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NOTICRETO EN LA REDULTIMA EDICION ASOCRETO HOMEDE NUESTROS LECTORES

EDICION # 51

Instituto Tecnológico de la Construcción y la Arquitectura, Universidad de Lehigh Este artículo


fue originalmente publicado en inglés, por el magazine electrónico Architronic de la Universidad
de Kent con el título «Bridging the Gap» points of contact between the architect and engineer.

Introducción
Originalmente la arquitectura y la ingeniería civil hacían parte de la misma profesión.
Comenzaron a separarse en el siglo XVI, y durante este último siglo, el rompimiento entre ellas
creció hacia una profunda falta de entendimiento. Este abismo, avivado por un mutuo complejo
de inferioridad, dividió la construcción en dos campos. Hoy con la independencia de los
arquitectos y los ingenieros civiles, amenazados además por nuevas profesiones como los
contratistas generales y los urbanizadores, es necesario clarificar nuestra base intelectual
común, para continuar desarrollándonos. Los ingenieros piensan en términos matemáticos y
los arquitectos utilizan el lenguaje visual. El rompimiento ocurrió en la Revolución Industrial
cuando La Física se convirtió en la base de la tecnología bajo la influencia de los
Enciclopedistas. Ahora esta brecha se está cerrando lentamente, bajo la influencia de lo que
llamamos « los medios» las películas y la televisión, el CAD, la publicidad, la señalética, todos
ellos refuerzan nuestra capacidad de comprensión del lenguaje visual (Terminaremos
inventándonos otra «extraña» palabra como visualidad) Nosotros leemos el mundo diferente de
como lo hacían nuestros padres, mientras que nuestros «lenguajes» profesionales continúan
siendo conservadores. Eso tiene que cambiar.
Contrastes

Examinemos primero lo que nos separa, antes de tratar de encontrar los puntos de contacto
entre las dos profesiones. Un ingeniero ve un «punto» en una simple conexión de acero
mientras un arquitecto puede ver un «desorden de vigas de acero». Ambas observaciones son
correctas dependiendo del punto de vista del observador. Los ingenieros trasladan la realidad
a un modelo analítico mientras que el arquitecto percibe una afirmación visual. Lo que vemos y
como lo expresamos está condicionado por nuestras metas y esto puede fácilmente conducir a
malentendidos. Un ingeniero llama «viga de amarre tensado en arco» a «una simple viga». El
arquitecto interesado en su aspecto formal, lo llama un arco armado en varilla. Los
constructores del siglo pasado se concentraron en el proceso constructivo y lo llamaron un
«puente colgante» porque la base cuelga desde el arco. Viga, arco y sistema colgante- todas
ellas son interpretaciones correctas del objeto. Cada grupo basa su observación en la lógica
específica de su campo y su tiempo. Los arquitectos se interesan en los objetos. Les cautivan
los edificios terminados más que los problemas de los procesos de elaboración o el ciclo de
vida. Es por eso que las revistas arquitectónicas muestran preferiblemente edificaciones nuevas
y originales, y los estudios arquitectónicos de factibilidad se preocupan de qué se puede
construir en un lugar específico. Claramente, en esas condiciones, la arquitectura desarrollará
teorías de diseño mas no, métodos de diseño. Por otro lado los ingenieros, están orientados al
proceso. Sus revistas prefieren mostrar las construcciones en proceso, el desorden de
hombres y máquinas, y un estudio de factibilidad de ingeniería mostrará el cómo un diseño
puede ser realizado. La teoría de la ingeniería sirve a su método de cálculo. No es para nada lo
que un arquitecto llamaría «teoría», sólo el método del desarrollo.

El pensamiento tecnológico es común a ambos A pesar de estas diferencias, ambos tienen


importantes puntos en común. Ambos se interesan en la construcción y usan la forma de
pensamiento, hasta ahora poco apreciada, que yo llamo «pensamiento tecnológico». Los
ingenieros lo mezclan con el pensamiento estratégico y científico para servir a su orientación-al-
proceso, mientras los arquitectos lo utilizan sesgándose hacia el arte. Lo que yo denomino
pensamiento tecnológico es una mezcla de pensamiento científico y empírico. Unifica dos
conceptos opuestos, se balancea en forma oportunista entre el análisis y la creación y
manifiesta características que son invisibles en sus predecesores. Todos conocemos el
pensamiento científico de nuestra época de colegio, mientras que el pensamiento empírico y
creativo es poco apreciado en nuestra educación. El pensamiento empírico (Ref.1) funciona por
asociación, creando matrices de pensamiento sin jerarquía. Lo necesitamos al diseñar, en el
proceso creativo, y no podemos capturarlo analíticamente. Más y más gente comienza a
reconocer las ventajas de esta forma de pensamiento horizontalmente organizada. Los
consultores de gerencia organizacional están comenzando a aconsejar a sus clientes mejorar
la productividad creando estructuras corporativas horizontales en vez de las de rigidez
jerárquica.
Un sistema científico tiene que ser independiente del usuario, mientras que el pensamiento por
asociación está fuertemente condicionado por el usuario. En sí mismo, no crea categorías ni
prioridades, es el usuario quien lo hace dentro del contexto de una cultura específica. El usuario
es quien determina las relaciones entre los elementos. El diseño usa tanto el pensamiento
objetivo-analítico como el subjetivo-creativo. Juntas, las ciencias y las artes forman lo que lo
que normalmente llamamos «cultura». Nuestra educación formal las enfatiza y olvida el área
instersticial de la tecnología. Y si es recordada en alguna forma, lo es sólo en la forma de
producción industrial. Aunque en general, se le considere como una forma modesta de «ciencia
aplicada» o soportada como determinismo. El primer criterio está basado en el aspecto
analítico de la tecnología y el segundo en el direccionamiento de la solución al problema, que
raramente trasciende al objeto en sí mismo. Pero la tecnología no es aplicación ni determinismo
puro. Es el modo de pensamiento que conduce nuestros tiempos y no podemos considerar el
dejarle por fuera. Como profesionales de la construcción, todos vivimos el conflicto entre el
pensamiento tecnológico y sus dos progenitores.
Arquitectos e ingenieros se interesan en la forma de elaboración. Por eso hablan un lenguaje
diferente al de los científicos sociales o los científicos de la naturaleza. En la tecnología la
simple palabra «sistema» cambia su significado de «principio de ordenamiento» a «objeto en
funcionamiento» o «juego de elementos de construcción». El objetivo del pensamiento
tecnológico no es ni el conocimiento ni la interiorización pero si es, la creación de objetos, y su
método es la compleja actividad de la solución real de problemas. Un problema parcial puede
ser algunas veces más interesante que el total al que pertenece, y la palabra «detalle» puede
significar «problema a pequeña escala» más que «parte subordinada jerárquicamente» cosa
que sí sucedería en las ciencias. Los trabajos de ingeniería de Eiffel que contribuyeron a la
sistematización de la construcción en hierro, o el de un Maillart que investigó las implicaciones
formales de un comportamiento monolítico estructural en concreto reforzado o el de un Leslie
Robertson que adelantó el concepto de la construcción en rascacielos, son todos ellos ejemplos
que demuestran la importancia de la atención al detalle en el diseño. Lo mismo es verdad para
los trabajos arquitectónicos de Palladio que creo nuevas relaciones en el trabajo entre niveles,
formas y espacio o de un Schinkel que traslado el espacio, la geometría y la forma a un nuevo
plano, o de un Frank Gehry que cuestionó las relaciones establecidas entre material, espacio y
detalle.
Como constructores profesionales poco nos interesa el método del conocimiento llamado
«epistemología». A los ingenieros en particular les disgusta esta falta de interés, porque ellos
sacan sus métodos de cálculo de la física, que si está relacionada con ella. Pero la
computación aproximada de las capacidades de carga sostenida satisfacen el mundo de la
construcción. La prueba de la conectividad de un método técnico recae en el funcionamiento del
objeto (Ref.2) y no en la formulación de una lógica sistemática. El cambio de significado pocas
veces es reconocido por matemáticos y científicos. Ellos consideran que lo que hacen los
ingenieros es una forma inocente de entendimiento equívoco de la teoría. Es por eso que los
ingenieros a menudo sufrían de una falsa sensación de inferioridad en el siglo diecinueve. Ellos
no eran ni arquitectos, a los que se les llamaba «artistas», ni tampoco científicos. Quedaban por
fuera del cerco cultural y se sentían presionados a demostrar sus capacidades artísticas y
científicas. Hicieron lo primero aplicando decoraciones superfluas a sus objetos y lo segundo
buscando la verdad presumible en problemas parciales. La exageración en el cálculo exacto de
forma catenaria y el encadenamiento cruzado para cada posible condición de carga, dan como
resultado una precisión complicada, sin sentido y los innecesariamente costosos puentes
colgantes. (Ref.3)
Los arquitectos por otro lado, frecuentemente intentan discutir una decisión de diseño
objetivamente, cuando deberían estar usando un argumento asociativo y subjetivo. Ambas
«debilidades» aparentes vienen del deseo de explicar el pensamiento tecnológico usando
criterio científico en vez de aceptar su independencia. La arquitectura incluye campos que van
desde la tecnología hasta el arte. La distancia entre ellos es corta, por eso, los teóricos y los
practicantes de la arquitectura están cerca uno de otro, más cerca que los teóricos y los
prácticos de la ingeniería donde el traslapo del pensamiento tecnológico, estratégico y científico
genera estrés interno. Este estrés es particularmente perceptible en la cultura francesa y
anglosajona donde los teóricos y los prácticos frecuentemente no pueden comprenderse unos a
otros. Los practicantes encuentran a los teóricos irrelevantes y abstractos, mientras que los
teóricos consideran a sus colegas como molestos pensadores. Esto no es nuevo. Hace ciento
sesenta años las diferencias de esta naturaleza condujeron a la formación de la «Ecole
Centrale» en París, por un grupo de practicantes inconformes (Ref.4) quienes buscaron
distanciarse de los conceptos de la «Ecole Polytechnique». Ambos, Gustave Eiffel y William Le
Baron Jenney, dos de los más influyentes constructores del hierro de la segunda mitad del siglo
diecinueve, vinieron de esta escuela disidente.

Una Nueva Estética Las similitudes y diferencias en el pensamiento arquitectónico y de la


ingeniería proporcionan las bases para consideraciones que pueden ser de utilidad en ambas
profesiones. Si consideramos la estética de una estructura de ingeniería, automáticamente
adoptamos los estándares y criterios de la historia del arte. Los críticos de arquitectura usan
estos estándares relativos a la evaluación de los objetos (Ref.5) y ellos encajan más o menos
bien. Si aceptamos la premisa entonces, de que estas consideraciones estéticas deben estar
edificadas por lo menos en parte en el interés profesional, tendría sentido desarrollar una
estética de proceso (Ref.6). Esto nos daría nuevas posibilidades: se ampliaría el campo y se
haría más atractivo a los profesionales. Y si construimos una estética de crear nuestro propio
modo profesional de pensamiento, se podría evolucionar de un significado pasivo de evaluación
a un modo operativo del diseño en ambos campos. Se ha visto que los arquitectos, buscan
formas de hacer el proceso constructivo visible en el producto terminado, por lo menos desde
los años sesenta. Comenzando con proyectos del grupo «Archigram», podemos encontrar este
tema en el trabajo de Renzo Piano, Richard Rogers y Santiago Calatrava para nombrar sólo
unos pocos de los más prominentes. Al mismo tiempo los ingenieros también buscan nuevos
criterios para el diseño de estructuras. Con la llegada del «diseñador de aceros» y nuevas
formas de concreto reforzado con características cada vez más variables, el ceñirse al material
tradicional está desapareciendo rápidamente del criterio de diseño(Ref.7).
¿Con base en estos cuestionamientos, cómo puede la estética de la fabricación ser
organizada? La estética es el pensamiento lógico de la forma. Cómo la estática, pertenece a la
realidad del aspecto analítico del pensamiento tecnológico y define un orden visual.
Criterio tecnológico El ceñirse a los materiales formaba parte de los más importantes criterios
tecnológicos que influenciaron el aspecto de las estructuras en obras de ingeniería civil. Si ya
no son críticos al diseño y si los reemplazamos con el criterio de elaboración de los materiales,
ganamos nuevas posibilidades. Las vigas en I laminadas en caliente, las columnas en H, el
alambre, el acero moldeado o las láminas de metal al frío, todas ellas nos dan opciones listas
de forma detallada. Cada forma del material implica una tipología de conexión inherente y cada
forma es un testimonio de su “hechura” o su forma de fabricación y su proceso de
levantamiento. Los ingenieros raramente usan esta información conscientemente, y es aún más
raro que se muestre en el detalle arquitectónico. Ahí se encuentra una fuente de diseño formal
sin explorar.
El Juego-de-Partes Las estructuras de ingeniería más impresionantes están construidas usando
un orden jerárquico de partes y conexiones. Si el diseño se somete a las limitantes de ese
orden, ambos, los detalles y la forma total se verán lógicamente concebidas. Si no la forma se
verá caótica –a menos que una aparente falta de lógica sutilmente destaque la forma. En este
caso se convierte en escultura, y es ahí donde deben ser considerados los diseños de la clase
que Calatrava crea. Calatrava considera la simplificación de la estructura, ese principio básico
de cualquier diseño de ingeniería, como algo secundario. Y esta es una razón por la cual los
ingenieros encuentran su trabajo interesante como arquitectura, mientras los arquitectos
admiran su trabajo, que se enfoca en la búsqueda de la forma estructural, como diseño de
ingeniería. Ninguno lo reclama como parte de su gremio; cada lado extrañamente cree que él
pertenece al equipo contrario.
Un objeto que es estructuralmente complejo o difícil de construir no es necesariamente
complicado visualmente. Puede ser simple como en el caso del puente de Brooklyn. Tanto los
cables principales como las cuerdas diagonales se sostienen desde las torres. Mientras la base
cuelga desde los cables principales o tirantes, también está directamente agarrado a las
cuerdas diagonales. El primer sistema se deforma fácilmente, mientras que el segundo no. Las
diagonales y los tirantes están conectados para formar una red por medio de abrazaderas:
formalmente simple, pero estructuralmente muy complejo. Los componentes verticales y
diagonales de la red no sólo se flectan en forma diferente, sino que además las abrazaderas se
presionan bajo el impacto de la carga y así las conexiones se comportan casi rígidamente. La
compañía de ingenieros que rehabilitó la estructura para su centenario en 1983 (Ref.8) trabajó
por años para desarrollar un programa de computador que describiera su comportamiento
estructural en forma precisa.
Las Diferencias culturales: Tipología y las Relaciones entre el Lenguaje Verbal y Visual Si
consideramos la estructura de ingeniería como un objeto, tratamos de entenderla como
perteneciente a una tipología y compararla a un modelo abstracto. Nos preguntamos si es una
viga, un arco, una concha, una plancha plegada o un sistema colgante. Si una estructura como
la de Maillart: “ De tres bisagras, caja hueca, base rígida, arco poligonal” trasciende la tipología,
tenemos que describirla en forma indirecta. Una forma puede ubicarse dentro de una categoría
sólo si podemos darle un nombre. Es así como variaciones del comportamiento de diseño
llegan a preferirse en culturas diferentes. En arquitectura por ejemplo, todos los idiomas
tuvieron que introducir la palabra “ loggia” (hall de entrada) del italiano para usarlo formalmente
en diseño. En ingeniería, el idioma alemán diferencia entre el “Platte” ( una plancha, elemento
estructural de superficie, que se utiliza para soportar cargas en voladizos, y está principalmente
por eso, sujeta a flexiones) y el “Scheibe” (un elemento similar que soporta cargas en plano sin
voladizo, y que aguanta esfuerzos laterales) Ambos se describen en el Alemán por su
resistencia a la carga y no por su posición espacial. Las estructuras de lámina doblada pueden
crearse utilizando estos elementos. Se carece de esta claridad conceptual en el idioma Inglés.
Tanto la loza (“slab”) como la plancha (“flat plate”) son elementos horizontales, uno con
viguetas de soportes visibles y otro no. Nuestro “shear wall” (muro de cortante) o muro de
rigidización del sistema o más abstactamente “shear membrane” (membrana de cortante) es un
elemento vertical de pared que maneja cortantes. Elementos de este tipo son definidos por su
posición espacial. No pueden descansar diagonalmente y sólo podemos describir una superficie
diagonal portante en una forma aproximada. Esto inhibe nuestra concepción de estructuras de
lámina doblada o de otras formas combinadas como en las de Maillart, Christian Menn o
Calatrava. Nuestro lenguaje y lo que diseñamos son inseparables.
Conclusiones Ahora nos enfrentamos con muchas preguntas profesionales y educativas que
deben ser respondidas. ¿Cómo nos podemos preparar para construir por encima de las
fronteras políticas y culturales en una Europa abierta y en un mundo abierto? ¿Cual será el rol
de los arquitectos e ingenieros en ese futuro?
¿Cómo nos podemos ayudar a preparar ambos para las nuevas tareas?
¿Cuáles son las diferencias lingüística y culturales cruciales? Muchas relaciones se
desarrollarán en forma diferente. Muchos cambios se necesitarán, de modo que no solo
sigamos el cambio, sino que lo controlemos. Una forma de comenzar a caminar por nuevos
senderos es aprender a usar mejor la lógica de nuestro propio pensamiento profesional.

REFERENCIAS
Ref.1: Los términos técnicos de pensamiento “vertical” y “Horizontal” que aquí llamo “asociativo”
y “jerárquico” se adoptaron de libro de Edward de Bono: The Use of Lateral Thinking, 1967
London: Cape.
Ref.2: Es por esto que inventores sin educación formal continúan tratando de inventar el móvil
perpetuo, a pesar de todas la pruebas de imposibilidad. Ellos argumentan, lógicamente desde
su punto de vista, que los teóricos y sus teorías se han equivocado antes, así que, ¿porqué no
pueden estar equivocados otra vez? Ref.3: «The problem of the catenary and its role in
engineering research,» en T.F. Peters: Transitions in Engineering, 1987 Basel: Birkhaeuser
Verlag, pp. 75-76.
Ref.4: El ingeniero de vías férreas Perdonnet lideró su revuelta en 1829. El reaccionó en contra
de la opinión de G.G. de Coriolis, el reemplazo de Navier en la Ecole polytechnique, quien
abandonó la enseñanza orientada al proyecto, alegando que jovenes ingenieros deberían tener
una educación teórica. Su argumento era que ellos obtendrían la experiencia práctica más
tarde. En efecto, los mejores estudiantes eran reclutados directamente del salón de la facultad,
aumentando así, su alienación de generación en generación Ref.5: Por ejemplo: Friedrich
Hartmann: Aesthetik im Brueckenbau unter besonderer Beruecksichtigen der Eisenbruecken.
1928 Leipzig & Vienna: Franz Deuticke; Fritz Leonhardt:Bridges. 1984, Cambridge, MA: MIT
Press; David P. Billington: The Tower and the Bridge. 1983 New York: Basic Books. Ref.6:
Tom F. Peters: «Considerations on Bridge Aesthetics» en: Richard Margolis Bridges - Symbols
of Progress. 1991 Bethlehem PA: Lehigh University Art Galleries; Tom F. Peters: The Aesthetics
of Steel Bridges, reporte al Instituto Americano de Hiero y Acero 1991 (sin publicar ) Ref.7:
Hubo un simposio con participación internacional en la universidad de Lehigh en 1993, que
examinó nuevos métodos en el diseño formal de puentes basado en la premisa que las
limitaciones de materiales han desaparecido esencialmente.
Ref.8: Steinman Boynton Gronquist & Birdsall, New York.

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