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COAGULACIÓN SANGUÍNEA
Coagulación sanguínea o hemostasia: fases y mecanismos de coagulación. Control de la coagulación
sanguínea. Retracción del coágulo. Fibrinolisis.
1. OBJETIVOS
• Determinar la importancia del proceso de la coagulación de la sangre para el mantenimiento del MI.
• Establecer las fases, mecanismos y factores que intervienen en la hemostasia y en la fibrinolisis así
como los mecanismos de control de ambos procesos.
2. CONTENIDOS
Los organismos disponen de un sistema de seguridad que les permite detener la hemorragia o pérdida de
sangre producida por la rotura de la pared vascular, este mecanismo es la hemostasia o coagulación sanguínea.
Por otro lado, una vez que se ha producido el coágulo y se ha restaurado el daño vascular, debe existir un
mecanismo que destruya el coágulo sanguíneo ya inservible, este proceso se denomina fibrinolisis. La falta del
equilibrio adecuado entre ambos procesos puede dar lugar a una hemorragia cuando falla la hemostasia o una
trombosis cuando lo que se ve alterado es el proceso fibrinolítico.
Cuando se produce la rotura de un vaso sanguíneo tienen lugar una serie de acontecimientos destinados a
detener la pérdida de sangre, así se pueden estudiar las siguientes 3 fases del proceso de hemostasia:
- Fase vascular. En primer lugar, se produce una vasoconstricción local, para reducir el flujo sanguíneo a
la zona dañada. Es un proceso reflejo de naturaleza simpática, donde además se liberan sustancias como la
serotonina que ayudan a la vasoconstricción. Sin embargo, la reducción de la luz vascular aunque sea
importante, es insuficiente para por sí misma detener la hemorragia.
El activador de protrombina (protrombinasa) es un complejo enzimático formado por el FXa, iones Ca2+,
fosfolípidos de origen tisular o plaquetario y el FV. La formación de este complejo se puede alcanzar por dos
vías diferentes aunque estrechamente relacionadas: la vía extrínseca en la que el proceso se pone en marcha por
un daño tisular y la vía intrínseca, por el contacto de la sangre con una superficie diferente al revestimiento
endotelial intacto de la pared vascular; de cualquier manera, la formación del activador de protrombina es
necesaria para la siguiente fase del proceso, esto es, la conversión de la protrombina en trombina. Ambos
mecanismos o vías deben considerarse como sistemas complementarios y nunca competidores, ya que su
existencia garantiza la reparación de los traumatismos a que están expuestos los vasos sanguíneos.
Este mecanismo se inicia cuando la sangre abandona la luz de los vasos y establece contacto con los
tejidos lesionados y con la tromboplastina tisular liberada (FIII), además también intervienen fosfolípidos de
origen tisular. El FIII es el cofactor necesario para activar al FVII, y este FVIIa unido a la tromboplastina y en
presencia de Ca2+ convierte rápidamente el FX en FXa. Además, el FXa hidroliza el complejo que el FVII forma
con la tromboplastina lo que constituye un proceso de retroalimentación positiva de gran interés. Es una vía de
tipo explosivo por la rapidez de actuación.
El proceso se inicia con el traumatismo a la propia sangre o el contacto de ésta con una superficie extraña
a la del endotelio del vaso sanguíneo, produciéndose la activación del FXII (de contacto) y continuando con una
serie de reacciones enzimáticas en cascada (Fig. 2-1) que concluyen con la formación del FXa que con
fosfolípidos plaquetarios, Ca2+ y factor V constituyen el activador de protrombina. Se trata de una vía mas lenta
que la anterior. Este mecanismo se pone en marcha cuando se trabaja con sangre extravasada en el laboratorio.
De esta forma, se produce finalmente, el coágulo sanguíneo que consiste en una malla o red de hilos de
fibrina que aprisionan en su interior a GR, GB y plaquetas, y que se adhiere a los bordes lesionados de la pared
vascular para detener la pérdida de sangre.
La formación del coágulo sanguíneo es un fenómeno espacialmente limitado a aquellos puntos del
endotelio vascular que han resultado dañados, evitándose la aparición de trombos indiscriminados en cualquier
otro punto de la circulación. En la regulación del proceso hemostático participan varios mecanismos:
- intervención del endotelio para limitar la agregación plaquetaria, al convertir las prostaglandinas
liberadas por las plaquetas en prostaciclinas que actúan como agentes antiagregantes.
- confinamiento de la reacciones al espacio en el que tiene lugar la formación del coágulo.
- rápida desaparición de la circulación de las formas activadas de los factores de coagulación, gracias a la
acción del SMF.
- existencia en la sangre de inhibidores fisiológicos de la coagulación, donde destaca la antitrombina III,
que inhibe la actividad de la trombina y de los factores IXa y X, y cuya acción se potencia en presencia
de heparina (cofactor antitrombinaIII-heparina). Otros inhibidores son: proteína C, α2-macroglobulina, el
cofactor II de heparina y el inhibidor plasmático de proteinasas (EPI).
Poco después de haberse formado el coágulo, éste empieza a retraerse y a liberar la mayor parte del
líquido que tiene en su interior, el llamado suero sanguíneo, que como ya conocemos difiere del PS. Para la
retracción del coágulo es necesaria la presencia de plaquetas que participan en este proceso gracias a la proteína
contráctil tromboestenina. La función del proceso de retracción es la de aproximar las superficies de la herida,
recanalizar los vasos trombosados y promover una trombosis más efectiva.
2.4. Fibrinolisis
El organismo dispone del llamado sistema fibrinolítico, cuya función consiste en la destrucción o lisis del
coágulo sanguíneo una vez que éste ha cumpido su misión. El plasma normal contiene plasminógeno (PLMG),
un precursor inactivo de la enzima proteolítica plasmina (PLS). La PLS produce la lisis de la fibrina actuando
sobre las uniones Arg-Lis, dando lugar a fragmento solubles de tamaño decreciente, conocidos como productos
de degradación de la fibrina. La acción proteolítca de la PLS se ejerce además en numerosas proteínas,
incluyendo el fibrinógeno y la protrombina.
La activación del PLMG requiere la acción proteolítica de unas enzimas conocidas como activadores del
PLMG. Existen dos tipos de activadores con propiedades funcionales e inmunitarias diferentes, el activador del
PLMG tipo tisular (t-PA) y el activador del PLMG tipo urocinasa (u-PA). Ambos tipos de activadores son
segregados por las células endoteliales, aunque el u-PA se produce también en otros tejidos.
Existen mecanismos de control del proceso fibrinolítico. Así, por un lado tenemos dos inhibidores de la
acción específica de los activadores del PLMG, conocidos como PAI-1 y PAI-2; y además, inhibidores de la
PLS, de los que la α2-antiplasmina (α2-APL) es el que desempeña el papel más importante. La α2-APL puede
neutralizar de foma instantánea a la PLS que escapa a la circulación desde un trombo evitando su acción sobre el
fibrinógeno circulante. La α2-PLS puede inactivar también a la PLS que se encuentra unida a la fibrina, aunque
en menor eficacia, protegiendo así el trombo de una excesiva fibrinolisis.