colocan a la par que las de sus estudiantes,
escuchamos su voz como una entre muchas. Nos preguntamos quién es el
fotógrafo. Este acercamiento mantiene la cuestión de la autoría en el segundo
plano. Desestabiliza las expectativas del observador. No podemos dar por sentado
quién ve y quién es visto. Tampoco es claro quien es el profesor y quien es el
estudiante. Ewald puede comenzar un concepto, pero como se desarrolla depende
en gran medida de los mismos estudiantes. La relación entre fotógrafo y
estudiante es recíproca, no jerárquica.
Esta es una de las maneras en las que el continuo proyecto de Ewald es tan
conceptual como documental. La fotografía documental, como lo implica el
término, enfatiza el objeto fotográfico como evidencia, como descripción
minuciosa. Uno podría ubicar el trabajo de Ewald en la corriente de la fotografía
documental que incluye a Walker Evans, Robert Frank, Larry Clark y Nan Goldin.
Pero hay un elemento sorprendente en su trabajo que navega en las corrientes
del arte conceptual. Como en las imágenes de conceptualistas como Bruce
Nauman, Douglas Huebler y Sol LeWitt, los proyectos de Ewald enfatizan “la idea”
y “el proceso” más que el objeto en sí. Aquí la fotografía es el instrumento de la
idea.
La misma Ewald cita a Mike Kelley como una referencia. Su trabajo proviene de la
tradición de la fotografía documental, el de Kelley del performance y la música.
Pero sus propósitos convergen en la intención de atraer la atención sobre lo que
usualmente no es objeto de atención. Las producciones anárquicas y variadas de
Kelley a menudo se basan en lo hecho a mano y lo casero y esto - casado con el
acercamiento conceptual – obliga al observador a reevaluar los dominios de la
práctica artística que han sido relegados a los lados, a reexaminar el asunto de la
memoria infantil y las diferencias entre arte y artesanía. El arte no idealista de
Kelley trata de la trasgresión y la pérdida y con él, en definitiva, lo anónimo sigue
siendo anónimo. El trabajo de Ewald, en la otra mano, es más afirmativo, dándole
una voz individual a lo anónimo.
La artista que mejor se puede comparar con Ewald es Gillian Wearing. Aunque es
más joven que Ewald, Wearing también ha construido su visión actuando contra la
seudo objetividad del cine y la fotografía documental. Ella convierte a sus sujetos
en cómplices en la producción de la imagen y ha realizado numerosos proyectos
conceptuales en los que combina su voz con las de sus sujetos. Y con Wearing,
como con Ewald, cada trabajo tiene una identidad, pero está enraizado en los
anteriores.
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ADAM D. WEIMBERG
Director de la Galería Addison de Arte Americano
URS STAHEL
Director del Fotomuseo Wnterhur
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INTRODUCCIÓN
Junto a las fotos familiares, en las paredes de nuestra biblioteca, hay muchas
fotografías blanco y negro tomadas para las páginas sociales de la prensa local: la
boda de mis padres, unas vacaciones familiares en Arizona, y nuestra favorita –
una foto de mis padres alimentando un cerdo en un ostentoso restaurante
Parisino.
Cronológicamente, las fotos se volvieron menos formales con el paso del tiempo y
en los años siguientes hay más fotos a color tomadas por los miembros de la
familia y no muchas por profesionales.
Mi primera cámara fue una Brownie que me dio mi abuela Harriet cuando yo tenía
once años. Más temprano ese año, durante la crisis cubana de misiles, uno de mis
hermanos menores fue golpeado por un carro mientras regresaba de la escuela a
casa. Sufrió daños neurológicos. Mientras jugaba con él en el hospital, inventé un
juego con la silla de ruedas de parar y seguir, usando mis dibujos hechos a mano
de un semáforo.
Ese fue el primer paso ayudándolo a recobrar el habla y fue entonces cuando
comencé a entender el poder de la enseñanza con símbolos visuales.
Dos años después mi hermano fue lastimado; ocurrió una segunda tragedia
familiar: Sonny Banks fue muerto en el ring. El recibió un fuerte golpe de abajo
hacia arriba con el codo doblado, su cabeza golpeó la lona en un ángulo extraño y
su tallo cerebral fue fatalmente dañado. Sonny tenía veinticuatro. Mi madre nunca
volvió a otra pelea. Mi terco padre dejó de manejarlos por un tiempo, pero no
pudo alejarse del ring por mucho tiempo. Como una adolescente me volví su
compañera en las peleas, las conferencias de prensa y los eventos sociales
centrados en el boxeo.
Cuando mi padre murió, hace algunos años, descubrí que habia guardado cada
fotografía y noticia del periódico de esos años, al lado de los recuerdos de los
primeros años de sus hijos. Entre sus recuerdos de los años del boxeo, había un
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tiquete de avión a nombre de Sonny Banks sin usar desde Filadelfia, donde murió,
de regreso a casa: Detroit.
Comencé a hacer fotos seriamente cuando tenía diez y siete años, fotografiando a
mis hermanos y hermanas con una cámara Crown Graphic 4x5 montada en un
trípode, comprada a una compañera de clase. Yo había visto las fotos que ella
había tomado con la cámara y estaba muy emocionada por su calidad de
definición más alta que la de la realidad. Supe que quería ser una artista y
estaba conmovida cuando entendí que podía usar el medio con el que estaba más
familiarizada para contar mi propia historia familiar.
Cuando terminé mis estudios y empecé a trabajar como artista, era natural para
mí pensar en las conexiones entre la gente de la que hacía fotografías y yo,
reflexionando sobre las maneras en que el encuentro fotográfico nos afectaba a
ambos. Quería hacer fotos que fueran próximas y reveladoras – distintas del
retrato tradicional que era llamado a tener una distancia formal entre el artista y
el sujeto.
Desde esa época en la que comencé por primera vez a fotografiar, había oído
muchas veces que niños y adultos decían “Yo quiero tomar una foto” - cuando lo
que querían decir era “Yo quiero ser fotografiado”. Quién o qué es, me preguntaba
a mi misma, lo que realmente hace una fotografía: ¿El sujeto o el fotógrafo?
Cuando vi sus primeras fotografías supe que tenían un poder natural que todavía
no había visto. Su trabajo me llevó a pensar si podría unir conscientemente el
sujeto de una fotografía y el fotógrafo y crear una forma nueva en el proceso de
fotografiar.
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Los niños me enseñaron rápidamente que el arte no es un reino en el que sólo los
entrenados y acreditados formalmente pueden morar. La cosa verdaderamente
desquiciante acerca de la imaginería de los niños era que, a pesar de su
inexperiencia, en lo que los adultos pueden llamar pensamiento racional, sus
imágenes taladraban en ciertos sentimientos universales con una fuerza y sutileza
indudables. La inventiva de su trabajo sostuvo mi fascinación y comenzó a dirigir
mi propio trabajo como fotógrafa.
¿Qué tan distintas eran los dos tipos de fotografía, las suyas y las mías?
Claramente había una diferencia radical entre la interrogación - por - la – cámara
y la respuesta - por -el –sujeto. Esto me llevó a creer que en el trabajo con otros
tenía que aprender a reconocer qué estaban viendo y qué tipo de preguntas su
visión hacía sobre el mundo. Estas preguntas se mantuvieron. Era como aprender
un lenguaje nuevo y eso me tomó mucha paciencia. Cada niño y cada cultura
parecían tener un sentido distinto de la composición – determinado al parecer por
el paisaje y los interiores de sus casas. Muchas veces me desesperé tratando de
mirar que pasaba en una imagen, un retrato de dos abuelas con manos
temblorosas en Sudáfrica, por ejemplo, estaba viviendo en medio de un lenguaje
audiovisual abierto. Después podría comenzar a entender y crear un contexto
para las imágenes. Gradualmente vi, que como artista, era cada vez menos
interesante encuadrar el mundo completamente de acuerdo a mis propias
percepciones. En su lugar quise crear situaciones en las cuales permitiera que
otras percepciones me permearán.
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CÁNADA 1969-1974
Durante el verano de 1967, hay motines en Detroit. Uno de los combatientes que
mi padre manejaba estaba arrestado por saquear y fue liberado con la custodia de
mi padre. Los motines cambiaron Detroit y me hicieron conciente de las divisiones
raciales. El siguiente verano, trabajé como voluntaria en una casa de beneficencia
en la ciudad.
Yo fui asignada para trabajar con un grupo de enseñanza en historia negra en un
programa diseñado para mantener a los estudiantes de colegio quienes han
estado atrapados en los problemas de las calles. Yo apenas era un poco mayor
que mis estudiantes. Yo me entregué a la tarea de crear una documentación
visual de la historia africana. Como resultado, me encontraba a mis misma
rodeada por el movimiento Black Power.
Cuando me gradué del colegio, la siguiente primavera, estaba ansiosa para
conocer más del mundo y estaba interesada en temas raciales. Conseguí un
trabajo con niños americanos nativos de una reservación en Canadá. La fundación
Polaroid justamente estaba repartiendo cámaras y película para profesores que lo
usaran para los niños llamados “sin privilegios”.
Estábamos en 1969, tres años antes de que el movimiento Indio-Americano
tomara rehenes de Wounded Knee y demandara investigaciones dentro del
tratamiento de gente nativa. Los americanos saben muy poco acerca de los
nativos y sus modos de vida. Mi imagen de los indios americanos proviene de las
escasas antologías fotográficas impresas hace tiempo, las que muestran
imágenes románticas de caciques, valientes y niños adorables. Lo que yo vi de
Canadá era diferente. Yo veía a mis contemporáneos atrapados entre dos
culturas, sin trabajos, en casas inadecuadas, provisiones disminuidas y una
pandemia de alcoholismo. Ese verano crecí preocupada con los modos de
presentar la vida de la Reservación, y al mismo tiempo, respetar o la privacidad
de mis estudiantes y sus modos de mirar sus propias vidas.
Inicié la clase de fotografía para niños por la tarde. Cada niño tomo una cámara y
una rollo de película. Cerca de 15 de nosotros caminamos alrededor de la
reservación. Tomé fotos de los niños y sus familias, trabajando con cautela y
selección. Los niños, de otro lado, tomaron fotos de todo lo que veía: las cabras,
borrachos, tratando de ver un tabla, un pareja peleando, una repisa con una olla,
un tia en sus vestido dominguero blanco sentada en las rocas de una playa. Las
fotos de los niños eran más complejas y perturbadoras que las mías, y más
cercanas; lo que yo realicé, es lo que sus vidas parecían.
Una tarde, un niño de 14 años llamado Merton Ward y yo decidimos fotografíar el
cementerio. Merton divide su tiempo entre la reservación y el sur de Boston,
donde su madre vive. Él me contó que el había sido deportado de los Estados
Unidos por quebrar parquímetros. Así que cuando él cruza la frontera tiene que
usar un nombre falso. Él conoce más acerca del mundo exterior que muchos otros
en la reservación. Tal vez porque yo era de ese mundo, nosotros empezamos a
ser amigos cercanos.
Merton tomo su Polaroid Sharp Shooter, y yo mi Crown Graphic. Nosotros
comenzamos a fotografías casualmente todo el cementerio, entonces nos
movíamos para acercarnos a tomar fotos de la lápida de la abuela de Merton. Yo
centré la lápida blanca y disparé apenas desde arriba, así que está enmarcada por
el pasto. En el fondo, en el otro lado de la piedra, se podía ver la cruz blanca.
Merton se agachó y tomó su foto desde abajo, ubicando la cabeza de la piedra
lejos de la derecha, así que esto viró por fuera del marco. Su lápida se asoma
sobre el que mira, mirando como si esto fuera a suceder.
Mis imágenes mostraron un cementerio nativo tal como es. Tu puedes leer la
inscripción en la lápida sepulcral y ver la cruz hecha a mano en el fondo. La
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<<Propongo poner en marcha una clase de fotografía para niños indios entre 4 y
16 años. El programa involucrará cincuenta niños por seis semanas. Trabajaré con
grupos de cinto o seis niños al tiempo. La intención es que los niños documenten
con fotografías y palabras sus sentimientos acerca de sus vidas. Para llevar esto a
cabo, yo necesito ocho cámaras y 200 rollos de película.
El objeto de esta propuesta es en la reservación de Black Rive, New Brunswick.
Hay aproximadamente 800 personas allí y un buen porcentaje tienen menos de
16 años de edad. La reservación esta localizada entre dos pequeños pueblos, uno
Francés y otro Inglés. Por la tensión racial, no hay interacción entre esos pueblos,
lo cual limita severamente la recreación para ambos, para niños y adultos. La
misma reservación no esta organizada para actividades o facilidades para la
recreación. Como hay poco en que ocupar a los niños, muchos de ellos hacen
juegos como el béisbol usando piedras y palos.
Pero desafortunadamente la mayoría de los niños, a menos que sean encerrados
por sus padres, gastan sus noches vagando la reservación en pandillas, burlando
la polícia, quebrando botellas, bebiendo y fumando; durante el día, ellos duermen.
Los niños van a la escuela hasta séptimo grado. Después de esto, ellos deben ira
la escuela “blanca” que queda a 60 millas. En este momento, muchos de ellos
suspenden su educación. Ellos comienzan a desanimarse y a avergonzarse en
este ambiente extranjero. Ellos reciben un tratamiento aterrados de parte de
muchos estudiante en la escuela de blancos: con todo, el prospecto de vida en la
reservación sin educación es tan aterradora.
Muchas de las niñas quedan embarazadas cuando dejan la escuela. Como no hay
control pre-natal, este es el comienzo para ellos de una familia de 10 a 12 niños.
Todas desean una mejor educación o un mejor tipo de vida sea olvidaba. Los
chicos con suerte logran conseguir un trabajo por una par de meses en la
explotación forestal en terrenos indios, pero probablemente ellos vean televisión
durante el día o duerman, y beban en las noches.
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Wendy Ewald
Yellos Spring, Ohio.
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A principio de los 70´s, en compañía de mucha gente joven, migré a San francisco
justo después de terminar el College. Pero muy pronto me desilusioné a causa del
desarraigo que les parecía un paraíso a quienes estaban a mí alrededor. Una
noche vi un documental, hecho por un colectivo de realizadores Apalache sobre
sus vecinos y amigos. Estaba particularmente golpeada por un corto a cerca del
sacrificio de cerdos. Su aspereza me recordó las fotos de los niños Canadienses.
Algunos meses después, con trepidación, me mudé a Kentucky para trabajar con
el colectivo de realizadores, músicos y artistas que habían hecho esos
impactantes documentales. Renté una pequeña casa en Ingram´s Creek, uno de
los más bellos y recónditos lugares en el condado de Kentucky.
A parte de las tres o cuatro familias que estaban establecidas en el área por un
siglo, nadie más había vivido en Ingram´s Creek. De todas maneras, momento a
momento, los vecinos me aceptaron. Crecí mucho junto a las mujeres que conocí.
Traté de emular su estoicismo y espiritualidad como una alternativa a los valores
de las mujeres bronceadas y delgadas del Country Club con las que me había
criado.
En mis clases quería crear una atmósfera alegre y abierta para que los
estudiantes pudieran sentirse como en casa cuando se expresaran. Sabía que los
niños, como los artistas, se inspiraban más en ciertas ocasiones. Ellos
necesitaban llevar consigo siempre sus cámaras y mucha película, así cuando
querían fotografiar algo -el sacrificio de un cerdo, el nacimiento de un potro o una
fiesta de cumpleaños – podían hacerlo. Para los más talentosos, fotografiar podía
convertirse en parte de sus vidas y especialmente de sus juegos.
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Teníamos materiales para dibujar, escribir, hacer libros y siempre había libros de
fotografía alrededor. En algún momento en cada semestre, después de haber
hablado con cada estudiante acerca de lo que quería fotografiar y de las
dificultades que había tenido, yo hacía sugerencias de lo siguiente que podría
tratar.
Una de las labores mas complicadas fue persuadir a los niños de la elocuencia de
sus fotografías bruscas. Ellos no habían visto nada como las fotografías que
estaban a punto de tomar, ni el sujeto (de la fotografía), ni la gama tonal, ni la
textura de la superficie. Los retratos que ellos admiraban eran las cubiertas
pulidas de álbumes de Hank Williams o Dolly Parton; a ellos les gustaban los
paisajes idílicos que veían en los catálogos de semillas. Pero si mis palabras no
siempre los convencían de sus dones, eran apropiadas para que se animaran
entre si.
Como se sintieron más cómodos con la cámara, quise que ellos expandieran sus
ideas acerca de hacer fotografía, mientras estaban cerca de la gente y los lugares
que sentían más profundamente. Les pedí que se fotografiaran a si mismos, a sus
familias, sus animales y su comunidad, y que pensaran a cerca de las historias
que podrían hacer con las fotos. Cuando hicieron sus autorretratos, descubrieron
que podían ser los sujetos de sus propias fotos y que podían transformarse en
cualquier personaje que escogieran crear.
Decidí pedir a los niños que fotografiaran sus sueños o fantasías. Con la intensión
de dejar la clase a sus intensos y, a menudo, terroríficos sueños. Nos encerramos
en el cuarto oscuro, sentados en el suelo y nos contamos nuestros sueños más
atemorizantes. Las fotografías que tomaron los niños después abrieron nuevos
horizontes para ellos - y para mí. Los niños parecían no separar el mundo de los
sueños del consciente (despierto), como lo hacían los adultos y como en los
sueños, los objetos se volvían vehículos mágicos.
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Scott Huff no había tenido ninguna suerte con sus fotos hasta entonces. Ahora él
había avanzado triunfalmente en mi cuarto con su rollo de “fotos soñadas” (se
refiere al ejercicio ya descrito). Serían buenas, dijo él, solo si pudiera revelarlas
bien. Sus manos se temblaron cuando el agitó el tanque de revelado, pero no
hubo problemas y resultó una buena serie de fotografías –“Un sueño volador”- .
Allen Sheperd tuvo una pelea con su mejor amigo, Ricky Dixon . El y Ricky habían
intercambiado navajas y Allen sintió que Ricky lo había engañado. Se negaron a
hablarse durante una noche. Allen soñó que había matado a Ricky. Él decidió
hacer una foto de Ricky muerto, su cuerpo colgaba en la horca de un árbol. Él
pidió a Ricky que posara para él. En el transcurso de lograr la fotografía, los dos
chicos fingieron.
Con el primer rollo de película que Dennise Dixon tomó, vi que ella tenía un
sentido de la composición original y distinta. A diferencia de otros niños, ella
nunca se apartaba de las ideas. Yo visité su casa en muchas ocasiones. Ella había
arreglado su habitación como una casa de muñecas gigante, con muros blancos
desiertos y unos pocos afiches de animales y retratos de familia. En el escritorio,
la mesa de noche y la cama, ella había creado esquemas con sus muñecas –
justo como en sus fotografías, había simulado fantasías involucrando sus
hermanos gemelos Philip y Jamie. El meticuloso arreglo de su habitación y la
deliberada forma en que se vestía se reflejaban en el cuidado que tenía al
componer sus fotografías. Cuando le pedí que documentara la cena del día de
acción de gracias, ella tomó una foto de todo el pavo en una fuente, apoyado
sobre una mesa de formica destendida. Ella incluyó sólo lo que era esencial.
Dennise trabajó con migo de cuarto a sexto grado. En séptimo grado ella se
convirtió en porrista y jugadora de basketball. Tomaba menos fotografías.
Finalmente me dijo que quería dejar la clase de fotografía. No me dio ninguna
explicación, ella simplemente había perdido el interés.
Durante esos años me enamoré de muchos de los niños. Ellos fueron mis
compañeros. Una vez Dennise y yo hablamos por horas estiradas en su cama,
acerca de sus sueños y presentimientos. Éramos como cómplices en un juego
secreto. Nosotras sabíamos, como fotógrafas, que algunas veces teníamos que
engañar a los adultos para que nos permitieran tomar las fotos que queríamos.
No podía presionar a Dennise para que continuara. Caí en cuenta de que estaba
tratando de mantenerla en un breve periodo de su vida que ella había dejado. Su
fuerza expresiva con la cámara fue un momento en su niñez. Ella podría haberse
dado cuenta de su talento de alguna manera y tratar de convertirse en fotógrafa,
si fuera a ir más allá de su elocuencia instintiva con la cámara. Quizá ella retome
la cámara de nuevo; quizá ella se expresaría de sí misma por otros medios.
La historia de Jhonny
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Bien, tengo cinco hermanas y dos hermanos. Charles y Diane viven con mi mamá
y yo. Mi hermana mayor, Hazle, está casada con Dewey y maneja un mercado de
pulgas junto al camino, y Doc Mare, mi otro hermano, nosotros le llamamos Bubby
y trabaja para él mismo. Soloui , la llamamos Sissy, tiene un trabajo y tiene dos
niños. Clara, mi otra hermana tiene un bebé y viene otro en camino; vive en la
carretera en un carro. Es una station wagon blanca con rayas cafés; y Joyce Ann
se queda con mi hermana mayor, la que tiene el mercado de las pulgas. Eso es
todo lo que hay para decir. Oh, probablemente, mi madre tiene que ir mañana al
doctor para que le saquen unos cálculos biliares. Ayer, la mujer a la que le
rentamos afuera, vino y le dijo a mamá que dejara nuestras bicicletas con llave
cuando vaya al hospital, así no estaremos en la carretera. Mi madre dijo que ella
no va a ir al hospital.
Mamá esta tratando de conseguir que Joyce Ann vuelva a casa. Joyce Ann no
vuelve a causa de su novio, Freddy. El viene a verla y la lleva al drive – in. Mami
va a llamar a Bobby Polly , el asistente social y Joyce Ann va a ser puesta en una
casa adoptiva, como yo que casi fui. Ella tiene quince años.
Mis hermanas preferidas son Sissy y Clara . Deseo que Clara consiguiera
separarse de Zinzel porque la va a golpear hasta la muerte. Todos nosotros
somos como la misma persona , sólo que somos diferentes. En la cara somos
iguales. Todos tenemos los ojos de mamá : todos son realmente pequeños.
Tenemos dedos iguales: pequeños y torcidos. Tenemos pies largos. Tenemos casi
el mismo color de cabello: El de Charles es café y rubio al mismo tiempo, el mío
es café y el de Diane es café y tiene un poquito de rubio . Yo soy alto y Charles es
bajo. Pero los dos somos delgados y ambos tenemos brazos y piernas largas. Casi
siempre juego con Charly. Yo le enseñé a nadar.
Le amarré tarros de leche debajo de los brazos y lo tiré en medio del arroyo. El
comenzó a flotar y yo le enseñé como hundir los brazos sosteniéndolo. Tenemos
un camino pequeño construido en la colina. Yo construyo juguetes. Encontré en el
arroyo un camión sin llantas y hace como un mes encontré ruedas y se las puse.
Ahora tenemos un camión de carbón y un carro remodelado, un camión con dos
remolques, un remolcador de carbón, un remolcador de troncos. En lugar de
transportar troncos en el camión remolcador, usamos tubos plásticos y fingimos
que estamos cargando la tubería para ponerla en camino.
Algunas veces Dianne y yo nos llevamos bien, como me llevo con Charles. Ella
quería una grabadora para su cassette pequeño en navidad. Mamá le compró una.
Se endeudó, vendió su antena y la aspiradora. Dianne casi no ha puesto el
cassette. . Ahora quiere un par de patines para romperse el cuello. Esa gente rica
tira casi nuevas las cosas que no quiere, como un cenicero nuevo: Dianne lo
encontró y lo guardó. Todas esas cosas nuevas que vienen directo de los
almacenes.
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Solíamos vivir en Kingdom Come Cree . Esa fue la mejor época de mi vida. Había
muchos animales salvajes. Recuerdo la noche en que papá oyó algo chillando.
Sonaba como un hombre tratando de matar una mujer. Papá encendió un viejo
reflector que había afuera y había dos panteras negras matando nuestros cerdos,
Jhonny y Charlie, llamados así después que Charles y yo. Esas dos panteras
negras tenían la cabeza de los cerdos atrancadas en sus bocas. Papá sólo
retrocedió y “Pow, pow!”
Mamá tuvo el 30/30. Mamá disparó el arma como si estuviera disparando un arma
BB, y Papá una 38 y sólo se sentaron y mataron las panteras en un momento.
Amiga, tuvimos buenos tiempos. Tenía diez años cuando nos mudamos de
Kingdom Come a Bell County. Después de mudarnos nunca más vi panteras.
Hasta entonces tenía la mejor familia del mundo. Cada vez que algo me pasaba se
los contaba. Una vez Bubby estaba abajo, pescando y pescó un ojo rojo: era un
pez delgado y pequeño; Bubby lo sacudió, el pescado se devolvió y le pegó a
Dianne en la cara. Recuerdo cuando Dewey avanzaba con dificultad en el río, sólo
para ver a Hazel.
Entonces enviaron a papá preso. Le dieron diez años, pero el juez decidió
reducirlo a cinco. El está afuera ahora; su libertad bajo palabra se terminó y es un
hombre libre. Una vez lo vimos en Turkey Creek. El estaba en una gran limosina
negra. Debe ser rico.
Cuando ellos mandaron a papá a prisión, lo dejaron salir de la celda para que
Mami le cortara el pelo. Nosotros conseguimos verlo un par de veces mientras
estaba ahí. Diane, Charles y yo fuimos hasta la celda, pero Mamá nunca lo hizo.
Ellos temían que ella clandestinamente le llevara algo. El le dijo a mamá que si no
salía rápido, se iba a suicidar. Aproximadamente un mes después lo mandaron a
la prisión LaGrange. Estuvo un año y dos meses allá. Le escribió a mamá una
carta de diez páginas. Eso hizo que saliera el hombre en él pues antes de ir a
prisión tenía una gran boca. Se debe tener la boca cerrada en prisión o podrías
ser golpeado y vencido. Aun tenemos la carta; está en diez papeles distintos –
todos de diferente color. Mami los leyó hace un año. Sólo se sentó y la leyó para
ella misma. Yo no puedo leer por eso no se que dice. Le pedí a Diane que me la
leyera el otro día, pero ella no quiso porque le gusta jugar a la señorita vieja. A mi
padre lo llevaron a prisión en 1975. Recibimos la carta en 1976. Eso fue lo último
que escuchamos de él.
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Por mucho que yo quisiera, nunca sería una mujer de montaña. Muy renuente,
tras siete años en Kentucky, me mudé. Quise trabajar en otra comunidad de
montaña, esta vez fuera del país y entonces me fui a Latinoamérica. No sabía si la
forma en que había enseñado en Kentucky podría trasladarse a otra cultura. Mi
idea fue que trabajando lejos de mi lenguaje nativo, estaría forzada a confiar en
mis habilidades visuales.
Después de que ella acostó los niños, nos sentamos alrededor de la luz de una
vela mientras ella contaba historias de su vida. La sensibilidad y agudeza de sus
percepciones me atrajeron. Su narración se volvió tan detallada que ella revivió su
niñez.
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LA INVASIÓN
Nuestra arrendataria era una pequeña anciana que bebía mucho. Su nombre real
era Concepción de Granados, pero todos la llamábamos Conchita. . Ella le decía a
mi hermano Miguelito “rollo de pan” porque era gordo y moreno. Los viernes se
iba a beber con todos los hombres que vivían en la casa. Cuando llegaban a la
madrugada, ayudaban a Conchita para subir las escaleras hasta su cuarto.
Después ellos se iban casa a pelear con su mujer.
La casa era horrible, Conchita quería el piso encerrado y brillante, pero usted no
podía porque estaba demasiado podrido. Las paredes estaban tan húmedas, que
si usted ponía la cama cerca el colchón se ponía mohoso. Cada uno tenía un día
para lavar. Nadie más podía lavar siquiera una media ese día. Había un baño
para todos.
Alguna de la gente era buena. Algunos no lo eran. Algunos dejaban el baño sucio
y culpaban a los otros. Algunos se robaban la ropa o la comida y tiraban la basura
en el cuarto de otra gente. Una niña, Luz Helena, se robaba la ropa interior, las
ollas y las cucharas. Ella era desagradable.
Cuando mi padrastro, Raúl llegaba a casa borracho, prendía el radio duro. Los
vecinos comenzaban a insultarnos y a gritarle a Raúl que lo apagara y los dejara
dormir. Conchita de Granados tenía que levantarse y callarlos a todos.
Bueno, una noche Raúl entró con un tipo en la puerta de al lado. El tipo trabajaba.
Yo no se donde trabajaba, pero se iba temprano en la mañana y regresaba
después de que oscurecía. El vivía justo al otro lado de la pared de nosotros. Y
como siempre, Raúl llegaba a la casa, prendía el radio y levantaba a todo el
mundo.
Bueno, una noche el tipo estaba de mal genio. Se levantó y gritó “Maldita sea,
dejen dormir!”y se fue a levantar a Conchita quien se tropezó borracha y rodó
escaleras abajo. Raúl salió y le rajó la cabeza al tipo y terminó en la estación de
policía. Nosotros dormimos durante casi todo el tiempo. Al final nos despertamos
llorando. Era tiempo de mudarse.
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verla morir. “Me dan lástima. Cuan distinto sería si supieran el precio de la
libertad. Pero no es tan tarde; miren y no olviden esta lección: soy mujer y joven,
pero tengo fuerzas más que suficientes para encontrarme con mi muerte – y mil
más”.
Gente que no tenía techo sobre sus cabezas, -y ellos eran cientos de miles en
Bogotá - o gente como mi Mamá que quería construir algo propio en lugar de
arrendar un cuarto pequeño sin luz –se organizaron ellos mismos para invadir una
tierra baldía para construir casas con lo que pudieron encontrar. Usted lo tiene
que hacer rápido porque en pocas horas la policía puede llegar a derribar las
casas y arrestar a todo el mundo. Entonces eligieron una junta. Construyeron un
sistema para el agua. Robaban electricidad de los postes al rededor, los
invasores se dieron cuenta de que entre más tiempo estuvieran y que entre más
permanente hicieran la estructura, mayor era la oportunidad de permanecer. La
ley decía que la policía tenía treinta días para desalojar si no se tenían los
papeles adecuados; pero incluso la policía podía llevarlos al juez y conseguir una
nueva orden para echarlos.
Se resistieron; alguna gente fue asesinada. Algunas veces la gente de otros
barrios venía a ayudar. Hicieron una cadena humana alrededor del terreno para
mantener afuera a la policía. Eso fue duro. La policía destruyó muchas invasiones.
Gradualmente el gobierno de la ciudad tuvo que aceptarlos. ¿Dónde más iba a
vivir toda esa gente?
Mamá pensó que tenía oportunidad de invadir una sección de Policarpo, junto a
otras cuarenta familias. Podríamos haberlo perdido todo pero finalmente
intentamos; acabábamos de conseguirlo todo cuando un vecino preguntó a mi
madre que ella sabía si los organizadores eran comunistas. Ella dijo que no.
Todavía vivíamos donde Conchita cuando un vendedor rentó un cuarto. El era del
sur, cerca del Valle, nos llevamos bien. El nos invitó a salir la noche de Navidad y
todos pasamos un buen rato. El vendedor mencionó que se había unido a una
organización llamada Provivienda y que ellos le iban a asignar una parcela en un
nuevo barrio; en Policarpa. El iba invadir la semana siguiente. ¿Por qué no
también nos uníamos nosotros? Mi mamá le dijo que francamente que ella estaba
asustada. ¿Los organizadores son comunistas?
“Pues claro que son comunistas. Los comunistas son los únicos que ayudan a la
gente. Pero ellos no la obligan a volverse comunista si usted no quiere”.
19
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El era un hombre bueno y honesto y mi mamá decía que ella siempre le ponía
atención a la gente honesta, pero aún así ella no podía irse: dijo que sentía como
si una mano le sujetara la espalda. El vendedor insistió para que lo visitáramos en
el bario Charles de Gaulle, que fue llamado así después del DIA que lo invadieron,
el veinte de Julio, el día que De Gaulle llegó a Colombia. Mamá daba excusas: ella
mentía. El le dijo que estaba muy enfermo.
“Mire María, “dijo el” uno de estos días la van a echar a la calle y después usted
misma va a tener que lidiar con su situación, porque yo ya no le voy a rogar más.
Si usted es tan fuerte como para trabajar veinticuatro horas al día, ¿porqué es tan
difícil hacerse a una casa propia?”.
Los otros invasores dijeron que ellos llevaban la madera para nuestra casa; que lo
único que lleváramos era una cama vieja y colchones.
Nos mudamos al centro comunitario que habían construido los primeros invasores
en Policarpa. Cinco años antes ellos habían invadido los terrenos baldíos alrededor
del hospital de la Hortúa, donde después el Gobierno dijo que tenía planeado
construir un nuevo hospital. Todas esas familias en una misma casa, teteros por
todas partes, comidas comunales cocinadas en ollas enormes – la gente comenzó
a enfermarse. Transportaban en camiones la leche y los granos y nosotros
teníamos que cuidarlos; cuando vinieron los doctores del Hospital de la Hortúa,
nos dijeron que teníamos que teníamos que construir casas de verdad o iba a
haber una epidemia.
Era un viernes Santo en 1966. Las chozas eran todas hechas de cartones, palos y
ropa. Nosotros conseguimos postes para los lados; teníamos plásticos para las
paredes y latas para el techo. Cada casa era una caja negra con camas. Javier
escribió con crayón nuestro nombre en cada tabla así cuando descargaran
sabríamos cuales nos pertenecían.
Raúl y algunos de sus amigos pusieron sus hombros debajo de las esquinas de la
caja negra y la levantaron cuidadosamente. Ahora nuestra caja negra tenía
piernas. Cada uno corrió a diferentes partes del terreno cargando los armazones
de la casa y colocándolos en bloque. Cuando Mamá y yo llegamos, Javier, Raúl y
un caballero llamado Luís Alberto Vega, habían arreglado la casa y las cosas ya
estaban adentro. Luís Alberto Vega no era líder ni nada, era solamente un
simpatizante. El fue asesinado el domingo de Pascua, el día de la batalla.
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quería abrir la puerta o dejar entrar la luz del sol, se enrollaba el plástico en un
palo y lo tiraba encima del techo. Entonces tenía una casa iluminada sin ventanas
o cualquier cosa. Entonces en quince minutos estaba listo.
Para el Domingo de Pascua, cuando la policía se presentó, ya estábamos
preparados, la ayuda y los manifestantes llegaron de todas partes. Los
organizadores dieron órdenes para que las mujeres y los niños no se fueran. Yo
encendí fuego y herví agua para tirar a la policía.
El presidente de Colombia Guillermo León Valencia, que era muy poco querido,
tuvo que declarar estado de sitio para mantenerse en el poder, miraba la batalla
armada desde la terraza del hospital.
El ejército rodeó el barrio. Ellos rompieron el muro alrededor del hospital para que
entrara la caballería. Los soldados tiritaban del frío. Los comerciantes de harina y
arroz trajeron camiones llenos de comida y cobijas para los invasores. La policía
no los dejó seguir, pero en el cambio de guardia los nuevos soldados se
descuidaron y entonces, condujeron los camiones a través de los rotos del muro
del hospital.
De pronto había verde oliva por todas partes. La policía llegó y después la
caballería; se oían tiros. Las familias abajo de nosotros fueron golpeadas y sus
casas rotas. Mamá fue a ayudarlos. Javier estaba en la colina ondeando una
bandera hecha de una sábana blanca y ayudando a cargar las rocas que los
hombres les tiraban a los policías. Yo me quedé en la casa con Miguelito para que
no le pasara nada:
“Así ellos tumben la casa”, me dijo mamá, “no lo deje”.
Eso era peor en la otra parte – la parte retirada del hospital- donde mandaron la
caballería. Todo el mundo tenía ramas gruesas con las puntas muy afiladas y
bolas de trapo con asfalto, amarradas con alambre y empapadas en gasolina.
Entonces cuando la caballería venía a la carga, ellos encendían sus antorchas y
las atizaban debajo, a los lados de los caballos, y los caballos tiraban sus jinetes al
aire. Cuando los soldados de caballería se caían perdían las armas y salían a
correr, pero la gente no se paraba a mirarlos; seguían golpeándolos y echándoles
agua caliente.
La policía comenzó disparando a las casas. Los organizadores les gritaron a los
hombres que se salieran, entonces los policías veían adentro sólo niños y mujeres.
Ellos le dispararon a un hombre, que había construido la casa arriba de la nuestra;
lo patearon y lo arrastraron enfrente de nosotros. Cuando se calmaron las cosas,
al final, hubo una lluvia a las cuatro de la tarde.
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Dicen que vivimos en el país más católico del mundo, era domingo de pascua y
cada familia tenía un altar en su choza. Los arreglos se cayeron en cualquier parte
y después de la batalla las estatuas de los santos seguían allí, aplastados en el
barro por los caballos de los policías.
Trajeron carros de la policía para llevarse los heridos de ambos lados. Ellos dijeron
que ningún policía había fallecido, pero yo misma vi uno muerto. Se llevaron a
Luís Alberto vega porque el no murió inmediatamente. Dos niños murieron
después. Yo oí que se llevaron a muchos de los de nosotros para la cárcel. La
policía dijo que si alguien decía quien nos había llevado allí, le daban una casa;
pero ya estábamos listos para eso. Nosotros respondimos: “No se necesitaba que
nadie nos trajera; llegamos aquí porque no tenemos plata para pagar arriendo y
los dueños de las tierras tiraron nuestras cosas a la calle”. Los policías dijeron que
éramos unos sucios comunistas, pero nos dejaron ir.
Esos fueron buenos tiempos. Éramos jóvenes; cada mañana yo jalaba la cobija
tratando de no descobijar los pies cafés de Javier al lado de mi cabeza. Me
levantaba de la cama y miraba el cuadro de Santa Lucía pegado en la cabecera.
La hermosa santa del cabello castaño y ondulado, con ojos azules, me protegería
hasta que me subiera a la cama otra vez. Yo caminaba rápido tratando de no
tropezarme en alguno de los surcos. Mamá había excavado en el suelo sucio. El
piso se convertía en barro cuando llovía, a menos que cuando empezara a llover
mamá hiciera un surco para que el agua corriera montaña abajo.
Pero nosotros éramos felices así el piso fuera barro o creciera pasto alto dentro de
la casa. Era un sitio maravilloso para jugar. Desde que no teníamos agua,
teníamos que caminar tres cuadras hasta los grifos públicos y llevarla en baldes.
Mamá quería construir algo en ladrillo de una vez y comenzó a trabajar lavando
ropa, cosiendo y haciendo miles de cosas.
Hacíamos turnos para las guardias. Teníamos que asegurarnos de que no vinieran
extraños por las noches. Si alguien veía algo, llamaba y el primero que alcanzara
la alarma la sonaba. Los niños tenían la obligación de hacer guardia también.
Nosotros caminábamos y caminábamos y escuchábamos a los adultos hablar de
muchas cosas. Que las mujeres deberían ser mas activas; que teníamos que ir a
hablar con el gobierno para exigir los servicios en el barrio... para legalizar
nuestra situación pronto.
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Nuevo Quindío era más escarpado y frío que Policarpo. Teníamos que atravesar la
montaña para evitar a la policía. Para dormir teníamos que cavar en el pasto y
taparnos entre nosotros mismos allí. Poníamos los niños entre dos adultos y así no
se congelaban.
Agarraron a Javier cuando estaba trayendo comida. Podían encerrarlo entre dos y
veinte meses por invadir. Ellos lo pusieron en la cárcel del distrito. A él le dijeron
que éramos subversivos, pero nosotros ni siquiera sabíamos que significaba esa
palabra. Yo sólo sabía que mi hermano era mi hermano y que mi mamá era mi
mamá. Fuimos criados para irnos, después que nosotros quisiéramos. Aprendimos
mucho acerca de la justicia y la injusticia. Tuvimos prueba de que para conseguir
un pedazo de tierra hay que luchar por él. Sin importar nada.
- Alicia Vásquez
INDIA 1989-1990
Cuando yo miré las hermosas fotos de los fotógrafos Raughubir Sing, Mitch
Epstein y otros, India parecía un lugar más rico visualmente que cualquiera que
había visto, un país donde imágenes exquisitamente compuestas caerían en mis
manos. En Colombia yo he aprendido que estando cerca de la historia de una
familia, es posible crea un contexto para imágenes que podrían hacerla ver de
otra manera como exótico. Yo estaba interesada en descubrir que sí, trabajando
con un grupo pequeño de personas, podía organizar y articular significados en la
pequeña, en la capa del mundo de la villa India.
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fabricar cualquier imagen que se viniera a la mente, tan fácil como grabar las
cosas que él ve en frente de sus ojos.
Era imposible hacer el techo de bambú con las tapias de esas casas luminosas, así
que en el jardín del frente del barbero nosotros empezamos a construir un cuarto
oscuro de ladrillo y concreto con un techo de lata. Al costado de esta estructura, a
cambio de la acostumbrada cuota de 50 kilos de arroz por año, el barbero
continuó cortando el pelo y afeitando a los hombres de la villa.
Cuando el cuarto oscuro estuvo listo, nosotros planeamos un ritual con planta de
albahaca (sagrada para Krishna) para proporcionarle a la “casa negra” -como era
llamado el cuarto oscuro- un buen comienzo. Los estudiantes y los padres se
reunieron para ir a la ceremonia de apertura; los estudiantes hablaron sobre lo
que ellos habían aprendido hasta el momento y recitaron oraciones.
De los niños más entusiasmados, escogí un número igual de niños que iban a la
escuela y quienes, debido a que tenían que ir a los campos, no lo hacían. Mi clase
tenía una amplia representación de las diferentes casta. Mis estudiantes incluía
miembros de la casta de los granjeros así como de las castas profesionales tales
como tenderos y barberos, y de la casta más baja –los Harijans (intocables).
Mi primera tarea era mostrarles a los estudiantes cómo trabajaba realmente la
cámara y qué podrían hacer. Instalé un rudimentario estudio de fotografía al
frente del porche de mi casa. Le pedí a cada niño que se sentara y mirara dentro
de los lentes mientras yo tomaba una foto Polaroid, así que ellos podían ver una
imagen positiva y negativa al mismo tiempo, y llevárselas a casa con ellos. Yo me
conmoví con la intensidad de sus miradas cuando ellos observaban dentro de la
cámara por primera vez.
•
Cada vez que yo camino por el estanque, yo rezo a los dioses para que me haga
más fuerte –como un pedazo de madera al fuego.
Cuando yo tenga veinte años yo golpearé a todos los niños con un palo. Yo
trabajaré en los campos –donde sea que yo consiga trabajo, donde yo pueda
conseguir plata.
Mi lugar de nacimiento es Vicia, en esta casa. Cuando yo nací, Nathi, la vieja
mujer, vino a ayudar y lauro Doshi también. Yo no recuerdo nada, pero mi madre
dijo que le nacimiento fue rápido.
YO soy un miembro de la casta Vaghri; nosotros hacemos vino. Cuando nadie está
en la casa, yo lleno un vaso con el vino y lo bebo despacio. Nosotros rogamos por
comida –como los flautistas. Mi madre va a pedir comida en esta villa; yo voy a ir
a otra.
Yo tengo tres hermanas y un hermano. El nombre de mi hermano es Sabú. Laxmi
es mi hermana mayor. Los demás son Paku y Tidiben cuando yo tenía dos años mi
padre murió. No sé cómo. MI hermano y mi cuñada se murieron también. Sucedió
cuando mi hermano estaba tomando. El golpeó a su esposa con una barra de
hierro y la mató. Luego él se colgó.
Yo solo sueño con elefantes. Me da miedo porque las piernas de los elefantes son
tan gruesas que si ellas vienen sobre mi, sería triturado.
A mi me gusta mucho la villa porque tengo muchos amigos aquí. Si yo estuviera
en la ciudad ¿dónde iría y encontraría amigos? Yo me perdería en algún lugar. Si
hay dos mercados cercanos, uno al lado del otro, me perdería. En la villa yo puedo
salir, jugar donde quiera y volver a mi casa.
Mi casa es mejor que el resto del mundo. Nadie me puede decir nada allí. En otra
casa, ellos pueden decir que yo soy ladrón y pueden golpearme.
- PRATAP, VAGHRI (Casta que hace vinos)
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•
Yo tengo mamá, papá, dos hermanos y tres hermanas. Un hermano es casado y el
otro se va a casar. Mi padre se ríe mucho pero a mi no me gusta cuando nos
pega. Mi hermano pequeño y mi primo están en casa. Un hermano menor y una
hermana les dio viruela tan pronto nacieron. YO estaba muy pequeña pero
recuerdo que ellos sufrieron de fiebre. Mi mamá rezaba al dios de la viruela y él se
le apareció en sus sueños. Él le dijo que no usara medicinas y cuando los niños
estuvieran bien otra vez, ella debería tomar dulces del templo para agradecerle a
él por perdonarle la vida de ellos. Entonces nosotros alimentamos a mi hermano
pero no le dimos las medicinas. Cuando ellos murieron, nosotros los enterramos
en el camino y marcamos la tumba con un trapo rojo. No lo encuentro ahora. Los
barrenderos lo debieron haber quitado de ahí.
Me gusta lavar la ropa y los platos. Traer agua e ir a trabajar a los campos. Me
gusta usar ropa nueva, bonita y maquillarme. Me gusta jugar con trompos y
cometas y derribar las cometas de otros con una vara de bambú
Pero tuve que dejas mis estudios por los oficios de la casa. De todas formas nos
tenemos que casar pronto. Yo seré feliz para entonces. Mi esposo conseguirá una
lancha rápida. Yo me montaré en ella y pasearé. Yo podría estar triste. Depende
de si yo tengo un casa bonita. Me gustaría una casa de cemento de una planta y
un buen marido. Pero yo no lo sabré hasta que me case si la casa va a ser bonita
o fea. Yo escogería un hombre casero, de tal forma que yo lo pueda superar. Me
gustaría que él usara bigote y que usara pantalones y camisa. Yo quiero hijos,
tantos como Dios quiera darme -dos, tres o cuatro. Yo jugaré con mis niños y los
reprenderé cuando ellas sean traviesas. Cuando yo sea más vieja cuidaré de la
casa de mi esposo.
Yo tengo suficiente comida para comer –aún durante la sequía. En esa época
nosotros fuimos a la ciudad y vivimos en la casa de mi tío por seis meses. Todos
los Harijans fueron. Mi padre trabajó en construcción. Mi madre le ayudó y lavaba
los platos pero a mi me gustaría ir a la escuela.
Siempre que Dios quiera que sea un Harijan, me yo seré una Harijan, pero no
gente de otra villa excepto familiares que vienen a nuestra casa a comer. Como
Samju que no puede venir a mi casa. Pero Hansis, un Harijan. Ella si puede comer
conmigo. Cuando hay una boda, la familia de la novia piensa que su casa se
estropeará si no nosotros entramos en ella. Así que nosotros nos sentamos afuera
y comemos. Me siento mal por eso, pero algunas veces esto puede ser mejor.
Los sueños vienen de Dios –de todos los dioses- Mi abuela sonó que le dios de la
muerte venía a llevársela. Ella le dijo: “no iré contigo...esta no es la hora”. El dios
de la muerte puso su mano sobre su nariz y su boca. Cuando ella se despertó, su
boca y su nariz estaban hinchadas. Cada vez que tengo un sueño y me asustó, yo
me caigo de mi cama. Hansi tuvo un sueño que ella y yo íbamos a la casa de dios
y él nos dio collares y rezó con nosotros.
-TIDI, Harijan (Casta Intocable)
•
Que yo recuerde, solamente he visto una vez a mi papá. Yo estaba aún joven. Su
nombre es Kesav y él es tan viejo como mi abuelo. Mi hermana se quedó con mi
tío en la villa de Hitipura, donde mi padre vive. Ella trabaja para mi tía. Mis rasgos
son como los de mi madre; mi hermana se parece a mi papá. A mi no me gusta mi
papá. Él es adicto al opio.
Cuando yo estaba muy chiquita, mi tía me trajo aquí. Yo duermo con mi abuela
Surejma, quien vive en un sola en un cuarto. Cuando ella no está aquí, yo
permanezco no mi tío. Yo tengo siete tíos y siete tías.
Hace mucho tiempo, mi mamá y yo vinimos aquí a Vichya para una ceremonia.
Más tarde, a medida que caminábamos de regreso, mi mamá empezó a recoger
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•
Yo me casé hace dos meses. Fue un día agradable. Todos fuimos a la villa de mi
esposa en un tractor.. Nadie bailó, pero la gente cantó. Yo lo disfruté.
Yo me casé con Galli de Vasna (cerca de Dhodal). Mi hermana se casó con un
hombre de Vasna y cuando yo la visitaba a ella veía a Galli trayendo agua. Yo no
tenía ni idea que me a casar con ella pero ella si sabía. Cuando me comprometí,
los familiares de Galli vinieron aquí a la villa. El papá de ella me trajo un turbante,
una carta y un pedazo de papel. Luego él puso un coco en mi mano y me trajo
una vasija de mantequilla para beber. El papá de la es un hombre rico, de ese
modo ella trajo mucha plata y ornamentos de oro con ella.
Galli usa faldas y saris (prenda ligera de la India). Ella es alta. Tal vez crezca para
ser un hombre alto como ella, pero los muchachos bajitos también se casa. Ella
tiene trece y yo catorce. Me gusta ella. Ella es buena gente y bonita. Yo tomé 4 o
5 fotos de ella parada en la puerta. A me gustaría traerla a la clase de fotografía,
pero a ella el da pena. Ella no pelea conmigo. Ella me respeta y cuando ella no lo
hace le digo que se vaya. Yo la golpeé una vez cuando habló en contra mía. Ella le
contó a sus papas. Yo pensé que mi suegro me iba reprender pero él dijo que si
ella hacia algo incorrecto, yo la debería golpear. Ocasionalmente yo iré a la casa
de mi suegro a vivir. Ellos tienen una lancha rápida y dos bicicletas ahí. Yo
necesitará un niño también. Yo deseo solamente un hijo –no, ambos, un hijo y una
hija. Llamaré al niño Mahesh y a la niña Wendy.
Una vez casado, mi esposo vuelve a su villa. Ella viene aquí dos veces. Cuando
ella vino para la fiesta de Divali yo estaba sentado afuera. Yo estaba listo para ella
–usando pantalones y camisa nuevos. Yo tengo tres vestidos safari para ocasiones
elegantes. Ella estuvo 15 días, así que yo tuve que vestirme bien todo el tiempo,
Yo no tengo hermanos y hermanas en casa, así que a mi me gusta cuando ella
viene. Yo tengo tres hermanas pero están casadas. Un hermano murió en un
accidente y el otro se ahogó. El era un hombre cojo –a pesar de sus piernas él
trabajó. Cuando él caminaba por el campo con sus muletas, él siempre pasaba por
un basurero. Un día estaba lleno de agua y él se cayó ahí y se ahogó.
Sueño con mis hermanos que murieron, así que por la noche me tapo con la
sabana para alejar los sueños. Cuando mi corazón late, el sueño se va. Grita
desde todo el cuerpo. “Estoy saliendo” y entonces este se va. En Divali soné que
yo subía la sol en un bomba. Yo vi dos cabras paradas en el borde del sol y
trataron de embestirme. Todos estábamos soñando, pero en la mañana cuando
nosotros abrimos nuestros ojos, los sueños se van.
Anoche soné que tenía una muchacha en mi bolsillo.
-HASMUKIN, Koli Patel (Casta de los Granjeros)
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Enero 30 de 1995
Queridísima Wendyben:
¡Hola!, ¿Cómo está? Pido a Dios que usted, su esposo, su papá y su mamá estén
disfrutando de la vida de Nueva York, una de las mejores ciudades de EU.
Primero que todo me tengo que presentar. Yo era uno de los pequeños niños en el
grupo con el cual usted vivió en la India por más de seis o siete meses. Yo soy
Chandrakant de India en Gujarat de la Villa de Vichya. Si usted no me recuerda, si
recordará el día en que yo tumbé todos los negativos de la cuerda y usted se puso
muy brava por eso.
Ahora, yo estoy entendiendo su importancia, cuando vino a nuestra villa. Usted
habló en esa época, cuando todos los niños fueron llamados a la casa de
Jhivanbhai. La verdad, yo perdí ese examen. Afortunadamente me dieron la
oportunidad en lugar de otro niño. Ahora soy capaz de entender por qué vino a la
India. Era para ver y observar la cultura India y sus tradiciones. Si desea más
detalles sobre esta cultura, ¿cómo puedo ayudarle?
Wendyben, nosotros deseamos que usted y su esposo vengan a vernos. Ahora,
Dasrath está haciendo un curso de ingeniería y Chandu y Harsha se han casado
como usted. Yo estoy estudiando y me esto preparando muy bien para mi examen
de noveno.
Wendyben, todos nosotros la recordamos, todo el tiempo y a cada momento,
especialmente cuando vemos cualquier foto o cámara; pero después de que ha
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Secret Games
pasado tantos años, usted no ha dejado de mirarnos. Todos estamos bien aquí.
Sakuben y su familia están muy contentos. Usted no se debe preocupar por eso.
El hijo mayor de ellos se casó. Ellos tienen ahora una vida más tranquila. Todos
están contentos y rezando para que usted pueda venir a vernos con sus hijos, de
tal forma que podamos compartir el amor también.
Wendyben, tengo mucho que escribir pero hay un límite para todo. Ya llegó mi
límite. Estoy dejando mi espero y espero que usted tome el suyo tan pronto reciba
esta carta. Muchos cariños de todos.
Chandrakant C. Chauhan
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MEXICO 1991
En el estado de Chiapas, sobre una colina, viendo desde arriba el centro del
pueblo de Zinacantán, hay un edificio que ha sido habilitado como salón de clases.
Allí fue donde Antonio de la Torre, un miembro de la cooperativa de escritores
mayas llamada Sna Jtz-ibajom, enseñó lectura y escritura de Tztotzil para los niños
del pueblo. Durante los últimos cuatroscientos años, los indios Tztotzil,
descendientes de los mayas y herederos de su gran cultura, han vivido en esta
región al lado de los Ladinos, descendientes de los exploradores españoles
originales.
Cuando fui llamada para ir a Mexico a crear una exhibición para celebrar la
llegada de Colón al Nuevo Mundo, decidí ir a Chiapas. Impartí clases de fotografía
para los niños de Ladino en el pueblo de San Cristobal de las Casas, y para los
niños de Tztotzil en Zinacantán y Chamula.
Esto fue un año antes de la revuelta del los grupos zapatistas armados por causa
de la igualdad de derechos para los indígenas. En las comunidades de Tzotzil el
tomar fotografías estaba estrictamente controlado por el concejo municipal local,
el cual daba o se reservaba el permiso sobre lo que podía ser fotografiado. Pensé
que lo mejor sería no tomar fotos mías y dejar que fueran mis estudiantes
indígenas y no indígenas quienes las tomaran. Usamos película Polaroid de
negativo y positivo, la cual produce un negativo de gran formato a la vez que una
copia en positivo. Yo tenía ciertas prevenciones acerca de este proceso -que es
lento y deliberado, al punto de volverse embarazoso. Pero finalmente derivó en
fotografías compuestas más conscientemente, en comparación con el trabajo de
mis alumnos anteriores, quienes usaron cámaras de sencillas de las de apuntar y
disparar. Incluso, ni siquiera hubo pérdida de la frescura o la espontaneidad.
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Secret Games
izquierdo. “Pero Señora -dijo Juan Jesús- no puedo ver por ese ojo”. Noté que la
pupila de ese ojo era blanca -ese ojo era ciego-. “Tengo una ventaja sobre los
demás”, dijo con una sonrisa.
Me sorprendió que Juan Jesús quisiera tan pujantemente tomar fotografías. ¿Era
una especie de compensación por las dificultades que él tenía con la visión? ¿O lo
que él veía era tan distinto o limitado que se parecía a la manera como la cámara
ve? ¿O es que por medio de la cámara él podía ver los que se perdía con su vista
ordinaria?
Juan Jesús se convirtió en uno de los mejores fotógrafos entre los estudiantes de
Ladino. Le encantaba capturar patrones de luz bañando sus sujetos. Él también
mencionó que cuando sus amigos hablaban de las cosas que hicieron juntos,
conversaban a cerca de lo que habían visto. La vista de Juan era tan pobre para
alcanzar aquellas imágenes que él la mayoría de las veces se sentí por fuera de
las conversaciones de sus amigos y separado de sus memorias. Las fotos que
hacía eran una manera de tener una memoria visual igual de rica, o más, que la
de sus amigos.
Las cámaras Pro-Pak usadas por los niños debían ser enfocadas ajustando en el
lente el número de pies o metros que había de distancia con el sujeto. Es difícil
para los niños calcular las distancias, así que medí los pies de cada niño. Entonces
calculamos cuántos pies de cada uno hacían un metro. Así pudieron descifrar la
distancia con respecto a su sujeto.
Los niños de Tzotzil querían crear su propia manera de trabajar con la cámara.
Rápidamente me informaron que mi método de medirles los pies no era correcto.
Con un machete cortaron tallos de maíz de un metro de largo y los usaron como
medida de las distancias con el sujeto. Algunos niños encuadraron escenas de sus
amigos cultivando campos de flores. Después de cada toma separaba el negativo
del positivo. Los negativos eran llevados a una bandeja plástica donde los
sumergían en sulfito de sodio. La primera vez que les mostré los negativos, se
rieron de verse como viejos -con el pelo blanco en vez de negro-. Entonces
salieron a tomar fotos, diez niños corriendo por ahí con tallos de maíz y ruidosas
bandejas plásticas, como personajes de un sueño ritual.
Cuando por primera vez le pedía a los niños de Tzotzil que fotografiaran sus
sueños y fantasías estaba preocupada porque ellos podrían estar poco
emocionados con la idea. Para ellos, los sueños juegan un papel tan importante en
la comprensión del mundo como los eventos de la vigilia.
Les expliqué, de la manera más breve posible, lo que haríamos al siguiente día.
Ellos rieron excitadamente. “Fantasía”, dijeron, como si el sonido y la idea de la
palabra fuesen divertidos de una manera muy familiar.
30
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(140)2
Cuando duermo veo algunas cosas, pero esto no son un sueño porque yo no se
soñar. Cuando estaba durmiendo, algo vino a la casa. Hizo un ruido en la terraza
como el de alguien jugando pelota. Entonces lo vi bailando entre las vigas, pero
era un tipo pequeño. Tenía el pecho blanco pero su cara era toda negra.
Nosotros tenemos almas animales compañeras -todas muy diferentes. Algunos
tienen perros, gatos, jaguares, coyotes y toda clase de animales. Las personas
que tienen jaguares son las más fuertes, pero el gato es el más despierto. Los
más fuertes tienen dos o tres almas animales -como mi papá, él tiene tres
jaguares.
Si alguien muere, como dice Dios, todos vamos al bajo mundo a pagar nuestras
culpas y después al cielo. Yo creo que hay una Tierra del Señor, quien luce como
una persona blanca. Si él nos dice que cerremos los ojos, cuando los abramos
veremos que estamos en otro mundo. Si entramos en su casa, todo lo que
veremos es caña. El sol no entra allí. Si él nos dice “duerme con mi servidor”
cuando despertemos veremos que estamos con serpientes. Cuando llegue el alba,
ellas se convertirán en una mujer. La Tierra del Señor tiene también niños q ue
son serpientes y por eso no podemos matar serpientes o la tierra del señor nos
matará a nosotros.
-Nicasio Pérez de la Cruz, Zinacantán.
Nací en este lugar. Mis padres me contaron que cuando nací me dieron sal, un
machete, un cuaderno y un lapicero, para que cuando me hiciera adulto fuera
trabajador y buen estudiante. También recuerdo la historia de cuando mi mamá
fue a lavar ropa y yo me caí en el estanque. Mi mamá me sacó rápidamente para
que no me ahogara. Si ella no hubiera hecho eso, yo no existiría ahora.
-Sebastián Gómez Hernández, Chamula.
(148)
Mi padre es un albañil contratista. Él va de aquí a Simójevel, a Cancúc, a hacer
escuelas y campos de juego. Él no me lleva solo porque dice que únicamente voy
a sufrir por allá. Mi madre vende puerco en el mercado en frente de la estatua de
la Virgen de la Misericordia. A mí no me gusta ir con ella. Ella me regaña porque
quiero mi “paleta”, mi bebida y esto y aquello.
-Gladis de Rosario Bonifaz Guzmán, San Cristóbal de las Casas.
Soñé con una revista y entonces vi pequeños cuadrados. Una pequeña flor
apareció y al final una ola negra lo cubrió todo.
Cuando duermes, tu alma se va y todo lo que le pasa es lo que tu sueñas.
Si recuerdo un sueño, busco una imagen que me acuerde de él y le tomo una foto.
-Benjamín Molino, San Cristóbal de las Casas.
(152)
Creo que hay algo como nubes en mi mente. Cuando imagino un montón de
cosas, las nubes lo cubren como si tratara de llover.
-Teresa López, San Cristóbal de las Casas.
Yo soy el sexto hijo, pero somos muchos. Creo que algunos no nacieron bien
porque murieron cuando eran bebés. Ellos hicieron sólo una pequeña parada para
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Textos que acompañan las fotografías de los niños.
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ver la tierra. Después subieron para ser ángeles de aquellos que estamos con vida
no se cuantos somos. El más viejo se llama Domingo y yo sigo después.
-Dominga Gonzáles Castellanos, Chamula.
(154)
Yo pienso que los fondos de los pequeños pensamientos son blancos. Si imagino a
un hombre, yo solo lo pongo contra un fondo blanco pero si se trata de un paisaje
o un pensamiento grande lo imagino con más detalles.
-Juan Jesús Murillo, San Cristóbal de las Casas.
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SURAFRICA 1992
Hasta ahora he tenido curiosidad por saber cómo las cosas son vistas por los niños
alrededor del mundo. Yo decidí ir a África, luego a un país de Arabia. Tenía un
contacto en Surafrica pero estaba dudosa de trabajar allí porque me pareció ver
claras divisiones entre blancos y negros, el bien y el mal. Estaba preocupada
porque las fotografías de mis estudiantes fueran meras ilustraciones de un
conflicto con el cual yo presumía estar familiarizada. Lo que yo había tenido en
cuenta era lo que el aislamiento psicológico de los Afrikaners ha ocasionado en
ellos.
Yo llegué a Johannesburgo en 1992, dos años después de que Nelson Mandela
saliera de la prisión y dos años antes de que el partido nacional, los ejecutores del
APARTHEID cedieran el control del gobierno a la ANC. A pesar de esta época de
cambios, rápidamente descubrí que había poca posibilidad de trabajar con un
grupo de niños de diferentes razas.
Me encontré con tres grupos para trabajar: dos africanos y uno Afrikaner. A un
grupo lo encontré en un centro de arte de Soweto. De vez en cuando guardas
armados con AK-47 patrullaban la cerca de alambre de púas. Otro grupo lo conocí
en un salón abandonado de la Escuela Beauty Botle en la Granja Orange, una
comunidad de colonos usurpadores. En la clase de taller del suburbio de Glenesk
de Johannesburgo, el grupo de niños Afrikaners lograron reunirse en la casa de
una mujer conocida como la Tía Lorraine.
Los niños negros de Soweto tomaron fotos sólo de sus casas y de los jardines del
frente. Ellos estaban temerosos de tomar fotos de afuera; ellos decía que mirar de
soslayo a través del visor estrecharía su visión y los dejaría ciegos para posibles
atacantes.
Los niños Afrikaner se mantuvieron en sus casas también, por miedo a los negros
que trabajaban en pequeñas fábricas bordeando Glenesk. Cuando a los niños se
les pidió tomar fotos de lo que a ellos les gustaba y no les gustaba de su
comunidad, todos ellos, como ejemplo de sus disgustos, fotografiaron la gente
negra. La mayoría de ello fotografiaron sus “niñeras”, las empleadas que limpian y
cocinan aún en familia más pobre blancas. Nicoline de nueve años tomó una foto
de un hombre mayor negro sonriendo y sosteniendo una bolsa de compras
mientras él estaba parado en la cerca que rodeaba el jardín de ella. Nicoline se
olvidado de enfocar la cámara; el sol brilló en las del hombre negro haciéndolo
aparece como un monstruo amigable. Cuando le pregunté a Nicoline si había
usado la cámara apropiadamente ella replicó que sí. Su madre le había asegurado
que la extraña confusión era característica de la forma en que la gente negra
aparecía en las fotografías.
En la granja Orange, un suburbio nuevo y en rápido crecimiento de África,
refugiados de Soweto y Natal, los niños fueron capaces de fotografiar lo que fuera,
lo que ellos quisieran en su dinámica y provisional comunidad. Sin embargo, un
día fui informada de que dos policías habían confiscado la cámara de Bafana sobre
la base de que era mercancía robada. Cuando Bafana identificó a los oficiales
acusadores en el fortín subterráneo que servía como sala de espera en la estación
de policía local, los oficiales replicaron que los niños deberían portar cartas
autorizándolos para usar la cámara. Los niños corrieron el riesgo de ir a prisión
antes de portar las cartas. “Los negros tienen el derecho de cargar cámara
también” dijo Flora y los otros estuvieron de acuerdo.
Los niños exhibieron sus fotografías en una galería en el centro de Johannesburgo.
En la fiesta de inauguración, los niños de los tres grupos se encontraron por
primera vez y vieron sus fotografías ampliadas del tamaño de formato museo. Yo
había planeado que las cámaras estuvieran disponibles en la galería. Los niños
manoseaban las correas aprehensivamente. Los estudiantes Afrikaners no podían
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creer que los negros pudieran tomar fotos. Ellos pensaron que lo mejor para los
negros sería confinarlos a que usaran cámara un poco dañadas.
John Jackson, un Afrikaner, se paró incrédulo cuando él vio que Jacob Masilela, un
talentoso fotógrafo de la Granja Orange, tomó fotografía lozana y bien expuesta
de sus acompañantes. Yo le pedí a Jacob tomar algunas fotos para la exposición.
Él colocó a John mirando con admiración su foto de los colonos usurpadores
moviéndose dentro de la Granja Orange. Parecía que los chicos podían
respectarse el uno del otro como compañeros de fotografía. Cuando yo tomé la
última foto del grupo ellos pusieron sus brazos alrededor de los hombros del otro.
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MARRUECOS 1995
Vine aquí para averiguar el rol que las imágenes -específicamente las fotográficas-
podían tener en el mundo musulmán. ¿Qué parte jugaba el texto? En la India,
sorprendida por los intrigantes caracteres de las escrituras Hindi o Gujarati, había
pensado acerca del potencial gráfico de usar palabras rayadas en los negativos
fotográficos, algo como las tallas sobre los monumentos de piedra de la ciudad
donde vivía. Les había pedido a algunos de mis estudiantes que rayaran sus
nombres sobre los retratos que les había tomado, pero estaba decepcionada con
los resultados. Ahora que estaba en un país de habla arábica, donde los versos del
Coran eran escritos en intrincados moldes, parecía apropiado usar las palabras de
nuevo. Esta vez les permitía a mis colaboradores transformar libremente los
retratos que hice de ellos dibujando en el negativo hasta el punto de arriesgarme
a su destrucción.
En Marruecos mis estudiantes fueron escogidos entre las muchas escuelas dentro
y fuera de las puertas de Asilah. Ellos estaban ansiosos, pero algo acerca de las
aspiraciones que expresaron sobre la fotografía me sorprendió. En lugar de
planear tomar fotos de los eventos de la niñez, de sus familias o sus amigos,
hablaron de tomar fotos que conservaran sus tradiciones. “Quiero tomarle fotos a
los diseños de yeso en las casas, los monumentos, mezquitas y de los bordados”,
dijo Fátima. “Las tradiciones Marroquíes están muy dentro de mí porque me hacen
recordar mis orígenes”.
Primero, ellos atribuyeron ello al sharki, el fuerte y frío viento que sopla desde el
Mediterráneo. Ellos insistían que era el sharki el que traía mala suerte a las fotos.
Era eso, o una de las otras chicas había empujado a la que estaba tomando la
foto. Tomó algún tiempo que ellas sobrepasaran las dificultades reales que tenían
tomando fotos en la calle. “La gente tiene un complejo”, decía Rajae. “Tienen un
mal sentimiento cuando ven a alguien con una cámara. Piensan que están
preservando sus tradiciones al no mostrárselas al resto del mundo”.
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El Jinn
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HOLANDA 1996
El otro grupo tenía otra cultura más típicamente holandesa: eran niños entre 9 y
13 años cuyos padres vivían y trabajaban en barcazas transportando mercancías
por los canales y ríos de Holanda, Alemania y Bélgica. Durante el año escolar
estos niños vivían en el internado Princesa Irene en Schibroek, un suburbio de
Rótterdam. Era una adaptación difícil para ellos vivir en tierra, con un espacio
relativamente ilimitado. A un niño le parecía tan inmensa la escuela, que era
incapaz de encontrar el baño adyacente. Otro niño tenía que aprender a subir
escaleras.
Las fotografías tomadas por estos 3 grupos de niños eran tan diferentes, aunque
todas ellas, debe enfatizarse, tenían que ver con el espacio – con la manera como
estaban organizados el paisaje, las calles cercanas y el interior de los barcos.
Lo que los niños de Ottoland hicieron mejor, lo más auténtico, fueron las
interpretaciones precisas de paisajes e interiores. Los niños inmigrantes de la
escuela Oscar Romero crearon composiciones vivaces, a menudo caóticas, de
gente.
Con todos los niños, encontré que había una similitud en las imágenes que ellos
hacían – en la escogencia de los temas (a menudo vacíos de seres humanos), en
la composición y en su excesivo sentido de la precisión – con las pinturas y las
fotografías de los 4 siglos pasados de arte holandés. Sus fotografías también
parecían profundamente meditativas y profundamente enraizadas en un paisaje
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(236)
-Fatima El Farroudi
(240)
-Ahmed Hamdaoui
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Cada mañana y tarde durante 2 semanas, los chóferes dejaban a mis estudiantes
– mujeres profesionales, amas de casa y niñas de colegio – envueltas en abayas
(túnicas como mortajas) en la escuela de niñas donde estaba haciendo mi taller
de fotografía. (A las mujeres no les es permitido manejar en Arabia Saudita).
Decidimos que el mayor reto que podríamos afrontar sería la auto representación.
Quería encontrar maneras en que ellas pudieran hacer esto en público. Muchas
mujeres decidieron hacerse fotos sin velo, fotografías que nunca podrían
mostrarse en público. Otras buscaron metáforas para explicar quienes eran, como
Raja Alem, una escritora, que usó dos conchas para representarse a ella y su
hermana Shadia, una pintora.
Nadine escogió hacerse detrás de su hija con velo. Por sugerencia mía, incluyó
sus propias manos. Como Anoud era una niña podía posar con ropas occidentales,
sin su abaya. Otra niña de nombre Johainah, escogió una ruta más tradicional: se
fotografió a sí misma usando su abaya, y sosteniendo a su hermanita. Luego me
preguntó si podía dibujar rayas en el negativo y oscurecer su rostro.
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segunda noche era solo para hombres, y la tercera era para esposos y esposas
juntos.
(252)
Todas las Clases de Velos.
En este caso la fotografía resultó ser algo más. Comenzó cuando le permitimos a
un forastero mirar detrás del velo. Luego, asumir el papel de cazadoras nos colocó
en otro reino y nos dio un lugar suficientemente poderoso para alterar las órbitas
controladas por los hombres, en las que nos movemos. Cuando sacamos nuestras
cámaras a la calle la gente reaccionó con sinceridad y tomó en consideración
nuevas posibilidades. Los cuerpos en los que habían vivido por tanto tiempo se
abrieron a cualquier experiencia que pudieran encontrar. Parecieron olvidarse de
los peligros de la intrusión o el cautiverio. Se abrieron y posaron felizmente,
sonriendo al encanto de la cámara y a nuestro coraje en perseguir abiertamente
historias que ordinariamente están cerradas. Posando, nos permitieron robar sus
almas. Y en el acto de mostrar nuestro poder, las mujeres ganamos poder sobre
los hombres.
-Raja Alem
(257)
La reina de todas las reinas en el reino de las llaves….
Cada llave controla miles y miles de espíritus,
Y cada espíritu tiene miles de seguidores.
Cada espíritu manda sobre miles y miles de gigantes
Esto está escrito en tinta hecha de alumbre.
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Así fue que en 1989, cuando fui llamada por el Centro para Estudios
Documentales (Center for Documentary Studies) de la Universidad de Duke con el
fin de conducir un taller en dos escuelas elementarias, utilicé esa oportunidad
para crear un programa de fotografía y escritura dirigido a las escuelas públicas
en Durham, Carolina del Norte. Yo quería construir un programa que influenciara
un sistema escolar completo y que sirviera como laboratorio para mi propio
trabajo. Expresaría mis propias ideas acerca de elaboración cooperativa de
imágenes y las compartiría con profesores que las pudieran encontrar útiles.
(Actualmente, catorce escuelas elementarias y medias participan en lo que hemos
denominado “Alfabetización a través de la Fotografía”).
Un niño de cuarto grado llamado Phillip era reconocido por tener el IQ más alto de
todo el colegio. Su inteligencia y creatividad se hicieron evidentes en algunos
pocos comentarios que hizo en clase, pero no se podía concentrar y casi siempre
perdía o arruinaba sus rollos. A pesar de que nunca quiso dejar la clase de
fotografía, él nunca tuvo nada completamente terminado. Un día lo alenté a
escribir un poema. Esa fue la primera tarea que fue capaz de terminar. Él continuó
escribiendo pequeñas piezas con versos fuertes -“Tengo una verdadera jungla
justo al lado de mi casa. Mi comunidad es como una parranda de drogas”- y
prontamente encontró sus rollos perdidos. Tal y como lo esperaba de ellas, las
fotografías revelaron los hermosos y extrañamente compuestos vistazos de la
mente de Phillip.
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Durante muchos años, Carolina del Norte ha sido una parada de la corriente
migratoria entre Centro América, Texas y Carolina. Los trabajadores siguen las
cosechas de tabaco y vegetales, algunas veces muy adentro en los estados
nororientales, antes de regresar a casa. Algunos de los emigrantes se ha
establecido; han asumido Estados Unidos como su lugar de residencia
permanente. Muchos de ellos no hablan inglés y algunos no son ciudadanos.
Black Self / White Self 1994 – 1997 (Mi lado blanco / Mi lado negro)
Durante las últimas dos décadas, a medida que cada vez más población blanca de
Durham se movió hacia los suburbios, las escuelas publicas llegaron a ser
segregadas a lo largo de los límites entre la ciudad y le municipio. Las propuestas
de mezclar los sistemas escolares fueron denegadas por objeciones de ambos
lados. Los niños afro americanos con los cuales trabajé jamás habían asistido al
colegio con blancos; algunos decían preferirlo de esa manera.
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Fue difícil para algunos estudiantes visualizarse a sí mismos como “el otro”. A
partir del extraño momento en que los niños blancos se encontraron con las
palabras de su percepción negra, no tenían ninguna idea de cómo posar; algunos
de ellos le pidieron a los niños afroamericanos que los dirigieran. Los niños
afroamericanos, en cambio, no necesitaron orientación: sin decir una palabra,
Antonio Gunther saltó de repente al frente de un fondo blanco y se cubrió la
cabeza para representar la que explicó que era su persona blanca -sin hogar y sin
una comunidad.
Una vez que los niños habían terminado sus retratos escritos, yo los fotografiaba
posando como su “yo” blanco y su “yo” negro, usando los insumos que ellos
habían traído de casa. Les di los negativos de gran formato para alterarlos o
escribirles encima de acuerdo con las ideas de sus retratos escritos, de manera
que ellos pudieran además describir los personajes que se imaginaron ser ellos
mismos.
(290)
Soy una celebridad. Vivo en una mansión. Puedo golpear a cualquiera, incluyendo
a Bruce Lee, Chuck Norris o Steven Segal. Adoro la escuela. Mis materias favoritas
son gimnasia, ortografía, lectura y lenguaje. Estaría muy contento de terminar el
quinto grado y terminar todos mis grados. Yo no soy aburrido como mis amigos.
Mi música favorita es el rap, el country y el rock and roll. Mi cabello es rubio. Mis
ojos son verdosos. Soy cabeza rapada. Soy un tipo musculoso. Mis zapatos
favoritos son Reebook. Mis deportes favoritos son la gimnasia, el baloncesto el
fútbol y el hockey. El nombre de mi madre es Sara Jane. Los nombres de mis
hermanos son Kendall, DJ, Mack y Gregory.
(296)
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(298)
Mi nombre es Natasha. Escucho rap. Mi grupo de rap favorito es Queen Latifa. Mis
grupos favoritos de música son Boys II Men y 69 Boyz. Mi cabello es ondulado y
negro. Mi mes favorito es diciembre. Mi mejor amiga tiene la nariz más pequeña
del mundo. Mi estado favorito es New Jersey. Mi color favorito es el azul. Mi
película favorita es Muchachos en la Cubierta. Me visto con unos Fila. Mi mejor
amiga vive en Sprinfield Apartaments. Ella tiene tres hermanas. Nos encanta ir al
cine y a hacer las tareas en la biblioteca. Tengo ojos cafés y soy muy alta. En este
momento llevo un walkman, vans, chaqueta, jeans y una camiseta de Woodstock.
(304)
Me gusta dibujar, ver televisión. Me gusta ver Garfield y los Power Rangers. Me
encanta jugar baloncesto y baseball. Me gusta leer caricaturas de Garfield. Mi
materia favorita es ortografía. Mi color favorito es el verde. Mis películas favoritas
son La Máscara y Street Fighter. Tengo cabello rubio y ojos azules. Mi equipo
favorito es los Forty-Niners. Yo amo, amo, amo, amo UNC (la Universidad de
Carolina del Norte) y me amo a mí mismo más que nada, incluyendo la UNC, mi
favorita.
(306)
Me gusta el rap. Mi cantante favorito de rap es Boyz II Men. Me gusta la comida
de mar. Me gusta jugar baloncesto. Me gusta jugar los videos juegos. Yo tengo
once años. Mi color favorito es el fucsia. Yo tengo gafas. Mi equipo favorito es
Chicago Bulls. Mi municipio favorito es New Jersey.
(310)
Si yo fuera blanco, 1) Yo cambiaría mi nombre a Jonathan en asuntos de familia.
2) La gente me llamaría Saltina 3) Yo sería un estrella de rock 4) Yo estaría en la
escuela 5) Ir a los funerales sería diferente 6) Me gustaría ir a restaurantes
griegos.
(312)
Yo soy 1) Absurdo 2) Tengo el cabello oscuro 3) Yo le tengo miedo a las culebras
4) Me gusta bailar y cantar 5) Me gusta nadar 6) Me gusta el campo 7) Me gusta
hablar por teléfono 8) Me gusta jugar con mi perro 9) Mi equipo favorito es Norte
de Carolina 10) Mi comida favorita es pizza.
(316)
Si fuera negra, tendría piel negra y pelo negro. Mi nombre sería Karina. Tendría
ojos cafés y el pelo un poco largo. También estaría asustada de mi hermano
porque él siempre me pegaría y eso a mí no me gustaría. Me sentiría emocionada
jugando juegos de manos, haciendo naves, saltando cuerda o jugando con mis
otros amigos. Me gustaría en baloncesto, el baile, el fútbol y muchos otros
deportes. Me gustarían los shows como Martin, Roc, Boy Meets World y Home
Improvement.
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Haría mi tarea cada tarde de manera que en la noche ya estuviera lista. Haría eso
para poderme ver los shows. En el salón de clases yo conseguiría hacer la mayor
parte. Mis amigas y yo siempre jugaríamos en el patio de juegos. Es realmente
divertido. Especialmente, me gustaría la enroscada. Eso es lo más chistoso de
todo.
(318)
Yo tengo ojos verdes, cabello rubio, piel blanca y uso ropa pulcra. Somos cinco
personas en mi familia. Tengo cuatro mascotas. Tenemos un perro y tres
cangrejos ermitaños. Me enojo con mi hermano porque él quiere convertir mi
cuarto en una galería.
Me encantan los peluches, especialmente mis ositos. Es un oso panda. Su
nombre es Greypes. Es gris con negro. Es muy tierno. Me gusta hacer picnic.
Llego a Greypes. Él no come, así que yo como por él. También me encanta tomar
fotos y miralas. A Greypes también le gusta mirarlas. Las miramos en el patio de
recreo.
CONCLUSIÓN
Siempre que me aventuraba en el mundo cuando era niña, sentía que me rodeaba
una burbuja, una burbuja de privilegios que me alejaba de interactuar con el
mundo. La burbuja, me imaginaba, era de un plástico claro y fuerte, que aislaba el
sonido. Por muchos años después de irme de casa la burbuja volvía a mí cuando
caminaba por una calle congestionada en compañía de mis padres. Con la burbuja
alrededor de nosotros, nadie nos podía tocar.
Los proyectos que he presentado aquí, me llevaron en una odisea fuera de esa
asustadora zona de confort. El viaje continúa. Mi trabajo ha evolucionado como
una descripción de mi interacción con el mundo que me rodea.
Cuando comencé a enseñar con fotografía, veía mis fotos separadas del trabajo
de los estudiantes. Usaba mis habilidades educativas para ayudarles a crear las
fotografías que yo creía que ellos eran capaces de hacer. Gradualmente me di
cuenta que estaba trabajando como una coreógrafa con bailarines o una directora
con actores. Mi trabajo era reconocer la originalidad del trabajo de cada niño y
cultivar esta visión para producir fotografías. Mantenía en mente lo que una vez
Merce Cunningham describió como la base de su coreografía: “cada persona
tiene su propia manera de caminar”
Estaba conciente también del valor educativo de mi trabajo. Podía ver como los
niños ganaban confianza en sí mismos, a medida que avanzaban en un nuevo
medio. A menudo descubrían cosas de sí mismos mientras examinaban su
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Mi trabajo personal tenía una inclinación diferente. Cuando Luveena Holcomb, una
de mis vecinas en Kentucky, me veía moverme hacia adelante y atrás para
componer una imagen de ella asomada en la ventana de su casa, observaba que
yo era como “una gallina tratando de hacer su nido”. Era verdad – yo revoloteaba
un poco cuando iba a hacer retratos. Quería hacer un tipo diferente de fotografía
documental, uno que hiciera que el sujeto creara un acto para mi cámara de gran
formato de algún evento en el que los había visto involucrados o una escena que
me imaginaba de historias que les había escuchado.
Con el tiempo aprendí a separarme del mundo y dejar que se revelara a sí mismo
para mí, y mis proyectos se volvieron más conceptuales. Cada proyecto se
convirtió en un reto distinto para mirar por debajo de la superficie de las
relaciones. En respuesta a cada nuevo sujeto traté de cambiar el punto ventajoso
usando nuevos acercamientos y materiales diferentes. A medida que el trabajo
progresaba y me volvía más conciente de mi método, era capaz de experimentar
con maneras de compartir el control sobre la realización de imágenes.
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