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HISTORIA DEL PERIODISMO MUNDIAL

A la tradición oral le siguieron los manuscritos hechos


sobre papiros, pergaminos o papel, en los cuales egipcios,
persas y griegos (entre otros) relataban lo que sucedía a
su alrededor, dejando, de esta manera, una constancia
material de los acontecimientos de diversas épocas. Un
ejemplo claro de esto se da en Babilonia, donde, al
parecer, existían ciertas personas que desempeñaban la
tarea de historiógrafos, y cuya responsabilidad parecía ser
la de escribir diariamente los acontecimientos públicos,
religiosos y económicos en tablas de arcilla, valiéndose de
signos cuneiformes (con forma de cuña) para ello.
Pero el periodismo como tal nace en Roma desde el
momento en que se comenzaron a realizar comentarios,
anales históricos y actas, en los que no sólo aparecen
edictos sino también noticias de sociedad, sucesos y
comentarios (también existían diarios de información
pública ?uno de ellos era el |Acta pública y el otro el |Acta
diurna, que era de carácter oficial). Más adelante, en la
Edad Media, la práctica escrita de la información cayó en
desuso, aunque algunos reyes escribieron las crónicas de
sus gestas y los juglares contaron, de pueblo en pueblo,
las hazañas de guerreros, los milagros y los
acontecimientos de la época en las diversas regiones de
Europa, volviéndose, de esta manera, a la tradición oral.
Es en el siglo XIII cuando se vuelve a las formas escritas
de consignar lo que sucede, ello con la creación de la|
Nouvelle manuscrite, en donde se difundían noticias. Más
tarde, en el siglo XV, aparece el |Journal d'un burgeois, en
París, con noticias y anécdotas. Sin embargo, estos sólo
eran medios efímeros que no gozaban de mucha
popularidad, lo que habría de cambiar durante el
Renacimiento italiano, cuando, habida cuenta de la
infinitud de sucesos que lo signaron, comienzan a
aparecer un gran número de avisos y hojas narrando lo
que pasaba. Así, nacen, en Venecia, las |gazzetas, en las
cuales se daban noticias de los acontecimientos
portuarios y comerciales, propiciando que, a lo largo de
toda Europa, el uso de este tipo de publicaciones entrara
en boga; además, la aparición de la imprenta de tipos
móviles (1436, aproximadamente), contribuyó al auge de
este tipo de medios de comunicación, estimulando a los
intelectuales a publicar esta clase de escritos, los cuales
fueron tomando forma de semanarios, diarios, revistas,
etc., siendo en Inglaterra donde se empieza a hacer
periodismo de interés público, haciendo de lo político tan
sólo un tema más.
El primer periódico impreso se publicó en Alemania, en
1457, con el título de |Nurenberg Zeitung. En 1493,
circularon por Europa varias ediciones de una hoja
titulada |Descubrimiento del Nuevo Mundo por Colón. En
América, el primer periódico fue la |Hoja de México,
aparecido en 1541, en donde se narraban los sucesos
acaecidos durante el terremoto de Guatemala. Lo anterior
muestra que las publicaciones nacían con un fin particular
o a raíz de un hecho específico y que no tenían ni
periodicidad ni constancia, esto más o menos hasta el año
1600.

En 1615, en Francfort del Meno, aparece el |Frankfurten


Journal; en 1640, en Italia, la |Gazzeta publica; en 1641,
en Barcelona, se funda la |Gaceta semanal; en 1661, en
Madrid, nace la Gaceta; en 1695, en Inglaterra, el |
Stanford Mercury, modelo que sería copiado en México
años más tarde, y que daría como resultado la publicación
de |El Mercurio Volante.
Casi todos los impresos tenían formas diferentes o
utilizaban géneros distintos para expresarse, pues no
sucedía, como hoy en día, que dentro de un mismo
periódico existiesen varios géneros.
En el siglo XVII, proliferan en América, especialmente en
México y Lima, hojas volantes que se publicaban, casi
siempre, con el pretexto de la llegada de alguna flota
proveniente de Europa, así como con las noticias más
notables del Virreinato. Un siglo más tarde, se establecen
periódicos continuos y con secciones diferentes, de los
cuales los más antiguos son la |Gaceta de México y |
Noticias de España (1722). En 1729, en Guatemala,
aparece la |Gaceta de Guatemala y, en Costa Rica, |la
Gaceta Mensual; en el Virreinato del Perú aparecen |La
Gaceta de Lima (1743), el |Diario de Lima (1790) y el |
Mercurio Peruano.

En 1764 apareció la |Gaceta de la Habana; |El pensador y


el |Papel periódico de la Habana salen a la luz en 1790;
en el siglo XIX aparecieron el |Noticiero de la tarde, |El
lucero y el |Diario de la Marina. En 1764 aparece la |
Gaceta de Buenos Aires, la Gaceta de Santafé aparece
en 1785; el |Papel periódico de la ciudad de Santafé en
1791 y la|Gaceta de Caracas en 1806.

En el siglo XIX se fundan el |Correo Curioso, |El Redactor


Americano, El Alternativo y el |Semanario del Nuevo
Reino de Granada, así como los primeros periódicos de
República Dominicana, Honduras, Puerto Rico, Panamá,
etc., tales como la |Gaceta de Gobierno, en 1807, o el |
Diario Económico, en 1814, ambos de Puerto Rico.
Hasta ese entonces, el periodismo se limitaba a las
formas impresas y orales, pero con la llegada de la radio,
a principio del siglo XX, esto comenzó a cambiar, al
tiempo que la visión de los periodistas se hacía cada vez
más amplia, haciéndose imperativa la necesidad de
conocer a fondo lo que sucede. Lo anterior sucede
primero en los Estados Unidos y en algunas partes de
Europa, convirtiéndose, años más tarde, en un modelo
que terminaría por ser trasplantado a otras partes del
mundo (los casos más notables de ello se encuentran en
Argentina, México y Colombia, países donde el
periodismo ha cobrado una inusitada importancia).
De acuerdo con la aparición de cada medio de difusión
(imprenta, radio, televisión, medios electrónicos), el
periodismo ha ido evolucionando según las exigencias y
posibilidades que cada medio impone, lo que ha hecho
que, actualmente, se entienda que, para cada medio, hay
una forma de ejercer el oficio comunicativo.
Cuando se consolidan los medios masivos de
comunicación empiezan a nacer las diversas corrientes de
la comunicación, así como los estudios sobre ella, a la vez
que los géneros periodísticos se caracterizan y definen
más cuidadosamente, convirtiendo al periodismo en lo
que algunos teóricos han dado en llamar "el cuarto poder".
Bajo este panorama, la legislación relativa a la prensa y a
los medios de comunicación ha ido variando, aunque la
mayoría de estas legislaciones ha propendido por
defender la libertad de prensa, todo ello siempre y cuando
se actúe bajo ciertos límites, de tal manera que ni el orden
público ni el buen nombre de las personas sean
perturbados.

SigloXIX
En el territorio de la actual Venezuela el periodismo se
inicia en una forma continua con la publicación del primer
número de la Gaceta de Caracas el 24 de octubre de 1808,
bajo los auspicios y el control de las autoridades de la
gobernación y capitanía general. Mucho antes de la llegada
oficial de la imprenta a Caracas en 1808, se sabe de la
existencia en esta ciudad y en la provincia de pequeñas
imprentas de goma, llamadas «imprentas de camino» y de
la aparición de pasquines manuscritos de carácter
informativo en los que se vislumbra un germen periodístico,
pero que no tenían el carácter de periódicos. En 1789 se
crea el Correo de la Trinidad Española, (Courier [sic] de la
Trinité Espagnole), publicación periódica bilingüe (español-
francés) que podría considerarse la primera en la historia
venezolana, ya que entonces, y hasta 1797, la isla de
Trinidad dependía de las autoridades de Caracas, dentro
del imperio español; ese periódico contaba 4 páginas y
circulaba quincenalmente. Importante por su significación,
lo es también por haber obtenido los permisos debido a su
ubicación geográfica y a razones de índole política y social,
todas derivadas del movimiento comercial que la isla tenía
y a la existencia en ella de una numerosa colonia
extranjera. Los sucesos que conmovían a Francia a partir
de 1789, como consecuencia de la revolución, y la censura
de información que se suscitó inmediatamente,
ocasionaron la clausura del periódico y la expulsión de su
director-redactor, el colono irlandés John F. Willcox. En
1797 se proclama en Venezuela la disposición oficial que
prohibía la tenencia, importación, lectura y comentario de
publicaciones, libros, folletos, hojas sueltas, impresas, y
también manuscritos, no autorizados por el gobierno
peninsular; por lo cual hubo castigos para los que incurrían
en el delito y recompensas para los delatores. Todo ello
contribuyó a que no fueran escuchadas las peticiones
relacionadas con la traída de una imprenta y el permiso
para hacer publicaciones en Caracas. Sin embargo, se
habló de un «manifiesto subversivo» impreso en prensa
portátil o «imprenta de camino» que fue denunciado por las
autoridades competentes de la época en los informes a sus
superiores en la Península.
La llegada oficial de la imprenta a Venezuela estuvo
precedida por una serie de gestiones que algunas
instituciones de Caracas, convencidas de la importancia
que las prensas tenían para la vida de la colonia, realizaron
ante el Gobierno español solicitando el permiso
correspondiente. El 11 de diciembre de 1790, el Colegio de
Abogados de Caracas hizo una petición formal para traer
una prensa de la Península, petición que llevaba la firma de
los letrados Miguel José Sanz y Francisco Espejo entre
otros, y que fue negada porque las autoridades no
consideraron los tiempos propicios para traer al país un
instrumento tan peligroso. Sin embargo, en 1793, se
nombraba una comisión para el estudio del asunto desde el
punto de vista de lo económico, con la esperanza de probar
que una tipografía podría rendir beneficios comerciales.
Dicha comisión estaba integrada por los abogados José
Domingo Cano, Miguel José Sanz y Carlos Garay. El 18 de
febrero de 1800, Nicolás Rodríguez del Toro (en nombre
del Real Consulado de Caracas) solicita del ministro de
Hacienda de España el permiso para que el Consulado
pudiese traer una imprenta a Venezuela. El monarca niega
la solicitud debido a los tiempos turbulentos que vive la
colonia y a recientes acontecimientos como la Rebelión de
José Leonardo Chirino (1795) y la Conspiración de Gual y
España (1797). Aunque evidentemente en forma
clandestina, como parte de su acción revolucionaria, debe
señalarse la presencia de la imprenta a bordo de los
buques de Francisco de Miranda, en especial el Leander,
durante su expedición libertadora de 1806. De ella salieron
varias proclamas dirigidas a los españoles-americanos
(venezolanos) pero no periódicos. La imprenta de Miranda
no llegó a ser instalada en tierra y después del fracaso de
la expedición, la llevó a la isla de Trinidad, donde fue
vendida al impresor británico Matthew Gallagher, ya
instalado y activo allí desde años antes.
En 1808, a raíz de la invasión de España por Napoleón
Bonaparte y la presión de los mantuanos caraqueños para
formar una junta, el capitán general interino Juan de Casas
toma la iniciativa de traer una imprenta para contrarrestar la
propaganda subversiva. La imprenta se convierte en un
arma política y una imperiosa necesidad para los
gobernantes. En 1808 se establecieron en Caracas los
ingleses Matthew Gallager y James Lamb, los primeros
tipógrafos que registra la historia venezolana, en cuya
prensa, traída por ellos de Trinidad, se publica el primer
periódico, la Gaceta de Caracas, que vio la luz el 24 de
octubre de 1808. Tener imprenta era ya un privilegio,
aunque en comparación con otros países, Venezuela la
recibió con gran retraso; la imprenta había llegado a México
en 1539 y para 1800, ya había 21 órganos de prensa en
Estados Unidos. La Gaceta de Caracas, creada
especialmente para la difusión de las noticias e ideas
favorables al gobierno de turno, vivió los azarosos cambios
que, desde ese momento hasta la total independencia, se
suscitaron en el panorama político venezolano; en sus
diversos avatares realistas y republicanos, y con algunas
interrupciones, se publicó hasta enero de 1822; hasta 1814
su nombre se escribió Gazeta de Caracas, pero desde
febrero de 1815 se cambió por Gaceta de Caracas. Las
fuentes más enteradas nos advierten que Andrés Bello fue
un redactor casi permanente de la Gazeta antes que
pasara a denominarse Gaceta de Caracas. Pudiéramos
entonces afirmar que Andrés Bello fue el primer periodista
venezolano que recoge como tal la historia en sentido
eminentemente cronológico. Al respecto, José Ratto Ciarlo,
citando otras investigaciones, nos indicará que «don
Andrés Bello fue quien inauguró la honrosa profesión de
periodista, una nueva deuda tenemos para con él, quien
duró en sus funciones hasta el mes de abril o quizás hasta
junio de 1810, cuando saldrá para Londres como secretario
de la embajada integrada por Simón Bolívar y Luis López
Méndez». A partir de abril de 1810 la Gazeta de Caracas
tiene un cambio de orientación verdaderamente
trascendente. Se inclina hacia otros rumbos de sentido
libertario y así nos lo hace saber el 29 de abril de 1810:
«Cuando las sociedades adquieren la libertad civil es
cuando la opinión pública recobra su imperio, y los
periódicos, que son el órgano de ella, adquieren la
influencia que deben tener [...] La Gazeta de Caracas
destinada hasta ahora a fines que no están de acuerdo con
el espíritu público de los habitantes de Venezuela, va a
recobrar el carácter de franqueza y de sinceridad que debe
tener, para que pueda el Gobierno y el Pueblo lograr con
ella los benéficos designios que han producido nuestra
pacífica transformación...» A otras regiones de Venezuela,
la imprenta fue llegando paulatina e insistentemente
durante el siglo XIX. En su introducción siguen a Caracas:
Cumaná (1811), Valencia (1812), Angostura (Ciudad
Bolívar) (1817), Maracaibo (1821), Puerto Cabello (1825),
Guanare (1826), Barquisimeto (1833) Barcelona (1834),
Barinas (1837) El Tocuyo (1840), Coro y Calabozo (1842),
La Guaira y Mérida (1845), La Victoria (1849), Carúpano
(1853), San Cristóbal (1855), San Carlos y La Asunción
(1856), San Antonio del Táchira (1859), Trujillo (1864),
Valera (1872), Petare, San Fernando de Atabapo y Carora
(1875), Aragua de Barcelona (1876), Zaraza (1881),
Altagracia de Orituco (1882), Tovar (1884), Rubio (1889),
Ejido (1896) y Bailadores (1900), entre otras poblaciones.
En la mayoría de los casos (aunque no siempre) la llegada
de la imprenta era seguida por la publicación de un
periódico.
El 4 de noviembre de 1810 se funda en Caracas el primer
periódico no específicamente oficial con el nombre de
Semanario de Caracas, iniciando así el periodismo
independiente en Venezuela, con secciones política (a
cargo de Miguel José Sanz) y económica (de José
Domingo Díaz); duró hasta mediados de 1811.
Anteriormente, de marzo a mayo de 1810, Francisco de
Miranda había publicado en Londres El Colombiano, que
aparecía sin el nombre del redactor, cuyas páginas
quincenales se dedicaban a difundir por Hispanoamérica
las ideas de la emancipación política y a hacer oposición
en 2 frentes: al absolutismo napoleónico y a la monarquía
española. A fines de ese mismo año, al regresar de su
misión diplomática en Inglaterra, Simón Bolívar trajo una
imprenta adquirida con fondos de su propio peculio, y que
puso a la disposición de la naciente República. Periodista
por dedicación e inclinado a utilizar las columnas periódicas
como instrumento de lucha, Bolívar siempre estuvo
consciente de la necesidad de la imprenta en la gesta
libertadora y lo puso de manifiesto en muchas ocasiones
colocando su poderoso influjo al servicio de su obra. En
1811, cuando ya está activo en Caracas desde el año
anterior Juan Baillío, «el impresor de la Independencia»,
ven la luz 3 publicaciones periódicas: El Patriota de
Venezuela, vocero e iniciativa de la Sociedad Patriótica,
redactado por Vicente Salias y Antonio Muñoz Tébar, que
duró apenas un año; El Mercurio Venezolano, dirigido por
Francisco Isnardi, amigo de Andrés Bello (en 1809 ambos
habían proyectado publicar una revista cultural, El Lucero,
de la cual sólo salió el prospecto), y El Publicista de
Venezuela, creado especialmente para divulgar las
sesiones del Congreso Constituyente, a cargo del
secretario del mismo, Francisco Isnardi. Estos últimos eran
los órganos oficiales de la revolución y ninguno sobrevive a
la caída de la Primera República. En 1815, en época de la
cruda Guerra a Muerte, llega a Venezuela una imprenta
realista, traída en la expedición del general Pablo Morillo
desde España, la cual, al parecer, se perdió al volar e
incendiarse el navío San Pedro Alcántara. Pero los
realistas son entonces dueños de Caracas, y controlan la
Gaceta de Caracas que allí se publica. En 1816, el
Libertador trae una imprenta desde Haití, en la Expedición
de Los Cayos, la cual cae en manos de los realistas en
Ocumare de la Costa a mediados de ese año. El 27 de
junio de 1818, aparece en Angostura el Correo del Orinoco,
órgano fundado por orden de Bolívar a favor de la causa
patriota, cuyo último número será el del 23 de marzo de
1822; esta imprenta, traída de Trinidad en 1817 y
manejada principalmente por el impresor Andrés Roderick,
sirvió para que las voces de la libertad pudieran leerse en
ediciones especiales escritas en español, inglés y francés.
En el Correo del Orinoco, como luego en otros periódicos
de Venezuela, Colombia, Ecuador y Perú, aparecen con
cierta frecuencia artículos de opinión redactados por
Bolívar, quien a su labor libertadora de acción, sumó la de
su pluma irónica, certera y apasionada, colaborando
regularmente en los periódicos y utilizando seudónimos. En
el mismo Correo del Orinoco, en su número 61 del año
1820, se anunció la salida de un vocero que se
denominaría Amor a la Patria, que no pasó de ser otro
intento. En 1821 llegó la imprenta a Maracaibo. Era una
prensa traída desde Filadelfia hasta Angostura (hoy Ciudad
Bolívar) por orden del Gobierno republicano y que debió
ser llevada a Cúcuta, para servir al Congreso. La adhesión
de Maracaibo a la causa republicana y la orden del general
Rafael Urdaneta para retener allí esa imprenta, hicieron
que Roderick, el impresor, se quedase en Maracaibo,
donde gobernaba el coronel Francisco Delgado. El primer
periódico publicado en esa ciudad fue El Correo Nacional,
cuyo número inicial salió el 9 de junio de 1821; lo redactaba
José Demetrio Lossada y más tarde lo dirigió el presbítero
Mariano de Talavera y Garcés quien, en 1822, fundó el
segundo periódico de esa ciudad, titulado Concordia del
Zulia.
Hasta la batalla de Carabobo (1821) y la batalla naval del
lago de Maracaibo (1823), los periódicos fueron
principalmente armas en el combate ideológico entre los
partidarios de la monarquía, como el médico José Domingo
Díaz y los defensores de la causa republicana como el
también médico Vicente Salias. Fueron notables las
polémicas sostenidas por Díaz desde la Gaceta de Caracas
realista, a partir de 1818, con los redactores del Correo del
Orinoco, donde escribían Juan Germán Roscio, Francisco
Antonio Zea y Simón Bolívar, entre otros. Durante los años
1821-1823, eran pocos aún los órganos del pensamiento
republicano en el territorio venezolano, dentro de la Gran
Colombia: la Gaceta de Caracas, desde julio de 1821 hasta
su desaparición en enero de 1822 en manos de los
patriotas; el Correo del Orinoco y el Correo Nacional. En
1822, se crea en Caracas el semanario Iris de Venezuela
para servir de vocero oficioso a las autoridades y sustituir a
la Gaceta de Caracas, que, hasta el momento, había
cumplido su función divulgativa de las ideas del gobierno
de turno. Ese mismo año, con los restos de la imprenta
marabina de Roderick, tomados por los españoles al entrar
el brigadier Francisco Tomás Morales en Maracaibo, se
publicó el Posta Español de Venezuela, cuya vida se
extinguió al capitular los realistas en 1823. Hasta aquí
hemos ido viendo, a partir del recorrido histórico realizado,
que la aparición de las primeras señales reales de un
«periodismo venezolano» estuvo ligado a la introducción de
la imprenta, como sucedió en otras partes de América
Latina. Ese periodismo, tal como hemos señalado, reflejaba
en sus páginas las causas político-ideológicos-doctrinarias
a las cuales se ligaba el impresor, que a la vez hacía las
veces de periodista. Ramón J. Velásquez expresa esta
vicisitud de la relación periodismo-imprenta-lucha
ideológica al decir que en ese entonces «el periodista era
dueño de su hambre, el periodista era dueño de su
imprenta y la llevaba al hombro».
Terminada la guerra y durante los años en que Venezuela
está integrada a la gran República de Colombia, el
periodismo plantea principalmente temas de carácter
ideológico-doctrinario, sobre la manera de organizar la
República y afirmar las libertades individuales. Uno de los
voceros políticos más importante es El Venezolano (1822-
1824), editado por un grupo de intelectuales liberales y
federalistas cuyo mentor es Tomás Lander, quienes
continúan la tarea iniciada por el voluntario británico
Francis Hall con su periódico El Anglo-Colombiano (1822).
Otro periódico bilingüe (español-inglés) es El Colombiano
(1823-1826), que responde a los intereses de los grupos
inversionistas ingleses. Durante La Cosiata, en 1826, se
publica en Caracas El Memorial de Venezuela, órgano
oficioso de ese movimiento revolucionario. Después del
regreso de Bolívar, aparece en Caracas, en marzo de 1827
El Reconciliador, que defiende la política de concordia
preconizada por el Libertador pero polemiza también con
los periodistas liberales de Bogotá agrupados alrededor del
vicepresidente Francisco de Paula Santander. En 1827,
merced a una licitación para una publicación oficial rápida y
poco onerosa, la cual fue ganada por Valentín Espinal,
salió la Gaceta del Gobierno y El Reconciliador
desapareció. En Maracaibo, queda registrada en esos años
1827-1828 la polémica Bolívar-Santander en 2 órganos de
prensa antagónicos: El Telégrafo del Zulia, bolivariano y El
Liberal del Zulia, santanderista. En 1830, al producirse la
restauración de Venezuela como Estado soberano,
continúa publicándose la Gaceta del Gobierno (con un
ligero cambio en el nombre, «de» en vez de «del»), pero
ahora como órgano del nuevo régimen encabezado por el
general José Antonio Páez. A partir de enero de 1831, fue
sustituida por la Gaceta de Venezuela, que se publicó en
Valencia, entonces capital de la República; en el núm. 5,
del 4 de febrero de 1831, se dio la noticia de la muerte del
Libertador. Pocos meses después, la Gaceta de Venezuela
volvió a imprimirse en Caracas y con ese título u otros
similares, continuó saliendo como órgano del Gobierno
central durante mucho tiempo.
Los años 1830-1848 ven producirse un gran desarrollo de
la prensa en Venezuela. No sólo se publican numerosos
periódicos en la capital, entre ellos El Constitucional, El
Nacional (primero con ese nombre), El Liberal, La Bandera
Nacional, iniciados en la década de 1830, sino que, en esa
misma década y en la siguiente aparecen numerosos
periódicos en grandes y medianas ciudades de la provincia,
tales como El Patriota (Valencia), El Observador (Coro), El
Manzanares (Cumaná), El Republicano (Barcelona) que
nada tienen que envidiar a los de Caracas. Las antiguas
polémicas entre republicanos y realistas son reemplazadas
ahora por las que sostienen militaristas y civilistas (El
Demócrata de Rufino González, contra El Nacional de
Domingo Briceño Briceño durante las elecciones de 1834-
1835) y sobre todo, liberales contra conservadores en los
años 1840. Reina, en toda esa etapa, una amplia y
auténtica libertad de prensa. Existen diversas opiniones
acerca de cuál puede ser considerado el primer diario
venezolano. Unos le dan la primacía a El Conciso, una hoja
cotidiana que, a partir de 1832, reseñaba las actividades
del Congreso, pero que sólo aparecía durante los meses
en que éste estaba reunido. Para otros, con el Diario de
Avisos (1837), una hoja de circulación diaria a excepción
de los feriados, comienza verdaderamente el diarismo en
Venezuela. Otros señalan como el primer diario
propiamente dicho a La Mañana (1841), de corta vida,
como lo fue también la del Diario de Avisos. En realidad, se
trata de efímeros, aunque valiosos, ensayos. La corriente
de pensamiento cívica, científica, utilitaria y educativa de la
Ilustración, remozada con las ideas del liberalismo
naciente, halla cauce en las Memorias que de 1830 a 1835
publica periódicamente la Sociedad Económica de Amigos
del País, de Caracas.
Durante los regímenes de José Tadeo y José Gregorio
Monagas (1847-1858), especialmente después de los
sucesos del 24 de enero de 1848, la libertad de prensa se
ve muy coartada. Sólo aparecen periódicos de oposición en
el período anterior a las elecciones presidenciales. Entre
los más notables de este tipo están El Diablo Asmodeo
(que se autodefinía como «periódico socio-jocoso, político,
moral, literario, comercial y enciclopédico sobre todas las
cosas pasadas, presentes y futuras y las demás que
ocurren») y Asmodeo, publicados en 1850 por Rafael
Agostini en Caracas. El Diario de Avisos y Semanario de
las Provincias nace en 1850 y circula hasta 1860, fundado
por Mariano de Briceño. Se publicaba en Caracas todos los
días, incluyendo los feriados; los miércoles y los sábados
salía un suplemento llamado «Semanario de las
Provincias». Su estilo era ponderado y nada estridente,
orientado hacia los temas económicos y sociales, sin
intervenir, salvo alguna excepción, en la vida política
cotidiana. Reseña la época monaguera y la rebasa, con
artículos de información económica, social y científica.
Aspiró a crear un cuerpo editorial y fue quizás el primer
órgano de prensa venezolana con columnas remuneradas.
En 1856 surge en Caracas el primer periódico de carácter
jurídico (probablemente también el primero de
Hispanoamérica) llamado El Foro, redactado y dirigido por
el licenciado Luis Sanojo, con quien colaboran otros
escritores, entre ellos Juan Vicente González en la sección
literaria. Este periódico, que representó un intento para
volver a las tradiciones cívicas en pleno gobierno de José
Tadeo Monagas, duró hasta 1863 y sin perder su carácter
jurídico, tomó también un carácter político después de
marzo de 1858. El mismo año en que El Foro había iniciado
su vida en Caracas, empezó la suya en Barcelona El Oasis,
una revista cultural de menor duración (abril-septiembre
1856), cuyo editor-propietario era el médico y educador
Ramón Bolet Poleo, a quien ayudaban sus hijos Ramón y
Nicanor Bolet Peraza; en sus 6 números, impresos con
refinado gusto, se publicaron grabados y piezas musicales,
intercalados entre las producciones en prosa y en verso de
los intelectuales de la región.
Durante el breve interregno que va desde la caída de los
Monagas hasta el estallido de la Guerra Federal (1858-
1859) se reúne en Valencia la Convención Nacional, en la
cual participan, con entera libertad de expresión, muchos
de los dirigentes civiles, militares y eclesiásticos del
momento, entre quienes se destacan Fermín Toro, Pedro
Gual, Valentín Espinal; los discursos pronunciados son
recogidos extensamente en el Diario de Debates de la
Convención Nacional (1858). Ese mismo año, Manuel
María Zarzamendi instala una imprenta a vapor en
Caracas. Durante la Guerra Federal (1859-1863), los
centralistas, que dominan hasta el fin en Caracas, y que en
general, retienen las principales ciudades del país, cuentan
con abundantes órganos periodísticos, en tanto que los
federalistas carecen casi de ellos; una notable excepción
es El Eco del Ejército, que dirige u orienta en el campo
federalista, a la par que hace la guerra, el general Antonio
Guzmán Blanco. Entre los centralistas, surgen discordias
políticas, las cuales tienen como voceros principales El
Heraldo de Juan Vicente González, civilista y El
Independiente de Pedro José Rojas; ambos combaten por
igual a los partidarios del sistema federal. Cuando éstos
triunfan en 1863, desaparece El Independiente (El Heraldo
ya había cesado antes) y surgen otros periódicos que
responden a la nueva situación, tales como El Porvenir y El
Federalista, ambos publicados en la capital.
Durante los años de 1863 a 1870, la prensa de provincia, o
mejor, la prensa de los estados, tiene un auge notable,
aunque la mayor parte de los periódicos son de efímera
duración. De 1868 a 1870 se publicó en Caracas Vargasia,
boletín de la Sociedad de Ciencias Físicas y Naturales,
llamado así en honor al sabio José María Vargas. De esta
publicación llegaron a salir 7 fascículos, testimonio del
espíritu que animaba a las élites culturales de Venezuela
(Arístides Rojas, Adolfo Ernst, Gerónimo E. Blanco, entre
otros) en la turbulenta época de la Revolución Azul, cuando
de las prensas salían también varios periódicos satíricos,
de títulos como La Charanga y El Jején, en los cuales se
caricaturizaba a los políticos caídos como Juan Crisóstomo
Falcón y Antonio Guzmán Blanco.
Cuando este último tome el poder en 1870, irá controlando,
hasta 1887, los diversos aspectos de la vida nacional, entre
ellos el periodismo. El vocero del régimen y de la causa
liberal será La Opinión Nacional, impreso en los vastos
talleres ya industriales de Fausto Teodoro de Aldrey. Es un
diario moderno, de gran formato y considerable tirada, que
dura más de 20 años. También se regulariza en esta
época, a partir de 1872, la publicación de la Gaceta Oficial.
Durante la reacción antiguzmancista del presidente
Francisco Linares Alcántara, se publica en Caracas La
Tribuna Liberal (1877-1878) que desaparece cuando
Guzmán Blanco reconquista el poder. En 1879 aparece en
Maracaibo El Fonógrafo, de Eduardo López Rivas, que fue
el de mayor duración fundado por la iniciativa privada en
Venezuela durante el siglo XIX, pues llegó hasta 1917, ya
bien entrado el siglo XX. De 1884 data el primer periódico
vendido al pregón: El Granuja de Caracas, que costaba un
centavo; en este periódico, cuyos voceadores callejeros
eran niños, se destacaban con frecuencia informaciones
relativas a la niñez y la adolescencia. Al retiro de Guzmán
Blanco de la escena pública contribuyeron 2 periódicos
satíricos fundados por jóvenes intelectuales y estudiantes
que le habían perdido el miedo al gobernante. En marzo de
1885, entre los avatares de La Delpiniada, se fundaba El
Delpinismo, periódico ligado a la dicha manifestación
antiguzmancista y organizada por aquellos jóvenes que se
negaban a aceptar el refinado protocolo y las ínfulas
intelectuales que rodeaban a Guzmán Blanco. Dos años
después, a comienzos de 1887, los jóvenes reunidos en el
Partido Nacional Democrático, que se autocalificaba de
partido de la juventud, publican El Yunque, que le hace una
oposición abierta al caudillo y cuando la policía allana el
taller de imprenta lo publican por breve tiempo en forma
clandestina. Como para esa época ya existía comunicación
telefónica entre Caracas y La Guaira (establecida por el
régimen modernizador de Guzmán Blanco) los redactores
de El Yunque se valían del teléfono para recibir del puerto
algunas de las noticias que luego imprimían. Después del
viaje definitivo a Europa de Guzmán Blanco el periódico
representativo de su régimen, La Opinión Nacional, siguió
circulando hasta 1892, fecha en que sus instalaciones
fueron saqueadas durante los acontecimientos de la
Revolución Legalista. En 1889 nace el boletín comercial
más antiguo del que se tiene noticias, el Boletín de la
Agencia Pumar de Caracas, primero también en introducir
noticias cablegráficas que llegaban de ultramar gracias a la
instalación del cable submarino, conocido como el Cable
Francés, que vinculaba a Venezuela con el mundo exterior.
Un año después de la aparición de este Boletín, del cual se
dice que fue el boletín comercial más antiguo, nace un
periódico regentado por la Iglesia católica y que perdurará,
después de haber atravesado innumerables vicisitudes en
su mayoría de tipo económico y también políticas, hasta
nuestros días. Nos estamos refiriendo a La Religión el
decano del periodismo actual. Su primer número dará a luz
el 17 de julio de 1890 bajo el lema identificatorio: «La
Religión. Diario católico. Bajo el patrocinio del Sacratísimo
Corazón de Jesús».
Cinco notables revistas ven la luz durante las décadas de
1880 y 1890. Una de ellas, publicada en Caracas en 1886,
es La Caricatura, subtitulada «Álbum cómico de Paolo»,
creada y dibujada por el artista Paulo Emilio Romero; se
trataba de una publicación humorística basada en
caricaturas. En Maracaibo, con motivo del centenario del
nacimiento del general Rafael Urdaneta, Eduardo López
Rivas, editor de El Fonógrafo, publica en 1888 la gran
revista El Zulia Ilustrado «...creado con el objeto de dar a
conocer en el resto del país y en el extranjero al Zulia con
todas sus producciones y bellezas naturales y en todas sus
manifestaciones de progreso...» En 1892, se funda en
Caracas El Cojo Ilustrado revista, quincenal ilustrada con
dibujos, grabados y fotografías, con la colaboración de
hombres maduros y escritores jóvenes; otra manifestación
de periodismo artístico (que llegará hasta 1915) propia de
la época en que el positivismo ya afincado y el modernismo
naciente son el tema preferido de los debates y
enfrentamientos intelectuales. En El Cojo Ilustrado, bajo la
égida de su director y fundador, Jesús María Herrera
Irigoyen, colaboran en forma asidua las mentalidades y
plumas más notables de su tiempo. Esta publicación,
representativa del «modernismo» que se iniciaba en
nuestro país a partir de la difusión de las más resaltantes
ideas y posturas positivistas de la época, constituyó una
extraordinaria revista de gran calidad de impresión y por lo
tanto de presentación. Sus textos eran ilustrados con
diversidad y cantidad de láminas nacionales y extranjeras
en donde predominaban los motivos pictóricos, paisajistas
y caricaturescos. Eso fue posible en el orden técnico por la
introducción en Venezuela de la primera imprenta de
fotograbado. Dos años más tarde, en 1894, los literatos
más jóvenes del grupo de colaboradores de El Cojo
Ilustrado fundan la revista Cosmópolis (que subtitulan
«Revista universal») en la vanguardia de las nuevas teorías
estéticas, aunque apenas aparecerán 12 números. En abril
de 1893, había circulado el primer número de la Gaceta
Médica de Caracas, cuyo director era el doctor Luis Razetti,
acompañado por un grupo de médicos y científicos que
formaban el cuerpo de redacción.
La década final del siglo XIX, con los gobiernos de Juan
Pablo Rojas Paúl, Raimundo Andueza Palacio, Joaquín
Crespo e Ignacio Andrade, 2 presidentes civiles y 2
militares, verá surgir, además de las 3 últimas revistas
mencionadas, una cantidad considerable de periódicos
políticos y doctrinarios, en un ambiente de recobrada
libertad de prensa. Entre ellos, El Partido Democrático, El
Partido Liberal, El Tiempo, El Pregonero, El Avisador
Comercial. Este último, a pesar de su título, se lanza al
debate político nacional y publica, también en 1896, un
amplio comentario sobre Federico Engels con motivo de su
muerte, acaecida el año anterior. Los periódicos políticos
proliferan, sobre todo durante la campaña electoral de
1897, especialmente los que apoyan la candidatura
presidencial de José Manuel Hernández, el popular Mocho
Hernández. A lo largo de la década, 2 periódicos satíricos,
El Diablo y Lucifer, dirigidos por el caricaturista español
Salvador Presas, ensalzan o critican a personajes
destacados como Vicente Amengual, José Antonio Velutini,
José Manuel Hernández, Sebastián Casañas, Manuel
Antonio Matos, Claudio Bruzual Serra. Aparte de los temas
específicamente políticos, la opinión pública, a través de los
comentarios de periódicos como El Tiempo y el Boletín de
la Agencia Pumar, se conmueve con las noticias relativas a
la lucha de los cubanos por su independencia, la muerte de
José Martí, la guerra entre España y Estados Unidos y
sobre todo, el reclamo hecho por Venezuela a Inglaterra
para la devolución del territorio ocupado en la zona del
Esequibo. Por otra parte el interés del país en atraer
inversiones del extranjero se refleja en el Boletín de la
Riqueza Pública de los Estados Unidos de Venezuela, que
empieza a ser publicado por el Gobierno Nacional en julio
de 1891 bajo la dirección de C.M. Rosales, con numerosos
datos estadísticos, mapas y planos. El interés de los
manufactureros y comerciantes norteamericanos en
penetrar en el mercado venezolano conduce a la
publicación en Caracas, en 1896, del Venezuelan Herald
por Albert F. Jaurett, periódico en inglés que es una buena
fuente de noticias sobre Venezuela para los inversionistas
del exterior. Para ese final del siglo XIX es de obligación
histórica, en el campo del periodismo nacional, apuntar que
2 fueron los medios impresos que se destacaron por el
objetivo de querer configurar un verdadero periodismo
informativo moderno que dejara a un lado la excesiva
opinión política y doctrinaria y se centrara en la información
propiamente dicha. Nos estamos refiriendo a El Tiempo
(1893-1912; fundado por Carlos Pumar) y El Pregonero
(1892-1913; fundado por Odoardo León Ponte). Estos
periódicos, aparte de la innovación en el estilo periodístico
de la época, inauguran para finales del siglo el reemplazo
del vapor por la fuerza eléctrica para poner en movimiento
sus imprentas, de ahí sus altos tirajes especialmente en
particular los 20.000 ejemplares de edición de El
Pregonero. Durante las décadas de 1880 y 1890, la
publicidad comercial (que siempre estuvo presente en
mayor o menor medida en los principales periódicos, desde
la Gaceta de Caracas de 1808) se convierte cada vez más
en el principal sostén económico de la prensa. Con la
llegada de los andinos al poder a raíz del triunfo de la
Revolución Restauradora de Cipriano Castro (octubre
1899), la censura de la prensa de opinión, relativamente
mesurada durante los 18 años del guzmancismo y durante
los regímenes siguientes, hasta el de Ignacio Andrade, se
incrementaría hasta silenciar cualquier vocero periodístico
de oposición al Gobierno.
Siglo XX
El siglo XX se inicia en Venezuela con el gobierno del
general Cipriano Castro que, desde octubre de 1899, regía
los destinos del país. Durante este período, que se
extenderá hasta 1908, cuando Castro es derrocado por
Juan Vicente Gómez, la libertad de prensa será la eterna
perseguida. El Constitucional (1900-1909), dirigido por
Gumersindo Rivas y La Restauración Liberal (1898-1903),
de C. Arias Sandoval, voceros oficiosos del Gobierno,
cantan las alabanzas del régimen. Especialmente en El
Constitucional nos vamos a encontrar con una «información
dirigida» a formarle piso político a la figura de Cipriano
Castro. Será el impreso más importante del momento no
sólo por su labor propagandística, sino por el trabajo
periodístico del fundador-director Gumersindo Rivas
(puertorriqueño) y por la presencia de corresponsales de
distintas partes del mundo. Se dice que tenía una
circulación diaria de 15.000 ejemplares. ¡Era realmente la
prensa del momento! Con La Sacrada, promovida por La
Linterna Mágica de Maximiliano Lores y Luis Muñoz Tébar,
primer periódico en Venezuela que introduce ilustraciones
a color, toma cuerpo una rebelión callada del pueblo que,
como en La Delpiniada, puso de manifiesto a través del
humor, los defectos del régimen, así como las ínfulas del
gobernante; La Sacrada culminó en los carnavales de
1901. Lores y Muñoz Tébar fueron enviados presos a La
Rotunda y La Linterna Mágica fue clausurada; reapareció
en 1902 y circuló hasta 1903. En el interior, los diarios se
esforzaron por darle dignidad al periodismo. En 1904,
Pedro Francisco Carmona funda en Carora El Impulso, que
será trasladado a Barquisimeto en 1919, a Caracas en
1929 y, de nuevo ese mismo año, a Barquisimeto donde se
editará hasta hoy; en Ciudad Bolívar, Agustín Suegart
funda, en 1905, El Luchador, primer periódico del interior
que adquiere, en 1911, un linotipo. Ambos diarios son «de
intereses generales» y logran sobrevivir sin caer en la
prosa alabanciosa de los medios oficiales castristas. A la
caída de Castro los talleres de la imprenta donde se
publica El Constitucional son saqueados, y Gumersindo
Rivas huye de Venezuela hacia su isla natal, Puerto Rico.
En los comienzos del gobierno del general Juan Vicente
Gómez un grupo de jóvenes intelectuales creen propicio el
momento para plantear a través de la prensa un
movimiento de reforma ética y social. Son Rómulo
Gallegos, Enrique Soublette, Julio Planchart, Julio Horacio
Rosales, y Salustio González Rincones, quienes fundan en
1909 La Alborada, que durará apenas unos meses.
Durante los 27 años del régimen gomecista, la dinámica
económica y sociocultural del país (explotación petrolera,
comienzos del proceso de urbanización e industrialización,
introducción de nueva tecnología en los medios de
comunicación social) induce cambios que le darán al
periodismo su perfil ya moderno cuando se acerque el fin
de este período. A pesar de la férrea censura de
información impuesta por el Gobierno; del limitado número
de lectores, que influía en el pequeño tiraje de los
periódicos; de las escasas formas de distribución, que
comprendían el pregón, las suscripciones y unos pocos
puestos de ventas o quioscos; de que los anuncios
comerciales llegaban apenas a aportar el 40 o 50% de las
ganancias, los adelantos no se hicieron esperar. Llegaban
noticias frescas de Europa y Norteamérica por vía del cable
submarino cuyo servicio fue reanudado en 1909. Pizarras
colocadas al frente de los edificios de los periódicos
llamaban la atención sobre los titulares más importantes y
convidaban al público a comprar los diarios para enterarse
de los detalles. Algunos periódicos contrataron agencias
internacionales de noticias que los ponían al día en cuanto
al acontecer mundial y se empezaron a mostrar fotografías
de los personajes que protagonizaban las acciones
reseñadas. Dentro de la prensa permitida en el período
gomecista fueron 2 las actitudes más difundidas: los
periódicos que estaban a favor del régimen solían publicar
todos los panegíricos que se componían especialmente y
las noticias oficiales, que a veces no pasaban de ser una
mera crónica social. Tales son los casos de El Universal
fundado en 1909, de El Nuevo Diario (1913-1935), La
Esfera (1927-1966). Para los que no se comprometían
abiertamente, pero que tampoco expresaban algún
descontento, quedaba el recurso de unir a la detallada
crónica social, las frivolidades de la moda, crónicas de
música, de artistas y de eventos populares o deportivos
que lograban romper por momentos, la monotonía
imperante. El periodismo de la provincia ganó en esta
época representantes como Recortes (San Felipe, 1909-
1913), Panorama (Maracaibo, 1914), El Diario de Carora
(Carora, 1919-1995) y El Carabobeño (Valencia, 1933).
Otras publicaciones caraqueñas como El Sol (1921-1933) y
La Voz del Pueblo (1933), completan el cuadro de los
diarios en este período. En cuanto a las revistas, prevalecía
en ellas la tónica cultural y científica. Fueron, entre otras:
La Alborada, ya mencionada, Acta Venezolana;
Actualidades (1917-1922); Cultura Venezolana (1918-1931
y 1934); Billiken (1919-1958); Élite que iniciada en 1925
sigue publicándose, y Válvula (1928), de la cual salió sólo
un número. La prensa de oposición podía asumir su
decisión de maneras muy diversas. Algunos periódicos
prefirieron ignorar la información procedente de las fuentes
del Gobierno en una callada protesta, como lo hizo El
Heraldo, fundado en 1922 por Antonio José Calcaño
Herrera, que resistió toda clase de presiones. Otros
periódicos se atrevieron a presentar una alternativa como
El Pregonero, desde cuyas columnas Rafael Arévalo
González lanzó, en 1913, la candidatura presidencial de
Félix Montes yendo inmediatamente a la cárcel y siendo
clausurado el periódico. La protesta directa, a través del
humor o de las más incisivas observaciones, la hizo Andrés
Eloy Blanco en El Imparcial (1928), periódico perseguido
continuamente, ejemplo también de cómo puede burlarse
la vigilancia y la censura. Los periódicos humorísticos como
Pitorreos (1918) de Francisco Pimentel (Job Pim);
Fantoches (1923-1933; 1936-1948 y 1959-1961) de
Leoncio Martínez; la revista Caricaturas (1926-1927) de
Alfa y Romero y muchos otros aparecidos en toda la
república, hacían la crónica diaria de los cambios sociales
que se suscitaban en el panorama, constituyéndose, a
veces en amarga crítica, o en una desesperada denuncia,
que concluía muchas veces en la cárcel. En el exterior,
proliferaba la prensa de oposición que delataba el duro
momento que vivía Venezuela, a pesar de que su voz no
podía escucharse dentro del país.
A la muerte de Gómez (diciembre 1935) se encargó de la
presidencia el general Eleazar López Contreras, cuya
gestión se caracterizó por la decidida intención de despojar
a Venezuela del ruralismo en el que todavía estaba
envuelta, aunque historiadores como Pino Iturrieta han
llamado a esta etapa de López Contreras «el gomecismo
sin Gómez». A pesar de ello, se empieza a cultivar un
terreno propicio para el surgimiento de «otras voces» en el
ámbito del periodismo. El pueblo, ansioso de libertad y
garantías, harto del sometimiento que había sufrido por
tantos años, se lanza sobre las oficinas de aquellos
periódicos laudatorios del recién finalizado régimen,
destruyendo totalmente los talleres de El Nuevo Diario; El
Universal, por su parte, sobrevivió gracias al gesto de su
director, Pedro Sotillo, quien arrojó desde el balcón de las
oficinas del periódico un busto del mandatario fallecido,
logrando así calmar a la multitud, y Leoncio Martínez logra
salvar La Esfera, conteniendo y arengando a las masas. La
primera de las libertades restituidas fue la de prensa y a
partir de ese momento, surgieron toda clase de periódicos,
revistas, folletos, hojas volantes. Casi inmediatamente
nació en Caracas el diario Ahora (1936-1945), fundado por
Juan de Guruceaga, que tuvo por directores, a Carlos
Eduardo Frías, Nelson Himiob, Luis Álvarez Marcano y Luis
Barrios Cruz. En ese diario colaboró asiduamente desde la
clandestinidad Rómulo Betancourt. El mismo año de 1936
nació Crítica, uno de los primeros diarios en lanzar
reporteros a la calle e iniciar el periodismo informativo, el
cual se mantuvo hasta 1945. Cabe mencionar también,
durante ese período, la existencia del diario clandestino El
Martillo, vocero del Partido Comunista (1938-1941). En ese
mismo año de 1938 nace la revista Sic que en un principio
fue el órgano del Seminario Diocesano, y que a partir de
1967 pasa a ser el vocero del pensamiento político y social,
dentro del ámbito de la llamada «teología de la liberación»,
del Centro Gumilla. Isaías Medina Angarita, sucesor de
López Contreras, hizo un gobierno respetuoso de las
libertades públicas y del derecho de opinión. Los partidos
desplegaron su influjo sobre las masas y volvió a aparecer
la prensa de opinión. Surgen en Caracas nuevos
periódicos, como Últimas Noticias (1941) con su función de
tabloide popular; El Tiempo (1941-1945); el semanario
satírico El Morrocoy Azul (1941-1958) y El Nacional (1943)
que habría de convertirse en un diario de amplia circulación
en toda Venezuela, portavoz no sólo del acontecer
noticioso, sino también en el orden cultural, de destacados
escritores del país y del continente. En esta época los
partidos políticos tuvieron sus propios voceros
periodísticos. Acción Democrática contó con Acción
Democrática (1942-1944) y El País (1944-1948); el Partido
Comunista se expresó a través de Aquí Está (1942-1946),
dirigido por Ernesto Silva Tellería. También hizo oposición
el diario Rojo y Negro (1943-1944), dirigido por Luis Barrios
Cruz.
El gobierno de Medina Angarita fue derrocado por un golpe
militar en alianza con el partido Acción Democrática y
después de convocar a elecciones, resultó electo
presidente de la República Rómulo Gallegos, cuyo
mandato duró unos escasos 9 meses. Para este período el
partido social-cristiano COPEI tenía ya 2 órganos de
expresión: Copei (1946-1948), dirigido por Luis Herrera
Campins, y El Gráfico (1947-1951), dirigido por Miguel
Ángel Landáez. Dentro de toda esa efervescencia política
de querer fijar opinión pública en torno a unas ideas unos, y
otros a otras de signo político contrario y en donde se
demuestra, una vez más, que nuestro periodismo se ligaba
a la historia del país como dijo Arturo Uslar Pietri: «En el
caso de Venezuela la prensa y la política, que es tanto
como decir la prensa y la historia, han estado
indisolublemente unidos. La historia de Venezuela, no sólo
se escribió sino que, en gran parte, se ha hecho en los
periódicos. Será en ese ambiente donde aparezca en el
país una prensa escrita en otra lengua; como el actual The
Daily Journal (24 de octubre de 1945), que primero se
llamó The Caracas Journal. Dos años después nos
topamos con Il Corriero di Caracas en idioma italiano y en
1950 La Voce d'Italia. En noviembre de 1948, otro golpe de
cuartel derrocó al gobierno de Rómulo Gallegos. Formaban
la nueva Junta Militar los tenientes coroneles Carlos
Delgado Chalbaud, que la presidía; Luis Felipe Llovera
Páez, ministro de Relaciones Interiores y Marcos Pérez
Jiménez, ministro de la Defensa. A partir de ese momento,
y sobre todo después del asesinato de Delgado Chalbaud
(1950), la censura fue definitiva. Todos los periódicos
políticos, de cualquier tendencia que tuviesen, fueron
clausurados, incluyendo la revista Signo (1951-1952),
dirigida por Alfredo Tarre Murzi y Ramón J. Velásquez.
Posteriormente, la prensa reflejaría 3 tendencias: oficial,
independiente y clandestina. El vocero oficial del Gobierno
perezjimenista fue El Heraldo, cuyas instalaciones fueron
compradas por el Estado y convertidas en instrumento de
publicidad del régimen; se caracterizó por la exclusiva
propaganda a favor de éste y la agresión contra los que
consideró enemigos del mismo, especialmente a los
partidos políticos. Otros órganos periodísticos mantuvieron
una posición de convivencia con el Gobierno. Los
periódicos independientes fueron sometidos a la más
estricta censura; desde el Ministerio de Relaciones
Interiores, se trató de imponerles editoriales; algunos
lograron resistir omitiéndolos y limitándose a dar
información sin comentarios. Algunos expresaban su
protesta colocando esas informaciones, catalogadas por el
Gobierno de importantes, a la par de las trivialidades de la
moda o la crónica social. Tanto en Venezuela como en el
exterior, hubo una insistente persecución de los periodistas
que se salieran de los límites establecidos por el Gobierno.
La prensa clandestina llevó a cabo una eficaz protesta
contra el régimen bajo los nombres de Ofensiva,
Resistencia, Venezuela Democrática, Tribuna Popular,
Joven Guardia, Rebelión, Libertad, Estrella Roja, Tiela y
muchos más, publicados unos en Venezuela y otros en el
exterior. Los estudiantes liceístas se abocaron a la
distribución de volantes contra el régimen. Quizás debido al
fracaso económico de algunos periódicos en este período,
es por lo que, en el mismo, se inicia un proceso de
concentración de la prensa que culminaría en las décadas
siguientes.
A raíz de la caída de Pérez Jiménez, el 23 de enero de
1958, hubo de nuevo libertad de prensa y proliferaron los
diarios y revistas. El primer diario surgido después del 23
de enero fue el vespertino El Mundo, que al principio fue un
orientador de la opinión pública, dirigido por Ramón J.
Velásquez y posteriormente, por Domingo Alberto Rangel.
Luego aparecieron El Independiente y La Razón, de
tendencia derechista y de efímera existencia, así como el
vespertino El Pregón, que tampoco sobrevivió a estos
primeros momentos. Una vez que Rómulo Betancourt llegó
a la presidencia de la República (1959), a pesar de que las
garantías no habían sido suspendidas, se decomisaron y
cerraron los periódicos de izquierda; y como sólo los
partidos de la coalición gubernamental tenían acceso a la
radio y televisión, la oposición tuvo dificultades para
expresarse abiertamente. En 1960, se fundó Izquierda,
tabloide del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR)
que alcanzó, a pocos meses de fundado, tirajes de 60.000
ejemplares; fue dirigido por Domingo Alberto Rangel. Una
vez promulgada la Constitución de 1961, que rige en la
actualidad, se instituyó el principio de la libertad de prensa.
Es en la década de 1960 cuando se redefinen los campos
de política e ideología en los medios impresos y finaliza el
proceso de concentración que se había iniciado en la
década anterior, por lo que ésta viene a ser la gran época
de las cadenas periodísticas y del manejo de la opinión de
los periódicos por parte de las empresas económicas que
los poseen. Se da inicio a un gran despliegue de
periódicos, tanto en Caracas como en el interior. La
investigación llevada a cabo por el profesor y periodista
Eleazar Díaz Rangel (La prensa venezolana en el siglo XX)
nos señala que «entre 1922 y 1957 aparecieron 79 diarios
en el interior, pero sólo ocho (el 10%) subsistieron, en
cambio, en el mismo lapso de los 40 años siguientes (1953-
1993) aparecieron 95, de los cuales 68 (71%) continúan
editándose. Razones políticas y sobre todo económicas lo
explican. Su circulación ha aumentado de manera
significativa, y en casi todas las ciudades ejercen una
influencia en la formación de la opinión pública más
determinante que la de los diarios llegados de Caracas».
La misma fuente nos refiere que en 1946 había 14 diarios
regionales (de provincia) frente a 8 de circulación nacional
(denominados «diarios nacionales» por su cobertura); en
1966 contábamos con 21 diarios regionales y sólo 7
nacionales; en 1976 la cifra aumentaba a 51 regionales y
11 nacionales y; en 1986 existían 61 diarios regionales y 9
nacionales. En algunos de ellos florece el sensacionalismo
y otros manipulan la información, violando, a veces, los
recatos que el secreto sumarial y los principios éticos
imponen. Por otra parte, los sucesivos gobiernos de los
períodos presidenciales regidos por la Constitución de
1961 intentan, de vez en cuando, ejercer presiones más o
menos directas sobre los medios y sobre periodistas, y se
ha dado también el caso de presiones emanadas de los
sectores de anunciantes. Se organizan los gremios
profesionales como el Colegio Nacional de Periodistas
(CNP) y el Sindicato Nacional de Trabajadores de Prensa
(SNTP), así como los organismos de carácter patronal
(Bloque de Prensa). Los nuevos cambios tecnológicos,
especialmente la informática, tienen una gran incidencia en
todo el proceso de elaboración de los periódicos. La prensa
impresa ha de competir en las áreas de la publicidad y de
la información con los medios radioeléctricos (radio y
televisión) y en menor escala, con los avisos publicitarios
de los cines; pero se dan casos en los cuales una misma
empresa posee periódicos y canales de televisión. Aun
cuando los voceros exclusivos de partidos políticos han
desaparecido gradualmente hasta fallecer totalmente. Hoy
día las distintas corrientes ideológicas tienen habitualmente
acceso a las páginas de opinión, en las cuales suelen
colaborar regularmente intelectuales y columnistas
independientes. O.S.C./M.BI.
En estos momentos, historia reciente y actual, estamos en
presencia de una verdadera industria cuyo objeto de venta,
comercialización y circulación-consumo es el periódico
diario y la diversidad de revistas-publicaciones que sobre
variadas temáticas dentro del llamado campo del
periodismo especializado se nos ofrece en el mercado. Es
decir, ya contamos con una verdadera «industria cultural»
cuyo soporte de difusión de mensajes es el papel periódico
por ahora, al lado de las otras industrias culturales.
La otrora empresa de tener un periódico como órgano de
divulgación de las ideas políticas y de las posiciones
ideológicas, ha dado paso a la configuración de una
industria de prensa, en donde en algunos casos hay
vinculación con sectores transnacionales de ultramar y del
mismo ramo o distinto. Ha irrumpido también lo que hoy se
conoce con el nombre de la «empresa multimediática», es
decir la presencia de varios renglones comunicacionales
concentrados en una sola propiedad. Al igual que la
inclusión de otros sectores de la economía que en nada
tienen que ver con la industria comunicacional impresa. Así
pues, las industrias culturales, y en este caso la «industria
del periodismo», se rige en principio por las mismas leyes
del resto de las industrias, son las leyes del mercado
aplicadas a un «producto intangible» como lo es la
información-mensaje. Dentro de este parámetro de
referencia moderna en este mundo que han denominado
«mercado-mundo», la presencia de la mayor parte de las
publicaciones periódicas en Venezuela se concentran en 2
bloques. Uno primero que se caracteriza por la presencia
desde hace ya bastante tiempo de 2 grupos: La Cadena
Capriles y el Bloque de Armas, grupos que han ido
aumentando su caudal de publicaciones en los últimos
años a raíz de la compra de diarios, revistas y otras
publicaciones que por razones económicas entraron en
crisis. La Cadena Capriles (1959), dueña de los diarios
Últimas Noticias, El Mundo y Crítica de Maracaibo, también
edita las revistas Élite, Páginas, Venezuela Gráfica, Kena,
Hipódromo, Deportes... Por su parte, El Bloque de Armas
(1970), que funda el primer diario a color del país, 2001,
cuenta con el único diario deportivo, Meridiano y su poder
como industria de prensa se concentra en la publicación de
revistas tales como Bohemia, Momento, Ideas, Coqueta,
Venezuela Farándula, Fascinación, The Ring, Vanidades...
Además tiene nexos con la gran cadena o Grupo Hearst de
Estados Unidos y desde ahí, con la propiedad de la Editora
América con sede en Estados Unidos, se encarga de
publicar en español y distribuir para toda la América Latina
las revistas Cosmopolitan, Mecánica Popular y Buen
Hogar, entre las más conocidas.
El otro bloque de la industria periodística del país está
conformado por las publicaciones de periódicos que
pertenecen a sectores de la economía cuyo renglón básico
y significativo que los caracteriza como empresa no es el
de tener presencia visible en cuanto a propiedad dentro de
la industria cultural periodística, sino más bien en otros
sectores como el financiero, el industrial o el
comunicacional-masivo-audiovisual. Así está el caso de un
periódico como El Globo (1990) del Grupo del Banco
Federal. Los casos de Economía Hoy (1989), del
desaparecido Banco de la Construcción, Reporte (1988),
de varios grupos bancarios intervenidos y de El Diario de
Caracas (que dejó de salir el 10 de julio de 1995) del Grupo
1 BC (propietarios de Radio Caracas Radio, Radio Caracas
Televisión y Sonográfica entre las empresas
comunicacionales más conocidas del grupo). Este
periódico, que fuera fundado en 1979, apareció con una
diagramación moderna y vistosa, un formato cómodo para
el lector, revivió los editoriales, se caracterizó en sus inicios
por la foto desplegada en primera plana editorializando y la
reelaboración de los cables de noticias internacionales. En
medio de esos 2 sectores o bloques hay que ubicar aquella
industria periodística que proviniendo de un grupo
eminentemente familiar como fueron en Caracas El
Nacional y El Universal, aún con las variantes que
introduce el mercado y la gerencia moderna, siguen
directrices de rango tradicional. Eso no implica que ellos no
se hayan modernizado como industria y que no hayan
pensado en entrar en otros negocios del mercado
comunicacional como puede ser el de las
telecomunicaciones y telemática que tantas oportunidades
ofrecen.
En cuanto a la industria periodística regional, las variables
de concentración son semejantes a las señaladas antes.
Igualmente, se ha operado una modernización de la
empresa con la introducción del equipo de impresión más
avanzado y la presencia en las salas de redacción de la
informática sustituyendo a las viejas máquinas de escribir.
Los procesos de descentralización que se han dado en los
últimos años y el desarrollo económico regional ha
impulsado la presencia de una industria del periodismo en
las distintas regiones del país, moderna, influyente y
requerida cada vez más por grupos económicos tanto del
centro como del interior. El auge de esta prensa dio lugar a
que en enero de 1987 se creara la Cámara de la Prensa
Regional (CAVEPRE) que para 1994 ya agrupaba a 62
diarios y sus afiliados contaban con Bs. 900.000.000 en
equipos e insumos.
Las cosas están cambiando y seguirán cambiando. Ahora
no nos encontramos con los actores tradicionalmente
conocidos como empresarios de medios. Aquella idea
romántica del periodismo y de fundar un periódico se hace
imposible. Se requieren grandes capitales para estar al
tanto de los avances tecnológicos y poder llegar al público
consumidor como ahora se le dice al lector. El periodismo
ya no es sólo periodismo como arte de informar a la gente,
ahora es la industria periodística, ligada a veces a otros
medios y negocios, la que evoluciona hasta convertirse en
multimedia.

El origen de la prensa en Venezuela se remonta a 1806


con la llegada de la prensa al país a manos de
Francisco de Miranda. En 1808 el 24 de octubre sale
en Caracas el primer número de la Gaceta de Caracas.
La prensa venezolana fue en sus orígenes mas que todo
un instrumento político para expresar las ideas
revolucionarias y realistas de la época, en otras
palabras, la imprenta iba recorriendo el país buscando
imprimir distintos periódicos, aun no diarios, que
reflejaran el pensamiento político del momento. Los
inicios de la prensa venezolana se caracterizaron por
ser polémicos en especial por las querellas entre
republicanos y realistas.
Teniendo como epicentro a Caracas la prensa se fue
diseminando a lo largo del territorio a partir de 1.811
cuando en Cumaná se imprime El venezolano y
después en Ciudad Bolívar con el correo del Orinoco el
27 de octubre de 1.818, Maracaibo con el Correo
Nacional en febrero de 1.822, en Puerto Cabello en
1.825.

Todas las fuentes señalan que fue entre 1.830 a 1.848


cuando se produjo el despegue de la prensa en
Venezuela. Es también en esta etapa cuando se inician
las publicaciones de carácter sumamente cultural
como el Correo de Caracas (1839-1841) y otros que
traían en general buenas muestras sobrebellas
artes y literatura. Después entramos a la etapa de
(1847-1858), cuando se inicia el periodismo de humor
como el Diablo Asmodeo y Asmodeo que se trata de un
periodismo humorístico y satírico contra el gobierno.
Como dato importante cabe destacar que en el año de
1.859 de 1.218.000 habitantes que tenia el país, solo
14.000 recibían educación formal y los lectores
potenciales de prensa apenas llegaban a 30.000 a
pesar de que proliferaron 120 periódicos a nivel
nacional. A partir de 1870 comienza a salir la Opinión
Nacional que se le podría señalar cómo fue el
comienzo de modernización del periodismo en utilizar
la prensa a vapor, además de monotipos para serlo
visualmente atractivo.
Y a partir de finales del siglo XIX comienza ya el auge
de la prensa en Venezuela, nacen muchos periódicos y
desaparecen otros, se da la censura y luego la libertad,
se desarrolla el periodismo como carrera, se tecnifica y
refina la imprenta, inclusive a partir de los 50 la
prensa se convierte en una granempresa como tal ya la
prensa es un negocio y muchos empresarios adquieren
imprentas y lanzan periódicos, y se desarrolla
la publicidad periodística.
En esta época queda ya establecida la
empresa periodística en el país y se convierte en el
medio de comunicación masiva ( a nivel informativo)
más popular.
La prensa en Margarita surgió el 3 de mayo de 1.816,
cuando desembarca en Juan Griego la primera
imprenta, traída por Simón Bolívar, desde Haití.
En 1845 aparece en circulación el primer periódico
llamado El Espartano, de Pedro Silva. Desde 1847
hasta 1874 no volvemos a tener noticias de Imprenta
en Margarita. Se debe a gestiones personales del
gobernador del Estado Nueva Esparta, Don Elías
Villalba, la introducción de la primera imprenta oficial
del Estado.
El 23 de noviembre de 1972 Iván Cardozo funda el
diario Sol de Margarita. Al año siguiente, el 6 de
septiembre se funda el Diario del Caribe, de Salvador
Ernández. Luego en 1984 circula el diario El Faro,
meses mas tarde se funda el diario La Tarde, y el 28 de
noviembre de 1986 circula el diario Insular, que desde
1993 es conocido como diario La Hora.

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